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lunes, 13 de marzo de 2023

Depósitos: la "tacañería" de los bancos

Este jueves, el BCE vuelve a subir los tipos de interés, al 3,5%. Y se encarecen las hipotecas, con el Euribor rozando el 4%. Pero si tiene dinero ahorrado, los bancos sólo le pagan un 0,59% de media. Y los hogares tienen casi un billón de euros en depósitos, sin sacarles rentabilidad aunque suban los tipos. Pero los bancos sí están haciendo el agosto: no pagan casi nada por el ahorro y cobran mucho más por hipotecas y créditos. Los 6 grandes bancos ganaron 20.850 millones en 2022 (+28%), un récord histórico. Algunos ahorradores hacen cola para comprar Letras del Tesoro, que pagan el 3,29%. Pero la mayoría siguen sin sacar rentabilidad a sus depósitos y la banca les ofrece comprar Fondos de inversión, con bajo interés y muchas comisiones. Todo apunta a que la rentabilidad de los depósitos no subirá del 1%, sobre todo porque los 6 grandes bancos controlan el 75% del ahorro y no quieren pagar más. Estamos en sus manos.

Enrique Ortega

El tipo de interés oficial del dinero está en el 3% y subirá este jueves al 3,5%, tras la 6ª subida del BCE desde julio de 2022. Con ello, el Euribor, el tipo al que se prestan los bancos y que determina el precio de las futuras hipotecas, roza ya el 4%, cuando estuvo en negativo hasta marzo de 2022 (-0,237). Pero si miramos la otra parte, lo que pagan los bancos por el dinero, el interés es mínimo: los depósitos bancarios se remuneraban al 0,64% de media a finales de 2022, según el Banco de España. Y en enero de este año, los bancos han bajado incluso lo que pagan por el dinero, al 0,59% de media, casi seis veces menos de lo que cobran por una hipoteca: 3,345% de interés en enero, según el Banco de España.

Este tipo mínimo del 0,59% es el que los bancos españoles están pagando por el casi billón de euros que las familias tienen en depósitos: se superó, por primera vez en la historia, el listón del billón de euros en diciembre de 2022 (1.004.342), un 48% más que en 2008 (678.904 millones ahorrados por los hogares en depósitos) y un gran salto desde antes de la pandemia (853.200 millones en depósitos en 2019), porque las familias se lanzaron a ahorrar tras el confinamiento y la incertidumbre por la nueva crisis. Los bancos han estado estos años sin pagar casi nada por estos depósitos: remuneraban el 0,07% en junio de 2022, antes de la primera subida de tipos del BCE, y sólo subieron al 0,27% en septiembre, para cerrar el año pagando el 0,64%, que ahora baja al 0,59%.

Además de no pagar casi nada por el ahorro, los bancos españoles son los que menos pagan entre los bancos de los grandes paises europeos, según los datos del BCE: ese 0,69% que pagaban en diciembre por los depósitos a menos de 2 años es menor del 1,20% que pagaban los bancos de la zona euro, del 1,83% que pagaban los bancos italianos o el 1,40% de los bancos alemanes, con 9 paises europeos pagando más del 1% por los depósitos. Y en los depósitos a más de 2 años, los bancos españoles pagaban un 0,97% de media a finales de 2022, frente al 1,81% que pagaban los bancos de la zona euro, el 2,15% de Italia, el 2,11% de Francia y el 1,70% de los bancos alemanes. No sólo pagan menos por el ahorro. Los bancos españoles también cobran más por las hipotecas: 3,345% en enero de este año, frente al 3,160% que cobraban los bancos de la zona euro.

El Banco Central Europeo (BCE) ya ha lanzado varias advertencias a los bancos europeos, apoyadas por el Banco de España, para que suban el interés a los depósitos, quejándose de que esta vez no han repercutido apenas la subida de tipos en el ahorro, como sí hicieron en las subidas de tipos de 2005 y 2010. El BCE tiene otra razón de peso para “amonestar a los bancos: si está subiendo los tipos oficiales (6 veces este jueves) es porque encareciendo el dinero quiere frenar la actividad, para bajar la inflación. Pretenden no sólo encarecer el crédito sino también subir en paralelo el interés que se paga por los depósitos, para que las familias ahorren más y gasten menos, para frenar así la demanda y la inflación. Así que la “racanería” de la banca desbarata sus planes

La banca ha reaccionado subiendo algunos tipos de sus depósitos, pero sólo a modo de “efecto escaparate”, utilizando bancos online o subiendo la remuneración a algunos clientes y empresas, pero no el interés medio que pagan, que incluso bajó en enero. Y esta resistencia a pagar más por el ahorro se debe a que la banca no lo necesita, porque tiene un “exceso de liquidez, no necesita más recursos para prestar tras todos estos años en que el BCE se ha dedicado a crear liquidez, comprando deuda, para evitar una mayor crisis tras la pandemia. Actualmente, la proporción entre préstamos y depósitos supera el 90% en la banca española (prestan menos del dinero disponible). Una situación completamente diferente a la de 2007, cuando les faltaba liquidez para prestar (la ratio entre préstamos y depósitos superaba el 140%), e incluso la de 2009 a 2015 (con una ratio prestamos/depósitos del 110 al 120%). En resumen: como no necesitan dinero para prestar (les sobra liquidez), apenas lo pagan.

Ante este panorama, hay muchos ahorradores enfadados con la banca, que están buscando otro destino para su dinero. Ya en enero y febrero, muchos se lanzaron a comprar Letras del Tesoro a un año, con colas ante las oficinas del Banco de España después de que colapsase la web del Tesoro para comprar Letras online. La fiebre por las Letras del Tesoro sigue ahí y en la subasta del 7 de marzo se han recibido peticiones por 1.050 millones de particulares, tras anteriores peticiones de 1.200 millones en enero y febrero, duplicando con creces cada mes las peticiones de Letras de particulares en todo 2021 (400 millones). En esta subasta de marzo, el Tesoro ha pagado un tipo del 3,295% (2.983% en enero), 5,5 veces más rentabilidad de la que paga la banca por los depósitos y con una mínima comisión (0,15%).

Una parte de los ahorradores se han ido a las Letras, pero son una minoría: el saldo en depósitos de las familias bajó en enero (por primera vez), pero sólo en 13.300 millones, con lo hay casi 1 billón de euros rentando el 0,59%. A partir de ahí, los ahorradores “pelean con sus bancos” para que les den más intereses. Y la banca responde de dos maneras. Por un lado, trata de subir algo el interés a sus mejores clientes (de “banca privada”) y a las empresas (que son “más exigentes” y tienen más recursos), que están recibiendo un tipo del 1,66% (el triple que la media de clientes). Y por otro, intentan colocarles Fondos de inversión, un producto sencillo para ellos y por el que reciben altas comisiones de las gestoras (que cobraron a sus clientes 3.500 millones en 2021 en concepto de comisiones).

Ahora, pues, la pelea de los bancos no es por captar el ahorro (no hay “guerra del pasivo, como en 2007 o en 2019, porque los bancos no necesitan liquidez) sino por evitar que sus clientes se vayan, ofreciéndoles Fondos con la etiqueta de “alta rentabilidad”. De hecho, los Fondos están captando la mitad del dinero que se ha ido de los depósitos a plazo, según INVERCO, que prevé un aumento de dinero en los Fondos del 9,66% en 2023, hasta alcanzar los 336.000 millones de euros. La banca está centrando su oferta de Fondos, frente a las Letras del Tesoro, en Fondos conservadores, concretamente en 4 tipos: Fondos de renta fija (ligados a la deuda pública), Fondos monetarios (deuda a corto), Fondos “garantizados” y Fondos con “rentabilidad objetivo”, dos fórmulas que ofrecen una rentabilidad garantizada, que no es tal, como advierte la CNMV, que se queja de que los bancos no advierten a sus clientes del riesgo que tienen todos los Fondos. En cualquier caso, el “truco” es ofrecer una “rentabilidad escaparate”, que evite fugas de clientes y asegure jugosas comisiones.

Toda esta operativa de los bancos, que se resume en cobrar lo más posible por el crédito y pagar lo menos posible por el ahorro, ha sido una bendición para sus márgenes, que se han disparado con la actual subida de tipos, multiplicando sus beneficios. Además de mejorar el negocio con sus clientes, la banca española (y europea) ha hecho también negocio con el BCE, aprovechando sus medidas para asegurar la liquidez en Europa. Trataré de explicarlo, porque es algo complejo y poco conocido, pero bastante escandaloso.

El Banco Central Europeo (BCE), a la vista de la debilidad de la economía europea primero y de la pandemia después, inyectó 2,2 billones de euros a la economía, a través de líneas de financiación a la banca (a 742 bancos europeos), un dinero por el que las entidades pagaban un interés negativo (o sea, cobraban) del -0,5% primero  y el -1% después. Muchos bancos europeos no prestaron todo este dinero y lo depositaron en el BCE, que les cobraba por ello el interés que recibían (primero el -0,5% y luego el -1%). Hasta aquí bien. Pero en julio, el BCE elevó la remuneración a los bancos de estos depósitos al 0%, con lo que la banca europea hacía negocio, al haber recibido dinero del BCE al -1%. Y en septiembre, el Banco Central Europeo elevó el tipo de interés a los bancos (“tipo de facilidad de depósito”) al 0,75%, con lo que el negocio que hacían por depositar el dinero que les habían prestado en el BCE (“arbitraje”) era “redondo”. Tal es así, que a principios de septiembre sólo tenían depositados en el BCE 683.000 millones y para finales de octubre ya tenían 4,6 billones.

El beneficio extra de la banca europea con este dinero, que en su mayoría les había prestado el BCE (para prestar y reanimar la economía, no para especular), era importante: sólo en el cuarto trimestre de 2022, los expertos estimaron que ganarían 8.000 millones extras, sobre todo los bancos españoles e italianos, los que más han utilizado este sistema. De hecho, la estimación hablaba de que este “arbitraje” permitiría a Unicaja y Bankinter aumentar un 50% sus beneficios en el 4º trimestre de 2022 y a CaixaBank un 30%. Finalmente, el 27 de octubre, el BCE cambió el sistema y desde el 23 de noviembre, los bancos cobran el mismo interés por el dinero depositado en el BCE que lo que pagan por los créditos recibidos. Pero en estos meses, han hecho un negocio redondo, a costa del BCE y los europeos.

Con este negocio extra y el habitual de subir los márgenes (cobrando más por el crédito que lo que pagan por el ahorro), la banca española ha hecho su agosto, mientras familias y empresas se agobian con la subida de tipos. En 2022, los 6 grandes bancos (Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell, Bankinter y Unicaja) han tenido un beneficio de 20.850 millones, un 28% más que en 2021, los mejores resultados de su historia para Santander y BBVA.

Y además, dos bancos españoles son los más rentables de Europa, con la mayor rentabilidad sobre el capital tangible (RoTE): BBVA (6.420 millones de beneficio, un 15,3% de rentabilidad) y Santander (9.605 millones y el 13,4%), por delante del finlandés Nordea (3.595 millones de beneficio y 13,3%), del francés Credit Agricole (8.144 millones de beneficio y 12,6%), del italiano UniCredit (5.227 millones de beneficio y 10,7%) y el francés BNP Paribas (3.145 millones y 10,2% de rentabilidad). Y en 7ª posición está CaixaBank (3.145 millones y 9,8% de rentabilidad), por delante del francés Societé Genérale (2.108 millones y 9,6%), del holandés ABN Amro (1.867 y 8,7%) y Deutsche Bank (5.025 millones y 8,4% de rentabilidad).

Los bancos españoles ganan más, entre otras cosas, porque sus clientes pagamos más por las hipotecas y créditos y cobramos menos por los depósitos y el ahorro. Y su beneficio récord, a costa de la mejora de márgenes (ingresaron 71.532 millones por margen de intereses) y la drástica subida de comisiones (ingresaron 26.280 millones en 2022) se ha destinado en mayor medida a repartir dividendos a sus accionistas y a pagar “supersueldos”. Así, este año 2023, los grandes bancos repartirán entre el 40 y el 55% de sus beneficios en dividendos, con lo que también lideran la banca europea: el Sabadell se sitúan en primer lugar por rentabilidad de dividendo (9%), cerca del italiano Intesa San Paolo (9,1%), ocupando el 6º lugar el BBVA (6,9%) y el 8º CaixaBank (6,4% de rentabilidad por dividendo).

Otra parte del histórico beneficio se ha ido en sueldos a directivos y ejecutivos. Ya en 2021, hubo 221 banqueros españoles que cobraron más de 1 millón de euros (se repartieron casi 500 millones en sueldos, con 2,16 millones de media), siendo los terceros mejor pagados de Europa, tras Austria (38 banqueros con 2,41 millones de media) y  Liechtenstein (10 banqueros y 2,31 millones), por delante de Francia (1,88 millones para 371 banqueros), Alemania (1,76 millones para 589) e Italia (1,69 millones para 351 banqueros).

Con estos beneficios, dividendos y sueldos, el Gobierno Sánchez y el Congreso aprobaron  un impuesto temporal sobre beneficios extraordinarios de la banca, por la subida de tipos, que grava el 4,8% de los intereses y comisiones cobrados en España. Así esperan recaudar 1.500 millones sobre los beneficios de 2022 y otros 1.500 millones sobre los beneficios 2023. El 15 de febrero, la patronal bancaria AEB y la de las Cajas (CECA) presentaron dos recursos ante la Audiencia Nacional contra este impuesto. Y además, cada banco ha recurrido ya el pago del impuesto que han tenido que hacer en febrero, como anticipo a cuenta del impuesto correspondiente a 2022. Además de esta “batalla jurídica”, los bancos utilizan el impuesto como “argumento” para explicar por qué no pagan más por los depósitos

En los próximos meses, no se espera que la banca remunere mejor el ahorro, salvo “ofertas escaparate” que ya están haciendo bancos online, neobancos y bancos tradicionales sólo para sus mejores clientes y empresas. Los expertos creen que, con el Euribor al 4%, los bancos no pagarán más del 25%, o sea que el tope estará en el 1% de media. Al menos hasta que el BCE reduzca más la liquidez en Europa, a partir de junio. Pero si no tira el crédito y las hipotecas se frenan por los altos tipos, tampoco la banca va a necesitar más liquidez ni entrar otra vez en peleas por el ahorro. Sobre todo cuando entre los 6 grandes bancos controlan el 75% de los depósitos. Poco podemos hacer ante un oligopolio.

 

jueves, 2 de julio de 2015

Menos ahorro, más Bolsa y pocos Planes de pensiones


El ahorro de los españoles sigue cayendo, por los menores ingresos y las cuantiosas deudas. Y casi la mitad de las familias no consiguen ahorrar ni 100 euros al mes. Por eso, son pocos los que consiguen invertir y los que lo hacen salen de los depósitos y se refugian en Fondos de inversión y en la Bolsa, donde tienen su dinero 2 millones de familias: son ya dueños del 26% de las acciones, más del doble que en Europa. Y se invierte poco en Planes de pensiones privados, aunque han crecido por miedo al futuro de las pensiones públicas. El Gobernador del Banco de España ha alentado ese miedo, aconsejando a los jóvenes que ahorren porque “tendrán pensiones más bajas que las actuales”. No se da cuenta que él gana 174.733 euros al año pero los jóvenes sólo ganan entre 400 y 1.200 euros mensuales y la mitad nada, porque están parados. Así no pueden ahorrar ni contratar Planes.
 

enrique ortega


Los españoles no consiguen ahorrar. En 2014, el ahorro volvió a caer, al 9,8% de la renta disponible, según datos del INE, Y es el tercer año consecutivo en que cae el ahorro, a pesar de la pequeña mejora del empleo y la menor rebaja de los salarios. La razón está en que los españoles siguen estando muy endeudados y la pequeña mejora de ingresos va a pagar hipotecas y a recuperar muy moderadamente el consumo, no a “la hucha”. En el primer trimestre de 2015, el ahorro ha subido, pero muy poco, el 1,3% de la renta disponible de las familias, según el INE.

Antes de la crisis, los españoles también ahorraban poco (el 11% de su renta), porque la mayoría gastaba sin temor al futuro o utilizaba su remanente para comprar piso o cambiar de casa. Pero en 2008, cuando vieron las orejas al lobo de la crisis, las familias empezaron a ahorrar contra reloj, para prepararse ante lo peor: el ahorro subió sin parar, hasta un récord del 17,8% de la renta en diciembre de 2009. A partir de ahí, con el aumento del paro (3,8 millones de empleos perdidos), la devaluación de los salarios (del 10 al 20%), la subida de impuestos  y los recortes de ayudas, las familias se vieron obligadas de “tirar de sus ahorros” para sobrevivir y pagar deudas. Y el ahorro no ha parado de caer.

Tras estos años de crisis, hay todavía 5,44 millones de personas sin trabajo (más de la mitad de ellos, sin cobrar un subsidio) y los ingresos de los españoles que trabajan han caído drásticamente. Con ello, el ingreso medio familiar ha caído un 14,7%, pasando de los 31.711 euros anuales de 2008 a los 27.038 euros de gasto medio por hogar en 2014, según el INE. Y con eso, casi la mitad de los hogares no consiguen llegar a fin de mes, según Estadística. Y tras pagar sus deudas (26,6 % de familias tiene pendiente el pago de su hipoteca), la alimentación y los recibos básicos, apenas les queda dinero para ahorrar.

De hecho, un 45% de los españoles consiguen ahorrar como máximo 100 euros al mes, y de ellos, las dos terceras partes no llegan a los 50 euros, según una encuesta realizada por la aseguradora Genwortthun. Otro 37% de familias ahorra entre 100 y 400 euros y sólo el 18% restante consigue ahorrar más de 500 euros al mes. Así, poco pueden invertir. Y más cuando las familias españolas tienen encima la pesada losa de su deuda: deben todavía 736.080 millones de euros (mayo 2015), tras haber devuelto 219.000 millones de deuda desde 2008.

La inversión que ha hecho la mayoría de las familias es comprar su vivienda, que tienen en propiedad el 83 % de los españoles, frente a un 60% en Europa (y un 44% en Alemania). Por eso, el 80% del patrimonio de las familias (unos 153.300 euros de media) está en su vivienda y sólo el 20% está en activos financieros, 1,9 billones de euros invertidos en 2014. Estas inversiones, que han crecido un 19% desde 2008 (por la revalorización de la Bolsa y los fondos), están concentradas en depósitos (42,9%), acciones (23,4%), Fondos de inversión (11,3%), Planes de pensiones (5,5%) y seguros (10,7%), según Inverco.

Los que pueden ahorrar algo e invertir están saliendo de los depósitos bancarios, que han caído en 2014 (por primera vez desde 1997), debido a la bajada de los tipos de interés, que hace que los bancos apenas paguen nada ya por el ahorro. Y se ha trasvasado mucho dinero a los Fondos de inversión (“forzado” por la banca, que busca ingresar más comisiones) y sobre todo a la Bolsa. Las familias españolas han vuelto a invertir en valores y ya son un 11%, unos 2 millones de hogares (y 3,5 millones de personas), los que tienen su dinero en acciones, según la última Encuesta Financiera de las familias (2011), elaborada por el Banco de España. Con ello, las familias son propietarias hoy del 26,2% de las acciones de la Bolsa española, una inversión de 167.000 millones, según un informe de las Bolsas (BME)Con ello, los pequeños inversores son los segundos dueños de la Bolsa, sólo por detrás de los inversores extranjeros (dueños del 43% de las acciones españolas) y bastante por delante de empresas (16% de la Bolsa), fondos (7,8%), bancos (4,3% y el Estado (propietario del 1,9% de las acciones de la Bolsa española). Una presencia muy elevada de las familias en el parquet, que duplica el peso de las familias europeas en sus Bolsas: 11% en Europa (UE-28), Francia y Reino Unido y 9% en Alemania.

Los españoles que más invierten en Bolsa son los hogares con más renta y donde el cabeza de familia tiene más formación (la mayoría son universitarios) y más de 50 años, según la última Encuesta Financiera de las familias (2011), elaborada por el Banco de España. Además, las acciones están muy concentradas en pocas familias (el 10% de los hogares más ricos concentran el 75% de las acciones) y están muy poco diversificadas: la mitad de los pequeños inversores tienen acciones de una sola empresa (el 20% de dos, el 10 de tres y sólo un 20% de más de tres) y en dos tercios de los casos se trata de acciones de un banco, el del inversor (al que le han “colocado” las acciones en su sucursal).

Al margen del perfil, las familias han invertido más en Bolsa por la crisis de la inversión en inmuebles, la baja rentabilidad de los depósitos y atraídas por las subidas de los últimos años y sobre todo por los dividendos, esa rentabilidad extra que se obtiene anualmente por invertir en determinados valores. De hecho, la Bolsa española ha sido líder mundial en rentabilidad por dividendo en 2014: una media del 5,2% frente al 2% (EEUU)-3,80%(GB) en otros países. Y hay muchas empresas del IBEX que ofrecen rentabilidades por dividendo del 6,2 al 3%, una rentabilidad añadida a lo que suban las acciones (aunque Hacienda se lleve el 20%). Eso sí, las familias han de tener cuidado con su inversión en Bolsa, porque la operativa está en manos de los grandes inversores y fondos extranjeros (movieron el 82,2% de la contratación en 2014) y además la Bolsa española, al ser muy pequeña, es muy volátil: pocos inversores, con pocas operaciones, pueden provocar importantes alzas o bajas en los valores. Y el pequeño inversor cuenta con poca información y escaso asesoramiento.

Junto a la Bolsa, los Fondos de inversión llevan varios años creciendo porque a los inversores les atrae poner su dinero en “cestas de valores”, muy diversificadas, pudiendo cambiar de un Fondo a otro sin penalización fiscal, aunque se pagan excesivas comisiones, mayores que en otros países europeos (mientras al invertir en Bolsa se pagan menores). También crece el ahorro que va a los Planes de pensiones, desde 2011, cuando se aprobó la reforma de las pensiones de ZP, que hizo temer a muchos por su pensión futura. Sin embargo, los españoles invierten en Planes de pensiones menos que otros europeos: tienen Planes unos 8 millones de personas (4,6 con Planes individuales y el resto con planes de empresa o de funcionarios, 700.000), un 26% de los españoles en edad de trabajar, frente al 40% de media en Europa. Y crecen muy lentamente, por la caída de ingresos y ahorro. Así, el ahorro total en Planes supone sólo el 10% del PIB español, mientras en Occidente (34 países OCDE) alcanza el 86% de su PIB, según el último Observatorio de Inverco.

Las aseguradoras y los bancos lanzan cada año campañas para promover los Planes de pensiones, mientras el Gobierno Rajoy ha desalentado las aportaciones, al rebajar a 8.000 euros el máximo que se puede ahora aportar con desgravación (hasta 2014, eran 10.000-12.500 euros, según la edad). Recientemente, el gobernador del Banco de España se ha lanzado a hacer campaña” por los fondos privados, al  asegurar en el Congreso de los Diputados que la demografía conduce “a una reducción inexorable de las pensiones a largo plazo (…). El sistema actual no garantiza el nivel de pensiones que esperan los ciudadanos”. Y por si fuera poco, Luis Linde añadió en otro foro que “los jóvenes deben ahorrar porque la pensión será cada vez menor de forma inevitable, debido al declive demográfico”.

Es grave que un alto dirigente de la política económica siembre dudas sobre el futuro de las pensiones, que es preocupante pero que va a depender mucho de la política que se haga en el futuro: se pueden salvar las pensiones futuras si se favorece la natalidad y el empleo, si se amplían los ingresos públicos, con cotizaciones a la economía sumergida y al subempleo y haciendo pagar más impuestos a las grandes fortunas, empresas y multinacionales, para que la Seguridad Social pueda contar con ingresos adicionales. Pero quizás sea más grave y provocador que el consejo a los jóvenes para que ahorren proceda de un directivo público que cobró 174.733 euros de sueldo en 2014, con un aumento del 5,8% (mientras pedía “moderación salarial” a los trabajadores). Quizás por eso no tenga sensibilidad para recordar que los jóvenes españoles ganan  entre 400 y 1.200 euros y que la mayoría (el 51,36%) están parados y sin cobrar nada. Así es difícil que ahorren y se hagan un Plan de pensiones.

Al margen de esta polémica, la realidad es que el ahorro es una asignatura pendiente de España como país. Ya antes de la crisis, los españoles ahorrábamos menos que la mayoría de países europeos (un 11% de la renta disponible frente al 16% de Francia, Alemania o Suiza), porque teníamos menos ingresos y porque los dedicábamos a comprar casa. Y con la crisis, el ahorro ha caído más aquí porque han caído más también empleos y sueldos. Y como ahorramos menos, nos tenemos que endeudar más, desde el Estado y las empresas a las familias: somos el país más endeudado del mundo (debemos 1,78 billones de euros, el 167% de nuestro PIB) y eso nos deja en manos de bancos, inversores y "mercados”. Una losa para consumir, invertir y crecer.

Así que para salir de la crisis, resulta clave recomponer el ahorro, lo que exige crear más empleo, mejorar salarios y rentas, rebajar impuestos a la mayoría (subiéndoselos a una minoría) y mejorar servicios públicos, ayudas  y subvenciones, para que las familias lleguen mejor a fin de mes. Y dar un mejor trato fiscal al ahorro y a la inversión, para no depender tanto del endeudamiento. Y luego, cuando se recomponga el ahorro, deberíamos cambiar de mentalidad: no enterrarlo en comprar un piso, sino vivir más de alquiler y dedicar el ahorro a la formación de nuestros hijos y a preparar la jubilación. No por miedo, porque fallen las pensiones públicas, sino para complementarlas, para envejecer mejor.