Mostrando entradas con la etiqueta construcción. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta construcción. Mostrar todas las entradas

jueves, 28 de septiembre de 2023

La vivienda se desinfla pero no baja

La venta de viviendas fue como un tiro en 2021 y 2022, tras superarse el bache de la pandemia. Pero “ha pinchado” este año, con una caída de ventas del -18,3%. La culpa es de las 10 subidas de tipos, que han aumentado drásticamente el coste de una hipoteca media: de 532 euros al mes hace dos años a 883 euros ahora (+66%). Eso ha desplomado las peticiones y la concesión de hipotecas este año, un -14%. Lo curioso es que a pesar de la caída de ventas, el precio de la vivienda sigue subiendo este año, un +6% anual, tras aumentar un +39,8% desde 2014. ¿Porqué los pisos no bajan? Porque hay poca oferta (80.000 viviendas nuevas al año, la tercera parte de la demanda), hay más personas con empleo y sigue alta la demanda de extranjeros, Fondos e inversores, para especular con el ladrillo y los alquileres. Los expertos creen que la vivienda todavía seguirá subiendo (menos) este año y el que viene. Algo muy preocupante.

                                          Enrique Ortega

La venta de pisos en España lleva cayendo casi todo este año 2023, desde febrero (en enero subió un +6,5%). En realidad, empezó a caer en diciembre de 2022 (-9,9%), el primer descenso de ventas en 24 meses, tras el paréntesis de caída de ventas por la pandemia (de marzo a octubre de 2020), según el INE. Ahora, en los 7 primeros meses del año se han vendido 364.086 viviendas, un -18,3% menos que en ese periodo de 2022. La mayor caída de ventas se ha dado en la vivienda de 2ª mano (el 80% de las ventas) y sobre todo en Galicia, Canarias, Navarra y Madrid, subiendo sólo las ventas en Extremadura, Asturias y Murcia. 

Estos 6 meses consecutivos de caída de ventas rompen una tendencia de 9 años de subidas continuadas de compraventas (salvo el paréntesis de la pandemia), tras la crisis inmobiliaria iniciada en 2008 y que llevó a un desplome de ventas, hasta el mínimo histórico de 312.500 viviendas vendidas en 2013. A partir de 2014, con la drástica caída de precios, remontaron las ventas de vivienda, superando ya las 500.000 ventas en 2018 y alcanzando un máximo en 2022: 650.265 viviendas vendidas, cerca ya del récord histórico de ventas, las 775.300 viviendas vendidas en España en 2007. 

La causa principal de este “pinchazo” en la venta de pisos la tienen las 10 subidas de los tipos de interés oficiales que ha aprobado el Banco Central Europeo (BCE) desde julio de 2022 a septiembre de 2023: del 0% al 4,50% actual, el precio del dinero más alto desde 2001. Con ella, el precio de las hipotecas (para los 4 millones de familias que tienen una y para los que piensen en comprar un piso) se ha disparado: la mensualidad de una hipoteca media (150.000 euros a 25 años, con el Euribor+1%) ha saltado de 532 euros en agosto de 2021 a 654 euros en agosto de 2022 y 883 euros con el Euribor de agosto de 2023 (4,073%). Muchos  hipotecados han sufrido ya dos subidas anuales en su cuota mensual, pagando ahora 229 euros al mes más que hace dos años (+66%), lo que hunde sus economías, ya deterioradas por la alta inflación. Y ya muchas familias tienen que destinar el 40% de sus ingresos a pagar la hipoteca, lo que disuade a los jóvenes y familias que pensaban pedir una. 

La consecuencia es que también han caído la solicitud y concesión de hipotecas, principal causa de que hayan bajado las ventas de viviendas (junto a los altos precios). La concesión de hipotecas lleva cayendo también desde febrero de 2023, con un total de 232.669 hipotecas concedidas en los 7 primeros meses del año, un -14,6% de caída, según el INE. Y esa caída la explica la subida del tipo de interés de las nuevas hipotecas, por las que se pagaba en julio un 3,24% de media, frente al 1,92% de coste un año antes, lo que se ha traducido en que las hipotecas que se piden ahora son de menos importe (143.412 euros en julio frente a 147.200 que se concedían hace sólo un año). También esta caída rompe una tendencia, la del alza de las hipotecas concedidas, desde el mínimo de 2013 (199.703) a más del doble en 2022 (463.614), aún muy lejos de las 1.238.890 hipotecas concedidas en 2007, en el cénit de la burbuja inmobiliaria en España. 

Bajan las hipotecas y bajan las ventas, por el hachazo de los tipos de interés, pero ojo: no bajan los precios de la vivienda en España. Al contrario: siguen subiendo año tras año, desde 2014. En la primera mitad de 2023, a pesar de la caída de ventas, los precios de la vivienda han subido una media del +6%, según los tasadores. Y eso se suma a la subida de precios del +7,4% en 2022, según los datos del INE, la mayor subida anual desde 2007 (+9,8%). Con ello, la vivienda en España subió un +39.8% entre 2014 y 2022, más del doble de lo que han subido el IPC general (+17,7%) y de lo que han subido los salarios en convenio (+14,17%) en estos 9 años. Aún así, todavía el precio de la vivienda no se ha recuperado del desplome de precios tras la crisis inmobiliaria: entre 2008 y 2013, los precios de la vivienda en España cayeron un -41,9%, según el INE. 

Pero ahora, la subida de la vivienda es tremenda (recordemos: +39,8% en 9 años) y muy desigual, agravándose en las grandes ciudades. Así, según otra estadística de precios, la del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agencia Urbana, los precios de tasación de la vivienda (no los precios de venta) subieron un +24% entre el tercer trimestre de 2014 y el 2º trimestre de 2023 en toda España. Pero hay 4 ciudades donde los precios de tasación de los pisos han subido más del +50%: Palma de Mallorca (+79,2%), Málaga (+75,1%), Valencia (+61,1%) y Madrid (+57,1%). Y otras 7 ciudades donde ha subido más del +35%: Barcelona (+49,7%), Alicante (+42,6%), Pamplona (+39,6%), Santa Cruz de Tenerife (+38,3%), Guadalajara (+38,2%), A Coruña (+37,9%) y Girona (+35,6%). 

Con estas impresionantes subidas, el precio de comprar un piso se ha puesto por las nubes, en toda España, pero sobre todo en las grandes ciudades, donde hay más demanda y menos viviendas. Así, en Madrid, el precio medio de tasación de una vivienda es de 3.727 euros por metro cuadrado (372.700 euros por un piso de 100 m2) y en Barcelona 3.600 euros por m2 (360.000 euros piso 100 m2), según el Ministerio de Transportes, mientras han casi duplicado su precio los pisos en Palma (de 1.466 a 2.626 euros m2) o Málaga (de 1.264 a 2.213 euros m2), en ambos casos por el boom de los pisos para alquiler turístico. 

La consecuencia combinada de esta drástica subida de precios de la vivienda y de la subida de tipos no es sólo que haya menos familias pidiendo una hipoteca y comprando piso, sino que los que acaban hipotecándose pagan más por pisos peores, más pequeños (con una habitación o un baño menos) y alejados del centro, según algunos estudios. De hecho, en los últimos 2 años, ha bajado la superficie media de las viviendas vendidas, de 119 a 110 metros cuadrados, según los datos de la tasadora UVE valoraciones. Y se han trasladado las ventas a las zonas periféricas, a más de una hora del centro (donde los precios son entre un 20 y un 40% inferiores, aunque son ahora los que más suben). 

¿Por qué si bajan las ventas y las hipotecas sigue subiendo la vivienda? Hay varias razones que explican este “contrasentido” económico, pero la principal es que faltan viviendas, hay menos oferta que demanda. Sobre todo de vivienda nueva, que sube más (+7,9% en 2022) que la vivienda de 2ª mano (+7,3%). De hecho, hay un déficit de viviendas de 327.000 pisos en España, sobre todo en las grandes ciudades, según la tasadora Uve Valoraciones. Y ello se debe a la caída drástica en la construcción de viviendas: en 2022 se terminaron en España 79.935 viviendas “libres (además de las protegidas), una cifra que dobla las viviendas terminadas en 2014 (35.382) pero que contrasta con las 356.555 viviendas terminadas en 2009 y con el récord de 597.000 nuevas viviendas de 2006. 

La falta de oferta es clara: se terminan menos de 80.000 viviendas al año (en 2023 van 19.085 terminadas en el primer trimestre) y la demanda anual, por nuevas familias y jóvenes es de 240.000 viviendas, cuatro veces más. Y encima, donde hay más demanda (las grandes ciudades y algunas provincias) es donde se promueven menos viviendas. Resultado: se disparan los precios, aunque caiga la demanda y suban las hipotecas. 

La segunda razón de que no bajen los precios de la vivienda es que la demanda se ha sostenido más de lo esperado por la mejora del empleo: hay +588.700 españoles más con trabajo en el último año (junio 2023-junio 2022) y +1.385.000 ocupados más que hace dos años, según la EPA. Y además, muchos trabajadores han visto mejorar su contrato, de temporal a fijo, tras la reforma laboral, lo que les ha “animado” a comprar un piso, al sentir que sus ingresos ahora son “más seguros”. Sobre todo a la vista de que los alquileres han disparado sus precios, por encima de los 1.000 euros, con lo que cuesta más alquilar un piso que comprarlo (883 euros der hipoteca media), siempre que cuente con ayuda (o ahorros) para pagar el 20% que no cubre la hipoteca y otro 10% de gastos varios. Y siempre que su edad, su nómina y su solvencia le permitan conseguir una hipoteca, ahora más difícil. 

La tercera razón para explicar que los pisos no bajen de precio son las compras de extranjeros y de inversores, internacionales (Fondos) y españoles (ahorradores, que buscan rentabilidad en comprar y vender y en el alquiler). La compra de viviendas por extranjeros se ha disparado, alcanzando el 18,7% de las ventas totales, según Euroval, sobre todo británicos, alemanes y franceses que compran una residencia en Baleares, Canarias, Levante y la Costa del Sol.  Luego están las compras de Fondos e inmobiliarias o de inversores particulares, para invertir buscando plusvalías futuras (la vivienda ha subido menos en España estos años que en el centro y norte de Europa)  o la alta rentabilidad de los alquileres. Y también es un factor clave en la tensión de precios el auge de los pisos turísticos. En todos estos casos, los compradores de viviendas no se ven tan afectados por la subida de tipos, porque compran al contado, sin hacer una hipoteca. De hecho, en mayo de 2023, el 56% de las compras de viviendas se pagaron al contado y sólo el 44% con hipoteca, según el último dato del Consejo del Notariado, cuando en 2016 sólo se pagaban al contado un tercio de las compras.

Visto el panorama, los expertos auguran que los precios de la vivienda seguirán subiendo en España, aunque menos. CaixaBank estima que los precios subirán un +2,9% en 2023 y no bajarán hasta 2024, un -1,1%, debido a que el BCE va a mantener los tipos altos hasta septiembre de 2024 y el Euribor seguirá por encima del 4% el año próximo. Otros expertos, como el catedrático Josep Oliver, apuestan por una subida del 3% en 2023. Y la tasadora Euroval augura que los precios subirán un 6% entre 2023 y 2025 y no bajarán hasta 2026. En general, nadie augura una recuperación de la vivienda hasta el tercer trimestre de 2024, como pronto, lo que seguirá frenando la inversión y el empleo en la construcción. 

La situación es alarmante, porque la vivienda es una de las mayores preocupaciones de los españoles, que se topan con que no pueden comprar ni alquilar, lo que obliga a los jóvenes a vivir con sus padres hasta los 30,3 años de media, según el Consejo de la Juventud (sólo el 15,9% se emancipan, frente al 31,9% en Europa). Una vez más, el problema es la falta de oferta de viviendas: hay un déficit de 1,2 millones de viviendas en España de aquí a 2030. Eso debería obligar al futuro Gobierno a considerar la política de vivienda como una prioridad. Y alcanzar un Pacto entre el Ejecutivo central, autonomías y Ayuntamientos para liberar suelo público y financiación (pública y privada) para promover entre 120.000 y 150.000 viviendas nuevas al año, la mayoría destinadas al alquiler, lo que aumentaría drásticamente la oferta y reduciría los precios de venta y alquiler. No podemos seguir así, con la vivienda llevándose el 40% y más de los ingresos de los españoles y muchos viviendo hacinados o en casa de sus padres. La vivienda sí tiene enmienda: construir más.

lunes, 27 de marzo de 2023

Comprar piso: carísimo, más pequeño y lejos

El precio de la vivienda se disparó en 2022 (+7,4%), la mayor subida en 15 años. El motor de esta subida récord (+40% desde 2014) son las ventas, que también se dispararon: casi 650.000 viviendas vendidas el año pasado, la mayor cifra desde 2007, empujada por los que compran para invertir y alquilar, los extranjeros (1 de cada 7 compras) y las familias que eligen comprar antes que “tirar el dinero” en alquileres disparatados. El problema es que esta subida de precios se suma a la subida de las hipotecas, con lo que comprar una vivienda se ha vuelto imposible para el 48% de las familias españolas. Y las que intentan comprar ahora, al tener que pagar más por la vivienda y la hipoteca, tienen que optar por comprar pisos más pequeños y más alejados del centro de las ciudades (donde también empiezan a subir). El problema es que hay más demanda que viviendas: sólo se construyen la mitad de las que hacen falta.

Enrique Ortega

A pesar de la inflación y la crisis, tras la pandemia y la guerra en Ucrania, la venta de viviendas sigue disparada en España: el año 2022 se cerró con la compraventa de 649.949 viviendas, +14,7% que en 2021, el récord de ventas desde 2007 (775.300 viviendas vendidas), según los datos del INE. Son ya 9 años consecutivos de mayores ventas de viviendas, duplicando las ventas  del primer año en que remontaron tras la crisis financiera (2014: 318.830 viviendas vendidas). La mayor parte de las ventas son viviendas de 2ª mano (532.459), que superan ya incluso las ventas de viviendas usadas en 2007 (448.918), y sólo un 18% de las ventas son de viviendas nuevas (117.490 en 2022).

El tirón de las ventas de pisos se está dando más en las zonas turísticas, por la compra de segundas residencias y viviendas para extranjeros. Así, los mayores aumentos de ventas se han dado en 2022 en Canarias (+31,6%: 27.364 compraventas), Baleares (+25,6%: 17.996) y la Comunidad Valenciana (+23,9%: 99.448), aumentando mucho menos en las regiones que concentran las mayores ventas, Andalucía (135.976,+15,2%), Cataluña (102.108, +14,50%) y Madrid (83.103 compraventas, +2,67%), según el INE.

¿Quién compra piso? Casi 9 de cada 10 compradores son particulares, según las estadísticas, aumentando en los últimos años los que compran piso para invertir (poniéndolo en alquiler o esperando a obtener plusvalías) y los extranjeros que compran en España, como 2ª residencia o vivienda de inmigrantes. La compra de vivienda para alquilarla después ha aumentado su rentabilidad en los últimos años y en 2022 aportó a sus dueños una rentabilidad del 6,5%, según Fotocasa, superior a la del ahorro y buena parte de la Bolsa, siendo mayor la rentabilidad en la Comunidad Valenciana y Murcia (7,7%), en Cantabria (6,9%), Canarias y Cataluña (6,8%), Navarra (6,6%) y Castilla y León (6,5%).

La compra de viviendas por extranjeros se disparó en 2022: compraron 88.858 viviendas, el 13,71% del total  y casi cuatro veces más que diez años antes (26.857 viviendas compradas por extranjeros en 2021, el 8,1% del total), según los datos del Colegio de Registradores. La mayoría de extranjeros compran “a tocateja”, sin hipoteca, destacando que casi 9.000 de estas viviendas compradas valían más de 500.000 euros, el tope que se exige para que un extranjero consiga así la residencia legal en España (“Golden Visa”), casi el triple de las compras de casas caras que hacían antes de la pandemia (3.827 en 2019). Si estas compras de extranjeros son cada vez más importantes (suponen 1 de cada 7 viviendas vendidas), lo son más en determinadas regiones, como Baleares (el 34,8% de todas las viviendas las compran extranjeros), Canarias (28,6% de las ventas) y la Comunidad Valenciana (26,8%), teniendo aún más peso en zonas de Alicante y Tenerife (donde rondan entre el 35 y el 41,7% de las ventas de viviendas). En conjunto, los extranjeros que más compran en España son los británicos (11,07% del total), alemanes (9,47%), franceses (6,97%), belgas (5,21%), marroquíes (5,15%), rumanos (5,07%) y holandeses (4,91%).

Otro factor que tira de las ventas de viviendas es el auge de los pisos turísticos, que fomenta la compra de viviendas en el centro de las ciudades y en zonas de costa para obtener altas rentabilidades alquilándolos por días o temporadas. En España hay 311.500 apartamentos turísticos, según el INE, el 1,24% del parque de viviendas, radicados en el 60% de los municipios españoles. Pero la realidad es que si contamos todas las viviendas que se utilizan para alquiler turístico (legal e ilegalmente, totalmente o por habitaciones), la cifra se duplica: hay 788.136 plazas turísticas sólo en las 20 mayores ciudades, según denuncia Exceltur, la patronal turística, con más del 20% de todo el parque en varios municipios turísticos.

Y luego está el principal motor de las ventas de viviendas, la compra de particulares como primera vivienda. En los últimos años, al dispararse el precio de los alquileres, muchas familias y jóvenes han hecho cuentas: es más barato pagar una hipoteca que un alquiler, que además es un dinero perdido. Actualmente, el precio medio de un alquiler se ha puesto en 11,7 euros por metro cuadrado (febrero 2023), según el último informe de Idealista, lo que supone pagar 1.053 euros por un alquiler medio de 90m2. Si tenemos en cuenta que el precio medio de un piso en propiedad es de 188.000 euros (2022), según el Colegio de Registradores, comprarlo exige una hipoteca de 150.000 euros (el máximo que nos dan es el 80% del valor). Y esa hipoteca, a un interés del 3,5%, supone pagar una mensualidad de 750 euros, las tres cuartas partes del coste del alquiler… Claro que hay que tener dinero ahorrado (un 25% del valor, para la entrada y otros pagos) y un trabajo y una edad que nos permita conseguir una hipoteca (cada vez más difícil). Y además, en Madrid, Barcelona y algunas capitales (Málaga, Sevilla, Bilbao, San Sebastián, Valencia…), el precio de comprar un piso y su hipoteca es mucho mayor, aunque también el alquiler. En cualquier caso, la subida imparable de los alquileres ha aumentado la demanda para comprar piso.

Todos estos factores (invertir, extranjeros, apartamentos turísticos y subida alquileres) explican el récord en la venta de viviendas en 2022 (y años anteriores). Y estas fuertes ventas han tirado al alza de los precios de las viviendas, que también baten récords, según el INE: en 2022 subieron un +7.4%, la mayor subida en 15 años (desde el +9,8% que subieron en 2007). Y desde 2014, el primer año en que volvió a subir (+0,3%), la vivienda en España se ha encarecido un +39,8%, lo que es una barbaridad, aunque todavía no ha subido tanto como bajó entre 2008 y 2013: -41,9%. Lo que más sube (+7,9% en 2022) y ha subido (+50,7% entre 2014 y 2022) es la vivienda nueva, que sí cuesta más ahora que en 2008 (su precio había caído un -38,9%). Sube algo menos la vivienda de 2ª mano (+7,3% en 2022), que aún no ha recuperado los precios de 2008 (sube un 38% entre 2014 y 2022 y cayó un -51,5% durante la crisis de 2008 a 2013).

Con esta fuerte subida de precios en los últimos 15 años, el precio medio de una vivienda se situó en 188.000 euros en 2022 (+4,5% que en 2021), según el Colegio de Registradores, con una media que supera los 200.000 euros en Cataluña, Madrid, Baleares y País Vasco pero  que no llega a los 100.000 euros en Extremadura y Castilla la Mancha. La estadística del Ministerio de Transportes da un precio medio de venta de 1.749,2 euros metro cuadrado a finales de 2022, lo que sitúa el precio medio de una vivienda de 100 metros cuadrados en 175.000 euros. Los portales de venta de viviendas suben ese precio, a una media de 1.960 euros por metro cuadrado (Idealista, febrero 2023) y hasta 2.086 euros m2 (Fotocasa). Pero esta media de precio casi se duplica en las ciudades y regiones más caras, según Idealista: San Sebastián (5.205 euros m2, el precio máximo histórico), Barcelona (4.050 euros m2), Madrid (3.995 euros, otro máximo histórico), Baleares (3.703 euros m2), Bilbao (3.190 euros m2), Pamplona (2.544 euros m2), Málaga capital (2.399 euros m2 máximo histórico, que sube a 2.854 euros m2 en la provincia), A Coruña (2.313 euros m2), Sevilla (2.182 euros m2), Canarias (2.137 euros m2, otro máximo histórico), Valencia (2.108 euros m2)…

Estos precios disparados de la vivienda, en 2022 y en los siete años anteriores, se suman ahora a la rápida subida de los tipos de interés, que han pasado del 0% en junio al 3,5% actual (6 subidas del BCE en 9 meses), a las que seguirán más este año. Esta subida del precio oficial del dinero, para combatir la inflación (sin éxito: la subyacente sube), ha encarecido las hipotecas, al dispararse el Euribor: estuvo 6 años en negativo (desde febrero de 2016 a marzo de 2022) y ahora lleva un año en positivo y subiendo, desde abril de 2022 (+0,013) hasta rozar el 4% el 9 de marzo (3,978), aunque ahora, con la crisis de algunos bancos en EEUU y Suiza, se ha moderado algo, aunque ahora repunta y alcanza una media en marzo del 3,68%. Eso significa que ahora, una hipoteca de 150.000 euros (para comprar un piso del valor medio de 180.000 euros), a 25 años, supone pagar una cuota mensual de 836 euros, que son 271 euros más al mes de lo que costaba esa misma hipoteca hace un año (la cuota estaba entonces en 565 euros).

Así que ahora, los que piensen en comprar un piso tienen un doble problema: son más caros (han subido un +13,2% desde antes de la pandemia) y la hipoteca con la que puede comprarle le cuesta más. Eso se traduce en que ahora, el comprador, con la cuota que estaba pagando hace un año por comprar un piso, puede comprar ahora un piso más pequeño, con un tercio menos de superficie, según algunos cálculos. Si antes (diciembre 2019), una casa de 100 metros cuadrados le costaba 158.670 euros, ahora (febrero 2023) esa misma casa le costará 196.000 euros, según los portales inmobiliarios (y en las grandes ciudades, rozando los 400.000 euros). Y el otro efecto, si en 2019 podía pagar ese piso medio con una hipoteca de 127.000 euros (que le costaba 464 euros), ahora tiene que pedir más (156.800 euros) y pagar una hipoteca más cara, con más cuota (802 euros).

Así que el comprador actual sólo tiene dos opciones: o comprar una casa más pequeña (con una habitación y un baño menos, sin terraza) o comprar más lejos del centro, en localidades que están a 1 hora y más del centro, donde el precio del metro cuadrado es menor (entre un 20 y un 40% menos), aunque en estas zonas periféricas están empezando a subir los precios con fuerza. Y a otros potenciales compradores, con los precios y las hipotecas actuales, sólo les queda un camino: abandonar y no comprar piso ahora. Porque la cuota que les supone pagarlo supera con creces un tercio de sus ingresos, el tope “aceptable”.

La subida de tipos de interés, más la subida de precios de las viviendas, hace que un 48% de las familias españolas no puedan solicitar ahora una hipoteca y comprar piso, según un estudio de Tecnocasa. O sea, que casi la mitad de los españoles no pueden comprar casa, porque la subida de tipos hace que la hipoteca se lleve el 38% o más de sus ingresos, algo inaceptable para la banca (y para el sentido común).Y en el caso de Madrid y Barcelona, con los precios por las nubes, la compra de vivienda se ha vuelto inaccesible para 4 de cada 5 familias (el 80%), según este estudio. En Palma de Mallorca, sólo podrían comprar un 9,3% de las familias, en San Sebastián el 7,1%, en Málaga menos del 30% de las familias, en Sevilla menos del 50% y en Zaragoza sólo el 57%... Tremendo.

Así están las cosas y en 2023 no parece que vayan a cambiar mucho, aunque la subida de tipos podría frenar las ventas y los precios, aunque el Euribor y las hipotecas seguirán subiendo. Algunos expertos se agarran a que las ventas de viviendas cayeron en diciembre de 2022, hablando de “un cambio de ciclo”. Pero en enero de 2023 (último dato del INE), las ventas de viviendas volvieron a subir y la cifra (56.372 compraventas) fue la mayor en ese mes desde 2008… Y los precios siguen subiendo, aunque menos: se espera que este año suban entre un 2 y un 4% (la mitad que en 2023). Pero los alquileres siguen subiendo, lo que reanimara las ventas y los precios de las viviendas (máxime cuando los costes de construcción se han disparado en el último año). Y siguen subiendo el número de hipotecas  (+10,9% en 2022, según el INE).

Al final, el problema de fondo es la escasa oferta disponible, la falta de pisos, sobre todo nuevos, que alimenta la subida de precios. Se estima que, por razones demográficas, España necesita entre 120.000 y 150.000 viviendas nuevas al año para cubrir la demanda estructural. Pero en 2022 sólo se terminaron 79.935 viviendas “libres” (y 9.221 “protegidas”), una cifra similar a la de 2021 (84.091 viviendas terminadas) y 2019 (71.541), según la estadística oficial de Transportes. Una cifra que choca con las 579.665 viviendas terminadas en 2007 (en el final de la “burbuja inmobiliaria”) pero también con las viviendas terminadas en 2009 (356.555) y 2011 (121.043).

La solución al problema de la vivienda, además de promover nuevas viviendas (públicas y privadas) en alquiler, es relanzar la construcción de viviendas en España, acercarnos a esas 120.000/150.000 nuevas viviendas terminadas cada año. Haría falta un gran Acuerdo entre el Gobierno central, las autonomías, ayuntamientos, promotores y constructores para aprobar un Plan de choque, que duplicara las viviendas iniciadas al año, facilitando suelo público, financiación y menos burocracia para relanzar la oferta de vivienda nueva. Y en paralelo, habría que ayudar a la demanda, a los jóvenes y familias con ingresos medios (las más desfavorecidas no pueden comprar: sólo alquilar con ayudas), para ofrecer créditos con interés subvencionado y aval público (ICO), para que la compra de una vivienda no supere una cuarta parte de sus ingresos, por ejemplo. Construir más viviendas cada año frenaría en alza de precios y ayudar a la demanda permitiría mejor su compra.  No queda otra, porque la situación actual, con la mitad de las familias que no pueden comprar, es un escándalo.

jueves, 21 de abril de 2022

Faltan inmigrantes

El Banco de España ha dado la alarma: faltan trabajadores en el campo, la construcción y la hostelería, básicamente porque han llegado menos inmigrantes tras dos años de pandemia. El problema se da también en Alemania, Italia, Irlanda o Reino Unido. Pero no es una situación coyuntural: el problema de fondo es que la población europea no crece y en España cayó en la primera mitad de 2021, con lo que los inmigrantes son cada vez más necesarios para mantener la economía, los ingresos públicos y el Estado del Bienestar. De hecho, la ONU estima que Europa tendrá un déficit de 60 millones de trabajadores en 2050 y España necesitará 7 millones de inmigrantes, aunque la estimación del INE es que sólo vendrán 5,8 millones. En definitiva: necesitamos inmigrantes, ahora y en las próximas décadas, porque nacen pocos jóvenes y hay cada vez más viejos. Urge un Pacto europeo y español para regular la necesaria llegada de inmigrantes: no nos “roban” el trabajo, salvan nuestro futuro.

Enrique Ortega

Europa tiene un grave problema de población del que se habla poco: hay cada vez menos nacimientos, menos niños y jóvenes menores de 19 años (20%) y más viejos (21% europeos tienen más de 65 años), con lo que la población apenas crece y lleva estancada dos décadas. Si había 429 millones de europeos en 2001, crecieron hasta 440 millones en 2008 y éramos 447 millones a finales de 2020 : sólo un 4% de aumento en 20 años. Pero además, 2020 fue el primer año en que cayó la población europea, en -312.000 habitantes, según los últimos datos de la Comisión Europea. Y eso, porque se redujo la población en 10 paises, sobre todo Italia (-384.000), Rumanía (-143.000) y Polonia (-118.000), aunque creció en otros 17, sobre todo en Francia (+119.000 habitantes).

En España, la población aumentó en 2020 (+66.081 habitantes), según el INE, pero ha caído en 2021, en el primer semestre: había censados 47.326.687 habitantes, -72.007 habitantes que a finales de 2020, debido a la caída de población en 13 de las 17 autonomías. Una caída que se explica por el aumento de la mortalidad y la caída de natalidad por el COVID pero, sobre todo, por la menor llegada de inmigrantes (el censo de extranjeros bajó -42.364 personas, de los -72.007 en que bajó el censo). Y no es la primera vez que baja la población en España: ya pasó en 2012 (-90.326 habitantes), 2013 (-215.691), 2014 (-62.634) y 2015 (-9.466 habitantes), según los datos del INE, debido a que la anterior crisis económica provocó una salida de inmigrantes a sus paises de origen y menores llegadas.

Ahora, la previsión de la Comisión Europea es que la población europea se estanque en las próximas dos décadas, manteniéndose en 449 millones entre 2025 y 2030, para decrecer después, hasta los 440 millones de europeos en 2050 y llegar al año 2070 con 424 millones de europeos (-5,1% sobre hoy). Y habrá 20 paises europeos que perderán población entre 2020 y 2050, según un estudio de Finantial Times, encabezados por Italia (de 60,5 a 54,4 millones), Rumanía (de 19,2 a 16,3), Polonia (de 37,8 a 33,3), Bulgaria (de 6,9 a 5,4), Hungría (de 9,7 a 8,5), Portugal (de 10,2 a 9,1) y Grecia (de 10,4 a 9 millones de habitantes).

España no va a perder población en las próximas décadas, pero crecerá muy poco, según las últimas proyecciones del INE, para el periodo 2020-2070: pasará de 47.326.958 habitantes el 1 de enero de 2021 a 47.749.007 en enero de 2030, 49.910.653 habitantes a principios de 2050 y 50.589.811 habitantes el 1 de enero de 2070. O sea, un aumento de población de 2,5 millones en los próximos 20 años y 3,25 millones en los próximos 50 años. Un aumento mínimo, si tenemos en cuenta que en los 50 años anteriores (1970-2020), la población española creció cuatro veces más, en 13,51 millones (de 33,81 millones de habitantes en 1970 a los 47,32 millones en 2020).

Pero este aumento previsto para la población española en 2050 y 2070 es “engañoso”, porque “encubre” una realidad: la población de los nacidos en España cae y el censo sube solamente por el aumento de los inmigrantes, según las proyecciones del INE. Así, los nacidos en España pasarán de 40.229.931 en 2020 a 37.108.939 españoles en 2050 (-3,22 millones) y 33.794.071 españoles en 2070 (-6,5 millones sobre 2020), debido a que la mortalidad ganará a la natalidad, a la falta de nacimientos (1,23 hijos por mujer, cuando para que aumente la población harían falta 2,1 hijos por mujer). Y quien nos “salvará de no perder población total serán los extranjeros, los inmigrantes que llegarán a España: los extranjeros residentes pasarán de 7.471.460 en 2020 a 12.801.714 en 2050 (+5,8 millones) y 16.795.740 inmigrantes censados en 2070 (9,8 millones más que hoy), según el INE.

Con este “panorama demográfico”, España y Europa necesitarán a los inmigrantes en las próximas décadas para mantener sus economías. Lo ha dicho claramente la ONU: Europa necesita abrir sus puertas a 60,8 millones de trabajadores extranjeros para 2050. Una cifra que el centro especializado Wittgenstein eleva a 72,7 millones de inmigrantes. Y en el caso de España, necesita 7 millones más de inmigrantes entre 2020 y 2050, según la estimación del Centro de Desarrollo Global de Washington. Así que si el INE estima que vendrán 5,8 millones, todavía tendríamos un déficit de 1,2 millones de inmigrantes para dentro de tres décadas. Estos estudios son concluyentes: no bastará con aumentar la edad de jubilación, incorporar más mujeres al trabajo, aumentar la natalidad o robotizar y automatizar los empleos. Seguirá faltando mano de obra si no entran más inmigrantes.

De hecho, el problema se está dando ya, agravado por la menor entrada de inmigrantes (y las mayores salidas) en 2020 y 2021, por la COVID. Así, las migraciones internacionales hacia los 38 paises de la OCDE se redujeron un 30% en 2020, alcanzado los niveles más bajos de llegadas desde 2003. En el caso de España, las entradas netas de inmigrantes (entradas menos salidas) han caído en picado: de 446.000 en 2019 bajaron a 232.000 en 2020 y se han desplomado en 2021, con un saldo negativo en el primer semestre: salieron 366 inmigrantes más de los que entraron, según el INE.

La consecuencia es que faltan trabajadores en algunos sectores, por la menor entrada de inmigrantes, según ha alertado el Banco de España, utilizando la Encuesta que hizo a las empresas a finales de 2021. Hay todavía menos oferta de mano de obra extranjera que antes de la pandemia (mientras ha aumentado la oferta de trabajadores españoles) y esto provoca escasez de trabajadores en los sectores con mayor porcentaje  de extranjeros: faltan trabajadores en el campo y la construcción (lo reportan el 40% de las empresas) y también en la hostelería (lo indican el 36% de las empresas encuestadas). Y el problema preocupa especialmente a los empresarios de la construcción en los próximos meses, porque el sector va a acaparar el 35% de todos los Fondos Europeos y esta inversión peligra si falta mano de obra (el 20% del trabajo lo hacen extranjeros).

El problema de la falta de trabajadores, por la menor llegada de inmigrantes, se da también en el resto de Europa. En Alemania, faltan trabajadores para conducir trenes, tranvías y camiones, en Irlanda falta mano de obra en la construcción y en Italia y Reino Unido faltan temporeros para recoger las cosechas. Sin embargo, la Unión Europea no tiene una política común de inmigración y cada país va a su aire, abriendo más o menos la mano según sus necesidades. Pero los expertos en demografía insisten: no hay futuro para Europa sin inmigrantes. Y antes o después, tendrá que abrirse, sobre todo a África, un continente cuya población se va a triplicar en los próximos 80 años (de 1.372 millones a 4.400) y donde el 60% de sus habitantes tiene menos de 25 años (el 80% en paro). Además, en unos años, Europa tendrá que “competir” por atraer inmigrantes con otras regiones que también los van a necesitar, como EEUU, Canadá, Japón, Corea del sur y las monarquías del Golfo.

Actualmente, la inmigración es una cuestión muy polémica en toda Europa y está siendo aprovechada por los líderes populistas y de extrema derecha para frenar su presencia, que no es excesiva, según las cifras (y escasa, según las necesidades económicas).Así, al 1 de enero de 2021 había 23,7 millones de extranjeros de terceros paises (no UE) en Europa (legalmente), sólo un 5,3% de toda la población europea, según Eurostat. Y de ellos, el 72% se concentra en 4 grandes paises: Alemania (6.112.300 extranjeros no UE, el 7,4% de su población total), Italia (3.764.800, el 6,4% de su población), Francia (3.735.200 ciudadanos de terceros paises, el 5,5%) y España (3.633.100 extranjeros no UE, el 7,7% de la población), donde destacan los inmigrantes de Marruecos (829.000), Colombia (541.000), Ecuador (420.000), Venezuela (415.300) y Colombia (297.700), según Eurostat.

En las próximas décadas, estas cifras de inmigrantes en Europa van a aumentar, debido a la fuerte presión demográfica de África y Latinoamérica, aunque bajará la presión de los inmigrantes de la Europa del Este (por su envejecimiento), según un estudio de FEDEA. Esta presión migratoria explica el 40% de la inmigración, otro 26% se explica por la atracción que ejercen los inmigrantes que ya están aquí y sólo un 9% de la inmigración viene por la situación económica de España, según este estudio, que prevé la llegada a España de 5,2 millones de nuevos inmigrantes para 2050: 2 millones de Latinoamérica (sobre todo de Perú, Colombia y Venezuela, los paises con más jóvenes), 2 millones del norte de África y Oriente Próximo y 1 millón largo del resto del mundo.

Ahora que sabemos que necesitamos estos inmigrantes y más (hasta 7 millones para 2050), y que empezamos a sufrir su falta en el campo, la construcción y el turismo, urge regular este flujo de inmigrantes, para que lleguen de forma ordenada y no a golpe de cayucos y saltos de valla en Ceuta y Melilla. En diciembre pasado, el Gobierno aprobó una Orden para flexibilizar este año 2022 la contratación de extranjeros en origen, con dos novedades: ahora se pueden hacer contratos por 12 meses (antes eran por 9) y para todos los sectores económicos (no sólo para tareas agrícolas), una manera de cubrir los déficits de trabajadores señalados por el Banco de España. La medida está favoreciendo la contratación temporal de inmigrantes magrebíes y latinoamericanos (se han firmado acuerdos, por ejemplo, con Honduras, para traer trabajadores a las campañas agrícolas), que han de regresar después a sus paises.

Es una medida coyuntural, para cubrir necesidades extras de mano de obra, pero sigue faltando una política estable de inmigración, pactada entre los principales partidos para que no cambie cada 4 años (las necesidades de inmigrantes deben programarse a medio plazo). Y aquí, España deja mucho que desear, porque los Gobiernos se dedican más a “tapar agujeros” (los “boquetes por los que entran los inmigrantes ilegales: 41.945 en 2021, según Interior) que a regularizar la situación de los inmigrantes que están aquí y los que llegan pidiendo asilo: hay 104.000 solicitudes pendientes y en 2021 se concedieron el 10,5% de las solicitudes presentadas, frente al 35% de media concedidas por la UE-27, según CEAR.

Resulta clave un Pacto político sobre la política migratoria, en España y en Europa, con la vista puesta en esos 60 o 70 millones de inmigrantes que se necesitan para 2050. Y para ello, es clave informar a la opinión pública y deshacer falsos mitos, los que utiliza la extrema derecha xenófoba en Europa. Como que los inmigrantes “nos roban el trabajo”: es falso, porque 4 de cada 10 se incorporan a ocupaciones elementales y mal remuneradas (su salario medio es un 56% del que reciben los españoles, según un informe del Defensor del Pueblo), trabajos que no quieren los españoles (como recoger fruta o cavar zanjas). Y además, aportan más de lo que reciben: los 2 millones de trabajadores extranjeros pagan el 10% de las cotizaciones a la SS y sólo reciben el 0,9% del gasto en pensiones, según un estudio de UGT. Además, otros estudios revelan que pagan más en impuestos y cotizaciones que lo que reciben en prestaciones sociales y ayudas. Y con su consumo, contribuyen al mayor crecimiento y a crear otros empleos de españoles. Acabo con un dato más: el 30% de todo lo que ha crecido España en los últimos 20 años ha sido gracias a los inmigrantes.

Estamos en una situación preocupante, agobiados por la guerra y los precios, pero no podemos olvidar los 3 grandes problemas de fondo, que estaban ahí antes de la pandemia y estarán después de la guerra de Ucrania, los grandes retos del siglo XXI: el Cambio climático, la revolución tecnológica y digital y el problema demográfico. Vivimos en un continente donde baja y envejece la población de forma imparable, por lo que si no queremos incurrir en un “suicidio demográfico”, tenemos que tomar medidas en 2 frentes: fomentar la natalidad y atraer inmigrantes de forma ordenada y regular. Dos políticas que exigen acuerdos, valentía política y tiempo para dar frutos. Otra asignatura pendiente que debemos aprobar.

jueves, 11 de noviembre de 2021

¿Faltan trabajadores?

Algunos empresarios se quejan de que no encuentran trabajadores: peones de la construcción, camioneros, camareros y personal de hoteles o temporeros del campo. No pasa sólo en España, también en Reino Unido, resto de Europa y Estados Unidos. El presidente Biden dio la solución: “páguenles más”. Y se sumó Yolanda Díaz. Suena muy “progre”, pero los salarios son sólo parte de la solución: también hay que ofrecer contratos “decentes”. Pero sobre todo, faltan trabajadores en muchos puestos porque no hay suficiente personal formado: encofradores, electricistas, gruistas, cocineros, conductores de maquinaria, ingenieros agrónomos y, principalmente, especialistas en medio ambiente, informática, digitalización y nuevas tecnologías (faltan 100.000 empleos digitales). El problema de fondo es que tenemos una educación ineficaz, desde la escuela a la Universidad, con adultos poco formados (el 37% frente al 17% en Europa). Y que las empresas gastan poco y mal en formar a sus trabajadores. No basta con pagar más. El gran reto es educar y formar en los empleos con futuro.

Enrique Ortega

El empleo lleva creciendo 15 meses, desde junio de 2020, tras lo peor de la pandemia: se han creado 1.423.800 nuevos empleos en España, según la última EPA (septiembre 2021). Pero aún así, hay muchos empresarios que se quejan: podrían crear más empleos, pero no encuentran los trabajadores que buscan. Sobre todo en la construcción (la patronal CNC dice que faltan 700.000 trabajadores para cubrir las inversiones contempladas en el Plan de recuperación), en el transporte (la patronal Fenadismer habla de un déficit de 10.000 a 15.000 camioneros en España), en la hostelería y el turismo (desde camareros a limpiadoras y personal de habitaciones) y en el campo (temporeros). También en el resto de Europa se quejan de que faltan camioneros y otros trabajadores, igual que en EEUU, donde faltan estibadores en los puertos, camioneros y trabajadores no cualificados.

Este déficit de empleos se refleja en las estadísticas. En España, la cifra de “vacantes” (puestos que no encuentran quien lo ocupe) ha subido mucho tras la pandemia: eran 74.346 vacantes en junio de 2020 (107.531 un año antes) y 119.202 vacantes en junio 2021, la cifra más alta de empleos sin ocupar de la última década, según los últimos datos del INE. La cifra no es muy importante en la construcción (6.575), a pesar de lo que dice la patronal, tampoco en la industria (7.033), pero sí en los servicios (105.605 vacantes en junio 2021), por los puestos sin cubrir en el comercio (12.692), la sanidad (9.292), la hostelería (8.170) y el transporte (3.208 vacantes). La mitad de estas vacantes se da en empresas muy pequeñas, de menos de 4 trabajadores (56.407) y sólo un tercio en las grandes (36.980). Y las vacantes se concentran en Cataluña (27.917), Madrid (27.001), Andalucía (16.561), Comunidad Valenciana (12.788) y Castilla y León (5.663), siendo mínimas en el resto del país.

Con todo, España está a la cola de Europa en empleos vacantes, lo que parece lógico cuando tenemos el doble de paro que el resto del continente: tenemos un 0,8% de empleos por cubrir, la tercera cifra más baja de Europa (tras el 0,3% de Grecia y el 0,8% de Rumanía), frente al 2,2% de empleos vacantes en la UE-27, el 1,9% en Francia o Italia y el 2,9% de empleos vacantes en Alemania, según los últimos datos de Eurostat (junio 2021). En Reino Unido hay 1,10 millones de empleos vacantes, un 3,4% de los empleos. Y en EEUU tenían 9,3 millones de empleos vacantes en junio pasado, el 6,2% de los empleos.  

¿Qué está pasando para que aumenten los empleos sin cubrir?  Hay varias causas. La primera, que la pandemia ha frenado la inmigración en todos los paises, también en España: sólo 149.011 extranjeros se sumaron al Censo en 2020, menos de la mitad de los extranjeros censados en 2019 (+395.168). Y muchos de estos inmigrantes son los que trabajan en el campo (temporeros), la construcción, la hostelería y el turismo. Otro factor es que muchos de los que han sido despedidos durante la pandemia, en la construcción, la hostelería y el campo, no quieren volver a trabajar en esas empresas, porque saben que son empleos muy precarios. Y algunos ya salieron de la construcción en la crisis de 2008 para pasar ahora a la hostelería y salir con la pandemia, así que están “doblemente escaldados”: intentan trabajar “en otra cosa”. Y además, las empresas ahora, que no tienen claro el futuro y están también escaldadas de esta nueva crisis, ofrecen contratos muy precarios y salarios muy bajos. Sobre todo a trabajadores no cualificados de la construcción, el campo y los servicios.

Por eso, en junio, el presidente Joe Biden dio “la solución” a los empresarios norteamericanos que se quejaban de que no encontraban trabajadores: “Páguenlos más (“Pay them more”). Y después le copiaron el ministro francés de Economía y la ministra Yolanda Díaz: “Páguenles más”.  Suena muy “progre” y realista (el salario hora en España es de 22,8 euros, un 20% inferior a los 28,5 euros de media en Europa y un 38% inferior a los 36,6 euros por hora que cobran en Alemania, según Eurostat), pero es sólo una parte del problema. Porque muchos de estos trabajos donde hay vacantes no sólo tienen sueldos mínimos sino también unas condiciones de trabajo muy precarias: contratos basura (por días y hasta por horas) y horarios infinitos (camioneros, hostelería o comercio), sin derechos.

Así que con contratos “decentes”, mejores condiciones de trabajo y mayores sueldos podríamos resolver una parte del problema, encontrar trabajadores para los empleos que no requieren cualificación. Pero la mayor parte de los empleos vacantes son empleos que sí requieren alguna cualificación. Algunos, una cualificación media, por ejemplo en construcción: faltan “caravisteros” (ponen ladrillos en fachadas) y “tabiqueros” (ladrillos en interiores), que ganan más de 50.000 euros al año, encofradores, ferrallistas, electricistas, fontaneros y operadores de grúa, empleos especializados. Y en transporte, operadores de algunos vehículos especiales y en logística. Y en hostelería, cocineros. Todo ello exige potenciar la figura del aprendiz y los cursos de Formación Profesional (FP).

Pero la mayoría de empleos vacantes y más en el futuro, son empleos que exigen una mayor especialización y formación, como los 100.000 empleos digitales que faltan en España, según la patronal DigitalES. Y lo mismo en sectores de futuro como la informática, la gestión de datos o las energías alternativas y el medio ambiente. Incluso en el campo, hay un déficit de ingenieros agrónomos (en Cataluña, por ejemplo, salen 20 licenciados al año frente a 150 que se demandan). Es aquí, en las profesiones más demandadas, donde 6 de cada 10 empresas tienen dificultades para encontrar trabajadores, según Manpower: analistas de datos, expertos en ciberseguridad e inteligencia artificial, digitalización y robótica, desarrolladores de software, consultores TIC, especialistas en redes, diseñadores de producto, analistas varios y todos los expertos en energías alternativas y medio ambiente. Y ya hoy, las empresas ofrecen más empleos a los que tienen FP que a los universitarios.

La solución a la falta de trabajadores no está sólo en ofrecer mejores sueldos y contratos. Hay que apostar por tener trabajadores mejor formados y cualificados en los empleos del futuro. Y aquí, España tiene “un grave hándicap de partida”, del que no hablan ni políticos ni empresarios: tenemos un país con poca formación. Un 37,1% de los adultos (25-64 años) españoles  tienen “baja formación (ESO o menos), el doble que la media europea (17,1% de los adultos) y casi el triple que Alemania (sólo 13,9% adultos poco formados), según el Informe de la Educación OCDE 2021 Y sólo tenemos un 23,2% de la población adulta con formación media (Bachillerato o FP), la más demandada, frente al 46% de los adultos en Europa y el 55% en Alemania. Eso sí, tenemos más universitarios que la media europea (39,7% de nuestros adultos frente a al 37,6% en la UE y el 31,3% en Alemania), pero un tercio de nuestros universitarios están subempleados (poniendo copas o de cajera en un súper).

Y si nos fijamos sólo en la formación de los jóvenes (25 a 34 años), el problema persiste, aunque mejora ligeramente: tenemos un 28,3% de jóvenes con poca formación (ESO o menos) frente al 12,3% en Europa, debido sobre todo a la lacra del “abandono escolar temprano” (16% en España, el 2º país peor de la UE, tras Malta, frente al 9,9% en la UE-27). Y sólo un 24,3% con formación media (Bachillerato o FP) frente al 43,1% en Europa, según el mismo Informe de la OCDE. Y en este grupo, sólo un 36% estudian Formación Profesional (FP), mientras lo hacen el 43% de los jóvenes en Europa, el 45% en Alemania, el 55% en Italia o el 65% en Reino Unido. Eso sí, tenemos más jóvenes universitarios (47,4% del total frente al 44,5% en la UE-27), aunque dos tercios de ellos no encuentren “trabajo de lo suyo” y estén subempleados o parados (el 15% en España, 6% en la UE y 4% en Alemania).

Esta baja formación de adultos y jóvenes es una clara consecuencia de un sistema educativo ineficaz, que pierde a muchos jóvenes por el camino y que no forma para encontrar trabajo. Y además, España es el 5º país de Europa que menos gasta en educación, en las últimas décadas y más tras los recortes de 2010 a 2015.

Pero no sólo falla la educación, también falla el reciclaje de trabajadores y parados. España es el 2º país de Europa con más paro (14,6% frente al 6,7% en la UE-27, según Eurostat), pero lo más grave es que tenemos muchos parados de larga duración (1.638.000, el 48% llevan más de un año parados), muy difíciles de recolocar, y muchos parados con poca formación: el 47,05% de todos los parados en septiembre ( son 1.607.600) tenían baja formación (la ESO o incluso menos), un 25,14% formación media (Bachillerato o FP) y el 27,79% restante tenían formación universitaria, según la última EPA.

Así que tenemos un país con adultos poco formados y donde la mitad de los parados apenas tiene formación (y les ofrecen cursos escasos y poco atractivos). Así parece difícil que las empresas encuentren los trabajadores que necesitan. Pero esas empresas tienen también mucha culpa, no sólo el sistema educativo. Primero, porque gastan en la formación de sus empleados la mitad que en Europa y la tercera parte que en EEUU, según la consultora Élogos. Y además, la mayor parte del gasto en formación lo hacen las grandes empresas, mientras las pymes (el 99%) sólo hacen el 10%. Y segundo, porque las empresas españolas han reducido a la mitad su gasto en formación en la última década: gastaron un máximo de 110,95 euros por trabajador en 2011, bajaron a 99,88 euros en 2014 y volvieron a caer hasta los 55,57 euros por trabajador en 2020, según detalla la última Encuesta anual de coste laboral del INE. La caída es más llamativa si la vemos así: en 2011, el 0,35% del coste total de un trabajador (31.370 euros de media) era formación y ahora, en 2020, el coste de la formación ha caído al 0,18% del coste total  por trabajador (31.150 euros). El gasto de las empresas en formación era mínimo y ahora es insignificante.   

Podemos verlo de otra manera, el gasto en formación de empresas y trabajadores. Cada mes, se descuenta una parte de las nóminas para formación (el 0,7%, un 0,6% las empresas y un 0,1% los trabajadores). En 2019, último año con datos, fueron 2.101,9 millones para formación, a los que se sumaron otros 312,55 de aportaciones del Estado y Europa (FSE). Con este dinero se hicieron 90.694 cursos, en los que participaron 267.480 empresas (de los 3 millones que hay en España), según los datos de la Fundación para el Empleo (FUNDAE). Una parte son cursos que se dan en Centros homologados y la menor son cursos subvencionados que dan las propias empresas a sus trabajadores, básicamente las grandes. El problema no es solo que se gasta poco dinero en formación, sino que además se gasta mal: cada año quedan sin gastar un 20% de los fondos que aportan empresas y trabajadores, según denuncia UGT, con lo que hay un remanente sin utilizar de 2.500 millones. Y eso por el exceso de control y burocracia, que retrasa el pago ayudas de 1,5 a 2 años, provocando que muchas empresas no se animen a adelantar el gasto para hacer cursos.

Bueno, si ha llegado hasta aquí verá que la falta de trabajadores es una cuestión más compleja que “pagarles más”. Y que las empresas que se quejan tienen bastante culpa, por no apostar por la formación de sus trabajadores y por no acabar con un sistema de cursos ineficaz. Y que los Gobiernos y el país  tenemos mucha culpa también por no afrontar de una vez por todas la reforma de un sistema educativo que no ayuda a formarse en los empleos que se necesitan. En vez de hacer demagogia con la falta de trabajadores, urge tomar medidas eficaces: pactar una reforma educativa, fomentar y mejorar la imagen de la FP, cambiar el sistema de cursos ligados a la cuota de formación, modernizar las oficinas de empleo (para que ayuden a recolocar a los parados) y plantearse como prioridad la formación y el reciclaje permanente de los españoles, del colegio a la jubilación. Conseguir una plena sintonía entre empresas, educadores y formadores, para limitar las vacantes. Y, sobre todo, orientar a los jóvenes a estudiar las profesiones con futuro. Formarse más y mejor.