jueves, 25 de julio de 2024

Recorte de jornada: horarios y productividad

El lunes 29 de julio, Gobierno, sindicatos y patronal intentarán alcanzar un acuerdo (difícil) para recortar la jornada laboral legal, de 40 horas a 37,5 en 2025. La patronal está en contra porque quieren fijar el horario en los convenios (no por Ley), porque aumenta sus costes (se mantienen los sueldos) y reduce la productividad. Pero el Gobierno está dispuesto a aprobar esta rebaja sin la patronal, mientras los sindicatos amenazan con movilizaciones en septiembre. En realidad, muchos trabajan menos de 37,5 horas (la media son 36,4 horas), pero otros trabajan más (39,4 horas en hostelería y 39,1 en comercio) o no tienen convenio, trabajando todos más horas que en Europa. El debate no es que reducir jornada empeorará la productividad, más baja en España, porque depende más de nuestro modelo económico (más servicios y menos industria y tecnología), del exceso de pymes, de la baja inversión y formación y de la mala organización de las empresas. Por “calentar la silla” más horas no somos más productivos.

                                  Enrique Ortega

La jornada laboral máxima legal no se revisa en España desde hace más de 40 años. El Estatuto de los Trabajadores fijó la jornada máxima en 42 horas semanales (43 para la jornada partida) en el Estatuto de los Trabajadores de marzo de 1980 (Gobierno UCD). En julio de 1983, el  Real Decreto 2001/1983, del Gobierno de Felipe González,  fijaba la jornada laboral máxima en 40 horas, una norma que rige hoy. En estos 41 años, la economía y las relaciones laborales han tenido cambios drásticos, con un progresivo recorte de la jornada real de trabajo. Y por ello, el Gobierno Sánchez se ha fijado como objetivo recortar la jornada laboral legal, de las 40 horas actuales a 38,5 horas en 2024 y 37,5 horas en 2025.

La jornada laboral se ha reducido en todo el mundo y en España en las últimas décadas, con la ayuda de la tecnología y la digitalización. La media de horas de trabajo en los convenios (hasta junio 2024) era de 38,2 horas semanales. Una jornada que varía mucho por sectores, según los datos de Trabajo: los mayores horarios se dan en la hostelería (39,4 horas), el empleo doméstico (39,3), el comercio (39,1) y el campo (39 horas), estando también por encima de la media las inmobiliarias (38,8 horas), actividades administrativas (38,), actividades científicas y técnicas (38,5), industrias extractivas, manufactureras y transporte (38,4 horas semanales). Y los sectores donde se trabaja menos horas son educación (32,6), Administración pública y finanzas (37,1 horas), agua (37,4) y energía (37,9), sanidad (37,9), construcción y actividades artísticas (38 euros de media).

Por autonomías, también hay grandes diferencias en la jornada laboral, según el peso de cada sector económico. Las jornadas más largas se dan en Canarias (39,3 horas semanales), Murcia (39,1), Andalucía y Comunidad Valenciana (38,9), Castilla la Mancha y Galicia (38,8 horas). Y los horarios laborales más cortos están en País Vasco (37,1 horas), Navarra y Cataluña (37,4 horas). Por provincias, donde se hacen las jornadas más largas es en Almería (39,57 horas), Tenerife y las Palmas (39,2) Orense (39,2) y Málaga (39,17 horas semanales). Y donde trabajan menos horas es en Vizcaya (36,93 horas), Guipúzcoa (37,18), Navarra (37,43), Álava (37,56) y Madrid (38,22). En general, se trabaja menos horas donde hay más industria y menos servicios, en zonas con más nivel de vida y en  empresas con menos precariedad y más presencia sindical.

Esta es la jornada pactada en convenio, pero en realidad los españoles trabajan menos horas, porque hay muchos (un tercio) que trabajan a tiempo parcial y otros que no cumplen la jornada pactada, por bajas o problemas varios. La jornada efectiva media en España fue de 36,4 horas semanales en 2023 (para trabajadores entre 20 y 64 años), según Eurostat, ligeramente por encima de la jornada media efectiva en la UE-27, que fue de 36,1 horas semanales. Los paises más ricos del norte de Europa (y donde pesa más el trabajo a tiempo parcial) trabajan menos horas que en España: Paises Bajos (32,2 horas semanales), Austria (33,6), Alemania (34), Finlandia (34,8), Bélgica (34,9), Irlanda (35,5), Suecia (35,7) y Francia (36 horas semanales efectivas). Y los paises del Sur y Este, más pobres, tienen horarios laborales más largos: Grecia (39,8), Rumanía (39,5), Polonia (39,3), Bulgaria (39), Portugal (37,7) e Italia (36,1 horas semanales).

En España, no sólo trabajamos más horas que en la Europa más rica sino que tenemos unos “horarios laborales de locos”: las estadísticas revelan que empezamos a trabajar más tarde que en la mayoría de paises europeos (a las 8 de la mañana sólo inician su jornada el 18,5% de los trabajadores frente al más del 20% en muchos paises, comenzando la mayoría a partir de las 9 de la mañana) y, tras 2 horas para comer (y más), acabamos de trabajar más tarde (muchos después de las 6 de la tarde, cuando apenas se trabaja en el resto de Europa), según Eurostat. Y con ello, la mayoría de trabajadores tiene problemas para conciliar la vida laboral y familiar, además de aumentar las bajas por múltiples motivos y el absentismo.

Respecto a los horarios laborales, en España hay una cierta costumbre de “calentar la silla, de vincular horarios largos con “cumplir en el trabajo”. Y aunque ha aumentado el teletrabajo y las jornadas presenciales de cuatro días, todavía son mayoría los empresarios que prefieren tener a sus trabajadores en la empresa que fuera, que valoran los largos horarios de trabajo. Sin embargo, la mayoría de trabajadores están a favor del recorte de jornada, según la última Encuesta de 40dB para El País: 2 de cada 3 españoles apoyan la reducción de jornada a 37,5 horas, sobre todo los más jóvenes, aunque la mayoría dan más importancia a subir los salarios y mejorar los trabajos que a reducir la jornada laboral.

El Gobierno propone reducir la jornada laboral porque cree que no afectará a la productividad de las empresas y ayudará  a mejorar la vida de los trabajadores, a los que se mantendrá el sueldo aunque trabajen menos horas, porque se espera que el cambio redunde en una mayor eficacia laboral (“hacer lo mismo o más en menos tiempo”). Y defienden recortar la jornada por Ley porque hay muchos trabajadores sin convenio, que no tienen regulada su jornada y depende del empresario. En 2023 había 3.512 convenios vigentes en España, que afectaban a 10,9 millones de trabajadores: quedaban fuera más de 7 millones de asalariados (hay 18 millones). Y 10 millones de ocupados (hay 21,24 millones).

Por eso, el Gobierno reitera que la rebaja del horario favorecerá a 12 millones de trabajadores en España, que ahora trabajan más de las 37,5 horas que plantean para 2025. La mayoría son trabajadores sin convenio o sin un horario pactado, empleados en pequeñas empresas o eventuales. Los sindicatos añaden que el recorte legal del horario beneficiará más a los hombres que a las mujeres, a los trabajadores del campo, la construcción y algunas industrias, sobre todo en La Rioja y Castilla la Mancha. Y quieren que la rebaja se apruebe cuanto antes, sin retrasos ni flexibilización de plazos, porque se desaprovecharía el año 2024 y no tendríamos la jornada de 37,5 horas hasta 2026. Por eso, amenazan con que si no hay acuerdo ahora, convocarán movilizaciones en septiembre.

La patronal CEOE cree que “no es el momento de recortar la jornada” (nunca lo es…) y que debe dejarse la fijación de los horarios de trabajo a los convenios colectivos, porque “las empresas que pueden rebajar jornada ya lo están haciendo”, como demuestran los datos: en 2003 se trabajaba 1.752 horas al año en España, bajando a 1.692 en 2013 y a 1.632 horas anuales en 2023. Y añaden que el 44% de los convenios tienen ya una jornada de 38,5 horas o menos. Así que proponen no tocar la Ley y que cada empresa recorte horarios con sus trabajadores. El problema, señalan los sindicatos, son los millones de trabajadores que no tienen capacidad de negociar. Y aquí pasa como con las medidas para conseguir la igualdad de género: o se imponen por Ley o no se logran.

La patronal se queja además de que la rebaja de horarios manteniendo sueldos les aumenta los costes un 6% y perjudica su competitividad. De hecho, el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, ha echado en cara al Gobierno y a los sindicatos que el recorte de jornada por Ley suponeun regalo de 12 días más de vacaciones pagadas a los trabajadores”. El líder de UGT le ha respondido que “mayor es el regalo que les hacen los trabajadores a las empresas” con las horas extras hechas y no pagadas: son casi la mitad de todas las horas extras, “un regalo” de 2.300 millones anuales a las empresas.

De hecho, la patronal ha querido aprovechar la negociación sobre el recorte de horarios para aumentar el tope de horas extras que se pueden hacer, ahora establecido en 80 horas al año (que en muchas empresas no se cumple). Pero el Gobierno (y los sindicatos) se han negado a abrir esta “espita”, con más horas extras, porque ya son excesivas. En el 4º trimestre de 2023 se hicieron 6,3 millones de horas extras a la semana, el 39% de ellas “gratis” (sin pagarlas). Una forma con la que muchas empresas evitan aumentar plantillas (y crear más empleo), con la connivencia de los trabajadores que hacen estas horas para completar unos salarios bajos (y en ocasiones sin cobrar, para mantener el empleo). Si no se hicieran estas horas, se podrían contratar a 166.000 trabajadores más.

Junto a la rebaja de la jornada, el Gobierno Sánchez quiere aprobar también un control más eficaz de la jornada laboral, porque el actual es deficiente. En marzo de 2019, el Gobierno aprobó un Real Decreto para que las empresas realizaran un control de horarios de sus trabajadores. Pasados 5 años, Trabajo ha comprobado que hay muchas empresas que no lo aplican y otras muchas cometen fraude en sus controles, lo que ha provocado 4.804 expedientes y multas por 7,3 millones. Ahora, se quiere aprobar un control digital de la jornada, accesible a la inspección de trabajo y a los sindicatos, para que sea efectivo.

En la reunión del lunes 29 de julio, el acuerdo dependerá de la postura de la patronal, que está en contra del recorte de horario, aunque podría aceptarlo si se flexibiliza en el tiempo, si las 38,5 horas iniciales se pueden cumplir “a lo largo de 2025”, un retraso que no aceptan los sindicatos. Si no hay acuerdo, el Gobierno podría aplicar la reforma unilateralmente o sólo con el apoyo de UGT y CCOO, como pasó con las subidas del salario mínimo. Pero luego tiene que aprobar el recorte horario en el Parlamento y no lo tiene fácil, por posibles problemas con Junts (y quizás PNV) o con Podemos, según haga la reforma finalmente.

Mientras se ultima la negociación de la jornada, la patronal y algunos expertos reiteran que recortar la jornada empeorará aún más la productividad en España, más baja que en la mayoría de Europa. Los datos son concluyentes: la productividad por empleado en España es inferior a la media europea (96 frente a 100 en las UE-27 y 123 en Alemania) y un 19,3% inferior a la productividad media en la zona euro, según el último informe de BBVA Research. Y esta “brecha” de productividad con Europa es mayor hoy que en las dos últimas décadas, aunque mejoró en 2022 y 2023. Por eso, la patronal reitera que si se trabajan menos horas, la productividad caerá más y seremos menos competitivos.

La realidad es que si España tiene menos productividad que la mayoría de Europa no es porque trabajemos pocas horas (trabajamos más que los paises más productivos), sino por otras razones (ver Blog). La primera y fundamental, porque tenemos un modelo económico donde las actividades menos productivas (hostelería, comercio, transporte o construcción) tienen más peso que en otros paises europeos, donde pesan más la industria, la tecnología y la información (TIC), sectores con más productividad. Pero aunque tuviéramos la misma estructura económica que la UE-27, España tendría un 10% menos de productividad, según este estudio de la Fundación BBVA e Ivie, que señala otros factores.

Un factor clave es el menor tamaño de las empresas españolas (tenemos un exceso de pymes), lo que les dificulta financiarse, invertir, innovar y ser más productivas. Otra causa importante es la menor formación de los trabajadores españoles: el 48% de los adultos carecen de título universitario o FP y tienen un gran peso los trabajos que exigen poca cualificación (sector servicios), que son los menos productivos. La tercera causa clave es la falta de tecnología e innovación en las empresas (el gasto en I+D+i es el 1,44% del PIB frente al 2,2% de media en la UE.27), con lo que fabricamos productos menos complejos y de menor valor añadido. Un cuarto factor que explica nuestra menor productividad es la baja inversión en España (pública y privada) desde 2008. También tenemos demasiada “economía sumergida” y pesan negativamente la enorme dependencia de las empresas del crédito bancario (más que en el resto de Europa), la excesiva burocracia del Estado y las autonomías, las barreras a la competencia y las dificultades regulatorias y fiscales a las pymes. 

Y hay otro factor del que apenas se habla (nunca la patronal) y que explica mucho nuestra baja productividad: la deficiente organización de nuestras empresas, donde no se valora suficiente el trabajo en equipo, la captación y promoción del talento o la gestión por objetivos, mientras se mantienen los viejos principios del “ordeno y mando”. El propio Banco de España ha destacado la baja formación de muchos gestores empresariales, mientras un estudio de la consultora Gallup relaciona la capacidad de gestión con la motivación de los trabajadores. El dato es llamativo: España es el tercer país UE con menos trabajadores “comprometidos con su trabajo”, sólo un 9%, frente al 13% en Europa y el 33% en EEUU y Asia. Con el 91% de trabajadores “desmotivados”, resulta difícil mejorar la productividad…

En resumen, que para ser un país más productivo y rico, la solución no es estar más horas en el trabajo sino ser más eficaces en las empresas, desde la organización del trabajo y la motivación de los empleados a invertir más en formación, tecnología, innovación y digitalización, para producir con más valor por empleado. Así que no hagan demagogia con que el recorte de horarios reducirá la productividad. La empeora no tomar medidas para hacer las empresas más competitivas y sólo pensar en ganar dinero a corto plazo, compitiendo con empleos precarios y salarios bajos, como la China de Europa. Así no.

lunes, 22 de julio de 2024

Las tecnológicas quieren ser tu banco

Apple ha pactado con la Comisión Europea para impedir una multa millonaria, a cambio de abrir sus dispositivos a otros monederos de pago. El gigante tecnológico no quiere poner en peligro una parte creciente de su negocio, los pagos digitales, cuyo uso se ha triplicado. El trasfondo es la guerra abierta que las grandes tecnológicas libran con la banca para quitarles parte del negocio, desde los pagos digitales a Fondos de inversión, seguros y , ahora, los créditos a particulares y empresas. Google, Amazon, Facebook y Apple, más las chinas Alibaba, Baidu o Tencent, quieren ser también los bancos de sus clientes y tienen a su favor un mayor tamaño, millones de datos de usuarios, más tecnología e innovación y mejor “imagen” que los bancos, que denuncian competencia desleal, porque las tecnológicas tienen menos controles financieros y pagan menos impuestos. El riesgo es que son demasiado poderosos ya para que controlen también nuestro dinero. En 20 años, podríamos “echar de menos” a los bancos de hoy.  

                     Enrique Ortega

El primer banco moderno, Banco de San Giorgio, se creó en Génova (Italia) en 1406. Durante 6 siglos, los bancos han controlado el dinero en el mundo, en una situación de monopolio y mucho poder. Pero en las últimas décadas, con la generalización de Internet, los grandes bancos del mundo se enfrentan a gigantes tecnológicos mucho más grandes que ellos, que han puesto su mira en controlar, con medios propios, los pagos y las finanzas de sus clientes, desde los pagos y transferencias online a las cuentas corrientes, los Fondos de inversión y Planes de pensiones, los seguros, y, recientemente, los créditos. En 1998 surgieron los pagos electrónicos con PayPal, en 2007 se lanzó Amazon Pay, en 2011 nació Google Pay y en 2014 apareció Apple Pay. Y no han parado de lanzar servicios financieros, consiguiendo licencias bancarias en todo el mundo.

Los nuevos competidores de la banca se clasifican en dos grupos, aunque su competencia es similar. Por un lado están las “Fintech”, grandes empresas tecnológicas que utilizan recursos tecnológicos innovadores y disruptivos en el sector financiero: plataformas de pago, plataformas de captación de fondos y financiación (“crowdfunding”) , Fondos de inversión y plataformas de asesoramiento, inversión y gestión financiera. Los gigantes más conocidos son PayPal (425 millones de cuentas activas en el mundo) y eBay, que la compró en 2002. En general, se han afianzado más en los paises desarrollados que en los paises emergentes. En España, a finales de 2023, el Banco de España tenía registradas 51 entidades de pago electrónico y 10 entidades operando con dinero electrónico.

El otro gran frente de competidores de la banca, los que más les preocupan, son las “Big Tech”, las grandes tecnológicas que dominan el negocio de Internet. Son, por un lado, los cuatro gigantes tecnológicos USA, conocidos como GAFA: Google, Amazon, Facebook y Apple. Y por otro, los tres gigantes tecnológicos chinos, conocidos como BAT: Baidu (el Google chino), Alibaba y Tencent. Empezaron lanzando plataformas de pago propias (monederos digitales) y luego se han lanzado a ofrecer cuentas y depósitos  (Apple ofrecía depósitos al 4,15% anual, aliado con Goldman Sachs), monedas digitales y criptomonedas) ,Fondos de inversión, Planes, seguros y, recientemente, créditos. Todas tienen licencia bancaria en EEUU y el resto del mundo, incluso en Europa (Google y Facebook a través de Irlanda y Facebook a través de Luxemburgo. Y van a por todas.

Veamos con más detalle los servicios financieros que ya ofrecen. Google compite con la banca con su Google Pay, los préstamos que ofrece con Lending Club, los fondos de inversión Google Venture y Google Capital y los seguros de Google Compare. Amazon ofrece Amazon Pay para las compras online, Amazon Lending para préstamos a comercios y seguros médicos. Facebook incluye pagos online a través de Messenger y préstamos en colaboración con Clearbane. Y Apple, además de Apple Pay y seguros (con Allianz) ha ofrecido hasta junio un préstamo para compras rápidas (de 50 a 1.000 dólares) con pago aplazado.

Las grandes tecnológicas chinas están mucho más avanzadas en el terreno financiero, debido al tremendo auge del comercio electrónico y a su mayor dominio/control del mercado interno chino. Alibaba, con 700 millones de usuarios activos, controla la primera plataforma de pagos de China, Alipay (520 millones de usuarios), tiene un banco (MyBank) donde ofrece cuentas y préstamos, múltiples Fondos de inversión (destaca Yu´e Bao, un Fondo del mercado monetario) y la plataforma de seguros Cathay China. Tencent utiliza la plataforma de pagos TenPay (la 2ª mayor en China) , con la aplicación Wechat, para el envío instantáneo de dinero por mensajería. Y Baidu, el buscador líder en China, ofrece la plataforma de pagos Baidu Wallet y controla Baixin Bank, que ofrece cuentas, créditos y servicios financieros, más Fondos y seguros (en colaboración con Allianz).

Estos gigantes tecnológicos de Internet , norteamericanos y chinos están dando “un gran mordisco” al negocio de los bancos internacionales. El último dato revela que sólo el negocio de los préstamos, más reciente que los pagos digitales, aporta ya un 11% de todos los ingresos de las “Big Tech”, Y se estima que ya conceden un volumen de créditos que supera los 570.000 millones de dólares, según el Comité de Basilea. Sólo en China, las grandes tecnológicas ya conceden más préstamos que los bancos tradicionales. Un negocio creciente para los gigantes de Internet, cuyos ingresos se concentran todavía en la publicidad y las ventas online que consiguen con las búsquedas, aplicaciones y plataformas de comercio electrónico: ahora, las comisiones por tarjetas se reparten entre los emisores y las tecnológicas, cuando hasta ahora las monopolizaban los bancos.

Los expertos alertan que los gigantes de Internet están ganando terreno a los bancos en el negocio financiero. Y destacan sus ventajas en esta “carrera”. La primera, su mayor tamaño y potencial inversor. Las “Big Tech” son multinacionales gigantes en comparación con los bancos, tanto en capital como en potencial de inversión. Dos datos. Uno: la capitalización bursátil (valor en Bolsa) de las grandes tecnológicas es de 10,64 billones de dólares, 6 veces el valor de los grandes bancos internacionales (1,75 billones de dólares). Y dos: el valor de Google (2,19 billones dólares) es 28 veces el valor del mayor banco español, el Santander (76.200 millones de dólares). La segunda ventaja es que tienen millones de clientes, la mayoría “contentos” con sus servicios, frente a la “mala imagen” de la banca: Google tiene 400 millones de clientes, Amazon 300 millones y Facebook 255 millones, frente a 160 millones de clientes del Santander o los 67 millones del Bank of America. Y la tercera ventaja, su enorme capacidad inversora y tecnológica para innovar y digitalizar servicios.

Las grandes tecnológicas también tienen inconvenientes para ser el banco de sus clientes. La principal, que ofrecen menos seguridad, privacidad y “cumplimiento” normativo, ya que su actividad financiera está menos vigilada y regulada por las autoridades (Banco de España o BCE). Eso puede facilitar fraudes y crisis, sin que los clientes estén “cubiertos” por Fondos de Garantía como los bancos (hasta 100.000 euros). Además, esta menor supervisión y regulación puede hacer que estos gigantes “asuman más riesgos” en su operativa, tanto en las inversiones como en la concesión de créditos. Y al aumentar el número de clientes, aumenta también el riesgo de “ciberataques” (aunque los que están teniendo más problemas, al menos públicos, es la banca tradicional). Y dado que muchos de estos gigantes de Internet son muy opacos en su operativa y algoritmos, los clientes tienen el riesgo de que no se protejan suficientemente sus datos y se utilicen para usos “no bancarios”.

Con todo, los gigantes de Internet son cada vez “más Big” (más grandes), “más Tech” (más tecnológicos) y por ello, más eficientes, según un informe de la consultora PwC, que justifica así que ganen cuota de mercado a la banca tradicional. Su modelo de negocio lo visualizan como “la rueda del hámster”: crean redes con millones de clientes que generan un volumen creciente de datos y ofrecen cada vez más servicios y actividades, lo que favorece el aumento de redes y clientes y la diversificación y crecimiento del negocio, una rueda que gira sin parar” y crece día a día. Y no sólo se benefician de tener millones de clientes, sino que “son muy superiores a los bancos en innovación y tecnología”, en la incorporación de Big Data, algoritmos y la Inteligencia Artificial (IA), lo que les permite ser más eficientes en la prestación de servicios financieros (más dinámicos y con menos coste). Y en la concesión de créditos, porque conocen muy bien a sus clientes (pueden tener más de 1.000 datos de una empresa), ajustan mucho mejor riesgos, plazos de concesión y tipos.

Los expertos financieros, como la consultora KPMG, consideran que los gigantes tecnológicos son “la mayor amenaza para la banca” en todo el mundo, una preocupación mayor que los ataques cibernéticos o el uso de la inteligencia artificial (IA). Y también lo creen las autoridades financieras, a las que preocupa “la falta de reacción” de la banca tradicional ante la competencia creciente de las tecnológicas. El Mecanismo Único de Supervisión, el supervisor europeo, ha resaltado que los bancos sólo dedican el 5,2% de su plantilla  y el 4% de sus costes operativos a proyectos de transformación digital, mientras los gigantes de Internet invierten millones de dólares cada año por desarrollar nuevos productos y servicios a sus usuarios, entre ellos servicios financieros.

Los bancos internacionales, y especialmente los europeos, se están quedando atrás en la transformación digital frente a las grandes tecnológicas, según todos los expertos. Y la mayoría de bancos han optado por colaborar con los gigantes de Internet antes que competir con ellos. De hecho, el 65% de los bancos internacionales colaboran con las plataformas de pago, en el mundo y en España. Y las grandes “Big Tech” tienen acuerdos con grandes bancos: Apple y Amazon con JP Morgan, Citibank con Amazon y Apple con Goldman Sachs. Y son pocas las experiencias de colaboración interna de la banca para invertir en nuevos desarrollos y ganar espacio en las finanzas digitales. Bizum es un caso de éxito en España (26 millones clientes), lo mismo que Zelle o Paze en Estados Unidos.

Mientras, los gigantes tecnológicos avanzan en su oferta financiera, utilizando su poder y gran tamaño, apoyándose en su situación de “cuasi-monopolio”, pero con flexibilidad para cambiar si hace falta, como demuestra el comportamiento reciente de Apple en Europa. La Comisión Europea le abrió un expediente a Apple por cerrar sus dispositivos a tecnologías de pago que no fuera de su “ecosistema”, lo que suponía un “abuso de mercado”, por el que se arriesgaba a una multa millonaria (hasta 40.000 millones de dólares). Finalmente, hace diez días, Apple llegó a un pacto con la Comisión, por el que abría a otros desarrolladores rivales (con la tecnología NFC) la entrada gratuita (durante 10 años) en Apple Pay y en el monedero de Apple. Evita así una multa millonaria, pero a la vez mantiene su presencia destacada en el negocio de los monederos digitales, cuyo uso se ha triplicado en los últimos años.

Las grandes tecnológicas van a seguir ganando terreno y clientes a los que ofrece “ser su banco”, algo que los internautas “ven bien”, sobre todo en el caso de Google, Apple y Amazon. Su gran ventaja es que son multinacionales conocidas, con buena imagen, que innovan cada día con bajos costes, lo que atrae a sus usuarios, que no se preocupan demasiado por el uso de sus datos y las comisiones “encubiertas” que pagan. Mientras, los bancos se quejan ante los Gobiernos de que las grandes tecnológicas les hacen “competencia desleal”, porque no se les exige cumplir con la regulación y supervisión que tienen los bancos (cada día más estricta, para evitar futuras crisis bancarias) y encima apenas pagan impuestos (la mayoría radican sus operaciones en paraísos fiscales y operan con “ingeniería fiscal”. En paralelo, las autoridades monetarias de la UE temen que la actividad financiera de las grandes tecnológicas pueda “generar desafíos regulatorios, como dominio de mercado, discriminación de precios, algoritmos discriminatorios y amenazas a la privacidad de los usuarios”.

En medio de esta “guerra financieraentre los bancos y los gigantes tecnológicos, la Comisión Europea ha apostado por “una mayor digitalización de la economía y las finanzas”, que va a beneficiar a los gigantes de Internet y que preocupa a los bancos. El objetivo europeo es acelerar los pagos digitales y el uso del euro digital, lo que facilitará aún más que las grandes tecnológicas presten servicios financieros. En 2023 se aprobó una Ley para regular el acceso a los datos digitales (FIDA, en inglés), una Ley de datos que entrará en vigor el 11 de septiembre de 2015. Para entonces, los bancos deberán dar acceso a los datos de sus clientes (con su consentimiento) a las grandes tecnológicas. Y cuando los tengan, podrán cruzarlos con los millones de datos que ellos tienen, para poder ofrecer a esos clientes de los bancos tradicionales sus servicios, desde pagos a tarjetas y créditos. Será una auténtica conmoción en los mercados, entre la banca (David) y las tecnológicas (Goliat).

En resumen, los gigantes de Internet se preparan para asaltar aún más los mercados financieros cuando tengan en 2025 nuestros datos de la banca, tras invertir millones y tiempo en ofrecer nuevas plataformas de servicios financieros, más ágiles y atractivas (y con menos coste, al menos teóricamente). Y entonces, Google,  Apple o Amazon, pelearán por ser “nuestro banco”, como son nuestro buscador o nuestra plataforma de compra. El problema puede ser que estos gigantes, con tanto poder, tengan un control excesivo sobre nuestro dinero, con menos competencia, regulación y contrapesos. Que si hoy no sabemos lo que hacen con nuestros datos, mañana tampoco sabremos lo que hacen con nuestro dinero. Y como sabrán todo de nosotros, estaremos más en sus manos. Podría pasar que dentro de 20 años, “echemos de menos” a nuestro banco de hoy 

jueves, 18 de julio de 2024

Los inmigrantes salvan la población en Europa

En 2023 aumentó la población en Europa, como en 2022, tras caer en 2020 y 2021, por la pandemia. Pero la población nacida en Europa cae desde 2012, porque hay más muertes que nacimientos, debido a la caída de la natalidad. Y por eso, la población en Europa (y en España) sólo crece gracias a la llegada de inmigrantes, 2,8 millones netos en 2023. España es el país europeo donde más creció la población en 2023 (+525.100 residentes), por ser el 2º país con más inmigración neta (639.000 inmigrantes), tras Alemania (664.900). Así que los inmigrantes, lejos de “robarnos el trabajo”, están ayudándonos a crecer y sostener el Estado del Bienestar. Y ojo: sólo el 10% de la inmigración en Europa es “irregular”, la mayoría llegan por cauces legales y ordenados. Ahora, Europa y España deben plantearse organizar esa inmigración en el futuro, porque los expertos creen que necesitamos 60 millones de inmigrantes más (7 millones España) de aquí a 2050. Y aumentar la natalidad.

                       Enrique Ortega

Al 1 de enero de 2024 había censados en la Unión Europea 449.206.579 habitantes, según la estadística recién publicada por Eurostat. Son 1,64 millones más que en 2023, año en que la población europea también creció (+1,5 millones), tras las caídas de población sufridas en 2021 (-249.860 habitantes) y 2020 (-253.480), por los estragos de la pandemia. Salvo estas dos excepciones, la población europea lleva creciendo desde 1960, cuando la población de los 6 miembros de la CEE era de 354.531.254 europeos. Una parte de estos 94,7 millones de europeos nuevos se deben no sólo a la demografía y a la inmigración sino también a las 7 ampliaciones de la Unión Europea, que han incorporado a paises muy poblados: Reino Unido en 1973 (67 millones de habitantes, que salieron con el Brexit en 2020), Grecia en 1981 (10,43 millones), España en 1986 (48,5 millones) o Polonia y Hungría en 2004 (con 36,8 y 9,64 millones de habitantes).

En 2023, 20 paises de la UE aumentaron su población, encabezados por España (+525.100 habitantes), Alemania (+330.000) y Francia (+229.000 habitantes), junto a Paises Bajos (+131.651 habitantes), Portugal (+123.105), Bélgica (+89.253), Chequia (+73.026) , Irlanda (+72.410) y Austria (+53.978 habitantes). Pero hubo 7 paises que perdieron población en 2023, sobre todo en la Europa del Este: Polonia (-132.800 habitantes), Grecia (-16.800), Hungría (-15.100), Letonia (-11.126), Italia (-7.452), Eslovaquia (-4.105) y Bulgaria (-2.229 habitantes), según Eurostat.

Europa ganó población en 2023, pero siguió cayendo el número de europeos nacidos en Europa. Es decir, que la evolución demográfica europea sigue siendo negativa: desde 2012, mueren cada año más europeos de los que nacen. Concretamente, en 2023, nacieron en Europa 3.665.160 europeos y murieron 4.838.900. A lo claro: se perdieron 1.173.700 personas en la UE-27. Esa pérdida neta de población autóctona se produjo en todos los grandes paises, salvo en Francia (la población autóctona creció en +47.400, porque hubo más nacimientos que muertes) y Suecia (+5.700 autóctonos) : -334.900 en Alemania, -281.300 en Italia, -136.600 en Polonia, -114.000 autóctonos en España, -89.500 en Rumanía, -56.000 en Grecia, -41.200 en Hungría y -32.600 en Portugal, según Eurostat.

El gran problema que tiene Europa (y España) es la tremenda caída de la natalidad, que provoca un desplome de los nacimientos en las últimas décadas, con las mujeres siendo madres más tarde y con menos niños por mujer, mientras hay mucha población envejecida en Europa y aumentan más las muertes que los nacimientos. Así, la natalidad en la UE ha caído de 1,54 niños por mujer en 2011 a 1,46 en 2022. España es el país europeo con la menor tasa de fertilidad (1,16 niños por mujer en 2023), muy por debajo de Francia (el país con más fertilidad, 1,79 niños por mujer, gracias a políticas activas en favor de la familia), Hungría (1,53), Suecia (1,53), Paises Bajos (1,49) , Alemania (1,46) e incluso Italia (1,24).

Si cae la población autóctona año tras año, ¿qué salva a la población en Europa? Pues la llegada de inmigrantes, la población nacida fuera de Europa. Los datos de 2023 son claros, según Eurostat: la inmigración neta (llegadas menos salidas) fue de +2.821.056 millones de extranjeros, que contrarrestan con creces la pérdida de población autóctona (-1.173.700 habitantes) y permiten que haya +1.647.300 habitantes censados en 2023. Es una tendencia que lleva décadas en Europa y que se mantuvo en 2023, año en que la mayor migración neta se produjo en Alemania (+664.900 inmigrantes), seguida muy de cerca por España (+639.100 inmigrantes netos). Y ya lejos, las llegadas a Italia (+273.800 inmigrantes netos), Francia (+181.700), Portugal (+155.700) , Paises Bajos (+136.700), Rumanía (+99.400), Chequia (+94.700) y Bélgica (+89.900).

La migración exterior hacia Europa se ha duplicado en la última década, pasando de 1.425.507 inmigrantes netos en 2015 a un mínimo de 151.974 en 2020 (en plena pandemia) y un máximo de 3.976.730 en 2022, que bajó en 2023 a los 2.821.056 inmigrantes netos. Con ello, en 2023, eran 59.901.586 los europeos que habían nacido fuera del país donde residían, el 13,48% de la población europea cansada  (449.26.579 habitantes). Por paises, los que tienen más proporción de extranjeros (residentes nacidos fuera) son Luxemburgo (50,4%), Malta (28,3%), Chipre (22,7%) e Irlanda (21,8%, por la población nacida en Reino Unido, ahora fuera de la UE-27). Pero por número e importancia, los paises con más peso de  extranjeros son Austria (21,6% de la población: 1.963.300), Suecia (20,4%: 2.144.300 habitantes), Alemania (19,5% de la población: 16.476.400 extranjeros), Bélgica (19,1%: 2.246.900 extranjeros), Estonia (17,2%: 234.700), España (17,1% población: 8.204.200 extranjeros en 2023), Portugal (16,1%: 1.683.800), Paises Bajos  (15,6%: 2.777.000 extranjeros), Eslovenia (14,6%: 309.300), Dinamarca (13,6%: 804.100 extranjeros) y Francia (13,1% de la población: 8.942.100 extranjeros), según Eurostat.

Si depuramos estas cifras de “extranjeros”, quitando los extranjeros nacidos en otros paises de la UE-27 (son 13.935.200 “extranjeros”, la mayoría rumanos, italianos y polacos que viven en otro país europeo), la cifra de extranjeros de terceros paises (no UE) que viven en Europa se reduce a 41.318.600 habitantes, el 9,23% de toda la población europea.  Y aquí, en este ranking de paises con más inmigrantes no UE destacan Alemania (7.715.000 extranjeros de terceros paises no UE, el 9,1% de la población), España (4.394.900 extranjeros de fuera de la IE, el 9,1% de la población), Francia (4.074.600 extranjeros no UE, el 6% de su población) e Italia (3.746.900 extranjeros no UE, el 6,4% de su población. Pero hay otros paises con un menor número de extranjeros no UE y donde pesan mucho más en el censo, como Malta (17,5%, aunque sólo son 94.800 extranjeros) Estonia (15,6% y 213.700), Letonia (13,6% y 255.200), Luxemburgo (10,2% y 67.300) o Austria (9,3% y 842.600 extranjeros no UE). La mayoría de estos extranjeros no UE en Europa son turcos, marroquíes, ucranianos, polacos, , latinoamericanos, sirios, afganos, pakistaníes, indios y chinos. La mayoría de inmigrantes son hombres y la edad media 36,5 años, más jóvenes que los europeos (45,7 años).

La inmigración total a Europa se redujo mucho en 2023: de los 3,97 millones de 2022 se bajó a 2,82 millones. Y sólo 380.000 de estos inmigrantes entraron ilegalmente en Europa en 2023, aunque unos 62.000 se redireccionaron al Reino Unido, son lo que serían realmente 318.000 ilegales”, menos del 10% del total (el 8% en 2023). Así que, en contra de lo que parece, el 92% de los inmigrantes que llegan a Europa lo hacen legalmente, de forma relativamente reglada y organizada, y la llegada en pateras o por rutas ilegales es totalmente marginal, aunque sea grave y arrastre graves problemas y muertes.

Dicho esto y vistas las cifras reales de inmigración de terceros paises (41,3 millones de personas, el 9,23% de la población europea), hay que relativizar “el problema de la inmigración”, en toda Europa y en España (los inmigrantes no UE son el 9,1% de la población española). Y, sobre todo, hay que valorar lo que aportan a los paises y a sus economías. En el caso de España, la inmigración es una de las causas del “milagro económico” de los últimos años, de que España crezca más que el resto de Europa, gracias a un  fuerte aumento de la mano de obra extranjera que cubrió  4 de cada 10 empleos creados en 2023. Una mano de obra extranjera que ha provocado un récord de cotizantes (2.899.003 en junio 2024, casi el doble que los 1,5 millones en enero de 2012 y un 13,6% de todos los afiliados a la SS ), que paga impuestos y aporta al país más de lo que recibe, según distintos informes.

Europa tiene cada año más población extranjera, pero gracias a ella no pierde población y se sostiene el empleo y la economía. De hecho, la ONU considera que Europa necesita recibir  60,8 millones de trabajadores extranjeros hasta 2050. Y España  necesita 7 millones más inmigrantes entre 2020 y 2050, según el Centro de Desarrollo Global de Washington. Sólo así conseguiremos frenar la continuada caída de población que sufrimos desde 2015 (en 2023, recordemos, perdimos 114.000 habitantes autóctonos, porque las muertes superaron a los nacimientos). Y la previsión del INE es que los nacidos en España bajen de 40,2 millones en 2020 a 37,10 millones en 2050 y a 33,79 millones en 2070, por la caída de la natalidad y el progresivo envejecimiento. Y por eso, vaticinan que la población “extranjera” (nacida fuera) se dispare (de 7,47 millones en 2020 a 12,80 en 2050 y 16,79 millones en 2070), para cubrir el ”bache demográfico” y permitir aumentar la población: a 49,91 millones en 2050 y 50,5 millones de “españoles en 2070, un tercio nacidos en el extranjero.

Los inmigrantes son claves no sólo para “salvar” la población futura en Europa y en España, sino para garantizar la actividad económica, los servicios públicos y, sobre todo, las pensiones, dado el progresivo envejecimiento de Europa (y España). La esperanza de vida es muy alta en Europa, con una media de 81,5 años en la UE-27 y un máximo de 84 años en España, superior a los 83,8 años de Italia, los 83,4 de Suecia, los 83,1 de Francia o los 81,2 años en Alemania. Y eso provoca una población europea cada vez más envejecida: el 21,3% de los europeos (UE-27) tienen más de 65 años, con un mayor porcentaje de mayores en Italia y Portugal (24%), Bulgaria (23,5%), Finlandia (23,3%), Grecia (23%) y Alemania (22,1%), siendo menor en Suecia (20,4%), España (20,1%) e Irlanda (15,2%). Y lo peor es que este porcentaje de mayores rondará el 25% de los europeos en 2050 y España estará a la cabeza, con un 30% de mayores de 65 años, según el INE.

Para poder financiar estas pensiones, hace falta que haya mucha gente trabajando y cotizando, algo problemático si cae la natalidad de la población europea. Por eso también necesitamos a los inmigrantes, para que trabajen, coticen ya paguen parte de las pensiones de nuestros hijos y nietos. De hecho, la tasa de dependencia (población jubilada y menores de 15 años sobre el total de población en edad de trabajar) ya supone un 33,4 % en la UE-27: un tercio de la población necesita que les mantengan los otros dos tercios, un porcentaje que sube en Francia (34,5%), Alemania (34,7%) e Italia (37,8%) y que es menor en España. Pero subirá para 2050 en toda Europa, hasta el 56,7%.(y al 59,5% en España)  A lo claro: más de la mitad de los europeos (jubilados y niños) necesitarán que les mantengan los que estén en edad de trabajar. Más carga de gasto que exigirá más gente trabajando, autóctonos y extranjeros.

Al final, como se ve por todas estas cifras, el problema no está en la inmigración ilegal (el 8% del total) ni en la grave situación de los menores inmigrantes agolpados en Canarias (5.600 niños y niñas, el 0,011% de la población española), sino en ver cómo canalizamos la inmigración para que siga siendo un factor de crecimiento y empleo, para que nos ayude a garantizar el Estado del Bienestar y las pensiones. En lugar de las peleas políticas y la xenofobia, necesitamos un Pacto de Estado por la inmigración, en Europa y en España, que planifique el futuro: cuántos inmigrantes pueden llegar, qué perfiles deberíamos promover y cómo ayudarles a formarse e integrarse en la economía y la sociedad. Y en paralelo, lograr acuerdos con los paises de origen, para frenar la inmigración ilegal y las mafias, para reorientar estas llegadas irregulares hacia empleos regulados allí y aquí. Organizar y canalizar la inmigración es una exigencia ineludible, por justicia y necesidad económica. Los inmigrantes no nos “roban” el trabajo, nos ayudan a construir el futuro.

lunes, 15 de julio de 2024

Compras online récord... en el extranjero

Las ventas por Internet batieron en 2023 un récord histórico : 84.177 millones, casi el doble que antes de la pandemia. Pero la cifra no es tan positiva, porque más de la mitad de estas compras online de los españoles se hicieron en Webs extranjeras, lo que crea riqueza y empleo fuera de España. Con todo, las compras online se afianzan y las hacen el 77% de los internautas españoles, 26 millones de personas, sobre todo ropa, viajes, espectáculos, apuestas, comida, supermercados, pago de impuestos y compras varias. Y un tercio de las empresas españolas venden ya por Internet, aunque la mayoría son grandes y medianas empresas (que hacen el 92% de las ventas online). El gran reto es que lo hagan las pymes, que están poco digitalizadas, aunque ya hay 15.000 pymes españolas que venden por Amazon, la plataforma líder. Las compras online irán a más, pero hace falta más seguridad, transparencia y agilidad en las transacciones. Y resolver mejor el envío de los paquetes.

                     Enrique Ortega

La pandemia provocó un gran salto de las ventas por Internet en todo el mundo, sobre todo en 2020 y 2021. En España, las compras online apenas suponían el 4,5% de todas las compras en 2017 y saltaron al 7,9% en marzo de 2020, con el primer confinamiento, llegando al máximo del 10% de las compras en junio de 2020, según este estudio de BBVA Research. Pero a partir de ahí, con la vuelta a la normalidad, las compras bajaron en 2021 y 2022, suponiendo en torno al 9% del total. Y sólo en 2023, a partir del verano, se volvieron a animar, hasta rondar otra vez el 10% de las ventas totales. Un porcentaje inferior al de los principales paises europeos, donde las ventas por Internet suponen el 12% (Francia), el 14% (Alemania), el 17% (Paises Bajos) o el 21% de todas las ventas (Reino Unido), con una media mundial rozando el 20%.

Aunque todavía el porcentaje de las compras online sea bajo (10% del total), España está en linea con el resto de Europa en internautas que compran por Internet. En 2023, un 76% de los internautas españoles hacía compras por Internet, el mismo porcentaje que la UE-27 (76%), según el European E-Commerce Report 2023. Los paises donde más se compra online son Reino Unido (el 96% de los internautas lo hacen), Paises Bajos y Noruega (93%), Dinamarca (89%), Suiza e Irlanda (90%), siendo menor en Francia y Alemania (83%  internautas compran online) y Bélgica (79%). Por detrás de España (puesto 17º del ranking europeo de compras por Internet) están  Grecia (75%), Portugal e Italia (62%). España ha dado un salto, del 64% de internautas que compraban en 2019 al 76% actual.

Las compras online en España han batido un récord en 2023, cerrando el año con una facturación de 84.177 millones de euros, según el dato recién publicado por la Comisión de la Competencia (CNMC). Supone un aumento del +16,26% sobre 2022 y el tercer mayor aumento anual, tras el de 2022 (+25,3%) y 2019 (+24,4%). Pero lo más llamativo es que esta cifra récord, 84.177 millones vendidos online, supone casi el doble de las ventas online hechas antes de la pandemia, en 2019 (48.826 millones).

Por sectores, las actividades que más facturan online son las agencias de viaje y operadores turísticos (8,5% del total, frente al 12,5% en 2019), ropa (7,3%), billetes de avión (5,5%, frente al 6,5% en 2019), apuestas y juegos online (4,2% frente al 3,9% en 2019), servicios financieros (4,1%), espectáculos (4%, frente al 3% en 2019), compras en hiper, super y tiendas de alimentación (3,2%), pago de impuestos y cotizaciones (3% de la facturación total), ventas de grandes almacenes (3%, frente al 2,4% en 2019) y compras en restaurantes (2,9% del total), según la CNMC. De este “top 10” de facturación por Internet han caído las compras en hoteles y alojamientos (suponían el 4,2% del total en 2019), los billetes de transporte terrestre (2,8% en 2019) y las suscripciones a la TV de pago (2,7% en 2019).

En cuanto al número de operaciones de compra online, se han hecho 1.552,5 millones en todo el año 2023, otro récord histórico: 4,25 millones al día, 2.953 compras online por minuto. Son un 15,20% más que en 2022 y suponen casi el doble de las compras online hechas antes de la pandemia, en 2019 (867,9 millones), según los datos de la CNMC. Pero las operaciones han  crecido más que la facturación, con lo que la compra media online se ha estabilizado: de 56,25 euros por compra en 2019 a 54,22 euros por operación en 2023. En el “top 10” de más operaciones de venta online destacan los juegos y apuestas (6,9% de todas las operaciones), restaurantes (7,6%), ropa (6,5%), transporte terrestre de viajeros (6,3%), actividades anexas al transporte (5,1%), grandes almacenes (4,3%), compra de carburantes (4,3%), espectáculos (3,3%), compras en hiper, super y tiendas alimentación (2,2%) y descarga de aplicaciones (2,2%), no apareciendo entre los destacados por operaciones las suscripciones a canales de TV, la compra de discos y libros, los billetes de avión o los paquetes turísticos, que sí figuraban en el “Top 10” de compras con más operaciones de 2019.

Lo más chocante de las cifras del comercio electrónico en España es dónde se compra online: el 56,84% de todas las compras por Internet hechas en 2023 fueron compras hechas desde España en Webs extranjeras, según los datos de la CNMC. Compraron por valor de 47.853 millones de euros en 2023, un +19.04% que en 2022 y el doble que en 2019 (23.731 millones). Y sólo un 12,98% de todas las compras online fueron hechas por extranjeros en Webs españolas: 10.924 millones de euros en 2023, una cifra similar a las compras hechas desde fuera en 2019 (9.881 millones de euros). Con ello, casi se ha triplicado el déficit con el exterior en el comercio online: si en 2019 era de -13.850 millones, en 2023 es de -36.929 millones de euros. A lo claro: los españoles compramos en Webs extranjeras más de 4 veces lo que los extranjeros compran en Webs españolas. Eso en cuanto a importes, a facturación. En cuanto al número de operaciones de compras online, dos tercios se  hicieron en el extranjero (65,9% del total) y un tercio en España (34,1%).

¿En qué paises extranjeros compran más los internautas españoles? Básicamente, compramos fuera (47.853 millones) en Webs de Europa (94,4% de las compras online hechas desde España), seguidas de lejos por compras en Reino Unido (2,1%), Estados Unidos (1,4%), Asia Pacífico (0,8%), Latinoamérica (0,3%) y el resto del mundo (1,2%). Lo que más compramos online en Webs extranjeras es ropa (10,9% del total), servicios financieros (6,7%), agencias de viajes y turismo (5,6%), apuestas y juegos online (5,3%), billetes de avión (5,2%), restaurantes (4,2%), grandes almacenes (3,8%), suscripciones TV de pago (3,6%), transporte terrestre de viajeros (2,2%) y espectáculos (2%).

Respecto a las compras online en España de extranjeros (10.924 millones), la mayoría proceden también de Europa (62,7% de todas las compras), seguida de Latinoamérica (8,8%),  Estados Unidos (7,5%), Reino Unido (7,1%), Asia Pacífico (4,1%) y el resto del mundo (9,9%), según la CNMC. Y lo que estos extranjeros compran en Webs españolas son básicamente servicios turísticos: paquetes de agencias y operadores turísticos (30,6% de las compras online totales), hoteles (11,9%), billetes de avión (10,7%), espectáculos (5,1%), enseñanza (3,3%), alquiler automóviles (3,3%), carburantes (2,7%), transporte terrestre (2,5%), publicidad (2,5%) e hiper (2,2%). Se caen de la lista del “Top 10” compras de extranjeros que tenían mucho peso en 2019, como ropa, cine y vídeo y marketing directo.

El tercer bloque del comercio electrónico, junto a las compras online hechas por españoles en el extranjero y las compras online de extranjeros en España, son las compras online hechas en España: facturaron 25.398 millones en 2023 (casi un tercio del total, 84.177 millones), un +9,93% que en 2022 y casi el doble que antes de la pandemia, en 2019 (15.224 millones). Las actividades con mayores ventas online fueron los pagos a la Administración Pública, por impuestos y cotizaciones (el 9,1% de la facturación total, frente al 6,2% en 2019), compra de carburantes (8,3%), espectáculos (7,7%), compras en hiper, súper y tiendas de alimentación (7,4%), viajes y paquetes turísticos (6,1%), electrodomésticos, imagen y sonido (5,4%), billetes de avión (4,2%), tren y autobús (3,7%), apuestas y juegos online (3,3%) y educación (3,1%). Sorprende que desaparezca de este “Top 10” la ropa (6,3% de las ventas online en 2019).

Como reflexión, las ventas online han remontado, en España y en el mundo, pero con menos fuerza que durante la pandemia. Y sobre todo, ahora “ha cambiado el clic”, según el estudio de BBVA Research: se han frenado las ventas online en alimentación y bebidas, restaurantes y hoteles y se han consolidado las compras online de ropa y calzado, mobiliario doméstico, ocio y cultura. Se observa una mayor preferencia por las compras online de las mujeres respecto a los hombres y de los jóvenes menores de 35 años, aunque el grupo con más penetración en las compras online son las personas de 45 a 59 años (31% de las compras frente al 29% los menores der 35 años). Y los grupos que usaban menos el comercio electrónico antes de la pandemia (mayores) son los que más han aprendido a usarlo estos años, con un menor salto en los jóvenes que ya lo usaban.

La realidad es que el uso de Internet para comprar se ha generalizado en España y en todo el mundo. En el 2º semestre de 2023, el 55,6% de los usuarios de Internet (18,6 millones de personas) compraron online, según el Panel de hogares de la CNMC, que refleja que un 12% hicieron 1 o 2 compras, el 19% de 3 a 5 compras, el 17% de 6 a 10 compras y el 10% hicieron más de 10 compras ese semestre. La mayoría hizo sus compras en Amazon (45,6% de las operaciones), seguida de lejos por AliExpress (10,9% compras), el Corte Inglés (2,2%) y eBay (0,6%). La mayoría de compradores online pidieron que les entregaran el paquete en casa (el 85,9%), pero aumentan quienes lo recogen en otros lugares (un 19,8%). Y Correos lidera las entregas (35,3%), seguida por SEUR (12,3%), MRW (8%) y DHL (5,7% entregas).

Otra Encuesta reciente, de IAB Spain, revela que el 77% de los internautas de 16 a 74 años utilizan Internet como canal de compra: son 26 millones de personas. Y retrata el perfil del comprador online en España: mitad hombres, mitad mujeres, con una edad promedio de 44 años, que trabaja (72%), con hijos (57%) y estudios superiores (el 58%), usuario habitual de redes sociales (6 de promedio), que compagina sus compras entre Internet y las tiendas físicas (un 17% casi solo compra por Internet). Hacen 3,4 compras online al mes, gastando 82 euros de media por operación. Y lo que más valoran son las promociones, la amplia oferta y la comodidad en los envíos. Compran sobre todo moda (el 77%), viajes (63%), espectáculos y cultura (62%), alimentación (58%), artículos para el hogar (54%) y tecnología (54%). Y consideran una espera “aceptable” la entrega en 3,2 días.

Si España está en linea con el resto de Europa en internautas que compran online (76%), también lo está en empresas que venden online: lo hacen el 33,2% del total, más de 10 puntos por encima de la media europea (22,8% de las empresas UE-27), según los datos de AFI a partir de Eurostat. Con ello, España ocupa en 5º lugar en el ranking europeo de paises donde las empresas venden más por Internet (ojo: excluidas las microempresas y el sector financiero), sólo por detrás de Irlanda (donde el 42,5% empresas venden online, por ser la sede de muchas multinacionales tecnológicas), Suecia (38,4%), Lituania (37,5%) y Dinamarca (36,5%). Y estamos por delante, en empresas que venden por Internet, de Alemania (22% empresas), Portugal (19,6%), Italia (18,3%) y Francia (16,9%).

Es un dato excelente, pero enmascara un problema interno: las empresas españolas destacan en la venta por Internet gracias a las grandes empresas, porque las pymes españolas (un 99,8% del total de empresas) apenas venden por Internet. De hecho, el 79% de todas las ventas por Internet las hacen las grandes empresas (+250 trabajadores), un 13% las medianas (50-249 empleados) y sólo el 8% de las ventas online las hacen las empresas pequeñas (10-49 trabajadores), siendo ínfimas las ventas online de las micropymes (menos de 10 empleados), según un estudio del ICEX, eMarket y ADigital. Y eso se explica por la bajísima digitalización de las pymes en España: el 70% de las micropymes (1.335.393 empresas) no tienen Web y tampoco el 30% de las pymes (hay 3.202.717 en total), según ADigital.

Las pymes españolas solo canalizan por Internet un 5% de todas sus ventas, la mitad que el conjunto de empresas, según la Consultora Nera. Pero Internet les permite ampliar sus clientes y ventas, dentro e incluso fuera de España. Un ejemplo: las 15.000 pymes españolas que venden a través de Amazon exportaron 1.000 millones de euros en 2023. Y además, les permite conseguir muchos clientes, tener “un escaparate al mundo”, aunque un tercio de ellas radiquen en zonas rurales. El gran reto de España es que las pymes se digitalicen y se apunten al comercio electrónico. Si las pymes vendieran un 15% online, generarían 3.800 millones más de PIB y 74.000 empleos, según el ICEX.

Para conseguir que las pymes españolas se suban al tren del comercio electrónico, se está implantando “el kit digital y otras medidas de digitalización, financiadas con Fondos europeos. Es uno de los grandes retos pendientes para modernizar nuestra economía y mejorar la productividad de las empresas. Otros retos pasan por mejorar los canales de venta online, garantizar a los consumidores más seguridad en las transacciones (vigilando y castigando más los fraudes) y mejorar la entrega de los paquetes al comprador, en tiempo y comodidad. Cada día compraremos más productos y servicios por Internet, pero debemos buscar que esas compras se hagan en Webs españolas, porque ahora, el 56,84% de nuestras compras online se van fuera, creando empleo y riqueza en Irlanda, Reino Unido, Holanda, Francia, USA o China, no en España. Para eso, necesitamos tener productos más competitivos, en calidad y precio, y unas plataformas digitales de venta más ágiles y especializadas. Es otro gran reto: vender mejor el “made in Spain” en Internet.

jueves, 11 de julio de 2024

España, un país de bares y restaurantes

En junio, casi la mitad del empleo nuevo se creó en la hostelería (+32.030 ocupados), gracias al dinamismo de bares y restaurantes, llenos cada día. España es el país de Europa con más bares y restaurantes, aunque hay menos bares que en 2010 pero muchos más restaurantes. Entre ambos, dan trabajo a 1,4 millones de personas. Todo apunta a que el sector irá a más, porque el 70% de los españoles come y bebe fuera de casa, cada vez más, a pesar de la fuerte subida de precios en la hostelería. La tendencia, tanto en bares como en restaurantes, es una mayor especialización y al auge de las cadenas y grandes empresas, que ya suponen un tercio de la facturación en restauración. Falta mejorar la formación del personal y la productividad del sector, aún baja. Y cada vez habrá más competencia, lo que provocará múltiples cierres y aperturas. Una “criba” drástica en la hostelería, propiciada por Internet y las redes sociales. Menor bares y restaurantes tradicionales y más locales "de diseño".

                      Enrique Ortega

España es un país con una arraigada tradición de frecuentar bares y restaurantes, que están por todas partes en pueblos y ciudades, algo que “choca mucho” (y atrae) a los turistas extranjeros que nos visitan. De hecho, España es el país del mundo con más bares y restaurantes, 1 por cada 209 habitantes, más del doble que en Francia (1 por 350 habitantes) o Reino Unido (1 por 500). Y también somos el país europeo que más gasta (en porcentaje) en bares, restaurantes y hoteles: el 11,3% del gasto por persona, el doble que la media europea (6%) y el triple que Alemania (4%), según las estadísticas de Eurostat.

El gasto de los españoles en bares y restaurantes cayó con la crisis de 2008 y empezó a recuperarse en 2015, hasta que volvió a caer en 2020 y 2021, por la pandemia. Pero ya se ha recuperado con creces, según la última Encuesta de Presupuestos Familiares (INE): el gasto en restaurantes y hoteles es la 4ª mayor partida de gasto familiar, 3.311 euros en 2023 (el 10,22% del gasto total), sólo por detrás del gasto en vivienda, luz y agua (se lleva el 31,8% del presupuesto familiar), en alimentación y bebidas (17,9% del gasto) y transporte (11,6% del gasto familiar). Si restamos el gasto en hoteles, el gasto familiar en bares y restaurantes fue de 2.804 euros en 2023, un 8,60% del gasto total, superando ya el gasto de 2019 (2.478,09 euros, el 8,19% del gasto total). Y el gasto por persona en bares y restaurantes es de 1.128 euros, el 8,6% del total (8,4% en 2019).

Los españoles tenemos muchos más bares y restaurantes que el resto de europeos y además los visitamos mucho más: acudimos a beber o comer fuera de casa una media de 175 veces al año (eran 186 veces en 2008), frente a 150 veces los franceses o alemanes y 258 veces los italianos, según datos de la consultora NPD Group. Pero, curiosamente, gastamos más que el resto de europeos en “beber y alternar” y menos en comer fuera de casa:  800 euros de media en restaurantes, por detrás de Italia (1.044 euros), Alemania (989 euros), Reino Unido (975 euros) y Francia (851 euros).

La recuperación de bares y restaurantes, tras el duro bache de la pandemia, ha venido de la mano de una mayor apuesta de los españoles (y europeos) por el turismo y el ocio, por salir y viajar más tras los confinamientos. Así, los datos de 2023 reflejan que han seguido creciendo en España los bares y restaurantes, un sector que aporta el 3,9% del valor añadido a la economía, que supone el 7% de las empresas y del empleo y que ingresa el 9% de toda la facturación en España del sector servicios, según un reciente informe de CaixaBank Research, que resume así el sector: 264.000 establecimientos, de los que dos tercios son bares y cafeterías (62%), casi un tercio (31%) son restaurantes y el 7% restante son servicios de catering, de comidas y bebidas para eventos y domicilios.

La pujanza de la restauración no puede ocultar la evolución interna en los últimos años, donde se ha reducido el número de bares y han aumentado mucho los restaurantes, según el estudio de CaixaBank Research. Así, en 2023 había en España 148.200 empresas de bares y cafeterías, frente a 202.699 bares y cafeterías en 2010 (-54.499 empresas, un 26,88% menos), lo que supone que han desaparecido 1 de cada 4 bares y cafeterías que había hace 13 años. Por el contrario, hay 69.410 restaurantes (2023), 10.406 más que en 2010 (había 58.950 restaurantes), lo que indica que casi 1 de cada 5 restaurantes actuales son nuevos, no existían hace 13 años. Y también ha aumentado “la tercera pata” del sector de la restauración, los servicios de catering: han pasado de unas 10.000 empresas en 2010 a 14.218 empresas en 2023, un crecimiento superior al 40%.

De estas 231.828 empresas de restauración en España (1 por cada 209 habitantes) la mayoría son propiedad de personas físicas  (el 63%, más que en el conjunto de la economía, donde son el 57%) y dominan las “microempresas”: el 91,5% de los bares, restaurantes y servicios de catering tienen menos de 9 empleados, según CaixaBank Research. Y las grandes empresas de restauración, con más de 250 empleados, suponen sólo el 0,05% del total, pero aportan el 17% del valor añadido del sector y mantienen el 21% del empleo total del sector. En los últimos años, hay una mayor concentración del sector, con menos empresas familiares y más grandes empresas, que copan nuevos bares y restaurantes.

El número de empresas de restauración (bares, restaurantes y servicios de catering) ha bajado desde 2013 (de 258.850 a 231.828), pero la facturación del sector ya se ha recuperado del bache de la pandemia: en 2023, facturaron 230.000 euros por empresa, un 11,11% más que en 2019 (207.000 millones), según el estudio de CaixaBank. Pero esta recuperación ha sido desigual. Los bares y cafeterías facturan 127.000 euros por empresa, +6% que en 2019. Y los restaurantes facturan más del triple, 436.000 euros por empresa (+18% que en 2019). La facturación por empresa ha crecido porque bajó el número de empresas y subieron los precios, sobre todo en 2022 y 2023. Y, sobre todo, por el récord de turistas: el 30% de locales de restauración dependen del turismo, tanto nacional como extranjero. Y el 10% de los ingresos de toda la restauración depende del turismo internacional, que bate récords año tras año.

La restauración en España no sólo factura más cada año (con menos bares y más restaurantes), sino que además ofrece un servicio con más calidad. Una forma de medirlo es el número de restaurantes con estrellas Michelín, que ha aumentado un 43%: de 190 que la tenían en 2019 a 272 en 2023, lo que nos coloca como el 4º país europeo con más restaurantes con estrella (tras Francia, con 636, Italia con 395) y Alemania, con 340 restaurantes premiados). Tienen 1 estrella 223 restaurantes españoles, dos estrellas otros 34  y 3 estrellas tienen 15 restaurantes, siendo España el 2º país europeo con más restaurantes con 3 estrellas Michelín, tras Francia (27 restaurantes).

El sector restauración es, con los hoteles y la información, el que más empleo ha creado en los últimos años. En el primer trimestre de 2024, los bares, restaurantes y catering empleaban a 1.380.968 trabajadores, +54.955 empleados más que antes de la pandemia y +357.712 ocupados en la restauración que en 2010 (+35%), según CaixaBank Research. Las regiones con más empleo en el sector son Andalucía (241.150 trabajadores), Cataluña (211.950), Madrid (172.900), Comunidad Valenciana (153.100), Canarias (98.850), Galicia (65.600), Baleares (58.575) y Castilla y León (53.675 ocupados en restauración).

Lo más destacado del empleo en restauración es que ahora es mucho menos precario, tras la reforma laboral aprobada en 2021. Así, el porcentaje de empleos temporales en la hostelería (incluye alojamiento y restauración) ha caído del 36,7% en 2019 al 7,7%, gracias al aumento espectacular de los contratos fijos discontinuos: los trabajadores de bares y restaurantes tienen un contrato fijo y trabajan unos meses al año, cobrando el paro el resto. Además, estos trabajadores están ahora mejor formados y un 27% se matriculan en cursos de FP Superior. Y destaca el creciente peso de los trabajadores extranjeros: son el 26,2% de los trabajadores de la restauración, más que en 2019 (23,3%) y el doble de los trabajadores extranjeros en la economía (11,1%), según CaixaBank Research.

El punto negro del sector restauración es su baja productividad (VAB por empleado) : su índice es 42 sobre 100, menos de la mitad que toda la economía (100) y la más baja del sector servicios (la hostelería tiene un índice 55 y el comercio 85). Los expertos señalan varias recetas para mejorar la productividad de bares y restaurantes: mejorar la formación de los trabajadores (habilidades técnicas, gestión del negocio y servicio al cliente), aumentar el tamaño de las empresas (las grandes suelen ser más productivas) y mejorar la innovación tecnológica del sector, con mejores sistemas de gestión de pedidos y reservas, la automatización en las cocinas o con nuevas herramientas de análisis de datos.

Los establecimientos de restauración están muy repartidos por todo el territorio, aunque se concentran más en las zonas turísticas y las más pobladas, pero también en la España rural, donde ejercen el papel de “vertebrar el territorio”. Tal es así que la España vaciada se identifica con la España sin bares: 1 de cada 5 municipios (el 18%) carece de un bar, aunque en ellos sólo vive el 0,30% de la población española. La media española está en 3,05 bares por 1.000 habitantes. Curiosamente, las provincias con más bares por 1.000 habitantes están en el interior: son León (3,5), Salamanca y Zamora (3,4), Palencia (3,3) Ávila y Burgos (3), seguidos de Baleares y Asturias (3), Orense (2,9) y Segovia (2,8 bares por cada 1.000 habitantes). Y los pueblos con más bares son Sallent de Gallego, en Huesca (15,7 bares por 1.000 habitantes), Comillas, en Cantabria (9,8) y Peñíscola, en Castellón (9,4).

Lo que alimenta el negocio de la restauración es la tendencia de los españoles a consumir más bebidas y comidas fuera de casa, por tradición y como forma de” socialización” y ocio. De todo el consumo de alimentación y bebidas en 2023, el 12,6% ya se hizo fuera de casa, un gasto de 34.941 millones, una media de 1.001 euros por persona al año (el 67% en comida y el 33% en bebida), según el Anuario del Ministerio de Agricultura 2023, que revela una ligera bajada de comidas y cenas y un aumento de los desayunos hechos fuera de casa. La tendencia a comer y cenar fuera está muy extendida, como revela que el 70% de españoles comieron o bebieron fuera de casa en 2023, para “socializar” y para “evadirse y disfrutar”, a pesar de la fuerte subida de precios: saltó del +1,2% en 2021 al +4,5% en 2022, del +6,7% en 2023 y el +4,8% en mayo de 2024, según el INE, aunque este verano subirán todavía más.

La tendencia de salir a bares y restaurantes está muy afianzada y crecerá. En mayo de 2024, un 50% de los consumidores comen en un restaurante al menos una vez por semana (+28% que hace un año), según Horeca. Y el 44% de las personas desayunan a media mañana en un bar o cafetería, porcentaje que sube hasta el 73% en el caso de los trabajadores . Y aunque un 46% de empleados lleva “la tartera” al trabajo, un 43% opta por comer en un bar o restaurante (+19% que hace un año). Y los fines de semana, el 74% de españoles toma el aperitivo, un 57% sale de cañas o copas por la tarde y un 55% por la noche. En los últimos meses, aumenta más el ocio diurno que nocturno, que casi la mitad prefiere salir a comer que a cenar y que se adelantan las horas de beber y comer fuera.

Otra tendencia, según el Observatorio de Marcas (KPMG),  es el auge de la comida para llevar y el ascenso de los restaurantes de comida rápida, con un peso creciente de las cadenas de bares y restaurantes: la “restauración de marca”, con 40 grandes empresas, ha conseguido ya un 30% de cuota de mercado en bares y, sobre todo, restaurantes. Y esperan seguir abriendo locales y creando nuevos empleos en 2024, empujados por el peso creciente del ocio y los récord del turismo nacional y extranjero. Respecto a los clientes, cada vez apuestan más por la digitalización (en reservas, cartas con códigos QR y valoraciones a posteriori) y la sostenibilidad, popularizándose los menús bajos en calorías, con productos de temporada y vegetarianos.

En definitiva, hay una fiebre por salir de casa y de la ciudad donde vivimos que alimenta el negocio de los bares y restaurantes, consolidando el sector en España. Un sector, la restauración, cada vez más profesionalizado y sofisticado, con fuertes inversiones y una oferta muy variada, que pretende no sólo ofrecer comida y bebida sino “una experiencia”, con locales de moda y cartas cada vez más diversificadas (y más caras), con la ayuda de Internet y las redes sociales. Y con un auge de la comida a domicilio, que busca convertir nuestras casas en restaurantes a la carta . Nada que ver con los bares y restaurantes “de siempre”, cada vez más difíciles de encontrar (y muchos, sin “relevo generacional”). Mientras seamos un país al que le gusta vivir en la calle, ir a las terrazas y comer fuera, los bares y restaurantes seguirán creciendo, al amparo del “boom turístico”. El problema es que la oferta será cada vez menos propia, menos “typical spanish” y más internacional, más “industrializada”. Es lo que viene.