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domingo, 21 de noviembre de 2010

La aventura de crear una pequeña empresa

La creación de nuevas empresas ha caído en septiembre un 2,5%, tras ocho meses subiendo, como válvula de escape a muchos parados y jóvenes que tratan de buscarse la vida montando un negocio. Precisamente, tengo un amigo en paro que acaba de crear  una empresa, con otro socio. Y está siendo  toda una aventura.
ENRIQUE ORTEGA
Lo primero es ir al Registro Mercantil, a ver si el nombre está libre y registrarlo: 15,95 euros. A los dos días te lo dan y ya puedes registrar la empresa. Un sistema  cómodo es hacerlo a través de un punto de atención de CIRCE, el programa del  Ministerio de Industria para el registro electrónico de empresas. Mi amigo y su socio pidieron cita  y les acompañé, con una serie de documentos (registro, DNI, Seguridad Social, objeto  social…). Una funcionaria les rellenó un programa en el ordenador y salieron con una cita dos días después en un notario. Antes, tenían que abrir una cuenta e ingresar el capital mínimo exigido para una SL: 3.000 euros.
Los nuevos empresarios llegaron al notario y ¡sorpresa ¡ : no sabían nada de la escritura. Les explicaron que “era un sistema nuevo y que no les habían avisado”. Esperaron y al final firmaron. Dos días después tenían el CIF y en dos semanas la escritura (Notario: 446,62 euros).

Hay que seguir. Volver a hablar con la Caja, para buscar un sistema de cobro de recibos a clientes cuando los haya: un coste al mes, más tanto por recibo devuelto. ¿ Y dinero para hacer frente a los pagos de proveedores? Les dicen que “el crédito es complicado y tarda”, pero se puede pedir uno al ICO, al crédito oficial. En la solicitud hay que poner los bienes de que se dispone y firmar hasta las mujeres. Y a esperar. Mientras, hay que buscar una gestoría, porque hay que cumplir múltiples trámites legales  y hacer frente a las primeras declaraciones a Hacienda, antes de que acabe el año. Son 120 euros al mes, por lo barato.
Y luego hay que registrar dominios, encargar un logotipo y una Web, otros 1.500 euros si se hace medio bien (por eso, en España, la mitad de las pymes no tienen Web). Y eso sin contratar personal y sin tener una oficina: mi amigo se reúne con su socio en cafeterías de  hoteles con Wifi. “Hasta ahora, sólo hemos pagado y todavía no hemos facturado un duro”, me comentan. Y aún no han conseguido aclararse con la maraña de ayudas públicas.
Y así, miles de profesionales cada día, intentando auto emplearse y salir adelante, luchando contra la burocracia y el papeleo: en España, la media para abrir un negocio es de 47 días, frente a 13 días de media en la OCDE. Y las licencias pueden retrasar una apertura hasta dos meses. Y buscando financiarse sin conseguirlo, sin saber cómo resolver el problema de pagar ya a los proveedores y no saber cuándo se va a poder cobrar a los clientes. Sin ayudas ni formación para  sacar el máximo partido a las nuevas tecnologías.  Y sin un contexto social y político que les apoye, más allá de las grandes palabras a favor de las pymes.
La solución pasa por “mimar” a quien quiera abrir una empresa, facilitarle todos los trámites  de verdad en un solo lugar, quitarle costes, facilitarle un local y los servicios más urgentes. Y no cobrarle impuestos el primer año o mientras cree empleo. Así nacerían más empresas.