Tras otra semana de infarto en la crisis de la deuda, a pesar del rescate de Irlanda, todo el mundo mira a Portugal y a España, como los próximos en “caer”. Portugal no es Irlanda: menos deuda, menos déficit, una banca bastante saneada y un Gobierno que ha hecho los deberes este viernes, aprobando un duro Presupuesto 2011 (menos gastos e inversiones, bajada de salarios, congelación de pensiones y subida de impuestos), que cuenta con el apoyo tácito (abstención) de la oposición. Pero los rumores interesados apuntan a que tendrá que ser rescatado por Bruselas. Pero si vuelve el baile, que volverá, Portugal no será un cortafuegos: España es la gran pieza a cobrarse y los mercados tienen más que ganar con nosotros.
Ahora, a los inversores les sale más a cuenta especular con España porque nuestro mercado es más liquido(es más fácil entrar y salir) y mueve nueve veces más volumen que los de Irlanda, Portugal y Grecia juntos. O sea, se puede ganar (y perder) más. Los inversores especulan con España por tres caminos. Uno, vendiendo y comprando luego deuda pública por la que ya piden una rentabilidad del 5,2 % (un 30% más que hace mes y medio). Eso va a costarnos como país unos 2.000 millones más este año, que ellos se ganan. El segundo, comprar un seguro (CDS) que protege de un posible impago de la deuda: cuando suena que van a rescatar a un país, el seguro sube (hasta un 53 % estas semanas) y ellos ganan. Y el tercero, entrar en Bolsa, pero apostando a la baja: piden prestado un valor, lo venden y al cabo de un tiempo lo vuelven a comprar para devolverlo. Si tomaron el BBV a 9 euros, por ejemplo, buscan que baje hasta 7,50, como ha pasado y lo recompran con euro y medio de beneficio. Todos los días, varios fondos agresivos juegan así con los bancos españoles y han hecho perder ya a 55.000 millones a la Bolsa española, a 4 millones de ahorradores.
A río revuelto, ganancia de especuladores. Es legal (mientras el G-20 no tome medidas) y no se puede poner puertas al campo. Máxime cuando España necesita colocar el año 2011 casi 200.000 millones de emisiones brutas de deuda, el doble que este año. La cuestión es cómo convencer a los inversores que es rentable comprarla más barata (o al menos, que no se encarezca más). Hacen falta hechos, no palabras. Hacerles ver que tenemos una política económica seria y que no les va a ser rentable especular contra España. Aquí, Europa podría echarnos una mano, si el BCE compra deuda española, para bajar los precios.
España no es Irlanda y hay datos que deberían calmar a los mercados, como que el déficit público ha caído a la mitad hasta octubre, que la deuda pública es más baja que la alemana (62% del PIB frente a 75%), aunque ha crecido mucho y que tenemos los bancos más saneados de Europa. Pero da igual. Los mercados saben que especulando contra España ganan el premio gordo. Pero la Unión Europea debe darse cuenta de que si cae España, se rompe el euro. Y los costes serían demasiado altos para todos (sólo la banca alemana tiene 136.000 millones de deuda española, otros 121.000 la francesa y 83.000 más la británica). Ahí es donde tendría que presionar Zapatero, aunque le falta peso político y credibilidad ante Merkel, Sarkozy y el BCE. Tendría más si la presión a Bruselas la hiciera de la mano de Rajoy, con un frente común para salvar la economía, que sería el mejor mensaje a los mercados.
Todo apunta a que Bruselas seguirá sin tomar decisiones firmes y unitarias para dar confianza y que en España, el debate político impedirá un frente unido para sacar adelante el país. Con ello, los mercados seguirán a lo suyo, a presionar para ganar más, y no habrá una tregua estable. Nos costará más financiar la deuda, los bancos y empresas sufrirán los efectos de un dinero más escaso y más caro, y se agravará la crisis. Un panorama que nos lleva, antes o después, a nuevos ajustes, a más recortes, a menos crecimiento. Y a salir más tarde de la crisis.
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