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lunes, 15 de mayo de 2023

España, el estanco de Europa

Médicos y expertos alertan: las ventas y el consumo de tabaco han aumentado en 2022, un año en que la policía desmanteló el doble de fábricas ilegales de tabaco en España. Ha habido un parón en la reducción del tabaquismo, favorecido por unos precios que son de los más bajos de Europa, lo que incentiva las ventas fronterizas y que los turistas vuelvan con maletas repletas de cartones. Y entre tanto, el tabaco provoca en España un tercio de los cánceres  y 60.000 muertes diarias, más que el COVID (120.000 muertes en tres años frente a 180.000 el tabaco). Y un coste de 8.000 millones extras a la sanidad pública. Pero no se toman medidas. En un cajón del Ministerio de Sanidad está paralizado un Plan antitabaco, consensuado con los médicos y expertos en diciembre de 2021, quizás por ser un año electoral y porque el tabaco recauda 9.113 millones anuales que se reparten el Estado y las autonomías. No olvidemos que el tabaco mata: hay que erradicarlo.

Enrique Ortega

Los datos de ventas y consumo de tabaco en 2022 son preocupantes, ya que vuelven a crecer tras las bajadas provocadas por la Ley antitabaco de 2005 y las limitaciones a fumar aprobadas en 2010. Unas normas que, junto a la subida de precios, tuvieron efectos: si en 2004 se vendieron 4.663 millones de cajetillas, en 2010 ya eran 3.621 millones y en 2019 se vendieron la mitad, 2.242 millones de cajetillas. Las ventas volvieron a bajar en 2020 (2.060 millones), con la pandemia, pero se recuperaron algo en 2021 (2.096 millones), para crecer un +4,09% en 2022, con 2.182 millones de cajetillas vendidas, por valor de 10.076 millones de euros, según los datos del Comisionado para el Mercado de Tabacos. Además, ha crecido también la venta de tabaco para liar (+4,44%), mientras cayó la venta de puros (-1,37%) y el tabaco de pipa (-6,69%). En total, las ventas totales de tabaco alcanzaron los 12.021 millones en 2022, un +6,13% que en 2021 y un +1,32% que en 2019.

Otro indicador que alerta sobre el aumento del consumo es  el salto en las importaciones de tabaco: en 2022, España importó tabaco por valor de 1.723 millones de euros, una cifra récord, muy superior a los 1.537,4 millones importados en 2021. Y aunque también exportamos (315,3 millones en 2022, frente a 232,8 millones en 2021), hay un déficit comercial de -1.408 millones de euros, otro récord, que son divisas que gastamos en humo. Y un tercer indicador del repunte del consumo, el aumento del contrabando: a lo largo de 2022, la Guardia Civil desmanteló 14 fábricas ilegales de tabaco (más cientos de almacenes y distribuidores), “con tecnología punta”, el doble de las desmanteladas que en 2021. Según los investigadores, España se ha convertido en una inmensa fábrica de tabaco ilegal, empujado por las mafias de la droga y de paises del Este, que aprovechan las bajas penas y la alta rentabilidad.

Pero la mayor alerta la ha dado la última Encuesta EDADES 2022, sobre consumo de alcohol, tabaco y drogas en España, publicada por el Ministerio de Sanidad. Ahí se refleja que han aumentado los españoles que han fumado en el último mes: el 37,2% de las personas entre 15 y 64 años, frente al 36,8% en 2020. Y, sobre todo, ha aumentado el consumo diario de tabaco: de hacerlo el 32,3% de encuestados en 2020, ahora son el 33,1% (más que el 30,8% de 2015). Y lo peor es que cada vez se fuma a edades más tempranas (16,4 años los chicos y 16,7 años las chicas). Es más, el 50% de los jóvenes entre 18 y 21 años fuma mensualmente, según datos de la Asociación Española contra el cáncer. Según EDADES 2022, la “prevalencia” del consumo de tabaco es mayor entre los hombres (42,2% que entre las mujeres (32,3%) y se fuma más que la media en Extremadura (43,3%), Comunidad Valenciana (44,3%), Murcia (36,6%), Aragón (34,6%) y Cataluña (34%). El informe señala que cada vez hay más relación entre el tabaco y las drogas (9 de cada 10 fuman cannabis y tabaco). Y que un tercio de fumadores “se han planteado dejar de fumar”, aunque sólo el 42% lo intentan.

Un problema que preocupa a los expertos es el auge en el consumo de cigarrillos electrónicos y vapeadores, que se ha duplicado: si en 2015 lo usaban el 6,9% de los encuestados, en 2022 son ya el 12,2 % (13,6% los hombres y 10,7% las mujeres). Denuncian  que “son el caballo de Troya de las tabaqueras para enganchar a fumar a los más jóvenes”, con estrategias de marketing en redes sociales, donde promocionan que es una forma de “estar al día” y fumar sin peligro. Pero ojo, la Comisión para la Prevención del Tabaquismo (CNPT) alerta: los cigarrillos electrónicos y vapeadores tienen una alta concentración de sustancias cancerígenas y es falso que ayuden a dejar de fumar. Más bien, añaden, son “la nueva puerta para empezar a fumar”, la última estrategia de las tabaqueras.

Con este repunte del consumo de tabaco, España se consolida como el 9º país europeo con más porcentaje de fumadores diarios, según la última estadística de Eurostat (abril 2022), que contabiliza los que fuman todos los días y cuya cifra de consumo es inferior a la de la Encuesta EDADES 2022. Pero sirve para compararnos con el resto de Europa, donde se contabilizan una media de 18,4% de personas que fuman todos los días (el 5,9% una cajetilla diaria o más y el 12,5% restante menos de 1 cajetilla al día). En España se contabilizan un 19,7% de fumadores diarios (4,9% una cajetilla o más), más que en Francia (17,8%) e Italia (16,5%) y menos que Alemania (21,9%) o Austria (20,2%). En general, los europeos que más fuman son los de los paises del Este (28,7% en Bulgaria) y Grecia (23,6%), mientras que los que menos fuman son los suecos (2,4%) y finlandeses (9,9%).

Los expertos reiteran que estas diferencias de consumo de tabaco entre paises tienen mucho que ver con las normas antitabaco vigentes y, sobre todo, con los precios del tabaco en Europa, muy dispares, debido sobre todo al mayor o menor peso de los impuestos. Y aquí, España está entre los paises de Europa con el tabaco más barato: 4,53 euros de media la cajetilla, frente a 4,71 euros en Portugal, 5,16 euros en Italia, 6,18 euros en Alemania, 7,16 en Paises Bajos, 8,60 en Finlandia, 10,19 euros en Francia y 13,43 euros en Irlanda, según la última estadística de Tax Foundation (mayo 2022). Sólo en los paises del Este de Europa, las cajetillas costaban entre 2,77 euros (Bulgaria) y 3,81 euros (Eslovaquia). Eso significa que España tiene el tabaco más barato que otros 15 paises europeos, debido sobre todo a que aplica menos impuestos (2,80 euros de impuestos especiales frente a 3,44 euros de media en la UE-27, 6.14 euros Francia y 6.88 euros Irlanda, más el IVA).

El precio del tabaco en España subió 2 veces en 2022 y en 2023 ha vuelto a subir (los estancos han publicado 17 actualizaciones de precios este año), con lo que una cajetilla oscila entre los 4,85 euros de Nobel, los 5,10 euros de Winston y los 5,35 euros de Marlboro (la mitad de precio que en media Europa), precios que incluyen un 80% de impuestos (especiales +IVA), cuando hay paises que aplican el 85 y hasta el 90%. Esto hace que España se haya convertido en el estanco de Europa, con cientos de miles de franceses comprando en el norte del país (sobre todo en Cataluña, donde los estancos se forran) y con los turistas (británicos, franceses, alemanes y nórdicos) arramplando con cajetillas cuando vuelven de vacaciones en España (más desde Canarias). Un dato oficial: las ventas de tabaco a turistas crecieron un +24% en 2022. Y en el caso de Baleares, la venta a turistas aumentó un +40%, según el Comisionado para el Mercado de Tabacos.

Médicos y expertos alertan sobre este repunte del tabaco y los bajos precios en España, recordando que se fomenta un consumo que mata. La Organización Mundial de la Salud (OMS) cifra en 8 millones las personas que mueren cada año a causa del tabaco (1,2 millones “por el humo ajeno”, sin ser fumadores), sobre todo en los paises pobres y en desarrollo. En Europa se estima que son 700.000 los muertos al año por tabaquismo. Y en España, el tabaco mata a unas 60.000 personas al año, según la Sociedad Española de Neumología t Cirugía Torácica (SEPAR), que lo considera la 1ª causa de muerte evitable y prematura. Eso significa que el tabaco mata más que la COVID: si la pandemia ha provocado 120.000 muertes en 3 años, el tabaco habrá matado a 180.000…

Además, si no se fumara, desaparecerían un tercio de los cánceres diagnosticados en España, según la Asociación de Lucha contra el Cáncer (AECC), quien recuerda que el tabaco no sólo provoca cáncer de pulmón, boca o laringe sino que está detrás de otros cánceres, como el de páncreas, hígado o vejiga. Y los expertos estiman que el tabaco provoca anualmente un gasto sanitario de 8.000 millones de euros (8,8 de cada 100 euros de gasto total), además de un elevado coste económico, por bajas e invalideces.

Por todo este trágico coste, en vidas y gasto sanitario, la OMS lleva décadas intentando que los paises luchen más activamente contra el tabaquismo. Ya en 2003, la Asamblea mundial de la OMS aprobó por unanimidad el Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMCT), un abanico de medidas (reducción de la publicidad, recorte del consumo, empaquetado genérico, regulación cigarrillo electrónico, protección menores…) que la mayoría de paises no aplican. En España, la mayoría de estas medidas promovidas por la OMS se incluyeron en el Plan integral de Previsión y Control del Tabaquismo 2021-2025, redactado por el Ministerio de Sanidad en octubre de 2021 y consensuado con los médicos y asociaciones profesionales en diciembre de 2021. Pero el Plan antitabaco lleva año y medio guardado en un cajón del Ministerio de Sanidad y nadie sabe si se va a aprobar o no en este año electoral, donde el Gobierno parece haber optado por no enfrentarse a hosteleros y fumadores.

El objetivo de este Plan antitabaco no aprobado es reducir el consumo de tabaco un 30% para 2025 (sobre el consumo de 2010). Para ello, el borrador contemplaba 4 medidas básicas. Una, subir los impuestos al tabaco (ahora en el 80% del PVP), colocándolo entre el 85 y el 90% del precio final, lo que encarecería la cajetilla y reduciría el consumo. La segunda medida clave sería prohibir fumar en las terrazas de los bares (un tema muy polémico) y otros espacios públicos, desde playas a paradas de autobús. La tercera, obligar a un empaquetado neutro, genérico. Y la cuarta, proteger a los jóvenes, con una normativa más restrictiva del uso de cigarrillos electrónicos y vapeadores y su promoción en conciertos, redes sociales e influencers. Además, contemplaba una mayor restricción de la publicidad indirecta del tabaco y la realización de campañas públicas, sobre todo entre jóvenes.

Los médicos y expertos llevan más de un año pidiendo que Sanidad apruebe este Plan antitabaco que consensuó con ellos en diciembre de 2021. No se explican las razones del retraso, aunque lo achacan a motivos electorales: no enfrentarse con el sector turístico y hostelero ni con los fumadores, evitar que proliferen los defensores de “la libertad de fumar”. Y algunos hablan de motivos económicos, no poner en peligro los impuestos que recauda el tabaco: 9.113,4 millones de euros recaudados en 2022, por impuestos especiales (6.880 millones) e IVA (el resto. Y eso es algo que concierne no solo al Gobierno sino también a las autonomías (se llevan el 58% de lo que recauda el tabaco por impuestos especiales y la mitad de lo que paga por IVA, o sea, 5.106 millones en 2022).

A la vista de que el Plan antitabaco no se aprueba, 70 organizaciones médicas, profesionales y ciudadanas firmaron, en noviembre de 2022, la “Declaración Endgame Tabaco España 2030”, que pretende ser una “hoja de ruta” para luchar contra el tabaquismo, con un doble objetivo: reducir el consumo de tabaco del 33,1% actual al 5% en 2030 y por debajo del 2% en 2040, algo que parece “imposible”. Para lograrlo proponen: duplicar el precio del tabaco en España (subirlo de golpe a 10 euros la cajetilla y luego llegar a los 20 euros, escalonadamente, para 2030), imponer un empaquetado genérico neutro, creación de más espacios públicos libres de humo, equiparar la legislación y publicidad de los cigarrillos electrónicos y vapeadores a la del tabaco y realizar campañas públicas sobre los daños del tabaco, sobre todo entre los jóvenes y en colegios y Universidades. Y como colofón, prohibir la venta de tabaco a los nacidos después de 2010, “empezar a crear la primera generación sin tabaco”, como ya ha hecho Nueva Zelanda (prohíbe la venta a los nacidos a partir de 2009) y quiere hacer Finlandia (prohibiendo la venta a jóvenes a partir de 2030).

Mientras el Gobierno Sánchez no se atreve a aprobar el Plan antitabaco que tiene en el cajón, el nuevo ministro de Sanidad aprobó el pasado 11 de abril dos “parches”, dos medidas de choque menos polémicas que ya ha consultado con médicos y profesionales. La primera, introducir el empaquetado genérico en las cajetillas de tabaco, como hacen ya muchos paises. Y la otra, regular los cigarrillos electrónicos y vapeadores (sin legislación), prohibiendo determinados aditivos (peligrosos), utilizados para atraer a los jóvenes.

En resumen, hay más fumadores y demasiadas muertes porque falta voluntad política para acabar con el tabaco, una droga que mata y tiene enormes costes sanitarios, económicos y sociales. Urge un Pacto nacional contra el tabaco, entre Gobiernos, médicos, profesionales y ciudadanos, para limitar al máximo su consumo y cercarlo sin contemplaciones, porque fumar no tiene nada que ver con la libertad sino con el suicidio. Hay que tomar las medidas que haga falta para que dentro de una o dos generaciones, casi nadie fume. Un país sin humo.

jueves, 20 de junio de 2019

Se fuma más: el mayor riesgo para la salud


Las ventas de tabaco en España vuelven a subir en 2019, tras aumentar en 2018, por primera vez desde 2015. Y han aumentado los fumadores, hasta los 9 millones, más que en 2005, antes de las dos Leyes antitabaco. El tabaquismo es el mayor problema de salud pública mundial para la OMS, porque provoca 8 millones de muertes al año, 52.000 muertes en España. Una epidemia que dispara gastos sanitarios y laborales, con un coste de 1 billón de euros, 16.000 millones en España. Médicos y expertos denuncian que “se ha bajado la guardia” contra el tabaco, aunque sea el mayor riesgo para la salud. Y piden que se cumpla la Ley que impide fumar en lugares públicos y se extienda a recintos deportivos, playas y coches con niños. Y subir los impuestos y el precio de la cajetilla, la mitad que en media Europa. Y que Sanidad pague los fármacos anti-tabaco, medida que aprobará este año. Guerra abierta al tabaco.

enrique ortega

El cigarrillo es el artefacto más mortífero en la historia de la civilización humana”, según declaró a la BBC el historiador británico Robert Proctor: sólo en el siglo XX produjo 100 millones de muertos, más que las dos guerras mundiales juntas. Y en este siglo XXI, si no se toman medidas drásticas, provocará otros 450 millones de muertos sólo hasta 2050, según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Por eso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de reiterar que el tabaquismo es “una de las mayores amenazas para la salud en el mundo” y ha pedido a los paises que refuercen sus medidas contra el tabaco, dado que dos tercios del mundo no vigilan ni reducen su consumo.

Uno de cada cinco habitantes de la Tierra (mayores de 15 años) fuma: son 1.100 millones de personas y casi la mitad  acabarán enfermando o muriendo por el tabaco, el primer factor de riesgo de cardiopatías y quien provoca casi la mitad de las muertes cardiovasculares así como el 30% de los cánceres (el 80% de los de pulmón) y múltiples enfermedades respiratorias, así como infertilidad, abortos y problemas en los niños que respiran su humo. La OMS alerta que el tabaco mata a una persona cada 4 segundos: 8 millones de muertes al año, de las que 1 millón son no fumadores expuestos al humo de los demás (humo que contiene 4.000 productos químicos, de los que 250 son nocivos y 50 cancerígenos). De hecho, la OMS alerta que 165.000 niños mueren al año en el mundo por respirar humo ajeno. Y sobre  los fumadores activos, indica que 1 de cada 6 fallece prematuramente.

Además, la OMS advierte que las enfermedades provocadas por el tabaco están colapsando la sanidad de muchos paises, provocando enormes costes económicos, a los que hay que añadir los costes del tabaquismo para las empresas, por absentismo y bajas laborales. En conjunto, el coste económico del tabaquismo asciende a 1,4 billones de dólares anuales (1,16 millones euros), el 2% del PIB mundial, según un estudio de Tobacco Control. Y a ello habría que añadir los problemas que plantea el comercio ilícito, el contrabando de tabaco (1 de cada 10 cigarrillos en el mundo), que financia las mafias, el crimen organizado y el tráfico de personas, además de reducir los ingresos fiscales.

En Europa, el tabaco causa la muerte de 650.000 europeos al año, de ellos 52.000 españoles, según el Comité para la Prevención del Tabaquismo (CNPT). En España se fuma por encima del promedio de la OCDE: hay un 22,1% de mayores de 15 años que fuman diariamente (2016), frente al 16,8% en la OCDE, el 25% en Grecia, el 17% en Portugal, el 22% en Francia, el 20% en Italia y el 16% en Portugal, según el Barómetro de Salud de FEDEA 2018. Pero los últimos datos de Sanidad, la Encuesta EDADES 2017,  revela que está aumentado el número de fumadores: el 34% de los españoles (15 a 64 años) ha fumado en el último mes, frente al 30,8% en 2005 y el 32,8% de 2005, cuando se aprobó la primera Ley antitabaco, seguida de otra en 2010 (año con el 30% de fumadores). Y la última Encuesta del Semfyc, de mayo de 2019, lo confirma: en 2018 fumaban el 23,2% de españoles, un 2,3% más que en 2017.

Son unos 9 millones de fumadores (5 millones hombres y 4 millones mujeres), concentrados sobre todo en familias de rentas bajas y medias, aumentando los fumadores entre las mujeres y sobre todo entre los jóvenes: el 24% de los “veinteañeros” son fumadores, según la Encuesta de Semfyc. Y empiezan a fumar mucho antes. Somos el país europeo donde los adolescentes empiezan antes a fumar, a los 14 años, según la Encuesta ESTUDES (y cada vez más, a los 11 y 12 años). Y España encabeza también el ranking europeo de adolescentes que fuman, el 33% de las chicas y el 29% de los chicos de 14 a 18 años, según la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia (SEMA). Un hábito que, según los médicos, causa serios problemas a los jóvenes: asma, enfermedades respiratorias y vasculares o trastornos en la alimentación y el sueño.

Este aumento de los fumadores, tras unos años a la baja o estabilizados, se confirma con los datos de ventas de tabaco en España, que aumentaron en 2018 (11.752 millones de euros, un +0,87%) y más este año 2019 (3,64 millones hasta abril, un +2,5%), tras bajar las ventas desde 2010 (salvo en 2015), según los datos del Comisionado para el Mercado de Tabacos. El número de cajetillas vendidas crece este año 2019 un +2,1% (690.000 hasta abril), tras 10 años bajando o estancadas (2,231 millones en 2018 frente a 2,237 en 2017), algo que se debe a dos factores. Uno, que muchos fumadores se han pasado del cigarrillo al tabaco de liar, más barato, cuyas ventas se han disparado: de 209 millones en 2007 a 1.002 millones de euros en 2018. Y el otro, el auge del contrabando de tabaco, que ya supone el 9,3% del consumo y que en algunas regiones, como Andalucía llega al 31,1% (casi la mitad viene de Gibraltar), según la consultora IPSOS. De hecho, en 2018 se aprehendieron 775.052 cajetillas de tabaco (7% ventas), según el Comisionado para el Mercado de Tabacos.  Y cada año se desmantelan fábricas clandestinas de tabaco, promovidas por mafias del Este.

España, con 4.580 millones de cigarrillos anuales (2017), es el 8º fabricante de tabaco en Europa (1,02%), un mercado que produjo 447.000 millones de cigarrillos en 2017 (950 cigarros por europeo), por un valor de 4.900 millones de euros, según datos de Eurostat. El primer fabricante es Alemania (31%, casi 150.000 millones de cigarrillos fabricados), seguida de Polonia (23%), Rumania (14%), Grecia y Portugal (5% cada uno) y Bulgaria (4%). En el mercado español, las cuatro grandes multinacionales tabaqueras se reparten las ventas, según el Comisionado para el Mercado de Tabacos: el 32,10% la norteamericana Philip Morris (Marlboro, LM, Chesterfield), el 28,23% Altadis, antigua Tabacalera controlada ahora por la británica Imperial Brands (R1, Ducados, BN, Fortuna, West), el 23,08% la japonesa JTI (Winston, Silk Cat) y otro 11,39% la británica BAT (Vogue, Lucky Strike, Rothsmans).

El negocio del tabaco vende en España por valor de 11.752 millones de euros, una cifra similar a la de 2007 (11.809 millones), aunque ha bajado desde el máximo de 2010 (12.992 millones), por las dos Leyes antitabaco. Y también se ha estabilizado la recaudación fiscal: el tabaco aportó 7.016 millones en impuestos en 2018, casi lo mismo que en 2017 (6.978) y un 14% más que en 2014 (6.153 millones). Una cifra insuficiente para financiar los costes sanitarios que provoca el tabaco en España, 7.695 millones anuales, según la cifra estimada por el CNPT sólo para paliar las 5 principales enfermedades que produce (patología coronaria, EPOC, asma, enfermedad cerebrovascular y cáncer de pulmón). Y a eso habría que añadir otros 8.780 millones de costes para las empresas, por absentismo, pérdida de productividad y limpieza. En total, 16.475 millones de costes anuales, a sumar a los miles de enfermos y los 1.000 muertos a la semana.

Por todo ello, el tabaco se ha confirmado como el mayor problema de salud pública, en el mundo y en España. Lo peor, según la OMS, es que la mayoría de personas no está informada de las graves consecuencias del tabaquismo: así, un estudio en China reveló que dos tercios de la población no sabía que el tabaco causaba graves enfermedades. Y además, no se toman medidas: sólo 26 paises (33% de la población mundial) disponen de servicios nacionales para ayudar a dejar de fumar, según la OMS. Y sólo 37 paises (15% de la población mundial) prohíben la publicidad del tabaco, mientras la mayoría apenas lo penalizan con impuestos: sólo 32 paises (10% población mundial) imponen impuestos al tabaco que superan el 75% de su precio. Y aunque hay ya 78 paises (47% población mundial) que advierten en las cajetillas de los riesgos del tabaco, estas advertencias (“el tabaco mata”) no funcionan.

En general, la guerra contra el tabaco no avanza apenas porque la industria tabaquera es muy poderosa y su negocio factura 633.000 millones de euros al año, algo más de la mitad del PIB español (1,2 billones). Con esta fuerza, las multinacionales intentan ganar nuevos mercados en paises pobres y en desarrollo (Asia, África y Latinoamérica) y nuevos clientes, entre las mujeres y los jóvenes, presionando a los Gobiernos para que no suban los impuestos al tabaco y buscando fórmulas para eludir las restricciones a la publicidad y para lanzar nuevos productos. Así, la OMS acaba de denunciar el uso de la Fórmula 1 y la MotoGP para hacer publicidad encubierta del tabaco en estos deportes multitudinarios. Y se han disparado las ventas de “tabaco alternativo”, los cigarrillos electrónicos (de 6 millones vendidos en 2011 a 38 millones en 2018) y el tabaco calentado (PTC), que utilizan ya 7 millones de fumadores en el mundo. Son dos formas de seguir fumando, que tratan de atraer a los jóvenes (en España, el 20,1% de los adolescentes de 14 a 18 años han “vapeado” alguna vez) y que son rechazados por nocivos, tanto por la OMS como por los médicos (“su nicotina les hace adictivos y es una puerta trasera para acabar fumando”) y el Ministerio de Sanidad.  

Frente a estos intentos de la poderosa industria tabaquera por sobrevivir, la OMS ha propuesto a los Gobiernos las 6 medidas MPOWER (iniciales en inglés de cada una): vigilar el consumo de tabaco y medidas de prevención, proteger a toda la población del humo, ofrecer asistencia a los que quieran dejar de fumar, advertir de los peligros del tabaco, hacer cumplir las prohibiciones sobre publicidad, promoción y patrocinio y aumentar los impuestos al tabaco. Y además, controlar el contrabando, un tabaco aún más peligroso para la salud.

En España, los principales Colegios de médicos, enfermeros, farmacéuticos, psicólogos  y otros profesionales de la salud, junto con numerosas sociedades científicas y asociaciones de pacientes y consumidores, firmaron en junio de 2018 esta “Declaración por la salud y para elavance de la regulación del tabaco en España”. En ella, advierten que “se ha bajado la guardia” en la lucha contra el tabaquismo, dado que 1 de cada 4 adultos fuma y sigue habiendo una gran parte de la población expuesta al humo, porque se permite fumar en muchos lugares públicos y en los regulados, no se cumple la Ley antitabaco. Y dado que el tabaco “causa la muerte prematura a la mitad de los fumadores habituales”, piden al Gobierno que se tomen con urgencia medidas, básicamente cuatro.

La primera y fundamental, actuar sobre los impuestos del tabaco. Por un lado, aumentar el impuesto del tabaco (especiales + IVA), que es más bajo en España: supone un 78,8% del precio de venta, en línea con Portugal (78,1%), Italia (74,4%) y Alemania(74,4%), pero mucho más bajo que en Finlandia(86%), Reino Unido e Irlanda (84%), Grecia (83,9%), Polonia (81,2%) o Francia (80,8%), según datos de Eurostat (2016). Y con ello, una cajetilla de Marlboro, por ejemplo, cuesta en España 5 euros (como en Portugal), en Italia 5,40, en EEUU 6,2 euros, en Francia 8 euros, en Reino Unido 11,23 euros y en Australia 18,34 euros. Por otro, equiparar los impuestos a todo el tabaco, porque ahora pagan menos el tabaco de liar o de pipa (cuyas ventas también se han disparado, para fumarlo) y los electrónicos. Los expertos indican que una subida de precio del 1% reduce el consumo de tabaco un 10%.

La segunda medida es actuar sobre la publicidad del tabaco, siendo más estrictos en la prohibición legislada (ampliándola a tabaco de liar, pipas, cigarrillos electrónicos y estancos) y suprimiendo los patrocinios. Y aprobar el “etiquetado neutro”, cajetillas sin marca y con fotos y advertencias de riesgo (vea aquí fotos de cajetillas así etiquetadas). Esta medida baja las ventas, porque quita a la cajetilla todo el “atractivo” de la marca y diseño actual. Ya ha sido aprobada por 9 paises: Australia (2012), Francia y Reino Unido (2016), Noruega e Irlanda (2017), Nueva Zelanda y Hungría (2018), Uruguay (enero 2019) y Eslovenía (para enero 2020), según este informe. Y estudian implantarlo Canadá, Finlandia, Bélgica, Rumanía, Turquía y otros 11 paises de Asia, África y Latinoamérica.

La tercera medida importante que proponen es exigir el cumplimiento de la prohibición de fumar en los lugares públicos que fija la Ley, ampliando la prohibición a cigarrillos electrónicos y a otros lugares públicos (recintos deportivos o playas y paradas de autobuses) y en coches con niños, una prohibición que va a aprobar este año la Generalitat de Cataluña. Y en paralelo promover campañas públicas contra el tabaco y en favor de los "hogares sin humo".

Su cuarta propuesta es incluir los tratamientos contra el tabaco en la sanidad pública (SNS), dado que consideran el tabaquismo comouna enfermedad más que hay que tratar”. Hoy por hoy, los medicamentos contra el tabaco (parches y pastillas), sólo se financian en Navarra, desde 2017 (el paciente paga sólo una parte, como en las demás recetas), con un gran resultado (tienen un 10% de fumadores menos que la media). Si se incluyera en el SNS, el coste sería de unos 61 millones de euros, pero ayudaría a la deshabituación de 18 de cada 1.000 fumadores: unas 200.000 personas dejarían de fumar al año, según un estudio de la Universidad Internacional de Cataluña. Eso habría que combinarlo con unidades contra el tabaquismo en los hospitales, ayuda psicológica y mayor formación a los médicos de familia. Con esta combinación, fármacos financiados y atención psico-sanitaria, podrían dejarlo del 30 al 40% de los fumadores, frente al 5% que hoy lo consiguen sin ayuda, según estima la sociedad científica Sociodrogalcohol. Es mucho: ahorraría 350 muertes a la semana y 5.600 millones de costes sanitarios y laborales anuales. Es como para intentarlo.

De momento, la ministra de Sanidad en funciones ya dijo en mayo que están preparando el expediente para incluir los fármacos antitabaco en las recetas, quizás este año, aunque va a depender de las autonomías (que pagan la parte pública de los medicamentos) y de los laboratorios, con los que se quieren negociar precios (las pastillas cuestan 68 euros para un mes y los parches 107 euros). También se abordará con las autonomías exigir un mayor cumplimiento de la Ley antitabaco en espacios públicos, quizás aprobando su extensión a espacios deportivos, paradas de autobús, playas y coches. Y Sanidad abre también la puerta a aprobar una nueva Ley antitabaco en esta Legislatura.

Son medidas concretas que habría que aplicar sin demora, en una guerra sin cuartel contra el tabaco, el mayor riesgo para la salud. Es urgente que nos lo tomemos en serio, cada uno y el país en conjunto. Porque nos estamos jugando la vida, la de los que fuman y la de los que estamos al lado y respiramos su humo, niños y embarazadas sobre todo. Adiós al tabaco.

jueves, 6 de julio de 2017

El consumo de tabaco apenas baja


La venta de tabaco lleva 4 años estabilizada en España, entre 2013 y 2016, tras haber bajado casi a la mitad desde 2009, por las Leyes antitabaco de 2005 y 2010, cuyo efecto se ha  frenado. Y aunque este 2017 bajan algo las ventas, por la subida de impuestos y precios en enero, los médicos alertan de que todavía el 31% de españoles fuman cada día, más que la media europea. Y les preocupan sobre todo los jóvenes: España es el país europeo con más adolescentes que fuman y donde empiezan antes, entre los 11 y 13 años. Por todo ello, médicos y expertos piden un Plan nacional contra el tabaquismo, con más recursos, Campañas públicas (no se hacen desde 2007), ayudas a los tratamientos farmacológicos y psicológicos, cajetillas sin marca  y una subida de impuestos, la medida más efectiva. Y eso porque el tabaco causa 55.000 muertos al año y provoca el 12% del gasto sanitario público. Guerra abierta al tabaco.



                                                                     enrique ortega  

Uno de cada cinco habitantes de la Tierra (mayores de 15 años) fuma: son 1.100 millones de personas y muchos acabarán enfermando y muriendo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), que considera al tabaco como el primer factor de riesgo sanitario, por delante del sobrepeso y el sedentarismo. De hecho, el tabaco es responsable de 100 millones de muertes en el mundo durante el siglo XX, el doble de muertes que provocaron las 2 Guerras Mundiales. Y si no se toman medidas drásticas, el tabaco provocará otros 450 millones de muertes en el mundo sólo en la primera mitad de este siglo XXI (2000-2050), según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Además de provocar enfermedades y muertes, el tabaco tiene un alto coste económico, tanto para las empresas (por absentismo y pérdida de productividad) como para los sistemas sanitarios: su coste asciende a 1,4 billones de dólares anuales, el 2% del PIB mundial, según un estudio de Tobacco Control.

En el mundo, el tabaco provoca cada año 7 millones de muertes, la mayoría a los propios fumadores (6,1 millones), pero también a los que están al lado (890.000 muertes de “fumadores pasivos”), según la OMS, que revela que el 80% de las muertes por tabaco se producen en paises pobres y en desarrollo. Y 700.000 muertes por tabaco se producen cada año en Europa, 55.000 muertes en España. Los médicos alertan que el tabaco es el primer factor de riesgo de cardiopatías y provoca casi la mitad de las muertes cardiovasculares en varones de 30 a 44 años, así como el 30% de todos los cánceres (el 80% de los de pulmón) y muchas enfermedades respiratorias e incluso en niños (que comparten el humo de sus padres). Se estima que en España, el tabaco provoca unos gastos sanitarios de 8.000 millones de euros anuales (el 12% del gasto sanitario público) y unos costes a las empresas de otros 8.000 millones, evaluando los costes de las bajas y la menor productividad.

En España, las leyes antitabaco de 2005 (con normas que restringían la venta, la publicidad y el consumo) y de 2010 (limitando fumar en lugares públicos) supusieron un gran freno al consumo de tabaco, que bajó casi a la mitad: de 4.067 millones de cajetillas vendidas en 2009 a un mínimo de 2.375 millones de cajetillas en 2013. Pero a partir de ahí, el efecto disuasorio se frenó y el consumo de tabaco se ha estabilizado en 2014 (2.339 millones de cajetillas vendidas), 2015 (2.325 millones) y 2016 (2.323 millones de cajetillas), según los datos del Comisionado para el Mercado de Tabacos. Y lo mismo ha pasado con el importe de las ventas: si en 2013 las tabaqueras ingresaron 10.217 millones de euros en España, en 2015 y 2016  habían ingresado 10.312 millones, un 1% más. A favor del estancamiento en el consumo de tabaco han jugado unos precios estables y la mejora de la economía.

Ahora, en 2017, el consumo de tabaco ha bajado algo, un 3% de enero a mayo (870 millones de cajetillas frente a 898 en 2016), según los datos oficiales, porque el tabaco subió de precio en enero, entre10 y 15 céntimos por cajetilla, al repercutir las tabaqueras la subida de impuestos aprobada por el Gobierno en el Presupuesto 2017 (el tipo específico subió un 2,5% y el 6,8% para el tabaco de liar). Una subida que pactaron las tabaqueras entre ellas, según denuncia el expediente abierto por la Comisión de la Competencia (CNMC), que acusa a Philip Morris, Altadis, Japan Tobacco Internacional y British American Tobacco (las 4 multinacionales que controlan el 96% del tabaco que se vende en España) de pactar precios y normas de mercado, lo que puede acarrearlas elevadas multas a estas tabaqueras.

A pesar de esta mínima bajada de ventas en 2017 , los expertos destacan que la caída del consumo de tabaco lleva años estabilizada, sin avanzar. Y más porque los datos oficiales de consumo no reflejan el tabaco de contrabando que se fuma: el tabaco ilegal supone el 7,7% del consumo legal (nada menos que 180 millones de cajetillas), segúndatos de Altadis, aunque hay dos zonas donde supone un tercio del consumo: Andalucía (el 28% del tabaco que se fuma es de contrabando) y Extremadura (20%). Por eso, aunque Andalucía es una de las regiones españolas con más fumadores, figura por debajo de la media en la estadística oficial de consumo de tabaco, publicada por el Comisionado para el Mercado de Tabacos: 64 cajetillas por habitante, frente a las 79 cajetillas de media en España o las 116 cajetillas de Navarra y las 114 de Baleares. Y lo mismo, el contrabando, explica el bajo consumo oficial de tabaco de Extremadura (82 cajetillas por persona) y Galicia (76).

Al final, los datos indican que España sigue teniendo un alto porcentaje de fumadores, a pesar de las leyes antitabaco: un 31% de españoles entre 15 y 64 años han fumado en el último mes, según el Informe 2016 sobre Alcohol, Tabaco y Drogas ilegales, publicado por el Ministerio de Sanidad. Y el último Eurobarómetro indica que España es el 9º país europeo que más fuma: un 28% de españoles (datos 2015), por encima de la media europea (26% en la UE-28), por debajo de Grecia (38% fumadores), Bulgaria y Francia (36%), Letonia (32%), Polonia (30%), república Checa o Lituania (29%), pero muy por encima de paises que han reducido drásticamente el consumo de tabaco, como Suecia (7% de fumadores), Reino Unido(17%) o Dinamarca, Bélgica, Irlanda y Holanda (20% fumadores).

Con todo, lo que más preocupa a médicos y expertos son los jóvenes: el 25,9% de los chicos y chicas españoles entre 14 y 18 años ha fumado en el último mes, según la última encuesta ESTUDES (datos 2014). Y los pediatras han dado la alerta: España encabeza la clasificación europea de adolescentes que fuman, el 33% de las chicas y el 29% de los chicos de 14 a 18 años, según datos de la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia (SEMA). Y además, somos también el país europeo donde los adolescentes comienzan antes a fumar, entre los 13 y 14 años, según la Encuesta ESTUDES (y cada vez más, a los 11 y 12 años). Un hábito que causa serios problemas médicos a los adolescentes, como asma, enfermedades respiratorias y vasculares, además de trastornos en la alimentación y el sueño.

Rajoy, en cinco años y medio de Gobierno, no ha tomado ninguna medida extra contra el tabaquismo, salvo trasponer la Directiva europea del tabaco de mayo de 2014, aprobando el pasado 9 de junio una serie de normas, con 13 meses de retraso (somos, junto a Luxemburgo, el país de los 28 que más se ha retrasado en aplicar las normas antitabaco europeas, que debían haberse adoptado en mayo de 2016). El cambio principal, que las tabaqueras llevan aplicando desde hace un año (para evitar problemas con Bruselas) es que las cajetillas tienen ahora alertas sanitarias (fotos y textos) más grandes, que ocupan el 65% del frontal y el 50% de los laterales. También se eliminan los tabacos con sabores y el mentolado, aunque se da de plazo a las tabaqueras hasta 2020. Y se prohíben las cajetillas de menos de 20 cigarrillos, exigiendo además un tamaño mínimo a las bolsas del tabaco de liar. Y se restringe el cigarrillo electrónico, con más advertencias en el envase y una reducción de líquidos.

Son pasos en la buena dirección, aunque lleguen con retraso. Pero médicos y expertos creen que hay que ir más allá, que España ha perdido iniciativa en la lucha contra el tabaco frente a otros paises europeos más decididos, como Reino Unido o los paises nórdicos. Y proponen dar un salto, como en 2005 y 2010, considerando el “tabaquismo como una enfermedad crónica” y aprobando  un Plan integral contra el tabaco, propuestas lanzadas en común por el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT), la Fundación Española del Corazón (FEC) y la Asociación Española contra el Cáncer (AECC). Un Plan estatal, con apoyo político y más recursos, para promover medidas eficaces contra el tabaquismo.

La primera medida sería financiar los tratamientos farmacológicos y psicológicos contra el tabaquismo, que hoy no cubre la sanidad pública, salvo ayudas parciales a la financiación de fármacos en Canarias y Cataluña. No tiene sentido que se financien los medicamentos contra la diabetes o la tensión arterial y no los medicamentos con vareciclina y otros sustitutos de la nicotina, que podrían ayudar a dejar de fumar y evitar muchas enfermedades y costes sanitarios, lo mismo que determinados tratamientos psicológicos. De hecho, los gobiernos autonómicos de Navarra, Comunidad Valenciana y Madrid han anunciado que van a subvencionar los tratamientos antitabaco. Pero los médicos creen que debería ser una medida estatal, dentro de un Plan nacional contra el tabaquismo que también refuerce la atención a los fumadores en toda la sanidad pública, desde pediatras y médicos de familia a la ampliación de las unidades de tabaquismo de los hospitales, con más medios y recursos.

Otra necesidad es impulsar Campañas de prevención contra el tabaquismo, sobre todo en los jóvenes. No se entiende que la última campaña antitabaco se hiciera en 2007. Ni que la Dirección general de Tráfico, por ejemplo, gaste 12 millones de euros en las Campañas de prevención de accidentes y el Estado no gaste un euro en Campañas contra el tabaco, que mata 50 veces más que el tráfico y la carretera.

Un tercer frente de actuación es subir los impuestos, la medida más eficaz contra el tabaco según la OMS. En España, la fiscalidad del tabaco (impuestos especiales más IVA) supone un 78,7% del precio final. O sea, que si una cajetilla de Marlboro cuesta 4,95 euros hoy, 3,89 euros son impuestos. Un porcentaje mayor de impuestos del que pagan los carburantes (51% del precio final) o el alcohol (42%). Pero aun así, el tabaco en España está en la media de impuestos en Europa. Paga más que en Alemania (74,4%), Italia (76,7%), Holanda (77,5%) o Bélgica (77,5%), pero menos que en Finlandia (86% precio final), Reino Unido (84%), Irlanda (84,1%), Grecia (83,9%) o Polonia (81,2%). O sea, que hay margen para subir impuestos en España. Y más cuando el precio del tabaco en España es un 16% más barato que la media europea, según los últimos datos de Eurostat (2015): su índice de coste es 84, frente a 100 en la UE-28, 118 en Suecia, 127 en Francia o el 218 de Reino Unido (casi el triple de precio que España). Sólo hay 14 paises de los 28 con el tabaco más barato que en España y de ellos, 12 son paises del Este (los otros dos, Grecia y Chipre).

También se puede avanzar en el diseño de las cajetillas: médicos y expertos creen que sería más disuasoria  una cajetilla sin marca, un empaquetado genérico sin logos ni información promocional. Australia ya introdujo estas cajetillas “blancas” en 2012 y luego las han aprobado Reino Unido, Irlanda, Francia y Hungría. La Comisión Europea deja que esto lo decida cada país, pero el Gobierno Rajoy no quiere aprobar estas cajetillas, que defiende la OMS. Otras medidas propuestas son el control de la publicidad encubierta del tabaco (en la TV y el cine), el mayor rigor con las terrazas de bares y restaurantes y ampliar los espacios sin humo: a los estadios de fútbol (como ha legislado el Gobierno vasco), a los alrededores de edificios públicos, hospitales y centros educativos, e incluso al interior de coches y hogares donde se fume y haya niños menores. Ampliar más aún la “guerra contra el tabaco”.

Se fuma menos pero todavía se fuma demasiado y llevamos tres años de “impasse” en la batalla contra el tabaco, que se cobra 150 muertos diarios y colapsa nuestra sanidad. Hay que tomárselo más en serio, con medidas más duras y eficaces, la principal que el tabaco sea más caro: subir un 5% la cajetilla (25 céntimos) evitaría 3.000 muertes en España los próximos 20 años, según cálculos del CNPT. Habría que hacerlo, dentro de ese Plan integral contra el Tabaco que debería aprobarse cuanto antes. Hay que acabar de una vez con un hábito que enferma, mata, arruina nuestra sanidad y amenaza a los más jóvenes. Guerra al tabaco, una epidemia que debería terminar este siglo.