En 1990, la ONU introdujo un índice para medir el desarrollo de los paises: el índice de desarrollo humano (IDH), que mide 3 indicadores claves para reflejar la situación económica y social de un país: la esperanza de vida de la población, el nivel de estudios y educación y el nivel de vida (PIB per cápita descontando la inflación). Sobre estos 3 indicadores, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publica cada año el índice de desarrollo humano del mundo y el índice de los 193 paises analizados. Y el PNUD acaba de publicar el IDH de 2024, una “alerta” para el mundo: se ha estancado en 0,76 puntos en 2024, el mismo índice que en 2023 y casi el mismo que en 2019, antes de la pandemia (0,75). El objetivo de la ONU era que este índice de desarrollo humano (IDH) llegara a 0,81 puntos en 2030, pero los expertos del PNUD alertan que va a ser difícil conseguirlo y que si seguimos la tendencia de estos últimos años, el IDH podría estancarse en esos 0,76 puntos actuales en 2030, algo que nunca ha pasado en las últimas décadas. Y eso porque los paises ricos crecen poco y se ha estancado el crecimiento de los paises en desarrollo, una situación agravada en los últimos meses por las crisis geopolíticas y las tensiones en el comercio mundial, por la amenaza de aranceles de Trump. Y además, se está frenando la bajada de tipos (en USA y Europa), lo que agrava los problemas de deuda de muchos paises.
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lunes, 12 de mayo de 2025
El desarrollo humano se estanca
Los españoles y el resto de europeos estamos ahora
preocupados por nuestra seguridad y por una nueva crisis si se mantienen
los aranceles de Trump. Una visión “eurocentrista” de los
problemas del mundo, que no escucha la última alerta de la ONU: el
desarrollo humano se ha estancado en 2024 y de seguir así, los paises en
desarrollo seguirán con problemas en los próximos 25 años. Además, este
estancamiento económico global ha aumentado las diferencias entre paises
ricos y pobres, otro detonante de tensiones geopolíticas. Y en paralelo,
también desoímos otra alerta reciente de la OMS: el atraso
económico y la pobreza acortan la vida en los paises más pobres y dentro de
los paises, donde los más vulnerables viven menos años. En un momento donde Trump
y el nacionalismo ultra atacan la cooperación internacional, es
más urgente que nunca mantenerla y avanzar en el comercio y las inversiones
internacionales, en reducir las diferencias entre paises ricos y pobres.
Porque un mundo menos desigual nos beneficia a todos.
En 1990, la ONU introdujo un índice para medir el desarrollo de los paises: el índice de desarrollo humano (IDH), que mide 3 indicadores claves para reflejar la situación económica y social de un país: la esperanza de vida de la población, el nivel de estudios y educación y el nivel de vida (PIB per cápita descontando la inflación). Sobre estos 3 indicadores, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publica cada año el índice de desarrollo humano del mundo y el índice de los 193 paises analizados. Y el PNUD acaba de publicar el IDH de 2024, una “alerta” para el mundo: se ha estancado en 0,76 puntos en 2024, el mismo índice que en 2023 y casi el mismo que en 2019, antes de la pandemia (0,75). El objetivo de la ONU era que este índice de desarrollo humano (IDH) llegara a 0,81 puntos en 2030, pero los expertos del PNUD alertan que va a ser difícil conseguirlo y que si seguimos la tendencia de estos últimos años, el IDH podría estancarse en esos 0,76 puntos actuales en 2030, algo que nunca ha pasado en las últimas décadas. Y eso porque los paises ricos crecen poco y se ha estancado el crecimiento de los paises en desarrollo, una situación agravada en los últimos meses por las crisis geopolíticas y las tensiones en el comercio mundial, por la amenaza de aranceles de Trump. Y además, se está frenando la bajada de tipos (en USA y Europa), lo que agrava los problemas de deuda de muchos paises.
El otro problema sobre el que alerta la ONU es el
aumento de la desigualdad entre los paises, una brecha que se había
reducido y que ha crecido tras la pandemia. Esta desigualdad se refleja en los
distintos índice de desarrollo humano (IDH) que publica
el PNUD (ver listado). Hay un primer grupo de 74 paises de “muy alto
nivel de desarrollo”, con un IDH de 0,914 puntos, encabezado por
Islandia (0,972 puntos), Noruega (0,970). Suiza (0,970), Dinamarca (0,962) y
Alemania (0,959 puntos). EEUU ocupa el lugar 17 (0,938 puntos del IDH), Francia
el 26º, España el lugar 28º (0,918 puntos) e Italia el 29º (0,915 puntos).
El segundo grupo de paises, por su “desarrollo humano”
(esperanza de vida, educación y nivel de vida) lo integran otros 50 paises con
un “alto nivel de desarrollo” (media IDH 0,777 puntos), donde
están China (0,797 de IDH), Brasil (0,786) y muchos paises de Latinoamérica,
Asia y Oriente medio. El tercer grupo lo integran 43 paises con un “nivel
medio de desarrollo” (0,656 de IDH), entre ellos India (0,685) y varios
paises de Asia y África. Y el cuarto grupo lo integran los 26 paises con “bajo
nivel de desarrollo”
(0,515 puntos de IDH), los paises más pobres y con peor desarrollo humano del
mundo. De los 10 últimos, 9 son paises de África: Sudán del sur (0,388
de IDH, la mitad que la media mundial), Somalia (0,404), República Centroafricana
(0,414), Chad (0,416), Níger (0,419), Mali (0,419), Burundi (0,439), Burkina
Fasso (0,459), Sierra Leona (0,467) y Yemen (0,470 puntos IDH).
El informe
del PNUD (ONU) alerta que esta desigualdad en el desarrollo entre
paises se ha agravado en 2024, el 4º año consecutivo en que crece la
brecha entre paises ricos y pobres, tras haberse reducido en las dos
décadas anteriores. Y alertan que esta mayor desigualdad mundial es un riesgo
porque alienta el aumento de conflictos y de ruptura económica.
Además, el informe muestra su
preocupación por el futuro, ya que si se mantienen
estas tendencias (estancamiento del IDH y aumento de la desigualdad entre
paises), será difícil conseguir los Objetivos del Desarrollo previstos
para 2030, entre ellos, acabar con el hambre en el mundo: actualmente pasan
hambre 733 millones de personas y la ONU solo puede atender, con el
programa de alimentos (WFP)
a 123 millones de personas. ”Si sigue el estancamiento actual, los objetivos
previstos para 2030 pueden demorarse décadas, haciendo del Planeta un lugar
menos seguro, más dividido y más vulnerable a las perturbaciones económicas y
ecológicas”, alerta Achim Steiner, administrador del PNUD (ONU).
En paralelo a este informe de la ONU se ha publicado la
semana pasada otro
informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que tampoco ha
tenido eco en los medios. Su conclusión es tremenda: la pobreza acorta la
vida. El estudio revela que la falta de oportunidades laborales, de
educación y vivienda son más determinantes para provocar problemas de salud que
los factores genéticos y sanitarios. Y que el nivel de desarrollo supone que
las personas vivan más o menos. Un ejemplo: en paises de altos ingresos
(como Suecia o Japón), la esperanza de vida es 33 años superior a
la de paises pobres (como Chad o República Centroafricana. Y reitera
la OMS: “millones de personas sufren más riesgo de enfermedad y muerte
por las condiciones socioeconómicas en que han nacido o por el grupo social al
que pertenecen. La desigualdad sanitaria no es un accidente, es consecuencia de
la forma en que la sociedad distribuye recursos y oportunidades”.
Este informe
de la OMS no sólo refleja una desigualdad en la sanidad y esperanza de
vida entre paises, según su nivel de desarrollo, sino también dentro
de cada país, según las zonas y grupos sociales. Así, revela que en el
mismo Japón, los hombres de las regiones más atrasadas viven 2 años y
medio menos que los de las zonas ricas. En Canadá, los inuit viven de
media 12,5 años menos que el resto de la población. Y en Australia, la
población aborigen vive 10 años menos que la media de la población. También en
España, los datos del INE reflejan que la esperanza de vida en los
municipios más ricos (Majadahonda, Las Rozas, Pozuelo) es 6 años mayor que en
los municipios más pobres y con más paro (Ceuta, la Linea de la Concepción,
Melilla, Algeciras o Linares).
La OMS
también alerta que el mayor o menor desarrollo afecta también a la
mortalidad infantil: los niños nacidos en paises pobres tienen hasta
13 veces más de posibilidades de fallecer antes de cumplir los 5 años que los de
las naciones más ricas. Y señala que si consiguiéramos reducir las
desigualdades entre los paises (con inversiones en servicios sanitarios, sociales,
educación, servicios públicos e infraestructuras),
se podría salvar la vida de 1,8 millones de niños del mundo cada año…
Volviendo al estancamiento del desarrollo humano (IDH), la ONU
(PNUD) propone medidas para impulsar el crecimiento mundial,
con más cooperación internacional por la vía de inversiones y comercio, al
contrario de lo que propone Trump y la extrema derecha mundial. También es
clave la inversión en educación y sanidad. Y en su informe,
proponen aprovechar
la Inteligencia artificial (IA) para impulsar el desarrollo de los
paises más pobres, lo que exige solventar las actuales brechas de estos paises
en su acceso a la electricidad, a Internet y a las aplicaciones de la IA. En definitiva,
creen que la IA puede corregir parte de la actual desigualdad mundial, pero si
se aplica mal, sin contar con los paises en desarrollo, puede agravar esa
desigualdad, planteando un futuro a 2 velocidades…
El problema de fondo es que la economía mundial se ha
estancado tras la pandemia, tras décadas de crecimiento, según revela otro
informe, esta vez del Banco Mundial. Y no sólo crecen menos los paises
ricos, sino que “ha pinchado” el crecimiento de los paises en desarrollo:
crecieron una media del +5,9% entre 2000 y 2010, un +5,1% entre 2010 y 2020 y sólo
el +3,5% entre 2020 y 2024, según
el Banco Mundial. Y además, estos paises en desarrollo han crecido un 0,5%
menos que las economías ricas desde 2014, lo que ha ampliado la brecha de
desarrollo entre paises ricos y pobres.
Lo preocupante es su futuro: “los próximos
25 años serán más difíciles para las economías en desarrollo de lo que han sido
los últimos 25 años”, augura
Indermit Gill, economista jefe del Banco Mundial. Así que no sólo tenemos
el problema de que se ha estancado el desarrollo humano de los
más pobres (como dice la ONU) sino que seguirá estancado los próximos
años. Y eso porque se han frenado las fuerzas que les hicieron crecer, sobre
todo el comercio y las inversiones (y la deuda) . Y ahora, con un menor
crecimiento también para los paises ricos, preocupa que los paises en
desarrollo frenen sus exportaciones y reciban menos inversiones, mientras les
sigue pesando la deuda (por los todavía altos tipos de interés) y se agravan
las consecuencias negativas del cambio climático.
El futuro de las economías en desarrollo
no sólo es importante para ellas sino también para las economías desarrolladas.
Y a su vez, el crecimiento de EEUU, Europa y Japón es clave para promover el
crecimiento de los paises en desarrollo. Actualmente, ambas crecen poco y se multiplican
los problemas en el comercio mundial (aranceles y proteccionismo), las
inversiones y la deuda. El
informe del Banco Mundial señala que los paises en desarrollo
necesitarán en los próximos años un nuevo modelo estratégico que
acelere las reformas estructurales, fomente la inversión nacional y extranjera,
fomente nuevas áreas de relaciones comerciales y promueva un uso más eficiente
del capital, el talento y la energía. Y estos retos serán claves en América
Latina, África y Asia, los paises con menos crecimiento futuro. Las
dificultades serán el aumento de la incertidumbre de los inversores, las
tensiones geopolíticas y comerciales y el temor a una mayor inflación, que
frene la bajada de tipos y encarezca la deuda.
“El mundo no puede permitirse dar la espalda a los
paises en desarrollo”, dijo
hace un año en Washington el economista jefe y vicepresidente del Banco
Mundial, Indermit Gill. Y no sólo por humanidad y por justicia, también por
“egoísmo económico”: “La historia deja claro que cerrar las brechas de renta
y desarrollo entre las naciones más pobres y las más ricas beneficia a todas
las economías”, señaló
el Banco Mundial. Porque si los 75 paises más pobres mejoran y se
reduce la brecha con los ricos, todos saldremos ganando en
crecimiento, comercio, inversiones, empleo, con menos guerras, tensiones y
conflictos.
Ahora que parece que cada país y cada continente se
cierran sobre sí mismos, es el momento de coordinar esfuerzos, de aunar
fuerzas y reforzar las instituciones internacionales, para reducir el
hambre, la pobreza y la desigualdad entre paises. Hasta ahora habíamos reducido
la brecha entre ricos y pobres, pero ahora hay
más desigualdad global, una fuente de conflictos, de más muertes y
menos esperanza de vida. Hay que atajarla entre todos, con más comercio,
inversiones y colaboración multinacional. Miremos un poco al mundo.
En 1990, la ONU introdujo un índice para medir el desarrollo de los paises: el índice de desarrollo humano (IDH), que mide 3 indicadores claves para reflejar la situación económica y social de un país: la esperanza de vida de la población, el nivel de estudios y educación y el nivel de vida (PIB per cápita descontando la inflación). Sobre estos 3 indicadores, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publica cada año el índice de desarrollo humano del mundo y el índice de los 193 paises analizados. Y el PNUD acaba de publicar el IDH de 2024, una “alerta” para el mundo: se ha estancado en 0,76 puntos en 2024, el mismo índice que en 2023 y casi el mismo que en 2019, antes de la pandemia (0,75). El objetivo de la ONU era que este índice de desarrollo humano (IDH) llegara a 0,81 puntos en 2030, pero los expertos del PNUD alertan que va a ser difícil conseguirlo y que si seguimos la tendencia de estos últimos años, el IDH podría estancarse en esos 0,76 puntos actuales en 2030, algo que nunca ha pasado en las últimas décadas. Y eso porque los paises ricos crecen poco y se ha estancado el crecimiento de los paises en desarrollo, una situación agravada en los últimos meses por las crisis geopolíticas y las tensiones en el comercio mundial, por la amenaza de aranceles de Trump. Y además, se está frenando la bajada de tipos (en USA y Europa), lo que agrava los problemas de deuda de muchos paises.
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jueves, 20 de febrero de 2025
Crecemos, pero con pobreza y desigualdad
Confirmado: España creció en 2024 cuatro veces más
que Europa (3,2% frente a 0,8%). Pero mucha gente no lo nota,
porque la inflación se ha comido los salarios y por la subida de alquileres,
hipotecas y servicios públicos. Así, un 9,1% españoles llegan a fin de mes “con
mucha dificultad” y casi la mitad con problemas. Y hay 9,6
millones de españoles en situación de “pobreza”: ganan menos
del 60% que la media. Tenemos sólo 409.000 “pobres” menos que en 2018,
cuando Sánchez llegó a la Moncloa, aunque hay 2,35 millones de residentes
más. Pero sube la pobreza infantil y somos el 5º país
con más pobreza de Europa, a pesar del crecimiento y el empleo. Fallan
las ayudas a la pobreza y tenemos demasiados sueldos bajos:
un 70% ganan menos de 2.548 euros, 24% menos que en Europa. Urge corregir las medidas
sociales, con más ayudas por hijos, y subir más los salarios bajos (menores de 2.000 euros),
ahora que los beneficios empresariales son altos. Hay que “repartir”
mejor el crecimiento.
Eurostat, lo confirmó a finales de enero: España creció +3,2% en 2024, más que en 2023 (+2,7%) y cuatro veces el crecimiento de la UE-27 (+0,8%), triplicando el crecimiento de Francia (+1,1%) y seis veces más que Italia (+0,5%), mientras Alemania sigue en recesión (-0,2%). Los motores del alto crecimiento español, por tercer año consecutivo, son el aumento del consumo público y privado (por el aumento de ocupados: + 468.100 empleos en 2024), las exportaciones y, sobre todo el turismo, que batió otro récord histórico. Y además, la inflación cerró el año con una subida del 2,8%, en linea con el +2,7% en la UE-27. El punto negro sigue siendo el paro, que acabó en el 10,6%, casi el doble que la media europea (5,6%). Con todo, la economía española crece más que la europea, con una inflación moderada (al alza), menos déficit público y superávit con el exterior, esperando crear otros 500.000 empleos en 2025. Pero muchos españoles no acaban de notarlo. Primero, porque la inflación de los últimos años “se ha comido” parte de sus salarios: los salarios pactados en convenio han subido un +12,92% entre 2020 y 2024, mientras la inflación subió un +20% (y si nos vamos más atrás, desde 2009, los salarios han perdido un -21,43% de poder adquisitivo). Además, en los últimos años se han disparado los alquileres (subieron +31% entre 2020 y 2024) y el coste de las hipotecas, por la subida de los pisos y tipos. Y hay muchos servicios que se han encarecido, como la sanidad (los seguros médicos) o la educación, subiendo las facturas de la energía, alimentos y carburantes, a pesar de las ayudas del “escudo social”.
Y hay otro factor del que apenas se habla: la
economía crece con fuerza, producimos mucho más, pero somos
mucho más habitantes, con lo cual la producción (y la renta) se
reparte entre muchos más. Así, el valor de lo producido (PIB) ha pasado de
1.253.710 millones de euros en 2019 a 1.593.136 en 2024, un
aumento del +27% . Pero la población residente ha pasado (por el
aluvión de inmigrantes), de
47 a 49 millones en estos 6 años. Así que el PIB por habitante
ha crecido algo menos: de 26.670 euros en 2019 a 32.461 en 2024 (+21,7%).
Todavía tenemos una
menor productividad que Europa,
no tanto por los trabajadores como por la baja inversión y un modelo económico
menos productivo.
Volviendo a los que no notan el fuerte crecimiento, la
última estadística del INE revela que casi la mitad de los españoles
(el 47,4%) tienen algún problema parea llegar a fin de mes, algo
menos que en 2019 (49,3% tenían problemas), aunque ahora hay 2 millones de
habitantes más. De ellos, un 9,1%
llegan a fin de mes “con mucha dificultad” (eran el 7,8% en
2019 y el 9,3% en 2023), sobre todo en Castilla la Mancha (13%), Canarias
(12,4%) y Andalucía (10,9%), siendo pocos en País Vasco (5,1%), Baleares (5,6%)
y la Rioja (5,9%). Otro 12,7% de españoles llegan a fin de mes “con
dificultad” (14,2% en 2019) y el 25,6% restante con “cierta
dificultad (27,3% en 2019). La alta inflación pasada y los alquileres lo
explican.
Otro dato preocupante son los españoles, que a pesar de la
mejoría del crecimiento y el empleo, sufren “carencias materiales”,
según
la Encuesta de Condiciones de Vida 2024 del INE. Casi un tercio de la
población (35,8%) “no tiene capacidad para atender gastos
imprevistos” (como en 2019, cuando eran el 35,9%, aunque hoy somos 2
millones de habitantes más), el 6,1% no se puede permitir comer carne o
pescado cada dos días (eran la mitad, el 3,8% en 2019), un 17,6% no
pueden mantener su vivienda a la temperatura adecuada (el doble que en 2019,
cuando eran el 7,6%) y un 13,6% de personas han tenido retrasos en el
pago de gastos de su vivienda (frente al 8,3% en 2019).
Pero lo más preocupante es que, a pesar del alto crecimiento
y el empleo, España todavía tiene muchos “pobres”: somos el 5º
país con más pobreza de Europa (19,7% de la población en 2024) , tras
Letonia (22%), Bulgaria (21,7%), Estonia (20,7%) y Lituania (20,6%), según
Eurostat. Son 9.653.000 españoles a los que las estadísticas
europeas considera “pobres”, porque ingresan menos del 60%
de la media del país (menos de 11.584,4 euros al año los solteros y menos de
24.3272 euros al año una familia con dos niños), según
el INE.
Lo peor es que, a pesar del alto crecimiento y el empleo, la pobreza
infantil ha crecido en España: en 2024 estaban en situación de pobreza el
29,2% de los menores de 16 años, frente al 26,2% de pobreza infantil en
2018. Son 2,5 millones de niños y niñas que viven en hogares pobres y de
ellos, más de un tercio (el 11%, 941.000 niños y niñas) viven
en hogares con pobreza severa y no pueden acceder a una alimentación
saludable, como
denuncia Save the Children, recordando que España es el 2º país de
Europa con más pobreza infantil, tras Rumanía. Esta pobreza infantil se concentra en las familias
de mujeres solas con niños (el 81% de las familias monoparentales),
“feminizando” la pobreza.
La llamativa subida
del salario mínimo interprofesional (de 735 euros en 2018 a 1.184
euros en 2025, +61%), el avance del Ingreso
mínimo Vital (llega a 674.000 hogares, con 2 millones de beneficiarios
y una cuantía mensual entre 658 y 1.500 euros) y las ayudas públicas que han
integrado (e integran) el “escudo
social” (ERTEs, bono social eléctrico, ayudas al transporte, luz, alimentos y carburantes) han evitado que
la pobreza en España creciera estos años, a pesar de que somos 2,35
millones de habitantes más. Pero la tasa de pobreza es “inadmisible” y
la Comisión Europea nos
alertó de ello en diciembre pasado.
El problema de fondo no es sólo que falten ayudas
públicas contra la pobreza sino que se gastan mal, como nos
ha reiterado la OCDE y la Comisión Europea. Por un lado, las ayudas
públicas a las familias (claves para luchar contra la pobreza) tienen en España la mitad de peso que en otros paises:
suponen
el 1,6% del PIB (2021), frente al 2,5% de media en la UE-27,
el 3,7% en Alemania o el 2,5% en Francia. Por otro, estas ayudas públicas en
España benefician más a las familias de rentas medias y altas que a las
familias con rentas bajas, porque el grueso de las ayudas son desgravaciones fiscales en
el IRPF, que benefician a 8 millones de contribuyentes, la mayoría con
rentas medias y altas, porque las
rentas bajas y los más pobres no declaran (los ingresos de menos de
22.000 euros al año, todos los que están en pobreza severa y la mayoría de los
considerados “pobres”).
La propia Comisión Europea alertó,
en su informe de diciembre, sobre el hecho de que las ayudas
contra la pobreza en España “tienen menos impacto que en otros paises”,
por “los problemas de adecuación y cobertura del sistema de protección social,
las disparidades regionales de acceso a los servicios públicos y la persistente
pobreza en el trabajo”. Sobre este último punto, recordar que en 2023 eran
“pobres” casi 2,5 millones de trabajadores (2.499.654), según la Red EAPN. Y que España es el tercer
país europeo con más porcentaje de “trabajadores pobres” (11,9%),
sólo por detrás de Rumanía (15%) y Bulgaria (11,7%), peor que Portugal (10%) o
Grecia (9,85) y por encima de la UE-27 (8,9% de trabajadores
“pobres”), Italia (9,9%), Francia (7,8%) o Alemania (6,5%), según
Eurostat.
Por todo ello, expertos y ONGs piden modificar
el esquema de protección social a las familias más vulnerables, reformar
la política contra la pobreza en España. Por un lado, es urgente coordinar
las ayudas públicas, creando
“una ventanilla única” donde se soliciten y se gestionen, con
menos burocracia, más colaboración entre administraciones (incluyendo los
Ayuntamientos, claves en las ayudas contra la pobreza) y dando más entrada a
las ONGs, quienes tienen más experiencia y conocimiento del problema. Y por
otro, hay que destinar
más recursos públicos a la lucha contra la pobreza, gastando el
doble (como hace la UE) en ayudas a la familia. Además, urge avanzar en
aprobar una ayuda universal por hijos, clave para reducir la pobreza
infantil, como reitera Save the Children.
De hecho, en 20 paises europeos existe una
ayuda universal por hijo, que la OCDE ha propuesto a España (y que sólo
aplica el País Vasco, desde marzo der 2023, cuando entró en vigor una
ayuda universal por hijo de 200 euros que cobrarán las familias durante 3
años). Con esta ayuda, “se matarían dos pájaros de un tiro”: se
reduciría la pobreza infantil y la pobreza de las familias (más
concentrada en las que tienen hijos) y se fomentaría la
baja natalidad, un grave problema estructural de España, que pone en
peligro el futuro de las pensiones y del Estado del Bienestar. El Gobierno
Sánchez dice que estudia
una ayuda universal por hijo hasta los 6 años, pero tiene difícil
contar con apoyos políticos y recursos, máxime cuando la política del PP
(apoyada por Junts y PNV) es “bajar impuestos” indiscriminadamente.
Para que haya menos pobres y más gente “note” el
crecimiento y el empleo, hay que actuar también sobre los salarios, porque
son muy bajos y desiguales, lo que provoca que casi la mitad de
españoles tengan problemas para llegar a fin de mes. Los salarios
en convenio han subido un +3,07% en
2024, más que la inflación media (2,77%), pero llevan muchos años
perdiendo poder adquisitivo (-7,08% desde 2020 y -21,43% desde 2009). Y
tienen dos problemas. Uno, son más bajos que en Europa: el salario
medio por hora era de 18,2 euros en 2023, frente a 24 euros
de media en la UE-27 (-24,2%) , 31,6 euros en Alemania, 28,7
euros en Francia o 21,5 euros/hora en Italia, según
Eurostat. Y el otro, que los salarios en España son muy desiguales
y hay una mayoría que los tiene bajos.
Veamos. El salario medio bruto en España era de 2.237
euros en 2023, según
la última estadística del INE (Decil de salarios). Pero de los 18 millones
de asalariados, un 30% (5.400.000) ganan menos de 1.534 euros brutos
al mes, otro 40% (7.200.000 trabajadores) ganan entre 1.534,7 y
2.548,2 euros brutos mensuales y sólo el 30% restante (5.400.000
asalariados) ganan más de 2.548,2 euros brutos mensuales. A lo claro: que el 70% de los que
trabajan en España (12,6 millones)
ganan menos de 2.548 euros brutos, unos 2.170 euros netos. Y hay
sectores enteros, como la hostelería, el campo, las empleadas de hogar, el
comercio y muchas pymes, donde ganan aún menos. Y sobre todo las mujeres
(2.063,2 euros de media, -16,4% que los hombres) y los jóvenes que aún ganan menos (1.387 euros
brutos es el salario medio de 16 a 24 años). Con este bajo nivel salarial, no
es extraño que si repunta la inflación o suben los alquileres y algunas
facturas, mucha gente tenga problemas para llegar a fin de mes. O acabe en
la pobreza.
Por eso, habría que actuar en dos frentes. Por
un lado, aprobando un
Plan urgente contra la pobreza, en especial contra la pobreza
infantil, legislando una ayuda por niño/a hasta los 6 años (complementada
con otras ayudas hasta los 16 años) y reformando las ayudas públicas
disponibles, para que beneficien más a los más pobres. Y por otro, promoviendo
en la negociación colectiva una subida
mayor de los salarios más bajos (los de menos de 2.000 euros, por
ejemplo), para reducir la desigualdad actual y mejorar el poder de compra, lo
que se traduciría en más consumo, más crecimiento y más empleo. Es hora
de plantear subidas mayores del 3% para estos trabajadores peor pagados,
porque ahora las
empresas pueden hacerlo,
porque llevan 3 años consecutivos con más
ventas, márgenes y beneficios.
Lo peor que le puede pasar a un país es que no crezca ni
cree empleo. Pero tampoco es bueno que crezca y la mayoría de su población no
lo note, porque una buena parte de la población no llegue a fin de mes o siga
en la pobreza. Urge aplicar políticas para reducir de verdad la pobreza, sobre
todo la infantil, y para que la mayoría de los salarios sean más altos y
permitan una vida mejor. Hay que “repartir
mejor el crecimiento”, para que lo noten más españoles, no sólo una
minoría de sueldos y empresas. Es la manera de evitar que muchos españoles “pasen”
del Estado y de la política y se radicalicen, en manos del populismo y
la ultraderecha. La democracia ( y aún más la socialdemocracia) es crecer
más para que la mayoría vivan mejor. A ello.
Eurostat, lo confirmó a finales de enero: España creció +3,2% en 2024, más que en 2023 (+2,7%) y cuatro veces el crecimiento de la UE-27 (+0,8%), triplicando el crecimiento de Francia (+1,1%) y seis veces más que Italia (+0,5%), mientras Alemania sigue en recesión (-0,2%). Los motores del alto crecimiento español, por tercer año consecutivo, son el aumento del consumo público y privado (por el aumento de ocupados: + 468.100 empleos en 2024), las exportaciones y, sobre todo el turismo, que batió otro récord histórico. Y además, la inflación cerró el año con una subida del 2,8%, en linea con el +2,7% en la UE-27. El punto negro sigue siendo el paro, que acabó en el 10,6%, casi el doble que la media europea (5,6%). Con todo, la economía española crece más que la europea, con una inflación moderada (al alza), menos déficit público y superávit con el exterior, esperando crear otros 500.000 empleos en 2025. Pero muchos españoles no acaban de notarlo. Primero, porque la inflación de los últimos años “se ha comido” parte de sus salarios: los salarios pactados en convenio han subido un +12,92% entre 2020 y 2024, mientras la inflación subió un +20% (y si nos vamos más atrás, desde 2009, los salarios han perdido un -21,43% de poder adquisitivo). Además, en los últimos años se han disparado los alquileres (subieron +31% entre 2020 y 2024) y el coste de las hipotecas, por la subida de los pisos y tipos. Y hay muchos servicios que se han encarecido, como la sanidad (los seguros médicos) o la educación, subiendo las facturas de la energía, alimentos y carburantes, a pesar de las ayudas del “escudo social”.
Esta tasa de pobreza (19,7%) era superior en 2018 (21,5%),
cuando el Gobierno Sánchez llegó a la Moncloa, pero el número de pobres ha
bajado poco, en -409.000 personas (había 10,06 millones de pobres en 2018),
entre otras cosas porque ahora somos 2,35 millones de habitantes más.
La población
en situación de “pobreza extrema” (ingresan menos del 40% que la
media, menos de 7.772 euros anuales los solteros y menos de 16.218 euros las
familias con 2 niños) también se ha reducido, pero poco: eran el 8,7% de los
españoles en 2018 y ahora son el 8,3% de la población, 4.067.000 españoles
(solo 4.000 menos que en 2018).
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jueves, 16 de enero de 2025
13 autonomías "hacen caja" con los pobres
Se confirma el escándalo: 13 autonomías
(9 gobernadas por el PP) han aprovechado que el Gobierno central implantaba
el Ingreso Mínimo Vital (IMV) para “ahorrarse” parte del gasto que destinan
a sus Rentas Mínimas (RMI): gastaron 448 millones menos entre 2020 y
2023 y ayudaron a 224.129 personas vulnerables menos. Ahora, apenas
atienden al 5,9% de los pobres y 5 autonomías ayudan a menos del
2% de sus ciudadanos vulnerables (Madrid, al 0,8% de sus
886.475 “pobres). Mientras, el IMV avanza y ya beneficia a 2 millones de
españoles (casi la mitad, niños pobres). Cáritas propone que las
familias vulnerables puedan cobrar las dos ayudas (hay regiones donde son
incompatibles), mientras la Comisión Europea alertó en
diciembre sobre la pobreza en España, criticando el sistema de ayudas,
por escaso y mal diseñado. Urge unificar criterios, reducir burocracia y
aumentar las ayudas por hijo, porque la pobreza sigue ahí y se
concentra en las familias con niños. No miren para otro lado. Enrique Ortega
La economía española lleva 4 años creciendo con fuerza, tras la pandemia, pero los bajos salarios, el alto paro y la inflación hacen que muchas familias no lo noten. Por un lado, casi la mitad (el 46,4%) tienen problemas para llegar a fin de mes, según el INE. Y uno de cada cinco españoles (el 20,28%, 9.715.577 personas) están en situación de “pobreza”, según las estadísticas europeas, porque ingresan menos del 60% de la media (menos de 916 euros al mes los solteros o menos de 1.932 euros al mes las familias con dos hijos), según la Red Europea EAPN. Un porcentaje de “pobres” (20,28%) casi igual que antes de la pandemia (20,7%) y mayor que antes de la crisis financiera (19,8% en 2008), lo que nos coloca como el 6º país europeo con más pobreza (tras Estonia, Letonia, Rumanía, Bulgaria y Lituania), según Eurostat. Y somos líderes europeos en pobreza infantil, según Unicef: hay 2 millones de niños y adolescentes “pobres”, el 28% de los menores.
Frente a este grave problema de la pobreza, del que apenas
se habla, las autonomías pusieron en marcha hace 35 años un
sistema de ayudas (el País Vasco fue pionero, en 1989, y la última en sumarse
fue Aragón, en 1993), las
Rentas mínimas de inserción (RMI), que recibe distintos nombres
según regiones. Eran poco más que “un parche” contra la pobreza,
porque las ayudas eran bajas y muy dispares (entre 434 en Galicia
y 800 euros mensuales en el País Vasco) y llegaban a menos de 800.000
beneficiarios (año 2.000), sólo al 9% de los “pobres” señalados por las
estadísticas (9.713.242 en 2023). Pero algo ayudaba.
En junio de 2020, tras la grave crisis por la COVID-19,
el Gobierno Sánchez puso en marcha otra ayuda, el
Ingreso Mínimo Vital (IMV), como complemento a las rentas mínimas
autonómicas, para paliar la pobreza más inmediata. Su objetivo
era ayudar a 800.000 familias y que llegara a 2.300.000 beneficiarios.
Pero el
IMV avanzó muy lentamente y a los dos años apenas había cubierto a
la mitad de los pobres previstos. Tras varias reformas, recorte de burocracia y
la inclusión de las ONGs como colaboradoras, el
IMV ha cerrado 2024 con un buen balance: la reciben 673.729
hogares y beneficia a 2.047.755 personas, en su mayoría mujeres (el 53%),
menores (44%) y personas de nacionalidad española (el 82,4% de los
beneficiarios). La cuantía media del IMV era en diciembre de 470
euros al mes por hogar, con un
complemento de 115 euros por niño.
Ya en 2020, al ponerse en marcha el IMV, muchas
autonomías (sobre todo las gobernadas por el PP, como Castilla y León,
Andalucía, Galicia y Madrid) pensaron que podían aprovechar
para recortar sus ayudas a la pobreza, su gasto en Rentas
Mínimas de Inserción (RMI). En
unos casos, obligaban a pedir a los solicitantes de estas ayudas (RMI) que
solicitaran antes el IMV y si se lo concedían, no tenían derecho a la ayuda
autonómica (caso de Andalucía, Castilla y León, Galicia, Baleares, Cantabria y
Cataluña). Y en
otras autonomías (como Madrid), se permitía cobrar las dos ayudas, pero lo
percibido como IMV computaba como ingreso y eso reducía el importe de la ayuda
autonómica. Todo por “ahorrar” a costa del IMV.
Al cabo de estos 3 años y medio, el balance es
escandaloso, según
denuncian los Directores y Gerentes de Servicios Sociales: hay 13
autonomías que gastaron en 2023 un total de 447,89 millones menos en rentas de
inserción autonómicas que en 2020. Son Madrid (-121,89 millones, una
bajada del -91,11%), Andalucía (-88,79 millones, -65,41%), Asturias
(-48,23 millones,-41,23%), Aragón (-45,89 millones, -96,24%), Castilla
y León (-36,73 millones, -69,72%), Extremadura (-19 millones, -45,11%),
Galicia (-18,96 millones, -35,76%), Cantabria (-17,47 millones, -55,14%), Cataluña
(-11,36 millones, -2,66%), Navarra (-10,5 millones, -9,9%), Castilla la Mancha
(-10,42 millones, -82,24%), Murcia (-10,10 millones ,-58,82%) y La Rioja (-8,6
millones, -64,47%). Solo gastan más en Rentas de Inserción (RMI) la Comunidad
Valenciana (+47,28 millones en 2023 sobre 2020, +18,62%), Canarias
(+44,10 millones, +103 %), Baleares (+18,04 millones, +74,68%) y País
Vasco (+17,81 millones, +39,6%).
Al gastar ahora menos que en 2020, las
autonomías atienden a menos “pobres”: en conjunto, las Rentas de
Inserción autonómicas han pasado de beneficiar a 795.861 personas en
2020 a ayudar a 574.732 en 2023, una caída del 28,6% (-224.129
beneficiarios en tres años). La pérdida de beneficiarios se ha dado en
14 autonomías (incluyendo el País Vasco), pero se concentra en Madrid
(-71.315 beneficiarios, -90,37%), Andalucía (-93.197 beneficiarios,
-84,42%), Cataluña (-41.406 beneficiarios, -27,56%) y Asturias
(-39.427 beneficiarios, -73,06%). Y son
especialmente llamativos los casos de Madrid (ayudaba a 78.605 “pobres”
en 2020 y sólo a 7.290 en 2023) o
Andalucía, la región con más pobreza de España (el 30,5% de
su población en 2023, frente al 20,2% de media), donde los beneficiarios de la
ayuda regional han caído de 110.397 en 2020 a 17.200 en 2023. También hay una
fuerte caída de beneficiarios en Murcia (de 19.783 a 4.614), la 6ª región
con más pobreza (24,20%). Y también caen en Castilla la Mancha (de
7.159 a 2.765), la 4ª con más pobreza (25,50%), mientras aumentan los
beneficiarios en las otras dos más pobres, Canarias (de 20.181 a 37.975) y la
Comunidad Valenciana (de 77.825 a 163.101).
Con este recorte autonómico, de gasto y beneficiarios, las
Rentas Mínimas autonómicas (RMI) cubren ahora al 5,9% de españoles considerados
“pobres”, frente al 9% cubierto en 2020. Pero lo más llamativo es que hay
5 autonomías donde estas ayudas apenas llegan al 2% de las personas
vulnerables: Castilla la Mancha (atiende al 0,3% de sus “pobres”, que
son 531.441), Andalucía (atiende al 0,7% de sus pobres, un
total de 2.618.164 personas) Madrid (ayuda sólo al 0,8% de sus pobres,
un total de 886.475 personas, según
datos del INE), Murcia (ayuda al 1,2% de sus 375.509 pobres) y Castilla
y León (ayuda al 1,7% de sus 433.833 pobres), según
el informe de los Directores de Servicios Sociales. No parece casualidad
que 4 de estas 5 autonomías con menos ayudas las gobierne
el PP.
Otro problema de estas Rentas Mínimas autonómicas (RMI) es
que son muy desiguales, desde los requisitos que se exigen (varía
el tiempo exigido de empadronamiento) a las obligaciones que conllevan
(no todas exigen inscribirse en el paro o participar en programas de inserción
sociolaboral) , su plazo de duración (en 13 autonomías no hay límite y
en el resto son por un año o dos prorrogables) y, sobre todo, su importe: la cuantía media era de 559,36
euros en 2023 (el 51,79% del SMI), pero hay 8 regiones donde esta ayuda
está por debajo de 500 euros mensuales: Melilla (328 euros), Galicia (469,2),
Madrid (469,93), Asturias (473,27), Castilla y León, Cantabria, Murcia y la
Rioja (480 euros). En Andalucía cobran 533 euros, en Extremadura y Ceuta 600, en
Navarra 716,31, en Cataluña 717 y en el País Vasco 840,68 euros de
media, según
los datos del IMSERSO (2023).
Los Directores de Servicios Sociales creen que estas ayudas
autonómicas (RMI) deberían
ser “diferentes y compatibles” con el Ingreso Mínimo Vital (IMV),
destinándose esta ayuda estatal a cubrir las necesidades más básicas de las
familias vulnerables (comida, ropa, alojamiento, recibos) y las ayudas autonómicas a financiar proyectos
de inserción social, desde cursos a empleabilidad. Por su parte, Cáritas
lleva años proponiendo “armonizar”
las rentas mínimas autonómicas y el IMV, para que puedan cobrar ambas
ayudas las familias más vulnerables, sobre todo esos 4
millones de españoles en situación de “pobreza severa” (quienes ingresan
menos del 40% de la renta media: menos de 560 euros al mes un soltero y menos
de 1.176 euros una familia con dos niños).
Ahora, esta denuncia de que 13 autonomías han
aprovechado la mejoría del ingreso Mínimo Vital para “hacer caja” y dedicar la
mayor parte del dinero que gastaban en ayudar a los pobres a otras cosas (¿a qué?, porque no
parece que sea en Sanidad, Educación, Vivienda o Dependencia, donde hay
tantas necesidades sin atender…) reactiva el debate sobre la política
contra la pobreza en España, que es escasa y poco eficiente,
según diversos análisis hechos en los últimos años por la OCDE y la Comisión
Europea.
Por un lado, las ayudas públicas a las familias
(claves para luchar contra la pobreza) tienen en España la mitad de peso que en otros paises:
suponen
el 1,6% del PIB (2021), frente al 2,5% de media en la UE-27, el
3,7% en Alemania, el 3,4% en Dinamarca o el 2,5% en Francia. Por otro, además
de ser escasas, estas ayudas públicas en España benefician más a las
familias de rentas medias y altas que a las familias con rentas bajas,
porque el grueso de las ayudas son desgravaciones
fiscales en el IRPF, que benefician a 8 millones de contribuyentes, la
mayoría con rentas medias y altas, porque las
rentas bajas y los más pobres no declaran (los ingresos de menos de
22.000 euros al año, todos los que están en pobreza severa y la mayoría de los
considerados “pobres”).
La propia Comisión Europea alertó, en su informe de diciembre, sobre
“el aumento de la pobreza en España” y sobre el hecho de que las
ayudas contra la pobreza “tienen menos impacto que en otros
paises”, debido en parte a “los problemas de adecuación y cobertura del
sistema de protección social, las disparidades regionales de acceso a los
servicios públicos y la persistente pobreza en el trabajo". Sobre este último
punto, recordar que en 2023 eran “pobres” 2,5 millones de
trabajadores (2.499.654), según la Red EAPN. Y que España es el tercer
país europeo con más porcentaje de “trabajadores pobres” (11,9%),
sólo por detrás de Rumanía (15%) y Bulgaria (11,7%), peor que Portugal (10%) o
Grecia (9,85) y por encima de la media de la UE-27 (8,9% de
trabajadores “pobres”), así como de Italia (9,9%), Francia (7,8%) o
Alemania (6,5%), según
Eurostat.
Por todo ello, expertos y ONGs piden modificar
el esquema de protección social a las familias más vulnerables, reformar
la política contra la pobreza en España. Por un lado, es urgente coordinar
las ayudas públicas, creando
“una ventanilla única” donde se soliciten y se gestionen, con
menos burocracia, más colaboración entre administraciones (incluyendo los
Ayuntamientos, que son claves en las ayudas contra la pobreza) y dando entrada
a las ONGs más destacadas, que son las que tienen experiencia y más
conocimiento del problema. Y por otro, hay que destinar
más recursos públicos a la
lucha contra la pobreza, gastando el doble (como hace la UE)
en ayudas a la familia. Además, urge avanzar en aprobar una ayuda universal
por hijos, clave para reducir la pobreza infantil.
De hecho, en 20 paises europeos existe una
ayuda universal por hijo, que la OCDE ha propuesto a España (y que sólo
aplica el País Vasco, desde marzo der 2023, cuando entró en vigor una
ayuda universal por hijo de 200 euros que cobrarán las familias durante 3
años). Con esta ayuda, “se matarían dos pájaros de un tiro”: se
reduciría la pobreza infantil y la pobreza de las familias (más
concentrada en las que tienen hijos) y se fomentaría la
baja natalidad, un grave problema estructural de España, que pone en
peligro el futuro de las pensiones y del Estado del Bienestar. El Gobierno
Sánchez ha dicho que estudia
una ayuda universal por hijo hasta los 6 años, pero tiene difícil
contar con apoyos políticos y recursos, máxime cuando la política del PP
(apoyada por Junts y PNV) es “bajar impuestos” indiscriminadamente.
Pero además de tener más recursos, la clave
para que las políticas contra la pobreza funcionen es la colaboración entre
el Estado, autonomías y Ayuntamientos. Y no se da, máxime si 13 autonomías aprovechan el IMV para
“hacer caja” y gastar menos con los pobres. No es casualidad, porque hay
una vieja idea en la derecha de que la ayuda contra la pobreza es una
cuestión de “caridad y beneficencia”, no un derecho. Es
más: hay dirigentes del PP, como Isabel Díaz Ayuso (presidenta de la
autonomía que sólo ayuda al 0,8% de sus pobres "oficiales") que declara que “la
justicia social es un invento de la izquierda” y respalda
a su portavoz cuando dice que “no ve pobres en Madrid”…
Cuando España tiene 1 de cada 5 ciudadanos “en la
pobreza” (datos oficiales) y es líder europeo en pobreza infantil,
resulta escandaloso que 13 autonomías recorten su gasto en ayudas y reduzcan
drásticamente los beneficiarios. Porque la lucha contra la pobreza no es sólo “una
prioridad moral” y de “justicia social” (no dejar a casi 10 millones de
españoles atrás, mientras una minoría se hace cada año más rica). Es también una
prioridad económica y política, porque la economía no puede
aprovechar su potencial ni la democracia cuenta con apoyo suficiente (sí
el populismo y la extrema derecha) cuando hay tantos millones de personas vulnerables
y malviviendo Así que la pobreza,
lejos de ser “un invento de la izquierda”, es un cáncer social,
que preocupa
cada vez más a la OCDE, FMI y Comisión Europea, como nos alertó en
diciembre. Por eso, urge que el PP y sus autonomías (y Ayuntamientos) dejen de “racanear” y alcancen un Pacto de Estado contra la pobreza, para dejar de ser un país líder. Debería
avergonzarnos.
La economía española lleva 4 años creciendo con fuerza, tras la pandemia, pero los bajos salarios, el alto paro y la inflación hacen que muchas familias no lo noten. Por un lado, casi la mitad (el 46,4%) tienen problemas para llegar a fin de mes, según el INE. Y uno de cada cinco españoles (el 20,28%, 9.715.577 personas) están en situación de “pobreza”, según las estadísticas europeas, porque ingresan menos del 60% de la media (menos de 916 euros al mes los solteros o menos de 1.932 euros al mes las familias con dos hijos), según la Red Europea EAPN. Un porcentaje de “pobres” (20,28%) casi igual que antes de la pandemia (20,7%) y mayor que antes de la crisis financiera (19,8% en 2008), lo que nos coloca como el 6º país europeo con más pobreza (tras Estonia, Letonia, Rumanía, Bulgaria y Lituania), según Eurostat. Y somos líderes europeos en pobreza infantil, según Unicef: hay 2 millones de niños y adolescentes “pobres”, el 28% de los menores.
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lunes, 23 de diciembre de 2024
Navidades 2024: más gasto y más desigual
Este año, la inflación no es la gran protagonista de la
Navidad, como en 2023 y 2022, aunque algunos precios se han disparado. Y
además de tener menos inflación (2,4%), hay medio millón de personas
más trabajando que las Navidades pasadas. Por esto, se espera que gastemos
algo más este año, sobre todo en comidas, regalos y viajes, aunque
una parte sea a golpe de tarjeta o de créditos personales (con tipos que
apenas bajan). Pero casi la mitad de los españoles (46,4%) tienen problemas
para llegar a fin de mes (porque los sueldos siguen bajos y los alquileres y
gastos altos), con lo que tendrán que gastar “con cuidado”. Y la Navidad es una
mala época para los que están en situación de pobreza, 9.715.000 españoles,
según los datos oficiales (ganan menos del 60% que la media), algo por lo que
nos acaba de llamar la atención Bruselas. Celebremos estos días con familia y
amigos, pero sin olvidarlos, porque necesitan apoyo (y son vecinos nuestros).
¡Feliz Navidad!
El consumo de las familias se recuperó en el tercer trimestre, según el INE, creciendo un +1,1%, más que la economía (+0,8%) y el mayor aumento del año. Y todo parece indicar que el gasto de los hogares aumentará más en este 4º trimestre, dado que muchas personas han aprovechado el Black Friday (finales de noviembre y principios diciembre) para anticipar la compra de regalos (se han hecho más compras, aunque de menor importe, según los primeros balances) y porque todos los datos (reservas comidas y cenas, compras anticipadas, reservas de hoteles y viajes) anticipan que los españoles vamos a gastar algo más estas Navidades 2024, tras “cortarnos” en 2022 y 2023, por la alta inflación.
Este mayor consumo esperado para las Navidades
2024 se asienta en dos datos económicos claves, que impulsan el gasto.
Uno, que hay más gente con trabajo este año, personas que ahora
trabajan y las Navidades pasadas no: en
noviembre había 21.302.463 cotizantes a la Seguridad Social, +496.392
ocupados más que en noviembre de 2023 (20.806.071 afiliados). Y el otro
dato, básico para ellos y para el resto de consumidores, es que la inflación
ha bajado este año, que los precios suben pero menos: la
inflación anual estaba en
el +2,4% en noviembre (2,3% en la zona euro), frente al +3,1% que subía en diciembre de 2023, el +5,7% en 2022
y el +6,5% de subida anual en las Navidades 2021, las más
inflacionistas.
Y además, los que tienen una hipoteca media (150.000
euros) pagan ahora menos cuota, por las
4 bajadas de tipos que ha hecho el BCE : 127 euros menos al
mes que hace un año. También los carburantes
están algo más baratos que las Navidades pasadas: nos ahorramos 5,2 euros al
llenar el depósito de un coche diesel y 2,6 euros en un coche de gasolina. La revisión
de los alquileres será mucho más baja (+2,4% y un máximo del 3%), aunque los
alquileres nuevos son mucho más caros (han subido
un +11,1% en el último año). Y
también han subido la luz (74,60 euros el recibo medio en
noviembre 2024, frente a 50,39 euros un año antes, según
la OCU) y el gas
natural, aunque ha bajado
el gas de calefacción.
Con este panorama, de más empleo y precios en general
más bajos, todos los expertos auguran un mayor gasto en las Navidades 2024.
Y que España sea uno de los paises europeos con más consumo
navideño, dado que crecemos más que la mayoría, Alemania está en
recesión y Francia estancada, con Italia a medio gas. Así, la
previsión de MasterCard es que el gasto “navideño” (noviembre y diciembre)
aumente en España un +5,3%, frente al +2,9% que augura para toda Europa, con un mínimo aumento del gasto en Francia
(+0,7%) y Alemania (+1,7%) y mayor en Italia (+3%) o Reino Unido (+3,6%). Para
España, anticipan que el
mayor gasto se dará en hostelería (+15,5%), hoteles y alojamientos (+13,2%),
muebles y decoración (+55), alimentación (+4,5%), bricolaje (+4%) y ropa
(+3,4%).
Resulta difícil saber cuánto se va a gastar cada familia
estas Navidades, porque cada una tiene sus cuentas. El Observatorio
Cetelem estima, con una Encuesta, que el gasto medio será de 583 euros
por persona, un 3% más que las Navidades pasadas (+15 euros), señalando que
la mitad gastará lo mismo y que los productos con mayor intención de compra son
los perfumes (el 47% piensa comprarlos), moda (44%), juguetes (43%), libros (el
36% los comprará), calzado y complementos (30%), viajes (16%) y ocio (15%). Otra
Encuesta,
de la OCU, eleva este gasto navideño a 683 euros por persona, aunque
sorprende que sea una cifra un 8% menos del gasto las Navidades pasadas
(-62 euros). Según este estudio, el mayor gasto se dará en regalos
(359 euros por persona), comidas y fiestas (170 euros), viajes
(86 euros) y Lotería (64 euros, aunque el gasto medio en España
fue de 71,67 euros en 2023 ).
Un gasto que seguro aumentará estas Navidades son los
viajes, porque este año ha sido récord en “escapadas”, de españoles y
extranjeros, confirmando la nueva tendencia de que viajar es un gasto
prioritario para los europeos tras la pandemia. Algunos
buscadores señalan que “7 de cada 10 españoles harán algún viaje estas
Navidades”, mientras los
datos indican que las reservas hoteleras para diciembre crecen un +37%
sobre las hechas en las Navidades de 2019, antes de la pandemia. Los
principales destinos estas fiestas son las grandes ciudades
(Madrid y Barcelona), zonas de nieve y montaña pero también destinos
de costa (aprovechando temperaturas más altas) y Canarias. Y más viajes fuera. Un mayor gasto en viajes que
contrasta con la fuerte
subida de los hoteles (algunos han subido un 20% sobre la Navidad
pasada), los bares, restaurantes y el ocio.
El mejor indicador de que habrá más consumo estas Navidades
2024 es que muchas empresas han aumentado sus plantillas (temporalmente).
Según
la empresa de trabajo temporal Randstad, se han hecho 491.175 nuevas
contrataciones en España para cubrir la mayor demanda entre Black Friday,
Navidades y rebajas de enero. Son 116.175 empleos más que la pasada
temporada (347.000
empleos) . La mayoría son para logística y transporte (+211.400,
un 25,8% más, sobre todo de mozos de almacén, transportistas y atención al
cliente), hostelería (+179.000, +10,6%, la mayoría camareros) y comercio (+100.775
empleos, +5,2%), concentrados en Andalucía (+86.3609), Cataluña (+77.780),
Madrid (+74.715), Comunidad Valenciana (+50.000) y Canarias (+38.600 empleos
estas Navidades).
Con todo, el gasto estas Navidades será muy diferente,
según la situación económica de las familias. Porque hay muchas que tienen
ahora más gente trabajando y pueden gastar algo más, pero muchas otras no
pueden y algunas siguen en situación muy vulnerable, pensando más en sobrevivir
que en celebrar estas fiestas. Así que no hay una Navidad, sino tres
tipos de Navidades, como tres tipos de familias.
Casi la mitad de familias tienen un problema, que se
les agrava en Navidad: les cuesta llegar a fin de mes. Les sucede
al 46,4% de las familias, según el INE: un 8,9%
llegan “con mucha dificultad”, otro 12,7% “con dificultad” y un 24,8% más “con
cierta dificultad”. Estas familias tienen dos opciones en Navidad: restringir
gastos o endeudarse, tirar de
tarjeta o pedir un crédito. Y, a pesar de las bajadas de tipos, no lo tienen
fácil. Los créditos personales apenas han bajado: del 7,69% en diciembre de 2023 a 7,41% en octubre, el
último dato del Banco de España. Y si optan por pagar con tarjeta, a
crédito, el tipo estaba en octubre
en el 18,62%, más caro que el 18,22% de diciembre de 2023. Pero ASUFIN
denuncia que los tipos reales de las tarjetas “revolving” (se pide
un crédito y se devuelve pagando una cuota fija al mes) están en el 23,34% (21,34% hace un
año). Significa que si tienes una tarjeta “revolving con un crédito de 1.000 euros y pagas una cuota fija de 25 euros al mes, acabas
pagando 569 euros en intereses… (+99 euros que hace un año).
El otro grupo de familias, las más vulnerables,
lo tienen peor: no es que tengan que restringir gastos o endeudarse, es que su
prioridad sigue siendo “sobrevivir”. Y son muchos. En 2023, nada menos
que 9.715.577 españoles estaban “en situación de pobreza o exclusión social”,
según
las estadísticas europeas y del INE, que consideran “pobre” a quien gana
menos del 60% de la media de cada país (en España, menos de 916 euros al mes
los solteros o menos de 1.932 euros al mes las familias con dos hijos). Este
baremo supone que 1 de cada 5 españoles (20,28% en 2023) está en
situación de “pobreza , lo que nos coloca como el 6º país europeo
con más pobreza (tras Estonia, Letonia, Rumanía, Bulgaria y Lituania). Un
dato sobre el que alertó
la semana pasada la Comisión Europea,
en su informe sobre España.
Para Cáritas, que se vuelca cada Navidad en este grupo de “españoles pobres”, el problema es que esta
pobreza se ha hecho “estructural”, sigue ahí aunque mejoren la
economía y el empleo y bajen los precios. Es una pobreza ligada a la falta de
empleo o a los muchos empleos precarios, que explican que 2,5 millones de
personas con trabajo “sean pobres”. Una pobreza que se concentra entre las
mujeres con niños (hay 2 millones de niños y adolescentes en situación de
pobreza, el 28% de los menores, la tasa más elevada de toda Europa,
según Unicef), en los parados mayores de 45 años, bastantes jóvenes y muchos
inmigrantes (aunque el 75% de los “pobres” son españoles, según
Cáritas).
Escribo todo esto no para amargar las Navidades sino
para que seamos conscientes de que no todo son luces y “consumismo”,
celebraciones y bolsas con regalos. Que no podemos olvidar que hay muchos
españoles (“vecinos
nuestros”) que lo están pasando mal, con problemas serios para
llegar a fin de mes e incluso para sobrevivir cada día. Seamos
solidarios y si podemos, ayudémosles, donando a ONGs o ayudando a
quienes sabemos que lo necesita. Es la mejor manera de celebrar esta Navidad y
todas: hagamos que sea una fiesta de solidaridad con los que tenemos alrededor,
con ayudas, atención y cariño.
El consumo de las familias se recuperó en el tercer trimestre, según el INE, creciendo un +1,1%, más que la economía (+0,8%) y el mayor aumento del año. Y todo parece indicar que el gasto de los hogares aumentará más en este 4º trimestre, dado que muchas personas han aprovechado el Black Friday (finales de noviembre y principios diciembre) para anticipar la compra de regalos (se han hecho más compras, aunque de menor importe, según los primeros balances) y porque todos los datos (reservas comidas y cenas, compras anticipadas, reservas de hoteles y viajes) anticipan que los españoles vamos a gastar algo más estas Navidades 2024, tras “cortarnos” en 2022 y 2023, por la alta inflación.
¡ Feliz Navidad ¡
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jueves, 31 de octubre de 2024
2,5 millones son "pobres" a pesar de trabajar
Hay 2,5 millones de personas que van cada día a
trabajar y son “pobres”: ganan menos del 60% que la media (menos
de 916 euros mensuales) y no pueden atender gastos básicos. Son tanto hombres
como mujeres, jóvenes y personas de 45 a 59 años, muchos inmigrantes,
familias y mujeres solas con niños, personas con poca formación y contratos
precarios en el campo, hostelería, construcción, limpieza y servicio doméstico,
en el sur y Levante. España es el tercer país europeo con más “trabajadores
pobres”, un porcentaje (11,9% de los que trabajan) similar al de 2008. Y
Caritas alerta que la mitad de las personas que atienden tienen
trabajo. Ahora, la subida de alquileres ha aumentado esta tasa
de pobreza laboral, vinculada a empleos precarios y mal pagados, así
como a tener hijos. Pero los expertos insisten en que no basta con
mejorar empleos y sueldos: urgen políticas para aumentar las ayudas a
los más pobres y a las familias con niños. Pobres con empleo. Enrique Ortega
Hasta hace 2 décadas, tener un trabajo permitía a las personas vivir “medianamente bien”: emanciparse, formar una familia, tener una casa o un coche y mantener un ritmo de vida “digno”. Pero la crisis financiera de 2008 trastocó esta “vida tranquila” de la mayoría de trabajadores: muchos perdieron su empleo y otros vieron recortar sus sueldos y sus expectativas vitales, de la mano de los recortes presupuestarios. Y a partir de 2012, con la reforma laboral aprobada por el Gobierno Rajoy, muchas empresas “cambiaron a su personal”, sustituyendo personal mayor por jóvenes peor pagados y con contratos precarios. Y después, la pandemia y la inflación disparada se comieron parte de los sueldos, que apenas habían subido, deteriorando más la calidad de vida de las familias.
Con todo ello, la pobreza afecta a una parte
importante de la sociedad, en Europa y en España. En la UE-27, había
72 millones de personas “pobres” en
2023, un 16,2% de la población que ingresaban menos del 60% de la media
del continente, según Eurostat. Y España es el 6º país europeo con
más porcentaje de población “pobre”, un 20,2% que
ingresa menos del 60% de la media española (10.990 euros al año), 9.715.577
personas en 2023, según la Red
Europea de Lucha contra la Pobreza (EAPN), sólo por detrás de Estonia (22,6%
son “pobres”), Letonia (22,4%), Rumanía (21,1%), Bulgaria y Lituania (20,6%), según
Eurostat, que refleja también un alto nivel de “pobreza monetaria” en
Italia (18,9% de la población), Francia (15,4%) y Alemania (14,4%).
Lo que quizás se conoce menos es que muchos de
estos “pobres” tienen un trabajo, son “pobres con empleo”. En
España, los
últimos datos del INE revelan que un 32% de los pobres tenían empleo,
mientras otro 22% son parados, un 15% son jubilados y el 31% restantes son
inactivos (personas que ni trabajan ni buscan trabajo, la mayoría mujeres y
jóvenes). Si se aplica el criterio de “pobreza” a las personas que
trabajan, que ingresen menos de 10.989 euros al año (916 euros al mes),
que se amplía a 23.078 euros anuales (1.923 euros al mes) para
familias con dos progenitores y dos niños, según el INE,
resulta que un 11,9% de los que tenían un empleo en 2023 eran “pobres”:
casi 2,5 millones de trabajadores “pobres” (2.499.654), según
los cálculos de la Red EAPN.
El problema de que hay muchos “trabajadores pobres” no es
nuevo: lo arrastramos desde 2008, cuando ya eran “pobres”
(ingresaban menos del 60% de la media) el 11,7% de los ocupados: eran 2.370.139
trabajadores “pobres”. Después, el porcentaje aumentó con la crisis,
hasta un máximo del 14,8% en 2015, para bajar al 12% en 2020 y volver a subir
al 14,3% en 2021, por la pandemia, bajando al 12,5% en 2022 y al
11,9% de 2023. Con este último dato, España se sitúa como el
tercer país europeo con más porcentaje de “trabajadores pobres”
(11,9%), sólo por detrás de Rumanía (15%) y Bulgaria (11,7%), peor que Portugal
(10%) o Grecia (9,85) y por encima de la media de la UE-27 (8,9%
de trabajadores “pobres”), así como de Italia (9,9%), Francia (7,8%) o
Alemania (6,5%), según
Eurostat.
Dentro de estos 2,5 millones de “trabajadores pobres” en
España, el grupo más preocupante son los 890.000 trabajadores (el
4,2% de todos los que trabajan) que viven
en “pobreza severa”, porque ingresan menos del 40% de la media
(menos de 611 euros al mes los individuos y menos de 1.283 euros mensuales las
parejas con 2 hijos). Son “los más pobres entre los trabajadores pobres”,
un porcentaje que apenas ha mejorado desde 2008 (cuando los trabajadores en
pobreza severa eran el 4,3% del total de ocupados). Y están muy
lejos de salir de esta situación, según
el estudio de la Red EAPN: ingresan de media 4.521 euros al año y tendrían
que ingresar 2.805 euros más al año para salir de la pobreza severa. Y ganar
6.469 euros más al año (539 euros más al mes, vez y media lo que
ganan) para salir de la pobreza. Algo imposible… En el caso del
resto de “trabajadores pobres”, los que ingresan menos del 60% de la media del
país, ganan de media 7.705 euros al año, así que necesitan ganar un 22% más (2.423
euros más al año) para dejar de ser pobres. Difícil…
¿Quiénes son estas personas “pobres” a pesar de
trabajar? Son algo más hombres (12,4% de ocupados) que mujeres
(11,3%), más jóvenes (12,9% de ocupados entre 16 y 29 años) que mayores
(11,8% entre 45 y 64 años), aunque sube la pobreza entre los que tienen de
45 a 59 años, según
un estudio de Intermón Oxfam, porque este grupo de trabajadores sufrió más
la crisis de 2008 y encima tienen en casa a hijos que no pueden emanciparse.
Hay más “pobreza laboral” entre los ocupados con baja formación (27,9% de
los que sólo tienen primaria son “pobres”) y sobre todo entre los inmigrantes:
un 32,3% de trabajadores de fuera de la UE son pobres (19% si vienen de la
UE), frente al 9,9% de españoles ocupados “pobres”. Y lo sufren más zonas rurales (15,4%) que urbanas (11,4%).
Un factor clave es el
tipo de contrato que tengan: los trabajadores con contrato
temporal tienen más tasa de pobreza (17,9%) que los fijos (7,8% son pobres)
y lo mismo los que tienen contratos a tiempo parcial, por horas o días
(22,5% son pobres) frente a los que trabajan a jornada completa (sólo 10,1% son
pobres). Y como estos contratos precarios les suponen ganar menos, muchos
son pluriempleados (el 13,4% son pobres). Otro factor decisivo que
explica la pobreza laboral es el sector en que se trabaje. Los
que salen peor parados son los autónomos, según
el estudio de Intermón Oxfam: el 26,9% son pobres, básicamente porque son “falsos
autónomos” o porque son actividades que hacen solos, sin empleados). Y entre
los asalariados, los más “pobres” son los que trabajan en el campo
(31,4% ocupados son pobres), las empleadas de hogar (29,4% pobres), en hostelería
(21,1%) y construcción (19,6%), estando por encima del 15% de
empleados pobres los que trabajan como monitores deportivos (15,7%) y en Call
centers y limpieza de edificios (15,3%).
Por
autonomías, las zonas con más porcentaje de “trabajadores pobres”
son Andalucía (19,4% ocupados), Extremadura (17,2%), Ceuta (16,3%), Castilla la
Mancha (15,4%), Murcia (14,3%), Canarias y Comunidad Valenciana (13,8%), todas
por encima de la media. En resumen, el sur y Este de España. Y tienen
poca “pobreza laboral” Navarra (6,3%), país Vasco (6,6%), Madrid (7%), Baleares
(9,6%), Cantabria o Asturias (9,6%) y Aragón (10%).
Es importante añadir que la composición de los hogares
también es decisiva para que un trabajador sea o no pobre, según
el estudio de Intermón Oxfam. Así, esta “pobreza laboral” se concentra más
en las familias numerosas (el 39% de los hogares con 3 o más hijos) y en
los hogares monoparentales (el 75% de ellos con mujeres solas) con
niños (el 29,5% de estos hogares donde la madre trabaja son pobres). Los
expertos reiteran que la existencia de menores agrava el riesgo de pobreza,
se trabaje o no. También es mayor la tasa de pobreza entre los trabajadores que
viven solos (13,3%), ya sean jóvenes o mayores.
Un dato llamativo son los gastos de estos “trabajadores
pobres”. El estudio
de Intermón Oxfam revela que un tercio viven en alquiler (y el 24%
pagan una hipoteca) y que pagarlo se lleva el 53,6% de sus ingresos
mensuales (cuando supone un 22,4% de
los ingresos en los hogares sin pobreza). Y otro 25,6% se lo lleva el pago de
suministros (luz, agua y gas). Así que entre alquiler (o hipoteca) y pagos del
hogar, las familias pobres destinan hasta el 79,2% de sus ingresos
(frente al 32% las familias que no son pobres), lo que apenas les deja margen
para comida, enseñanza (transporte, comida, uniformes y libros) o sanidad (la
mayoría de los hogares pobres no pueden pagar al dentista, las gafas o algunas
medicinas). Y por eso, 1 de cada 4 familias pobres acuden a ONGs o a los
servicios sociales: Caritas dice que la mitad de las
personas a las que atendió en 2023 trabajan.
¿Por qué hay trabajadores que son pobres? La primera
causa es que su trabajo es precario y por eso tienen un sueldo bajo,
que les dificulta sobrevivir. En España, aunque la reforma laboral ha bajado el
porcentaje de contratos temporales (16,4% de los asalariados en septiembre, según la EPA) y a
tiempo parcial (12,8%), aún son más que en Europa. Y tenemos un exceso de trabajos que exigen baja
formación y en el sector servicios, que están peor pagados. En consecuencia, el salario medio bruto
en España era de 1.964 euros brutos en 2023, casi un 20% inferior al
salario medio en la UE-27, que era de 2.351 euros brutos,
según un estudio de Adecco con datos del INE y Eurostat. Y hay 11 paises
europeos que cobran más que España: Luxemburgo (4.086 euros brutos
mensuales), Holanda (3.771), Irlanda (3.596), Dinamarca (3.494), Austria
(3.205), Alemania (3.174), Finlandia (3.040), Bélgica (2.967), Suecia (2.827),
Francia (2017) e Italia (2017).
No se trata sólo de que los sueldos sean más bajos, sino que
en España se cobra también menos por hora trabajada, según
Eurostat: 18,2 euros en 2023, un -24,2% menos que en la UE-27
(24 euros por hora) y bastante menos que en Dinamarca (42 euros/hora),
Bélgica (36,3), Irlanda (33,3), Paises Bajos (33), Alemania (31,6), Francia
(28,7)o Italia (21,5). Y sólo ganan menos por hora en Portugal (13,7), Grecia
(12,6) y los paises del Este.
El segundo problema que explica la pobreza laboral es la
inflación, que se ha ido comiendo las subidas de salarios, sobre
todo entre 2021 y 2023, pero también antes. Así, el salario medio bruto en
España pasó de 1.774 euros en 2008 a 2.128 en 2022 (+20%), según
el INE. Pero como la inflación subió más (+29,9%), pues los salarios
reales (descontando la inflación) han bajado, de 1.774 a 1.652 euros. Y
esto afecta más a las familias más vulnerables, que son las que sufren más la
inflación, por el tipo de gastos que tienen.
Un tercer factor que explica nuestra mayor pobreza laboral
es que los salarios se han revalorizado menos en España los últimos
años. Así, el salario por hora trabajada aumentó aquí un +27% entre 2008 y 2023,según
Eurostat, mientras aumentó un +49% en la UE-27, un 44,95% en Alemania, un
+37% en Francia y un +37% en Portugal.
Pero hay más causas que explican por qué tenemos más “trabajadores
pobres”. Una es que hemos tenido un salario mínimo muy bajo, menor al
del resto de Europa, aunque el Gobierno Sánchez lo haya subido de 736 euros
(2018) a 1.134
euros en 2024 (+54%), lo que beneficia a 2,5 millones de
trabajadores (muchos han dejado de ser “pobres”, otros no, porque trabajan
menos de la jornada completa). Otra causa, clave, es que los trabajadores
pobres en España tienen menos ayudas públicas: sólo llegan a un
tercio de las familias pobres y su impacto es reducido (suponen el
22% de los ingresos totales), según
el estudio de la Red EAPN.
Por eso, los expertos reiteran que no sólo hay que
actuar sobre los contratos y los sueldos para reducir la pobreza
laboral, sino que hay que aumentar las ayudas públicas a la pobreza, sobre
todo a los hogares vulnerables con niños, dado que España destina sólo
el 1,5% del PIB a la infancia y la familia, la
mitad del gasto que hace la UE (2,4% del PIB). Para ello, habría que
ampliar el alcance del Ingreso Mínimo Vital (IMV), que sólo
llegaba en septiembre a 661.640 hogares (con 2 millones de
beneficiarios). Además, es importante la reforma del seguro de desempleo,
que entrará
en vigor el 1 de noviembre y permitirá cobrar un subsidio y aceptar un
trabajo (para animar a buscarlo), lo que aumentará los ingresos de algunos “trabajadores
pobres”. Además, hay que seguir negociando mayores subidas en los convenios
para los trabajadores peor pagados, mejorando en paralelo el salario mínimo.
Hasta hace 2 décadas, tener un trabajo permitía a las personas vivir “medianamente bien”: emanciparse, formar una familia, tener una casa o un coche y mantener un ritmo de vida “digno”. Pero la crisis financiera de 2008 trastocó esta “vida tranquila” de la mayoría de trabajadores: muchos perdieron su empleo y otros vieron recortar sus sueldos y sus expectativas vitales, de la mano de los recortes presupuestarios. Y a partir de 2012, con la reforma laboral aprobada por el Gobierno Rajoy, muchas empresas “cambiaron a su personal”, sustituyendo personal mayor por jóvenes peor pagados y con contratos precarios. Y después, la pandemia y la inflación disparada se comieron parte de los sueldos, que apenas habían subido, deteriorando más la calidad de vida de las familias.
Y será clave mejorar
las ayudas a la infancia, porque los hogares con niños son más
proclives a la pobreza. En este sentido, es indignante que la
Ley de Familia siga estancada en el
Congreso (desde febrero en que la envió el Gobierno), porque
pretende asentar las ayudas por hijo (100 euros al mes para hijos menores de 3
años), que el Gobierno quiere ampliar a 200 euros en 2025 (ojo, va a
tenerlo difícil si no consigue aprobar los Presupuestos) y generalizarla en
el futuro para
todos los menores hasta los 6 años.
En resumen, que en pleno siglo XXI, hay 2,5 millones de
españoles que se levantan cada día para trabajar sabiendo que su empleo no les
impide ser pobres y malvivir. Somos un país que crece y crea mucho
empleo, pero a muchos eso no les permite vivir dignamente y tienen
graves problemas para subsistir. Habría que polarizar menos la política y
pactar de una vez un
Plan contra la pobreza, que es una vergüenza social y un
cáncer para la economía. Contratos y salarios dignos, alquileres y precios
asumibles y ayudas para los que se quedan atrás, esos casi 10 millones de
españoles pobres, una cuarta parte trabajando.
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