lunes, 30 de diciembre de 2019

Chequeo UE: nuestra salud, buena y barata


La salud de los españoles es la mejor de Europa: tenemos la menor tasa de mortalidad y la mayor esperanza de vida (83,4 años). Y eso gracias a un sistema sanitario excelente, muy eficaz  en el tratamiento de enfermedades y con bajo coste, menor que el de los grandes paises europeos, según el chequeo sanitario que acaban de hacer la UE y la OCDE a 30 paises europeos. Una valoración extranjera mucho mejor que la de los ciudadanos españoles, que sólo dan un aprobado a la sanidad pública (6,57 puntos), sobre todo por las listas de espera y el deterioro en urgencias y ambulatorios. El chequeo de la UE nos recomienda gastar más en sanidad, atender mejor a los mayores (geriatría y dependencia), aumentar médicos y enfermeras, reducir el tabaquismo y la obesidad (responsables de 350 muertes diarias) y dedicar más esfuerzos a la prevención y a la atención primaria. Podemos estar orgullosos de nuestra sanidad, pero hay que apuntalarla. La salud es lo primero.

enrique ortega

Los españoles sentimos mayoritariamente que tenemos una buena salud (el 77,8% cree que es “buena o muy buena”, según la última Encuesta Nacional de Salud 2017) pero consideramos la sanidad como nuestro 6º mayor problema (tras el paro, los políticos, la economía, Cataluña y la corrupción, según el Barómetro del CIS de noviembre) y sólo le damos a la sanidad pública un aprobado alto (6,57 puntos), según el último Barómetro Sanitario de 2018, en el que un 68,3% de españoles creen que funciona “bien o bastante bien” y un 26,2% creen que “necesita cambios fundamentales”. Así que tenemos una percepción buena de la sanidad pública, pero mejorable. Y desde luego, peor de la que revela el último Chequeo que nos han hecho, a finales de noviembre, la UE y la OCDE, junto a otros 29 paises europeos (los 27 de la UE más Noruega e Islandia). Ahí reflejan que tenemos una salud excelente y que se debe a tener una sanidad muy eficaz y más barata que la de la mayoría de Europa.


El indicador que resume todos los demás es que España es el país europeo con la mortalidad más baja: aquí murieron 829 personas por cada 100.000 habitantes en 2016, frente a 1.002 de media en la UE, 838 en Francia y 843 en Italia, los paises con menor mortalidad, en contraste con los 1.600 muertes 1.476 muertes en Rumanía o Letonia, según el último indicador publicado por Eurostat (datos 2016). Y en 2018, el último dato publicado por el INE, en España hubo 915 muertos por 100.000 habitantes, todavía menos que la mortalidad europea de hace dos años. Y si ajustamos la mortalidad por la edad (homogeneizando las diferentes edades de los paises), España tuvo en 2018 la tercera tasa de mortalidad más baja de Europa: 462 muertes por 100.000 habitantes, sólo por delante de Francia (457) y Luxemburgo (460) y muy por encima de la media UE (561 muertes), Alemania (540) e Italia (468), según el reciente estudio “Estado de la Salud de la UE 2019”.


España tiene menos muertes porque tenemos una sanidad más eficiente, que “evita” muchas de las muertes que se producen por causas “evitables” y “tratables”. Así, España tiene una de las tasas de mortalidad más bajas de Europa en muertes “evitables” (118 por 100.000 habitantes) frente a 161 en Europa) y en muertes “tratables” (67 muertes por 100.000 habitantes frente a 93 en la UE). El estudio europeo señala que un 38% de las muertes totales serían “evitables” en España (162.500 de las 427.721 que se produjeron en 2018), pero que en Europa lo son más, el 44% de las muertes. Y eso, a pesar de que las tasas de tabaquismo son mayores en España que en Europa (22% adultos fuman a diario frente al 19% en la UE) y también tenemos más sobrepeso y obesidad (17% de adultos frente al 15% en la UE), por la deficiente alimentación y el escaso ejercicio, aunque bebemos menos alcohol (9% adultos lo consumen en exceso frente al 20% en Europa).


A pesar de estos factores de riesgo, la sanidad española ha conseguido reducir las muertes por enfermedades cardiovasculares  (sobre todo en cardiopatías isquémicas y enfermedades cerebro-vasculares) y también por cáncer de pulmón y colorrectal, aunque han aumentado las muertes por Alzheimer. El informe señala el éxito de los tratamientos de los infartos en los hospitales españoles: sólo mueren 6 de cada 100 hospitalizados tras un infarto (a los 30 días), cuando la media europea es de 9,8 muertos. Y también refleja un mayor éxito en la mayoría de tratamientos de cáncer en España: sobreviven el 85% de los enfermos con cáncer de mama (83% en la UE), el 63% con cáncer de colon (60% en la UE) y el 90% de los cánceres de próstata (87% en la UE), aunque estamos ligeramente peor en supervivientes de cáncer de pulmón (14% frente al 15% en la UE), por el mayor tabaquismo en España.


Al final, la menor mortalidad, por el eficaz tratamiento de las enfermedades que conllevan muertes “evitables” (cardiopatías isquémicas, accidentes de circulación u muertes relacionadas con el alcohol) y “tratables” (muertes por cardiopatías, enfermedades cerebro-vasculares y cáncer) lleva a un resultado espectacular: España es el país europeo con mayor esperanza de vida en 2018 (en el año 2000 nos ganaban Suecia a Italia), según el chequeo sanitario de la UE, que revela que los españoles viven una media de 83,4 años, frente a 80,9 años de media en Europa. Y mayor esperanza de vida que Italia (83,1 años), Francia (82,7 años), Suecia (82,5 años), Alemania (82,1) o Reino Unido (81,3 años).


Y otro dato muy importante, que resalta este estudio europeo: España tiene menos desigualdades en esperanza de vida que la mayoría de Europa por situación socio-económica (apenas) y nivel educativo: los que tienen bajos estudios viven 2 años menos (en Europa son 3,6 años menos de vida) y los mejor formados viven 4,2 años más en España y 6,5 años más en Europa (más brecha por formación). En cuanto a la brecha de vida por género, en España los hombres viven 5,5 años menos que las mujeres y en Europa 5,2 años menos.


Vivimos más años, sí, pero el informe de la UE señala un problema de esta mayor longevidad española: la peor calidad de una vejez más larga. Tenemos más mayores con enfermedades crónicas (el 59% de los mayores de 65 años en España, frente al 54% en la UE), con discapacidad o limitaciones para valerse por sí mismos (el 21% de los mayores frente al 18% en Europa) y con depresión (el 39% de mayores en España frente al 29% en la UE). Esto exige, señalan, un gran esfuerzo no tanto en sanidad como en asistencia geriátrica y en ayudas a la dependencia, esfuerzo que aumentará a medida que España envejece a lo largo de este siglo.


El chequeo sanitario europeo resalta también que la sanidad pública española es “prácticamente universal” (atiende al 100% de los empadronados) y que lo hace con un gasto mucho menor que en la media europea: 2.371 euros de gasto sanitario por habitante, frente a 2.884 euros de media en la UE. Eso nos coloca como el 11º país que menos gasta en sanidad de los 30 analizados. Si se toma el gasto sanitario total en relación al tamaño de la economía, el gasto sanitario en España era del 8,9% del PIB (2017) frente al 9,8% de media en la UE, el 11,3% de Francia, el 11,2% de Alemania, el 11% de Suecia, el 9,6% de Reino Unido o el 8,8% de Italia.


Además de gastar menos en sanidad, el estudio revela que los hospitales españoles son más eficientes que la media europea. Por un lado, somos el 4º país con menos camas de hospital por paciente: 3 por cada 100.000 habitantes frente a 5 de media en la UE. Esto es consecuencia del recorte de inversiones en nuevos hospitales, pero también de que han aumentado las intervenciones no hospitalarias (intervenciones ambulatorias de cataratas, amigdalitis y hernia inguinal)) y las llamadas “hospitalizaciones evitables”, sobre todo de enfermos de diabetes e insuficiencia cardiaca: España tiene 400 hospitalizaciones “evitables” por cada 100.000 habitantes, un tercio menos de las 600 que se registran en Europa. Además, otro dato de eficiencia es que la duración de la estancia en hospitales se ha reducido, a 6,2 días en España y a 8 días en la UE, según el chequeo sanitario europeo.


España tiene menos gasto sanitario y menos peso del gasto público en sanidad, que ha bajado por los recortes y el auge de la sanidad privada en las últimas dos décadas. Así, el gasto público supone en España el 71% del gasto sanitario total frente al 79% en Europa. Y, en consecuencia, el gasto privado en sanidad es mayor en España y ya supone un 29% del gasto total, por encima del 21% europeo. Eso se debe a que las familias cargan ahora con dos gastos que son mayores que en Europa: el copago farmacéutico (supone el 24% del gasto sanitario en España, frente al 19% en la UE) y el gasto en atención dental. Por estos dos conceptos, y algunos otros pagos no cubiertos por la sanidad pública, los españoles pagan de su bolsillo un 50% más en salud que la media europea (el 23,6 de pagos directos respecto al gasto total frente al 15,8% de media en la UE).


Tras reiterar la eficacia de la sanidad española, el chequeo no olvida los problemas que sufre de listas de espera, recordando que han aumentado desde 2010 a 2018, por los recortes: de 90 a 100 días una operación de cataratas  (60 días en Reino Unido y Holanda y 120 días en Portugal) o de 135 a 150 días una artroplastia de cadera (52 en Holanda, 85 días en Reino Unido y 128 días en Portugal). Y llama la atención sobre las grandes diferencias regionales en España: entre los más de 150 días que esperan la mitad de pacientes en Castilla la Mancha, Canarias o Extremadura y los 50 días de Madrid, la Rioja o Navarra.


El otro problema que destaca en la sanidad española es la falta de médicos y sobre todo de enfermeras, así como la tremenda precariedad del personal sanitario (el 30% del personal tenía contrato temporal en 2017). España tiene más médicos (3,9 médicos por 1.000 habitantes) que la media UE (3,6 médicos), pero la tercera parte tienen más de 55 años y se jubilarán en una década y faltan en algunas especialidades y en atención primaria. En cuanto a  enfermeras, tenemos muchas menos (5,7 por 1.000 habitantes) que la UE (8,5). Y en general, estamos por debajo en médicos y enfermeras que Noruega, Islandia, Alemania, Suecia, Dinamarca, Portugal y Austria, según este estudio de la UE y la OCDE.


Cara al futuro, el estudio europeo señala que la sanidad española va a sufriruna tensión en el gasto”, derivado del mayor envejecimiento de la población y del aumento del gasto en cuidados a largo plazo a los mayores (dependencia y atención geriátrica), máxime cuando hoy hay 9 millones de españoles mayores de 65 años y en 2050 habrá 16,4 millones de mayores. Y alerta a España que esta tensión “puede poner en peligro la viabilidad del sistema a largo plazo. Además, señala que el nuevo gasto sanitario, a partir de 2015, se ha ido más a la atención hospitalaria, que gana peso en el gasto frente a la atención primaria. 


Precisamente, la propuesta básica de este chequeo a la sanidad española y europea es “apostar más por la prevención y la atención primaria”. O sea, volcarse más en campañas contra el tabaquismo, la obesidad y el alcohol y en mejorar la atención de los médicos de familia y ambulatorios que gastar más en hospitales. Además, el estudio señala otras recetas para apuntalar nuestra sanidad: más gasto sanitario (equipararnos al gasto medio en Europa, ese 9,8% del PIB, supondría gastar 11.000 millones más cada año), más médicos y sobre todo más enfermeras (con contratos más estables), más cirugía ambulatoria, más avances en la lucha contra algunos cánceres, menos uso de antibióticos, mayores campañas contra el tabaquismo, la obesidad, el sedentarismo y el alcohol y mayores recursos y medios para la dependencia y la atención geriátrica a los mayores. Sin olvidar una renovación tecnológica de los hospitales (el 50% de los equipos tienen más de 10 años de vida, lo que nos coloca como el 2º país con la tecnología sanitaria más obsoleta de la UE, según la patronal Fenin) y el desarrollo de la telemedicina, todavía atrasada en España.


En definitiva, que podemos sentirnos muy orgullosos de nuestra sanidad, según este chequeo de la UE y la OCDE: permite que seamos los que vivimos más años en Europa. Pero hay que apuntalar el sistema, con dinero, personal, mejoras y reformas, para afrontar un país más envejecido y una tecnología sanitaria y unos medicamentos mucho más costosos. Habrá que buscar el dinero “debajo de las piedras” y gestionar con eficacia, para que esta sanidad excelente que tenemos no se deteriore más. Y para que aguante la tensión de un futuro donde aún viviremos más años. La salud es lo primero.

jueves, 26 de diciembre de 2019

Gastamos menos en Cultura


La recuperación económica iniciada en 2014 no se ha notado en el gasto en Cultura: en los dos últimos años, el gasto cultural ha bajado y todavía gastamos 100 euros menos por persona que en 2007. Y menos que la mayoría de Europa. El problema no es sólo que las familias hayan recortado su gasto en Cultura, sino que lo han hecho el Estado central y las autonomías (sobre todo) y los Ayuntamientos, que gastan hoy en Cultura 2.000 millones menos (-28,4%) que antes de la crisis. Y este menor gasto, privado y público, está afectando seriamente a las actividades culturales, con menos empleo y más precariedad que en 2008. Por eso, el sector pide al futuro Gobierno un Pacto de Estado para conseguir más dinero, menos IVA, desarrollar el Estatuto del Artista, luchar contra la piratería, una Ley de Mecenazgo y campañas para promover la Cultura dentro y fuera de España. Por un país más culto, que es siempre un país más próspero y más libre. Más Cultura

enrique ortega

La crisis de 2008 trajo consigo un recorte del gasto en todo y especialmente en cultura, un bien “prescindible”: si las familias españolas gastaban en Cultura 1.020 euros de media en 2007, pasaron a gastar 673 euros en 2013. Luego, en 2014, con la recuperación económica, se reanimó también el gasto cultural, más lentamente, en 2015 (717 euros) y 2016 (764 euros). Pero en los dos últimos años, el gasto en Cultura de las familias ha vuelto a caer: a 718,3 euros en 2017 y a 682,5 euros en 2018, según el Anuario de Estadísticas Culturales 2019, recientemente publicado por el Ministerio de Cultura. Eso supone que las familias españolas gastaron en Cultura un total de 12.714 millones de euros en 2018, un 2,3% de todo su gasto, el porcentaje más bajo desde 2007, cuando gastaban el 3,2% de sus ingresos.


Si miramos el gasto por persona en Cultura, también ha caído en los dos últimos años y estaba en 274,60 euros en 2018, algo mejor que al inicio de la recuperación (260 euros se gastaban en 2014) pero muy por debajo  (un 28,4% menos) del gasto cultural que hacía cada español en 2007: 375 euros (100 euros más que ahora), según las estadísticas de Cultura. Los que más gastan en Cultura son los jóvenes (389 euros de gasto entre 16 y 29 años), los solteros (384 euros), los que trabajan (309 euros los ocupados, 189 los parados y 214 euros los jubilados), los que tienen más estudios (195 euros gastan los que tienen la ESO o menos y 378 los universitarios), los que tienen más ingresos (382 euros gastan los que ganan más de 3.000 euros y sólo 168 los que ganan menos de 1000 euros) y los que viven en la España más poblada (300 euros gastan los que viven en ciudades de más de 100.000 habitantes y 240 los que viven en pueblos de menos de 10.000, con un mayor gasto en Navarra y Madrid y uno menor en Extremadura, Canarias y Galicia), según la detallada estadística del gasto cultural que incluye el Anuario de Estadísticas Culturales 2019.


El gasto en Cultura que hacen los españoles se reparte fundamentalmente entre el gasto en libros (14,7% del gasto total), el gasto que más cae, espectáculos (12,8%), soportes, equipos y accesorios audiovisuales (24,4%) y telefonía móvil y servicios relacionados con Internet (35,84%), un gasto que para muchos no se debería incluir dentro del concepto de “gasto cultural”, con lo que el gasto real en Cultura seria un tercio menor.

El gasto de las familias supone  un 71% del gasto total en Cultura. El otro 29% lo aporta el gasto público en Cultura, que “tira” del sector y lo dinamiza. El problema es que no ha hecho de contrapeso, sino que también ha caído durante la crisis (por los recortes)  y apenas ha mejorado con la recuperación. Así, si en 2008 se dedicaron al gasto público en Cultura 7.111 millones de euros, en 2011 ya había caído a 5.837 millones y en 2015, tras los duros recortes de Rajoy y sus dirigentes autonómicos y locales, había caído  a 4.877 millones, según los datos oficiales de Cultura. Y en 2017, último dato publicado, el gasto público en Cultura sólo ha subido a 5.092 millones de euros, que son 2.019 millones menos que en 2008 (-28,4%). El mayor recorte en el gasto cultural lo han hecho las autonomías (de 2.129 millones en 2008 a 1.144 millones en 2017, un -46,2%), seguidas del Estado central (de 1.075 a 678 millones, un -36,9%) y los Ayuntamientos (de 3.907 millones a 3.270, un -16,30%), que soportan casi dos tercios del gasto público total en Cultura en España. 


Estos datos indican que se han perdido más de 1 de cada 4 euros públicos que se gastaban en Cultura en 2008. Estos recortes han hecho mucho daño a las actividades culturales y a los artistas y creadores, más en unas regiones y ciudades que en otras, porque el recorte ha sido desigual. El resultado es que el gasto autonómico por habitante en Cultura es muy dispar: alto en Navarra (63,4 euros/habitante), País Vasco (52,2 euros), Extremadura (32,5) y Cantabria (30,2) y bajo en Canarias (10 euros/habitante), Castilla la Mancha (13,8 euros), Madrid (14,4 euros) y Aragón (14,6 euros), según los datos de Cultura.


La “tercera pata” del gasto cultural, junto al de las familias y las Administraciones públicas, la ponen las empresas, los bancos y las aportaciones particulares, que también recortaron mucho su mecenazgo cultural con la crisis y que no lo han recuperado tampoco. En especial, se echa de menos el importante patrocinio cultural de las Cajas de Ahorros, dado que han desaparecido o han sido absorbidas la mayoría de las 48 Cajas existentes en 2008.


Al final, entre tanto recorte y el menor gasto de las familias, la industria cultural se ha resentido. En 2017, según los últimos datos publicados, facturó por valor de 27.728 millones de euros, lo que aporta un 2,4% al crecimiento español (PIB). Una aportación mucho menor a la de antes de la crisis (aportaba el 3,1% del PIB en 2005 y el 2,8% en 2007) y que es similar a la del inicio de la recuperación (2,4% del PIB), sin mejorarla. Eso sí, hoy hay más “empresas culturales” (122.673) que en 2009 (112.643), pero son mucho más débiles y “precarias”: el 64,7% son empresas sin asalariados (autónomos), el 28,7% son microempresas (de 1 a 5 trabajadores), el 6% tienen de 6 a 49 trabajadores y sólo un 0,6% de todas las empresas culturales (736 empresas) tienen más de 50 trabajadores. Y además, las dos terceras partes de las empresas culturales están concentradas en Madrid (22%), Cataluña (20%), Andalucía (13,2%) y Comunidad Valenciana (9,6%), según Cultura.


El empleo cultural ha mejorado en los últimos años, pero todavía no ha recuperado la ocupación que había antes de la crisis: hay 690.300 personas trabajando en actividades culturales (el 3,6% del empleo total), todavía menos que los 706.300 empleados en la Cultura en 2008. Y se trata de un empleo precario, con menos asalariados (69,9% frente al 84% en toda la economía) y más autoempleo (30,1%), con más hombres (60,9%) que mujeres, más jóvenes y más universitarios (69,3%), pero con bajos sueldos y cotizaciones, que se traducirán en su día en menos paro y pensiones más bajas.


España está por detrás de Europa también en gasto cultural, sobre todo el que hacen las familias. La última estadística europea (Eurostat 2017) hace referencia no al gasto cultural sino al gasto en “entretenimiento y cultura: 1.100 euros por persona en España, frente a 1.200 euros en Italia, 1.400 euros de media en la UE-28 y Francia, 1.800 euros en Alemania, 2.200 en Reino Unido, 2.300 en Suecia y 3.700 euros en Islandia. Y a nivel de los hogares, un gasto en cultura “y entretenimiento” del 7,4% del gasto total de las familias, frente al 8,5% de media que gastan los hogares europeos.


En cuanto al gasto público en la Cultura, el esfuerzo español fue mucho mayor (sobre todo en la época dorada del ladrillo, traducida en conciertos, salas de exposiciones y centros culturales) y ahora está en la media europea, donde tienen más peso el gasto privado y el mecenazgo empresarial y financiero a la Cultura. Al final, España gasta el 1,1% del PIB en “ocio, cultura y culto” (ojo, aquí se incluyen las ayudas a la Iglesia), lo mismo que la media UE (1,1% del PIB) pero menos que Francia (gasta el 1,4% del PIB) y los paises nórdicos (1,5% del PIB gasta  Finlandia y un 1,7% Dinamarca), aunque más que Reino Unido(0,6% PIB), Italia (0,8% del PIB) y Alemania (gasta 1% del PIB), según la última estadística de Eurostat (2017).


Centrándonos otra vez en España, el Ministerio de Cultura acaba de publicar los resultados de una amplia Encuesta sobre “los hábitos culturales de los españoles” (2018). La práctica cultural más extendida en el último año fue escuchar música (87,2% de los encuestados), seguida de leer (65,8%), ir al cine (57,8%), visitar monumentos (50,8%), ir a museos o galerías (46,7%), asistir a espectáculos el 46,8% (conciertos modernos el 30,1%, clásicos el 9,4% y teatro el 24,5% de los encuestados) y un 26,8% acudir a bibliotecas.


Respecto a los libros, la facturación editorial ha crecido un 2% en 2019 (2.350 millones de ventas esperadas), por 6º año consecutivo de mejoría, gracias a que España es una potencia editorial en el mundo, aunque no seamos una potencia lectora por desgracia. El sector editorial sufre directamente dos problemas ajenos: uno, la piratería (en 2019 se han descargado 425 millones de libros ilegales, lo que supone dejar de ingresar 215 millones) y el otro, la crisis de las librerías, por culpa de las ventas online (Amazon) y la piratería. 


En cuanto al cine, cayó (por segundo año consecutivo) la cifra de espectadores en 2018 (98,9 millones, un 0,9% menos que en 2017, frente a 108 millones en 2008) y también la recaudación (587,5 millones de euros, un 0,90% menos), con un claro dominio de las películas extranjeras (1.483 y 482,7 millones recaudados) sobre las españolas (464 y 103 millones de euros). Los museos (un 73,5% públicos) han sido un éxito en 2018, con 65,4 millones de visitantes (5 millones más que en 2017). Y choca también que el 26,8% de los encuestados hayan visitado físicamente o por Internet las 6.636 bibliotecas (60,8% públicas). Eso sí, sólo un 9,5% de los encuestados asistieron a festejos taurinos, 1.521 celebrados en 2018 (sólo 369 fueron “corridas de toros”), menos de la mitad de los que se celebraban en 2007 (3.800). 


Salvo escuchar música, las actividades culturales de los españoles son muy “modestas” y las hacen menos de la mitad de los encuestados. Quizás porque la Cultura ha quedado relegada por el “enganche” a Internet y a la televisión. En 2019, 32.316.000 españoles conectaron con Internet, el 80% de la población (en 2007 eran 9,94 millones, el 26,2%), según la tercera oleada del EGM. Y se conectaron a Internet para comunicarse más que para consumir Cultura: un 97,1% para usar WhatsApp, el 71,8% por el correo electrónico, el 68,1% para conectarse a las redes sociales, un 65,4% a distintas APPs, un 61,9% para leer noticias, un 39,3% para utilizar la banca online, un 39,2% para escuchar música online, un 39% para ver vídeos y un 24,2% para comprar bienes y servicios… Más entretenimiento que “Cultura”


Y el otro gran entretenimiento es ver la TV, en abierto y cada vez más series y películas en canales de pago (6,8 millones de abonados en marzo 2019) que ofrecen las telecos o multinacionales especializadas (Netflix, HBO, Amazon Prime, Apple TV, Disney+). En noviembre de 2019, hubo 31,9 millones de españoles (el 70,7% de la población) que se conectaron diariamente a la televisión, con 236 minutos de media (3 horas y 56 minutos), según la última estadística de Barlovento Comunicación. Eso sitúa a España como el 4º país más “teleadicto” de Europa, tras Polonia (264 minutos), Rusia e Italia (248).


Volviendo a la Cultura, Cultura, el sector está algo más optimista que hace un par de años, a pesar de la caída del gasto privado y público, pero da un suspenso a su actividad (4,7 puntos en 2018, frente a 4,4 en 2017 y 5,1 en 2011), según la última Encuesta hecha a los agentes culturales por la Fundación Alternativas en 2018: baja la nota que dan al sector del libro y las bibliotecas(4,3), sube algo la valoración al sector audiovisual (4,7 puntos) y sólo aprueban el diseño y la creación publicitaria (5,3 puntos). Como puntos fuertes destacan el potencial digital de la cultura (más oferta y más barata) y como puntos débiles, la poca eficacia y medios de las políticas culturales públicas, la remuneración de los creadores y la lamentable proyección exterior de la cultura (critican el concepto “empresarial” de la Marca España).


El Informe 2019 sobre “el Estado de la Cultura”, también de la Fundación Alternativas, señala que los sectores más valorados por los gestores culturales son (por este orden) la gastronomía, la moda, la literatura, el diseño, la fotografía y la arquitectura (casi todas al margen del concepto “tradicional” de Cultura). Y bajan del puesto 6º las actividades culturales más “puras”: el teatro, las artes plásticas, la música clásica y contemporánea, el cine, la danza y los museos (por este orden descendente). Y frente a la posible explicación de que la decadencia de la Cultura más “clásica” se debe al auge de la Cultura digital, los gestores culturales lo niegan. Y se apoyan en que la facturación de contenidos digitales fue de 9.834 millones de euros en 2017, menos que en 2011 (10.172 millones), según la ONTSI.


Cara al futuro, el mundo de la Cultura pide al futuro Gobierno que promueva un Pacto de Estado por la Cultura, al margen de las ideologías, asentado en distintas medidas. La primera, recuperar el gasto público en Cultura de antes de la crisis, lo que supondría gastar 2.000 millones más al final de la Legislatura, sobre todo el Estado central y las autonomías. La segunda, desarrollar los temas laborales, fiscales y normativos del Estatuto del creador y del artista (aprobado por unanimidad en el Congreso en septiembre de 2018), para lo que existe una Comisión integrada por 12 Ministerios, implantar el IVA del 4% a los libros y periódicos  digitales (iba en el frustrado Presupuesto para 2019) y aplicar uno general del 10% a toda la producción artística y cultural, luchar más eficazmente contra la piratería, aprobar de una vez la Ley de Mecenazgo (prometida por el PP en 2013), apoyar financieramente a RTVE (eslabón clave en la promoción cultural) y realizar campañas de apoyo a la Cultura (lectura, cine, artes escénicas…), favoreciendo un acceso menos desigual. En definitiva, apostar por la Cultura para mejorar el país y nuestra vida. Más Cultura.

lunes, 23 de diciembre de 2019

La Navidad 2019 sostiene el consumo


No sabemos si en 2020 volverá a haber crisis, pero por si acaso, esta Navidad los españoles vamos a gastar más que la anterior: una media de 554 euros extras por familia, el 2º mayor gasto navideño en Europa. Gastaremos más en regalos, comida y ocio, aunque menos en viajes, a pesar de ser más pesimistas que los demás europeos: un 52,5% de españoles piensan que la economía está peor que hace 6 meses y el 46,5% cree que estará peor el verano que viene, según el último Barómetro del CIS. Pero de momento, estas Navidades, a gastar se ha dicho. Claro que no todos: 1 de cada 4 españoles lo está pasando mal, hay 1,8 millones en situación de pobreza extrema y 40.000 personas sin hogar, viviendo en la calle. Por eso, las ONGs ayudan estas Navidades a más de 3 millones de españoles. No les olvidemos y seamos solidarios. Gastemos con moderación y de forma sostenible, para no cargarnos más el Planeta.
 ¡Feliz Navidad¡

enrique ortega

La Navidad es siempre la gran fiesta del consumo. Pero este año 2019, los españoles vamos a gastar un 2,4% más que las Navidades 2018, cuando se redujo el gasto un 5%, por primera vez desde el inicio de la recuperación en 2014. España es el país europeo que celebra la Navidad durante más tiempo (15 días largos) y el 2º país que más gasta: 554 euros extras por familia, sólo por detrás de Reino Unido (639 euros) y por delante de  Italia (545 euros), Alemania (487 euros), Portugal (387 euros), Polonia (352 euros) o Rusia (367 euros), según una encuesta realizada en 10 paises europeos por la consultora Deloitte. La encuesta revela que no toda España gastará más esta Navidad: gastarán menos que la Navidad 2018 en Cataluña, la Rioja, Castilla la Mancha, Extremadura, Baleares y Canarias. Y gastarán más, el Centro, Norte y Levante, sobre todo Madrid, Galicia y Navarra.


El gasto navideño se reparte principalmente entre los regalos (238 euros frente a 193 de media en Europa), la comida (173 euros extras por familia, frente a 131 en Europa), el ocio (79 euros frente a 51) y los viajes (64 euros frente a 86 en Europa), el único gasto navideño que baja este año, según el estudio de Deloitte. Los mayores de 40 años son los que gastan más en regalos y los hogares jóvenes los que más gastan en comida y tecnología. Los regalos que más se compran son ropa y calzado, libros, perfumes, chocolates y videojuegos, aunque lo que más aumenta es regalar dinero. Y se espera vender un 4% más de juguetes este año, una media de 190 euros por niño. Un tercio de las compras navideñas ya se han anticipado este año en el Black Friday. Y un 28% se hacen por Internet, mientras el lugar preferido de compras físicas son los grandes almacenes (54%). Y dos tercios de las compras navideñas se hacen con tarjeta, el 20% en efectivo y el 8% restante con tarjetas regalo, financiación (préstamos o tarjetas revolving) o transferencias, según American Express.


El estudio de Deloitte refleja que los españoles gastaremos más esta Navidad que la mayoría de europeos a pesar de que somos más pesimistas sobre la situación económica y el futuro. Así, sólo un 60,3% de encuestados españoles ven la situación económica estable o creciendo (eran el 73,7% en las Navidades 2018), frente a un 63,8% de europeos. Y menos de la mitad de españoles (48,4) creen que la economía se mantendrá estable o creciendo en 2020, frente a un 53% de europeos. Al preguntarles por qué gastan en Navidad, los españoles explican su mayor consumo a pesar del pesimismo: por disfrutar y evitar pensar en los problemas, por las promociones, por que las compras online les permiten gastar más y, algunos, porque este año tienen más ingresos. De hecho, el 71% de los españoles encuestados tienen esta Navidad la misma renta o más que el año pasado. Y eso porque han subido más en 2019 los sueldos, las pensiones, el salario mínimo y el de los funcionarios. Y se han creado 346.300 nuevos empleos, aunque la mayoría sean precarios y estén mal pagados.


En cualquier caso, parece que los españoles no renunciamos a gastar más en Navidad, aunque notemos que la recuperación se ha enfriado en los últimos meses y temamos que 2020 puede ser peor. El último Barómetro del CIS, de noviembre 2019, es muy explícito: el índice de confianza del consumidor era de 77,4 puntos, lo que suponía una caída de 24,9 puntos sobre junio 2019 (índice 102,3). Y por si no fuera claro, el 52,5% de los españoles encuestados en noviembre creían que la situación económica era “peor” que 6 meses antes, el 34,5% “igual” y sólo un 7,8% “mejor”. Además, al preguntarles cómo veían la economía dentro de 6 meses, para el verano de 2020, el 46,5% de los encuestados la ven “peor”, un 20,5% igual y sólo el 21,6% peor. Y a pesar de este pesimismo, los españoles inundamos las tiendas, centros comerciales y carreteras, lanzados a una vorágine de compras, más incluso que la Navidad pasada. Que nos quiten lo bailao


Pero que no nos engañe el bullicio y la publicidad. No todo el mundo se lanza a gastar estas Navidades: 1 de cada 4 españoles lo está pasando mal, esos 12.188.288 españoles que están en situación de pobreza y exclusión social, según la última estadística europea (AROPE 2018). Son españoles que ingresan menos del 60% del ingreso medio (ganan menos de 739 euros los solteros y menos de 1.552 euros las familias), 10 de esos 12 millones, o que sufren graves carencias o están subempleados, los 2 millones restantes. Demasiadas familias agobiadas por sus bajos ingresos, la precariedad de su trabajo o el paro del que no salen. Y entre ellas, destacan los 1.800.000 españoles que malviven en la pobreza más extrema, según Cáritas. Y muy especialmente, las 40.000 personas que viven sin techo, en la calle. Para todos ellos, también es Navidad, aunque apenas puedan gastar.


De hecho, Caritas ya ha advertido que este año han aumentado las peticiones de ayuda, sobre todo de españoles, jóvenes y mujeres solas con niños. Y recuerdan que 1 de cada 4 familias que les pide ayuda ahora tienen trabajo, no son los “pobres clásicos”. Con todo, las ONGs estiman que atenderán estas Navidades a más de 3 millones de personas, con comida, ropa y ayuda diversa (sobre todo, para pagar la luz y el alquiler). Muchos son nuestros vecinos, que necesitan ayuda aunque no lo creamos. Así que esta Navidad, además de gastar, seamos solidarios y ayudemos a los que podamos


Además, esta Navidad debemos pensar más que nunca en el medio ambiente. Estas fiestas son un verdadero “atentado a nuestro Planeta”: se dispara el consumismo, las compras innecesarias, el gasto en comida (un tercio se tira o desperdicia, porque compramos de más), el consumo de energía, en las casas y en las ciudades (ahí tienen el bochorno de Vigo y Madrid compitiendo por bombillas mientras tienen las urgencias médicas colapsadas…), los trayectos en coche y los residuos y basuras. Deberíamos intentar celebrar una Navidad más sostenible, como recomiendan desde Ecologistas en Acción, para no agravar más el Cambio Climático, ya bastante grave y sin freno desde muchos Gobiernos.


Bueno, no quiero ser “agorero” y estropearles la Navidad recordándoles que hay familias que lo pasan mal y que el Planeta nos pide ser más cuidadosos. Pero nadie ha dicho que la Navidad sea gastar por gastar y contaminar a tope. Al margen de las creencias de cada uno, la Navidad ha sido siempre una época de relacionarse con los demás, de estar más con la familia y los amigos, de solidaridad con los que menos tienen. Y eso cuesta poco, no exige gastar por gastar ni endeudarse para asustarnos en enero. Piénsenlo. Y vivan esta  Navidad de otra manera que la que nos venden los anuncios. Disfrutarán más.
¡ Feliz Navidad ¡ 

jueves, 19 de diciembre de 2019

El AVE se abre a la competencia europea


Las próximas Navidades, en 2020, empezarán a circular en España trenes AVE gestionados por la francesa SNCF. Y en enero de 2022, operará la italiana Trenitalia. Pero esta apertura a la competencia se limitará a las líneas que unen Madrid con Cataluña, Levante y Andalucía, el “negocio mollar”, así que sólo 10 ciudades se beneficiarán de más trenes y tarifas más bajas.  El riesgo es que las restantes líneas AVE se deterioren, al concentrarse RENFE en esos corredores. Y que la liberalización siga concentrando inversiones en el AVE, en perjuicio del resto de la red. Es lo que ha pasado: 4 de cada 5 euros de inversión ferroviaria se han ido al AVE, que sólo utilizan el 4,20% de los usuarios del tren. Mientras, un tercio de las líneas siguen sin electrificar, con locomotoras diesel, y media España está ferroviariamente abandonada. Es hora de potenciar el tren de cercanías, regional o larga distancia y las mercancías, no sólo un AVE costoso y vacío. Al tren.

enrique ortega

En 1941, Franco creó la RENFE, nacionalizando varias empresas privadas medio quebradas por los daños de la guerra. El monopolio estatal reconstruyó la red ferroviaria e impulsó este transporte, mayoritario hasta la llegada masiva de los coches en los años 60 y 70. Y en 1992 se lanzó el primer AVE, en un intento de competir con el avión y los autobuses. Pero RENFE tenía pérdidas millonarias y eso evitó que fuera privatizada, como 130 empresas publicas vendidas por González (80 empresas: 13.200 millones de ingresos) y Aznar (50 empresas: 30.000 millones). En 2004, la Unión Europea obligó a España a dividir Renfe, como primer paso para terminar con el monopolio: se creó ADIF para gestionar las infraestructuras y RENFE Operadora para la gestión comercial de los trenes. Y el 1 de enero de 2005 se abrió a la competencia el tráfico de mercancías, donde 25 empresas privadas le han quitado ya un 30% del mercado a RENFE. Ahora, el 14 de diciembre de 2020, España abrirá a la competencia el AVE, en 3 corredores adjudicados a la francesa SNCF y la italiana Trenitalia.


La liberalización del transporte ferroviario es una exigencia europea, aprobada en 2016, que impone a todos los paises el permitir que cualquier empresa europea opere en cualquier país comunitario a partir de diciembre de 2020. Ya antes de esa fecha, hay muchos paises con el tráfico ferroviario liberalizado. El primero, Reino Unido, donde Thatcher y Major privatizaron la red ferroviaria en 1993. Alemania (1994), Dinamarca, Polonia y Suecia (2010) también han liberalizado totalmente su mercado ferroviario, lo mismo que Austria (2008), Eslovaquia, Hungría, Letonia, República Checa (2011) e Italia (2012). Ahora, Francia, España, Bélgica, Luxemburgo, Irlanda, Grecia y Finlandia se preparan para liberalizar el transporte ferroviario en diciembre de 2020.


En el caso de España, la empresa pública ADIF convocó una subasta para abrir el servicio del AVE, a la que se presentaron 6 candidatos. La adjudicación, el 27 de noviembre, fue para RENFE (48 nuevos trenes diarios por sentido, un 20% más que el servicio actual, con lo que operará 96 trenes diarios),  la empresa pública italiana Trenitalia (con la española Air Nostrum, que participa con un 40%), a la que se adjudican 16 trenes diarios por sentido, y la compañía pública francesa SNCF, a la que se adjudican 6 trenes diarios por sentido. En los tres casos, son concesiones para gestionar nuevos trenes en los 3 corredores con mayor demanda, donde está el negocio: Madrid-Barcelona-frontera francesa, Madrid-Valencia-Alicante y Madrid-Sevilla-Málaga. La francesa SNCF será la primera en operar, el 14 de diciembre de 2020, con un AVE “low cost”, 10 trenes Alsthom de 2 plantas con 500 pasajeros. La otra ganadora, Trenitalia, demorará su operativa en España hasta enero de 2022, porque tiene que homologar sus 23 trenes Frecciarossa 1.000 que ya ruedan en Italia.


La concesión es en principio por 10 años y las empresas tendrán que pagar un canon a ADIF por el uso de las vías y estaciones, como ya paga Renfe desde 2004. Canon que se ha rebajado, para atraer a empresas a esta subasta, y que es clave para rentabilizar la concesión y para que ADIF obtenga ingresos extras para invertir en la red del AVE y en el resto de la infraestructura ferroviaria: se estima que ingresará 200 millones extras al año durante 10 años. De entrada, la Comisión de la Competencia (CNMC) ha dado el visto bueno a la adjudicación, aunque insiste en el libre acceso y facilidades a las estaciones para vender billetes y atender pasajeros y en la formación de maquinistas, hasta ahora reservada a RENFE. Además, España ha sido generosa en el proceso de liberalización, porque Francia no parece dispuesta a permitir que empresas extranjeras gestionen líneas que lleguen a París.


El Gobierno y ADIF destacan que la liberalización del AVE va a ser muy positiva para los usuarios, porque aumentará mucho la oferta, hasta un 65% más de plazas (+50% en la línea Madrid-Barcelona, +40% en Madrid-Levante y +60% en Madrid-Sevilla-Málaga). Y eso permitirá bajar los precios, hasta un 70% (costando 30 euros el AVE Madrid-Barcelona) según la portavoz del Gobierno, y un 40% según fuentes de RENFE, con un coste medio del billete de 32 euros. El riesgo es la calidad del servicio, que puede deteriorarse por la “guerra de precios” que se va a desatar dentro de un año. De hecho, los franceses del SNCF tienen un AVE París-Cannes por 29 euros, eso sí, en un tren de 1.000 pasajeros, con asientos más estrechos y permitiendo sólo un equipaje de mano.


Para afrontar esta mayor competencia extranjera, RENFE ya está preparando una estrategia comercial más agresiva con el AVE. En enero de 2020 pondrá a la venta los primeros billetes de su AVE low cost AVLO, que lanzará en la Semana Santa de 2020, empezando por la línea a Barcelona (los billetes costarán de 10 a 60 euros), para seguir después con Levante y Andalucía. Además, utilizará las 1.927 oficinas de Correos para vender billetes, mientras ultima una App para integrar la venta de billetes de AVE, metro, taxi, autobús, VTC, bicicletas y patinetes en una misma aplicación. Medidas para anticiparse a la llegada de la competencia de SNCF y Trenitalia. 


En paralelo, RENFE estudia “devolverles la pelota” y presentarse a la liberalización del tren en Francia y en Italia, donde pretende operar con 10 de los 30 nuevos Talgo Avril, con 600 asientos (100 más que en España), compitiendo con el AVE “low cost”. Para entrar en Francia, RENFE tendría que romper su actual acuerdo con SNCF, por el que la empresa española no llega a París a cambio de que los franceses no lleguen a Barcelona. En cualquier caso, RENFE lo tiene difícil, porque a nivel ferroviario es un David frente a dos Goliat: la empresa española factura 3.979 millones de euros anuales, la tercera parte que los italianos de Trenitalia (12.078 millones) y la octava parte que los franceses de la SNCF (33.311 millones anuales). Y tiene una plantilla de 14.000 empleados frente a 83.000 los italianos y 160.000 los franceses.


A medio plazo, la liberalización quitará a RENFE  un trozo de mercado, pero muy restringido a tres corredores del AVE. Y no se espera que pierda mucho negocio. En los paises europeos que han liberalizado el ferrocarril, las empresas públicas que tenían el monopolio han perdido una media del 3,5% del mercado, salvo en Italia, donde la pérdida ha sido del 16,5%, según la CNMC. El mayor riesgo es que España concentre sus inversiones en estos tramos del AVE sometidos ahora a una mayor competencia, en perjuicio del resto de líneas del AVE y, sobre todo, del abandono del resto de la red ferroviaria. Es lo que pasó en Italia, a partir de la liberalización de 2012, donde Trenitalia canceló servicios ferroviarios menos rentables. Y en Reino Unido, ahora el tren cuesta el doble de subvenciones que antes de ser privatizado.


La apertura a la competencia del AVE, a partir del 14 de diciembre de 2020, beneficiará sólo a 10 capitales (Madrid, Zaragoza, Lérida, Barcelona, Gerona, Valencia, Alicante, Sevilla, Granada y Málaga) de las 27 provincias que disfrutan del AVE. En total, 11 millones de viajeros que tendrán más trenes y tarifas más bajas, frente al resto de viajeros del AVE (otros 10,3 millones), que no notarán mejoría y cuyas líneas y servicio se puede deteriorar al necesitar RENFE concentrarse en las líneas con más competencia. Es el caso de Madrid-León, por ejemplo, una línea con sólo 481.000 pasajeros anuales.


Pero el mayor contrasentido es que España sigue apostando por el AVE, minoritario en pasajeros (21,3 millones en 2018, el 4,20% del total de viajeros) frente al resto del servicio ferroviario, muy abandonado. Hasta ahora, la “fiebre” por el AVE ha supuesto una inversión total de 51.775 millones de euros, según ADIF, la cuarta parte aportados por fondos europeos y el resto por los contribuyentes españoles (835 euros por persona). La cuestión es que se ha invertido en el AVE 31.414 millones de euros entre 2008 y 2018, frente a 6.338 millones en el resto de la red ferroviaria. A lo claro: el AVE se ha llevado 4 de cada 5 euros invertidos en el ferrocarril entre 2008 y 2018, para dar servicio al 4,20% de los viajeros, mientras el resto de la red sólo se llevaba el euro restante (para el 95,6% de pasajeros).


La consecuencia es que tenemos la red de AVE más extensa del mundo por habitante y la 2ª en kilómetros tras China (3.240 km de AVE frente a 13.000 km de red convencional), muy por delante de Francia (2.600 km de AVE sobre un total de 30.000) o Italia (1.000 km de AVE en una red de 16.700 km). Y además de ser la más extensa, es la red de AVE más vacía: tenemos una media de 15 viajeros por kilómetro, frente a 50 viajeros en Francia, 63 en China, 84 en Alemania o 166 en Japón, según la Unión Internacional de Ferrocarriles (UIC), Y ello, porque el AVE ha ido creciendo por razones políticas, por presiones de regiones y políticos, no por una planificación ferroviaria. Y además, se ha construido con múltiples extracostes y despilfarro de dinero público, según una auditoría del Tribunal de Cuentas Europeo, que se queja de que los 23.700 millones de fondos europeos dirigidos a los AVE de la UE (47,3% de esos fondos a España) se hayan gastado en redes no conectadas entre paises, con altos costes y baja ocupación. En ello abunda la Asociación de Geógrafos españoles: estiman en 26.240 millones el despilfarro y los sobrecostes en el Ave español.


El problema es que como las inversiones en ferrocarril (todas) han sufrido un drástico recorte entre 2009 y 2018, bajando a la cuarta parte (de 5.983 millones a 1.510), todo el esfuerzo inversor que se ha hecho en el AVE ha sido a costa del resto de la red ferroviaria. Y así nos encontramos con que el 37% de la red no está electrificada (5.617 km) y que un tercio de las locomotoras de RENFE que cubren vías regionales tienen más de 30 años de antigüedad, porque desde 2006 no se ha convocado ningún concurso para renovar material. Y casi la mitad de España está desatendida, con trenes viejos que tardan una eternidad porque circulan por vías sin renovarse ni modernizarse. No sólo es el caso de Extremadura, sino también Galicia, Murcia (4,30 horas por tren a Madrid), País Vasco (5 horas a Bilbao) y parte del servicio interno ferroviario en las dos Castillas, Aragón y Andalucía.


Al final, la reflexión es que se apuesta por el AVE (4,20% de viajeros) y no por Cercanías (474 millones de viajeros en 2018, el 93,5%), largo recorrido o trenes regionales, cada vez con peor servicio y, en consecuencia, con menos viajeros. Ahora, el riesgo es que si RENFE tiene que competir más con el AVE, las inversiones públicas (escasas) sigan volcándose ahí como hasta ahora, y no en mejorar Cercanías, trenes regionales y larga distancia, donde están los viajeros. Habría que volcarse en el ferrocarril, para luchar contra “la España vaciada” y contra las altas emisiones de CO2 del transporte. Actualmente, sólo el 6,41% de los españoles viajan en tren (el 79,2% en coche, el 7,14% en autobús, el 7% por avión y el 0,25% por mar). Y de las mercancías, sólo el 1,68% se transportan en tren (18% en la UE), frente al 95% por carretera y el 3,59% por mar, según el Observatorio del Transporte


En resumen: está muy bien que pronto tengamos un AVE a Barcelona, Valencia o Sevilla cada media hora, por menos de 40 euros, pero la clave es apostar por el tren para ir a trabajar en Cercanías o viajar en trenes menos rápidos pero suficientes, no sólo para las personas sino sobre todo para las mercancías, potenciando el corredor mediterráneo y atlántico, en beneficio de la eficiencia económica y el medio ambiente. Para conseguirlo, hace falta invertir en modernizar toda la red ferroviaria, no sólo en el AVE. Aunque vengan los franceses. Al tren.