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lunes, 20 de marzo de 2017

Las empresas ganan más que antes de la crisis


Tras 8 años de crisis, España y los españoles no han recuperado aún la producción y la renta  de antes de la crisis. Pero las empresas sí: en 2016 ganaron ya más dinero que en 2008, según el INE. Los beneficios de las empresas cotizadas aumentaron un 13,2% en 2016 y aumentarán otro 24,8% este año, mientras los sueldos suben un 1,1%. Con ello, las empresas han aumentado su trozo del pastel de la renta desde 2008, mientras los trabajadores tocan a menos. Ahora, cuando las empresas entran en su 4º año con beneficios, deberían aprovecharlos para cumplir 4 tareas claves: invertir, crear más empleo estable, pagar más impuestos (para reducir la pobreza y desigualdad)  y subir más los salarios (del 1,8 al 3%), para relanzar el consumo, el crecimiento y el empleo. Es bueno que las empresas ganen más, pero no puede ser a costa de empleo precario y trabajadores pobres. Hay que repartir mejor el crecimiento y los beneficios.
 
enrique ortega

España lleva tres años seguidos creciendo: un +3,2% en 2016 y 2015, tras subir el PIB un +1,4% en 2014. Pero antes, hemos sufrido cinco años de crisis, con bajadas de la producción y la renta en 2009 (-3,6%), 2010 (+0,01%), 2011 (-1%), 2012 (-2,9%) y 2013 (-1,7%). Y por eso, lo que España produjo el año pasado fue todavía menos de lo que producía en 2008, el último año “bueno” antes de estallar la crisis: la riqueza generada (PIB) en 2016 fue de 1.113.851 millones de euros, frente a 1.116.207 millones producidos en 2008. El ministro de Economía ha dicho que este primer trimestre de 2017, España recuperará la producción y el nivel de vida de 2008. Habrán sido 8 años largos de crisis.

Pero las empresas ya se recuperaron de la crisis en 2016, año en que ganaron por primera vez más que en 2008: 473.032 millones de euros de beneficios (excedentes empresariales) en 2016, frente a 465.182 millones en 2008, según la Contabilidad Nacional del INE. Sin embargo, los trabajadores todavía ganan un 6% menos que en 2008: la masa salarial (remuneración de los asalariados) alcanzó los 526.098 millones en 2016, frente a 559.777 millones de 2008. Y eso porque hay 2,2 millones menos de personas trabajando y los que tienen un empleo han visto bajar o subir muy poco sus salarios en esta crisis.

El resultado de que los beneficios empresariales vayan mejor que los salarios es que se ha producido un cambio en el reparto de la tarta de la renta, en el reparto de la riqueza que España genera. Así, si antes de la crisis, en 2008, los salarios se llevaban el 51,6% de la renta nacional, en 2015 se llevaron sólo un 47,8%, un 4% menos del pastel. Y mientras, los beneficios empresariales han pasado de llevarse el 42,82% de la renta en 2008 al 43,09% en 2015, según los últimos datos del INE, siendo el tercer trozo los impuestos, que también ganan en el reparto del pastel (del 8,8 al 9,23%). Y todo apunta, a falta que el INE publique los datos, que en 2016, los salarios habrán vuelto a perder en el reparto (hasta el 47,2%), a favor de los beneficios empresariales (que subirán al 43,3%).

Volviendo a los beneficios empresariales, 2016 fue el año de su mayor recuperación, con un 13% de mejora global de beneficios, según los datos de la Central de balances del Banco de España. Concretando ya en las 126 mayores empresas que cotizan en Bolsa, sus beneficios aumentaron un 13,32% en 2016, aunque las 35 grandes empresas del IBEX ganaron mucho más, un 65,78% más. ¿Por qué las empresas españolas llevan tres años aumentando sus beneficios, sobre todo en 2016? Básicamente, porque venden más, dentro y fuera de España, y porque han recortado mucho sus costes.

El motor del crecimiento en 2016 fue el consumo, el mayor gasto de las familias y la Administración (tras los recortes de 2012 a 2015). Hay 1,3 millones más de españoles trabajando que en 2013 y aunque sus contratos son muy precarios y sus sueldos bajos, eso se ha traducido en más consumo y más ventas para las empresas, sobre todo porque la inflación media anual ha sido negativa (ha caído) en 2014 (-0,2%), 2015 (-0,5%) y 2016 (-0,2%). Y las ventas no sólo han crecido dentro de España sino también fuera, porque estos últimos tres años han seguido aumentando las exportaciones, alcanzando un récord histórico de ventas fuera de España (254.530 millones en 2016), gracias sobre todo a que nuestras empresas han tirado los precios para competir y a la ayuda de un euro débil. En las grandes empresas, las 35 del IBEX, el negocio fuera de España ha sido clave para aumentar las ventas y beneficios: ya supone un 65,3% de sus ingresos totales (crecen sobre todo las ventas fuera de Europa, en Latinoamérica y Asia), frente al 34,7% del  negocio en España.

Pero si las empresas han ganado más no es sólo porque hayan vendido más sino, sobre todo, porque han recortado mucho sus costes entre 2013 y 2016. Empezando por sus costes salariales. A raíz de la reforma laboral de 2012, los costes laborales unitarios cayeron en 2013 (-0,5%) y 2014 (-0,4%), se estancaron en 2015 (+0,2%)  y apenas subieron en 2016 (+0,8%) ni subirán en 2017 y 2018 (+1,1%), según los datos de la Comisión Europea, siendo España el país que más ha sufrido la devaluación de los salarios estos años, tras Grecia, Portugal, Chipre e Irlanda, donde también cayeron los costes laborales.  Y el resultado es que los costes salariales reales (descontando la inflación) han sido negativos para las empresas, desde 2013 (-0,8%) hasta 2016 (-0,3%) y lo seguirán siendo en 2017 (-0,3% y 2018 (-0,4%), según el informe de febrero de la Comisión Europea.

Todo esto significa que las empresas han podido recomponer sus beneficios gracias a que han recortado los salarios reales de sus trabajadores. Y así, entre 2008 y 2014, el sueldo medio bruto de los españoles ha crecido sólo 81 euros al mes (de 21.883 a 22.858 euros anuales), según el INE. Un aumento del 4,4% que se ha comido con creces la inflación de estos años, del 15,2%, con lo que los trabajadores han perdido poder adquisitivo. Y las subidas de los convenios han sido mínimas. 0,53% en 2013, 0,57% en 2014, 0,48% en 2015 y 1,1% en 2016, el año en que los beneficios de las empresas cotizadas aumentaron un 13,32%. Y para 2017, la patronal CEOE defiende subidas salariales hasta el 1,5%.

Pero las empresas no sólo han recortado sus costes salariales, también sus costes financieros. Primero, porque han aprovechado su aumento de ventas y beneficios para devolver deuda, para “desendeudarse”: si en 2009 las empresas españolas debían 1.200.000 millones de euros, a finales de 2016 debían ya “solo” 915.743 millones de euros (82% del PIB, algo más que las empresas europeas). Y además, han pagado menos intereses por esta menor deuda, porque los tipos han bajado: si en 2012 pagaban por la deuda empresarial un 5,47%, en 2016 han pagado un 3,94%. El ahorro en intereses ha sido importante y un ejemplo puede ser Telefónica: si en 2012 pagaba 3.659 millones de gastos financieros, en 2016 ha pagado 2.219 millones, un tercio menos. Este ahorro financiero ha permitido aumentar los beneficios de muchas empresas, que además han conseguido también créditos más baratos: si en 2011, las empresas españolas pagan un 4% por la financiación bancaria, en 2016 pagaban menos del 2,4%, lo que supone un 40% de ahorro financiero.

Las empresas también han ahorrado estos años en costes energéticos y logísticos. Por un lado, ha bajado entre 2014 y 2016 el petróleo y con él el gasóleo y el transporte. Y también la electricidad, un coste básico en muchas empresas: entre 2013 y 2016, la tarifa eléctrica para uso industrial ha pasado de 1,101 euros por kilovatio a 0,086 euros, lo que supone una rebaja en la factura del 14,85%, según datos del Ministerio de Industria. Un ahorro importante para las empresas, aunque todavía paguen la luz un 30% más cara que en Europa.

En definitiva, que las empresas españolas llevan tres años mejorando sus beneficios gracias a la mejora de ventas, a la baja inflación y al recorte de muchos de sus costes, sobre todo los salarios. Ahora, la previsión es que, en 2017, las empresas aumenten aún más sus beneficios, un 24,3% las empresas del IBEX, según el consenso de mercado recogido por Factset. Y eso porque se espera que sigan creciendo el consumo y las ventas, aunque quizás menos que en 2016, porque la economía crecerá menos (entre el 2,3 y el 2,5%) y por los temores en la economía y el comercio internacional, ante la política de Trump y la incertidumbre política en Europa. También preocupa que suban los tipos de interés en Europa, ante las subidas en EEUU (la última fue el 15 de marzo), y que eso aumente el coste de la deuda y los créditos de las empresas. Y el petróleo y la luz ya están subiendo en los últimos meses, lo que también podría encarecer los costes energéticos y logísticos  de las empresas.

Por todo ello, no es seguro que la mayoría de las empresas puedan aumentar sus beneficios en 2017 y 2018, aunque las previsiones son optimistas. Pero pase lo que pase, ha llegado la hora de que las empresas asuman cuatro grandes retos, ahora que sus cuentas están más saneadas y han salido de la crisis: invertir más, crear más empleo estable, pagar más impuestos para recomponer las cuentas públicas y el estado del Bienestar y, sobre todo, subir más los salarios, tras cuatro años de sacrificios de los trabajadores.

Invertir más debía ser una de las prioridades de las empresas ahora que tienen beneficios. Y eso porque la inversión empresarial es uno de los principales motores del crecimiento y del empleo del país. Y aunque ha subido desde 2013, la inversión de las empresas en renovar sus instalaciones ha sido en 2016 de 78.489 millones, todavía  un 8% por debajo de la inversión empresarial hecha en 2008. Y muchas grandes empresas se dedican a repartir más dividendo entre sus accionistas o a hacer compras especulativas en vez de invertir parte de sus beneficios en modernizarse. Las empresas deberían aprovechar sus mayores beneficios para “fortalecer sus cimientos”, para invertir en innovación y tecnología, en digitalizar su actividad. Porque el gasto empresarial en I+D+i se ha reducido un 15% entre 2008 y 2015, según datos del INE, y hay 5.000 empresas que han dejado de investigar, un tercio de las 15.000 que lo hacían en 2008. Y en paralelo, las empresas españolas deben afrontar más decididamente el reto digital, porque están retrasadas respecto a las europeas, ocupando el puesto 17 en el ranking europeo de digitalización de empresas.

Otra prioridad de las empresas españolas, ahora que tienen más beneficios, debería ser crear más empleo, porque España tiene el doble de paro que Europa. La creación de empleo se ha ralentizado (de 433.900 empleos creados en 2014 a 525.100 en 2015 y 413.900 empleos en 2016) y este año se espera que sea aún menor : 370.162 empleos nuevos, según estima la Comisión Europea. Las empresas, aunque ganan más, tienen muchas reticencias a contratar y apuestan por tener “plantillas muy justas”, a las que fuerzan a hacer muchas horas extras: a finales de 2016 había 7.778.400 trabajadores (50,5% de los asalariados) haciendo horas extras, de media 5,48 millones a la semana, más de la mitad  sin cobrarlas. Eso evita crear 150.000 empleos nuevos. Y aunque para 2017 se espera que mejoren los beneficios empresariales, sólo el 45% de las empresas se plantean crear empleo este año: otro 35% no aumentará plantilla y un 20% la recortará, según la consultora KPMG.

Una tercera tarea de empresas que ganan más dinero debería ser pagar más impuestos. Con la crisis y, sobre todo, con la rebaja de impuestos que aprobó  a las empresas el Gobierno Zapatero en 2007, se ha derrumbado la recaudación de Hacienda con el impuesto de sociedades: de ingresarse 44.823 millones en 2007 se pasó a recaudar 16.611 millones en 2011. Y el Gobierno Rajoy, aunque aumentó la recaudación por sociedades hasta los 18.713 millones en 2014, les bajó el tipo a las empresas, al 28%, con la reforma fiscal de 2015. Al dispararse el déficit, se vio obligado a subir este impuesto 8.000 millones para 2017, año en que confía recaudar 25.099 millones, todavía casi la mitad que en 2007. Y eso porque las grandes empresas se benefician de múltiples bonificaciones y exenciones, con lo que pagaron sólo el 7,6% sobre sus beneficios en 2015, frente al 18% que pagan las pymes y el 21 % de media los demás contribuyentes. La patronal CEOE ha atacado duramente al Gobierno Rajoy por subirles este año los impuestos (“el discurso de Montoro con las empresas es más agresivo que el de Podemos”…, han dicho), pero el propio ministro de Hacienda les ha replicado que han subido los impuestos “para preservar la cohesión social”. Y así es. En un país con una de las mayores tasas de pobreza y desigualdad de Europa, es crucial que las empresas con beneficios paguen más impuestos para mejorar el Estado del Bienestar y corregir las desigualdades, para ayudar a los españoles que más han sufrido la crisis.

Y el cuarto reto de unas empresas con más beneficios es subir más los salarios a sus trabajadores, tras cuatro años de sacrificios, mejorando además la calidad del empleo, con más contratos estables y a jornada completa (que hoy son 1 de cada 20 nuevos contratos). Es inadmisible que la patronal CEOE no se siente a negociar con los sindicatos, que piden subidas del 1,8 al 3% para 2017, según sectores y empresas, un aumento bastante razonable para empresas que esperan ganar este año un 24,3% más. Subir más los salarios, a cambio de mejoras en la productividad, es una condición básica para que las empresas vendan más, porque sólo con sueldos más altos y contratos más estables se puede recuperar el consumo y las ventas en España, el verdadero motor del crecimiento y el empleo. Los empresarios españoles tienen que entender que no pueden seguir compitiendo a base de sueldos miserables y contratos basura, que no podemos aspirar a ser “la China de Europa”. Que tienen que invertir en renovar, modernizar y digitalizar su actividad, para competir en producto y calidad, no tirando precios y salarios y pagando pocos impuestos.

En resumen, es una buena noticia que las empresas ganen ya más que antes de la crisis, pero han de “compartir” sus beneficios con más inversión, más empleo, más salarios y más impuestos, para que esos mayores beneficios generen futuro y riqueza para todos, no solo para ellos. Si no lo hacen, que no se quejen luego de la mala imagen de los empresarios.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Siguen cayendo empresas


El Gobierno sigue haciendo propaganda de la recuperación y ahora Montoro dice que “la gente ya la nota...". Pero siguen cayendo empresas: las últimas Fagor, Panrico o Pocoyó, que se suman a nombres emblemáticos como Pescanova, Sniace, Roca, Orizonia, Caramelo o Victorio y Lucchino, en suspensión de pagos, con despidos y cierres de factorías. Este año, los concursos de acreedores han aumentado un 17,8 %. La causa es triple: pocas ventas, mucha morosidad y poco crédito. Pero el problema de fondo es que las empresas españolas son las más endeudadas de Europa y un 41% facturan sólo para pagar deudas. Y cuando los bancos les aprietan, forzados por la reforma financiera, tienen que cerrar. Eso les va a pasar a muchas empresas en los próximos meses, con la banca renegociando créditos. La salida es crecer, porque sin vender no se pueden pagar deudas. Pero con los recortes no crecemos y caen más empresas. Es el círculo vicioso de Rajoy.


                                                                                      Enrique Ortega
Tras el verano, han vuelto las crisis de empresas, algunas con nombres emblemáticos: Zinkia (dibujos infantiles Pocoyó) , Fagor (símbolo industrial de Euskadi y líder nacional en electrodomésticos línea blanca) y  Panrico (fabricante de Donuts), ambas en pre-concurso y con las factorías cerradas, que siguen a otras que cayeron también este año, como Pescanova (el mayor concurso de acreedores de una empresa no inmobiliaria en esta crisis), Sniace (en concurso y con las fábricas cerradas),Clesa (liquidada en septiembre tras entrar en concurso en 2011), Orizonia (grupo turístico cerrado en febrero 2013), las empresas de ropa Caramelo, Blanco O Victorio y Luchino (en suspensión de pagos desde primavera) o Roca, que ha cerrado varias factorías tras un siglo de vida. En todos los casos, son problemas similares: caen las ventas, falta liquidez, no pueden pagar a proveedores, no les renuevan créditos y suspenden pagos.

Son los nombres que saltan a los medios, pero 26 empresas han caído cada día en concurso de acreedores durante 2013: son 7.032 concursos hasta septiembre, un 17,8% más que el año pasado, según los últimos datos del INE. Eso supone que sólo en nueve meses se han superado los concursos de todo 2010 (5.962) y 2011(6.863) y que cerraremos muy por encima de 2012 (9.071 concursos). El problema es que el 94% de estas empresas que solicitan concurso de acreedores, para buscar un respiro, acaban cerrando, según Axesor. Y además, sólo una de cada cuatro empresas van a la suspensión de pagos: las otras tres directamente cierran. Con ello, este año cerrarán otras 40.000 empresas en España, la media de estos años de crisis, donde han desaparecido 238.891 empresas (julio 2007-julio 2013), 106 empresas menos cada día, según datos de Empleo. Y lo peor: 20.300 son empresas industriales (con más empleo) y el 73% pymes con menos de 50 empleados.

¿Por qué caen las empresas? La primera razón es que la crisis está resultando muy larga y tras 6 años, muchas empresas no pueden aguantar la caída de ventas, fruto del desplome del consumo por el paro, la bajada de salarios, subida de impuestos y recortes. A Fagor, por ejemplo, le han caído las ventas un 32%. Segundo, no resulta fácil cobrar lo que se factura: el porcentaje de impagados se mantiene en el 7%, según la Plataforma contra la morosidad, y se cobra con mucho retraso (el sector público paga a 141 días y el privado a 93, aunque las empresas del IBEX pagan a sus proveedores a 178 días). Y tercero, las empresas que se quedan sin liquidez tienen muy difícil conseguir dinero. El crédito es cada vez más escaso (ha caído un 12,17% en el último año, a niveles de 2006) y más caro: conseguir un préstamo de menos de 1 millón de euros le cuesta a una empresa española un 4,97% (y a las pymes un 5,2%), frente al 2,80% que pagan en Alemania o el 2,13% en Francia. Y además, los bancos españoles admiten que han endurecido los criterios para conceder créditos, por las exigencias de saneamiento de la reforma financiera y porque se les han disparado los morosos: 12,2% de los créditos, el nivel más alto de nuestra historia reciente.

Pero hay otra razón más, que está detrás de las últimas crisis de empresas: la refinanciación de créditos. A raíz de la reforma financiera, el FMI alertó en 2012 de que la banca española tenía una “morosidad enmascarada” gracias a las refinanciaciones: empresas con mucha deuda a las que se les da otro crédito para que puedan mantenerse y pagar lo que deben. Se calcula que un 16% de los préstamos a empresas se refinancian, unos 230.000 millones en créditos refinanciados. Y el Banco de España, por imposición de la troika, ha obligado a bancos y Cajas a reclasificarlos y ver los que pueden cobrar o no, antes del 30 de septiembre. Y eso ha llevado a las entidades a apretar las tuercas a las empresas: o les dan garantías de que van a poder pagarles o les cortan el grifo. Y esas garantías son despidos (EREs), cierres, cambio de directivos y ventas de activos. Unos, los que han podido (El Corte Inglés o FCC, la súper endeudada empresa que ha comprado de saldo Bill Gates) han conseguido nueva financiación. Y los que no, como Fagor, Panrico o Service Point han tenido que ir a pre-concurso de acreedores. Y este proceso continuará en los próximos meses, cuando se van a producir muchas renegociaciones, lo que provocará que más empresas, ya sin el oxígeno bancario, tiren la toalla.

Precisamente, la gran losa para las empresas (y para la economía española) es su deuda: todavía deben 1,07 billones (con b) de euros, aunque han reducido en una cuarta parte su endeudamiento estos años (desde los 1,47 billones que debían en 2008). Lo peor no es que sea una cifra que marea, sino que las empresas españolas son las que más han aumentado su endeudamiento en Europa y las pymes españolas triplican el endeudamiento de las pymes francesas o alemanas, según el último informe del FMI. Y lo más escalofriante: un 41% de las empresas españolas dedican el 100% de su beneficio bruto a pagar su deuda. O sea, que abren y trabajan cada día para pagar a los bancos. Y claro, en cuanto les fallan las ventas o les suben los costes, no pueden cumplir. Y tienen que reducir costes, cerrar fábricas, despedir, no pagar a proveedores y cuando no pueden más, suspender pagos.

En definitiva, la losa de la deuda hace que las empresas españolas sean tremendamente vulnerables, más que sus competidoras europeas. Y están muy expuestas a la escasez de crédito o a la subida de tipos. Por eso, el riesgo ahora, advertido por el FMI en octubre, es que la reforma financiera para sanear bancos y Cajas fuerce un proceso rápido de reducción de deuda de las empresas (el palabro que usan es desapalancamiento) que las asfixie, provocando una cadena de suspensiones de pagos, cierres y más paro. La solución es seguir recortando deuda, pero poco a pocosin que se coma los incipientes beneficios, que han de ir a recuperar la inversión y el empleo.

La prioridad del Gobierno debería ser ayudar a las empresas a reducir su deuda (forzando quitas y renegociaciones razonables) y garantizarles la liquidez y el crédito suficiente (sobre todo, con la banca nacionalizada) para poder seguir funcionando. No puede ser que la mitad de las empresas trabajen para pagar deudas. Y sobre todo, hay que cambiar de política económica, abandonar los recortes para reanimar el consumo, la inversión y el empleo. El principal reto es crecer, para que las empresas puedan vender y pagar sus abultadas deudas. Porque creciendo menos del 1%, lo que el FMI augura para España hasta 2018, no pueden. Se asfixian y cierran. Así no hay recuperación que valga.