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jueves, 17 de octubre de 2013

Malos tiempos para la música


Mucho se habla de los recortes en educación (6.700 millones) y el deterioro de la calidad de la enseñanza. Pero se habla poco de  la otra enseñanza”, la de música y artes, asignaturas que no parecen importantes y sufren doblemente los recortes: cierres de escuelas y Conservatorios de música, danza o arte dramático, despido de profesores y matrículas que triplican su coste. La puntilla a estas  enseñanzas artísticas la da la nueva Ley de Educación (LOMCE) aprobada ya en el Congreso: música y enseñanzas artísticas serán ahora opcionales en Primaria y ESO. Distraen”, según Wert. Y desaparece el Bachillerato de Artes, Música y Danza. Con ello, muchos escolares no estudiarán ya música y artes, aunque está demostrado que ayudan a combatir el fracaso escolar y mejoran la enseñanza de matemáticas y lengua. O sea, que la música (y las artes) no son un lujo sino una herramienta para enseñar mejor. La música nos ayudará a salir de la crisis. No desafinen.
 
                                   Vídeo "Educación musical", de José Luis de Salas

El mundo de la música, desde alumnos y profesores a Escuelas, Conservatorios y Orquestas, está revuelto con la nueva Ley de Educación (LOMCE), que entrará en vigor el curso 2014-2015. Y lo mismo el mundo de la danza, el arte dramático, las artes plásticas, la restauración o el diseño. Y es que, en la próxima década, muchos niños y jóvenes españoles dejarán de estudiar estas materias en la enseñanza obligatoria, porque “distraen”, según el ministro Wert. Se trata, según el Gobierno, de que la enseñanza se centre más en matemáticas y enseñanzas técnicas y no “pierda el tiempo” en “asignaturas del espíritu”, poco prácticas para encontrar trabajo en el futuro.

En consecuencia, la LOMCE suprime Educación Artística (Música y Arte) en Primaria y Música en la ESO como asignaturas obligatorias y pasa a considerarlas “asignaturas específicas optativas” (en 4º de la ESO, además, la música desaparece), que los alumnos podrán cursar ahora si las autonomías y los centros escolares (colegios e institutos) las ofrecen, algo dudoso si les fijan unos objetivos y subvenciones ligados más a otras asignaturas. Además, la LOMCE suprime como rama el bachillerato de Artes Escénicas, Música y Danza, que hoy cursan 8.000 alumnos en 122  institutos de toda España, una vía educativa que prepara para futuros estudios universitarios de Música, Danza, Artes escénicas y Arte Dramático. Tras la presión de autonomías y centros, el Gobierno acepta que estas asignaturas se puedan seguir dando en el Bachillerato como opcionales, pero no como rama.

Con estos cambios, la educación musical (y artística) puede convertirse en marginal en la educación obligatoria en España, mientras casi toda la OCDE (34 países) mantiene la música (y las artes) como educación obligatoria. En Suecia, por ejemplo, el 4,03% de la población acude a una escuela musical, mientras en España es el 0,48%. En Alemania, en los últimos cursos de bachillerato, los alumnos dan hasta 40 horas de música semanales. Y en Suiza, incluso, hicieron en 2012 un referéndum para modificar la Constitución y declarar la educación musical como un derecho básico de los ciudadanos.

Los cambios de la LOMCE son la puntilla a los graves problemas que ya tiene la educación musical (y artística) en España, por culpa de los recortes, que afectan a las Escuelas de música, a los Conservatorios y a las Orquestas, las tres patas de la formación musical junto a colegios e institutos. Por un lado, las 1.000 Escuelas de música (con 265.000 alumnos), en su mayoría municipales, han sufrido los recortes de las subvenciones de  Ayuntamientos y autonomías, hasta el 75% en cuatro años. Y los efectos han sido dramáticos: cierre de Escuelas de música, despido de profesores (o bajada de sueldos) y matrículas que han triplicado sus precios. Y lo mismo puede decirse de los 62 Conservatorios de música: algunos han cerrado y muchos están en el alero. Y al final de la cadena, 26 Orquestas sinfónicas (con 1.491 músicos) que apenas sobreviven, tras ERES y bajadas de sueldo, desde el Liceo a la orquesta de RTVE, la de Baleares, Murcia, Sevilla o Extremadura. Y cuyos profesionales, en los que hemos invertido 14 años de formación, emigran a la búsqueda de trabajo en orquestas internacionales.

Un panorama que sólo puede ir a peor con la futura Ley de Régimen local, aprobada por el Gobierno en julio, que limita los servicios que pueden prestar los Ayuntamientos a los básicos (las escuelas de Música, Conservatorios y Orquestas no lo son) y el resto tendrán que dejarlos si no los financian las autonomías (difícil). Un cambio político que podría abortar las próximas generaciones de músicos, que hasta ahora han nacido gracias a 20 años de  ayudas públicas a la música. Una vía sería aumentar más el precio de las matrículas y entradas, pero eso llevaría a la música a épocas decimonónicas: la música para una minoría, la que se la puede pagar. Y lo mismo la danza, el arte dramático, la restauración o el arte.

Al final, el mayor argumento a favor de la enseñanza de la música (y las artes), aparte de que ayudan a la formación integral de nuestros niños y jóvenes, es que resulta una herramienta clave para mejorar la enseñanza. Según un estudio de la Universidad de Carolina del Norte, los que siguen estudios musicales “tienen mejores resultados en matemáticas, lengua, historia y ciencias”. Y otro estudio de la Universidad de Ohio señala que la formación musical produce mejoras evidentes sobre todo en matemáticas y lengua. Incluso una tesis doctoral sobre alumnos valencianos demuestra que los que cursan estudios artístico-musicales sacan mejores notas en general: un 37% sobresaliente y un 42% notable. Todo ello porque la música estimula el cerebro y contribuye a la concentración, la memoria comprensiva, el trabajo en equipo, el ordenamiento psicomotriz y la autoestima.

Hay un hecho demostrable: los países que más horas dedican a enseñar música tienen mejores resultados educativos. Italia, Corea del Sur, Alemania y Estados Unidos dedican entre hora y media y dos horas semanales a la música en primaria (frente a 1 en España). Y Finlandia, Austria, Francia y Corea del Sur, los países con más horas de música en Secundaria, lideran también los rankings de menos abandono escolar y mejor comprensión (informe PISA). España, líder en abandono escolar (24,9%) y a la cola en comprensión lectora y matemática (PISA) de jóvenes y  también de adultos, debería pensar que enseñar más  música (y artes) podría ayudarnos a mejorar la enseñanza, no a “distraer”. Está demostrado.

Al final, la nefasta política de recortes lleva a una reflexión peligrosa: si se recorta de becas de comedor y por ello hay niños desnutridos, ¿cómo no se van a recortar las ayudas para que los niños estudien música, danza o teatro? Es una elección siniestra. Primero, porque los recortes no son el único camino: se puede ingresar más y hacer otra política para crecer más, crear empleo y recaudar más. Pero además es que no sólo con matemáticas y ciencias se forma a los jóvenes: la educación ha de ser integral, para preparar a los adultos del futuro, que no pueden ser máquinas formadas sólo para trabajar. Y además, está científicamente probado que la música (y las artes) ayudan decisivamente a estudiar y a formarse como personas.

Por todo ello, los recortes en música son también nefastos. Y lo peor es que sus efectos se notarán a medio plazo, en una generación peor formada para el trabajo y la vida. Por eso, hay que reconsiderar la marginación de la música (y las artes), en los Presupuestos y en la LOMCE. Porque la música no es un lujo, sino una herramienta para enseñar mejor. Y por tanto, para ayudar al país a salir de la crisis. Como casi todo, la música también es economía.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Generación "ni-ni" : jóvenes sin salida


Uno de cada cuatro jóvenes españoles ni estudia ni trabaja, un 50% más que en la OCDE. Son la generación “ni-ni”: casi 2 millones de jóvenes de 15 a 29 años. Dejaron los estudios con el boom del turismo y la construcción y ahora están sin trabajo y les cuesta volver a estudiar. España tiene la segunda mayor tasa de abandono escolar de la OCDE y la segunda mayor tasa de paro juvenil de Europa. Urgen planes para que muchos “ninis” vuelvan a las aulas, porque tienen menos formación que los jóvenes europeos. Y Bruselas ha pedido a España un plan urgente de empleo juvenil, que no llega. Sólo recortes en educación y en formación a los parados, subida de matrículas y una reforma educativa que va a expulsar a más jóvenes de las aulas. Hay que buscarles una salida ya.

Antes de esta crisis, España tenía menos “ninis” que Europa: un 13,8% (18-24 años) frente al 14,9% de la UE-27. Y eso porque toda una generación de jóvenes españoles habían dejado las aulas para trabajar en la construcción, el turismo y la hostelería, al amparo del boom: en 1.997, un 34% de los jóvenes (15-29 años) trabajaba. Pero, al estallar la crisis, estos jóvenes fueron los primeros que se fueron al paro, al pinchar la burbuja inmobiliaria, ayudados por su baja formación y sus contratos temporales (los tenían el 60%, el doble que en Europa).

Con ello, a partir de 2007, los ninis dan un salto y España se convierte en el quinto país europeo con más jóvenes (18-24 años) que ni estudian ni trabajan: un 23,1% en 2011,  muy por encima de la media europea (16,7%) y sólo por detrás de Bulgaria (27,9%), Italia (25,2%), Grecia (24,4%) e Irlanda (23,9%). Y si abrimos más el abanico de edad (15 a 29 años), España es el segundo país de la OCDE con más “ninis”, tras Israel (27%): un 23,7% en 2010, frente al 15,8% de media en los países industrializados. En total, según el censo 2012, 1.865.000 jóvenes españoles que ni estudian ni trabajan. Un drama para ellos y sus familias. Y para el país.

España tiene más jóvenes “ninis” por dos razones que se suman: más abandono escolar y más paro juvenil. Somos el país europeo con más tasa de abandono escolar, tras Malta (33,5%): un 26,5% de los jóvenes entre 18 y 24 años han abandonado sus estudios, el doble que en Europa (14,2%). Y la situación es más grave en algunas autonomías: Andalucía (32,5%), Ceuta y Melilla (32,2%), Castilla la Mancha (31,6%), Murcia y Baleares (30,7%), resaltando el bajo abandono escolar en el País Vasco (12%), Navarra (13%),Madrid (19,8%) y Galicia (20,8%).

Además, somos el país europeo con más paro juvenil (15-24 años): un 52,9%, sólo por detrás de Grecia (53,8%), frente al 22,5% de paro juvenil en la UE (y el 8% en Alemania). Y lo peor es que tenemos más paro en todos los niveles de estudios, incluyendo entre los universitarios: 12,3% de paro en España frente al 10,4% en Europa y el 4,7% en la OCDE. Tenemos más paro juvenil porque los jóvenes estaban empleados en los sectores que más han sufrido la crisis (construcción y servicios), pero también porque nuestros jóvenes están peor formados que los europeos: tenemos más universitarios (39% entre jóvenes 25-34 años frente al 38% la OCDE), pero también tenemos más jóvenes sin secundaria (29,4% frente al 15,3% la OCDE), menos jóvenes con secundaria superior (57% frente al 77% la OCDE) y menos titulados en Formación Profesional (38% frente al 52% en UE-19).

Al final, es la pescadilla que se muerde la cola: nuestros jóvenes están menos formados pero abandonan más los estudios y eso les complica aún más encontrar trabajo, ya que está demostrado que el paro se ceba más entre los menos formados (36,8% paro entre los que tienen estudios básicos y 12,3% entre los universitarios). La LOE 2006 intentó recuperar a los que salieron de la ESO y la FP, con el sistema de pasarelas, pero no ha dado muchos resultados, aunque el abandono escolar bajó en 2011 (del 28,4% al 26,5%), más por la falta de empleo que por una política de recuperar alumnos en los Institutos, que es donde se van. Los recortes en educación (-6.000 millones desde 2010) han frenado muchos programas de recuperación en las autonomías y también muchos planes de escuelas de adultos. Ahora, el temor es que la nueva reforma educativa aprobada por el Gobierno Rajoy, con su sistema de más pruebas y reválidas, dificulte la recuperación de alumnos y fuerce un mayor abandono escolar de los que tengan problemas. Además, los recortes en medios y profesores o la subida de tasas universitarias no ayudan.

Se impone un Plan específico para reducir el abandono escolar, en línea con Europa, cuyo objetivo es bajarlo al 10% para 2020 (lo tenemos en el 26,5%). Y además de recuperar alumnos, sobre todo para la Formación Profesional, hay que mejorar la formación de los jóvenes parados, con cursos específicos, lo que choca con los recortes en las políticas activas de empleo. Y luego, hay que buscar fórmulas de contratación que liguen formación y empleo. En algunas autonomías (Madrid, País Vasco y Comunidad Valenciana) se han puesto en marcha programas piloto de formación dual: alumnos de FP estudian en un centro (1/3) y hacen prácticas en una empresa (2/3), durante tres años, a cambio de un contrato de formación y aprendizaje en que se le pagan 450 euros al mes. El Gobierno acaba de enviar al Consejo de Estado un Decreto para cubrir   estos contratos de formación-empleo, que podrán utilizar jóvenes de hasta 30 años.

Es un principio que puede dar buenos resultados, como en Alemania. Pero hace falta más. La Comisión Europea acaba de pedir a España (y a los otros siete países con más de un 30% de paro juvenil: Grecia, Irlanda, Italia, Letonia, Lituania, Portugal y Eslovaquia) que hagan más esfuerzos para reducirlo, ya que hay muchos jóvenes en riesgo de exclusión social y pobreza. Urge un Plan de empleo juvenil, un Plan de choque para el que se podrían buscar más fondos europeos. Pero sobre todo, urge cambiar de política : con los recortes se agudiza la recesión, no hay demanda y no hay empleo. Y los jóvenes (junto a las mujeres y los mayores de 55 años) son los que más lo sufren. Sin trabajo y sin ganas ni medios para volver a estudiar. Casi 2 millones de jóvenes condenados cada día a la desesperanza. Una generación perdida.