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jueves, 23 de marzo de 2023

¿Qué pasa con los alimentos? : seguirán caros

La inflación empezó 2023 subiendo, en enero y febrero, quedando en el +6%. El problema son los alimentos, que suben un +16,6% anual, el mayor alza de los últimos 40 años. A pesar de la bajada del IVA en enero de alimentos básicos, pastas y aceites: bajaron en enero, pero han subido en febrero. Y hay 22 alimentos que cuestan ahora más que en diciembre. Mucha gente culpa a los intermediarios, que suben sus márgenes mientras el campo no se beneficia de estas subidas: la renta agraria cayó un -5,5% en 2022. Es evidente que la energía y muchos costes han bajado, pero no los alimentos. Pero hay otras causas, como el aumento de exportaciones españolas de alimentos a Europa (que los paga más caros), el cambio climático (que ha hundido las cosechas aceite, azúcar y cereales), la reducción de explotaciones agrarias y ganaderas (los jóvenes huyen del campo) y la subida de los precios internacionales de los alimentos. Y por todo ello, la comida va a seguir siendo cara.

Enrique Ortega

La alta inflación en el mundo y en España es un problema anterior a la invasión de Ucrania, aunque la agravó. El año 2021 empezó con una inflación del +0,5% anual, pero saltó del 3% en agosto (+3,3%), por el aumento de la demanda y los atascos en las cadenas de suministro, más el tirón de consumo del turismo. Y se cerró el año 2021 con una inflación del +6,5%, que llegó al +7,6% en febrero de 2022. Ya con la guerra en Ucrania, se dispararon los precios de la energía y las materias primas, disparando la inflación al +9,8% en marzo y superando el +10% anual en junio, julio y agosto, para moderarse después (tras las medidas del Gobierno y la excepción ibérica) y cerrar 2022 en el +5,7%. Y ahora, lleva dos meses volviendo a subir, poco, al +5,9% en enero y +6% en febrero. Es una inflación alta, pero inferior a la de finales de 2021, antes de la guerra. Y tenemos la 3ª inflación más baja de Europa (tras Luxemburgo y Bélgica), según Eurostat, muy por debajo de la UE-28 (+9,9%), la zona euro (+8,5), Italia (9,8%), Alemania (+9,3%) y Francia (+7,3%).

El mayor problema lo tenemos en el precio de los alimentos: suben un +16.6% en febrero, más del triple que el resto de la inflación y la mayor subida en los 40 años del IPC. Curiosamente, el precio de los alimentos estuvo muy moderado en 2021, subiendo del +1.7% en julio al +5% en diciembre, por debajo del IPC general (+6,5%). Y así siguió, por debajo, en enero (+4,8%), febrero (+5,6%) y marzo de 2022 (+6,8%). Pero en abril de 2022, los precios de los alimentos asumieron la guerra de Ucrania y subieron un +10,1% anual, poniéndose ya por delante del IPC general (+8,1% en abril 2022) hasta hoy, según el INE. Rondaron el +13% de subida en verano, superaron el 15% desde octubre  (mientras la inflación general se moderaba), cerraron el año 2022 con una subida del +15,7%, hasta el +16,6% actual. Así que seguimos con un grave problema de inflación en los alimentos, que preocupa mucho a las familias españolas, porque supone el 16,4% del gasto familiar, según el INE. Y en el caso de las familias con menos rentas, supera el 20% del gasto total.

Los alimentos también están subiendo más en toda Europa que el resto de gastos, según Eurostat. Así, en febrero 2023 subían una media del +19,1% en la UE-28 (el doble que la inflación global, que subía +9,9%) y un +17,3% en la eurozona, más que en España (+16,6%), que ocupa el lugar nº11 entre los paises con los alimentos más baratos, detrás de Chipre (+9,5%), Irlanda (+13%), Malta (+13,2%), Italia (13,4%), Luxemburgo (+13,9%), Grecia (+14,5%), Dinamarca (+14,8%), Francia (+15,8%), Austria (16,2%) y Finlandia (16,3%).Pero aquí suben menos los alimentos que en 17 paises europeos, entre ellos Suecia (+21,6%), Alemania (+21,2%), Portugal (+21,5%), Bélgica (+19,4%), Paises Bajos (+17,9%) y la mayoría de los paises del Este de Europa. Y suben menos, un +10,1% en EEUU.

Lo preocupante es que los alimentos han seguido subiendo en España este año, a pesar de la bajada del IVA el 1 de enero: bajó del 4 al 0% para alimentos básicos (pan, harinas, queso, huevos, frutas, verduras, legumbres, hortalizas, paratas y cereales) y del 10 al 5% para aceites y pastas. En enero, algunos de estos alimentos bajaron (el índice alimentación bajó del 15,7% al 15,4%), pero luego en febrero volvieron a subir muchos (elevando el índice alimentación del 15,4 al 16,6%). Un “efecto yo-yo, que demuestran las estadísticas del INE. De hecho, hay 22 alimentos que subieron más en febrero de lo que subían en diciembre: azúcar (+52,6% anual frente a 50,6%), panadería (28,3% frente a 27,5%), lácteos (+27,9% frente a +24,1%), legumbres y hortalizas (+23,6% frente a 12,3%), alimentos para bebé (+23,5% frente a +14,5%), pizzas (+22,3% frente a +12,3%), cacao y chocolate en polvo (+18,6% frente a +15%), helados (+18,5% frente a +13,7%), confituras y mermeladas (+18,4% frente a +16,9%), zumos (+17,9% frente a 17,5%), pescado y marisco seco (+17,6 frente a 13,4%), sal y especias (+17,1% frente a +15,8%), refrescos (+16,5% frente a +11%), otras cervezas (+16,2% frente al +13%), carne de cerdo (+15,4% frente a +13,8%), té (+15,3 frente al +12,1%), legumbres y hortalizas secas (+15,2 frente a +14,9%), cereales de desayuno (+14,2% frente a +11,2%), cerveza sin alcohol (+14,2% frente a +11,6%), cerveza rubia (+14,1% frente a +12,4%), agua mineral (+14% frente a +12,9%), carne de vacuno (+13,7% frente a +13,2%), carne seca (+11,8% frente a +9,5%) y chocolate (+11,2% frente a +6,7%).

La asociación de consumidores FACUA ya denunció en febrero a la Comisión de la Competencia (CNMC) una lista de supermercados por no haber bajado los alimentos a los que se había bajado el IVA, que eran 1 de cada 5 analizados (el 20%), Lo preocupante es que, a mediados de marzo, FACUA ha detectado que han vuelto a subir 1 de cada 3 alimentos básicos (un 30,8%, más que en febrero): en el análisis de 1.000 productos, se han detectado 312 casos de subidas, sobre todo frutas y verduras (127 casos denunciados), aceites de oliva (55 denuncias), leches y lácteos (47), legumbres (34 denuncias), pastas (19 casos), arroces (17), pan y huevos (las 12 denuncias restantes).

Los agricultores y ganaderos se defienden diciendo que ellos no han subido precios estos  últimos meses. La organización agraria COAG publica mensualmente un informe sobre la diferencia entre los precios que cobra el campo y los que paga el consumidor final (ver escandallos IPod últimos meses).Y ahí se ve que, salvo en el pimiento verde y en los tomates, el precio percibido por agricultores y ganaderos apenas han subido, desde luego mucho menos que el precio en el súper. Y esgrimen otro dato: en 2022, el año con la mayor subida de los alimentos en España, la renta agraria ha caído un -5,5%, según el Ministerio de Agricultura, debido a que los costes del campo subieron más que los precios.

Entonces, ¿por qué se ha disparado el precio de los alimentos? Muchos expertos lo atribuyen a los intermediarios de la cadena alimentaria, desde los mayoristas en origen al transporte, la industria alimentaria, los distribuidores y supermercados e híper. Algo difícil de probar porque no se publican los márgenes, como hará Francia. Pero hay un hecho claro: los precios de la energía son ahora mucho más bajos que hace un año: el petróleo cotizaba ayer a 75 dólares barril, más barato que antes de la invasión de Ucrania (97.89 el 23-F), el gas cotiza a 42,40 euros (frente a 88,89 el 23-F) y la luz costaba ayer en España 101,22 euros MWh (un 48% menos que los 195,86 euros del 23-F). Pero esta bajada de costes no se ha repercutido en la producción, transporte y distribución de alimentos.

Hay otras causas que encarecen los alimentos además de los márgenes. Una de ellas son los altos precios que han alcanzado los alimentos en Europa, empujados también por una menor producción en el centro y norte del continente, tras el cierre de invernaderos por la subida del gas. Eso hace que el precio de un tomate en Berlín sea de 4,99 euros kilo frente a los 2,55 euros en Madrid. Lo mismo pasa con casi todos los alimentos, desde las patatas (1,72 euros kilo en Madrid y 1,98 euros en Roma), los huevos (1,2 euros la media docena en Madrid y 2,79 euros en La Haya), la leche (0,92 euros la semidesnatada en Madrid frente a 1,54 euros en París), la pechuga de pollo (4,24 euros el medio kilo en Madrid y 7,28 euros en La Haya) o las naranjas (2,15 euros kilo en Berlín y 1,15 euros en Madrid). Con estos precios, un mayorista de Murcia o Almería prefiere vender alimentos en Alemania o Paises Bajos. Y eso fuerza al alza a los alimentos que los intermediarios compran y venden en España.

La prueba de este “desvío de alimentos” al extranjero (para cobrar precios más altos)  es el tirón de las exportaciones agrícolas de España, que lleva años siendo “la despensa de Europa”: las exportaciones de alimentos casi se han duplicado, de 37.604 millones en 2013 a 64.248 millones en 2022, año en que crecieron un 13,1% (y un +32% sobre 2019), según los datos de Comercio. De esa cifra, un tercio son exportaciones de frutas, hortalizas y legumbres (21.811 millones, +18,2% sobre 2019), la 3ª mayor exportación de España (tras coches y medicamentos). Y son también muy relevantes las exportaciones de aceites (7.051 millones, un +32,2% en 2022), de carnes  (11.459 millones, +11,9%),  de azúcar, café y cacao (2.508 millones,+20,5%) y lácteos (2.20 millones, +25,3%). Dos tercios de estas exportaciones de alimentos van a la UE, pero el otro tercio se reparte en el resto del mundo, con una subida en 2022 de las ventas a Reino Unido y EEUU (+27%).

Otro factor que explica la subida de los alimentos, junto a los márgenes y las exportaciones, es el Cambio Climático, las malas cosechas provocadas por el clima (olas de calor, heladas, sequía, inundaciones…). Es lo que explica el tirón de precios del aceite, cuya última cosecha ha caído en España un -51,8% (de 1.412.000 Tm en 2021-22 a 680.000 Tm en 2022-23, la peor campaña desde 1.995-96). El clima ha dañado también la campaña de cítricos (-15,6%), afectando sobre todo a las naranjas (-19,9% producción 2022-2023). Y también el clima (heladas primavera pasada y lluvias intensas después) ha reducido un -10% la producción de frutas y hortalizas, siendo mayor la caída en algunas zonas y productos.

Un factor clave son los precios internacionales de los alimentos, que nos afectan directamente. Es el caso del azúcar (+52,6% de subida anual), cuyo precio es el más alto de los últimos 6 años, por la revisión a la baja de la cosecha en India y el desvió en 2022 de una parte de la caña de azúcar de Brasil a la producción de bioetanol. En España, el problema es que muchos agricultores han dejado de sembrar remolacha (el 80% se produce en Castilla y León), por la caída de precios en los años anteriores, que les han llevado a cambiarse al cultivo de maíz. Y además, la sequía ha recortado también la cosecha.

Otro factor más para explicar la subida de los alimentos es el abandono de explotaciones, tanto agrícolas como ganaderas. Ya asistíamos a una falta de reemplazo en el campo, con los jóvenes poco interesados en relevar a sus padres, pero el aumento de costes y la caída de la renta agraria sigue reduciendo el número de explotaciones. Un ejemplo: las granjas lecheras, donde se cierran 700 por año. Si se reduce la producción agrícola y ganadera y buena parte de lo que se produce se exporta, lo lógico es que los alimentos no paren de subir. Y más si el Cambio Climático avanza imparable: para 2050, los cultivos agrícolas de los paises mediterráneos van a reducirse un -17%, según el IPCC (ONU). Y el Cambio Climático es responsable de la caída de la producción sufrida ya en el maíz, el trigo y el arroz, los tres principales cultivos que alimentan al mundo.

Ahora, marzo puede dar una pequeña tregua al precio de los alimentos, pero subirán en abril y este verano, por la mayor demanda del turismo. Un factor clave será el clima esta primavera, porque si no llueve, volverá a haber problema con el ganado y muchos cultivos. Con todo, la previsión es que los precios de los alimentos pueden bajar más después del verano, aunque seguirán altos, por los recortes en la producción (clima) y la alta demanda (China y otros paises de Asia y Latinoamérica están aumentado su consumo). La estimación del Banco Mundial es que los precios internacionales de los alimentos den una tregua en 2023 y se estabilicen en 2024, pero que no bajarán hasta 2025. Todo va a depender de la evolución de los precios de la energía, de la guerra de Ucrania y del clima. Pero no parece que los alimentos vuelvan de momento a los precios de hace un año.

Ante el panorama de unos alimentos que no bajan, el Gobierno pide paciencia y esperar unos  meses. Y el sector pide nuevas bajadas del IVA, esta vez a todos los alimentos. Pero ya se ha visto que no son eficaces, porque no existen mecanismos para vigilar los precios de 7.000 productos en 30.000 establecimientos y evitar que los intermediarios mejoren márgenes con nuevas rebajas. Pero además, la bajada del IVA ha sido criticada por todos los organismos internacionales, desde la OCDE y la Comisión Europea al BCE, porque supone “gasolina para la inflación. Y también por otra razón clave: la rebaja del IVA alimenta la desigualdad, porque beneficia más a los que más tienen. Según un reciente estudio de FEDEA (Cajas de Ahorros), el IVA aumentó la desigualdad un +2,72% en 2020 (y +2,87% en 2019), mientras el IRPF la reduce. En los hogares con menos ingresos, el pago efectivo del IVA se lleva un 13% de su renta bruta, mientras que en los hogares con más recursos, este impuesto les supone menos del  2% de sus ingresos.

Los organismos internacionales defienden que los Gobiernos aprueben ayudas directas a los más vulnerables, como el cheque de 200 euros que aprobó el Gobierno (se puede solicitar hasta el 31 de marzo). Ahora, la UGT ha hecho una propuesta que parece razonable: sustituir la rebaja del IVA (ineficaz) por un cheque para alimentos que las familias podrían canjear en los supermercados, una medida que lleva años aplicándose en muchos paises y que, con la vigilancia adecuada, podría ser eficaz para que las familias con menos recursos se alimenten mejor (ha caído el consumo de carnes, pescados, frutas y verduras)  y lleguen a fin de mes. Pero en paralelo, habría que elaborar un listado oficial de márgenes de precios alimenticios, multiplicar las inspecciones oficiales  y aplicar multas ejemplares a los especuladores. Está claro que los alimentos van a ser caros a medio plazo, pero eso no impide evitar beneficios injustificables a costa de todos. Con la comida no se especula.

jueves, 14 de febrero de 2019

El alto coste de la obesidad


Más de la mitad de españoles tienen sobrepeso y 1 de cada 6 son obesos. En el mundo, la obesidad se ha triplicado desde 1975 y hay casi tantas personas obesas (650 millones) como hambrientas (821 millones). La OMS considera la obesidad como “la gran epidemia global del siglo XXI” y pide a Gobiernos, empresas alimentarias y familias que tomen medidas, porque provoca más enfermedades y muertes que el alcohol, el tabaco, la droga y el sexo inseguro juntos. En España, lo más preocupante es el sobrepeso infantil, que sufren el 40% de niños. Y para 2030, habrá más de 27 millones de españoles con sobrepeso, lo que agravará las enfermedades y el gasto sanitario (un 7% es por la obesidad). Sanidad y las empresas alimenticias han pactado recortar el azúcar, las grasas y la sal de muchos alimentos. Pero hay que hacer más: otra dieta, más ejercicio, una política sanitaria más agresiva y campañas públicas contra el sobrepeso, un grave problema sanitario, económico  y social.

enrique ortega

La Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de señalar la obesidad como “uno de los grandes retos de este siglo XXI”, junto a la diabetes, el cáncer y las dolencias cardiacas. Y es que el sobrepeso y la obesidad se han triplicado en el mundo desde 1975 y se han convertido en “una epidemia global”, que causa tantas enfermedades y muertes como el tabaco, el alcohol, las drogas y el sexo inseguro juntos. Y todo apunta, según la OMS,  a que la obesidad seguirá aumentando este siglo si los paises no toman medidas drásticas.

Empecemos por saber qué es sobrepeso y obesidad. Hay una sencilla fórmula para saberlo (pinche en esta calculadora): dividir el peso (en kilos) por el cuadrado de la altura (en metros) y nos da el índice de masa corporal (IMC). Por ejemplo, una persona que pesa 85 kilos y mide 1,72 metros tiene un IMC de 28,73. Si este índice está por encima de 25 tenemos sobrepeso y si supera los 30 somos obesos.

Las cifras son espeluznantes: en el mundo hay 1.900 millones de adultos con sobrepeso, el 39% de la población mayor de 18 años, según la OMS (con datos de 2016). Y hay más de 650 millones de adultos obesos, el 13% de la población mundial (11% de los hombres y 15% de las mujeres), casi tantas personas obesas como hambrientas (821 millones de personas pasan hambre, según la FAO). Y este es otro grave problema del sobrepeso y la obesidad: no sólo se han triplicado en los últimos 40 años sino que se han extendido de los paises ricos a los medianos y pobres, sobre todo en las ciudades. Así, en muchos paises en desarrollo, coexiste el hambre de unos con el sobrepeso y la obesidad de otros, que comen alimentos y bebidas con demasiadas calorías. Un ejemplo es Latinoamérica: 3 de cada 5 latinoamericanos (360 millones) tienen sobrepeso, según un informe de la FAO. Y hay paises, como Haití, donde una parte de la población pasa hambre y otra tiene sobrepeso, porque compran alimentos ultra procesados, con muchas grasas y calorías.

El mapa del sobrepeso lo encabeza México (70,4% de la población 15-74 años), seguido de Estados Unidos (67,4% de la población), Hungría y Reino Unido (58,7%I), según el informe “Obesity Update 2017” de la OCDE. España, con un 46,7% de adultos con sobrepeso (los datos se refieren a 2015) es el 2º país europeo en exceso de peso, tras Reino Unido, por delante de Francia (40,8%) e Italia (40,7%). En obesidad, el ranking mundial lo encabeza EEUU, con un 38,2% de adultos obesos, seguido de México (32,4%), Reino Unido (26,9%), Canadá (25,8%) y Alemania (23,6%), según la OCDE. España ocupa el lugar 22 en este ranking mundial de obesidad, con un 16,7% de adultos obesos (2015), por debajo de la media OCDE (19,5% de obesos) pero por delante de Francia (15,3%), Portugal (16,6%) y sobre todo de Italia (9,8% de obesos), paises nórdicos (del 12 al 14,9% de obesos) y Japón (el país con menos obesos del mundo: sólo el 3,7% de los adultos).

A la OMS, lo que más le preocupa ahora es la obesidad infantil, que se ha multiplicado por 10 en los últimos 40 años, según un estudio del Imperial College de Londres y la OMS: ha pasado de 11 millones de niños y adolescentes (5 a 19 años) obesos en 1975  a 124 millones en 2016. Y en conjunto, 41 millones de niños menores de 5 años tenían sobrepeso o eran obesos en 2016 y lo mismo 340 millones de niños y adolescentes de 5 a 19 años (124 millones, el 7% eran obesos, frente al 1% en 1975). Y esta obesidad en niños y adolescentes ha crecido sobre todo en los paises pobres: en África, los menores de 5 años con sobrepeso han crecido un 50% desde el año 2000, según la OMS. Y en 2016, casi la mitad de los niños con sobrepeso u obesidad vivían en Asia. Ello se debe a una mala alimentación de las madres gestantes y en la lactancia, así como en los primeros años de vida, con una dieta supercalórica. De seguir esta tendencia, según la OMS, en 2022 habrá en el mundo más niños y adolescentes obesos que desnutridos (estos son hoy 191 millones). Y esto es doblemente grave, porque la obesidad infantil provoca graves enfermedades y hace que los futuros adultos tengan muchas posibilidades de ser también obesos.

Las mayores tasas de obesidad infantil se dan en Polinesia y Micronesia, seguidos de los paises anglófonos de ingresos altos: EEUU (31% obesidad infantil), Canadá (24,5%), Australia, Nueva Zelanda, Irlanda y Reino Unido (20%), según la OCDE. España tiene un 40% de los niños con sobrepeso (datos 2015), lo que nos sitúa como el 2º país de Europa con más sobrepeso infantil, tras Chipre. De ellos, un 18% son niños obesos (18% niños y 19% niñas), lo que nos coloca entre los paises del sur de Europa (Italia, Chipre, España, Grecia y Malta son los paises con más obesidad infantil, entre el 18 y 21% de los niños), peor que Francia, Irlanda y paises nórdicos, con una obesidad infantil que no llega al 10%. 

En España, la última estadística oficial es la Encuesta Nacional de Salud 2017, publicada por el Ministerio de Sanidad, que cifra en el 54,5% de los adultos los españoles con sobrepeso (62,5% de los hombres y 46,8% de las mujeres), lo que indica que el sobrepeso se ha multiplicado por 1,38 en los últimos 30 años (afectaba al 39,25% de adultos en 1987). Y la obesidad se ha multiplicado por 2,35: afectaba al 7,4% de españoles adultos en 1987 y afecta ahora al 17,4% de adultos (18,2% hombres y 16,4% de mujeres). Y en los niños y adolescentes (entre 2 y 17 años), el 10,3% son obesos.

Un rasgo de esta obesidad española es que es muy desigual, porque afecta más a los hombres y sobre todo a las personas con menos ingresos, a los pobres: si sólo un 9,29% de los españoles ricos son obesos, lo son el 22,37% de los pobres (la media es el 17,43%). Y por eso, las mujeres pobres tienen un 23,98% de obesas frente al 7,26% las ricas, según el detalle de la Encuesta Nacional de Salud 2017. Y también cuentan mucho los estudios: los españoles universitarios tienen sólo un 11,36% de obesos y los que sólo tienen una formación básica alcanzan el 22,32% de obesos. Por ambas razones y por otras, hay regiones con alta obesidad (24,13% en Ceuta, 21,68% en Asturias, 21% en Andalucía o 20,32% en Castilla la Mancha) y otras con baja (13,84% obesos en País Vasco, 13,22% en Castilla y León, 14,94% en Cataluña y 14,95% en la Rioja, muy por debajo del 17,4% de media).

¿Qué provoca el sobrepeso y la obesidad? Según la OMS hay dos causas: la mala alimentación (el aumento de alimentos y bebidas muy ricos en grasas, azúcares y calorías) y la menor actividad física, por el trabajo en las ciudades y el sedentarismo. En ese sentido, la OMS reitera que el sobrepeso y la obesidad pueden prevenirse, simplemente reduciendo el consumo de grasas y azúcares (presentes sobre todo en los platos procesados), aumentando el consumo de frutas, verduras, legumbres, cereales y frutos secos y realizando actividad física periódica (60 minutos diarios los jóvenes y 150 minutos semanales los adultos). Y sobre todo, insisten en educar a los niños para que coman menos bollería industrial y bebidas azucaradas y consuman más frutas y verduras, además de hacer más ejercicio físico. Como detalle, los españoles consumimos el triple de azúcar del que recomienda la OMS y no porque nos echemos muchas cucharadas en el café sino porque lo tomamos sin saberlo con las bebidas y las comidas preparadas que consumimos cada día.

El sobrepeso y la obesidad no son “un problema estéticosino “una epidemia global” que lleva asociadas más de 12 patologías y muchas muertes: cada año mueren en el mundo 2,8 millones de personas por culpa del sobrepeso y la obesidad, según la OMS. Y eso, porque causan múltiples enfermedades en los afectados: diabetes tipo 2, hipertensión arterial, exceso de colesterol (dislipemia), ictus, accidentes cardiovasculares, trastornos del aparato locomotor (osteoartritis), apneas del sueño, depresiones y, sobre todo, varios tipos de cáncer (endometrio, mama, ovarios, próstata, hígado, vesícula, riñón y colon). Precisamente, una de las cuestiones que más preocupan es que la obesidad en los jóvenes está aumentando el cáncer en EEUU: el riesgo de padecer 6 tipos de cáncer entre los jóvenes obesos “millenials” (nacidos entre 1981 y 1993) es el doble del que tenían sus padres (los nacidos en el “baby boom”, entre 1950 y 1968), según un estudio publicado en febrero en la revista Lancet. Y muchos estudios clínicos vinculan la obesidad y el cáncer, lo que se traducirá en un aumento extra de cánceres en una o dos décadas, en el mundo y en España, por el aumento de la obesidad y el sobrepeso.

Pero además de enfermedades y muertes, el sobrepeso y la obesidad tienen un alto coste económico: unos 2 billones de dólares, el 2,8% del PIB mundial, según la consultora McKinsey. El mayor coste es para la sanidad de los paises (que aumenta un 50% con la obesidad y un 20% con el tabaquismo), pero también hay un coste para las empresas, al aumentar el absentismo laboral y reducir la productividad. Y para los ciudadanos: los obesos tienen más problemas para ser contratados (este prejuicio se llama “lookism”) y si trabajan suelen tener empleos más precarios y peor pagados. Ya hay líneas aéreas (Samoa Air) que cobran más a los obesos y los seguros médicos también les cuestan más caros.

Si el mundo no toma medidas drásticas  contra el sobrepeso y la obesidad, irá a más, como ha pasado en las últimas décadas. La OCDE anticipa que en 2030, un 46,62% de los estadounidenses será obesos (hoy lo son el 38,2%), el 39,15% de los mejicanos (hoy 32,4%), el 34,95% de los británicos (hoy 26,9%). Para España, vaticina que la tasa de obesidad (16,7% en 2015) subirá al 18,24% en 2020 y al 21,16% en 2030, por delante de Francia (19,48% en 2030) e Italia (13,26%). Pero lo peor será con niños y adolescentes: los 41 millones que tenían sobrepeso u obesidad  en 2016 será ya 70 millones, casi el doble, en 2025, según la OMS. En España, si había 27 millones de personas con sobrepeso en 2016, para 2030 habrá 3 millones más, 27 millones de personas, el 56% de toda la población estimada para entonces por el INE, según un escenario “conservador” del Instituto del Hospital del Mar (IMIM).

Esta mitad larga de españoles con sobrepeso va a sobrecargar aún más la sanidad pública, ya  muy “tocada” con el envejecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida. Las personas con sobrepeso y obesidad requieren más consultas médicas, más pruebas, más ingresos hospitalarios, más cirugías y más tratamientos farmacológicos, según los profesionales. Y por ello, el coste directo del sobrepeso y la obesidad sobre la sanidad pública se ha casi cuadruplicado, pasando de 524 millones de euros en 2006 a 1.950 millones en 2016, según este estudio del IMIM. Y para 2030, los gastos sanitarios del sobrepeso superarán los 3.000 millones de euros. Y otros estudios (AECOSAN) calculan que el sobrepeso y la obesidad suponen un 7% del gasto sanitario, unos 5.200 millones de euros al año. Y los costes indirectos (laborales, ayudas y cuidados) serían otro tanto.

Enfermedades, muertes y altos costes. Un balance como para tomar medidas eficaces contra el sobrepeso y la obesidad, como acaba de pedir la OMS. En España, Sanidad y casi 400 empresas de alimentación han firmado en enero un acuerdo para reducir azúcares, grasas y sal en múltiples alimentos: aperitivos, bebidas refrescantes, bollería y panes envasados, cereales, derivados cárnicos, galletas, helados, néctar de frutas, platos preparados, lácteos y salsas. La reducción varía entre el 5% y el 10%, según productos (-5% el azúcar de las galletas, que bajaría así del 20% al 19%, demasiado poco), y todavía tardará unos meses en hacerse efectiva, porque las industrias tendrán que buscar ingredientes alternativos de sustitución y además el recorte se hará en 2 años, gradualmente, para que el paladar del consumidor se acostumbre. Y también se han comprometido con este acuerdo empresas de catering y comedores escolares y los que tienen máquinas expendedoras de alimentos, para fomentar la distribución y venta de los alimentos menos energéticos.

Es un buen principio, pero la industria alimentaria tiene que ir más allá, con planes a medio plazo para suprimir las grasas trans (en tentempiés, alimentos horneados y fritos), como pide la OMS en su Plan de actuación 2019-2023, exigiendo a los Gobiernos que impongan límites. Y también, poner impuestos a las bebidas azucaradas, como pidió la OMS a los Gobiernos en 2016: sólo lo aplica Cataluña, desde mayo de 2017, y ha conseguido reducir su consumo un 22%, según la Generalitat. Pero sobre todo, es clave un nuevo etiquetado de los alimentos, por colores, para que los consumidores sepamos las grasas, azúcares, sal y calorías de lo que comemos. Y regular mejor la publicidad de comida, sobre todo para niños, estableciendo prohibiciones a esos alimentos que son tan dañinos o más que el alcohol y tabaco.

En segundo lugar, hay que aprobar una política sanitaria pública contra el sobrepeso y la obesidad, con protocolos explícitos en los centros de salud, más especialistas y más unidades en los hospitales. Y ser más agresivos en la lucha contra la obesidad, aplicando más operaciones a los grandes obesos (IMC entre 35 y 40): la cirugía bariátrica es muy efectiva y su coste se recupera en 2,5 años, pero se aplica poco en España (se hacen unas 5.000 operaciones al año y deberían hacerse cuatro veces más para equipararnos a Europa, según The Economist). Y utilizar más fármacos, aunque su efecto sea bajo: hay 5 autorizados, pero sólo uno lo cubre la sanidad pública (Victoza), pero con visado del inspector y sólo para los obesos con diabetes 2, mientras el resto han de comprarlos y cuestan entre 63 y 283 euros (y recordemos: la mayoría de obesos tienen pocos recursos).

A final, la industria puede ayudar mucho y la sanidad más, pero la clave está en nosotros, en que hagamos una dieta equilibrada, comiendo la mitad de carne, azúcar, grasas y sal y el doble de verduras, hortalizas y frutas, según proponen los expertos. Y que hagamos ejercicio y andemos más, porque un tercio de los españoles son sedentarios y también los jóvenes. Pero sobre todo, hacen falta campañas públicas contra el sobrepeso y la obesidad, porque matan más que el tráfico, el alcohol o las drogas. Hay que “declarar la guerra a la obesidad” y cambiar la mentalidad de los españoles: no es un problema “estético”, es una “bomba de relojería” que acaba explotando en graves enfermedades y muertes.Tomémoslo muy en serio.

lunes, 19 de junio de 2017

Obesidad: una epidemia imparable y costosa


La última alerta sobre la obesidad no la han dado los médicos de la OMS sino los economistas de la OCDE: más de la mitad de los adultos del mundo y 1 de cada 6 niños sufren sobrepeso. Y 1 de cada 5 son obesos. Es una grave epidemia que crece imparable y que causa 2,8 millones de muertes al año. España es el segundo país con más sobrepeso y tenemos un grave problema de obesidad infantil, que afecta al 20% de los niños y al 16% de las niñas. Los médicos dicen que no hay una sensibilidad social frente al sobrepeso y la obesidad, que son el origen de muchas enfermedades graves. Y piden que declaremos “la guerra a la obesidad”, con un Plan de medidas para mejorar la alimentación, hacer más ejercicio y atajar la enfermedad con fármacos y operaciones. Urge una Campaña nacional para bajar peso, porque la obesidad mata y encima nos cuesta el 10% del gasto sanitario. Comamos mejor.



                                                                                                enrique ortega

Comer mal y en exceso es la epidemia mundial del siglo XXI: ya hay 1.900 millones de personas con sobrepeso y 600 millones de obesos, según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). O sea, que hay el triple de humanos que comen mal frente a  los que pasan hambre (793 millones, según la FAO). Cualquiera de nosotros podemos saber si estamos incluidos en estas fatídicas estadísticas: basta con que calculemos nuestro índice de masa corporal (IMC). Una sencilla fórmula (ver calculadora) que consiste en dividir el peso (en kilos) por el cuadrado de la altura (en metros). Por ejemplo 78 kilos/ (1,72m)2 = 26,4. Si este índice está por encima de 25 tenemos sobrepeso y si supera los 30, somos obesos.

La OCDE, el organismo que agrupa a los 35 paises más desarrollados, ha dado en mayo la última alerta sobre el sobrepeso y la obesidad, con datos que incluso empeoran los de la OMS: más de la mitad de los adultos y 1 de cada 6 niños sufren sobrepeso en los paises desarrollados, según su informe “Obesity Update 2017”. El ranking del sobrepeso en adultos lo encabeza México (70,4% población 15-74 años tiene sobrepeso), seguido de EEUU (67,4% población), Hungría y Reino Unido (58,7%). España, con un 46,7% de los adultos con sobrepeso, es el 2º país de Europa en exceso de peso (tras Reino Unido), por delante de Francia (40,8%) e Italia (40,7%), según la OCDE. Sin embargo, las estadísticas del Ministerio de Sanidad (2015) elevan estas cifras y hablan de un 53,7% de adultos (más de 18 años) con sobrepeso y un 27,8% de niños y jóvenes (2 a 17 años). Tremendo.

Y las cifras de obesos, el siguiente estadio, son también muy impactantes, según el informe de la OCDE: un 19,5% de los adultos del mundo son obesos, el doble que en 1980. Aquí el ranking mundial lo encabeza EEUU, con un 38,2% de adultos obesos, seguido de México (32,4%), Reino Unido (26,9%), Canadá (25,8%) y Alemania (23,6%). España ocupa el lugar 22 en este ranking de obesidad, con un 16,7% de adultos obesos, por delante de Francia (15,3%) y Portugal (16,6%) y por debajo de Italia (9,8% de obesos), paises nórdicos (del 12 al 14,9%) y Japón (el país con menos obesos, un 3,7% de los adultos). España está por debajo de la media de obesidad de la OCDE (19,5%), pero el problema es que la obesidad se ha casi duplicado en nuestro país, pasando del 9,1% en 1993 al 16,7% actual.

Lo que más preocupa, a la OMS y a la OCDE, es el crecimiento del sobrepeso y la obesidad en los niños, que serán los obesos de mañana: 1 de cada 6 niños tiene sobrepeso en el mundo (son 2 millones), un 15,5% en los paises de la OCDE. Y más en España: un 16,5% de los niños de 15 años tienen sobrepeso, con lo que somos el 8º país de la OCDE con más niños gordos, por delante de Alemania (16%), Portugal e Italia (15,5%), Reino Unido (14%) o Francia (12%). Y aún estamos peor en niños obesos: lo son el 18,1% de los niños españoles (20,4% los niños y 15,8% las niñas), según el estudio Aladino 2015-2016 (niños 6-9 años), frente al 16,6% en la OCDE. Claro que en EEUU, casi un 31% de los niños sufren sobrepeso.

Pero lo preocupante no es solo el sobrepeso y la obesidad en los paises desarrollados, sino que están creciendo con mucha fuerza en los paises en desarrollo, en las zonas pobres del mundo, según revelan la FAO y la OMS. Un ejemplo es Latinoamérica, la región del mundo que más ha reducido el hambre en las últimas décadas (del 14,7 al 5,5% de su población): ahora, 3 de cada 5 latinoamericanos (el 58%) tienen sobrepeso (360 millones de personas), según un informe de la FAO. Y hay paises como Haití, donde una parte de la población pasa hambre y otra parte tiene sobrepeso, porque compran alimentos ultra procesados, de baja calidad y con un exceso de grasas, pero más baratos que las frutas, verduras, carnes y pescados que necesitarían para alimentarse de forma más equilibrada.

Con todo, lo peor es que la OCDE estima que la epidemia de sobrepeso y obesidad irá  a más en los próximos años, sobre todo en los paises más desarrollados. Y así anticipa que en 2030, el 46,62% de los estadounidenses serán obesos (hoy lo son el 38,2%), el 39,15% de los mejicanos (hoy 32,4%), el 34,95% de los británicos (hoy 26,9%) y el 29,10% de los canadienses (hoy 25,8%). Para España, la OCDE estima que el porcentaje de obesos (16,7% en 2015) suba al 18,24% en 2020 y al 21,16% en 2030, todavía por delante de Italia (13,26% obesos en 2030) y Francia (19,48%).

Dos son las causas fundamentales de esta epidemia de sobrepeso y obesidad, según la OMS: la mala alimentación y la falta de ejercicio. Por un lado, comemos mucho, con un exceso de azúcares y grasas y una falta de frutas, verduras, legumbres y cereales.  Se abusa de la “comida rápida” y la bollería, sobre todo los niños. Y hay una serie de factores psicológicos y emocionales (como el estrés o la ansiedad) que nos llevan a “comer de más”. También hay factores genéticos que explican entre un 20 y un 40% de la obesidad, según la OMS. El otro gran responsable del sobrepeso es el sedentarismo, la falta de ejercicio, el estar demasiadas horas en el sofá viendo la televisión o con el móvil y los videojuegos.

Lo curioso del sobrepeso y la obesidad es que afecta más a las mujeres que a los hombres, según la OMS, aunque está creciendo más entre los hombres. Y los estudios demuestran que las mujeres de clase baja y con menos formación tienen una posibilidad entre dos y tres mayor de ser obesas que el resto. En España, donde hay un 16,7% de obesos, las personas que sólo tienen educación primaria alcanzan un 26,7% de obesidad mientras sólo son obesos el 9,8% de los universitarios, según el último  Informe anual de Sanidad (2015).

El sobrepeso y la obesidad son la segunda causa de mortalidad en el mundo, tras el tabaco: cada año mueren 2,8 millones de personas por enfermedades causadas por el exceso de peso, según la OMS. Entre las enfermedades causadas por el sobrepeso están las cardiovasculares (cardiopatías e ictus), la diabetes (la padecen 415 millones de personas en el mundo), los trastornos del aparato locomotor (artritis y degeneración de las articulaciones), el asma y algunos tipos de cáncer (endometrio, mama, ovarios, próstata, hígado, vesícula, riñones y colon). En los niños, la obesidad provoca dificultades respiratorias, mayor riesgo de fracturas e hipertensión, marcadores tempranos de enfermedades cardiovasculares, resistencia a la insulina y efectos psicológicos, según los estudios de la OMS.

El mayor coste del sobrepeso y la obesidad son las enfermedades y las muertes, pero no son los únicos: es un problema que afecta negativamente a la economía, a la productividad de las empresas y aumenta los costes de la sanidad y de los ciudadanos. Por todo ello, se estima que la obesidad en el mundo tiene un coste de 2 billones de dólares, el 2,8% del PIB mundial, según un estudio de la consultora McKinsey. El mayor coste es el sanitario, que aumenta un 50% con la obesidad (y un 20% con el tabaquismo). Además, el sobrepeso aumenta el absentismo laboral y reduce la productividad de las empresas. Y a nivel de los ciudadanos, los obesos tienen más problemas para ser contratados (este prejuicio se llama “lookism) y cuando encuentran un empleo suelen cobrar menos que los trabajadores sin sobrepeso. Incluso algunas líneas aéreas (como Samoa Air) han empezado a cobrar más a los clientes obesos, que también gastan más en carburantes. Y la sanidad británica ya les ha advertido que no tendrán prioridad al operarse, mientras las compañías de seguros médicos cobran más caras las primas a las personas obesas o con sobrepeso.

En España se estima que una persona obesa consume un 20% más de recursos sanitarios y un 68% más de fármacos, por las enfermedades que acarrean (diabetes, cardiopatías, hipertensión, artrosis), según un estudio de The Economist y Ethicon. Por eso, el sobrepeso y la obesidad pueden ser culpables de un 7% del gasto sanitario español, según un estudio realizado en 2012 por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (hoy AECOSAN). Un coste que podría elevarse hoy al 10% del gasto sanitario, nada menos que 6.500 millones de euros anuales. En Reino Unido se estima que el coste de la obesidad alcanza los 6.430 millones al año, un tercio más que los costes del tabaquismo (4.150 millones) y cuatro veces más que el alcoholismo (1.130 millones). Y todo apunta a que, si no se toman medidas, el sobrepeso y la obesidad pueden arruinar las cuentas de la sanidad en los próximos 20 años. Baste decir que el gasto sanitario solo por la diabetes (una pandemia mundial) crecerá un 50% de aquí al año 2040.

Ante tantas muertes, tantas enfermedades y tantos costes motivados por el sobrepeso y la obesidad, el mundo y España deben reaccionar y tomar medidas eficaces cuanto antes. La primera y fundamental, según los médicos de la Sociedad española para el  estudio de la obesidad, “cambiar la mentalidad” ante esta enfermedad, considerarla una enfermedad grave y no menor (“vale, estoy un poco gordo y debo adelgazar”). “Hay que “declarar la guerra a la obesidad”, proclaman, pidiendo que lo hagan los médicos, los ciudadanos y los políticos, para afrontar el problema con urgencia y un abanico de medidas eficaces.

Lo principal es lanzar campañas masivas a favor de una dieta equilibrada, que insista en el consumo de verduras, frutas, cereales integrales y frutos secos, reduciendo las grasas y los azúcares y la comida preparada. Es importante que el Gobierno fuerce a la industria alimentaria a informar sobre el contenido de los alimentos, fomentando el uso de semáforos donde se indiquen los productos no aconsejables. Y en paralelo, utilizar los impuestos para penalizar las comidas y bebidas ricas en grasas y azúcares, como ha pedido la OMS, al proponer recientemente que se suban los impuestos a las bebidas azucaradas (lo hacen muchos paises, como Francia, paises nórdicos, Sudáfrica, México y varios estados USA, pero Montoro no quiso incluirlo en los Presupuestos 2017).

Otra vía de actuación es controlar la publicidad de comidas y bebidas, para prohibir y desalentar los anuncios de comidas y bebidas que fomenten la obesidad, sobre todo entre los niños y jóvenes. Y multiplicar las campañas educativas sobre lo que hay que comer en colegios y Universidades, limitando y controlando las máquinas dispensadoras. Y se debería pedir la colaboración de las empresas, para que hagan campañas en los centros de trabajo y ayuden a una mejor alimentación de sus trabajadores y a que hagan más ejercicio, en beneficio de una mejor productividad y menores costes por bajas laborales y absentismo.

Y queda elaborar un Plan global contra la obesidad en la sanidad pública, empezando por elaborar protocolos de actuación en atención primaria (para los pediatras y médicos de familia), fomentar unidades especializadas en los hospitales (con nutricionistas, ausentes de la sanidad pública) y mejorar la atención a los obesos, ampliando las operaciones y la atención farmacéutica. La cirugía bariátrica es muy efectiva y su coste se recupera en 2,5 años, pero se aplica poco en España: se hacen unas 5.000 operaciones a los obesos más graves, pero deberían hacerse cuatro veces más, hasta 20.000 al año, para equipararnos con lo que se hace en Europa, según The Economist. Y en cuanto a los medicamentos contra la obesidad, sólo hay dos autorizados en España (Xenical y Saxenda o Victoza), pero necesitan visado y el inspector no los autoriza a los pacientes obesos (sólo a los que tienen diabetes u otra enfermedad), con lo que no los cubre la Seguridad Social. Un ahorro que se traduce a la larga en más costes después para la sanidad pública.

En resumen, estamos ante un grave problema sanitario y social, un sobrepeso que afecta a la mitad de la población y causa muchas enfermedades y muertes. Y un problema que tiene un alto coste sanitario y económico, que puede quebrar las cuentas futuras de la sanidad pública, máxime si 1 de cada 5 niños actuales acaba siendo obeso en el futuro. Y que deteriora la productividad de las empresas y los costes de las familias. Hay que lanzar una guerra total contra el sobrepeso, tomárselo más en serio de lo que nos lo tomamos todos, desde los ciudadanos a los políticos. Y plantear  una Campaña nacional para bajar de peso, con recursos y medidas efectivas. Tenemos que conseguir comer mejor, de una forma más equilibrada, para estar más sanos. Comamos con cabeza.