El gasto medio por hogar fue de 34.044 euros en 2024, un 4,4% más que en 2023 y un máximo histórico, no sólo respecto a antes de la pandemia (30.243 euros en 2019) sino respecto a antes de la crisis financiera (31,773 euros en 2008), según la reciente Encuesta de Presupuestos Familiares del INE. La mayor parte del gasto familiar se destina a la vivienda, agua, luz y gas (11.029 euros en 2024, el 32,4% del gasto total), seguida de la alimentación (5.391 euros anuales, el 15,8%), el transporte (3.877 euros, el 11,4%), los hoteles y restaurantes (3.374 euros, un 9,9% del total), seguidos a distancia del gasto en actividades recreativas, deporte y cultura (1.692 euros, el 5% del gasto total), vestido y calzado (1.432 euros, el 4,2%), sanidad (1.377 euros, el 4%), muebles y artículos del hogar (1.274 euros, el 3,7%), seguros y financiación (1.270 euros, el 3,7%), cuidado personal y servicios (1.228 euros, el 3,6%) y bebidas, alcohol y tabaco (447 euros, el 1,3%).
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jueves, 10 de julio de 2025
La inflación dispara el gasto familiar
El gasto de los hogares batió un récord histórico
en 2024: creció un +12,5% sobre antes de la pandemia, por la fuerte
subida del gasto en sanidad, alimentación, vivienda, educación, hoteles y restaurantes. Un mayor gasto,
sustentado en la subida de salarios y pensiones, que es “un espejismo”:
gastamos más por la inflación, porque todo ha subido, pero en
realidad gastamos menos que en 2019 (-7,5%). Los que más han aumentado su
gasto estos años son las familias con menos ingresos, porque gastan
porcentualmente más en alimentación y vivienda, lo que más ha subido, por lo
que tienen más problemas para llegar a fin de mes. Y además, la renta real de
los hogares (ingresos descontando la
inflación) es todavía menor que en 2008 (-4,3%). Un dato que explica por qué muchos
españoles no acaban de “notar” la mejora de la economía, aunque crecemos
y creamos más empleo que Europa. Pero la inflación ha subido un 33,5% y ese
aumento se ha “comido” nuestro nivel de vida. Enrique Ortega
El gasto medio por hogar fue de 34.044 euros en 2024, un 4,4% más que en 2023 y un máximo histórico, no sólo respecto a antes de la pandemia (30.243 euros en 2019) sino respecto a antes de la crisis financiera (31,773 euros en 2008), según la reciente Encuesta de Presupuestos Familiares del INE. La mayor parte del gasto familiar se destina a la vivienda, agua, luz y gas (11.029 euros en 2024, el 32,4% del gasto total), seguida de la alimentación (5.391 euros anuales, el 15,8%), el transporte (3.877 euros, el 11,4%), los hoteles y restaurantes (3.374 euros, un 9,9% del total), seguidos a distancia del gasto en actividades recreativas, deporte y cultura (1.692 euros, el 5% del gasto total), vestido y calzado (1.432 euros, el 4,2%), sanidad (1.377 euros, el 4%), muebles y artículos del hogar (1.274 euros, el 3,7%), seguros y financiación (1.270 euros, el 3,7%), cuidado personal y servicios (1.228 euros, el 3,6%) y bebidas, alcohol y tabaco (447 euros, el 1,3%).
Otro hecho relevante es que el gasto familiar no es
homogéneo y ha crecido más, tanto en 2024 como en los últimos
años, en las familias con menos ingresos, que son las que suelen gastar
más porcentaje de sus ingresos en vivienda, alimentación y sanidad, lo que más
ha subido. Así, según
el INE, el 20% de las familias con menos ingresos aumentaron su
gasto en 2024 (17.610 euros) un 10,9% y el 40% siguiente con rentas bajas y
medias (que gastan entre 24.500 y 30.907 euros anuales) los aumentaron un 6%, por encima de la media
(+4.4%), mientras el 20% más rico sólo aumentó su gasto un +1,9% (hasta 58.272
euros).
Esta estructura del presupuesto familiar en 2024 revela un
cambio en los hábitos de gasto de los españoles tras la pandemia.
Básicamente, ha aumentado el gasto de los hogares en sanidad (gastamos
ahora +31,4% que en 2019,
por la ampliación y subida de los seguros médicos más otros gastos sanitarios,
como la atención bucodental, óptica y rehabilitación),
en alimentación (el gasto familiar en comida y bebida ha aumentado un +25,78%
desde 2019), en vivienda (+16,8% de gasto, por la subida de
alquileres e hipotecas, junto al agua, luz y gas, a pesar de las ayudas y la
bajada del IVA), en educación (+14,96% por las guarderías, colegios
privados y concertados más transporte y comida escolar) y en el mayor gasto en
hoteles y restaurantes (+13,58%), porque tras la pandemia “salimos más”.
Aquí también ha habido un comportamiento diferente del
gasto, tras la pandemia, según los ingresos del hogar. Así, el
gasto en viviendas y alimentos (lo que más ha subido) tiene mucho peso
en las familias con menos ingresos: para el 20% más pobre, ambas
partidas se
llevan casi dos tercios de sus ingresos (el 60,2%, frente al 60,7% en 2019).
Y gastan más en restaurantes y hoteles (6,3% del gasto total frente al 5,6%
en 2019), mientras gastan porcentualmente menos en transporte (6,6%
frente al 7%) y lo mismo en ocio y cultura (5%). El 40% restante, con
rentas bajas y medias, gasta ahora más en vivienda y alimentos que en 2019,
también en bares y restaurantes y menos en transporte y ocio. Pero el 20%
más rico gasta mucho menos que el resto en vivienda y alimentación (el
40,1% de su presupuesto, un tercio menos que los más pobres), lo que más ha subido
y más en transporte (15,9%), restaurantes y hoteles (11,9%) y ocio y cultura.
Por autonomías, las más ricas son donde más ha
aumentado el consumo de los hogares entre 2019 y 2024, según el INE: País Vasco
(15.504 euros de gasto por persona, un 13,8% por encima de los 13.626 de gasto
medio por persona en España), Madrid (15.108 euros de gasto por persona
en 2024), Cataluña (14.476 euros), Baleares (14.421 euros), Asturias
(14.221 euros) y Aragón (14.178 euros). Y donde menos, en las regiones más
pobres, que gastan casi la mitad: Melilla
(8.586 euros por habitante), Extremadura (11.398 euros), Ceuta (11.858
euros), Andalucía (11.865 euros) y Castilla la Mancha (11.921 euros).
El aumento del gasto de los hogares tras la pandemia
ha sido posible por la subida del empleo (1,8 millones más trabajando) y
la subida de salarios y pensiones. Pero no ha sido suficiente y los
españoles han tenido que “tirar de los ahorros” para pagar sus
gastos y llegar a fin de mes: la tasa de ahorro cayó del 25,6% a
mediados de 2020 al 7,7% en septiembre
de 2022, para afrontar lo peor de la inflación, aunque luego volvió a subir (se
ahorraba el 14% de los ingresos al principio de 2024) y ahora lleva año y
medio bajando (12,8% de ahorro el primer trimestre de 2025, según el INE).
En cualquier caso, el gasto histórico de los españoles en
2024 es “un espejismo”, porque en realidad gastamos menos que en
2019, porque
la inflación se ha disparado estos años. Así, si en 2024 gastamos de media
34.044 euros por hogar, un 12,5% más que en 2019, como la inflación
creció un 20% estos cinco años, en realidad estamos gastando un 7,5% menos.
A lo claro: gastamos más, pero compramos y consumimos realmente menos.
Esta realidad explica quizás que muchos españoles no
acaben de “notar” la mejora de la economía, porque la inflación se ha
comido parte de sus ingresos y sigue costándoles mucho llegar a fin de mes. Por
un lado, los salarios en convenio han subido menos entre 2019 y 2024 (+13,39%)
que la inflación media (+17,50% estos años). Y eso, junto a que todo ha
subido, ha obligado a tirar de ahorros y ayudas para conseguir gastar
más (para comprar menos). Otra forma de verlo es analizar la evolución de renta
media neta de los hogares: ha pasado de 30.690 euros en 2019 a 38.365 euros en
2024. Pero si descontamos la inflación, la renta media real sólo ha crecido
de 27.258 a 28.742 euros (+5,44%), según
Funcas. Y un dato más llamativo: la renta real (descontando la
inflación) de los hogares en 2024 (28.742 euros) era inferior
a la renta real de 2008 (30.045 euros por hogar).
A lo claro: ganamos más, pero en realidad ingresamos
menos que en 2008, porque la inflación acumulada (+33,5%) se ha comido
nuestro aumento de ingresos (+27,7%), según
Funcas. Eso podría explicar por qué una mayoría de españoles (55,3%) veían
la economía española en una situación mala (37,3%) o muy mala
(18%) en el Barómetro
del CIS de mayo 2025, una valoración más pesimista que la del Barómetro de mayo 2019
( sólo un 43,4 % veían la situación económica de España como mala o muy mala). Sin
embargo, este pesimismo sobre la economía contrasta con el mayor
optimismo sobre la propia situación económica personal: ahora (Barómetro CIS mayo 2025),
el 69,3% de los encuestados la ven muy buena (3,8%), buena (65,5%) o regular (7%)
y sólo un 23% mala o muy mala, mientras hace cinco años, antes de pandemia, eran
la mitad que hoy (el 33,7%) los que la veían bien.
En cualquier caso, al margen de la
percepción sobre la economía del país y la propia, tenemos un problema
de fondo: la inflación se ha disparado en los últimos 16 años y los
ingresos de los hogares han crecido menos, aunque en los últimos años hayan
mejorado salarios, pensiones y empleos. Eso quiere decir que no
podemos bajar la guardia de la inflación, porque aunque ahora sea
baja (+2,2% anual en junio), se va acumulando y se come nuestros ingresos,
dificultado el consumo y llegar a fin de mes. Y aunque España crezca más que la
mayoría, la mayoría de los familias (sobre todo las más modestas) “no lo notan”.
Habría que actuar en dos frentes. Por un lado, tomar más
medidas eficaces contra la inflación, que pasan por mejorar la competencia en
todos los sectores y actividades, evitando “monopolios de hecho en muchos
negocios y reduciendo márgenes (beneficios) injustificados. De hecho, el
BCE y otros banqueros centrales asumen que “la avaricia de las empresas (disparando
márgenes y beneficios) disparó la inflación” y que, ahora, con la
inestabilidad comercial y geopolítica mundial, es otra vez el mayor riesgo de
repunte de la inflación.
Y por otro lado, hay que aumentar los salarios e ingresos
de los hogares, que siguen siendo más bajos que en el resto de Europa: 4 de cada 10 trabajadores
ganan menos de 1.214 euros netos y el salario por hora en España (18,9
euros) queda
lejos del de la UE-27 (25,2 euros), Francia (29,7 euros), Alemania (33,6
euros) e Italia (35,2 euros). Esto
explica, junto a la inflación, que el consumo per cápita real
(descontando la inflación) de los españoles haya aumentado
sólo un +0,2% entre 2019 y 2024, mientras en la eurozona aumentó
+1,4%.
Pero hay que hacer una reflexión de fondo:
para que los españoles tengan mejores salarios, hay
que mejorar la productividad de la economía, para que crezca no sólo
porque hay más gente trabajando (como pasa ahora, sobre todo por la llegada de inmigrantes)
sino porque los que trabajan sean más eficientes, no tanto por ellos sino
porque mejore y se modernice el modelo económico español, incorporando más
innovación y tecnología, más digitalización, más industria y exportación, unas
empresas de mayor tamaño y mejor organizadas, que integren y organicen mejor el
capital humano. Todo un reto, la mejora de la productividad, que lleva años,
pero que es clave para conseguir que más gente gasten y vivan mejor.
Y lo noten.
El gasto medio por hogar fue de 34.044 euros en 2024, un 4,4% más que en 2023 y un máximo histórico, no sólo respecto a antes de la pandemia (30.243 euros en 2019) sino respecto a antes de la crisis financiera (31,773 euros en 2008), según la reciente Encuesta de Presupuestos Familiares del INE. La mayor parte del gasto familiar se destina a la vivienda, agua, luz y gas (11.029 euros en 2024, el 32,4% del gasto total), seguida de la alimentación (5.391 euros anuales, el 15,8%), el transporte (3.877 euros, el 11,4%), los hoteles y restaurantes (3.374 euros, un 9,9% del total), seguidos a distancia del gasto en actividades recreativas, deporte y cultura (1.692 euros, el 5% del gasto total), vestido y calzado (1.432 euros, el 4,2%), sanidad (1.377 euros, el 4%), muebles y artículos del hogar (1.274 euros, el 3,7%), seguros y financiación (1.270 euros, el 3,7%), cuidado personal y servicios (1.228 euros, el 3,6%) y bebidas, alcohol y tabaco (447 euros, el 1,3%).
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lunes, 26 de mayo de 2025
Inundados de petróleo barato
No hay mal que por bien no venga. Así, los aranceles
de Trump y las tensiones geopolíticas frenan la economía mundial pero
también han provocado una caída del precio del petróleo, que
cotiza a 64,71 dólares/barril, el precio más bajo desde 2021. Está
barato porque hay un exceso de producción de crudo frente a una baja demanda,
porque el mundo crece menos y aumentan las energías alternativas. Se espera que
el petróleo siga barato este año y los próximos (sobre 65 dólares), lo que ha
permitido ya una rebaja de los carburantes (Ojo: menor de la debida) y una baja inflación, en
España (2,2% en abril) y Europa (2,4%). Pero no hay que bajar la guardia,
porque la importación de petróleo nos cuesta 46.251 millones de euros
(2024), un 32% más que en 2019. Y España sigue con una altísima dependencia
energética: importamos dos tercios de la energía que consumimos. El
objetivo es ahorrar energía y potenciar las renovables, para rebajar esta
dependencia e importar sólo el 50% de la energía en 2030. Llenar el depósito cuesta entre 6,45 y 10 euros menos que hace un año
El precio del petróleo lleva más de 50 años condicionando la economía y nuestros bolsillos, desde las primeras crisis energéticas de los años 70. El precio del barril Brent sólo se desplomó con la pandemia (18,97 dólares/barril el 3 de febrero de 2020) y después recuperó su precio “habitual” (84,17 dólares/barril en octubre de 2021), para dispararse tras la invasión de Ucrania, en febrero de 2022 (llegó a costar un máximo de 118,67 dólares/barril en junio de 2022). Y a partir de ahí, osciló entre los 83 y los 91 dólares barril en 2022 y 2023, para caer este año, tras la victoria de Trump: costaba 75,53 dólares/barril el 5 de noviembre de 2024 (elecciones USA) y tras la amenaza de aranceles (3 de abril) cayó a un mínimo de 60,23 dólares el 5 de mayo: una caída de precio del -19,3% este año. Y ahora cotiza a 64,71 dólares/barril, el precio más bajo desde febrero de 2021 y una bajada del -13,31% desde principios de año (74,65 dólares costaba el barril el 31 de diciembre).
¿Por qué tenemos un petróleo tan barato? Hay varias
causas. La más inmediata, que se ha producido un exceso de oferta: el
3 de mayo, los paises de la OPEP+
(los 14 paises de la OPEP más Rusia, México y otros 8 paises productores más) acordaron
un aumento de su producción de 411.000 barriles diarios para junio, que se
sumaban al aumento de 411.000 barriles acordado para mayo. Y se espera que en su reunión del 1 de junio mantengan una alta producción de crudo para el resto de
2025, dando un giro a su política de recortes de los últimos años, que
muchos paises no cumplieron. En paralelo, la política de Trump es “perforar,
perforar y perforar”, consolidando a USA como el mayor productor de crudo
del mundo.
Además de estos acuerdos, hay tres paises productores
con embargos y sanciones que podrían aumentar su producción y venta
de crudo en los próximos meses, disparando más la oferta y haciendo caer
los precios. Por un lado Irán, donde la posibilidad de un acuerdo
nuclear con Trump podría aumentar sus exportaciones (de los 1,66 millones de
barriles actuales a los más de 2 millones que vendía hasta 2018) si desaparecen las sanciones de EEUU .Lo mismo
puede pasar con Venezuela, si Trump suaviza sus sanciones y las medidas
contra los barcos que transportan crudo venezolano. Y Rusia busca formas
de exportar más crudo (a pesar de las sanciones), por paises y caminos
indirectos, porque necesita urgentemente más ingresos para su guerra con
Ucrania, tras la bajada del -13,77% en el precio del crudo.
Hay más petróleo en el mercado (y puede haber más en
los próximos meses) mientras baja la demanda mundial de crudo, otra
causa de que bajen los precios. La Agencia Internacional de la Energía (AIE)
acaba de publicar un informe donde anticipa que la demanda de
petróleo crecerá este año la mitad que la oferta: la demanda crecerá este
año en 740.000 barriles diarios (hasta
los 103,9 millones de barriles en 2025), mientras la oferta aumentará en 1,6
millones de barriles diarios (hasta los 104,5 millones de barriles en 2025), lo
que augura un exceso de producción de crudo, que forzará a precios bajos, en
torno a 65 dólares/barril (frente a
80,53 dólares de media en 2024).
La demanda mundial de crudo bajará en 2025 porque la
economía mundial crecerá menos y porque muchos paises han reducido su consumo
de energías fósiles gracias al aumento de la producción de energías renovables.
La causa principal del “pinchazo” en la demanda mundial de petróleo es que la
economía mundial va a crecer menos por los aranceles de Trump (aunque
rebaje su envite, quedarán más altos de lo que estaban) y por la incertidumbre ante
las crisis geopolíticas. La última
previsión de la Comisión Europea refleja que el crecimiento mundial
bajará del 2,3% en 2024 al 1,3% en 2025, por EEUU (crecerá +1,6%
frente a +2,8% en 2024) China (4,1% frente al 5%) y Reino Unido
(+1 frente a +1,1%) y el estancamiento de Europa (+1,1% crecimiento
frente al 1% en 2024, con Alemania no creciendo nada este año) y Japón
(+0,7% frente a +0,1% en 2024). Menos crecimiento (y riesgo de
recesión si se agrava la guerra comercial) lleva a menos consumo de
petróleo y como hay un exceso de oferta, a una bajada
de precios (salvo nuevos” sustos” o guerras).
Además, hay muchos paises (España entre ellos) que han
aumentado la aportación de energías renovables, tanto en la generación
de electricidad (56% en España) como en el transporte (aunque la incursión del
coche eléctrico va muy lenta, en toda Europa y más en España) y en la
industria, que empieza a sustituir el fuel y el petróleo por electricidad renovable
mucho más barata. Todavía el mundo sigue con su “adicción” al petróleo,
pero a medio plazo habrá menos demanda y por eso tanto las grandes energéticas
como los paises productores buscan fuentes alternativas de ingresos, sobre todo
a partir de 2035.
Para este año 2025, los analistas apuestan por un petróleo
barato, por debajo de 65 dólares por barril : Goldman Sachs cree que podría
bajar hasta 63 dólares en 2025 y 58 dólares en 2026, mientras Citibank
apuesta por que baje hasta los 60 dólares. El Gobierno español, en
las previsiones económicas enviadas a Bruselas a finales de abril, preveía
una estabilidad de precios del crudo en 2025 (apuesta por los 65
dólares/barril), 2026 (64,6 dólares/barril), 2027 (65,3
dólares/barril) y 2028 (66,5 dólares/barril), lo que daría una
cierta “estabilidad” a la economía, sin los sobresaltos de subidas de
2022 y 2023.
De momento, la rebaja del precio del petróleo ya se ha
traducido en una bajada de la inflación general, en España (al +2,2% en abril, el
menor aumento desde el 1,8% de octubre) y en Europa (+2,4%
de inflación anual en abril, la
más baja desde el 2,3% de octubre). Los menores precios del petróleo
han repercutido positivamente en todos los sectores, desde la agricultura
y la industria al transporte, pero se han reflejado sobre todo en una sensible
bajada de los carburantes, que han notado los bolsillos de los consumidores.
Así, el 22 de mayo, el litro de gasolina costaba de
media en España 1,454 euros, lo que supone una rebaja del 4,6% en lo que va de
año y del -12,26% sobre el coste de la gasolina hace un año (y en Europa, esta
bajada ha sido del -3,12 y del -9,44%), según
el Boletín Petrolero Europeo. Y el litro de gasóleo cuesta ahora 1,366
euros/litro de media en España, lo que supone una rebaja del -5,28% en este año
y un -8,6% que el precio hace un año (en Europa, la bajada ha sido del -5,38% y
del 8,36% respectivamente). A lo claro: la rebaja del petróleo ha conseguido
que llenar un depósito de gasolina (50 litros) cueste hoy 10 euros
menos que hace un año y llenarlo de gasóleo cuesta 6,45 euros
menos. Sin embargo, hay expertos y consumidores que se quejan de que los carburantes han bajado menos que el petróleo en euros, hasta 15 céntimos por litro menos de lo debido.
Ahora se espera que un petróleo barato ayude a mantener
bajo control el IPC (Bruselas
apuesta por una inflación del 2,3% en 2025, en España y en Europa), aunque
los aranceles tenderán a subir los precios de los productos importados. Pero tenemos
otra “ayuda”, gracias a la política económica disparatada de Trump: el
dólar se está depreciando y cotiza ahora
rozando los 1,13 euros, lo que supone una revalorización del euro del +9,17%.
Eso significa que el petróleo (que pagamos en dólares), nos resulta
ahora más barato en euros (-9,17%). Así que a la rebaja del petróleo
(-13,31%) hay que sumar la bajada del dólar
(-9,17%), con lo que pagamos casi un 22,5% menos por el crudo que al comienzo
de 2025.
Esta rebaja en la factura petrolera es un enorme
balón de oxígeno para España y para el resto de economías. Pero ojo: todavía
el petróleo es un gran lastre. Para España, la factura de las importaciones
de petróleo supuso un
gasto en divisas de 46.251 millones de euros en 2024, +32,14%
que la factura petrolera anterior a la pandemia (35.001 millones de
euros importamos de petróleo en
2019). Y esta factura petrolera supone el 10,9% del importe de todo lo que
importa anualmente España, un tremendo “lastre” todavía. Y eso porque la
importación de gasolinas ha crecido un 21,2% desde 2019 (importamos 6,51
millones de Tm en 2024, según
Cores), aunque han bajado las importaciones de gasóleos (un -5,4%, 29,83
millones de TM en 2024) y han aumentado las de fueloil (+3,9%, 8,55 millones de
TM).
En definitiva, que aunque ahora el petróleo sea más barato y
no suponga un problema grave para la economía (como ha pasado muchas veces
antes), no podemos bajar la guardia, porque la
factura del petróleo es muy abultada (cuesta la mitad que la sanidad
pública en España y la cuarta parte que las pensiones) y somos uno
de los paises europeos más vulnerables: ya que importamos casi todo el petróleo
que consumimos. Y considerando toda la energía que consumimos, importamos
el 66,8%, dos tercios del total. Así que aunque celebremos que el
petróleo está barato, sigue siendo un gran lastre para la economía.
El gran objetivo del Plan energético aprobado por el
Gobierno (el
PNIEC ) es reducir esta dependencia energética de España al 50% en 2030
(de dos tercios a la mitad de energía importada), por varias vías: aumento de
la electricidad renovable (el 81% para 2030, frente al 56% actual), sustitución
del consumo de petróleo y fuel por electricidad renovable en la industria,
reducción de los combustibles fósiles en el transporte (coche eléctrico,
electrificación de trenes y transporte terrestre y marítimo alternativo) y,
sobre todo, un ahorro del consumo de energía en toda la economía (del 10% sobre
2023). No son objetivos fáciles, pero hay una firme voluntad de reducir
el peso del petróleo, sobre todo a partir de 2035. Y tanto los paises
productores como las multinacionales energéticas dan por hecho que su
futuro es muy negro y por eso diversifican sus negocios a medio plazo.
En resumen, que no todo está mal en el panorama económico
mundial. El petróleo, que nos ha dado tantos “sustos” en las últimas
décadas, anticipa unos años de precios bajos, con un mercado
inundado de petróleo y una demanda a la baja, que “huye” del crudo. Y encima,
la caída del dólar, por la loca política económica y comercial de
Trump, nos ayuda también, porque necesitamos menos euros para
pagar el barril en dólares. Pero no podemos confiarnos. Primero,
porque en cualquier momento salta un conflicto geopolítico o aparece un nuevo
problema económico y el petróleo dispara su precio. Y segundo, porque somos
todavía muy dependientes del petróleo, cuyo coste es un tremendo lastre
para España: cada
día de 2025, hemos gastado 121,5
millones de euros en importar petróleo. Una tremenda factura que no
controlamos.
El precio del petróleo lleva más de 50 años condicionando la economía y nuestros bolsillos, desde las primeras crisis energéticas de los años 70. El precio del barril Brent sólo se desplomó con la pandemia (18,97 dólares/barril el 3 de febrero de 2020) y después recuperó su precio “habitual” (84,17 dólares/barril en octubre de 2021), para dispararse tras la invasión de Ucrania, en febrero de 2022 (llegó a costar un máximo de 118,67 dólares/barril en junio de 2022). Y a partir de ahí, osciló entre los 83 y los 91 dólares barril en 2022 y 2023, para caer este año, tras la victoria de Trump: costaba 75,53 dólares/barril el 5 de noviembre de 2024 (elecciones USA) y tras la amenaza de aranceles (3 de abril) cayó a un mínimo de 60,23 dólares el 5 de mayo: una caída de precio del -19,3% este año. Y ahora cotiza a 64,71 dólares/barril, el precio más bajo desde febrero de 2021 y una bajada del -13,31% desde principios de año (74,65 dólares costaba el barril el 31 de diciembre).
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lunes, 21 de abril de 2025
Crece el ahorro de los hogares (¿milagro?)
Las familias españolas están ahorrando más,
en 2024 y 2023, tras recuperarse de la pandemia, la crisis de la energía y la
alta inflación. Y lo mismo pasa en Europa, el continente que más ahorra,
mientras EEUU gasta y apenas ahorra. La explicación del “milagro”
está en la mejora del empleo, en que sueldos y pensiones suben
más que la inflación y en que estamos “escaldados” por varias crisis
(desde 2008) y preferimos guardar algo para “la próxima”. Pero este
ahorro es muy desigual y sólo alcanza a la mitad más rica, algunos
jubilados e inmigrantes. Ahora, esperan que ahorro siga alto en 2025, por
temor a una nueva crisis tras los aranceles de Trump. España y otros 6
paises europeos quieren aprovechar mejor este ahorro, ahora paralizado
en depósitos poco remunerados: preparan una nueva Cuenta europea
que lo dirija a inversiones europeas, desde la digitalización al medio
ambiente o la Defensa. Que el alto ahorro europeo sea “la gasolina” para que
Europa sea más competitiva. Enrique Ortega
Europa es un continente que ahorra bastante, sobre todo los paises ricos del centro y norte. En 2024, los europeos ahorraron el 14,41% de su renta bruta disponible, aumentando su tasa de ahorro de 2023 (13,67%), según Eurostat. Se ha superado con creces la tasa de ahorro que teníamos los europeos antes de la pandemia (12,30%), aunque luego se disparó en 2020 (al 17,20% de la renta disponible) por los confinamientos y la crisis. En el caso de la zona euro (20 paises), la tasa de ahorro fue mayor: un 15,30% de la renta disponible, otro récord desde la pandemia (18,70% en 2020). Y esta alta tasa de ahorro en la zona euro contrasta con la baja tasa de Estados Unidos, donde ahorraron la tercera parte que en la zona euro (el 5,2% de su renta disponible). En general, los estadounidenses ahorran menos y gastan más, comprando más fuera (alto déficit comercial) y endeudándose : tienen una deuda pública y privada de las más altas del mundo, que financia el ahorro del resto del mundo.
Dentro de Europa, los
paises que más ahorran son Alemania (20,3% de su renta disponible, 1
de cada 5 euros), Suecia (18,26%) y Francia (17,65%), más Paises
Bajos (14,69%) e Irlanda (13,52%), seguidas de España (13,43%
ahorro de la renta disponible), por delante de Bélgica (13%), Italia (11,23%), Portugal
(10,88%) y Dinamarca (10,36%), según los datos de Eurostat (diciembre 2024). En
todos los paises ha aumentado la tasa de ahorro respecto a antes de la
pandemia (17,90% ahorraba Alemania en 2019 y 14,55% Francia), pero el mayor
salto en el ahorro lo ha dado España: ahorramos +5,38% en 2024
(13,43%) que en 2019 (ahorrábamos el 8,05%), un aumento inferior al de Francia
(+3,1%), Alemania (+2,53%), Italia (+0,76%), Portugal (+2,93), la zona euro
(+2,68%) o la UE-27 (ahorra +2,5%).
El Banco Central Europeo (BCE) ha
llamado recientemente la atención sobre el fuerte aumento del ahorro
en Europa, en 2024 y 2023, que atribuye a varias causas:
un aumento de los ingresos de los europeos (gracias al aumento del
empleo y a que los salarios y pensiones han subido más que la inflación,
mejorando el poder adquisitivo), un aumento de las ganancias en Bolsa y dividendos,
así como bonos y alquileres), el efecto positivo de las ayudas públicas
y, sobre todo, “una mayor cautela a la hora de gastar”, por un aumento
de la “incertidumbre estructural”, tras haber sufrido varias
crisis (la de 2008 a 2012, la pandemia y la crisis de la energía y la alta
inflación tras la guerra de Ucrania), que lleva a los europeos a ser “más prudentes
en el gasto” y ahorrar más para afrontar el futuro.
En el caso de España, el mayor aumento en la tasa de
ahorro tiene su origen en el fuerte aumento de la renta bruta disponible:
alcanzó la cifra de 1.027.715 millones de euros en 2024, +8,7% que en 2023, según
el INE. Y de estos ingresos, se destinaron al consumo 889.060
millones (+7,1%), otros 71.734 millones a la inversión (+6%) y se
ahorraron 139.900 millones, un 23% más que en 2023. Eso significa que hemos
ahorrado el 13,6% de la renta disponible, mucho más que antes de la
pandemia (8,5% en 2019) y también más que a lo largo de este siglo (8,6% de
ahorro entre 2000 y 2019).
Este fuerte aumento del ahorro en España tras la pandemia
se
debe a varios factores. Uno, clave, porque ha aumentado mucho el empleo
(+1.881.000 empleos creados desde 2019) y también han subido los sueldos
de estos trabajadores, aumentando su capacidad de gasto y ahorro. Dos, porque
han aumentado los pensionistas y el importe de su pensión, lo que se
traduce en más ingresos. Tres, que han aumentado las subvenciones y ayudas
públicas (carburantes, electricidad, IVA alimentos…), que suponen ingresos
adicionales para muchos. Y cuatro, que han aumentado las rentas percibidas por depósitos,
acciones, deuda, Fondos y dividendos, así como por alquileres (3 millones
de familias ingresan por las casas que alquilan). Además, la inflación se ha
moderado en 2023 y 2024, lo que ha permitido a las familias un mayor poder
adquisitivo estos años, gastar y ahorrar más.
Hay más ahorro, pero mal repartido, porque
muchas familias siguen con problemas para llegar a fin de mes y no pueden
ahorrar. Así que hay
grandes diferencias en el ahorro, según los ingresos de los hogares:
casi la mitad del ahorro total en España (el 49%) procede del 25% de los hogares
con rentas altas, otro 28% del ahorro procede del 25% de hogares con rentas
medias-altas, un 21% adicional viene del 25% de hogares con rentas medias-bajas
y sólo el 2% del ahorro lo aportan el 25% de hogares con rentas bajas,
según
un estudio de CaixaBank Research.
Otro factor que explica la desigualdad en el ahorro es la
edad: son las generaciones de 65 a 74 años (los jubilados) los
que explican el fuerte aumento del ahorro en España tras la pandemia, según CaixaBank
Research. Y también ahorran más los autónomos que los asalariados. Así,
si el ahorro global de los españoles ha crecido un +4,6% desde 2019, los que
tienen entre 65 y 74 años han ahorrado un +6,4%, mientras que los
menores de 35 años sólo han aumentado su ahorro un +5,8% y los que tienen entre 35 y 44 años lo
aumentaron un +3,3%. Los expertos consideran que las generaciones
mayores ahorran más para afrontar posibles problemas de salud y para ayudar
a hijos y nietos. También una parte de los inmigrantes ahorran más, para
enviar remesas a sus paises de origen: desde España se enviaron
10.183 millones de euros al extranjero en 2024, según
el Banco de España.
El FMI alerta que es la primera vez que crece el
ahorro, en España y en Europa, en un contexto que no es de crisis,
con un cierto crecimiento y una fuerte creación de empleo (y con una inflación
por debajo del 3%). Lo atribuyen a una
falta de confianza de los consumidores en el futuro, a que
mantienen una elevada incertidumbre, a pesar de que no estamos ya en crisis
(incluso España crece más que antes de la pandemia). Esta alta tasa
de ahorro provoca que crezca menos el consumo de las familias, que
aporta más de la mitad del crecimiento de los paises. En definitiva, más
ahorro equivale a menos consumo y a menos crecimiento. Y tampoco
ayuda este ahorro a la inversión, otro motor de la economía (muy débil
en Europa), porque la mayor parte está “inmovilizado”
en cuentas y depósitos bancarios o en deuda, inversiones poco productivas.
Pero parece que este contexto de ahorro fuerte,
en Europa y en España, va a seguir en 2025, según
prevé CaixaBank Research, que apuesta porque las familias ahorren este año
casi lo mismo que el pasado (un 13% de su renta disponible, frente al
13,6% en 2024). Y esa previsión está hecha antes de conocer los
aranceles de Trump, que han enturbiado todas las previsiones económicas
y podrían provocar inflación y recesión. Dos amenazas que llevarán a muchas
familias (las que pueden) a gastar menos y ahorrar más en 2025. Y eso
llevará a muchos paises a un menor crecimiento y a crear menos empleo.
La clave ahora es “hacer de la necesidad virtud” y aprovechar
esta alta tasa de ahorro, en Europa y en España, para financiar
el salto hacia adelante que necesita Europa para modernizarse y
competir en el mundo. El gran objetivo es “desviar”
parte de los 11 billones de euros que los europeos mantienen en cuentas y depósitos
bancarios (percibiendo unos mínimos intereses) a la inversión, conseguir
que una gran parte del ahorro de las familias se dirija a financiar la
inversión europea a largo plazo.
Para lograrlo, España y otros 6 paises europeos
(Francia, Alemania, Italia, Paises Bajos, Polonia y Luxemburgo) están
trabajando en aprobar una nueva Cuenta europea de inversión, para
que los ahorradores europeos dirijan ahí una buena parte del ahorro ahora
improductivo, para lo que contemplan ofrecerles un trato fiscal muy favorable y
una alta rentabilidad, armonizando las distintas rentabilidades europeas. Con
una parte del ahorro europeo en esta nueva Cuenta europea se podrían
financiar parte de las inversiones necesarias en digitalización, transición
energética y Defensa y Seguridad. Y evitar la fuga de ahorro europeo a Estados
Unidos: cada año, 300.000 millones de euros de financiación europea
emigra a USA para comprar acciones de empresas tecnológicas o deuda pública.
Actualmente, España y los otros 6 paises promotores están
estudiando
diversas iniciativas europeas para captar ahorro (desde la cuenta de
ahorro en Suecia al plan de Francia para
invertir en cotizadas o la compra de deuda en Italia), para configurar una Cuenta
europea de inversión que sea atractiva para los inversores, un producto de
inversión “paneuropeo” perfectamente identificable y que permita a los ahorradores
saber dónde está su dinero. El objetivo es tener diseñada esta nueva
Cuenta europea de inversión para junio
y lanzarla al mercado este otoño, para financiar parte de los múltiples
proyectos de inversión que tiene previstos la Comisión Europea para “dar el
salto” y competir mejor en el mundo.
En resumen, que las crisis nos han hecho más
ahorradores (los que pueden) y eso hace que cada año dejemos de gastar
un porcentaje mayor, “por si vienen mal dadas” en el futuro. Y 2025, con la
incertidumbre de los aranceles y la guerra comercial de Trump, lo normal es que
el ahorro vuelva a subir, en España y en Europa. Este menor consumo puede
frenar algo el crecimiento, pero el
alto ahorro puede utilizarse para financiar las inversiones que necesitan Europa
y España para modernizar su economía y ser más competitivos. Para
conseguirlo, hay que ofrecer seguridad y rentabilidad a los ahorradores. Ahorro
hay.
Europa es un continente que ahorra bastante, sobre todo los paises ricos del centro y norte. En 2024, los europeos ahorraron el 14,41% de su renta bruta disponible, aumentando su tasa de ahorro de 2023 (13,67%), según Eurostat. Se ha superado con creces la tasa de ahorro que teníamos los europeos antes de la pandemia (12,30%), aunque luego se disparó en 2020 (al 17,20% de la renta disponible) por los confinamientos y la crisis. En el caso de la zona euro (20 paises), la tasa de ahorro fue mayor: un 15,30% de la renta disponible, otro récord desde la pandemia (18,70% en 2020). Y esta alta tasa de ahorro en la zona euro contrasta con la baja tasa de Estados Unidos, donde ahorraron la tercera parte que en la zona euro (el 5,2% de su renta disponible). En general, los estadounidenses ahorran menos y gastan más, comprando más fuera (alto déficit comercial) y endeudándose : tienen una deuda pública y privada de las más altas del mundo, que financia el ahorro del resto del mundo.
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lunes, 7 de abril de 2025
Guerra comercial: el chantaje de Trump
Trump ha declarado una guerra comercial
a 185 paises del mundo, algo inédito. Lo justifica porque han “estafado”
a EEUU, provocando déficits comerciales y hundiendo su economía,
obviando que son ellos quienes han perdido competitividad y se
han lanzado a fabricar en medio mundo. Europa
se debate entre negociar y defenderse con nuevos aranceles, como ha
hecho China. Pero Trump no dará marcha atrás: ha lanzado un “chantaje”
y pretende conseguir dinero (hasta 600.000 millones) y contrapartidas
para sus tecnológicas, para bajar impuestos en USA y consolidar su
revolución de extrema derecha. Si Putin se saltó hace 3 años todas
las reglas al invadir Ucrania, ahora Trump (otro autócrata) se
salta todas las reglas económicas para imponer al mundo unos
aranceles que nos van a empobrecer a todos. Como frente a Putin, hay que
aliarse frente a Trump, porque lo que está en juego
no son las ventas de coches, aceite o vino, sino la ruptura de las reglas de
juego y el futuro de Europa. Ya sabemos por la historia que no se
detiene a un dictador negociando. Trump "justifica" con mentiras sus aranceles a 185 paisesEl anuncio
de aranceles de Trump, el 3 de abril, fue un “reality show”
para consumo interno en EEUU, para sus 77 millones de votantes, aunque el
resto del mundo lo siguiera conteniendo la respiración. Sus argumentos
fueron tan simples como su populismo: el mundo se ha aprovechado de
EEUU, “nos han timado”, invadiéndonos con sus productos, que han
hundido a las empresas y al campo norteamericano, con pérdida de riqueza y
empleo. Y ha llegado la hora de responder, “el día de la liberación”:
les vamos a imponer aranceles, para recuperar parte de lo que nos han “robado”.
Una
explicación “simplista” y “falsa”: EEUU ya no es la potencia
económica que era hace tres décadas porque su economía ha perdido
competitividad y porque muchas empresas norteamericanas han preferido fabricar
en China, Vietnam o México para ahorrarse costes y ganar más. EEUU compra más
fuera porque los norteamericanos apuestan por coches coreanos o teléfonos
fabricados en China.
Y estos son, justamente, los
paises a los que Trump ha aplicado sus aranceles más altos, no
porque estos paises les apliquen a ellos aranceles (apenas tienen) sino
porque son quienes les venden más que les compran, bien porque tienen
productos más competitivos o bien porque en ellos fabrican muchas
multinacionales USA (coches Tesla o iPhone de Apple en China o zapatillas Nike
en Vietnam). Así, el mayor arancel se impone a China (39% ahora,
que se suma al 20% de aranceles impuestos en enero y febrero: 54%),
seguida de Lesoto (50%: allí se fabrican los Levi´s), Camboya (49%), Vietnam (46%),Sri Lanka (44%), Bangladés
(37%), Tailandia (36%), Taiwán e Indonesia (32%), India (26%), Suiza
(31%), Sudáfrica (30%),Corea del Sur (25%), Japón y Malasia (24%) y Europa
(22%), con un 10% para Reino Unido (ver
listado de aranceles por paises).
Estos nuevos
aranceles entraron en vigor el 5 de abril (para los 117 paises a los
que “sólo” les aplica un 10%) y desde este miércoles el 9 de abril para los
40 paises con aranceles más altos, entre ellos los paises europeos. Pero
estos son “los nuevos” aranceles, porque hay otros aranceles USA que ya se
están aplicando. Recapitulemos. El 4 de marzo entraron en vigor los
aranceles del 25% a México y Canadá (al 50% de los productos, los que
están excluidos del Tratado de Libre Comercio). El 12 de marzo entraron en
vigor los aranceles del 25% a todas las importaciones extranjeras de aluminio
y acero. El 3 de abril se empezaron a cobrar los
aranceles del 25% a los coches extranjeros (las piezas lo pagarán
desde el 2 de mayo). Y también están en vigor los aranceles que se impondrán a
los paises que compren petróleo a Venezuela (España entre ellos). Y además,
el 2 de mayo entra en vigor la extensión de aranceles (54%) a los productos
chinos que lleguen en pequeños paquetes (por importe inferior a 800 euros),
que hasta entonces no pagan aranceles.
De momento, China, el país más afectado, se queja
ante “una intimidación unilateral” y ha respondido anunciando
nuevos aranceles a EEUU del 34% (como los últimos de Trump)
a partir del 10 de abril. Ya había respondido antes a los aranceles USA que sufre desde enero (10%) y febrero (otro
10%), imponiendo aranceles del 10 al 15% a muchos productos norteamericanos,
desde alimentos a productos manufacturados y energía (por un valor global de
35.000 millones de euros). Ahora la respuesta es más contundente, porque los últimos
aranceles USA afectan a 440.000 millones de exportaciones chinas. Pekín
ha anunciado otras medidas, como penalizar exportaciones a 27
empresas USA (que se suman a otras 15 penalizadas antes) y restringir la venta de
minerales estratégicos a empresas norteamericanas, además de abrir una
investigación antimonopolio a Google y denunciar a EEUU ante la
Organización Mundial de Comercio (OMC).
Y ¿cómo reacciona Europa? En principio, con muchas
palabras y pocos hechos. La presidenta
Von der Leyen dijo que estos aranceles serán “nefastos para millones de
personas en el Planeta”, pero mantiene abiertas todas las puertas para
negociar con Trump antes de aprobar aranceles a los productos made in USA. El
viernes ya hubo contactos (telemáticos) y la Comisión mantiene las
puertas abiertas a negociar con Trump antes de contraatacar. De hecho, hasta
el 9 de abril no se votarán en Bruselas los aranceles europeos de respuesta
(a la soja, algunos wiskis y motos) a los aranceles impuestos ya al aluminio y
acero (25% desde el 12 de marzo), que entrarían
en vigor el 15 de abril. Y todavía no han cerrado una 2ª lista de
aranceles europeos para responder a los aranceles al automóvil (25% desde el 3
de abril) y a los aranceles adicionales del 20% impuestos el 3 de abril. Cada
país tiene su lista y no resulta fácil pactar la respuesta, que sería para el
15 de mayo.
El mayor error que puede cometer Europa
es retrasar su respuesta o dar señales de debilidad ante EEUU. Porque Trump,
como Putin, sólo
valora a los “enemigos” fuertes, se agranda frente a los débiles (como “los
abusones” del patio de colegio…). Y si no ven una actitud dura y firme en
Europa, no van a ceder sino que amenazarán con nuevos aranceles. Hay
que dar una respuesta firme y rápida a Trump por tres razones. Una,
porque se ha saltado toda la legalidad internacional, al imponer
unilateralmente aranceles, al margen de la OMC. Otra, porque Europa
es la primera potencia comercial del mundo (450 millones de
consumidores) y tiene que aparecer como “un faro” para el resto del mundo,
liderar la respuesta a Trump y no intentar “librarse en lo posible” cediendo. Y
la tercera, porque estos aranceles van a hundir la economía europea, que
apenas crece, en otra recesión.
Esto es lo que el mundo debería entender y contraatacar: los
aranceles de Trump van
a dañar a todos los paises y a la mayoría de empresas y
consumidores (incluidos los de EEUU). Por un lado, imponer aranceles
conduce a encarecer todos los productos importados un 20 o un 25%, lo que hará
subir la inflación, en Europa y en todo el mundo. Por otro, muchos paises
podrán exportar menos y eso llevará a hundir sus ventas, su crecimiento y
sus empleos. En el caso de Europa, se estima un daño de 750.000 millones de
euros en 4 años (200.000 sólo en Alemania, el país más afectado junto a
Irlanda, Italia y Francia), según
el Instituto de Economía alemán. Y la Comisión cree que están
en riesgo una cuarta parte de las exportaciones europeas a EEUU,
nada menos que 133.000 millones en riesgo (la UE exportó por valor de
531.600 millones de euros). Es un tema muy serio, con muchas empresas y empleos
en juego. En el caso de España, el daño será menor: están en
riesgo 4.500 millones de los 18.179 millones exportados en 2024.
Y además de los aranceles, Trump está jugado otra “carta secreta”, que ya intentó EEUU el siglo pasado: depreciar
el dólar, otra medida que también “empobrece” al resto del mundo,
como los aranceles. Con una moneda más débil, EEUU tiene más fácil exportar sus
bienes y servicios (desde el petróleo a la tecnología), porque son más baratos.
Y el resto del mundo ve como se encarecen sus productos y venden menos en USA,
no sólo por los aranceles. Los datos indican que el dólar se ha depreciado
un -7,76% frente al euro desde la llegada de Trump a la Casa Blanca (el euro
cotizaba
el viernes a 1,1035 dólares, frente
a 1,024 el 13 de enero), con lo que los productos europeos son un 7,76% más
caros.
Con los aranceles actuales y futuros y la debilidad del
dólar, el
daño económico de Trump al resto del mundo es muy preocupante. ¿Qué
pretende Trump? . No está loco, tiene una estrategia de la
que apenas se habla. Con estos aranceles pretende ingresar muchos millones
del resto del mundo (hasta
600.000 millones de dólares anuales, 81.000 de Europa) para financiar con
ellos, y con lo que se ahorre cuando Musk acabe de desmantelar la Administración
y el gasto público USA (otros 400.000 millones), tener una “hucha” de 1
billón de dólares para poner en marcha su revolución conservadora: bajar drásticamente los
impuestos (más a los ricos, pero también a la mayoría de
norteamericanos) y promover un mayor poder de las grandes empresas
tecnológicas, para defender sus valores de extrema derecha no sólo en EEUU sino
en el resto del mundo, en especial en Europa. Sabe que ahora pueden caer las
Bolsas, subir la inflación en EEUU y crecer menos a corto plazo, pero confía en
que la bajada de impuestos y el tirón empresarial le lleven a asentarse
en el poder, incluso a cambiar
la Constitución para un tercer mandato (o para Vance y sus seguidores).
Así que lo que está en juego no es sólo si Europa
vende menos coches en EEUU o si los españoles venden menos aceite o vino ni que
comprar cualquier producto extranjero (electrónica, teléfonos, ropa y
zapatillas, medicamentos) sea más caro. Lo
que está en juego son unas relaciones económicas internacionales sin
control, donde un autócrata sin contrapesos impone su Ley, la del más
fuerte, empobreciendo al resto del mundo para financiar su modelo
político de extrema derecha, intentando desmantelar el modelo europeo. Ya
lo hizo Putin en 2014, con la invasión de Crimea, y como nadie reaccionó,
lo repitió en Ucrania. Ahora, Trump declara
al mundo esta “guerra comercial”, frente a la que no valen medias tintas.
Ya sabemos por la historia qué pasa cuando no se hace frente a
un dictador. Urge que Europa busque aliados y medidas eficaces
(como controlar
más a los gigantes de Internet) para frenar a Trump. No podemos
perder esta guerra.
Pero claro, esa no puede ser la explicación de un
presidente “nacionalista”, que prefiere recurrir al viejo tópico del “enemigo
exterior” para “hacer a America grande de nuevo”, en lugar de
explicarles que han de reconvertir a fondo su economía para competir en un
mundo globalizado. Y como buen “populista”, Trump
apuesta por “soluciones simples”: seremos un país grande de nuevo
si ponemos “aranceles”, impuestos a los productos extranjeros” (una medida del
siglo XIX, sin sentido hoy) y obligamos a las empresas (las norteamericanas y
las extranjeras) a instalarse en Estados Unidos. Es el cuento de la lechera:
“así vamos a ingresar millones de dólares y a recuperar empresas y empleos”.
Y para poner en marcha esta estrategia unilateral frente al
mundo, se inventa una
fórmula que es otra mentira: vamos a imponer unos “aranceles
recíprocos”, para responder a los aranceles que otros paises imponen
ahora a EEUU. Y como somos “buenos”, en lugar de responder con el arancel
que ellos nos imponen, les impondremos un arancel más bajo. Todo mentira. La
fórmula (verla al lado), una ecuación teóricamente “sesuda” (incluso
con letras griegas) es un invento (otro): refleja solo una cosa, el
déficit comercial que tiene cada país con EEUU, que es el criterio para imponerles
ahora los aranceles. Veamos
el caso de Europa. El arancel a imponer a la UE-27 sale de dividir
el déficit comercial (235.600 millones) entre las importaciones USA
(605.800): da 39%. Nada que ver con el arancel real que aplica Europa a
los productos USA, que ronda el 3%. Y como “somos buenos”, añade
Trump, divido ese 39% por la mitad y, redondeando, me sale ponerles un 20%
de arancel…
Y así con todos los paises que venden a EEUU más de lo que
les compran, 185 paises del mundo, incluidas dos islas autónomas australianas
(Heard y McDonald) donde sólo viven pingüinos y excluyendo a Rusia,
Bielorrusia, Cuba y Corea del Norte. … No hay “formulas” que valgan:
los aranceles se imponen unilateralmente contra todos los paises
(un 10% de entrada), pero se agravan contra los paises con los que EEUU tiene
más déficit comercial. En 2024, ese déficit comercial
(importaciones-exportaciones) alcanzó la cifra
récord de -1.212.000 millones de dólares (1,2 billones), más que en
2013 (1,06 billones) y 2023 (1,17 billones). La cuarta parte del déficit total
USA fue por China (-295.400 millones $), seguida de la
Unión Europea (-235.571 millones $), México (-171.189
millones $), Vietnam (-123.436 millones), Taiwán (-73.900 millones),
Japón (-68.500 millones $) y Canadá (-63.336 millones).
Hasta aquí el “órdago” de Trump, el “chantaje”
de Trump al mundo, que ya es un hecho. Ahora, está sentado
a la espera de que el mundo “negocie”, le ofrezca algo (“tiene
que ser fenomenal”, ha dicho)
para rebajar estos aranceles que, insisto, ya están en marcha. En el caso de
Reino Unido, ya ha anticipado que podría ser una rebaja de impuestos y
controles a los grandes de Internet (sus financiadores y socios), algo
que también va a pedir a la Unión Europea. Y por si acaso el mundo no
cede, dice que estudia
futuros aranceles específicos
al vino y bebidas alcohólicas, cobre, los productos farmacéuticos, la madera,
los minerales críticos y la energía (petróleo y gas).
La gran "baza negociadora" de Europa es presionar con más controles normativos (evaden todas las normas de libre competencia) e impuestos (apenas pagan) a los gigantes de Internet USA (Google, Meta, Amazon, X, Microsoft ..), que tienen en Europa un gran negocio online (publicidad, búsquedas, ventas online, redes sociales, centros de datos...), con un superávit a favor de EEUU frente a Europa del que no habla Trump: +109.000 millones de euros en 2023, según la Comisión Europea.
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jueves, 27 de marzo de 2025
La economía mundial, "patas arriba" por Trump
No lo hemos votado, pero ya sufrimos el desgobierno
de Trump. No sólo porque ponga en peligro la seguridad, la
democracia y el Estado del bienestar en Europa, con su apoyo
a la extrema derecha y a Putin, sino porque nos afecta al bolsillo:
el mundo crecerá menos este año y tendrá más inflación, por el
proteccionismo y los aranceles de Trump, según alerta la OCDE. Y Europa
seguirá estancada, con más inflación y sin poder bajar más los tipos,
según el BCE. El daño dependerá de los aranceles que finalmente aplique
Trump al resto del mundo (automóviles y otros), el 2 de abril. España los
sufrirá (desde el aceite y el vino a la
maquinaria), aunque menos que
Alemania, Irlanda, Italia o Francia. Es urgente que Europa reaccione con
más firmeza ante esta “epidemia Trump”, con más inversiones y proyectos
para afianzar la competitividad, la industria, la tecnología y la
descarbonización, para reanimar la economía y el empleo y asegurarnos la autosuficiencia,
la seguridad y la democracia. Trump concretará aranceles a Europa el 2 de abril
Hoy se cumplen 67 días desde la toma de posesión de Donald Trump como presidente de EEUU y parece que ha pasado un año, a juzgar por el tsunami que han provocado sus medidas (dictatoriales, contradictorias y nefastas) en EEUU y en el resto del mundo. No sólo está desmontando las bases políticas de la democracia más antigua del Planeta (249 años) sino que se ha dedicado a desmantelar la cooperación multilateral (OMS, ONU, Acuerdo del Clima …) y retornar al gobierno de la fuerza de las grandes potencias (EEUU, Rusia y China), relegando y desprotegiendo a Europa (que se ve obligada a gastar más en Defensa y Seguridad) , con ataques a su democracia liberal y su Estado del Bienestar, apoyando a la extrema derecha del continente, que defiende “menos Europa”, más nacionalismos, menos inmigrantes y no seguir luchando contra el Cambio Climático. Pero el desgobierno de Trump no sólo afecta a nuestra democracia y a nuestros derechos sociales, también a nuestro bolsillo.
La alerta la
acaba de lanzar la OCDE, el organismo que agrupa a los 35 grandes paises
de Occidente: la economía mundial va a crecer menos este año 2025, por
las políticas proteccionistas de Trump y la incertidumbre geopolítica: el
mundo crecerá el 2,2% en 2025 (-0,2% menos de lo previsto en
diciembre) y el 1,6% en 2026 (-0,5% de lo que preveían hace sólo tres
meses). El crecimiento
será este año menor al esperado en EEUU (2,1%, -0,2%), la
eurozona (1%, una rebaja del -0,3%), Alemania (0,4%, -0,3% que en
diciembre), Francia (0,8%, -0.1 sobre lo previsto), Italia (0,7%,
-0,2% frente a lo previsto antes) y Reino Unido (1,4%, -0,3% de rebaja),
aunque España será el único país que crecerá más de lo previsto
en diciembre (2,6%, +0,3%), junto con China (4,8%, +01% de lo previsto).
México entrará en recesión (-1,3%) y Canadá apenas crecerá (0,7%,
-1,3% que antes).
La otra consecuencia negativa de la incertidumbre económica
desatada por Trump y sus aranceles es que subirá la inflación en el mundo: aumentará
un 0.3% adicional en los próximos 3 años, según
la OCDE, que estima una inflación mundial del 3,8% en 2025, un 2,2%
en la zona euro (+0,1% que antes), 2,4% en Alemania (+0,4%) y un 2,8% en EEUU
(+0,7% más de lo previsto en diciembre), mientras subirá al 2,5% en España
(+0,4% sobre la previsión anterior), el 1,5% en Francia (-0,1%) y el 1,7% en
Italia (-0,4%), disparándose la inflación en Canadá (3,1%, +1,1% que en
diciembre) y México (4,4%, +1,1%).
En el caso específico de Europa, el
BCE acaba de lanzar otra alerta: si Trump ejecuta su
amenaza de aranceles a los productos europeos, la zona euro se estancará,
creciendo sólo un 0,4% en 2025 (frente al 0,9% que esperaban creciera hace unos
meses). Y además, subirá más la inflación, al encarecerse los productos
importados de EEUU, del 2,3% que antes se esperaba al 2,8% en 2025. Y eso,
advierte el BCE, les
dificultará nuevas bajadas de los tipos de interés, que están en el 2,5%
tras las 6 bajadas hechas en los últimos 9 meses. De hecho, el Euribor , que marca la revisión de las hipotecas, ha frenado sus
bajadas y lleva una media
mensual de 2,414%, superior al Euribor de febrero (2,407%).
Y todas estas previsiones negativas se han hecho sin
que aún sepamos realmente los aranceles (impuestos a los
productos extranjeros) que va a
imponer Trump al resto del mundo, porque en las últimas semanas se ha
dedicado a amenazar y luego desdecirse, con lo que resulta
difícil seguirle. Las decisiones
que sí ha tomado han sido subir un 10% los aranceles a China el
4 de febrero y otro 10% adicional (20% en total) el 4 de marzo. Y decretar una
subida de aranceles al acero y al aluminio del resto del mundo, desde el
12 de marzo. A partir de aquí, el resto de las subidas de aranceles las anunciará el próximo miércoles 2 de
abril , que Trump ha bautizado como “el día de la liberación”,
asegurando a los norteamericanos que va a recaudar “miles de millones de dólares”… Eso sí, como "aperitivo", ayer Trump anticipó que subirá los aranceles un 25% a todos los coches extranjeros (Europa vende 750.000 coches al año a EEUU...).
¿Qué otros aranceles va a aplicar Trump el 2 de abril ? En
un principio, su Administración ha hablado de gravar con aranceles los productos extranjeros
de algunos sectores, como los automóviles, microprocesadores,
productos farmacéuticos y alimentos y bebidas (vino, aceite). Pero ahora,
parece que los
futuros aranceles no serán tanto sectoriales como “recíprocos”:
se centrarán en los paises con los
que EEUU tiene más déficit comercial, además de los aranceles del 25% a
sus vecinos Canadá y México (aprobados ya, pero con 2 prórrogas
sobre su entrada en vigor). Eso significaría que los aranceles serían
mayores con las regiones y paises con los que EEUU tiene un mayor
déficit comercial.
Veamos cuáles son. En 2024, el “agujero” comercial de
EEUU (déficit, la diferencia entre lo que importa y lo que exporta) fue
de 1,212
billones de dólares (1.212.000.000 millones $), mayor que en
2013 (1,062 billones) y en 2022 (1,173 billones), un déficit alentado
por el fuerte consumo de los estadounidenses estos años y la pérdida de
competitividad de algunas industrias y sectores, que han aupado a Trump. La
cuarta parte de este déficit comercial USA es con
China (-295.400 millones de dólares en 2024, menor que entre 2012
y 2022), seguido del déficit comercial con la Unión Europea (-235.571
millones de dólares), México (-171.189 millones $), Vietnam
(-132.500 millones $), Taiwán (-73.900 millones $), Japón
(-68.500 millones $) y Canadá (-63.336 millones $). Así que, lo probable
es que Trump aumente más los aranceles a China, la UE, México, Vietnam, Taiwán,
Japón y Canadá.
Después de China, la
UE es la bestia negra de Trump, no sólo por el déficit comercial
sino también porque su Gobierno está apoyado por “la tecnocracia de
Internet” (Meta, Google, Amazon, X…), que han tenido y tienen serios “encontronazos
regulatorios” (expedientes y multas) con la Comisión Europea,
que les impone normas y Leyes. Además, el modelo político y social de la
UE es “enemigo político” de Trump y su ultraderecha, que defienden recortes
en la Administración, obligando a los norteamericanos a pagarse (aún más) la
sanidad, la educación o recortando los gastos sociales. Son “dos
modelos sociales” enfrentados y la Administración Trump pretende
debilitar a Europa recortando su papel en la OTAN (que obliga a un mayor gasto
europeo en Defensa y Seguridad y apoyando a la extrema derecha europea, para exportar
su “modelo” (antisocial, antinmigración y anti verde).
Pero los aranceles de Trump pretenden, sobre todo, debilitar
a la economía europea y forzar más compras de productos “made in USA”
(sobre todo energía) y la instalación en suelo norteamericano de más empresas
extranjeras. Por eso, los grandes objetivos de Trump en Europa
son las economías que más les venden, las que tienen un mayor superávit comercial
con EEUU. En 2024, el superávit comercial de la UE-27 con EEUU fue de +198.200
millones de euros (+26% sobre 2023), según
Eurostat, un superávit para Europa que ha ido en aumento, incluso
durante el primer mandato de Trump (en 2018 era de +136.382 millones de
euros y subió a +152.723 millones en 2020).
La mayor parte de este superávit europeo ( o del
déficit comercial de EEUU frente a Europa) se
concentra en 5 paises que serán los que más “sufran” ahora los
aranceles de Trump: Alemania (+92.247 millones de superávit comercial
con USA en 2024), Irlanda (+50.828 millones), Italia (+38.870
millones), Austria (+11.415 millones) y Suecia (+9.299 millones).
Francia apenas tiene superávit comercial con EEUU (+2.989 millones euros) y sólo
hay 2 paises de la UE que tengan déficit comercial con EEUU: Paises
Bajos (-24.758 millones) y España (-5.981 millones de déficit
comercial con EEUU en 2024).
Con estas
cifras, lo “esperable” (con Trump es mucho decir) sería que los
paises más afectados por los esperados aranceles USA a Europa sean Alemania
e Italia, también Francia (son los 3 que más les venden), y menos Irlanda,
porque allí hay instaladas muchas multinacionales USA. España podría verse menos afectada,
porque tenemos déficit con EEUU y les vendemos poco (18.971 millones de
euros en 2024), además de que estas ventas representan menos porcentaje del
total exportaciones no europeas (el 12,3%) que en el caso de Irlanda (el 53,7%
de sus exportaciones no UE van a EEUU), Austria (25,7%), Portugal (23,3%),
Finlandia (23%) y Alemania
(el 22,7% de las exportaciones no europeas van a EEUU). Pero eso no quita
para que haya preocupación en algunos sectores españoles, “amenazados”
por posibles aranceles de Trump: aceite de oliva, vino, piezas de automóvil,
medicamentos, cerámica y motores/aparatos eléctricos.
La Comisión Europea (y no los paises) es quien tiene
la competencia sobre comercio exterior y la que tiene que responder a los
aranceles de Trump. Inicialmente, Bruselas elaboró una lista de productos made in USA a los que aplicar
aranceles (impuestos) el 2 de abril: barcos de recreo, motos Harley
Davison y ropa Levis, más productos agrícolas (soja) y bourbon, una lista de
productos agrícolas e industriales que está pactando con los paises. Pero,
finalmente, la
Comisión ha decidido “posponer” 2 semanas, hasta el 16 de abril, la
lista y la entrada en vigor de estos aranceles europeos que responden a las
amenazas de Trump. Es una manera de “ganar tiempo”, para conocer la
lista USA del 2 de abril y posibles negociaciones.
Al final, habrá
que esperar al 2 de abril para ver hasta donde llegan los
aranceles de Trump y la respuesta europea. Pero mientras, hay
varias cuestiones claras. Una, que parte del daño está hecho,
por el aumento de la incertidumbre económica, que está hundiendo el crecimiento
y avivando la inflación. Dos, que los
aranceles no benefician a nadie, tampoco a Europa, aunque Trump
sólo entiende las respuestas enérgicas y habrá que responderle con aranceles
que dañarán, no sólo a los norteamericanos sino también a los europeos. Y tres,
que Europa está ante otro “momento crítico”, como cuando llegó la
pandemia o Rusia invadió Ucrania. Y como en estas dos crisis, ha de reaccionar
unida y tomando medidas contundentes.
Si el desgobierno de Trump y el avance de las autocracias
parece imparable, Europa tiene que reforzarse, no sólo políticamente
(reforzando la integración europea y consiguiendo una
mayor autonomía en Defensa y Seguridad) sino sobre todo económicamente.
Si la epidemia del COVID dio lugar al Plan de Recuperación, la “epidemia
Trump” debe obligar a poner en marcha otro
Plan ambicioso, que permita invertir en modernizar la economía
europea, con más tecnología, innovación , digitalización y descarbonización, que
permita remontar los daños de los aranceles y mejorar el crecimiento y la
competitividad europea en el mundo, buscando nuevos socios e inversores
(Canadá, Latinoamérica, Australia, Asia) al margen de EEUU. Urge poner
en marcha el Plan Draghi para asegurar el futuro de Europa.
No parece que Europa, con la crisis política en Alemania,
Francia e Italia, haya optado por esta vía y de momento sólo avanza en la
mejora de la seguridad, “asustada” por Rusia. Pero urge poner en marcha un
2º Plan de Recuperación europeo, avanzando en un tema clave:
Europa necesita más recursos públicos (el Presupuesto europeo es ridículo:
el
1% del PIB, mientras el Presupuesto Federal USA asciende
al 38,5% de su PIB ) y más inversión privada (urge la reforma de los
mercados de capitales y promover multinacionales europeas) para financiar este “saldo
adelante” que necesitamos. Y sobre todo, avanzar en una Europa más unida,
frente al avance de la ultraderecha nacionalista. No son tareas
fáciles.
Hoy se cumplen 67 días desde la toma de posesión de Donald Trump como presidente de EEUU y parece que ha pasado un año, a juzgar por el tsunami que han provocado sus medidas (dictatoriales, contradictorias y nefastas) en EEUU y en el resto del mundo. No sólo está desmontando las bases políticas de la democracia más antigua del Planeta (249 años) sino que se ha dedicado a desmantelar la cooperación multilateral (OMS, ONU, Acuerdo del Clima …) y retornar al gobierno de la fuerza de las grandes potencias (EEUU, Rusia y China), relegando y desprotegiendo a Europa (que se ve obligada a gastar más en Defensa y Seguridad) , con ataques a su democracia liberal y su Estado del Bienestar, apoyando a la extrema derecha del continente, que defiende “menos Europa”, más nacionalismos, menos inmigrantes y no seguir luchando contra el Cambio Climático. Pero el desgobierno de Trump no sólo afecta a nuestra democracia y a nuestros derechos sociales, también a nuestro bolsillo.
Así que las
medidas de Trump y la incertidumbre geopolítica que ha desatado
supondrán un menor crecimiento de la mayoría de paises, que afectará
a España (exportaremos menos y los turistas tendrán menos dinero para
visitarnos y gastar, retrayendo además las inversiones extranjeras hacia España),
nos subirá la inflación (por el encarecimiento de las importaciones,
entre ellas la energía) y evitará
que nos bajen más las hipotecas, lo que acabará frenando el consumo,
la inversión y el empleo, con el riesgo de que el mayor gasto en Defensa y
Seguridad que nos exigirá Europa obligue a relegar otras inversiones y gastos
sociales. Demasiadas consecuencias como para no preocuparse.
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