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jueves, 12 de junio de 2025

El Sahel, una región crítica para España

La seguridad de Europa no está en riesgo sólo por Putin y el imperialismo ruso. Hay otro riesgo grave en el flanco sur de Europa, que preocupa especialmente a España: el Sahel, 10 paises de África situados debajo del Sahara, donde crece la violencia y el terrorismo yihadista, forzando la inmigración hacia España (Canarias) y Europa, para huir de la guerra y el hambre. El último informe de Seguridad Nacional da la alerta: el Sahel es “una región crítica para España”, de donde proceden ya el 74% de los inmigrantes que llegan por mar. Y señala a esta inmigración ilegal como el tercer mayor riesgo de seguridad para España, tras los Ciberataques y la desinformación. El problema es que Europa se ha desentendido del Sahel, tras la marcha de fuerzas francesas y europeas, y Rusia ha ocupado su lugar, con armas y mercenarios, mientras China invierte y vende armas. España se juega mucho en el Sahel, la amenaza del sur de la que apenas hablan Europa y la OTAN.

                                                                                                                       Mapa CIDOB

El Sahel (“la costa”, en árabe) es la franja de paises situados en África, al sur del Sahara, , como la antesala entre el desierto y el verde de la sabana al sur. Lo integran 10 paises, según la estrategia de la ONU para el Sahel (UNISS), que ocupan una franja de 6.000 kilómetros de larga y 600 kilómetros de ancho, que va desde el Atlántico hasta casi el Mar Rojo (ver mapa): Senegal, Mauritania, Gambia, Guinea, Malí, Burkina Fasso, Níger, Chad, Camerún y Nigeria. Estos 10 paises tienen 7 veces el tamaño de España y alguno, como Chad, es tan grande como Francia, Alemania e Italia juntos. Tienen unos 350 millones de habitantes y una demografía explosiva : el 70% de la población en los 5 paises centrales (Mauritania, Malí, Níger, Burkina Fasso y Chad) son menores de 24 años

El Sahel es una región donde múltiples factores han llevado a la pobreza, la desigualdad y la violencia. Por un lado, las fronteras entre los paises son artificiales, creadas por las metrópolis europeas (sobre todo, Francia) , lo que agrava los conflictos étnicos entre diversos pueblos y entre agricultores sedentarios y ganaderos nómadas. Por otro, el cambio climático, las sequías y las malas cosechas han multiplicado el hambre y la pobreza en la región: el 50% de los habitantes del Sahel viven por debajo del umbral de la pobreza y 1 de cada 6 no tiene para comer, según la ONU. Y han sufrido décadas de regímenes corruptos, que se han aprovechado de las riquezas naturales y que han llevado a la violencia: 4 golpes de Estado (2 en Malí, en 2020 y 2021, otro en 2022 en Burkina Fasso y otro en Níger en 2023).

Además del hambre, la desigualdad y la corrupción política, lo que ha destruido el Sahel en los últimos años es la violencia y el terrorismo yihadista. En 2024, el 51% de las muertes por terrorismo en todo el mundo se produjeron en el Sahel, según Global Terrorism Index 2024: 3.885 muertes (10 veces las de 2019)  de un total de 7.555 en el mundo. La mayoría de estas muertes las han provocado dos grupos terroristas yihadistas: IS Sahel, la filial del Estado Islámico (con fuerte presencia en Níger) y JNIM, la rama de Al Qaeda, con fuerte presencia en Malí y Burkina Fasso. Sus actividades terroristas, sobre todo en el triangulo fronterizo entre Malí, Níger y Burkina Faso (ver mapa) han provocado más de 10.000 muertes en los últimos años y la huida de millones de personas: los desplazados internos en el Sahel superan los 3 millones, según ACNUR, y hay más de 1 millón de refugiados y solicitantes de asilo.

La región del Sahel se ha convertido en “el epicentro mundial del terrorismo”, según este informe de CIDOB, que destaca el nefasto papel de los Gobiernos de la región (dictaduras militares) para acabar con la violencia yihadista, que sólo en el último mes ha atacado cuarteles y matado a 300 soldados en Malí, Burkina Fasso y Níger. En 2024 abandonaron el Sahel las últimas tropas europeas y de Francia, por imposición de los Gobiernos militares que gobiernan el G5 Sahel (Malí, Burkina Fasso, Níger, Chad y Mauritania). Y su lugar lo ha ocupado Rusia, que asesora militarmente a estos Gobiernos, les vende armas y les ofrece los servicios de los mercenarios del Grupo Wagner (y su nuevo grupo, África Corps).

Tras Ucrania, el Sahel es el 2º teatro de confrontación que Putin ha elegido para desestabilizar Europa, a la que el Sahel exporta terrorismo, droga y refugiados, dirigidos por mafias. Rusia tiene acuerdos de cooperación militar con 43 paises africanos, pero cada vez está más centrado en el Sahel. Además de los acuerdos militares y la provisión de mercenarios a Níger, Burkina Fasso y Mali, Rusia tiene excelentes relaciones militares y económicas con Chad, República Centroafricana, Sudán y Gabón, además de Libia y Sudán. Incluso, se constata la presencia de buques de guerra de Rusia en el Golfo de Guinea, en paralelo a su despliegue en Guinea Ecuatorial, donde mercenarios rusos apuntalan al dictador Teodoro Obiang. En todos los casos, el interés de Putin en el Sahel pasa por vender armas y controlar Gobiernos, para asegurarse el acceso a materias primas básicas (uranio en Níger, petróleo en Gabón y Nigeria, oro y algodón en Malí…). Lo mismo, pero más discretamente hace China: vende armas a varios paises del Sahel e invierte en infraestructuras (puertos y trenes).

Para España, el Sahel es “una región crítica, según el Informe 2024 de Seguridad Nacional (SN). Sobre todo porque está “alimentando” las últimas “oleadas” de inmigrantes ilegales que llegan a Canarias. Los datos del informe de SN son muy claros y revelan que el conflicto del Sahel ha cambiado el panorama de la inmigración ilegal de África hacia España: si hace unos años la mayoría de la inmigración ilegal venía del Magreb (por la ruta del Estrecho y el Mediterráneo), ahora vienen por el Atlántico hacia Canarias y la mayoría son inmigrantes irregulares del Sahel, que huyen de la violencia, la guerra y el hambre.

Veamos los datos. En 2024, el grueso de la inmigración ilegal a España (64.019 personas, un récord histórico) ha llegado por vía marítima (61.372 entradas, el 95,8%). Y la mayoría de esta inmigración ilegal por mar ha llegado a Canarias (46.843 llegadas en 2024, otro récord histórico, +17,4% que en 2023). Y lo más llamativo, según alerta el informe de Seguridad Nacional es que el 72% de los inmigrantes ilegales que llegaron por mar vinieron del Sahel (frente al 62% en 2023). En 2024, la mayoría de estos inmigrantes que llegaron en cayucos eran de Malí (15.261 inmigrantes, +543% que en 2023) y Senegal (11.284 inmigrantes, -45%), muy por delante de los inmigrantes de Argelia (9.552,+36%) y de Marruecos (6.945 inmigrantes, -50%). Y les siguen inmigrantes de otros paises del Sahel: 3.890 de Guinea (+38%), 2.804 de Mauritania (+196%), 2.545 de Gambia y 1.006 de Costa de Marfil.

El otro gran cambio, además del tremendo flujo de inmigrantes del Sahel (frente a los del Magreb) es que estos inmigrantes solicitan asilo en España (en Canarias), porque en la mayoría de los casos no es una inmigración “económica” (como la de Marruecos o Argelia) sino una inmigración que huye de la guerra y la violencia, además del hambre. Por eso, se han disparado las peticiones de asilo en España: en 2024 fueron 165.398 solicitudes, el 2º país europeo con más peticiones de asilo tras Alemania (237.000). La mayor parte de estos “refugiados” del Sahel parten hacia Canarias desde Mauritania (25.081 salidas de los 46.843 inmigrantes marítimos llegados a Canarias en 2024) , donde está el campo de refugiados de M´Berra (con casi 300.000 refugiados: ver foto).

El reciente informe de Seguridad Nacional alerta que la inmigración irregular es el tercer mayor riesgo de seguridad para España, tras los Ciberataques y la desinformación. Y señalan que el epicentro de este riesgo es el Sahel, donde Putin puede utilizar la “bomba migratoria” para desestabilizar a Europa (sobre todo a España, Italia y Francia). Y que el problema se agravará en los próximos años, porque el terrorismo yihadista y las guerras civiles se están extendiendo a paises vecinos del Sahel (Golfo de Guinea, Sudán, Eritrea, Gabón y República Centroafricana), alimentadas por Rusia y China.

Frente a esta grave problema en el Sahel, Europa ha actuado muy mal en las últimas décadas, como refleja el libro “El fracaso de Occidente en África”, de Beatriz Mesa. Desde 2011, la UE ha desplegado 3 estrategias para el Sahel, centradas más en buscar la seguridad con fuerzas militares que en apoyar la cooperación y el desarrollo (desde 2014, la UE ha aportado 8.000 millones de euros, de ellos 1.160 en ayuda humanitaria y 4.600 en cooperación). Ha habido 3 misiones europeas de Seguridad y Defensa, lideradas por Francia, que se han dedicado a formar y profesionalizar los ejércitos de estos paises. Al final, eso ha llevado a 4 golpes de Estado, donde los militares han optado por echar a Francia y a los militares europeos: Francia retiró todas sus tropas (tenía 10.000 militares hace 5 años) y los militares europeos se fueron en mayo de 2024, dejando vía libre a Rusia y sus mercenarios, junto a China y sus inversiones.

El gran error de Europa en el Sahel, según este informe de CIDOB, ha sido centrarse en un enfoque militarista y de control de los flujos migratorios más que en ser “un actor político y económico en la región”, ayudando a los paises con la miseria y la pobreza, que son las bases de la violencia y el terrorismo. Esta política ha fortalecido a unos ejércitos que han acabado siendo golpistas y antieuropeos, reforzando a élites corruptas. Ahora, la nueva Comisión Europea está más obsesionada por la seguridad en el Este de Europa que en reforzar el flanco sur de la OTAN y de Europa, que es el Sahel. Pero Europa debe cambiar de actitud y reforzar la cooperación económica y social con el Sahel, para quitar bazas a Putin. Y apostar por una nueva presencia en la región, asentada en la cooperación, la lucha contra la pobreza y el Cambio Climático y el desarrollo.

Estos eran los objetivos de la visita que hizo la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen a Mauritania, en febrero de 2024, acompañada del presidente español, Pedro Sánchez. Allí firmaron una declaración conjunta UE-Mauritania y compromisos de cooperación (210 millones de euros), que se quiere continuar con Senegal y Gambia, los tres paises de origen de la mayoría de inmigrantes ilegales a Canarias y Europa.

En paralelo, el Gobierno español lleva varios años “obsesionado” con el Sahel, sobre todo ahora tras el último informe de Seguridad Nacional. El presidente Sánchez visitó en agosto de 2024 Mauritania, Senegal y Gambia, donde firmó compromisos de cooperación y para reducir la inmigración ilegal. Además España tiene presencia de la Guardia Civil en Mauritania, Senegal y Gambia, para apoyar a sus militares en el control de fronteras , mientras también hay cooperación con esos paises de la Policía Nacional. Y Defensa participa en programas de formación y capacitación militar en paises del Sahel y del Golfo de Guinea. Además, España participa en programas financiados por la UE para luchar contra las redes de tráfico de inmigrantes en el Sahel y el Magreb. Y dentro de los programas internacionales de la Cooperación Española, el Sahel será una zona prioritaria, a la que España ha destinado 994,4 millones de euros desde 2010 a 2023.

Son pequeños avances pero insuficientes ante una región de la que proceden el 72% de los inmigrantes que llegan por mar a España (Canarias). Es urgente que el Sahel deje de ser “una obsesión de España” para ser “una obsesión de Europa”, porque es la principal vía de inestabilidad en su flanco sur. Para ello, es clave que el Sahel sea, junto con Ucrania, uno de los protagonistas de la próxima Cumbre de la OTAN en la Haya (24 y 25 de junio), que celebrará su 75 Aniversario y sentará las bases de un futuro “más europeo y menos USA”. Hay que fijar prioridades y medios para frenar la llegada de inmigrantes, terrorismo y droga del Sahel a Europa, algo vital para España (y también para Italia y Francia). España debe seguir presionando sobre este problema en Bruselas y en la OTAN, porque somos los primeros perjudicados si el Sahel arde en llamas.

lunes, 28 de abril de 2025

Gasto en Seguridad: otro estímulo económico

El Gobierno español acaba de comprometerse con la OTAN y la UE a gastar 10.471 millones más este año en Defensa y Seguridad, para cumplir el objetivo de gastar el 2% del PIB. Para conseguirlo, ha arañado distintas partidas del Presupuesto, con dos promesas: no se recortará el gasto social y el 87% del gasto militar irá a empresas españolas, lo que permitirá crecer más y crear 100.000 empleos. Otra vez, como con la pandemia o Ucrania, se intenta “hacer de la necesidad virtud: aprovechar esta crisis para estimular la economía y dar un salto industrial con la Defensa y la Seguridad. Un empeño en el que está Europa, que busca una autonomía defensiva ahora que se retira Trump, con un Plan (“ReArmar Europa” ) para  gastar 800.000 millones en Defensa en 4 años. La clave es coordinarse los paises para gastar juntos y mejor, no “hacer la guerra” cada uno a su aire. Y que estas enormes inversiones relancen la economía, la industria y la tecnología europea.


La “pinza” de Trump y Putin ha puesto patas arriba el orden internacional, desde la Defensa al comercio y la economía. Y en el caso de Europa, las amenazas de Trump nos han hecho ver que “tenemos que defendernos solos”, que se ha acabado la época en que EEUU se hace cargo de la Seguridad y Defensa de los europeos, financiando el 69% de la OTAN, mientras los grandes paises europeos apenas financian este paraguas de seguridad común (el Reino Unido financia el 6% de la OTAN, Alemania el 5,27%, Francia el 4,7%, Italia el 2,72% y España el 1,24%). “La era del dividendo de la paz hace mucho que se acabó. Estamos en una era de rearme”, dijo recientemente la presidenta de la Comisión, Úrsula Von der Leyen.

De repente, en los últimos meses, la mayoría de los paises europeos se han dado cuenta del peligro, de que “tenemos que defendernos solos” ante un mundo más peligroso y donde EEUU (con o sin Trump) no está dispuesto a ser “el gendarme del mundo”. Esta preocupación por la Defensa y la Seguridad es mayor en los paises europeos que tienen frontera con Rusia (los nórdicos, bálticos y Polonia), pero ha calado en la opinión pública de toda Europa. De hecho, Alemania ha reformado su Constitución para elevar su gasto en Defensa, Polonia ha pedido a Washington el despliegue de armas nucleares en su territorio, los paises bálticos y Polonia estudian volver a desplegar minas antipersona en su frontera con Rusia y hay varios paises europeos (Polonia, Alemania o Francia) que se plantean reimplantar el servicio militar obligatorio (en España se abolió en 2001), que ya tienen 10 paises UE (Estonia, Letonia, Lituania, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Croacia, Austria, Grecia y Chipre) y otros 6 europeos (Noruega, Turquía, Ucrania, Moldavia, Bielorrusia y Suiza).

En definitiva, que tras las crisis de la pandemia y la invasión de Ucrania, la llegada al poder de Trump ha desatado en Europa otra nueva crisis, la preocupación por “la autonomía estratégica” de Europa, la necesidad de reforzar la Defensa y la Seguridad europeas. El 4 de marzo, la presidenta de la Comisión lanzó un Plan estratégico, “ReArm Europe” (ReArmar Europa), con una cifra mágica (la misma que la del Plan “Next Generation” contra la pandemia): gastar 800.000 millones en 4 años para dar un salto hacia adelante en la autonomía estratégica de Europa, para financiar proyectos de Defensa y seguridad europeos. El Plan incluye 150.000 millones de créditos europeos (financiados con la emisión de “deuda europea”), que se ponen a disposición de los 27 paises UE (y otros que los pidan), para financiar proyectos de rearme. Y se propone que los 650.000 millones restantes los financien los paises, a cambio de dejarles que gasten más y superen sus déficits (hasta un 1,5% del PIB) sin sancionarles.

Unos días después, el 19 de enero, la Comisión Europea publicó el Libro Blanco sobre la defensa Europea, concretando más el Plan “ReArmar Europa”. Ahí se esbozan las prioridades de inversión en la Defensa y Seguridad europeas: avanzar en los sectores donde Europa tiene más necesidades sin cubrir, realizar compras conjuntas de armamento y seguridad (como con las vacunas), fomentar la creación de una potente industria europea de la Defensa (con la coordinación o fusión de empresas), avanzar en la innovación tecnológica y conseguir una mayor autosuficiencia estratégica, para que los suministros futuros vengan de empresas europeas (ahora, el 60% del armamento paises UE se compra a EEUU).

Al día siguiente de presentarse estos Planes se convocó una Cumbre europea, donde los paises apoyaron estas propuestas de “rearme europeo”, aunque con matices: unos, como Alemania o Francia, están de acuerdo en movilizar fondos nacionales para reforzar su Defensa (300.000 millones Alemania y 200.000 millones Francia) mientras otros, como España y Polonia defienden que haya “un Fondo Europeo de Defensa”, como el Fondo Next Generation” contra la pandemia, que incluya no sólo créditos (los 150.000 millones prometidos por la Comisión) sino subvenciones a fondo perdido (como los del Plan de recuperación), para facilitar que los paises con menos recursos inviertan en Defensa y Seguridad.

En medio de este panorama europeo “de rearme”, España se veía “señalada”, por ser el país europeo que menos gasta en Defensa: 1,4% del PIB en 2024, sólo por detrás de Luxemburgo (1,29%), Eslovenia (1,29%) y Bélgica (1,3%), como Italia (1,49%) pero lejos del 2,12% de Alemania, el 2,06% de Francia o el 4,12% de Polonia (y del 3,71% de USA). Y sobre todo, España no ha cumplido el compromiso firmado por Rajoy en 2014, en la Cumbre de la OTAN de Gales: que todos los paises gastarían el 2% del PIB en Defensa en 2024. El Gobierno Sánchez pensaba cumplirlo más tarde, en 2029, presionado por la falta de Presupuestos y la postura “pacifista” de Sumar y Podemos. Pero estaba en medio de esa “vorágine europea de rearme” y se ha sentido presionado por Italia y Bélgica, que acaban de comprometerse a gastar ese 2% en Defensa este año. Así que, el día antes del plazo dado por la OTAN para enviar sus previsiones, el Consejo de Ministros aprobó (el 22 de abril). aumentar el gasto para alcanzar ese 2% en Defensa este año 2025, no en 2029.

Una vez más, como en la pandemia o la crisis de Ucrania, el Gobierno ha querido “hacer de la necesidad virtud” y propone que España aproveche el reto del “rearme” para dar un salto industrial y tecnológico, para reforzar el crecimiento, la innovación y el empleo con el gasto en Defensa y Seguridad. Así justifica gastar este año 10.471 millones más, para acabar gastando 33.123 millones en Defensa y Seguridad en 2025, el 2% del PIB. Como no hay Presupuesto y resultaría imposible que el Congreso apruebe este mayor gasto (los socios del Gobierno no quieren gastar más y el PP y Vox no quieren apoyar al Gobierno en un mayor gasto con el que están de acuerdo), el Gobierno ha buscado “un atajo”: arañar dinero de otras partidas para conseguir esos 10.471 millones extras.

El nuevo dinero para gastar este año en Defensa y Seguridad (10.471 millones) sale de tres fuentes: de reasignar partidas del Plan de Recuperación (como 1.300 millones para Ciberseguridad), de los ahorros conseguidos en el Presupuesto (3.000 millones menos gastados en intereses de la deuda pública, 2.819 millones del Fondo de Liquidez Autonómica o los 1.700 millones en compensar a las autonomías por menores ingresos, que ya no están justificados, 1.680 millones de préstamos de Industria y 1.395 millones del Fondo de contingencia) y por una mayor recaudación fiscal debido al mayor crecimiento y empleo.

El propio Pedro Sánchez explicó, al aprobar este gasto extra, a qué se destina, dejando claro que sólo el 18,75% de este nuevo gasto será para armamento (1.962 millones), para blindados, fragatas y armas, para “equipos de Defensa y disuasión más eficientes y seguros para los soldados españoles”. El resto del gasto (81,25%) no es gasto en armas sino en Defensa y Seguridad. La mayor partida, 3.712 millones (el 35% del gasto extra) se destina a mejorar la situación de las Fuerzas Armadas españolas: aumento de plantillas, mejora de sueldos (más bajos que en Europa), mejor formación y equipamiento. La segunda mayor partida, 3.262 millones (el 31,16%) se destina a mejoras de telecomunicaciones y Ciberseguridad (cada año sufrimos más de 1.000 ciberataques en infraestructuras críticas, desde hospitales a redes de energía y aeropuertos). La cuarta mayor partida (la 3ª es la compra de armamento) se destina a reforzar las Fuerzas Armadas para que atiendan catástrofes naturales (inundaciones, incendios…): se invertirán 1.750 millones (el 17% del gasto extra). Y la 5ª partida son 328 millones (el 3.14%) se destina a mejorar el equipamiento de los 3.000 militares españoles que participan en misiones extranjeras (16).

Pedro Sánchez justificó este mayor gasto militar en que “el mundo ha cambiado” y España se tiene que “implicar en la Defensa de Europa”. Y planteó dos compromisos. Uno, que este mayor gasto militar se va a financiar sin tocar el gasto social: “una economía saneada y dinámica como la española puede invertir en bienestar y en seguridad al mismo tiempo”. El otro, que el 87% de esta inversión en Defensa y Seguridad “se quedará en España”: 9.000 millones del gasto extra irán a empresas españolas de todas las autonomías (“vamos a exigir a las empresas que involucren en los proyectos a pymes y empresas emergentes”). Además, más de un tercio de las inversiones son en “tecnologías de doble uso”, es decir que no sólo suponen una innovación para la defensa sino también para toda la economía.

Al final, la filosofía del Gobierno es otra vez aprovechar una crisis, como la de la pandemia o la invasión de Ucrania, para “hacer de la necesidad virtud”: ya que tenemos que gastar en Defensa y Seguridad , que sirva para que España dé otro salto tecnológico e industrial, para reforzar la industria de la Defensa, Seguridad y Telecomunicaciones, que en España  integran 400 empresas (muchas de ellas “punteras”), con 36.000 empleos. Precisamente, el presidente Sánchez se reunió con ellas en La Moncloa, en marzo, para pedirles que reforzaran sus inversiones y se prepararan para “el rearme europeo”, participando en programas con otras empresas del continente. Con todo este programa inversor en Defensa y Seguridad, el Gobierno espera crecer más (un +0,4/+0,7% adicional del PIB), crear 100.000 nuevos empleos (de calidad) y aumentar la inversión en tecnología un 18%. Otro fuerte estímulo al crecimiento, como lo está siendo el Plan de recuperación.

España no ha querido esperar a que Bruselas concrete su Plan ReArmar Europa para comprometer este gasto extra en Defensa y Seguridad, con el que se presentará a la Cumbre de la OTAN de junio en La Haya. Una Cumbre donde se espera aumentar el gasto militar de la OTAN hasta el 3,5% del PIB en 10 años. Así que España y el resto de Europa tendrán que seguir aumentando su gasto en Defensa y Seguridad en los próximos años, con fondos europeos y nacionales. El objetivo de Bruselas es conseguir un gasto militar y una mayor independencia estratégica en 5 años, la base de un “ejército Europeo”. Para ello, tratarán de reforzar la industria de defensa europea (con programas de inversión y fabricación conjunta), unificando compras y equipos y coordinando prioridades.

El último informe sobre Defensa del Parlamento Europeo, presentado el 2 de abril, refleja las carencias comunitarias, las que deben ser ahora las prioridades europeas: comunicaciones por satélite (habría que integrar las empresas Thales, Airbus y Leonardo, para crear un gigante europeo que compita con los satélites de Elon Musk), los aviones de transporte de tropas y de reabastecimiento en vuelo (ahora son de USA), conseguir cadenas de mando y control integrados y avanzar en artillería y escudos antimisiles. Y es clave avanzar en las compras conjuntas, tras la aprobación por Bruselas del EDIRPA, la norma que obliga a los paises a que el material militar que compren contenga un 65% de material “made in Europe”…

Bueno, parece que Europa “se ha despertado de un sueño” y ahora la mayoría de paises y ciudadanos (por las encuestan) apoyan un mayor gasto en Defensa y Seguridad, sabiendo que no es tanto gastar más en cañones, tanques o aviones como gastar en tecnología, satélites, inteligencia militar y ciberseguridad. Y que no se trata de gastar más sino de gastar mejor y juntos. Porque se da la paradoja de que Europa es la 2ª potencia militar del Planeta, tanto en efectivos como en capacidades y gasto, pero no es eficaz porque no actúa como un solo país, sino que son 27 paises (o 35) “haciendo la guerra por su cuenta”, con sus propias estructuras, sus distintas prioridades y su distinto armamento (un ejemplo: en Europa hay 20 tipos distintos de tanques…). Hay que avanzar en unificar la Defensa y Seguridad del continente, un eslabón clave para conseguir una Europa más integrada y unida.

En definitiva, nos guste o no, Europa tiene que “rearmarse”, para poder “auto defenderse” en el futuro ante un mundo convulso y de bloques. Tardaremos años y nos costará dinero y grandes esfuerzos, pero no se puede delegar nuestra seguridad en otros. El dilema no es “cañones o mantequilla” sino “seguridad o inseguridad”. Europa no puede aspirar sólo a mantener el Estado de Bienestar de sus ciudadanos porque sin seguridad no hay bienestar. No se trata de ser “militarista” o “pacifista”: la realidad es que hay que invertir para defenderse. Y si encima conseguimos reanimar  la economía, crear empleo y ganar en industrialización y tecnología, mejor.

jueves, 16 de octubre de 2014

Defensa, una hipoteca hasta 2030


El Gobierno Rajoy ha subido el gasto de Defensa para 2015, tras seis años de caídas. Pero esos recortes eran un espejismo, para enmascarar subidas del gasto militar en estos tres años, vía créditos extraordinarios para pagar compras de armamento aprobadas en 1997 (otra herencia de Aznar). El Gobierno ha pactado con las empresas de armas un nuevo calendario de pagos, que obliga a desembolsar 22.500 millones hasta 2030,1.500 millones extras al año. Una hipoteca que contrasta con la penuria del Ejército español en el día a día, con tanques, barcos y aviones que no se usan porque no hay dinero para carburante (es de Gila). Además, Defensa será un “agente de ventas” de las empresas de armamento, promoviendo acuerdos con otros Gobiernos para fomentar nuestras exportaciones de armas (España es el 7º vendedor mundial). Hay que poner orden y modernizar la política de Defensa, para conseguir un Ejército más pequeño, más operativo y más barato, sin trampas presupuestarias.
 
enrique ortega

En el Consejo de Ministros del 1 de agosto, mientras la mayoría de españoles salían de vacaciones, el Gobierno Rajoy aprobaba un crédito extraordinario de 883 millones de euros para pagar el recibo anual de la compra por Defensa de aviones de combate (EF2000) y transporte (A400), helicópteros (Tigre, NH90 y EC35) y misiles (Skype). Era el tercer crédito extraordinario aprobado por el Gobierno Rajoy, que aprobó dos similares en 2012 (1.782 millones) y 2013 (877 millones), con lo que ha habido un gasto extra en Defensa de 3.542 millones, un 20% del gasto presupuestado en esos tres años. El objetivo de estos créditos extraordinarios (convalidados en solitario por el PP en el Congreso) era poder presentar cada año un Presupuesto de Defensa que bajaba (daba mejor imagen con los recortes) y luego aprobar un gasto extra (que no se nota tanto) para pagar el armamento comprado.

El origen de estos gastos está en una herencia de Aznar (ver aquí otras): los Programas Especiales de Armamento (PEAS), un ambicioso programa, aprobado en 1.997, para modernizar las Fuerzas Armadas, comprometiendo un gasto de 24.000 millones de euros en la compra de 19 nuevos sistemas de armamento (fragatas, buques, submarinos, aviones de combate y transporte, helicópteros, tanques, misiles, artillería…). Como era una cantidad desorbitada, el Gobierno Aznar se inventó un truco contable: Industria daba un crédito sin interés (con nuestro dinero) de 14.000 millones a las empresas de armamento para que fueran fabricando y Defensa les pagaría el nuevo armamento a partir de 2011. Para entonces, los contratos habían disparado su coste, además de no estar incluido el mantenimiento del material. Y la hipoteca se había convertido en unos 30.000 millones.

El Gobierno Zapatero dejó crecer la burbuja y no pagó las primeras facturas, con la excusa del déficit. Al llegar Rajoy se encontró con la herencia y aprobó el primer crédito extraordinario, para pagar los impagos de 2010 a y 2012. Y en 2013, el ministro Morenés se puso a renegociar con la industria un nuevo calendario de pagos, que el Gobierno aprobó el 2 de agosto (otra vez agosto) de 2013. Una renegociación que ha sido un fiasco: se amplía el plazo de pago (de 2025 a 2030) y a cambio se paga más  de lo que se debía (quedan pendientes 22.500 millones, 2.500 millones más), en un nuevo calendario donde se paga menos ahora (915,6 millones en 2014 y 873,5 en 2015, cuando antes eran 1.032 y 1.276) y más en el futuro (2.045 millones en 2020 frente a los 1.832 del calendario anterior). El que venga detrás, que arree. Y además, se paga más dinero por menos material: en vez de 27 aviones de transporte A-400, serán 14; en vez de 24 helicópteros Tigre, 18; en vez de 45 helicópteros de transporte, serán 24; y en vez de 190 tanques Pizarro, 117. Eso sin olvidar el retraso en la compra de 4 submarinos  S-8 porque los han fabricado… con exceso de peso (parece de Gila), lo que nos costará 800 millones extras (ahora parece que ya flotan, pero les falla la propulsión, con lo que no estarán hasta 2018).

La renegociación de los PEAS es tan escandalosa que UPyD ha presentado una proposición no de Ley para que el Congreso encargue una auditoría para clarificar esta inmensa hipoteca. Y creen que la renegociación beneficia a las cuatro grandes empresas de armamento, que han presionado al Gobierno con despidos (EADS-Airbus ha anunciado un ERE, con 600 despidos en CASA) y con la “mala imagen” que daría no cumplir con estos pagos a empresas multinacionales. El mayor proveedor es el Programa Eurofighter (Italia, Alemania, Reino Unido y España con CASA), que vende los aviones de combate Eurofighter 2000 (10.600 millones pendientes de pagar). Le sigue de cerca el Grupo Airbus (Francia, Alemania y España, con un 4% a través de CASA), que fabrica el avión de transporte A-400M (5.018 millones pendientes de pagar) y los helicópteros NH-90 (1.682 millones), Tigre (1.515 millones) y EC-135 (65,2 millones). El tercer proveedor es la multinacional USA General Dynamics, que compró Santa Bárbara al Estado en 2001 y que ha vendido al Ejército los tanques Leopard (2.508 millones pendientes) y Pizarro (786 millones por pagar). Y en cuarto lugar, Navantia, un astillero 100% público que construye los submarinos S-80 (2.135 millones por pagar), los buques BAM (509 millones) y las fragatas F-100 (1.997 millones).

Un personaje clave en toda esta historia es el ministro de Defensa Pedro Morenés. Era Secretario de Estado de Defensa con Aznar (1996-2000) cuando se aprobaron estos millonarios programas de armamento. Y luego, como Secretario de Estado de Política Científica (2002-2004), en Industria, fue responsable de aprobar los créditos para que la industria de armamento fabricase estos pedidos (créditos que aún no han devuelto: suponen ya 15.260 millones, con intereses). En 2004, al llegar el PSOE al poder, Morenés vuelve al sector privado, primero a un astillero (2009), luego (2010) a una empresa europea de misiles, MBDA (la segunda del mundo) y entre medias es consejero de Instalanza (2005-2009), la primera fabricante española de bombas de racimo, prohibidas en 2010. Tras un recurso contra el Estado por esa prohibición, impulsado por Morenés, Defensa les compensa, en enero de 2014 (con Morenés como ministro) adjudicándoles el contrato de los lanzagranadas Alcotán (4 millones de euros). En definitiva, “puerta giratoriade Morenés con la industria armamentista.

Ahora, Defensa, además de asegurar el pago de la hipoteca de los PEAS (1.500 millones extras anuales hasta 2030) va a ir más allá en su apuesta por la industria de armamento (en su mayoría extranjera, salvo CASA, Indra y Navantia): apoyará “las reformas normativas necesarias para que el Ministerio de Defensa pueda gestionar programas de armamento con destino a la exportación”, según dicen textualmente los Presupuestos 2015 (página 116 Libro amarillo). Para ello, añade, se promoverán “acuerdos Gobierno a Gobierno” (o sea, el Rey y los ministros se dedicarán a vender material militar en sus viajes) y se desarrollarán las capacidades de OFICAEX, la Oficina de Apoyo a la Exportación (Defensa). Todo por promover las ventas de material de Defensa, donde España es el 7º exportador del mundo.

Y entre tanto, el Ejército español, en su día a día, está paralizado, por culpa de los ajustes. Y mientras busca cómo pagar sofisticados aviones de combate, tanques  o submarinos, la realidad es que no tiene dinero para pagar el carburante de tanques, barcos y aviones: los pilotos se tienen que turnar para hacer horas de vuelo, los buques no salen a la mar y los nuevos tanques Leopard están sin estrenar. Han mandado al desguace el portaaviones “Príncipe de Asturias” porque no había dinero para mantenerlo operativo. Y cuando hay una emergencia internacional, como la de Mali en 2013, el presupuesto apenas da para enviar un avión de transporte. Es como el Ejército de Gila, en “economía de guerra: en agosto pasado, el Gobierno aprobó también otro crédito extraordinario de 30,56 millones para pagar gastos urgentes, desde carburante y compras a dietas y formación de los militares.

Lo llaman “Ejército bonsái” porque tiene de todo pero pequeñito e inoperante. Urge afrontar una reconversión de la política de Defensa española, en cuatro frentes. Uno, el ajuste de personal, que se lleva el 75% del gasto: tiene 79.000 personas y se estima que sobran 20.000, entre tropa y sobre todo jefes (hay 45.000 mandos). Dos, una renegociación de verdad con las industrias militares, para que no impongan sus productos y condiciones. Tres, una mayor colaboración con otros países europeos (sobre todo del sur), para compartir servicios y costes. Y cuarto, una nueva política de Defensa, con un Ejército más pequeño pero más operativo: España es un país peninsular, donde no tiene sentido la Defensa basada en Tierra (tanques y artillería) y si en la Armada y el Ejército del Aire, que juntos gastan menos que Tierra. Es necesario apoyarse en unidades más pequeñas y especializadas, de intervención inmediata. Y no pensar en una guerra convencional, con invasión por los Pirineos, sino en las nuevas amenazas: ciberdefensa, terrorismo internacional, crimen organizado, catástrofes naturales, seguridad líneas de suministro e intervención en conflictos exteriores. Y para todo eso, hace falta otro Ejército con otras armas, no las que compró Aznar en 1997.

No se trata de hacer demagogia y desmantelar el Ejército, cuando formamos parte de Europa y la OTAN, que acaba de pedir a los países (Cumbre de Gales) reforzar su política de Defensa (y más gasto). Se trata de reestructurar el Ejército español, huyendo de trampas contables y gastando con eficacia, no en las armas que nos quiera “colocar” la industria con el chantaje del empleo que crean. Si hay recortes en sanidad, educación, dependencia, desempleo y gastos sociales, no podemos hacer gastos extras en armamento ni estar hipotecados hasta 2030. Ejército sí, pero más pequeño, más operativo, más eficaz y más barato.