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lunes, 20 de abril de 2015

Intereses negativos: pagar por invertir


Es una locura, pero sucede en España y en otros 10 países europeos: los inversores que compran deuda pública tienen que pagar por invertir, porque los bonos tienen intereses negativos. Y hay bancos que cobran por los depósitos a empresas y grandes clientes. Algo chocante, que rompe todas las reglas de la economía. ¿La causa? Que los tipos de interés están en mínimos  y hay mucho dinero para invertir y pocos sitios donde hacerlo. Así que bancos y fondos prefieren prestar a los Estados, con seguridad, aunque no ganen. Y más si creen que los tipos seguirán bajando, ahora que el BCE ha iniciado la compra de deuda, para inyectar más liquidez y reanimar la economía europea. Los intereses negativos son síntoma de que algo va mal, de que la economía no tira. Y muestran un fracaso: sólo con liquidez y tipos bajos no salimos del estancamiento, de la “nueva mediocridad” (FMI). Los países tienen que invertir y gastar más, para reanimar la economía y el empleo.
 
enrique ortega

España, 7 abril de 2015. Una fecha que pasará a nuestra historia económica: ese día, el Tesoro colocó Letras a 6 meses a un tipo de interés negativo, el -0,002 % anual. Eso significa que quien prestó 1 millón de euros al Estado recibirá en octubre 10 euros menos de lo que invirtió. Algo inaudito, que no había sucedido nunca antes y que contrasta con el récord de interés que tenía que pagar la deuda pública en 2011 (5,33% en noviembre las Letras a 6 meses) y en 2012 (3,69% en julio), hasta que comenzó a bajar del 1%, en enero de 2013.

El Gobierno Rajoy atribuye estos intereses negativos a que “los inversores confían en España”, pero es otra manipulación más: los intereses negativos se dan en media Europa desde principios de año, antes que en España y con más intensidad. Realmente, la primera vez que se dieron tipos negativos en Europa fue en Alemania, el 9 de enero de 2012, a raíz de la grave crisis de la deuda y el euro: los inversores huyeron de invertir en la Europa del sur y pusieron su dinero en Letras alemanas a 6 meses al -0,0122%. Era el coste de la seguridad. Luego, los tipos negativos se repitieron en el verano de 2012 (cuando se hablaba del rescate de España e Italia), en la deuda a corto de Alemania, Francia y Dinamarca, los países más “fiables”. Y tras las palabras de Draghi (BCE) amenazando con intervenir, los tipos se recuperaron y volvieron a ser positivos. Hasta que han vuelto a ser negativos en 2015.

Entre febrero y marzo de 2015, hasta diez países europeos han emitido deuda a tipos negativos, antes que España: Alemania, Bélgica, Austria, Holanda, Francia, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Suiza y hasta la rescatada Irlanda. Y con unos tipos negativos más acusados que en España, ya que se dan incluso en la deuda a más plazo: Alemania emite a tipos negativos toda la deuda a menos de 7 años (al -0,019%) e incluso Suiza ha emitido ya a tipo negativo (-0,055%) la deuda a 10 años, cuando en España sólo está en negativo la deuda a seis meses (quizás, en la subasta de mañana 21 de abril, también suceda con las Letras a 1 año). De hecho, un tercio de toda la deuda europea (2,26 millones de euros) cotiza ahora a tipos negativos, según el Banco de Pagos Internacionales de Basilea.

Una situación desconocida en la historia del capitalismo, uno de cuyos sagrados principios es la rentabilidad: nadie invierte para perder. ¿Qué pasa entonces? Se suman varios factores. Uno, que el precio oficial del dinero está por los suelos: el tipo oficial del BCE está en el 0,05% (desde septiembre de 2014) y hay 20 países que han bajado sus tipos este año (desde Suiza a la India, pasando por Rusia, Australia, Egipto o Perú), en un vano intento de depreciar sus monedas (“guerra de divisas”) y reanimar sus estancadas economías.  Pero esto sólo no explica los tipos negativos. La razón básica es que hay una enorme liquidez en todas las economías, que hay mucho dinero disponible y pocos sitios donde invertir con claridad. Y como la deuda pública tiene más seguridad, los Estados pueden colocarla incluso ofreciendo tipos negativos. Y más a los bancos y fondos de inversión o de pensiones, que tienen que invertir forzosamente una parte en deuda pública, para diversificar riesgos. De hecho, los que están comprando deuda a tipos negativo son grandes inversores, no inversores particulares.

Ligada a estas compras está la tercera razón: los bancos centrales de los países están cobrando a los bancos por los depósitos que tienen en ellos, para forzarles a que muevan este dinero y lo presten. Así, el BCE cobra desde septiembre a los bancos europeos un 0,20% por sus depósitos de liquidez y el Banco de Suiza cobra incluso el 0,75%. Así que los bancos prefieren colocar esa liquidez en deuda, pagando tipos negativos del -0,002% (España) o incluso del -0.019% (Alemania), que pagar al BCE el 0,20% (o el 0,75% al Banco de Suiza). Incluso, prefieren pagar algo por aparcar su dinero en deuda pública que “arriesgarse” a prestarlo a empresas o particulares, a tipos bajos y con riesgo (morosidad). Así de triste.

Otra razón, la cuarta, que explica la “locura” de los tipos negativos: la inflación negativa. Al final, la rentabilidad de una inversión ha de tener en cuenta lo que “se come” la inflación. En España, por ejemplo, en marzo de 2013 se podían comprar Letras del Tesoro a  6 meses con un interés nominal del +0,794%, pero la inflación era entonces del 2,4%, con lo que el tipo de interés real era del -1,66%: la inflación se comía con creces la rentabilidad. Ahora, con las Letras a 6 meses al -0,002% anual, como la inflación es negativa (-0,7% anual), resulta que el interés real es positivo, del +0,698%. O sea, la rentabilidad real es mayor. Y como los inversores creen que la inflación será negativa por un tiempo más, les compensa invertir con tipos negativos, al menos hasta que lleguen al suelo del -0,20% que les cobra el BCE.

Hay otra quinta razón para comprar deuda a intereses negativos: pensar que la divisa en la que se compra la deuda va a revalorizarse. Es lo que creen los que compran deuda en francos suizos: dentro de unos años, les devolverán menos francos pero la moneda valdrá más y compensará el tipo negativo. Y quizás pase también a medio plazo con el euro, ahora de capa caída, porque a EEUU le preocupa tener un dólar tan fuerte para exportar.

Y queda una sexta razón para explicar por qué alguien paga por invertir: la especulación. Los bancos y grandes inversores piensan que los tipos de la deuda van a seguir cayendo, dado que el BCE va a comprar deuda pública europea hasta septiembre de 2016. Y por eso, creen que si venden mañana la deuda comprada hoy, valdrá más (los tipos y las rentabilidades en el mercado secundario son inversos). Y que tendrán compradores, los que piensen que todavía la podrán vender ganando porque siga bajando.“Tonto el último”.

Al final, si todo el mundo cree que la deuda seguirá bajando, bajará. Y todos especularán pensando que cuanto más tarde compren será peor. El problema es que los tipos negativos son una locura falta de lógica y “pueden dañar seriamente al sistema financiero”, como ha advertido el Banco de Pagos Internacionales de Basilea. De hecho, los tipos negativos son gasolina para las Bolsas, que han batido sus récords históricos en Europa (salvo el IBEX y la bolsa italiana y francesa). Y están alimentando otra burbuja inmobiliaria, con los grandes Fondos invirtiendo en inmuebles y oficinas (y batiendo récords de inversión en España). Eso sí, los tipos negativos pueden ayudar a las empresas y a las familias, al bajar el coste de su financiación, pero la realidad es que el crédito no despega, ni en España ni en Europa.

Y hay otro riesgo: que los tipos negativos se trasladen a los depósitos, a lo que nos pagan por el ahorro. De momento, ya hay bancos alemanes (Commerbank y Skatbank) y americanos (JP Morgan, Goldman Sachs y BNY Mellon) que cobran a sus clientes por los depósitos, aunque de momento sólo a las empresas y a los que tienen depósitos millonarios. En España, la banca dice que no piensa en cobrar por los depósitos, pero está claro que ahora no les interesa tanto captar ahorro, porque no dan casi préstamos y el BCE les penaliza los depósitos. Así que muchos bancos están intentando “quitarse clientes sólo de depósitos, buscando los que operen más y tengan inversiones en fondos y Bolsa (que pagan comisiones).

El verdadero problema es que los tipos negativos, una anomalía histórica, son un claro síntoma de que la economía europea está enferma, del estancamiento, que se refleja en una inflación negativa que lleva a  los consumidores a retrasar su consumo y a las empresas a vender menos, recortando el crecimiento y el empleo. Y ya no es sólo un problema europeo. La recuperación mundial “es mediocre”, ha dicho la directora del FMI, Christine Lagarde, que ha acuñado el término de la “nueva mediocridad”: bajo crecimiento con  baja inflación, alto endeudamiento y alto paro (ver previsiones del FMI sobre la economía mundial). Y ello a pesar de la caída del petróleo y la recuperación USA, mientras preocupa el menor crecimiento de Latinoamérica (recesión en Brasil, Argentina y Venezuela, preocupante para las empresas españolas), China y países emergentes, amenazados por el alza del dólar (encarece su deuda) y la caída de las materias primas.

Al final, los tipos negativos reflejan también otro hecho: el fracaso de la política monetaria en solitario, el hecho de que sólo con tipos por los suelos y mucha liquidez no se sale de una crisis tan profunda como esta. Es un arma que ha tocado suelo: ya poco más pueden hacer los bancos centrales por reanimar la economía, sobre todo si han tomado tarde las medidas: el BCE, seis años y medio después que EEUU. Ahora, urge acompañar a la política monetaria con otras políticas, sobre todo con la política fiscal: que los países ingresen y gasten e inviertan más, para reanimar la actividad y tirar de la inversión privada. Que la liquidez y el dinero no vaya a comprar deuda pública sino que se dirija a relanzar la inversión, pública y privada, que es el motor del crecimiento y del empleo.

Y para ello hace falta, en Europa, relanzar el Plan Juncker de inversiones, con más aportaciones de los países, que por ahora sólo han comprometido 21.000 millones de los 315.000 previstos para 2015-2017 (el resto “esperan” que sean inversiones privadas). Y conseguir más ingresos públicos (de multinacionales, empresas y grandes fortunas) para fomentar las inversiones en infraestructuras, tecnología, formación y competitividad de Europa. Y en España, más de lo mismo: más ingresos públicos para fomentar la inversión pública productiva (hoy es menos de la mitad que en 2007, la tercera más baja de Europa) y promover un cambio del modelo productivo, para pasar de una economía basada en la construcción y el turismo a una economía competitiva en el siglo XXI.

En resumen, los tipos negativos son una locura y un claro síntoma de que la economía está muy enferma. Y hay un serio riesgo de nuevas burbujas, en las Bolsas y en el mercado inmobiliario. Y también una muestra de que los Gobiernos no pueden dejar todo en manos del BCE y los mercados, que ha llegado la hora de la política, de que los países tomen medidas eficaces para relanzar la inversión y el empleo, para salir del estancamiento y “la mediocridad” de que habla el FMI. Huir de la austeridad y apostar de verdad por salir de la crisis.

domingo, 30 de octubre de 2011

Europa: otro parche hasta la próxima crisis

Días de reuniones maratonianas en Bruselas para acabar en otro parche, con medidas insuficientes y en la dirección equivocada, que provocarán nuevas tensiones en los mercados y agravarán la crisis en España. Merkel, Sarkozy  y la Comisión han  vuelto a imponer sus viejas recetas conservadoras, añadiendo ingeniería financiera y obligando a un saneamiento de toda la banca europea (sobre todo española), para tapar el riesgo de los bancos franceses y alemanes en Grecia. Otro paso más en año y medio de decisiones equivocadas, basadas en los recortes sin más, que han llevado a Europa al estancamiento. La crisis griega se ha cerrado en falso y se van a agravar las tensiones contra Italia y España, con Francia en el horizonte. El riesgo ahora es que se rompa el euro.  

Europa había aprobado un Plan en la Cumbre de julio, que se fue al garete en agosto. Y la crisis de la deuda se agravaba con Italia, seguía con  España y podía alcanzar a Francia, amenazando la incipiente recuperación de EEUU y el crecimiento de los países emergentes. ¿Por qué falló?. Porque los planes de ayuda a Grecia tardaron en aprobarse tres meses y la economía helena, con durísimos ajustes, profundizó su recesión y quedó claro que no podía pagar su deuda. Se convoca esta nueva Cumbre para reconocerlo y perdonarles el 50% de la deuda, en vez del 21% de julio (si se hubiera hecho entonces, mejor nos habría ido). Pero el problema no está cerrado: la banca no ve claro que sea Grecia quien garantice la quita, hasta noviembre el FMI no aprueba la entrega de otros 8.000 millones de ayudas europeas (más de la mitad de los 65.400 millones recibidos hasta ahora han ido a pagar intereses de la deuda, sobre todo a  bancos franceses, alemanes y británicos) y queda despejar de dónde van a salir las nuevas ayudas que necesitan hasta 2014. Y sigue el riesgo de que no paguen.
Aprobada la quita a Grecia, quedaba  resolver el segundo problema: ayudar a los bancos europeos con deuda griega, que ahora vale la mitad. Un problema centrado en la banca francesa (40.000 millones) y alemana (25.000 millones), mientras la española sólo tiene 448 millones de deuda griega. Pero Merkel y Sarkozy quieren tapar las vergüenzas de sus bancos y aprovechan para un segundo saneamiento bancario (en 2008, los contribuyentes ya destinaron 407.000 millones a sanear la banca europea, salvo la española). Con la excusa de la deuda, exigen más dinero para tapar otros agujeros: los activos tóxicos (Dexia no tenía deuda y ha tenido que ser intervenido), la morosidad, la crisis del ladrillo, la falta de liquidez... Café para todos. Y a España, dos tazas: 26.161 millones más de capital a los cinco grandes (Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia y Popular), la cuarta parte de todo el saneamiento europeo (106.447 millones) y el doble que los bancos alemanes y franceses juntos.

Un despropósito. Por tres razones. Es un sinsentido obligar a los bancos a capitalizarse para cubrir la deuda pública que tienen, en teoría 100% segura. ¿Quién comprará entonces deuda europea?. Segundo, ¿quién va a pagar el saneamiento?. Bruselas dice que no se hará con dinero público, pero no están los mercados como para invertir en bancos. Y tercero, si a los bancos se les exige más capital, tendrán que restringir aún más el crédito, torpedeando la inversión. Sólo en España, el 88% de las pymes ya denuncian problemas para financiarse.

El tercer problema de la Cumbre era frenar el contagio de Grecia a Italia, España y quién sabe si Francia. Se trataba de potenciar el Fondo europeo de rescate, pero Merkel (que paga la  mitad) no quería poner un euro más. ¿Solución?. Hacer “ingeniería financiera”. Dedicar los 250.000 millones disponibles (de los 440.000 iniciales) a asegurar un 20% de la deuda de países con problemas, con lo que se “cubre” un billón de euros. Y de paso, intentar que los países emergentes (China, Rusia, Brasil o India) entren en un Fondo paralelo para comprar deuda europea (o ayudan o nos hundimos todos…). Otro despropósito. Primero, porque garantizar un 20% de deuda es insuficiente y un mal mensaje a los mercados: si se garantiza en parte es porque hay riesgo de no cobrarla. Y segundo, tientan a los mercados a nuevas presiones, para subir la garantía y el Fondo (a 2 ó  3 billones, quien sabe). Y en el camino, los especuladores intentarán cobrar más intereses por la deuda europea (ya se pagan 330.000 millones al año).

Medidas equivocadas para no tomar otro camino, el de EEUU, Japón o Gran Bretaña: tienen mucha deuda y escasos problemas para financiarla, porque los mercados saben que están detrás los Tesoros y bancos centrales, para intervenir y apoyarla con compras si hace falta. Lo mismo podría hacer Europa: que el BCE comprara más deuda de países en apuros, algo que Alemania ya no quiere que haga porque genera inflación (¿y qué?) y por dogmatismo ideológico. Y además, un Tesoro europeo que emitiera deuda europea, ayudando a financiar los países más débiles. Pero Merkel no quiere, porque Alemania pagaría más y porque cree que así Grecia, España, Italia y la Europa del sur no harían los deberes… Como si estos países tuvieran déficit y deuda por vagos: ha sido por la crisis (España tenía superávit entre 2005 y 2007, mientras Alemania tenía déficit) y por endeudarse, en beneficio de los bancos alemanes y franceses, sobre todo, que han prestado sin tino.
Otra Cumbre más, la crisis se ha cerrado en falso y sin tener en cuenta el mayor problema de Europa: el estancamiento de la economía y el paro, sobre todo en los países del sur. Merkel, Sarkozy y los conservadores de Bruselas sólo hablan de recortes, de ajustes, de “sangrar al enfermo para curarlo” como dice el Nobel Krugman. Y así lo van a matar. Porque una Europa que no crece no puede pagar la deuda y eso es lo que más preocupa ahora a los mercados. Por eso, seguirán las tensiones y la receta volverá a ser más recortes, que traerán menos crecimiento y más tensiones. Una espiral infernal, que sólo podrá cambiarse cuando cambien los políticos de Francia y Alemania, en 2012 y 2013. Será demasiado tarde. Antes, iremos de crisis en crisis hasta la caída del euro. Pero están ideológicamente ciegos para verlo. Ojala me equivoque.

domingo, 24 de julio de 2011

Europa salva el euro a medias

La Cumbre del euro de este jueves ha sido más efectiva de lo esperado. Europa ha visto las orejas al lobo y los pasajeros de primera clase (Francia y Alemania) han visto tan cerca el hundimiento del euro (el Titanic) que han aceptado medidas que llevaban año y medio rechazando, la última vez en la Cumbre de junio. De entrada, se le da un respiro a Grecia (también a Portugal e Irlanda) para que paguen su deuda, con algún coste para los bancos. Y se utiliza al Fondo de rescate como fuerza de choque para defender a la Europa del sur de la especulación de los mercados, que de momento han plegado velas. Pero los líderes europeos se han quedado a medio camino y no han avanzado en crear la deuda y el Tesoro europeos. Y no reaniman la economía de la UE, que apenas crece. Y así no se sale de la crisis.
Europa sólo parece reaccionar cuando se encuentra el borde del precipicio. Y las últimas dos semanas, el euro ha estado al borde de la ruptura. A las tensiones sobre la deuda de Grecia, Portugal e Irlanda, habituales en el último año, se sumó un grave encarecimiento de la deuda española y algo inédito: los ataques a Italia, uno de los cinco fundadores de Europa. Y para colmo, los seguros de la deuda francesa llegaron a duplicar a los de la deuda alemana. Era la luz roja definitiva. Merkel y Sarkozy, acompañados del presidente del BCE, estuvieron hasta la madrugada para acordar las medidas de urgencia que llevaban año y medio sin aceptar. Y el jueves, a los demás sólo les quedó hacer el paripé y firmar.
La primera decisión ha sido dar un respiro a Grecia, para evitar que suspenda pagos. Para ello, la UE y el FMI le van a prestar otros 109.000 millones de euros, a devolver en más plazo (un mínimo 15 años y hasta 30, frente a los 7,5 años del Plan de ayudas 2010) y con menos interés (3,5% en vez del 5). Además, Merkel salva la cara ante sus contribuyentes y logra que Francia y el BCE acepten que la banca privada acreedora de Grecia también ayude, aportando otros 50.000 millones, de una de estas tres formas: canje de la deuda actual por otra con otras condiciones (menos tipo), ampliación del plazo de devolución de la deuda actual y recompra por Grecia de la deuda que tienen las entidades. Al final, les supondrá una pérdida media (quita) del 21%, pero los principales bancos europeos (BBVA entre ellos) ya lo han aceptado. Mejor eso, dar un respiro a Grecia, a que suspenda pagos y no cobrar.
Bruselas acuerda también bajar los tipos y ampliar los plazos para que Irlanda y Portugal devuelvan mejor los créditos de la UE y del FMI. Pero Sarkozy dice que implicar a la banca privada ha sido una excepción sólo para Grecia, aunque Merkel no ha sido tan radical. La realidad es que si ambos países siguen estancados, sin crecer, no podrán pagar y habrá que repetir el esquema griego: más facilidades de la banca privada si quieren cobrar.
Otra decisión importante ha sido dotar a Europa de armas para defender la deuda de los países atacados por los mercados. Para ello, se permite que el Fondo europeo de rescate (dotado con 440.000 millones de euros) pueda hacer tres cosas básicas: comprar deuda en el mercado secundario (para que no caiga), dar créditos a los países atacados para defenderse (sin tener que pasar por la humillación de pedir un rescate) y dar ayudas para recapitalizar los bancos con problemas por tener deuda de países atacados (caso de los bancos griegos si las agencias bajan el rating de Grecia por este acuerdo). Tres medidas que son una respuesta eficaz al pulso a los mercados, ahora más calmados.
En resumen, se trata de dar oxígeno a Grecia, Irlanda y Portugal (con algún coste para la banca, que les prestó sin tino) y defender la deuda de los países atacados por los mercados, lo que beneficiará a España. Si estas dos decisiones se hubieran tomado en mayo de 2010, Europa se hubiera ahorrado muchos disgustos y los ciudadanos de Grecia, Irlanda, Portugal y España no habrían sufrido en sus carnes ajustes tan duros. Además, no habríamos estado año y medio pagando un coste extra por la deuda, más de 15.000 millones, que se han llevado los especuladores. Y los bancos y las empresas no tendrían tantos problemas para financiarse, invertir y crear empleo. Es el coste de año y medio de parches, nacionalismos egoístas e indecisiones de los dirigentes europeos, con Merkel y Sarkozy a la cabeza.
Ahora, han avanzado, pero se quedan a medio camino. No han decidido la creación de una Agencia europea de rating, que se enfrente al chantaje de las tres hermanas (Mody´s, Standard &Poors y Finch). No han hablado de emitir deuda europea, la solución definitiva para evitar las tensiones (como en EEUU, con estados, como California, en quiebra), algo que no quiere Alemania, porque pagaría más con la deuda común. Y no quieren ni hablar de un Tesoro único europeo, el único instrumento de intervención rápida que tienen 15 países para defenderse juntos sin toda la burocracia y lentitud actual.
Y sobre todo, los dirigentes europeos (casi todos conservadores) no han hablado de reanimar la economía europea, de un Plan Marshall no para Grecia, sino para Europa. De acabar con la política de recortes y reactivar selectivamente la economía (lean este artículo del Nobel Krugman). Media Europa, sobre todo la del sur (incluso Francia), está estancada. Y en lugar de reanimar la actividad, como ha hecho EEUU, promoviendo la inversión y el empleo, se deja que el BCE suba los tipos (y lo volverá a hacer). Habría que lanzar un mensaje no sólo a los mercados, sino a los ciudadanos: vamos a tomar medidas para salir de la crisis, para crear empleo. Pero no. Esperarán otro año más, a que la Europa del sur no vea una salida, a que los ciudadanos se indignen más, a que los mercados vuelvan a la carga. Y quizás entonces hagan algo. Otra vez tarde.

martes, 21 de diciembre de 2010

España, chantajeada por financiar su deuda

Hoy 21 de diciembre ha sido la última vez este año que España solicitaba dinero de los inversores para financiar la deuda pública, con la subasta de Letras del Tesoro. De nuevo, ha tenido que pagar más para colocarla, cuatro veces lo que en enero. Y el bono a 10 años cotiza hoy al 5,57 %, un 1,75 % más que hace un año.Con ello, financiar este año unos 210.000 millones de deuda pública nos ha costado 1.700 millones más de lo previsto, un dinero que se han ganado los mercados y que habrá que recortar de otro sitio para rebajar el déficit público lo prometido. O sea que el Gobierno congeló las pensiones para ahorrar 1.500 millones o bajó los sueldos de los funcionarios para ahorrar otros 1.600 y ahora resulta que se los han comido con creces los especuladores. Y como les sale rentable, volverá el baile de la deuda, nos costará más colocarla y habrá que hacer más ajustes. Una espiral infernal que desde luego no ha frenado la última Cumbre europea.
En 2011, España tendrá que financiar otros 210.000 millones de deuda pública. Y los mercados, si pueden, intentarán cobrarnos más por financiarnos, como en 2010, especulando contra España. Primero, porque somos un país grande y un mercado muy líquido, con lo que la apuesta puede ser muy rentable. Segundo, porque tenemos un Gobierno débil y con poca credibilidad, al que se le puede poner contra las cuerdas. Y sobre todo, porque los Gobiernos conservadores y expertos neoliberales quieren aprovechar la crisis para desmontar el Estado del bienestar, en España y en Europa, presionando ajustes cada vez más duros. Alemania, Francia y los expertos ortodoxos nos tratan de manirrotos y exigen que hagamos los deberes: recorte de pensiones, ajustes financieros, reformas laborales, recortes en sanidad y educación… Incluso su avanzadilla, la agencia Moodys nos ha dado un ultimátum como país: o se hacen las reformas antes del 15 de marzo o nos bajan la nota a la deuda. O sea, se encarece y vuelven a ganar más.
Pero hay que decir bien claro que la deuda pública y el déficit de España (como de Irlanda) son la consecuencia de la crisis, no la causa. España tenía, hasta 2008, superávits en sus cuentas públicas y menos deuda que Alemania (aún tiene menos). Ha sido la crisis financiera la que nos ha llevado al hoyo de la crisis y ha disparado los gastos sociales y el pago de la deuda, recortado los ingresos. Y aunque hay que hacer muchas reformas, lo básico es salir de la UVI, crecer y crear empleo, ya que la economía española sigue cayendo (Alemania crece al 4%) y tenemos el doble de paro que Europa (y el triple que Alemania). Y con el chantaje de los recortes, nos hundimos más en el pozo.
La dinámica de los mercados nos lleva de ajuste en ajuste hasta la caída final. En la última Cumbre europea, Alemania se ha negado a tomar dos medidas que podían habernos dado un respiro. Una, poder realizar actuaciones preventivas con el Fondo de rescate, para ayudar a los países con problemas: este dinero será sólo como “último recurso” y con un duro Plan de ajuste a cambio (sea, humillando al damnificado). Y la otra, no emitir deuda europea: Alemania no quiere “socializar” la deuda (si socializaron los costes de su unificación). En definitiva, es como si en una comunidad de vecinos, el del 5º dice que el del 17º se busque la vida si la tormenta le ha llenado de goteras el techo, que no quiere compartir los costes.
En Europa, los avances se han logrado siempre cuando la Unión estaba al borde del precipicio: el euro nació en el 2000 tras una cadena fatídica de devaluaciones en los noventa (tres de la peseta). Ahora, todo indica que Merkel, Sarkozy y los dirigentes conservadores de la Comisión esperan que el euro esté al borde del abismo para tomar medidas y fortalecer la Europa económica y fiscal. El problema es que, hasta entonces, España va a pagar un alto precio.