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jueves, 10 de julio de 2025

La inflación dispara el gasto familiar

El gasto de los hogares batió un récord histórico en 2024: creció un +12,5% sobre antes de la pandemia, por la fuerte subida del gasto en sanidad, alimentación, vivienda,  educación,  hoteles y restaurantes. Un mayor gasto, sustentado en la subida de salarios y pensiones, que es “un espejismo”: gastamos más por la inflación, porque todo ha subido, pero en realidad gastamos menos que en 2019 (-7,5%). Los que más han aumentado su gasto estos años son las familias con menos ingresos, porque gastan porcentualmente más en alimentación y vivienda, lo que más ha subido, por lo que tienen más problemas para llegar a fin de mes. Y además, la renta real de los hogares  (ingresos descontando la inflación) es todavía menor que en 2008 (-4,3%). Un dato que explica por qué muchos españoles no acaban de “notar” la mejora de la economía, aunque crecemos y creamos más empleo que Europa. Pero la inflación ha subido un 33,5% y ese aumento se ha “comido” nuestro nivel de vida.

                            Enrique Ortega

El gasto medio por hogar fue de 34.044 euros en 2024, un 4,4% más que en 2023 y un máximo histórico, no sólo respecto a antes de la pandemia (30.243 euros en 2019) sino respecto a antes de la crisis financiera (31,773 euros en 2008), según la reciente Encuesta de Presupuestos Familiares del INE. La mayor parte del gasto familiar se destina a la vivienda, agua, luz y gas (11.029 euros en 2024, el 32,4% del gasto total), seguida de la alimentación (5.391 euros anuales, el 15,8%), el transporte (3.877 euros, el 11,4%), los hoteles y restaurantes (3.374 euros, un 9,9% del total), seguidos a distancia del gasto en actividades recreativas, deporte y cultura (1.692 euros, el 5% del gasto total), vestido y calzado (1.432 euros, el 4,2%), sanidad (1.377 euros, el 4%),  muebles y artículos del hogar (1.274 euros, el 3,7%), seguros y financiación (1.270 euros, el 3,7%), cuidado personal y servicios (1.228 euros, el 3,6%) y bebidas, alcohol y tabaco (447 euros, el 1,3%).

Otro hecho relevante es que el gasto familiar no es homogéneo y ha crecido más, tanto en 2024 como en los últimos años, en las familias con menos ingresos, que son las que suelen gastar más porcentaje de sus ingresos en vivienda, alimentación y sanidad, lo que más ha subido. Así, según el INE, el 20% de las familias con menos ingresos aumentaron su gasto en 2024 (17.610 euros) un 10,9% y el 40% siguiente con rentas bajas y medias (que gastan entre 24.500 y 30.907 euros anuales)  los aumentaron un 6%, por encima de la media (+4.4%), mientras el 20% más rico sólo aumentó su gasto un +1,9% (hasta 58.272 euros).

Esta estructura del presupuesto familiar en 2024 revela un cambio en los hábitos de gasto de los españoles tras la pandemia. Básicamente, ha aumentado el gasto de los hogares en sanidad (gastamos ahora +31,4% que en 2019, por la ampliación y subida de los seguros médicos más otros gastos sanitarios, como la atención  bucodental, óptica y rehabilitación), en alimentación (el gasto familiar en comida y bebida ha aumentado un +25,78% desde 2019), en vivienda (+16,8% de gasto, por la subida de alquileres e hipotecas, junto al agua, luz y gas, a pesar de las ayudas y la bajada del IVA), en educación (+14,96% por las guarderías, colegios privados y concertados más transporte y comida escolar) y en el mayor gasto en hoteles y restaurantes (+13,58%), porque tras la pandemia “salimos más”.

Aquí también ha habido un comportamiento diferente del gasto, tras la pandemia, según los ingresos del hogar. Así, el gasto en viviendas y alimentos (lo que más ha subido) tiene mucho peso en las familias con menos ingresos: para el 20% más pobre, ambas partidas se llevan casi dos tercios de sus ingresos (el 60,2%, frente al 60,7% en 2019). Y gastan más en restaurantes y hoteles (6,3% del gasto total frente al 5,6% en 2019), mientras gastan porcentualmente menos en transporte (6,6% frente al 7%) y lo mismo en ocio y cultura (5%). El 40% restante, con rentas bajas y medias, gasta ahora más en vivienda y alimentos que en 2019, también en bares y restaurantes y menos en transporte y ocio. Pero el 20% más rico gasta mucho menos que el resto en vivienda y alimentación (el 40,1% de su presupuesto, un tercio menos que los más pobres), lo que más ha subido y más en transporte (15,9%), restaurantes y hoteles (11,9%) y ocio y cultura.

Por autonomías, las más ricas son donde más ha aumentado el consumo de los hogares entre 2019 y 2024, según el INE: País Vasco (15.504 euros de gasto por persona, un 13,8% por encima de los 13.626 de gasto medio por persona en España), Madrid (15.108 euros de gasto por persona en 2024), Cataluña (14.476 euros), Baleares (14.421 euros), Asturias (14.221 euros) y Aragón (14.178 euros). Y donde menos, en las regiones más pobres, que gastan casi la mitad:  Melilla (8.586 euros por habitante), Extremadura (11.398 euros), Ceuta (11.858 euros), Andalucía (11.865 euros) y Castilla la Mancha (11.921 euros).

El aumento del gasto de los hogares tras la pandemia ha sido posible por la subida del empleo (1,8 millones más trabajando) y la subida de salarios y pensiones. Pero no ha sido suficiente y los españoles han tenido que “tirar de los ahorros para pagar sus gastos y llegar a fin de mes: la tasa de ahorro cayó del 25,6% a mediados de 2020 al 7,7%  en septiembre de 2022, para afrontar lo peor de la inflación, aunque luego volvió a subir (se ahorraba el 14% de los ingresos al principio de 2024) y ahora lleva año y medio bajando (12,8% de ahorro el primer trimestre de 2025, según el INE).

En cualquier caso, el gasto histórico de los españoles en 2024 es “un espejismo, porque en realidad gastamos menos que en 2019, porque la inflación se ha disparado estos años. Así, si en 2024 gastamos de media 34.044 euros por hogar, un 12,5% más que en 2019, como la inflación creció un 20% estos cinco años, en realidad estamos gastando un 7,5% menos. A lo claro: gastamos más, pero compramos y consumimos realmente menos.

Esta realidad explica quizás que muchos españoles no acaben de “notar” la mejora de la economía, porque la inflación se ha comido parte de sus ingresos y sigue costándoles mucho llegar a fin de mes. Por un lado, los salarios en convenio han subido menos entre 2019 y 2024 (+13,39%) que la inflación media (+17,50% estos años). Y eso, junto a que todo ha subido, ha obligado a tirar de ahorros y ayudas para conseguir gastar más (para comprar menos). Otra forma de verlo es analizar la evolución de renta media neta de los hogares: ha pasado de 30.690 euros en 2019 a 38.365 euros en 2024. Pero si descontamos la inflación, la renta media real sólo ha crecido de 27.258 a 28.742 euros (+5,44%), según Funcas. Y un dato más llamativo: la renta real (descontando la inflación) de los hogares en 2024 (28.742 euros) era inferior a la renta real de 2008 (30.045 euros por hogar).

A lo claro: ganamos más, pero en realidad ingresamos menos que en 2008, porque la inflación acumulada (+33,5%) se ha comido nuestro aumento de ingresos (+27,7%), según Funcas. Eso podría explicar por qué una mayoría de españoles (55,3%) veían la economía española en una situación mala (37,3%) o muy mala (18%) en el Barómetro del CIS de mayo 2025, una valoración más pesimista que la del Barómetro de mayo 2019 ( sólo un 43,4 % veían la situación económica de España como mala o muy mala). Sin embargo, este pesimismo sobre la economía contrasta con el mayor optimismo sobre la propia situación económica personal: ahora (Barómetro CIS mayo 2025), el 69,3% de los encuestados la ven muy buena (3,8%), buena (65,5%) o regular (7%) y sólo un 23% mala o muy mala, mientras hace cinco años, antes de pandemia, eran la mitad que hoy (el 33,7%) los que la veían bien.

En cualquier caso, al margen de la percepción sobre la economía del país y la propia, tenemos un problema de fondo: la inflación se ha disparado en los últimos 16 años y los ingresos de los hogares han crecido menos, aunque en los últimos años hayan mejorado salarios, pensiones y empleos. Eso quiere decir que no podemos bajar la guardia de la inflación, porque aunque ahora sea baja (+2,2% anual en junio), se va acumulando y se come nuestros ingresos, dificultado el consumo y llegar a fin de mes. Y aunque España crezca más que la mayoría, la mayoría de los familias (sobre todo las más modestas) “no lo notan”.

Habría que actuar en dos frentes. Por un lado, tomar más medidas eficaces contra la inflación, que pasan por mejorar la competencia en todos los sectores y actividades, evitando “monopolios de hecho en muchos negocios y reduciendo márgenes (beneficios) injustificados. De hecho, el BCE y otros banqueros centrales asumen que “la avaricia de las empresas (disparando márgenes y beneficios) disparó la inflación” y que, ahora, con la inestabilidad comercial y geopolítica mundial, es otra vez el mayor riesgo de repunte de la inflación.

Y por otro lado, hay que aumentar los salarios e ingresos de los hogares, que siguen siendo más bajos que en el resto de Europa: 4 de cada 10 trabajadores ganan menos de 1.214 euros netos y el salario por hora en España (18,9 euros) queda lejos del de la UE-27 (25,2 euros), Francia (29,7 euros), Alemania (33,6 euros) e Italia  (35,2 euros). Esto explica, junto a la inflación, que el consumo per cápita real (descontando la inflación) de los españoles haya aumentado sólo un +0,2% entre 2019 y 2024, mientras en la eurozona aumentó +1,4%.

Pero hay que hacer una reflexión de fondo: para que los españoles tengan mejores salarios, hay que mejorar la productividad de la economía, para que crezca no sólo porque hay más gente trabajando (como pasa ahora, sobre todo por la llegada de inmigrantes) sino porque los que trabajan sean más eficientes, no tanto por ellos sino porque mejore y se modernice el modelo económico español, incorporando más innovación y tecnología, más digitalización, más industria y exportación, unas empresas de mayor tamaño y mejor organizadas, que integren y organicen mejor el capital humano. Todo un reto, la mejora de la productividad, que lleva años, pero que es clave para conseguir que más gente gasten y vivan mejor. Y lo noten.

lunes, 26 de mayo de 2025

Inundados de petróleo barato

No hay mal que por bien no venga. Así, los aranceles de Trump y las tensiones geopolíticas frenan la economía mundial pero también han provocado una caída del precio del petróleo, que cotiza a 64,71 dólares/barril, el precio más bajo desde 2021. Está barato porque hay un exceso de producción de crudo frente a una baja demanda, porque el mundo crece menos y aumentan las energías alternativas. Se espera que el petróleo siga barato este año y los próximos (sobre 65 dólares), lo que ha permitido ya una rebaja de los carburantes (Ojomenor de la debida) y una baja inflación, en España (2,2% en abril) y Europa (2,4%). Pero no hay que bajar la guardia, porque la importación de petróleo nos cuesta 46.251 millones de euros (2024), un 32% más que en 2019. Y España sigue con una altísima dependencia energética: importamos dos tercios de la energía que consumimos. El objetivo es ahorrar energía y potenciar las renovables, para rebajar esta dependencia e importar sólo el 50% de la energía en 2030.

                         Llenar el depósito cuesta entre 6,45 y 10 euros menos que hace un año

El precio del petróleo lleva más de 50 años condicionando la economía y nuestros bolsillos, desde las primeras crisis energéticas de los años 70. El precio del barril Brent sólo se desplomó con la pandemia (18,97 dólares/barril el 3 de febrero de 2020) y después recuperó su precio “habitual” (84,17 dólares/barril en octubre de 2021), para dispararse tras la invasión de Ucrania, en febrero de 2022 (llegó a costar un máximo de 118,67 dólares/barril en junio de 2022). Y a partir de ahí, osciló entre los 83 y los 91 dólares barril en 2022 y 2023, para caer este año, tras la victoria de Trump: costaba 75,53 dólares/barril el 5 de noviembre de 2024 (elecciones USA) y tras la amenaza de aranceles (3 de abril) cayó a un mínimo de 60,23 dólares el 5 de mayo: una caída de precio del -19,3% este año. Y ahora cotiza a 64,71 dólares/barril, el precio más bajo desde febrero de 2021 y una bajada del -13,31% desde principios de año (74,65 dólares costaba el barril el 31 de diciembre).

¿Por qué tenemos un petróleo tan barato? Hay varias causas. La más inmediata, que se ha producido un exceso de oferta: el 3 de mayo, los paises de la OPEP+ (los 14 paises de la OPEP más Rusia, México y otros 8 paises productores más) acordaron un aumento de su producción de 411.000 barriles diarios para junio, que se sumaban al aumento de 411.000 barriles acordado para mayo. Y se espera que en su reunión del 1 de junio mantengan una alta producción de crudo para el resto de 2025, dando un giro a su política de recortes de los últimos años, que muchos paises no cumplieron. En paralelo, la política de Trump es “perforar, perforar y perforar”, consolidando a USA como el mayor productor de crudo del mundo.

Además de estos acuerdos, hay tres paises productores con embargos y sanciones que podrían aumentar su producción y venta de crudo en los próximos meses, disparando más la oferta y haciendo caer los precios. Por un lado Irán, donde la posibilidad de un acuerdo nuclear con Trump podría aumentar sus exportaciones (de los 1,66 millones de barriles actuales a los más de 2 millones que vendía hasta 2018)  si desaparecen las sanciones de EEUU .Lo mismo puede pasar con Venezuela, si Trump suaviza sus sanciones y las medidas contra los barcos que transportan crudo venezolano. Y Rusia busca formas de exportar más crudo (a pesar de las sanciones), por paises y caminos indirectos, porque necesita urgentemente más ingresos para su guerra con Ucrania, tras la bajada del -13,77% en el precio del crudo.

Hay más petróleo en el mercado (y puede haber más en los próximos meses) mientras baja la demanda mundial de crudo, otra causa de que bajen los precios. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) acaba de publicar un informe donde anticipa que la demanda de petróleo crecerá este año la mitad que la oferta: la demanda crecerá este año en 740.000 barriles diarios  (hasta los 103,9 millones de barriles en 2025), mientras la oferta aumentará en 1,6 millones de barriles diarios (hasta los 104,5 millones de barriles en 2025), lo que augura un exceso de producción de crudo, que forzará a precios bajos, en torno a 65 dólares/barril (frente a 80,53 dólares de media en 2024).

La demanda mundial de crudo bajará en 2025 porque la economía mundial crecerá menos y porque muchos paises han reducido su consumo de energías fósiles gracias al aumento de la producción de energías renovables. La causa principal del “pinchazo” en la demanda mundial de petróleo es que la economía mundial va a crecer menos por los aranceles de Trump (aunque rebaje su envite, quedarán más altos de lo que estaban) y por la incertidumbre ante las crisis geopolíticas. La última previsión de la Comisión Europea refleja que el crecimiento mundial bajará del 2,3% en 2024 al 1,3% en 2025, por EEUU (crecerá +1,6% frente a +2,8% en 2024) China (4,1% frente al 5%) y Reino Unido (+1 frente a +1,1%) y el estancamiento de Europa (+1,1% crecimiento frente al 1% en 2024, con Alemania no creciendo nada este año) y Japón (+0,7% frente a +0,1% en 2024). Menos crecimiento (y riesgo de recesión si se agrava la guerra comercial) lleva a menos consumo de petróleo y como hay un exceso de oferta, a una bajada de precios (salvo nuevos” sustos” o guerras).

Además, hay muchos paises (España entre ellos) que han aumentado la aportación de energías renovables, tanto en la generación de electricidad (56% en España) como en el transporte (aunque la incursión del coche eléctrico va muy lenta, en toda Europa y más en España) y en la industria, que empieza a sustituir el fuel y el petróleo por electricidad renovable mucho más barata. Todavía el mundo sigue con su “adicción” al petróleo, pero a medio plazo habrá menos demanda y por eso tanto las grandes energéticas como los paises productores buscan fuentes alternativas de ingresos, sobre todo a partir de 2035.

Para este año 2025, los analistas apuestan por un petróleo barato, por debajo de 65 dólares por barril : Goldman Sachs cree que podría bajar hasta 63 dólares en 2025 y 58 dólares en 2026, mientras Citibank apuesta por que baje hasta los 60 dólares.  El Gobierno español, en las previsiones económicas enviadas a Bruselas a finales de abril, preveía una estabilidad de precios del crudo en 2025 (apuesta por los 65 dólares/barril), 2026 (64,6 dólares/barril), 2027 (65,3 dólares/barril) y 2028 (66,5 dólares/barril), lo que daría una cierta “estabilidad” a la economía, sin los sobresaltos de subidas de 2022 y 2023.

De momento, la rebaja del precio del petróleo ya se ha traducido en una bajada de la inflación general, en España (al +2,2% en abril, el menor aumento desde el 1,8% de octubre) y en Europa (+2,4% de inflación anual en abril, la más baja desde el 2,3% de octubre). Los menores precios del petróleo han repercutido positivamente en todos los sectores, desde la agricultura y la industria al transporte, pero se han reflejado sobre todo en una sensible bajada de los carburantes, que han notado los bolsillos de los consumidores.

Así, el 22 de mayo, el litro de gasolina costaba de media en España 1,454 euros, lo que supone una rebaja del 4,6% en lo que va de año y del -12,26% sobre el coste de la gasolina hace un año (y en Europa, esta bajada ha sido del -3,12 y del -9,44%), según el Boletín Petrolero Europeo. Y el litro de gasóleo cuesta ahora 1,366 euros/litro de media en España, lo que supone una rebaja del -5,28% en este año y un -8,6% que el precio hace un año (en Europa, la bajada ha sido del -5,38% y del 8,36% respectivamente). A lo claro: la rebaja del petróleo ha conseguido que llenar un depósito de gasolina (50 litros) cueste hoy 10 euros menos que hace un año y llenarlo de gasóleo cuesta 6,45 euros menos. Sin embargo, hay expertos y consumidores que se quejan de que los carburantes han bajado menos que el petróleo en euros, hasta 15 céntimos por litro menos de lo debido.

Ahora se espera que un petróleo barato ayude a mantener bajo control el IPC (Bruselas apuesta por una inflación del 2,3% en 2025, en España y en Europa), aunque los aranceles tenderán a subir los precios de los productos importados. Pero tenemos otra “ayuda”, gracias a la política económica disparatada de Trump: el dólar se está depreciando y cotiza ahora rozando los 1,13 euros, lo que supone una revalorización del euro del +9,17%. Eso significa que el petróleo (que pagamos en dólares), nos resulta ahora más barato en euros (-9,17%). Así que a la rebaja del petróleo (-13,31%)  hay que sumar la bajada del dólar (-9,17%), con lo que pagamos casi un 22,5% menos por el crudo que al comienzo de 2025.

Esta rebaja en la factura petrolera es un enorme balón de oxígeno para España y para el resto de economías. Pero ojo: todavía el petróleo es un gran lastre. Para España, la factura de las importaciones de petróleo supuso un gasto en divisas de 46.251 millones de euros en 2024, +32,14% que la factura petrolera anterior a la pandemia (35.001 millones de euros importamos de petróleo en 2019). Y esta factura petrolera supone el 10,9% del importe de todo lo que importa anualmente España, un tremendo “lastre” todavía. Y eso porque la importación de gasolinas ha crecido un 21,2% desde 2019 (importamos 6,51 millones de Tm en 2024, según Cores), aunque han bajado las importaciones de gasóleos (un -5,4%, 29,83 millones de TM en 2024) y han aumentado las de fueloil (+3,9%, 8,55 millones de TM).

En definitiva, que aunque ahora el petróleo sea más barato y no suponga un problema grave para la economía (como ha pasado muchas veces antes), no podemos bajar la guardia, porque la factura del petróleo es muy abultada (cuesta la mitad que la sanidad pública en España y la cuarta parte que las pensiones) y somos uno de los paises europeos más vulnerables: ya que importamos casi todo el petróleo que consumimos. Y considerando toda la energía que consumimos, importamos el 66,8%, dos tercios del total. Así que aunque celebremos que el petróleo está barato, sigue siendo un gran lastre para la economía.

El gran objetivo del Plan energético aprobado por el Gobierno (el PNIEC ) es reducir esta dependencia energética de España al 50% en 2030 (de dos tercios a la mitad de energía importada), por varias vías: aumento de la electricidad renovable (el 81% para 2030, frente al 56% actual), sustitución del consumo de petróleo y fuel por electricidad renovable en la industria, reducción de los combustibles fósiles en el transporte (coche eléctrico, electrificación de trenes y transporte terrestre y marítimo alternativo) y, sobre todo, un ahorro del consumo de energía en toda la economía (del 10% sobre 2023). No son objetivos fáciles, pero hay una firme voluntad de reducir el peso del petróleo, sobre todo a partir de 2035. Y tanto los paises productores como las multinacionales energéticas dan por hecho que su futuro es muy negro y por eso diversifican sus negocios a medio plazo.

En resumen, que no todo está mal en el panorama económico mundial. El petróleo, que nos ha dado tantos “sustos” en las últimas décadas, anticipa unos años de precios bajos, con un mercado inundado de petróleo y una demanda a la baja, que “huye” del crudo. Y encima, la caída del dólar, por la loca política económica y comercial de Trump, nos ayuda también, porque necesitamos menos euros para pagar el barril en dólares. Pero no podemos confiarnos. Primero, porque en cualquier momento salta un conflicto geopolítico o aparece un nuevo problema económico y el petróleo dispara su precio. Y segundo, porque somos todavía muy dependientes del petróleo, cuyo coste es un tremendo lastre para España: cada día de 2025, hemos gastado 121,5 millones de euros en importar petróleo. Una tremenda factura que no controlamos.

lunes, 21 de abril de 2025

Crece el ahorro de los hogares (¿milagro?)

Las familias españolas están ahorrando más, en 2024 y 2023, tras recuperarse de la pandemia, la crisis de la energía y la alta inflación. Y lo mismo pasa en Europa, el continente que más ahorra, mientras EEUU gasta y apenas ahorra. La explicación del “milagro” está en la mejora del empleo, en que sueldos y pensiones suben más que la inflación y en que estamos “escaldados” por varias crisis (desde 2008) y preferimos guardar algo para “la próxima”. Pero este ahorro es muy desigual y sólo alcanza a la mitad más rica, algunos jubilados e inmigrantes. Ahora, esperan que ahorro siga alto en 2025, por temor a una nueva crisis tras los aranceles de Trump. España y otros 6 paises europeos quieren aprovechar mejor este ahorro, ahora paralizado en depósitos poco remunerados: preparan una nueva Cuenta europea que lo dirija a inversiones europeas, desde la digitalización al medio ambiente o la Defensa. Que el alto ahorro europeo sea “la gasolina” para que Europa sea más competitiva.

                            Enrique Ortega

Europa es un continente que ahorra bastante, sobre todo los paises ricos del centro y norte. En 2024, los europeos ahorraron el 14,41% de su renta bruta disponible, aumentando su tasa de ahorro de 2023 (13,67%), según Eurostat. Se ha superado con creces la tasa de ahorro que teníamos  los europeos antes de la pandemia  (12,30%), aunque luego se disparó en 2020 (al 17,20% de la renta disponible) por los confinamientos y la crisis. En el caso de la zona euro (20 paises), la tasa de ahorro fue mayor: un 15,30% de la renta disponible, otro récord desde la pandemia (18,70% en 2020). Y esta alta tasa de ahorro en la zona euro contrasta con la baja tasa de Estados Unidos, donde ahorraron la tercera parte que en la zona euro (el 5,2% de su renta disponible). En general, los estadounidenses ahorran menos y gastan más, comprando más fuera (alto déficit comercial) y endeudándose : tienen una deuda pública y privada de las más altas del mundo, que financia el ahorro del resto del mundo.

Dentro de Europa, los paises que más ahorran son Alemania (20,3% de su renta disponible, 1 de cada 5 euros), Suecia (18,26%) y Francia (17,65%), más Paises Bajos (14,69%) e Irlanda (13,52%), seguidas de España (13,43% ahorro de la renta disponible), por delante de Bélgica (13%), Italia (11,23%), Portugal (10,88%) y Dinamarca (10,36%), según los datos de Eurostat (diciembre 2024). En todos los paises ha aumentado la tasa de ahorro respecto a antes de la pandemia (17,90% ahorraba Alemania en 2019 y 14,55% Francia), pero el mayor salto en el ahorro lo ha dado España: ahorramos +5,38% en 2024 (13,43%) que en 2019 (ahorrábamos el 8,05%), un aumento inferior al de Francia (+3,1%), Alemania (+2,53%), Italia (+0,76%), Portugal (+2,93), la zona euro (+2,68%) o la UE-27 (ahorra +2,5%).

El Banco Central Europeo (BCE) ha llamado recientemente la atención sobre el fuerte aumento del ahorro en Europa, en 2024 y 2023, que atribuye a varias causas: un aumento de los ingresos de los europeos (gracias al aumento del empleo y a que los salarios y pensiones han subido más que la inflación, mejorando el poder adquisitivo), un aumento de las ganancias en Bolsa y dividendos, así como bonos y alquileres), el efecto positivo de las ayudas públicas y, sobre todo, “una mayor cautela a la hora de gastar”, por un aumento de la “incertidumbre estructural”, tras haber sufrido varias crisis (la de 2008 a 2012, la pandemia y la crisis de la energía y la alta inflación tras la guerra de Ucrania), que lleva a los europeos a ser “más prudentes en el gasto” y ahorrar más para afrontar el futuro.

En el caso de España, el mayor aumento en la tasa de ahorro tiene su origen en el fuerte aumento de la renta bruta disponible: alcanzó la cifra de 1.027.715 millones de euros en 2024, +8,7% que en 2023, según el INE. Y de estos ingresos, se destinaron al consumo 889.060 millones (+7,1%), otros 71.734 millones a la inversión (+6%) y se ahorraron 139.900 millones, un 23% más que en 2023. Eso significa que hemos ahorrado el 13,6% de la renta disponible, mucho más que antes de la pandemia (8,5% en 2019) y también más que a lo largo de este siglo (8,6% de ahorro entre 2000 y 2019).

Este fuerte aumento del ahorro en España tras la pandemia se debe a varios factores. Uno, clave, porque ha aumentado mucho el empleo (+1.881.000 empleos creados desde 2019) y también han subido los sueldos de estos trabajadores, aumentando su capacidad de gasto y ahorro. Dos, porque han aumentado los pensionistas y el importe de su pensión, lo que se traduce en más ingresos. Tres, que han aumentado las subvenciones y ayudas públicas (carburantes, electricidad, IVA alimentos…), que suponen ingresos adicionales para muchos. Y cuatro, que han aumentado las rentas percibidas por depósitos, acciones, deuda, Fondos y dividendos, así como por alquileres (3 millones de familias ingresan por las casas que alquilan). Además, la inflación se ha moderado en 2023 y 2024, lo que ha permitido a las familias un mayor poder adquisitivo estos años, gastar y ahorrar más.

Hay más ahorro, pero mal repartido, porque muchas familias siguen con problemas para llegar a fin de mes y no pueden ahorrar. Así que hay grandes diferencias en el ahorro, según los ingresos de los hogares: casi la mitad del ahorro total en España (el 49%) procede del 25% de los hogares con rentas altas, otro 28% del ahorro procede del 25% de hogares con rentas medias-altas, un 21% adicional viene del 25% de hogares con rentas medias-bajas y sólo el 2% del ahorro lo aportan el 25% de hogares con rentas bajas, según un estudio de CaixaBank Research.

Otro factor que explica la desigualdad en el ahorro es la edad: son las generaciones de 65 a 74 años (los jubilados) los que explican el fuerte aumento del ahorro en España tras la pandemia, según CaixaBank Research. Y también ahorran más los autónomos que los asalariados. Así, si el ahorro global de los españoles ha crecido un +4,6% desde 2019, los que tienen entre 65 y 74 años han ahorrado un +6,4%, mientras que los menores de 35 años sólo han aumentado su ahorro un +5,8%  y los que tienen entre 35 y 44 años lo aumentaron un +3,3%. Los expertos consideran que las generaciones mayores ahorran más para afrontar posibles problemas de salud y para ayudar a hijos y nietos. También una parte de los inmigrantes ahorran más, para enviar remesas a sus paises de origen: desde España se enviaron 10.183 millones de euros al extranjero en 2024, según el Banco de España.

El FMI alerta que es la primera vez que crece el ahorro, en España y en Europa, en un contexto que no es de crisis, con un cierto crecimiento y una fuerte creación de empleo (y con una inflación por debajo del 3%). Lo atribuyen a una falta de confianza de los consumidores en el futuro, a que mantienen una elevada incertidumbre, a pesar de que no estamos ya en crisis (incluso España crece más que antes de la pandemia). Esta alta tasa de ahorro provoca que crezca menos el consumo de las familias, que aporta más de la mitad del crecimiento de los paises. En definitiva, más ahorro equivale a menos consumo y a menos crecimiento. Y tampoco ayuda este ahorro a la inversión, otro motor de la economía (muy débil en Europa), porque la mayor parte está “inmovilizado” en cuentas y depósitos bancarios o en deuda, inversiones poco productivas.

Pero parece que este contexto de ahorro fuerte, en Europa y en España, va a seguir en 2025, según prevé CaixaBank Research, que apuesta porque las familias ahorren este año casi lo mismo que el pasado (un 13% de su renta disponible, frente al 13,6% en 2024). Y esa previsión está hecha antes de conocer los aranceles de Trump, que han enturbiado todas las previsiones económicas y podrían provocar inflación y recesión. Dos amenazas que llevarán a muchas familias (las que pueden) a gastar menos y ahorrar más en 2025. Y eso llevará a muchos paises a un menor crecimiento y a crear menos empleo.

La clave ahora es “hacer de la necesidad virtud” y aprovechar esta alta tasa de ahorro, en Europa y en España, para financiar el salto hacia adelante que necesita Europa para modernizarse y competir en el mundo. El gran objetivo es desviar” parte de los 11 billones de euros que los europeos mantienen en cuentas y depósitos bancarios (percibiendo unos mínimos intereses) a la inversión, conseguir que una gran parte del ahorro de las familias se dirija a financiar la inversión europea a largo plazo.

Para lograrlo, España y otros 6 paises europeos (Francia, Alemania, Italia, Paises Bajos, Polonia y Luxemburgo) están trabajando en aprobar una nueva Cuenta europea de inversión, para que los ahorradores europeos dirijan ahí una buena parte del ahorro ahora improductivo, para lo que contemplan ofrecerles un trato fiscal muy favorable y una alta rentabilidad, armonizando las distintas rentabilidades europeas. Con una parte del ahorro europeo en esta nueva Cuenta europea se podrían financiar parte de las inversiones necesarias en digitalización, transición energética y Defensa y Seguridad. Y evitar la fuga de ahorro europeo a Estados Unidos: cada año, 300.000 millones de euros de financiación europea emigra a USA para comprar acciones de empresas tecnológicas o deuda pública.

Actualmente, España y los otros 6 paises promotores están estudiando diversas iniciativas europeas para captar ahorro (desde la cuenta de ahorro en Suecia  al plan de Francia para invertir en cotizadas o la compra de deuda en Italia), para configurar una Cuenta europea de inversión que sea atractiva para los inversores, un producto de inversión “paneuropeo” perfectamente identificable y que permita a los ahorradores saber dónde está su dinero. El objetivo es tener diseñada esta nueva Cuenta europea de inversión para junio y lanzarla al mercado este otoño, para financiar parte de los múltiples proyectos de inversión que tiene previstos la Comisión Europea para “dar el salto” y competir mejor en el mundo.

En resumen, que las crisis nos han hecho más ahorradores (los que pueden) y eso hace que cada año dejemos de gastar un porcentaje mayor, “por si vienen mal dadas” en el futuro. Y 2025, con la incertidumbre de los aranceles y la guerra comercial de Trump, lo normal es que el ahorro vuelva a subir, en España y en Europa. Este menor consumo puede frenar algo el crecimiento, pero el alto ahorro puede utilizarse para financiar las inversiones que necesitan Europa y España para modernizar su economía y ser más competitivos. Para conseguirlo, hay que ofrecer seguridad y rentabilidad a los ahorradores. Ahorro hay.

lunes, 7 de abril de 2025

Guerra comercial: el chantaje de Trump

Trump ha declarado una guerra comercial a 185 paises del mundo, algo inédito. Lo justifica porque han “estafado” a EEUU, provocando déficits comerciales y hundiendo su economía, obviando que son ellos quienes han perdido competitividad y se han lanzado a fabricar en  medio mundo. Europa se debate entre negociar y defenderse con nuevos aranceles, como ha hecho China. Pero Trump no dará marcha atrás: ha lanzado un “chantaje” y pretende conseguir dinero (hasta 600.000 millones) y contrapartidas para sus tecnológicas, para bajar impuestos en USA y consolidar su revolución de extrema derecha. Si Putin se saltó hace 3 años todas las reglas al invadir Ucrania, ahora Trump (otro autócrata) se salta todas las reglas económicas para imponer al mundo unos aranceles que nos van a empobrecer a todos. Como frente a Putin, hay que aliarse frente a Trump, porque lo que está en juego no son las ventas de coches, aceite o vino, sino la ruptura de las reglas de juego y el futuro de Europa. Ya sabemos por la historia que no se detiene a un dictador negociando.

             Trump "justifica" con mentiras sus aranceles a 185 paises

El anuncio de aranceles de Trump, el 3 de abril, fue un “reality show” para consumo interno en EEUU, para sus 77 millones de votantes, aunque el resto del mundo lo siguiera conteniendo la respiración. Sus argumentos fueron tan simples como su populismo: el mundo se ha aprovechado de EEUU, “nos han timado”, invadiéndonos con sus productos, que han hundido a las empresas y al campo norteamericano, con pérdida de riqueza y empleo. Y ha llegado la hora de responder, “el día de la liberación”: les vamos a imponer aranceles, para recuperar parte de lo que nos han “robado”. Una explicación “simplista” y “falsa”: EEUU ya no es la potencia económica que era hace tres décadas porque su economía ha perdido competitividad y porque muchas empresas norteamericanas han preferido fabricar en China, Vietnam o México para ahorrarse costes y ganar más. EEUU compra más fuera porque los norteamericanos apuestan por coches coreanos o teléfonos fabricados en China.

Pero claro, esa no puede ser la explicación de un presidente “nacionalista”, que prefiere recurrir al viejo tópico del “enemigo exterior” para “hacer a America grande de nuevo”, en lugar de explicarles que han de reconvertir a fondo su economía para competir en un mundo globalizado. Y como buen “populista”, Trump apuesta por “soluciones simples”: seremos un país grande de nuevo si ponemos “aranceles”, impuestos a los productos extranjeros” (una medida del siglo XIX, sin sentido hoy) y obligamos a las empresas (las norteamericanas y las extranjeras) a instalarse en Estados Unidos. Es el cuento de la lechera: “así vamos a ingresar millones de dólares y a recuperar empresas y empleos”.

Y para poner en marcha esta estrategia unilateral frente al mundo, se inventa una fórmula que es otra mentira: vamos a imponer unos “aranceles recíprocos”, para responder a los aranceles que otros paises imponen ahora a EEUU. Y como somos “buenos”, en lugar de responder con el arancel que ellos nos imponen, les impondremos un arancel más bajo. Todo mentira. La fórmula (verla al lado), una ecuación teóricamente “sesuda” (incluso con letras griegas) es un invento (otro): refleja solo una cosa, el déficit comercial que tiene cada país con EEUU, que es el criterio para imponerles ahora los aranceles. Veamos el caso de Europa. El arancel a imponer a la UE-27 sale de dividir el déficit comercial (235.600 millones) entre las importaciones USA (605.800): da 39%. Nada que ver con el arancel real que aplica Europa a los productos USA, que ronda el 3%. Y como “somos buenos”, añade Trump, divido ese 39% por la mitad y, redondeando, me sale ponerles un 20% de arancel…

Y así con todos los paises que venden a EEUU más de lo que les compran, 185 paises del mundo, incluidas dos islas autónomas australianas (Heard y McDonald) donde sólo viven pingüinos y excluyendo a Rusia, Bielorrusia, Cuba y Corea del Norte. … No hay “formulas” que valgan: los aranceles se imponen unilateralmente contra todos los paises (un 10% de entrada), pero se agravan contra los paises con los que EEUU tiene más déficit comercial. En 2024, ese déficit comercial (importaciones-exportaciones) alcanzó la cifra récord de -1.212.000 millones de dólares (1,2 billones), más que en 2013 (1,06 billones) y 2023 (1,17 billones). La cuarta parte del déficit total USA fue por China (-295.400 millones $), seguida de la Unión Europea (-235.571 millones $), México (-171.189 millones $), Vietnam (-123.436 millones), Taiwán (-73.900 millones), Japón (-68.500 millones $) y Canadá (-63.336 millones).

Y estos son, justamente, los paises a los que Trump ha aplicado sus aranceles más altos, no porque estos paises les apliquen a ellos aranceles (apenas tienen) sino porque son quienes les venden más que les compran, bien porque tienen productos más competitivos o bien porque en ellos fabrican muchas multinacionales USA (coches Tesla o iPhone de Apple en China o zapatillas Nike en Vietnam). Así, el mayor arancel se impone a China (39% ahora, que se suma al 20% de aranceles impuestos en enero y febrero: 54%), seguida de Lesoto (50%: allí se fabrican los Levi´s), Camboya (49%), Vietnam (46%),Sri Lanka (44%), Bangladés (37%), Tailandia (36%), Taiwán e Indonesia (32%), India (26%), Suiza (31%), Sudáfrica (30%),Corea del Sur (25%), Japón y Malasia (24%) y Europa (22%), con un 10% para Reino Unido (ver listado de aranceles por paises).

Estos nuevos aranceles entraron en vigor el 5 de abril (para los 117 paises a los que “sólo” les aplica un 10%) y desde este miércoles el 9 de abril para los 40 paises con aranceles más altos, entre ellos los paises europeos. Pero estos son “los nuevos” aranceles, porque hay otros aranceles USA que ya se están aplicando. Recapitulemos. El 4 de marzo entraron en vigor los aranceles del 25% a México y Canadá (al 50% de los productos, los que están excluidos del Tratado de Libre Comercio). El 12 de marzo entraron en vigor los aranceles del 25% a todas las importaciones extranjeras de aluminio y acero. El 3 de abril se empezaron a cobrar los aranceles del 25% a los coches extranjeros (las piezas lo pagarán desde el 2 de mayo). Y también están en vigor los aranceles que se impondrán a los paises que compren petróleo a Venezuela (España entre ellos). Y además, el 2 de mayo entra en vigor la extensión de aranceles (54%) a los productos chinos que lleguen en pequeños paquetes (por importe inferior a 800 euros), que hasta entonces no pagan aranceles.

Hasta aquí el “órdago” de Trump, el “chantaje” de Trump al mundo, que ya es un hecho. Ahora, está sentado a la espera de que el mundo “negocie”, le ofrezca algo (“tiene que ser fenomenal, ha dicho) para rebajar estos aranceles que, insisto, ya están en marcha. En el caso de Reino Unido, ya ha anticipado que podría ser una rebaja de impuestos y controles a los grandes de Internet (sus financiadores y socios), algo que también va a pedir a la Unión Europea. Y por si acaso el mundo no cede, dice que estudia futuros aranceles específicos al vino y bebidas alcohólicas, cobre, los productos farmacéuticos, la madera, los minerales críticos y la energía (petróleo y gas).

De momento, China, el país más afectado, se queja ante “una intimidación unilateral” y ha respondido anunciando nuevos aranceles a EEUU del 34% (como los últimos de Trump) a partir del 10 de abril. Ya había respondido antes a los aranceles USA  que sufre desde enero (10%) y febrero (otro 10%), imponiendo aranceles del 10 al 15% a muchos productos norteamericanos, desde alimentos a productos manufacturados y energía (por un valor global de 35.000 millones de euros). Ahora la respuesta es más contundente, porque los últimos aranceles USA afectan a 440.000 millones de exportaciones chinas. Pekín ha anunciado otras medidas, como penalizar exportaciones a 27 empresas USA (que se suman a otras 15 penalizadas antes) y restringir la venta de minerales estratégicos a empresas norteamericanas, además de abrir una investigación antimonopolio a Google y denunciar a EEUU ante la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Y ¿cómo reacciona Europa? En principio, con muchas palabras y pocos hechos. La presidenta Von der Leyen dijo que estos aranceles serán “nefastos para millones de personas en el Planeta”, pero mantiene abiertas todas las puertas para negociar con Trump antes de aprobar aranceles a los productos made in USA. El viernes ya hubo contactos (telemáticos) y la Comisión mantiene las puertas abiertas a negociar con Trump antes de contraatacar. De hecho, hasta el 9 de abril no se votarán en Bruselas los aranceles europeos de respuesta (a la soja, algunos wiskis y motos) a los aranceles impuestos ya al aluminio y acero (25% desde el 12 de marzo), que entrarían en vigor el 15 de abril. Y todavía no han cerrado una 2ª lista de aranceles europeos para responder a los aranceles al automóvil (25% desde el 3 de abril) y a los aranceles adicionales del 20% impuestos el 3 de abril. Cada país tiene su lista y no resulta fácil pactar la respuesta, que sería para el 15 de mayo

La gran "baza negociadora" de Europa es presionar con más controles normativos (evaden todas las normas de libre competencia e impuestos (apenas pagan)  a los gigantes de Internet USA (Google, Meta, Amazon, X, Microsoft ..), que tienen en Europa un gran negocio online (publicidad, búsquedas, ventas online, redes sociales, centros de datos...), con un superávit a favor de EEUU frente a Europa del que no habla Trump: +109.000 millones de euros en 2023, según la Comisión Europea

El mayor error que puede cometer Europa es retrasar su respuesta o dar señales de debilidad ante EEUU. Porque Trump, como Putin, sólo valora a los “enemigos” fuertes, se agranda frente a los débiles (como “los abusones” del patio de colegio…). Y si no ven una actitud dura y firme en Europa, no van a ceder sino que amenazarán con nuevos aranceles. Hay que dar una respuesta firme y rápida a Trump por tres razones. Una, porque se ha saltado toda la legalidad internacional, al imponer unilateralmente aranceles, al margen de la OMC. Otra, porque Europa es la primera potencia comercial del mundo (450 millones de consumidores) y tiene que aparecer como “un faro” para el resto del mundo, liderar la respuesta a Trump y no intentar “librarse en lo posible” cediendo. Y la tercera, porque estos aranceles van a hundir la economía europea, que apenas crece, en otra recesión.

Esto es lo que el mundo debería entender y contraatacar: los aranceles de Trump van a dañar a todos los paises y a la mayoría de empresas y consumidores (incluidos los de EEUU). Por un lado, imponer aranceles conduce a encarecer todos los productos importados un 20 o un 25%, lo que hará subir la inflación, en Europa y en todo el mundo. Por otro, muchos paises podrán exportar menos y eso llevará a hundir sus ventas, su crecimiento y sus empleos. En el caso de Europa, se estima un daño de 750.000 millones de euros en 4 años (200.000 sólo en Alemania, el país más afectado junto a Irlanda, Italia y Francia), según el Instituto de Economía alemán. Y la Comisión cree que están en riesgo una cuarta parte de las exportaciones europeas a EEUU, nada menos que 133.000 millones en riesgo (la UE exportó por valor de 531.600 millones de euros). Es un tema muy serio, con muchas empresas y empleos en juego. En el caso de España, el daño será menor: están en riesgo 4.500 millones de los 18.179 millones exportados en 2024.

Y además de los aranceles, Trump está jugado otra “carta secreta”, que ya intentó EEUU el siglo pasado: depreciar el dólar, otra medida que también “empobrece” al resto del mundo, como los aranceles. Con una moneda más débil, EEUU tiene más fácil exportar sus bienes y servicios (desde el petróleo a la tecnología), porque son más baratos. Y el resto del mundo ve como se encarecen sus productos y venden menos en USA, no sólo por los aranceles. Los datos indican que el dólar se ha depreciado un -7,76% frente al euro desde la llegada de Trump a la Casa Blanca (el euro cotizaba el viernes  a 1,1035 dólares, frente a 1,024 el 13 de enero), con lo que los productos europeos son un 7,76% más caros.

Con los aranceles actuales y futuros y la debilidad del dólar, el daño económico de Trump al resto del mundo es muy preocupante. ¿Qué pretende Trump? . No está loco, tiene una estrategia de la que apenas se habla. Con estos aranceles pretende ingresar muchos millones del resto del mundo (hasta 600.000 millones de dólares anuales, 81.000 de Europa) para financiar con ellos, y con lo que se ahorre cuando Musk acabe de desmantelar la Administración y el gasto público USA (otros 400.000 millones), tener una “hucha” de 1 billón de dólares para poner en marcha su revolución conservadora: bajar drásticamente los impuestos (más a los ricos, pero también a la mayoría de norteamericanos) y promover un mayor poder de las grandes empresas tecnológicas, para defender sus valores de extrema derecha no sólo en EEUU sino en el resto del mundo, en especial en Europa. Sabe que ahora pueden caer las Bolsas, subir la inflación en EEUU y crecer menos a corto plazo, pero confía en que la bajada de impuestos y el tirón empresarial le lleven a asentarse en el poder, incluso a cambiar la Constitución para un tercer mandato (o para Vance y sus seguidores).

Así que lo que está en juego no es sólo si Europa vende menos coches en EEUU o si los españoles venden menos aceite o vino ni que comprar cualquier producto extranjero (electrónica, teléfonos, ropa y zapatillas, medicamentos) sea más caro. Lo que está en juego son unas relaciones económicas internacionales sin control, donde un autócrata sin contrapesos impone su Ley, la del más fuerte, empobreciendo al resto del mundo para financiar su modelo político de extrema derecha, intentando desmantelar el modelo europeo. Ya lo hizo Putin en 2014, con la invasión de Crimea, y como nadie reaccionó, lo repitió en Ucrania. Ahora, Trump declara al mundo esta “guerra comercial”, frente a la que no valen medias tintas. Ya sabemos por la historia qué pasa cuando no se hace frente a un dictador. Urge que Europa busque aliados y medidas eficaces (como controlar más a los gigantes de Internet) para frenar a Trump. No podemos perder esta guerra.

jueves, 27 de marzo de 2025

La economía mundial, "patas arriba" por Trump

No lo hemos votado, pero ya sufrimos el desgobierno de Trump. No sólo porque ponga en peligro la seguridad, la democracia y el Estado del bienestar en Europa, con su apoyo a la extrema derecha y a Putin, sino porque nos afecta al bolsillo: el mundo crecerá menos este año y tendrá más inflación, por el proteccionismo y los aranceles de Trump, según alerta la OCDE. Y Europa seguirá estancada, con más inflación y sin poder bajar más los tipos, según el BCE. El daño dependerá de los aranceles que finalmente aplique Trump al resto del mundo (automóviles y otros), el  2 de abril. España los sufrirá (desde  el aceite y el vino a la maquinaria),  aunque menos que Alemania, Irlanda, Italia o Francia. Es urgente que Europa reaccione con más firmeza ante esta “epidemia Trump”, con más inversiones y proyectos para afianzar la competitividad, la industria, la tecnología y la descarbonización, para reanimar la economía y el empleo y asegurarnos la autosuficiencia, la seguridad  y la democracia.

               Trump concretará aranceles a Europa el 2 de abril

Hoy se cumplen 67 días desde la toma de posesión de Donald Trump como presidente de EEUU y parece que ha pasado un año, a juzgar por el tsunami que han provocado sus medidas (dictatoriales, contradictorias y nefastas) en EEUU y en el resto del mundo. No sólo está desmontando las bases políticas de la democracia más antigua del Planeta (249 años) sino que se ha dedicado a desmantelar la cooperación multilateral (OMS, ONU, Acuerdo del Clima …) y retornar al gobierno de la fuerza de las grandes potencias (EEUU, Rusia y China), relegando y desprotegiendo a Europa (que se ve obligada a gastar más en Defensa y Seguridad) , con ataques a su democracia liberal y su Estado del Bienestar, apoyando a la extrema derecha del continente, que defiende “menos Europa”, más nacionalismos, menos inmigrantes y no seguir luchando contra el Cambio Climático. Pero el desgobierno de Trump no sólo afecta a nuestra democracia y a nuestros derechos sociales, también a nuestro bolsillo.

La alerta la acaba de lanzar la OCDE, el organismo que agrupa a los 35 grandes paises de Occidente: la economía mundial va a crecer menos este año 2025, por las políticas proteccionistas de Trump y la incertidumbre geopolítica: el mundo crecerá el 2,2% en 2025 (-0,2% menos de lo previsto en diciembre) y el 1,6% en 2026 (-0,5% de lo que preveían hace sólo tres meses). El crecimiento será este año menor al esperado en EEUU (2,1%, -0,2%), la eurozona (1%, una rebaja del -0,3%), Alemania (0,4%, -0,3% que en diciembre), Francia (0,8%, -0.1 sobre lo previsto), Italia (0,7%, -0,2% frente a lo previsto antes) y Reino Unido (1,4%, -0,3% de rebaja), aunque España será el único país que crecerá más de lo previsto en diciembre (2,6%, +0,3%), junto con China (4,8%, +01% de lo previsto). México entrará en recesión (-1,3%) y Canadá apenas crecerá (0,7%, -1,3% que antes).

La otra consecuencia negativa de la incertidumbre económica desatada por Trump y sus aranceles es que subirá la inflación en el mundo: aumentará un 0.3% adicional en los próximos 3 años, según la OCDE, que estima una inflación mundial del 3,8% en 2025, un 2,2% en la zona euro (+0,1% que antes), 2,4% en Alemania (+0,4%) y un 2,8% en EEUU (+0,7% más de lo previsto en diciembre), mientras subirá al 2,5% en España (+0,4% sobre la previsión anterior), el 1,5% en Francia (-0,1%) y el 1,7% en Italia (-0,4%), disparándose la inflación en Canadá (3,1%, +1,1% que en diciembre) y México (4,4%, +1,1%).

En el caso específico de Europa, el BCE acaba de lanzar otra alerta: si Trump ejecuta su amenaza de aranceles a los productos europeos, la zona euro se estancará, creciendo sólo un 0,4% en 2025 (frente al 0,9% que esperaban creciera hace unos meses). Y además, subirá más la inflación, al encarecerse los productos importados de EEUU, del 2,3% que antes se esperaba al 2,8% en 2025. Y eso, advierte el BCE, les dificultará nuevas bajadas de los tipos de interés, que están en el 2,5% tras las 6 bajadas hechas en los últimos 9 meses. De hecho, el Euribor , que marca la revisión de las hipotecas, ha frenado sus bajadas y lleva una media mensual de 2,414%, superior al Euribor de febrero (2,407%).

Así que las medidas de Trump y la incertidumbre geopolítica que ha desatado supondrán un menor crecimiento de la mayoría de paises, que afectará a España (exportaremos menos y los turistas tendrán menos dinero para visitarnos y gastar, retrayendo además las inversiones extranjeras hacia España), nos subirá la inflación (por el encarecimiento de las importaciones, entre ellas la energía) y evitará que nos bajen más las hipotecas, lo que acabará frenando el consumo, la inversión y el empleo, con el riesgo de que el mayor gasto en Defensa y Seguridad que nos exigirá Europa obligue a relegar otras inversiones y gastos sociales. Demasiadas consecuencias como para no preocuparse.

Y todas estas previsiones negativas se han hecho sin que aún sepamos realmente los aranceles (impuestos a los productos extranjeros)  que va a imponer Trump al resto del mundo, porque en las últimas semanas se ha dedicado a amenazar y luego desdecirse, con lo que resulta difícil seguirle. Las decisiones que sí ha tomado han sido subir un 10% los aranceles a China el 4 de febrero y otro 10% adicional (20% en total) el 4 de marzo. Y decretar una subida de aranceles al acero y al aluminio del resto del mundo, desde el 12 de marzo. A partir de aquí, el resto de las subidas de aranceles  las anunciará el próximo miércoles 2 de abril , que Trump ha bautizado como “el día de la liberación”, asegurando a los norteamericanos que va a recaudar “miles de millones de dólares”… Eso sí, como "aperitivo", ayer Trump anticipó que subirá los aranceles un 25% a todos los coches extranjeros (Europa vende 750.000 coches al año a EEUU...).

¿Qué otros aranceles va a aplicar Trump el 2 de abril ? En un principio, su Administración ha hablado de gravar con aranceles los productos extranjeros de algunos sectores, como los automóviles, microprocesadores, productos farmacéuticos y alimentos y bebidas (vino, aceite). Pero ahora, parece que los futuros aranceles no serán tanto sectoriales como “recíprocos:  se centrarán en los paises con los que EEUU tiene más déficit comercial, además de los aranceles del 25% a sus vecinos Canadá y México (aprobados ya, pero con 2 prórrogas sobre su entrada en vigor). Eso significaría que los aranceles serían mayores con las regiones y paises con los que EEUU tiene un mayor déficit comercial.

Veamos cuáles son. En 2024, el “agujero” comercial de EEUU (déficit, la diferencia entre lo que importa y lo que exporta) fue de 1,212 billones de dólares (1.212.000.000 millones $), mayor que en 2013 (1,062 billones) y en 2022 (1,173 billones), un déficit alentado por el fuerte consumo de los estadounidenses estos años y la pérdida de competitividad de algunas industrias y sectores, que han aupado a Trump. La cuarta parte de este déficit comercial USA es con China (-295.400 millones de dólares en 2024, menor que entre 2012 y 2022), seguido del déficit comercial con la Unión Europea (-235.571 millones de dólares), México (-171.189 millones $), Vietnam (-132.500 millones $), Taiwán (-73.900 millones $), Japón (-68.500 millones $) y Canadá (-63.336 millones $). Así que, lo probable es que Trump aumente más los aranceles a China, la UE, México, Vietnam, Taiwán, Japón y Canadá.

Después de China, la UE es la bestia negra de Trump, no sólo por el déficit comercial sino también porque su Gobierno está apoyado por “la tecnocracia de Internet” (Meta, Google, Amazon, X…), que han tenido y tienen serios “encontronazos regulatorios” (expedientes y multas) con la Comisión Europea, que les impone normas y Leyes. Además, el modelo político y social de la UE es “enemigo político” de Trump y su ultraderecha, que defienden recortes en la Administración, obligando a los norteamericanos a pagarse (aún más) la sanidad, la educación o recortando los gastos sociales. Son dos modelos sociales” enfrentados y la Administración Trump pretende debilitar a Europa recortando su papel en la OTAN (que obliga a un mayor gasto europeo en Defensa y Seguridad y apoyando a la extrema derecha europea, para exportar su “modelo” (antisocial, antinmigración y anti verde).

Pero los aranceles de Trump pretenden, sobre todo, debilitar a la economía europea y forzar más compras de productos “made in USA” (sobre todo energía) y la instalación en suelo norteamericano de más empresas extranjeras. Por eso, los grandes objetivos de Trump en Europa son las economías que más les venden, las que tienen un mayor superávit comercial con EEUU. En 2024, el superávit comercial de la UE-27 con EEUU fue de +198.200 millones de euros (+26% sobre 2023), según Eurostat, un superávit para Europa que ha ido en aumento, incluso durante el primer mandato de Trump (en 2018 era de +136.382 millones de euros y subió a +152.723 millones en 2020).

La mayor parte de este superávit europeo ( o del déficit comercial de EEUU frente a Europa) se concentra en 5 paises que serán los que más “sufran” ahora los aranceles de Trump: Alemania (+92.247 millones de superávit comercial con USA en 2024), Irlanda (+50.828 millones), Italia (+38.870 millones), Austria (+11.415 millones) y Suecia (+9.299 millones). Francia apenas tiene superávit comercial con EEUU (+2.989 millones euros) y sólo hay 2 paises de la UE que tengan déficit comercial con EEUU: Paises Bajos (-24.758 millones) y España (-5.981 millones de déficit comercial con EEUU en 2024).

Con estas cifras, lo “esperable” (con Trump es mucho decir) sería que los paises más afectados por los esperados aranceles USA a Europa sean Alemania e Italia, también Francia (son los 3 que más les venden), y menos Irlanda, porque allí hay instaladas muchas multinacionales USA. España podría verse menos afectada, porque tenemos déficit con EEUU y les vendemos poco (18.971 millones de euros en 2024), además de que estas ventas representan menos porcentaje del total exportaciones no europeas (el 12,3%) que en el caso de Irlanda (el 53,7% de sus exportaciones no UE van a EEUU), Austria (25,7%), Portugal (23,3%), Finlandia (23%) y Alemania (el 22,7% de las exportaciones no europeas van a EEUU). Pero eso no quita para que haya preocupación en algunos sectores españoles, “amenazados” por posibles aranceles de Trump: aceite de oliva, vino, piezas de automóvil, medicamentos, cerámica y motores/aparatos eléctricos.

La Comisión Europea (y no los paises) es quien tiene la competencia sobre comercio exterior y la que tiene que responder a los aranceles de Trump. Inicialmente, Bruselas elaboró una lista de productos made in USA a los que aplicar aranceles (impuestos) el 2 de abril: barcos de recreo, motos Harley Davison y ropa Levis, más productos agrícolas (soja) y bourbon, una lista de productos agrícolas e industriales que está pactando con los paises. Pero, finalmente, la Comisión ha decidido “posponer” 2 semanas, hasta el 16 de abril, la lista y la entrada en vigor de estos aranceles europeos que responden a las amenazas de Trump. Es una manera de “ganar tiempo”, para conocer la lista USA del 2 de abril y posibles negociaciones.

Al final, habrá que esperar al 2 de abril para ver hasta donde llegan los aranceles de Trump y la respuesta europea. Pero mientras, hay varias cuestiones claras. Una, que parte del daño está hecho, por el aumento de la incertidumbre económica, que está hundiendo el crecimiento y avivando la inflación. Dos, que los aranceles no benefician a nadie, tampoco a Europa, aunque Trump sólo entiende las respuestas enérgicas y habrá que responderle con aranceles que dañarán, no sólo a los norteamericanos sino también a los europeos. Y tres, que Europa está ante otro “momento crítico, como cuando llegó la pandemia o Rusia invadió Ucrania. Y como en estas dos crisis, ha de reaccionar unida y tomando medidas contundentes.

Si el desgobierno de Trump y el avance de las autocracias parece imparable, Europa tiene que reforzarse, no sólo políticamente (reforzando la integración europea y consiguiendo una mayor autonomía en Defensa y Seguridad) sino sobre todo económicamente. Si la epidemia del COVID dio lugar al Plan de Recuperación, la “epidemia Trump” debe obligar a poner en marcha otro Plan ambicioso, que permita invertir en modernizar la economía europea, con más tecnología, innovación , digitalización y descarbonización, que permita remontar los daños de los aranceles y mejorar el crecimiento y la competitividad europea en el mundo, buscando nuevos socios e inversores (Canadá, Latinoamérica, Australia, Asia) al margen de EEUU. Urge poner en marcha el Plan Draghi para asegurar el futuro de Europa.

No parece que Europa, con la crisis política en Alemania, Francia e Italia, haya optado por esta vía y de momento sólo avanza en la mejora de la seguridad, “asustada” por Rusia. Pero urge poner en marcha un 2º Plan de Recuperación europeo, avanzando en un tema clave: Europa necesita más recursos públicos (el Presupuesto europeo es ridículo: el 1% del PIB, mientras el Presupuesto Federal USA  asciende al 38,5% de su PIB ) y más inversión privada (urge la reforma de los mercados de capitales y promover multinacionales europeas) para financiar este “saldo adelante” que necesitamos. Y sobre todo, avanzar en una Europa más unida, frente al avance de la ultraderecha nacionalista. No son tareas fáciles.