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jueves, 1 de junio de 2023

Impuestos: las grandes empresas pagan poco

Este mes se acaba el plazo para presentar la declaración de la Renta, aunque a casi 10 millones de declarantes les sale a devolver, porque les retuvieron de más el año pasado. El IRPF recauda 43 de cada 100 euros y es el impuesto que más creció en los últimos 15 años, junto al IVA. Mientras, el impuesto de Sociedades, que pagan las empresas, recauda un 27% menos, aunque ganan un 50% más. Este “truco fiscal”, que paguemos más la mayoría y menos las empresas, se debe a multitud de exenciones, bonificaciones y créditos fiscales que disfrutan, sobre todo las grandes empresas con filiales en el extranjero (y en paraísos fiscales). Así, los grandes grupos pagan el 5,9% de sus beneficios, frente al 9,4% todas las empresas y el 14,1% los que declaramos Renta. Una injusticia fiscal que el Gobierno Sánchez ha intentado reducir, con medidas fiscales e impuestos sobre beneficios extraordinarios, y que ahora dependerá del futuro Gobierno. O pagan más o habrá que recortar gastos.

Enrique Ortega

España ha aumentado su recaudación fiscal en los últimos 15 años, para financiar y mejorar los servicios públicos, aprovechando el mayor crecimiento económico  y que hay más empleos y pensionistas, con más ingresos y que pagan más impuestos. Globalmente, se ha pasado de recaudar 200.676 millones en 2007 a 255.463 millones en 2022, un aumento del +27,3%, según la Agencia Tributaria. Pero el esfuerzo fiscal ha sido desigual. El Impuesto sobre la Renta (IRPF), que en su mayoría pagamos trabajadores y pensionistas,  ha pasado de recaudar 72.614 millones en 2007 a 109.485 millones en 2022, un aumento del +50,7%. Y el IVA, el impuesto que pagamos todos los días, también mayoritariamente trabajadores y pensionistas, ha saltado de ingresar 55.851 millones en 2007 a 82.595 millones en 2022, un aumento del +47,9%. Mientras, el Impuesto de Sociedades, que pagan las empresas, recauda mucho menos: de ingresar 44.823 millones en 2007 ha pasado a recaudar 32.176 millones en 2022 (-26,77%), aunque en 2019, cuando la izquierda llegó al Gobierno, aún recaudaba mucho menos (23.738 millones), la mitad que en 2007.

Como se ve, el esfuerzo fiscal de la mayoría (trabajadores y pensionistas), que no pueden “evadir impuestos” porque sus ingresos son fácilmente controlables, ha sido importante y ahora, que ingresan más, pagan un 50% más en Renta e IVA. Pero las empresas pagan una cuarta parte menos. Podría pensarse que eso se debe a que, con las crisis, ganan menos y por eso tributan menos. Pero no es así, según los datos de la Agencia Tributaria: los beneficios de las empresas españolas en 2022 han sido un 50,1% superiores a los de 2008 (ver gráfico). Incluso se han duplicado sobre 2005 (327.461 millones frente a 164.497). En resumen: las empresas ganan el doble y pagan una cuarta parte menos de impuestos.

¿Cuál es el truco? Que las empresas pagan ahora a Hacienda un menor porcentaje sobre sus beneficios. Y eso se debe a cambios en la política fiscal, a privilegios que han ido acumulando en las últimas décadas, amparados por distintos Gobiernos. En los años 90, los gobiernos de Aznar privatizaron 50 grandes empresas públicas (Telefónica, Repsol, Endesa, Tabacalera, Argentaria…) y les ayudaron a convertirse en importantes multinacionales, con el  apoyo posterior de los gobiernos de Rodríguez Zapatero, que, en 2007, les hizo una serie de “regalos fiscales”, con la excusa de fomentar la inversión y el empleo: bajada del tipo nominal de sociedades (del 35 al 30%) y la creación de un abanico de exenciones, deducciones y beneficios fiscales que rebajaban su tributación final. En 2012, al llegar Rajoy al Gobierno, se encontró con un “agujero fiscal” y llegó a decir en el Congreso: “Algunas empresas del IBEX no pagan impuestos”. Les recortó algunas deducciones y exenciones, pero también bajó (en 2016) el tipo de Sociedades del 30 al 25% actual. En unos años de subidas históricas de impuestos (y recortes), Rajoy subió la recaudación de sociedades, pero más nos subió el IRPF y el IVA. Y en 2017 y 2018, volvió a restablecer deducciones. A partir de 2020, el Gobierno Sánchez ha tratado de que las empresas paguen más impuestos, consiguiendo una subida de la recaudación en 2022.

Esta evolución de la política fiscal se puede ver en los impuestos que han pagado las empresas. Hasta los años 90, el resultado de las empresas y su base imponible (sobre la que se pagan impuestos) eran bastante equiparables. Así, en 1995, las empresas pagaban un 21,97% sobre su base imponible y un 19,10% sobre su beneficio final. Y en el año 2000, un 24,07% sobre la base imponible y un 21,42% sobre su beneficio. Pero luego, la autorización de nuevas deducciones y exenciones, rebajaron el impuesto final. Así en 2011 (tras la “ayuda de ZP), las empresas pagaron un 19,92% sobre la base imponible, pero tras las deducciones y exenciones, sólo pagaron un 9,04% sobre los beneficios. En 2014 (Rajoy lo necesitaba) pagaban algo más, un 10,02% sobre el beneficio contable, pero en 2019 (con Presupuesto PP  prorrogado)  sólo pagaron el 9,07%, casi lo mismo que en 2021. Y sólo pagaron algo más en 2022, un 20,55% sobre su base imponible (ingresos menos gastos), pero sólo un 9,40% sobre su beneficio contable. En resumen, que las empresas españolas pagaban el 21,42% de lo que  ganaban en el año 2000, el 16,7% en 2007 y ahora el 9,4%. Por eso Hacienda ahora recauda un -26,77% en Sociedades, frente a un +50,7% más con el IRPF.

Ese porcentaje que pagan sobre lo que ganan, el 9,4%, es muy inferior al tipo efectivo de todos los impuestos (15,3% en 2022) y al tipo efectivo que pagamos en Renta los que vivimos de un sueldo a de una pensión (el 14,1%). Pero además, es un tipo medio: hay empresas que pagan mucho menos, según los datos de la Agencia Tributaria. Así, los grandes grupos empresariales españoles tributaron el 5,9% de sus beneficios en 2021 (y un 5,1% en 2020), mientras las empresas no integradas en grupos pagaban un 13,4% de sus beneficios. Y todavía pagan menos las multinacionales españolas, las empresas que tienen filiales en el extranjero (muchas en paraísos fiscales): de las 126 mayores multinacionales españolas, 31 pagan menos del 5% de sus beneficios en el Impuesto de Sociedades (pagan el 1,75% de media). Otras 15 pagan del 5 al 10% (8,64% de tipo efectivo), 6 multinacionales pagan del 10 al 15% (11,46% de media) y 18 multinacionales pagan del 15 al 20% (16,31% de tipo efectivo), según un informe de la Agencia Tributaria. Globalmente, un tercio de las multinacionales españolas (el 37%) pagan de impuestos menos del 10% de sus beneficios.

Las grandes empresas pagan poco “legalmente, porque se aprovechan de tres mecanismos fiscales que les han ido “regalando” en las últimas décadas. El primero, las bonificaciones, deducciones y reducciones fiscales  (por donaciones, inversiones en I+D+I, o tipos reducidos a SICAV y SOCIMIs y otros múltiples conceptos como la deducción por gastos financieros), que les rebajan la cuota a pagar, sobre todo a las grandes empresas. El segundo, los “créditos fiscales” acumulados por pérdidas anteriores. Y el tercero, por las operaciones en el extranjero. Veámoslos.

Los créditos fiscales son “una gran “hucha” que tienen las empresas (sobre todo las grandes y los bancos) para tirar de ella y ahorrarse el pago de impuestos por pérdidas anteriores: superan los 500.000 millones de euros (575.334 millones, según el Comité de expertos fiscales) y se estima que permitió a las empresas ahorrarse 25.000 millones en impuestos en 2019 (por la crisis financiera de 2008). El sistema es justificar pérdidas o comprar empresas con pérdidas para eludir el pago de impuestos, algo que resta unos 5.000 millones de recaudación anual. Un caso llamativo es la banca, que acumula un colchón, una hucha de 65.000 millones de euros en créditos fiscales, por haber comprado Cajas de Ahorros y bancos en pérdidas (con 65.725 millones de ayudas públicas que no vamos a recuperar) y por las pérdidas de la pandemia. De hecho, en 2022, Santander se ahorró 642 millones en impuestos y BBVA otros 598 millones por los créditos fiscales que acumulan. Y así cada año.

El tercer mecanismo legal para pagar menos impuestos, junto a las bonificaciones y los créditos fiscales, son las operaciones en el extranjero, básicamente dos: la deducción fiscal por pérdidas (o endeudamiento) en filiales y la exención fiscal del 100% a los dividendos y plusvalías generados en el extranjero, que busca evitar la “doble imposición”. Se entiende que estos ingresos han tributado en otros paises y no deben volver a pagar en España, pero el problema es que en muchos paises (de baja imposición o paraísos fiscales) tributan poco o nada, con lo que muchos de estos ingresos realmente no pagan. Se estima que este dinero exento supone un ajuste de hasta 150.000 millones anuales, la mitad del beneficio contable de muchas multinacionales, lo que explica por qué tributan menos del 5%.

Sea por la vía que sea, la realidad es que una buena parte del beneficio de las grandes empresas no paga impuestos. Y más en el caso de las multinacionales españolas: 24 de las 35 compañías del IBEX tienen filiales en paraísos fiscales (187 el Banco de Santander, 82 ACS y 65 Ferrovial), según este informe de Intermón Oxfam). Los datos son impactantes: si en 2010, las empresas españolas ganaron 164.164 millones y sólo tributaron por 77.658 millones (el 47,3% de su beneficio), en 2021 ganaron casi el doble (304.978 millones) y sólo tributaron por 114.605 millones, por el 37,58 de su beneficio. En definitiva, que 2 de cada 3 euros de beneficio de las empresas españolas no tributa.

Esta situación escandalosa, sobre todo para los que pagamos por todo lo que ganamos, es un tema preocupante, no sólo en España sino en todos los paises occidentales, donde los Gobiernos están muy preocupados, sobre todo por las multinacionales y su “elusión fiscal: termino “fino” para indicar que no hacen “fraude fiscal” sino “ingeniería fiscal” para pagar menos impuestos “legalmente”, utilizando los agujeros de las leyes y los paraísos fiscales. En conjunto, se estima que las multinacionales dejan de pagar 125.000 millones de dólares al año. Sólo España pierde cada año 4.000 millones de euros (el 18% de los ingresos por Sociedades) por la “elusión fiscal” de las multinacionales, según estimaciones internacionales. Para evitarlo a medio plazo, la OCDE y el G-20 acordaron en la Cumbre de Roma, en octubre de 2021, establecer un tipo mínimo del 15% sobre los beneficios de las multinacionales, un acuerdo que generará 150.000 millones de ingresos fiscales adicionales en 140 paises (en España podría suponer 2.300 millones anuales de recaudación extra). En principio, el tipo mínimo iba a entrar en vigor este año 2023, pero la OCDE ha señalado que su implantación “va con retraso” y no se implantará hasta 2024.

Europa se puso en línea y el Consejo aprobó en diciembre de 2022 una Directiva (2022/2523) para que todos los paises europeos apliquen este tipo mínimo del 15% en Sociedades. En España, el 6 de marzo de 2023, el Gobierno ha sometido a consulta pública esta Directiva, que debía trasponer y aprobar el Congreso antes de fin de año, una tarea que queda en suspenso y pendiente del futuro Parlamento. Entre tanto, las empresas y multinacionales españolas tienen ya ese tope mínimo del 15% por su actividad en España, dado que lo aprobó el Gobierno Sánchez, en el Presupuesto 2021, para aplicarlo a partir de 2022.

El Gobierno Sánchez, desde enero de 2020, ha tenido entre sus prioridades que las grandes empresas pagaran más impuestos. Por un lado, ha limitado las bonificaciones y exenciones fiscales, reduciendo del 100 al 95% la exención fiscal por dividendos y plusvalías generados en el extranjero. Y la Agencia Tributaria estrecha el cerco a los grandes grupos empresariales que compran empresas con pérdidas para rebajar la factura fiscal, publicando en mayo una nota aclaratoria que delimita el alcance de este mecanismo, que permitió a las empresas ahorrarse 4.780 millones en impuestos en 2021. Además, el Gobierno aprobó en 2022 un impuesto temporal sobre los beneficios extraordinarios de las eléctricas, energéticas y la banca, para recaudar 7.000  millones entre 2023 y 2024. Los bancos han empezado a pagarlo en febrero (pagarán 1.500 millones anuales, el 7,4% de sus beneficios anuales), pero antes lo tienen recurrido ante los Tribunales. Y si el 23-J gana el PP, lo suprimirá.

Al final, lo que pase con la tributación de las grandes empresas y las multinacionales va a depender del futuro Gobierno. Pero el Comité de Expertos que, en marzo de 2022, presentó  su informe sobre una futura reforma fiscal, ya se mostró a favor de replantearse las bonificaciones, exenciones y deducciones del Impuesto de Sociedades, así como el cambio en la tributación de las multinacionales españolas, para que pagaran un mayor porcentaje sobre sus beneficios reales. Y lo mismo plantea el último informe de Intermón Oxfam, que pide limitar las bonificaciones y créditos fiscales, aumentar el tipo efectivo que pagan las empresas y revisar el listado español de paraísos fiscales (sólo 24 territorios: ver la lista) y también el europeo, que no considera paraísos fiscales a  Irlanda, Paises Bajos, Luxemburgo o Delaware (EEUU), los lugares donde más empresas españolas tienen filiales para “eludir” impuestos.

La mayoría de los españoles, según la última Encuesta del CIS, creen que los impuestos son injustos y no pagan más los que más tienen, sino los trabajadores y las clases medias, con el IRPF y el IVA. Ya hemos visto que los datos oficiales lo corroboran. Ahora, el debate es si el futuro Gobierno continúa aumentando los impuestos a las grandes empresas (y a los más ricos) o se los rebaja, como defiende la derecha. Entonces, en vez de avanzar en justicia fiscal, retrocederíamos. Y si encima hay que reducir más el déficit en 2024, por exigencia de Bruselas, sólo hay  2 caminos: ingresar más, consiguiendo que paguen más los que más ganan (y tienen) o recortar gastos, como hizo Rajoy y el PP de 2012 a 2016. Este es uno de los grandes temas que está en juego en las elecciones del 23 de julio. Piénselo antes de votar.

lunes, 13 de junio de 2022

Renta 2022: el impuesto que más crece

Toca confesarse con Hacienda y presentar la declaración de la Renta, aunque la mayoría ya la ha entregado, para acelerar la devolución, que toca a 2 de cada 3 contribuyentes. El IRPF ingresará más de 100.000 millones este año y es el impuesto que más ha crecido (+38%), mientras el impuesto a las empresas recauda la mitad que en 2007. Pero el IRPF está lleno de exenciones y “agujeros”, con tipos máximos más bajos, por lo que somos el tercer país europeo que menos recauda. Pero es un impuesto que “se nota mucho”, más que el IVA o los impuestos especiales, por lo que nos parece muy elevado. El problema de fondo es que España recauda por todos los impuestos menos que Europa (-45.000 millones al año) y necesitamos más recursos para reforzar los servicios públicos, como se ha visto con la pandemia. Urge recaudar más, no subiendo impuestos a los que ya pagamos sino haciendo que paguen más grandes empresas, bancos y los más ricos. Es el gran debate

Enrique Ortega

El impuesto sobre la renta (IRPF) es el principal impuesto que pagamos: en 2021 recaudó 94.546 millones de euros, el 42,3% de todos los impuestos, muy por delante de lo que recaudó el IVA (72.498 millones), el impuesto de Sociedades que pagan las empresas (26.627 millones), los impuestos especiales (19.729 millones de los carburantes, tabaco y alcohol) y las tasas (1.989 millones). Y este año 2022, el Presupuesto prevé superar con la Renta los 100.000 millones de recaudación (100.132 millones), gracias a la mejora del empleo y la subida de la inflación (al no deflactarse los ingresos, pagamos realmente más). Con ello, el IRPF es el impuesto cuya recaudación ha subido más desde 2007, un +38%, más que el IVA (+35%) o los impuestos espaciales (+11,5%) y sobre todo, mucho más que el impuesto de Sociedades, donde las empresas pagan hoy la mitad que en 2007(44.823 millones).

En la declaración de la Renta que presentamos este año, por los ingresos de 2021, Hacienda espera recibir casi 22 millones de declaraciones (21.921.000), aunque dos tercios de ellas (14,35 millones) salen a devolver (11.122 millones), porque al contribuyente se le hicieron más retenciones de lo que tiene que pagar, debido sobre todo a múltiples deducciones. El tercio restante de contribuyentes (5,97 millones) tendrán que pagar (13.400 millones), aunque todos habrán pagado la mayor parte de este impuesto en 2021, con las retenciones que les han hecho sus empresas o ellos mismos por el IRPF.

Este año, la declaración del IRPF tiene pocos cambios. El más llamativo es que sube el tipo máximo (del 45 al 47%) a las rentas más altas, a los que en 2021 tuvieron ingresos por más de 300.000 euros, una minoría de contribuyentes  (unos 40.000, el 0,17% del total). Y también a los que tuvieron rendimientos de capital (intereses, dividendos, ventas Bolsa y Fondos) superiores a 200.000 euros (una minoría aún menor…). Además, se reduce la inversión desgravable en Planes de pensiones (máximo 2.000 euros), que beneficia sobre todo a las rentas más altas, y se incluye una deducción (del 20 al 60%) por obras para mejorar la eficiencia energética en los hogares.

¿Quién paga el IRPF? Este impuesto, el principal de nuestro sistema tributario, lo pagan básicamente los que viven de un sueldo (o pensión), que aportan el 85,5% de la recaudación, según los datos de la Agencia Tributaria, siendo el resto aportados básicamente por los ahorradores e inversores (4,6%) y los ingresos empresariales y de otras actividades (7,2%). Ahondando en los niveles de ingresos, un tercio largo  del impuesto sobre la Renta (el 36,69%) lo paga la clase media, los contribuyentes que ingresan entre 30.000 y 60.000 euros. Otro 24% lo pagan las familias con bajos ingresos (menos de 30.000 euros), básicamente los que ingresan entre 12.000 y 30.000 euros (23,29%). Otro 21,74% lo paga la clase media alta (ganan entre 60.000 y 150.000 euros). Y el 17,72% restante lo pagan los contribuyentes que ganan más de 150.000 euros (123.000 contribuyentes).

Este reparto del esfuerzo, según los datos de la Agencia Tributaria, indica que el IRPF es “medianamente progresivo”, aunque más de la mitad de la recaudación recae entre la clase media y media alta, menos entre los más ricos (que, en su mayoría, utilizan empresas y otros mecanismos para saltarse el IRPF). Pero la Renta tiene un problema estructural: es un impuesto plagado de deducciones y exenciones fiscales (rendimientos del trabajo, tributación conjunta, familia, vivienda, planes de pensiones, donaciones, deducciones sociales, inversiones…), lo que acarrea dos inconvenientes: reducen mucho la recaudación final (-13.745 millones en 2018, el 16,5% de la recaudación final, según la AIReF) y son muy “regresivas, porque de estas deducciones se aprovechan más las rentas medias y altas que los contribuyentes con menos ingresos, según los expertos fiscales.

Visto quien paga y quien se beneficia de las deducciones, hay que decir que la cuota resultante y las deducciones dependen también mucho de la autonomía donde uno viva. Y eso porque hay un tipo aplicable a nivel estatal (9,50% mínimo y 24,5% máximo) y otro tipo autonómico que varía mucho, con lo que los tipos resultantes del IRPF (mínimo y máximo) varían mucho según las autonomías. Y también son diferentes las deducciones autonómicas, un galimatías que la mayoría desconoce (ver listado por autonomías). En el caso de los tipos, hay dos autonomías que tienen los tipos más bajos: Madrid  (18% mínimo y 45% máximo) y Andalucía (19 y 47%). Y son más elevados en la Comunidad Valenciana (19,50 y 54%), Navarra (13 y 52%), La Rioja (18,50 y 51,50%), Asturias (19,5 y 50%), Cataluña  (20 y 50%) y Baleares (19 y 49,50%), según el Consejo General de Economistas.

Podría parecer que se paga menos por el IRPF en Madrid o Andalucía y más en la Comunidad Valenciana, Navarra, La Rioja o Cataluña. Pero no es así: depende del nivel de ingresos, según estos ejemplos elaborados por el Consejo de Economistas. Así, los que ganan 16.000 euros pagan menos en Madrid y el País Vasco. Y los que ganan 20.000 euros, pagan menos en Cataluña y el País Vasco. Para ingresos de 30.000 euros, se paga algo menos en Madrid y Cataluña. Y a partir de los 45.000 euros de ingresos, siempre se paga menos en Madrid. Sobre todo cuanto más se gana: un contribuyente con 110.000 euros paga de Renta en Madrid 35.175 euros, 2.807 euros menos que en la Comunidad Valenciana, la autonomía donde más pagan los más ricos. Y para los que ganan 300.000 euros, la Renta en Madrid les cuesta 117.415 euros y en la Comunidad Valenciana 135.140. Así que Madrid tiene el IRPF más bajo, pero sobre todo para los más ricos.

En resumen, el IRPF es un impuesto clave pero resulta poco progresivo, desigual entre autonomías y además recauda menos que en Europa (un 7,5% del PIB frente al 10% de media en la UE-27), no sólo por el “agujero” de las deducciones sino porque pagamos unos tipos menores que en la mayoría de paises de Europa, según este cuadro del Consejo de Economistas: el IRPF tiene un tipo máximo (medio) del 45,5% en España, frente al 47,2% en Italia, el 47,5% en Alemania, el 49,5% en Paises Bajos, el 50% en Austria, el 51,3% en Finlandia, el 52,1% en Suecia, el 53% en Portugal, el 53,1% en Bélgica o el 55,9% en Dinamarca. Así que sentimos que pagamos mucho al presentar cada año el IRPF, pero comparativamente menos que en Europa. Y, sobre todo, los que más ganan.

La Campaña de la Renta y las elecciones en Andalucía han vuelto a poner sobre la mesa el debate de los impuestos, con la derecha y su “receta mágica”: hay que bajar impuestos. Reiteran una y otra vez el tópico económico, inventado por Laffer y probado por Thatcher y Reagan: bajan los impuestos, hay más gasto, crece más la economía y se recauda más. Algo que se ha demostrado falso múltiples veces en la historia reciente, como demuestra el libro “Contra los zombis”, del Nobel Paul Krugman. Y tiene un riesgo que conocemos bien: la bajada de impuestos reduce finalmente los ingresos y fuerza a hacer recortes en los servicios básicos (sanidad, educación, pensiones, Dependencia…).

El debate sobre los impuestos se plantea como un debate ideológico, cuando debería ser un debate sobre los datos. Y la realidad es incontestable: España recauda por todos los impuestos comparativamente menos que el resto de Europa. No es algo de ahora, sino que lleva pasando todo este siglo. En 2019, antes de la pandemia, la recaudación fiscal en España suponía el 43,7% del PIB, frente al 46,9% en la UE-27 y el 47,3% en la zona euro. Y el 47,8% en Alemania, el 48,3% en Italia y el 52,8% en Francia. A lo claro: España recaudaba 83.394 millones menos al año que la media europea. Y  89.618 millones menos que Alemania o 124.471 millones menos que Francia.

Con la pandemia, la recaudación ha mejorado algo, pero seguimos recaudando menos que Europa: 43,7% del PIB en España en 2021, frente al 46,9% de media en la UE, el 47,8% en Alemania, el 48,3% en Italia o el 52,8% en Francia. A lo claro otra vez: España recaudó 45.000 millones menos que la media de la UE-27 en 2021, 44.100 millones menos que Alemania, 57.250 millones menos que Italia y 113.260 millones menos que Francia.

¿Por qué recaudamos porcentualmente menos que otros paises? Básicamente, porque ingresamos comparativamente menos en todos los impuestos. En el IRPF, porque tenemos tipos más bajos y hay demasiadas deducciones. En el IVA, porque tenemos un exceso de tipos reducidos y mínimos, además de mucho fraude. En impuestos especiales, porque carburantes, alcohol y tabaco pagan menos impuestos. Y sobre todo, porque en Sociedades hay una bajísima recaudación, por el exceso de deducciones para grandes empresas y bancos. Dos datos: en 2020, las grandes empresas españolas pagaron un tipo efectivo del 8,3% sobre sus beneficios. Y  los bancos pagaron de impuestos el 6,3% de las ganancias, frente al tipo medio del 12,9% que pagamos los contribuyentes en el IRPF. Y además, hay demasiadas deducciones en todos los impuestos (60.000 millones, según la AIReF) y mucho fraude, sobre todo en el IVA y entre los que no viven de un sueldo.

Visto el panorama, la cuestión es evidente: si queremos reforzar los servicios públicos y el Estado del Bienestar, muy “debilitados” como se ha visto con la pandemia, sólo queda un camino: hay que recaudar más, no menos. Sobre todo porque además, gastamos también menos que la media europea: un 42,3% del PIB en 2019 frente al 46,5% de la UE-27, lo que supone 52.277 millones menos de gasto al año. Y aunque el gasto público ha subido, con la pandemia y la guerra, todavía fue más bajo en España en 2021: 50,6% del PIB frente al 51,6% de media en la UE-27. Aún gastamos 12.500 millones menos al año.

Recaudamos menos y gastamos menos, pero aún así, tenemos un agujero en las cuentas públicas, un déficit, que es el 4º más elevado de la zona euro (tras Malta, Italia y Bélgica): -6,9% de déficit sobre el PIB en 2021, frente al -4,7% de media en la UE. De momento, la Comisión Europeahace la vista gorda”, por la necesidad de gastar más ante la pandemia y la guerra. Pero ya ha advertido a los paises que en 2023 tendrán que recortar sus déficits, buscando que no sobrepasen el tope del 3% impuesto a los paises del euro.

Para recortar el déficit público en el futuro, España solo tiene dos caminos: ingresar más o gastar menos. Gastar menos parece difícil, porque ya gastamos menos que la media europea y necesitamos gastar más en sanidad, educación, pensiones y Dependencia, donde se ve cada día una falta de medios y personal. Y además necesitamos más inversiones para modernizar el país y hacer frente a los retos del siglo XXI: el Cambio climático, la digitalización y la revolución tecnológica. Así que sólo queda avanzar por el otro camino: recaudar más para reforzar los servicios públicos y la modernización de la economía.

Recaudar más no significa subir los impuestos a todos sino reordenar el sistema fiscal. Hacer una reforma para reducir las deducciones (injustas e ineficaces), ajustar tipos (¿tiene sentido que una comida en un restaurante pague el 10% de IVA, lo mismo que las medicinas?), reducir el fraude y hacer que paguen más impuestos no todos sino los que ahora pagan poco: grandes empresas, bancos, multinacionales y rentas altas. Una propuesta que parece más razonable que bajar genéricamente impuestos: por ahí, nos arriesgamos a recaudar menos y a tener que hacer recortes pronto, obligados por Bruselas.

En marzo de 2022, un Comité de 17 expertos independientes entregó al Gobierno el Libro Blanco de la Reforma Fiscal sobre el que habían trabajado 10 meses, por encargo de Hacienda. Su presidente lo tiene claro: defiende “la necesidad de recaudar más para sostener los servicios públicos”. Y en las 800 páginas de su informe señalan los cambios que harían falta, en Renta (reformular deducciones), en el IVA (eliminar progresivamente los tipos reducidos y superreducidos: supondría +27.000 millones de recaudación), en Sociedades (revisar deducciones y exenciones), en los impuestos a los combustibles (subirlos, bajando impuestos a la luz), establecer cánones digitales, tasas en las autovías y fijar un mínimo en los impuestos del patrimonio, sucesiones y donaciones (donde hay una carrera autonómica a la baja). En paralelo, el Banco de España acaba de decir que considera “imprescindible una revisión integral del sistema tributario”, empezando por revisar el IVA y aumentar la fiscalidad medioambiental, que tiene un bajísimo peso en España, como ha reiterado la Comisión Europea.

Así que frente a recetas simplistas que buscan votos (“hay que bajar impuestos"), los expertos apuestan por una reforma integral de los impuestos, para recaudar más y repartir mejor el esfuerzo fiscal, que ahora cae en exceso sobre los trabajadores y el IRPF. El problema es que cualquier reforma fiscal exige un pacto político y social, algo que no se otea en el horizonte. Y menos para 2023, un año plagado de elecciones. Así que los impuestos no se van a reformar de momento, lo que impedirá mejorar la recaudación y aumentar el necesario gasto social. Hasta que Bruselas nos dé un toque con el déficit. O la derecha llegue a la Moncloa. Entonces, ya saben lo que pasará.

lunes, 4 de junio de 2018

Renta 2018: ya pagamos más que en 2007


Otro año más, toca hacer la declaración de la Renta en junio, aunque sólo a 1 de cada 4 contribuyentes les sale a pagar, porque al resto ya les retuvieron de más el año pasado. El IRPF es el impuesto más importante, pero pagamos más cada día con otros impuestos sin darnos cuenta, como el IVA, carburantes o tasas. Eso sí, la Renta es el impuesto cuya recaudación más crece y ya pagamos más que antes de la crisis, mientras las empresas pagan la mitad que en 2007. El problema del IRPF es triple. Primero, recauda menos que en Europa  porque hay demasiadas  deducciones, que sólo benefician a algunos. Segundo, hay demasiadas diferencias al pagarlo,  según donde uno viva. Y tercero, el IRPF ayuda poco a reducir las desigualdades, porque los más ricos apenas pagan y se buscan otras vías para ahorrarse impuestos. Ahora que se cumplen 40 años del IRPF, habría que pactar una reforma fiscal más justa y que recaude más. Debería ser una de las prioridades del nuevo Gobierno

enrique ortega

Este 2018 se cumplen 40 años de la reforma fiscal aprobada en septiembre de 1978 por el Gobierno de UCD, un largo camino de recelos, campañas (“Hacienda somos todos”) y multas ejemplares (Lola Flores) que ha conseguido que los españoles paguemos impuestos como los demás europeos, pasando de 5 millones de declaraciones en 1979 a 10 millones en 1990, 15 millones en 1998 y las 19.945.359 declaraciones que se esperan este año 2018. De ellas, sólo una cuarta parte (5.246.011) son de contribuyentes que van a ingresar, porque los 14,7 millones restantes ya pagaron de más el año pasado (con las retenciones en sueldos y pensiones) y les sale negativa o con derecho a devolución (13,7 millones de contribuyentes). Este año, por primera vez, Hacienda devuelve menos (9.468 millones) de lo que va a ingresar con los contribuyentes a los que les sale positiva (pagarán 9.621 millones).

El Impuesto sobre la Renta, el IRPF, es el principal impuesto en España y recaudó 77.038 millones de euros en 2017, casi un tercio de toda la recaudación fiscal (198.100 millones), por delante de lo que pagamos con el IVA (63.647 millones) y los impuestos especiales a carburantes, tabaco y alcohol (20.308 millones). Y tras las subidas de impuestos aprobadas por Rajoy en 2012 (no compensadas por las rebajas fiscales de 2015 y 2016), el IRPF ya recauda más que antes de la crisis: 77.038 millones en 2017 frente a 72.614 millones recaudados en 2007. Algo que también pasa con el IVA (63.647 millones frente a 55.851 en 2007) y con los impuestos especiales (20.308 millones frente a 19.786 en 2007), pero no en el impuesto de sociedades, que pagan las empresas: sólo se recaudó 23.143 millones en 2017, casi la mitad de los 44.823 millones recaudados en 2007. Y eso que los beneficios de las empresas españolas son ahora 98.680 millones más que en 2008, según los datos del INE.

Este año no hay grandes cambios en el IRPF, que mantiene las rebajas fiscales hechas en 2015 y 2016 (tras las fuertes subidas de 2012, 2013 y 2014). Eso sí, Hacienda sigue sin descontar el efecto de la inflación a lo que ganamos, lo que supone una penalización de 33,24 euros por contribuyente (entre 18 y 1.321 euros), según los técnicos de Hacienda. Los principales cambios se dan en algunas autonomías, que han modificado mínimos exentos o deducciones, en medio de un enorme galimatías fiscal, que hace que haya 17 declaraciones de la renta distintas, según donde uno vida.

Cada autonomía tiene sus tipos, tramos y deducciones. El Gobierno central fija un tipo estatal del IRPF (del 9,50 al 22,50%) y luego se le suma el tipo autonómico, que va del 9,5 al 25,50%. Y así, sumando los dos tramos del IRPF sale el tipo a pagar, del 19% mínimo (hasta 12.450 euros) a un máximo del 48% (para más de 60.000 euros). Eso configura tres zonas fiscales, según el estudio de los economistas fiscales (REAF). Una, la España donde se paga más IRPF: Cataluña (21,5% mínimo y 48% máximo), Comunidad Valenciana, Andalucía y Asturias, (19,5% mínimo y 48% máximo). Dos, la España intermedia: Aragón (19,5% y 47,5%), Murcia (19,5% y 46%), Baleares y Extremadura (19% y 47,5%) y Canarias (19% y 46,5%). Y tres, la España con el IRPF más bajo: Madrid (19% y 43,5% máximo), Castilla y León (19% y 44%), Galicia y Castilla la Mancha (19% y 45% máximo).

Estas diferencias de tipos, más los diferentes tramos y deducciones, hacen que en la práctica paguemos más o menos IRPF según donde vivamos. Así, los que ganan menos de 32.000 euros al año (el 83% de los contribuyentes), donde más pagan es en Cataluña: 273 euros más IRPF que en Madrid  para alguien que gane 30.000 euros al año, según los cálculos de los economistas fiscales (REAF). Los que ganan entre 35.000 y 80.000 euros al año, donde más pagan es en Extremadura: paga 853 euros más en Badajoz que en Madrid un contribuyente que gane 60.000 euros. Y los más ricos, los que declaran más de 90.000 euros anuales, donde más pagan es en la Comunidad Valenciana: alguien que gane 600.000 euros paga en Valencia 24.263 euros más que en Madrid, la autonomía donde se paga menos IRPF, para todos los niveles de ingresos. En general, junto a Cataluña, Aragón, Andalucía y Murcia son las autonomías donde los contribuyentes de todos los niveles de ingresos pagan en el IRPF por encima de la media española, según el REAF.

Otro impuesto que se paga ahora es el impuesto sobre el patrimonio, una declaración que sólo tienen que presentar los contribuyentes con más de 800.000 euros de patrimonio (no se tienen en cuenta hasta 300.000 euros de vivienda habitual), por lo que se esperan este año 201.000 declaraciones, que pagarán 1.055 millones a Hacienda. Aquí también hay grandes diferencias entre autonomías, porque algunas bonifican el pago (en Madrid no se paga nada por el patrimonio y en la Rioja sólo el 25%) y varían las deducciones y mínimos exentos. Con ello, un contribuyente que tenga 4 millones de patrimonio, no paga nada en Madrid, 9.136 euros en la Rioja, 36.546 euros en Castilla y León, 41.943 euros en Cataluña  y 59.919 euros en Extremadura, según el estudio de los economistas fiscales (REAF).

¿Quién paga más y menos en el IRPF? En principio, se trata del único impuesto “progresivo, que se paga según lo que uno gane, a diferencia de los impuestos indirectos, como el IVA, los impuestos especiales y las tasas, que los pagan igual los ricos que los pobres. Pero en la Renta, la progresividad se da más en las rentas bajas, que pagan comparativamente menos que el resto. Así, los que declaran ganar menos de 21.000 euros (el 66,9% de todos los contribuyentes) pagan el 16,1% de cuota íntegra cuando su base liquidable es el 31,7% (pagan menos de lo que corresponde a sus ingresos), según Hacienda. Pero las rentas medias, entre 21.000 y 60.000 euros (el 30% de los contribuyentes) pagan el 49,8% de cuota cuando tienen una base liquidable del 49,4 por 100. Es decir, no hay ajustes, no pagan comparativamente más de lo que ingresan. Y luego, los que ganan entre 60.000 y 120.000 euros (2,6% contribuyentes), pagan un 16,4% de cuota cuando su base liquidable supone un 10,5% del total, o sea pagan más y aquí el impuesto si es progresivo. Y lo mismo entre los que ganan más de 120.000 euros (un 0,6% de los contribuyentes), que pagan el 14,7% del impuesto cuando su base liquidable es el 7,9%. En definitiva, que el impuesto debería gravar más a los que ingresan entre 21.000 y 60.000 euros.

Al final, todos creemos que pagamos demasiados impuestos, pero en España se paga menos IRPF que en la mayoría de Europa. En concreto, España es el tercer país europeo con menos presión fiscal sobre los trabajadores (pagamos el 21,1%, entre impuestos y cotizaciones sociales), tras Irlanda (19,4%) y Estonia), según la OCDE. Y si tomamos sólo los impuestos sobre salarios, estamos también a la cola de Europa. Los solteros pagan una media del 14,7% de sus ingresos, frente al 16,8% que pagan de media en la UE-22 y el 15,7% en la OCDE (34 países). Y los casados con dos hijos (con ingresos de los dos cónyuges) pagan en España impuestos del 10,7% de sus ingresos frente al 12,5% de media en la UE-22, el 12,3% en la OCDE (34 países), el 11,1% en Francia o Alemania, el 12,8% en Reino Unido y el 15,1% en Italia, según el informe de la OCDE “Taxing Wages 2018”.

Por todo ello, España es el tercer país europeo que menos ingresa por IRPF (aunque nos duela pagarlo cada año), sólo por detrás de Grecia y Portugal, según este estudio de Fedea: un 7,5% del PIB frente al 10% del PIB de media europea, el 9% de Alemania o Francia, el 12% de Italia o el 27% de Dinamarca. Y no porque paguemos unos tipos del IRPF bajos (los marginales, por cada euro más de renta, hasta el 48%, son de los más elevados de Europa), sino porque los tipos efectivos que realmente se pagan son bajos. Y eso, porque en el IRPF hay muchas deducciones fiscales (familias, vivienda, planes de pensiones, inversiones…) que restan importantes ingresos: 14.800 millones en 2016, un 18,6% de la recaudación perdida. Y la mayoría benefician sólo a unos pocos contribuyentes.

Precisamente, otra crítica al IRPF, además de que recauda poco y que no es suficientemente progresivo (las rentas medias deberían pagar más), es que no sirve para corregir las desigualdades: en España, los impuestos (y casi en exclusiva el IRPF) sólo reducen un 2,9% las desigualdades de renta, según otro estudio de Fedea. Lo que sí funciona para corregir las desigualdades (las reducen un 28,9%) son las prestaciones públicas: pensiones (lo que más, el 80% del total), prestaciones por desempleo, asistencia social y ayudas familiares. Y cuanto menor es la renta de las familias, más importantes son las prestaciones públicas: al 20% de los hogares más pobres, las prestaciones sociales les suponen el 67,7% de los ingresos. El problema es que estas prestaciones públicas se han recortado desde 2010 y el Gobierno Rajoy pretendía recortarlas aún más (del 16,89% del PIB en 2016 al 15,91% para 2020), lo que va a dificultar aún más corregir las desigualdades que no corrige el IRPF.

Aunque paguemos menos impuestos que otros países, las familias son las que cargan con la mayoría de los impuestos: el 83% de toda la recaudación la aportan las familias (con el IRPF, el IVA y los demás impuestos) y las empresas e inversores sólo aportan el 17% restante, según os datos de Hacienda. Por eso, si hay que recaudar más, tendrán que pagar más impuestos los que ahora pagan menos, en especial las grandes empresas (sólo pagan el 7,3% de sus beneficios), las multinacionales y los más ricos, que pagan pocos impuestos por otras vías que on son el IRPF (SICAV, empresas interpuestas y paraísos fiscales).

Hace poco comentaba en este blog que el problema nº 1 de España es que recaudamos menos que Europa: el 37,9% del PIB, frente al 44,9% que recaudó la UE-28, el 45,8% que recaudaron los países del euro y la alta recaudación de Francia (53,9% del PIB), Italia (46,6%), Alemania (45,2%) e incluso Reino Unido (39,1% del PIB), según los datos de Eurostat (2017). Eso quiere decir que si España recaudara como los demás países europeos, ingresaríamos 81.456 millones de euros más cada año (o 91.929 millones más si recaudáramos como la media de los 19 países del euro donde estamos). Con ello, podríamos tapar el agujero del déficit y encima gastar más dinero en necesidades públicas, de las pensiones al paro.

Para recaudar más, también en el IRPF, pero sobre todo en Sociedades, IVA, impuestos especiales y Patrimonio, hace falta una reforma fiscal profunda, como la de 1978, que busque recaudar más de una forma más justa, haciendo que paguen más los que hoy pagan menos (“legalmente”). Y eso requiere cambios legales y más medios, porque Hacienda sólo cuenta con 1 inspector por cada 2.081 contribuyentes, frente a 1914 en Italia, 1.176 en Reino Unido, 979 en Francia o 743 en Alemania.  Esa debería ser la gran tarea y no bajar los impuestos, como pretenden Ciudadanos y el PP, que no quieren forzar a los más poderosos a pagar más. Aunque dejan la herencia de sus Presupuestos 2018, esperemos que el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez no baje los impuestos futuros, sino que suba algunos, para recaudar más y poder así financiar mejor las pensiones, el Estado del Bienestar y las inversiones públicas necesarias.

Ahora que estamos agobiados por la declaración de la Renta, pensemos que es hora de repartir mejor los esfuerzos, reducir el fraude fiscal y conseguir más ingresos para modernizar España y conseguir un país menos desigual y más justo. Los impuestos son la clave, la mejor herramienta para hacerlo. Esa debería ser una de las prioridades económicas del nuevo Gobierno de Pedro Sánchez. Porque si no consigue recaudar más, serán pocas las mejoras sociales, económicas y políticas que pueda hacer.