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lunes, 11 de abril de 2016

Déficit excesivo: más ingresos, no más recortes


Tantos recortes para que Rajoy no haya cumplido nunca con el déficit prometido a Bruselas. Y España tiene el mayor déficit público de Europa (Grecia incluida). Montoro echa la culpa a las autonomías, pero olvida algo: de los 10.000 millones que se ha desviado el déficit, 4.800 son porque el Gobierno Rajoy bajó los impuestos, por las elecciones. Y también tiene culpa del agujero de las pensiones, por una reforma laboral que ha desplomado las cotizaciones. Ahora, el Gobierno en funciones quiere recortar el gasto de las autonomías, con muchas competencias y pocos ingresos, que exigen una reforma urgente de su financiación. Mientras, Bruselas amenaza con nuevos recortes (12.000 millones), que hundirían más la economía y la recaudación. Hay que explorar otro camino: recaudar más. Si España ingresara como Europa, recaudaríamos 82.000 millones más. Hay que reducir el fraude y hacer que paguen más las grandes empresas, multinacionales y los ricos. Así no habría que recortar.
 
enrique ortega

España es el país de la Unión Europea (28 países) con más déficit público en 2015: -56.600 millones de “agujero” (gastos-ingresos públicos), un 5,16% del PIB, frente al 2% de media en la UE-28, incluso por encima de Grecia (4,6% de déficit), Francia (3,8%) o Portugal (3%). Pero esto no ha sido siempre así: en 2003 y 2004, España tenía unas cuentas públicas equilibradas y entre 2005 y 2007 tuvo superávit, ingresábamos más de lo que gastábamos. Pero llegó la crisis y la recaudación se desplomó, mientras crecían los gastos públicos para tratar de paliar la crisis (desempleo, Plan E y cheque bebé, medidas inútiles y costosas). Y así, Zapatero dejó el déficit en el 9,4% del PIB en 2011 (-101.265 millones). Rajoy metió la tijera en los gastos y subió los impuestos, pero sólo consiguió bajar el déficit a la mitad, el 5,16% en 2015. Y año tras año, de 2012 a 2015, ha incumplido las promesas de recorte del déficit hechas a Bruselas.

¿Qué ha pasado? En líneas generales, que los recortes impuestos por el Gobierno Rajoy en 2012-2014 frenaron el crecimiento y con ello la recaudación: se gastó menos, se creció menos, se ingresó menos y el déficit se rebajó menos de lo previsto. Es “el círculo vicioso de la austeridad. Concretamente, en 2015, el déficit superó en 10.345 millones lo prometido a Bruselas: ha sido del 5,16% del PIB en vez del 4,2%. La Administración central cumplió el déficit prometido (2,77% frente al 2,90% de objetivo), los Ayuntamientos tuvieron superávit (+0,44% frente al objetivo del 0% de déficit), pero incumplieron las autonomías (1,66% de déficit frente al 0,70% prometido) y la Seguridad Social (1,26% de déficit frente al 0,60%). Sin embargo, una semana después de dar él mismo estos datos, el ministro Montoro, "reculaba" y decía que la Intervención del Estado iba a "recalcular los datos" (por razones contables) y bajará el déficit de 2015 al 5% del PIB.

Décima más o menos, el desvió del déficit es enorme. Montoro, en funciones, ha aprovechado para echar la culpa del mayor déficit a las autonomías, sobre todo a las ahora gobernadas por el PSOE. Concretamente, las mayores desviaciones de déficit se han dado en Cataluña (2,7% déficit), Extremadura (2,64%), Murcia (2,52%), Comunidad Valenciana (2,51%) y Aragón (2,13%), aunque todas las autonomías incumplieron en 2015 su objetivo de déficit (0,7%) salvo tres: Canarias (0,54%), Galicia (0,57%) y País Vasco (0,69%). Está claro que las autonomías han gastado de más (e ingresado de menos), pero hay que matizarlo. Primero, todas (la mayoría gobernadas entonces por el PP) gastaron de más antes de mayo, de cara a las elecciones autonómicas. Y luego, a la izquierda sólo se le puede achacar el gasto de medio año o menos, porque los nuevos Gobiernos autonómicos tomaron posesión a finales de junio (30) y principios de julio (5 y 7).

Pero con el mito del “despilfarro autonómico” hay que hacer otras dos precisiones. Una, que el Gobierno Rajoy les ha impuesto a las autonomías un ajuste doble del que se ha impuesto a sí mismo, en la Administración central: tenían que bajar su déficit a menos de la mitad (del 1,70% en 2014 al 0,70% en 2015), mientras el Estado central lo tenía que bajar sólo una cuarta parte, del 3,6 al 2,7%. Y eso no es justo, porque las autonomías soportan el 35% del gasto total del país y el Estado central el 50%. Así que se les impone un recorte doble de lo que debían, mientras Montoro suaviza la tijera “en casa”. La otra queja de las autonomías es que están mal financiadas, que tienen que hacerse cargo de la sanidad, la educación, la dependencia, la justicia y muchísimas competencias más sin recursos, sin apenas ingresos. Y que el Gobierno Rajoy no ha cumplido con la reforma del sistema de financiación autonómica, prometida para 2014. Es un problema de reparto de dinero y de poder: las autonomías deberían ingresar más y el Estado central menos.

Está claro que hay despilfarro y mala gestión en muchas autonomías, que además pagan tarde (Hacienda ha "advertido" a 11 autonomías por pagar tarde a sus proveedores, con más de 60 días de retraso), pero también  es un hecho que les faltan recursos y les sobran competencias, mientras el Estado central conserva recursos y tiene menos competencias, además de permitirse un déficit que es cuatro veces el de las autonomías. O sea, que Montoro es juez y parte y al recortar el déficit barre para casa. Lo ha hecho también para 2016: prometió a Bruselas que las autonomías reducirán su déficit a menos de la mitad (al 0,3% del PIB desde el 0,7% previsto, ahora desde el 1,66%) pero su déficit, el del Estado central, solo prometían bajarlo la cuarta parte (al 2,2% desde el 2,9% previsto, ahora desde el 2,77%). La mitad de esfuerzo fiscal: que recorten otros
Pero hay más. Rajoy esconde que su Gobierno es directamente responsable de una gran parte del exceso del déficit, por la decisión de bajar los impuestos en 2015 y 2016, de cara a las elecciones del 20-D: de los 10.345 millones que se ha desviado el déficit en 2015, 4.800 millones son por la bajada de impuestos hecha en enero y julio de 2015, en el IRPF y en Sociedades (empresas). Y lo peor es que esta rebaja ha beneficiado más a los que más ganan (los que superan los 60.000 euros) a los inversores (ahorro) y a las grandes empresas, según los técnicos de Hacienda (Gestha). Y en 2016, Hacienda ha vuelto a ingresar 1.321 millones menos (más déficit) por la nueva rebaja de impuestos hecha en enero. Con todo, los españoles todavía pagamos 19.500 millones más de impuestos ahora que en 2011. O sea, que Rajoy ha hundido la recaudación, pero aun así todavía pagamos más impuestos.

El tercer culpable del déficit son las cuentas de la Seguridad Social, que han acabado con un agujero de 17.000 millones, aunque al final el déficit ha sido menor (12.800 millones, un 1,26% del PIB) porque el Gobierno ha compensado parte del mayor gasto en pensiones quitando dinero a los parados (se ha “ahorrado” 4.000 millones en desempleo). Y el problema no es que se haya desmadrado el gasto en pensiones (ha crecido, pero menos que nunca, por el efecto de los recortes de las “reformas” de Zapatero y Rajoy), sino porque apenas han crecido los ingresos por cotizaciones: un 1,7%, frente al 7% previsto por el Gobierno. Y eso, a pesar de que se crearon 525.100 nuevos empleos en 2015. El problema es que son empleos muy precarios, muchos por horas y mal pagados, con lo que las cotizaciones apenas crecen y menos con las bonificaciones y la tarifa plana aprobadas por el Gobierno. Es el fruto de la reforma laboral de Rajoy, que también por esta vía ha agravado el déficit público.

Ahora, el Gobierno Rajoy, en funciones, quiere calmar a Bruselas y va a tomar como “chivo expiatorio” del déficit a las autonomías. De entrada, la semana pasada, Montoro decidió retener los fondos de financiación a Extremadura y Aragón, como castigo por su reiterada morosidad en el pago a proveedores. Y envió una carta a 12 de las 14 autonomías que han incumplido el déficit en 2015 (a todas, salvo al País Vasco y Navarra), donde les daba 15 días de plazo para que aprueben un control de los gastos de 2016, para que no crezcan más del 1,8%, en cumplimiento de la Ley de estabilidad presupuestaria aprobada en solitario por el PP en 2012. Y les recuerda que si no controlan el gasto (en especial el sanitario y farmacéutico) y si no pagan a tiempo las facturas a los proveedores, no tendrán derecho a las ayudas del Fondo de Liquidez Autonómico (el FLA), unos créditos que han evitado la quiebra de 13 autonomías (todas salvo País Vasco, Navarra, Galicia y Castilla y León). De hecho, todas han sido “rescatadas” por Hacienda, que les ha inyectado 93.645 millones de euros (del FLA) entre 2012 y marzo de 2016. Una prueba clara de que su sistema de financiación no funciona.

Montoro tiene en sus manos que las autonomías lleguen a fin de mes (como Bruselas con Grecia) y ahora quiere presionarles con no soltar un euro más si no recortan sus gastos. Pero la mayoría de autonomías, controladas por la izquierda y los nacionalistas, no están por la labor, porque eso exigiría más recortes en sanidad, educación, dependencia, servicios sociales, Justicia y tantas cosas más que dependen de ellos. Y así, se va a abrir una dura batalla política, entre un Gobierno en funciones con la llave del dinero y unas autonomías medio quebradas que exigen más recursos y un recorte más equitativo del déficit. Y ya han dicho que "no aceptan ningún castigo "de un Montoro en funciones.

Entre tanto, Bruselas está ahí, vigilante y molesta con España, porque Rajoy les ha engañado otro año más con el déficit y no cumplimos desde 2009. Esta vez, la Comisión está dispuesta a tomar medidas duras e imponer sanciones a España, por déficit excesivo. El problema es que no hay Gobierno a quien exigir más recortes, pero Bruselas no quiere esperar y este mes de abril emitirá un informe sobre España que impondrá más ajustes. Si no suavizan sus objetivos, España tendría que rebajar su déficit público al 2,8% en 2016, lo que supone tener que recortar 23.600 millones de gasto este año. Algo imposible. Todo parece indicar que la Comisión aceptaría “suavizar” el objetivo y que España rebajara el déficit al 4% en 2016 (son 12.000 millones de recortes) y al 3% en 2017 (otros 10.000 millones), a cambio de algunas reformas más (quizás otra vuelta de tuerca en la reforma laboral y en las pensiones).

El futuro Gobierno (o el actual si Bruselas se niega a esperar) tendrá que negociar estos futuros recortes, que serán difíciles de evitar, aunque deberíamos apoyarnos en Francia, Italia o Portugal, cuyos Gobiernos de izquierdas no quieren más austeridad. Pero si nos la imponen, tendremos un grave problema: la economía crecerá menos, se creará menos empleo, se recaudará menos y al final el déficit no bajará apenas, que es lo que ha pasado estos años. Es el “círculo vicioso de la austeridad impuesta por los fundamentalistas de Bruselas a la Europa del sur: los recortes hunden la economía, caen los ingresos y no se corrige el déficit. Es una política equivocada, como ha reconocido incluso el FMI. Pero ellos, erre que erre :"España debe presentar más ajustes", insiste el presidente del Eurogrupo.
Hay que probar otro camino: recaudar más. Y se puede. El problema de España no es que gaste más: el gasto público en 2015 fue del 42,3% del PIB, por debajo del gasto medio de la UE-28 (48%), según la Comisión Europea. Y gastamos menos que la “austera” Alemania (gasta 43,8% PIB) y bastante menos que Italia (49,6% PIB) o Francia (56,8%). Entonces, ¿por qué tenemos mucho más déficit que todos ellos? Porque ingresamos mucho menos. La recaudación en España supone sólo el 38,2% del PIB (2015), frente al 46,6% del PIB que recaudan los países del euro y el 44,9% del PIB que ingresa la UE-28, según Bruselas. Y recaudamos mucho menos que Alemania (44,9%), Italia (48,2%) y Francia (53,4% de su PIB).

En definitiva, que si España recaudara como los demás países euro, habríamos ingresado 84.000 millones de euros más en 2015. No habría déficit (fue de 56.600 millones) e incluso podríamos haber gastado más. ¿Porqué ingresamos menos? Porque recaudamos peor, porque tenemos más fraude. La Comisión Europea estima que España deja de ingresar 12.000 millones por IVA (por tener tantos tipos bonificados) y los técnicos de Hacienda (GESTHA) denuncian que las grandes empresas, multinacionales y los más ricos evaden (“legal” e ilegalmente) 60.000 millones anuales. O sea, 72.000 millones menos de ingresos porque muchos pagan menos de lo que deben.

Si el futuro Gobierno no rebaja impuestos como Rajoy y ataja de verdad el fraude fiscal, España podría ingresar 25.000 millones más al año. Se puede. Y con este dinero extra, se podrían evitar más recortes y dedicar una parte a reanimar la economía, a invertir y gastar más en cosas necesarias (no en el AVEs), desde la formación, la innovación y la tecnología a las inversiones públicas que tiren de la inversión de las empresas y del empleo. En vez de recortar, reanimar la economía para crecer más y así poder recaudar más y bajar el déficit. Ese es el camino que habría que seguir, no más recortes que ya sabemos a dónde nos llevan. El dilema es más recortes o más ingresos. Austeridad o reactivación para tapar el agujero de las cuentas públicas. Este debería ser el gran debate del déficit en las próximas semanas.

jueves, 30 de julio de 2015

Menos impuestos y un Presupuesto electoral


Rajoy no se ha cortado al utilizar la economía para ganar las próximas elecciones. Primero, adelantó al 1 de julio la bajada de impuestos prevista para 2016 (rebaja mínima: 16 euros para la mitad de los contribuyentes). Segundo, bajará la luz un 2,2% el 1 de agosto (con trampa, y aun así, el recibo subirá en 2015). Tercero, un Fondo de ayudas sociales y contra la pobreza (tras haberlas recortado a la tercera parte).Y lo más inaudito: mañana aprobará un Presupuesto para 2016, que impondrá al Gobierno que se elija en diciembre. Con él, intenta ofrecer algunos “regalos” más a los electores: subidas a pensionistas y funcionarios y unas cuentas “más alegres” tras cuatro años de recortes. Son medidas de una gran “desvergüenza política” pero con algo positivo: reanimarán la economía y crearán más empleo, las bazas de Rajoy para ganar las elecciones. Eso sí, incumplirán el déficit que impone Bruselas. Pero cuando se sepa, será ya 2016. Y si nos imponen más recortes, ya habremos votado.
 

enrique ortega


El Gobierno Rajoy impuso en 2012 la mayor subida de impuestos de la democracia, aumentando el IRPF, el IVA, Sociedades y los demás impuestos, lo que restó ingresos a los españoles y empresas, recortando el déficit pero agudizando la recesión. Y en 2014, anunció una mini reforma fiscal, que bajaba los impuestos en 2015 y 2016, aunque menos de lo que los había subido. Este 1 de enero empezó la primera rebaja, en el IRPF y Sociedades, y el 10 de julio, el Consejo de ministros Gobierno decidió “adelantar” al 1 de julio una segunda rebaja en la Renta (IRPF), intermedia a la prevista para 2016. Si para el año que viene los tipos del IRPF bajan al 19%-45% (según ingresos), ahora en julio los han puesto en una franja del 19,5%-46%, inferior a la que regía desde enero (20%-47%). Y lo mismo en los tipos que se aplican al ahorro (cobro intereses y dividendos), que quedan en el 19,5-23,5%.

Con este “regalo sorpresa”, el Gobierno Rajoy dice que los contribuyentes van a pagar 1.500 millones de euros menos este año en el IRPF, una media de 75 euros por persona, que se notará en las nóminas desde julio (al bajar las retenciones). Pero lo que no dice es que la rebaja no es igual para todos: es mayor para los que más ganan. Así, el tipo del IRPF baja un 0,5% para los que ganan hasta 35.000 euros y un 1% para los que ganan más. Con lo que los contribuyentes con ingresos inferiores a 12.450 euros se ahorran 3,8 euros en estos 6 meses de 2015, los que ganan entre 12.450 y 20.200 se ahorran 35,4 euros y los que ganan más de 60.000 euros se ahorran 861,9 euros, según el cálculo de la asociación de inspectores de Hacienda Gestha, para quienes esta rebaja del Gobierno supone un ahorro medio de 16 euros para la mitad de los contribuyentes. Vamos, que no es para tirar cohetes.

Vayamos al segundo “regalo”, la bajada de la luz un 2,2% desde el 1 de agosto. Primero, hay que decir que tiene “truco”. Dicen que la hacen porque han saneado las cuentas del sector eléctrico, pero la realidad es otra: la hacen porque nos habían cargado en el recibo un extra de 200 millones de euros para ayudar a las centrales térmicas a quemar carbón nacional y ante la demora del Gobierno para dotar de un marco legal a esas ayudas, han decidido devolverlas, ya que no se usarán en 2015. O sea que nos devuelven vía rebaja algo que ya nos cobraron y que no se ha gastado por negligencia del Gobierno. Eso sí, a cambio, y para evitar más broncas con los mineros y la industria del carbón (que estuvieron a punto de hacerles perder las elecciones en Castilla y León), el mismo Consejo de ministros del 10 de julio aprobó adelantar las prejubilaciones de los mineros, así que lo que nos ahorramos con el recibo de la luz lo pagaremos todos vía Presupuestos. Y además, esta rebaja del 2,2% será insuficiente para compensar el 7,25% que ya ha subido la luz en el primer semestre de  2015.

Tercer “detalle” del Gobierno Rajoy: aprobar 59,9 millones de ayudas para un Fondo contra la pobreza (32 millones), para el Plan concertado (27,2 millones) que financia las ayudas sociales que prestan los Ayuntamientos (comedores, albergues, ayudas y servicios) y para el Plan de desarrollo gitano (412.500 euros). Suena “muy social”, pero lo que no dice el Gobierno es que este dinero es la tercera parte del que se daba en 2011, antes de llegar ellos al Gobierno, cuando recortaron drásticamente estas ayudas, a pesar de que España es el noveno país de Europa con más pobreza: un 27,3% de los españoles están en riesgo de pobreza o exclusión social (2013), según los criterios europeos (indicador AROPE).Son 12,6 millones de españoles, a los que ahora Rajoy ofrece una limosna de 59,9 millones de euros, cuando haría falta un Plan de choque contra la pobreza con 12.000 millones de euros.

Y vayamos a la cuarta baza electoral, los Presupuestos para 2016, que el Gobierno aprueba mañana, algo inaudito en democracia: el Parlamento trabajará en agosto, para aprobarlos en octubre, antes de disolver las Cortes por las elecciones de diciembre. Por un lado, es una imposición de Rajoy al futuro Gobierno: nacerá con este Presupuesto, que deberá cambiar a golpe de decretos leyes o con otro Presupuesto (si consigue mayoría para cambiarlo). Y sobre todo, es un intento de aprovechar el Presupuesto como “baza electoral”, presentando unas cuentas “más alegres” tras cuatro años de duros recortes. Así, se espera que suban las pensiones (tras años de congelación y una mínima subida del 0,25% en 2015) y los sueldos de los funcionarios (que podrían recuperar la extra). Que aumente el gasto en algunas infraestructuras (AVE), en personal público (tras los recortes de plantillas en sanidad y educación) y en algunas partidas sociales, como Dependencia y ayudas a la familia. Incluso que Educación suba las becas y recupere las ayudas para libros (suprimidas en 2012).

Un mayor gasto para 2016 que dicen es compatible con reducir el déficit público porque habrá ahorros en dos partidas clave: el pago de intereses de la deuda (podrían reducirse en más de 2.000 millones) y en el pago a los parados (otros 2.000 millones menos, a pesar de que la mitad de los más de 5 millones de parados EPA no cobran nada). Y además, dicen, se recaudará más porque España crecerá más. No será fácil que las cuentas salgan. Primero en este año 2015. Porque el objetivo prometido a Bruselas es bajar el déficit público del 5,7% en que cerró 2014 al 4,2% del PIB fijado para este año, lo que supone un recorte de 15.000 millones, bastante difícil de conseguir si el Gobierno hace dos bajadas de impuestos (enero y julio) y si además las nuevas autonomías (que tienen que recortar 10.000 millones) gastan más, como así han prometido los nuevos gobernantes. Pero es que además, para 2016, el objetivo fijado con Bruselas es un déficit del 2,8% del PIB, lo que significa que España tiene que recortar otros 14.000 millones en 2016. Algo aún más imposible, con nuevas bajadas de impuestos y más gasto (en autonomías y con el Presupuesto 2016), por mucho que se crezca.

En definitiva, que Rajoy aprueba más rebajas de impuestos y un Presupuesto electoral, más alegre en el gasto, sabiendo que no va a cumplir con las exigencias de déficit de Bruselas. Pero no le preocupa. Primero, porque sabe que ni Merkel ni los conservadores de la Comisión se lo van a echar en cara ahora, porque no quieren restarle votos y que gane la izquierda o Podemos (con Grecia tienen bastante). Y segundo, porque cuando se sepa el déficit real de 2015 será en febrero de 2016 y si hay que hacer más recortes, impuestos por Bruselas, ya no será un problema para el Gobierno que esté: ya habremos votado.

Y mientras, Rajoy intenta ganar las elecciones con la economía. Sus últimas medidas, bajar impuestos y gastar más en el Presupuesto 2016, son una desvergüenza electoral”, pero realmente van a servir para reanimar la economía, algo que debería haber hecho hace dos años, no ahora. Por un lado, los españoles tendrán algo más dinero para gastar y el gasto público también va a tirar. Con ello, la economía crecerá el doble, un 3,3 % en 2015 y un 3,1% en 2016 (frente al 1,4% en  2014). Y ello permitirá crear empleo, más que antes de la crisis porque ahora se “reparte” más: es un empleo a tiempo parcial y temporal, además de mal pagado. Así, la previsión del Gobierno es crear 602.000 nuevos empleos este año, que se sumarían  a los 433.900 creados en 2014. Más de un millón de españoles que vuelven a trabajar, que consumen y que pagan impuestos, ayudando a crecer más.

Si estas cuentas le salen a Rajoy (y le pueden salir con los regalos electorales aprobados), podrá  presentarse a las elecciones de diciembre con dos datos definitivos, con los que nos van a machacar estos meses. Uno, que en esta Legislatura han creado 18.400 empleos netos. Y el otro, que en España hay 420.700 parados EPA menos que cuando llegaron al poder en 2011. Es su baza electoral, que puede ser un espejismo para mucha gente, que no verá otros elementos del balance: la economía sigue sin ser competitiva, no tenemos un modelo de crecimiento y hay media España que ha salido muy mal parada de esta crisis (parados, pobres, jóvenes sin futuro, mujeres, mayores de 45 años), donde el Gobierno ha pisado muchos callos a demasiada gente, sin olvidar los recortes a las libertades.

Deberíamos ser un país de ciudadanos formados, a los que no engañaran con trucos electorales de última hora y que fuéramos al fondo de las cuestiones. Y el fondo es que, aunque la economía va mejor, España es el segundo país de Europa con más paro y el que tiene más deuda, dos losas sobre nuestro futuro. Un futuro que pasa por buscar un nuevo modelo de crecimiento estable y competitivo, que no se base en el turismo y la construcción, sino en la industria, las nuevas tecnologías  y la exportación. Y un futuro que sanee de una vez las cuentas públicas, con más ingresos (somos el segundo país del euro que menos recauda, un 38,3% del PIB frente al 46,7% en la zona euro, por culpa del elevado fraude fiscal), que permitan más gastos (el gasto público en España es uno de los más bajos de Europa, un 43,9% del PIB frente al 49,3% en la zona euro,), para consolidar el Estado del bienestar (educación, sanidad, gastos sociales y Dependencia), desmantelado por Rajoy. En definitiva, si fuéramos como los demás europeos, deberíamos recaudar 84.000 millones más, que nos permitirían reducir el déficit y gastar 54.000 millones más, sobre todo en educación, formación, tecnología, industria y exportaciones, las asignaturas pendientes de este país.

Pero quizás este esquema es demasiado complejo para unas elecciones, donde todo se juega en simples mensajes. Y aquí, Rajoy, tiene las de ganar, insistiendo en que ha creado empleo (precario y mal pagado) y ha bajado el paro (aunque haya más de 5 millones). Sobre todo si enfrente no hay alternativas de cambio real, políticas que exploren otros caminos para dinamizar la economía, recaudar más y gastar más para modernizar el país y mejorar el nivel de vida de los que más han perdido con la crisis. Yo no las veo.

jueves, 22 de mayo de 2014

Elecciones 25-M : nos jugamos mucho


Este es un blog de economía, no de política. Pero quiero destacar la importancia de estas elecciones europeas para nuestros bolsillos. Si ganan los que llevan mandando en Europa una década, el continente seguirá con una recuperación lenta y nos impondrán a España más recortes: 20.000 millones para 2015. Si pierden, la alternativa no está clara (Hollande y Renzi son dos bluff de la izquierda), pero un voto de castigo al PPE (y a Merkel) obligaría a un cierto cambio en Bruselas, suavizando los ajustes a la Europa del sur y apoyando más el crecimiento y el empleo, sobre todo de los jóvenes. La elección está entre seguir con la austeridad y los sacrificios (para la Europa del sur) o reanimar la economía europea (estancada) y crear más empleo, como ha hecho EEUU. Hay muchos motivos para no votar, pero la abstención ayuda sobre todo a los padres de la austeridad. Hay que buscar otro camino para Europa.

enrique ortega

La economía es la clave de las elecciones europeas del 25-M. Seguir con la austeridad que ha llevado a Europa al estancamiento o cambiar de política y reanimar la economía y el empleo. Ese es el verdadero dilema. Jean-Claude Juncker, el candidato del PPE, es corresponsable de la política europea contra la crisis, como presidente del Eurogrupo entre 2004 y 2013, junto a Ángela Merkel (canciller alemana desde 2005) y  Durao Barroso (presidente de la Comisión desde 2004). Un trío de políticos conservadores, defensores de la austeridad para asegurar que la Europa del sur recorta y paga la deuda a los bancos de la Europa del norte. Y en 2010, cuando estalla el problema de Grecia, en lugar de aislarle, lo contagian al sur y asfixian la incipiente recuperación con una austeridad suicida: la zona euro entra en la segunda recesión (-0,7% en 2012 y -0,4 en 2013), se destruyen 7 millones de empleos y el paro llega a niveles históricos (12% en 2013, la mayor tasa desde la postguerra), mientras uno de cada cuatro europeos está en riesgo de pobreza. Enfrente, Estados Unidos reanima la economía, crece ininterrumpidamente desde 2010 (2,8% en 2012 y 1,9% en 2013) y crea 8 millones de empleos.

Ha habido mucho sufrimiento innecesario en Europa por una austeridad mal aplicada”. La crítica es de Timothy Geithner, Secretario del Tesoro USA entre 2009 y 2013. El sufrimiento se ha cebado en la Europa del sur, en especial en Grecia, Portugal y España, sometidos a la misma medicina: drásticos recortes en el Estado del Bienestar (educación, sanidad, subsidios de paro y gastos sociales), devaluación de salarios y pensiones, despidos públicos  y reformas laborales que han privado de derechos a los trabajadores, aumentando la pobreza y la desigualdad. Así, la austeridad se ha saldado en España con una segunda recesión (PIB cayó -2,8% entre 2010 y 2013) mientras Europa crecía esos años (+3,3%) y Alemania más (+8,4%). Hemos perdido 1.810.500 empleos desde 2010 (dos tercios con Rajoy), mientras Alemania creó 3,6 millones durante la crisis. La mitad de los españoles ingresan menos de 1.000 euros al mes, según Eurostat, y la renta por habitante de los españoles es el 96% de la europea (hemos retrocedido a 1.998) y un 77% de la alemana (24.400 euros por español frente a 31.500 cada alemán).

Crisis sí, pero con desigual coste entre el norte y sur de Europa, ahora más distantes. Y ahora, la incipiente recuperación europea es mínima: la zona euro creció sólo un 0,2% en el primer trimestre y hay 8 países cuya economía está cayendo (-0,1% Italia, -1,4% Holanda, -0,4% Finlandia, -0,7% Chipre y Portugal, -1,2% Estonia y falta el dato de Grecia e Irlanda). Y la propia Comisión prevé que Europa sólo crezca un 1,2% en 2014, frente al 2,8% de EEUU), con mínima creación de empleo (1,5 millones en UE-28 este año), mientras tiene por delante tres serias incertidumbres. La primera, la baja inflación : 7 países europeos tienen (abril) inflación negativa (Grecia, Bulgaria, Chipre, Hungría,Eslovaquia, Croacia y Portugal) y en toda Europa sólo sube 0,8% (0,3% en España). Esta baja inflación atenta contra la recuperación (se retrasan compras y las empresas venden y contratan menos) y dificulta el pago de las deudas, a los países (España debe casi un billón de euros), empresas y particulares (1,86 billones más).La segunda, la fortaleza del euro, que ha rozado los 1,40 € por dólar: una moneda fuerte dificulta las exportaciones y el turismo, los dos motores de la economía española. Y la tercera, los recortes anunciados en Italia y sobre todo Francia, nuestro primer cliente:los recortes de salarios,ayudas y pensiones a los franceses reducirán sus viajes y compras a España.

España, además de sufrir más que la mayoría de Europa la baja inflación, el euro fuerte y los recortes en Francia, tiene un problema propio: tenemos más del doble de paro que Europa (26,4% frente a 10,5% UE-28), así que necesitamos crecer mucho más para recuperar parte de los 3,8 millones de empleos perdidos con la crisis. Y la economía apenas crece, porque no tira el consumo, debido al mucho paro (casi 6 millones) y a que se congelan o bajan los sueldos y las pensiones. Y dependemos de las exportaciones (que crecen menos) y del turismo, que crea poco empleo y muy precario. Pero lo peor es la amenaza que tenemos encima: la Comisión Europea saliente ha advertido a España que, si no sube impuestos, no cumplirá el objetivo de déficit en 2015: será el 6,1% del PIB en lugar del 4,2%. Así que Rajoy se verá obligado a hacer otro ajuste de 20.000 millones en 2015. Y además, le piden otra “vuelta de tuerca” a la reforma laboral, básicamente contratos más “flexibles”, con menos sueldo y menos indemnización, sobre todo para jóvenes (mini-jobs).

Así que si los conservadores ganan las elecciones europeas, seguirá la austeridad para España (como para Portugal, Grecia y varios países del Este). Y volverán a poner en peligro la recuperación, con riesgo de caer en una tercera recesión (como pasó en 2011). Hace falta un cambio de política, que ponga el empleo como la prioridad de Europa y no el déficit. A corto plazo, los futuros dirigentes deberían permitir que el BCE baje los tipos (al 0%), inyecte liquidez a la economía, quite fuerza al euro y reanime el crédito, la gasolina que necesita la recuperación. Y que ayude a los países endeudados del sur, compartiendo la deuda (eurobonos), para que España y los demás paguemos menos intereses (como ha hecho el Gobierno Rajoy con las autonomías). Y es urgente reanimar la economía  europea, con un Plan Marshall como el que han propuesto los sindicatos (y rechazado Rajoy), para invertir 250.000 euros anuales durante 10 años (se crearían 11 millones de empleos). Y acelerar Planes de empleo, para jóvenes, mujeres  y mayores de 55 años, sobre todo en el sur, para dar una salida a los 26 millones de europeos sin trabajo.

Si se reanimara la economía europea, España recibiría un enorme empujón, ya que dependemos mucho de las compras, los turistas y la financiación europeas. Pero además, para crecer más y reducir la brecha de paro, habría que reanimar la economía española, con inversiones propias en reindustrializar el país, innovación y tecnología, educación y formación, apoyadas en nuevos ingresos fiscales: si España redujera el fraude fiscal y recaudara como Europa, se podrían ingresar 90.000 millones más. No habría déficit y se podría gastar más, en reanimar la economía, formar mejor a parados y jóvenes y recuperar el Estado del Bienestar. Pero todo esto es difícil si el PPE manda en Europa (y Rajoy en España, claro).

Tras cuatro años de austeridad suicida e innecesaria, las elecciones nos permiten elegir: más de lo mismo o intentar ir por otro camino, como EEUU, Japón, China o Brasil. Si gana el PPE, será más poder para la política económica de Merkel y los fundamentalistas del ajuste de Bruselas. Si hay un voto de castigo y gana la izquierda europea, podría cambiar algo, aunque hay muchas incertidumbres: Hollande y Renzi no han planteado “otra vía” contra la crisis (sólo recortes, aunque diferentes), los socialistas han estado en la Comisión que se despide (6 de los 27 comisarios) sin plantear alternativas al austericidio (empezando por Almunia) y el candidato del PSE, Martín Schulz, es alemán y miembro de un partido que gobierna en coalición con Merkel. Puede que el cambio, si ganan los socialdemócratas, no sea muy grande, pero algo se notaría (y lo necesitamos). Lo que está claro, por pura matemática electoral, es que la abstención o la dispersión de voto favorecen al PPE (y a Merkel).

No podemos perder esta ocasión de dar un toque a los políticos europeos, que nos han llevado al desastre, agravando la crisis. Deberíamos aprovechar para forzar un cambio, para que la economía mejore más rápido, aunque los españoles seamos bastante pesimistas: el 66,1% piensa que la situación económica será igual o peor dentro de un año y sólo un 23,5% la ve mejor, según el barómetro del CIS de abril. Pero el resultado de estas elecciones va a ser clave para la recuperación. España se la juega en Europa. Piense y vote.