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lunes, 17 de marzo de 2025

Inversiones extranjeras: España, de moda

La llegada de inversiones extranjeras ha sido clave para impulsar el fuerte crecimiento de España los últimos años: los extranjeros han inyectado 71.300 millones en 2023 y 2024, más del doble que en Francia, un 50% más que en Italia y casi lo mismo que en Alemania (economía tres veces mayor). Este dinero extranjero es clave para modernizar el país y mantener 1,88 millones de empleos. Y sigue llegando, de EEUU, Reino Unido y el resto de Europa porque los inversores valoran que España crezca más que otros, los Fondos europeos, su posición geográfica, las buenas infraestructuras digitales y físicas y la mano de obra, formada y más barata. Incluso España ha aprobado un Fondo público (FOCO) para co-invertir con inversores extranjeros en sectores estratégicos. Pero ahora preocupa que el proteccionismo de Trump y la marcha atrás en la globalización reduzca las inversiones extranjeras en España, mientras apenas remonta la inversión española. Por eso es clave seguir vendiendo “la marca España”, como eslabón clave de “la marca Europa”.  


Las inversiones extranjeras han sido claves en el “milagro económico” español de los últimos años, cuando crecemos más que la de la mayoría de paises, porque han aportado recursos para modernizar el país, mejorado nuestra tecnología y competitividad y creado empleo estable. España se ha convertido tras la pandemia en un destino atractivo para los inversores extranjeros, que han apostado por participar en grandes y medianas empresas, instalar nuevos proyectos y financiar muchos sectores, desde los hoteles e inmobiliarias a las renovables, la sanidad o las residencias de ancianos. Sólo en 2023 y hasta septiembre de 2024, según Funcas, las inversiones extranjeras directas en España han sido de 71.300 millones de euros, más del doble de las recibidas por Francia, un 50% más de las que han dio a Italia y casi las mismas que Alemania (una economía tres veces mayor).

Ya en 2023, las inversiones extranjeras directas en España superaron los 30.000 millones de euros (30.362 millones), por 2º año consecutivo (32.207 millones recibidos en 2022), muy por encima de las inversiones recibidas antes de la pandemia (24.197 millones en 2019) e incluso en los años del boom económico anterior a la crisis financiera (29.718 millones recibidos en 2018), según la serie histórica publicada por Comercio. Ese año 2023, el último con datos completos, la mayor inversión extranjera vino de EEUU (7.588 millones de euros), seguida de Reino Unido (3.822 millones), Alemania (3.448), Francia (2.707), Suecia (1.454), Australia (1.228), Canadá (1.199) y México (1.058 millones). La mayor parte de esta inversión extranjera directa se dirigió a Madrid (55,5%), Cataluña (15,64%), Comunidad Valenciana (11%) y País Vasco (5,13%). Y a la industria manufacturera (4.543 millones), el comercio (4.107), la industria extractiva (3.549), energía (2.789), información y comunicaciones (2.717) e inmobiliarias (2.024 millones de inversión extranjera directa).

En 2024, la inversión extranjera directa siguió llegando y los datos disponibles (enero-septiembre) reflejan una entrada de 23.607 millones de euros (+11,8% que en 2023), lo que permite esperar que vuelvan a superarse los 30.000 millones de inversiones extranjeras en 2024 (31.500). El año pasado cambió algo el panorama, porque las inversiones de Reino Unido (5.596 millones hasta septiembre) superaron a las de EEUU (sólo 2.864 millones), mientras Francia (1.601 millones) superaba a Noruega (1.588), Alemania (1.436), Paises Bajos (1.209) e Italia (774 millones). Y en 2024, Madrid se llevó el 71,7% de las inversiones extranjeras, yendo el 14,62% a Cataluña. Además, se centraron más en la energía (3.665 millones) que en la industria (2.769 millones), aumentando en la información y comunicaciones (2.513 millones) y actividades profesionales y técnicas (1.508 millones).

Si vamos a la inversión extranjera directa acumulada, España ha recibido ya 603.100 millones de euros, desde 1993 hasta 2024. Históricamente, el país que más ha invertido en España estas tres décadas ha sido Estados Unidos (106.950 millones de euros, el 18% del total), seguido de Francia (64.331), Reino Unido (57.652), Alemania (55.435) e Italia (52,665 millones), completando la lista México (28.369 millones), Paises Bajos (16.548), Suiza (15.396), Portugal (13.522), Japón (12.511) y China (11.347 millones). Dos tercios de estas inversiones históricas se han dirigido a Madrid (68,8%), seguida de Cataluña (13,7%), Asturias (3,20%) y País Vasco (3.14%), concentrándose en la industria (24,4% del total), energía, electricidad y gas (15,3%), comercio e inmobiliarias (10% cada sector).

Con esta llegada de inversiones extranjeras, España se coloca como el 11º país del mundo y el 3º de Europa (tras Alemania y Francia) en la recepción de inversión extranjera directa desde 1990, según un informe de Funcas con datos de la UNTAD. Pero además, el peso del capital extranjero acumulado en la economía española (56,7% del PIB entre 2014 y 2023) es incluso mayor del que tiene en Francia (32,3% del PIB), Alemania (27,3% del PIB) o Italia (22,6%). Y en los dos últimos años, la llegada de inversiones extranjeras a España (71.300 millones ) ha sido muy superior a las inversiones recibidas por Francia (la mitad) o Italia (la cuarta parte), igualando a las recibidas por Alemania, un país con el triple de PIB que España. Además, estas inversiones extranjeras mantienen en España 1.880.000 empleos (2023), un 9,1% de la población ocupada total y 707.000 empleos más de los que mantenían estas inversiones extranjeras en 2014.

Las inversiones extranjeras llevan tres décadas llegando a España de forma continuada, pero el mayor salto se ha dado tras la pandemia, a partir de 2021, gracias a varios factores. Por un lado, España es un gran mercado (49 millones) y la economía europea que más crece, además de forma estable (con superávit exterior, poco déficit y una deuda pública con una baja prima de riesgo (+0,64% frente a Alemania), inferior a la de Francia (0,70%), Italia  (+1,08%) o Reino Unido (+1,85%). Por otro, es el primer país receptor de los Fondos europeos de recuperación, que están aumentando las inversiones en sectores estratégicos y promoviendo la digitalización y descarbonización de la economía (2º país europeo líder en renovables). Además, España tiene una potente infraestructura de comunicaciones (cables submarinos) y digital (la fibra óptica española supera a la de Francia, Alemania, Italia y reino Unido juntas), con modernas infraestructuras de carreteras, aeropuertos y puertos, junto a una envidiable posición geográfica entre América, Europa, África y Asia. Y encima, tiene una mano de obra formada y con bajos salarios. Y un Gobierno que apuesta por la inversión extranjera.

Algunos inversores se preocuparon cuando el Gobierno Sánchez aprobó, en plena pandemia (17 de marzo 2020) un Real Decreto de medidas urgentes que, en su Disposición final 4ª, “sometía a autorización gubernamental la compra por inversores extranjeros (extracomunitarios) del 10% o más del capital de empresas de sectores estratégicos”: sanidad, energía, transporte, agua, materias primas, alimentación, datos, aeronáutica, Defensa, finanzas, tecnológicas, inteligencia artificial, robótica, semiconductores, ciberseguridad o nanotecnología. El temor era que el desplome de las Bolsas (por la pandemia) abaratara tanto el valor de las empresas españolas que las hiciera muy vulnerables a OPAS hostiles de inversores no europeos. Lo que hizo el Gobierno Sánchez fue simplemente trasponer una Comunicación similar “de protección· hecha por la Comisión Europea el 13 de marzo.

Este “blindaje anti-OPAS” (ampliado 2 años más en enero, hasta finales de 2026) ha evitado “sustos de compras hostiles durante estos años, obligando a autorizaciones de operaciones como la entrada del fondo soberano saudí STC (que ha comprado el 9,97% de Telefónica). Pero no ha evitado la llegada de inversiones extranjeras a España, que han crecido después, en 2021,2022, 2023 y 2024. De hecho, el Gobierno Sánchez ha multiplicado los contactos con inversores y multinacionales extranjeras para que se instalen en España, en sectores claves para el futuro, como las baterías, los chips, las renovables, empresas digitales, Centros de Datos o inteligencia artificial, con Planes concretos de ayudas e inversiones dentro del Plan de recuperación y los Fondos UE.

Además, en abril de 2024, el  Consejo de Ministros aprobó un Fondo público de co-inversión, FOCO, para impulsar la atracción de inversiones extranjeras en empresas españolas. Este Fondo público está dotado de 2.000 millones de euros hasta 2026, financiados por los Fondos UE del Plan de Recuperación y gestionados por COFIDES, un organismo público dependiente del Ministerio de Economía. La idea es que este Fondo aporte la mitad  del capital en nuevos proyectos de inversores extranjeros en  España (incluyendo posibles socios españoles) siempre que ellos pongan la otra mitad de la financiación y sean proyectos vinculados a la transición energética, transformación digital, movilidad sostenible, biotecnología o agricultura sostenible. Es una forma de atraer a nuevos inversores extranjeros (startups), aportando la mitad de la financiación inicial.

En paralelo a este boom de las inversiones extranjeras directas, en empresas españolas o en multinacionales con sede en España, se ha producido también un aluvión de inversiones de Fondos e inversores extranjeros en múltiples empresas y bancos. De hecho, el 49% de la Bolsa española estaba controlada por inversores internacionales en 2023, según el último balance de BME, con más de 90.000 millones invertidos.

El mayor inversor extranjero en España es el Fondo norteamericano Black Rock, el mayor fondo del mundo, cuyas inversiones en España alcanzan los 33.000 millones de euros, con participaciones de algo más del 5% en BBVA y Santander (donde es el primer accionista), CaixaBank, Iberdrola, Repsol, Enagás, ACS, Redeia o Telefónica, siendo accionista también del Sabadell, Acciona o Aena. Le siguen el Fondo de inversión Vanguard Group (USA), que tiene invertidos otros 23.000 millones de euros en 35 importantes empresas españolas, Capital Group (otro Fondo USA), con 22.000 millones invertidos en las principales empresas y bancos, el fondo soberano noruego Norges, con 12.500 millones y presente en el capital de 55 empresas españolas, y Fidelity (Fondo USA), con 10.000 invertidos en las principales empresas del IBEX.

Además, los Fondos e inversores extranjeros han aumentado su presencia en el sector inmobiliario español, entrando en inmobiliarias y Fondos de inversión inmobiliaria (SOCIMI), desde la compra de edificios y oficinas a hoteles, Centros comerciales o polígonos industriales y locales. De hecho, la inversión inmobiliaria en España batió todos los récords en 2024 (14.000 millones de euros, +20% que en 2023, según CBRE) y el 45% de esas inversiones procedieron de capital extranjero (13% USA,6% británico, 3,5% latinoamericano). Su mayor interés se centra en la compra de viviendas y edificios (30%), hoteles (23%), locales y Centros Comerciales (20,7%) , oficinas (  11,4%) e inmuebles industriales y logísticos (10%). Y parece  que esta “fiebre inmobiliaria” extranjera por España va a seguir, porque los expertos creen que es el 4º país con más potencial de beneficios, tras Reino Unido, Alemania y Polonia.

Los Fondos e inversores extranjeros no sólo tienen mucho interés en invertir en empresas, bancos, inmuebles y hoteles en España, sino que han diversificados sus inversiones (muy especulativas la mayoría) en nuevos sectores: sanidad y hospitales, enseñanza (colegios privados, Universidades y centros privados de Formación Profesional), residencias de ancianos  y residencias de estudiantes y hasta en empresas funerarias españolas

Lo importante es que se mantengan las inversiones extranjeras directas, porque son las más estables (en empresas españolas o en filiales de multinacionales, como las del automóvil, farmacéuticas, químicas, energéticas o tecnológicas) y menos especulativas, las que crean más y mejores empleos. El riesgo ahora es que las políticas disruptivas de Trump retraigan la inversión USA en España (y en Europa) y, como consecuencia del auge del proteccionismo, se dé marcha atrás en la globalización, frenando la internacionalización de las inversiones. De momento, los inversores extranjeros siguen confiando en España y cara a 2025, apuestan por seguir invirtiendo. Así, el 89% de las empresas de capital extranjero esperan aumentar o mantener sus inversiones este año, según el Barómetro del Clima de Negocio en España, elaborado por el ICEX y el IESE, con las opiniones de 700 empresas con capital extranjero instaladas en España. Un 36% esperan aumentar sus inversiones, un 33% prevén aumentar sus exportaciones y un 41% contemplan aumentar plantillas.

En cualquier caso, resulta clave que las inversiones extranjeras sigan llegando con fuerza, sobre todo si las inversiones de españoles siguen débiles, como reflejan los datos: la inversión privada nacional sigue un 5% por debajo de 2019 y no se recuperará de la pandemia hasta 2027, según el Banco de España. Para conseguir mantener el flujo de inversiones extranjeras, hay que implicar a estos inversores foráneos en las cuantiosas inversiones previstas en el Plan de Recuperación, que hay que comprometer antes de agosto de 2026. Y en paralelo, hay que atender algunas quejas de los inversores extranjeros en España, que piden menos burocracia, menos retrasos en los juzgados mercantiles, una menor disparidad en las normativas autonómicas, un menor coste de la energía y una mayor apuesta por la tecnología y la formación del capital humano.

Pero además, Europa se tiene que “poner las pilas”  y poner en marcha un Plan de industrialización y modernización que atraiga la inversión europea (cada año, 300.000 millones del ahorro de los europeos se “escapan” a invertir en EEUU) y la inversión extranjera, que ahora se dirige más a América y Asia. Urge que Europa sea “un continente atractivo” para los inversores foráneos, lo que exige poner en marcha proyectos punteros y competitivos. Y eso nos ayudaría mucho, porque España podría ser uno de los grandes puntos de “desembarco” de las inversiones mundiales en Europa. Las necesitamos.

jueves, 9 de diciembre de 2021

Más empresas en manos extranjeras

El Gobierno aprobó hace 2 semanas prorrogar el blindaje anti-OPAs durante todo 2022, para evitar que empresas estratégicas españolas puedan ser compradas por extranjeros, ahora que han caído mucho en Bolsa, como pasa con Telecom Italia. El blindaje se aprobó en marzo de 2020, con el estado de alarma, pero la compra de pequeñas participaciones no ha parado en el último año y medio. Y los Fondos y empresas extranjeras ya controlan el 50% de las empresas que cotizan en Bolsa y gran parte de nuestra vida: nacer, estudiar, trabajar, alquilar o comprar un piso, echar gasolina o consumir luz, vivir en una residencia de ancianos o el entierro en una funeraria son actividades controladas también por Fondos y empresas extranjeras. Algo positivo, porque aporta inversión y empleo, pero peligroso porque nos deja en manos de terceros, que suelen buscar beneficios a corto plazo. Es la globalización. Pero hay que defenderse con controles, como hace el resto de Europa. Y promover más la inversión española.

Enrique Ortega

En marzo de 2020, con la pandemia, se produjo un desplome de la Bolsa, que cayó un -39,43% en menos de un mes (el IBEX pasó del 10.083,60 el 19 de febrero al 6.107,20 el 16 de marzo). Eso se tradujo en que las 35 grandes empresas que cotizan en el IBEX 35, desde Telefónica o Repsol al Santander y Meliá Hoteles,  valían casi la mitad. Y lo mismo el resto de empresas que cotizan en el mercado continuo (129) o en el MAB (otras 41). Eso suponía un peligro potencial: que muchos Fondos o inversores extranjeros se hicieran más fácilmente (a bajo precio) con paquetes de acciones de control de empresas españolas. Y por eso, las grandes empresas pidieron al Gobierno que tomara medidas para defenderles.

Y lo hizo el 17 de marzo de 2020, incluyendo en el Decreto de medidas urgentes contra la pandemia (Real Decreto 8/2020) una Disposición final 4ª que “sometía a autorización gubernamental la compra por inversores extranjeros del 10% o más del capital de empresas de sectores considerados estratégicos” : sanidad, energía, transporte, agua, materias primas, alimentación, datos, aeronáutica, defensa, finanzas, tecnológicas, inteligencia artificial, robótica, semiconductores, ciberseguridad o nanotecnología. Lo que hacía el Gobierno español era trasponer una Comunicación similar hecha por la Comisión Europea el 13 de marzo.

Por si no quedaba claro, el propio Gobierno aprobó unos días después, el 31 de marzo, otro Real Decreto (11/2020, publicado en el BOE del 1 de abril) para aclarar algunos aspectos del blindaje: se consideran inversores extranjeros a los “no comunitarios” y también a las empresas radicadas en Europa pero que sean propiedad en un 25% de extranjeros (caso de muchos Fondos USA y de terceros paises radicados en Luxemburgo o Paises Bajos). Y además, aclaraba que las compras inferiores a 1 millón de euros no necesitaban autorización. Y quitaba la referencia a que la limitación duraría lo que el estado de alarma. Era “sine die”.

El blindaje anti OPAs ha evitado “sustos” de compras hostiles a las grandes empresas españolas, que siguen a precio de saldo aunque haya subido la Bolsa. Pero compras se han hecho, con pequeñas operaciones, aumentando poco a poco las participaciones de algunos grandes Fondos en grandes empresas. Del 17 de marzo a finales de 2020 se contabilizan unos 4.500 millones de euros en pequeñas compras, según se deduce del rastreo de la web de la CNMV, a quien es obligatorio informar de las compras de acciones superiores al 3% (a al 1% si compra un Fondo a través de una empresa radicada en un paraíso fiscal). Las mayores compras extranjeras se dieron en 2020 en Cellnex Telecom (895 millones invertidos por el Fondo noruego Norges Bank, 819,5 por el Fondo norteamericano GQG y 775,4 millones del Fondo Fidelity, USA), en Amadeus (635,9 millones compró el Fondo T. Rowe Price y un 0,133% el Fondo también norteamericano FMR), en Ferrovial (el Fondo D1 Capital Partners, USA, invirtió 160 millones), en Enagás (Credit Agricole invirtió 152 millones y Mubadala, el fondo soberano de Abu Dabi otros 155,7 millones), en IAG (158,9 millones del Fondo norteamericano Marshall Wallace), en Bankia (BlackRock  invirtió 100 millones y se hizo con el 4% del banco), Solaria (otros 69,6 millones de BlackRock) o en Bankinter (BlackRock invirtió otros 4,84 millones y controla el 5,17% del banco).

Además de estas “compras oportunistas”, pequeñas y no hostiles, se ha aprovechado la pandemia para cerrar 4 importantes operaciones. Una, la OPA amistosa sobre Mas Móvil (la 4ª teleco española) por las gestoras de capital riesgo KKR (USA), Cinven (GB) y Providence (USA), que han invertido 2.760 millones  para hacerse con el 91,2% de la teleco, que ya no cotiza en Bolsa y podría ser vendida en el futuro a Vodafone. La 2ª operación, completada en junio de 2020, fue la OPA de la firma suiza SIX (gestiona la Bolsa de Zúrich) para comprar por 2.570 millones BME, la empresa que gestionaba las Bolsas españolas. La tercera operación, en septiembre, fue la compra por 1.300 millones de El Idealista por el fondo sueco EQT. Y la 4ª y última OPA aprobada, el 3 de agosto de 2021, ha sido la operación del Fondo australiano IFM sobre Naturgy, que sólo ha conseguido hacerse con un 10,8% de su capital.

Ahora, el Gobierno español ha prorrogado el blindaje anti OPAs un año más, hasta el 31 de diciembre de 2022. Lo iba a hacer seguro, pero el Consejo lo anticipó el 23 de noviembre, tras conocer que, el día antes se había lanzado una OPA sobre el 100% de Telecom Italia, por el Fondo norteamericano KKR, lo que volvía a airear los temores sobre Telefónica (que vale en Bolsa 22.039 millones, dos tercios de su valor en febrero de 2020, 32.403 millones, y la mitad que en 2017: valía entonces 42.186 millones).

Todos los paises europeos están preocupados porque la pandemia y la caída de las Bolsas aceleren las OPAs hostiles. De hecho, 18 paises europeos (entre ellos España) mantienen mecanismos de control  sobre las compras de extranjeros. Y la Comisión Europea ya aprobó en 2019 un Reglamento sobre inversiones extranjeras, que es obligatorio para los 27 paises desde octubre de 2020. Bruselas quiere que todos los paises establezcan blindajes, porque Europa es el continente más abierto a las inversiones extranjeras y se quiere frenar la ofensiva de EEUU, Reino Unido, China (ha multiplicado por 6 sus inversiones en Europa) y Rusia (las ha duplicado), paises más “cerrados” que los europeos. Y además, la Comisión Europea opta por blindarse ante entradas hostiles de extranjeros mientras consigue fomentar una potente industria europea (aún más débil).

España es el 2º país europeo que más inversiones extranjeras recibió en 2020 (un 17,9% del total), tras Alemania (21,3%), por delante de Holanda (13,3%), Italia (9%) y Francia (7,1%), según los datos de la Comisión Europea. Y eso se nota en todos los sectores, empezando por la presencia extranjera en Bolsa: un 49,9% del capital de  las empresas cotizadas está en manos de inversores extranjeros, frente al 41% de media en el mundo, el 42,2% en Francia y el 66% en Reino Unido, según el último informe de BME (año 2020). Y si tomamos sólo a las 35 grandes empresas del IBEX 35, la participación extranjera sube hasta el 57.8%, según BME. En 1992, tenían sólo el 30,6%. La mayor presencia de inversores extranjeros se da en energía, banca e inmobiliarias.

La inversión extranjera en Bolsa se canaliza a través de Fondos internacionales, de inversión o de pensiones, que diversifican entre paises, sectores y empresas. Y no sólo Fondos privados: en España invierten también 15 Fondos soberanos de otros tantos paises. El principal fondo inversor en España es el norteamericano BlackRock, el mayor Fondo del mundo (gestiona 9,45 billones de dólares, casi 7 veces el PIB español), presente en 18 de los 35 valores del IBEX, con una inversión total de 19.679 millones de euros, según BME. Es el mayor inversor institucional de la banca española  (5,91% del BBVA, 5,42% del Santander, 3,61% de CaixaBank, 3,06% del Sabadell y 2,81% de Bankinter) y tiene participaciones importantes en Iberdrola (5,25%), Repsol (5,19%), Telefónica (4,8%) o Amadeus (5,27%).

El 2º Fondo más presente en la Bolsa española es Vanguard (USA), otro poderoso gestor de activos (5 billones de dólares y 20 millones de clientes en 170 paises) que acumula inversiones  en España por valor de 12.340 millones de euros, destacando sus participaciones en BBVA (3,93%), Santander (3,35%), Sabadell (3,38%), CaixaBank (1,58%), Bankinter (2,23%), Amadeus (2,68%), Iberdrola (3,42%), Telefónica (2,57%), Enagás (2,76%), Cellnex (2,56%), ACS (2,17%),Ferrovial (1,86%) o Aena (1,36%)

El tercer Fondo internacional en nuestra Bolsa es Norges Bank, el mayor Fondo soberano del mundo, la gestora que administra el Fondo público de pensiones de Noruega, con un patrimonio de 1,2 billones de dólares y que participa en 9.123 compañías de 73 paises. En España ha invertido ya 12.000 millones de euros en empresas cotizadas, destacando sus participaciones en Iberdrola (5,235%), BBVA (4,37%), inmobiliaria Colonial (3,026%), Cellnex (3,003%), Repsol (3,03%), Indra (2,974%), Telefónica (2%), Santander (2%) o Inditex (1%).

El 4º Fondo extranjero en la Bolsa española es Fidelity (EEUU), con participaciones en Indra (9,809%), Amadeus (4,045%), Cellnex (3,217%), Grifols (2,783%), Ferrovial (2,035%) o Endesa (1,011%). Y también hay otros Fondos extranjeros con importante presencia como el Fondo soberano de Qatar (Qatar Investment, con el 8,71% de Iberdrola) y el Fondo de Abu Dabi (Mubadala Investment, dueño del 63% de Cepsa) o las gestora francesa  Amundi (4,5% de Repsol), la luxemburguesa Invesco (Acciona, Amadeus, BME,  IAG o  Atresmedia) o la norteamericana Capital Group (Grifols, Naturgy, Iberdrola, Inditex).

Vista ya la presencia extranjera en Bolsa, analicemos su importante participación en muchos sectores, algunos estratégicos. Ya hemos visto la banca, donde los tres grandes Fondos extranjeros tienen paquetes de control. También es decisiva su presencia en la energía. La última novedad ha sido en REPSOL, donde los mayores accionistas son extranjeros tras vender la española Sacyr, en octubre, parte de sus acciones (del 8,034 pasa  al  3,96%), con lo que el primer accionista es ahora el banco norteamericano JP Morgan (6,855%), seguido de BlackRock (5,194%), la francesa Amundi (4,5%), el fondo noruego Norges Bank (3,03%), y Vanguard (2,51%), 5 Fondos extranjeros que controlan el 22,08% de Repsol y su gestión. La otra gran petrolera, CEPSA, está controlada por el Fondo de Abu Dabi (Mubadala tiene el 63%) y el Fondo norteamericano The Carlyle Group (37% restante).

En las eléctricas, la presencia extranjera es mayoritaria. Endesa es propiedad en un 70,101% de Enel, perteneciente al Estado italiano, junto a un 1,49% que tiene BlackRock (USA) y un 1,011% el Fondo Fidelity (USA). En Iberdrola, el Fondo soberano de Qatar tiene un 8,71% del capital, junto al 5,235% que tiene BlackRock, 3,42% Vanguard y 3.117% Norges Bank. Y en Naturgy, el primer accionista es CaixaBank (26,7%), pero el resto lo controlan Fondos extranjeros: el británico CVC Capital Partners (20%), el norteamericano Global Infraestructure Partners (20%), Capital Group (2,98%) y Norges Bank (1,43%), además del recién incorporado Fondo australiano IFM Global (10,8% capital). En Red Eléctrica, el Estado controla el 20% pero hay un 66% en manos de inversores institucionales (44% de EEUU y Reino Unido). Y en Enagás, además del 5% del Estado y del 1% de Amancio Ortega, hay muchos Fondos internacionales: BlackRock (3,38%), Bank of America (3,61%), Vanguard (2,76%), State Street Corporation (3,008%), Credit Agricole (3,06%), Mubadala Investment (3,103%), Bank of NY Mellon (3,045%) y Norges Bank (0,84%).

El sector inmobiliario está en un 60% en manos de inversores extranjeros. Por un lado, las inmobiliarias, a través de SOCIMI (sociedades de inversión): Inmobiliaria Colonial (20,2% Fondo de Qatar, 16% Fondo mexicano Finaccess, 6% financiero colombiano Águila LTD, 4,3% fondo alemán DIC, 4,2% Deutsche Bank, 3,7% BlackRock), Merlín Properties (3,99% BlackRock, 2,46% Vanguard y 1,98% Norges Bank), Lar España (73% extranjeros), Arima (4,64% Fidelity, 0,60% Vanguard), GM Property (GIC, Fondo soberano de Singapur) y Testa Residencial (pisos alquiler, 70% del Fondo norteamericano Blackstone).  Y también están plagadas de Fondos las 10 grandes promotoras inmobiliarias: Vía Celere, Neinor, Aedas, Metrovacesa (fondo británico Helikon y Qatar Investment), Kronos o Hábitat.

Los fondos e inversores extranjeros también están presentes en la Sanidad. Estaban presentes en Capio y Quirón, antes que el grupo Quirón, primer grupo hospitalario privado, lo comprara el grupo alemán Fresenius. Y Sanitas es una filial del grupo británico Bupa. Mientras el 90% del grupo Ribera Salud (hospitales en Levante) pertenece al fondo USA Centene Corporation. En 2019, el fondo holandés DIF compró el Hospital Infanta Leonor en Madrid , el Fondo Aberdeen (de Lloyds) compró el Hospital del Sudeste (Arganda, Madrid) y el Fondo Magnum Capital el Hospital de la Caridad en Cartagena. Y en 2020, en plena pandemia, el fondo canadiense Brookfield compró el hospital madrileño de Puerta de Hierro, el fondo australiano McQuarie tomo el control de Viamed Salud y el Fondo francés Meridian compró el Hospital Cunqueiro de Vigo.

La inversión extranjera y los Fondos llevan años comprando colegios privados y Centros de enseñanza, pero ahora están a la caza de Universidades privadas y centros de Formación Profesional. Ya en 2018, el Fondo norteamericano Permira compró la Universidad Europea de Madrid y este verano, el Fondo KKR (USA) compró la red de centros de FP Medac. Antes, en mayo de 2021, la gestora europea Invesindustrial compró CEAC y en septiembre, el grupo inversor suizo Crescendo compró Deusto Formación CCC. Y el Fondo Magnum ha comprado dos centros para crear Metrodora Education, para formación sanitaria.

En paralelo, los Fondos extranjeros llevan años invirtiendo en residencias de estudiantes, para recoger el aumento de estudiantes extranjeros y Erasmus. Sólo en 2020 invirtieron en residencias 904 millones de euros, según la consultora CBRE. Y seguirán haciéndolo, porque esperan que las 97.000 camas actuales pasen a ser 118.000 en 2023. El líder del sector en España es la empresa norteamericana Greystar (11.000 plazas en 40 residencias de 20 ciudades), seguida de la española Urbania y los Fondos V Student Aulis y Stoneshield.

Otro sector que interesa a la inversión extranjera son las residencias de ancianos. La empresa líder, DomusVi, es propiedad del grupo francés SRS y el fondo británico ICG. La 2ª, Orpea, es filial del grupo francés Orpea, con participación del Fondo canadiense CPPIB. Y la tercera, Vitalia, está controlada por el fondo británico CVC (presente en Naturgy y Deloleo). Y hay varios fondos a la caza de pequeñas residencias de ancianos. Además, para “cerrar el ciclo”, también invierten en funerarias: el líder del sector, el grupo Mémora (130 tanatorios), comprado en 1998 por el Fondo británico 3i, se vendió en 2017 a otro Fondo de los profesores de Ontario (Ontario Teachers´ Pension Plan).

Ya se ve que la inversión extranjera está muy presente en nuestras vidas, del nacimiento a la tumba. Eso tiene mucho de positivo, sobre todo la llegada de inversión que dinamiza la actividad y el empleo. Pero también tiene muchos riesgos: el principal, que las decisiones se toman lejos y muchas inversiones son especulativas, buscan el beneficio a corto y vuelan cuando han captado la plusvalía. Y además, pueden interferir en la gestión de empresas estratégicas, forzando a los gestores a seguir sus pautas de dirección. Y presionan a los Gobiernos, porque muchos Fondos tienen más poder que los paises. Por todo ello, parece lógico defender y promover las empresas españolas y europeas, para no acabar siendo filiales de EEUU, Reino Unido o China. Globalización sí, pero interés nacional también.

lunes, 16 de noviembre de 2020

Fondos cazan "gangas" en plena pandemia


En esta pandemia, la mayoría miramos los datos de contagios y muertes, pero otros (Fondos e inversores) se dedican a mirar la Bolsa. Y eso, porque el coronavirus desplomó las cotizaciones (-40% en marzo) y muchas empresas valen ahora la mitad, con lo que es más barato controlarlas. Ante las primeras compras especulativas, el Gobierno incluyó en el Decreto del 17 de marzo una disposición para exigir autorización a las compras de extranjeros superiores al 10%. Eso frenó OPAS hostiles, pero estos meses se han hecho pequeñas compras de empresas por 4.000 millones. Y la vigilancia sigue, dado que antes de la pandemia, en 2019, un 50,2% de la Bolsa española estaba en manos de inversores extranjeros, sobre todo de Black Rock (EEUU), Norges (Noruega) y otros fondos USA. Mientras, la Comisión Europea ha aprobado un Reglamento para vigilar las inversiones extranjeras (China, Rusia y EEUU) en sectores estratégicos. Defendernos o no, ese es el debate en Europa, con o sin COVID. Lea y opine informado.

Una de las primeras consecuencias de la pandemia, con la caída de la actividad y el confinamiento, fue el desplome de la Bolsa: el IBEX 35 cayó un -39.43% en menos de un mes, entre el máximo del 19 de febrero (índice 10.083,60) y el mínimo el 16 de marzo (6.107,20), con el estado de alarma. Esto se tradujo en que las 35 grandes empresas españolas que cotizan en el IBEX 35 (y el resto) valían casi la mitad: era el caso de Telefónica (valía 18.242 millones frente a 32.403 el 19 de febrero), Repsol (9.745 millones frente a 20.071 millones un mes antes), Santander (36.128 frente a 61.986), BBVA (17.565 frente a 34.495), Mapfre (3.874 millones frente a 6.795) o Meliá Hoteles (675 millones de valor bursátil el 16 de marzo frente a 1.560 el 19 de febrero). Y lo mismo el resto de empresas que cotizan en el mercado continuo (129 en total) o en el MAB (41 empresas).

Con el desplome de las cotizaciones, muchos Fondos e inversores estaban con la vista puesta en “cazar gangas”, para aumentar su participación en las empresas a mitad de precio. Por un lado, los grandes Fondos internacionales, que se dedican a invertir por todo el mundo el dinero que les aportan grandes inversores o Fondos de pensiones. El 20 de marzo, dos de ellos comunicaron a la Comisión que vigila la Bolsa (CNMV) dos operaciones hechas antes de decretarse el estado de alarma. Una de JP Morgan Chase, el mayor banco de inversión USA, que había comprado el 4,731% de Repsol (unos 500 millones) con lo que ya tenía el 6.855% del capital y se convertía en el 2º accionista de la petrolera, tras la española SACYR (8,20%). La otra, la compra del 0,085% de Telefónica (20,5 millones) por Black Rock (USA), la mayor gestora de fondos del mundo, que elevaba así al 5,295% su participación en la teleco española, reforzándose como 2º accionista, tras el BBVA (6,96%).

No fueron las únicas “compras oportunistas” antes del estado de alarma. Black Rock hizo dos compras de ACS en febrero y marzo, operando después hasta agosto, para aumentar su participación del 3,1773% de febrero al 4,998% actual, colocándose como el 6º mayor accionista de la empresa de Florentino Pérez. El mexicano Carlos Slim, uno de los hombres más ricos del mundo, compró el 9 de marzo un 2,449% (31,4 millones) de la inmobiliaria Metrovacesa, con lo que ya tiene el 5,495% del capital y se consolida como el 3º mayor accionista, tras Santander (49,362%) y BBVA (20,849%). Y el fondo Fidelity (USA) amplió el 10 de marzo al 1,017% su participación en Amadeus. Además, varios inversores españoles y empresas familiares aprovecharon la pandemia para aumentar el paquete de acciones de sus empresas: el inversor Daniel Bravo amplió en febrero y marzo su participación en CAF (al 5%), la familia Grifols compró el 16 de marzo un 0,041% de su empresa y la familia Riberas, el 17 de marzo, 1,6 millones de acciones (3,6 millones €) de su empresa, Gestamp.

Muchas empresas estaban preocupadas ante compras hostiles y se lo trasladaron a la vicepresidenta Calviño, a principios de marzo. Y pidieron al Gobierno medidas para prevenir posibles OPAS hostiles. Por eso, el Consejo de Ministros incluyó en el Decreto de medidas urgentes del 17 de marzo (Real Decreto 8/2020) una Disposición final 4ª que sometía a autorización gubernamental la compra por inversores extranjeros del 10% o más del capital de empresas de sectores considerados estratégicos (sanidad, energía, transporte, agua, materias primas, alimentación, datos, aeronáutica, defensa, finanzas, tecnológicas, inteligencia artificial, robótica, semiconductores, ciberseguridad o nanotecnología). Lo que hacía el Gobierno era trasponer una Comunicación similar hecha por la Comisión Europea el 13 de marzo.

Por si no quedaba claro, el propio Gobierno aprobó unos días después, el 31 de marzo, otro Real Decreto (11/2020, publicado en el BOE del 1 de abril) para aclarar algunos aspectos del blindaje: se consideran inversores extranjeros a los no comunitarios y también a las empresas radicadas en Europa pero que sean propiedad en un 25% de extranjeros (caso de muchos Fondos USA y de terceros paises radicados en Luxemburgo o Países Bajos). Además, se aclaraba que las compras inferiores a 1 millón no necesitaban autorización. Y se quitaba la referencia a que la limitación duraría lo que el estado de alarma. Es “sine die.

El blindaje ha evitado “sustos” de compras hostiles a las grandes empresas españolas, que siguen a precio de saldo, pero no ha evitado compras especulativas, que se han seguido haciendo desde el 17 de marzo hasta hoy, por un importe de 4.000 millones de euros, según se deduce rastreando la web de la CNMV, a quien es obligatorio informar de las compras superiores al 3% o al 1% si compra un Fondo a través de una empresa radicada en un paraíso fiscal. Las mayores compras se han dado en Cellnex Telecom, la 4ª mayor empresa española por capitalización bursátil: 895 millones invertidos por el fondo noruego Norges Bank (controla ya el 3,516% de la teleco española), 819,5 millones invertidos por el Fondo norteamericano GQG (controla el 3.219%)  y 775,4 millones comprados por Fidelity (el Fondo USA alcanza ya el 3,002% capital de Cellnex). Le siguen las compras en Amadeus: 635,9 millones el Fondo T. Rowe Price (3,01% capital) y el también norteamericano FMR (que sube del 2,954 al 3,087% del capital). En Ferrovial: D1 Capital Partners, el fondo de moda USA que invierte en Netflix o Facebook, ha gastado 160 millones para controlar el 1,08% del capital. En Enagás: Credit Agricole ha invertido 152 millones y Mubadala, el fondo soberano de Abu Dabi otros 155,7 millones, para hacerse cada uno con algo más del 3% del capital. Y más operaciones en IAG (158,9 millones invertidos por el fondo norteamericano Marshall  Wallace, que se hace con el 3,02%), en Bankia (Black Rock invierte 100 millones más y se hace con el 4% del banco), en Solaria (Black Rock invierte 69,6 millones y controla el 3,171%) o en Bankinter (Black Rock invierte otros 4,89 millones y alcanza el 5,17% del banco).

Además de estas “compras oportunistas”, pequeñas y no hostiles, se ha aprovechado la pandemia para cerrar otras 3 importantes operaciones. Una, la OPA amistosa sobre MasMóvil (la 4ª teleco española) por parte de las gestoras de capital riesgo KKR (USA), Cinven (GB) y Providence (USA), que han invertido 2.760 millones para hacerse con el 91,2% de la teleco, que ya no cotiza en Bolsa y que podría ser vendida a Vodafone más tarde. La segunda operación, gestada antes de la pandemia y completada en junio, ha sido la OPA de la firma suiza SIX (gestiona la Bolsa de Zúrich) para comprar por 2.570 millones BME, la empresa que gestiona las Bolsas españolas. Y la tercera operación, en septiembre, la compra  por 1.300 millones de El Idealista por el fondo sueco EQT.

Como se ve, la pandemia no ha frenado a los inversores, que siguen a la caza de “gangas”, dado que las empresas siguen a precios de saldo, aunque la Bolsa se ha recuperado algo en los últimos meses. Pero cae un 18,5% desde enero (IBEX en 7.783 el viernes) y las cotizaciones de las grandes empresas del IBEX son entre la mitad y un tercio más baratas que a principios de año: Telefónica cotiza a 3,36 €/acción (frente a 5,97), Repsol a 7,26 (frente a 13,14), Santander a 2,38 ( frente a 3,73), BBVA a 3,17 (frente a 4,71), Mapfre a 1,57 (frente a 2,27) o Meliá Hoteles a 4,65 €/acción (frente a 7,86 el 31 de diciembre). Por eso, el Gobierno mantiene su blindaje a las compras del 10% o más, en línea con Europa.

Ya antes de la pandemia, las autoridades europeas estaban preocupadas por la entrada de inversores extranjeros (sobre todo de China, Rusia y Estados Unidos) en sectores y empresas estratégicas de Europa. Y esa preocupación se agravó con la COVID 19. Ya el 26 de febrero, el Parlamento Europeo aprobó una nueva regulación sobre la inversión extranjera directa en sectores estratégicos, con la intención de proteger la energía, el transporte, la industria aeroespacial, las comunicaciones, las finanzas, el manejo de datos, la robótica, la fabricación de semiconductores, la defensa, los medios de comunicación, el agua y la seguridad alimentaria, la biotecnología y, muy especialmente, la industria sanitaria. El 13 de marzo, la Comisión Europea mandó su primera Comunicación a los paises, para que tomaran medidas de blindaje (como hizo España el 17 de marzo) y el 26 de marzo aprobó esta Comunicación donde concreta y explica las orientaciones sobre el blindaje ante las futuras inversiones extranjeras, que se concretarán en un próximo Reglamento.

Europa es la región del mundo más abierta a las inversiones extranjeras, que superan los 7 billones de euros. Pero las autoridades comunitarias se han dado cuenta de que han de tomar medidas, porque en los últimos 20 años, China ha multiplicado por 6 sus inversiones en la UE y Rusia las ha duplicado, aumentándolas también EEUU, todos más que las inversiones europeas fuera, que chocan con muchas limitaciones “encubiertas”. Así que, a falta de fortalecer la industria europea, sólo competitiva en algunos campos (como el automóvil y la industria aeroespacial) pero “en pañales” en inteligencia artificial, biotecnología o comunicaciones e Internet, la Comisión Europea prefiere blindarse ante entradas hostiles, mientras consigue fomentar una potente industria europea.

En España, el peso de la inversión extranjera es muy importante en algunos sectores, como se ve en la Bolsa: antes de la pandemia, en 2019, los inversores extranjeros controlaban un 50,3% de las empresas del IBEX, según el último informe de BME, que resalta el gran salto producido desde 2007, cuando los extranjeros controlaban el 36,8% de la Bolsa española. Una participación que es mayor que en otros paises: en Francia, por ejemplo, los extranjeros controlan el 42,2% de la Bolsa. La mayor parte de este control extranjero se hace a través de inversores institucionales: gestoras de fondos de inversión y de planes de pensiones, compañías de seguros y bancos de inversión, sobre todo de EEUU, Europa y Asia.

El informe de BME destaca 2 Fondos que controlan la mayor parte de esta inversión extranjera en España: el norteamericano Black Rock, el mayor Fondo de inversión del mundo (con 6,6 billones de patrimonio, 6 veces el PIB de España), que tiene invertidos 18.000 millones en 20 compañías españolas, y Norges Bank, el fondo de Noruega, el mayor fondo soberano del mundo (que invierte en 9.000 compañías de 73 paises, con un patrimonio que ronda 1 billón de euros), con 8.000 millones invertidos en empresas españolas en 2019. Les siguen, de lejos, el fondo británico CVC (4.489 millones invertidos y 2º accionista de Naturgy, con el 20,41%), el norteamericano Global Infraestructure (con 4.473 millones y 3º accionista de Naturgy, con el 20% del capital), el fondo soberano de Qatar (con 3.588 millones invertidos, en el 10,01% de Amadeus y el 5,02% de Aena), el Deutsche Bank (2.306 millones, en el 4,85% de Amadeus, el 4,39% de Aena y el 4,16% de Colonial) y el fondo norteamericano Massachusetts Finantial (1.905 millones, el 5,02% de Amadeus y el 3,05% de Aena).

Lo más impresionante es el peso de Black Rock en las empresas españolas. Es accionista de los 6 grandes bancos: el primer accionista del Santander (5,426%, frente al 0,171% que tiene Ana Patricia Botín) y del BBVA (el 5,917%), el 2º de CaixaBank (3,078%) y Bankia (4%), el 3º de Bankinter (5,173%) y el 8º del Sabadell (3,378%). Y es el 1º accionista de Amadeus (6,153%), el 2º mayor accionista de Telefónica (4,983%), Iberdrola (5,251%) y Red Eléctrica (3,147%), el 3º de Repsol (4,998%) y Merlin (3,996%) y el 4º mayor accionista de Aena (3,244%), Enagás (3,383%) y Mediaset (2,988%). No entra en la gestión de ninguna compañía, pero su “vigilancia” es permanente y eficaz. Lo mismo hace el Fondo noruego Norges, con un tremendo peso en nuestra economía: es el 2º mayor accionista de BBVA (3.366%), el 3º mayor de Iberdrola ( 3,117%) y del Santander (2,5% ), el 4º de Telefónica (2,88%) y ACS (2,74%), el 7º mayor de Inditex (0,62%), Amadeus (2,88% ), Repsol (1,50%) y Aena ( 1,62%) y el 9º de Naturgy (0,93%).

La inversión extranjera tiene un aspecto muy positivo: es un ahorro exterior que ayuda a crear riqueza y empleo en España. Pero tiene dos aspectos que pueden ser negativos: a veces es una inversión muy especulativa (algunos Fondos, sólo buscan hacer dinero rápido: entrar barato y salir cuando antes, como los Fondos inmobiliarios) y siempre toman las decisiones fuera, al margen de lo que interese a España. Y si algo no les gusta, venden y se van y nos dejan compuestos y sin la inversión. Tenemos una parte importante de muchas empresas, y por tanto, de nuestra economía, en manos de terceros. Y eso tiene un riesgo, como se ha visto en España con el automóvil: el no tener a Seat hace que la decisión de abrir o cerrar una planta se tome en Wolfsburgo, París, Seúl, Tokio o Detroit. Y lo mismo ha pasado con el aluminio (cierre de Alcoa) o el acero (plantas de Arcelor Mittal), por no hablar del turismo, donde nuestra industria está en manos de tour operadores alemanes o británicos.

Por eso es tan importante para España contar con grandes multinacionales (como Repsol, Telefónica, Iberdrola, Cellnex, Enagás, ACS, Ferrovial o Grifols) y grandes bancos, claves para la reconstrucción del país. Y por eso es prioritario defenderlos ante posibles compras hostiles, ahora que con la recesión valen la mitad. No se trata de ser proteccionistas o liberales, sino de garantizar mejor el futuro, con un peso creciente de las compañías españolas. Pero no hay que hacerlo sólo con Recomendaciones y Decretos: hay que promover una potente industria europea, gastando más en investigación y tecnología, en formación, en compras públicas, en promover fusiones y fomentar  las exportaciones y la promoción exterior. Blindarnos siendo más competitivos.

lunes, 31 de octubre de 2016

Poco ahorro y mal pagado

El 31 de octubre se celebra el Día Mundial del Ahorro, promovido por las Cajas. Pero hoy casi no hay Cajas ni ahorro: lleva cayendo desde 2009, porque los españoles tienen menos ingresos y se ven forzados a gastar lo poco que tienen. Y los que consiguen ahorrar, no le sacan rentabilidad a su dinero. Los depósitos (donde está el 40% del ahorro) sólo pagan el 0,16% de interés, la tercera parte que en Europa. Y hay bancos que cobran incluso a grandes empresas e instituciones por guardarles su dinero. La Bolsa está muy nerviosa y el dinero va a los Fondos, que cobran demasiadas comisiones. Y  a pesar del miedo al futuro de las pensiones públicas, caen las aportaciones a los Planes de pensiones privados, que apenas rentan y pagan muchos impuestos al rescatarlos. Poco ahorro y mal pagado. Pero tenemos que intentar ahorrar, no para comprar un piso sino para invertir en nosotros y nuestros hijos (formación) y para complementar nuestra pensión futura. No queda otra.


enrique ortega

Los españoles no han sido nunca de mucho ahorrar, pero en los últimos años, con la crisis, el ahorro se ha desplomado. Primero se disparó, en 2008 y 2009, cuando las familias vieron las orejas al lobo y aumentaron su ahorro, por lo que se avecinaba: se pasó de ahorrar el 5,9% de la renta disponible en 2007 al 13,4% de ahorro en 2009, el máximo histórico. Y a partir de ahí, las familias empezaron a “tirar de la hucha”, de los ahorros, que han bajado año tras año hasta ser ahora del 8,3% de la renta disponible (junio 2016), según los datos del INE.

Cae el ahorro porque los españoles tienen menos ingresos, por la crisis. Primero, porque muchos han perdido su empleo (3,8 millones desde 2008, de los que 2 millones todavía no se han recuperado). Y segundo, porque los que han seguido trabajando han visto reducirse sus salarios (hasta un 15% entre 2012 y 1015), que son hoy muy bajos: el salario más habitual es de 1.602,5 euros brutos (1.280 euros netos), según el INE y hay 8 millones de españoles que declaran a Hacienda ganar menos de 12.000 euros al año (2014). Además, parados y trabajadores han visto subir estos años los impuestos, desde el IVA al IRPF y las tasas, con lo que, a pesar de las bajadas de última hora, hemos pagado 17.578 millones más de impuestos en 2015 que en 2011. Al final, entre menos ingresos y más pagos a Hacienda, la renta de los españoles ha caído estos años: de 28.206 euros de ingresos medios por hogar en 2010 a los 26.092 euros por familia en la primavera de 2015, según el último dato del INE. Y de 10.858 euros por persona (2010) a 10.419 euros (2015).

Esto son “medias”, pero hay familias donde la crisis se ha cebado más y cuya renta ha caído especialmente. Por eso, el 13,7% de los hogares confiesan que llegan a fin de mes “con mucha dificultad”, según la última Encuesta de condiciones de vida del INE (2015). Un 39,45% de familias no pueden afrontar gastos imprevistos y un 40,6% no puede irse ni una semana de vacaciones. Y el 9,4% de las familias se retrasa en el pago de la hipoteca, el alquiler, la luz o el gas, según esa Encuesta del INE. O sea, que una gran parte de hogares “viven al día” y tienen que “tirar de la hucha” para sobrevivir.O para pagar deudas. Por eso cae el ahorro en España desde 2009, más que en el resto de Europa.

Con todo, ¿dónde tienen los españoles sus ahorros? La mayoría de las familias lo han invertido en comprar su casa, generalmente a costa de pesadas hipotecas: antes de la crisis, un 83% de españoles eran dueños de su vivienda, frente a un 60% de europeos, según datos del Banco central Europeo (BCE). De hecho, en 2015, el patrimonio inmobiliario de los españoles ascendía a 4.50 billones de euros, mientras el patrimonio financiero (dinero en cuentas, Bolsa, fondos, seguros y planes) era de 1,97 billones de euros, según INVERCO. O sea que de cada 6,5 euros de ahorro, 4,5 están en el ladrillo (70%) y casi 2 en las finanzas. Un reparto que ha cambiado drásticamente con la crisis, ya que en 2008, antes del estallido de la “burbuja inmobiliaria”, el patrimonio inmobiliario era 1,8 billones mayor (6,3 billones) y el patrimonio financiero mucho menor (1,6 billones). Entonces, en 2008, de cada 8 euros de ahorro, 6,3 euros estaban en el ladrillo (78%) y 1,6 euros en las finanzas.

El ahorro en forma de patrimonio inmobiliario de los españoles se está recuperando lentamente, con la subida de la vivienda desde 2014 (más de un 8%), que va a seguir, aunque poco a poco. Pero de este “ahorro” en forma de ladrillo no pueden “tirar” las familias, salvo que vendan su casa y alquilen. El ahorro más “asequible” a corto plazo es el ahorro financiero (en depósitos, valores, Fondos, Planes, seguros…), que  se está recomponiendo también, por la subida de valor de algunos activos (Bolsa y Fondos) y ,sobre todo, porque han bajado mucho los tipos de interés y eso ha reducido el pago de intereses de las familias por sus hipotecas. Se calcula que la bajada de tipos ha ahorrado a los hogares españoles 22.582 millones de euros en intereses (hipotecas y préstamos), que les han permitido gastar o ahorrar más.

Al final, el ahorro financiero de los españoles es de 1,98 billones de euros (1.980.092 millones) en junio de 2016, según el Banco de España, frente a 1,68 billones en 2008. Y lo más importante es que el ahorro neto (quitando las deudas) ha mejorado más, siendo ahora de 1,19 billones (frente a 0,72 billones en 2008), porque las familias han reducido mucho sus deudas en estos años (devolviendo hipotecas y préstamos): si la deuda de los hogares era de 960.360 millones de euros en 2008, ahora es de 782.444 millones (junio 2016).

¿Dónde tienen los españoles este ahorro financiero? La mayoría de este dinero, de esos 1,98 billones, está en los bancos: 861.614 millones están en cuentas corrientes y libretas (68.455 millones) y sobre todo, en depósitos (793.159 millones), que suponen ahora un 40% de todo el ahorro financiero (un porcentaje que no ha dejado de bajar desde el 57% del ahorro que suponían los depósitos en 1985). El segundo lugar donde está el ahorro financiero es en valores, en acciones cotizadas y no cotizadas: son 400.350 millones (marzo 2016), un 20,3% de todo el ahorro financiero. El tercer destino son los Fondos de inversión: 244.124 millones (marzo 2016), el 12,4% del ahorro. El cuarto es la inversión en seguros, que alcanza los 225.189 millones (marzo 2016), un 11,4% del total. Y el resto se invierte en renta fija y deuda (32.627 millones, un 1,7%), préstamos y otras inversiones, según INVERCO.

En esto del ahorro y donde invertirlo, España también “is different”. Los españoles tenemos más dinero en cuentas y depósitos (43%) que el resto de europeos (30% del ahorro). Invertimos mucho más en Bolsa (20,3% del ahorro en acciones frente al 11% en Europa): las familias españolas son propietarias del 26% de las acciones cotizadas (2014) frente a un 11% que tienen franceses o italianos y un 9% los alemanes. Pero invertimos menos en seguros y Planes de pensiones (15% frente al 40%). La gran diferencia está en los Planes: invertimos en ellos sólo un 5,6% del ahorro frente al 37,5% en Europa.

La inversión predilecta de los españoles, los depósitos, están de capa caída con el desplome de los tipos de interés en los últimos años. Con ello, los ahorradores reciben por sus depósitos (770.000 millones en junio de 2016) una rentabilidad media del 0,16%, con datos de agosto del Banco de España. Y además, somos el segundo país euro (tras Irlanda) donde los bancos pagan menos por los depósitos: en julio se pagaba un 0,19% en España, la tercera parte que en la eurozona (0,53% de interés) y mucho menos que en Holanda (1,75%), Francia (1,33%) o Italia (0,91%), según datos del BCE, que fija el mismo tipo de interés de referencia (0%) para toda la eurozona. Y ya hay bancos, en Europa y en España (Santander y BBVA), que han empezado incluso a cobrar por los depósitos, de momento sólo a los grandes clientes (grandes empresas y aseguradoras), justificándolo en que el BCE les cobra a ellos un 0,40% por los depósitos a un día que tienen con él.

No parece que los bancos acaben cobrándonos a todos por los depósitos, pero sí que el interés que se pague al ahorro siga siendo mínimo, sobre el 0,10%, en los próximos meses. Y el gran cambio es que la inflación va a subir, después un par de años en negativo. Si el IPC vuelve al positivo y la inflación sube un 1,3% en 2017, como prevé el Gobierno Rajoy en el cuadro macro enviado a Bruselas, eso significa que los ahorradores perderán dinero, porque la inflación se comerá con creces sus exiguos intereses. Y entonces, ¿dónde se puede invertir el ahorro? Los bancos van a seguir tentándonos con depósitos a más plazo y con depósitos estructurados, que son como “cestas de inversión” donde una parte se destina a depósito y otra parte a renta fija (deuda pública o de empresas), un Fondo o  acciones.  Pero la deuda pública tampoco es una salida: las Letras del Tesoro a un año pagan ahora intereses negativos (cobran el 0,26%) y también la deuda española a 3 años (-0,08%). Y la deuda pública a 5 años sólo da una rentabilidad del 0,10% y un 1,01% la deuda a 10 años.

Los expertos insisten: si se busca más rentabilidad al ahorro, hay que arriesgarse. Más con la Bolsa, que va a seguir con altibajos, ante el estancamiento de la economía internacional, el bajo crecimiento en Europa y la crisis de los paises emergentes (más el temor a China). La esperanza está en los valores que pagan dividendo (muchos no en dinero, sino en acciones, en “papelitos”, lo que deprecia su valor): para 2017 se estima que habrá 13 empresas que ofrezcan una rentabilidad por dividendo del 7% (Telefónica), el 6%(Endesa, CaixaBank y Repsol) o algo más del 5% (Mediaset, Gas Natural, Enagás, Abertis, Sabadell, BBVA, IAG, Mapfre o Iberdrola). Y para los que quieran menos riesgo están los Fondos de inversión, que han conseguido un récord de dinero en septiembre  (377.648 millones). Su ventaja es que se trata de “cestas” donde diversificar la inversión y se puede cambiar de un Fondo a otro sin penalización fiscal. El problema son sus altas comisiones.

Y queda destinar el ahorro a Planes de pensiones privados, como muchos europeos. Pero aquí, a pesar del miedo creciente sobre el futuro de las pensiones públicas, los Planes privados no cuajan: en 2016 están cayendo los partícipes (9,9 millones, casi 1 millón menos que en 2010), las aportaciones (-5,72% en el primes semestre) y su patrimonio (-0,2%). Hay tres razones que explican por qué los Planes no tienen éxito: su bajísima rentabilidad (1,75% a 10 años y -2,25% en el último año), sus elevadas comisiones y la alta fiscalidad cuando se rescatan (Hacienda “le da un palo” al jubilado). Urge un cambio drástico si se quiere que en España los Planes de pensiones privados sean una forma de ahorro popular para complementar la pensión pública.

Recapitulando, el ahorro de los españoles sigue bajando, porque no se recomponen sus ingresos. Y los que consiguen ahorrar, le sacan poca rentabilidad a su esfuerzo, sobre todo los depósitos. Habría que fomentar el ahorro, con campañas desde la juventud y con medidas fiscales, porque el ahorro de un país permite financiar la inversión privada y pública, el crecimiento y el empleo del futuro. Todos deberíamos acostumbrarnos a ahorrar algo desde pequeños, ganemos más o menos. Pero sobre todo, debemos cambiar la mentalidad de lo que hacemos con el ahorro. No deberíamos “enterrarlo” en comprar un piso o en un banco. Deberíamos invertirlo en nosotros mismos, en dos destinos claves: mejorar  la formación (nuestra y de nuestros hijos), con cursos y reciclaje profesional que beneficiará nuestro trabajo y nuestro sueldo (y el de nuestros hijos), y asegurar nuestro futuro, con unos ingresos complementarios para la jubilación, ya sea un Plan, un seguro, un fondo o unas acciones. Al final, ahorrar es el precio de tener una mayor seguridad.