martes, 4 de marzo de 2025

8-M: las mujeres siguen discriminadas

Este sábado se celebra el 8-M, el Día de la Mujer, cuya discriminación olvidamos el resto del año. Este aniversario celebramos que hay más mujeres que nunca (25 millones) y que trabajan más de 10 millones. Pero sigue habiendo más mujeres inactivas, menos trabajando, con peores contratos, empleos y sueldos (la brecha salarial con los hombres se mantiene en -19,6%), más paradas y cobrando menos desempleo, con pensiones más bajas y más mujeres dependientes sin ayudas… Demasiadas discriminaciones que apenas mejoran. Y que tienen tres orígenes: los cuidados (las mujeres tienen que cuidar a hijos y padres), el desigual acceso al trabajo y a los mejores empleos y las interrupciones en la carrera laboral que recortan sus pensiones. Y sobre todo, porque los hombres “ayudamos” en casa pero no “compartimos tareas” para que puedan trabajar más y mejor. Es hora de mejorar la atención a la Dependencia, aumentar guarderías y mejorar la contratación y los convenios para las mujeres. Acabar con la discriminación de media España.

                            Enrique Ortega

Curiosamente, el número de mujeres ha aumentado en España este siglo mucho más que los hombres. Así, el 1 de enero de 2025 se superaron los 25 millones de mujeres censadas (25.009.634), casi 1 millón más que hombres (24.068.350 habitantes), según el INE. Es la mayor distancia entre mujeres y hombres en este siglo (+817.504 en el año 2.000 y +485.970 en 2008). Y de los 8,6 millones de habitantes más que hay en España (49,07 millones frente a 40,47 millones en el 2000), las mujeres han aumentado en +4.365.791 personas este siglo, más que los hombres (+4.242.011). Ha crecido el número de mujeres nacidas en España (+1,84 millones desde 2002), pero sobre todo han crecido las mujeres inmigrantes (+2,2 millones), que ya eran 3.390.951 en enero de 2025. Así que viven en nuestro país más mujeres que nunca (25 millones) y el 13,5% son mujeres nacidas fuera de España (en 2002, las extranjeras eran sólo el 5,5% de las mujeres).

Más mujeres que hombres y también más mujeres en edad de trabajar (más de 16 años): 21.487.600 mujeres frente a 20.322.500 hombres. Pero a partir de ahí, empiezan las discriminaciones a la mujer. La primera, que hay más mujeres inactivas, que ni trabajan ni buscan trabajo, que “tiran la toalla” aunque están en edad laboral, básicamente porque se dedican a “las tareas de casa”, a cuidar a los hijos (y maridos) o a padres y adolescentes dependientes (el 75% de los “cuidadores” son mujeres). A finales de 2024, había 9.973.700 mujeres inactivas frente a 7.383.000 hombres. A lo claro: hay 1.900.000  mujeres que han "renunciado" de entrada a trabajar.

A causa de esta 1ª discriminación, la tasa de actividad de las mujeres (trabajan o buscan trabajo entre 16 y 64 años) es del 71,38%, frente al 77,91% en los hombres. Una tasa mucho menor a la de las mujeres europeas: allí son “activas” el 70,2% de las mujeres de 20 a 64 años, frente al 65,7% en España, el 77,2%% en Alemania, el 71,7% en Francia y el 56,5% en Italia (otro país con pocas mujeres “activas”), según Eurostat. Desde la pandemia y tras la crisis de la energía y la alta inflación, hay en España más mujeres “activas” (+669.800 que en 2019), pero todavía sigue habiendo menos mujeres “activas” que hombres (11,4 millones frente a 12,77), aunque sean más población.

La 2ª gran discriminación es que hay menos mujeres con empleo. No sólo hay menos mujeres “activas” que lo buscan, sino que las mujeres tardan más en encontrar trabajo y lo encuentran peor que los hombres, a pesar de que están más formadas, según las estadísticas educativas. Así, a finales de 2024 había 10.151.200 mujeres ocupadas, frente a 11.706.600 hombres ocupados, según la EPA. Son más mujeres que nunca trabajando en España (había 5,8 millones de mujeres trabajando en el año 2000, frente a 9,9 millones de hombres), pero sigue habiendo más hombres con trabajo (+1,55 millones), aunque hay más mujeres. Y otra vez, la tasa de empleo femenino en España (70,5% de las que tienen entre 20 y 64 años) es inferior a la de las mujeres europeas (75,3% trabajan).

Además, las mujeres han conseguido llevarse más nuevos empleos que los hombres tras la pandemia: trabajan ahora 992.900 mujeres más que en 2019, frente a 898.000 hombres más. Eso sí, la mayor parte de estos empleos “ganados” por las mujeres han sido para las mayores de 50 años (+642.200 empleos), ya que las de menos edad apenas han ganado empleo (+64.000 para las mujeres entre 16 y 40 años) y lo han perdido las mujeres de 40 a 50 años (-7.200 empleos). Así que las que consiguieron trabajo son mujeres mayores, que dejaron de trabajar en su momento y han vuelto, sobre todo en los servicios (empleo doméstico y cuidados, hostelería, comercio y trabajos eventuales, muchas inmigrantes).

Con todo, las mujeres copan menos del 50% de los empleos en 73 de los 100 sectores económicos. Y aquí tropezamos con la 3ª gran discriminación laboral de las mujeres: trabajan en sectores más precarios y peor pagados, con contratos de menos calidad, peores puestos y categorías. Empezando por el tipo de contrato, las mujeres copan los contratos a tiempo parcial: de 3.059.000 asalariados a tiempo parcial (menos jornada o menos días), 2.252.600 son mujeres (el 73,6%), según la última EPA. Y si trabajan menos horas o días que los hombres no es porque quieran: la mayoría de las mujeres dicen que es porque no encuentran otro trabajo a tiempo completo. Y 357.000 mujeres trabajan a tiempo parcial para cuidar a un familiar (11 veces más que los hombres: sólo 33.000 lo hacen).

Las mujeres tienen también más contratos “temporales” que los hombres: de los 2.876.700 asalariados con contrato temporal (diciembre 2024), 1.609.800 son mujeres (el 17,90% de las que trabajan, frente al 13,20% de los hombres).

Además, el 44% de las mujeres trabaja en 7 sectores económicos que son los que tienen los sueldos más bajos. Y de las 10 actividades con nóminas más bajas, en 7 hay más mujeres que hombres trabajando: servicio doméstico, hostelería, sanidad, cuidados, actividades auxiliares, actividades artísticas y recreativas y comercio, según este estudio de CCOO. Pero también, hay muchas más mujeres trabajando en las categorías laborales más bajas y en empleos menos cualificados, ocupando menos puestos directivos, donde se frena la promoción a mujeres: sólo el 34,5% ocupan puestos de gerentes y directivos.

Esta mayor precariedad en los empleos de las mujeres conduce a la 4ª gran discriminación laboral: tienen peores sueldos que los hombres. El sueldo medio bruto de los hombres es de 29.615 euros frente a 24.758 euros las mujeres, según la EPA (Decil de Salarios 2023). Eso supone una “brecha salarial” para las mujeres del -19,6% (lo que tendría que subir su sueldo para igualarse a los hombres). Una brecha que se ha estancado: era del -19% en 2022, aunque mejora respecto a 2019 (-22,6%), 2014 (-31,4%) y 2008 (-30%), según CCOO. Y una brecha salarial que es menor en España que en el resto de Europa, según Eurostat: era del -8,7% en 2022 (diferencia por sexo en el salario hora), frente al -17,7% en Alemania, -13,9% en Francia y -4,3% de diferencia salarial en Italia.

Esta brecha salarial” del -19,6% en España, según el INE, es mayor en 6 sectores de actividad, algunos con mucho peso del empleo femenino: actividades administrativas (-36% de diferencia salarial las mujeres), actividades profesionales, científicas y técnicas (-35%), sanidad y servicios sociales (-31%), comercio (-31%), inmobiliarias (30%) y finanzas (-28%). Los estudios revelan que la principal causa de esta “brecha salarial” entre mujeres y hombres es el alto porcentaje de empleo femenino a tiempo parcial, que explica el 64% de la brecha, según CCOO. Y otro factor clave son los “complementos salariales”, la parte que se cobra junto al sueldo base: las mujeres apenas cobran “pluses” por nocturnidad, penosidad, esfuerzo físico o disponibilidad horaria, que pesan mucho en las nóminas de los hombres. Además, las mujeres cobran también menos por “antigüedad”, porque muchas han interrumpido sus carreras laborales para cuidar hijos y padres.

Y pasamos a otra discriminación de las mujeres, la 5ª: hay más mujeres en paro que hombres. A finales de 2024 había en España 2.595.500 parados EPA , de los que 1.362.600 eran mujeres paradas y 1.232.900 hombres desempleados. La tasa de paro femenina es más alta (11,83%) que la masculina (9,53%) y también mucho más alta que la tasa de paro de las mujeres europeas (6,2%). Eso sí, tras la pandemia, el paro femenino se ha reducido algo más (-296.200 desde 2019) que el masculino (-273.200), aunque esta bajada se ha dado sobre todo entre mujeres de 25 a 54 años, mientras subió el paro femenino entre las más jóvenes (+11.000) y entre las mujeres mayores de 55 años (+13.400 paradas que en 2019), porque intentan ahora recolocarse y ayudar económicamente en casa.

No sólo es que haya más mujeres paradas que hombres, es que además cobran menos desempleo, la 6ª discriminación, porque han cotizado menos años y por sueldos más bajos. Así, aunque hay más mujeres paradas que hombres, en noviembre de 2024 (último dato de Trabajo) había 451.041 paradas cobrando una prestación contributiva y 430.615 parados hombres. Y estas paradas cobraban una media de desempleo de 941 euros al mes, frente a los 1.076,4 euros que cobraban los parados hombres. Una “brecha” en el desempleo del -14,20%, que es mucho mayor en las paradas de más edad (-18,47% de brecha en las paradas de 50 a 54 años, -23,18% las desempleadas de 55 a 59 años y -24,11% de brecha en el desempleo para las paradas de 60 y más años). Sólo cobran el mismo subsidio (463,21 euros mensuales) que los hombres el millón largo de mujeres (1.006.862 paradas) que cobran el subsidio asistencial (frente a 795.591 hombres).

Y tras una vida con menos actividad, menos y peores empleos, las mujeres se jubilan con peores pensiones, la 7ª discriminación. Por un lado, la pensión media de los hombres es de 1.564,53 euros, frente a 1.071,76 euros las mujeres, según los datos de la Seguridad Social al 1 de enero de 2025. Una “brecha” de pensiones del -45,97%. Y si miramos la diferencia de pensiones de jubilación (las cobran 3,84 millones de hombres y 2,71 millones de mujeres), la brecha es similar, del -43,95%: 1.714,47 euros de jubilación media para los hombres, frente a 1.190,95 euros la jubilación de las mujeres. Sólo cobran más pensión las viudas (por sus maridos) que los viudos: 960 euros (2,14 millones de mujeres viudas) frente a 639,90 los hombres (sólo las cobran 209.625 viudos).

Queda otra discriminación más, la 8ª: la desigualdad en la Dependencia, debido a que las mujeres viven más años que los hombres (86,20 años de media frente a 80,74) y por tanto tienen más riesgo de necesitar ayuda y ser dependientes al final de su vida. De hecho, casi 2 de cada 3 dependientes con más de 80 años son mujeres (el 61,06% en 2024). Y por eso sufren más que los hombres el problema de los retrasos en las ayudas (142.446 dependientes a finales de 2024) y en el reconocimiento de la dependencia (otros 127.879 están pendientes de valoración), según el balance de los Directores de Servicios Sociales. Y estos retrasos provocan que 94 dependientes mueran cada día sin recibir la ayuda solicitada o a la que tienen derecho, 57 de ellas mujeres dependientes.

Por si fueran pocas estas discriminaciones, las mujeres sufren otra discriminación más, la 9ª de la lista, la que sufren en su propia casa, porque cargan con la mayor parte de las tareas del hogar y de los cuidados de niños y padres, complicando más su vida laboral. De hecho, el 45,86% de las mujeres cargan con la mayor parte de las tareas del hogar, algo que sólo hacen el 14,92% de los hombres. Y otro 34,96% de mujeres realizan una parte importante de las tareas, aunque compartida. Esto significa que el 80,82% de las mujeres cargan con las tareas del hogar, frente al 48,61% de los hombres. Y un 51,37% de los hombres (unos 12 millones) confiesan que “hacen poco o nada”, según la última Encuesta del INE (2021). Además, el 40,2% de las mujeres se ocupan “mayoritariamente” de los niños, frente al 4,8% de los hombres. Y un 48,3% de cuidar a los mayores (frente al 20,5% los hombres).

En resumen, que trabajan más mujeres que nunca, pero siguen con la discriminación de trabajar menos, con empleos más precarios y peor pagados, con más paro y peor desempleo y pensiones, con más años de vida y un mayor riesgo de ser dependientes. Y con poca ayuda en casa de los hombres, que “ayudan” pero no comparten tareas y cuidados.

Cara al futuro, hay tres medidas claves para reducir las discriminaciones de las mujeres. Una, mejorar la atención a la Dependencia, para que los ancianos y jóvenes dependientes tengan más ayudas públicas (a domicilio y en centros de día y residencias) y no supongan “una carga” para las mujeres, a costa de su vida laboral. La segunda, una mayor atención a la infancia, desde el aumento de guarderías públicas asequibles a las ayudas por hijo, fomentando la conciliación entre la vida laboral y familiar, con más tareas compartidas por los hombres. Y la tercera, un Pacto social entre patronal y sindicatos, para reducir las desigualdades en las empresas y los convenios, desde el acceso al primer empleo a la igualdad en la contratación y en la promoción, buscando reducir la brecha salarial con mayores subidas de los sueldos más bajos (que suelen ser los de las mujeres).

Al final, cada año pasa lo mismo con el 8-M: se habla mucho de la discriminación de la mujer, se hacen manifestaciones de protesta, pero se avanza poco para conseguir una igualdad que, a este paso, tardará décadas en conseguirse. Avanzar en la igualdad de la mujer requiere pactar medidas concretas, en el Parlamento, en los convenios y en las familias, al margen de posiciones políticas y enfrentamientos de género. Estamos ante uno de los grandes retos de este siglo, como la crisis climática, la digitalización o la tecnología: lograr que alguien no sea discriminado por nacer mujer. Conseguir la igualdad para media España. Ganaríamos todos.

lunes, 3 de marzo de 2025

Autonomías: las 3 Españas siguen ahí

La propuesta de perdonar 83.000 millones de deuda a las autonomías es el último acto del enfrentamiento constante entre el Gobierno Sánchez y las autonomías gestionadas por el PP, que llevan años pidiendo más recursos, mientras bajan impuestos y se deterioran los servicios públicos. Pero nadie habla del tema de fondo: España crece, pero no sirve para corregir las desigualdades entre regiones: ahí siguen las 3 Españas, la rica (Madrid, País Vasco, Navarra, Cataluña, Aragón, Baleares y la Rioja), la pobre (Melilla, Ceuta, Andalucía, Extremadura, Canarias, Castilla la Mancha y Murcia) y la intermedia (el resto). Unas diferencias regionales que se mantienen desde hace 50 años. Urge acordar un nuevo sistema de financiación autonómica y apostar por una política económica dirigida a “repartir” mejor el crecimiento español, porque ahora se concentra (el 72%) en 6 autonomías, las más ricas. Eso exigiría un gran Pacto autonómico, para reducir la brecha entre las 3 Españas y conseguir que nuestro nivel de vida y los servicios públicos no dependan de dónde vivimos.

                            Enrique Ortega

España crece cuatro veces más que la media europea, pero este fuerte crecimiento se concentra en 6 regiones, que son el motor de la economía y el empleo: Madrid (aportó el 19,6% del PIB de 2023), Cataluña (aportó el 18,8%), Andalucía (13,3%), Comunidad Valenciana (9,3%) País Vasco (5,9%) y Galicia (5,2%), según los últimos datos del INE. Estas 6 autonomías aportaron juntas el 72,1% del PIB total de España (1.498.324 millones en 2023), con lo que las 11 autonomías restantes, más Ceuta y Melilla sólo aportan el 27,9% del PIB español. Una concentración de la producción que apenas ha variado en este siglo, porque en el año 2000, estas 6 autonomías aportaban el 71% del PIB español, casi como ahora. Y un dato más, que revela con claridad la desigualdad en el crecimiento: la aportación de la Comunidad de Madrid al PIB español (19,6% del total) equivale a la de otras 7 regiones juntas, Castilla y León (aporta el 4,7%), Castilla la Mancha (3,6%), Canarias (3,6), Aragón (3,1%), Murcia (2,7%) y Asturias(1,9%). Tremendo.

Madrid se consolida como la región que más produce en España (293.069 millones en 2023, el 19,6%), reforzando su liderazgo frente a Cataluña (281.845 millones producidos en 2023, en 18,8%). Tradicionalmente, la región que mas producía era Cataluña, pero en 2012 la superó Madrid y se mantiene por delante desde entonces. Madrid está ganando la carrera apoyada por un fuerte crecimiento de la población (+405.000 habitantes entre 2019 y 2024, frente a +399.227 en Cataluña y +202.145 en Andalucía), unos menores ajustes durante la crisis, el efecto negativo del procés sobre la economía catalana, el tirón de inversiones y  turismo y el “factor capitalidad” (concentra empleo público, multinacionales y grandes empresas), así como la oferta de servicios de alto valor añadido. Ahora, el president Illa ha aprobado un Plan a medio plazo, que prevé invertir 18.500 millones en infraestructuras, formación, servicios públicos y modernización de su economía para que Cataluña consiga recuperar el liderazgo económico en España en 10 años (“o en 5, si podemos”).

Pero lo importante no es lo que produzca cada región o cada país, sino lo que se produce por habitante (PIB por habitante), el indicador que permite conseguir un mayor o menor nivel de renta. Así, España es el 4º país que más produce en la UE (1.593.136 millones de euros en 2024), tras Alemania (4.305.260 millones producidos), Francia (2.822.455 millones) e Italia (2.128.001 millones de euros de PIB). Pero luego, al tener en cuenta la población de cada país, España baja hasta el puesto nº 15 en PIB por habitante, según Eurostat: produjimos 30.968 euros por habitante (2023), frente a 38.130 euros de media en la UE-27, con lo que nos adelantan” 14 paises en PIB por habitante, no sólo los tres grandes (Alemania, Francia e Italia, que también tienen más PIB total) sino otros paises más pequeños, como Luxemburgo, Irlanda, Paises Bajos, Dinamarca, Austria, Bélgica, Suecia, Alta, Finlandia, Chipre y Eslovenia. Producimos menos que ellos por habitante.

Dentro de España pasa lo mismo: hay regiones que producen mucho (como Andalucía o la Comunidad Valenciana) pero que, como tienen mucha población, en realidad son “menos productivas” que otras que producen menos y tienen poca población. La clave es comparar la producción por habitante (el PIB por habitante). Ese es el verdadero ranking de las autonomías: las más productivas (y por ello las más ricas) y las menos productivas (y más pobres), según los datos de 2023 publicados por el INE en diciembre. Y así podemos perfilar el mapa de las 3 Españas: la rica (7 autonomías), la pobre (5 regiones más Ceuta y Melilla) y la intermedia (5 autonomías restantes).

La España rica, la que produce por habitante más que la media (30.968 euros en 2023) la integran Madrid (42.198 euros por habitante, el 136,3% de la media), País Vasco (39.547 euros, el 127,7%), Navarra (37.088 euros, el 119,8% de la media), Cataluña (35.125 euros, el 114,1%), Aragón (34.658 euros, el 111,9%), Baleares (34.381 euros, el 111%) y la Rioja (32.828 euros, el 106% de la media). La España intermedia la componen 5 autonomías que producen por habitante menos que la media española, pero no demasiado: Castilla y León (29.698 euros, el 95,9%), Galicia (28.644 euros, el 92,5%), Cantabria (28.461 euros, el 91,9%), Asturias (28.130 euros, el 90,8%) y la Comunidad Valenciana (26.453 euros, el 85,4%). Y el resto componen la España pobre: Murcia (25.887 euros, el 83,6% de la media), Castilla la Mancha (25.758 euros, el 83,2%), Canarias (24.345 euros, el 78,6%) y sobre todo, Extremadura (23.604 euros, el 76,2%), Andalucía (23.218 euros, el 75% de la media), Ceuta (22.751 euros, el 70,5%) y Melilla (produce 20.479 euros por habitante, el 66,1% de la media).

Estos datos revelan que Melilla produce por habitante menos de la mitad que Madrid (el 48,5%) y Andalucía el 55%. Lo peor no es sólo esta tremenda “brecha” entre dos regiones  (una produce el doble que la otra) sino que esa diferencia apenas ha mejorado desde 2019 (Melilla producía el 49,36% y Andalucía el 53,92%) e incluso desde el año 2.000 (Extremadura, entonces la más pobre, producía el 49,53% que Madrid), según los datos del INE. Y además, las 7 regiones más ricas en 2023 (Madrid, País Vasco, Navarra, Cataluña, Aragón, Baleares y Rioja) son las mismas que en 2008 y casi las mismas que en el año 2.000 (Madrid, Navarra, Baleares, País Vasco, Cataluña, la Rioja y Aragón). Y las más pobres de hoy (Melilla, Ceuta, Andalucía, Extremadura y Canarias) son las mismas que en 2019, casi las mismas que en 2008 (entraba Castilla la Mancha) y casi las mismas que en el año 2.000 (Melilla, Ceuta, Extremadura, Andalucía y Castilla la Mancha).

Pero hay algo más llamativo: esta brecha entre regiones más o menos productivas se arrastra desde hace siglo y medio, según el libro “La desigualdad regional en España 1860-2015”, escrito por tres catedráticos universitarios (Díez Minguela, Martínez-Galarraga y Tirado). Ahí documentan que la desigualdad regional aumentó entre 1860 y 1910, se redujo después entre 1910 y 1950, volvió a bajar entre 1960 y 1985 y lleva siendo elevada desde 1986, a raíz de la entrada de España en Europa, debido a que una economía más abierta ha agravado las diferencias regionales, al competir mejor unas autonomías que otras.

¿Por qué hay tanta desigualdad en el crecimiento de las autonomías? La existencia de 2 o 3 Españas tiene mucho que ver con la estructura económica de cada región (más o menos industria, más o menos servicios y el tipo de agricultura), su población (poca o mucha y nivel de envejecimiento), la educación y formación de sus trabajadores, el nivel tecnológico, la mayor o menor inversión pública o privada, las infraestructuras disponibles o el peso de la exportación. Y en el caso de Madrid, el factor “capitalidad”, que aporta un “crecimiento extra” porque las instituciones públicas y ser la capital del país atrae empresas, inversiones, población y talento, según este estudio del IVIE. Por todo ello hay regiones más o menos productivas, aunque el factor que más ha jugado en este siglo para explicar la brecha regional es la desigual creación de empleo.

Pero tras la mayor o menor productividad por habitante, luego entran en juego “los contrapesos”, mecanismos que intervienen para que esas regiones tengan más o menos renta. En principio, las regiones más productivas son también las más ricas, pero hay factores de corrección de esa “brecha económica”: las transferencias públicas (pensiones, desempleo, ayudas a la Dependencia), subvenciones y prestaciones sociales, el gasto público en sanidad y educación, las inversiones públicas, impuestos y la financiación autonómica. Y dentro de estas “medidas correctoras” destacan las ayudas europeas, que buscan corregir los desequilibrios regionales y que han sido ingentes (España ha recibido 176.000 millones de Fondos estructurales europeos entre 1989 y 2020, muchos para las regiones más desfavorecidas).

Pero estas transferencias y políticas públicas no han conseguido corregir las diferencias de renta entre las autonomías. En consecuencia, nos tropezamos otra vez con 3 Españas, según la renta neta por persona publicado por el INE. En 2023, la media española fue de 14.807 euros, siendo muy diferente según la región donde vivimos. Otra vez nos encontramos con una España rica, con más renta que la media, integrada por 7 autonomías: País Vasco (19.078 euros), Madrid (17.275 euros), Navarra (17.253 euros), Cataluña (16.546 euros), Asturias (16.201 euros), Baleares (15.926 euros) y Aragón (15.747 euros). Son las mismas regiones que tienen un mayor PIB por habitante, salvo Asturias (donde el envejecimiento y las pensiones suben la renta por persona). El mapa de la España pobre, con menos renta por persona, lo integran otras 8 regiones: Murcia (11.967), Andalucía (12.191), Melilla (12.745), Castilla la Mancha (12.357), Extremadura (12.421 euros), Comunidad Valenciana (13.374), Canarias (13.372) y Ceuta (13.403 euros). Coinciden con las autonomías menos productivas, aunque en otro orden (por las compensaciones de transferencias e impuestos). Y quedan las 4 autonomías de la España intermedia: Castilla y León (14.940 euros de renta por persona), Cantabria (14.708), Galicia (14.558) y La Rioja (14.529).

Estos datos significan que la renta media por persona en Murcia es un tercio menor (el 62,6%) que en el País Vasco y en Andalucía un 30% menos que en Madrid. Un problema que llevamos arrastrando décadas: hace casi 50 años, en 1977, un balear (los más ricos entonces) tenía 1,81 veces la renta de un extremeño (los más pobres), según un informe de la Fundación Alternativas. Luego, a lo largo de este siglo XXI, la brecha ha mejorado algo, pero poco: en el año 2000, un aragonés ingresaba 1,53 veces la renta de un extremeño, en 2008 (antes de todas las crisis), un vasco tenía 1,65 veces la renta de un extremeño y en 2023 (último dato publicado) , un vasco tiene una renta 1,6 veces superior a la de un murciano… Y además, España es el 2º país occidental (tras EEUU) donde más ha crecido la brecha entre regiones entre 2019 y 2022, según la OCDE, por la pandemia, la energía  y la elevada inflación.

¿Qué se puede hacer? Lo primero, gastar e invertir pensando en corregir estos desequilibrios regionales, tanto los Presupuestos como los Fondos europeos, esos 140.000 millones de euros que van a llegar hasta 2026. El objetivo es regionalizar la mitad de estos Fondos UE, pero la otra mitad, la que gestione el Estado, debería  invertirse con el objetivo de reconducir el crecimiento y el empleo de las regiones más pobres. Una segunda medida es planificar las inversiones públicas e infraestructuras para fomentar la inversión e instalación de empresas en la España más atrasada, que no debe vivir sólo del turismo, la agricultura o las pensiones. Un tercer frente de actuación es la fiscalidad, homogeneizando impuestos y evitando “paraísos fiscales” (Madrid). Y en cuarto lugar, urge aprobar un nuevo sistema de financiación autonómica (pendiente desde 2014), porque el actual beneficia claramente al País Vasco y Navarra (reciben un 80% más por habitante que el resto, según la Fundación Alternativas), así como a Cantabria, la Rioja, Extremadura, Asturias, Aragón y Castilla y León, curiosamente a 7 de las 11 regiones españolas con más renta…

Mientras parece imposible pactar un nuevo sistema de financiación autonómica, el Gobierno Sánchez pone encima de la mesa “el caramelo” de perdonar 83.000 millones de deuda a las autonomías y traspasarla al Estado, con lo que las evitarían pagar unos 7.000 millones anuales en intereses. Es “un parche”, forzado por ERC, pero supondría “un alivio” para las autonomías, aunque debería aprobarse con 2 condiciones: que se utilice el “alivio” para gastar más en sanidad, educación, Dependencia y servicios sociales (no para ahorrarse pagos, como han hecho con el IMV y la Dependencia) y que no bajen impuestos (las autonomías del PP se quejan de falta de recursos, pero han perdido 2.856 millones sólo en 2024 por bajadas de impuestos, que benefician a los más ricos).

En cualquier caso, urge aprobar un nuevo sistema de financiación, que tenga más en cuenta la población y su edad, la "España vaciada" y los servicios públicos prestados, contemplando un Fondo de Compensación para que las autonomías más ricas ayuden a las más pobres a reducir la brecha de renta. Y en paralelo, pactar una hoja de ruta, con medidas económicas y sociales, inversiones y fiscalidad que promuevan un mayor crecimiento de las autonomías menos productivas y más pobres, para reducir la brecha de productividad en una o dos décadas. Hay que “repartir geográficamente” el crecimiento. Porque no es de recibo que los españoles tengamos distinta renta y distintos servicios públicos según donde vivamos. Hay que recortar la histórica “brecha” entre las 3 Españas. Este debería ser el gran debate y no el de perdonar la deuda.