Curiosamente, el número de mujeres ha aumentado en España este siglo mucho más que los hombres. Así, el 1 de enero de 2025 se superaron los 25 millones de mujeres censadas (25.009.634), casi 1 millón más que hombres (24.068.350 habitantes), según el INE. Es la mayor distancia entre mujeres y hombres en este siglo (+817.504 en el año 2.000 y +485.970 en 2008). Y de los 8,6 millones de habitantes más que hay en España (49,07 millones frente a 40,47 millones en el 2000), las mujeres han aumentado en +4.365.791 personas este siglo, más que los hombres (+4.242.011). Ha crecido el número de mujeres nacidas en España (+1,84 millones desde 2002), pero sobre todo han crecido las mujeres inmigrantes (+2,2 millones), que ya eran 3.390.951 en enero de 2025. Así que viven en nuestro país más mujeres que nunca (25 millones) y el 13,5% son mujeres nacidas fuera de España (en 2002, las extranjeras eran sólo el 5,5% de las mujeres).
martes, 4 de marzo de 2025
8-M: las mujeres siguen discriminadas
Este sábado se celebra el 8-M, el Día de la Mujer,
cuya discriminación olvidamos el resto del año. Este aniversario
celebramos que hay más mujeres que nunca (25 millones) y que trabajan
más de 10 millones. Pero sigue habiendo más mujeres inactivas, menos
trabajando, con peores contratos, empleos y sueldos (la brecha
salarial con los hombres se mantiene en -19,6%), más paradas
y cobrando menos desempleo, con pensiones más bajas y más mujeres dependientes
sin ayudas… Demasiadas discriminaciones que apenas mejoran. Y que tienen tres orígenes: los cuidados
(las mujeres tienen que cuidar a hijos y padres), el desigual acceso al
trabajo y a los mejores empleos y las interrupciones en la carrera
laboral que recortan sus pensiones. Y sobre todo, porque los hombres
“ayudamos” en casa pero no “compartimos tareas” para que puedan
trabajar más y mejor. Es hora de mejorar la atención a la Dependencia,
aumentar guarderías y mejorar la contratación y los convenios
para las mujeres. Acabar con la discriminación de media España. Enrique Ortega
Curiosamente, el número de mujeres ha aumentado en España este siglo mucho más que los hombres. Así, el 1 de enero de 2025 se superaron los 25 millones de mujeres censadas (25.009.634), casi 1 millón más que hombres (24.068.350 habitantes), según el INE. Es la mayor distancia entre mujeres y hombres en este siglo (+817.504 en el año 2.000 y +485.970 en 2008). Y de los 8,6 millones de habitantes más que hay en España (49,07 millones frente a 40,47 millones en el 2000), las mujeres han aumentado en +4.365.791 personas este siglo, más que los hombres (+4.242.011). Ha crecido el número de mujeres nacidas en España (+1,84 millones desde 2002), pero sobre todo han crecido las mujeres inmigrantes (+2,2 millones), que ya eran 3.390.951 en enero de 2025. Así que viven en nuestro país más mujeres que nunca (25 millones) y el 13,5% son mujeres nacidas fuera de España (en 2002, las extranjeras eran sólo el 5,5% de las mujeres).
Más mujeres que hombres y también más mujeres en edad de
trabajar (más de 16 años): 21.487.600 mujeres frente a 20.322.500
hombres. Pero a partir de ahí, empiezan las discriminaciones a la mujer.
La primera, que hay más mujeres inactivas, que ni trabajan ni buscan
trabajo, que “tiran la toalla” aunque están en edad laboral, básicamente porque
se dedican a “las tareas de casa”, a cuidar a los hijos (y maridos) o a
padres y adolescentes dependientes (el 75% de los “cuidadores” son mujeres). A
finales de 2024, había 9.973.700 mujeres
inactivas frente a 7.383.000 hombres. A lo claro: hay 1.900.000 mujeres que han "renunciado" de entrada a
trabajar.
A causa de esta 1ª discriminación, la tasa
de actividad de las mujeres (trabajan o buscan trabajo entre 16 y 64
años) es del 71,38%,
frente al 77,91% en los hombres. Una tasa mucho menor a la de las mujeres
europeas: allí son “activas” el 70,2% de las mujeres de 20 a 64 años,
frente al 65,7% en España, el 77,2%% en Alemania, el 71,7% en Francia y el
56,5% en Italia (otro país con pocas mujeres “activas”), según
Eurostat. Desde la pandemia y tras la crisis de la energía y la alta
inflación, hay en España más mujeres “activas” (+669.800 que en 2019), pero
todavía sigue habiendo menos mujeres “activas” que hombres (11,4
millones frente a 12,77), aunque sean más población.
La 2ª gran discriminación es que hay menos mujeres con
empleo. No sólo hay menos mujeres “activas” que lo buscan, sino que las
mujeres tardan más en encontrar trabajo y lo encuentran peor que los hombres, a
pesar de que están más formadas, según las estadísticas educativas. Así, a
finales de 2024 había 10.151.200 mujeres ocupadas, frente a 11.706.600
hombres ocupados,
según la EPA. Son más mujeres que nunca trabajando en España (había 5,8
millones de mujeres trabajando en el año 2000, frente a 9,9 millones de hombres),
pero sigue habiendo más hombres con trabajo (+1,55 millones), aunque hay
más mujeres. Y otra vez, la tasa de empleo femenino en España (70,5% de las que
tienen entre 20 y 64 años) es inferior a la de las mujeres europeas (75,3%
trabajan).
Además, las mujeres han conseguido llevarse más nuevos
empleos que los hombres tras la pandemia: trabajan ahora 992.900 mujeres
más que en 2019, frente a 898.000 hombres más. Eso sí, la mayor
parte de estos empleos “ganados” por las mujeres han sido para las mayores
de 50 años (+642.200 empleos), ya que las de menos edad apenas han ganado
empleo (+64.000 para las mujeres entre 16 y 40 años) y lo han perdido las
mujeres de 40 a 50 años (-7.200 empleos). Así que las que consiguieron trabajo
son mujeres mayores, que dejaron de trabajar en su momento y han
vuelto, sobre todo en los servicios (empleo doméstico y cuidados, hostelería,
comercio y trabajos eventuales, muchas inmigrantes).
Con todo, las mujeres
copan menos del 50% de los empleos en 73 de los 100 sectores económicos. Y
aquí tropezamos con la 3ª gran discriminación laboral de las mujeres: trabajan
en sectores más precarios y peor pagados, con contratos de menos calidad,
peores puestos y categorías. Empezando por el tipo de contrato, las mujeres copan
los contratos a tiempo parcial: de 3.059.000 asalariados a tiempo parcial (menos
jornada o menos días), 2.252.600 son mujeres (el 73,6%), según la última EPA. Y si
trabajan menos horas o días que los hombres no es porque quieran:
la mayoría de las mujeres dicen que es porque no encuentran otro trabajo a tiempo
completo. Y 357.000 mujeres trabajan a tiempo parcial para cuidar a un familiar
(11 veces más que los hombres: sólo 33.000 lo hacen).
Las mujeres tienen también más contratos “temporales” que los hombres: de los 2.876.700
asalariados con contrato temporal (diciembre 2024), 1.609.800 son mujeres (el
17,90% de las que trabajan, frente al 13,20% de los hombres).
Además, el 44% de las mujeres trabaja en 7 sectores
económicos que son los que tienen los sueldos más bajos. Y de
las 10 actividades con nóminas más bajas, en 7 hay más mujeres que hombres
trabajando: servicio doméstico, hostelería, sanidad, cuidados, actividades auxiliares,
actividades artísticas y recreativas y comercio, según
este estudio de CCOO. Pero también, hay muchas más mujeres trabajando en
las categorías laborales más bajas y en empleos menos cualificados,
ocupando menos puestos directivos, donde se frena la promoción a mujeres: sólo
el 34,5% ocupan puestos de gerentes y directivos.
Esta mayor precariedad en los empleos de las mujeres conduce
a la 4ª gran discriminación laboral: tienen peores sueldos que los
hombres. El sueldo medio bruto de los hombres es de 29.615 euros
frente a 24.758 euros las mujeres, según la EPA (Decil de
Salarios 2023). Eso supone una “brecha salarial” para las mujeres del
-19,6% (lo que tendría que subir su sueldo para igualarse a los hombres). Una
brecha que se ha estancado: era del -19% en 2022, aunque mejora respecto a 2019
(-22,6%), 2014 (-31,4%) y 2008 (-30%), según CCOO. Y una brecha salarial
que es menor en España que en el resto de Europa, según
Eurostat: era del -8,7% en 2022 (diferencia por sexo en el salario
hora), frente al -17,7% en Alemania, -13,9% en Francia
y -4,3% de diferencia salarial en Italia.
Esta “brecha
salarial” del -19,6% en España, según el INE,
es mayor en 6 sectores de actividad, algunos con mucho peso del empleo
femenino: actividades administrativas (-36% de diferencia salarial las
mujeres), actividades profesionales, científicas y técnicas (-35%), sanidad y
servicios sociales (-31%), comercio (-31%), inmobiliarias (30%) y finanzas
(-28%). Los estudios revelan que la principal causa de esta “brecha
salarial” entre mujeres y hombres es el alto porcentaje de empleo femenino
a tiempo parcial, que explica el 64% de la brecha, según
CCOO. Y otro factor clave son los “complementos salariales”, la
parte que se cobra junto al sueldo base: las mujeres apenas
cobran “pluses” por nocturnidad, penosidad, esfuerzo físico o disponibilidad
horaria, que pesan mucho en las nóminas de los hombres. Además, las mujeres
cobran también menos por “antigüedad”, porque muchas han interrumpido sus
carreras laborales para cuidar hijos y padres.
Y pasamos a otra discriminación de las mujeres, la 5ª:
hay más mujeres en paro que hombres. A finales de 2024 había en España 2.595.500
parados EPA , de los que 1.362.600 eran mujeres paradas y 1.232.900 hombres
desempleados. La tasa de paro femenina es más alta (11,83%) que
la masculina (9,53%) y también mucho más alta que la tasa de paro de las
mujeres europeas (6,2%). Eso sí, tras la pandemia, el paro femenino
se ha reducido algo más (-296.200 desde 2019) que el masculino (-273.200),
aunque esta bajada se ha dado sobre todo entre mujeres de 25 a 54 años,
mientras subió el paro femenino entre las más jóvenes (+11.000) y entre las
mujeres mayores de 55 años (+13.400 paradas que en 2019), porque intentan ahora
recolocarse y ayudar económicamente en casa.
No sólo es que haya más mujeres paradas que hombres, es
que además cobran menos desempleo, la 6ª discriminación, porque
han cotizado menos años y por sueldos más bajos. Así, aunque hay más mujeres
paradas que hombres, en noviembre de 2024 (último
dato de Trabajo) había 451.041 paradas cobrando una prestación
contributiva y 430.615 parados hombres. Y estas paradas cobraban una media
de desempleo de 941
euros al mes, frente a los 1.076,4 euros que cobraban los parados
hombres. Una “brecha” en el desempleo del -14,20%, que es mucho mayor
en las paradas de más edad (-18,47% de brecha en las paradas de 50 a 54
años, -23,18% las desempleadas de 55 a 59 años y -24,11% de brecha en el
desempleo para las paradas de 60 y más años). Sólo cobran el mismo subsidio
(463,21 euros mensuales) que los hombres el millón largo de mujeres
(1.006.862 paradas) que cobran el subsidio asistencial (frente a
795.591 hombres).
Y tras una vida con menos actividad, menos y peores
empleos, las mujeres se jubilan con peores pensiones, la 7ª
discriminación. Por un lado, la pensión media de los hombres es de 1.564,53
euros, frente a 1.071,76 euros las mujeres, según
los datos de la Seguridad Social al 1 de enero de 2025. Una “brecha”
de pensiones del -45,97%. Y si miramos la diferencia de pensiones de jubilación
(las cobran 3,84 millones de hombres y 2,71 millones de mujeres), la brecha es
similar, del -43,95%: 1.714,47 euros de jubilación media para los
hombres, frente a 1.190,95 euros la jubilación de las mujeres. Sólo
cobran más pensión las viudas (por sus maridos) que los viudos:
960 euros (2,14 millones de mujeres viudas) frente a 639,90 los hombres (sólo
las cobran 209.625 viudos).
Queda otra discriminación más, la 8ª: la desigualdad en
la Dependencia, debido a que las mujeres viven más años que los
hombres (86,20 años de media frente a 80,74) y por tanto tienen
más riesgo de necesitar ayuda y ser dependientes al final de su vida.
De hecho, casi 2 de cada 3 dependientes con más de 80 años son mujeres (el
61,06% en 2024). Y por eso sufren más que los hombres el problema de
los retrasos en las ayudas (142.446 dependientes a finales de 2024) y en
el reconocimiento de la dependencia (otros 127.879 están pendientes de
valoración), según
el balance de los Directores de Servicios Sociales. Y estos retrasos
provocan que 94 dependientes mueran cada día sin recibir la ayuda
solicitada o a la que tienen derecho, 57 de ellas mujeres dependientes.
Por si fueran pocas estas discriminaciones, las mujeres
sufren otra discriminación más, la 9ª de la lista, la que sufren en
su propia casa, porque cargan con la mayor parte de las tareas del hogar
y de los cuidados de niños y padres, complicando más su vida laboral. De hecho,
el 45,86% de las mujeres cargan con la mayor parte de las tareas del hogar,
algo que sólo hacen el 14,92% de los hombres. Y otro 34,96% de mujeres realizan
una parte importante de las tareas, aunque compartida. Esto significa que el
80,82% de las mujeres cargan con las tareas del hogar, frente al 48,61% de
los hombres. Y un 51,37% de los hombres (unos 12 millones) confiesan que
“hacen poco o nada”, según la última Encuesta
del INE (2021). Además, el 40,2% de las mujeres se ocupan “mayoritariamente”
de los niños, frente al 4,8% de los hombres. Y un 48,3% de cuidar a los
mayores (frente al 20,5% los hombres).
En resumen, que trabajan más mujeres que nunca, pero
siguen con la discriminación de trabajar menos, con empleos más precarios y
peor pagados, con más paro y peor desempleo y pensiones, con más años de vida y
un mayor riesgo de ser dependientes. Y con poca ayuda en casa de los hombres,
que “ayudan” pero no comparten tareas y cuidados.
Cara al futuro, hay tres
medidas claves para reducir las discriminaciones de las mujeres.
Una, mejorar la atención a la Dependencia, para que los ancianos y
jóvenes dependientes tengan más ayudas públicas (a domicilio y en centros de
día y residencias) y no supongan “una carga” para las mujeres, a costa de su
vida laboral. La segunda, una mayor atención a la infancia, desde el
aumento de guarderías públicas asequibles a las ayudas por hijo, fomentando la
conciliación entre la vida laboral y familiar, con más tareas compartidas por
los hombres. Y la tercera, un Pacto social entre patronal y sindicatos, para reducir
las desigualdades en las empresas y los convenios, desde el acceso al
primer empleo a la igualdad en la contratación y en la promoción, buscando reducir
la brecha salarial con mayores subidas de los sueldos más bajos (que suelen ser
los de las mujeres).
Al final, cada año pasa lo mismo con el 8-M: se
habla mucho de la discriminación de la mujer, se hacen manifestaciones
de protesta, pero se
avanza poco para conseguir una igualdad que, a este paso, tardará
décadas en conseguirse. Avanzar en la igualdad de la mujer requiere pactar
medidas concretas, en el Parlamento, en los convenios y en las familias, al
margen de posiciones políticas y enfrentamientos de género. Estamos ante uno
de los grandes retos de este siglo, como la crisis climática, la
digitalización o la tecnología: lograr que alguien no sea discriminado por
nacer mujer. Conseguir la igualdad para media España. Ganaríamos
todos.
Curiosamente, el número de mujeres ha aumentado en España este siglo mucho más que los hombres. Así, el 1 de enero de 2025 se superaron los 25 millones de mujeres censadas (25.009.634), casi 1 millón más que hombres (24.068.350 habitantes), según el INE. Es la mayor distancia entre mujeres y hombres en este siglo (+817.504 en el año 2.000 y +485.970 en 2008). Y de los 8,6 millones de habitantes más que hay en España (49,07 millones frente a 40,47 millones en el 2000), las mujeres han aumentado en +4.365.791 personas este siglo, más que los hombres (+4.242.011). Ha crecido el número de mujeres nacidas en España (+1,84 millones desde 2002), pero sobre todo han crecido las mujeres inmigrantes (+2,2 millones), que ya eran 3.390.951 en enero de 2025. Así que viven en nuestro país más mujeres que nunca (25 millones) y el 13,5% son mujeres nacidas fuera de España (en 2002, las extranjeras eran sólo el 5,5% de las mujeres).
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lunes, 3 de marzo de 2025
Autonomías: las 3 Españas siguen ahí
La propuesta de perdonar 83.000 millones de deuda a las
autonomías es el último acto del enfrentamiento constante entre el Gobierno
Sánchez y las autonomías gestionadas por el PP, que llevan años pidiendo
más recursos, mientras bajan impuestos y se deterioran los servicios públicos.
Pero nadie habla del tema de fondo: España crece, pero no sirve para
corregir las desigualdades entre regiones: ahí siguen las 3 Españas,
la rica (Madrid, País Vasco, Navarra, Cataluña, Aragón, Baleares y la
Rioja), la pobre (Melilla, Ceuta, Andalucía, Extremadura, Canarias,
Castilla la Mancha y Murcia) y la intermedia (el resto). Unas diferencias
regionales que se mantienen desde hace 50 años. Urge acordar un nuevo
sistema de financiación autonómica y apostar por una política
económica dirigida a “repartir” mejor el crecimiento español,
porque ahora se concentra (el 72%) en 6 autonomías, las más ricas. Eso exigiría
un gran Pacto autonómico, para reducir la brecha entre las 3
Españas y conseguir que nuestro nivel de vida y los servicios públicos no
dependan de dónde vivimos. Enrique Ortega
España crece cuatro veces más que la media europea, pero este fuerte crecimiento se concentra en 6 regiones, que son el motor de la economía y el empleo: Madrid (aportó el 19,6% del PIB de 2023), Cataluña (aportó el 18,8%), Andalucía (13,3%), Comunidad Valenciana (9,3%) País Vasco (5,9%) y Galicia (5,2%), según los últimos datos del INE. Estas 6 autonomías aportaron juntas el 72,1% del PIB total de España (1.498.324 millones en 2023), con lo que las 11 autonomías restantes, más Ceuta y Melilla sólo aportan el 27,9% del PIB español. Una concentración de la producción que apenas ha variado en este siglo, porque en el año 2000, estas 6 autonomías aportaban el 71% del PIB español, casi como ahora. Y un dato más, que revela con claridad la desigualdad en el crecimiento: la aportación de la Comunidad de Madrid al PIB español (19,6% del total) equivale a la de otras 7 regiones juntas, Castilla y León (aporta el 4,7%), Castilla la Mancha (3,6%), Canarias (3,6), Aragón (3,1%), Murcia (2,7%) y Asturias(1,9%). Tremendo.
Madrid se consolida como la
región que más produce en España (293.069 millones en 2023, el 19,6%), reforzando
su liderazgo frente a Cataluña (281.845 millones producidos en 2023, en
18,8%). Tradicionalmente, la región que mas producía era Cataluña, pero en 2012 la superó
Madrid y se mantiene por delante desde entonces. Madrid
está ganando la carrera apoyada por un fuerte crecimiento de la población
(+405.000 habitantes entre 2019 y 2024, frente a +399.227 en Cataluña y
+202.145 en Andalucía), unos menores ajustes durante la crisis, el efecto
negativo del procés sobre la economía catalana, el tirón de inversiones
y turismo y el
“factor capitalidad” (concentra empleo público, multinacionales y
grandes empresas), así como la oferta de servicios de alto valor añadido.
Ahora, el president Illa ha aprobado un Plan a medio plazo,
que prevé invertir 18.500 millones en infraestructuras, formación, servicios
públicos y modernización de su economía para que Cataluña consiga recuperar
el liderazgo económico en España en
10 años (“o en 5, si podemos”).
Pero lo importante no es lo que produzca cada región o cada país,
sino lo que se produce por habitante (PIB por habitante), el indicador
que permite conseguir un mayor o menor nivel de renta. Así, España es el 4º país
que más produce en la UE (1.593.136 millones de euros en 2024), tras Alemania
(4.305.260 millones producidos), Francia (2.822.455 millones) e Italia
(2.128.001 millones de euros de PIB). Pero luego, al tener en cuenta la
población de cada país, España baja hasta el puesto nº 15 en PIB por
habitante, según
Eurostat: produjimos 30.968 euros por habitante (2023), frente a 38.130 euros
de media en la UE-27, con lo que “nos
adelantan” 14 paises en PIB por habitante, no sólo los tres grandes (Alemania,
Francia e Italia, que también tienen más PIB total) sino otros paises más
pequeños, como Luxemburgo, Irlanda, Paises Bajos, Dinamarca, Austria, Bélgica,
Suecia, Alta, Finlandia, Chipre y Eslovenia. Producimos menos que ellos por
habitante.
Dentro de España pasa lo mismo: hay
regiones que producen mucho (como Andalucía o la Comunidad
Valenciana) pero que, como tienen mucha población, en realidad son “menos
productivas” que otras que producen menos y tienen poca población. La clave
es comparar la producción por habitante (el PIB por habitante).
Ese es el verdadero ranking de las autonomías: las más
productivas (y por ello las más ricas) y las menos productivas (y más pobres), según
los datos de 2023 publicados por el INE en diciembre. Y así podemos perfilar
el mapa de las 3 Españas: la rica (7 autonomías), la pobre
(5 regiones más Ceuta y Melilla) y la intermedia (5 autonomías
restantes).
La España
rica, la que produce por habitante más que la media (30.968
euros en 2023) la integran Madrid (42.198 euros por habitante, el 136,3%
de la media), País Vasco (39.547 euros, el 127,7%), Navarra
(37.088 euros, el 119,8% de la media), Cataluña (35.125 euros, el
114,1%), Aragón (34.658 euros, el 111,9%), Baleares (34.381
euros, el 111%) y la Rioja (32.828 euros, el 106% de la media). La España
intermedia la componen 5 autonomías que producen por habitante menos
que la media española, pero no demasiado: Castilla y León (29.698 euros, el
95,9%), Galicia (28.644 euros, el 92,5%), Cantabria (28.461 euros, el 91,9%),
Asturias (28.130 euros, el 90,8%) y la Comunidad Valenciana (26.453 euros, el
85,4%). Y el resto componen la España
pobre: Murcia (25.887 euros, el 83,6% de la media), Castilla
la Mancha (25.758 euros, el 83,2%), Canarias (24.345 euros, el
78,6%) y sobre todo, Extremadura (23.604 euros, el 76,2%), Andalucía
(23.218 euros, el 75% de la media), Ceuta (22.751 euros, el 70,5%) y Melilla
(produce 20.479 euros por habitante, el 66,1% de la media).
Estos datos
revelan que Melilla produce por habitante menos de la mitad que
Madrid (el 48,5%) y Andalucía el 55%. Lo peor no es sólo esta tremenda
“brecha” entre dos regiones (una
produce el doble que la otra) sino que esa diferencia apenas ha mejorado
desde 2019 (Melilla producía el 49,36% y Andalucía el 53,92%) e incluso desde el
año 2.000 (Extremadura, entonces la más pobre, producía el 49,53% que Madrid),
según los datos del INE. Y además, las 7 regiones más ricas en 2023
(Madrid, País Vasco, Navarra, Cataluña, Aragón, Baleares y Rioja) son las mismas
que en 2008 y casi las mismas que en el
año 2.000 (Madrid, Navarra, Baleares, País Vasco, Cataluña, la Rioja y
Aragón). Y las más pobres de hoy (Melilla, Ceuta, Andalucía, Extremadura
y Canarias) son las mismas que en 2019, casi las mismas que en 2008
(entraba Castilla la Mancha) y casi las mismas que
en el año 2.000 (Melilla, Ceuta, Extremadura, Andalucía y Castilla la
Mancha).
Pero hay algo más
llamativo: esta brecha entre
regiones más o menos productivas se
arrastra desde hace siglo y medio, según el libro “La desigualdad
regional en España 1860-2015”, escrito por tres catedráticos universitarios
(Díez Minguela, Martínez-Galarraga y Tirado). Ahí documentan que la
desigualdad regional aumentó entre 1860 y 1910, se redujo después entre
1910 y 1950, volvió a bajar entre 1960 y 1985 y lleva siendo elevada desde 1986, a raíz de la entrada de España en Europa, debido
a que una economía más abierta ha agravado las diferencias regionales, al
competir mejor unas autonomías que otras.
¿Por qué hay tanta desigualdad en el crecimiento de las
autonomías? La existencia de 2 o 3 Españas tiene mucho que ver con la estructura económica de cada región
(más o menos industria, más o menos servicios y el tipo de agricultura), su población (poca o mucha y nivel de
envejecimiento), la educación y
formación de sus trabajadores, el nivel
tecnológico, la mayor o menor inversión
pública o privada, las infraestructuras
disponibles o el peso de la
exportación. Y en el caso de Madrid, el factor “capitalidad”,
que aporta un “crecimiento extra” porque las instituciones públicas y ser la
capital del país atrae empresas, inversiones, población y talento, según
este estudio del IVIE. Por todo ello hay regiones más o menos productivas,
aunque el factor que más ha jugado en
este siglo para explicar la brecha regional es la desigual creación de empleo.
Pero tras la mayor o menor productividad por habitante, luego
entran
en juego “los contrapesos”, mecanismos que intervienen para que esas regiones tengan más o menos renta. En principio, las regiones más
productivas son también las más ricas, pero hay factores de corrección de
esa “brecha económica”: las transferencias
públicas (pensiones, desempleo, ayudas a la Dependencia), subvenciones y prestaciones sociales,
el gasto público en sanidad y educación,
las inversiones públicas, impuestos y la
financiación autonómica. Y dentro de estas “medidas correctoras” destacan las
ayudas europeas, que buscan corregir los desequilibrios regionales y que
han sido ingentes (España ha recibido 176.000 millones
de Fondos estructurales europeos entre 1989 y 2020, muchos para las regiones
más desfavorecidas).
Pero estas transferencias y políticas públicas no han
conseguido corregir las diferencias de renta entre las autonomías. En
consecuencia, nos tropezamos otra vez con 3 Españas, según la renta neta por
persona publicado por el INE. En 2023, la media española fue de 14.807
euros, siendo muy diferente según la región donde vivimos.
Otra vez nos encontramos con una España rica, con más renta que la
media, integrada por 7 autonomías: País Vasco (19.078 euros), Madrid
(17.275 euros), Navarra (17.253 euros), Cataluña (16.546 euros), Asturias
(16.201 euros), Baleares (15.926 euros) y Aragón (15.747 euros). Son las
mismas regiones que tienen un mayor PIB por habitante, salvo Asturias
(donde el envejecimiento y las pensiones suben la renta por persona). El mapa
de la España pobre, con menos renta por persona, lo integran otras 8 regiones:
Murcia (11.967), Andalucía (12.191), Melilla (12.745), Castilla la Mancha
(12.357), Extremadura (12.421 euros), Comunidad Valenciana (13.374), Canarias
(13.372) y Ceuta (13.403 euros). Coinciden con las autonomías menos
productivas, aunque en otro orden (por las compensaciones de transferencias
e impuestos). Y quedan las 4 autonomías de la España intermedia: Castilla
y León (14.940 euros de renta por persona), Cantabria (14.708), Galicia
(14.558) y La Rioja (14.529).
Estos datos
significan que la renta media por persona en Murcia es un
tercio menor (el 62,6%) que en el País Vasco y en Andalucía un
30% menos que en Madrid. Un problema que llevamos arrastrando décadas:
hace casi 50 años, en 1977, un balear (los más ricos entonces) tenía
1,81 veces la renta de un extremeño (los más pobres), según
un informe de la Fundación Alternativas. Luego, a lo largo de este siglo
XXI, la brecha ha mejorado algo, pero poco: en el año 2000, un
aragonés ingresaba 1,53 veces la renta de un extremeño, en 2008 (antes
de todas las crisis), un vasco tenía 1,65 veces la renta de un extremeño y en
2023 (último dato publicado) , un vasco tiene una renta 1,6 veces superior
a la de un murciano… Y además, España es el 2º país occidental (tras
EEUU) donde más ha crecido la brecha entre regiones entre 2019 y 2022, según
la OCDE, por la pandemia, la energía y la elevada inflación.
¿Qué se puede hacer? Lo
primero, gastar e invertir pensando
en corregir estos desequilibrios regionales, tanto los Presupuestos como los
Fondos europeos, esos 140.000
millones de euros que van a llegar hasta 2026. El objetivo es regionalizar
la mitad de estos Fondos UE, pero la otra mitad, la que gestione el
Estado, debería invertirse con el
objetivo de reconducir el crecimiento y el empleo de las regiones más pobres.
Una segunda medida es planificar las inversiones
públicas e infraestructuras para fomentar la inversión e instalación de
empresas en la España más atrasada, que no debe vivir sólo del turismo, la
agricultura o las pensiones. Un tercer frente de actuación es la fiscalidad, homogeneizando
impuestos y evitando “paraísos
fiscales” (Madrid). Y en cuarto lugar, urge aprobar un nuevo sistema de financiación autonómica
(pendiente desde 2014), porque el actual beneficia claramente al País Vasco y Navarra (reciben un 80% más por habitante que el
resto, según
la Fundación Alternativas), así como a Cantabria, la Rioja, Extremadura, Asturias,
Aragón y Castilla y León, curiosamente a 7 de las 11 regiones españolas
con más renta…
Mientras parece imposible pactar un nuevo sistema de
financiación autonómica, el Gobierno Sánchez pone encima de la
mesa “el caramelo” de perdonar
83.000 millones de deuda a las autonomías y traspasarla al Estado, con
lo que las evitarían pagar unos 7.000 millones anuales en intereses. Es “un
parche”, forzado por ERC, pero supondría
“un alivio” para las autonomías, aunque debería aprobarse con
2 condiciones: que se utilice el “alivio” para gastar más en sanidad,
educación, Dependencia y servicios sociales (no para ahorrarse pagos, como
han hecho con el IMV y la Dependencia) y que no bajen impuestos (las
autonomías del PP se quejan de falta de recursos, pero han
perdido 2.856 millones sólo en 2024 por bajadas de impuestos, que
benefician a los más ricos).
En cualquier caso, urge
aprobar un nuevo sistema de financiación, que tenga más en cuenta
la población y su edad, la "España vaciada" y los servicios públicos prestados, contemplando un Fondo
de Compensación para que las autonomías más ricas ayuden a las más
pobres a reducir la brecha de renta. Y en paralelo, pactar una hoja de ruta,
con medidas económicas y sociales, inversiones y fiscalidad que promuevan un mayor
crecimiento de las autonomías menos productivas y más pobres, para reducir la
brecha de productividad en una o dos décadas. Hay que “repartir
geográficamente” el crecimiento.
Porque no es de recibo que los españoles tengamos distinta renta y distintos
servicios públicos según donde vivamos. Hay que recortar la histórica “brecha”
entre las 3 Españas. Este debería ser el gran debate y no el de
perdonar la deuda.
España crece cuatro veces más que la media europea, pero este fuerte crecimiento se concentra en 6 regiones, que son el motor de la economía y el empleo: Madrid (aportó el 19,6% del PIB de 2023), Cataluña (aportó el 18,8%), Andalucía (13,3%), Comunidad Valenciana (9,3%) País Vasco (5,9%) y Galicia (5,2%), según los últimos datos del INE. Estas 6 autonomías aportaron juntas el 72,1% del PIB total de España (1.498.324 millones en 2023), con lo que las 11 autonomías restantes, más Ceuta y Melilla sólo aportan el 27,9% del PIB español. Una concentración de la producción que apenas ha variado en este siglo, porque en el año 2000, estas 6 autonomías aportaban el 71% del PIB español, casi como ahora. Y un dato más, que revela con claridad la desigualdad en el crecimiento: la aportación de la Comunidad de Madrid al PIB español (19,6% del total) equivale a la de otras 7 regiones juntas, Castilla y León (aporta el 4,7%), Castilla la Mancha (3,6%), Canarias (3,6), Aragón (3,1%), Murcia (2,7%) y Asturias(1,9%). Tremendo.
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jueves, 27 de febrero de 2025
España, un país mucho más digital
En unos pocos años, desde la pandemia, España ha dado
un salto de gigante en la digitalización de la vida y la
economía. Por un lado, somos el 5º país europeo con más hogares conectados a
Internet y uno de los paises que más utiliza WhatsApp, las redes sociales o
lee noticias, mientras más de 30 millones de españoles compran online.
También somos el 5º país europeo con más uso online de servicios públicos
(pago impuestos o cita sanitaria, por ejemplo), mientras tenemos más
personas con competencias básicas de Internet que la UE-27. Incluso
nuestras empresas se han digitalizado y un tercio de nuestras pymes
venden online, siendo más las empresas que utilizan el análisis de
datos, la factura electrónica o la inteligencia artificial que la media
europea. Pero todavía queda mucho por hacer, sobre todo gastar más en
tecnología y formación de especialistas TIC. La digitalización se lleva un
30% de los Fondos UE y hay que aprovechar para seguir avanzando hasta
2026, cuando se acaban. Enrique Ortega
España es el 5º país europeo con más hogares con acceso a Internet: un 96,83% de los hogares españoles (18,75 millones, donde viven 47,4 millones de personas) tenían acceso a Internet en 2024, frente al 94,09% de hogares conectados en la UE-27, según los últimos datos de Eurostat. Sólo están más “conectados” que nosotros Paises Bajos (99,04% hogares conectados), Luxemburgo (98,84%), Finlandia (97,35%) y Dinamarca (96,83%), mientras superamos en conexión a Internet a Suecia (95,43%), Austria (94,96%), Francia (94,44%), Italia (93,41%), Alemania (92,65%) o Bélgica (91,38%). Un gran salto, dado que en 2015, sólo el 78,75% de los hogares españoles estaban conectados a Internet, frente al 84,7% en la UE-27, donde ocupábamos el puesto 15º en el ranking de conectividad.
Además de ser un país muy conectado, los
españoles usamos mucho Internet: un 95,78% de los adultos
(16 a 74 años) lo han usado en los últimos 3 meses, más que la media UE-27
(92,83% lo usaron) y nos coloca como el 8º país europeo con más uso de
Internet, sólo por detrás de Dinamarca (99,77%), Paises Bajos (99,52%),
Luxemburgo (98,76%), Irlanda (98,60%), Finlandia (97,95%) y Bélgica (95,98%), superando
en uso de Internet a paises como Austria (94,92%), Francia (94,14%),
Alemania (93,50%) o Italia (89,23%). Y si miramos los españoles
que se
conectan a Internet diariamente, son ya
el 92% (entre 16 y 74 años), somos también el 8º país del
ranking, tras Paises Bajos e Irlanda (98%), Dinamarca (97%), Suecia
(96%), Luxemburgo o Chipre (94%) y Bélgica (93%), muy por delante de la UE-27
(88% adultos se conectan diariamente), Alemania o Francia (88%) e Italia (87%).
Además, la “inclusión digital” de mayores y zonas rurales es mejor aquí que en
la UE-27.
¿Para qué nos conectamos tanto a Internet? El
último informe de Eurostat revela el elevado uso del correo electrónico
(lo utilizan el 83,04% de los adultos en España, frente al 80,42% de media en
la UE-27, siendo el 12º país del ranking de uso, por detrás de los paises
nórdicos, Francia y Alemania), pero sobre todo el altísimo uso de la mensajería
instantánea (el 93,12% de los adultos españoles usan WhatsApp y otros, siendo
el 2º país donde es más popular, tras usarlo un 97,82% de las personas en Paises
Bajos y el 79,22% en la UE-27) y la menor participación en las redes
sociales: las utilizan en España el 64,7% de los adultos (16-74 años),
frente al 79,22% de media en la UE-27, el 90,02% en Dinamarca, el 80,96% en
Paises Bajos o el 72,64% en Bélgica, aunque su uso es aún menor en Alemania
(58%), Italia (55,96%) o Francia (44,50%). Y España ocupa el lugar 10º
en el ranking de lectura de noticias por Internet: las leen así el 75%,
más que en la media UE (65%), Alemania (63%), Italia /55%) y Francia (52,6%),
pero menos que en Paises Bajos y los nórdicos.
En España, los
internautas también se conectan más que en Europa para ver vídeos de
intercambio en YouTube o TikTok (75% de usuarios frente al 62% en la UE-27) y
para ver los canales de TV de pago por streaming (58% en España, sólo
por detrás de Dinamarca, Finlandia, Irlanda y Paises Bajos, frente al 48% en la
UE-27). También los internautas españoles destacan en la utilización de servicios
de e-salud: búsqueda de información sanitaria online (70% frente al
58% en la UE-27), reserva online de cita médica (el 61”, lo que nos convierte
en el 2º país tras Finlandia, frente al 40% de media europea) y acceso online a
historiales médicos (45% usuarios frente al 28% en la UE-27). Y en educación,
España es el 4º país europeo donde se hacen más cursos online: un 30% de
los adultos frente al 17% en Europa (ojo: 10% en Alemania, 14% en Francia y 18%
en Italia).
El tremendo salto en el número de internautas en España y el
gran uso de Internet se traduce en que cada
vez más españoles compran online: en 2024, casi el 69% de los adultos (16-74 años) compraron
algo por Internet, un 10% más que antes de la pandemia (58% en 2019), lo que
nos sitúa en la mitad del ranking europeo (puesto 16 de 27), con un
porcentaje menor de compradores online que los paises líderes (94,70% Irlanda,
94,06% Paises Bajos, 90,86% Dinamarca y 88,39% Suecia), por debajo de Francia
(80,29% adultos compran online) o Alemania (77,89%) y por delante de Italia
(53,6%) y paises del Este. Y si
tomamos sólo a los internautas, el porcentaje de los que compraron
online el último año sube al 71,54% en España, por debajo de 19 paises y
de la media UE (76,58% internautas).
Así que hemos dado un gran salto en compras online, pero todavía
compramos por Internet menos que la mayoría de los europeos. Con todo, ya
son más de 30 millones los españoles que compran online, según
un reciente estudio de Red.es, con una cifra de ventas de 99.200
millones de euros en 2023, lo que supone 3.307 euros de gasto medio por
comprador online. Lo que más compramos por Internet son ropa, calzado
y accesorios (78,9% compras), seguido de entradas a eventos (57%),
cosméticos (56,7%) y compra de comida (56,5). Los compradores online en España son,
mayoritariamente, personas de mediana edad y con alto nivel de estudios e
ingresos, que valoran la comodidad y el precio y se
sienten cada vez más seguros al comprar online, sobre todo con el móvil (78,9%
compras).
El tirón de las compras online tiene mucho que ver
con el auge de las Webs extranjeras, porque más de la mitad de las
compras online hechas en 2023 (el 56,84%)
fueron hechas fuera de España, sobre todo en Webs europeas (94,4%
de las utilizadas), Reino Unido (2,1%), EEUU (1,4%) y Asia (0,8%), según
los datos de la CNMC. Pero las empresas españolas cada vez venden más por
Internet, según
los datos de Eurostat: el 32,3% de las pymes españolas venden
online, frente al 23,83% de las pymes europeas, lo que nos sitúa como el
6º país con más ventas online de las pymes, tras Lituania (42,07% pymes),
Irlanda (39,57%) Dinamarca (38,76%), Suecia (36,50%) y Malta (34,51), muy
por delante del porcentaje de pymes que venden online en Francia (18,34%), Alemania
(22,97%) e Italia (20,41%). Sin embargo, tomando el conjunto de empresas
que venden online, España aún tiene mucho pendiente: el volumen del comercio
online es sólo el 10% del total, frente al 12% en la UE-27.
El gran salto digital que ha dado España en
los últimos años se traduce en el índice DESI, que elabora la Comisión Europea
sobre la digitalización de los paises UE. En el último estudio sobre
la Década Digital, publicado en julio de 2024 (datos 2023), España
se sitúa en el 8º lugar del ranking europeo de digitalización (con
una nota de 62,9 puntos), frente al 11º lugar que ocupaba en el ranking DESI
2020. Y destaca que sólo nos superan en digitalización Dinamarca
(69,6 puntos), Finlandia (68,4), Paises Bajos (67,5), Malta y Suecia (67),
Irlanda y Luxemburgo (63 puntos). Y que estamos 6 puestos por encima de la
media UE-27 (56,8 puntos) y muy por delante de Francia (56,8), Alemania (55) e
Italia (54 puntos).
Este informe
de la Comisión Europea evalúa 4 bloques de indicadores. El primero,
sobre “capacidades
digitales”, donde España ocupa el 7º lugar de Europa (con 8,8
puntos, por delante de los 7,6 puntos de media europea), tras Dinamarca,
Finlandia, Paises Bajos, Suecia, Irlanda y Luxemburgo, gracias a que hemos
mejorado en usuarios de internet, en personas con capacidades básicas
digitales (66%, frente al 56% de media
en la UE-27 y todavía lejos del 85% de objetivo para 2030) y en graduados TIC,
aunque todavía tenemos menos especialistas TIC (4,4% de los trabajadores) que
la media europea (4,8%).
El 2º bloque que se evalúa son “las infraestructuras
digitales” de cada país y aquí España ocupa el tercer lugar en
Europa (23,7 puntos frente a 19,3 puntos en la UE-27), sólo por detrás de
Dinamarca y Paises Bajos, gracias a nuestra
extensa red de fibra óptica instalada (tenemos más red de fibra óptica instalada que
Francia, Alemania, Italia y Reino Unido juntos) y a la mayor cobertura de 5G
y redes de alta capacidad, fruto de las inversiones hechas las últimas
décadas por las telecos españolas, a costa de sus beneficios y nuestras
tarifas.
El tercer bloque donde España también destaca es el de “digitalización de
servicios públicos”, donde ocupamos el 5º lugar europeo
(21,7 puntos frente a 20,3 la UE-27), sólo por detrás de Irlanda, Finlandia,
Malta y Paises Bajos. Aquí, España destaca por tener más usuarios de la Administración
electrónica (79,69% frente al 70% la UE-27), la mayor disponibilidad de servicios
públicos online para ciudadanos (84% frente a 79%) y para empresas (91%
frente al 85%, con el objetivo de llegar al 100% en 2030) y un alto acceso a
servicios de salud electrónicos (85% en España y 79% en la UE, para llegar al
100% en 2030).
Donde España “pincha” en digitalización, a pesar de
lo avanzado estos años, es en el bloque de “digitalización de empresas”,
donde ocupamos el puesto 11º, con una nota inferior a la media UE
(8,7 puntos frente a 9,6). Estamos bien
en el porcentaje de pymes con un nivel básico de intensidad digital (61%
frente a 58% UE-27), intercambio de información electrónica (54% frente a 42%),
uso de redes sociales (38% frente a 31%), análisis de datos (38%
frente a 33% UE), ventas online pymes (32,22% frente a 23,83%), pero
hemos avanzado menos en la utilización de “la nube” (27,2 frente
al 38,9% la UE), el peso del comercio electrónico (10% frente al
12%), igualando el poco uso de la inteligencia artificial
(9% frente al 8% la UE). Y tenemos menos empresas con alta intensidad digital
(26 frente al 27,08% la UE).
Al final, salimos
bastante bien parados de este “examen digital” de la UE, en un
puesto intermedio, con menos digitalización que los paises nórdicos,
Irlanda y Países Bajos, pero más avanzados digitalmente que Francia, Alemania,
Italia y la Europa del Este, lo que no deja de ser “un milagro”, fruto en gran
medida del Plan de Recuperación y de la apuesta de este Gobierno por
la digitalización de la economía y la transición ecológica. De hecho, la digitalización
de la economía es el
2º mayor bloque de gasto de los Fondos Europeos : se lleva el
29% de los Fondos, unos 33.700 millones (ayudas y créditos) entre 2021 y
2026. Un dinero que ya se ha gastado en gran parte, para financiar las grandes
partidas de la
Agenda Digital 2025: digitalización de pymes, desarrollo 5G, mejora competencias digitales, modernización de la Administración y digitalización
del sistema educativo, sanitario y del turismo, junto al desarrollo del
comercio online y la inteligencia artificial.
España ha conseguido que estas y otras inversiones (europeas,
públicas y privadas) estén mejorando
la digitalización de nuestra vida y nuestras empresas, algo
imprescindible para competir, crecer y sostener el empleo. Pero todavía queda
una gran tarea por delante, que hemos de “acelerar”, porque en
2026 han de ultimarse los proyectos financiados con Fondos europeos. Hay que
seguir apostando por la digitalización desde la enseñanza (más FP y más
carreras universitarias orientadas a formar especialistas TIC) a las pymes,
pasando por los servicios públicos y la Administración. Tenemos ventajas de
partida (como el amplio despliegue de fibra óptica y 5G) o el mayor
porcentaje de internautas mejor formados), pero queda avanzar en el mundo empresarial,
con más gasto (público y privado) en
tecnología e innovación: España invierte en I+D+i el 1,5% del PIB frente al
2,2% la UE.
La transformación digital es uno de los
grandes retos del mundo en el siglo XXI, junto a la sostenibilidad
medioambiental , la tecnología y la demografía. España ha conseguido subirse a este tren,
del que va a depender nuestra competitividad, nuestro crecimiento y los futuros
empleos (que nos obligarán a un completo reciclaje). Pero necesitamos
avanzar en ese tren, con ayudas, inversiones y mucha formación, desde
los jóvenes al último consumidor, desde las grandes empresas a las pymes y
exportadores. Hay que completar esta “reconversión digital”.
España es el 5º país europeo con más hogares con acceso a Internet: un 96,83% de los hogares españoles (18,75 millones, donde viven 47,4 millones de personas) tenían acceso a Internet en 2024, frente al 94,09% de hogares conectados en la UE-27, según los últimos datos de Eurostat. Sólo están más “conectados” que nosotros Paises Bajos (99,04% hogares conectados), Luxemburgo (98,84%), Finlandia (97,35%) y Dinamarca (96,83%), mientras superamos en conexión a Internet a Suecia (95,43%), Austria (94,96%), Francia (94,44%), Italia (93,41%), Alemania (92,65%) o Bélgica (91,38%). Un gran salto, dado que en 2015, sólo el 78,75% de los hogares españoles estaban conectados a Internet, frente al 84,7% en la UE-27, donde ocupábamos el puesto 15º en el ranking de conectividad.
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lunes, 24 de febrero de 2025
Exportaciones estancadas (antes de aranceles)
Las exportaciones parecen un tema teórico para
economistas, pero nos afectan a todos: aportan un tercio
del crecimiento y mantienen 4,6 millones de empleos. En 2024,
las exportaciones se estancaron (+0,2%), tras 40 años aumentando
año tras año (salvo en 2009, 2020 y 2023). La culpa es del estancamiento
de la economía europea, donde van el 73,7% de nuestras exportaciones,
aunque subieron las ventas a Latinoamérica, Asia y África. Ahora
preocupa que caigan en 2025 y 2026, dos años en que nos restarán
crecimiento, por la debilidad de la economía europea y los aranceles
con que amenaza Trump. España se verá menos afectado que la mayoría de Europa,
pero dañarán a la industria siderúrgica, farmacéutica y al campo,
sobre todo al aceite, vino, carnes y pescados. Por eso, urge que Europa
tome medidas defensivas ante los aranceles USA y ayude a los paises a
diversificar sus exportaciones. Y en España, hay que aprobar un Plan de
choque para ayudar a nuestros exportadores, un motor clave de la
economía y el empleo. Enrique Ortega
España ha protagonizado un histórico “milagro exportador”, promovido por el ingreso de España en la CEE, la apertura exterior de nuestra economía y la crisis financiera de 2008, que obligó a muchas empresas a buscar mercados fuera. Así se explica que España lleve 40 años aumentado sus exportaciones, desde 1995: año tras año hemos exportado más, salvo tres años en que cayeron (2009, 2020 y 2023). Con ello, hemos pasado de exportar 22.933 millones de euros en 1986 (el 10% del PIB) a 159.889 millones en 2009 (15% del PIB) y 384.465 millones en 2024 (el 24,13% del PIB). O sea, que exportamos 16 veces más que hace 40 años. Y además, aunque también importamos más, el “agujero comercial” (-40.275 millones de euros) se cubre de sobra con los ingresos por las exportaciones de servicios y por el turismo, con lo que España ha conseguido algo que parecía imposible hace unas décadas: tenemos “superávit con el exterior” desde 2013, algo inaudito en nuestra historia (de 1961 a 2012 tuvimos déficit con el exterior 45 de estos 52 años).
Las exportaciones no sólo facturan ya una cuarta
parte de nuestros ingresos como país y nos permiten ser más autosuficientes (tener
divisas suficientes para crecer y no tener que endeudarnos tanto) sino que han
sido claves para conseguir el crecimiento y el empleo de las últimas dos
décadas. Así, tras
la crisis de 2008, la economía española entró en recesión, pero hubiera
caído mucho más de no ser por la ayuda de las exportaciones: en 2009,
por ejemplo, el PIB cayó un -3,6%, pero hubiera caído bastante más (también el
empleo) si las exportaciones no hubieran aportado un +2,8% al crecimiento. Y
las exportaciones volvieron
a salvarnos con la pandemia:
en 2020, cayeron menos que la economía (-2,2%, frente al -10,9% que cayó
el PIB). Y en la recuperación posterior, las exportaciones han sido un motor
clave: en 2022
aportaron más de un tercio del crecimiento (2,3% del 6,2% que
creció el PIB) y lo mismo en 2023 (1%
del 2,7% de crecimiento del PIB).
En 2024, la aportación de las exportaciones al
crecimiento español (y al empleo) ha sido algo menor, aunque
importante: un 0,4%
del 3,2% que creció el PIB (la 8ª parte). Y eso porque las exportaciones
se han estancado en 2024, creciendo sólo un +0,2% sobre 2023. Aún
así, las ventas al exterior de España han sido de 384.464 millones de
euros, el
2º mejor dato de nuestra historia (tras el récord de 387.599 millones
en 2022, el “repunte” tras la pandemia). Y las exportaciones han conseguido “mantenerse”
en un año malo para todos los paises, por el bajo crecimiento
europeo y el proteccionismo comercial. Así, las exportaciones
alemanas cayeron -1,3% y las francesas -1,6%, mientras las
británicas caían un -5%, creciendo un +2,3% las de EEUU, un +7,1%
las de China y un 6,2% las de Japón.
El estancamiento de las exportaciones
españolas en 2024 se debe a la caída de las ventas a Europa (-0,6%),
debido a que la UE creció sólo un 0,8%, Alemania siguió en recesión (-0,2%) y
apenas crecieron Francia (+1,1%) e Italia (+0,5%), mientras España creció un
3,2%. La mayor caída de nuestras exportaciones, según
Comercio, se ha dado con Francia (-3,9%), nuestro primer cliente,
seguida de las ventas a Alemania
(-1,2%) y Bélgica (-18,1%), aunque han crecido las exportaciones a
Italia (+0,9%), Paises Bajos (+0,8%) y Portugal (+0,8%). Con todo, España cerró
2024 con un superávit comercial (más exportaciones que importaciones) con
toda Europa (+43.247,3 millones de euros, +2,5% que en 2023). Y tenemos superávit
comercial con 17 de los 26 paises restantes de la UE (con todos, salvo
Alemania, Paises Bajos, Austria, Eslovaquia, Luxemburgo, Dinamarca, Suecia, Hungría
y República Checa). En contrapartida al “pinchazo” de las exportaciones a
Europa, en 2024 aumentaron nuestras ventas a Latinoamérica (+1,9%), Asia
(+3,5%), Africa (+6,4%) y Australia (+18,1%), bajando sólo las
exportaciones a EEUU (-3,8%), China (-1,5%) y Oriente Medio (-1%).
Por sectores, las exportaciones
españolas que más cayeron en 2024 fueron las de bienes de equipo
(-0,5%, por menores ventas de material de transporte y maquinaria industrial), productos
químicos (-2,3%, por la bajada del -12,4% en la exportación de medicamentos),
automóviles (-1,4%), semimanufacturas (-1,4%, sobre todo por la caída
del -11,6% en la exportación de hierro y acero o el -3,4% de las ventas de
cerámicas) y energía (-7,6%, por menores exportaciones de petróleo, gas,
carbón y electricidad). Pero crecieron el año pasado las exportaciones
españolas de alimentos (+6,8%), nuestra 2ª mayor partida exportadora
(71.793 millones), de ropa y calzado (+2,7%) y materias primas (+6,2%).
Por autonomías, la mayoría exportó más, salvo Madrid (-5,4%), País Vasco
(-5,1%), Comunidad Valenciana (-2,7%) y Cataluña (-0,5%), según
Comercio.
Lo que preocupa ahora es la esperada bajada de las
exportaciones españolas en 2025 y 2026, rompiendo la racha de las últimas
cuatro décadas. La
última previsión del Gobierno apunta que las exportaciones se frenarán,
por las tensiones proteccionistas en el comercio mundial y el bajo crecimiento
europeo: la
Comisión Europea prevé que la UE-27 crezca sólo un +1,5% en 2025, con
crecimientos mínimos del +0,7% en Alemania, un +0,8% en Francia y un +1% en
Italia (muy por debajo del 2,6% de crecimiento previsto para España este año). De
cumplirse estas previsiones, las exportaciones no ayudarían al crecimiento
de España ni en 2025 ni en 2026: “restarían”
un -0,3% y un -0,4%, después de varios años en que han aportado (“sumado”)
un tercio del crecimiento (y la 8ª parte en 2024).
Estas perspectivas “sombrías” sobre las
exportaciones españolas en 2025 y 2026 podrían incluso empeorar si Trump
cumple con sus amenazas
de imponer aranceles a los productos europeos, lo que
frenaría aún más todas las exportaciones. De momento, Trump ha amenazado con subir
un 25% los aranceles (impuestos) que han de pagar las exportaciones de hierro y
acero que entren en EEUU. Y anuncia que el
próximo 2 de abril concretará los aranceles (podrían ser un 25%) que impondrá a las
importaciones europeas, en especial a los coches, chips, productos
farmacéuticos y alimentos vendidos por Europa.
Estados Unidos es un mercado clave para Europa,
ya que allí se dirigen el 20% de las exportaciones europeas y la
UE-27 tiene un superávit comercial (más exportaciones que importaciones) con
EEUU de 200.000 millones de euros (2024), según
Eurostat. Imponer un arancel del 10% al 25% a los productos europeos
(que ahora pagan un 2% de media) dañaría sobre todo a la
industria europea del automóvil, a la industria química y farmacéutica, a la de
material de transporte, muebles y bienes de equipo, así como a los alimentos
europeos, según
un estudio de CaixaBank Research. Y los paises más afectados
serían Irlanda, Alemania e Italia, los paises europeos que más exportan
a USA.
España sería el 4º país europeo menos afectado
por un aumento de los aranceles de EEUU (tras Rumanía, Eslovaquia y Croacia), según
este estudio, pero nos provocarían unas pérdidas de ventas de 1.338 millones
de euros anuales. EEUU
es el 6º país cliente de las exportaciones españolas (tras Francia,
Alemania, Italia, Portugal y Reino Unido), con 18.179 millones exportados
en 2024 (el 4,7% del total) y 28.192 millones importados (el 6,6% del
total), lo que significa que tenemos un déficit comercial de -10.120
millones de euros con EEUU (-9.363 en 2023), mientras toda la UE-27
tiene superávit. Nuestras compras a USA se concentran en energía
(gas y petróleo) y tecnología, mientras nuestras ventas (las que pueden
sufrir si imponen aranceles) se
concentran en bienes de equipo (6.228 millones en 2023, básicamente
maquinaria y material de transporte), semimanufacturas (4.974 millones, sobre
todo metales, hierro y acero), alimentación (2.441 millones) y manufacturas de
consumo (1.146 millones, sobre todo ropa, calzado y juguetes).
Ahora queda esperar a ver cómo la Administración USA
concreta sus amenazas de aranceles, que ya implantó
Trump en su primer mandato y afectaron mucho a las exportaciones españolas
de hierro y acero y a ciertos alimentos (aceituna negra, aceite y vino). Ahora,
el
mayor temor se centra en las exportaciones españolas de
hierro y acero, en medicamentos y productos químicos, en maquinaria y material
de transporte, en el automóvil (España apenas exporta coches directamente a
USA, pero sí automóviles y componentes a Europa, que luego se verían
negativamente afectados por una subida de aranceles) y, sobre todo en
alimentos: aceites, aceitunas, vino, carnes, pescados y mariscos.
Mientras las empresas de estos sectores están
muy preocupadas, Europa espera a concretar su reacción comercial a
que Trump concrete sus aranceles. Pero todo el mundo apuesta a que
habrá subida
recíproca de aranceles europeos y eso se traducirá en menores
exportaciones y un menor crecimiento económico en Europa, así como un repunte
de la inflación (si la UE-27 se ve obligada a imponer aranceles a los
productos importados de EEUU, en especial al gas y petróleo, así como a algunos
productos tecnológicos). Por ello, la clave es que
Europa reaccione también con
otras medidas, especialmente dos: diversificar mercados
(multiplicando los acuerdos comerciales con Latinoamérica, India, Asia, África
y Australia) y favorecer a los exportadores europeos, con promoción,
financiación e incentivos.
Entre tanto, España debe tomar también sus propias medidas, acordado el Gobierno, las autonomías y las fuerzas sociales (patronal y sindicatos) un Plan de choque de apoyo a la exportación, para evitar que frene el crecimiento y pueda seguir manteniendo y creando empleo. Es básico también diversificar mercados, promoviendo oficinas comerciales y Ferias en más paises, con nuevas ayudas a la internacionalización de las empresas, no sólo las grandes que ya exportan (sólo 45.931 empresas han exportado en 2024 y los tres años anteriores), con más financiación pública y privada, mejorando la formación exportadora de los jóvenes emprendedores y las empresas y promoviendo la exportación de productos y servicios de más valor añadido (sólo exportamos un 6,8% de productos de alta tecnología, frente al 17,7% de media en las exportaciones europeas).
En definitiva, la economía ha crecido más gracias al “tirón
exportador” pero ahora está en riesgo, por el menor
crecimiento en Europa (nuestros tradicionales compradores) y por la amenaza de Trump
de subir los aranceles, encareciendo (y frenando) nuestras exportaciones
y las del resto del mundo. Los
aranceles perjudican a todos,
pero hay que responder a esta imposición con aranceles
europeos y buscando nuevos mercados. Y para ello, hacen falta medidas y ayudas
europeas, pero también españolas. Urge que los políticos acuerden un
Plan de choque para apoyar a la exportación, clave para el crecimiento
y el empleo.
España ha protagonizado un histórico “milagro exportador”, promovido por el ingreso de España en la CEE, la apertura exterior de nuestra economía y la crisis financiera de 2008, que obligó a muchas empresas a buscar mercados fuera. Así se explica que España lleve 40 años aumentado sus exportaciones, desde 1995: año tras año hemos exportado más, salvo tres años en que cayeron (2009, 2020 y 2023). Con ello, hemos pasado de exportar 22.933 millones de euros en 1986 (el 10% del PIB) a 159.889 millones en 2009 (15% del PIB) y 384.465 millones en 2024 (el 24,13% del PIB). O sea, que exportamos 16 veces más que hace 40 años. Y además, aunque también importamos más, el “agujero comercial” (-40.275 millones de euros) se cubre de sobra con los ingresos por las exportaciones de servicios y por el turismo, con lo que España ha conseguido algo que parecía imposible hace unas décadas: tenemos “superávit con el exterior” desde 2013, algo inaudito en nuestra historia (de 1961 a 2012 tuvimos déficit con el exterior 45 de estos 52 años).
Entre tanto, España debe tomar también sus propias medidas, acordado el Gobierno, las autonomías y las fuerzas sociales (patronal y sindicatos) un Plan de choque de apoyo a la exportación, para evitar que frene el crecimiento y pueda seguir manteniendo y creando empleo. Es básico también diversificar mercados, promoviendo oficinas comerciales y Ferias en más paises, con nuevas ayudas a la internacionalización de las empresas, no sólo las grandes que ya exportan (sólo 45.931 empresas han exportado en 2024 y los tres años anteriores), con más financiación pública y privada, mejorando la formación exportadora de los jóvenes emprendedores y las empresas y promoviendo la exportación de productos y servicios de más valor añadido (sólo exportamos un 6,8% de productos de alta tecnología, frente al 17,7% de media en las exportaciones europeas).
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jueves, 20 de febrero de 2025
Crecemos, pero con pobreza y desigualdad
Confirmado: España creció en 2024 cuatro veces más
que Europa (3,2% frente a 0,8%). Pero mucha gente no lo nota,
porque la inflación se ha comido los salarios y por la subida de alquileres,
hipotecas y servicios públicos. Así, un 9,1% españoles llegan a fin de mes “con
mucha dificultad” y casi la mitad con problemas. Y hay 9,6
millones de españoles en situación de “pobreza”: ganan menos
del 60% que la media. Tenemos sólo 409.000 “pobres” menos que en 2018,
cuando Sánchez llegó a la Moncloa, aunque hay 2,35 millones de residentes
más. Pero sube la pobreza infantil y somos el 5º país
con más pobreza de Europa, a pesar del crecimiento y el empleo. Fallan
las ayudas a la pobreza y tenemos demasiados sueldos bajos:
un 70% ganan menos de 2.548 euros, 24% menos que en Europa. Urge corregir las medidas
sociales, con más ayudas por hijos, y subir más los salarios bajos (menores de 2.000 euros),
ahora que los beneficios empresariales son altos. Hay que “repartir”
mejor el crecimiento.
Eurostat, lo confirmó a finales de enero: España creció +3,2% en 2024, más que en 2023 (+2,7%) y cuatro veces el crecimiento de la UE-27 (+0,8%), triplicando el crecimiento de Francia (+1,1%) y seis veces más que Italia (+0,5%), mientras Alemania sigue en recesión (-0,2%). Los motores del alto crecimiento español, por tercer año consecutivo, son el aumento del consumo público y privado (por el aumento de ocupados: + 468.100 empleos en 2024), las exportaciones y, sobre todo el turismo, que batió otro récord histórico. Y además, la inflación cerró el año con una subida del 2,8%, en linea con el +2,7% en la UE-27. El punto negro sigue siendo el paro, que acabó en el 10,6%, casi el doble que la media europea (5,6%). Con todo, la economía española crece más que la europea, con una inflación moderada (al alza), menos déficit público y superávit con el exterior, esperando crear otros 500.000 empleos en 2025. Pero muchos españoles no acaban de notarlo. Primero, porque la inflación de los últimos años “se ha comido” parte de sus salarios: los salarios pactados en convenio han subido un +12,92% entre 2020 y 2024, mientras la inflación subió un +20% (y si nos vamos más atrás, desde 2009, los salarios han perdido un -21,43% de poder adquisitivo). Además, en los últimos años se han disparado los alquileres (subieron +31% entre 2020 y 2024) y el coste de las hipotecas, por la subida de los pisos y tipos. Y hay muchos servicios que se han encarecido, como la sanidad (los seguros médicos) o la educación, subiendo las facturas de la energía, alimentos y carburantes, a pesar de las ayudas del “escudo social”.
Y hay otro factor del que apenas se habla: la
economía crece con fuerza, producimos mucho más, pero somos
mucho más habitantes, con lo cual la producción (y la renta) se
reparte entre muchos más. Así, el valor de lo producido (PIB) ha pasado de
1.253.710 millones de euros en 2019 a 1.593.136 en 2024, un
aumento del +27% . Pero la población residente ha pasado (por el
aluvión de inmigrantes), de
47 a 49 millones en estos 6 años. Así que el PIB por habitante
ha crecido algo menos: de 26.670 euros en 2019 a 32.461 en 2024 (+21,7%).
Todavía tenemos una
menor productividad que Europa,
no tanto por los trabajadores como por la baja inversión y un modelo económico
menos productivo.
Volviendo a los que no notan el fuerte crecimiento, la
última estadística del INE revela que casi la mitad de los españoles
(el 47,4%) tienen algún problema parea llegar a fin de mes, algo
menos que en 2019 (49,3% tenían problemas), aunque ahora hay 2 millones de
habitantes más. De ellos, un 9,1%
llegan a fin de mes “con mucha dificultad” (eran el 7,8% en
2019 y el 9,3% en 2023), sobre todo en Castilla la Mancha (13%), Canarias
(12,4%) y Andalucía (10,9%), siendo pocos en País Vasco (5,1%), Baleares (5,6%)
y la Rioja (5,9%). Otro 12,7% de españoles llegan a fin de mes “con
dificultad” (14,2% en 2019) y el 25,6% restante con “cierta
dificultad (27,3% en 2019). La alta inflación pasada y los alquileres lo
explican.
Otro dato preocupante son los españoles, que a pesar de la
mejoría del crecimiento y el empleo, sufren “carencias materiales”,
según
la Encuesta de Condiciones de Vida 2024 del INE. Casi un tercio de la
población (35,8%) “no tiene capacidad para atender gastos
imprevistos” (como en 2019, cuando eran el 35,9%, aunque hoy somos 2
millones de habitantes más), el 6,1% no se puede permitir comer carne o
pescado cada dos días (eran la mitad, el 3,8% en 2019), un 17,6% no
pueden mantener su vivienda a la temperatura adecuada (el doble que en 2019,
cuando eran el 7,6%) y un 13,6% de personas han tenido retrasos en el
pago de gastos de su vivienda (frente al 8,3% en 2019).
Pero lo más preocupante es que, a pesar del alto crecimiento
y el empleo, España todavía tiene muchos “pobres”: somos el 5º
país con más pobreza de Europa (19,7% de la población en 2024) , tras
Letonia (22%), Bulgaria (21,7%), Estonia (20,7%) y Lituania (20,6%), según
Eurostat. Son 9.653.000 españoles a los que las estadísticas
europeas considera “pobres”, porque ingresan menos del 60%
de la media del país (menos de 11.584,4 euros al año los solteros y menos de
24.3272 euros al año una familia con dos niños), según
el INE.
Lo peor es que, a pesar del alto crecimiento y el empleo, la pobreza
infantil ha crecido en España: en 2024 estaban en situación de pobreza el
29,2% de los menores de 16 años, frente al 26,2% de pobreza infantil en
2018. Son 2,5 millones de niños y niñas que viven en hogares pobres y de
ellos, más de un tercio (el 11%, 941.000 niños y niñas) viven
en hogares con pobreza severa y no pueden acceder a una alimentación
saludable, como
denuncia Save the Children, recordando que España es el 2º país de
Europa con más pobreza infantil, tras Rumanía. Esta pobreza infantil se concentra en las familias
de mujeres solas con niños (el 81% de las familias monoparentales),
“feminizando” la pobreza.
La llamativa subida
del salario mínimo interprofesional (de 735 euros en 2018 a 1.184
euros en 2025, +61%), el avance del Ingreso
mínimo Vital (llega a 674.000 hogares, con 2 millones de beneficiarios
y una cuantía mensual entre 658 y 1.500 euros) y las ayudas públicas que han
integrado (e integran) el “escudo
social” (ERTEs, bono social eléctrico, ayudas al transporte, luz, alimentos y carburantes) han evitado que
la pobreza en España creciera estos años, a pesar de que somos 2,35
millones de habitantes más. Pero la tasa de pobreza es “inadmisible” y
la Comisión Europea nos
alertó de ello en diciembre pasado.
El problema de fondo no es sólo que falten ayudas
públicas contra la pobreza sino que se gastan mal, como nos
ha reiterado la OCDE y la Comisión Europea. Por un lado, las ayudas
públicas a las familias (claves para luchar contra la pobreza) tienen en España la mitad de peso que en otros paises:
suponen
el 1,6% del PIB (2021), frente al 2,5% de media en la UE-27,
el 3,7% en Alemania o el 2,5% en Francia. Por otro, estas ayudas públicas en
España benefician más a las familias de rentas medias y altas que a las
familias con rentas bajas, porque el grueso de las ayudas son desgravaciones fiscales en
el IRPF, que benefician a 8 millones de contribuyentes, la mayoría con
rentas medias y altas, porque las
rentas bajas y los más pobres no declaran (los ingresos de menos de
22.000 euros al año, todos los que están en pobreza severa y la mayoría de los
considerados “pobres”).
La propia Comisión Europea alertó,
en su informe de diciembre, sobre el hecho de que las ayudas
contra la pobreza en España “tienen menos impacto que en otros paises”,
por “los problemas de adecuación y cobertura del sistema de protección social,
las disparidades regionales de acceso a los servicios públicos y la persistente
pobreza en el trabajo”. Sobre este último punto, recordar que en 2023 eran
“pobres” casi 2,5 millones de trabajadores (2.499.654), según la Red EAPN. Y que España es el tercer
país europeo con más porcentaje de “trabajadores pobres” (11,9%),
sólo por detrás de Rumanía (15%) y Bulgaria (11,7%), peor que Portugal (10%) o
Grecia (9,85) y por encima de la UE-27 (8,9% de trabajadores
“pobres”), Italia (9,9%), Francia (7,8%) o Alemania (6,5%), según
Eurostat.
Por todo ello, expertos y ONGs piden modificar
el esquema de protección social a las familias más vulnerables, reformar
la política contra la pobreza en España. Por un lado, es urgente coordinar
las ayudas públicas, creando
“una ventanilla única” donde se soliciten y se gestionen, con
menos burocracia, más colaboración entre administraciones (incluyendo los
Ayuntamientos, claves en las ayudas contra la pobreza) y dando más entrada a
las ONGs, quienes tienen más experiencia y conocimiento del problema. Y por
otro, hay que destinar
más recursos públicos a la lucha contra la pobreza, gastando el
doble (como hace la UE) en ayudas a la familia. Además, urge avanzar en
aprobar una ayuda universal por hijos, clave para reducir la pobreza
infantil, como reitera Save the Children.
De hecho, en 20 paises europeos existe una
ayuda universal por hijo, que la OCDE ha propuesto a España (y que sólo
aplica el País Vasco, desde marzo der 2023, cuando entró en vigor una
ayuda universal por hijo de 200 euros que cobrarán las familias durante 3
años). Con esta ayuda, “se matarían dos pájaros de un tiro”: se
reduciría la pobreza infantil y la pobreza de las familias (más
concentrada en las que tienen hijos) y se fomentaría la
baja natalidad, un grave problema estructural de España, que pone en
peligro el futuro de las pensiones y del Estado del Bienestar. El Gobierno
Sánchez dice que estudia
una ayuda universal por hijo hasta los 6 años, pero tiene difícil
contar con apoyos políticos y recursos, máxime cuando la política del PP
(apoyada por Junts y PNV) es “bajar impuestos” indiscriminadamente.
Para que haya menos pobres y más gente “note” el
crecimiento y el empleo, hay que actuar también sobre los salarios, porque
son muy bajos y desiguales, lo que provoca que casi la mitad de
españoles tengan problemas para llegar a fin de mes. Los salarios
en convenio han subido un +3,07% en
2024, más que la inflación media (2,77%), pero llevan muchos años
perdiendo poder adquisitivo (-7,08% desde 2020 y -21,43% desde 2009). Y
tienen dos problemas. Uno, son más bajos que en Europa: el salario
medio por hora era de 18,2 euros en 2023, frente a 24 euros
de media en la UE-27 (-24,2%) , 31,6 euros en Alemania, 28,7
euros en Francia o 21,5 euros/hora en Italia, según
Eurostat. Y el otro, que los salarios en España son muy desiguales
y hay una mayoría que los tiene bajos.
Veamos. El salario medio bruto en España era de 2.237
euros en 2023, según
la última estadística del INE (Decil de salarios). Pero de los 18 millones
de asalariados, un 30% (5.400.000) ganan menos de 1.534 euros brutos
al mes, otro 40% (7.200.000 trabajadores) ganan entre 1.534,7 y
2.548,2 euros brutos mensuales y sólo el 30% restante (5.400.000
asalariados) ganan más de 2.548,2 euros brutos mensuales. A lo claro: que el 70% de los que
trabajan en España (12,6 millones)
ganan menos de 2.548 euros brutos, unos 2.170 euros netos. Y hay
sectores enteros, como la hostelería, el campo, las empleadas de hogar, el
comercio y muchas pymes, donde ganan aún menos. Y sobre todo las mujeres
(2.063,2 euros de media, -16,4% que los hombres) y los jóvenes que aún ganan menos (1.387 euros
brutos es el salario medio de 16 a 24 años). Con este bajo nivel salarial, no
es extraño que si repunta la inflación o suben los alquileres y algunas
facturas, mucha gente tenga problemas para llegar a fin de mes. O acabe en
la pobreza.
Por eso, habría que actuar en dos frentes. Por
un lado, aprobando un
Plan urgente contra la pobreza, en especial contra la pobreza
infantil, legislando una ayuda por niño/a hasta los 6 años (complementada
con otras ayudas hasta los 16 años) y reformando las ayudas públicas
disponibles, para que beneficien más a los más pobres. Y por otro, promoviendo
en la negociación colectiva una subida
mayor de los salarios más bajos (los de menos de 2.000 euros, por
ejemplo), para reducir la desigualdad actual y mejorar el poder de compra, lo
que se traduciría en más consumo, más crecimiento y más empleo. Es hora
de plantear subidas mayores del 3% para estos trabajadores peor pagados,
porque ahora las
empresas pueden hacerlo,
porque llevan 3 años consecutivos con más
ventas, márgenes y beneficios.
Lo peor que le puede pasar a un país es que no crezca ni
cree empleo. Pero tampoco es bueno que crezca y la mayoría de su población no
lo note, porque una buena parte de la población no llegue a fin de mes o siga
en la pobreza. Urge aplicar políticas para reducir de verdad la pobreza, sobre
todo la infantil, y para que la mayoría de los salarios sean más altos y
permitan una vida mejor. Hay que “repartir
mejor el crecimiento”, para que lo noten más españoles, no sólo una
minoría de sueldos y empresas. Es la manera de evitar que muchos españoles “pasen”
del Estado y de la política y se radicalicen, en manos del populismo y
la ultraderecha. La democracia ( y aún más la socialdemocracia) es crecer
más para que la mayoría vivan mejor. A ello.
Eurostat, lo confirmó a finales de enero: España creció +3,2% en 2024, más que en 2023 (+2,7%) y cuatro veces el crecimiento de la UE-27 (+0,8%), triplicando el crecimiento de Francia (+1,1%) y seis veces más que Italia (+0,5%), mientras Alemania sigue en recesión (-0,2%). Los motores del alto crecimiento español, por tercer año consecutivo, son el aumento del consumo público y privado (por el aumento de ocupados: + 468.100 empleos en 2024), las exportaciones y, sobre todo el turismo, que batió otro récord histórico. Y además, la inflación cerró el año con una subida del 2,8%, en linea con el +2,7% en la UE-27. El punto negro sigue siendo el paro, que acabó en el 10,6%, casi el doble que la media europea (5,6%). Con todo, la economía española crece más que la europea, con una inflación moderada (al alza), menos déficit público y superávit con el exterior, esperando crear otros 500.000 empleos en 2025. Pero muchos españoles no acaban de notarlo. Primero, porque la inflación de los últimos años “se ha comido” parte de sus salarios: los salarios pactados en convenio han subido un +12,92% entre 2020 y 2024, mientras la inflación subió un +20% (y si nos vamos más atrás, desde 2009, los salarios han perdido un -21,43% de poder adquisitivo). Además, en los últimos años se han disparado los alquileres (subieron +31% entre 2020 y 2024) y el coste de las hipotecas, por la subida de los pisos y tipos. Y hay muchos servicios que se han encarecido, como la sanidad (los seguros médicos) o la educación, subiendo las facturas de la energía, alimentos y carburantes, a pesar de las ayudas del “escudo social”.
Esta tasa de pobreza (19,7%) era superior en 2018 (21,5%),
cuando el Gobierno Sánchez llegó a la Moncloa, pero el número de pobres ha
bajado poco, en -409.000 personas (había 10,06 millones de pobres en 2018),
entre otras cosas porque ahora somos 2,35 millones de habitantes más.
La población
en situación de “pobreza extrema” (ingresan menos del 40% que la
media, menos de 7.772 euros anuales los solteros y menos de 16.218 euros las
familias con 2 niños) también se ha reducido, pero poco: eran el 8,7% de los
españoles en 2018 y ahora son el 8,3% de la población, 4.067.000 españoles
(solo 4.000 menos que en 2018).
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