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lunes, 12 de mayo de 2025

El desarrollo humano se estanca

Los españoles y el resto de europeos estamos ahora preocupados por nuestra seguridad y por una nueva crisis si se mantienen los aranceles de Trump. Una visión “eurocentrista” de los problemas del mundo, que no escucha la última alerta de la ONU: el desarrollo humano se ha estancado en 2024 y de seguir así, los paises en desarrollo seguirán con problemas en los próximos 25 años. Además, este estancamiento económico global ha aumentado las diferencias entre paises ricos y pobres, otro detonante de tensiones geopolíticas. Y en paralelo, también desoímos otra alerta reciente de la OMS: el atraso económico y la pobreza acortan la vida en los paises más pobres y dentro de los paises, donde los más vulnerables viven menos años. En un momento donde Trump y el nacionalismo ultra atacan la cooperación internacional, es más urgente que nunca mantenerla y avanzar en el comercio y las inversiones internacionales, en reducir las diferencias entre paises ricos y pobres. Porque un mundo menos desigual nos beneficia a todos.


En 1990, la ONU introdujo un índice para medir el desarrollo de los paises: el índice de desarrollo humano (IDH), que mide 3 indicadores claves para reflejar la situación económica y social de un país: la esperanza de vida de la población, el nivel de estudios y educación y el nivel de vida (PIB per cápita descontando la inflación). Sobre estos 3 indicadores, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publica cada año el índice de desarrollo humano del mundo y el índice de los 193 paises analizados. Y el PNUD acaba de publicar el IDH de 2024, una “alerta” para el mundo: se ha estancado en 0,76 puntos en 2024, el mismo índice que en 2023 y casi el mismo que en 2019, antes de la pandemia (0,75).

El objetivo de la ONU era que este índice de desarrollo humano (IDH) llegara a 0,81 puntos en 2030, pero los expertos del PNUD alertan que va a ser difícil conseguirlo y que si seguimos la tendencia de estos últimos años, el IDH podría estancarse en esos 0,76 puntos actuales en 2030, algo que nunca ha pasado en las últimas décadas. Y eso porque los paises ricos crecen poco y se ha estancado el crecimiento de los paises en desarrollo, una situación agravada en los últimos meses por las crisis geopolíticas y las tensiones en el comercio mundial, por la amenaza de aranceles de Trump. Y además, se está frenando la bajada de tipos (en USA y Europa), lo que agrava los problemas de deuda de muchos paises.

El otro problema sobre el que alerta la ONU es el aumento de la desigualdad entre los paises, una brecha que se había reducido y que ha crecido tras la pandemia. Esta desigualdad se refleja en los distintos índice de desarrollo humano (IDH) que publica el PNUD (ver listado). Hay un primer grupo de 74 paises de “muy alto nivel de desarrollo”, con un IDH de 0,914 puntos, encabezado por Islandia (0,972 puntos), Noruega (0,970). Suiza (0,970), Dinamarca (0,962) y Alemania (0,959 puntos). EEUU ocupa el lugar 17 (0,938 puntos del IDH), Francia el 26º, España el lugar 28º (0,918 puntos) e Italia el 29º (0,915 puntos).

El segundo grupo de paises, por su “desarrollo humano” (esperanza de vida, educación y nivel de vida) lo integran otros 50 paises con un “alto nivel de desarrollo” (media IDH 0,777 puntos), donde están China (0,797 de IDH), Brasil (0,786) y muchos paises de Latinoamérica, Asia y Oriente medio. El tercer grupo lo integran 43 paises con un “nivel medio de desarrollo” (0,656 de IDH), entre ellos India (0,685) y varios paises de Asia y África. Y el cuarto grupo lo integran los 26 paises con “bajo nivel de desarrollo (0,515 puntos de IDH), los paises más pobres y con peor desarrollo humano del mundo. De los 10 últimos, 9 son paises de África: Sudán del sur (0,388 de IDH, la mitad que la media mundial), Somalia (0,404), República Centroafricana (0,414), Chad (0,416), Níger (0,419), Mali (0,419), Burundi (0,439), Burkina Fasso (0,459), Sierra Leona (0,467) y Yemen (0,470 puntos IDH).

El informe del PNUD (ONU) alerta que esta desigualdad en el desarrollo entre paises se ha agravado en 2024, el 4º año consecutivo en que crece la brecha entre paises ricos y pobres, tras haberse reducido en las dos décadas anteriores. Y alertan que esta mayor desigualdad mundial es un riesgo porque alienta el aumento de conflictos y de ruptura económica. Además, el informe muestra su preocupación por el futuro, ya que si se mantienen estas tendencias (estancamiento del IDH y aumento de la desigualdad entre paises), será difícil conseguir los Objetivos del Desarrollo previstos para 2030, entre ellos, acabar con el hambre en el mundo: actualmente pasan hambre 733 millones de personas y la ONU solo puede atender, con el programa de alimentos (WFP) a 123 millones de personas. ”Si sigue el estancamiento actual, los objetivos previstos para 2030 pueden demorarse décadas, haciendo del Planeta un lugar menos seguro, más dividido y más vulnerable a las perturbaciones económicas y ecológicas”, alerta Achim Steiner, administrador del PNUD (ONU).

En paralelo a este informe de la ONU se ha publicado la semana pasada otro informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que tampoco ha tenido eco en los medios. Su conclusión es tremenda: la pobreza acorta la vida. El estudio revela que la falta de oportunidades laborales, de educación y vivienda son más determinantes para provocar problemas de salud que los factores genéticos y sanitarios. Y que el nivel de desarrollo supone que las personas vivan más o menos. Un ejemplo: en paises de altos ingresos (como Suecia o Japón), la esperanza de vida es 33 años superior a la de paises pobres (como Chad o República Centroafricana. Y reitera la OMS: “millones de personas sufren más riesgo de enfermedad y muerte por las condiciones socioeconómicas en que han nacido o por el grupo social al que pertenecen. La desigualdad sanitaria no es un accidente, es consecuencia de la forma en que la sociedad distribuye recursos y oportunidades”.

Este informe de la OMS no sólo refleja una desigualdad en la sanidad y esperanza de vida entre paises, según su nivel de desarrollo, sino también dentro de cada país, según las zonas y grupos sociales. Así, revela que en el mismo Japón, los hombres de las regiones más atrasadas viven 2 años y medio menos que los de las zonas ricas. En Canadá, los inuit viven de media 12,5 años menos que el resto de la población. Y en Australia, la población aborigen vive 10 años menos que la media de la población. También en España, los datos del INE reflejan que la esperanza de vida en los municipios más ricos (Majadahonda, Las Rozas, Pozuelo) es 6 años mayor que en los municipios más pobres y con más paro (Ceuta, la Linea de la Concepción, Melilla, Algeciras o Linares).

La OMS también alerta que el mayor o menor desarrollo afecta también a la mortalidad infantil: los niños nacidos en paises pobres tienen hasta 13 veces más de posibilidades de fallecer antes de cumplir los 5 años que los de las naciones más ricas. Y señala que si consiguiéramos reducir las desigualdades entre los paises (con inversiones en servicios sanitarios, sociales, educación, servicios públicos e  infraestructuras), se podría salvar la vida de 1,8 millones de niños del mundo cada año…

Volviendo al estancamiento del desarrollo humano (IDH), la ONU (PNUD) propone medidas para impulsar el crecimiento mundial, con más cooperación internacional por la vía de inversiones y comercio, al contrario de lo que propone Trump y la extrema derecha mundial. También es clave la inversión en educación y sanidad. Y en su informe, proponen aprovechar la Inteligencia artificial (IA) para impulsar el desarrollo de los paises más pobres, lo que exige solventar las actuales brechas de estos paises en su acceso a la electricidad, a Internet y a las aplicaciones de la IA. En definitiva, creen que la IA puede corregir parte de la actual desigualdad mundial, pero si se aplica mal, sin contar con los paises en desarrollo, puede agravar esa desigualdad, planteando un futuro a 2 velocidades…

El problema de fondo es que la economía mundial se ha estancado tras la pandemia, tras décadas de crecimiento, según revela otro informe, esta vez del Banco Mundial. Y no sólo crecen menos los paises ricos, sino que “ha pinchado” el crecimiento de los paises en desarrollo: crecieron una media del +5,9% entre 2000 y 2010, un +5,1% entre 2010 y 2020 y sólo el +3,5% entre 2020 y 2024, según el Banco Mundial. Y además, estos paises en desarrollo han crecido un 0,5% menos que las economías ricas desde 2014, lo que ha ampliado la brecha de desarrollo entre paises ricos y pobres.

Lo preocupante es su futuro: “los próximos 25 años serán más difíciles para las economías en desarrollo de lo que han sido los últimos 25 años”, augura Indermit Gill, economista jefe del Banco Mundial. Así que no sólo tenemos el problema de que se ha estancado el desarrollo humano de los más pobres (como dice la ONU) sino que seguirá estancado los próximos años. Y eso porque se han frenado las fuerzas que les hicieron crecer, sobre todo el comercio y las inversiones (y la deuda) . Y ahora, con un menor crecimiento también para los paises ricos, preocupa que los paises en desarrollo frenen sus exportaciones y reciban menos inversiones, mientras les sigue pesando la deuda (por los todavía altos tipos de interés) y se agravan las consecuencias negativas del cambio climático.

El futuro de las economías en desarrollo no sólo es importante para ellas sino también para las economías desarrolladas. Y a su vez, el crecimiento de EEUU, Europa y Japón es clave para promover el crecimiento de los paises en desarrollo. Actualmente, ambas crecen poco y se multiplican los problemas en el comercio mundial (aranceles y proteccionismo), las inversiones y la deuda. El informe del Banco Mundial señala que los paises en desarrollo necesitarán en los próximos años un nuevo modelo estratégico que acelere las reformas estructurales, fomente la inversión nacional y extranjera, fomente nuevas áreas de relaciones comerciales y promueva un uso más eficiente del capital, el talento y la energía. Y estos retos serán claves en América Latina, África y Asia, los paises con menos crecimiento futuro. Las dificultades serán el aumento de la incertidumbre de los inversores, las tensiones geopolíticas y comerciales y el temor a una mayor inflación, que frene la bajada de tipos y encarezca la deuda.

El mundo no puede permitirse dar la espalda a los paises en desarrollo”, dijo hace un año en Washington el economista jefe y vicepresidente del Banco Mundial, Indermit Gill. Y no sólo por humanidad y por justicia, también por “egoísmo económico”: “La historia deja claro que cerrar las brechas de renta y desarrollo entre las naciones más pobres y las más ricas beneficia a todas las economías”, señaló el Banco Mundial. Porque si los 75 paises más pobres mejoran y se reduce la brecha con los ricos, todos saldremos ganando en crecimiento, comercio, inversiones, empleo, con menos guerras, tensiones y conflictos.

Ahora que parece que cada país y cada continente se cierran sobre sí mismos, es el momento de coordinar esfuerzos, de aunar fuerzas y reforzar las instituciones internacionales, para reducir el hambre, la pobreza y la desigualdad entre paises. Hasta ahora habíamos reducido la brecha entre ricos y pobres, pero ahora hay más desigualdad global, una fuente de conflictos, de más muertes y menos esperanza de vida. Hay que atajarla entre todos, con más comercio, inversiones y colaboración multinacional. Miremos un poco al mundo.

jueves, 20 de febrero de 2025

Crecemos, pero con pobreza y desigualdad

Confirmado: España creció en 2024 cuatro veces más que Europa (3,2% frente a 0,8%). Pero mucha gente no lo nota, porque la inflación se ha comido los salarios y por la subida de alquileres, hipotecas y servicios públicos. Así, un 9,1% españoles llegan a fin de mes “con mucha dificultad” y casi la mitad con problemas. Y hay 9,6 millones de españoles en situación de “pobreza”: ganan menos del 60% que la media. Tenemos sólo 409.000 “pobres” menos que en 2018, cuando Sánchez llegó a la Moncloa, aunque hay 2,35 millones de residentes más. Pero sube la pobreza infantil y somos el 5º país con más pobreza de Europa, a pesar del crecimiento y el empleo. Fallan las ayudas a la pobreza y tenemos demasiados sueldos bajos: un 70% ganan menos de 2.548 euros, 24% menos que en Europa. Urge corregir las medidas sociales, con más ayudas por hijos, y subir más los salarios bajos (menores de 2.000 euros), ahora que los beneficios empresariales son altos. Hay que “repartir” mejor el crecimiento.


Eurostat, lo confirmó a finales de enero: España creció +3,2% en 2024, más que en 2023 (+2,7%) y cuatro veces el crecimiento de la UE-27 (+0,8%), triplicando el crecimiento de Francia (+1,1%) y seis veces más que Italia (+0,5%), mientras Alemania sigue en recesión (-0,2%). Los motores del alto crecimiento español, por tercer año consecutivo, son el aumento del consumo público y privado (por el aumento de ocupados: + 468.100 empleos en 2024), las exportaciones y, sobre todo el turismo, que batió otro récord histórico. Y además, la inflación cerró el año con una subida del 2,8%, en linea con el +2,7% en la UE-27. El punto negro sigue siendo el paro, que acabó en el 10,6%, casi el doble que la media europea (5,6%).

Con todo, la economía española crece más que la europea, con una inflación moderada (al alza), menos déficit público y superávit con el exterior, esperando crear otros 500.000 empleos en 2025. Pero muchos españoles no acaban de notarlo. Primero, porque la inflación de los últimos años “se ha comido” parte de sus salarios: los salarios pactados en convenio han subido un +12,92% entre 2020 y 2024, mientras la inflación subió un +20% (y si nos vamos más atrás, desde 2009, los salarios han perdido un -21,43% de poder adquisitivo). Además, en los últimos años se han disparado los alquileres (subieron +31% entre 2020 y 2024) y el coste de las hipotecas, por la subida de los pisos y tipos. Y hay muchos servicios que se han encarecido, como la sanidad (los seguros médicos) o la educación, subiendo las facturas de la energía, alimentos y carburantes, a pesar de las ayudas del “escudo social”.

Y hay otro factor del que apenas se habla: la economía crece con fuerza, producimos mucho más, pero somos mucho más habitantes, con lo cual la producción (y la renta) se reparte entre muchos más. Así, el valor de lo producido (PIB) ha pasado de 1.253.710 millones de euros en 2019 a 1.593.136 en 2024, un aumento del +27% . Pero la población residente ha pasado (por el aluvión de inmigrantes), de 47 a 49 millones en estos 6 años. Así que el PIB por habitante ha crecido algo menos: de 26.670 euros en 2019 a 32.461 en 2024 (+21,7%). Todavía tenemos una menor productividad que Europa, no tanto por los trabajadores como por la baja inversión y un modelo económico menos productivo.

Volviendo a los que no notan el fuerte crecimiento, la última estadística del INE revela que casi la mitad de los españoles (el 47,4%) tienen algún problema parea llegar a fin de mes, algo menos que en 2019 (49,3% tenían problemas), aunque ahora hay 2 millones de habitantes más. De ellos, un 9,1% llegan a fin de mes “con mucha dificultad (eran el 7,8% en 2019 y el 9,3% en 2023), sobre todo en Castilla la Mancha (13%), Canarias (12,4%) y Andalucía (10,9%), siendo pocos en País Vasco (5,1%), Baleares (5,6%) y la Rioja (5,9%). Otro 12,7% de españoles llegan a fin de mes “con dificultad” (14,2% en 2019) y el 25,6% restante con “cierta dificultad (27,3% en 2019). La alta inflación pasada y los alquileres lo explican.

Otro dato preocupante son los españoles, que a pesar de la mejoría del crecimiento y el empleo, sufren “carencias materiales, según la Encuesta de Condiciones de Vida 2024 del INE. Casi un tercio de la población (35,8%) “no tiene capacidad para atender gastos imprevistos” (como en 2019, cuando eran el 35,9%, aunque hoy somos 2 millones de habitantes más), el 6,1% no se puede permitir comer carne o pescado cada dos días (eran la mitad, el 3,8% en 2019), un 17,6% no pueden mantener su vivienda a la temperatura adecuada (el doble que en 2019, cuando eran el 7,6%) y un 13,6% de personas han tenido retrasos en el pago de gastos de su vivienda (frente al 8,3% en 2019).

Pero lo más preocupante es que, a pesar del alto crecimiento y el empleo, España todavía tiene muchos “pobres”: somos el 5º país con más pobreza de Europa (19,7% de la población en 2024) , tras Letonia (22%), Bulgaria (21,7%), Estonia (20,7%) y Lituania (20,6%), según Eurostat. Son 9.653.000 españoles a los que las estadísticas europeas considera “pobres”, porque ingresan menos del 60% de la media del país (menos de 11.584,4 euros al año los solteros y menos de 24.3272 euros al año una familia con dos niños), según el INE.

Esta tasa de pobreza (19,7%) era superior en 2018 (21,5%), cuando el Gobierno Sánchez llegó a la Moncloa, pero el número de pobres ha bajado poco, en -409.000 personas (había 10,06 millones de pobres en 2018), entre otras cosas porque ahora somos 2,35 millones de habitantes más. La población en situación de “pobreza extrema (ingresan menos del 40% que la media, menos de 7.772 euros anuales los solteros y menos de 16.218 euros las familias con 2 niños) también se ha reducido, pero poco: eran el 8,7% de los españoles en 2018 y ahora son el 8,3% de la población, 4.067.000 españoles (solo 4.000 menos que en 2018).

Lo peor es que, a pesar del alto crecimiento y el empleo, la pobreza infantil ha crecido en España: en 2024 estaban en situación de pobreza el 29,2% de los menores de 16 años, frente al 26,2% de pobreza infantil en 2018. Son 2,5 millones de niños y niñas que viven en hogares pobres y de ellos, más de un tercio (el 11%, 941.000 niños y niñas) viven en hogares con pobreza severa y no pueden acceder a una alimentación saludable, como denuncia Save the Children, recordando que España es el 2º país de Europa con más pobreza infantil, tras Rumanía.  Esta pobreza infantil se concentra en las familias de mujeres solas con niños (el 81% de las familias monoparentales), “feminizando” la pobreza.

La llamativa subida del salario mínimo interprofesional (de 735 euros en 2018 a 1.184 euros en 2025, +61%), el avance del Ingreso mínimo Vital (llega a 674.000 hogares, con 2 millones de beneficiarios y una cuantía mensual entre 658 y 1.500 euros) y las ayudas públicas que han integrado (e integran) el “escudo social” (ERTEs, bono social eléctrico, ayudas al transporte,  luz, alimentos y carburantes) han evitado que la pobreza en España creciera estos años, a pesar de que somos 2,35 millones de habitantes más. Pero la tasa de pobreza es “inadmisible” y la Comisión Europea nos alertó de ello en diciembre pasado.

El problema de fondo no es sólo que falten ayudas públicas contra la pobreza sino que se gastan mal, como nos ha reiterado la OCDE y la Comisión Europea. Por un lado, las ayudas públicas a las familias (claves para luchar contra la pobreza) tienen en  España la mitad de peso que en otros paises: suponen el 1,6% del PIB (2021), frente al 2,5% de media en la UE-27, el 3,7% en Alemania o el 2,5% en Francia. Por otro, estas ayudas públicas en España benefician más a las familias de rentas medias y altas que a las familias con rentas bajas, porque el grueso de las  ayudas son desgravaciones fiscales en el IRPF, que benefician a 8 millones de contribuyentes, la mayoría con rentas medias y altas, porque las rentas bajas y los más pobres no declaran (los ingresos de menos de 22.000 euros al año, todos los que están en pobreza severa y la mayoría de los considerados “pobres”).

La propia Comisión Europea alertó, en su informe de diciembre, sobre el hecho de que las ayudas contra la pobreza en España “tienen menos impacto que en otros paises”, por “los problemas de adecuación y cobertura del sistema de protección social, las disparidades regionales de acceso a los servicios públicos y la persistente pobreza en el trabajo”. Sobre este último punto, recordar que en 2023 eran “pobres” casi 2,5 millones de trabajadores (2.499.654), según la Red EAPN. Y que España es el tercer país europeo con más porcentaje de “trabajadores pobres” (11,9%), sólo por detrás de Rumanía (15%) y Bulgaria (11,7%), peor que Portugal (10%) o Grecia (9,85) y por encima de la UE-27 (8,9% de trabajadores “pobres”), Italia (9,9%), Francia (7,8%) o Alemania (6,5%), según Eurostat.

Por todo ello, expertos y ONGs piden modificar el esquema de protección social a las familias más vulnerables, reformar la política contra la pobreza en España. Por un lado, es urgente coordinar las ayudas públicas, creando “una ventanilla única” donde se soliciten y se gestionen, con menos burocracia, más colaboración entre administraciones (incluyendo los Ayuntamientos, claves en las ayudas contra la pobreza) y dando más entrada a las ONGs, quienes tienen más experiencia y conocimiento del problema. Y por otro, hay que destinar más recursos públicos a la lucha contra la pobreza, gastando el doble (como hace la UE) en ayudas a la familia. Además, urge avanzar en aprobar una ayuda universal por hijos, clave para reducir la pobreza infantil, como reitera Save the Children.

De hecho, en 20 paises europeos existe una ayuda universal por hijo, que la OCDE ha propuesto a España (y que sólo aplica el País Vasco, desde marzo der 2023, cuando entró en vigor una ayuda universal por hijo de 200 euros que cobrarán las familias durante 3 años). Con esta ayuda, “se matarían dos pájaros de un tiro”: se reduciría la pobreza infantil y la pobreza de las familias (más concentrada en las que tienen hijos) y se fomentaría la baja natalidad, un grave problema estructural de España, que pone en peligro el futuro de las pensiones y del Estado del Bienestar. El Gobierno Sánchez dice que estudia una ayuda universal por hijo hasta los 6 años, pero tiene difícil contar con apoyos políticos y recursos, máxime cuando la política del PP (apoyada por Junts y PNV) es “bajar impuestos” indiscriminadamente.

Para que haya menos pobres y más gente “note” el crecimiento y el empleo, hay que actuar también sobre los salarios, porque son muy bajos y desiguales, lo que provoca que casi la mitad de españoles tengan problemas para llegar a fin de mes. Los salarios en convenio han subido un +3,07% en 2024, más que la inflación media (2,77%), pero llevan muchos años perdiendo poder adquisitivo (-7,08% desde 2020 y -21,43% desde 2009). Y tienen dos problemas. Uno, son más bajos que en Europa: el salario medio por hora era de 18,2 euros en 2023, frente a 24 euros de media en la UE-27 (-24,2%) , 31,6 euros en Alemania, 28,7 euros en Francia o 21,5 euros/hora en Italia, según Eurostat. Y el otro, que los salarios en España son muy desiguales y hay una mayoría que los tiene bajos.

Veamos. El salario medio bruto en España era de 2.237 euros en 2023, según la última estadística del INE (Decil de salarios). Pero de los 18 millones de asalariados, un 30% (5.400.000) ganan menos de 1.534 euros brutos al mes, otro 40% (7.200.000 trabajadores) ganan entre 1.534,7 y 2.548,2 euros brutos mensuales y sólo el 30% restante (5.400.000 asalariados) ganan más de 2.548,2 euros brutos mensuales. A lo claro: que el 70% de los que trabajan en España (12,6 millones) ganan menos de 2.548 euros brutos, unos 2.170 euros netos. Y hay sectores enteros, como la hostelería, el campo, las empleadas de hogar, el comercio y muchas pymes, donde ganan aún menos. Y sobre todo las mujeres (2.063,2 euros de media, -16,4% que los hombres) y los jóvenes que aún ganan menos (1.387 euros brutos es el salario medio de 16 a 24 años). Con este bajo nivel salarial, no es extraño que si repunta la inflación o suben los alquileres y algunas facturas, mucha gente tenga problemas para llegar a fin de mes. O acabe en la pobreza.

Por eso, habría que actuar en dos frentes. Por un lado, aprobando un Plan urgente contra la pobreza, en especial contra la pobreza infantil, legislando una ayuda por niño/a hasta los 6 años (complementada con otras ayudas hasta los 16 años) y reformando las ayudas públicas disponibles, para que beneficien más a los más pobres. Y por otro, promoviendo en la negociación colectiva una subida mayor de los salarios más bajos (los de menos de 2.000 euros, por ejemplo), para reducir la desigualdad actual y mejorar el poder de compra, lo que se traduciría en más consumo, más crecimiento y más empleo. Es hora de plantear subidas mayores del 3% para estos trabajadores peor pagados, porque ahora las empresas pueden hacerlo, porque llevan 3 años consecutivos con más ventas, márgenes y beneficios.

Lo peor que le puede pasar a un país es que no crezca ni cree empleo. Pero tampoco es bueno que crezca y la mayoría de su población no lo note, porque una buena parte de la población no llegue a fin de mes o siga en la pobreza. Urge aplicar políticas para reducir de verdad la pobreza, sobre todo la infantil, y para que la mayoría de los salarios sean más altos y permitan una vida mejor. Hay que “repartir mejor el crecimiento, para que lo noten más españoles, no sólo una minoría de sueldos y empresas. Es la manera de evitar que muchos españoles pasen” del Estado y de la política y se radicalicen, en manos del populismo y la ultraderecha. La democracia ( y aún más la socialdemocracia) es crecer más para que la mayoría vivan mejor. A ello.

jueves, 16 de enero de 2025

13 autonomías "hacen caja" con los pobres

Se confirma el escándalo: 13 autonomías (9 gobernadas por el PP) han aprovechado que el Gobierno central implantaba el Ingreso Mínimo Vital (IMV) para “ahorrarse” parte del gasto que destinan a sus Rentas Mínimas (RMI): gastaron 448 millones menos entre 2020 y 2023 y ayudaron a 224.129 personas vulnerables menos. Ahora, apenas atienden al 5,9% de los pobres y 5 autonomías ayudan a menos del 2% de sus ciudadanos vulnerables (Madrid, al 0,8% de sus 886.475 “pobres). Mientras, el IMV avanza y ya beneficia a 2 millones de españoles (casi la mitad, niños pobres). Cáritas propone que las familias vulnerables puedan cobrar las dos ayudas (hay regiones donde son incompatibles), mientras la Comisión Europea alertó en diciembre sobre la pobreza en España, criticando el sistema de ayudas, por escaso y mal diseñado. Urge unificar criterios, reducir burocracia y aumentar las ayudas por hijo, porque la pobreza sigue ahí y se concentra en las familias con niños. No miren para otro lado.

                             Enrique Ortega

La economía española lleva 4 años creciendo con fuerza, tras la pandemia, pero los bajos salarios, el alto paro y la inflación hacen que muchas familias no lo noten. Por un lado, casi la mitad (el 46,4%) tienen problemas para llegar a fin de mes, según el INE. Y uno de cada cinco españoles (el 20,28%, 9.715.577 personas) están en situación de “pobreza”, según las estadísticas europeas, porque ingresan menos del 60% de la media (menos de 916 euros al mes los solteros o menos de 1.932 euros al mes las familias con dos hijos), según la Red Europea EAPN. Un porcentaje de “pobres” (20,28%) casi igual que antes de la pandemia (20,7%) y mayor que antes de la crisis financiera (19,8% en 2008), lo que nos coloca como el 6º país europeo con más pobreza (tras Estonia, Letonia, Rumanía, Bulgaria y Lituania), según Eurostat. Y somos líderes europeos en pobreza infantil, según Unicef: hay 2 millones de niños y adolescentes “pobres”, el 28% de los menores.

Frente a este grave problema de la pobreza, del que apenas se habla, las autonomías pusieron en marcha hace 35 años un sistema de ayudas (el País Vasco fue pionero, en 1989, y la última en sumarse fue Aragón, en 1993), las Rentas mínimas de inserción (RMI), que recibe distintos nombres según regiones. Eran poco más que “un parche” contra la pobreza, porque las ayudas eran bajas y muy dispares (entre 434 en Galicia y 800 euros mensuales en el País Vasco) y llegaban a menos de 800.000 beneficiarios (año 2.000), sólo al 9% de los “pobres” señalados por las estadísticas (9.713.242 en 2023). Pero algo ayudaba.

En junio de 2020, tras la grave crisis por la COVID-19, el Gobierno Sánchez puso en marcha otra ayuda, el Ingreso Mínimo Vital (IMV), como complemento a las rentas mínimas autonómicas, para paliar la pobreza más inmediata. Su objetivo era ayudar a 800.000 familias y que llegara a 2.300.000 beneficiarios. Pero el IMV avanzó muy lentamente y a los dos años apenas había cubierto a la mitad de los pobres previstos. Tras varias reformas, recorte de burocracia y la inclusión de las ONGs como colaboradoras, el IMV ha cerrado 2024 con un buen balance: la reciben 673.729 hogares y beneficia a 2.047.755 personas, en su mayoría mujeres (el 53%), menores (44%) y personas de nacionalidad española (el 82,4% de los beneficiarios). La cuantía media del IMV era en diciembre de 470 euros al mes por hogar, con un complemento de 115 euros por niño.

Ya en 2020, al ponerse en marcha el IMV, muchas autonomías (sobre todo las gobernadas por el PP, como Castilla y León, Andalucía, Galicia y Madrid) pensaron que podían aprovechar para recortar sus ayudas a la pobreza, su gasto en Rentas Mínimas de Inserción (RMI). En unos casos, obligaban a pedir a los solicitantes de estas ayudas (RMI) que solicitaran antes el IMV y si se lo concedían, no tenían derecho a la ayuda autonómica (caso de Andalucía, Castilla y León, Galicia, Baleares, Cantabria y Cataluña). Y en otras autonomías (como Madrid), se permitía cobrar las dos ayudas, pero lo percibido como IMV computaba como ingreso y eso reducía el importe de la ayuda autonómica. Todo por “ahorrar” a costa del IMV.

Al cabo de estos 3 años y medio, el balance es escandaloso, según denuncian los Directores y Gerentes de Servicios Sociales: hay 13 autonomías que gastaron en 2023 un total de 447,89 millones menos en rentas de inserción autonómicas que en 2020. Son Madrid (-121,89 millones, una bajada del -91,11%), Andalucía (-88,79 millones, -65,41%), Asturias (-48,23 millones,-41,23%), Aragón (-45,89 millones, -96,24%), Castilla y León (-36,73 millones, -69,72%), Extremadura (-19 millones, -45,11%), Galicia (-18,96 millones, -35,76%), Cantabria (-17,47 millones, -55,14%), Cataluña (-11,36 millones, -2,66%), Navarra (-10,5 millones, -9,9%), Castilla la Mancha (-10,42 millones, -82,24%), Murcia (-10,10 millones ,-58,82%) y La Rioja (-8,6 millones, -64,47%). Solo gastan más en Rentas de Inserción (RMI) la Comunidad Valenciana (+47,28 millones en 2023 sobre 2020, +18,62%), Canarias (+44,10 millones, +103 %), Baleares (+18,04 millones, +74,68%) y País Vasco (+17,81 millones, +39,6%).

Al gastar ahora menos que en 2020, las autonomías atienden a menos “pobres”: en conjunto, las Rentas de Inserción autonómicas han pasado de beneficiar a 795.861 personas en 2020 a ayudar a 574.732 en 2023, una caída del 28,6% (-224.129 beneficiarios en tres años). La pérdida de beneficiarios se ha dado en 14 autonomías (incluyendo el País Vasco), pero se concentra en Madrid (-71.315 beneficiarios, -90,37%), Andalucía (-93.197 beneficiarios, -84,42%), Cataluña (-41.406 beneficiarios, -27,56%) y Asturias (-39.427 beneficiarios, -73,06%). Y son especialmente llamativos los casos de Madrid (ayudaba a 78.605 “pobres” en 2020 y sólo a 7.290 en 2023) o Andalucía, la región con más pobreza de España (el 30,5% de su población en 2023, frente al 20,2% de media), donde los beneficiarios de la ayuda regional han caído de 110.397 en 2020 a 17.200 en 2023. También hay una fuerte caída de beneficiarios en Murcia (de 19.783 a 4.614), la 6ª región con más pobreza (24,20%). Y también caen en Castilla la Mancha (de 7.159 a 2.765), la 4ª con más pobreza (25,50%), mientras aumentan los beneficiarios en las otras dos más pobres, Canarias (de 20.181 a 37.975) y la Comunidad Valenciana (de 77.825 a 163.101).

Con este recorte autonómico, de gasto y beneficiarios, las Rentas Mínimas autonómicas (RMI) cubren ahora al 5,9% de españoles considerados “pobres”, frente al 9% cubierto en 2020. Pero lo más llamativo es que hay 5 autonomías donde estas ayudas apenas llegan al 2% de las personas vulnerables: Castilla la Mancha (atiende al 0,3% de sus “pobres”, que son 531.441), Andalucía (atiende al 0,7% de sus pobres, un total de 2.618.164 personas) Madrid (ayuda sólo al 0,8% de sus pobres, un total de 886.475 personas, según datos del INE), Murcia (ayuda al 1,2% de sus 375.509 pobres) y Castilla y León (ayuda al 1,7% de sus 433.833 pobres), según el informe de los Directores de Servicios Sociales. No parece casualidad que 4 de estas 5 autonomías con menos ayudas las gobierne el PP.

Otro problema de estas Rentas Mínimas autonómicas (RMI) es que son muy desiguales, desde los requisitos que se exigen (varía el tiempo exigido de empadronamiento) a las obligaciones que conllevan (no todas exigen inscribirse en el paro o participar en programas de inserción sociolaboral) , su plazo de duración (en 13 autonomías no hay límite y en el resto son por un año o dos prorrogables) y, sobre todo, su importe:  la cuantía media era de 559,36 euros en 2023 (el 51,79% del SMI), pero hay 8 regiones donde esta ayuda está por debajo de 500 euros mensuales: Melilla (328 euros), Galicia (469,2), Madrid (469,93), Asturias (473,27), Castilla y León, Cantabria, Murcia y la Rioja (480 euros). En Andalucía cobran 533 euros, en Extremadura y Ceuta 600, en Navarra 716,31, en Cataluña 717 y en el País Vasco 840,68 euros de media, según los datos del IMSERSO (2023).

Los Directores de Servicios Sociales creen que estas ayudas autonómicas (RMI) deberían ser “diferentes y compatibles” con el Ingreso Mínimo Vital (IMV), destinándose esta ayuda estatal a cubrir las necesidades más básicas de las familias vulnerables (comida, ropa, alojamiento, recibos)  y las ayudas autonómicas a financiar proyectos de inserción social, desde cursos a empleabilidad. Por su parte, Cáritas lleva años proponiendo “armonizar” las rentas mínimas autonómicas y el IMV, para que puedan cobrar ambas ayudas las familias más vulnerables, sobre todo esos 4 millones de españoles en situación de “pobreza severa” (quienes ingresan menos del 40% de la renta media: menos de 560 euros al mes un soltero y menos de 1.176 euros una familia con dos niños).

Ahora, esta denuncia de que 13 autonomías han aprovechado la mejoría del ingreso Mínimo Vital para “hacer caja” y dedicar la mayor parte del dinero que gastaban en ayudar a los pobres a  otras cosas (¿a qué?, porque no parece que sea en Sanidad, Educación, Vivienda o Dependencia, donde hay tantas necesidades sin atender…) reactiva el debate sobre la política contra la pobreza en España, que es escasa y poco eficiente, según diversos análisis hechos en los últimos años por la OCDE y la Comisión Europea.

Por un lado, las ayudas públicas a las familias (claves para luchar contra la pobreza) tienen en  España la mitad de peso que en otros paises: suponen el 1,6% del PIB (2021), frente al 2,5% de media en la UE-27, el 3,7% en Alemania, el 3,4% en Dinamarca o el 2,5% en Francia. Por otro, además de ser escasas, estas ayudas públicas en España benefician más a las familias de rentas medias y altas que a las familias con rentas bajas, porque el grueso de las  ayudas son desgravaciones fiscales en el IRPF, que benefician a 8 millones de contribuyentes, la mayoría con rentas medias y altas, porque las rentas bajas y los más pobres no declaran (los ingresos de menos de 22.000 euros al año, todos los que están en pobreza severa y la mayoría de los considerados “pobres”).

La propia Comisión Europea alertó, en su informe de diciembre, sobre “el aumento de la pobreza en España” y sobre el hecho de que las ayudas contra la pobreza “tienen menos impacto que en otros paises”, debido en parte a “los problemas de adecuación y cobertura del sistema de protección social, las disparidades regionales de acceso a los servicios públicos y la persistente pobreza en el trabajo". Sobre este último punto, recordar que en 2023 eran “pobres” 2,5 millones de trabajadores (2.499.654), según la Red EAPN. Y que España es el tercer país europeo con más porcentaje de “trabajadores pobres” (11,9%), sólo por detrás de Rumanía (15%) y Bulgaria (11,7%), peor que Portugal (10%) o Grecia (9,85) y por encima de la media de la UE-27 (8,9% de trabajadores “pobres”), así como de Italia (9,9%), Francia (7,8%) o Alemania (6,5%), según Eurostat.

Por todo ello, expertos y ONGs piden modificar el esquema de protección social a las familias más vulnerables, reformar la política contra la pobreza en España. Por un lado, es urgente coordinar las ayudas públicas, creando “una ventanilla única” donde se soliciten y se gestionen, con menos burocracia, más colaboración entre administraciones (incluyendo los Ayuntamientos, que son claves en las ayudas contra la pobreza) y dando entrada a las ONGs más destacadas, que son las que tienen experiencia y más conocimiento del problema. Y por otro, hay que destinar más recursos públicos a la lucha contra la pobreza, gastando el doble (como hace la UE) en ayudas a la familia. Además, urge avanzar en aprobar una ayuda universal por hijos, clave para reducir la pobreza infantil.

De hecho, en 20 paises europeos existe una ayuda universal por hijo, que la OCDE ha propuesto a España (y que sólo aplica el País Vasco, desde marzo der 2023, cuando entró en vigor una ayuda universal por hijo de 200 euros que cobrarán las familias durante 3 años). Con esta ayuda, “se matarían dos pájaros de un tiro”: se reduciría la pobreza infantil y la pobreza de las familias (más concentrada en las que tienen hijos) y se fomentaría la baja natalidad, un grave problema estructural de España, que pone en peligro el futuro de las pensiones y del Estado del Bienestar. El Gobierno Sánchez ha dicho que estudia una ayuda universal por hijo hasta los 6 años, pero tiene difícil contar con apoyos políticos y recursos, máxime cuando la política del PP (apoyada por Junts y PNV) es “bajar impuestos” indiscriminadamente.

Pero además de tener más recursos, la clave para que las políticas contra la pobreza funcionen es la colaboración entre el Estado, autonomías y Ayuntamientos. Y no se da,  máxime si 13 autonomías aprovechan el IMV para “hacer caja” y gastar menos con los pobres. No es casualidad, porque hay una vieja idea en la derecha de que la ayuda contra la pobreza es una cuestión de “caridad y beneficencia”, no un derecho. Es más: hay dirigentes del PP, como Isabel Díaz Ayuso (presidenta de la autonomía que sólo ayuda al 0,8% de sus pobres "oficiales") que declara que “la justicia social es un invento de la izquierda” y respalda a su portavoz cuando dice que “no ve pobres en Madrid”…

Cuando España tiene 1 de cada 5 ciudadanos “en la pobreza” (datos oficiales) y es líder europeo en pobreza infantil, resulta escandaloso que 13 autonomías recorten su gasto en ayudas y reduzcan drásticamente los beneficiarios. Porque la lucha contra la pobreza no es sólo “una prioridad moral” y de “justicia social” (no dejar a casi 10 millones de españoles atrás, mientras una minoría se hace cada año más rica). Es también una prioridad económica y política, porque la economía no puede aprovechar su potencial ni la democracia cuenta con apoyo suficiente (sí el populismo y la extrema derecha) cuando hay tantos millones de personas vulnerables y malviviendo  Así que la pobreza, lejos de ser “un invento de la izquierda”, es un cáncer social, que preocupa cada vez más a la OCDE, FMI y Comisión Europea, como nos alertó en diciembre. Por eso, urge que el PP y sus autonomías (y Ayuntamientos) dejen de “racanear” y alcancen un Pacto de Estado contra la pobreza, para dejar de ser un país líder. Debería avergonzarnos.

lunes, 23 de diciembre de 2024

Navidades 2024: más gasto y más desigual

Este año, la inflación no es la gran protagonista de la Navidad, como en 2023 y 2022, aunque algunos precios se han disparado. Y además de tener menos inflación (2,4%), hay medio millón de personas más trabajando que las Navidades pasadas. Por esto, se espera que gastemos algo más este año, sobre todo en comidas, regalos y viajes, aunque una parte sea a golpe de tarjeta o de créditos personales (con tipos que apenas bajan). Pero casi la mitad de los españoles (46,4%) tienen problemas para llegar a fin de mes (porque los sueldos siguen bajos y los alquileres y gastos altos), con lo que tendrán que gastar “con cuidado”. Y la Navidad es una mala época para los que están en situación de pobreza, 9.715.000 españoles, según los datos oficiales (ganan menos del 60% que la media), algo por lo que nos acaba de llamar la atención Bruselas. Celebremos estos días con familia y amigos, pero sin olvidarlos, porque necesitan apoyo (y son vecinos nuestros). ¡Feliz Navidad!

                           Enrique Ortega

El consumo de las familias se recuperó en el tercer trimestre, según el INE, creciendo un +1,1%, más que la economía (+0,8%) y el mayor aumento del año. Y todo parece indicar que el gasto de los hogares aumentará más en este 4º trimestre, dado que muchas personas han aprovechado el Black Friday (finales de noviembre y principios diciembre) para anticipar la compra de regalos (se han hecho más compras, aunque de menor importe, según los primeros balances) y porque todos los datos (reservas comidas y cenas, compras anticipadas, reservas de hoteles y viajes) anticipan que los españoles vamos a gastar algo más estas Navidades 2024, tras “cortarnos” en 2022 y 2023, por la alta inflación.

Este mayor consumo esperado para las Navidades 2024 se asienta en dos datos económicos claves, que impulsan el gasto. Uno, que hay más gente con trabajo este año, personas que ahora trabajan y las Navidades pasadas no: en noviembre había 21.302.463 cotizantes a la Seguridad Social, +496.392 ocupados más que en noviembre de 2023 (20.806.071 afiliados). Y el otro dato, básico para ellos y para el resto de consumidores, es que la inflación ha bajado este año, que los precios suben pero menos: la inflación anual estaba en el +2,4% en noviembre (2,3% en la zona euro), frente al +3,1% que subía en diciembre de 2023, el +5,7% en 2022 y el +6,5% de subida anual en las Navidades 2021, las más inflacionistas.

Y además, los que tienen una hipoteca media (150.000 euros) pagan ahora menos cuota, por las 4 bajadas de tipos que ha hecho el BCE : 127 euros menos al mes que hace un año. También los carburantes están algo más baratos que las Navidades pasadas: nos ahorramos 5,2 euros al llenar el depósito de un coche diesel y 2,6 euros en un coche de gasolina. La revisión de los alquileres será mucho más baja (+2,4% y un máximo del 3%), aunque los alquileres nuevos son mucho más caros (han subido un +11,1% en  el último año). Y también han subido la luz (74,60 euros el recibo medio en noviembre 2024, frente a 50,39 euros un año antes, según la OCU) y el gas natural, aunque ha bajado el gas de calefacción.

Con este panorama, de más empleo y precios en general más bajos, todos los expertos auguran un mayor gasto en las Navidades 2024. Y que España sea uno de los paises europeos con más consumo navideño, dado que crecemos más que la mayoría, Alemania está en recesión y Francia estancada, con Italia a medio gas. Así, la previsión de MasterCard es que el gasto “navideño” (noviembre y diciembre) aumente en España un +5,3%, frente al +2,9% que augura para toda Europa, con un mínimo aumento del gasto en Francia (+0,7%) y Alemania (+1,7%) y mayor en Italia (+3%) o Reino Unido (+3,6%). Para España, anticipan que el mayor gasto se dará en hostelería (+15,5%), hoteles y alojamientos (+13,2%), muebles y decoración (+55), alimentación (+4,5%), bricolaje (+4%) y ropa (+3,4%).

Resulta difícil saber cuánto se va a gastar cada familia estas Navidades, porque cada una tiene sus cuentas.  El Observatorio Cetelem estima, con una Encuesta, que el gasto medio será de 583 euros por persona, un 3% más que las Navidades pasadas (+15 euros), señalando que la mitad gastará lo mismo y que los productos con mayor intención de compra son los perfumes (el 47% piensa comprarlos), moda (44%), juguetes (43%), libros (el 36% los comprará), calzado y complementos (30%), viajes (16%) y ocio (15%). Otra Encuesta, de la OCU, eleva este gasto navideño a 683 euros por persona, aunque sorprende que sea una cifra un 8% menos del gasto las Navidades pasadas (-62 euros). Según este estudio, el mayor gasto se dará en regalos (359 euros por persona), comidas y fiestas (170 euros), viajes (86 euros) y Lotería (64 euros, aunque el gasto medio en España fue de 71,67 euros en 2023 ).

Un gasto que seguro aumentará estas Navidades son los viajes, porque este año ha sido récord en “escapadas”, de españoles y extranjeros, confirmando la nueva tendencia de que viajar es un gasto prioritario para los europeos tras la pandemia. Algunos buscadores señalan que “7 de cada 10 españoles harán algún viaje estas Navidades”, mientras los datos indican que las reservas hoteleras para diciembre crecen un +37% sobre las hechas en las Navidades de 2019, antes de la pandemia. Los principales destinos estas fiestas son las grandes ciudades (Madrid y Barcelona), zonas de nieve y montaña pero también destinos de costa (aprovechando temperaturas más altas) y Canarias. Y más viajes fuera. Un mayor gasto en viajes que contrasta con la fuerte subida de los hoteles (algunos han subido un 20% sobre la Navidad pasada), los bares, restaurantes y el ocio.

El mejor indicador de que habrá más consumo estas Navidades 2024 es que muchas empresas han aumentado sus plantillas (temporalmente). Según la empresa de trabajo temporal Randstad, se han hecho 491.175 nuevas contrataciones en España para cubrir la mayor demanda entre Black Friday, Navidades y rebajas de enero. Son 116.175 empleos más que la pasada temporada (347.000 empleos) . La mayoría son para logística y transporte (+211.400, un 25,8% más, sobre todo de mozos de almacén, transportistas y atención al cliente), hostelería (+179.000, +10,6%,  la mayoría camareros) y comercio (+100.775 empleos, +5,2%), concentrados en Andalucía (+86.3609), Cataluña (+77.780), Madrid (+74.715), Comunidad Valenciana (+50.000) y Canarias (+38.600 empleos estas Navidades).

Con todo, el gasto estas Navidades será muy diferente, según la situación económica de las familias. Porque hay muchas que tienen ahora más gente trabajando y pueden gastar algo más, pero muchas otras no pueden y algunas siguen en situación muy vulnerable, pensando más en sobrevivir que en celebrar estas fiestas. Así que no hay una Navidad, sino tres tipos de Navidades, como tres tipos de familias.

Casi la mitad de familias tienen un problema, que se les agrava en Navidad: les cuesta llegar a fin de mes. Les sucede al 46,4% de las familias, según el INE: un 8,9% llegan “con mucha dificultad”, otro 12,7% “con dificultad” y un 24,8% más “con cierta dificultad”. Estas familias tienen dos opciones en Navidad: restringir gastos o endeudarse, tirar de tarjeta o pedir un crédito. Y, a pesar de las bajadas de tipos, no lo tienen fácil. Los créditos personales apenas han bajado: del 7,69% en diciembre de 2023 a 7,41% en octubre, el último dato del Banco de España. Y si optan por pagar con tarjeta, a crédito, el tipo estaba en octubre en el 18,62%, más caro que el 18,22% de diciembre de 2023. Pero ASUFIN denuncia que los tipos reales de las tarjetas “revolving” (se pide un crédito y se devuelve pagando una cuota fija al mes)  están en el 23,34% (21,34% hace un año). Significa que si tienes una tarjeta “revolving con un crédito de 1.000 euros y pagas una cuota fija de 25 euros al mes, acabas pagando 569 euros en intereses… (+99 euros que hace un año).

El otro grupo de familias, las más vulnerables, lo tienen peor: no es que tengan que restringir gastos o endeudarse, es que su prioridad sigue siendo “sobrevivir”. Y son muchos. En 2023, nada menos que 9.715.577 españoles estaban “en situación de pobreza o exclusión social”, según las estadísticas europeas y del INE, que consideran “pobre” a quien gana menos del 60% de la media de cada país (en España, menos de 916 euros al mes los solteros o menos de 1.932 euros al mes las familias con dos hijos). Este baremo supone que 1 de cada 5 españoles (20,28% en 2023) está en situación de “pobreza , lo que nos coloca como el 6º país europeo con más pobreza (tras Estonia, Letonia, Rumanía, Bulgaria y Lituania). Un dato sobre el que alertó la semana pasada la Comisión Europea, en su informe sobre España.

Para Cáritas, que se vuelca cada Navidad en este grupo de “españoles pobres”, el problema es que esta pobreza se ha hecho “estructural”, sigue ahí aunque mejoren la economía y el empleo y bajen los precios. Es una pobreza ligada a la falta de empleo o a los muchos empleos precarios, que explican que 2,5 millones de personas con trabajo “sean pobres”. Una pobreza que se concentra entre las mujeres con niños (hay 2 millones de niños y adolescentes en situación de pobreza, el 28% de los menores, la tasa más elevada de toda Europa, según Unicef), en los parados mayores de 45 años, bastantes jóvenes y muchos inmigrantes (aunque el 75% de los “pobres” son españoles, según Cáritas).

Escribo todo esto no para amargar las Navidades sino para que seamos conscientes de que no todo son luces y “consumismo”, celebraciones y bolsas con regalos. Que no podemos olvidar que hay muchos españoles (“vecinos nuestros”) que lo están pasando mal, con problemas serios para llegar a fin de mes e incluso para sobrevivir cada día. Seamos solidarios y si podemos, ayudémosles, donando a ONGs o ayudando a quienes sabemos que lo necesita. Es la mejor manera de celebrar esta Navidad y todas: hagamos que sea una fiesta de solidaridad con los que tenemos alrededor, con ayudas, atención y cariño.
¡ Feliz Navidad ¡

jueves, 31 de octubre de 2024

2,5 millones son "pobres" a pesar de trabajar

Hay 2,5 millones de personas que van cada día a trabajar y son “pobres”: ganan menos del 60% que la media (menos de 916 euros mensuales) y no pueden atender gastos básicos. Son tanto hombres como mujeres, jóvenes y personas de 45 a 59 años, muchos inmigrantes, familias y mujeres solas con niños, personas con poca formación y contratos precarios en el campo, hostelería, construcción, limpieza y servicio doméstico, en el sur y Levante. España es el tercer país europeo con más “trabajadores pobres”, un porcentaje (11,9% de los que trabajan) similar al de 2008. Y Caritas alerta que la mitad de las personas que atienden tienen trabajo. Ahora, la subida de alquileres ha aumentado esta tasa de pobreza laboral, vinculada a empleos precarios y mal pagados, así como a tener hijos. Pero los expertos insisten en que no basta con mejorar empleos y sueldos: urgen políticas para aumentar las ayudas a los más pobres y a las familias con niños. Pobres con empleo.

                               Enrique Ortega

Hasta hace 2 décadas, tener un trabajo permitía a las personas vivir “medianamente bien: emanciparse, formar una familia, tener una casa o un coche y mantener un ritmo de vida “digno”. Pero la crisis financiera de 2008 trastocó esta “vida tranquila” de la mayoría de trabajadores: muchos perdieron su empleo y otros vieron recortar sus sueldos y sus expectativas vitales, de la mano de los recortes presupuestarios. Y a partir de 2012, con la reforma laboral aprobada por el Gobierno Rajoy, muchas empresas “cambiaron a su personal”, sustituyendo personal mayor por jóvenes peor pagados y con contratos precarios. Y después, la pandemia y la inflación disparada se comieron parte de los sueldos, que apenas habían subido, deteriorando más la calidad de vida de las familias.

Con todo ello, la pobreza afecta a una parte importante de la sociedad, en Europa y en España. En la UE-27, había 72 millones de personas “pobres” en 2023, un 16,2% de la población que ingresaban menos del 60% de la media del continente, según Eurostat. Y España es el 6º país europeo con más porcentaje de población “pobre”, un 20,2% que ingresa menos del 60% de la media española (10.990 euros al año), 9.715.577 personas en 2023, según la Red Europea de Lucha contra la Pobreza (EAPN), sólo por detrás de Estonia (22,6% son “pobres”), Letonia (22,4%), Rumanía (21,1%), Bulgaria y Lituania (20,6%), según Eurostat, que refleja también un alto nivel de “pobreza monetaria” en Italia (18,9% de la población), Francia (15,4%) y Alemania (14,4%).

Lo que quizás se conoce menos es que muchos de estos “pobres” tienen un trabajo, son “pobres con empleo”. En España, los últimos datos del INE revelan que un 32% de los pobres tenían empleo, mientras otro 22% son parados, un 15% son jubilados y el 31% restantes son inactivos (personas que ni trabajan ni buscan trabajo, la mayoría mujeres y jóvenes). Si se aplica el criterio de “pobreza” a las personas que trabajan, que ingresen menos de 10.989 euros al año (916 euros al mes), que se amplía a 23.078 euros anuales (1.923 euros al mes) para familias con dos progenitores y dos niños, según el INE, resulta que un 11,9% de los que tenían un empleo en 2023 eran “pobres”: casi 2,5 millones de trabajadores “pobres” (2.499.654), según los cálculos de la Red EAPN.

El problema de que hay muchos “trabajadores pobres” no es nuevo: lo arrastramos desde 2008, cuando ya eran “pobres” (ingresaban menos del 60% de la media) el 11,7% de los ocupados: eran 2.370.139 trabajadores “pobres”. Después, el porcentaje aumentó con la crisis, hasta un máximo del 14,8% en 2015, para bajar al 12% en 2020 y volver a subir al 14,3% en 2021, por la pandemia, bajando al 12,5% en 2022 y al 11,9% de 2023. Con este último dato, España se sitúa como el tercer país europeo con más porcentaje de “trabajadores pobres” (11,9%), sólo por detrás de Rumanía (15%) y Bulgaria (11,7%), peor que Portugal (10%) o Grecia (9,85) y por encima de la media de la UE-27 (8,9% de trabajadores “pobres”), así como de Italia (9,9%), Francia (7,8%) o Alemania (6,5%), según Eurostat.

Dentro de estos 2,5 millones de “trabajadores pobres” en España, el grupo más preocupante son los 890.000 trabajadores (el 4,2% de todos los que trabajan) que viven en “pobreza severa”, porque ingresan menos del 40% de la media (menos de 611 euros al mes los individuos y menos de 1.283 euros mensuales las parejas con 2 hijos). Son “los más pobres entre los trabajadores pobres”, un porcentaje que apenas ha mejorado desde 2008 (cuando los trabajadores en pobreza severa eran el 4,3% del total de ocupados). Y están muy lejos de salir de esta situación, según el estudio de la Red EAPN: ingresan de media 4.521 euros al año y tendrían que ingresar 2.805 euros más al año para salir de la pobreza severa. Y ganar 6.469 euros más al año (539 euros más al mes, vez y media lo que ganan) para salir de la pobreza. Algo imposible… En el caso del resto de “trabajadores pobres”, los que ingresan menos del 60% de la media del país, ganan de media 7.705 euros al año, así que necesitan ganar un 22% más (2.423 euros más al año) para dejar de ser pobres. Difícil…

¿Quiénes son estas personas “pobres” a pesar de trabajar? Son algo más hombres (12,4% de ocupados) que mujeres (11,3%), más jóvenes (12,9% de ocupados entre 16 y 29 años) que mayores (11,8% entre 45 y 64 años), aunque sube la pobreza entre los que tienen de 45 a 59 años, según un estudio de Intermón Oxfam, porque este grupo de trabajadores sufrió más la crisis de 2008 y encima tienen en casa a hijos que no pueden emanciparse. Hay más “pobreza laboral” entre los ocupados con baja formación (27,9% de los que sólo tienen primaria son “pobres”) y sobre todo entre los inmigrantes: un 32,3% de trabajadores de fuera de la UE son pobres (19% si vienen de la UE), frente al 9,9% de españoles ocupados “pobres”. Y lo sufren más zonas rurales (15,4%) que urbanas (11,4%).

Un factor clave es el tipo de contrato que tengan: los trabajadores con contrato temporal tienen más tasa de pobreza (17,9%) que los fijos (7,8% son pobres) y lo mismo los que tienen contratos a tiempo parcial, por horas o días (22,5% son pobres) frente a los que trabajan a jornada completa (sólo 10,1% son pobres). Y como estos contratos precarios les suponen ganar menos, muchos son pluriempleados (el 13,4% son pobres). Otro factor decisivo que explica la pobreza laboral es el sector en que se trabaje. Los que salen peor parados son los autónomos, según el estudio de Intermón Oxfam: el 26,9% son pobres, básicamente porque son “falsos autónomos” o porque son actividades que hacen solos, sin empleados). Y entre los asalariados, los más “pobres” son los que trabajan en el campo (31,4% ocupados son pobres), las empleadas de hogar (29,4% pobres), en hostelería (21,1%) y construcción (19,6%), estando por encima del 15% de empleados pobres los que trabajan como monitores deportivos (15,7%) y en Call centers y limpieza de edificios (15,3%).

Por autonomías, las zonas con más porcentaje de “trabajadores pobres” son Andalucía (19,4% ocupados), Extremadura (17,2%), Ceuta (16,3%), Castilla la Mancha (15,4%), Murcia (14,3%), Canarias y Comunidad Valenciana (13,8%), todas por encima de la media. En resumen, el sur y Este de España. Y tienen poca “pobreza laboral” Navarra (6,3%), país Vasco (6,6%), Madrid (7%), Baleares (9,6%), Cantabria o Asturias (9,6%) y Aragón (10%).

Es importante añadir que la composición de los hogares también es decisiva para que un trabajador sea o no pobre, según el estudio de Intermón Oxfam. Así, esta “pobreza laboral” se concentra más en las familias numerosas (el 39% de los hogares con 3 o más hijos) y en los hogares monoparentales (el 75% de ellos con mujeres solas) con niños (el 29,5% de estos hogares donde la madre trabaja son pobres). Los expertos reiteran que la existencia de menores agrava el riesgo de pobreza, se trabaje o no. También es mayor la tasa de pobreza entre los trabajadores que viven solos (13,3%), ya sean jóvenes o mayores.

Un dato llamativo son los gastos de estos “trabajadores pobres”. El estudio de Intermón Oxfam revela que un tercio viven en alquiler (y el 24% pagan una hipoteca) y que pagarlo se lleva el 53,6% de sus ingresos mensuales  (cuando supone un 22,4% de los ingresos en los hogares sin pobreza). Y otro 25,6% se lo lleva el pago de suministros (luz, agua y gas). Así que entre alquiler (o hipoteca) y pagos del hogar, las familias pobres destinan hasta el 79,2% de sus ingresos (frente al 32% las familias que no son pobres), lo que apenas les deja margen para comida, enseñanza (transporte, comida, uniformes y libros) o sanidad (la mayoría de los hogares pobres no pueden pagar al dentista, las gafas o algunas medicinas). Y por eso, 1 de cada 4 familias pobres acuden a ONGs o a los servicios sociales: Caritas dice que la mitad de las personas a las que atendió en 2023 trabajan.

¿Por qué hay trabajadores que son pobres? La primera causa es que su trabajo es precario y por eso tienen un sueldo bajo, que les dificulta sobrevivir. En España, aunque la reforma laboral ha bajado el porcentaje de contratos temporales (16,4% de los asalariados en septiembre, según la EPA) y a tiempo parcial (12,8%), aún son más que en Europa. Y tenemos  un exceso de trabajos que exigen baja formación y en el sector servicios, que están peor pagados. En  consecuencia, el salario medio bruto en España era de 1.964 euros brutos en 2023, casi un 20% inferior al salario medio en la UE-27, que era de 2.351 euros brutos, según un estudio de Adecco con datos del INE y Eurostat. Y hay 11 paises europeos que cobran más que España: Luxemburgo (4.086 euros brutos mensuales), Holanda (3.771), Irlanda (3.596), Dinamarca (3.494), Austria (3.205), Alemania (3.174), Finlandia (3.040), Bélgica (2.967), Suecia (2.827), Francia (2017) e Italia (2017).

No se trata sólo de que los sueldos sean más bajos, sino que en España se cobra también menos por hora trabajada, según Eurostat: 18,2 euros en 2023, un -24,2% menos que en la UE-27 (24 euros por hora) y bastante menos que en Dinamarca (42 euros/hora), Bélgica (36,3), Irlanda (33,3), Paises Bajos (33), Alemania (31,6), Francia (28,7)o Italia (21,5). Y sólo ganan menos por hora en Portugal (13,7), Grecia (12,6) y los paises del Este.

El segundo problema que explica la pobreza laboral es la inflación, que se ha ido comiendo las subidas de salarios, sobre todo entre 2021 y 2023, pero también antes. Así, el salario medio bruto en España pasó de 1.774 euros en 2008 a 2.128 en 2022 (+20%),  según el INE. Pero como la inflación subió más (+29,9%), pues los salarios reales (descontando la inflación) han bajado, de 1.774 a 1.652 euros. Y esto afecta más a las familias más vulnerables, que son las que sufren más la inflación, por el tipo de gastos que tienen.

Un tercer factor que explica nuestra mayor pobreza laboral es que los salarios se han revalorizado menos en España los últimos años. Así, el salario por hora trabajada aumentó aquí un +27% entre 2008 y 2023,según Eurostat, mientras aumentó un +49% en la UE-27, un 44,95% en Alemania, un +37% en Francia y un +37% en Portugal.

Pero hay más causas que explican por qué tenemos más “trabajadores pobres”. Una es que hemos tenido un salario mínimo muy bajo, menor al del resto de Europa, aunque el Gobierno Sánchez lo haya subido de 736 euros (2018) a 1.134 euros en 2024 (+54%), lo que beneficia a 2,5 millones de trabajadores (muchos han dejado de ser “pobres”, otros no, porque trabajan menos de la jornada completa). Otra causa, clave, es que los trabajadores pobres en España tienen menos ayudas públicas: sólo llegan a un tercio de las familias pobres y su impacto es reducido (suponen el 22% de los ingresos totales), según el estudio de la Red EAPN.

Por eso, los expertos reiteran que no sólo hay que actuar sobre los contratos y los sueldos para reducir la pobreza laboral, sino que hay que aumentar las ayudas públicas a la pobreza, sobre todo a los hogares vulnerables con niños, dado que España destina sólo el 1,5% del PIB a la infancia y la familia, la mitad del gasto que hace la UE (2,4% del PIB). Para ello, habría que ampliar el alcance del Ingreso Mínimo Vital (IMV), que sólo llegaba en septiembre a 661.640 hogares (con 2 millones de beneficiarios). Además, es importante la reforma del seguro de desempleo, que entrará en vigor el 1 de noviembre y permitirá cobrar un subsidio y aceptar un trabajo (para animar a buscarlo), lo que aumentará los ingresos de algunos “trabajadores pobres”. Además, hay que seguir negociando mayores subidas en los convenios para los trabajadores peor pagados, mejorando en paralelo el salario mínimo.

Y será clave mejorar las ayudas a la infancia, porque los hogares con niños son más proclives a la pobreza. En este sentido, es indignante que la Ley de Familia siga estancada en el Congreso (desde febrero en que la envió el Gobierno), porque pretende asentar las ayudas por hijo (100 euros al mes para hijos menores de 3 años), que el Gobierno quiere ampliar a 200 euros en 2025 (ojo, va a tenerlo difícil si no consigue aprobar los Presupuestos) y generalizarla en el futuro para todos los menores hasta los 6 años.

En resumen, que en pleno siglo XXI, hay 2,5 millones de españoles que se levantan cada día para trabajar sabiendo que su empleo no les impide ser pobres y malvivir. Somos un país que crece y crea mucho empleo, pero a muchos eso no les permite vivir dignamente y tienen graves problemas para subsistir. Habría que polarizar menos la política y pactar de una vez un Plan contra la pobreza, que es una vergüenza social y un cáncer para la economía. Contratos y salarios dignos, alquileres y precios asumibles y ayudas para los que se quedan atrás, esos casi 10 millones de españoles pobres, una cuarta parte trabajando.