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jueves, 14 de junio de 2018

La TV de pago gana a la tradicional


Por primera vez en España, la TV de pago (con menos de una década de vida) facturó en 2017 más dinero que la TV tradicional (TVE lleva 62 años y las privadas 28). Y 1 de cada 3 hogares (6,6 millones de familias) están abonados a la TV de pago, la mayoría con paquetes donde las telecos se la ofrecen junto al teléfono e Internet. Pero también hay 2,5 millones abonados a TV de pago extranjeras, como Netflix, Amazon o HBO. El  “pagar para ver lo que uno quiere” en televisión es imparable y la TV de pago llega ya al 60% de hogares europeos. Un cambio que está  revolucionando el sector audiovisual, a golpe de fútbol y series, y que afecta mucho a las TV en abierto (menos publicidad y menos calidad) y a las TV públicas, que necesitarán más recursos para competir. Telecos y plataformas extranjeras nos han creado esta necesidad, la TV a la carta, que será cada vez más cara.

enrique ortega
La televisión tradicional cumplirá 62 años en España este otoño, con TVE emitiendo desde octubre de 1956, aunque las privadas, Telecinco y Antena3, llevan emitiendo sólo desde principios del año 2000. La televisión de pago es mucho más reciente: Movistar inició una prueba piloto en Alicante en enero de 2001, que extendió en 2005 a todas las provincias, pero el lanzamiento de Movistar TV se hizo en 2013, año en que las empresas de telefonía se lanzaron a vender “paquetes múltiples”, donde ofrecían a sus clientes de teléfono un paquete con telefonía fija, móvil, Internet fijo y móvil más TV de pago. Y así hemos llegado a 2017, con 6.590.000 hogares clientes de la TV de pago, un 35% del total de familias españolas y  2,3 millones de abonados más que en 2013, según los últimos datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Del total de abonados a la TV de pago, la gran mayoría (5,8 millones) lo son a través de su empresa de telefonía, de las telecos, que les han vendido un paquete quíntuple (5,5 millones de contratos).

Pero también hay españoles que han contratado la TV de pago con plataformas extranjeras, multinacionales norteamericanas que ofrecen sus canales por Internet a cambio de un pago mensual. La líder es Netflix, que llegó a España en octubre de 2016 y que ya tenía 1,46 millones de abonados a finales de 2017 (el 9,1% de los hogares), según datos de la CNMC. Le sigue Amazon, con su servicio Prime Video, que funciona desde diciembre de 2016 y tiene ya 566.000 españoles abonados (el 3,5% de hogares). Y HBO, disponible desde noviembre de 2016, que cuenta con 450.000 abonados en España (2,3% de hogares).

Al final, la TV de pago ha ganado ya un 22,3% del consumo total de TV en España, frente al 77,1% de consumo de la TV en abierto, según los datos de la CNMC para 2017, aunque en abril de 2018 batía otro récord, con el 24,1% del consumo de TV (y 75,9% la TV en abierto), según la consultora Barlovento TV.  De este pastel de la TV de pago (ese 22,3% del consumo total de TV, 241 minutos diarios en abril 2018), la mayor tajada se la lleva la TV por cable (10,2% del consumo total de TV), seguida de la TV por Internet (9,2%)  y la TV por satélite (2,9%). En las tres modalidades, la empresa líder es Movistar TV (que ronda el 60% de todos los abonados a la TV de pago), Vodafone (21%), Orange (6%), Euskaltel (4,4%) y Telecable (2,1%), más las plataformas de TV por Internet, donde Netflix ocupa el 2º lugar, tras Movistar, Amazon el 4º (tras Vodafone) y HBO el 6º (tras Orange).

El principal motivo por el que los españoles contratan una TV de pago es porque su operador de telefonía se lo ofrece (un 47%), normalmente como una oferta de fútbol o series (con un precio inicial más bajo que luego sube). El segundo motivo, según el Panel de Hogares 2016 de la CNMC, es por la series (el 35%) y los deportes (el 31%), también por los documentales (25%) y “por ver menos publicidad” (24% encuestados). Y a la hora de darse de baja de una plataforma de TV de pago, los motivos más importantes son perder las series de referencia (el 23%), el fútbol (20%) o las películas (19%), así como perder servicios o aplicaciones. Y un dato resaltable es que los jóvenes “millenials(nacidos entre 1980 y 1995) son más asiduos que los mayores a los canales de pago, según un estudio de Deloitte. Lo que más se consume en la TV de pago es deportes, series, películas y documentales, mientras en la TV en abierto ganan los concursos, los programas del corazón, noticias y magazines.

Pero si el salto de la TV de pago ha sido grande en abonados (de la nada a casi 6,6 millones), el gran salto lo han dado en facturación, en volumen de negocio: la TV de pago ingresó 2.133 millones de euros en 2017, un 14,6% más que en 2016 y el 43% más que hace 5 años. Y con ello, superó por primera vez el negocio de la TV en abierto, que facturó 1.913 millones de euros en 2017, un 1,08% más que en 2016, según los últimos datos de la CNMC. Este “adelantamiento” de la TV de pago, en menos de una década de existencia, se debe a tres factores. Uno, el gran aumento de abonados (de 3,9 millones en 2013 a 6,59 millones en 2017). Dos, el aumento de ingresos por cuotas (de 1.380 millones en 2014 a 1.968 millones en 2017). Y tres, a la mejora de la publicidad, en general y también para la TV de pago (que ingresó 65 millones en 2017, el 5% de todos sus ingresos, mientras para la TV en abierto, la publicidad ingresada en 2017, 1.780 millones, supone el 93% de sus ingresos).

Cara al futuro, la TV de pago tiene todavía mucho recorrido en España, si tenemos en cuenta que está menos avanzada que en otros países. Así, la TV de pago ha penetrado en el 35% de los hogares españoles, frente al 60% de media en Europa, según un informe de Deloitte, que estima que podría crecer hasta el 80%.Y esa penetración es aún mayor en países como Portugal (90% de hogares abonados a la TV de pago), Francia (75%) o Reino Unido (63% abonados), aunque es menor en Italia (25%).

Lo que está claro es que las telecos han apostado fuerte por la TV de pago, sobre todo porque se les agota el crecimiento con la telefonía (fija y móvil) y tienen que jugarse los ingresos futuros con los datos y la TV de pago. Por eso están apostando fuerte con los contenidos, con la compra y producción propia de series y el pago de los derechos de fútbol: protestan porque la Liga les cobra cada vez más, pero saben que el fútbol es la clave para crecer en abonados e ingresos. Y también las series. Por eso, Vodafone se alió en mayo de 2016 con la plataforma HBO, para ofrecer sus contenidos. Y en mayo de 2018, Movistar ha firmado un acuerdo con su competidor Netflix para incorporar sus contenidos, a finales de 2018, a sus clientes de la TV de pago de España y Latinoamérica.

Este crecimiento de la TV de pago y su apuesta de futuro preocupan y mucho a las TV privadas en abierto, sobre todo a Mediaset (Telecinco, Cuatro) y Atresmedia (Antena 3 y la Sexta), que hasta ahora estaban muy cómodos, tras el “regalo” de Zapatero de quitar la publicidad a TVE en 2009. De hecho, ambos grupos de TV en abierto son hoy un auténtico “duopolio televisivo”, que controlan el 84,7% de la publicidad total en televisión (927 millones Telecinco y 887 millones Atresmedia) cuando sólo tienen el 55,4% de la audiencia, según Infoadex. Un control sobre el mercado publicitario, a través de acuerdos y tejemanejes de sus empresas vendedoras de publicidad, que no se conoce en ningún otro país de Europa, donde los dos mayores grupos audiovisuales sólo controlan del 60 al 77% del mercado publicitario. Un “duopolio” que es duramente criticado por las demás TV privadas y autonómicas.

Las TV privadas en abierto, en especial los grupos Mediaset y Atresmedia, tratan de defenderse del boom de la TV de pago por dos vías. Una, mejorando su plataforma de contenidos en Internet, para lo que se han unido a RTVE, con objeto de unificar la oferta online de los tres operadores. Además, exigen al Gobierno desde hace meses que haga cumplir a las TV de pago las obligaciones de la normativa audiovisual que ellos cumplen: que los contenidos emitidos por las televisiones sean un 51% europeos (de ellos, la mitad españoles), que contribuyan a financiar obras audiovisuales europeas (con el 5/6% de sus ingresos) y que tengan limitada su publicidad (12 minutos por hora de emisión).

Las TV de pago, sobre todo las telecos que hay detrás, argumentan que su negocio “es diferente”, está más ligado a Internet que al mundo audiovisual, y piden que no se les apliquen esas normas de las TV en abierto, mientras se quejan del “duopolio” publicitario de Mediaset y Atresmedia. Y además, piden al Gobierno que cree una Fiscalía especial contra la piratería, porque en España se accede más a contenidos online ilegales (lo hace el 16% de la población, frente al 10% en Europa) y eso les supone unas tremendas pérdidas a las TV de pago: 533 millones al año en películas y otros 171 millones en series.

En medio de esta pelea entre TV de pago y TV en abierto se encuentran las TV públicas, afectadas por esta mayor competencia (por la audiencia y la publicidad) y los recortes del Gobierno y autonomías en los últimos años. El gran problema es TVE, que tras perder 475 millones de euros entre 2010 y2015 (al quitarle la publicidad), parece que ha reajustado sus cuentas y cerró con beneficios 2016 (+0,8 millones) y 2017 (+25 millones), si bien es un intolerable ejemplo de manipulación política que no puede mantenerse más. En cuanto a las televisiones autonómicas, también han mejorado algo sus cuentas (aún reciben 942,7 millones de subvención), no su “independencia” política, pero pierden publicidad (-10% en 2017) y audiencia. El reto de las TV públicas es doble. Por un lado, conseguir un sistema de financiación estable y suficiente, máxime cuando las TV públicas nos cuestan menos que las de otros países: 38,9 euros por habitante frente a 67 euros de media en la UE, 120 en Alemania, 113 en Reino Unido, 66,4 en Francia o 42,7 euros/habitante en Italia, según un estudio de la Universidad de Santiago de Compostela. Y por otro, adaptarse a la competencia creciente de la TV por Internet, deportes y series.

Cara al futuro, lo que está claro es que ha cambiado el modo de ver televisión: estamos pasando del “qué ponen esta noche en la tele” al “qué quieres ver en la tele”. Y de ver lo que nos echan a buscar los programas que nos interesan y verlos cuando queramos, en la tele, el móvil, el ordenador o la tablet. Y ver la tele con el móvil al lado, para comentar al momento algo en redes y WhatsApp o para consultar algo en Google. Y sobre todo los jóvenes, los que han nacido con muchas cadenas disponibles y mucha oferta donde elegir. Una oferta que se va a hacer cada día más compleja, al modo de una TV a la carta, donde las telecos y los operadores internacionales tratan de competir en calidad de contenidos e imagen.

De hecho, la penúltima batalla de las telecos en la TV de pago es emitir contenidos en 4K, una mayor calidad de imagen para la que sólo están preparados los televisores del 9,8% de hogares españoles, según datos de Astra (y los que tengan el TV, necesitan además un descodificador). Pero la carrera está lanzada: Orange emitirá Roland Garros en 4K y pondrá en marcha un canal de series en calidad UHD, Movistar ha lanzado también un descodificador 4K y estudia emitir en ese formato carreras de F-1 y Moto GP, mientras Vodafone ya ofrece 7 canales en 4K y ofrece el descodificador desde marzo de 2016. El “gancho” para que las familias se cambien a televisores 4K y busquen canales de pago que emitan con esta alta calidad será este Mundial de Fútbol de Rusia, que se inicia hoy y donde todas las imágenes que se sirvan serán en 4K (aunque en España los emita Mediaset en TDT “normal). Ya en la pasada temporada, la Liga emitía 2 partidos en 4K y su objetivo es emitir todos los partidos en este formato a medio plazo, otro “gancho” más para la TV de pago.

La TV de pago ha irrumpido con fuerza en nuestras vidas y crecerá más en pocos años. El “truco comercial” de las telecos y las plataformas de Internet es que probemos, que “nos enganchemos” a la TV de pago, a elegir lo que queremos ver, sin casi anuncios, en lugar de soportar los anuncios y programas de baja calidad de las TV en abierto. Y luego, una vez que estemos “pillados” por el deporte, las series, películas, documentales o programas de cocina, subirnos poco a poco las tarifas, como ha pasado con los datos e Internet. Ya lo saben: “la otra TV” está muy bien pero hay que pagarla. Y cada año más.

lunes, 17 de marzo de 2014

El Gobierno tiene "cogidos" a los medios


Los medios de comunicación siguen en crisis y muy revueltos, mientras la información es cada vez más favorable al Gobierno. El problema es que siguen medio quebrados y el Gobierno les tiene “cogidos” por tres vías. Una, el futuro de los 9 canales de TV privada que el Supremo obligó a cerrar hace 16 meses: el Gobierno les prometió que se lo arreglaría, lo que les ha tenido “sumisos”, aunque la patronal de TV privadas ha hecho un plante de protesta, dimitiendo en bloque. Dos, las inspecciones que les ha abierto Hacienda (más de 77 millones). Y tres, las inspecciones y multas a las TV privadas por publicidad excesiva y contenidos. Entre tanto, Prisa (El País, la SER) agrava sus pérdidas, mientras entran como socios bancos y Telefónica, que quiere comprar Canal+. Y cambian los directores en El Mundo y El País. Una movida que traduce en medios menos críticos. Lean aquí lo que no nos cuentan.
 
enrique ortega

La gran batalla de la comunicación ahora es qué va a pasar con los 9 canales de la TDT que explotan las TV privadas y que el Supremo obligó a cerrar en 2012. La historia se remonta a julio 2010 cuando el Gobierno Zapatero decide conceder esos nuevos canales a las cuatro TV privadas autorizadas por Aznar en noviembre 2000. Un recurso de una productora consigue que el Supremo decida, en noviembre 2012, que esa concesión  es ilegal, porque se hizo sin concurso, y obliga a cerrarlos. El Gobierno Rajoy, en marzo de 2013, acata la sentencia pero autoriza a que sigan funcionando hasta que se resuelva el tema del dividendo digital (dejar libres estos canales para que las telecos los utilicen para ofrecer telefonía móvil 4G, algo que debería haberse hecho el 1 de enero 2014). Mientras, la vicepresidenta Sáez de Santamaría promete a las privadas que “les solucionará el problema”, sugiriendo que sacarán a subasta nuevos canales. Y las TV privadas se lo agradecen con una política informativa más pro-gubernamental. Pero el 18 de diciembre 2013, otro auto del Supremo confirma la primera sentencia y concreta el cierre de los 9 canales: 3 de Mediaset (Tele5), 2 de Atresmedia (Antena 3), 2 de Net TV (Vocento-ABC) y 2 de Veo TV (Unedisa-El Mundo). Y el 22 de febrero 2014, desestima los últimos recursos de las TV privadas: hay que cerrar esos canales ya.

La patronal de las TV privadas se siente “engañada” por el Gobierno (no les ha arreglado su problema, a pesar de sus cantos a la “recuperación” económica) y decide, el 6 de marzo, una medida insólita: dimitir en bloque la directiva de UTECA, presidida por el editor Lara (Antena 3, la Sexta y La Razón). Argumentan que tienen paralizadas inversiones y contenidos y que cerrar esos canales “atenta a la libertad de expresión”. Sobre todo atenta a su audiencia y a su publicidad: menos canales, menos ingresos. Y con la caída de la publicidad en TV     (-6,2% en 2013), no se pueden perder canales. Aunque las dos grandes TV privadas controlan el mercado, tras la decisión de ZP de quitar la publicidad a TVE en 2010: Mediaset (Tele5, Cuatro, más otros 6 canales) y Atresmedia (Antena 3, la Sexta, más 5 canales) controlaron el 86,3% de toda la publicidad en TV en 2013 (y el 95,56% de las TV privadas), según Infoadex. Un duopolio televisivo que no se da en ningún otro país: en Francia, Alemania o Gran Bretaña, las dos primeras TV controlan del 60 al 77% de la publicidad televisiva.

Los 9 canales de TDT amenazados de cierre no son sólo importantes para Mediaset y Atresmedia. Quizás son más decisivos para las otras dos TV privadas, que tienen cuatro canales cada una: Veo TV (propiedad de Unedisa, grupo dueño de El Mundo, Expansión y Marca) y Net TV (Grupo Vocento, editor de ABC y muchos periódicos regionales). Veo TV fracasó como empresa televisiva (tuvo que cerrar VeoTV/El Mundo y Marca TV) y se ha dedicado a alquilar sus cuatro canales (20 millones anuales de ingresos), ahora a AXN, Discovery Max, La Tienda en Casa (El Corte Inglés)  y 13 TV, el canal de la Conferencia Episcopal que ha acumulado 25 millones de pérdidas entre 2011 y 2012 (y donde la Iglesia ha metido ya 16 millones de euros en capital y 8 millones en créditos). La otra, Net TV, también tuvo que cerrar su televisión (la 10) y alquilar sus cuatro canales a Disney Channel, Paramount Channel, Ehs y la Tienda en Casa, tras cortar la señal a Intereconomía (“El gato al agua”), un socio de este canal que les ha dejado un agujero de 4,7 millones de euros (su lugar podría ocuparlo el Real Madrid, para emitir en abierto a través de Net TV.

Mientras las TV privadas (más Vocento-ABC y Unedisa-el Mundo) están pendientes de que el Gobierno cumpla la ley y les cierre 9 canales, presionan para conseguir alguna contrapartida. Se habla de un concurso para conceder nuevos canales en abierto, un negocio por el que pujan (no siendo críticos con el Gobierno) todos los medios más la Iglesia, que ha pedido públicamente un canal propio. Entre tanto, Telefónica quiere monopolizar el negocio de la TV de pago (vía Movistar), con la próxima compra a Prisa (El País, la Ser) del 56% de Canal+, donde también Mediaset tiene un 22% (como Telefónica).

Entre tanto, TVE languidece, perdiendo audiencia y millones, tras dos años de recortes de Rajoy (-50% de aportación del Estado): en 2013 habrá perdido 80 millones de euros, tras los  -112,98 perdidos en 2012 (y -50 en 2011). Para 2014 se esperan nuevas pérdidas, mientras busca algunos ingresos por patrocinios (denunciados por las TV privadas) y retrasa recortar más su plantilla (6.500 personas) hasta 2015. Y las TV autonómicas, están en franca retirada, tras el cierre de la TV valenciana y el drástico ERE de Telemadrid (80% de la plantilla): han reducido un 50% su presupuesto en 2013 (de 1.500 millones a 1.000).

Mientras las TV privadas son un negocio redondo (167 millones de beneficio operativo en 2013, un 60% más, de los que 27,5 millones se los han llevado consejeros y ejecutivos, un 29,68 % más que en 2012), la prensa sigue de capa caída: si en 2012, los grandes periódicos perdieron 52 millones (ocho veces más que en 2011), en 2013 habrá sido peor, porque el grupo líder, PRISA, triplicó sus pérdidas: pasó de perder -255 millones (2012) a -648,7 (2013), por culpa sobre todo del agujero de Canal+. El País, diario líder, perdió -2 millones y la Ser otros -7,7 millones. El enorme peso de la deuda de Prisa (3.227 millones) le ha obligado a pactar con Santander, La Caixa y Telefónica (la Santísima Trinidad del poder económico) la entrada en el accionariado, lo que ya se nota en la línea editorial (temas económicos) y ha propiciado un giro al centro de Prisa, con cambio del director de El País.

También El Mundo ha cambiado su director, jubilando a Pedro J, tras perder ventas y cerrar 2013 con una pérdidas de -59 millones, mucho menores a las de 2012 (-526 millones). En el Grupo Vocento, también han rebajado pérdidas, a -15,13 millones en 2013, aunque necesitó  en febrero un préstamo de los socios de 175 millones para resolver graves problemas de tesorería. Ahora, ABC (que alcanzó beneficio operativo, con ligeras pérdidas netas) busca superar en ventas al Mundo (en diciembre estaba a 1.483 ejemplares de diferencia, frente a 97.949 en 2007) y ser el segundo periódico del país, lo que aumentaría sus ingresos publicitarios. Eso hundiría la recuperación de El Mundo y le forzaría a salvarse mediante una fusión con La Razón (que también pierde, unos 2 millones), para ser el gran periódico de la derecha, controlado por Lara (que tiene La Razón, Antena 3 y La Sexta, más Onda Cero).

En medio de estas movidas, el Gobierno tiene otras dos vías de presionar a los medios. Una, las inspecciones de Hacienda, que ha sugerido en ocasiones el propio Montoro. Según las cuentas enviadas a la CNMV, los principales grupos de comunicación tienen levantadas actas por Hacienda: Mediaset (9,02 millones de euros), Atresmedia (6,9 millones), Prisa (48 millones y 10 litigios hasta finales 2012) y Vocento (5,06 millones). Y la otra, las sanciones por contenidos impropios en determinados horarios y, sobre todo, por abusos en la publicidad: aquí, el líder en multas es Mediaset, que se llevó el 82% de los 3,3 millones de multas impuestas en 2012. Ahora, esta vigilancia ha pasado de Industria a Economía (de Guindos) y la nueva Comisión de la Competencia (CNMC) ya ha creado incluso una subdirección para vigilar a las televisiones privadas (contenidos, publicidad y abusos fusionadas).

En contrapartida, el Gobierno, ha querido tener “un detalle” con los medios, en la reciente Ley de Propiedad Intelectual: ha  implantado una tasa Google por los contenidos que incluye en su agregador, que les ha llenado de alegría. Pero no parece que vaya a suponerles muchos ingresos: ningún país de Europa, incluso con leyes ad hoc, ha conseguido que Google pague una tasa a los editores, sólo que les aporte cantidades puntuales, como ayudas y publicidad.

Al final, el balance de la crisis de los medios en España, por la caída de la publicidad  (a la mitad desde 2007) y de las ventas (un -25%), es aterrador: han cerrado 284 medios y se han perdido 11.151 empleos entre 2008 y 2013, según la Asociación de la Prensa (APM). Han caído 182 revistas, 31 diarios (3 en 2013), 29 TV, 9 radios (Punto Radio en 2013), 20 medios digitales, 11 publicaciones gratuitas y 2 agencias de noticias. Y lo que ha quedado, tras ERES sin fin y pérdida de calidad, está endeudado, con pocos recursos y una política informativa centrada en los resultados, la Bolsa y las buenas relaciones con el poder (económico y político). Así nos va: cada vez nos informan menos y nos informan peor, con una sospechosa unanimidad mediática para que nos creamos la tísica recuperación económica.

Los medios de comunicación siguen mal económicamente : sin independencia económica no hay independencia informativa. Y no acaban de afrontar el reto de Internet. Al final, el poder (económico y político) se aprovecha de esta debilidad, para condicionar sus ayudas a cambio de apoyar Gobiernos e ideologías. Los medios al servicio de los intereses del 1%. Y los lectores, oyentes y telespectadores lo notamos. Pero no hay casi alternativa. Porque Internet parece libre, pero le faltan medios, rigor, calidad e influencia. Así que estamos más desinformados que nunca. Y eso perjudica seriamente a nuestra democracia.

domingo, 3 de febrero de 2013

La doble crisis de los medios de comunicación


La crisis se ha llevado por delante muchas empresas y entre ellas 200 medios de comunicación, con 27.500 periodistas en paro. Una crisis internacional, agravada en 2012 y que tiene tres causas: caída drástica de la publicidad, menos lectores y un cambio de modelo donde los internautas apuestan por el gratis total para informarse. Pero la crisis de los medios no es sólo un problema económico: arrastra consigo a la libertad de expresión y al derecho de todos a informarse, porque unos medios que pierden son poco independientes del poder, las empresas y la banca. Y eso lo sufrimos todos: sin periodismo libre no hay democracia. Resolver esta doble crisis, agravada en España, no es fácil. Obligará a buscar un modelo de negocio en Internet, un pacto con Google (como en Francia), y unos lectores dispuestos a pagar por la independencia y la calidad. Casi nada.
enrique ortega

2012 ha sido un año negro para los medios de comunicación, que ya venían arrastrando una dura crisis desde 2008. Han desaparecido 197 medios de comunicación en España, según el último informe de la profesión periodística: 22 diarios (el último, en febrero 2012, Público, el último periódico nacido en España, en 2007), 10 periódicos gratuitos (tres de los cuatro nacionales: Metro, Qué y ADN), 132 revistas, 2 agencias (Cover y Fax Press), 4 radios y 20 televisiones. Y se han perdido 8.000 empleos, con 27.443 periodistas en paro, ocho veces más que antes de la crisis (2007), tras drásticos EREs en todos los grupos periodísticos.

La crisis de los medios es un problema mundial, desde Estados Unidos (cierre de 152 cabeceras en 2010 y otras tantas en 2011), hasta Europa, con cierres y recortes en Gran Bretaña, Italia, Alemania y Francia. Pero en España, la crisis ha sido más grave porque ha estallado la burbuja mediática, alimentada por la burbuja del ladrillo (constructores metidos a editores) y del crédito (bancos y Cajas detrás de medios, sobre todo regionales): somos el segundo país de Europa con más cabeceras (116, frente a 70 de media en la UE), tras crearse 140 medios durante el boom. Y hay también una burbuja formativa: 40 centros con 70.000 alumnos y 2.600 periodistas licenciados al año (2011).

La burbuja de los medios ha estallado, en España y en otros países, por dos razones. Una, la caída drástica de los ingresos por publicidad: han caído un 42% entre 2007 y 2012, pero a la prensa escrita le han caído un 60%, según Infoadex. La otra, la pérdida de lectores, un 20% en cinco años, según la OJD. Y de esto, mucha “culpa” tiene la irrupción de Internet, que ha llevado a muchos a no comprar periódicos ni escuchar noticias para leerlas en su ordenador, teléfono o tablet. De hecho, de los 24 millones de internautas españoles, el 62% leen las noticias en Internet (50% en Europa). Y la mayoría lo hacen “gratis total”, sin pagar un euro.

Con ello, los medios han entrado en pérdidas: al cierre de 2012, hasta El País perdía dinero, cuando los diarios ganaban 232 millones en 2007. Ello les ha llevado a drásticos recortes de gastos, plantilla y hasta de papel (ABC y El Mundo han reducido 2 centímetros sus cabeceras), intentando vender de todo menos periódicos. Los medios digitales no están mejor, con plantillas exiguas, muchos escribiendo sin cobrar y con poca publicidad. Las radios aguantan regular (ABC Punto Radio ha sido absorbida por la Cope) y las televisiones se llevan el mayor recorte de la publicidad o de los Presupuestos públicos. Aunque las 13 televisiones autonómicas (sin audiencia y sin publicidad) todavía nos van a costar 951 millones de euros en 2013, a pesar de los drásticos recortes en Telemadrid, Canal 9 y 7RMurcia.

Mención aparte hay que hacer de RTVE, que en 2012 ha vuelto a tener pérdidas (-105 millones, tras perder -11,5 en 2011), gracias a la decisión del Gobierno Zapatero de quitarle la publicidad en 2010 y, sobre todo, tras los recortes presupuestarios: -204 millones en 2012 y otros 50 en 2013. Con ello, se ha asfixiado a la televisión pública, que ha tenido que recortar drásticamente gastos y programas, lo que le ha llevado en 2012 a perder el liderazgo (12,2% de audiencia), en favor de las privadas, Telecinco (líder, con el 13,9%) y Antena 3 (12,5%). Un duopolio privado, tras la fusión Telecinco-Cuatro y Antena 3-La Sexta, que controla el 86% del mercado publicitario, un poder inédito en Europa (59% en Francia, 66% en Reino Unido, 74% en Alemania y sólo 85% en Italia). Un duopolio  a costa del hundimiento de TVE, que les llevó a tener escandalosos beneficios en 2011 (110,54 millones Tele5 y 93,43 Antena 3), aunque han caído drásticamente en 2012 (a 55 y 7 millones), por la digestión de las fusiones y otra bajada de la publicidad (-18,3%).Y los canales TDT son un fiasco de audiencia (1% Intereconomía, 13TV o MarcaTV)  y de pérdidas ("El Gato al Agua" no paga a sus periodistas desde octubre).

Este 2013, seguirá la crisis de los medios, porque la publicidad volverá a caer (-10,2%) y no se recuperará hasta 2014. Pero el mayor problema lo tiene la prensa escrita, que sigue perdiendo peso frente a la digital: en 2012, la audiencia de los medios digitales creció un 19%, mientras caía la prensa de papel. Y ya tiene más usuarios: 7,2 millones mensuales El País digital (frente a 5,98 millones de audiencia mensual El País papel) y aún más El Mundo (6,98 millones de usuarios digitales frente a 3,77 millones en papel).

En todo el mundo, las empresas de medios buscan un nuevo modelo de negocio, que sin abandonar el papel (algunos sí, como Newsweek) se vuelque en lo digital. Unos apuestan por suscripciones de pago estrictas (Wall Street Journal) y otros por pagos limitados a algunos servicios (The New York Times o ahora Finantial Times). En España, cuesta introducir el pago por noticias, a pesar del intento de los quioscos digitales (Orbyt y Kiosko y Más). Y luego, en Europa, los editores tienen la vista puesta en Google, en cómo sacarle una parte de los ingresos por publicidad que se lleva (80% publicidad de Internet). En Alemania, Merkel ha aprobado una tasa a Google por enlazar contenidos de los medios, pero aún no la ha aprobado el Parlamento. Y también lo han pedido los editores españoles. Pero Google se niega a pagar una tasa y lo más que acepta, como ha hecho en Bélgica, es permitir que los medios ganen más con sus servicios (AdWords). O pactar con Hollande una ayuda (no un cánon) de 60 millones a la prensa francesa, que podría extenderse al resto de Europa.

Si no hay publicidad, los medios tendrán que cobrar por las noticias (de algún modo imaginativo) para sobrevivir. Pero, si lo consiguen, será en precario, recortando costes en perjuicio de la calidad del producto. Y aquí viene el segundo gran problema de esta crisis: unos medios con pérdidas, sin apenas ingresos, son tremendamente vulnerables. Sin beneficios no hay prensa libre sino medios muy dependientes de las empresas, los bancos y el poder (publicidad institucional). No en vano, con las pérdidas y el desmantelamiento de RTVE, el panorama es desolador: sólo hay un periódico (El País) y una radio (la SER), medianamente independientes (necesitan créditos e inversores), mientras la mayoría de los periódicos, diarios digitales, revistas, radios y televisiones (salvo la Sexta) apoyan al Gobierno Rajoy y su política de recortes.

La crisis ha hundido a los medios, el cuarto poder, poniendo en grave riesgo la información libre, de la que cada día está más necesitada la sociedad. Muchos de los mejores periodistas están en paro o jubilados, mientras dirigen los medios gerentes agobiados por las deudas y la cotización en Bolsa. Y los lectores desconfían cada vez más de los medios clásicos. Y se vuelcan en Internet, que parece más libre, pero donde falta rigor, calidad, medios y originalidad (8 de cada 10 noticias que circulan en la red proceden de la prensa). Es una mala época para el periodismo  y sin periodismo no hay democracia. Nuestra crisis es la crisis de todos.

domingo, 19 de febrero de 2012

TV: duopolio privado sobre la tumba de TVE


Otro recorte del Gobierno Rajoy ha sido para RTVE: 200 millones, más de un tercio de la subvención que recibe. Con ello, la televisión pública, líder de audiencia, tendrá que recortar su oferta, ya que ni el Gobierno ni las privadas quieren que tenga publicidad. Además, se ha preparado una Ley para privatizar las televisiones autonómicas, un costoso desastre que quedará en manos de productoras, tras un doloroso ajuste. Así  tendrán más poder las televisiones privadas, ahora sólo dos grupos, con las fusiones: Telecinco y Antena 3, con el 86% de la publicidad. Un duopolio construido sobre la tumba de TVE, que debería sobrevivir con dignidad  para mejorar la calidad y la independencia de la oferta televisiva. Pero para eso hay que financiarla mejor.
enrique ortega

El Gobierno Zapatero cavó la tumba de TVE, al quitar la publicidad en 2010, y el Gobierno Rajoy pone la lápida, con un recorte de 200 millones que va a asfixiarla: es más de un tercio de la subvención (547 millones) y un 16,6% de su presupuesto (1.187 millones). Y podría haber más recortes, ya que ha encargado una auditoría (¿no le vale la de la Intervención general del Estado?). Los gestores de RTVE dicen que el recorte les coloca en una situación insostenible, ya que el 80% del gasto está comprometido  y no resultará fácil cortar (han ajustado directivos y sueldos) ,salvo empeorando la oferta de programas y forzando a un nuevo ajuste de plantilla (tras los 4.000 que salieron).

RTVE debe gestionarse mejor, pero su problema no es sólo este recorte: está fallando el esquema de financiación de TVE. La Comisión Europea ha denunciado a España por obligar a las empresas de telecomunicaciones a financiar (con un 0,9% de sus ingresos) a RTVE. Y si el Tribunal de Justicia UE falla en contra, se quedará sin 188 millones anuales, que cobra con dificultades, como los 91 millones de las TV privadas, con lo que cerró 2011 con un déficit de 50 millones (el tercero desde 2009). El Gobierno lo sabe y busca  un nuevo modelo de televisión pública, pero no quiere que RTVE vuelva a tener publicidad, aunque solo piden patrocinios de 3 minutos por hora (ingresarían 100 millones).

En paralelo, el Gobierno Rajoy ha aprobado el 13 de enero una Ley para privatizar las televisiones autonómicas a partir del verano. El objetivo es permitir una gestión privada o mixta de lo que ahora es un servicio público, pésimamente gestionado: las 13 TV autonómicas cuestan 1.588 millones de euros al año entre subvenciones y pérdidas, con una deuda de 1.630 millones. Muchos dirigentes del PP prometieron, antes del 15-M, cerrarlas o venderlas, pero ahora que controlan 11 de las 17 autonomías no han hecho ni una cosa ni otra, aunque todas sufrirán este año fuertes recortes de presupuesto, de canales y programas (quitarán fútbol y Formula 1) y algunas, de personal.

El mayor problema de las autonómicas es su abultada plantilla (10.834 personas, frente a 1.000 en todas las privadas). Y todas pierden porque apenas tienen audiencia (un 10,4 % frente al 17,6% en 2005) ni publicidad: 198 millones en 2011, un 9% del pastel, que les cae año tras año (- 27% en 2011). Ahora, las televisiones privadas huelen este trozo de la tarta y piden al Gobierno que quite también la publicidad a las autonómicas, como hizo ZP, que les regaló en 2010 los 500 millones que ingresaba TVE. Pero si las autonomías quieren privatizar sus televisiones, tendrán que hacer antes duros ajustes de plantilla, quedarse con su deuda  y dejarles la publicidad, que es lo que atraerá a las productoras, que ya gestionan hoy informativos (Secuoya y Vértice) en las TV de Baleares, Murcia, Aragón, Canarias o Madrid.

Al final, la mayoría de dirigentes autonómicos acabarán teniendo “su televisión”, gestionada por productoras afines, que sacarán su tajada, con apoyos y ayudas mutuas. Y ello reforzará el poder las televisiones privadas y sus productoras (Mediapro, Globomedia, Endemol, Ganga o New Atlantis), un mercado que tras la absorción de la Sexta por Antena 3 (y antes la de Cuatro por Telecinco), se ha convertido en un duopolio: controlan ya el 86 % del mercado publicitario (en Francia, Alemania o Gran Bretaña, las dos grandes TV privadas controlan del 60 al 77%), aunque sólo tengan el 51,1 % de la audiencia (con sus canales TDT), dominada por la 1 de TVE (14,5%), por tercer año consecutivo. Un duopolio muy poderoso, que preocupa a los anunciantes (les imponen condiciones) y que está deteriorando la oferta televisiva, centrada en los beneficios (150 millones Telecinco y 90 millones Antena 3): “Hacemos televisión para vender publicidad”, dijo una vez el presidente de Telecinco. Clarito.

La crisis y la caída de la publicidad en TV (-9,7 % en 2011 y otro -6% previsto para 2012) hacen que las privadas sean más agresivas con TVE y con las autonómicas. Pero España debe plantearse si quiere o no mantener televisiones públicas. En el caso de TVE, la más barata de las públicas europeas (55 euros al año por familia, frente a los 180 € del canon de la BBC, los 120 € de Francia o el canon de 200 €  de las públicas alemanas), tengamos claro que por el camino de los recortes acabará deteriorándose y cayendo en calidad y audiencia. Y en el caso de las autonómicas, habrá que plantearse si tiene sentido mantenerlas y a qué precio (y si una productora privada puede gestionarla con criterios de servicio público).

No se lleva, pero hay que defender una televisión pública de calidad, independiente y bien gestionada. Y eso tiene un precio, que habrá que pagar. Sobre todo, porque nos tiramos 4 horas al día ante la televisión, un artilugio clave de formación (o de-formación) y de información (o des-información). Hemos pasado de 2 a 40 canales y la oferta es cada vez de peor calidad, con más telebasura y más anuncios. El negocio es así. Por eso no podemos liquidar las televisiones públicas, las de todos. Nos jugamos mucho.