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jueves, 7 de octubre de 2021

Más jóvenes "ni-nis" (sin salida)

Todo el mundo sabe, por sus hijos y nietos, que los jóvenes no lo tienen fácil, tras sufrir dos crisis en una década. Pero el último dato de la OCDE es escalofriante: 1 de cada 5 jóvenes españoles de 18 a 24 años ni estudia ni trabaja. Son 666.252 “ni-nis”. Y si miramos a los de 15 a 29 años, salen 1.510.511 jóvenes “ni-nis”. Son más que antes de la pandemia y el peor dato en Europa tras Italia. El problema no es tanto que el 46% de estos “ni-nis” no estudien (menos que en Europa) sino que la mayoría (54%) no trabajan. Y no porque no busquen  trabajo (lo buscan) sino porque no lo encuentran. Tardan más que en Europa en trabajar y cuando lo hacen, dos tercios sólo consiguen contratos temporales y mal pagados. La solución es formarles mejor y ayudarles a conseguir su primer empleo, lo que pretende el nuevo Plan de Garantía Juvenil 2021-2027.  Pero es insuficiente: urge un Plan de choque. Hay que dar una salida a los jóvenes.

Enrique Ortega

La pandemia ha afectado negativamente a la economía de casi todos, pero especialmente a los jóvenes, las mujeres y los inmigrantes. Y sobre todo, ha agravado la situación de los jóvenes de 26 a 36 años, “la generación de las 2 crisis” (la de 2008-2013 y la de 2020-21). Pero hay un grupo de jóvenes que preocupa especialmente, los llamados “ni-nis”, que ni estudian ni trabajan. Eran ya un número importante en 2010(el 20% de “ni-nis” entre 16 a 29 años), porque muchos jóvenes habían dejado sus estudios para trabajar en la construcción o en la hostelería, pero luego, con la anterior crisis, el porcentaje creció hasta un máximo del 22,5% de “ni-nis” en 2013. Y a partir de ahí, con la mejora de la economía, bajaron hasta un mínimo  del 14,9% de ni-nis en 2019. Pero con la pandemia, volvieron a crecer los jóvenes (16-29 años) que ni estudian ni trabajan: el 17,3% en 2020, según la EPA.

De hecho, España es el país europeo donde más han crecido los “ni-nis” en 2020, según el informe de la OCDE publicado en septiembre, “Education at a Glance 2021”: aumentaron un +14,4% frente a un +10,7% en Europa (UE-22) y +16,1% en la OCDE (37 paises). Y además, España es el 2º país de Europa con más “ni-nis” (tras Italia) y el 4º del mundo (tras Brasil, México e Italia). Con datos de 2020, España tenía un 19,9% de ni-nis entre los jóvenes de 18 a 24 años (son 666.252 jóvenes), frente al 13,3% Europa (UE-22) y el 15,1% la OCDE, destacando los porcentajes altos de Brasil (35,9%), México (23,4%) e Italia (35,9%) y los muy bajos de Holanda (7,6%), Alemania (8,1%), Noruega (8,8%) y Suecia (9,4%). Y si ampliamos la franja de edad, entre los 15 y los 29 años, España sigue como el tercer país del mundo con más ni-nis (tras Italia y México), con un 20,7% (1.510.511 jóvenes que ni estudian ni trabajan), por  delante la UE-22 (13,6% de “n-nis”) y de la OCDE (13,6%), según el informe.

Los “ni-nis” incluyen a los jóvenes que ni estudian ni trabajan (porque no buscan trabajo o porque lo buscan y no lo encuentran). ¿Qué porcentaje supone cada uno de los dos problemas? El informe de la OCDE lo deja claro y evidencia que en España, el problema de los ni-nis es más “laboral” que “educativo”. Así, centrándonos en los jóvenes de 18 a 24 años que son ni-nis (el 19,9% en España), menos de la mitad (un 46%, el 9,2% de los jóvenes de esa edad) son inactivos, no buscan trabajo (básicamente porque cuidan hijos o familiares, están enfermos o trabajan en la economía sumergida), mientras el 10,7% (el 56% de los ni-nis) no trabajan porque no pueden, porque no encuentran empleo aunque lo buscan. Sin embargo, en Europa (UE-22) y la OCDE la situación es diferente: el 60% de los ni-nis son inactivos, no buscan empleo, la mayoría mujeres que cuidan hijos o familiares o que ni pretenden trabajar. Concretamente, en todos los paises de la OCDE, salvo España, Portugal y Francia, hay más jóvenes “ni-nis” inactivos que parados buscando empleo.

Otra forma de ver que el problema de los “ni-nis” es más laboral que educativo es mirar lo que hacen los jóvenes de 18 a 24 años, según los datos que aporta la OCDE. En España, el 58,9% de esos jóvenes (3.348.002 en 2020) están estudiando, un porcentaje muy similar al de los jóvenes europeos (58,5% están educándose) y algo más que en la OCDE (53,2% jóvenes estudian). Sin embargo, al mirar cuántos jóvenes (18 a 24 años) trabajan, en España son sólo el 21,3%, frente al 28,1% en la UE-22 y el 31,8% en la OCDE. Y hay paises donde los jóvenes trabajan aún más, como Reino Unido (43%), Noruega (40%), Suecia (33,4%), Portugal (31,5%), Irlanda (30,3%) o Alemania (28,7%). En definitiva, en España hay un porcentaje similar de jóvenes estudiando pero mucho menos trabajando, la razón básica por la que tenemos más ni-nis. Aunque también tenemos más “abandono escolar” (jóvenes que no completaron la 2ª etapa de Secundaria, que no acabaron Bachillerato o FP): son el 16% de los jóvenes españoles (18 a 24 años), frente al 10,2% de media en Europa.

En consecuencia, reducir el porcentaje de “ni-nis” en España pasa por actuar en dos frentes: reducir el abandono escolar temprano (evitar que los jóvenes abandonen los estudios antes de terminar Secundaria), lo que exige reducir el número de repetidores y reforzar a los alumnos con problemas, y, sobre todo, conseguir que haya más jóvenes trabajando, el problema más grave. Porque actualmente, los jóvenes españoles tienen una tasa de empleo muy inferior a la del resto de Europa y la OCDE, según el informe “Education at a Glance”. Y eso pasa en todos los jóvenes, tengan más o menos formación. Entre los jóvenes universitarios (18 a 24 años), en España trabajan el 75% frente al 83% con empleo en la UE-22 o la OCDE (y el 88% en Alemania). Entre los jóvenes con Bachillerato hecho o FP, trabajan el 65% en España y el 76% en la UE o la OCDE. Y entre los jóvenes con la ESO o menos, trabajan sólo el 58% en España, similar a la OCDE y más que en la UE (56%).

Los jóvenes trabajan menos en España por el modelo económico español (que ofrece menos empleo a todos: el 69% de los españoles de cualquier edad trabajan frente al 77% en la UE y el 82% en Alemania) y, sobre todo, porque tienen más dificultades para acceder a un empleo, según el informe de la OCDE. Así, un 28% de los  licenciados en España (los jóvenes con más empleo) siguen en paro a los 4-5 años de terminar sus estudios, mientras en la UE y en la OCDE sólo están en paro un 12% tras esos años. De hecho, la tasa de empleo de los jóvenes en España (16-24 años) es el 38,4%, casi la mitad que la del conjunto de españoles (63,5% de las personas de 16 a 64 años trabajaban en junio 2021, según la EPA).

Y además de tener muchas dificultades para conseguir su primer empleo, los jóvenes en España consiguen trabajos muy precarios y mal pagados. Lo más escandaloso es el altísimo porcentaje de contratos temporales que tienen: un 67,9% de los jóvenes que trabajan (16 a 24 años) tienen contratos temporales, frente al 25,1% en el conjunto de trabajadores, según datos de Trabajo. Y lo peor es que el 67,2% son “temporales involuntarios”, los cogen porque no tienen otra cosa (en la eurozona, son el 26,3%). Y los jóvenes duplican los contratos a tiempo parcial, por horas o días: un 41,28 de sus contratos, frente al 24,4% en el conjunto de los trabajadores. Y aquí también, el 43,5 % tienen estos contratos de forma “involuntaria”, sin escogerlos, frente al 21,4% entre los jóvenes europeos.

Y luego están los sueldos, que en muchos casos no llegan ni a “mileuristas”. Si el sueldo medio anual (bruto) es en España de 24.395 euros (2019), según el INE, los jóvenes menores de 20 años ganan dos tercios menos (9.101 euros brutos anuales), los de 20 a 24 años la mitad (12.640 euros) y los de 25 a 29 años, más de una cuarta parte menos (17.772 euros brutos anuales). Además, los jóvenes que han empezado a trabajar en la última década ganan menos que antes de la crisis: en 2018, el sueldo medio de los menores de 30 años era 12.954 euros anuales, un 5,66% menos de lo que ganaban en 2010 (13.732), según denuncia UGT con datos del INE. Y los que entraron a trabajar en 2013 cobraban un -7,2% menos que los jóvenes que empezaron a trabajar en 2007. Y ahora, tras la pandemia, los sueldos de los jóvenes se verán lastrados a la baja durante 15 años, según Fedea.

Un panorama poco halagüeño para los jóvenes que sí trabajan, aunque es peor para los jóvenes en paro, que son todavía un 33% de los menores de 25 años (451.000 jóvenes a finales de agosto), más del doble que la media europea (16,2% de paro juvenil) y el peor dato de toda Europa, alejado incluso de Grecia (30,8% de paro juvenil), Italia (27,3%) o Portugal (22,6%) y muy lejos del paro juvenil de Alemania (7,5%) o Francia (19,9%), según Eurostat. Y un paro juvenil que se ha agravado con la pandemia: hay 134.400 jóvenes más en paro (menos 25 años)  ahora que a finales de 2019, según la última EPA.

Volviendo a los “ni-nis”, los jóvenes que ni estudian ni trabajan, la clave para que salgan de esa situación es mejorar su formación, según la mayoría de los expertos. Porque la formación de los jóvenes españoles es peor que la del resto de Europa y la OCDE, según el último informe “Education at a Glance”: entre los 25 y 34 años, tenemos más universitarios que Europa (47,4% de estos jóvenes frente a 44,5% en la UE-22) y la OCDE (45,5%), pero la mitad de jóvenes con mediana formación, con el Bachillerato o la FP (24,3% frente al 43,1% en la UE-22 y el 40,2% en la OCDE) y también más jóvenes con poca formación, con la ESO o menos (28,3% en España frente al 12,3% en la UE-22 y el 14,8% en la OCDE). Y eso explica, en buena medida, que nuestros jóvenes trabajen aquí menos que fuera: a más nivel de formación, más acceso al empleo, según el informe de la OCDE.

Esta mejora de la formación de los jóvenes, sobre todo de los “ni-nis”, pasa por completar la formación de los que no han terminado Bachillerato y FP (“repescarlos”) y por redirigir a más jóvenes a la Formación Profesional, tras la ESO: España tiene un bajo porcentaje de jóvenes en FP (el 33% de los titulados en Secundaria), frente a la media europea (46,3% jóvenes Secundaria hacen FP en la UE-23) y a paises como Alemania (44,2%), Italia (58%) o Reino Unido (62,6% de los titulados), paises con una elevada tasa de empleo joven. Eso obliga a crear más plazas públicas en Formación Profesional, donde este curso han faltado 50.000.  Y además, urge reconvertir la formación universitaria, para conseguir una enseñanza más ligada a lo que piden las empresas y evitar la baja empleabilidad de los licenciados.

Frente al grave problema de los “ni-nis”, la Comisión Europea creó en 2013 la Garantía Juvenil, un sistema por el que se hacía una oferta a los jóvenes europeos que ni estudiaban ni trabajaban: ofrecerles en 4 meses un trabajo o un curso de formación. De momento se han beneficiado 24 millones de jóvenes europeos, aunque el problema de los “ni-nis” sigue ahí y creciendo ahora tras la pandemia. En España, el sistema de la Garantía Juvenil no ha tenido demasiado eco y se ha informado poco sobre sus resultados, aunque había 2 millones de jóvenes inscritos a finales de agosto, según el SEPE. En junio pasado, el Gobierno aprobó un nuevo Plan de Garantía Juvenil Plus 2021-2027, que se financiará con fondos europeos (del FSE). Un programa que ofrece dos opciones a los jóvenes “ni-nis”: un curso de formación o un empleo, en 4 meses, con la colaboración de 50 Centros de inserción juvenil, 50 Clúster de empleo joven y 15.000 empresas colaboradoras.

Está bien, pero urge además poner en marcha un Plan de choque contra el paro juvenil, que el presidente Sánchez anunció en mayo (“1.365 millones para facilitar la formación y contratación de 1 millón de jóvenes)  pero del que no se sabe más. La grave situación de los jóvenes (un tercio parado y el resto trabajando en precario) exige un Plan ambicioso, a medio plazo, con medidas en varios frentes: educación (lucha contra abandono escolar y refuerzo alumnos con problemas), formación, acceso al primer empleo (un contrato de formación y prácticas sin abusos, como en el caso de “los becarios”), ayudas a la contratación de jóvenes, mejora de su calidad en el empleo y salarios dignos, más un abanico de medidas para facilitar su emancipación y la creación de nuevas familias. Aquí es clave resolver su problema de vivienda, para lo que el cheque de 250 euros para alquilar puede ser un principio.

En definitiva, reitero lo abordado decenas de veces en este blog: los jóvenes son uno de los graves problemas pendientes que tenemos, empeorado con la pandemia. Su penosa situación es un fracaso de todos nosotros como país. Los jóvenes, empezando por los “ni-nis”, deben ser una prioridad en la recuperación. Hay que darles una salida. Son nuestro futuro.

jueves, 3 de noviembre de 2016

Jóvenes "ni-nis" pierden ayudas europeas


Hay dos datos económicos de octubre que han pasado casi desapercibidos. Uno, que España es el 4º país de la OCDE con más jóvenes que ni estudian ni trabajan (“ni-nis”): 1.603.226, el 22,7% de los jóvenes de 15 a 29 años. El otro, que España es el tercer país que menos se ha beneficiado del Plan europeo de empleo juvenil, aprobado en 2013: las ayudas han llegado al 10,7% de “ni-nis” españoles, frente al 60% de “ni-nis” alemanes o el 80% de franceses. Y lo peor: 4 de cada 5 “ni-nis” españoles no se han inscrito aún en este Plan, no saben que existe. Y un tercer dato, de propina : sólo 1 de cada 8 nuevos empleos creados en los últimos tres años han sido para menores de 30 años. Son tres graves muestras de un país y un Gobierno que no afrontan la grave situación de los jóvenes: viven peor que sus padres y con ellos (el 78%). Urge darles prioridad en un Plan de choque contra el paro y en un urgente Pacto educativo, para mejorar su formación y empleo. No podemos dejarles tirados.
 
enrique ortega

Esta ya larga crisis se ha cebado sobre el empleo de los jóvenes: de los 3,8 millones de empleos perdidos en España entre junio de 2008 (el momento mejor) y marzo de 2014 (el peor), un 60% (- 2.283.600 empleos) los perdieron los jóvenes, los menores de 30 años. Y el tajo fue tan tremendo que los jóvenes perdieron en estos 5 años más de la mitad de los empleos que tenían en 2008. Por eso, España es el país desarrollado donde más cayó el empleo juvenil entre 2007 y 2015, según un informe de la OCDE de octubre. Y lo atribuyen a que en España muchos jóvenes trabajaban en la construcción y en la hostelería, con muy poca formación, y por eso la crisis los echó a un lado con más virulencia.

En consecuencia, con esta caída dramática del empleo juvenil, el paro se ha disparado entre los menores de 30 años: si en junio de 2008 había 943.800 parados entre 16 y 29 años, ocho años después, en junio de 2016, los parados jóvenes eran ya 1.249.600, un 32,4% más. Y la tasa de paro se ha duplicado: es del 63,52% entre los jóvenes de 16 a 19 años (era del 41% en 2008), del 43,33% entre los de 20 a 24 años (era del 18,56%) y es del 26% entre los 25 y 29 años (era del 11,8% en 2008). En conjunto, el 42% de los jóvenes de 16 a 25 años está en paro en España en septiembre (EPA tercer trimestre), más del doble que en Europa (19,6%).

Este es el primer problema de los jóvenes españoles: su bajo empleo y su elevado paro, sólo superado por Grecia. Pero hay otro muy preocupante: España es líder en Europa en abandono escolarsegún los recientes datos de Eurostat. Concretamente, un 19,8% de jóvenes españoles (18 a 24 años) habían dejado sus estudios prematuramente (sólo con la ESO o sin terminarla): son 631.520 jóvenes españoles que habían abandonado las aulas en 2015. Un porcentaje que casi duplica la tasa europea de abandono escolar, el 11%, aunque hay 17 paises que la mantienen por debajo del 10%, mientras se acercan a ese nivel Alemania (10,1%) y Reino Unido (10,8%). La causa de este elevado abandono escolar en España es el deterioro del sistema educativo (los recortes) y, sobre todo, las fugas provocadas por la burbuja inmobiliaria y el turismo en la década del 2.000, que provocó la huida de estudiantes a la construcción y el turismo (con un récord de abandono escolar del 32,2% en 2014).

Estos dos problemas, alto paro juvenil y enorme abandono escolar, se traducen en un colectivo de jóvenes llamados ni-nis”: ni estudian ni trabajan. Y lógicamente, aquí España también está en cabeza: somos el cuarto país con más “ninis” de Occidente, un 22,7% de los jóvenes de 15 a 29 años, sólo por detrás de Turquía (29,8%), Italia (26,9%) y Grecia (24,7%). Y muy por delante del porcentaje de “ni-nis” de Europa  y la OCDE (14,6%, ambos), EEUU (14,4%) o Japón (10,1%), según los datos que ha sacado la OCDE en octubre. En los 34 países de la OCDE hay 40 millones de jóvenes “ni-nis”, de los que 13 millones son europeos y 1.603.226 jóvenes españoles “ni-nis” (15-29 años). El mayor porcentaje de “ni-nis” se da entre los jóvenes de 25 a 29 años (19,7% “ni-nis” en Europa y 25% en España), seguidos de cerca por los jóvenes de 20 a 24 años (17,3% “ni-nis” en la UE y 22,2% en España), destacando que el mayor porcentaje de jóvenes que ni estudian ni trabajan se da entre las mujeres, sobre todo entre las madres solteras, según la OCDE.

El Parlamento Europeo promovió, desde 2010, que había que dar alguna salida a estos 13 millones de “ni-nis” europeos y consiguió que el Consejo europeo del 7 y 8 de febrero de 2013 hiciera un hueco presupuestario (mínimo, de 6.400 millones hasta 2020) para aprobar un Plan de empleo Juvenil, que salió adelante en la Cumbre europea del 22 de abril de 2013. El Plan se llamó Garantía Juvenil  y suponía ofrecer a los jóvenes europeos (antes de 4 meses desde que acabaran sus estudios o estuvieran en paro) una de estas 3 alternativas: un trabajo, unas prácticas remuneradas o formación.

La iniciativa, aunque con pocos recursos, era buena, pero empezó sufriendo muchos retrasos antes de ser puesta en marcha por los países europeos. Y más en España. El Gobierno Rajoy estuvo meses peleando con Bruselas para que nos adelantaran los fondos (España es el país que recibe la mayor aportación del Plan, casi 1.900 millones) y el resultado  es que el Consejo de Ministros no dio luz verde a  la Garantía Juvenil hasta el 4 de julio de 2014, 14 meses después de que lo aprobara el Consejo Europeo. Y una vez aprobado formalmente, su implantación ha seguido siendo lenta: a finales de 2014 sólo se habían inscrito 20.660 jóvenes, al año (30 junio 2015) sólo 71.101 y han tenido que pasar 2 años para superar los 300.000 inscritos (y eso, tras subir en julio de 2015 la edad para inscribirse en el Plan, de 25 a 29 años). A finales de septiembre de 2016 (último dato oficial) había 341.097 jóvenes inscritos en el Plan de Garantía Juvenil, sólo un 21% de los 1.603.226 jóvenes de 16 a 29 años que ni estudian ni trabajan en España, según la OCDE.

O sea, que 4 de cada 5 “ni-nis” españoles no se han registrado todavía en el Plan de empleo europeo de 2013. Los expertos lo achacan, además del retraso en aprobarlo en España, a que no se ha divulgado suficiente entre los jóvenes, como critica el Instituto de la Juventud. Otra crítica es que el proceso de inscripción resulta complejo. Y otro problema es que la puesta en marcha del Plan la gestionan las autonomías y cada una va a su aire: así, lo están haciendo mejor Andalucía (38% de todos los inscritos), Cataluña (13%) y Madrid (10%) pero van muy lentos en Extremadura, Castilla la Mancha o Murcia (4% inscritos), en Aragón (2%), Baleares y Canarias (3%) o en Ceuta (726 inscritos), la Rioja (933), Navarra (4.797) y País Vasco (4.378 jóvenes inscritos).

Al final, estos retrasos reiterados en la aplicación del Plan de Garantía Juvenil se han traducido en la segunda noticia de este blog: España es el tercer país europeo que menos se ha beneficiado del Plan europeo de empleo juvenil, según el reciente balance de la Comisión Europea: sólo han recibido ayudas un 10,7% de los jóvenes sin trabajo ni formación (ni-nis), él menor porcentaje tras Hungría (3% jóvenes) y Malta (6%), empatados con Italia (10,7%) y muy alejados de Alemania (60% de ni-nis han recibido ayudas) y Francia (80% de jóvenes beneficiados), dos paises con la tercera parte de paro juvenil que España pero que ya tenían preparada toda la infraestructura de webs y solicitudes antes incluso de aprobarse el Plan. Y hay otro problema con España: las ayudas que se han dado a los jóvenes “ni-nis” con dinero europeo han sido sobre todo para formación (55%), sólo un 32% han recibido un trabajo y el resto unas prácticas, mientras en Europa, el 70,2% de jóvenes han recibido un empleo y sólo un 13,6% cursillos o un 16,2 % cursillos. O sea, España no sólo ha conseguido menos ayudas, sino que se han traducido en menos empleos y más cursos que en Europa.

Esta es la dura realidad a la que se enfrentan los jóvenes españoles: tienen el doble de paro y no se benefician de las ayudas europeas, por incompetencia del Gobierno (y su propio “abandono” como “ni-nis”). Y eso les pasa cuando las empresas españolas, que llevan dos años y medio creando empleo (precario sí, pero empleo), tampoco cuentan con ellos, con los jóvenes. El dato es esclarecedor: de los 1.392.300 nuevos empleos creados en España en 2014, 2015 y 2016 (hasta septiembre), sólo 173.600 (un 12,4% han sido para jóvenes menores de 30 años, según la EPA. O sea, que sólo 1 de cada 8 nuevos empleos son para los jóvenes. Con una excepción, este verano: de los 226.000 nuevos empleos creados, 159.200 (nada menos que dos tercios) fueron para menores de 30 años, según la EPA del tercer trimestre. Ahora falta ver los próximos trimestres para saber si se ha iniciado o no un cambio de tendencia. 

Pero hasta ahoralos jóvenes se han quedando fuera de los nuevos empleos. Y los que consiguen un trabajo, tardan y es muy precario. Los jóvenes que acaban sus estudios necesitan 2 años para encontrar empleo (el doble que los alemanes) y 6 años en encontrar un trabajo fijo (frente a 2 años de alemanes o daneses), que muchas veces no es para lo que estudiaron (el 57% de los jóvenes están “sobrecualificados” para el trabajo que hacen), según un documentado estudio de la OCDE (2015). Y además, los jóvenes sufren más la precariedad que el resto de españoles: un 71% de sus contratos son temporales y un 42% trabajan a tiempo parcial (un tercio, por menos de una semana). Y por ello, su sueldo es muy bajo: el salario medio bruto de un joven de 20 a 24 años era de 11.835 euros brutos (690 euros netos en 14 pagas), la mitad del salario medio español (22.858 euros brutos), según los últimos datos del INE (2014).

Con estos ingresos, los pocos jóvenes que trabajan (2.382.500, el 33,7% de los 7.062.670 jóvenes españoles que tienen entre 16 y 29 años) apenas pueden mantenerse. Y peor están esa mayoría de jóvenes restante, que no tienen trabajo ni ingresos. Todo ello se traduce en una gran penuria económica de los jóvenes, que les impide emanciparse: un 70% de los jóvenes españoles de 22 a 29 años viven con su familia, frente a un 16% en Francia, un 21% en Alemania y un 30% en Reino Unido, según el informe de la OCDE de 2015. Y si ampliamos la franja de edad, de 16 a 30 años, el 78,5 % de los jóvenes españoles viven con sus padres, más hombres (82,6%) que mujeres (74,4%), según datos del Consejo de la Juventud (2014). En definitiva: los jóvenes españoles viven peor que sus padres y con ellos.

Los datos son demasiado abrumadores como para no hacer nada. ¿Qué se puede hacer? Algunos repiten “soluciones mágicas” frente al paro juvenil, “atajos interesados”. Como la receta del FMI, que propuso a Europa, en 2014, bajar el salario mínimo (en España es de 655 euros al mes, una miseria) para animar a las empresas a que contraten a jóvenes. O la patronal CEOE, que ha pedido varias veces al Gobierno aprobar un contrato de formación para menores (… ¡de 35 años¡) que tenga un salario inferior al mínimo (similar a los famosos “mini-jobs”  de 400 euros que tanto se utilizan en Alemania). En definitiva, ofrecerles “contratos basura” aprovechando que casi  la mitad está en paro.

Las medidas a tomar deberían ir por otro lado. La receta básica de la OCDE, en su largo informe sobre España de 2015, es más y mejor formación, mejorar la educación de los jóvenes españoles, desde el Colegio a la Universidad.  Y eso porque consideran que nuestros jóvenes están mal formados, como revela periódicamente el informe PISA. Y además, lo que se les enseña, poco tiene que ver con lo que luego demandan las empresas. Eso exige un cambio en el sistema educativo, con dos objetivos: recuperar parte de los alumnos perdidos (esos 631.520 jóvenes españoles que han abandonado las aulas) y conseguir formarles mejor, a ellos y al resto. Porque el 98% de los empleos del futuro (para 2025) van a ser solamente para los que estén muy formados, para los que tengan educación superior (un 58,4% para universitarios y FP superior) o estudios medios (39,3% de los empleos), según la Fundación BBVA e Ivie. Y en España, hoy, los jóvenes están poco formados para ese reto: un 40% de los jóvenes de 16 a 34 años tienen sólo la ESO (o ni siquiera) frente al 29% en Europa. Y sólo el 30,7% tiene Bachillerato o FP, frente al 45% en Europa. Eso sí, tenemos más universitarios que Europa (29,3% de jóvenes frente a un 26%), pero falla la parte de abajo de la pirámide educativa.

Junto a un gran cambio educativo, el  otro bloque de medidas en favor de los jóvenes deberían ser cambios en la política de empleo: urge poner en marcha un Plan de choque contra el paro centrado en los jóvenes, las mujeres y los mayores de 50 años. Y eso pasa por un mayor esfuerzo en formación, en cursos eficaces para parados jóvenes, ligados a lo que demandan las empresas, junto a un mayor esfuerzo en la formación dual, en acuerdos con empresas para que complementen con prácticas la formación de los jóvenes, sobre todo en la Formación Profesional (FP), que debe relanzarse mucho más (como en Europa). Y urge una reforma de las oficinas de empleo (SEPE), con más medios y personal, para que puedan asesorar a los jóvenes a colocarse (hoy sólo colocan a un 1,7% de los parados).

La tarea no es sencilla, pero lo grave es que se hace muy poco mientras se están perdiendo varias generaciones de españoles, en el paro y la apatía, sin darles una salida educativa ni profesional. No podemos tolerar el drama de los ni-nis, que 1 de cada 4,5 jóvenes españoles ni trabaje ni estudie, no sepan qué hacer con su vida. Es un fracaso de todo el país, que hipoteca la vida de todas las familias y nuestro futuro. Incluso la política y la democracia.

lunes, 6 de abril de 2015

El empleo no llega a los jóvenes


Se está creando empleo sí, pero no para los jóvenes. Sólo 3,8 de cada 100 empleos creados en 2014 fueron para menores de 20 años. Y los jóvenes de 20 a 34 años volvieron a perder empleos. Con ello, más de la mitad de los menores de 25 años están en paro y somos el país europeo con más jóvenes parados (más que Grecia). Los jóvenes sin trabajo tienen dos problemas serios. Uno, que la mitad llevan más de 1 año parado (y una cuarta parte, más de 2). Y el otro, que las dos terceras partes tiene poca formación, y así no hay forma de que encuentren empleo. En el futuro, aún lo tendrán peor, porque el 98% de empleos de la próxima década serán para los que tengan estudios superiores o medios, no para ellos. Así que urge volcarse mucho más en la formación de los jóvenes, incluyendo idiomas, informática y prácticas laborales. Porque si no, se quedarán fuera. Más de lo que ya lo están ahora. 
 
enrique ortega

Los datos oficiales (EPA  2014) son bastante explícitos, aunque casi nadie hable de ello: de los 433.900 empleos netos creados en 2014, sólo 16.700 (3,8%) fueron para jóvenes menores de 20 años, que han perdido 314.400 puestos de trabajo en esta crisis. Y los jóvenes entre 20 y 35 años siguieron perdiendo empleos en 2014: -92.800 más, con lo que han perdido ya más de 3 millones de empleos desde 2007. Al final, dos de cada tres nuevos empleos creados en 2014 fueron para mayores de 50 años (280.300 empleos), la mayoría mujeres con contratos  a tiempo parcial y muy precarios.

El poco empleo que consiguen los jóvenes es en las grandes ciudades y la mitad en restaurantes y turismo, como vendedores y en servicios personales, según un estudio de Asempleo. Y son trabajos mucho más precarios que los de sus padres. Así, casi el 70% de los jóvenes que trabajan (693.300 a finales de 2014) lo hacen con un contrato temporal, según la EPA, muchos con contratos de un mes y menos. Y casi la mitad tienen contratos a tiempo parcial, por horas (58% de los menores de 20 años y 40% con 20 a 24 años), no porque los busquen así para poder estudiar o hacer otras cosas: el 69% dice que es porque no encuentran otra cosa. Y en consecuencia, tienen sueldos muy bajos, menos que mileuristas. Así, los jóvenes que han sustituidos a los padres de otros (despedidos durante la crisis) están cobrando 1.100 euros de media a tiempo completo y 600 euros a tiempo parcial, un 18% menos que en 2008, según los datos de Fedea publicados en el blog Nada es gratis.

En cuanto al paro juvenil, se redujo en 2014 pero menos que el paro general: sólo 1 de cada 5 parados que salieron del desempleo eran menores de 25 años, según la EPA. Y así, a finales de 2014, teníamos a 813.700 jóvenes menores de 25 años sin trabajo, un 51,8 % del total, el triple que antes de la crisis (17,9%), según un estudio de Asempleo. Un porcentaje que nos sitúa como el país europeo con más jóvenes en paro, incluso por delante de Grecia (51,2%) y muy lejos de la media europea (25% de jóvenes en paro) o de Alemania (7,5%). Y hay regiones donde es especialmente grave, como Castilla la Mancha (62,3% de jóvenes menores de 25 años en paro), Andalucía y Canarias (59% paro juvenil).

Lo grave no es sólo que más de la mitad de los jóvenes estén sin trabajo. Hay dos datos aún más preocupantes. Uno, que casi la mitad de ellos (47,6%) llevan más de un año buscando trabajo y la cuarta parte (26,6%) llevan más de dos años sin trabajar, según la EPA. Y ya se sabe que cuanto más tiempo desocupado, menos posibilidades de trabajar. El otro dato explica en buena parte esta dificultad para emplearse: dos de cada tres jóvenes parados (63,2%) sólo tienen los estudios obligatorios (hasta la ESO) y carecen de bachillerato, FP superior o estudios universitarios, según los datos de la EPA. Y así, no tienen forma de colocarse, sobre todo cuando hay sólo una vacante por cada 102 parados. Y menos si el 80 % de los jóvenes parados carecen de experiencia, porque buscan su primer empleo.

La formación es clave para los jóvenes a la hora de trabajar o estar parado. Así, la tasa de paro entre los jóvenes sin estudios roza el 100%, baja al 67% entre los que tienen sólo primaria  y al 38,1% entre los jóvenes con estudios superiores, siendo el paro “sólo” del 23% entre los jóvenes universitarios. Y la formación va a ser incluso más fundamental en el futuro. Así, en la próxima década (2013-2025) va a haber más empleo para los jóvenes que ahora, porque se van a jubilar muchas más personas (7,2 millones de jubilaciones) y habrá nuevos empleos (1,3 millones). En total, entre 8,8 y 10 millones de nuevos empleos disponibles para los jóvenes hasta 2025, según un estudio de la Fundación BBVA e Ivie. Pero el 98% de esos empleos van a ser solamente para los que estén más formados: más de la mitad (58,4%) para los que tengan educación superior (estudios universitarios o FP Superior), un 39,3% para los que tengan estudios medios (bachillerato o FP) y sólo el 2,3% para los que sólo tengan la formación básica obligatoria (ESO), según dicho estudio.

El problema es que los jóvenes españoles no tienen esa formación que va a exigirse. Por un lado, tenemos más jóvenes universitarios que la mayoría de Europa: un 30% de los jóvenes entre 15 y 34 años, frente al 24,2% en la UE-27, el 32,6% en Reino Unido, 29,8% en Francia, el 19,3% en Alemania y el 14,1% en Italia. Pero por otro, tenemos más jóvenes con poca formación, sólo con los estudios obligatorios (hasta ESO): un 42% de los jóvenes en 2013, frente al 29,4% en la UE-27, el 18,7% en Reino Unido, el 26,3% en Alemania, el 27,6% en Francia y el 38.7% en Italia. Y en medio, con formación media, también tenemos menos que la mayoría de países europeos: un 28% de jóvenes frente al 46,4% en la UE-27 y el 54,4% en Alemania.

Estos datos explican claramente por qué tenemos más jóvenes parados que nadie en Europa. Pero lo peor es que incapacitan a nuestros jóvenes para aprovechar las mayores oportunidades de empleo de la próxima década, esos 10 millones de empleos que se avecinan y que sólo se llevarán los que estén mejor formados. No sólo los que tengan mejores títulos sino los que tengan más “habilidades”, según el estudio de la Fundación BBVA e Ivie. Porque encontrar un trabajo no va a depender sólo de la titulación, sino de que los jóvenes tengan competencias en idiomas, informática, prácticas laborales y liderazgo. Y los jóvenes españoles están a la cola de la OCDE en estas competencias, según los últimos estudios. No sólo están poco formados sino que los que lo están, tienen títulos pero pocas competencias de las que les piden las empresas para trabajar.

Este informe debería ser el libro de cabecera del Gobierno y los partidos para pactar un cambio en la enseñanza en España, con dos objetivos: aumentar el porcentaje de jóvenes con estudios medios y superiores (el 42% no los tienen) y conseguir que los que estudien no sólo saquen un título sino que estén mejor preparados en idiomas, informática y experiencia laboral, para que no tengan que trabajar de cajeras de supermercado o tele operadores al acabar la Universidad: hoy, 1 de cada 2 universitarios hacen trabajos poco cualificados porque tienen un nivel bajo o medio bajo de las competencias que exigen otros trabajos. Un reto que requiere tiempo, al menos una década, para que nuestros hijos y nietos tengan más oportunidades de trabajar.

Pero, por desgracia, casi nadie habla de esto y sólo se ofrecen “soluciones mágicas” frente al paro juvenil, “atajos” interesados. Como la receta del FMI, que propuso en 2014 a Europa bajar el salario mínimo (que en España es de 648,60 euros, una miseria) para incentivar que las empresas contraten a los jóvenes. Y la patronal CEOE ya ha pedido varias veces al Gobierno aprobar un contrato de formación para menores (… ¡de 35 años¡) que tenga un salario inferior al mínimo (los famosos “mini-jobs” de 400 euros que tanto se dan en Alemania). En definitiva, que en lugar de preocuparse de tener unos jóvenes mejor formados, se busca ofrecerles contratos basura para aprovecharse de que la mitad están en paro.

Los líderes europeos, preocupados por el impacto del paro juvenil en Europa (5,6 millones, una cuarta parte de los menores de 25 años) aprobaron en abril de 2013 un Plan, la Garantía Juvenil, que consiste en ofrecer a todos los jóvenes europeos (de 16 a 25 años) que no trabajan ni estudian una de estas tres alternativas en el plazo de 4 meses: un curso de formación, unas prácticas o un empleo. Una buena solución, que tiene dos problemas: cuenta con pocos recursos (sólo 6.000 millones en los dos primeros años, 1.800 para España) y se ha retrasado mucho, porque no se puso en vigor hasta mediados de 2014. En España, la web para que los jóvenes se apuntaran a la Garantía Juvenil no se abrió hasta el 7 de julio de 2014. Y su aplicación va muy lenta y no hay datos: en septiembre de 2014, sólo se habían apuntado 30.000 jóvenes, según Empleo, un 3,6% de los parados menores de 25 años. El problema es triple: el programa se ha divulgado poco, su aplicación está en manos de las autonomías (cada una va a su aire) y no cuenta apenas con la ayuda de las empresas, para ofrecer cursos de formación y contratos en prácticas.

O sea que mucho Plan europeo, mucha Garantía Juvenil, pero poco empleo o formación de verdad para los jóvenes españoles. Y eso cuando hay 700.000 jóvenes menores de 25 años que ni estudian ni trabajan, son ni-nis (un 17,2%, 1 de cada 6 jóvenes), según el último informe de Asempleo-AFI. Y la quinta parte de ellos (un 21%) son “ni-ni-nis”: ni estudian, ni trabajan, ni buscan trabajo. Son 147.000 jóvenes menores de 25 años que están en casa “a verlas venir”. Sin formación y sin perspectivas, excluidos. Ahora y más para el futuro, en la próxima década, cuando los empleos van a exigir más formación. Y si ampliamos la edad, hay 1.956.000 jóvenes españoles menores de 30 años que son ni-nis: ni estudian ni trabajan. Son uno de cada cuatro jóvenes (25,79%), según la OCDE, el mayor porcentaje de ni-nis de Europa (13%) y el segundo mayor de toda la OCDE, tras Turquía (29,19%).

Una generación que está condenada al paro si no se hace algo de verdad con urgencia. Y eso pasa por una política activa de formación a los jóvenes parados (el 37% no hace ningún curso), con cursos eficaces y un asesoramiento personalizado del SEPE, dedicando más dinero (sólo 4.746 millones de euros para 5,7 millones de parados) y más personal (cada funcionario atiende a 440 parados, frente a 50 técnicos por parado en Alemania). También hay que fomentar la formación dual en todos los niveles de la enseñanza, mezclando estudios y prácticas, con especial atención a los idiomas y la informática. Y aplicar agresivos incentivos fiscales y en las cotizaciones para que las empresas den una oportunidad a los jóvenes que lleven más tiempo parados, para que salgan de la apatía y cojan experiencia.

Dejen de hacer demagogia con que la economía y el empleo van bien: la cuarta parte de nuestros hijos y nietos ni trabajan ni estudian. No tienen perspectivas ni aunque se cree más empleo en la próxima década: no será para ellos. Y así no puede construirse el futuro ni asegurar las pensiones o el Estado del Bienestar. Y así, nos estamos cargando a toda una generación de jóvenes españoles. Encima quieren que participen y voten.