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miércoles, 18 de abril de 2012

El tropezón de las exportaciones


Las exportaciones, lo único que crece en nuestra economía junto al turismo, han dado un traspiés y crecen este año la cuarta parte, por culpa de la recesión en Europa, donde vendemos dos tercios de nuestros productos. Y España ha perdido cuota en el comercio mundial, por la mayor competencia de los países emergentes. Ahora, estamos obligados a ayudar a las pymes a exportar de forma estable, sobre todo fuera de Europa. Y a suministrarles más ayudas, créditos y asesoramiento a través de las embajadas. El problema es que los recortes también afectan a la exportación, desde el ICEX a las ayudas fiscales. Con todo, hay que cuadruplicar las empresas exportadoras y vender productos más caros y de más calidad.
enrique ortega
Ya llevamos tres meses con las exportaciones creciendo a menor ritmo: un 4,4 % entre enero y febrero, frente al 22 % que crecieron en los dos primeros meses de 2011 y el +15,4% en todo el año pasado. Y un aumento del 2% en términos reales (descontando la inflación), similar al de diciembre pero inferior al crecimiento del 5,4% del cuarto trimestre de 2011. Y en paralelo, se estancan las importaciones (+1,7 % entre enero y febrero de 2012, frente a un crecimiento del 9,6% en todo el año 2011), como reflejo de la recesión y la caída de la inversión y el consumo en España.

Preocupa el tropezón de las exportaciones porque han sido en 2011, junto al turismo, lo único que ha crecido en la economía, aportando 2,5% de crecimiento y evitando así un hundimiento del PIB (+0,7%) y una mayor caída del empleo. El Gobierno quiere repetir la jugada en 2012, estimando que las exportaciones van a aportar un crecimiento del 2,9% a la economía, mayor que el de 2011, algo difícil de creer ya que se espera que las exportaciones crezcan este año menos de la mitad (con lo que el PIB caería más del 1,7% previsto).

Hay dos nubarrones en el horizonte de nuestras exportaciones. El primero, la recesión en Europa, que debilita las compras de nuestros principales clientes (66% exportaciones van a la UE). Y el otro, la dura competencia de los países emergentes, que tiran precios, calidades y normativas, ganando mercados año tras año en un comercio mundial que también se ha recortado. España, el 17º país exportador del mundo, volvió a perder cuota de mercado en 2011 (el 1,64% del comercio mundial), la cuota más baja desde 1.993.

Aun así, España consiguió en 2011 un hito histórico: tener superávit comercial con la Unión Europea (+4.059 millones €), vender al resto de europeos más de lo que les compramos. De los restantes 26 países UE, tenemos superávit comercial con 12 (sobre todo con Francia, Portugal y Reino Unido) y déficit con los 14 restantes (sobre todo con Alemania, Países Bajos e Irlanda). Del resto, destaca el fuerte crecimiento de nuestras exportaciones a China (+28% en 2011), Japón (+30,8%, por la venta de gas), Canadá (+31%), Rusia (+26,6%), EEUU (+20,8%) y América Latina (+20,2%). Y en nuestras ventas, destacan cuatro partidas: bienes de equipo (20% del total), automóviles (15,4%), alimentos (14,2%) y productos químicos (13,7%).

Cara a 2012, las exportaciones cuentan con dos ayudas: la inflación (los precios son más bajos en España que la media europea) y el euro, que puede debilitarse, con la crisis de la deuda, facilitando las ventas. Pero hay muchas incertidumbres: la recesión europea, los precios aún altos respecto a terceros países y, sobre todo, el excesivo peso de las importaciones energéticas: España importa el 99,9% de un petróleo disparado de precio  y la factura energética cuesta 55.821 millones anuales, la cuarta parte de lo que ingresamos exportando.  

La exportación española tiene cinco problemas de fondo que hay que solventar. Uno, la excesiva concentración en Europa: 66% ventas son a la UE y el 73,6% al conjunto de Europa. Dos, de 3,2 millones de empresas españolas, sólo 39.000 exportan de manera regular, ya que muchas dejan de hacerlo al cabo de un tiempo. Tercero, falta financiación: si es difícil encontrar crédito para el día a día de las empresas, más difícil resulta montar una estructura de exportación. Cuarto, falta información y asesoría comercial a las empresas para salir fuera. Y sobre todo, hay que cambiar lo que exportamos: la mayoría de la exportación española, según el Banco de España, son productos de tecnología baja (alimentos, ropa y calzado) y media (plásticos, metales y automóviles), mientras Alemania, el segundo exportador del mundo, vende más productos de alta tecnología. Tenemos que exportar productos de más valor añadido, más sofisticados, más innovadores y que no compitan sólo por precio.

El gran reto ahora es exportar fuera de Europa, sobre todo en Latinoamérica, Estados Unidos, Asia y África, las zonas del mundo con mayor crecimiento (real y potencial). Las grandes empresas ya están en ello, como lo demuestra que las 35 empresas del IBEX ya venden un 60% fuera de España (y 11 de ellas, más del 70%). Ahora falta sumar a esta cruzada a las pymes, para lo que el Gobierno estudia conceder una ayuda de 12.700 euros a las que salgan al exterior (para contratar asesores y pagar la promoción exterior). Y es clave ayudarles a que consigan financiación, con créditos blandos del ICO y el ICEX. Y luego, reorientar las oficinas comerciales de las embajadas, desviando recursos de los países desarrollados a los emergentes, donde debe volcarse la exportación española.

Todo está muy bien, pero los recortes del Presupuesto 2012 pueden cortar las alas a la exportación, como ya han hecho con la Cooperación al desarrollo, una buena base para ayudar a construir la marca España. Este año, la exportación vuelve a ser clave para no hundirnos más y hay que volcarse con los exportadores, porque lo tienen más difícil con la recesión europea y la competencia mundial. Hay que mimarles, porque en sus manos está buena parte del empleo actual y del que podría crearse. Hechos, no palabras. Y nada de recortes aquí. Sería un suicidio.

domingo, 8 de enero de 2012

Gasóleo a precio de gasolina

Más de la mitad de los automovilistas tienen ya un coche de gasoil, porque gasta menos y un carburante más barato. Pero se ha roto la tendencia y el gasóleo ha costado más que la gasolina durante un mes, aunque ahora esté más barato. Y pronto volverá a subir, por la mayor demanda de vehículos y calefacciones. También por los impuestos, que ya han subido el 1 de enero para transportistas y taxis. Bruselas quiere equiparar los impuestos de la gasolina y el gasóleo, que además son más bajos en España. Y penalizar más al gasóleo a partir de 2015, por sus emisiones de partículas, peligrosas para la salud. Quizás haya que ir pensando en volver a la gasolina. O mejor, a los híbridos y al coche eléctrico.

enrique ortega
En la semana del 14 de noviembre, el gasóleo pasó a costar 1,310 €/litro, más caro que la gasolina (1,29 €), algo que no ocurría desde marzo de 2008. Siguió subiendo y con un precio mayor un mes más, aunque ahora esté por debajo, debido a que paga menos impuestos que la gasolina (10 céntimos menos), ya que la cotización internacional del gasóleo lleva subiendo desde abril y sobre todo desde septiembre. Y por eso, el precio del gasóleo subió a los automovilistas en 2011 más del doble que el de la gasolina (10,8% frente a 4,2%).
Del precio del gasóleo en el surtidor, un 42,18% son impuestos (especiales, IVA y el céntimo sanitario autonómico) y algo más de la mitad son los costes de producirlo (46,30%) y los costes de almacenarlo, transportarlo, distribuirlo y venderlo (11,52%). El coste del gasóleo en los mercados internacionales lleva nueve meses por encima de la gasolina debido al fuerte aumento de la demanda mundial, por varias razones. La principal, el mayor consumo de China, India y países emergentes, que usan el gasóleo para el transporte terrestre, marítimo y ferroviario, para la continua mecanización de su agricultura y el creciente parque de automóviles, así como para la industria y generar electricidad. Otra, el cambio en EEUU, donde ha subido la demanda del gasóleo y ha caído la de las gasolinas. La tercera, el aumento de vehículos diesel en Europa (del 25 % de nuevas matriculaciones en 1998 al 50 % en 2010). La cuarta, el invierno, que aumentó la demanda de gasóleo de calefacción. Y como colofón, el cierre inesperado de algunas refinerías, en Asia.  

Más demanda, menos oferta y un gasóleo que hay que importar en buena medida (Europa en un 10% y España un 38%), porque las refinerías no se han adaptado al cambio en la demanda (en España han invertido 6.000 millones para reajustarse). Y eso supone pagarlo en dólares con un euro depreciado (-10% en 2011), lo que aumenta la factura. Al final, el problema es mayor para España, no sólo porque importamos más sino también porque consumimos más: el 80% del consumo de carburantes es gasóleo (en Europa es el 55%), debido a que tenemos más peso del transporte de mercancías por camión (83% en España y 45% en la UE-27) y un mayor parque de vehículos diesel: el 52% frente al 37% en la UE.

La fiebre del diesel en España es relativamente reciente. En 1990, sólo iban con diesel el 10% de los vehículos, básicamente camiones y taxis. En el 2000 se pasó al 29% y ahora es el 52 %, el parque con más diesel de toda Europa, salvo Francia y Bélgica. Y, lo más llamativo: son diesel el 71 % de los vehículos vendidos en 2010. La mayoría ha optado por el diesel porque gasta menos (entre un 10 y un 40%), es un motor más duradero (hasta 400.000 km, aunque ahora, los de gasolina con inyección electrónica llegan a 300.000 km) y era un carburante más barato, lo que compensaba el mayor coste del vehículo (entre 2.000 y 5.000 €) y un seguro y mantenimiento más costosos, siempre que se recorrieran más de 25.000 km al año.

Ahora, esos argumentos pueden cambiar en contra del diesel si, como parece, el gasóleo sigue encareciéndose y vuelve a costar más que la gasolina. Primero, porque la demanda va a seguir alta, al menos hasta primavera, lo que seguirá tirando al alza de los precios internacionales (y más con un petróleo al alza, por  la tensión en Irán e Irak). Segundo, porque importar gasóleo nos costará más euros, al debilitarse la moneda europea en 2012 (hasta 1,20 € por dólar). Y sobre todo, porque van a subir los impuestos del gasóleo.

De hecho, a los 200.000 transportistas profesionales (camiones, autobuses y taxis) les cuesta más caro el gasóleo desde el 1 de enero, al obligar  Bruselas a España a no devolverles los 2,9 céntimos por litro que percibían de bonificación. Además, la Comisión Europea va a imponer una armonización fiscal que, en el caso de España, supondrá subir el gasóleo 8 céntimos por litro (ahora pagamos 13 céntimos menos de impuestos que la media UE). A medio plazo, Bruselas quiere que el gasóleo y la gasolina paguen los mismos impuestos. Además, proponen combatir con más impuestos a los carburantes más contaminantes y el gasóleo se lleva la palma: emite menos CO2 (aumenta efecto invernadero, pero no es tóxico) que la gasolina pero seis veces más partículas PM 2,5 y más óxido de nitrógeno (NO2), ambos muy nocivos para la salud. Y en  2015 entra en vigor una Directiva que limita las emisiones de NO2 de los diesel.

En definitiva, los precios, los impuestos y la contaminación se conjuran contra los vehículos diesel en los próximos años, lo que va a obligar a una difícil reconversión del sector del transporte (más ferrocarril, más barcos y menos camiones) y  a un cambio de mentalidad de los conductores privados, con una posible vuelta a la gasolina, mientras ganan peso (despacio) los híbridos y el coche eléctrico, sobre todo para las ciudades, que van a vetar cada vez más al coche de gasoil. Eso seguro.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Ahora nos riñen por ahorrar

Mi madre me enseñó a ahorrar desde pequeñito, con la paga de los domingos. Pero España no ha sido, tradicionalmente, un país ahorrador. En parte, porque no podíamos y sobre todo porque los ahorros se iban en comprar piso: somos el país con más viviendas en propiedad de Europa. Y en las dos últimas décadas, cuando crecíamos más que nadie, lo hemos hecho a base de endeudarnos, no ahorrando. Con la crisis, nos hemos asustando y España se convirtió en el país más ahorrador de Europa. Ahora, el Gobierno nos pide que ahorremos menos y gastemos más, para que la economía crezca. Pero las familias no hacen caso, porque ingresan menos y tienen que tirar de la hucha para llegar a fin de mes, con lo que el ahorro está bajando. Pero volver a ahorrar es clave para crecer sano.
En los últimos veinte años, el ahorro ha caído en los países desarrollados (del 22,9% de la renta en 1989 al 18,9% en 2009), mientras subía en los países emergentes (del 22 al 24,8%). Los países ricos se han dedicado a gastar y a endeudarse, con menos ahorro por el mayor envejecimiento de la población. Y los países en desarrollo, más jóvenes y con fuerte crecimiento, se han dedicado a ahorrar y a financiar a Occidente. Es el contraste entre Estados Unidos (14% de ahorro) y China (54% de ahorro). Con la crisis, el ahorro ha subido en todo el mundo y la previsión es que crezca hasta 2020, para bajar a partir de 2025, por el mayor consumo de los países emergentes y el envejecimiento de los países desarrollados.
Hasta la crisis de 2007, España era el país que menos ahorraba de la zona euro: un 11,3 % de la renta disponible, por debajo de Alemania (16%), Francia (15,4%) o Italia (15,6%). Y si no ahorrábamos, en la década de los ochenta y los noventa, era porque nos endeudábamos, sobre todo para invertir en una vivienda. Así, España es el país europeo con más viviendas en propiedad (83%), muy por encima de Italia (72,5%), Francia (63%), Reino Unido (70%), Alemania (57%) o la media de la UE (73,5%). Tras la crisis, los españoles ven las orejas al lobo  y el ahorro crece en España, entre 2007 y 2009 más que en ningún otro país europeo (del 11,3 al 18% de la renta), salvo Irlanda. Pero en 2010, tras tres años de crisis, el ahorro ha vuelto a caer (13,1%), porque las familias han tenido que tirar de la hucha para sobrevivir.
En este contexto, el Gobierno nos pide ahorrar menos y consumir más: “si la tasa de ahorro bajase en dos puntos, la economía crecería un 1% más”, señaló el 1 de marzo el Secretario de Estado de Economía. Y es cierto: el consumo de las familias aporta  la mitad del crecimiento del país. Pero a pesar de estas llamadas de atención, los españoles siguen sin consumir. Y ahorrando menos, porque tienen menos ingresos y muchas deudas que pagar. De hecho, hay más de 15 millones de españoles que lo están pasando mal: 4,7 millones de parados, 3 millones de funcionarios a los que les han bajado el sueldo y 8 millones de jubilados con la pensión congelada. Y un tercio de los hogares tiene problemas para llegar a fin de mes. Muchos, porque tienen que pagar la hipoteca, que se ha encarecido en la última revisión.
En consecuencia, la renta disponible de las familias ha caído y va a seguir cayendo: entre un 1 y un 1,7% en 2011, tras haber caído entre un 3,9% y un 5% en 2010. Con menos renta, las familias no pueden ahorrar e incluso tiran de la hucha, con lo que la previsión es que el ahorro vuelva a caer en 2011 (al 12,1%) y 2012 (11,7%), a niveles de antes de la crisis. Pero ese ahorro no irá a consumir más, sino a sobrevivir y tapar agujeros, sobre todo deudas (el endeudamiento de las familias asciende a 1,78 billones, con b, de euros). Además, la subida de precios y de los tipos de interés dificulta más el ahorro. Y cara al futuro, el envejecimiento de la población española: entre 2010 y 2050, los mayores de 65 años se van a duplicar (de 7,7 a 15,3 millones de personas). Y a más viejos, menos ahorro.
Sin embargo, España necesita que ahorremos, para no estar tan endeudados (4,2 billones, con b, de euros) y no tener que financiarnos con el ahorro externo y los mercados. Pero para eso, hace falta volver a crecer, recuperar el nivel de ingresos y ayudar al ahorro, no penalizarlo fiscalmente como se hace desde los años ochenta. Diga lo que diga el Gobierno, obsesionado sólo con el corto plazo, yo voy a seguir ahorrando y estoy enseñando a mis hijos a ahorrar. Y todos deberíamos hacerlo, al menos por tres razones: nos va a hacer falta dinero para la jubilación, nos están recortando el Estado del bienestar (habrá que dedicar más dinero a sanidad privada y a educación) y cuando seamos viejos, habrá que seguir ayudando a nuestros hijos, con empleos e ingresos precarios. Así que habrá que pensar en el futuro y ahorrar más (el que pueda).

martes, 14 de diciembre de 2010

Los españoles volvemos a emigrar

Tengo un conocido, ejecutivo de una “multinacional española”, con 46 años, al que su empresa le ha dado una sola opción para mantenerle el empleo: salir fuera, a México o a Polonia. Tendrá que emigrar, con o sin familia, como hacen cada día miles de jóvenes, con idiomas y varios títulos y masters bajo el brazo, que están buscando un empleo en Latinoamérica, países árabes, África o la Europa del Este. Son los nuevos emigrantes del siglo XXI, más de 200.000 españoles que han salido del país a trabajar fuera por la crisis.
El primer éxodo de profesionales fue de médicos y enfermeros a Portugal y Reino Unido, junto al clásico de los investigadores a Estados Unidos y Europa. Pero desde finales de 2007, con la crisis, se ha acelerado la salida de españoles al extranjero en busca de trabajo. Así, en los dos últimos años los residentes en el exterior han aumentado en 188.483 personas, a las que habría que sumar los inmigrantes temporales o sin contratos estables, que no han fijado legalmente su residencia en el extranjero, al menos otros 25.000 más.
El fenómeno de los nuevos emigrantes, forzados por la crisis, afecta a toda Europa y el ranking de salidas está encabezado por Irlanda, Eslovaquia y Portugal, seguidos de Grecia, España e Italia. La mayoría busca trabajo en los países emergentes, pero un 28% de los empresarios europeos reconoce que contrata a jóvenes de otros estados miembros “para atraer a los mejores talentos”, según el último Eurobarómetro.
Los españoles, antes de la crisis, eran los europeos más reacios a trabajar en el extranjero: sólo un 17 % estaba dispuesto a residir en otro país  y eso si ganaban más que en España, según un estudio de Randstad en 2008. Pero ahora, la necesidad obliga y cada mes llegan a Argentina, por ejemplo, 1.200 españoles en busca de trabajo, el tercer grupo de inmigrantes en el cono Sur, tras los chinos y norteamericanos. Sólo en los dos últimos años, 33.542 españoles han llegado a Argentina, según un informe de la consultora Adecco. Y en los Emiratos Árabes Unidos hay más de 1.000 españolas, la cuarta parte recién emigrados.
Una parte de los nuevos emigrantes van de la mano de las multinacionales españolas (desde Telefónica o Repsol a constructoras, eléctricas o bancos), que invierten y facturan más fuera de España que dentro. Pero la mayoría son jóvenes, forzados a emigrar por una tasa de paro que supera el 40%. El perfil del español que busca trabajo en el extranjero es un hombre de entre 25 y 35 años, con estudios cualificados, proveniente de las ramas de ingeniería, arquitectura e informática, según datos del Grupo Adecco. Son la generación de los (pre)parados, jóvenes profesionales que están dispuestos a trabajar en África o Latinoamérica por 1.500 euros al mes, tras varios años de  hacer master y chapuzas en España. Y junto a ellos, uno de cada cinco nuevos doctorados, que buscan investigar fuera.
Los nuevos emigrantes proceden sobre todo de Canarias, Baleares, la Rioja, Cantabria, Navarra, Asturias y el País Vasco, las autonomías donde más jóvenes han salido a trabajar al extranjero con la crisis. La mitad buscan un empleo en Europa, pero despiertan mucho interés los países escandinavos (las peticiones de empleo se han triplicado), África, los países árabes y por supuesto, Latinoamérica, sin olvidar Estados Unidos.
Esta nueva emigración, forzada por la crisis, supone una nueva “fuga de cerebros”, aunque tenga dos factores positivos: alivia las cifras de paro juvenil y supone una oportunidad de formación y madurez profesional para el futuro. Pero, antes o después (los ciclos no perdonan), la crisis llegará a los países emergentes y los nuevos emigrantes españoles se verán forzados a volver, como sus abuelos. Confiemos que entonces ya les podamos ofrecer un empleo.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Fracaso del G-20 y ahora cada país a lo suyo

La Cumbre del G-20 ha terminado esta madrugada en Seúl como se preveía: buenas palabras y ninguna decisión concreta. Sólo una declaración de principios para que los paises sean buenos (“que se abstengan de manipular sus monedas”) y pasar el muerto del problema al Fondo Monetario Internacional (“que elaboren un Plan de crecimiento sostenido y equilibrado”). Tanto líder y tanto gasto para acabar hablando del mar y de las flores.

Pero no podía esperarse otra cosa. En la cumbre se enfrentaban dos bloques de paises. Uno,  los que venden fuera más de lo que compran, con lo que crecen más que nadie y crean empleo: China, Rusia, Japón, Indonesia, Corea, Argentina y Alemania (una excepción entre los paises ricos). Y el otro, los paises que apenas crecen y además consumen más de lo que producen, importan más de lo que exportan y crean empleo en otros paises, no en los suyos: Estados Unidos, Francia, Italia, Canadá, Australia, España y Brasil (otra excepción, entre los emergentes).

La pelea era, pues, un intento de que China y los paises emergentes (y Alemania) no exporten tanto, para que Estados Unidos y los paises “ricos” puedan exportar más y crear empleo, ya que el consumo y la inversión, los otros dos motores del empleo, están gripados. Y todos ponían como excusa que “el otro hacía trampas”, depreciando su moneda para exportar más. La “guerra de las divisas” era en realidad la guerra por crear empleo.  

Al final, no se ha conseguido poner un tope a los agujeros comerciales y los 20 se han ido de Seúl con una idea: voy a seguir vendiendo donde pueda y como pueda. Tengo millones de parados y unas elecciones a uno o dos años vista como para llegar a acuerdos que pongan en peligro mi mayor o menor crecimiento. Y así, el mundo seguirá dividido entre los que no consumen, exportan, crecen y mantienen el empleo (China y los emergentes, más Alemania)  y los que consumen más de lo que producen, no crecen y pierden empleo (EEUU y la mayoría de paises desarrollados).

España ha pasado de puntillas por esta Cumbre (empleo verde y footing de Zapatero), pero es el país con mayor “agujero comercial” de los 20, el que tiene un mayor porcentaje de déficit exterior, junto a Turquía y Sudáfrica. Y curiosamente, el país que menos va a crecer de los 20 este año y el que tiene más paro. No es casualidad: si importamos mucho más de lo que exportamos, creamos riqueza y empleo fuera, no dentro. Un problema que tiene que ver con nuestra productividad y con nuestro modelo económico. Y que habría que afrontar con rigor, al margen de banderas políticas y elecciones. Es nuestra guerra particular, al margen de la del G-20.