Mostrando entradas con la etiqueta combustibles fósiles. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta combustibles fósiles. Mostrar todas las entradas

jueves, 7 de diciembre de 2023

Cumbre de Dubái: Colapso Climático

Primero hablaban del Cambio Climático, luego de la Crisis Climática y ahora “vivimos el Colapso Climático”, según dijo el secretario general de la ONU en la 28ª Cumbre del Clima de Dubái. Los datos de los expertos revelan que las emisiones de CO2 siguen creciendo y que en 2023 batiremos un récord histórico de temperatura y fenómenos climáticos extremos. Pero no necesitamos esos datos para saber que el clima se ha vuelto loco y que nos estamos cargando el Planeta. El problema es que los grandes emisores (China, EEUU, India y Rusia) no aprueban medidas para recortar drásticamente sus emisiones, para no poner en peligro su crecimiento. Y los paises en desarrollo sufren las consecuencias. La ONU reitera las 3 recetas para recortar emisiones y evitar el Colapso Climático: triplicar las renovables, duplicar el ahorro energético y dejar de usar el carbón, el petróleo y el gas en 2050. Pero otra Cumbre del Clima más, escuchamos muchas promesas y pocos hechos. Y pocas inversiones. Estamos al límite.

                  Enrique Ortega

La actividad humana sigue aumentado las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero (metano, oxido nitroso, halocarbonos y ozono troposférico), provocando un aumento de la temperatura de la atmósfera y los mares que modifican el clima y la vida en el Planeta. Aunque llevamos 28 años celebrando Cumbres del Clima (la 1º se celebró en Berlín en 1995 y este domingo se clausura la COP28 de Dubái), la realidad es que las emisiones han crecido año tras año. Este 2023 (de enero a octubre), las emisiones mundiales de CO2 han crecido un +0,3%, según los datos de Carbon Monitor, debido a un aumento de emisiones en China (+2,5%), India (+9,6%) y Rusia (+2,4%), aunque se han reducido algo las emisiones en EEUU (-2,2%), Japón (-4,5%) y Europa (-5,6%), destacando las menores emisiones en Alemania (-7,4%), Italia (-6,4%), España (-3,7%), Reino Unido (-2,3%) y Francia (-2,1%), en Brasil (.2,4%) y resto del mundo (-2,4%). 

  Ahora, la previsión presentada por Carbon Monitor para todo 2023 es que las emisiones mundiales  de CO2 aumenten este año un +1,1%, que crezcan sobre todo las emisiones por el carbón (15,2 Gigatones de CO2,+1,1%), el petróleo (12,1 Gigatones, +1,5%), el gas natural (7,9 Gigatones, +0,5%) y la industria cementera (1,7 Gigatones, +0,8%). Y por paises, crecerán este año las emisiones de CO2 de China (+8,2%) e India (+4%), mientras caerán las emisiones de la Unión Europea (-7,4%) y EEUU (-3,4%). Este nuevo aumento de emisiones en 2023 se sumaría a los de 2022 (+1%) y 2021 (+6%), tras el recorte de emisiones en 2020 (-5,4%), por primera vez desde 2015, causado por la recesión derivada de la pandemia.

Con ello, la acumulación de CO2 en la atmósfera volverá a batir un récord histórico, alcanzando a finales de 2023 las 419,3 partes por millón (ppm), un 51% más de la concentración de CO2 que había en la atmósfera en épocas preindustriales (280 ppm en 1850, 315 en 1959, 354 en 1990 y superando las 400 ppm en 2013). De hecho, ya en mayo de 2023 se alcanzó en Hawái una concentración récord de 424 ppm, la más elevada en la atmósfera en los últimos 3 millones de años (según investigaciones en el hielo ártico).

Todas estas emisiones y la concentración récord de CO2 en la atmosfera ya han provocado un aumento récord de la temperatura en la Tierra: +1,4 grados centígrados de media sobre el periodo 1.850-1900, según el último informe publicado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), quien nos recuerda que empezamos el siglo con un aumento de 1,27 grados. Y que 2023 será, con toda seguridad, el año más cálido de la historia. Este fuerte aumento de la temperatura provoca un calentamiento de los mares y un deshielo de las masas polares, modificando los ecosistemas  y elevando el nivel del mar (+4,72 milímetros año, el doble que a principios de siglo). Y además, el aumento de la temperatura de la Tierra está provocando fenómenos climáticos extremos: inundaciones y sequías extremas, ciclones tropicales, episodios de calor extremo y macro incendios forestales. Y, en general, un clima “loco” que provoca muertes, enfermedades y cuantiosos daños económicos.

Estamos viviendo el Colapso Climático en tiempo real y el impacto es devastador”, señaló con preocupación el secretario general de la ONU al inaugurar la Cumbre del Clima de Dubái. Lo grave es que la Cumbre del Clima de París (2015) se planteó el objetivo de que la temperatura no superara los +1,5 grados centígrados a fin de siglo (2100), para poder salvar el Planeta. Y ya este año, la temperatura ha subido esos +1,4 grados. Y, según la ONU, con los Planes de recortes de emisiones para 2030, presentados por los 194 paises adheridos al Acuerdo de París, la temperatura media del Planeta subiría entre +2,1 y +2,8 grados centígrados a fin de siglo, un aumento insostenible. Por eso, la ONU insiste en que los paises deben aumentar sus recortes de emisiones, un -43% de aquí a 2030 (sobre emisiones 2009). No vale prometer que van a conseguir cero emisiones netas para 2050: el recorte de emisiones hay que hacerlo ahora, en esta década, porque luego ya será demasiado tarde.

La ONU y sus expertos han reiterado en la COP 28 de Dubái los 3 objetivos que el mundo debe comprometer para salvar el Planeta: triplicar el peso de las energías renovables para 2030, duplicar el ahorro energético y trazar una hoja de ruta para dejar de utilizar en 2050 los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas), los grandes responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero y de la actual emergencia climática.

El primer objetivo, triplicar el peso de las energías renovables en la producción mundial de energía (de 3.400 GW de potencia instalada en 2022 a 11.000 en 2030) se ve posible de alcanzar por los expertos, dadas las enormes inversiones en renovables (eólica y solar, sobre todo) y el avance de la tecnología, que produce electricidad cada vez más barata. De hecho, 117 paises se han comprometido ya a triplicar el peso de las renovables para 2030, acuerdo promovido por la Unión Europea y al que se han sumado EEUU, Canadá, Japón, Reino Unido, Australia, Chile y Colombia. Y también está de acuerdo China. Este empujón a las renovables serviría para generar electricidad 100%% renovable y reducir el consumo de combustibles fósiles en la industria y en los hogares.

Pero no sería suficiente. Por eso, el 2º objetivo de la ONU, más difícil de cumplir, es mejorar la eficiencia energética, duplicando el ahorro de energía de los paises, desde las industrias y el transporte a los particulares. Aquí, los compromisos de los paises son más difusos, salvo el caso de la Unión Europea, que se ha comprometido en hacerlo para 2030. Y queda el tercer objetivo, el más difícil de conseguir y el más importante: suprimir a medio plazo el consumo de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas), los grandes culpables de las emisiones de gases de efecto invernadero desde 1850. El objetivo fijado por la ONU es claro: para 2050, no quemar nada de carbón, suprimir el 60% del petróleo consumido actualmente y el 70% del gas natural.

Aquí, los grandes paises consumidores (y productores) de energías fósiles dicen que sí, que van a recortar, pero no quieren comprometer una hoja de ruta, con fechas y porcentajes. EEUU, el primer productor mundial de petróleo y gas, ha aprovechado la guerra de Ucrania y la subida de la energía para reforzar su producción (y consumo), aumentando la producción de fracking (petróleo de esquisto) y concediendo Biden nuevas licencias de extracción de petróleo incluso en Alaska. Y tanto la OPEP como Rusia, los siguientes mayores productores de crudo y gas, siguen invirtiendo en prospecciones y tratando de contener la producción para que no caigan demasiado los precios y el consumo. Y nadie habla de que hay que habrá que dejar el petróleo, el gas y el carbón sin extraer si queremos salvar el Planeta. Porque cuando se queman los combustibles fósiles, en el transporte (terrestre, aéreo o marítimo), en la industria o en la producción de electricidad, generan entre el 80 y un 90% del CO2 total.

Junto a necesidad de no consumir carbón, crudo y gas a medio plazo, la ONU se queja de que la mayoría de los paises están subvencionando ahora los combustibles fósiles:”no podemos salvar a un Planeta en llamas con una manguera de combustibles fósiles”, criticó muy visualmente el secretario general de la ONU en Dubái. Y es que los paises destinaron 7 billones de dólares en 2022 a subvencionar los combustibles fósiles (desde ayudas a las industrias a rebajas de impuestos a los combustibles o ayudas al transporte), 1 billón más de ayudas que en 2020, por la crisis de Ucrania y la inflación, según un estudio del FMI realizado con datos de 170 paises (entre ellos, España, que dedica 10.500 millones de euros anuales a subvencionar los combustibles fósiles). Y la ONU revela que de los 194 paises que han firmado los Acuerdos de París, solo 7 paises (que no cita, el 4% del total) se han comprometido a retirar estas ayudas y subvenciones, ni EEUU, ni la UE, ni China, India o Rusia. Y así, financiando con millones a los combustibles que destruyen el clima, no podemos avanzar.

Lo que hay que hacer para superar la emergencia Climática lo tienen claro los científicos y lo ha reiterado la ONU en esta Cumbre de Dubái: triplicar las renovables, duplicar el ahorro energético y dejar de extraer y consumir carbón, petróleo y gas. Pero las grandes economías no están por la labor de reconvertirse y gastar más en energías limpias. Por un lado, China, India y los grandes paises en desarrollo (G-20) defienden que ellos tienen que seguir creciendo, aunque sea a costa de altas emisiones (China emite el 30,7% del total mundial, USA el 13,6%, India el 7,6%, la UE el 7,4%, Rusia el 4,4% y Japón el 2,8%) , como antes hicieron los paises occidentales (el 17% de las emisiones mundiales entre 1850 y 2021 son “culpa” de EEUU, el 12% de China, el 10% de la UE, el 6% de Rusia y el 5% de India). Y por otro, los paises pobres y en desarrollo, que no emiten apenas CO2 son los que más sufren ahora la emergencia climática (inundaciones, tornados, sequías, hambre, incendios, emigraciones…), sin que los ricos apenas les ayuden: el Fondo verde (creado en 2019 y que debía aportarles 100.000 millones anuales no se cubre) y el nuevo Fondo de pérdidas (para cubrir emergencias) depende de aportaciones “publicitarias”, como las hechas en Dubái.

De momento, EEUU apuesta por recortes de emisiones y energías renovables siempre que no pongan en crisis su potencial fósil y sus inversiones, con el riesgo de que el negacionista Trump gane las elecciones en 2024. Y en China, avanzan en las energías alternativas pero sin desengancharse del carbón, el petróleo y el gas, al menos hasta mediados de siglo, lo mismo que India y otros paises en desarrollo. Y Europa es el continente con más conciencia climática y más compromisos (recorte de emisiones del 56% para 2030, cierre de centrales de carbón, un 80% de electricidad renovable y prohibición de coches de combustión para 2035). Pero en muchos paises europeos está avanzando el “negacionismo climático” (Italia, Hungría, Holanda, Reino Unido, autonomías y Ayuntamientos españoles gobernados por PP y VOX…), empujado por la extrema derecha y parte del PP europeo. Y por eso, habrá que esperar al resultado de las elecciones europeas de junio de 2024.

Además de decisión política, la lucha contra la emergencia climática exige reconvertir a fondo las economías y los hábitos de consumo, lo que exigirá cuantiosas inversiones. Según las estimaciones más conservadoras, financiar la lucha contra el Cambio Climático costará 4,3 billones de dólares anuales (4 billones de euros cada año), que habrá que conseguir de inversiones públicas y privadas, impuestos verdes y al CO2, bonos y créditos. Sólo en Europa, la inversión del Pacto verde superará el billón de euros en esta década. Y España contempla invertir, en el Plan del Clima, 241.000 millones de euros entre 2021 y 2030. Cantidades ingentes, pero no podemos olvidar que no hacer nada tiene un coste mayor: en vidas humanas (la OMS estima que 1 de cada 4 muertos pueden atribuirse a causas ambientales prevenibles), en enfermedades y en daños por el clima extremo: los desastres naturales inducidos por el CC costaron 1,5 billones de dólares en 2022, según un estudio. Y el Banco Mundial cree que por cada dólar  invertido acabaremos obteniendo 4 dólares.

Otro año más asistimos a otra Cumbre del Clima más, donde los expertos y la ONU lanzan advertencias, se oyen buenas palabras y grandes propósitos, pero apenas se aprueban medidas ni inversiones ni ayudas. Y así hasta la Cumbre siguiente. Y mientras, el clima nos alerta cada día, sin que cambiemos nuestro estilo de vida, nuestra forma de producir, consumir y viajar, nuestros impuestos y nuestras inversiones. Y así, llegaremos a un punto de no retorno, donde la situación será tan grave que exigirá medidas más drásticas que ahora. Es lo que suele pasar: la humanidad sólo reacciona al borde del precipicio. No aprendemos.

     

lunes, 7 de noviembre de 2022

Cumbre del Clima: peligran salud y economía

Esta semana y la próxima se celebra en Egipto la Cumbre del Clima: 196 países intentarán afrontar el Cambio Climático, que ha ido a peor en 2022, con un aumento de las emisiones (también en 2021) y más fenómenos climáticos extremos, con la temperatura subiendo en Europa el doble que en el mundo. Y con los Gobiernos subvencionando el doble a los combustibles fósiles, para atajar la inflación. Un Cambio Climático que no sólo destroza el Planeta: también nuestra salud (mata) y la economía (altos costes).La ONU reitera que urge recortar más drásticamente las emisiones, desde ahora y sin esperar a 2040 o 2050, porque entonces será demasiado tarde. Y piden a los países ricos que ayuden a los países pobres, que sufren más las peores secuelas del Cambio Climático. Pero no se espera que esta Cumbre del Clima, la nº 27 desde 1972, sirva para mucho: los Gobiernos están preocupados por lo inminente, la inflación y la recesión, y el desastre climático les parece “lejano”.

Enrique Ortega

La actual crisis, desatada por la energía y la alta inflación, no debería hacernos olvidar el mayor problema del mundo en este siglo XXI: el Cambio Climático, donde nos jugamos el futuro del Planeta y de la especie humana. Porque mientras nos preocupa el precio de la luz y del carro de la compra o la hipoteca, el deterioro del medio ambiente ha ido a más, en 2021 y 2022, con un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero y un aumento de la temperatura y de los fenómenos climáticos extremos (olas de calor, inundaciones, huracanes, sequías e incendios). Y mientras, los Gobiernos se han dedicado a aprobar ayudas públicas contra la inflación que han agravado el consumo de los combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón), dando un paso atrás en la lucha contra el Cambio Climático.

De hecho, 2021 y 2022 suponen un retroceso en las políticas climáticas, tras el “espejismo” de 2020, cuando la pandemia redujo el consumo de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero (-5,4%), por primera vez desde 2015. Ya en 2021, la recuperación de las economías provocó un aumento de las emisiones del +6%, la mayor subida desde 2010, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Y este año 2022, las emisiones siguen subiendo, aunque algo menos, por el menor crecimiento mundial provocado por la inflación, la energía y la guerra de Ucrania: hasta finales de septiembre, las emisiones habían crecido un +2% en el mundo, un +3,3% en EEUU , un +4,2% en Europa (+3,2% en Alemania, +4,3% en Francia, +7,5% en Italia y +11,6% en España), un +7,7% en India, un +3,1% en Japón y un +0,1% en Rusia, bajando sólo en China (-1,7%) y Brasil (-12,6%), según Carbón Monitor. Y la previsión de la AIE es que las emisiones crezcan este año el +1%, gracias al efecto positivo de las energías renovables y el coche eléctrico.

Así que el mundo, en lugar de recortar emisiones las aumentó en 2021 y 2022. Y ahora, en 2023, la “esperanza” es que se estabilicen o incluso bajen algo, gracias a que las economías entren en recesión o apenas crezcan, por la inflación, la energía y la subida de tipos. Pero eso no sirve, porque la lucha contra el Cambio Climático exige recortes drásticos de emisiones, a ser posible antes de 2050, según los expertos de la ONU. Y porque las emisiones de las últimas tres décadas ya han provocado una concentración récord de gases de efecto invernadero en la atmósfera: en mayo y junio de 2022 se alcanzaron las 421 partes por millón de CO2 en el Observatorio de Mauna Loa (Hawái), 18 ppm más que en 2021 y la mayor concentración vista en millones de años.

Este aumento de emisiones y la histórica concentración de CO2 siguen provocando un aumento de la temperatura de la atmósfera (+1,15 grados sobre el siglo XIX), un aumento del deshielo de los glaciares, una subida del nivel del mar (+20 centímetros entre 1901 y 2018), una pérdida de especies y biodiversidad y un agravamiento de los fenómenos climáticos extremos en 2022: inundaciones en gran parte de Pakistán y sur de Asia, sequía en el cuerno de África, inundaciones y altas temperaturas en India, gigantescos huracanes y un calor extremo en el hemisferio norte, con incendios devastadores.

Los tremendos efectos negativos del Cambio Climático se estaban notando más en Asia, África y Latinoamérica, pero este año los ha sufrido también Europa: ha padecido el verano más caluroso desde 1880 y es  la región del Planeta donde ha subido más rápido la temperatura, el doble que la media mundial en las últimas 3 décadas (+0,5 grados por década), según la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y Copernicus. Eso ha provocado olas de calor (42 días en España), inundaciones, sequías e incendios, fenómenos de una intensidad nunca vista antes, que han afectado a millones de europeos, provocando miles de muertes y daños por valor de 50.000 millones de euros. Y la OMM alerta de que estos fenómenos extremos se van a agravar en el futuro en Europa (y en todo el mundo), con un aumento de precipitaciones en el norte, menores lluvias en el Mediterráneo, más problemas para el transporte y el turismo, más muertes por olas de calor y contaminación y un aumento de las alergias en Europa (incluida el asma grave), en adultos y niños.

A nivel global, los expertos del IPPC (ONU) llevan años advirtiendo de las consecuencias evidentes del Cambio Climático, agravadas por el aumento de las emisiones: aumento de la temperatura del Planeta (ya ha subido +1,1 grados y, si no se toman medidas, aumentará hasta +4,4 grados a fin de siglo, lo que provocaría el caos ecológico, económico y vital: el límite debería estar entre +1,5 y +2 grados en 2100), deshielo de los polos y glaciares, aumento temperatura del mar, destrucción de especies y biodiversidad, fenómenos climáticos extremos (sequías, olas de calor,  inundaciones, huracanes), que destruirán cosechas y provocarán migraciones climáticas… Y más recientemente, otros estudios inciden en los graves efectos del Cambio Climático sobre la salud y la economía.

El Cambio Climático nos está matando”, dijo el secretario general de la ONU, a finales de octubre, como resumen del estudio realizado por 99 expertos mundiales y publicado en la revista The Lancet. Analizan 40 indicadores de salud y concluyen que el Cambio Climático empeora las dolencias cardiovasculares y respiratorias (1,3 millones de muertes en 2020 por la contaminación atmosférica, 117.000 en Europa), así como las alergias, enfermedades infecciosas (malaria) y el riesgo de enfermedades zoonóticas (de transmisión entre animales y humanos, como el COVID 19), aumentando las muertes relacionadas con olas de calor, problemas mentales e inseguridad alimentaria. El estudio destaca que el Cambio Climático afecta más a la salud de los mayores, niños y las personas más vulnerables de los países pobres, que sufren más la sequía, el hambre y el clima extremo.

El Cambio Climático no sólo daña la salud del mundo, también las economías, desde las viviendas, infraestructuras o bosques y cosechas destruidas a las empresas y familias afectadas año tras año. Sólo en Europa, las pérdidas económicas ligadas al clima se estimaron en 12.885 millones de euros en 2020, según Eurostat, con un balance de 145.000 millones de euros perdidos en la última década (2010-2020). Una pérdida anual de 27 euros por habitante (2020), que es mayor en Grecia (91 euros), Francia (62), Irlanda (42,2) o Italia (41,5) y menor en Alemania (20,73 euros), España (13,88 euros), Portugal (8,55), Austria (7,93) o Suecia (6,07 euros perdidos por habitante). Y además de las pérdidas por fenómenos climáticos extremos, el Cambio Climático pone en riesgo el suministro de energía, porque el 15% de las centrales nucleares y un tercio de las centrales térmicas  (que necesitan agua para refrigerarse) están situadas en zonas de “estrés hídrico”, según la OMM, lo que pone en riesgo el suministro futuro de electricidad, en Europa y en medio mundo.

Vistas las graves consecuencias de las emisiones de gases de efecto invernadero y del Cambio Climático, parecería lógico que combatirlo fuera la gran prioridad de todos los países en este siglo XXI. Pero por desgracia, no es así. En la Cumbre del Clima de París, de 1985, se marcó una “hoja de ruta”, para conseguir cero emisiones netas en 2050 y evitar así que la temperatura de la Tierra subiera más de 2 grados en 2010 (y mejor, no más de +1,5 grados). Pero en los años sucesivos, los expertos de la ONU han visto que el Cambio Climático se acelera y los recortes prometidos por los 196 países son insuficientes y se retrasan, a partir de 2030 o 2040. Ya el año pasado, en la Cumbre del Clima de Glasgow, lanzaron la alerta: hay que acelerar los recortes de emisiones, hacerlos más drásticos: reducir entre el -22% y el -50% las emisiones para 2030, según los países.

Ahora, en la antesala de la Cumbre de Egipto, los expertos de la ONU vuelven a lanzar otra alerta al mundo: en 2022, sólo 24 de los 193 países que firmaron el Acuerdo de París han revisado sus planes (entre ellos China) de reducción de emisiones para 2030 y en conjunto, los recortes son insuficientes: plantean una reducción de emisiones del -7% para 2030, muy lejos del recorte del -43% (sobre 2019) que propone la ONU (IPPC). Con estos Planes de los países, la temperatura del Planeta crecería +3 grados para finales de siglo, el doble del objetivo de París, un aumento inasumible, que colocaría al mundo en una gravísima situación climática, según la ONU, que reitera: los recortes hay que hacerlos ahora, en esta década, porque dejarlos para 2040 o 2050 sería demasiado tarde.

Así que el primer gran objetivo de esta Cumbre de Egipto es que los países se comprometan a mayores recortes de emisiones para 2030, algo difícil en un momento donde la mayoría están subvencionando la producción de electricidad , la industria y  el transporte con gas, petróleo y hasta carbón (China y algunos países europeos). Europa (7,7% de las emisiones mundiales) lidera los recortes, tras comprometerse en 2020 a recortar sus emisiones un -55% para 2030. El problema es que los grandes emisores de CO2 no apuestan por recortes similares: China (30,5% emisiones mundiales) se propone alcanzar el pico de sus emisiones en 2030 y retrasar la neutralidad climática hasta 2060, mientras EEUU (2º mayor emisor mundial, con el 14%) se compromete a reducir sus emisiones un -50% para 2030 (con problemas de Biden con los republicanos) e India (tercer emisor mundial: 7,4% emisiones) ha aumentado su recorte al -45% (ojo: sobre 2005). Rusia (4,7% emisiones totales) también retrasa el objetivo de emisiones cero para 2060 y Japón (el 5º país más contaminante: 3% emisiones mundiales) ha prometido reducir sus emisiones un -46% para 2030.

El segundo gran objetivo de esta Cumbre del Clima es que los países aumenten sus inversiones en la transición energética, retrasadas tras la doble crisis de la pandemia (2020-21) y la inflación (2021-22). El mundo debería dedicar 9,2 billones de dólares anuales a la transición energética y dedica 5,7 billones (dos tercios), según un informe de McKinsey. Los expertos de la ONU y de la OCDE reiteran que la primera medida debería ser reducir las enormes ayudas que dan los países a las energías fósiles y destinarlas a promover las energías renovables. Los datos son escalofriantes: en 2021, las subvenciones de 51 países a los combustibles fósiles fueron de 697.200 millones de dólares, el doble de ayudas que en 2020 (362.400 millones), según la OCDE y la AEI. Y este año 2022, con los Gobiernos subvencionando el gas, la electricidad y los carburantes, las ayudas se dispararán. Dinero público que alimenta las emisiones y el Cambio Climático, un suicidio

El tercer gran objetivo de esta Cumbre de Egipto, el más “vistoso” para la ONU, es lograr que los países ricos ayuden más a la transición energética de los países pobres. En el Acuerdo de París (2015) se pactó un Fondo de 100.000 millones de dólares a partir de 2020. Pero los países ricos han incumplido su compromiso, por partida doble: en 2020 sólo aportaron 83.300 millones y la mayoría de estos fondos fueron préstamos que los países pobres han de devolver (sólo un 21% fueron subsidios a fondo perdido). Y además, dos tercios de estos fondos fueron a reducir las emisiones en esos países y sólo un tercio del dinero occidental (29.000 millones en 2020) se destinó a paliar los daños del Cambio Climático. Ahora, la ONU pide que haya más recursos en este Fondo (entre 160.000 y 340.000 millones al año hasta 2030) y que la mitad de ese dinero se destine a paliar las consecuencias más graves del Cambio Climático, que afectan sobre todo a 10 países de África, Latinoamérica y Asia (Somalia, Haití, Yibuti, Kenia, Níger, Afganistán, Guatemala, Madagascar, Burkina Faso y Zimbabue, según Intermón Oxfam).” Dinero para salvar millones de vidas de la carnicería climática”, ha dicho muy gráficamente Antonio Guterres desde la ONU.

Esta Cumbre de Egipto es la Cumbre Climática nº 27 celebrada hasta ahora (la primera se realizó en Estocolmo en 1972 y la siguiente en Río en 1992), un largo proceso con muchas buenas intenciones y pocos avances concretos. Todo apunta a que este año, con la crisis de la inflación y la amenaza de recesión mundial, el Cambio Climático no será la prioridad y habrá que esperar a mejores tiempos para hacer recortes más drásticos de emisiones y multiplicar las inversiones. El problema es que cuanto más se tarde, peor clima y más costes, económicos  y humanos. Y se acaba el tiempo para actuar. Nos jugamos la vida y el Planeta.

lunes, 8 de noviembre de 2021

Cumbre Clima Glasgow: se acaba el tiempo

Este viernes se clausura la Cumbre de Glasgow, el 26º intento de 196 paises para frenar el Cambio Climático. Tras la presencia de 120 líderes mundiales (ausentes China y Rusia) y múltiples reuniones, no se esperan grandes avances, salvo tres acuerdos parciales no vinculantes sobre el metano, el carbón y la deforestación. La ONU alerta que con los Planes de recortes de emisiones presentados por 120 paises, la temperatura de la Tierra subirá 2,7º y no 1,5º, el tope para impedir los desastres ligados al Cambio Climático. Por eso, pide al mundo recortes adicionales, del -22% al -55% para 2030. Recortes que tienen que empezar ya, no vale prometerlos para 2050. China e India siguen aferrados al carbón mientras Biden tiene problemas para aprobar su Plan y Europa da ejemplo recortando más. España destinará a la transición ecológica el 39% de Fondos UE. Lo grave es que cada país va a su aire y se acaba el tiempo. Nos jugamos el Planeta.

Enrique Ortega

La pandemia supuso una brusca caída de la actividad económica y del consumo de energía, lo que permitió reducir las emisiones de CO2 (-5,4%), por primera vez desde 2015. Pero ha sido un espejismo. Con la reanudación de la actividad y el inicio de la recuperación económica, el mundo ha vuelto a consumir más energía y las emisiones de CO2 volverán a aumentar este año, un +4,9%, la mayor subida desde 2010, según la estimación de Global Carbon Project. Así que volvemos a la casilla de salida, con una previsión de emisiones este año de 36,4 Gigatoneladas,  un volumen similar al de antes de la pandemia (36,7 GTm en 2019). Y eso porque se va a utilizar más el carbón (responsable del 40,38% de las emisiones de CO2), sobre todo en China e India, el gas (responsable del 20,32%) y también el petróleo (causante del 31,59% de las emisiones mundiales de CO2.

Esta vuelta atrás se debe a que esperan en 2021 un aumento de emisiones de CO2 en China (+4%), el mayor emisor del mundo (30,5% del total de emisiones esperadas), en Estados Unidos (+7,6%), el 2º mayor emisor de CO2 (14% emisiones), la Unión Europea (+7,6%), el tercer mayor emisor (7,7% del CO2 total) y la India (+12%), el 4º mayor emisor (7,4%) y el que más verá aumentadas sus emisiones este año 2021. En el resto del mundo (que concentra el 40,65% de emisiones restantes), las emisiones subirán algo menos (+2,7%), según el estudio de Global Carbon Project. Y la ONU lanza otra alerta: sólo el 18% de las inversiones que se están haciendo para recuperar la economía son “verdes”. O sea, que el 82% del gasto para salir de la crisis agravará las emisiones de gases de efecto invernadero.

Lo peor es que a este ritmo de crecimiento de emisiones (desde 2015, cuando se aprobaron los objetivos de la Cumbre del Clima de París), el mundo superará en 11 años el tope de emisiones que podrían permitir no superar la temperatura del Planeta en 1,5º para 2100. Quiere esto decir que si no se toman ya medidas de recorte efectivo de emisiones, en 2032 llegaremos a “un punto de no retorno”. Y por eso, la ONU pide con urgencia un cambio de rumbo: en vez de aumentar las emisiones, como se va a hacer en 2021 (+1,6 Gigatoneladas), habría que reducir 1,4 Gigatoneladas cada año hasta 2050. Y empezar ya a hacerlo.

El último informe de la ONU alerta de que está muy bien que los paises hablen de emisiones netas cero para 2050, pero que hay que hacer recortes drásticos desde ahora para cumplirlo. Y advierte que con los Planes de recortes que han presentado en el último año 120 paises del mundo, las emisiones no se reducirán sino que crecerán un 16% hasta 2030. Y eso provocaría un aumento de la temperatura del Planeta de +2,7º, algo inasumible porque provocaría una catástrofe climática (olas de calor, inundaciones, sequías, huracanes), la subida del nivel del mar y el desastre ecológico (y económico). Por eso han insistido en la Cumbre de Glasgow: hay que hacer más recortes de los anunciados, recortes adicionales del -22% al -50% para 2030 si queremos mantener la subida en +1,5º y salvar el Planeta.

El mensaje es claro: hay una brecha enorme entre los recortes prometidos y los que hacen falta. Hay que recortar más drásticamente las emisiones y de aquí a 2030. Se acaba el tiempo. “Estamos cavando nuestra propia tumba”, dijo en Glasgow el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. Y reiteró que no basta con hacer recortes extras de emisiones de 2021 a 2030. La ONU urge a “eliminar el carbón”, en 2030 para los paises industrializados y en 2040 para el resto del mundo. Y eliminar de una vez los subsidios de los Gobiernos a los combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas), que recibieron 375.000 millones de euros públicos en 2020, el triple que a las energías limpias (130.000 millones de subvenciones), según este informe de la OCDE. También propone fijar una tasa mundial a las industrias y sectores que producen emisiones de CO2, un mercado similar al que existe en Europa. Y sobre todo, que los paises ricos aporten ya los 100.000 millones de dólares anuales a los paises pobres y en desarrollo, para ayudarles a “descarbonizar" su economía.

De momento, los grandes paises contaminantes no han cogido el guante y se resisten a aprobar recortes extras de emisiones, que les obligarían a grandes inversiones y a un drástico reajuste energético. Sólo la Unión Europea se adelantó, en la Cumbre de diciembre  2020, al aprobar un mayor recorte de emisiones para 2030: si antes prometieron recortarlas un -40%, ahora lo harán un -55%, una decisión apoyada por los 27 paises, aunque hay reticencias al ajuste en Polonia, Hungría y la República Checa. EEUU, China e India no han anunciado recortes adiciones de emisiones para 2030, aunque todos venden que harán fuertes retoques para 2050 (demasiado tarde). De momento, 74 paises, entre ellos la UE, EEUU y Japón han prometido “emisiones cero” (el CO2 que se emita menos el que se recoja) para 2050. China, Rusia, Arabia Saudí y Australia prometen “cero emisiones” para 2060. Y la India, para 2070. A todos, la ONU les insiste: vale, pero díganme lo que va a recortar para 2030.

Y aquí, algunos grandes paises no dan buenas señales contra el Cambio Climático. China (30,5% de las emisiones mundiales) está volviendo al uso del carbón, la energía más contaminante: el Partido Comunista ordenó hace un mes aumentar la producción de carbón para producir electricidad (ya el 65% de sus kilovatios son “negros”), a la vista de la reactivación de la economía y del encarecimiento del gas. Y por eso, desde mediados de octubre, la producción de carbón en China ha aumentado 11,5 millones de toneladas diarias. Y también han pedido a sus refinerías que produzcan más carburantes, para acabar con el racionamiento. Todo indica que China sigue priorizando el crecimiento sobre la ecología.

Aún más preocupante es el caso de India, aunque emita menos (7,4% del CO2 total). Se niega a presentar recortes concretos para 2030 (más allá de que va a potenciar las energías limpias) y sigue apostando por el carbón: con él obtiene el 70% de su energía y tiene previstas o en construcción 50 nuevas centrales eléctricas de carbón. Rusia (4,7% emisiones totales) no ha prometido recortes concretos para 2030 y tiene el hándicap de ser uno de los mayores productores de petróleo, gas y carbón del mundo. Y Japón, el 5º país más contaminante del mundo (3% emisiones mundiales), ha prometido aumentar su recorte de emisiones un -46% para 2030 (frente al -16% antes, aunque sigue con una alta dependencia del carbón.

Estados Unidos, el 2º mayor emisor del mundo (14% del total), ha prometido en Glasgow recortar a la mitad sus emisiones y su nuevo presidente, Joe Biden, lleva meses empeñado en demostrar que su país va a liderar la lucha contra el Cambio Climático, tras el fatídico paréntesis de Trump. Ya en la reciente Cumbre de Roma del G-20 presumió de una cifra: 550.000 millones de dólares que va a invertir contra el Cambio Climático. Pero tiene problemas en casa para aprobarlo: dos senadores demócratas (conservadores) están vetando el Plan en el Congreso, donde tampoco cuenta con el apoyo republicano.

Los mayores avances contra el Cambio Climático se dan en Europa (7.7% de las emisiones globales, donde la Comisión Europea ha aprobado el Next Generation EU, un ambicioso Plan de inversiones de 750.000 millones de euros, un 30% de ellos para políticas contra el cambio climático, a las que también destinarán un tercio del Presupuesto UE 2021-2027 (1,07 billones de euros).  En el caso de España, la transición energética es la prioridad del Plan de recuperación 2021-2023, con una inversión total de 28.152 millones de euros, el 39,1% de los Fondos Europeos esperados. Y en el Presupuesto para 2022 ya se incluyen 13.750 millones de inversiones verdes: renovables, hidrógeno verde, movilidad urbana, apoyo coche eléctrico, rehabilitación de viviendas, transporte ferroviario, infraestructuras hidráulicas, residuos…

A la vista de este panorama de los principales paises contaminantes, no parece que el mundo  avance suficiente contra el Cambio Climático. Y en paralelo, los paises pobres (que emiten poco porque crecen poco), se quejan de falta de medios para “descarbonizarse y de que los paises ricos no aportan los 100.000 millones anuales para ayudarles (deberían haberlos depositado en 2020). Al final, el problema de fondo es evidente: todas las economías (más las grandes) han de hacer una profunda “reconversión energética”, cambiando a fondo su economía, lo que exige cuantiosas inversiones: será necesario invertir entre 1 y 4 billones de dólares al año hasta 2030. Y un total de 17 billones para conseguir el objetivo “cero emisiones en 2050, según el FMI. Una cifra que asusta a los Gobiernos y a las empresas, por lo que retrasan lo más posible tomar medidas drásticas. Pero si no se hace, las consecuencias del Cambio Climático serán dramáticas y su coste mucho mayor.

De momento, no parece que el mundo haya aprendido de la pandemia para afrontar unido una lucha decidida contra el Cambio Climático. Eso sí, en Glasgow ha habido mucho “postureo” y se han “vendido” tres acuerdos que tienen 2 problemas: no son vinculantes ni globales. El primero, propiciado por EEUU y la UE, un Compromiso Global por el metano, el 2º gas más responsable del calentamiento global (un 25%) tras el CO2 (responsable del 66%). Se pretende reducir las emisiones (causadas por la ganadería, los cultivos de arroz y los vertederos) un -30% para 2030. Pero el acuerdo, respaldado por 103 paises, no cuenta con el apoyo de China, India o Rusia. El segundo acuerdo de Glasgow, propiciado por Reino Unido, pretende frenar la deforestación mundial en 2030. Cuenta con el apoyo de más de 100 paises, entre ellos Brasil, China, Rusia y EEUU, pero los ecologistas lo critican porque se da otra década para que algunos paises sigan destrozando los bosques (que absorben casi el 30% del CO2). Y el tercer acuerdo no vinculante pretende limitar el uso del carbón: lo han firmado 40 paises, pero no los 4 mayores consumidores del mundo, China, EEUU, India y Australia.

Además de estos “Acuerdos para la galería” (que no vinculan a los firmantes), la Cumbre de Glasgow ha sido aprovechada por el mundo financiero para vender que “el dinero es verde”: 450 grandes aseguradoras, Fondos de inversión y bancos (entre ellos los españoles) han firmado una “Alianza Financiera para el Cero neto” (GFANZ) en la que se comprometen a alcanzar emisiones cero en 2050 y movilizar 130 billones de dólares para luchar contra el Cambio Climático. Suena muy bien, si no fuera porque desde 2015 (firma del Acuerdo de París) los 60 mayores bancos del mundo han invertido 4 billones de dólares en petróleo, gas y carbón, en energías fósiles, según Reclaim Finance (25.736 millones el Santander y 17.452 millones el BBVA). Y la mayoría de los bancos siguen financiando empresas contaminantes, un grifo que les pide cortar la Agencia Internacional de la Energía.

Los bancos se han puesto las pilas contra el Cambio Climático porque saben que los desastres naturales y medio ambientales van a repercutir en sus balances. Según un reciente estudio del Banco Central Europeo (BCE), el Cambio Climático puede recortar un 4% la riqueza europea para 2030 y causar pérdidas al 40% de las empresas para 2050. Y eso generaría riesgos de crédito en la banca. De hecho, la banca española sería la 3ª más afectada en Europa, tras la de Grecia y Portugal: el BCE estima que un 60% de las empresas españolas podrían tener sus créditos expuestos por el Cambio Climático. Y eso no sólo porque los riesgos medioambientales son mayores en el sur de Europa sino también porque el 80% de créditos que dan nuestros bancos van a empresas con altas emisiones.

La ONU reitera Cumbre a Cumbre que el deterioro ambiental avanza y que cada vez queda menos tiempo. Pero casi nadie escucha y los paises tratan de recuperar sus economías antes que salvar el clima. Nadie quiere ir más adelante en los recortes que el resto (salvo la UE), porque el ajuste energético tiene un alto coste a corto plazo, aunque muchos beneficios a medio y largo plazo: el principal, la supervivencia del Planeta. Y aunque los ciudadanos se manifiesten en contra del Cambio Climático (los jóvenes), tampoco lo consideramos una prioridad vital. Y no estamos dispuestos a cambiar de hábitos: coger menos el coche, viajar menos en avión, pagar más impuestos por los carburantes, ahorrar energía en casa, consumir menos, comer menos carne o comprar menos alimentos importados y más de proximidad… Así no salvamos el Planeta.

jueves, 8 de diciembre de 2016

Cambio climático avanza, las soluciones no


Se cumple ahora un año de la Cumbre de París, que unió a 195 paises contra el Cambio climático. Pero apenas se ha avanzado y la reciente Cumbre de Marrakech no ha concretado los recortes de emisiones ni las aportaciones al Fondo Verde del clima. Mientras, las emisiones de CO2 han superado las 400 partículas por millón, por primera vez en el Planeta. Y 2016 será el año más caluroso de la historia, con récord de sequías, inundaciones y huracanes. El Cambio climático avanza inexorable, mientras el triunfo de Trump hace temer un retroceso en la lucha contra las emisiones y Europa aumentó sus emisiones de CO2 en 2015, como España (2014 y 2015). Urge que los líderes mundiales aceleren la lucha contra el Cambio climático. Y en España, pactar una Ley de Cambio Climático, para huir del petróleo, carbón y gas, apostando por las renovables, con 10.000 millones de inversiones anuales, que saldrán de impuestos verdes y tarifas extras que paguen empresas y consumidores. Nos jugamos el futuro y el Planeta.
enrique ortega

El Cambio climático avanza imparable y los datos de los científicos así lo atestiguan. El año 2016 será el más caluroso de la historia, tras haberse batido en este siglo XXI 16 de los 17 récords de temperatura del Planeta. Y la temperatura media ha subido ya 1,2º C sobre los niveles pre-industriales, según se informó en noviembre en la Cumbre del clima de Marrakech. Estas altas temperaturas han provocado una reducción de la capa de hielo y el deshielo de glaciares, que se ha traducido en una subida en el nivel del mar de 3 milímetros por año desde 1993 (el doble que la media del siglo XX). Y en paralelo, el mundo asiste en los últimos años a episodios climáticos extremos, desde sequías extremas (Australia, Brasil, África y sureste de EEUU) a olas de frío, inundaciones, ciclones tropicales y huracanes, con enormes pérdidas humanas, de cosechas y económicas. Y los científicos alertan de que estos cambios climáticos están provocando alteraciones genéticas en animales y plantas.

Todo esto no sucede por casualidad. Según los científicos, el Cambio Climático es culpa en un 95% de la actividad del hombre (consumo de energía, transporte, industrias, edificios, agricultura…), que se traduce en un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, que actúan como un paraguas que evita la salida del calor al espacio exterior, recalentando el Planeta. Y el 60% de esas emisiones las provoca el CO2, que acaba de batir su récord: superar las 400 partículas por millón (ppm), algo nunca visto en la historia del Planeta, según anunció en octubre la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Y eso a pesar de que el mundo lleva tres años con las emisiones de CO2 estancadas, con un mínimo crecimiento en 2014 (+0,7%), 2015 (+0,06) y 2016 (+0,2). Pero han sido muchos años de emitir CO2 a mansalva y el gas se queda ahí durante milenios y más en los océanos.

Los científicos advierten que no basta con frenar el aumento de emisiones de gases de efecto invernadero (60% CO2, 20% metano, 6% NO2 y 14% clorofluocarbonados del aire acondicionado y sprays): el mundo tiene que reducir estas emisiones, entre un 40 y un 70% para 2050, y después dejarlas en cero o negativo para 2100, según el 5º Informe de Evaluación del IPCC, un grupo de 830 expertos internacionales creado por la ONU. Sólo así se podría evitar que la temperatura suba más de 2 ºC (sobre la era pre-industrial) a finales de siglo, la barrera donde está “la alerta roja”. Y advierten que si no se rebajan drásticamente las emisiones de gases, la temperatura de la Tierra subirá entre 3,7 y 4,8 grados en 2100. Y eso podría provocar el deshielo de los casquetes polares y un aumento del nivel del mar de 82 centímetros, además de acidificación de las aguas, daños en los ecosistemas, aumento de los desastres naturales, malas cosechas, hambre y desnutrición, con una dramática secuela de “refugiados climáticos” (1.000 millones de personas, según ACNUR). Al final, el Cambio climático se traduciría en muertes y pérdidas inconmensurables.

Este negro panorama consiguió por fin, en diciembre de 2015, que 195 paises firmaran el histórico Acuerdo del Clima de París, con un objetivo claro: recortar las emisiones de CO2  entre el  20% y el 30% para 2030, para que la temperatura sólo subiera entre 1,5 y 2ºC a finales de siglo. Y en paralelo, la promesa de crear un Fondo verde de 100.000 millones de dólares anuales para ayudar a los paises más pobres a reconvertir su energía y paliar los daños del Cambio Climático. El Acuerdo de País era limitado (porque los recortes eran “voluntarios”, no obligatorios ni vinculantes para los países) e insuficiente: científicos del IPCC (ONU) han señalado recientemente que con los recortes “prometidos” en París por 189 países, todavía la temperatura subiría de 2,9 a 3,4 grados a fin de siglo, por encima de los 1,5-2ºC de objetivo. Pero era un punto de partida, que daba esperanzas porque era la primera vez que todos los paises del mundo acordaban hacer algo unidos, dado que  el acuerdo vigente ahora para reducir las emisiones, el Protocolo de Kioto (firmado en 1997 y que entró en vigor en 2005), sólo lo aprobaron Europa y 10 pequeños paises más, no EEUU, China, Japón, Rusia o China, cinco de los seis mayores emisores de CO2 del mundo.

El Acuerdo del Clima de París no ha entrado en vigor hasta casi un año después, el 4 de noviembre, tras ratificarlo en octubre Europa e India y conseguirse así el quorum de la mayoría, al haberlo ratificado en septiembre EEUU y China. Y en la Cumbre del Clima de  Marrakech de noviembre, se ha avanzado poco, quedando para 2017 dos cuestiones clave. Una, como serán los mecanismos de control de las emisiones país a país, para vigilar que cumplan los compromisos, sobre todo los que más contaminan: China (29% emisiones mundiales de CO2), EEUU (15%), Europa (10%), India (6,3%) y Japón (3,8%). Y dos, cómo se reparten los países ricos las aportaciones al Fondo verde de 100.000 millones de dólares anuales (a partir de 2020) para ayudar a los paises pobres a luchar contra el Cambio climático. Además, recordemos que el Acuerdo del Clima sólo empieza a funcionar en 2020, con recortes acordados hasta 2025, y que será entonces cuando haya que hablar de mayores recortes para después. Así que, entre 2016 a 2019, serán cuatro años medio perdidos.

Pero la mayor incertidumbre sobre el Acuerdo de París y el futuro del Clima es la victoria de Donald Trump en EEUU. El nuevo presidente niega el Cambio Climático (“es un cuento”, ha dicho) y durante la campaña electoral prometió cancelar la firma del Acuerdo de París y no pagar lo prometido al Fondo verde del Clima (Obama comprometió 3.000 millones de dólares para 2020, de los que ya depositó 500 millones en marzo de 2016). Y además, Trump es un firme defensor de la industria petrolera, el fracking, el carbón y el gas, amenazando también con aprobar el polémico oleoducto Keystone (de Canadá al Golfo de México) que no autorizó Obama.

Pero hay otras incertidumbres, en Europa, que tiene en 2017 elecciones decisivas en Francia, Alemania, Holanda y Austria (quizás también en Italia). Y en muchos paises, los partidos populistas y la extrema derecha atacan las políticas contra el Cambio climático, porque creen que perjudican a la industria y al empleo. Es lo que acaba de pasar en Alemania, cuya ministra de medio Ambiente ha ido a la Cumbre de Marrakech con un compromiso medioambiental que rebaja sus pretensiones anteriores, por presiones empresariales y sindicales: prometen ahora rebajar las emisiones de CO2 de la industria en un 20% para 2030 (sobre 2014), cuando anteriormente habían hablado de recortes del 30%. Y esto es más preocupante porque Europa es la zona líder en la lucha contra el Cambio climático, habiéndose comprometido en París a recortar sus emisiones un 40% para 2030 (EEUU, China y la mayoría prometieron recortar menos del 30%) y un 80/95% para 2050.

De entrada, ya es preocupante que Europa haya aumentado sus emisiones de CO2 en 2015, por primera vez desde antes de la crisis: un +0,7%, según los datos de Eurostat. Y han sido 16 de los 28 paises europeos los que aumentaron sus emisiones el año pasado, todos los grandes salvo Alemania (+0%). Entre ellos, España, con un aumento de emisiones del 2,3%, que las últimas estimaciones del Gobierno enviadas a Bruselas suben a un +3,2%. Un aumento de emisiones de CO2 que se suma al de 2014, un +0,5%, aumento que sólo tuvieron en 2014 otros tres paises europeos (Bulgaria, Chipre y Malta). Y lo peor es que España es el único país europeo que ha aumentado sus emisiones en las dos últimas décadas: un +15% de emisión de CO2 entre 1999 y 2014, cuando toda Europa (UE-28) redujo sus emisiones un -24,4% en esos quince años, según la AIE. Eso nos coloca en una peor posición para cumplir con los compromisos europeos en la Cumbre de París: si España tiene que reducir sus emisiones (en el reparto interno que ha hecho Bruselas) un -26% para 2030 (sobre las de 1999), es un esfuerzo mucho mayor si partimos ahora de un aumento del 15%. Supone tener que recortar en realidad un 41%, frente a sólo un recorte real del 5,6% la mayoría (para cumplir el 30% de recorte para 2030 prometido por Europa en París).

España tiene peor cumplir con los objetivos de la Cumbre de París porque lleva varios años, los del Gobierno Rajoy, apostando por un alto consumo de petróleo, gas y, sobre todo de carbón. En 2015, España aumentó un 23,9% sus importaciones de carbón, mientras el mundo las reducía un 1,8%. Y eso porque las eléctricas se dedicaron a comprar a mansalva carbón y gas de importación, aprovechando la caída de precios por un menor consumo de China y EEUU. El resultado es que el carbón fue la segunda fuente productora de electricidad (20,3%), sólo por detrás de la nuclear (21,8%) y muy por delante de la energía eólica (19%) e hidráulica (15,9%). Y aunque este año 2016, el peso del carbón ha bajado (produce el 12,6% de la luz), el nuevo Gobierno Rajoy ha dicho que no contempla cerrar centrales de carbón, aunque haya 6 entre las 10 industrias españolas que emiten más CO2. Y tampoco se reduce el parque de centrales térmicas de fuel y de gas (que emite CO2, aunque la mitad que el carbón).

Cara al futuro, la ONU y la OCDE han reiterado la necesidad de que la economía mundial fije como una de sus prioridades la lucha contra el cambio climático, proponiendo distintas medidas. Una, la supresión de las subvenciones públicas a las energías fósiles (petróleo, carbón y gas): en 2015, los Gobiernos del mundo pagaron (nosotros) 303.000 millones de euros de ayudas a estas energías emisoras de CO2, el doble que a las energías renovables (150.000 millones), según la Agencia Internacional de la Energía (AEI). Otra propuesta es que las industrias muy contaminantes (ver 90 del mundo que más emiten) paguen más por sus emisiones, encareciendo la compra de derechos de CO2 (las térmicas de carbón españolas, por ejemplo, sólo pagan 6 euros por Tm de CO2 que emiten: les sale barato). Una tercera, reconvertir energéticamente las industrias y el sector petrolero, que tendrá que medio quebrar si deja bajo tierra un tercio de las reservas de crudo y el 80% del carbón y el gas, como exigen los científicos para cumplir los objetivos de París). Y sobre todo, invertir en energías limpias y reconvertir la energía, las industrias, el transporte, la edificación, la alimentación y el consumo, los grandes emisores de CO2 en el mundo.

En España, la prioridad es aprobar en 2017 una Ley contra el Cambio Climático, pactada y con recursos. Porque tendremos que invertir muchísimo para recortar drásticamente nuestras emisiones: entre 330.000 y 385.000 millones de euros  de aquí a 2050, unos 10.000 millones al año, según un estudio de la consultora Deloitte. La mayoría (65%) en el sector eléctrico, en huir del petróleo, el carbón y el gas y promover las renovables, lo que permitiría bajar el coste de la luz un 42% a mitad del siglo, según el estudio. Otra inversión importante debe ir al transporte, para recortar el peso de los camiones (95% transporte) y aumentar el tren y el barco, sin olvidar promover el coche eléctrico. Y también reconvertir el consumo energético de la industria y nuestras casas, así como los cultivos y la ganadería, con menos consumo de carne.


Al final, el mayor problema es un cambio de "mentalidad" de políticos, empresas y ciudadanos, dejar de ser todos "adictos al petróleo y al consumo de energía". Y también buscar de dónde sale el dinero que hará falta, que sólo puede venir de impuestos medioambientales, de las empresas y de las tarifas que pagamos como consumidores. Energía, transportes y productos más limpios serán también más caros, al menos al principio. Pero lo que sería mucho más caro es cargarse la economía y el Planeta. Seguro.