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lunes, 20 de enero de 2025

Vivienda: muchos Planes y pocos avances

La vivienda no tiene enmienda. Los alquileres subieron un +11,5% en 2024 y cuestan un 81% más que hace 10 años (los pocos que hay). Jóvenes y nuevas familias tampoco pueden comprar casa, porque ha subido +8,1% en 2024 (y +52% la última década). Y por eso, aunque bajan los tipos, sube la cuota de la hipoteca a pagar. Frente a esta grave situación, el PP presenta un Plan de 10 medidas para aplicar ahora en las 12 autonomías y 40% de Ayuntamientos que gobiernan. Y el Gobierno, ante el fracaso de su Ley de Vivienda, presenta otro Plan con 12 medidas. Muchas coinciden, pero no tienen voluntad de acuerdo. Y sin un Pacto entre Gobierno, autonomías, Ayuntamientos, promotores y bancos es imposible construir y poner en alquiler las 600.000 viviendas que hacen falta. Se puede hacer, actuando sobre el suelo, los Planes urbanísticos, la financiación y las ayudas, frenando los alquileres turísticos y de temporada. Pero es imposible si cada uno va por su lado. Siéntense y pacten medidas eficaces.

                            Enrique Ortega

El año 2024 ha sido nefasto para los que buscan alquilar o comprar una vivienda. Los alquileres han subido otro 11,5% (+15,3% en Madrid y +13,9% en Barcelona), según el portal Idealista, que se suma a la subida del +69,5% acumulada entre 2014 y 2023. Con ello, los alquileres han subido +81% en la última década y se sitúan ya en un nuevo máximo: 13,5 euros/metro cuadrado, una media de 1.215 euros por un piso de 90 metros. Pero hay muchas ciudades donde el alquiler medio cuesta mucho más: Barcelona (23,4 euros/m2, 2.106 euros por una casa de 90m2), Madrid (20,7 euros/m2, 1.863 euros de alquiler), San Sebastián (18 euros/m2), Palma (17,2), Málaga y Valencia (14,9 euros/m2). De hecho, los alquileres están en máximos históricos en 31 de las 52 capitales españolas. Además, hay pocos alquileres en el mercado y los que salen duran horas, con los caseros “seleccionando” inquilinos.

Ante la falta de alquileres y su elevado precio, hay familias que buscan comprar piso, más ahora que han bajado los tipos. Pero también es muy difícil, porque el precio de compra se ha disparado: las viviendas subían un +8,1% anual en septiembre de 2024 (según el INE), el mayor aumento de los últimos años, acumulando una subida del +51,9% desde 2014. Con ello, una vivienda usada (las nuevas son más caras) costaba en diciembre 2.271 euros/m2, un nuevo máximo histórico, según el portal idealista. Eso supone pagar 204.390 euros por un piso de 90 metros cuadrados. Pero en las grandes ciudades, el precio de una casa se duplica: 4.952 euros/m2 en Madrid (445.680 euros por 90 m2), 4.700 euros/m2 en Barcelona (423.000 euros), 4.442 euros/m2 en Palma, 3.491 euros/m2 en Bilbao, 3.241 euros/m2 en Málaga, 3.035 euros/m2 en Cádiz, 2.836 euros/m2 en Valencia y 2. 827 euros/m2 en Pamplona. Y las casas en venta también “vuelan”, por la alta demanda, los inversores y especuladores, dispuestos a no a regatear y pagar más.

Y además, con estos precios de compra disparados, los jóvenes y familias se encuentran con que tienen que pagar ahora una mensualidad más alta de hipoteca para comprar, aunque hayan bajado los tipos. Así, un piso medio de 90m2, que costaba 162.900 euros de media a finales de 2001, costaba 201.906 euros en 2023 y cuesta ahora 204.390 euros. Y por eso, aunque ha bajado el Euribor, la hipoteca (por el 80% del valor) ha pasado de costar 462,94 euros en 2021 a 855 euros en  2023 y 812 en diciembre de 2024. Mínimo ahorro. Pero en las grandes ciudades, donde los pisos han subido mucho más, la cuota hipotecaria es ahora más cara que en 2023 (y que en 2021): por ejemplo, en Madrid, 1.771 euros al mes ahora frente a 1.714 euros hace un año y 821 euros en 2021.

En definitiva, que alquilar o comprar casa es prohibitivo y casi el 40% de los que lo consiguen tienen que destinar más del 40% de sus ingresos al gasto en vivienda, según el Banco de España, muy por encima de los que tienen esta alta factura en Europa (27% de las familias en la UE-27, 17,5% en Francia o Alemania y el 28% en Italia). Por todo esto, hay que afrontar este grave problema de la vivienda, que ya es la primera preocupación de los españoles, según el último Barómetro del CIS. Un problema que no sólo angustia a muchas familias y jóvenes (el 60% de los jóvenes hasta 35 años viven con sus padres) sino que es también un grave problema económico, porque frena la expansión de empresas y negocios.

Al inicio de 2025, parece que los políticos “han tomado nota” de la preocupación masiva por la vivienda. El 12 de enero, el PP contraprogramó una Cumbre autonómica en Asturias para adelantarse al Gobierno y presentar un programa político, con un anexo de 10 medidas para la vivienda, tras años de inútil gestión autonómica y municipal y cuando gobiernan en 12 autonomías y en el 40% de Ayuntamientos (31 capitales). Las medidas se centran en agilizar la gestión del suelo (después de vetar en mayo de 2024  la reforma urgente de la Ley del Suelo propuesta por el Gobierno y solicitada por muchos Ayuntamientos) y en bajadas de impuestos para compradores y caseros, facilitando el acceso a hipotecas, fomentando la rehabilitación y reforzando la lucha contra la ocupación ilegal (los “okupas”, su obsesión y la de Vox).

Al día siguiente, 13 de enero, el presidente Sánchez anunció  un Plan con 12 medidas para mejorar la situación de la vivienda, a la vista que su Ley de Vivienda (en vigor desde mayo 2024), no ha sido eficaz y los topes al alquiler (impuestos en su día por Podemos y Sumar) han sido contraproducentes: muchos propietarios han dejado de alquilar, desviando sus pisos al alquiler de temporada o al alquiler turístico o han vendido su vivienda. El hecho, corroborado por el sector inmobiliario, es que la Ley y los controles de precios (y el tope de subida) han provocado una caída del 33% en la oferta de alquileres entre 2019 y 2024, según los datos de Idealista. Pero hay capitales donde la oferta de alquileres ha caído mucho más: en Barcelona (-75%: han “desaparecido del mercado” 3 de cada 4 viviendas en alquiler), Oviedo (-55%), San Sebastián (-55%), Las Palmas (-51%), Madrid (-46%), Palma (-46%), Girona (-45%), Bilbao (-44%), Zamora (-42%), Toledo, (-42%) y Burgos (-40%). Y ha caído también en Málaga y Valencia (-33%), en Sevilla y Alicante (-32%).

El Gobierno sigue defendiendo su Ley y los topes a los alquileres en las zonas “tensionadas”, argumentando que el único sitio donde se han aplicado (Barcelona y su área metropolitana), los alquileres han bajado entre un 3% y un 5%. Pero muchos expertos lo atribuyen a la caída de contratos y reiteran que el intervencionismo de la Ley ha sido contraproducente. Y piden medidas para aumentar la oferta de viviendas, la verdadera causa que explica los precios disparados de alquileres y compraventas: hay unas 300.000 personas que buscan piso cada año (jóvenes, inmigrantes y nuevas familias) y en 2024 sólo se construyeron 90.000.

El nuevo Plan del Gobierno para la vivienda busca ahora aumentar la oferta de viviendas. Por un lado, se transfieren a la empresa pública de vivienda (SEPES) 3.300 viviendas públicas, otras 13.,000 de la SAREB (que traspasará hasta 40.000) y 2 millones de metros cuadrados de suelo público (mucho de Defensa), concediéndola además la prioridad para adquirir suelo en el mercado (para evitar que caiga en manos de especuladores). Además, las viviendas públicas que se promuevan o adjudiquen mantendrán indefinidamente su titularidad pública y no se podrán vender (como hasta ahora), lo que permitirá ampliar el parque público (sólo el 2,5% del total, frente al 7% de media en Europa). Otra medida es destinar Fondos europeos a crear “una industria de la construcción”, que avance en fabricar viviendas modulares, para acelerar plazos de construcción y reducir costes.

Hay tres medidas del Plan dirigidas a aumentar la oferta de alquileres. Una, un sistema de garantías públicas para asegurar a los propietarios el cobro del alquiler (como hace el programa Bizigune en el País Vasco) y avales a los inquilinos para casos de impago. Otra, ayudas a los propietarios que rehabiliten su vivienda para alquilarla (a precio asequible). Y la tercera, una exención fiscal a los propietarios que alquilen: el 100% de lo que ingresen no pagará impuestos (siempre que se ajusten a los límites de subida aprobados y que publica el INE). Las tres medidas buscan “animar” a los caseros a alquilar, dado que hay 4 millones de viviendas vacías, aunque sólo 400.000 están en zonas “tensionadas”.

Otras medidas del Plan del Gobierno afectan a las viviendas turísticas (pagarán el 21% de IVA, como cualquier otro negocio), a los alquileres de temporada (se ha creado un registro obligatorio y un Fondo para que los Ayuntamientos aumenten las inspecciones) y a las compras de pisos por extranjeros no comunitarios (compraron 27.000 viviendas en 2023), a los que se sube un 100% los impuestos a pagar. Además, se propone a las sociedades de inversión inmobiliaria (SOCIMI) un mejor trato fiscal si promueven viviendas con un alquiler asequible. Y, finalmente, anuncian un Plan de Vivienda 2026-2029, que ampliará las ayudas existentes para jóvenes, mayores, discapacitados y residentes en zonas tensionadas.

Estas 12 medidas del Plan del Gobierno son un avance, pero insuficiente. Se avanza con la empresa pública de vivienda, pero falta un presupuesto (no hay Presupuestos) y más medios. Las ayudas fiscales para “animar” a los caseros están bien, pero si están condicionadas a unos topes y subidas, no funcionarán (como no han funcionado las de la Ley de Vivienda). Y, sobre todo, son muy “suaves” las medidas para frenar los pisos turísticos (ojo, 396.883 en agosto de 2024, según el INE, representado el 25% y hasta el 35% del alquiler en zonas de muchas ciudades) y los alquileres de temporada (han crecido un +182% en los últimos 5 años y ya suponen el 14% de los alquileres), básicamente porque su competencia es autonómica y municipal, no estatal. Y en cuanto a los impuestos a la compra de extranjeros no UE, es “el chocolate del loro”, porque el grueso de estas compras (que suben los precios) son los  compradores europeos (en Baleares, Alicante, Canarias, Murcia o Cataluña).

Se echa en falta en las medidas una actuación más radical en las 4 áreas donde nos jugamos la solución del problema de la vivienda: suelo, planeamiento, financiación y promoción pública de viviendas. En España, hay suelo para construir, pero hace falta catalogarlo (no se sabe dónde y cuánto) y sobre todo prepararlo para que sea urbanizable y esté a disposición de los promotores, lo que exige más inversiones y menos burocracia. Además, hay que agilizar el planeamiento de las ciudades, porque ahora se tarda 10 años y si hay reclamaciones, el plazo se demora 15 años más (de ahí el intento de reforma de la Ley del Suelo).

En tercer lugar, hay que buscar financiación suficiente, pública (hay que “territorializar” el ICO, el Instituto de Crédito Oficial, y especializarlo más en la vivienda) y privada, alcanzando un acuerdo con los bancos para que vuelvan a financiar la vivienda, sobre todo la protegida (VPO), lo que exige actualizar precios (módulos) y dar facilidades (suelo y planeamiento) a los promotores privados, actuando también para reducir los costes de construcción, facilitar mano de obra formada (el sector dice que no encuentra personal) y agilizar los procesos (hoy se tardan 100 meses en una promoción y habría que bajarlo a 50 meses).

Y sobre todo, hay que impulsar la promoción pública de viviendas, porque es ridícula: sólo 5.241 viviendas protegidas hasta septiembre 2024 (y 8.847 en todo 2023), frente a 68.587 VPO terminadas en 2008. Eso exige que las autonomías y Ayuntamientos destinen muchos más recursos a promover VPO, con dinero público (y privado). Ir construyendo año tras año un parque de VPO, sobre todo para alquilar: harían falta 150.000 viviendas públicas al año para tener en 10 años (1.500.000 VPO más) un parque de VPO “europeo”. Y el mayor esfuerzo (con financiación estatal) debe venir de las autonomía y Ayuntamientos, que ya apenas promueven viviendas (sí conciertos, corridas de toros y fiestas…).

Actuando en estos 4 frentes (suelo, planes urbanísticos, financiación y promoción pública), cortando de raíz las fugas de alquileres (a uso turístico y alquileres de temporada) y facilitando a los propietarios que alquilen sin miedo (y sin imposiciones), podría empezar a resolverse el problema de la vivienda en España, que exige tiempo: habría que construir 150.000 viviendas al año y sacar al alquiler otras 150.000 para atender a la demanda esperable (y eso no resolvería el déficit actual). Pero para conseguirlo, hace falta un requisito previo: el acuerdo entre todos los que deciden en la política de vivienda (Gobierno, autonomías, Ayuntamientos) y los “actores” imprescindibles para avanzar (promotores, constructores, bancos, propietarios e inquilinos). Si no hay un gran Pacto por la vivienda, no avanzaremos.

Ahora, el Gobierno tendrá que concretar y poner en marcha sus medidas. Y luego, tendrá que llevarlas al Parlamento y conseguir aprobarlas. Muchas de ellas, como la reforma de la Ley del Suelo, los alquileres de temporada o las ayudas fiscales han sido vetadas en el Congreso por el PP y Vox (algunas con ayuda de Junts y PNV). Así que es prioritario un gran Pacto de Estado por la vivienda, como ya han pedido los promotores (APCE). Ver las propuestas de cada uno e intentar consensuar medidas que promuevan más viviendas en construcción y más alquileres en el mercado, más oferta para rebajar unos precios disparados.

No parece fácil lograr un Pacto, pero sin acuerdos no avanzaremos: ni el Gobierno podrá aprobar y aplicar sus medidas ni las autonomías y Ayuntamientos gestionarán mejor. Están condenados a entenderse, a resolver un problema que es un clamor social. Si no lo hacen, los jóvenes y familias con menos recursos seguirán sin casa. Y 9 millones de inquilinos seguirán malviviendo, porque tendrán que destinar más de la mitad de sus ingresos a pagarse un techo. No podemos tolerarlo.

jueves, 28 de noviembre de 2024

Comprar piso a cualquier precio

El precio de la vivienda se ha puesto por las nubes: más de 200.000 euros un piso de 90 metros y entre 385.000 y 470.000 en Madrid o Barcelona. En el último año, los pisos en venta subieron un +7,8%, acumulando una subida del +50% desde 2014, el doble que la inflación y los sueldos. A pesar de estos precios, las ventas se han disparado, por compras de  inversores, extranjeros y familias que pueden hipotecarse. De hecho, los pisos en venta “vuelan” en días y los compradores “no regatean” e incluso “pujan”, pagando más por la poca oferta disponible. El problema es que faltan pisos, porque ha caído el stock y apenas se construye: 80.000 viviendas en 2023, 7 veces menos que en 2008. Ahora, con los alquileres disparados, habrá más familias (e inversores) que compren piso, con la bajada de tipos. Y la vivienda seguirá subiendo de precio. Urge construir más, para alquiler y compra, porque si no, los precios serán imposibles para la mayoría.

                            Enrique Ortega

Los precios de la vivienda no dejan de subir desde hace una década. En el 2º trimestre de 2024, el precio de compraventa de una vivienda subió en España un +7,8% anual, la mayor subida desde 2022, según el INE. Eso es la subida media, porque la vivienda nueva (de la que menos hay) subió un +11,2% anual, la mayor subida desde los años 2.007 y 2008. Y la vivienda usada, la que más se vende, subió un +7,3%, otro récord. Una subida que cuadriplica la inflación anual (+1,8%) y duplica con creces la subida de sueldos este año (+3,06%). Además, los precios de la vivienda suben más en España que en la mayoría de Europa, según Eurostat: +7,9% en el 2º trimestre, frente al +2,9% en la UE-27, +2,9% en Italia y una caída del -4,6% en Francia o del -2,6% en Alemania (“resaca” tras años de subidas).

El problema es que este aumento de precios de la vivienda “llueve sobre mojado”: la subida acumulada ha sido del +43,8% entre 2014 y 2023, según el INE, superando ya el desplome de precios sufrido tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, cuando cayó un -41,9% entre 2008 y 2013. Otra vez, la vivienda nueva ha subido más en la última década, un +58,7% (frente al -30,5% que cayó con la crisis), mientras se ha encarecido menos la vivienda usada, un +41,2· (frente a una mayor caída antes, del -51,3%). Ahora se espera otra subida en esta segunda mitad de 2024, más del 7%, con lo que la vivienda subirá un +50% entre 2014 y 2023.

Con estas subidas, el precio medio de una vivienda en España estaba en septiembre en 1.921 euros/m2, según el Ministerio de la Vivienda, lo que supone 458 euros más (+31,3%) que el precio mínimo de 2014 (1.463 euros) y el precio más alto de la vivienda en España desde hace 15 años (1.958 costaba al principio de 2009). Eso supone que comprar un piso de 90m2 cuesta ahora unos 173.000 euros, 41.000 euros más que hace una década. Pero ese es el precio medio: una vivienda nueva (con menos de 5 años) costaba 2.255 euros/m2 (unos 203.000 euros) y una usada, 1.911 euros (172.000 euros).

Estos precios que publica la Administración son similares a los que publica la Sociedad de Tasación, que cifra en 1.903 euros/m2 el precio medio de la vivienda en septiembre, aunque baja el precio de la vivienda usada (1.887 euros en junio) y sube más el precio medio de las viviendas nuevas: 2.930 euros/m2 en junio, lo que supone 263.700 euros de coste un piso de 90 m2. Y refleja enormes diferencias según las ciudades. Así, una vivienda nueva en Barcelona cuesta 5.262 euros/m2 (473.000 euros por una casa de 90m2) , 4.493 euros/m2 en Madrid (404.370 euros por 90m2) , 4.378 en San Sebastián y 3.025 euros/m2 en Bilbao, mientras cuesta la tercera parte o menos en Ciudad Real (1.314 euros/m2: 118.260 euros un piso de 90m2), Cáceres (1.327) o Badajoz (1.337 €/m2).

Una tercera estadística, la del Colegio de Registradores, da un coste promedio de la vivienda algo mayor, 2.114 euros/m2 en septiembre de 2024, subiendo el precio de la vivienda usada (hasta 2.080 euros/m2) y alineando el precio de la vivienda nueva con el del Ministerio (2.254 euros/m2). Sus datos reiteran también la gran diferencia de precios entre autonomías y capitales: por encima de los 3.000 euros/m2 de media están San Sebastián (5.613 euros/m2: 505.170 euros “de media” por una casa de 90 m2…), Barcelona (4.466 euros de media, aunque la vivienda nueva cuesta  5.200 euros/m2), Madrid (4.327 euros de media: 390.000 euros por un piso de 90m2 y mucho más si es nuevo), Palma (3.558 euros de media), Bilbao (3.017 euros/m2) y “casi” Málaga (2.917 euros/m2). Y lo más llamativo: el 49% de las ventas registradas son pisos de menos de 90 metros cuadrados

Estos precios tan elevados por una vivienda se deben a la escasez de viviendas en el mercado, debido a la caída del “stock” de viviendas usadas  y a la baja construcción de nuevas viviendas. Por un lado, el stock disponible ha bajado drásticamente, desde 649.780 viviendas que había en 2009 a las 447.691 viviendas disponibles en 2023, según el Ministerio de Transportes. Y además, en la mayoría de provincias, el stock sobre el total de viviendas es bajo (1,66% de media en España), siendo mayor en las ciudades y provincias con más problemas: Madrid, Barcelona, Toledo, Sevilla, Tenerife y litoral mediterráneo, aunque en la mayoría tienen un stock bajo, salvo Madrid (11,4% del parque) y Barcelona (10,86%).

El problema mayor, que explica la escasez de viviendas a la venta, es que se ha desplomado la construcción de nuevas viviendas, desde 2009 y sobre todo desde 2014. Así, frente a un máximo de 597.632 viviendas “libres” (sin ayudas públicas) construidas en 2006, se bajó a 356.555 en 2009, a 121.043 en 2011 y a un mínimo de 35.382 viviendas construidas en 2014. Y a partir de ahí, apenas creció la construcción, alcanzando las 58.853 viviendas terminadas en 2018, las 84.091 en 2021 y las 80.473 viviendas libres construidas en 2023, 7 veces menos que en los años del “boom inmobiliario”, según los datos de Vivienda. Y este año 2024, se han terminado 41.853 viviendas hasta junio (+2,1% que en 2023). Y peor es la construcción de viviendas “protegidas” (VPO): sólo se terminaron 8.847 en 2023 (3.311 en la primera mitad de 2024), frente a 68.587 en 2008.

Así que no hay viviendas para vender y por eso los precios se disparan, sobre todo porque la demanda crece, aumentan los que buscan piso y las compraventas. Las 10  subidas de tipos del BCE (entre 2022 y 2023) retrajeron las compras, junto a los altísimos precios, pero ahora, con las bajas aprobadas (junio, septiembre y octubre 2024) y las anunciadas, las compras se han disparado: 61.887 en septiembre, un +41,5% anual y la mayor cifra de ventas mensual desde 2007. Con ello, se han vendido ya 467.865 viviendas en 9 meses y de continuar la tendencia (+3,05%), el año 2024 cerrará con 601.000 viviendas vendidas, el tercer mejor dato de ventas tras 2007 (se vendieron 775.300) y 2022 (650.265 viviendas) . Y  100.000 viviendas más vendidas que antes de la pandemia (505.467 en 2019).

¿Quién compra un piso en España con estos precios? Pues hay tres grupos claros de compradores. Uno, los inversores, empresas y ahorradores particulares que compran un piso para invertir y especular, para ponerlo en alquiler primero (inmobiliarias, Fondos de inversión o particulares) y luego venderlo con plusvalías. De hecho, la rentabilidad de la inversión inmobiliaria en España era del +7,2% en septiembre, más del doble de la rentabilidad de los bonos del Estado y de muchas acciones. Un dato que confirma el auge de estos compradores de viviendas (que no las compran para vivir) es que un 35% de las compras se están haciendo sin hipoteca, pagando al contado con fondos propios, según los datos del Colegio de Registradores.

Un 2º grupo de compradores de viviendas son los extranjeros: compraron el 14,90% de las viviendas vendidas en 2023, según los Registradores, un porcentaje mucho mayor en Baleares (32,5% de las compras totales), Comunidad Valenciana (28,45%, aunque hay provincias como Alicante donde son el 44% de los compradores), Canarias (27,25%, aunque suben al 35,7% en Tenerife)), Murcia (24,68%), Cataluña (16,79%) y Andalucía (14,31%, pero suben al 33,7% en Málaga). Este año, la mayoría de los compradores extranjeros siguen siendo los británicos (8,52%) y alemanes (6,43%), aunque han adelantado a los franceses (5,23%) los compradores marroquíes (5,46%), polacos (5,32%) e italianos (5,25%).

El tercer grupo de compradores son las familias que ya tienen una casa y se plantean venderla y comprar otra mejor (pagando la diferencia con ahorros o una hipoteca) o las familias jóvenes que piden una hipoteca ayudados por sus padres. El resto, la mayoría de la población que no tiene casa ni ayuda, es casi imposible que pueda pagar estos precios, salvo que consiga hipotecarse de por vida, forzados por unos alquileres imposibles.

Por todos ellos, la demanda de viviendas existe, aunque los precios estén por las nubes. La prueba no es sólo que se disparen las compraventas sino que las inmobiliarias alertan que tienen problemas para buscar piso a los que quieren comprar. De hecho, las ventas son cada vez más rápidas (antes se tardaba meses y ahora semanas y horas) y los pisos “vuelan”, sin que los compradores puedan “regatear” el precio final como antes. Incluso hay inmobiliarias que hablan de compradores que ofrecen al vendedor hasta un 10% extra para asegurarse el piso que quieren… Es la forma de pujar por lo escaso.

Todo apunta a que los precios de los pisos seguirán subiendo, empujados por la alta demanda, la baja oferta y la mayor presión por comprar (ahora que bajarán las hipotecas) en vez de alquilar, por los elevadísimos precios. Precisamente, los alquileres disparados son la mejor gasolina para la subida de los precios de las viviendas. El mecanismo es fácil de entender: cuanto más me cueste alquilar, más me pensaré comprar, sobre todo ahora que bajan los tipos. Claro que necesito 2 condiciones previas. Una, que los bancos me puedan dar una hipoteca, algo que depende de mi sueldo y tipo de contrato (si es precario, nada). Si paso este filtro y soy de los que pueden “optar” a una hipoteca, queda el 2º filtro: tener ahorrado o que mis padres me presten el 30% del valor del piso, porque la hipoteca sólo se concede por el 80% del valor de tasación y hay que tener un 30% para la entrada (20%) y gastos (10% para notaría, registro, impuestos y gastos iniciales).

Supongamos que podemos conseguir una hipoteca y alguien nos deja ese 30% (o lo ahorramos). Las cuentas están claras: en casi todos los casos, con los tipos actuales, compensa más comprar que alquilar. Vemos algunos ejemplos. Si el precio medio de una vivienda de 90m2 está en 198.810 euros (2.209 euros/m2), deberíamos pedir una hipoteca de 159.048 euros. A 25 años, con el Euribor más 1% (3,69% ahora), nos sale a pagar una mensualidad de 812 euros, una cuota inferior al alquiler medio en España, que es hoy de 1.179 euros. Si el piso está en Madrid, hay que pedir una hipoteca de 261.936 euros, que nos cuesta 1.338 euros al mes, menos que el alquiler medio de la capital (1.854 euros). En Barcelona, la cuota sería 1.690 euros frente a 2.079 euros de alquiler. En Valencia, 1.016 euros de hipoteca frente a 1.296 euros de alquiler. Y en Sevilla, 865 euros mensuales de hipoteca frente a 1.062 euros de alquiler.

Cuanto más bajen los tipos y las hipotecas y más suban los alquileres, más compensará comprar en vez de alquilar. Ojo: sólo si tenemos un trabajo “merecedor” de una hipoteca bancaria” y unos padres que nos presten el 30% del valor, para la entrada y gastos. Esta es la dinámica que seguirá haciendo subir los precios de los pisos, junto al interés de los inversores, Fondos y particulares por comprar para invertir, además del boom de extranjeros que buscan casa en España. Y a su vez, esta subida de los pisos animará a los propietarios a subir los alquileres, para obtener más por una inversión más costosa.

Hay que acabar con esta dinámica, con la “locura” de un mercado donde los precios disparados de compra y alquiler se retroalimentan. Para conseguirlo, el camino no es imponer unos controles de precios, que no se implantan o se evaden (con pisos turísticos, alquileres de temporada o ventas) sino construir más viviendas, aumentar drásticamente la oferta, para bajar precios (de pisos y alquileres). Y para ello, urge actuar en varios frentes. Por un lado, promover un Pacto político entre Gobierno, autonomías y ayuntamientos para conseguir suelo y financiación a los promotores públicos y privados. Hay suelo, pero hace falta catalogarlo y prepararlo para que sea urbanizable y esté a disposición de los promotores, a los que hay que reducir burocracia y plazos. Urge buscar financiación, pública (hay que territorializar el ICO y especializarlo más en la vivienda) y privada, arrastrando a los bancos ahora que no hay Cajas. Y hay que actuar sobre los costes de construcción, mejorar la disponibilidad de mano de obra y agilizar el proceso (se tardan 100 meses en una promoción y habría que reducirlo a 50). Y el Estado (central y periférico) debe gastar el doble en promover viviendas protegidas, directamente y con los promotores privados, para crear un parque de 1 millón de viviendas de VPO que ofrezca alquileres asumibles.

Hacen falta 250.000 nuevas viviendas al año para cobijar a las nuevas familias (120.000) y a los inmigrantes (330.000 nuevos al año). Se puede conseguir triplicar la construcción de viviendas si los organismos públicos se ponen a la tarea y facilitan suelo y financiación, agilizando las promociones privadas y públicas. Y creando un parque de viviendas VPO, para alquilarlas a las familias con menos ingresos. En paralelo, facilitar a los propietarios que alquilen más y a precios razonables, sin imposiciones, con incentivos fiscales y organismos que les ayuden a gestionar su alquiler. En definitiva, medidas para conseguir que haya más viviendas en el mercado, para compra y alquiler. Más oferta de pisos es la clave.

lunes, 14 de octubre de 2024

Alquileres imposibles: faltan viviendas

El grave problema de la vivienda, con precios y alquileres disparados, preocupa a muchos españoles, sobre todo jóvenes y familias vulnerables, que destinan más del 40% de ingresos (los jóvenes el 92%) a pagar un alquiler. Si lo encuentran, porque hay un 33% menos que en 2009, consecuencia de cambios legales y topes que han llevado a muchos propietarios a cambiar su piso en alquiler a uno de temporada o turístico. O a venderlo. La Ley de Vivienda (mayo 2023) es un fracaso y ha reducido los alquileres. Mientras, se terminan 89.000 viviendas al año (frente a 424.000 en 2009), cuando se crean 275.000 nuevas familias. Tenemos pocos alquileres y carísimos porque apenas hay viviendas disponibles: faltan 600.000 hasta 2025 y el doble para 2030. La única solución es que Gobierno, Ayuntamientos, autonomías, promotores y bancos pacten un Plan de Vivienda, conseguir suelo y financiación para construir 200.000 viviendas al año, la mayoría para alquiler. Y ayudar (no amenazar) a los propietarios para que alquilen. Menos Leyes demagógicas y más medidas eficaces.

                            Enrique Ortega

Las manifestaciones, en Madrid y en media España, revelan que el problema de la vivienda agobia cada día más a los españoles. Y no es para menos. Este año 2024, los alquileres siguen subiendo, un +10,2% anual en el tercer trimestre, según el portal Idealista. Y el precio medio de un alquiler en España se coloca en 13 euros/m2 (10,4 euros en 2019). Eso supone pagar 1.170 euros por alquilar un piso de 90 m2. Pero esa es la media. En Barcelona, el precio sube a 2.016 euros (22,4 euros/m2), en Madrid son 1.836 euros (20,4 euros/m2), en San Sebastián  son 1.629 euros (18,1 €/m2, en Palma 1.557 euros (17,3 €/m2), en Málaga 1.305 euros (14,5 €/m2) y en Valencia 1.287 euros (14,3 €/m2).

El problema es que la subida de alquileres de este año se suma a las subidas del alquiler desde 2014. En 2023, los alquileres subieron un +10,1%, más que el +8,4% en 2022 y el 4,6% en 2020 (en 2021, con la pandemia. bajaron un -3,6%). Y antes, entre 2014 y 2019, los alquileres subieron en España un +50%, según Idealista. Así que en la última década (2014-2023), los alquileres han subido un +69,5%, el triple que la inflación general (+21,3%, según el INE) y cuatro veces más que los salarios (+17,6% han subido los convenios). Y si sumamos la subida de este año, los alquileres suben casi un 80% desde 2014…

¿Por qué suben tanto los alquileres? Básicamente, porque hay pocas viviendas disponibles y una demanda creciente. Por un lado, apenas se construye vivienda nueva: en 2023 se terminaron 89.119 viviendas, casi las mismas que en 2022 (89.545), tras una década en la que se construyeron incluso muchas menos (60.000 en 2013, 44.630 en 2016, 78.810 en 2018). Es una cifra ridícula si la comparamos con las 424.459 viviendas terminadas en 2009 o las 650.000 terminadas en 2006 y 2007. Además, apenas se hacen viviendas protegidas (8.646 VPO en 2023) y la nueva construcción se concentra en la costa mediterránea y las islas (el 37,2% de las viviendas terminadas) y en el resto de España (39,1%), más que en Madrid y Barcelona (27,7%).

Apenas se hacen viviendas nuevas mientras cada año crecen las nuevas familias y los jóvenes que buscan un alquiler, más los últimos años, cuando la subida de tipos e hipotecas hacen que muchos españoles no piensen en comprar casa, máxime cuando los precios de compra de los pisos de han disparado también (+7,8% este año y +39,8% entre 2014 y 2023). El Banco de España estima que cada año hay 275.000 nuevas familias que buscan techo, además de 60.000 nuevos inmigrantes. El dato es muy llamativo: el número de hogares creció en 1.491.700 entre 2011 y 2023, mientras se construyeron 762.843  viviendas…

Está claro: la demanda de alquileres se ha disparado y mientras, apenas se construye. Y tampoco se alquilan muchas de los 4 millones de viviendas que están vacías. Unas, la mayoría, porque son segundas residencias o están en mal estado, necesitan rehabilitación. Y, sobre todo, porque hay pocas viviendas vacías en las grandes ciudades donde hay más demanda de alquileres: el Banco de España estima que sólo hay 400.000 viviendas vacías (el 10% del total) en ciudades de más de 250.000 habitantes.

Esta falta de oferta se ha agravado en los últimos años, porque los propietarios se han retraído a alquilar, a la vista de los cambios normativos aprobados por el Gobierno Sánchez. En marzo de 2019 se cambió la Ley de Arrendamientos (LAU), con un Decreto que limitaba las subidas al IPC y ampliaba los plazos de alquiler: de 3 a 5 años si el propietario era particular y hasta 7 años si era empresa. Eso retrajo a muchos propietarios, que reaccionaron con subidas extras de los alquileres (para “cubrirse”) y retrasando su alquiler o vendiendo. En febrero de 2022, el Gobierno aprobó la Ley de Vivienda, que establecía “topes” de subida a los alquileres en las zonas tensionadas, lo que redujo más la oferta de alquileres, “asustando a los propietarios”. En mayo de 2023, la Ley entró en vigor y la mayoría de expertos coinciden: ha reducido drásticamente la oferta de alquileres, disparando más los precios.

Los datos vuelven a ser elocuentes. Entre 2019 y 2024, la oferta de alquileres en España ha caído un -33%, según un reciente estudio del portal Idealista. Pero en Barcelona (donde la Generalitat aprobó un control de alquileres ya en 2020), la oferta de alquileres se ha reducido un 75% desde 2019 a hoy: han desaparecido del mercado 3 de cada 4 viviendas en alquiler. También ha caído drásticamente la oferta de alquileres en Oviedo (-55%), San Sebastián (-55%), Las Palmas (51%), Madrid (-46%), Palma (-46%), Girona (-45%), Bilbao (-44%), Zamora (-42%), Toledo (-42%) y Burgos (-40%). Y se ha reducido también la oferta de alquileres en Málaga y Valencia (-33%), Sevilla y Alicante (-42%).

¿Cómo se ha producido este drástico recorte de la oferta de alquileres? Por 3 vías: se han “desviado” los alquileres tradicionales a alquileres de temporada, a alquileres turísticos o a la venta. El primer camino, el más utilizado, ha sido “desviar” alquileres permanentes a alquileres de temporada: son por menos de un año, a estudiantes, trabajadores desplazados (profesores, médicos, camareros, temporeros) o por vacaciones. No se rigen por la nueva Ley de Vivienda (ni por la normativa de apartamentos turísticos) y las condiciones se pactan libremente. Estos alquileres han crecido un +182% entre 2019 y 2024 (+220% en Barcelona) y suponen ya el 14% de todo el mercado del alquiler, aunque hay ciudades donde superan la tercera parte del total (y creciendo). El Gobierno intentó regularlos con un reciente Decreto, pero no consiguió aprobarlo en el Congreso, por el veto de Junts, junto al PP y Vox.

El 2º camino para desviar alquileres permanentes es destinarlos a alquiler turístico. En septiembre había 388.259 pisos turísticos en las 25 mayores capitales, +55.295 que en junio, según la patronal turística Exceltur. El problema es más relevante en 48 municipios, con  más del 10% de alquileres turísticos, destacando los centros de Barcelona y Madrid (con más del 25% de pisos turísticos), Málaga, Sevilla o Palma. El Gobierno promete regular estos alquileres para el futuro, pero la competencia es autonómica y municipal y cada ciudad va a su aire, mientras los pisos turísticos aumentan (ver cuadro), a pesar de las protestas.

El tercer camino para desviar pisos que antes se alquilaban es venderlos, aprovechando los altos precios actuales (han subido +47,6% desde 2014) y la gran demanda, que aumentará con la próxima bajada de tipos e hipotecas. En los últimos años, Fotocasa estima que  el 12% de los propietarios que antes alquilaban han vendido, lo que supondría 327.000 alquileres menos desde 2019. La mitad de estos propietarios han desistido de alquilar, según Fotocasa, “por malas experiencias” con inquilinos o por temor a la nueva normativa.

La consecuencia de este triple recorte de la oferta es clara: hay muchos menos alquileres disponibles y eso sube los precios y dificulta encontrar un piso para alquilar ("vuelan") Y los que lo consiguen, tienen que destinar una mayor parte de sus ingresos al alquiler : ya suponía el 43% del sueldo medio en 2023, frente al 38% en 2019, según este estudio de InfoJobs. Pero en las ciudades con los alquileres más caros, representa mucho más: en Barcelona, el alquiler se lleva el 65% del sueldo medio, en Palma el 63%, en Madrid el 62%, en San Sebastián el 60%, en Las Palmas el 53%, en Valencia y Santa Cruz de Tenerife el 50%, en Málaga el 49% y en Girona el 48%.

El esfuerzo para pagar el alquiler es mayor en las familias más vulnerables (con bajos ingresos) y entre los jóvenes. Así, el pago del alquiler se lleva más del 40% del Salario Mínimo (SMI) en toda España, según este estudio de El País. Y supone la mitad o más del SMI en Barcelona (70%), Madrid (61%), San Sebastián (57%), Bilbao y Málaga (50% SMI). Esto hace que el pago del alquiler haya llevado a muchas familias a caer en la pobreza, según reiteran Cáritas y la EAPN. Y provoca que muchas familias vulnerables no puedan pagar ahora su alquiler y aumenten los desahucios (en los últimos 9 meses): en el 2º trimestre de 2024 han sido 7.850 desahucios, según el CGPJ, las tres cuartas partes por alquileres (5.874, un 40% más que hace un año y 5 veces más que en 2020, en plena pandemia).

Con todo, los que más sufren los alquileres disparados y escasos son los jóvenes: ganan de media 1.050,77 euros netos al mes, los menores de 30 años (según el último estudio del Consejo de la Juventud ) y para pagar un alquiler necesitan 968 euros de media, según este estudio de UGT. Además, tienen que pagar los gastos fijos de la vivienda (agua, luz, Internet y gastos comunitarios):  en total 1.131 euros al mes, 80 euros más de lo que ganan los jóvenes en España. Y luego hay que comer, pagar transporte, vivir… Imposible. Así que la mayoría no pueden alquilar y siguen viviendo con sus padres, emancipándose mucho más tarde que en Europa: a los 30,4 años de media, frente a los 26,3 años en Europa.

El panorama de la vivienda y los alquileres es desolador, además de suponer “un cáncer para la economía”, porque muchas empresas (turismo, hostelería, campo, sanidad, educación, industrias) no encuentran personal debido a que los trabajadores no encuentran un alquiler accesible en muchas ciudades y pueblos. Urge dejar de “empecinarse” en la Ley de Vivienda: la ministra Isabel Rodríguez, en un doble gesto de “impotencia” e “incapacidad” , ha apelado a la “solidaridad” de los caseros y ha amenazado con recortar aportaciones estatales a las autonomías que no aplican “topes”(todas menos Cataluña). Hay que dejarse de “demagogia” y “populismo”  y probar otro camino, el que ha abierto el presidente Illa, con su Plan de vivienda para Cataluña.

El Plan Illa tiene 4 ejes, que va a proponer a los municipios catalanes, a arquitectos y constructores: crear un Fondo de suelo, agilizar los trámites de las licencias y el periodo de construcción de viviendas (bajar las entregas de 100 meses a 50), más inversión para facilitar la construcción a promotores públicos y privados y ayudas al alquiler, sobre todo a jóvenes. En total, Illa propone invertir 4.400 millones desde la Generalitat para construir 50.000 pisos públicos en Cataluña de aquí a 2030 (se terminaron 2.243 VPO en 2023). Un objetivo ambicioso, que supone hacer las cosas de otra manera: con suelo, negociación e inversión.

El problema del alquiler no se resuelve imponiendo topes y una Ley: se resuelve negociando un Plan con los que tienen las competencias y la decisión (autonomías, Ayuntamientos, promotores y propietarios), garantizando además los derechos de los inquilinos. Hay que empezar por el principio, el suelo, que es clave (supone la mitad o más del coste de una vivienda). En España hay suelo “urbanizable”, pero falta suelourbanizado”, listo para construir. Y no se sabe cuánto hay ni dónde está. Por eso, Gobierno, autonomías y Ayuntamientos deben hacer un Censo de suelo público. Y agilizar que se puede construir en él. El Gobierno aprobó en marzo de 2024 una reforma parcial de la Ley del Suelo, para facilitar a los Ayuntamientos que pudieran aprobar Planes urbanísticos con defectos menores, que llevan años paralizados en los Tribunales. Pero tuvo que retirarla en el Congreso por el veto de Sumar, Junts, ERC y Podemos… Urge conseguir suelo público y facilitárselo a promotores públicos y privados, porque hoy el proceso tarda de 7 a 10 años.

Además, hay que relanzar las promociones de nuevas viviendas, aportando inversión pública suficiente y pactando financiación privada (con bancos e inversores). Ahora hay poca inversión pública en vivienda (6.900 millones, un 0,5% del PIB, frente al 1% en Europa) y urge aumentarla, a nivel estatal, autonómico y municipal. Sobre todo, porque la inversión pública para construir viviendas  protegidas es sólo la mitad del gasto total (3.472 millones en 2023): el 70% lo aporta el Gobierno central (ojo: con Fondos europeos) y sólo el 30% lo financian las autonomías. Además,  los bancos deben volver a financiar promociones, favoreciendo la promoción privada (subiendo módulos)  de VPO (se construyeron 8.646 en 2023, frente a 67.909 en 2009). En paralelo, hay que frenar los costes de construcción (disparados), mejorar la formación de trabajadores (las constructoras de quejan de que no encuentran personal cualificado) y agilizar el proceso de  construcción (aumentando su  ” industrialización”).

Otro frente de actuación es frenar los alquileres de temporada y los pisos turísticos, para aumentar la oferta. Y en paralelo, negociar con los propietarios para facilitarles el alquiler con garantías, sin topes y con ayudas a los que voluntariamente contengan precios. Una vía es crear empresas municipales y autonómicas que hagan de “intermediarias”, como hace el País Vasco con el “Programa Bizigune”: los propietarios les ceden las viviendas y cobran seguro el alquiler, mientras se despreocupan de todo. Además, deberían plantearse ayudas para rehabilitar más viviendas y fomentar fiscalmente (rebajas IRPF, IBI...) que no estén vacías y se alquilen.

Cara a los inquilinos, hace falta que el Estado (con los pisos del “banco malo”), las autonomías y Ayuntamientos promuevan más viviendas protegidas (hoy suponen el 2,5% del parque, frente al 10-30% en Europa), para ofrecer alquileres públicos subvencionados a las familias que no pueden pagar un alquiler de mercado, aunque baje. Y urge mejorar las ayudas a los jóvenes para el alquiler, que ahora se retrasan y no funcionan (7 de cada 10 solicitantes del bono joven de alquiler no lo consiguen) , fomentando la construcción pública de residencias para estudiantes. Y necesitamos un sistema ágil, con viviendas públicas alternativos, para evitar los desahucios de familias vulnerables.

No hay una medida milagrosa para que bajen los alquileres. Pero la clave es que haya más viviendas y eso debería obligar a las distintas Administraciones a pactar un Plan de choque para la Vivienda, hasta 2030, para construir 200.000 viviendas al año (más del doble que ahora) y que viviendas “desviadas” hoy vuelvan a alquilarse. Debería ser una prioridad para todos. Eso exige dejarse de politiqueos y demagogia, “sentarse” en toda España (en cada autonomía y cada ciudad) y negociar suelo, inversiones, medidas y ayudas. Urge.

lunes, 13 de mayo de 2024

Faltan viviendas: apenas se construye

Los alquileres siguen subiendo mes a mes (+6,7% hasta abril) y son un 70% más caros que hace una década, comiéndose el 40% del sueldo de los inquilinos. Y la compra de un piso se ha encarecido otro +7% anual, con los tipos de interés por las nubes. El problema de la vivienda se agrava, mientras la Ley de Vivienda cumple un año y resulta no sólo inútil sino contraproducente: muchos propietarios afrontan los topes al alquiler desviando sus casas a alquileres turísticos y de temporada o vendiéndolas. En consecuencia, cada vez hay menos oferta, lo que encarece el alquiler. Y se construyen sólo 100.000 casas nuevas, la 8ª parte que en 2016. El problema de fondo es que faltan viviendas, para alquilar y comprar, unas 150.000 al año. Y eso dispara los precios. Por eso urge un Pacto entre administraciones, promotores y bancos para movilizar suelo y dinero y construir más viviendas. Y en paralelo, incentivar a los propietarios (no asustarlos) para que alquilen con seguridad.

                    Enrique Ortega

El problema de la vivienda en España se agrava mes a mes. Los alquileres llevan ya 10 años consecutivos subiendo y en 2024 se han encarecido otro +6,7% entre enero y abril, según los datos del portal Idealista, que refleja un precio del alquiler que alcanza otro récord histórico: 13 euros por metro cuadrado, lo que supone un alquiler medio de 1.170 euros mensuales para un piso de 90 m2. Pero hay 7 grandes ciudades (donde viven 7,3 millones de españoles, la sexta parte de la población) donde el alquiler medio es más caro: Barcelona (21,1 euros/m2), Madrid (19,2 euros), San Sebastián (17,2), Palma (15,8), Málaga (14,2), Bilbao y Valencia (13,9 euros/m2). Y con estas subidas, los alquileres se han encarecido ya un +76,2% en los últimos 10 años (desde 2014), el triple que la inflación general (+22,8%) y casi cuatro veces lo que han subido los salarios (+20,66%). Por eso, ahora, un inquilino debe destinar un tercio de sus ingresos mensuales (el 33% de media en España, pero el 44% en Barcelona y el 37% en Madrid) a pagar su alquiler (si lo encuentra). Un agobio.

Pero no sólo suben los alquileres. También comprar un piso es más caro cada mes, porque suben los precios de las viviendas en venta y el coste de las hipotecas: los pisos subieron un +4,7% en 2023, la mayor subida en 6 años, tras haberse encarecido un +44,5% en los últimos 10 años (más del doble que la inflación y los salarios). Y en 2024, el precio medio de la vivienda usada (la que más se vende) es de 2.079 euros por metro cuadrado (187.000 euros por una casa de 90 m2), lo que supone una subida del +7% en el último año, según Idealista, aunque el precio se dispara mucho más en las grandes ciudades: desde 4.355 euros/m2 en Madrid (392.000 euros por 90 m2) a 4.317 euros/m2 en Barcelona, 2.759 euros/m2 en Málaga, 2.400 euros/m2 en Valencia, 2.247 euros/m2 en Las Palmas y el despropósito de 5.465 euros/m2 en San Sebastián. Unos precios imposibles para la mayoría: suponen tener ahorrado un 30% del valor y pagar una hipoteca mínima de 650 euros mensuales.

¿Qué está pasando, porqué se disparan los alquileres y el precio de los pisos? La respuesta corta es porque no hay viviendas para alquilar y comprar, porque hay mucha demanda, sobre todo de alquiler: 27 inquilinos se interesan por cada piso que se alquila en 2024 (en 2023 eran 17 por alquiler). Y en el caso de las ventas, la demanda para comprar sigue fuerte, a pesar de los altos tipos de interés, porque muchos compradores son inversores o ahorradores que las compran para especular (6 de cada 10 viviendas se compran al contado, sin hipoteca), en muchos casos extranjeros que buscan casa en España (el 15% de las compras totales). Y frente a esta creciente demanda de alquileres y pisos para comprar, sigue cayendo la oferta, tanto de alquileres como de pisos en venta. 

Veamos qué sucede con la oferta de alquileres. Los expertos alertan que la oferta de pisos en alquiler se ha retraído en los tres últimos años, debido primero a los topes impuestos a la revisión de alquileres (2% desde marzo de 2020 a diciembre de 2023 y el 3% para 2024) para combatir la inflación y ayudar a los inquilinos más vulnerables. Eso provocó que muchos propietarios se pensaran alquilar y muchos forzaron subidas bajo cuerda o alquileres irregulares. Luego vino la Ley de Vivienda, aprobada por el Gobierno Sánchez en febrero de 2022 y que entró en vigor hace casi un año, el 26 de mayo de 2023. El primer efecto de esta Ley, que pretendía mejorar los alquileres, ha sido el contrario: ha retraído a muchos propietarios a alquilar, porque fija unos topes al alquiler en las zonas tensionadas, por presión de Sumar y Podemos. Este “populismo intervencionista” ha frenado drásticamente la oferta de pisos en alquiler, porque la Ley congela los alquileres actuales en las zonas tensionadas (lo tienen que solicitar las autonomías y por ahora sólo lo ha hecho Cataluña) y fija un tope a los alquileres futuros, según un precio máximo fijado para esas zonas tensionadas.

Esta nueva Ley de vivienda ha agravado el problema del alquiler en España, ya que redujo la oferta de alquileres un 30%, sólo entre mayo y octubre de 2023 (ahora será más), según la Federación de Asociaciones Inmobiliarias. Según una encuesta hecha a 637 agencias inmobiliarias, el 45,59% de los propietarios han aprovechado para subir los nuevos alquileres (para cubrirse de las bajas revalorizaciones e impagos) y han endurecido los requisitos que exigen a sus potenciales inquilinos (obligándoles además a “casting muy severos para “filtrarles por ingresos, empleo y contrato, edad, nacionalidad o color de piel y tipo de familia). Otro 15,44% de propietarios responden que se han pasado al alquiler de temporada (ya supone el 11% de todos los alquileres), un 6,2% se han pasado al alquiler turístico (hay 340.000 viviendas turísticas (entre un 10 y un 20% de los alquileres totales, según zonas) y otro 13,07% de propietarios han decidido vender el piso que hasta ahora alquilaban.

En consecuencia, hay muchas menos viviendas que se alquilan. Y en paralelo, se construyen cada año menos viviendas nuevas, lo que aumenta el déficit de viviendas para alquilar o comprar, disparando los precios. Así, en 2023, los visados de obra nueva fueron 107.934, un -0,91% menos que en 2022 (108.923 visados de obra nueva), una cifra similar a las viviendas iniciadas en 2019 (106.266) y que queda muy lejos de las viviendas nuevas que se iniciaban en España en los años del boom inmobiliario (865.561 viviendas iniciadas en 2006, ocho veces más que ahora) e incluso después (264.795 en 2008). Los visados de vivienda libre fueron 98.040 en 2023 y apenas se hizo vivienda protegida (VPO), sólo 11.982 en 2023 (frente a las 90.531 VPO iniciadas en 2008), según los datos oficiales. Y choca que se hayan hecho 3.491 VPO en Cataluña, 1.906 en Andalucía (3 VPO en Málaga…), 1.854 en Madrid, 1.784 en País Vasco, 511 en la Comunidad Valenciana o cero VPO en Canarias…

En resumen, no sólo se alquilan menos viviendas sino que además se construyen pocas viviendas nuevas, por falta de suelo y financiación y porque a los promotores no les compensa hacer viviendas libres ni protegidas (ni a las autonomías y Ayuntamientos promoverlas) , por sus bajos precios (módulos). El resultado es que tenemos un enorme déficit de viviendas disponibles y esa es la razón básica de los altos precios de alquileres y viviendas. En España, cada año se crean 275.000 hogares y llegan además unos 60.000 inmigrantes, lo que supone una demanda de 335.000 viviendas (alquiler o propiedad), según el Banco de España. Y frente a esta demanda, se construyen menos de 100.000 nuevas viviendas al año y caen los pisos destinados al alquiler, con lo que tenemos un déficit de 600.000 viviendas, sólo entre 2012 y 2025, según el Banco de España.

Otros cálculos estiman que España necesita 1.500.000 nuevas viviendas en 10 años (150.000 al año), de ellas 1.300.000 para alquilar. Este es el gran objetivo que tenemos pendiente, no poner topes artificiales a los alquileres (que retraen más la oferta). Para ello hay que resolver los 4 problemas que tiene hoy la construcción, según el Consejo de Arquitectos: la falta de suelo (y sus elevados precios), la falta de financiación (los bancos se han retirado de financiar a los promotores, tras la burbuja inmobiliaria y más tras las fusiones), el alto precio del dinero (los tipos más altos desde 2008) y la enorme burocracia y complicaciones jurídicas que rodean a los planes urbanísticos. Los promotores-constructores hacen hincapié en los dos que más les preocupan: la falta de suelo disponible para construir y lo complicado que resulta conseguir una licencia de obra (hasta 18 meses). Y añaden dos más: aumento de los costes de construcción y falta de mano de obra formada.

Así que la clave del problema de la vivienda está en aumentar la oferta, construyendo más viviendas y facilitando que los propietarios las alquilen, lo que exigiría ponérselo fácil, no imponerles topes que les disuaden a alquilar. Una vía, seguida por el gobierno vasco (Programa Bizigune), es impulsar la creación de agencias públicas autonómicas que les gestionen y aseguren el cobro del alquiler. Otra, incentivar los alquileres asequibles con deducciones fiscales a los propietarios que los hagan. Y fomentar la salida al mercado de los 4 millones de viviendas vacías, aunque eso requiere ayudas para rehabilitar muchas de ellas, que no están para alquilar. Pero ojo: este enorme parque de viviendas vacías no es la panacea para resolver el problema del alquiler, porque sólo 400.000 (1 de cada 10) están en ciudades con más de 250.000 habitantes, donde se concentran los problemas.

La otra vía, construir más viviendas es clave, conseguir iniciar al menos 150.000 viviendas al año (50.000 más que ahora). Para conseguirlo, es urgente lograr un Acuerdo entre administraciones, promotores/constructores y bancos (privados y el ICO), para conseguir sacar al mercado todo el suelo posible y financiar promociones de nuevas viviendas, la mayoría para alquileres a precio tasado. Ese era el objetivo de la reunión que mantuvo el presidente Sánchez, el pasado 11 de abril, con los promotores y patronales inmobiliarias, sindicatos y bancos, aunque no se concretaron objetivos y faltaban autonomías y ayuntamientos (cuya colaboración es básica, aunque difícil dada la actual crispación política).

En paralelo, el Gobierno ha tomado algunas medidas normativas para ayudar a relanzar la construcción de viviendas. Por un lado, ha aprobado (26 de marzo 2024) y enviado al Congreso una reforma parcial de la Ley del Suelo, para dar más seguridad jurídica a los Planes urbanísticos de los Ayuntamientos, para que se puedan poner en marcha cuando tengan deficiencias subsanables (y no se paralicen, como ahora, en los Tribunales), además de facilitar que los municipios realicen un registro de solares vacíos donde obliguen a los propietarios a edificar. En paralelo, ha aprobado una Orden para facilitar a autonomías y Ayuntamientos la concesión de “licencias rápidas. 

Y además de facilitar la construcción de nuevas viviendas, el Gobierno promueve ampliar la oferta de vivienda por otras dos vías. Una, con el Plan para construir viviendas públicas con dinero de los Fondos europeos (1.000 millones): se iban a construir 20.000 viviendas, pero ya se han firmado convenios con las autonomías para construir 25.000 VPO, para alquileres asequibles. La otra, movilizar las 50.000 viviendas que tiene la SAREB, el “banco malo” público que se creó con los pisos y suelo acumulados tras la crisis bancaria. La SAREB ha ofrecido 21.000 de estas viviendas para que las compren las autonomías, pero ha sido un fiasco: sólo habían comprado 350 viviendas a finales de 2023. También la SAREB ha ofrecido 4.770 suelos a Ayuntamientos en condiciones ventajosas. Y hay otras 14.000 viviendas de la SAREB habitadas cuya situación se está tratando de regularizar, mientras la SAREB ofrece el suelo para otras 15.000 viviendas a construir con promoción público-privada.

Además, el Gobierno ha creado un Grupo de Trabajo para aprobar una futura regulación de los pisos turísticos, para facilitar su regulación y control a autonomías y Ayuntamientos. Y lo mismo para los alquileres de temporada, una vía de escape para alquilar sin control que se debe regular. Pero la clave sigue siendo “atraer” a los propietarios para que alquilen (en lugar de asustarlos con los topes al alquiler) y conseguir que entre la promoción pública, la SAREB y la promoción privada, se construyan más viviendas en España. Que aumente más la oferta, de alquileres y pisos en venta, lo que acabará haciendo bajar alquileres y precios. No hay otro camino, por mucho que los controles de precios (“populismo” contraproducente) suenen bien a algunos. El problema de la vivienda sí tiene enmienda: construir más.

lunes, 9 de marzo de 2020

Cae la venta de pisos (y la construcción)


La venta de viviendas cayó en 2019, por primera vez desde 2013. Hubo menos ventas en 11 autonomías, sobre todo en Galicia, norte y las provincias del interior, en la “España vaciada”. En paralelo, los precios de las viviendas subieron menos, un 5% en 2019, tras encarecerse un 21,5% desde 2014. Este pinchazo” de la vivienda, uno de los motores de la recuperación, se debe al enfriamiento de la economía y el empleo y a un cierto “endurecimiento” de las hipotecas por los bancos, que siguen con “guerra de ofertas” pero seleccionando más los clientes. Y con este panorama, la construcción ha entrado en recesión, cayendo desde el verano pasado, algo que no pasaba desde 2013. Y creando sólo 4.000 empleos el último año. Ahora, los expertos esperan un año 2020 de “tregua” en la vivienda, con ventas y precios “planos”, a la espera de ver qué hace el Gobierno con los alquileres. Si aprueba “controles”, podrían desviarse viviendas del alquiler a la venta. Y entrar en seria crisis un sector clave. 


enrique ortega

La mayor venta de viviendas ha sido uno de los principales motores de la recuperación. En 2014, con la vuelta del crecimiento y la recuperación del empleo, volvió a aumentar la venta de pisos en España, tras las fuertes caídas sufridas entre 2018 (-28,8%) y 2013 (-1,9%). Y así, la venta de viviendas aumentó en 2014 (+2%), 2015 (+11,5%), 2016 (+14%), 2017 (+15,4%) y 2018 (+10,8%). Pero en 2019, al desacelerarse el crecimiento y con la incertidumbre política, la venta de viviendas cayó un -3,3%, por primera vez desde 2013, según el INE. Eso sí, se volvieron a vender más de 500.000 viviendas (501.085 en 2019), por 2º año consecutivo (517.984 viviendas vendidas en 2018), algo que no pasaba desde 2008 (552.080 ventas).


La caída de ventas hasido muy generalizada, en 11 autonomías, sobre todo en Canarias (-14%), Baleares (-10,9%), Navarra (-9,7%), Madrid (-7,5%), Asturias (-6,4%) y la Comunidad Valenciana (-4,9%), aumentando las ventas de pisos sólo en 6 autonomías: Castilla la Mancha (+7,5%), Extremadura (+5,7%), la Rioja (+3,1%), Galicia (+2,5%), Murcia (+1,2%) y Castilla y León (+0,5%), según los datos del INE. Pero estos datos autonómicos esconden una realidad: la venta de viviendas se mueve en España a dos velocidades: avanza a buen ritmo en el Mediterráneo (16.640 ventas por 100.000 habitantes en Murcia), Andalucía, Baleares (13.951) y Madrid (70.835) pero “pincha” en Galicia, el norte de España y, sobre todo, en“la España vaciada”: Lugo (541 viviendas vendidas por 100.000 habitantes), Orense (544), Zamora (575), Cuenca (772), Soria (801), Teruel (838) o Ávila (916 ventas por 100.000 habitantes).Poca población, poca actividad, pocas ventas de viviendas.


Las ventas que caen son las de viviendas de 2ª mano (-4,2%), que suponen el 85% de todas las ventas (408.241 viviendas usadas vendidas en 2019), mientras el motor que más tira del mercado son las viviendas nuevas, algo más caras en general, cuyas ventas (92.844) sí crecieron en 2019 (+1,2%), sobre todo las promociones en el interior de las ciudades y en lugares donde se ha ido agotando el stock de viviendas. Y  los expertos apuestan porque es el segmento del mercado que tiene más futuro.


La primera consecuencia de esta caída de ventas es que los precios de los pisos se han moderado: crecieron, un +5,6% entre enero y septiembre de 2019 (último dato publicado por el INE), menos que en 2018 (+6,7%) y 2017 (+6,2%) aunque más que en los tres años anteriores de subidas (desde 2014). Las viviendas han subido una media del +27,1% entre 2014 y septiembre de 2019, pero todavía no han recuperado el precio que tenían antes de la crisis, dado que bajaron un -41,9% entre 2008 y 2013. O sea, que todavía son un -14,8% más baratas que en 2008.


Esta menor subida de la vivienda, por la caída de ventas, fue menor en 2019 en las viviendas de 2ª mano (subieron un +5,2% hasta septiembre) que en las viviendas nuevas (subieron un +8,06%). Y la subida fue también muy desigual por autonomías, siendo mayor en Baleares (+6%), Andalucía (+5,9%) y Aragón (+5,8%) y muy escasa en Extremadura (+1,5%), Cantabria (+2,4%), Castilla la Mancha, Navarra (+3,1%), Asturias (+3,5%), Galicia y Murcia (+3,7%), según los últimos datos del INE.


¿Por qué caen las ventas de viviendas y apenas crecen los precios? La razón básica es que la recuperación se frenó en 2019, con menos crecimiento y menos creación de empleo, lo que reduce la demanda. Y muchas familias y jóvenes no pueden comprar un piso, por sus bajos ingresos o la precariedad de sus contratos, lo que les ha llevado al alquiler, rebajando la demanda de pisos para comprar.  Y más en un año 2019 con mucha incertidumbre política y elecciones, lo que ha desanimado también las compras de empresas (12,18% del total) y  extranjeros (realizan el 12,64% de las compras de viviendas en España), sobre todo de británicos (por el Brexit) y alemanes (por su menor crecimiento), algo que se ha notado en Baleares, Canarias, Levante y Madrid. 


Otro factor clave ha sido el “pinchazo” de las hipotecas, sobre todo en los primeros meses tras la nueva Ley Hipotecaria que entró en vigor el 16 de junio de 2019, para adaptarnos a la normativa europea. La nueva Ley exigió un aumento de la documentación y tuvo algunos problemas de adaptación informática entre bancos y notarios. Y además, al tener que cargar el banco con más costes que antes pagaba el cliente (gestoría, notaría y registro), los bancos ralentizaron sus concesiones, máxime cuando también tenían que asumir (desde meses antes) el pago del impuesto de actos jurídicos documentados).


La consecuencia es que en 2019 se firmaron 357.720 hipotecas, sólo un 2,76% más que en 2019, el menor aumento desde 2014 y mucho menor que en 2018 (+11,3%), según el INE. Y eso que en diciembre hubo un aumento extra, por dos fondos de inversión que vendieron viviendas con hipotecas a los compradores. Pero el negocio hipotecario está tan parado como la vivienda: el capital prestado en 2019 (44.715 millones) apenas aumentó un 3,3% (frente a un 18% en los tres años anteriores) y el importe medio concedido (125.007 euros por hipoteca) sólo aumentó un 0,6% (menos que la inflación: o sea, en realidad se concedió menos). Y todo ello a pesar de que los tipos siguen muy bajos: los clientes pagaron por las hipotecas un tipo medio del 2,53% en 2019 (2,62% un año antes), según el INE.


De hecho, el propio Banco de España ha reconocido que los bancos están endureciendo sus criterios para conceder hipotecas: lo hicieron en el 2º trimestre de 2019 (“por el deterioro de las expectativas sobre la situación económica”), se mantuvieron sin cambios en el tercer trimestre y volvieron a endurecer los criterios en el 4º trimestre de 2019, según sus últimos informes. Y en paralelo, reconocen que también las familias redujeron sus demandas de hipotecas, por las peores  expectativas económicas. Ahora, los bancos siguen con su “guerra de hipotecas”, sobre todo enlas ofertas online, pero “mirando con lupa” a los clientes y centrándose en los más “vinculados” (con más productos contratados) y en los que tengan cierto nivel de ingresos asegurado y estable. Y tratando de venderles hipotecas a tipo fijo (ya son el 44% de las nuevas), que pagan un tipo más alto.


Al final, la caída de ventas y la moderación de precios ha provocado ya una recesión en el sector de la construcción: su actividad cayó dos  trimestres seguidos, el 3º de 2019 (-0,4%) y el 4º (-1,72%), según los datos de Contabilidad Nacional del INE. De hecho, España es el segundo país europeo donde más cayó la construcción en 2019: un -6,2% sobre un año antes, sólo por detrás de Bélgica (-6,5%) y mucho más que la caída media en Europa (-3,7%), Alemania (-4,2%), Francia (-4,2%) o Polonia (-5,5%), mientras sólo se salva Italia (+0,8%), según Eurostat. Además de caer la actividad, también la inversión en construcción lleva dos trimestres cayendo (-0,3% en el 3º trimestre de 2019 y -3,48% en el 4º), según el INE. Y para completar el panorama, la construcción apenas crea empleo ahora: +4.000 empleos en todo 2019, según la EPA, frente a +136.300 empleos creados en 2018 (1 de cada 4).


En consecuencia, la construcción, que ha sido uno de los motores de la recuperación desde 2014 (junto al turismo y las exportaciones) ha “pinchado” y a finales de 2019 restó crecimiento a la economía (-0,7%) en lugar de ayudar a crecer, como desde 2014. Por esto, el temor es que estemos ante “un cambio de ciclo” y la vivienda y la construcción frenen la recuperación de España en 2020. Un dato que preocupa, además de la caída de ventas, es que se ha estancado la construcción de nuevas viviendas: en 2018 se visaron 100.333 nuevas viviendas y hasta noviembre de 2019 (último dato de Fomento) iban 98.194 visados, con lo que se estima cerrar el año en 109.275, muy pocos más y lejos de las 150.000 nuevas viviendas que deberían construirse cada año, según el sector. Los problemas están en la falta de demanda y en las dificultades para promover nuevas viviendas, por falta de suelo (o exceso de burocracia), falta de financiación a promotores y una subida de costes (sobre todo laborales, por falta de personal especializado). Y además, se ha desplomado la vivienda pública, las promociones de VPO: 5.191 viviendas en 2018 frente a 58.108 iniciadas en 2011 y 68.587 en 2008, según los últimos datos de Fomento.


Ahora, cara a este año 2020, los expertos apuestan por una nueva caída de ventas y que se vendan menos de las 501.085 viviendas de 2019, sobre 480.000 viviendas, debido a la menor creación de empleo este año y la escasa subida salarial (sobre el 2%). Y apuestan porque sigan dominando las ventas de  viviendas usadas (82% de las ventas, frente al 50% en 2010 y el 60% en 2007) pero que crezcan más las ventas de viviendas nuevas, sobre todo en las ciudades donde más se ha reducido el stock de viviendas; hay 459.876 casas sin vender en toda España, un tercio menos que el stock que había en 2009 (649.780 viviendas), según este mapa de Fomento. Las provincias con menos stock sin vender (en consecuencia, donde hay menos oferta y más pueden subir los precios) son Madrid (sólo el 1,34% del parque), Barcelona y Alicante. Y las provincias con más stock de viviendas sin vender son Castellón (el 5,89% del parque), Toledo, Almería, La Rioja y Ciudad Real


Si las ventas de pisos vuelven a caer en 2020, como auguran los expertos, también se moderarán las subidas de precios, que podrían aumentar entre el +2 y el +5%, frente al +5% que podrían haber subido en 2019. Pero lo que habrá es una gran diferencia por zonas y ciudades: los expertos auguran las mayores subidas, por encima del 5%, en el centro de Madrid y Barcelona, así como en Santiago, Oviedo, Santander, Málaga, Valencia, Palma, Alicante, Santander y Logroño, los lugares con menos oferta y más demanda. Y en el resto de ciudades, los precios podrían mantenerse e incluso bajar en Galicia, el norte y la España vaciada, sobre todo en las provincias con más stock sin vender.


Con todo, los expertos creen que no estamos ante una nueva crisis de la vivienda, sólo ante una pausa, “un alto en el camino” tras 6 años de aumento de ventas y precios. Prevén  que propietarios y compradores se darán una tregua este año y que luego, en 2021, podrían seguir con más fuerza las ventas y las subidas, si la economía se recupera con más fuerza, en España y en Europa (pasados los efectos negativos de las guerras comerciales, el Brexit y el coronavirus). Porque demanda hay, jóvenes y familias que necesitan una vivienda. Pero los expertos piensan que la clave sobre el futuro la tiene la nueva normativa que se apruebe para el alquiler, prometida para antes del verano: si el Gobierno aprueba “controles” a los alquileres, como dice, creará una incertidumbre muy negativa en la vivienda. Y podría retraer ventas y precios. Lo que sí parece posible es que, si se establecen controles a los alquileres, muchos propietarios (particulares e inmobiliarias) “desvíen” viviendas del alquiler a la venta, lo que provocaría un exceso de demanda y una caída de precios.


Habrá que estar muy atentos a lo que pasa con la vivienda y la construcción, porque son claves para la recuperación y el empleo. Es hora de aprobar un nuevo Plan de Vivienda y promover la construcción, para mantener la actividad y hacer frente a la demanda de vivienda no satisfecha de miles de jóvenes y familias, estimada en 1.500.000 viviendas. Si la vivienda y la construcción “pinchan”, la economía se debilita. Necesitamos el ladrillo para mantener el crecimiento, aunque no otra “burbuja” (que ahora queda muy lejos dado que la construcción está en recesión y las ventas muy lejos del “boom”). Hay que destinar más recursos públicos a la vivienda (los 679 millones destinados a la política de vivienda en el Presupuesto 2019 es una cifra ridícula) y apoyar a la promoción pública y privada facilitando suelo y financiación a los promotores (sobre todo para alquiler). Necesitamos más viviendas y que los jóvenes y familias puedan comprarlas o alquilarlas. Es un reto clave.