El nuevo sistema para fijar el precio de la luz no entra en vigor este 1 de abril, como dijo el Gobierno, sino el 1 de julio. Entonces pagaremos
la luz por el precio que tiene cada día
en el mercado eléctrico, lo que supondrá tremendos
vaivenes de precios: será imposible
saber lo que nos cuesta hasta que llegue el recibo. En el de junio, además, nos devolverán dinero
(unos 34 euros por recibo) por haber
pagado de más este primer trimestre. Y nos
dirán cuánto devuelven el 15 de mayo, diez días antes de las elecciones
europeas... Sube además el pago por potencia contratada, gastemos
o no luz. Y las familias más pobres, con bono
social, pagarán más. Este cambio en
el recibo (pagar el precio de la luz cada día) no evita el problema de fondo: seguimos
pagando muchos extracostes con el recibo, en beneficio de las eléctricas. Y
eso, el Gobierno no se atreve a cambiarlo.
Enrique Ortega
El recibo de la luz
tiene tres
partes: un 37,48% va a pagar
los costes de producirla, un 41,14 %
a pagar su transporte y comercialización más un montón de subvenciones (a
las islas, Red Eléctrica, comercializadoras, renovables, eléctricas y empresas)
y el 21,38% restante son impuestos.
Ahora, el cambio
en el recibo de la luz, que entrará en vigor el
1
de julio (y no el 1 de abril, como anunció el Gobierno en
diciembre), afecta solo a la primera
parte de la factura, al cálculo de lo que sube producir la electricidad.
Hasta diciembre,
la subida de producir la luz se
fijaba en una subasta trimestral, donde productores de electricidad y brókeres
financieros pujaban por los precios que se ofrecían para el trimestre
siguiente. Era un mercado muy especulativo, tanto que Industria
calcula que los consumidores hemos
pagado 1.671 millones de más por la luz entre 2009 y 2013, un 3% de la subida del recibo. Tras el subidón
en la subasta de diciembre, invalidada por el Gobierno, se estableció
una subida de la luz del 2,3% para el
primer trimestre y se decidió fijar un nuevo
sistema para establecer las siguientes
subidas: cobrar la luz por lo que
valía cada hora en el mercado
eléctrico. Para ello, hacía falta que los usuarios tuvieran unos contadores
inteligentes. Pero sólo hay 7 millones instalados, la mayoría sin
lectura online. Y así, el Gobierno tuvo que volver a cambiar
sus planes: ahora nos cobrarían
la luz por lo que cuesta cada día en el mercado
eléctrico mayorista, según los datos de Red Eléctrica. Y para dar tiempo a
las eléctricas para adaptarse, el nuevo
sistema entra en vigor el 1 de julio.
Mientras, este
segundo trimestre, se prorroga el precio de la luz del primer
trimestre. Pero habrá otros dos
cambios, que se traducen en subidas
de los próximos recibos . El primero, que desde el 1 de febrero se
cambia la factura: sube la
parte fija, que se paga por la potencia instalada (supondrá el 60% del
recibo, cuando hace un año era el 35%) y baja
la parte variable, la que se paga por el consumo (pasa del 65 al 40% de la
factura). En definitiva, que por tener un contrato se paga más y menos
por consumir luz, lo que
perjudica a los que gasten menos, a las segundas viviendas y a los pisos
vacíos. Es una manera de compensar a las
eléctricas de la caída del consumo de luz desde hace cinco años. El otro
cambio afecta a 2,5 millones de españoles (pensiones bajas, parados y familias
numerosas) que tienen un bono
social y pagan menos por la luz: se
les va a cobrar ahora la cuota fija y se
les reduce la rebaja del recibo, lo que aumentará los cortes
de luz por impago (1,4 millones).
El Gobierno dice
que el nuevo sistema bajará la luz un 3%,
el extracoste que suponía la subasta trimestral. Pero no está claro, ya que cuenta mucho más la subida por potencia instalada (+2,3%) y los recortes al bono social (+2%). En cualquier caso, el nuevo sistema, que tiene en cuenta el
precio de la luz cada día, es
muy volátil: el mercado eléctrico
español es el que tiene más altibajos en los mercados europeos: en 2013
tuvo días con precios de 90 euros Mwh y días con precio cero. Altibajos que acabarán en nuestro recibo,
haciendo imposible
saber lo que nos va a costar la luz. Con una ventaja para el Gobierno: en lugar de afrontar un titular cada
trimestre (“La luz sube tanto”…), ahora
no sabremos lo que nos sube (o baja) la luz hasta que veamos el recibo. Y será muy distinto según el peso de nuestro
consumo.
Con ello, el
recibo, ya de por sí complicado, va
a ser una fuente de sorpresas, sobre todo este año. En el recibo de junio nos deberían devolver lo que nos han cobrado de más en el primer trimestre (la luz ha subido menos de lo fijado en la subida de enero). Este reajuste de precios asciende a 300 millones de euros según Industria (unos 34 euros por recibo, según el sector) y nos lo concretarán hacia el 15 de mayo, como un “regalo” del Gobierno a diez días de las elecciones europeas. Luego, en julio nos llegará el primer recibo
con cambios : desde el 1 de julio, nos cobrarán
la luz por el precio diario que tenga en el mercado eléctrico.Y en los siguientes recibos, nos seguirán cobrando el
precio diario de la luz, pero además, en el recibo de agosto nos harán “el segundo regalo”: nos tendrán que devolver (o cobrar) lo que nos hayan cobrado de más (o de
menos) en este segundo trimestre, cuando se prorrogan los precios del
primer trimestre. Luego, en los sucesivos recibos, no habrá ya más devoluciones: nos cobrarán los precios diarios desde julio
y los cambios en la potencia-consumo y el bono social.
Así durante los próximos meses, mientras el Gobierno
prepara el cambio “definitivo”: cobrar
la luz por lo que vale cada
hora, algo que según las eléctricas no podrá hacerse a todos hasta finales
de 2018, cuando se terminen de instalar todos los contadores
inteligentes (que nos costarán un alquiler de 0,85 a 1,15 euros/mes,
frente a 0,5 euros del alquiler actual). Pero antes, desde el 15 de abril de 2014, el Gobierno quiere que las eléctricas ofrezcan a los usuarios
una tarifa
plana anual por la luz, parecida a la del teléfono: pagas una cantidad fija
por un consumo hasta tantos kilovatios al año. La ventaja
es que así sabemos de antemano lo que vamos a pagar. La desventaja es que, como las eléctricas no se van a pillar los dedos, estas
tarifas planas serán más caras que la tarifa diaria, porque tienen que
cubrirse del riesgo de un mayor gasto. Y además, si rescindimos el contrato antes de terminar el año contratado, nos penalizarán (hasta el 5% del consumo pendiente).
Mientras digerimos este galimatías
eléctrico, recordemos que estos
cambios afectan sólo a la primera parte del recibo (37,48%), pero que el Gobierno no afronta los otros dos problemas de fondo del sistema eléctrico español.
Uno, el sistema de precios
fijado por Aznar con la Ley eléctrica de 1997: se paga por la luz lo que cuesta
producirla en la central más cara (térmicas de gas, fuel y carbón), lo que
beneficia a las centrales con menos costes (hidráulicas y nucleares). Es como pagar lo mismo por la carne picada
al que la hace con pollo o cerdo que con chuletón de ternera. Con ello, estamos
pagando un extracoste a la luz que procede de las centrales hidráulicas
y nucleares (ya casi amortizadas). Y este sistema de precios, que está detrás de los precios del mercado, no se ha tocado, aunque ahora se haya cambiado la subasta
trimestral por el precio diario en el mercado mayorista.
El otro problema,
tampoco abordado, es que en la segunda parte del recibo (41,14%)estamos pagando
unos extracostes que en su mayoría no están justificados: primas a las renovables
(17,21%, que debían ir con cargo al Presupuesto), subvenciones al transporte y a la comercialización, ayudas a las eléctricas (9,33% por pago
déficit de tarifa, parón nuclear, compensación uso carbón, compensación por
centrales de gas), a grandes empresas
consumidoras (0,94%) o ayudas a las
islas (4,14%) y al
bono social (0,41%), que debía pagar también el Presupuesto y no nuestro
recibo.
Unos y otros son
extracostes que no debíamos pagar en el recibo y pagamos, al margen de lo que suba o baje el coste de producir
electricidad. Y tampoco ha resuelto el
Gobierno dos problemas más que
encarecen la luz. Uno, el exceso
de centrales, sobre todo térmicas
de gas (27.206 Mw), que las eléctricas construyeron la pasada década al
amparo de ayudas
públicas y que ahora pagamos aunque sólo
funcionen al 10%. De hecho, tenemos 108.148 Mw instalados y sólo consumimos
un máximo de 40.277 (27 de febrero 2013), con lo que sobran
la mitad de las centrales que estamos pagando. Además, España es una
“isla” a efectos eléctricos: sólo se puede importar/exportar un 3% de
la luz, con lo que no puede recurrirse a comprar
luz a Francia o a Portugal (más baratas) para bajarnos el recibo.
Todo este “caos
eléctrico” explica por qué la
luz ha subido en España un 60% desde 2007 y por qué España es el tercer país de Europa con la luz más cara, tras Chipre
e Irlanda (dos islas): estamos pagando la luz un 27,6% más cara que la media
europea, según
Eurostat. Y esto es una tremenda losa
sobre la mayoría de nuestras empresas a la hora de
competir en Europa: nos bajan los sueldos para bajar costes y ese sacrificio se lo come (con creces) la subida de
la luz. Y una losa sobre las familias: España es el tercer país
UE (tras Rumanía y Malta) con más “pobres
energéticos”, 7 millones de españoles, según ACA. Eso sí, las eléctricas
españolas consiguen ser las más
rentables de Europa: tienen un 6,78%
de margen
sobre ventas frente al 2,62% del resto de eléctricas europeas.
Y todo ello para que encima, estos altos precios no cubran los costes reconocidos y tengamos una deuda con las eléctricas (el déficit
de tarifa) que sigue creciendo (+4.098
millones en 2013, 400 millones más de lo esperado), una
hipoteca a 25 años que también pagamos con el recibo.
Todos estos problemas
siguen ahí, sin resolver, a pesar del último cambio en el recibo que ahora nos cobra el precio diario de la luz.
Estamos pagando extracostes de más por la luz, desde 1.997, y el
Gobierno sigue sin remediarlo. Habría que hacer
una auditoría
de costes, para pagar la luz
por lo que efectivamente cuesta producirla (un 20% menos). Y si hay
que ayudar a las renovables, que sea con cargo al Presupuesto. Y cerrar
las centrales que no hacen falta, para pinchar la “burbuja eléctrica”,
que tan cara nos cuesta. Claro que todo esto
supondría recortar los beneficios a las eléctricas,
un lobby poderoso, con expresidentes y políticos
a sueldo en sus Consejos. Y no hay Gobierno que se atreva. Así nos va con el recibo.