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lunes, 6 de enero de 2025

La luz sube otra vez

Cuando llegue el recibo de la luz de diciembre, veremos que ha subido otra vez, hasta 11 euros sobre el de noviembre, que ya fue el más caro del año. La luz cerró 2024 con precios altos, por la mayor demanda (el frío) y el clima (menos eólica, solar e hidráulica  y más gas, muy caro). Pero como el clima ayudó entre primavera y otoño, el precio medio en el mercado eléctrico fue el más bajo desde 2021, aunque la subida de impuestos hizo que nuestro recibo mensual fuera 1,54 euros más caro que en 2023, pero mucho más bajo que en 2022 y 2021. Y el auge de las renovables (generan el 56% de la electricidad) mantiene la luz más barata  que en Europa. Este 2025 se espera una luz cara hasta primavera y luego bajará en el mercado, aunque nos subirá por el IVA y los peajes: será entre 106 y 118 euros más cara. Y luego bajará y será “más limpia” entre 2026 y 2030.

                            Enrique Ortega

La luz cerró el año 2024 con fuertes subidas en el mercado mayorista de origen, mayores incluso que las de noviembre. En diciembre, el precio medio diario del mercado mayorista (donde las eléctricas venden la electricidad que generan) fue de 111,23 euros/MWh (con picos de 177/179 euros entre el 10 y 12 de diciembre y 172 euros/ MWh el 30 de diciembre). Ha sido, junto a noviembre (104,43 euros/MWh de media) el mes más caro de todo 2024, un año donde la luz fue muy barata en origen (mercado mayorista) en primavera (20,31 euros en marzo, 13,67 en abril y 30,4 euros/MWh en mayo), así como en verano y otoño, gracias a la mayor aportación de las renovables (más baratas). Pero en noviembre y diciembre, los precios en origen se dispararon por la mayor demanda (frío) y una menor aportación de las renovables (poco aire y lluvia y menos horas de sol) y de las nucleares (por recarga y fallos en Ascó I y II), obligando a utilizar más las centrales de gas (con un gas más caro). Y además, han subido los derechos por generar CO2.

A pesar de las fuertes subidas de noviembre y diciembre, el mercado eléctrico español ha cerrado 2024 con un precio medio de 63,19 euros/MWh, más bajo que el de 2023 (88,27 euros) y muy inferior a los de 2022 (167,52 euros/MWh, por la guerra de Ucrania y el gas disparado, que llevó a un máximo histórico de 544,98 euros/MWh el 8 de marzo de 2022) y 2021 (119,93 euros), aunque esté todavía por encima del precio habitual antes de esta crisis energética (33,96 euros/MWh en 2020 y 47,41 euros en 2019). Otro año más, nos han salvado las energías renovables, que han generado el 56% de la electricidad, según REE, gracias a la aportación de la eólica (23%), la solar fotovoltaica (17%) y la hidráulica 13%).

En Europa, las renovables han generado sólo el 48% de la electricidad en 2024, lo que explica que el precio medio de la electricidad en el mercado europeo haya cerrado en 82 euros/MWh, más cara que en España (63,10 euros), aunque más barata que en 2023 (97 euros/MWh en el mercado europeo) y el precio más bajo desde 2021, según Eurelectric. Una electricidad, en Europa y en España, más barata y “más limpia” : las emisiones de CO2 por la producción de electricidad bajaron un 13% en 2024 sobre 2023 (y un -59% sobre 1990). En España, las emisiones del sector eléctrico (27 millones TM CO2) bajaron un -16,4% sobre 2023.

Estos fueron los precios de la electricidad en origen en 2024. Pero a nosotros, los consumidores, nos influyen otros factores en el recibo, además de este precio mayorista. Una parte, el 40% del recibo, depende de nuestro contrato. Si tenemos una tarifa “libre” (como 21,8 millones de consumidores), que han pactado con una comercializadora (generalmente por un año), estos vaivenes del mercado mayorista y la rebaja media de 2024 no la notarán  hasta que revisen la tarifa (como las hipotecas). Pero si tenemos una tarifa “regulada(llamada PVPC), como 8,6 millones de consumidores, un 40% del recibo varía con los precios diarios (y por horas) del mercado mayorista de la electricidad. Así que en 2024, tendríamos que haber pagado menos por la luz, ya que el precio medio en origen ha sido un 28,4% más bajo (63,19 euros/MWh frente a 88,27 euros). Y encima, una reforma implantada el 1 de enero, obligaba a las eléctricas a vendernos un 30% de la luz comprada en el mercado a plazo (no en el mercado diario), que es más barato.

Pero la realidad es que el recibo medio de la luz ha subido algo en 2024, 1,54 euros mensuales para la tarifa regulada, según la OCU. Y también la contrataron más cara los usuarios que están en el mercado “libre”, porque una parte importante de la factura (un 15%) son impuestos. Y el 40% restante son costes de transporte y distribución más pagos regulados por la Administración para financiar el parón nuclear, las renovables, la electricidad en las islas o la deuda eléctrica acumulada, que también subieron (poco) en 2024.

Por todo ello, aunque la electricidad en origen fue más barata en 2024, la pagamos algo más cara, sobre todo por la subida de 3 impuestos. Entre febrero y mayo de 2024, el IVA de la electricidad subió del 10 al 21% (al estar por debajo de 45 euros los precios en origen), aunque el resto hemos pagado el 10%. También subió el impuesto especial a la electricidad (del 0,5% al 2,5% en el primer trimestre, el 2,8% en el segundo y el 5,11% desde julio) y el impuesto a la generación de electricidad, que pagan las eléctricas pero nos lo repercuten en el recibo (se suprimió en 2021 y volvió al 3,5% en el primer trimestre de 2024, al 5,25% en el segundo y el 7% desde julio). Se estima que habremos pagado 7,50 euros extras cada mes en el recibo en 2024 por estas subidas de impuestos. Todos, tengamos la tarifa que tengamos.

Al final, entre la bajada del precio en origen y la subida de impuestos y peajes, el recibo medio de los que tienen una tarifa regulada (8,6 millones de consumidores) habrá subido 1,54  euros de media al mes durante 2024, según los cálculos de la OCU, que estima un recibo medio de 61,88 euros en 2024 (aunque sea de 85,57 euros en diciembre frente a 74,60 euros en noviembre, después de empezar el año en 63,10 euros y bajar hasta 48,85 euros en el recibo de abril), frente a 60,34 euros pagados de media en 2023. En el caso de los recibos contratados en el mercado “libre” (tarifas “planas”), también habrán notado la subida de los 3 impuestos (esos 7,50 euros de media).

Ahora, en 2025, todo apunta a que la luz seguirá subiendo en origen hasta primavera, aunque quizás menos que en noviembre y diciembre, porque quizás mejore algo la aportación de la energía hidráulica (lluvia) y eólica (viento). Y luego, en primavera y verano, se espera que las energías renovables (mucho más baratas) sigan creciendo y no haya que tirar del gas natural (más que en horas y días puntuales), lo que permitirá volver a bajar el precio medio de la electricidad en el mercado mayorista en 2025. De hecho, la electricidad en el mercado de futuros apunta a un precio de 50 euros/MWh entre abril y junio de 2025 (cuando estaba a 122,34 euros/MWh el viernes 3 de enero). Y eso beneficia a los que clientes del mercado “regulado”, porque las comercializadoras están obligadas en 2025 a que un 40% de la electricidad que les vendan la compren en el mercado de futuros (y un 55% en 2026).

Pero eso no indica que el recibo baje en 2025, sino que se espera que la luz suba más que en 2024 (subió 1,54 euros), otra vez por la subida de impuestos y también por una mayor subida de los costes regulados, dos factores que afectan a todos los contratos. Veámoslos con detalle.

Por un lado, sube uno de los tres impuestos de la luz, el IVA, que es el clave. Pasa del 10 al 21% definitivamente, lo que puede suponer una subida del recibo, por esta sola causa de +7,50 euros al mes. Se mantiene en el 5,11% (de finales de 2024) el 2º impuesto, el impuesto especial sobre la electricidad (IEE), que este año no nos subirá el recibo. Y el tercer impuesto, sobre el valor de la producción de la energía eléctrica (IVPEE) electricidad (el 7%) está pendiente de la pelea política en el Parlamento: el Gobierno quiere mantenerlo, pero PP y Junts (con apoyo de Vox, ERC y PNV) quieren anular este impuesto, creado por Rajoy en 2013 y con el que se recaudan 1.500 millones al año. El debate sigue abierto y el Gobierno reitera que quiere mantenerlo, aunque no tiene mayoría para hacerlo.

Además de la subida del IVA (y la recuperación o no del IVPEE), el recibo de 2025 incluye también la subida de los costes regulados por la Administración, que aumentan un 33% este año. Estos costes que también suben son los peajes eléctricos (el coste del transporte y la distribución de electricidad, una parte fija y otra según el consumo), los cargos varios del sistema eléctrico (primas a las renovables, ayudas al pago electricidad en las islas, costes de la CNMC, coste parón nuclear y déficit eléctrico acumulado) y la financiación del bono social eléctrico: un descuento del 25 al 40% en la factura, del que se benefician 1.627.000 familias pero cuyo coste (que crece) pagamos el resto de consumidores (3,8 euros por cliente).

En conjunto, entre la subida del IVA y los costes regulados, el recibo de 2025 podría subir 106 euros al año (+8,83 euros al mes) para los consumidores con tarifa “regulada” y 118 euros anuales (+9,83 euros al mes) para los que tienen una tarifa “libre”, según la OCU. Y eso, al margen de que el precio de la electricidad en origen suba o baje (debería bajar algo) o de la evolución del petróleo y el gas natural. Si una guerra o cualquier otro problema (frío intenso o fuerte demanda) vuelven a disparar la energía, el recibo subiría mucho más.

Hay un factor clave para ser relativamente optimistas con el recibo en los próximos años, sobre todo a partir de 2026, cuando ya no suba el IVA ( culpable de +7,50 euros de subida mensual del recibo en 2025) : la creciente importancia de las energías renovables, donde España es líder en Europa. El gran objetivo del Plan nacional de energía y Clima 2023-2030 (PNIEC) es que las energías renovables generen el 81% de la electricidad en 2030 (frente al 39,2% que aportaron en 2019 y el 56% en 2024). Eso permitirá tener una electricidad más limpia y más barata. De hecho, el Banco de España estima que las energías renovables pueden reducir los precios de la luz un 50% para 2030. Y con ello, España tendría una tarifas entre un 20 y un 30% más baratas que Europa.

Para conseguirlo, la clave es seguir promoviendo la energía solar, la eólica (que va algo retrasada, por una cierta rigidez normativa, una creciente “judicialización” de proyecto y un retraso en las adjudicaciones en algunas autonomías) y otras renovables, mejorando su eficiencia y desarrollando más el almacenamiento, porque una parte de la energía renovable no se puede guardar (almacenar en baterías gigantes) y se pierde. En paralelo, urge modernizar la red de distribución, para afrontar los picos de demanda y evitar cortes: el 11 y 12 de diciembre, Red Eléctrica (REE) tuvo que cortar la luz a las industrias (desde las 18,30 a las 21 horas), para asegurar el servicio al resto del país, con lo que hubo 5 días de corte parcial a la industria en 2024. Algo que podría repetirse en 2025, si la demanda de electricidad sigue creciendo (+1,4% en 2024, tras caer en 2022 y 2023).

Entre tanto, las eléctricas aprovechan los altos precios de la luz en noviembre y diciembre (y los que todavía tendremos hasta la primavera) para abrir una “guerra de tarifas” y bombardear con anuncios a los usuarios para que se pasen a tarifas “libres”, con el señuelo de que ahora están más bajas. De hecho, 1 de cada 4 hogares han cambiado su contrato de luz, de la tarifa regulada al mercado libre, en los dos últimos años, según la Comisión de la Competencia (CNMC). Son 4,8 millones de hogares que las eléctricas han captado para sus tarifas “planas”. Durante los años 2021 y 2022, con el mercado eléctrico en precios máximos, han podido acertar. Pero no tanto en 2023 y 2024, donde el recibo regulado ha bajado. Y lo mismo pasará en los próximos años: la electricidad subirá en 2025, pero bajará a partir de 2026. Así que ojo a las “ofertas”, que ofrecen hoy luz más barata por un año, pero que pueden subir al revisarla anualmente.

Con todo, sea tarifa regulada o “libre”, no se deje influir por los titulares de lo cara a barata que esté la electricidad tal día o a tal hora. Es importante que sepamos que la clave está en el clima, en que si llueve o no, si hace sol y viento o no, eso resulta clave para nuestro recibo. Y que hay mucha diferencia entre los precios según la hora del día o el día de la semana (la luz es más barata los fines de semana y cuando no hay industrias trabajando). Y que en los próximos años, gracias a las renovables, la luz costará mucho menos, sin contar los impuestos. Así que el recibo de la luz nos dará menos “sustos” en el futuro.

lunes, 7 de octubre de 2024

El recibo de la luz, pendiente del clima

Ya casi nadie se fija en el recibo de la luz, que tantos “sustos” nos dio en 2021 y 2022. En 2023 moderó su subida y así sigue en 2024, a pesar del final de “la excepción ibérica”, la subida del IVA y los conflictos geopolíticos. Y España sigue con la luz más barata de Europa. La causa de estos precios “más controlados” está en las energías renovables (sol, aire y agua), que producen una electricidad más barata y limpia: llevan 12 meses consecutivos generando más del 50% de la electricidad. Y el objetivo es que generen el 81% de la luz en 2030. Es bueno, pero obliga a estar más pendientes del clima: más o menos aire, sol y lluvia explican los vaivenes del precio de la luz. En paralelo, se agrava la “guerra de precios” y las ofertas de las eléctricas para que contratemos la luz “en el mercado libre”, con tarifas planas (y “letra pequeña”) que ya tienen el 71,8% de consumidores.

                            Enrique Ortega

El recibo de la luz sigue sin darnos sustos en 2024. Ya en 2023 volvimos “casi a la normalidad” en las tarifas, tras los “sustos” sufridos en 2021 y 2022, por la crisis de la energía y la invasión de Ucrania. Así, el coste de la luz en el mercado mayorista (donde venden y compran la luz diariamente las compañías productoras y distribuidoras) cerró 2023 con un precio medio de 87,43 euros/MWh, menos de la mitad del precio medio de 2022 (209,69 euros/MWh) y por debajo del precio medio de 2021 (111,39 euros/MWh), aunque todavía duplicaba el precio medio de los 5 años anteriores (46,15 euros/MWh). Y ahora, en lo que llevamos de 2024 (enero-septiembre), el precio medio del mercado mayorista ha sido menor al de 2023, 45,5 euros/MWh, a pesar de ser mayor en verano (desde 56 euros en junio a 91,05 en agosto y 72,62 en septiembre), por las olas de calor y el turismo.

Con un precio de la luz en origen más moderado, los consumidores hemos pagado precios contenidos, tanto en el mercado regulado (8,6 millones de clientes, cuya tarifa se rige por el precio mayorista diario según las horas de consumo) como en el mercado “libre” (21,8 millones de clientes) , donde las tarifas (“planas”) se suelen fijar por un año o más (y se revisan después, con la evolución del mercado). Ya en 2023, el recibo medio de la luz (para un hogar que tenga contratada 4,6 kW de potencia y 292 kwh de consumo mensual) fue de 60,26 euros al mes (723 euros al año), una rebaja importante (-42,8%) sobre el recibo medio pagado en 2022 (105,48 euros al mes) y en 2021 (79,11 euros al mes de media), según los precios que publica la OCU. Y este año 2024, revelan que estamos pagando un recibo algo más bajo: 58 euros de media (enero a septiembre), con recibos inferiores a 55 euros en abril, mayo y junio y por encima de los 60 euros en enero, julio y agosto.

Así que este año 2024, el precio de la luz es más bajo incluso que en 2023, tanto en el mercado mayorista de origen como en el recibo final al consumidor. Y eso que hemos contado con dos factores en contra. Uno, que desde el 1 de enero de 2024 ya no tenemos la ayuda de “la excepción ibérica, esa medida concedida por Bruselas a España y Portugal para poner un tope al precio del gas utilizado para producir electricidad, para que no disparara el precio del mercado de origen. La medida entró en vigor el 15 de junio de 2022 y fue clave para rebajar la tarifa eléctrica en 2022 (el peor año) y en 2023 (aunque no se aplicaba desde febrero de 2023, porque el gas estaba por debajo del tope, entonces 65 euros/MWh). De hecho, “la excepción ibérica” (el “timo ibérico” para el PP) permitió a España un ahorro de 5.106 millones de euros en los recibos (4.000 millones en 2022 y 1.100 millones en 2023).

El otro factor que no ha ayudado a bajar el recibo han sido los 3 impuestos a la electricidad, que han subido en 2024. En enero, con los precios en origen más bajos, el Gobierno Sánchez decidió subir el IVA (tras bajarlo del 21 al 10% en 2021 y al 5% en junio de 2022): lo subió al 10%, siempre que el precio mayorista (en origen) estuviese por encima de los 45 euros/MWH. Pero en febrero bajó a 40euros y con ello, el IVA  subió al 21% hasta mayo. En junio, el precio mayorista se colocó en 56 euros/MWH y el IVA volvió al 10%, que ha estado vigente hasta septiembre. Además de un IVA más alto que en 2023, hemos pagado una subida del impuesto especial a la electricidad (del 0,5% al 2,5% en el primer trimestre, el 2,8% en el 2º y el 5,11% desde julio) y del impuesto a la generación de electricidad, que pagan las eléctricas pero “nos lo repercuten” a los clientes (se suprimió en 2021 y ha vuelto, al 3,5% en el primer trimestre, el 5,25% en el 2º y el 7% a partir de julio). En conjunto, se estima que pagaremos 7,50 euros extras mensuales en 2024 por esta triple subida de impuestos a la luz.

Sin embargo, hay otros factores que sí han ayudado y explican por qué pagamos algo menos por la luz que en 2023 (y mucho menos que en 2021 y 2022). Uno de ellos, la reforma de la tarifa regulada, el PVPC (precio voluntario para el pequeño consumidor), que entró en vigor el 1 de enero de 2024. El principal cambio es que la tarifa regulada ya no oscila sólo con el precio diario del mercado mayorista, sino que se obliga a las compañías distribuidoras que compren una parte de la luz que nos venden en el mercado a plazo: este año, un 25% deberá ser de contratos a plazo (a un mes, un trimestre, un año o más), un 40% en 2025 y un 55% en 2026. Con ello se buscan contratos más estables (evitando los “saltos” diarios de precios) y que deben ser más baratos, en beneficio de los consumidores.

Pero el factor clave de que el precio de la luz sea más bajo está en el creciente peso de las energías renovables (eólica, solar e hidráulica) en la generación de electricidad, porque son más baratas que el resto (gas, carbón o incluso algunas nucleares). Así, en 2024 (enero-septiembre), las energías renovables han aportado el 57,3% de la electricidad producida (22,4% la eólica, 20,3% la solar, 13,2% la hidráulica y 1,4% otras energías renovables), según Red Eléctrica (Redeia). Y lo más importante: son ya 12 meses consecutivos (de octubre de 2023 a septiembre de 2024) en que las energías renovables generan más del 50% de la electricidad en España. Ya en 2023, las renovables aportaron el 50,1% de la electricidad generada, un gran salto desde 2019, cuando aportaron el 39,2%. 

El tirón de las renovables es lo que explica que nuestro recibo de la luz no se dispare, junto a la moderación en el precio del gas natural, el culpable de disparar nuestro recibo en 2021 y 2022: sigue por debajo de los 40 euros/MWh, cuando en agosto de 2022 se disparó a 311 euros, aunque su precio podría repuntar por el conflicto en Oriente Próximo. En cualquier caso, la electricidad generada con gas (centrales combinadas) es ahora marginal (11,3% de enero a septiembre), con lo que podría aumentar algo el recibo si su precio se dispara, pero no lo notaríamos demasiado, porque casi dos tercios de la electricidad es renovable.

Este tirón de las renovables explica también otro hecho: España tiene la electricidad más barata de Europa. Con datos del 3 de octubre, en España costaba 58 euros/MWH, casi como en Francia (57,64 euros) y mucho más barata que en Portugal (67,45), Alemania (72,66), Paises Bajos (86,05), Grecia (101), Italia (115) o Finlandia (183 euros/MWh). Y eso ha sido así durante todo 2024 y también en 2022 y 2023. Concretamente, en los 18 meses que iban de junio de 2022 a diciembre de 2023, el precio mayorista de la electricidad fue de 102,64 euros por MWh en España, 161,48 euros en Alemania, 175,82 en Francia y 207,88 euros en Italia, según los datos publicados por el Grupo ASE. Y si miramos todo el año 2023, el precio mayorista en España (87,43 euros de media) fue un -14,2% inferior a la media de la electricidad mayorista en los 4 grandes paises UE (101,82 euros).

Eso se explica en parte por la “excepción ibérica” (hasta 2023) pero sobre todo porque España ha desarrollado más las energías renovables. En energía solar, somos líderes europeos en potencia instalada (29,5 GW de potencia, por delate de los 24,6 de Alemania, los 10,8 de Francia, los 9,8 de Reino Unido  y los 4,8 de Italia)  y también en potencia en construcción (7,8 GW, más que la prevista en Grecia, Reino Unido, Portugal y Alemania juntas. Y en energía eólica, España ocupa el 2º puesto en Europa en capacidad instalada (30,42 GW en 2023), tras Alemania y por delante de Reino Unido, Francia e Italia. Y por si no quedara claro, en 2023, España produjo casi el 40% de la electricidad (39,3%) con energía eólica y solar, frente al 13% en el mundo y algo por encima de Alemania (39%).

El objetivo es seguir aumentando el peso de las energías renovables (eólica, solar, hidroeléctrica y otras) en los próximos años  y conseguir que aporten el 81% de la electricidad en 2030, según el último Plan aprobado por el Gobierno en septiembre y enviado a Bruselas. La hoja de ruta de la energía solar (fotovoltaica y térmica) va bien, según lo previsto, pero la energía eólica va retrasada: ha superado  el listón de los 30 GWh (con 22.200 aerogeneradores), pero le queda mucho para llegar a los 62 GW previstos para 2030. Y avanza a un ritmo lento: en 2023 se instalaron 607,27 MWh, la octava parte de los 5,2 GWH anuales que hay que instalar hasta 2030. El sector se queja de un “exceso de rigidez normativa” por las distintas administraciones, con mucha “judicialización” de proyectos (sobre todo en Galicia). Problemas que urge agilizar y resolver, junto al desarrollo de la eólica marina (recién autorizada) porque la energía eólica es clave para cubrir la demanda en horas que no hay sol (si no hay molinos y energía suficiente, obliga a tirar de las centrales de gas…).

El tirón de las renovables no sólo abarata el recibo de la luz sino que reduce drásticamente las emisiones de CO2 que provocan las centrales de carbón (solo ha generado el 1% de la electricidad este año), fuel y gas (11,5%) y los residuos de las centrales nucleares  (que generan todavía un 19,7% de la electricidad). Concretamente, en 2024 (enero-septiembre), la producción de electricidad ha generado 18,58 millones de toneladas de CO2 equivalente y podrían llegar a 25 millones de toneladas de CO2 en todo 2024. Eso supondría reducir a la mitad las emisiones por generar electricidad que se hicieron en 2019 (50 millones).

Así que el impulso a las renovables nos está permitiendo tener una luz más barata y limpia. Ahora, la clave es seguir promoviendo las energías eólica, solar y otras renovables, mejorando su eficiencia y desarrollando el almacenamiento, porque una parte de la energía renovable no se puede guardar (almacenar en baterías gigantes) y se pierde. En paralelo, urge modernizar la red de distribución, para evitar picos y cortes: hay horas y lugares donde se ha cortado la luz a grandes industrias para no cortarla al resto, por desajustes puntuales en la generación y distribución de electricidad. Con todo, lo esperado es que la luz sea cada año más barata, al ser más renovable. El Banco de España estima que las energías renovables pueden reducir los precios de la luz un 50% de aquí a 2030. Y con ello, España tendría unas tarifas eléctricas más competitivas, del 20 al 30% más bajas que en Europa.

Pero esto va a suponer un gran cambio: cada vez tendrá más peso el clima en nuestro recibo de la luz. Ya lo hemos visto este año: en primavera, con las lluvias, hemos tenido la luz más barata del año (marzo, abril y mayo). En verano, con las olas de calor (más demanda y menos rendimiento de los paneles solares), la falta de viento y de lluvias, hemos tenido la luz más cara (julio y agosto). Y en septiembre, con más viento y algunas lluvias, la electricidad ha bajado. También se espera que baje en octubre (salvo por “sustos” geopolíticos en el gas natural). Así que alegrémonos los días de viento, sol y lluvia  (más renovables) y poco calor y frío (menos demanda), porque eso rebajará nuestro recibo de la luz.

Visto el panorama, queda hablar de la “guerra de precios que han vuelto a lanzar las eléctricas y sus distribuidoras (también las independientes y empresas como Repsol o el Corte Inglés) para “robarse clientes”. Ahora que los clientes de tarifa regulada (PCPV) han visto subir algo su recibo en verano (aunque les bajó más en primavera), las distribuidoras arrecian sus ofertas para que se cambien al “mercado libre”. Hasta ahora están teniendo éxito, porque han ganado clientes en los últimos años: en junio sólo había 8,6 millones de consumidores con tarifa regulada (el 28,2%) y 21,8 millones con “tarifa libre” (71,2%), clientes que contratan una “tarifa plana” (tanto al año), con el argumento de que así “no tendrán sustos”. Pero muchos no saben “los inconvenientes”: estos contratos suelen tener “permanencia”, no pagan según la hora de consumo, como la tarifa regulada (a veces tienen 3 franjas horarias) y no tienen derecho al bono social. Y a veces pagan potencia de más.

Cualquier consumidor puede meterse en el comparador de la CNMC, para ver las ofertas de luz disponibles y compararlas con su tarifa regulada (PVPC). Pero ojo, aquí pasa un poco como con las hipotecas: las eléctricas quieren convencernos de que nos pasemos al mercado “libre”, como los bancos nos intentan convencer de las hipotecas a tipo fijo. Y ahora que bajan los tipos, puede que no sean una buena opción. Lo mismo pasa con la luz: si la previsión es que siga bajando, compensará más estar en el mercado regulado (más ligado al mercado) que en el “libre” (donde habrá que pelear la rebaja en cada revisión, algo difícil). Por eso, a pesar del bombardeo de “ofertas”, yo sigo con la tarifa regulada.

jueves, 9 de mayo de 2024

Bajada histórica de la luz

Cuando le llegue el próximo recibo de la luz, comprobará que es el más bajo de los últimos años, porque el precio mayorista cayó en abril a 13,67 euros/MWh, el mínimo de la historia reciente, por el tirón de las renovables, gracias al clima (aire, lluvia y sol). Así, un tercio de consumidores (con tarifa regulada), pagarán menos de 50 euros, la menor factura en muchos años, aunque los que están en el “mercado libre” pagarán la tarifa que tienen (hasta que la revisen). Con el crecimiento de las renovables (que generan el 64,6% de toda la electricidad), España tiene una tarifa eléctrica de las más bajas de Europa y pagamos un tercio de la factura que en marzo 2022, tras la invasión de Ucrania, a pesar de la subida del IVA y otros impuestos. El riesgo es que una luz demasiado barata frene las inversiones en renovables. Ahora, se espera que la luz suba en verano y se estabilice después por debajo de los últimos años.

                   Enrique Ortega

El 1 de abril de 2024 pasará a la historia de la electricidad en España. Por primera vez, el precio de la electricidad en el mercado mayorista (donde acuden los que producen y venden electricidad) fue negativo (-0,01 euros/MWh) entre las 14 y las 17 horas, debido a la gran oferta de energía renovable (aire y lluvia) por las tormentas, que es la más barata. Este fenómeno significa que el precio del mercado se desplomó por la mayor aportación de las energías renovables (más baratas) y los operadores prefirieron tener que pagar algo por colocar su energía antes que quedar fuera del mercado. Esto es algo que ya había pasado muchas veces en otros paises europeos, pero nunca en España. Y los precios negativos se repitieron varios días más después, con lo que un 38% de las horas de todo abril registraron un precio cero o negativo en el mercado mayorista español.

La consecuencia de esta gran oferta de energías renovables (y la baja demanda) ha sido el desplome del precio de la electricidad en el mercado mayorista español, que cerró abril con un precio medio de 13,67 euros/MWh, el mínimo en la historia reciente. Un precio que ya había caído mucho en febrero (a 40 euros/MWh desde los 74,21 euros que costaba en enero) y más en marzo (a 20,31 euros/MWh), gracias al viento (febrero), la lluvia (marzo) y el sol (abril). Con ello, el precio mayorista de la electricidad en España cierra el primer cuatrimestre (enero-abril) con una media de 37,02 euros/KWh, menos de la mitad del precio mayorista de la luz en todo 2023 (87,43 euros), casi 6 veces más barato que el precio mayorista en 2022 (209,69 euros/MWh), tras la invasión de Ucrania, y un tercio del precio mayorista de la luz en 2021 (111,39 euros). Y también queda por debajo del precio medio en los 5 años anteriores (46,15 euros/MWh en 2016-2020).

En toda Europa ha bajado también el precio mayorista de la luz este año, por el auge de las renovables y la menor demanda, pero la bajada ha sido mucho mayor en España, que tiene el precio mayorista de la luz más bajo (enero-abril), junto a Portugal: 37,02 euros/MWH, frente a 71,37 euros/MWh de media en los principales paises, según el grupo ASE. Y en mayo, España (y Portugal) siguen con los precios mayoristas más bajos de Europa: 21,24 euros/MWh el 8 de mayo, frente a 22 euros en Francia, 90 en Dinamarca, 91,82 euros en Alemania, 92 euros en Paises Bajos, 94 en Polonia o 100 euros/MWh en Italia.

¿Por qué se ha desplomado este año el precio de la electricidad? La razón principal es el auge de las renovables, energías con menores costes de producción, gracias a la climatología (viento, lluvia y sol). En abril, el factor fundamental ha sido el tirón de la generación hidráulica (creció un 168% respecto a abril 2023), por las fuertes lluvias de marzo y abril, que llevaron a los embalses al 87% de capacidad. Y obligaron a las eléctricas a “desembalsar” muchos embalses del norte de España, con lo que se vieron obligados a ofertar energía hidráulica a precios negativos (lo contrario que han hecho otros años, en que han aprovechado sus reservas hidráulicas para “especular”, para ofrecer esa energía cuando el mercado mayorista alcanzaba precios altos: les han llegado a multar por hacerlo).

Para hacerse una idea de en qué medida la luz en el mercado mayorista se ha desplomado por el auge de las renovables (energías más baratas que el gas, carbón o la nuclear), basta ver cómo han ido ganando peso en la generación de electricidad: si en 2019 aportaban el 37,5% de la electricidad producida, en 2023 ya supusieron el 50,4% y en marzo de 2024 batieron su récord, generando el 65,2% de toda la electricidad. En abril, el peso se las renovables se mantuvo en el 64,6% de la energía generada: 22,2% aportó la energía eólica (viento), 18,8% la solar fotovoltaica, 2,2% la solar térmica, 19,7% la hidráulica y el resto otras renovables, que desplazan ya a la energía nuclear (16,8% de la generación) y la térmica (10,3% gas y carbón), según REE.

Otro factor clave en la bajada de precios en el mercado mayorista es la baja demanda, tanto de las empresas (han mejorado su eficiencia energética) y de los hogares (más ahorro y mejor uso de la energía, diversificando por horas), fruto de los altos precios sufridos en 2021 y 2022 y también de las temperaturas más suaves de este invierno, que han reducido la demanda de electricidad. En los últimos 5 años, la demanda de electricidad ha bajado un -7,6% y aunque este año 2024 crece la demanda eléctrica, sólo ha subido un +0,7% hasta abril, según REE. Otro factor que frena el consumo es el aumento del autoconsumo: en España hay más de 298.000 viviendas y 54.000 instalaciones solares fotovoltaicas en empresas, En total, según la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA Renovables). Entre todas, generan desde sus tejados el equivalente al 1,8% de la demanda eléctrica nacional.

Ojo, esta drástica bajada del precio de la electricidad en el mercado mayorista no se traslada toda a nuestros recibos de la luz. Primero, porque depende del tipo de contrato que tengamos. Los más beneficiados son ese tercio de consumidores (8,5 millones) que tienen una tarifa de la luz regulada (tarifa PVPC: precio voluntario para el pequeño consumidor), porque una parte de su recibo (un tercio) está vinculado al precio diario de la luz en el mercado mayorista: si baja, el precio que les cobran baja. Los dos tercios restantes de consumidores (unos 17 millones) tienen contratada la luz “en el mercado libre”: contrataron una tarifa que se revisa cada año. Así que hasta ahora, no se han beneficiado del desplome en el mercado mayorista: no notarán la rebaja en los recibos y tendrán que esperar a la revisión del contrato para “pelear” que les bajen tarifas. En los años “malos” (2021 y 2022), cuando el precio mayorista estuvo por las nubes, muchas eléctricas se dedicaron a ofrecer “tarifas planas”, para atraer a clientes al “mercado libre”. Pero ahora, están pagando de más.

Hay otro factor que explica que el desplome en el precio mayorista de la luz sea menor a la hora de pagar el recibo, tanto los hogares como las empresas: hay una parte del recibo ( dos tercios) que no paga lo que cuesta producir la luz en origen sino que paga otros costes regulados (la ayuda a las renovables, el parón nuclear, las ayudas a las islas), el coste del transporte y la distribución de la electricidad y los impuestos. Y todo esto no ha bajado. Al contrario, los 3 impuestos a la luz han subido en los últimos meses. El IVA a la electricidad, que había bajado al 10% en 2021 y al 5% en 2022, subió al 10% el 1 de enero de 2024 y ha vuelto a subir al 21% de antes el 1 de marzo. El impuesto especial a la electricidad, que bajó del 5,11% al 0,5% en 2021, ha subido en 2024, al 2,5% en el primer trimestre, al 2,8% en el 2º trimestre y subirá al 5,11%  el 1 de julio. Y el impuesto a la generación eléctrica, el 7%, que el Gobierno suprimió en 2021, ha vuelto en 2024, al 3,25% en el primer trimestre, al 5,25% en el 2º y al 7% de antes a partir del 1 de julio.

Así que el precio de generar la electricidad se ha desplomado, pero suben los impuestos a la luz. El efecto, para los dos tercios de consumidores (unos 17 millones) que han contratado la luz en el “mercado libre” es que su recibo les ha subido en 2024, sobre todo desde marzo, al subir el IVA al 21%. Pero al tercio restante de consumidores, los 8,5 millones que tienen una tarifa regulada de la luz (PVPC), su recibo les está bajando, a pesar de la subida de impuestos, porque ha bajado más el precio de la luz en origen. Así, un hogar con tarifa PVPC que tenga contratados 3,5kW de potencia y haya consumido 206 kilovatios en abril, pagará 35,43 euros, según el simulador de la CNMC, menos de los 43,33 euros que pagó en diciembre con ese consumo y de los 72,50 euros que pagó en abril de 2022. Según la OCU, que hace un seguimiento de la tarifa regulada mensual, un hogar con un consumo medio (que suben a 292 kilovatios y 4,6 kW de potencia) pagará por el recibo de abril 48,85 euros, frente a los 57,10 euros que pagó en diciembre de 2023, los 79,35 euros de diciembre de 2022 y al récord de 143 euros que pagó en el recibo de abril de 2022, tras la invasión de Ucrania. Es la primera vez, en años de seguimiento, que el recibo baja de los 50 euros mensuales.

Ahora, la climatología parece que se ha calmado (menos lluvia y viento), con lo que el precio mayorista de la electricidad está subiendo en mayo: el 1 de mayo estaba en 12,53 euros/MWh y ha subió a 33,54 euros hoy 9 de mayo, según el operador del mercado (OMIE). Y los precios del mercado de futuros apuntan a que subirá el precio de la generación de electricidad en mayo (a 29 euros de media) y junio (a 43 euros/MWh, el triple que en abril), para subir más en julio y agosto (hasta los 64 euros/MWh, el triple que ahora, pero todavía muy por debajo del precio medio de 2023, que fue de 87,43 euros). Y luego, en otoño e invierno, dependerá de la climatología, pero dado el avance imparable de las renovables, los expertos creen que el precio mayorista de la electricidad será en 2024 inferior al de los tres años anteriores.

Eso va a darnos un cierto respiro en la factura de la luz, a los hogares y a las empresas, aunque subirá algo el resto del año sobre lo que hemos pagado hasta abril. Hay dos cuestiones importantes. Una, que ha cambiado la tarifa regulada desde el 1 de enero, para intentar que haya menos oscilaciones: ahora, sólo el 75% del coste de la electricidad (un tercio del recibo final) se calcula con el precio del mercado mayorista diario (hasta ahora suponía el 100%) y el 25% se computa con el precio de las compras a plazo, a las que se obliga a las comercializadoras (en 2025, esas compras a plazo tendrán que suponer el 40% der la electricidad ofertada y en 2026 el 55%). Así que el consumidor debe notar menos las oscilaciones de precio del mercado diario (que este año le benefician tanto) y si el mercado mayorista sube, le repercutirá menos que hasta ahora.

El otro cambio importante es que si el precio mayorista de la luz sube de 45 euros (lo que podría pasar en julio y agosto), automáticamente baja el IVA, del 21% actual al 10%, según el mecanismo aprobado por el Gobierno para defender al consumidor de posibles subidas. Así que este verano podríamos tener una electricidad más cara, pero no notarlo tanto en el recibo al bajar entonces el IVA. Y sobre todo, tener un recibo “moderado” en otoño e invierno, si ayuda la climatología, no se dispara el precio del petróleo y el gas (hoy energías marginales en la producción de electricidad) y siguen creciendo las energías renovables.

Aquí tenemos un elemento de incertidumbre: si el precio mayorista de la electricidad se desploma (como ha pasado entre febrero y abril) a las empresas eléctricas les compensa menos invertir en renovables.  Es un temor que ya ha señalado el sector renovables, sobre todo las empresas que están invirtiendo en energía solar fotovoltaica, que es la energía alternativa que más crece (por encima de la eólica, hidráulica y biomasa). De hecho, en marzo y abril aseguran que los precios conseguidos en el mercado mayorista han sido inferiores a los costes: 10 euros/MWh de media en la energía fotovoltaica frente a 30/40 euros de coste y 14 euros la energía eólica frente a 40/50 euros de coste. Y alertan que si los precios de la electricidad bajan demasiado en los próximos años, será difícil cubrir inversiones y costes, lo que podría frenar los proyectos en marcha.

El Gobierno reconoce este riesgo y está dispuesto a ayudar a las renovables, con unas futuras subastas más atractivas, y mejorando la red de distribución y potenciando los sistemas de almacenamiento (baterías para almacenar energías renovables, algo que hoy no se hace). Resulta clave también una mayor flexibilidad del sistema de producción y distribución (REE), porque hoy se da el contrasentido de mantener disponibles plantas nucleares o de gas para hacer frente a los picos de producción cuando falta aire o sol (por no poder almacenar estas energías), lo que encarece el coste de generación eléctrica. Al final, el objetivo del Gobierno, en el último Plan (PNIEC) enviado a Bruselas es que las energías renovables generen el 81% de toda la electricidad en 2030 (entre enero y abril han generado el 59,5%), lo que nos aseguraría una electricidad más limpia y barata. Así que la clave del recibo futuro seguirá siendo las energías renovables y el clima, aún más que en 2024.

lunes, 22 de enero de 2024

El nuevo recibo de la luz, más caro

Mira el recibo de la luz que te llegue en enero: verás que pagas más. En mi caso, unos 3 euros más sólo por la subida de los 3  impuestos a la electricidad. Y queda ver la subida por el nuevo recibo (que incluye electricidad comprada a plazo, no sólo el precio diario), la supresión de la excepción ibérica y la reforma del mercado eléctrico europeo. Los expertos creen que todos estos cambios nos costarán 10 euros al mes (120 euros más al año). Así que en 2024 pagaremos algo más por el recibo de la luz que en 2023, pero aún así, la electricidad será mucho más barata que en 2022 (un año negro) y que en 2021. Y seguiremos pagando la luz más barata que el resto de Europa, como ha pasado ya en 2021, 2022 y 2023, gracias sobre todo al clima y al creciente peso de las renovables, que ya producen más de la mitad de la electricidad en España.

                  Enrique Ortega

Antes de entrar en el recibo de la luz de 2024, hagamos un balance de cómo se ha comportado el precio de la luz en 2023. Los datos indican claramente que los precios en el mercado mayorista de la electricidad bajaron sobre los precios disparados de 2022. Y, gracias a ello, el recibo de la luz de los que tienen tarifa regulada (PVPC) fue también más bajo que en 2022 (e incluso que en 2021). Veámoslo. El coste de la luz en el mercado mayorista (donde venden y compran luz las compañías productoras y distribuidoras) cerró 2023 con un precio medio de 87,43 euros/MWh, menos de la mitad del precio medio de 2022 (209,69 euros/MWh) y por debajo también del precio medio de 2021 (111,39 euros/MWh), aunque todavía duplique el precio medio de los 5 años anteriores (46,15 euros/MWh).

Con el precio de la luz en origen a mitad de coste, todos los consumidores vieron reducir el precio de su recibo en 2023, sobre todo los consumidores que tienen la tarifa regulada PVPC (precio voluntario para el pequeño consumidor), 8,5 millones de usuarios (frente a un total de más de 20 millones: el resto tienen una tarifa “libre”): la tarifa PVPC bajó un 40% en 2023 sobre la de 2022, según el Ministerio de Transición Ecológica, gracias a que el mercado mayorista tuvo unos precios menos disparados y más regulares, básicamente por la excepción ibérica y, sobre todo, el mayor peso de las energías renovables (eólica y solar), mucho más baratas. Además luego, tuvo una gran influencia sobre el recibo la bajada de los 3 impuestos de la electricidad (en 2021 y en 2022), que redujo la factura a todos los usuarios, tanto en el mercado libre como en el regulado.

La consecuencia es que el recibo medio de la luz (4,6 KW de potencia y 292 KWh de consumo al mes) cerró 2023 con un precio medio de 60,26 euros al mes (723 euros año), una rebaja importante (-42,8%) respecto al recibo medio de la luz en 2022 (105,48 euros al mes, 1.266 euros al año) y en 2021 (79,11 euros mensuales, 949 euros anuales), según la OCU. Un recibo que está en línea con lo que pagábamos de luz antes de dispararse la energía y la inflación en 2021 (el recibo  medio fue de 56,28 euros en 2020 y 62,33 euros en 2019).

Con estos precios más moderados en 2023, tanto en el mercado mayorista de origen como en el recibo final al consumidor, España ha conseguido ser el país de Europa con la electricidad más barata, tanto en 2023 como en 2022. Antes de esta crisis energética, España tenía unos precios de la electricidad más caros que Francia y Alemania: en 2019, el precio medio de la electricidad en el mercado mayorista fue de 50 euros por KWh, superior al de Francia (38 euros) y Alemania (40), sólo algo más bajo que el de Italia. Pues bien, gracias a la “excepción ibérica” implantada en junio de 2022, a la bajada de impuestos y al “tirón” de las renovables, España ha cambiado las tornas y ha conseguido un precio mayorista de la luz más bajo que en Francia, Alemania e Italia, según los datos publicados por el Grupo ASE. En los últimos 18 meses (junio 2022-diciembre 2023), el precio mayorista de la electricidad fue de 102,64 euros por MWh en España, 161,48 euros en Alemania, 175,82 en Francia y 207,88 euros en Italia. Y si miramos sólo el año 2023, el precio mayorista en España (87,43 euros) es un -14,2% inferior a la media de coste en los 4 grandes paises UE (101,82 euros).

Hasta aquí el balance del precio de la electricidad en 2023, muy positivo tanto por la bajada del precio mayorista en origen como por la bajada en nuestros recibos. ¿Qué va a pasar con la luz en 2024? La respuesta corta es sencilla: el recibo de la luz va a subir. De hecho, ha subido ya para los que hemos recibido el primer recibo en enero, por el aumento de los 3 impuestos a la electricidad  que aprobó el Gobierno desde el 1 de enero, tras dos años y medio de rebajas para contrarrestar los precios disparados de la energía. Junto a este primer cambio, hay tres cambios más en el recibo este año: ha cambiado la tarifa regulada (PVPC), se suprime la excepción ibérica (tope al gas) y entra en vigor la reforma del mercado eléctrico europeo. Cuatro cambios que subirán el recibo de la luz en 2024.

Veamos el efecto del primer cambio, la subida de los 3 impuestos a la electricidad: subida del IVA (estaba en el 21%, el Gobierno lo bajó al 10% en 2021 y luego al 5% en junio de 2022, para subirlo en enero al 10% durante todo 2024), subida del impuesto especial a la electricidad (lo bajó del 5,11% al 0,5% en septiembre de 2021 y lo ha subido en enero, al 2,5% en el primer trimestre, al 2,8% en el 2º y al 5,11% de antes a partir de julio) y subida del impuesto a la generación de electricidad (que pagan las eléctricas pero lo repercuten en el coste final del mercado mayorista), que se suprimió en 2021 y ha vuelto ahora, al 3,5% en el primer trimestre, al 5,25% en el 2º y al 7% de antes a partir de julio. El efecto de estas 3 subidas ya se nota en el recibo de enero: en mi caso, ha subido +3,27 euros sólo por los impuestos. La estimación de la consultora Nera es que la subida de impuestos repercuta 4,8 euros al mes en el primer trimestre, 5,70 euros en el segundo y más en la segunda mitad del año, con una media de 7,50 euros extras mensuales en todo 2024.  O sea, que pagaremos 90 euros más este año más sólo por los nuevos impuestos.

El segundo cambio, la supresión el 1 de enero de la “excepción ibérica (tope al precio del gas para producir electricidad) es importante, porque perdemos “un colchón” ante posibles crisis futuras, pero no tendrá repercusión en nuestro recibo de 2024, porque al haber bajado drásticamente el precio del gas, no se aplicaba desde finales de febrero de 2023. La “excepción ibérica” (para España y Portugal), que entró en vigor el 15 de junio de 2022, fue clave para contener el recibo en 2022, ya que fijó un tope al precio del gas (40 euros/MWh en 2022 y hasta un máximo de 65 euros en 2023) cuando su precio estaba por las nubes (80 euros/MWh en junio de 2022, 215,64 euros/MWh  en agosto, 138,62 euros en diciembre de 2022), lo que rebajó drásticamente el precio mayorista de la electricidad y los recibos (aunque tuviéramos que pagar una compensación a las eléctricas por la diferencia ).

En 2023 empezó a bajar el precio del gas y el 28 de febrero se pagaba por debajo del tope (a 49,6 euros), con lo que la excepción ibérica no se aplicó el resto de 2023. Aún así, el Gobierno estima que ha permitido un ahorro en nuestros recibos de 5.106 millones de euros (4.000 en 2022 y 1.100 en 2023). Ahora, Europa no acepta que siga en vigor la “excepción ibérica”, lo que no nos afecta porque el precio del gas sigue bajo (30,85 euros MWh) y se espera que siga así (salvo conflictos) en 2024 (29,70 euros) y 2025 (33 euros).

El tercer cambio, muy importante, es el nuevo recibo de la luz para la tarifa regulada (PVPC), que ha entrado en vigor el 1 de enero de 2024. El anterior sistema lo cambió el Gobierno Rajoy y se aplicaba desde el 1 de julio de 2014, para fijar la tarifa no sobre el precio trimestral de la luz en el mercado mayorista, sino sobre el precio diario. Se trataba así de evitar los saltos de precio ligados a las subastas trimestrales. El sistema funcionó bien y fue bastante estable (con precios mayoristas entre 50 y 34 euros por MWh de 2015 a 2020). Pero en 2021, al estallar la crisis de la energía y disparase el precio del gas, el precio mayorista de la luz se disparó, alcanzando un precio de 283 euros MWH en marzo de 2022 y un máximo de 307,75 euros en agosto de 2022, a pesar de la excepción ibérica y la bajada de impuestos, aunque cerró diciembre de 2022 con un precio de 135,29 euros.

Estos saltos en el precio mayorista repercutían mes a mes directamente en la factura de la tarifa regulada, que saltó de 69,88 euros mensuales en diciembre de 2021 a 143 euros en marzo de 2022 y 130,99 euros en agosto de 2022 (también la tarifa del mercado libre se disparó, aunque menos). Estos altibajos llevaron a Bruselas a pedir al Gobierno que fijara un nuevo sistema de tarifa regulada, que no tuviera sólo en cuenta el mercado mayorista diario sino que forzara a los distribuidores a comprar electricidad a plazo (futuros), para “suavizar” las oscilaciones de precios. Y eso es lo que pretende el nuevo recibo: si hasta ahora, el 100% del coste de la tarifa regulada se calculaba con el precio diario del mercado mayorista, este año 2024, un 25% del coste del recibo tendrá que ser el precio de contratos a plazo de la electricidad. En 2025, se sube al 40% y en 2026 computara un 55% la electricidad comprada a plazo. A lo claro: se obliga a las suministradoras a ir comprando luz con contratos de futuros (más estables y teóricamente más baratos) y no sólo luz al precio del día.

El nuevo sistema para calcular el precio de la tarifa regulada debería estabilizar más los costes, evitar los altibajos del mercado mayorista diario, en beneficio de los consumidores. Pero eso no quita que, al principio, encarezca el recibo de 2024, aunque se rebaje después. Por dos razones. La primera, que quizás las eléctricas “se curen en salud” al hacer las primeras compras a plazo, y paguen más para “no pillarse los dedos” con el suministro. Y esta mayor demanda de contratos a plazo (hoy escasos), hará subir los precios en el mercado de futuros, al menos al principio. Y la segunda razón, porque el nuevo sistema incluye que las comercializadoras contraten “una prima de riesgo”, para afrontar los altibajos de precios y evitar quiebras, una especie de “seguro” que acabaremos pagando los consumidores. Por ello, al principio al menos, subirá el nuevo recibo, unos 3 euros al mes por esto en 2024.

El cuarto cambio, la entrada en vigor de la reforma del mercado eléctrico europeo, nos afectará menos, porque tiene que ver con el cambio del recibo aprobado ya en España. Pero también puede subir algo la factura final, este año y los próximos. La reforma, aprobada el 14 de diciembre de 2023, bajo presidencia española, pretende evitar la volatilidad de precios en el mercado mayorista de la electricidad (potenciando las compras de futuros), acelerar el despliegue de las energías renovables y establecer un mecanismo para intervenir en los mercados en caso de crisis energéticas (evitar que se tarde meses en reaccionar a  una nueva crisis de la energía y el gas, como la desatada por Putin en 2021 y 2022). La reforma tiene 3 objetivos: conseguir una mayor estabilidad de precios a medio plazo (aunque a corto puedan subir, como en España, por encarecerse los mercados de futuros), garantizar el suministro (con medidas y ayudas  a las eléctricas, que tendrán un coste y acabaremos pagando) y ayudar a los consumidores más vulnerables (bono eléctrico).

Hasta aquí los 4 cambios en el marcado eléctrico que van a afectar a nuestro recibo, con una subida media de 10 euros al mes (+120 euros en 2024). Pero aún así, se estima que los cambios conseguirán unos precios más estables a medio plazo y asegurar el suministro, pase lo que pase. Eso sí, España seguirá teniendo en 2024 un precio de la luz más bajo que la mayoría de Europa, según adelantan los precios de la luz a plazo, para el primer trimestre de 2024: 74 euros MWh en  España, 88 euros en Francia y 89 euros en Alemania, según los datos del Ministerio de Transición Ecológica. Y eso por una razón básica: el fuerte aumento de las energías renovables en la generación de electricidad, mayor que en otros paises (además de la moderación en el consumo por el aumento de temperaturas). El dato es espectacular: en 2023, el 50,4% de la electricidad fue renovable (eólica, solar, hidráulica y otras), frente al 37,5% de electricidad renovable en 2019, según Red Eléctrica.

Este es el camino para rebajar el recibo de la luz: que aumente el peso de las energías renovables (mucho más baratas) en la generación de electricidad. Y la apuesta del Gobierno Sánchez se ha redoblado: si antes su objetivo era subir el peso de las renovables al 74% de la generación eléctrica en 2030, en el nuevo Plan de Energía y Clima (enviado a Bruselas en junio pasado) se propone subir el peso de las renovables al 81%. Un reto difícil, que exige ordenar todo el “boom” de nuevas instalaciones renovables (donde se ha gestado una cierta “burbuja), aumentar las inversiones para nuevas redes, plantas de almacenaje, conexiones con Europa y formación de personal especializado. Inversiones que a corto plazo habrá que pagar en el recibo pero que, en menos de una década, nos permitirán tener una electricidad más barata y más limpia, sin los sobresaltos de los últimos años. Amén.

lunes, 16 de octubre de 2023

Repunta la inflación

Los precios llevan 3 meses subiendo (julio, agosto y septiembre), tras bajar antes, desde febrero. La culpa la tienen las subidas de los carburantes (desde junio), la electricidad (desde septiembre) y los alimentos, sobre todo el aceite, azúcar, arroz, patatas, frutas y verduras, leche, y huevos. Ahora, con el conflicto en Israel, se teme que suban más el petróleo y el gas, encareciendo carburantes y electricidad. Y que la sequía y las malas cosechas mantengan caros los alimentos. Pero lo que más preocupa es que los precios sigan altos en 2024, incluso con más inflación (por encima del 4%) que este año, por los conflictos en Ucrania e Israel y la crisis climática. Un tema clave para el futuro de la inflación en España será ver si se forma un Gobierno en noviembre y prorroga las ayudas contra la inflación (costosas es un año donde tendrá que rebajarse el déficit público). Y si hay reforma del mercado eléctrico europeo o al menos, España mantiene “la excepción ibérica”, que nos ha abaratado la luz.

                   Enrique Ortega

El INE lo confirmó el viernes: la inflación anual volvió a subir en septiembre, hasta el 3,5%. Es el tercer mes consecutivo en que sube el IPC (tras las subidas de julio, al 2,3%, y agosto, al 2,6%), después de alcanzar un mínimo anual del 1,9% en junio, que contrastaba con la disparada inflación de un año antes (más del 10% en junio, julio y agosto de 2022). Ahora, el repunte de la inflación en España tiene 3 culpables: la subida de los carburantes (la gasolina y el gasóleo suben desde el verano, aunque bajan la última semana), la electricidad (que sube desde septiembre) y los alimentos (que llevan 18 meses consecutivos subiendo por encima del 10% anual, desde abril de 2022), más los hoteles y restaurantes. Veámoslo con más detalle.

El precio de los carburantes alcanzó su mínimo a finales de mayo (1,584 euros/litro la gasolina y 1,415 euros el gasóleo), para subir después 14 semanas seguidas, por la mayor demanda en verano y el repunte del petróleo. Y aunque bajaron la semana pasada, la gasolina cuesta ahora un 8,5% más (1,719 euros/litro) y el gasóleo un +18,8% (1,682 euros litro). Por un lado, el conflicto en Israel ha provocado un nuevo alza del petróleo (por encima de los 90 dólares), tras subir desde agosto por el recorte de la producción pactado por Arabia Saudí y Rusia, aunque todavía el alto precio del crudo ahora (90,86 dólares/barril el sábado) es más barato que antes de la invasión de Ucrania (97,89 dólares por barril de Brent). Y a favor de la bajada de los carburantes juega la decisión de Putin de volver a exportar gasóleo fuera de Rusia, lo que puede destensionar el mercado internacional y los precios, aunque en invierno aumenta la demanda.

La electricidad ha subido en los últimos meses, aunque menos que el año pasado, tras unos precios mínimos de enero a mayo, por la bajada del precio del gas y el aumento de la producción renovable. Tras subir en junio y julio, el precio mayorista de la electricidad volvió a bajar en agosto (hasta un mínimo de 52,31 euros/MWh el día 27), para subir ya en septiembre (110,04 euros/MWh el 23 de septiembre) y octubre (118,64 euros/MWh el viernes13), por un aumento excepcional de las temperaturas y un mayor uso del gas natural, que está subiendo de precio (+50% en una semana), por la mayor demanda internacional, la subida de los derechos de emisión de CO2, la sospecha de un sabotaje en el gasoducto de Finlandia a Letonia y, ahora, el conflicto en Israel. Con ello, el gas natural, clave para asegurar el suministro, ha subido de 40 euros/MWh en agosto a  55,2 euros el viernes. Y ahora, con la tensión de Ucrania e Israel más el invierno, el gas seguirá caro (y la electricidad y la calefacción). 

Y los alimentos no bajan, tras subir por encima del 10% anual desde abril de 2022. En septiembre han subido un +0,5% mensual y subían ya un +10,5% anual, según el INE, lo mismo que en agosto. Los alimentos que más suben son los aceites (+41,9% anual, tras subir un +1,2% en septiembre), por las malas cosechas,  el azúcar (+40,5% el último año), por el encarecimiento del mercado mundial tras malas cosechas en India, el arroz (+18,5% anual), las patatas (+15,2%), el pan (+14,9%), las carnes de pollo (+18,1%), vaca (+14,7), cordero (+11,5%), y cerdo (+11,2%), el agua, refrescos y zumos (+12,7%), la leche (+11,9%) y los huevos (+11,5%), las legumbres (+11,6%), cereales (+10,5%), frutas (+9,2%) y lácteos (+8,9%), según el IPC de septiembre (INE).

Además de los carburantes, la electricidad y los alimentos, suben muy por encima de la media los paquetes turísticos nacionales (+15,7% anual) e internacionales (+14,6%), los hoteles (+11% anual) y los restaurantes y cafés (+5,8%).  Sube poco la ropa y el calzado (+1,2% anual), el menaje del hogar (+3,9%), los gastos médicos (+2,1%), el transporte (+3,8% anual, por la menor subida de los carburantes que el año pasado y la bajada del transporte público), las comunicaciones (+4,4%), la enseñanza (+2,2% anual), el ocio y cultura (+5%). Y nos ayudan con sus bajadas anuales los gastos de vivienda (-13,1%), por la rebaja anual del gasto en calefacción luz y agua, según el INE. 

A pesar del repunte de la inflación en los últimos 3 meses, España sigue con una menor inflación que la mayoría de Europa. En septiembre, la inflación española (dato armonizado con Europa) era del 3,2%, bastante inferior a la media de inflación homologada en la zona euro (20 paises), que era del 4,3%. Y aunque la inflación bajó en septiembre en la eurozona (del 5,2 al 4,3%) y subió en España (del 2,4 al 3,2%), todavía tenemos la 4ª menor inflación de la zona euro, sólo superior a la de Bélgica (0,7%), Grecia (2,4%) y Finlandia (3%). Y nuestra inflación es muy inferior a la de Austria (+11% anual en septiembre), Alemania (+10,9%), Italia (+9,4%), Irlanda (+8,6%) o Francia (+8,6%), según Eurostat.

Ahora, se espera un repunte de la inflación en el 4º trimestre, en Europa y en España, por la esperada subida del petróleo y el gas (por los conflictos de Israel y Ucrania, más el aumento de la demanda ante el invierno), que van a encarecer los carburantes, la electricidad y la calefacción. Además, no se espera que bajen los alimentos, porque seguiremos sufriendo los efectos de la sequía y las malas cosechas. En España, la cosecha de aceite 2023-24 se espera algo mejor (+15%) que la desastrosa cosecha pasada (2022-23), pero seguirá estando un 34% por debajo de la cosecha media  (765.000 TM frente a más de 1 millón de TM en las cuatro campañas anteriores a la de 2022). Y además, hay la mitad de remanentes (stocks) que hace un año, lo que forzará a unos precios altos. Y lo mismo pasará con las naranjas (esperan la menor cosecha en 11 años) y los cereales (con pérdidas del 70 al 80% en los cereales de invierno), las frutas y hortalizas.

Los pronósticos son que la inflación siga alta hasta diciembre y se cierre el año con una inflación media del 3,6% (cerca del 4% anual en diciembre) según el Banco de España, mientras el FMI nos acaba de pronosticar un 3,5% de inflación media este año. Ojo, es una inflación alta, pero menos de la mitad de la inflación media que sufrimos en 2022: +8,3%. El problema es que en 2024 no mejorará la inflación, sino que va a empeorar (superando incluso el 4%). En ello coinciden tanto el FMI (augura un +3,9% de inflación media, frente al +3,5% este año) como el Banco de España (que prevé una inflación media del +4,3% en 2024, frente a +3,6% este año). En ambas previsiones, el temor a una mayor inflación en 2024 se debe a una posible subida del precio del petróleo y el gas (por los conflictos geopolíticos), a la esperada subida de la electricidad (ante la falta  de una reforma del mercado eléctrico en Europa) y a la sequía y la crisis climática, que afecta negativamente a las cosechas de alimentos en todo el mundo y en España.

Hay otro factor más que tira hacia arriba de la inflación: la subida de los márgenes empresariales en muchos sectores, donde las empresas están aprovechando para recomponer beneficios tras la crisis del COVID. Lo confirman los últimos datos disponibles del Observatorio de Márgenes, una herramienta conjunta elaborada por los Ministerios de Economía y Hacienda más el Banco de España: las grandes compañías, sobre todo del sector energético, el agroalimentario y la distribución han disparado sus márgenes sobre ventas en la primera mitad de 2023. Concretamente, las empresas eléctricas y gasistas aumentaron sus márgenes sobre ventas un +26,8%, las compañías petroleras y extractivas un +16,9%, las mayores empresas agrícolas y pesqueras un +19,9%, los supermercados y grandes grupos de distribución un +10,7%, las empresas de hostelería un +16,92%, las agencias de viaje un +41,2% y el sector inmobiliario un +39,7%. Estos son los datos oficiales sobre su aumento de márgenes, aunque los sectores y empresas insisten en que ellos no repercuten los aumentos de costes en sus precios y clientes

Mientras, los 20.735.911 trabajadores afiliados a la Seguridad Social sufren la subida de precios sin que les compense la subida de sus sueldos. Hasta septiembre, la subida media en los pocos convenios firmados (945, que afecta a 2.687.188 trabajadores) fue del +3.41%, por debajo de la inflación anual (+3,5% a septiembre) y muy por debajo de lo que han subido este año los carburantes (+8% la gasolina y + 1,2% el gasóleo) , la luz (+194%)  o los alimentos (+5,9% de enero a septiembre). Y es el tercer año en que los trabajadores pierden poder adquisitivo, tras las mínimas subidas en los convenios de 2022 (+2,99%) y 2021 (+1,45%). Así que no son los salarios los culpables de que siga subiendo la inflación, sino el aumento de costes (sobre todo energéticos) y su repercusión en los márgenes empresariales.

Ahora, además de la incertidumbre sobre el comportamiento de la energía y los alimentos, a la vista de las crisis de Israel y Ucrania y las tensiones geopolíticas internacionales (EEUU, China, Rusia, Europa y Oriente Medio), en España preocupa el futuro de las ayudas públicas aprobadas contra la inflación y que terminan el 31 de diciembre. Por un lado, la rebaja del IVA y otros impuestos, en la electricidad y la alimentación, más las ayudas al transporte profesional (5 céntimos por litro en el cuarto trimestre). Y por otro, el final de la excepción ibérica, prorrogada en marzo por la Comisión Europea hasta el 31 de diciembre. 

En cuanto a la prórroga en 2024 de las ayudas públicas contra la inflación, las tiene que aprobar un Gobierno y no es seguro que lo vayamos a tener antes de final de año. En caso de no poderse prorrogar a tiempo, los efectos serían muy perjudiciales para los consumidores, autónomos y empresas. Sólo la factura de la luz subiría un 26% en 2024 (16 euros más al mes ya en el recibo de enero) si no se prorrogan los recortes del IVA (del 21 al 5%) y del impuesto sobre la electricidad (del 5 al 0,5%) más la supresión del impuesto de generación eléctrica (7%), en vigor desde mediados de 2021 hasta diciembre de 2023. Y otro tanto pasaría con muchos alimentos y los costes de los transportistas. Pero si hay Gobierno a tiempo, tendrá un problema adicional: se ha comprometido con Bruselas a bajar el déficit al 3% en 2024 y eso puede obligar a recortar las actuales ayudas contra la inflación.

Respecto a “la excepción ibérica en el mercado eléctrico (un tope al precio del gas en la generación de electricidad,  implantado en junio de 2022 y que ha permitido ahorrarnos 5.000 millones de euros en el recibo sólo en el primer año), no va a ser fácil que la Comisión Europea apruebe una nueva prórroga para 2024. Además, no avanza la reforma del mercado eléctrico europeo que pueda ayudar a reducir las subidas de la luz. Estaba previsto que se avanzara en este semestre de presidencia española, pero las posiciones están muy distantes. Si no hay reforma ni excepción ibérica”, veremos grandes subidas del recibo en 2024, aunque serían más “suaves” al haberse aprobado un nuevo recibo de la luz (entrará en vigor el 1 de enero), con más peso de las compras a plazo frente al mercado diario.

En definitiva, que la inflación sigue ahí, mejor que el año pasado y que en la mayoría de Europa pero peor que hace unos meses. Y con el temor de que repunte más este otoño y hasta el verano próximo, por culpa de la energía y los alimentos, muy sensibles a los conflictos geopolíticos y a la crisis climática. Así que habrá que seguir comprando con cuidado y recortando algunos gastos, ya que los salarios suben poco. Y esperar que haya nuevas medidas contra la inflación, que nos ayuden a llegar a fin de mes. Es lo que hay.