lunes, 30 de enero de 2023

Pensiones: suben, pero su gasto preocupa

Los 9 millones de pensionistas han cobrado la nueva pensión de enero, un +8,5% superior (+107 euros mensuales la media). Con ello, las pensiones suben un +25% desde 2018 (+300 euros mensuales), ganando poder adquisitivo (+15,5% creció la inflación). Pero preocupa que la factura de las pensiones se dispara: en 2023 costarán 190.000 millones (+9,4%), el 13,7% del PIB, lo que iban a costar en 2030. Muchos expertos piden frenar el gasto en pensiones, porque si no, en 2050 seremos el país UE con más gasto, tras Grecia e Italia. El Gobierno aprobó una primera reforma, en 2021, para bajar gastos y subir ingresos. Y ahora prepara la 2ª reforma, que no gusta a sindicatos y patronal, para subir cotizaciones a los sueldos altos y ampliar el cómputo a 30 años. Todavía podría ser insuficiente, al dispararse las pensiones de 10 a 15 millones en 2050 y haber menos ocupados para pagarlas. Urge apuntalar el futuro de las pensiones, atemperando gastos y aumentando ingresos. Por nuestros hijos y nietos.

Enrique Ortega

Este año, los 9.067.433 pensionistas no han recibido en enero una “paguilla” para compensarles por la subida extra de la inflación el año anterior, como se hizo de 2018 a 2021. Como ya les pasó en enero de 2022, van a cobrar todo el año una subida de la pensión que tiene en cuenta la subida de la inflación media anual el año anterior (hasta noviembre). En enero de 2022, la subida fue del +2,5%. Y ahora, como la inflación se disparó el año pasado, en enero de 2023, la subida de las pensiones contributivas es del +8,5%, una subida media de 107 euros mensuales, que dejará la pensión media de jubilación en 1.367 euros y la pensión media de viudedad (que sube 66 euros al mes) en 788,6 euros. Y así subirán las pensiones en el futuro: lo que suba la inflación media el año anterior y no lo que decida el Gobierno de turno, al aprobarse en diciembre de 2021 la Ley 21/2021 de revalorización automática de pensiones, con los votos en contra del PP, Vox y Ciudadanos.

Con la subida aprobada para este año, las pensiones han subido el +25% entre 2018 y 2023, lo que ha permitido a los pensionistas ganar poder adquisitivo, porque la inflación aumentó un +15,5% estos años. La pensión media de jubilación ha subido un +27% (casi 300 euros al mes, de 1.074,83 a 1.367 euros). Y la pensión media de viudedad ha subido un +21% (´+137 euros mensuales, de 651,20 a 788,3 euros). Sin embargo, estas pensiones medias “esconden” que una gran parte de las pensiones son todavía muy bajas: de las 10.009.149 pensiones pagadas en enero, el 60% cobran menos del salario mínimo, menos de 1.000 euros mensuales. De todas las pensiones de jubilación (6,3 millones), casi la mitad (47,58%) cobran todavía menos de 1.000 euros mensuales. Y de las pensiones de viudedad (4,38 millones), el 81,32% cobran menos de 1.000 euros y casi la cuarta parte de las viudas (el 22%) cobra menos de 500 euros al mes.

A pesar de estas desigualdades, la factura de las pensiones es cada año más abultada, porque crecen mucho los pensionistas y se jubilan cada vez con sueldos más altos, que dan derecho a pensiones más altas. Además, la revalorización automática con la inflación dispara el gasto: la subida para 2023 (+8,5%) supone un gasto adicional en pensiones de 13.600 millones este año (sólo en pensiones contributivas). De hecho, el Presupuesto en 2023 contempla un gasto en pensiones histórico: 190.000 millones, un +9,4% sobre 2022. Y un 31% más de gasto que en 2018 (144.834), el último Presupuesto de Rajoy.

Como se ve, el gasto en pensiones crece mucho más que la economía y que la mayoría de otros gastos, lo que preocupa a muchos expertos. De hecho, el gasto en pensiones para 2023 (190.000 millones), supone el 13,7% del PIB español, que es precisamente el porcentaje que el Gobierno Sánchez preveía gastar para 2030, al aprobar el primer paquete de reformas. Así que llegamos a ese nivel de gasto 7 años antes. En 2019, el último año con datos europeos, España ocupaba el 6º lugar en gasto en pensiones (12,7% del PIB), en línea con la media europea (12,7% PIB) y por detrás de Grecia (16,1%), Italia (15,9%), Francia (14,7%), Austria (14,1%), Portugal (13,7%) y Finlandia (13,3%). Y teníamos más porcentaje de gasto  en pensiones que Bélgica y Dinamarca (12,6 del PIB), Paises Bajos (12%), Alemania (11,9%), Suecia (10,7%) y todos los paises del Este de Europa.

El problema ahora es que, los expertos y la Seguridad Social creen que si no se toman medidas, el gasto en pensiones supondría el 16,6% del PIB en 2050, lo que nos situaría como el tercer país europeo con más gasto, sólo por detrás de Grecia e Italia, según el Banco de España, que analiza los 5 factores que determinan el gasto en pensiones: el envejecimiento de la población, el porcentaje de mayores beneficiarios del sistema, la pensión que se recibe, la tasa de empleo para pagar las pensiones y el peso de los salarios.

El informe del Banco de España detalla que el primer factor, la demografía, va a ser el que más juegue en contra de España, ya que seremos el país europeo donde más crezcan los mayores de 64 años entre 2019 y 2050 (de ser el 29,5% de la población entre 16 y 64 años a ser el 59,5%). Eso supone que nuestro envejecimiento será mayor que el de Francia (en 2037) y el de Alemania (en 2039) y reduciríamos nuestra ventaja demográfica sobre Portugal e Italia. Sólo por este factor, el envejecimiento, España pasará de ser el 7º país con más gasto en pensiones al 3º (tras Grecia e Italia). Otro factor que jugará a la contra, aumentando el gasto en pensiones, es que aumentará la cobertura, porque en España hay hoy menos mayores que cobran pensión que en Francia, Alemania, Italia o Portugal, porque las mujeres tienen un menor porcentaje de pensiones de jubilación. Si el trabajo de la mujer aumenta, lo normal es que en 2050 haya más trabajadoras con derecho a jubilarse, aumentando el gasto.

El tercer factor de gasto, el porcentaje de pensión sobre el salario medio, también va a jugar a la contra, porque en España, la jubilación sobre el último salario es la tercera más alta en la UE (sólo por detrás de Grecia e Italia), un 34% más alta que en Alemania y un 31,6% más alta que Francia, con lo que las futuras pensiones serán también más altas a medida que suban los salarios. Y quedan dos factores que pueden jugar a favor de que no suba tanto el gasto en pensiones: los salarios (más bajos que en la mayoría de Europa y con menos peso en el PIB) y la mejora del empleo: España tiene una tasa de empleo bajísima (67% población 16-64 años trabaja, frente al 73,1% en la UE-27 y el 80% en Alemania). Si la economía se modernizara y trabajara más gente, podrían ayudar a pagar mejor las pensiones futuras.

El Gobierno Sánchez dice no estar preocupado porque el gasto se pueda disparar en 2050, porque cree que el PIB es mayor del que se publica (lo que rebajaría el porcentaje de gasto) y porque el empleo y las cotizaciones está creciendo con fuerza, mientras la Seguridad Social  recibe 20.000 millones extras de los Presupuestos. Y el ministro Escrivá cree que es posible recortar el gasto, del 16,6% sobre el PIB “temido” para 2050 al 13,1%, gracias a las 2 reformas de las pensiones. Con la 1ª reforma, aprobada en octubre de 2020 por el Pacto de Toledo, se transfieren impuestos a la SS para que asuma “gastos impropios”, se acerca la edad real de jubilación (64,8 años hoy)  a la edad legal (66 años y 4 meses, que serán 67 años en 2027), penalizando la jubilación anticipada y facilitando jubilarse más tarde y se crea una “hucha de las pensiones”, con una cotización extra del 0,6% a partir de 2023.

Además, el Gobierno ultima este trimestre una 2ª reforma de las pensiones, que busca más ingresos y recortes de gastos, con 2 medidas. Una, ampliar el periodo de cómputo para calcular la pensión: se subiría de los 25 años actuales (en 1985 se pasó de 2 a 8 años, en 1997 se subió a 15 y en 2011 se subió a 25 años) a 30 años, pero con la salvedad de que el trabajador puede desechar los 2 peores. La otra medida propuesta es que coticen más los sueldos altos: hoy el techo está en 49.672 euros, a partir de ahí los sueldos altos no cotizan (hay 35.000 millones que ganan los trabajadores con más salarios que no cotizan). Aunque esta medida supondría aumentar en paralelo la pensión máxima (3.059 euros), tendría un efecto ahorro .Y otra medida contemplada en paralelo, que los autónomos coticen por sus ingresos reales, también ayudará a bajar el gasto.

Habrá que ver si esta 2ª reforma de las pensiones sale adelante, dado el rechazo de los sindicatos (a la subida del cómputo) y de la patronal (a que coticen más los salarios altos). El  Gobierno se comprometió con la Comisión Europea a aprobar esta 2ª reforma antes de finales de 2022 y, aunque ha conseguido unos meses más, debería presentarla antes de finales de marzo, porque es una reforma clave para que Bruselas conceda o no a España, en abril, una nueva entrega de los Fondos Europeos (otros 19.000 millones). El riesgo es que a la Comisión Europea, las medidas le resulten insuficientes, como les parecen a muchos expertos, y fuercen al Gobierno español a tomar medidas más drásticas.

Nadie defiende el recorte por el recorte, máxime cuando el 60% de los pensionistas reciben menos de 1.000 euros al mes. Pero algo habrá que hacer si no queremos problemas en el futuro, sobre todo a partir de 2027, cuando se empezarán a jubilar los españoles del “baby boom” (nacidos entre 1960 y 1975). La cuestión de fondo es que las pensiones tienen un problema estructural, a medio plazo: el gasto va a crecer exponencialmente y resultará difícil financiarlo, dado que tenemos un grave problema demográfico (muchos viejos y pocos niños) que se agrava por la baja creación de empleo futura (por la renovación tecnológica y digital). Basten 2 datos muy explícitos sobre el reto que nos espera: habrá que pagar a 15,6 millones de pensionistas en 2050 (frente a 9 millones hoy), que además vivirán 4 años más de media (cobrando pensión 20,2 años), y tendremos que hacerlo con 1,65 activos por cada jubilado, cuando ahora hay 3 personas en edad de trabajar por cada mayor de 65 años. Es una “bomba” de relojería que hay que “desmontar ya, sin retrasos ni parches.

Lo primero es convencer a los españoles que las pensiones futuras están aseguradas. Y lo están porque somos una economía desarrollada, que crear riqueza y empleo y se puede permitir destinar el 16% o el 20% de su riqueza en pagar pensiones. Se puede y se debe. Pero con planificación y control, asegurando que las cuentas “cuadren” a medio plazo y no haya “sustos” que obliguen a adoptar recortes drásticos. Eso obliga a los Gobiernos, a las fuerzas sociales y a todos a planificar una senda realista de gastos (qué pensiones dignas se pueden pagar en el futuro) y estudiar con qué ingresos reales se puede contar y qué otros se podrían buscar. Con transparencia y sin demagogia ni politiqueo.

Lo primero y fundamental es planificar los ingresos que pueden tener las pensiones hasta 2050, según el empleo previsto y unas cotizaciones razonables y justas (que coticen más los que más ganan, mejorando su pensión pero menos). Y ver qué parte de los impuestos se pueden trasvasar a pagar las pensiones, lo que pasa por recaudar más (se puede, si pagan más los que pagan poco: España ingresó en 2022 un 44,1% del PIB, 28.168 millones menos que si recaudara como la media europea, 38.000 menos que Alemania y 107.000 menos que si recaudara como Francia). Aumentar los ingresos, con cotizaciones e impuestos, es más eficaz que los trabajadores se tengan que pagar un plan de pensiones privado.

Y luego habrá que actuar por el lado de los gastos, si hace falta, aunque no nos guste: no se trata de recortar las pensiones futuras, sino que crezcan menos (si hace falta), atemperar” su crecimiento futuro para garantizarlas con seguridad. Y aquí hay varias vías, que antes o después se pondrán sobre la mesa: ampliar los años de cotización (ahora se habla de 30, pero podría llegarse a toda la vida laboral), aumentar los años cotizados exigibles para cobrar el 100% de la pensión (hoy 36 años y 38,5 años en 2027, mientras en Francia exigen 43 años y en Alemania 45 años). Y evaluar el posible reparto de lo que se cobra entre los años que se cobra (más al principio, menos después), dado el aumento de la esperanza de vida.

Al final, se trata de ver qué pensiones se pueden pagar, en base a los pensionistas que se esperan y el empleo que puede pagarlo. De momento, y a pesar de las muchas pensiones bajas, España es uno de los paises “más generoso” con las pensiones, según las estadísticas. Por un lado, los jubilados cobran de pensión (2021) un 80% del último salario, un porcentaje muy superior a la media de la OCDE (62%), a Alemania (57,9%), Francia (71,3%), Italia (78,4%) y la media europea. Por otro lado, los jubilados españoles reciben de media un 74% más de lo que cotizan, según el Banco de España: cobran 21 años de pensión cuando con lo que han cotizado sólo les daría para cobrar 10 años.

Además de plantear con claridad las perspectivas de las pensiones, hay que tomar otras medidas económicas y demográficas que ayudarían. Por un lado, reconvertir el modelo económico español, con la ayuda de los Fondos europeos, para crear una economía más competitiva, que cree más empleo: si tuviéramos la tasa de ocupación europea (73,1% en vez de 67,7%), habría 1.656.000 españoles más trabajando (y cotizando para pagar las pensiones).Y si tuviéramos la ocupación de Alemania, habría 3.650.000 empleados más. Y por otro, promover la natalidad, para conseguir en unas décadas que haya más niños y futuros jóvenes trabajando. Mientras ambos cambios se consiguen, la inmigración puede ayudarnos, con su empleo y sus cotizaciones: los extranjeros residentes pasarán de 7.471.460 en 2020 a 12.801.714 en 2050 (+5,8 millones), según la última estimación del INE.

Como se ve, el problema de las pensiones es muy complejo y tampoco aquí hay soluciones simplistas, salvo la demagogia y el populismo. Hay que actuar en múltiples frentes y a medio plazo, con una hoja de ruta de ingresos y gastos hasta 2050. Y planteando con realismo y transparencia las posibles medidas, que deberían pactarse y explicarse bien. Si no nos anticipamos, si nos conformamos con parches y retoques, el problema saltará después y obligará a ajustes más duros e injustos. Se puede y se debe salvar el sistema de pensiones públicas, pero eso exige actuar ya, planificar su futuro. El problema no son nuestras pensiones, sino las de nuestros hijos y nietos. Asegurémoslas.

jueves, 26 de enero de 2023

EPA 2022: el empleo se debilita

A finales de 2022, España perdió 81.900 empleos, a pesar del Black Friday y las Navidades, porque se retrajo el consumo y el crecimiento ante la elevada inflación. A pesar de este “pinchazo”, el año 2022 se cerró con un buen balance del empleo: se crearon 278.900  empleos y trabajan 20.46 millones de personas, la cifra más alta desde 2007. Y lo más importante: los contratos fijos se han cuadruplicado, tras la reforma laboral. El paro bajó el año pasado, aunque poco (-79.900), rondando los 3 millones de desempleados, la tasa de paro (12,8%)  más baja desde 2008. Pero todavía tenemos el doble de paro que Europa y el 41% de los parados no cobran nada, cayendo en la pobreza. Cara a 2023, un año donde se espera crecer la cuarta parte, urge un Plan de choque para reanimar las contrataciones y volver a ganar empleo decente, aunque sea poco (+100.000). Y en paralelo, subir los salarios para reanimar el consumo, las ventas y el empleo. Hay que dar un empujón al empleo en un año difícil.

Enrique Ortega

El cuarto trimestre del año suele ser bueno para el empleo, por las Navidades. El de 2022 ha sido malo, porque el empleo cayó en -81.900 personas, según la EPA conocida hoy. Una caída del empleo que no sucedía desde finales de 2016 (-19.400) y 2017 (-50.900) y que rompe la racha de últimos trimestres con fuertes aumentos del empleo, como en 2020 (+167.400) y 2021 (+153.900). La causa de la pérdida de empleos está en los servicios, por una menor ocupación de lo previsto en la hostelería, el turismo y el comercio (por la inflación y el menor consumo), aunque el empleo también cayó en la construcción (-28.000) y la industria (-70.100), mejorando sólo en el campo (+24.200 empleos). La pérdida de empleo en el 4º trimestre se concentró en Baleares (-83.300), Cataluña (-40.900) y Andalucía (-19.400), lo que corrobora que este “pinchazo” del empleo se debe al turismo. Y un dato llamativo: las mujeres ganaron empleo (+55.500) mientras lo perdían solo los hombres (-137.400 en el 4º trimestre), en especial los jóvenes menores de 25 años (-79.100 empleos), según la EPA

Esta caída del empleo en el 4º trimestre frena la buena marcha que llevaba el empleo en 2022, un año que cerró con la creación de +278.900 nuevos empleos, lejos del año récord de 2021 (+840.700 empleos) pero superando el año negro de la pandemia (se perdieron -622.600 empleos en 2020), aunque no mejora la creación de empleo de 2019 (+402.300 empleos). A cambio, casi no hay ya trabajadores “aparcados” en ERTE, con empleo pero sin trabajo: son 20.000 de media desde el verano, frente a 520.000 en diciembre 2020. Con ello, en España trabajan 20.463.900 personas, el mejor dato desde 2007 (20,72 millones). Y son 3,7 millones de ocupados más que al final de la crisis anterior (16.758.200 en diciembre 2013).

En todo 2022 se creó sobre todo empleo privado (+ 228.200 empleos), cuatro veces más que empleo público (+50.700 ocupados). Y se crearon más empleos entre los hombres (+146.800)         que entre las mujeres (+132.100 ocupadas), siguiendo la tónica de que el nuevo empleo no fue a los jóvenes sino a los más mayores: +30.500 empleos entre 16 y 24 años, +69.900 empleos entre 25 y 34 años y +158.000 empleos entre mayores de 55 años. Y llama la atención que, en 2022, los únicos que perdieron empleo fueron los trabajadores de edad media, entre 30 y 39 años (-140.600 empleos), según la EPA. Por sectores, la mayor creación de empleo en 2022 se dio en los servicios (+314.300 empleos), seguidos de lejos por la industria (+36.600), y la construcción (+14.900), perdiéndolo el campo (-86.900 empleos). Y por autonomías, el empleo creció más el año pasado en la Comunidad Valenciana (+102.700) Andalucía (+58.800) y Baleares (+33.800), las tres por el turismo, mientras perdieron empleo Asturias (-15.100), País Vasco (-7.700) y Aragón (-5.000 empleos).

Esta mejora del empleo en 2022 (+ 278.900 ocupados) ha servido también para reducir el paro, aunque menos (-79.900 parados en 2022), porque en paralelo han aumentado los españoles “activos, las personas que buscan trabajo ahora, tras lo peor de la pandemia: los “activos” aumentaron en 199.000 personas en 2022, impidiendo bajar más las cifras de paro. Es un proceso que se ha ido viendo trimestre a trimestre (salvo en el 4º de 2022): aumentan las personas que buscan trabajo. Y ya hay más adultos “activos” (buscando trabajo o trabajando) que antes de la pandemia: 23.487.800 personas frente a 23.064.100 a finales de 2019. Todo apunta a que seguiremos así, con lo que en los próximos meses sucederá lo que ahora: el paro bajará menos de lo que sube el empleo. 

Volviendo al paro, ha aumentado en +43.800 personas en el 4º trimestre (el paro no subía en Navidad desde 2017) y  ha bajado en -79.900 parados en todo el año 2022, según la EPA de hoy, lo que supone la menor bajada del paro desde 2013 (-69.000 parados ese año). El paro ha bajado en todo 2022  más entre los hombres (-79.900 parados) que entre las mujeres (-32.600). Y por edades, ha bajado más entre los mayores (-50.300 entre 25 y 54 años y -41.200 entre los mayores de 55 años), subiendo entre los jóvenes (+15.900 parados entre 20 y 24 años. El  paro subió el año pasado en los servicios (+101.100), la industria (+7.100) y la construcción (+800), bajando sólo por el menor paro en el campo (-15.500) y entre los parados que perdieron su empleo hace un año (-180.800 ahora). Por autonomías, la mayor rebaja del paro en 2022 se dio en Andalucía (-56.800 parados), Canarias (-50.100) y Baleares (-24.100), las tres por la recuperación del turismo, mientras aumentaban su lista de parados Madrid (+57.700), Asturias (+20.000) y Castilla la Mancha (+13.000), según la EPA de hoy.

La cifra de desempleados baja a 3.024.000 parados en 2022, la más baja en España desde 2007 (1.942.000 parados entonces). Y la tasa de paro española baja al 12,89%, la menor desde el verano de 2008 (11,23% de paro), aunque sigue duplicando la tasa de paro europea (6 % en noviembre) y la de los principales paises de la UE, como Francia (7% de paro), Italia (7,8%) y sobre todo Alemania (3% de paro, cinco veces menos que España).Y mejora la tasa de paro juvenil (menores de 25 años): el 29,26% de los más jóvenes están en paro, el doble que en Europa (15,1% de paro juvenil) y más que en Francia (18,3%), Italia (23%) y sobre todo Alemania (5,8% de paro juvenil, menos de la cuarta parte que España), según Eurostat.

Los datos de paro, aunque mejores que antes de la pandemia y al nivel de 2008, revelan dos cuestiones preocupantes. La primera, que todavía hay 1.047.500 hogares con todos sus miembros en paro (+ 34.300 que antes de la pandemia). La segunda, que España sigue con 5 regiones que tienen una tasa de paro “escandalosa: Ceuta (30,55% de paro), Melilla (21,20%), Andalucía (19% de paro), Extremadura (17,62% de paro) y Canarias (14,57%), según la EPA de hoy. Y hay 5 regiones que mantienen un paro “europeo”, inferior al 10%: La Rioja (8,60% de paro), País Vasco (8,66%), Castilla y León (8,83%), Aragón (9,41%) y Cataluña (9,91% de paro en 2022). Y un dato muy positivo: se reducen  los parados de larga duración, los que llevan más de 1 año sin trabajo: son ahora 1.282.800 parados, el 42,42 % de todos los parados (eran 1.387.000, el 43,5% del total  a finales de 2019).

A pesar de que mejoren los parados “crónicos”, todavía son demasiados y eso provoca que a muchos parados se les acabe el desempleo y no cobren ya ningún subsidio, pasando a una situación de pobreza extrema. En noviembre de 2022, último dato de Trabajo, cobraban alguna ayuda 1.799.838 desempleados: menos de la mitad (el 45%) cobraban un subsidio contributivo (según lo cotizado), de 916 euros de media, y el resto (un 55%) cobraban un subsidio asistencial, de 463 euros mensuales. Pero en esta cifra de parados que cobran desempleo estaban incluidos  los 20.000 trabajadores en ERTE, que cobran el 70% de su sueldo (y el 50% a partir del 7º mes). Así que, en realidad, solo 1.779.838 parados registrados como tales cobra algún subsidio, el 58,85 % de los parados que refleja la EPA de hoy. Eso significa que casi la mitad de los parados (el 41,15% no cobran ninguna ayuda pública, cuando antes de la pandemia, en 2019, eran un 38,5% los parados que no cobraban nada. De hecho, CCOO denuncia que un 40% de los parados  inscritos en el SEPE con experiencia laboral (han trabajado antes) no cobran ninguna ayuda pública por desempleo.

Vistos los datos del empleo y el paro en 2022, queda patente que España ha superado las dos recientes crisis, la pandemia (2020-2022) y la alta inflación (2021 y 2022), aunque el empleo haya “pinchado” a finales de 20220: ahora tenemos más ocupados y menos parados que en 2019. Con todo, el balance es desigual, tanto por sexo y edad como por sectores y regiones. En conjunto, en España trabajan ahora 497.000 personas más que a finales de 2019. Llama la atención que las mujeres se han llevado el doble de estos nuevos empleos (+327.900) que los hombres (+169.100). Y por edades, trabajan ahora más jóvenes (+12.900) y sobre todo más mayores de 55 años  (+560.300 ocupados), pero sorprende que haya menos empleados entre 30 y 45 años que en 2019 (-455.300).La mejora del empleo se ha repartido casi por igual entre el sector público (+272.900) y el sector privado (+224.100), mientras el grueso de los nuevos empleos se han creado en los servicios (+482.600), mejorando poco en la industria (+38.100) y la construcción (+16.900), cayendo sólo el empleo sobre 2019 en el campo (-40.700 ocupados). Y por autonomías, hay más personas trabajando en todas que antes de la pandemia, salvo en Asturias (-10.600 empleos perdidos) y Aragón (-6.800 ocupados). Los que han salido mejor parados en estos tres años son la Comunidad Valenciana (trabajan 112.200 personas más), Canarias (+50.500) y Castilla la Mancha (+48.700 ocupados), según la EPA.

Con todo, la mejor noticia de 2022 es el excepcional balance de la reforma laboral, aprobada a finales de 2021 y que entró totalmente en vigor el 31 de marzo de 2022. Los datos de Trabajo son espectaculares: en todo 2022 se firmaron 18.310.300 contratos, de los que más de 7 millones (el 38,37%) fueron indefinidos, casi 4 veces el porcentaje de contratos fijos firmados en todo 2021 (el 10,9%) y muchos más que en años anteriores (los fijos eran entre el 7 y el 9% de los nuevos contratos desde la reforma laboral de Rajoy en 2012). Y además, más de la mitad  de los contratos firmados en 2022 fueron a tiempo completo (10,5 millones, el 57%) y solo un 29% fueron contratos a tiempo parcial (5,4 millones), mientras se dispararon los contratos fijos discontinuos (2.319.500, frente a sólo 262.900 en 2021), contratos que se hacen por temporada, año tras año, sobre todo en turismo, hostelería, comercio y el campo. Son contratos fijos y el trabajador se considera ocupado, según establecen las estadísticas europeas (desde 1985), aunque los meses que no trabaja cobra el paro.

Con esta reforma laboral, el mercado de trabajo ha sufrido un cambio histórico en sólo unos meses: si a finales de 2021, el 25,4% de todos los trabajadores asalariados tenían un contrato temporal (4.308.500 trabajadores), un año después, en diciembre de 2022, el porcentaje de asalariados temporales ha bajado al 17,91% (3.114.700 personas), según la EPA publicada hoy, con lo que estamos más cerca ya del 14% de media de temporalidad en Europa. Y todo apunta a que en 2023, seguirá aumentando el porcentaje de asalariados con un contrato fijo (ahora son el 82%).

Ahora, la previsión de la mayoría de expertos es que aumente menos el empleo en 2023, básicamente porque España va a crecer este año la cuarta parte que en 2022, aunque parece que se aleja el fantasma de que Europa entre en recesión. En principio, las estimaciones internacionales apuestan por un crecimiento del +1,1% (FMI) al +1,3% (OCDE), mucho menos del +5,2% de crecimiento con que habrá cerrado 2022. Eso debería traducirse en que España creará menos empleo en 2023, entre 100.000 y 150.000 nuevos empleos según distintas previsiones (frente a 278.900 empleos creados en 2022). Todo va a depender de la marcha de la guerra en Ucrania, de que siga moderándose la inflación y del daño que hagan las subidas de tipos del BCE, que ya aprobó 4 subidas en 2022 y que anuncia dos más en 2023 (dejando los tipos en el 3,5%). Si la economía internacional no se hunde y tampoco Europa, el empleo podría crecer otra vez este año, empujado por el turismo (que volverá a los récords de 2019) y el tirón de los Fondos europeos.

La preocupación sobre el futuro del empleo debía ser ayudar a tres colectivos que han sufrido duramente la pandemia y que tienen más difícil trabajar: los jóvenes (3 de cada 10 están en paro y 8 de cada 10 jóvenes ocupados tienen contrato temporal), las mujeres (su tasa de empleo, 60,56 %, es inferior a la europea, 64,3%, y a la de los hombres españoles, 68,5%) y los mayores de 50 años (son casi la mitad de todos los parados y las empresas no quieren contratarlos). El Gobierno aprobó el 10 de enero un Decreto Ley que establece ayudas a la contratación de trabajadores, especialmente a los grupos que tienen más problemas para colocarse: personas en exclusión social, mujeres y mayores de 45 años que llevan más de 1 año en paro (se bonifica su cotización 128/euros al mes durante 3 años) y jóvenes (contratar a menores de 30 años con baja cualificación se bonifica con 275 euros al me durante 3 años), además de ayudas para transformar en indefinidos contratos de formación y relevo. El problema es que estos nuevos incentivos para facilitar que empresas y autónomos hagan más contratos indefinidos no entran en vigor hasta septiembre… Y que siguen sin modernizarse las oficinas de empleo (SEPE), que apenas ayudan a los parados a recolocarse.

En resumen, que el empleo aguanta en España, a pesar del “bache” de las Navidades. Y seguirá creciendo en 2023, aunque menos. El reto ahora es seguir mejorando su calidad, que sea menos precario y esté mejor pagado. Y no dejar atrás a los que tienen más problemas para colocarse, los jóvenes, las mujeres y los mayores de 50 años, volcándose en reciclar a trabajadores y parados, para que tengan más oportunidades de conseguir un empleo futuro, que exigirá una formación diferente. Hay que ser optimista, pero sin olvidar que tenemos el doble de paro que Europa. Y que en España trabaja también menos gente (unos 2 millones menos que la media UE). Por eso, si queremos vivir mejor, hay que crear más empleo y de más calidad.

lunes, 23 de enero de 2023

Los salarios no alimentan la inflación

Este año 2023 debería ser el año en que subieran los salarios, tras haber perdido poder adquisitivo en 2021 y 2022 (-7,5%), al subir mucho menos que la inflación. España es el 2º país europeo donde los trabajadores han perdido más poder adquisitivo, mientras los beneficios empresariales siguen creciendo (+30% las empresas del IBEX). Y además, los salarios bajos han evitado una mayor subida de precios, que en un 80% se debe a la subida de los márgenes empresariales. “Si no hay negociación salarial, habrá conflictos”, amenazan los sindicatos, que piden un 8% de aumento en tres años (2022, 2023 y 2024), mientras la patronal propone subir el 3,5% este año, sin clausulas de revisión. La novedad es que ha caído otro mito económico: que si suben los salarios, se disparará la inflación. Economistas del FMI concluyen que se pueden subir los salarios sin alimentar la inflación. Es hora de subir los salarios, por justicia y para reanimar el consumo de las familias y evitar una recesión. Negocien.

Enrique Ortega

“Nuestros comerciantes e industriales se quejan mucho de los efectos perjudiciales de los salarios altos en el aumento del precio (…).Nada dicen de los efectos perjudiciales de los beneficios elevados. Guardan silencio sobre los efectos perniciosos de sus propias ganancias”. Adam Smith, 1776

Los salarios han vuelto a perder poder adquisitivo en 2022, por 2º año consecutivo. Los 9 millones de trabajadores que firmaron o renovaron su convenio (en 911.187 empresas) pactaron una subida salarial media del +2,78% en 2022, según Trabajo, frente a una subida media de la inflación en España del +8,4%. Eso significa que perdieron un -5,62% de poder adquisitivo. Más los trabajadores que pactaron subidas menores (un 5% pactaron subidas menores al 1%, otro 18% entre 1 y 1,5% y el 25% han tenido subidas entre 1,5 y 2%) y menos los trabajadores que tenían clausula de revisión (total o parcial) para compensar una subida extra de la inflación (ojo: solo la tienen el 21% de los trabajadores con convenio). Y el resto de trabajadores (hay 17,4 millones de asalariados), sin convenio o en pymes que no negocian salarios, han tenido subidas mínimas o se les han congelado los sueldos.

Esta pérdida de poder adquisitivo en 2022 se suma a la de 2021, donde los sueldos en convenio subieron un +1,53% frente a una inflación media del +3,1%. Otra pérdida de poder adquisitivo del -1,6%, que sumada a la de 2023, da una devaluación real de los salarios del  -7,22% en los dos últimos años. En los años anteriores, entre 2012 y 2020, los salarios crecieron más que la inflación (baja o incluso negativa), pero sólo ganaron un +2,97% de poder adquisitivo, que no compensa lo perdido ahora. Y si contemplamos la última década, entre 2012 y 2022, los trabajadores españoles con convenio perdieron un -4,25% de poder adquisitivo, según las estadísticas oficiales. Hay un dato que refleja con claridad esta  “devaluación salarial”, según CCOO: el salario ganado en 2022 está un 12,6% por debajo del de 2008 si descontamos la inflación de estos años. Ganamos menos en términos reales.

Además, España, con salarios más bajos que la Europa rica, es el 2º país de la UE donde los trabajadores han perdido más poder adquisitivo en 2022, tras Eslovaquia, según los datos de Eurostat: un -5,9% en España frente al -4,7% de pérdida en la UE-27, el -4,3% en la eurozona, el -5,7% en Italia, el -4,2% en Alemania, el -3,4% en Portugal y el -1,1% en Francia. Y esto viene pasando desde 2019, porque los salarios españoles crecen menos que la eurozona (6,5% frente al 8% en estos tres años) mientras la inflación se mantiene en línea e incluso es menor (en 2022). Para 2023, la previsión de la Comisión Europea es que los salarios españoles apenas ganen poder adquisitivo (+0,1%: subirán un 4,9% frente al 4,8% la inflación), y que en 2024 ganen otro poco (+0,4: salarios subirán un 2,7% frente a un 2,3% la inflación). Pero no será suficiente para recuperar lo perdido y así, el balance 2019-2024 para España será una pérdida de poder adquisitivo del -5,9%, la tercera mayor de la UE (tras el -6,6% de Italia y el -6,3% de la República Checa, más del doble que la zona euro (-2,4%) y mayor que la pérdida de poder adquisitivo de Alemania (-5,1%) y Francia (-1,3%). En resumen, en 15 de los 27 paises europeos, los trabajadores perderán poder adquisitivo entre 2019 y 2024, con la pandemia y la alta inflación. Y España será el 3º que más pierda.

Este deterioro de los salarios reales ha ayudado a que los precios no subieran más en 2021 y 2022, al contener los costes laborales de la mayoría de empresas. Y por eso, sindicatos y expertos critican que las empresas no hayan sido responsables y que hayan aprovechado esta crisis y el aumento de costes para subir precios y márgenes. Lo ha reconocido la consejera alemana del BCE, Isabel Schnabel, quien en una charla en Galicia constató que “las empresas europeas han subido sus precios por encima de los salarios y del coste de la energía, aumentando sus beneficios”. Y añadió que en algunos sectores, como la hostelería o los transportes, los beneficios empresariales han crecido casi un 20%, más del doble de lo que han subido los salarios nominales  y la factura energética. Lo mismo se denuncia en EEUU, donde algunos expertos destacan que el aumento del margen de las empresas (aumentaron un +42% entre el 1º trimestre de 2020 y el 2º de 2022), muy superior al aumento de sus costes (+16%) es uno de los factores claves que explican la inflación. Y dan un dato llamativo: los márgenes empresariales no habían sido tan altos en EEUU desde 1950.  

En España, se ha repetido esta situación de Europa y USA: a finales de 2022, los márgenes de las empresas eran un +60% superiores a los de finales de 2019 mientras los salarios sólo crecieron en ese periodo un +4%, según este informe de Intermón Oxfam, que toma los datos de ventas y costes de la Agencia Tributaria, que señalan un margen del 10,4% sobre ventas en el verano de 2022, frente al 8,6% de margen a finales de 2019 y el 8,4% en 2014. Las mayores subidas de márgenes, en 2022, se han dado en la construcción, los servicios, el comercio minorista, la hostelería y el transporte.

Esta fuerte subida de márgenes (superior a la de los costes) y los consiguientes beneficios empresariales son los principales responsables de la inflación en España, según este informe de Oxfam y otros de UGT y CCOO, que cuantifica esa responsabilidad: los beneficios empresariales (las empresas del IBEX aumentaron sus beneficios un +30% en el tercer trimestre de 2022) son responsables del 80% de la inflación de 2022, mientras los salarios lo son del 13,5% y el resto es por los impuestos. Y tanto Oxfam como CCOO sostienen que las alzas de precios se deben a la falta de competencia en muchos sectores (hay oligopolios) y al fuerte aumento de la demanda tras la pandemia, dos factores que han aprovechado sobre todo las grandes empresas y las multinacionales para subir sus precios, más que las pymes. Y añaden que las empresas españolas tienen mayores márgenes que el resto de las europeas desde 2019, sobre todo en el sector energético, finanzas e industrias. Si la inflación es más baja en España (5,5% en España frente a 10,4% en la UE-27), se debe a que los salarios hacen de contrapeso, al ser también más bajos y haber subido menos en estos años.

Ahora, tras dos años de moderación salarial y pérdida de poder adquisitivo, ha llegado la hora de subir más los salarios. “Si no hay negociación, habrá conflictos”, amenaza el líder de UGT, molesto con la actitud de la patronal CEOE, que no tiene prisa por pactar convenios tras haber negociado en 2022 la mitad que un año normal (1.024 convenios, con 2,7 millones de trabajadores, frente a 1.907 convenios y 4,6 millones de trabajadores en 2018). El ambiente negociador no parece propicio, después que la CEOE se levantara en mayo de la mesa negociadora con los sindicatos, argumentando que querían “saltarse una línea roja” al querer incluir en los futuros convenios una clausula de revisión salarial para defenderse ante posibles desviaciones de la inflación. Los sindicatos denuncian que las empresas aprovecharon la reforma laboral de Rajoy (2012) para suprimir esta cláusula en los convenios: si en 2008 la tenían el 70% de los trabajadores con convenio, en 2022 sólo la tenían el 21% (1,9 millones).  O sea, sólo 1 de cada 10 asalariados tienen cláusula de revisión salarial.

La patronal argumenta que les están subiendo todos los costes (energía, transporte, créditos, cotizaciones e impuestos) y que no es momento de subir mucho los salarios, porque además, eso alimentaría la inflación. Y los sindicatos les replican que la inflación sube porque están disparando márgenes y beneficios y que los trabajadores no pueden ser los paganos de la inflación, perdiendo año tras año poder adquisitivo. Las posturas de partida están encontradas: la patronal no acepta subidas superiores al +3,5% en 2023 y los sindicatos pretenden pactar subidas a varios años, que compensen lo poco subido en 2022 y aseguren un mínimo para los años siguientes. No piden “un mundo”, en la mayoría de sectores defienden una subida del 8% a tres años (3,5% en 2022, 2,5% en 2023 y 2% en 2024), pero, eso sí, acompañada de una clausula de revisión que garantice subidas extras si la inflación se dispara. Hay sectores que ya están negociando o han pactado subidas mayores, como construcción (4+3+3=10% en 3 años), sector químico (1+2+2) o banca (+4,5% para 2023). Y CCOO ya ha dicho que están dispuestos a negociar “teniendo en cuenta la situación de cada sector o empresa”.

Un elemento clave es la subida del salario mínimo interprofesional, que debe aprobar el Gobierno pero que influirá en la futura negociación salarial. Ocho paises europeos ya han subido su salario mínimo para 2023, entre un 5 y un 19% de media, desde el 15% que lo ha subido Alemania (a 1.913 euros), el 10% Paises Bajos (a 1.897 euros) o el 5,6% de Francia (hasta 1.692 euros). En España, la propuesta del Comité de Expertos es subir el salario mínimo actual (1.000 euros mensuales en 14 pagas) entre un 4,6% (1.046 euros) y un 8,2% (1.082 euros). Los sindicatos quieren subirlo hasta 1.100 y la patronal no quiere que suba más del 4% (1.040), con lo que se espera una subida “salomónica” del Gobierno, hasta los 1.070 euros (+7%), que beneficiará a un 20% de los asalariados (unos 3,5 millones de trabajadores).

Este aumento del salario mínimo tendrá un “efecto arrastre” sobre todos los salarios, en especial sobre los más bajos. Algo importante porque en España, los salarios son muy bajos, un 21,3% por debajo de la media europea (se cobra 22,9 euros por hora trabajada, frente a 29,10 euros en la UE-27 y 37,2 euros por hora en Alemania). Y el salario mediano es de 1.430 euros netos, según el INE, con un 30% de los trabajadores (5 millones) ganando menos de 1.111 euros netos al mes. Un dato que contrasta con los sueldos de los altos directivos de muchas empresas españolas: acaba de publicarse que hay 211 directivos españoles de banca que ganan más de 1 millón de euros al año. Y que el directivo bancario europeo que más gana trabaja en el Banco Santander: ganó 14,6 millones en 2021… 

Cara a esta próxima negociación salarial de 2023, hay un elemento nuevo que puede ser decisivo: los economistas del FMI acaban de señalar que “se pueden subir los salarios sin que eso alimente la inflación”, lo que desmonta el viejo “mito económico” de que hay que contener las subidas salariales para frenar la inflación. Estos economistas han estudiado 79 periodos históricos, en 38 paises (incluida España) para analizar la relación salarios/precios en un contexto de inflación de costes (no de demanda) como el actual. Y concluyen que la subida de los salarios no provocó una espiral de inflación y que si hay subidas la inflación termina bajando. En definitiva, que “las espirales sostenidas de precios y salarios son poco comunes”. Y que se puede subir salarios sin alimentar la inflación. Y que la clave son las expectativas: que los agentes económicos no apuesten por más inflación, que no se preparen ante ella disparando márgenes o salarios.

Ahora, parece que “hemos tocado techo con la inflación”, según anunció en la Cumbre de Davos la economista jefe del FMI. Y la expectativa es que la inflación baje en 2023 (al 4,8% en España) y en 2024 (al 2,3%). Por eso, empresas y trabajadores deberían pactar subidas que compensaran esta inflación prevista y parte del poder adquisitivo perdido. Las empresas venden más y han recuperado sus beneficios de 2019 en muchos sectores, por lo que pueden hacerlo (las que siguen con problemas, evidentemente no). Y subir más los salarios no es sólo un deber de justicia (repartir el pastel entre empresas y trabajadores, además de reducir la tremenda desigualdad salarial) sino también una necesidad económica: hay que reanimar el consumo de las familias, uno de los motores del crecimiento, y eso exige mejorar sus ingresos, subir más los salarios. Es la mejor vacuna para evitar una recesión en 2023 y mantener las ventas y el empleo. Los empresarios deberían verlo claro: si los trabajadores no ganan más, no podrán gastar más y ellos ganarán menos.

Al final, se trata de pactar la salida de esta nueva crisis, repartiendo el crecimiento entre salarios y beneficios empresariales. Es lo que se llama “un pacto de rentas”. Algo tan viejo como la economía, como refleja este párrafo de Adam Smith, el padre del liberalismo económico, que lo escribió en 1776, en su libro “La riqueza de las naciones”: “Nuestros comerciantes e industriales se quejan mucho de los efectos perjudiciales de los salarios altos en el aumento del precio (…).Nada dicen de los efectos perjudiciales de los beneficios elevados. Guardan silencio sobre los efectos perniciosos de sus propias ganancias. Sólo se quejan de los efectos de las ganancias de otros”… Empresarios: ¡aplíquense el cuento!  

jueves, 19 de enero de 2023

FITUR 2023: el turismo roza el récord

Esta semana se celebra FITUR, la Feria del turismo, en medio de un generalizado optimismo por los datos de 2022: el sector ha recuperado la facturación y el empleo de 2019, antes de la pandemia. Y el turismo, tanto el nacional como el extranjero, “ha salvado la economía”, al aportar dos tercios de todo el crecimiento de España en 2022. Ahora, se espera que el turismo siga creciendo en 2023 y se superen el récord de turistas (83,7 millones) y de ingresos (92.278 millones de euros) de 2019, siendo otra vez el motor de la economía española. Todo ello apoyado en una recuperación del turismo español, europeo y, sobre todo, asiático y americano, aunque con el riesgo de unos precios altos y un euro más caro. Se trata de salir del bache de la pandemia y apuntalar el futuro de la primera industria española con los Fondos europeos (3.400 millones), consiguiendo un turismo sostenible de más calidad, que no solo busque sol y playa.

Enrique Ortega a partir de la publicidad institucional

El turismo se ha recuperado de la pandemia y la inflación en 2022. Lo reconoce con claridad la patronal turística Exceltur: “2022 marca la total recuperación de la actividad turística en España”. Y lo apoyan en unos datos contundentes. El PIB turístico, el valor de la actividad turística, alcanzó los 159.000 millones de euros en 2022, un 1,4% superior a 2019. Y eso ha permitido aumentar el empleo turístico (2,5 millones a finales de 2022), un +1,4% sobre el de 2019, un empleo que ahora es de más calidad, tras la reforma laboral (la tasa de temporalidad bajó del 30,4 % en febrero de 2022 al 8,8% de media anual, por la adopción generalizada de los contratos fijos discontinuos, de temporada). Y las empresas turísticas también han mejorado facturación y beneficios, a pesar del fuerte aumento de costes.

Esta importante mejoría del turismo le permitió ser el motor del crecimiento económico de España en 2022, aportando el 61% de todo el crecimiento del país, según Exceltur, aportando 1 de cada 8 euros producidos en España (el 12,2% del PIB). Y eso ha sido posible por los dos motores que tiran (a medias) del turismo: el turismo nacional y el extranjero. Los españoles se lanzaron a viajar, a partir de abril, aumentando de forma considerable el gasto y las pernoctaciones sobre las de 2019 (sobre todo en apartamentos, campings y turismo rural, aunque también en hoteles). Y también se recuperó en gran parte la llegada de extranjeros, sobre todo de Holanda (+13% pernoctaciones hoteleras que en 2019), Luxemburgo (+5,6%), Irlanda (+7,2%), Portugal (+5,9%), Francia (+0,6%) y México (+17,6%), mientras han caído las pernoctaciones de turistas del Reino Unido (-6,8% sobre las de 2019), Alemania (-12,4%), Italia (-12,9%), paises nórdicos (-24,9%) y EEUU (-8,5%).

Centrándonos en este mercado, el turismo extranjero, España recuperó en 2022 un 85% de los turistas récord que llegaron en 2019, según la estimación de la ministra Reyes Maroto: espera cerrar el año con 71,5 millones de turistas internacionales, el doble que en 2021 (31.129.393 turistas extranjeros) y cuatro veces los que llegaron en 2020, cuando estábamos medio cerrados por la pandemia (18.957.856), aunque todavía falta recuperar un 15% de turistas internacionales para llegar a los 83.701.011 turistas extranjeros que vinieron en 2019. De momento, con las estadísticas disponibles (enero-noviembre), han llegado 67,4 millones de visitantes extranjeros, el 85,14% de los que llegaron en los 11 primeros meses de 2019, según los datos de Frontur. Baja sobre 2019 el peso de los turistas británicos (21,3% del total), nórdicos (5,92%) y norteamericanos (3,88%), pero sube el porcentaje que representan ahora los turistas de Francia (13,98%), Alemania (13,80%), Italia (5,55%) y Holanda (5,54%). Y aumentan los que se dirigen a Baleares (19,38% frente al 16,34% que llegaban en 2019: es la única región que ha recuperado los extranjeros de antes de la pandemia), Canarias (16,47%), y la Comunidad Valenciana (12%), mientras pierden mercado Cataluña (20,74% de turistas ahora frente al 23,12% del total en 2019), Andalucía (14,05%) y Madrid (8,30%).

Otro dato importante es que ha aumentado el gasto turístico de los extranjeros en 2022: se espera cerrar el año con 87.100 millones de ingresos (van 81.821 millones hasta noviembre), según la ministra, lo que supondría acabar con un 94% del gasto turístico récord alcanzado en 2019 (92.278 millones de euros). Esta mejoría del gasto, mayor que la de los turistas, se debe a que está aumentando la estancia media de los turistas extranjeros (7,5 días de media en 2022 frente a 6,8 días en 2019) y se gastan más, cada día de estancia (165 euros frente a 161) y en el total de su viaje (1.241 euros frente a 1.086), lo que indica una mayor calidad del turismo que llega, además de la subida de los precios turísticos.

En 2022, con la mejora del turismo nacional y extranjero, el sector turístico ha aumentado ventas y beneficios, pero de una forma dispar, según Exceltur: los más beneficiados han sido los hoteles de sol y playa (aumentan su facturación un 7,2% sobre 2019) y los que menos los hoteles urbanos (+3,5%), empeorando todavía sus ventas (sobre 2019) las agencias de viajes (facturan un -15,5%), las compañías de transportes (-5,4%) y las empresas de alquiler de coches (-3,1% ventas sobre 2019). Las regiones que más se han beneficiado de la recuperación del turismo, en 2021 y 2022, son las zonas costeras y algunas de interior: las empresas turísticas ya facturan más que en 2019 en Baleares, Canarias, Andalucía, la España verde (Galicia, Asturias y Cantabria), Extremadura, Aragón y Castilla la Mancha. En resumen, que el negocio turístico se ha recuperado ya en toda España salvo en Cataluña, Madrid, Comunidad Valenciana, Murcia, País Vasco, Navarra y Castilla y León.

Ahora, en 2023, el sector confía en que “se consolide la recuperación turística”, en un año que “irá de menos a más”, según vaticina la patronal Exceltur, que espera que el turismo tome impulso a partir de primavera (la Semana Santa cae del 3 al 9 de abril). Y apuestan a que el PIB turístico vuelva a crecer, otro +5,9%, con lo que el turismo aportaría a la economía 11.649 millones más que antes de la pandemia (2019), siendo otro año más uno de los motores del crecimiento económico español, junto a las exportaciones, el consumo y los Fondos europeos. La patronal cree que este año, la mejoría turística se apreciará sobre todo en los hoteles urbanos, las empresas de transportes y los hoteles de vacaciones, mejorando sobre todo los destinos turísticos ligados al turismo extranjero, en especial Madrid y Barcelona (que superarán sus ventas de 2019), aunque esperan que sigan creciendo las ventas turísticas en las zonas de sol y playa, el turismo interior y la España verde.

Otros expertos coinciden en señalar a 2023 como el año de la recuperación definitiva del turismo en España, a pesar de las incertidumbres económicas. Un informe de CaixaBank apuesta también por un crecimiento del PIB turístico (+4%), situándolo por encima del de 2019, gracias a 2 factores positivos: la recuperación de la movilidad aérea en Europa (lastrada en 2022 por la saturación de los aeropuertos y la alta inflación) y la recuperación del turismo “de larga distancia”, tanto de EEU y Latinoamérica como de Asia (en especial China, Japón y Corea, los tres paises con mayor potencial, dado que sus viajes están un 70% por debajo a los de 2019). Eso sí, plantean 2 temores sobre 2023: que Europa crezca poco (sobre todo Reino Unido y Alemania, dos mercados claves) y el negativo efecto de la subida anual de los precios turísticos: +13,7% han subido los hoteles, +17,5% los vuelos internacionales y +12,2% los paquetes turísticos internacionales, según el INE.

Hay otro factor importante que afectará a la llegada del turismo extranjero en 2023: la cotización del euro. En 2022, la depreciación de la moneda europea (-6%) ayudó a la llegada de turistas de fuera de la zona euro, porque viajar les costaba un 6% menos. Ahora, con la subida de tipos, el euro se está recuperando (hoy cotiza a 1,0808 dólares y sube un +1% sobre el cierre de 2022) y los expertos creen que podría subir a 1,135 dólares en marzo y a 1,10 euros en agosto, lo que supondría un encarecimiento adicional de los hoteles y paquetes turísticos para visitantes de fuera de la Europa del euro. Y eso es más preocupante porque dos paises competidores, Turquía y Egipto, están devaluando sus monedas, lo que hace aún más baratas sus tarifas turísticas.

Aunque el sector turístico ve con optimismo 2023, insiste en pedir al Gobiernoque no baje la guardia” con las ayudas al sector implantadas en 2020, por la pandemia, en especial que mantenga el periodo de carencia para devolver los créditos ICO y el ERE que aún disfrutan las agencias de viaje y algunas empresas turísticas que no se han recuperado.  Además, Exceltur reitera su petición de que el Gobierno intervenga ante el imparable crecimiento de los pisos turísticos, que suponen una competencia desleal (muchos no están legalizados), encarecen los alquileres y agravan un sentimiento “anti turismo” en ciudades donde colapsan los centros urbanos. Según sus datos, en 2022, las plazas en apartamentos turísticos crecieron en 73.894 (un +35%), con un elevado incumplimiento de las normativas autonómicas y locales. Y ya hay, sólo en las 20 principales ciudades españolas, más de 862.000 plazas en apartamentos turísticos, 2,5 veces más de las que había en 2010 (346.921 plazas).

Pero la principal petición de los empresarios turísticos al Gobierno es que gaste de otra manera los Fondos europeos. Dentro del Plan de Recuperación se contempla un capítulo (el Componente 14) para el turismo, con el objetivo de “transformar y modernizar el sector turístico, aumentando su competitividad y resiliencia”. Son 3.400 millones a invertir entre 2021 y 2023 (el gasto puede hacerse hasta 2026), para intervenir en 4 ámbitos: conseguir una mayor sostenibilidad (medio ambiental, socioeconómica y territorial), la transformación digital de los destinos y empresas turísticas (para reducir su dependencia de los tour operadores extranjeros), conseguir una mayor resiliencia en regiones muy dependientes del turismo (en Baleares y Canarias, supone un 35% de la economía y hasta el 40% del empleo) y mejorar la competitividad del sector y su eficiencia energética. En conjunto, se espera que estos programas e inversiones creen 100.000 nuevos empleos turísticos.

El problema está a la hora de concretar el destino de estos Fondos europeos para el turismo. La opción que ha elegido el Gobierno, apoyado por la mayoría de autonomías y Ayuntamientos, es diversificar estas ayudas, que lleguen al mayor número de proyectos y localidades posibles. De hecho, ya se han repartido 860 millones en Planes de sostenibilidad turística, adjudicados a 1.489 Ayuntamientos, con una ayuda media de 600.000 euros. La patronal Exceltur defiende que lo mejor hubiera sido concentrar el grueso de los Fondos en los grandes municipios turísticos y se quejan de que, de los 20 grandes destinos, sólo han recibido Fondos 17 localidades, con una ayuda media de 7,2 millones, que consideran insuficientes para reconvertir  a fondo su vieja oferta de sol y playa. Y también se quejan de que el 97,4% de los empresarios turísticos no han accedido a ninguna financiación UE.

Realmente, los Fondos europeos son una gran oportunidad para reconvertir el turismo español, desde las instalaciones (algunas viejas) a la oferta turística, incluida una digitalización a fondo y un esfuerzo por la sostenibilidad territorial (ojo: hay 12 localidades españolas que reciben más de 1 millón de turistas al año) y medioambiental (el turismo es responsable del 9% de las emisiones de CO2), sin olvidar la falta de servicios, infraestructuras y agua. Además, ahora que el turismo se recupera, es hora de corregir el exceso de concentración del sector, tanto en verano (el 45% de los turistas llegan entre junio y septiembre), como en origen (el 87% de los turistas extranjeros proceden de Europa) como en destino (el 91% de los turistas extranjeros van a 6 autonomías: Cataluña, Baleares, Canarias, Andalucía, Comunidad Valenciana y Madrid, que se benefician en exclusiva del 93% del gasto que hacen los extranjeros en España).

Así que España debe apostar por un turismo más diversificado, tanto en fechas como en origen y destino, un turismo que no destroce los territorios y respete mejor el medio ambiente, que actualice y modernice su oferta y sea capaz de vender por Internet sin intermediarios, buscando no tanto la cantidad (los millones de turistas) como la calidad y el gasto. Todo esto debe incluirse en la Hoja Estratégica del Turismo para 2030, que está elaborando el Gobierno con el sector. Hay que remozar y modernizar nuestra primera industria, para que sea más competitiva y consolide su crecimiento y empleo, básicos para España. Y en paralelo, urge modernizar el resto de la economía, fomentando la industria, la agricultura, la tecnología y la innovación, los sectores con futuro, para que España sea “más que sol y playa”, para que no dependamos tanto del turismo para crecer y crear empleo. Diversificar.