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jueves, 22 de noviembre de 2018

Europa se desinfla


Alemania, la locomotora de Europa, decreció en el tercer trimestre. Italia no creció nada, Holanda y Portugal crecieron menos y los demás paises, como España, crecieron igual. La Europa del euro está estancada: crece sólo el 0,2%, la quinta parte que EEUU y el menor crecimiento desde 2014. La Comisión Europea,el FMI y la OCDE acaban de rebajar las previsiones de crecimiento para  2018 y 2019. El proteccionismo comercial, Italia, el Brexit, la subida de tipos y del petróleo más la crisis de algunos paises emergentes hacen temer nuevas problemas en la zona euro, como en 2010, mientras no se descarta otra crisis mundial cercana. Pero Europa sigue sin completar una unión bancaria y fiscal que le permitan afrontar otra crisis. Urge ir hacía “más Europa”, algo difícil con el resurgir nacionalista y el parón que supondrán las elecciones europeas de 2019. En  España, donde crecen menos el consumo y las exportaciones, urge reanimar la economía, con o sin nuevo Presupuesto para 2019. Pero unas elecciones próximas también pueden frenar las medidas para evitar otra crisis.



Tras cinco años de recuperación, Europa frena su crecimiento y sobre todo la zona euro. Si 2014 fue el primer año de crecimiento en la Europa del euro (+1,4%) tras la crisis (-0,4% de caída entre 2009 y 2013), la economía de los 19 países creció más en 2015 (+2,1%), 2016 (+1,9%) y sobre todo en 2017 (+2,4%), el año con el crecimiento más alto desde 2007. Pero en 2018 han cambiado las tornas y la Europa del euro se desinfla: en los dos primeros trimestres creció un 0,4%, casi la mitad que a finales de 2017 (+0,7%), y  en el tercero volvió a frenarse la actividad, creciendo sólo el 0,2%, el menor aumento en la zona euro desde 2014, según los datos de Eurostat.

Europa se desinfla porque “ha pinchado” Alemania, la locomotora de la economía europea (supone el 29,21% del PIB de la zona euro): este verano, su economía “decreció” un 0,2%, (tras crecer +0,5% y +0,4% los dos trimestres anteriores), una caída que no se veía desde 2015 y que está motivada por los problemas en su industria automovilística (las ventas cayeron un 30% en septiembre, por la nueva normativa de emisiones y la caída del diesel), la bajada del consumo y el frenazo en las exportaciones, por la guerra comercial con EEUU. Otro país clave, Italia (15,37% del PIB de la zona euro) no creció nada (+0,02%) en el tercer trimestre, lo que no pasaba en los últimos 4 años, debido también a la debilidad de las exportaciones y la demanda, ante la incertidumbre por el enfrentamiento del Gobierno con la Comisión Europea. Holanda (7% del PIB de la zona euro) crece menos de la mitad (+0,2% frente a +0,7% y +0,5% los trimestres anteriores) y lo mismo Portugal (+0,3% frente a +0,6 y +0,4%), con lo que más de la mitad de la economía del euro (53,2% del PIB entre estos 4 paises) se desinfla. Y los demás se estancan, salvo Francia (crece al +0,4% frente a +0,2 los dos trimestres anteriores): Bélgica (+0,4% frente a +0,3% los dos anteriores), Austria (+0,4% frente a +0,3% y +0,9%), Finlandia (0,3% frente a +0,3% y +1%) y España (+0,6% frente a +0,6% los dos trimestres anteriores). Sólo Irlanda, Chipre y 4 paises del Este que están en el euro (Estonia, Letonia, Eslovenia y Eslovaquia) crecen algo más, mientras otro, Lituania decrece (-0,4% en el tercer trimestre), según Eurostat.

Con este panorama, no es extraño que también se haya desinflado el euro, que cotizaba la semana pasada al mínimo del año frente al dólar, como reflejo de esta debilidad económica europea: 1,14 euros por dólar hoy, un 8,8% de caída frente al máximo del 1 de febrero (1,2503 euros/dólar). La depreciación del euro es teóricamente buena para ayudar a las exportaciones y el turismo europeos (los productos y viajes son un 9,5% más baratos), pero ni aún así remontan las exportaciones (por el proteccionismo y la debilidad del comercio mundial) ni el turismo (por la competencia de Turquía, Egipto y Túnez más la saturación de muchos destinos en España). Pero la caída del euro refleja algo preocupante: los capitales apuestan más por el dólar y EEUU que por Europa, al calor de su mayor crecimiento (USA creció +0,9% en el tercer trimestre frente al 0,2% la zona euro) y sus tipos más altos (2-2,25% frente al 0%). Y si los inversores se ponen nerviosos con Italia y el Brexit, se irán más de Europa.

Al final, la Comisión Europea acaba de reconocer que Europa desacelera su crecimiento y en sus previsiones de otoño (8 noviembre) ha recortado un 0,2% el crecimiento previsto para la zona euro en 2018 (del 2,3 previsto en julio al 2,1%  ahora) y 2019 (del 2% al 1,9% que esperan crecer ahora). Y lo mismo para toda Europa (UE-28), que esperan crezca lo mismo que la zona euro (2,1% este año y 1,9% en 2019). Con ello, el gobierno comunitario certifica que la Europa del euro crecerá este año un 0,3% menos que en 2017, debido sobre todo a que crecerán menos los grandes paises: Alemania y Francia (los dos, 1,7% frente a 2,2% en 2017), Italia (1,1% frente a 1,6%) y España (2,6% en 2018 frente al 3,1% en 2017), además de Reino Unido (el 1,1% frente al 1,7% en 2017). Toda la Europa del euro crecerá menos este año 2018 que el pasado, salvo Grecia (2% frente al 1,5% de 2017), Irlanda (7,8 frente al 7,2%), Luxemburgo (3,1% frente al 1,5%), Austria (2,7% frente al 2,6%), Eslovaquia (4% frente al 3,2%) y Finlandia (2,9% frente al 2,8%), según las previsiones de la Comisión Europea. Y la mayoría de paises volverán a crecer menos en 2019 (2,2% España).

Para la Comisión Europea, el menor crecimiento europeo se debe a que las exportaciones han perdido fuelle (por el proteccionismo y la debilidad del comercio mundial) y a la desaceleración del consumo, por la subida del petróleo y la inflación, mientras crecen poco los salarios. Para Bruselas, los riesgos que afronta Europa son las tensiones proteccionistas , la incertidumbre financiera internacional (crisis de Argentina y Turquía), el futuro de los precios del petróleo (que ha caído un 25% el último mes y medio, hasta los 62,80 dólares/barril de hoy, tras subir un 29% desde enero, cuando empezó el año costando 66,50 dólares), la amenaza de una mayor subida de los tipos y el dólar (si la rebaja de impuestos de Trump recalienta la economía USA y dispara la inflación y el déficit, podrían subir más los tipos de interés en EEUU y el dólar) , que podrían crear nuevas tensiones financieras en el mundo. Y por supuesto, el efecto negativo del Brexit y la complicada situación en Italia, cuyo coste de la deuda se dispara y podría acarrear otra crisis del euro, como en 2010.

La economía no sólo se desinfla en Europa sino que hay una desaceleración de toda la economía mundial, como reflejó el FMI en su Cumbre de Bali, a principios de noviembre. Allí redujo dos décimas el crecimiento de la economía mundial que había previsto en julio: del 3,9% al 3,7% en 2018 y 2019 (el mismo crecimiento que en 2017). Pero ese recorte no afecta a EEUU, China, Japón, Rusia o India (que van a crecer lo mismo) sino a dos zonas que crecerán menos de lo esperado: la zona euro (crecerá un 0,2% menos, el 2% en 2018, menos del 2,1% que espera la Comisión Europea) y Latinoamérica (crecerá un 0,4% menos, el 1,2% en 2018, por el pinchazo de Argentina, Brasil y México). La OCDE también acaba de rebajar dos décimas el crecimiento mundial (3,7% este año y 3,5% para 2019) y el de la zona euro, al 1,9% en 2018 (un 0,2% menos que la Comisión),  y el 1,8% para 2019, rebajando también dos décimas el crecimiento estimado para España: 2,6% este año y 2,2% en 2019.


Para el FMI, los grandes problemas del mundo son las guerras comerciales, la elevada deuda pública y privada (182 billones de dólares en total, el 60% más que en 2007), la subida del petróleo, las tensiones en los paises emergentes (acuciada por la subida de los tipos y el dólar) y los riesgos políticos derivados del Brexit, Italia y el auge de populismos y nacionalismos. Y la directora del FMI, Christine Lagarde, ha pedido a los paises que hagan reformas y se preparen, por si viene otra crisis: “El problema es que muchos paises no han aprovechado los días de sol para arreglar el tejado y si vuelven las lluvias pueden inundarse”.

Europa “tampoco ha arreglado su tejado” y si Italia, el Brexit o el bajo crecimiento desatan otra crisis financiera, la zona euro no tiene dispuestos los mecanismos que necesita para afrontarla. Falta culminar de verdad la unión bancaria y un eficaz mecanismo de rescate de bancos y depositantes. Falta un Tesoro europeo que asegure la financiación necesaria en caso de crisis (como el Tesoro USA) y garantice la deuda de los paises más vulnerables, con eurobonos. Falta una unión fiscal que asegure recursos para un verdadero Presupuesto europeo, la mejor palanca para reanimar la economía en un momento de desaceleración. En definitiva, falta avanzar en “más Europa”, la mejor arma contra cualquier crisis. El problema es que si vuelven los nervios a los mercados, si la zona euro vuelve a entrar en crisis, Europa no cuenta con muchas más armas que en 2010 y quizás esté más dividida, por el auge de los nacionalismos y populismos y el menor liderazgo de Alemania. Y pueden volver las tensiones, sobre todo a los paises más vulnerables por su alta deuda, como España, Italia y Grecia.

De momento, esta desaceleración europea ya afecta a España, que ha reducido su crecimiento: +0,6% en los tres últimos trimestres, según el INE, el más bajo desde la primavera de 2014, (que fue del 0,4%), aunque sea el país europeo de los grandes que más crece. Y eso por causas. Una, porque han “pinchado” las exportaciones, que de ser uno de los motores de la recuperación son ahora un freno (restaron -0,5% al crecimiento anual del tercer trimestre, que fue del 2,5%), porque nuestros paises clientes europeos ahora crecen y compran menos y por las tensiones proteccionistas en el comercio mundial. Y también se está “enfriando” el consumo, porque los precios suben (de 2014 a 2016, la inflación fue negativa) y se están comiendo las subidas de salarios y pensiones. Ya lo están notando los grandes almacenes, las ventas de coches y podría confirmarse la tendencia en las ventas de este Black Friday y esta Navidad, donde un informe de Deloitte prevé ya que el gasto bajará un 5%.

Si las empresas venden menos fuera y dentro y Europa se desinfla, mientras en el mundo crecen los temores de otra crisis, los próximos meses pueden ser complicados, con menos crecimiento y menos empleo. Por eso, urge tomar medidas, para evitar caer en otra crisis, en Europa y en España. Pero no parece fácil. Los gobernantes europeos están divididos, tras el auge de los nacionalismos y populismos, la contestación de Italia y varios paises del Este, la pérdida de Reino Unido (Brexit en marzo de 2019) y la falta de un liderazgo político claro, con el “bluff” de Macron y la marcha de Merkel en 2021, que genera más incertidumbre en Europa. Y además, la Comisión Europea, el gobierno comunitario, está “de retirada”, porque hay elecciones europeas el 26 de mayo. Si tienen que atajar antes una nueva crisis del euro, será más difícil que tomen ahora medidas de fondo que no han tomado en 5 años.

En España, la situación no es mejor. También podría haber elecciones a principios de 2019, con lo que será más difícil que los partidos, permanentemente enfrentados, pacten medidas en caso de que la economía empeore. Y habría que pensar ya en medidas para reanimar la economía: algo más de inversión y gasto público necesarios (para lo que urge recaudar más: se puede porque ingresamos 81.500 millones menos en impuestos que la media europea, según Eurostat), formas de reanimar el consumo (mejorando salarios y luchando por bajar la inflación en sectores monopolísticos, como energía, petroleras o telecos, y en la alimentación) y con un plan de choque para fomentar la exportación. Y sin dejar de mejorar la formación, la tecnología, el tamaño de las empresas, la digitalización, las claves para modernizar la economía, ser más competitivos y crecer más a medio plazo.

No sabemos si vendrá otra crisis, pero sí sabemos que los ciclos económicos terminan y todo apunta a que ahora, el crecimiento va a menos. Y además, Europa tiene un problema de fondo sin resolver: tener una moneda única pero 28 paises con políticas diferentes, un “pecado original” del euro que genera muchos problemas cuando hay turbulencias financieras. No sabemos si volverán las tensiones a la zona euro, pero si no es ahora será después, a no ser que se avance en una Europa más unida, con mecanismos eficaces para afrontar una crisis, que antes o después llegará. Lo mejor sería arreglar el tejado mientras hace sol. Es peor hacerlo cuando diluvie. Y eso vale también para España, porque seguimos con una economía muy vulnerable : tenemos 5 de los 14 indicadores económicos claves en situación de alerta , según acaba de decir Eurostat. Sólo Chipre está peor en Europa. Así que hay mucho tejado por arreglar..

domingo, 21 de octubre de 2012

Cumbre inútil, rescate virtual y recesión real


Cumbre europea nº 26 en dos años y medio de grave crisis. Inútil como la mayoría de las anteriores: los temas urgentes (Grecia, España, la recesión) no se han tocado formalmente. Retrasan la unión bancaria, en perjuicio de España, y marean la perdiz hablando demás Europa”, con su receta mágica: más disciplina fiscal (un supercomisario que podría vetar los Presupuestos de los países) y más reformas (ajustes). Los líderes europeos se han ido sin afrontar el problema que les planteó el FMI: o reaniman sus economías o provocarán una crisis mundial. Hay que suavizar los recortes. Si no, se agravará la recesión, los países no podrán rebajar su déficit y los mercados se pondrán  nerviosos por temor a no cobrar. Es el problema de fondo, al margen de que España pida o no el rescate (aunque sea virtual). Hay que hacer otra política: frenar la austeridad, reanimar la economía y crecer. Por este camino no hay salida.

Han sido diez horas de Cumbre y cuatro páginas de conclusiones para poco: avanzar un paso en la unión bancaria acordada en la Cumbre de julio (como pedían Francia, España e Italia), pero dejando el rescate directo a los bancos por el BCE para 2014 (pasadas las elecciones alemanas de septiembre 2013).Tampoco se concretan fechas para crear un Fondo de garantías y un Fondo de liquidación de bancos europeos, claves para asegurar sus ahorros a los clientes del continente. Con ello, la unión bancaria llegará  tarde para España y tendremos que financiar solos el saneamiento de nuestros bancos en 2012 y 2013: 40.000 millones que engrosarán la deuda y que supondrán pagar 2.000 millones anuales de intereses (darían para pagar un mes el desempleo). Y habrá que cargar con 90.000 millones de activos tóxicos en el banco malo, una factura que tampoco pagará Europa.

En paralelo, los líderes europeos han vuelto a marear la perdiz hablando del futuro y de “más Europa”, siguiendo con su receta: más disciplina fiscal y más reformas (recortes).Han quedado en debatir, para la Cumbre de diciembre, la creación de un Presupuesto de la zona euro (que podría ser tan insuficiente como el Presupuesto europeo: un 1% del PIB de los 27, cuando en EEEU el Presupuesto federal es del 20%) y un contrato de reformas que firmarían los países. Y de matute, Alemania lanza la idea de crear un supercomisario europeo con derecho a vetar los Presupuestos de los países que no cumplan. Más ricino.

Sin embargo, la Cumbre no ha abordado oficialmente los tres grandes problemas de Europa: Grecia, España y la recesión. Grecia, el origen de la crisis del euro en 2010, espera un nuevo tramo de ayudas (31.000 millones) a cambio de nuevos ajustes (-11.000 millones), que han provocado la quinta huelga general de este año. El país no aguanta más, su economía cae un 6% (por quinto año), debe el 160% de su PIB y la tensión social es insostenible. Como en Portugal. España, tras dos años y medio de duros ajustes, profundiza su recesión y agrava el paro, mientras el FMI augura otra caída del PIB en 2013 (-1,3%) y que por eso no podrá cumplir con los recortes del déficit prometidos ni en 2012 ni en 2013. Eso es lo que preocupa a los mercados (Standard & Poors nos ha bajado el rating por temor a que la recesión deteriore tanto las cuentas públicas que los inversores no cobren) y lo que les lleva  a presionar al Gobierno (Moodys) para que pida el rescate .

Y luego está el tema de fondo, la recesión en Europa. El FMI estima una caída del -0,4% en la zona euro para 2012, con 10 países europeos en recesión (España, Italia, Grecia, Portugal, Reino Unido, Holanda, Eslovenia, Chipre, República Checa y Hungría), otros 4 países estancados (Francia, Holanda, Luxemburgo y Finlandia) y Alemania (y Austria) creciendo sólo el 0,9%, mientras prevé un crecimiento del 2,2% en EEUU y un 5,3% en los países emergentes. Pero si Europa no resuelve su crisis, advierte el Fondo, toda la economía mundial puede caer en recesión. Por ello ha pedido a los líderes europeos que tomen medidas y suavicen los recortes en la Europa del sur (Grecia, España, Portugal), dándoles más años para recortar el déficit. Menos austeridad.

Merkel y los fundamentalistas de Bruselas han hecho oídos sordos al Fondo, paladín de ajustes en el mundo (desde Asia a Latinoamérica) y nada sospechoso de izquierdismo. Siguen con el fetichismo del déficit, con su austeridad y sus recortes, como los médicos de la Edad Media con sus sangrías (hasta que mataban al enfermo). Perseveran en la ceguera de su ideología conservadora (menos déficit, menos Estado, más mercados que trajeron la crisis y ni invierten ni dan trabajo), la que llevan aplicando dos años y medio y  nos ha llevado a la recesión, al paro, a la pobreza y a la desigualdad. Y a la desconfianza de los ciudadanos con sus políticos (CIS) y con Europa, de donde vienen recortes y no soluciones.

En este contexto, los mercados, bancos, Europa, y muchos expertos piensan que la salida de España es pedir un segundo rescate. Rajoy esperará a después de las elecciones de este domingo para hacerlo (lo ha vuelto a hacer: primero sus prioridades como partido). Y se agarra a una artimaña para suavizar el coste: pedir un rescate virtual, solicitar una línea de crédito al Fondo de rescate europeo pero no usarlo. Esa petición abriría el camino a que el BCE pudiera comprar deuda en el mercado secundario, forzando así a bajar la prima de la deuda. Pero sea virtual o no, las condiciones que impondrá Europa serán muy reales: más ajustes (en pensiones, desempleo y funcionarios) y más control sobre nuestras cuentas.

Y aquí está el problema: con la recesión, España no puede cumplir el déficit prometido este año ni el que viene, como reconoce el FMI. La desviación serán 20.000 millones. Si hay un segundo rescate y nos obligan a cumplir, el Gobierno y las autonomías tendrán que recortar esos 20.000 millones adicionales. Un suicidio imposible.

Así las cosas, la solución no es que España cuente con la ayuda del BCE como el primo de Zumosol frente a los mercados. La única solución es cambiar de política, crecer, crear empleo, para poder recaudar más y cumplir con la rebaja del déficit y con los mercados. ¿Cómo? Tendrían que darnos dos años más de margen, para llegar al 3% de déficit en 2016, aumentar los ingresos (subiendo impuestos a los que más ganan y a las empresas con beneficios) , incentivar el consumo (bajando impuestos a los que ganan menos de 25.000 €) y el empleo (con rebajas fiscales y de cuotas), promover el crédito (con avales públicos)  y aumentar la inversión pública en formación,  infraestructuras, tecnología, exportaciones, turismo y sectores con futuro, como la Dependencia y la agroindustria. Poner España a trabajar. Por el otro camino, el que sufrimos desde hace 1.000 días, hundirán más al país. Con o sin rescate.