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jueves, 26 de mayo de 2016

España, líder europeo en abandono escolar


Es otro de los datos (como el paro, el déficit, la deuda o la pobreza) de los que no va a presumir Rajoy en la próxima campaña electoral: España es el país europeo con más tasa de abandono escolar, el 20% de nuestros jóvenes dejan sus estudios y acaban con trabajos precarios o en el paro juvenil (también el más alto de Europa). El abandono escolar ha bajado con la crisis, porque muchos jóvenes sin trabajo han vuelto a estudiar, pero aún duplica el de Europa. Y es especialmente grave porque el 40% de los jóvenes españoles sólo tienen la ESO (o menos), frente al 29% en Europa. Y un 30,7% Bachillerato o FP frente al 45% en la UE. O sea, tenemos más fracaso escolar, menos formación y más paro juvenil. Para resolverlo, hay que prevenir el abandono escolar en primaria y atajarlo en la ESO, con más medios y más profesores, implantando además un Plan de choque para recuperar a los estudiantes que lo dejaron. Sin estudios y formación, los jóvenes españoles tienen aún menos futuro.
 
enrique ortega

La burbuja inmobiliaria y el boom del turismo de los años 90 y 2000 fueron un peligroso “espejismo” para muchos jóvenes españoles, que dejaron sus estudios para ganar dinero rápido en la construcción o en la hostelería. Y así fue subiendo el porcentaje de abandono escolar, hasta llegar a un récord en 2004: el 32,2% de los jóvenes de 18 a 24 años (uno de cada tres) había dejado sus estudios al final de la ESO y muchos ni habían terminado la educación secundaria obligatoria. Con la recesión de 2008, la tasa de abandono escolar empezó a bajar, porque muchos de estos jóvenes poco formados fueron los primeros parados de la crisis y algunos volvieron a estudiar. El resultado fue que el abandono escolar bajó en una tercera parte y se colocó en el 20% (19,97%) a finales de 2015según la EPA.

El Gobierno Rajoy atribuye esta mejoría del abandono escolar a sus políticas, a la LOMCE, y sobre todo a la decisión de “desviar” a los alumnos con peores notas a la nueva FP básica, evitando así que dejen las aulas. La medida, que entró en vigor en el curso 2014-2015, supone que a los alumnos de 15 años que no están en condiciones de aprobar el 4º curso de la ESO (y excepcionalmente el 3º) se les propone “desviarlos” a un primer eslabón de la Formación Profesional, la FP básica (2 años). Con ello, el Gobierno Rajoy buscaba dos cosas. Por un lado, impedir que estos “malos” alumnos dejen la enseñanza y reducir así unas cifras de abandono escolar que son la vergüenza de Europa. Por otro, formar un año antes “aprendices para trabajar”, con sueldos mínimos: acaban la FP básica con 17 años, en vez de los 18 años que tienen los que acaban la ESO y luego tienen que estudiar FP de grado medio.

Pero muchos expertos creen que la bajada del abandono escolar estos años no tiene que ver con la entrada en vigor de la FP Básica. Primero, porque no ha dado tiempo, ya que sólo se ha aplicado en los dos últimos cursos. Y segundo, porque las cifras hablan de un fracaso en la implantación de la FP básica, dado que se introdujo a toda prisa, en septiembre de 2014, sin casi medios y profesores, con programas improvisados. Y así, si en el curso 2014-2015, el Ministerio esperaba tener 60.000 alumnos en FP básica, al final sólo hubo 34.728 alumnos, el 60%. Y Cataluña y País Vasco no han implantado la FP básica hasta este curso, que también parece tener menos alumnos de lo esperado. Por todo ello, la mayoría de expertos coinciden en que hay menos abandono escolar no por la LOMCE ni la FPO Básica, sino sencillamente por la crisis: los jóvenes no encuentran trabajo y vuelven a estudiar.

Con todo, aunque el abandono escolar haya bajado del 32,2% al 20%, hay que resaltar dos cosas. Una, que ese 20% de abandono son muchos jóvenes: exactamente 631.520 jóvenes de 18 a 24 años que abandonaron las aulas con la ESO o incluso sin terminarla. Y, sobre todo, que ese 20% de abandono escolar es la tasa más alta de toda Europa y casi duplica la media europea, que es del 11%, según los datos que acaba de publicar Eurostat. El objetivo de la Comisión Europea es rebajar el abandono escolar de la UE-28 al 10% para 2020 y ya hay 17 países que lo cumplen hoy (están ya por debajo del 10%), mientras se acercan Alemania (10,1%) y Reino Unido (10,8%). Para España, la Comisión ha fijado el objetivo del 15% de abandono para 2020. En nuestro país, el abandono escolar es más preocupante entre los chicos (24%) que entre las chicas (15,8%). Y está por encima de la media en Baleares (26,7%), Andalucía (24,9%), Extremadura (24,5%), Murcia (23,6%), Canarias (21,9%), la Rioja (21,5%), Comunidad Valenciana (21,4%), Castilla la Mancha (20,8%), Ceuta (29,8%) y Melilla (24,1%).

¿Por qué hay tanto abandono escolar en España? Podría decirse que porque el sistema educativo no funciona bien, no es capaz de evitar la fuga de los estudiantes con problemas. Y eso tiene mucho que ver con situaciones personales y familiares de los alumnos, su situación socio económica, el tipo de centro y los recortes que haya sufrido en estos años. Y sobre todo, tiene mucha influencia en el abandono escolar la pobreza, la penuria económica de los alumnos y sus familias. Así, un reciente informe de la OCDE (febrero 2016) revela que la pobreza casi triplica el fracaso escolar en España: la posibilidad de tener un bajo rendimiento es 2,6 veces mayor entre el alumnado que no acude a colegios favorecidos socioeconómicamente. Y demuestra que los estudiantes de familias con bajos ingresos tuvieron peores calificaciones en matemáticas, según los datos del último informe PISA. Cáritas va más allá y señala que la pobreza puede multiplicar por cinco el fracaso escolar. Y un estudio de la Fundación Adsis revela que el 61% de los adolescentes en riesgo de exclusión social (pobreza) han suspendido tres o más asignaturas, frente al 37% de los estudiantes sin problemas económicos.

El abandono escolar en España se concentra, según la OCDE, entre los chicos, los hijos de inmigrantes y de familias pobres, los adolescentes que tienen otro idioma paterno, los jóvenes que viven con sólo un progenitor (familias monoparentales), los niños que no han ido a preescolar y los que han repetido curso. Precisamente, una de las claves de la lucha contra el abandono escolar es detectarlo a tiempo, para evitar que los jóvenes abandonen. Y los expertos plantean que se debe detectar en primaria y atajar en la ESO, porque la mayoría del abandono escolar se produce entre los 12 y los 15 años, según un estudio de CCOO. Y plantean que hay dos “pistas” claras para detectar el futuro abandono escolar: el absentismo (niños que faltan a clase injustificadamente) y la repetición de curso, una lacra en España (un 35% de los estudiantes de 15 años ha repetido curso, el triple que en la OCDE).

El hecho de que España tenga el doble de abandono escolar que Europa explica en buena parte que tengamos el 46,5% de paro juvenil, el más alto de Europa junto con Grecia. Porque uno de los problemas de fondo de España es la falta de formación adecuada de muchos de nuestros jóvenes mientras otros están “demasiado formados” para lo que trabajan. Así, un 40% de los jóvenes españoles (16-34 años) tienen sólo la ESO (o ni siquiera), frente al 29% en Europa (y el 26% en la OCDE). Y sólo el 30,7% estudia Bachillerato o FP de grado medio en España, frente al 45% en Europa (el 50% en Alemania y el 44% en la OCDE). Y sin embargo, un 29,3% de los jóvenes españoles son universitarios, frente al 26% en Europa (y el 30% en la OCDE). En resumen, que tenemos más universitarios que el resto de Europa (que acaban trabajando de cajeras o teleoperadores, un 55% “sobrecualificados”) pero menos jóvenes con formación media y muchos más sin apenas formación, sobre todo porque muchos abandonan. Y son “carne de cañón” del paro y de empleos precarios.

Así que reducir más el abandono escolar, sin trampas ni atajos (como desviar a los “malos estudiantes” a la FP Básica) debería ser una de las prioridades de la próxima Legislatura, para reducir el paro juvenil. Para ello, hay que pactar un Plan urgente contra el abandono escolar (más allá del Plan del Ministerio de Educación) con tres patas. La primera, prevenir y atajar a tiempo el abandono escolar, en primaria y la ESO, con alarmas ligadas al absentismo escolar y los repetidores, así como a los colectivos más vulnerables (hijos de inmigrantes y familias con menos ingresos). La segunda, poner en marcha en cada centro un Plan de lucha contra el abandono escolar, con desdobles, clases de refuerzo, tutorías y programas específicos de formación, que requieren aportar más dinero y más medios (profesores) a los centros, sobre todo a los que tienen más porcentaje de abandono escolar (centros públicos y concertados en zonas conflictivas: alumnos problemáticos y con menos recursos van a centros con más fracaso escolar y al final se retroalimentan). Y la tercera, implantar Programas piloto de recuperación de jóvenes, con Planes de estudios “ad hoc”, facilitando las matriculas (becas y papeleo). Y, en paralelo, conseguir aumentar las plazas públicas en educación infantil (0-3 años), a precios asequibles para las familias, porque está demostrado que los niños que han ido a guardería abandonan menos sus estudios después.

El objetivo debería ser bajar el abandono escolar a la mitad, al 10% en 2020, como el resto de Europa. Se puede conseguir, aunque para eso hace falta un gran Pacto educativo que sume los esfuerzos del Estado, autonomías, centros, familias y alumnos, a los que hay que motivar, con un argumento incontestable: los jóvenes formados están en paro, pero el paro es más del doble entre los jóvenes sin formación. Así que estudiar siempre compensa. Y más cara a un futuro. En la próxima década (2013-2025) va a haber más empleo para los jóvenes que ahora, porque se van a jubilar muchas más personas (7,2 millones de jubilaciones) y habrá nuevos empleos (1,3 millones). En total, entre 8,8 y 10 millones de nuevos empleos disponibles para los jóvenes hasta 2025, según un estudio de la Fundación BBVA e Ivie. Pero el 98% de esos empleos van a ser solamente para los que estén más formados: más de la mitad (58,4%) para los que tengan educación superior (estudios universitarios o FP Superior), un 39,3% para los que tengan estudios medios (bachillerato o FP) y sólo el 2,3% para los que sólo tengan la formación básica obligatoria (ESO), según dicho estudio. Así que los que abandonen sus estudios estarán aún más condenados al paro.

En resumen, hay que frenar el abandono escolar y recuperar a buena parte de los que se han ido. Y eso requiere Planes, dinero, profesores, medios y tiempo. Y que todos nos tomemos la formación, sobre todo de los jóvenes, como el gran reto nacional, la clave para conseguir más y mejores empleos. Nos jugamos mucho con la educación: el futuro de nuestros hijos y nietos. Y por eso, el enorme abandono escolar es uno de nuestros grandes fracasos como país. Si no lo resolvemos, nos estamos cargando el futuro de los jóvenes, ya de por sí bastante preocupante. Así de claro.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Jóvenes: viven peor que sus padres (y con ellos)


La OCDE ha presentado un informe demoledor sobre la situación de los jóvenes españoles: tardan el doble que los alemanes en encontrar trabajo (no de lo que han estudiado), no consiguen un contrato fijo antes de 6 años, el 71% tiene contratos temporales, trabajaban por horas (sin quererlo) más que nadie en Europa y ganan 890 euros, un 35% menos que en 2008 (dos de cada tres jóvenes no ingresan nada). En resumen: los jóvenes españoles viven peor que sus padres y un 78% se ven forzados a vivir con ellos, frente al 21% en Francia o el 16% en Alemania. ¿Qué se puede hacer? La OCDE da la receta: mejorar su formación, desde el colegio a la Universidad, volcándose en la lectura, las matemáticas y la tecnología. Y ofrecer más cursos para los parados jóvenes, reformando las oficinas de empleo. Urge tomar medidas, porque la mitad de los jóvenes están parados y la otra mitad subempleados. Así no hay futuro.
 

enrique ortega


Los jóvenes españoles ya empiezan con problemas cuando acaban sus estudios: necesitan 2 años para encontrar trabajo, el doble que los alemanes, según el informe sobre España presentado por la OCDE a finales de septiembre. Y tardan 6 años en encontrar un trabajo fijo, frente a 2 años los alemanes o daneses. Un trabajo que en la mayoría de los casos (71%) no tiene que ver con su perfil: el 55% están “sobrecualificados” para el empleo que tienen. O sea, han hecho una carrera para acabar de tele operadores o cajeras de supermercado. Y encima, a la mayoría, las empresas no les tutelan ni forman, según la OCDE. Y después de todo, dos de cada tres jóvenes becarios acaban sus prácticas sin quedarse en la empresa.

Cuando finalmente trabajan, su empleo es muy precario: 3 de cada 4 jóvenes españoles (71%) tienen un contrato temporal (el triple que los jóvenes europeos), según la OCDE (tras la EPA de septiembre, son ya el 73,1%). Y casi la mitad (42,9%) tienen un contrato a tiempo parcial, por horas o días, el triple que el conjunto de trabajadores (15,3%). Y no trabajan por horas porque lo busquen, sino porque no encuentran trabajos a jornada completa: el 22% trabaja por horas de forma involuntaria, más que en ningún otro país de la OCDE (sólo trabajan por horas de forma involuntaria el 4% de jóvenes y en Europa el 8%). Con esta precariedad, los jóvenes españoles son muy vulnerables si la empresa va mal o si caen las ventas.

Actualmente, los jóvenes se benefician poco de los nuevos empleos: sólo 26.100 de los 544.700 empleos creados en el último año han ido a jóvenes de 16 a 29 años (EPA). Y si tomamos toda la Legislatura, hay 2.895.100 jóvenes (16-29 años) trabajando, 431.000 jóvenes menos con empleo que cuando Rajoy llegó a la Moncloa. Eso sí, el paro juvenil ha bajado: hay 1.378.000 parados jóvenes (16-29 años), 237.400 menos que en diciembre de 2011. Esta aparente contradicción se debe a que muchos jóvenes han tirado la toalla y ya no son "activos", son desanimados” que han dejado de buscar trabajo: o no buscan ya trabajo o estudian o se han ido al extranjero: en esta Legislatura, 525.328 jóvenes (18-35 años) han abandonado España y se estima que al menos la mitad lo han hecho para buscar trabajo en el extranjero.

El paro juvenil ha bajado, pero está a un nivel escandaloso: el 46,6% de los menores de 25 años está sin trabajo, el doble que en Europa (25%) y seis veces más que en Alemania (7,5%). Lo grave no es que casi la mitad de los jóvenes españoles esté sin trabajo, sino tres datos más poco conocidos. Uno, que dos tercios de estos parados jóvenes no cobran desempleo. Dos, que casi la mitad (47,2%) llevan más de un año sin trabajar y casi un tercio (29%) más de dos años, según la EPA. Y cuanto más llevan sin empleo, más difícil les resulta encontrarlo. Y tres, que muchos parados jóvenes  tienen poca formación: el 48% de los parados menores de 30 años tienen sólo la ESO obligatoria o menos, según la EPA. Y así, les resulta muy difícil colocarse, cuando ahora hay una vacante por cada 102 parados. Y menos si el 80% de los jóvenes parados carece de experiencia, porque buscan su primer empleo.

Hablemos de lo que ganan los jóvenes. Dos tercios (64,5%) no ingresan nada, porque no tiene trabajo remunerado o porque son parados sin subsidio, según el Observatorio de la Juventud (2014).Y los que trabajan, como tienen contratos precarios, están muy mal pagados y, con la crisis, han perdido un tercio de su sueldo, según la OCDE: si en 2008 ganaban 1.210 euros al mes de media, en 2013 ganaban 890 euros. Otro estudio de Fedea cifra el sueldo de los jóvenes españoles entre 600 y 1.100 euros al mes. Y un estudio del Observatorio de la Juventud (2014) lo sitúa en 990 euros, mientras el INE acaba de decir que los menores de 25 años ganan de media 1.030,6 euros (ojo,brutos: netos serían  850 euros). Eso los que tienen sueldo, porque muchas veces trabajan como becarios y no cobran nada: sólo el 42% de los jóvenes becarios recibe alguna compensación económica (y al 71% de ellos no les da para vivir). Incluso el 52% de los becarios mayores de 30 años no percibe un salario, según InfoJobs.

Con estos bajos salarios, muchos de los jóvenes que “tienen la suerte de trabajarson “pobres” (ganan un 60% de la renta media española): el 33% de los jóvenes españoles (y el 53,6% entre los jóvenes parados). Pobres o no, la mayoría tiene una “economía de subsistencia”, con graves problemas para llegar a fin de mes. Y por eso, la mayoría no pueden pagar un alquiler (605 euros de media), menos después de que el Gobierno Rajoy haya recortado las ayudas para el alquiler de los jóvenes: sólo la reciben un 16,2% de los jóvenes en España (Renta básica de emancipación), frente al 54,2% de los jóvenes franceses o el 36% de los holandeses, según el estudio de la OCDE. Y ni sueñan con comprar un piso: les supondría pagar entre 788 y 900 euros al mes por una hipoteca y eso si se la dan: la mayoría de los bancos exigen un contrato estable y unos ingresos mínimos (2.000 euros, el triple del pago) para concederla.

Así que sólo les queda una salida: vivir con sus padres. Actualmente, el 78,5% de los jóvenes españoles (hay 6.663.801 jóvenes de 16 a 30 años) viven con sus padres, más hombres (82,6%) que mujeres (74,4%), según los últimos datos del Consejo de la Juventud (2014). El informe de la OCDE habla de que un 70% de los jóvenes españoles (22-29 años) con contratos fijos siguen viviendo con sus padres, frente a un 16% en Francia, un 21% en Alemania y un 30% en Reino Unido. Y que sólo un 10% de los jóvenes españoles (22-29 años) viven en alquiler, frente al 58% de los jóvenes en Alemania, el 47% en Francia, el 42% en Holanda y el 33% en Reino Unido. Datos de los que no presume Rajoy…

En resumen, que los jóvenes españoles, tras la crisis, viven peor que sus padres (y con ellos). Y la mayoría cree que va a seguir siendo así: sólo el 29% de los jóvenes españoles cree que vivirá mejor que sus padres en el futuro (y el 43% de los alemanes), según un estudio europeo de YouGov. Un pesimismo que se traduce en su actitud ante la política, la sociedad  y su propio futuro: 1 de cada 6 jóvenes (16-24 años) son “ni-ni”, ni estudia ni trabaja, 608.100 jóvenes “ni-nis” a mediados de 2015, según Afi y Asempleo. Y la quinta parte de ellos (un 21%) son “ni-ni-nis”: ni estudian, ni trabajan ni buscan trabajo. Son 128.000 jóvenes menores de 25 años que están en casa “a verlas venir”, sin perspectivas. Excluidos. Y si ampliamos la edad, hay 1.549.000 jóvenes españoles menores de 30 años que son “ni-nis” (según la última EPA), casi uno de cada cuatro jóvenes (23,24%), el mayor porcentaje de “ni-nis” de Europa (13%) y el 2º mayor de la OCDE, tras Turquía (29%). Una estadística escalofriante, que no cita Rajoy.

¿Qué se puede hacer? Algunos repiten “soluciones mágicas” frente al paro juvenil, “atajos interesados”. Como la receta del FMI, que propuso en 2014 a Europa bajar el salario mínimo (que en España es de 648,60 euros, una miseria) para incentivar que las empresas contraten a los jóvenes. Y la patronal CEOE ya ha pedido varias veces al Gobierno aprobar un contrato de formación para menores (… ¡de 35 años¡) que tenga un salario inferior al mínimo (los famosos “mini-jobs” de 400 euros que tanto se dan en Alemania). En definitiva, ofrecerles contratos basura para aprovecharse de que la mitad están en paro.

La receta básica de la OCDE, en su largo informe sobre España, es más y mejor formación, mejorar la enseñanza de los jóvenes españoles, desde la secundaria a la Universidad. Y eso porque nuestros jóvenes están mal formados, no sólo en las asignaturas habituales de la enseñanza obligatoria (la cuarta parte deja la ESO antes de acabarla, un tercio repite curso y casi la cuarta parte de los alumnos acaba sus estudios 2 años más tarde que el resto) sino que además, están a la cola de Europa (informe PISA) en “habilidades” que son claves para encontrar un trabajo y ser más productivos en las empresas : competencia matemática (estamos por detrás de 21 de los 24 países analizados), comprensión lectora (“dificultades para manejar una información sencilla y razonar”) y ciencia (tecnología e informática). Y lo mismo pasa entre los universitarios: el 40% de los jóvenes (25-34 años) acaba una carrera, pero carece de habilidades y de la formación que necesitan las empresas. Por eso (y por nuestro modelo económico) tenemos el doble de jóvenes en paro que Europa.

La OCDE propone que España se vuelque más en mejorar la educación, con más medios y más profesores y una enseñanza más volcada en lo que demandan las empresas, sobre todo en la Universidad. Y pide un esfuerzo especial en la Formación profesional (FP), donde el atraso de España es más patente: sólo uno de cada tres alumnos que acaban la ESO van a FP, frente al 45% en la UE-28 o en Alemania. Y en la Universidad, insisten en fomentar las carreras técnicas y en informar mejor a los alumnos de los estudios que demanda el mercado : actualmente, las empresas contratan universitarios que estudiaron Administración de Empresas(ADE), Economía y Derecho (40,2% contrataciones), Ciencias e Ingenierías (27,6%), Informática y las TIC (17,7%) frente a sólo un 4,8% de contratos a los que estudiaron Humanidades y Ciencias Sociales, según el ranking de la Fundación Universidad-Empresa.

Y en paralelo, la OCDE propone reforzar la formación de todos los trabajadores y de los parados. Y eso, porque España tiene un problema serio, una mano de obra con poca formación: casi la mitad de los españoles (45%) adultos (25-64 años) tiene un nivel de educación bajo (sólo con la ESO acabada o menos), frente a un 21% de adultos poco formados en Europa y un 24% en la OCDE, según el estudio “Panorama de la Educación 2014”. En medio, tenemos la mitad de adultos medio formados (con Bachillerato y FP básica: un 22%, frente al 48% en Europa y el 44% en la OCDE. Y sin embargo, estamos a la cabeza en universitarios: 32% en España frente a 29% en Europa y 33% en la OCDE. Y eso en cuanto a “títulos”. Pero si tenemos en cuanta las “habilidades”, la situación es peor: hay 10 millones de españoles adultos (1 de cada 3) con bajas competencias en lectura y/o matemáticas, según el informe de la OCDE presentado en septiembre.

La otra prioridad, según la OCDE, es formar a los parados, con cursos más eficaces y atractivos (hoy, sólo el 4% de los parados españoles hacen cursos, según la Fundación Tripartita). Ello exige más recursos y una mayor implicación de las empresas. Además, la OCDE reitera que España gaste más en políticas activas de empleo, donde el Gobierno Rajoy ha recortado un tercio el Presupuesto (de los 7.714 millones de 2011 a 4.746 en 2015. Y recuerda que gastamos menos en políticas activas de empleo que los países nórdicos, Alemania y el centro de Europa, que tienen una tercera parte de paro. La OCDE insiste también en otra vieja petición a España: que reforme a fondo las oficinas públicas de empleo (SEPE), que sólo encuentran trabajo a un 2% de parados. Pide más funcionarios (dan el dato que en España hay 1 funcionario por cada 269 parados, en Alemania 1x47 parados y en Reino Unido 1x22), más recursos y que las oficinas de empleo se vuelquen con los jóvenes parados, yendo en su busca y ayudándoles a emplearse (como hace Finlandia).

Urge un Plan de empleo juvenil, dentro de un Plan global por el empleo. Y más tras el fracaso del publicitado Plan europeo de empleo juvenil, el Sistema de Garantía Juvenil, aprobado por Europa en 2013, con 6.500 millones  (1.887 para España), con el objetivo de ofrecer un trabajo, un curso o unas prácticas a todos los jóvenes europeos menores de 25 años. En España no se puso en marcha hasta julio de 2014, pero de momento sólo hay 85.000 jóvenes inscritos de 800.000 jóvenes potencialmente beneficiarios. Hay que volcarse en este Plan, con medios y recursos, y complementarlo con formación y políticas de colocación, con más incentivos. Y a medio y largo plazo, urge un Pacto educativo que prepare mejor a los jóvenes para trabajar, forzando que las empresas les hagan contratos dignos y estables.

No podemos permitir que nuestros hijos vivan peor que nosotros, forzados a vivir a costa nuestra. Es un gran fracaso, nuestro más que suyo, como generación y como país. Tenemos que presionar para que hagan algo ya. 

jueves, 27 de junio de 2013

Crédito: ni hay (caro) ni se pide


El grifo del crédito lleva cerrado tres años, pero ahora Rajoy ha descubierto el problema y le achaca todos los males de España. Y echa la culpa a los bancos y al BCE. Pero no dice la verdad: no hay crédito porque han hecho una reforma financiera que obliga a Cajas y bancos a capitalizarse más (con dinero público) y prestar menos. Las empresas tampoco piden crédito, porque no hay ventas, no hay actividad, por culpa de su política de austeridad. Y el poco crédito que piden, para el día a día, es el doble de caro en España que en el norte de Europa. Y eso, porque Merkel, Bruselas y el BCE no quieren aprobar los eurobonos, para compartir la deuda europea, y los inversores prestan más caro al sur. Abrir el grifo del crédito pasa por cambiar de política, en Europa y en España. Algo que tampoco hará la Cumbre europea de esta semana.
enrique ortega

La caída del crédito con la crisis es la mayor en España en los últimos 50 años. Desde mediados de 2009 hasta finales de 2012, la concesión de créditos cayó un 9,2%: se dejaron de prestar 172.000 millones de euros. Y este año, hasta abril, la caída del crédito se ha agravado: -15%, según el Banco de España. Un 57% de las pymes dicen que los bancos españoles están reduciendo su financiación (frente a un 37% de pymes europeas), según el BCE. Y la patronal CEPYME denuncia que los bancos saneados sólo atienden un 30% de las solicitudes de crédito de las pymes y un 20% las Cajas nacionalizadas (con dinero público).

Menos crédito y encima más caro. Según una encuesta del BCE, tres de cada cuatro pymes españolas dicen que los tipos de interés de sus préstamos han aumentado en el primer trimestre, la mitad que el banco les ha exigido más garantías y una de cada tres que el banco les ha reducido el crédito para circulante (día a día). Además de pagar más, las pymes españolas están pagando el doble por los créditos que las del norte de Europa, según el BCE: pagan un 5,36% por los créditos de menos de un millón de euros (a 5 años), un 84% más que las pymes alemanas (4%) y un 35% más que la media de pymes de la zona euro. Y a su vez, las pymes españolas pagan por sus pequeños créditos el doble que las grandes empresas españolas, que están pagando un 2,62% para créditos de más de un millón de euros, también un 46% más de lo que pagan por financiarse las grandes empresas alemanas.

Menos crédito y más caro lleva en muchos casos a que no se pide. De hecho, en el primer trimestre de 2013, el crédito oficial (ICO) sólo ha prestado un 6% de los 22.000 millones que tiene para todo el año, con la mitad de peticiones que en 2012. Y según una encuesta de ATA, 7 de cada 10 autónomos no ha pedido un crédito en 2013 y sólo el 33,9% ha pedido un préstamo al ICO en los últimos 5 años. No se piden créditos y los que se piden no se dan: sólo a 2 de cada 10 autónomos les dieron lo que pidieron. Por eso, la banca está dedicando su liquidez (la que le da el BCE a bajo precio) a comprar deuda pública (más rentable).Y el ICO ha dedicado los 20.000 millones que le prestó el BCE a financiar al Estado y las autonomías.

Rajoy acaba de culpar a los bancos  de no dar créditos. No dice es que mucha culpa la tiene su reforma financiera, que ha secado más el crédito, como ya advertimos. Y eso, porque a las Cajas nacionalizadas (un tercio del sistema financiero) se les ha obligado a reducir riesgos y créditos. Y al resto de bancos, se les han impuesto unas exigencias de capital que les drenan recursos y les dificulta prestar (a más créditos, más capital), como reconoce el presidente de La Caixa . Unos y otros están digiriendo fusiones, despidos y cierres de oficinas, con lo que su prioridad no es prestar. Además, el paro y la recesión están aumentando la morosidad (ya en el 11%) y miran con lupa cualquier solicitud, exigiendo más garantías. Y los bancos españoles todavía tienen problemas para financiarse, más caro que los de Europa del norte. Y así suben los créditos.

Con todo, el mayor problema del crédito es que apenas se pide (se devuelve), porque no hay actividad, no hay ventas, no se invierte: el país está en recesión. El negocio de los bancos es prestar y si no lo hacen es porque no ven peticiones solventes y tienen miedo del riesgo, sobre todo si no se ve un final a la crisis. Precisamente, los bancos están preocupados por los créditos que han refinanciado, por ver si los recuperan o tendrán que hacer más provisiones, como se temen muchos expertos. No sería de extrañar que el Banco de España y el BCE obligaran en septiembre a un segundo ajuste bancario, por unos 10.000 millones más. Y con esa perspectiva, bancos y Cajas no piensan en abrir la mano del crédito. Ni siquiera para renovar las pólizas de circulante, para financiar el día a día, un crédito del que depende la subsistencia de millones de empresas, sobre todo de las pymes (mantienen el 74,5% del empleo).

Es urgente clarificar definitivamente  el saneamiento de bancos y Cajas y poner en marcha un Plan de choque para financiar el circulante y los proyectos más urgentes de las pymes, a tipos asumibles, con ayuda del ICO y las Cajas nacionalizadas, junto a un paquete de avales y garantías públicas. Pero no es suficiente. Para resolver el problema del crédito hay que cambiar de política, en España y en Europa. La clave es reanimar la economía europea (año y medio en recesión) y española, suavizando los recortes y animando la actividad con mayores salarios y consumo (sobre todo en la Europa del norte) y con bajadas de impuestos a la mayoría (y subidas a grandes empresas y a los 145.000 más ricos), mantenimiento de salarios y más inversiones públicas (para formación, educación, tecnología, industria y exportaciones) en España y la Europa del sur.

En paralelo, Europa tiene que hacer una profunda reforma de su política monetaria, exigiendo al BCE que ponga su prioridad en reducir el paro y la recesión, como hacen la Reserva Federal USA, Japón, China o Brasil, que se han dedicado a comprar bonos y deuda para dar liquidez suficiente y facilitar el crédito. Pero, sobre todo, hay que avanzar hacia los eurobonos, hay que mutualizar y compartir la deuda, porque si no, nos encontramos con que los países y las empresas del sur pagamos el doble por financiarnos.

Más liquidez y más crédito para todos los europeos por igual. Y sobre todo, reanimar la economía para que las empresas y particulares pidan crédito, inviertan y consuman, porque si no, no se crea empleo. No parece que Merkel y los fundamentalistas de Bruselas estén por cambiar su política, más allá de medidas escaparate, como el Plan de empleo juvenil, que es un parche: 6.000 millones en 7 años para afrontar el drama de 5,63 millones de parados europeos menores de 25 años (1 millón en España).Son 142 euros por parado joven al año. ¿Y los 21 millones de parados restantes, 5,2 millones en España? Se habla de movilizar 16.000 millones de inversiones del Fondo de Cohesión y hasta 60.000 millones (9.000 al año) de créditos para pymes del Banco Europeo de Inversiones (BEI). Está bien, menos es nada, pero esto no es el Plan Marshall que necesita Europa para salir de la recesión.   

No se puede esperar mucho más de la Cumbre de esta semana, porque la Europa del norte no quiere gastar en estimular la economía europea cuando Merkel y Alemania están a las puertas de unas elecciones (en septiembre). Pero así, Europa retrasa su salida de la crisis, en perjuicio de los países del sur, donde la mayoría sufre con dureza los ajustes, sin ver una salida. Y por eso, las empresas, apenas piden créditos. Están, como la economía: sin pulso.