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lunes, 1 de mayo de 2023

1º Mayo: el papel de sindicatos y patronal

España es uno de los pocos paises europeos donde apenas ha habido conflictos laborales por la inflación, frente a las protestas en Francia, Italia, Alemania, Portugal o Reino Unido. Pero ahora, coincidiendo con el 1º de Mayo, los sindicatos lanzan un ultimátum: o la patronal  negocia las subidas de salarios o habrá movilizaciones. Se quejan de que los trabajadores pierden poder adquisitivo mientras las empresas aumentan márgenes y beneficios. En el fondo del enfrentamiento está la ruptura de años de concertación social, con unos sindicatos “razonables” pero más débiles (sólo 1 de cada 7 trabajadores está sindicalizado) y una patronal más fuerte y más politizada, con militantes del PP en puestos clave. Ahora, tras los desacuerdos en la reforma de pensiones y el salario mínimo, la pelea está en retomar o no la negociación colectiva. Y en avanzar en “democratizar” las empresas. Porque el 40% de los trabajadores (y el 54% de los jóvenes) están descontentos con su empleo y querrían dejarlo. Algo pasa.

Enrique Ortega

En todo el mundo, los sindicatos han perdido fuerza en las últimas décadas. La mayor caída en la afiliación se ha dado en Europa, donde los sindicatos pasaron de tener un 40% de trabajadores afiliados en el 2000 al 25% en 2016, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En Norteamérica, la afiliación, que era mucho más baja, cayó del 14 al 12%, en Asia del 20 al 13% y en Africa, del 28 al 21%. En España, la caída de la sindicación ha seguido la senda de los paises occidentales, aunque mantenemos una afiliación sindical menor. Según los últimos datos publicados por la OCDE, la tasa de afiliación en Occidente cayó del 20,9% en el año 2000 al 15,8% en 2020.En España, cayó del 17,5% (2000) al 12, 5% (2020), una tasa de afiliación sindical muy inferior a la de Italia (32,5%), Reino Unido (23,5%) y Alemania (16,3%) pero superior a la de Francia (10,8%) y Estados Unidos (10,3%), muy lejos todos de la tasa de afiliación sindical de Dinamarca (67%) y Suecia (65,2%).

En España, la reforma laboral de Rajoy (2012) fue la puntilla a los sindicatos, que habían aumentado su sindicación a un máximo del 18,2% en 2011. Por un lado, se fomentaban los convenios de empresa, donde hay menos presencia sindical, frente a los de sector. Y por otro, se flexibilizaba la contratación, lo que precarizaba el empleo y desalentaba a los trabajadores más vulnerables a sindicarse. Y en paralelo, las empresas han ido reduciendo el número de convenios a negociar, lo que ha debilitado aún más a los sindicatos: si en 2013 se firmaron 2.502 convenios colectivos (que afectaron a 5,2 millones de trabajadores), en 2019 fueron  1.725 convenios (3 millones de trabajadores), 928 convenios en 2020 (1,6 millones de trabajadores) y 1.024 convenios firmados en 2022 (cubriendo sólo a 2.762.887 trabajadores, de 20,4 millones), según las estadísticas de Trabajo.

Esta reforma laboral y las sucesivas crisis han debilitado a los sindicatos en España (y en toda Europa): Comisiones Obreras (CCOO) dice tener algo más de 1 millón de afiliados, UGT otros 983.521 afiliados, CSIF (funcionarios) unos 200.000 y USO otros 125.000, lo que da un total de afiliados (contando el resto de sindicatos) que ronda los 2,5 millones de trabajadores, frente a un total de 17.371.000 asalariados. O sea, que están afiliados a un sindicato 1 de cada 7 trabajadores, una minoría. Y muchos están concentrados en grandes empresas (de la industria y la construcción) y en la Administración pública, generalmente mayores de 40 años. CCOO es el sindicato con más delegados desde los años 90: en 2019 ganó las elecciones sindicales por 7ª vez, con 97.086 delegados (35,43%), seguido de UGT (87.663 delegados, el 31,99%) y, a muchísima distancia, están USO (11.557 delegados, el 4,21%), CSIF (10.605 delegados, el 3,87%) y la CGT (5.557 delegados, el 2% del total).

Los sindicatos españoles, aparte de ser más débiles, tienen problemas económicos, les cuesta sobrevivir con las cuotas de los afiliados (13,70 euros al mes de media pagan en UGT). En 2013, el gobierno Rajoy congeló las subvenciones a los sindicatos, hasta 2020 en 8,88 millones anuales. En 2021, el nuevo Gobierno subió la subvención a 13 millones (a repartir entre 162 sindicatos, aunque los 10 grandes se llevan el 94%). Y en 2022, la subvención estatal subió otra vez, a 17 millones, los mismos concedidos para 2023, según un reparto que se hace por representatividad :CCOO se lleva 5,28 millones, UGT 2,7 millones, USO 611.000 euros, CSIF 570.000, el vasco ELA-STV 480.000 y la CGT 308.000). Pero además de esta subvención anual, los sindicatos reciben otras subvenciones públicas que son “menos transparentes”: por cursos de formación, por asistir a reuniones de organismos públicos donde participan, Fondos UE para digitalización, etc.

Los sindicatos se enfrentan a tres problemas para crecer y sobrevivir. Uno, que el 99% de las empresas españolas son pymes y les resulta más difícil conseguir afiliados y negociar convenios y condiciones laborales: en la gran mayoría no existen ni delegados de personal ni Comités de empresa. El 2º problema es que un 76% de la economía y el empleo en España están en los servicios, en el turismo, la hostelería, el comercio y las plataformas de Internet, con los trabajadores muy dispersos y empleos más precarios, poco proclives a sindicalizarse. Y el tercer problema, el más serio, es que los jóvenes se afilian mucho menos que sus padres: lo ven poco útil e incluso “peligroso” para mantener su precario empleo. Y, además, no está valorado socialmente. De ahí que tanto UGT como CCOO lleven años haciendo campaña entre los trabajadores más jóvenes y de plataformas (“riders, por ejemplo).

Enfrente, los sindicatos españoles tienen una patronal, la CEOE, cada vez más fuerte. Según sus datos, la integran “voluntariamente” 2 millones de empresas y autónomos, de los 3,3 millones afiliados a la Seguridad Social. Participan a través de las organizaciones provinciales o sectoriales en las que se integran, que son las que les cobran las cuotas y transfieren una parte a la CEOE central. Se estima que la cuota de una  patronal autonómica ronda los 3.000 euros al año. Con estas cuotas de las organizaciones, más las aportaciones de grandes empresas, la patronal se financia y presta servicios. En 2022, su Presupuesto público refleja unos ingresos de 14.649 millones y unos gastos de 14.548 millones  La patronal no recibe subvenciones presupuestarias como los sindicatos, pero la realidad es que también ingresan dinero público por impartir cursos de formación, asistencia a reuniones de órganos consultivos y Fondos UE para digitalización.

En los últimos años, la patronal CEOE, presidida por Antonio Garamendi (elegido en 2018 y reelegido en noviembre de 2022) se ha lanzado a una agresiva campaña de captación de nuevos socios, con el doble objetivo de ganar fortaleza (económica y empresarial) y reforzar su labor de “lobby” (grupo de presión) ante el Gobierno, el Parlamento español, la Comisión Europea y el Parlamento Europeo. Ha pasado de integrar a 373 organizaciones en 2018 (174 empresas y 199 organizaciones) a 510 en marzo de 2023 (263 empresas y 247 organizaciones), aumentando su representatividad  y sus actividades.

Este fortalecimiento institucional de la patronal CEOE coincide con una mayor politización de su directiva, con fuertes críticas al Gobierno Sánchez y un cambio de actitud ante la concertación social: apoyaron la reforma laboral en 2021 pero estuvieron en contra de las últimas subidas del Salario Mínimo y de la reforma de las pensiones, que el Gobierno ha aprobado en 2023 sólo con el apoyo sindical. Y la dirección de la CEOE defiende posturas socioeconómicas más a favor del PP y de Feijóo (tras un cierto distanciamiento con Casado). De hecho, Garamendi se ha rodeado de múltiples dirigentes del PP, que ocupan cargos importantes en la patronal CEOE: en plena pandemia fichó a Fátima Báñez (ex ministra de empleo de Rajoy) como presidenta de la Fundación CEOE, Iñigo Fernández de Mesa (ex Secretario de empleo con Rajoy) fue fichado en 2019 como presidente del Centro de Estudios de la CEOE, Pilar González de Frutos (ex directora general de Seguros con Rajoy) es vicepresidenta de la patronal, Gregorio Izquierdo (ex director general del INE con Rajoy) es Director del Departamento de Economía de la CEOE, y Rosa Santos (ex senadora del PP) es Directora de Relaciones Laborales de CEOE. El último “fichaje” de Garamendi, a principios de 2023: José Luis Ayllón (ex jefe de gabinete de Rajoy) como Director del Departamento de Asuntos Públicos y Relaciones con las Cortes de la CEOE, la cabeza del lobby…

Este mayor poder institucional de la CEOE y su creciente “derechizaciónhan provocado que España pierda un gran activo, la concertación social entre sindicatos y patronal, que se mantuvo en las crisis de 2008 y durante la pandemia. En mayo de 2022, la patronal CEOE se levantó de la mesa donde negociaba con los sindicatos las subidas salariales de los próximos años. Su argumento fue que los sindicatos querían “saltarse una línea roja”, al pretender incluir en los futuros convenios una cláusula de revisión salarial ante posibles desviaciones de la inflación. La postura de los sindicatos era que la patronal había aprovechado la reforma laboral de Rajoy y las crisis para privar a los trabajadores de esta cláusula de defensa del poder adquisitivo, que antes era habitual: en 2008 la tenían el 70% de los trabajadores con convenio y en 2022 la tenían sólo el 21% (1,9 millones de trabajadores). Ahora, sólo 11 de cada 100 asalariados tienen cláusula de revisión salarial.

El Gobierno Sánchez pidió en varias ocasiones a la patronal, a lo largo de 2022, que se sentara de nuevo a negociar “un pacto de rentas”, para acordar un reparto equitativo de salarios y márgenes empresariales. Y los sindicatos pidieron lo mismo, infructuosamente, lo que se ha traducido en muchos convenios estancados y trabajadores que no revisan su sueldo desde 2021. Este desacuerdo contrasta con años de concertación social entre sindicatos y patronal, que han sido “un ejemplo en Europa: el primer acuerdo salarial se firmó en 2010 (para 2010-2012) y después se han firmado tres acuerdos salariales más, el último el IV AENC en julio de 2018 (para 2018.2020). Pero en 2021 no se pudo (por la pandemia) y en 2022, la CEOE rompió la negociación.

Ahora, coincidiendo con el 1º de mayo, los sindicatos han perdido la paciencia y dan un ultimátum a la CEOE: o se sientan a negociar antes del verano las futuras subidas salariales o convocarán movilizaciones. Los sindicatos proponen unas subidas salariales que parecen bastante “razonables”: +5% de subida en 2022 (frente al 8,4% que subió la inflación), +4,5% en 2023 (frente al 4,3% de inflación que prevé el FMI) y +4,75% en 2024 (frente al 3,2% de inflación prevista). En total, una subida de +14,25% en tres años, incluso por debajo de la inflación real y prevista (+15,8%). Eso sí, en todos los casos defienden clausulas de revisión que compensen subidas extras de la inflación (en todo o en parte). Y están dispuestos a reajustar las subidas según los resultados de las empresas.

Los sindicatos creen que son subidas “justas”, dado que los trabajadores llevan dos años perdiendo poder adquisitivo: en 2021, la inflación media subió un +3,08%, mientras los sueldos en convenio subieron un +1,5%. Y en 2022, la inflación media subió un 8,4%, frente al +2,78% que han subido los convenios firmados. Así que los trabajadores han perdido un -7,2% de poder adquisitivo entre 2021 y 2022. Mientras, las empresas están aumentando su cifra de negocio (+41,3% en 2022) y sus beneficios (crecieron un +91,3%), según los datos del Banco de España, que atestigua que la rentabilidad de los activos empresariales creció un 5,5% en 2022 y otro 4% en 2021.

El resultado es que, con esta nueva crisis, provocada por la inflación y la guerra de Ucrania, las empresas han mejorado su trozo de pastel en el reparto de la renta, en perjuicio de los trabajadores: los excedentes empresariales se llevaron en 2022 el 43,20% del PIB (frente al 40,91% en 2021 y el 41,08% en 2020) y los salarios se llevaron el 46,87% (frente al 48,48% en 2021 y el 49,79% en 2020), llevándose  el resto los impuestos (9,93%), según la Contabilidad Nacional del INE. Eso indica claramente, según los sindicatos, que las empresas han mejorado sus resultados a costa de los sueldos de los trabajadores. Y quieren corregirlo.

La patronal no ha respondido al ultimátum de los sindicatos ni dice si quiere volver a negociar. Lo que sí ha reiterado es que no acepta las cláusulas de revisión y que no quiere subir mucho los salarios con la excusa de que “eso alimentaría la inflación”. Pero eso contrasta con numerosos estudios (incluido el BCE), que culpan de la inflación actual a la subida de los márgenes empresariales y no a los salarios, que están estancados. Además, los economistas del FMI señalaron en enero que “se pueden subir los salarios sin que eso alimente la inflación”, lo que desmonta un viejo mito económico. Estos economistas han estudiado 79 periodos históricos, en 38 paises (incluida España) para analizar la relación salarios/precios en un contexto de inflación de costes como el actual. Y concluyen que la subida de salarios “no provocó una espiral de inflación”.

Ahora, se trata de recomponer la concertación social y pactar unas subidas de salarios razonables, que son necesarias por justicia y por economía. Por justicia, porque los sueldos españoles son mucho más bajos que en Europa: 17,5 euros la hora, un 31% menos que en la zona euro (25,5 euros), un 42% más bajos que en Alemania (30,3 euros), un 37% menos que en Francia y un 17,5% menos que en Italia (21,2 euros), según Eurostat. Y por economía, porque hace falta subir los sueldos (sobre todo los más bajos: el 30% gana menos de 1.366 euros brutos al mes) para reanimar el consumo de las familias (lleva cayendo 6 meses, según el INE) y ayudar al débil crecimiento previsto para 2023 (+1,5%). Así que la patronal debe negociar y repartir parte de sus beneficios.

Además, las empresas españolas deberían reformar la organización laboral, mejorando la “democratización del trabajo”, otra de las prioridades de los sindicatos para el 2º semestre europeo que dirigirá España. Se trata de conseguir unas empresas más sostenibles y donde se tenga más en cuenta la voz y la participación de los trabajadores, según los principios de una Directiva europea de Diligencia debida, aprobada por Bruselas el 23 de febrero de 2022 y que los sindicatos quieren que ratifique una Cumbre Europea este 2023. Se trata de cambiar el sistema de “gestión personalista”, del “ordeno y mando” empresarial por más trabajo en equipo y escuchando a los trabajadores. Algo cada vez más necesario, dado que un 40% de los trabajadores españoles (y el 54% de los jóvenes) manifiestan un descontento generalizado en su puesto de trabajo y estarían dispuestos a irse, por estrés, ansiedad, frustración o desmotivación, según la Encuesta realizada por Alan. Algo pasa en los trabajos: es hora de cambiar las viejas estructuras, mejorando condiciones y trato, no sólo el sueldo. Debería ser una reflexión para todos este 1º de mayo.

jueves, 9 de julio de 2020

Alto riesgo de que bajen los sueldos


La alerta la ha dado el líder de CCOO: “hay un riesgo muy grande de intensa devaluación salarial en la segunda mitad del año”. Unas horas después, el presidente de la patronal CEOE reclamaba en el Congreso mayor flexibilidad para hacer ajustes salariales. Y por si no estuviera claro, una encuesta revela que el 60% de las empresas bajarán o congelarán sueldos hasta final de año. Es otra consecuencia del coronavirus: muchas empresas dirán a sus trabajadores que no les suben el sueldo este año o que se lo bajan, “a cambio” de mantenerles su empleo. Quizás parezca “justificado”, pero es un grave riesgo para la reconstrucción, porque si los salarios se congelan o recortan será más difícil reanimar el consumo y la recuperación económica que tanto necesitamos. Por eso, aunque habrá que estudiarlo empresa a empresa, las que puedan deben actualizar salarios, aunque sea poco, dado que la inflación será negativa este año. Y sobre todo, mejorar los sueldos más bajos.

enrique ortega

Ya antes del coronavirus, las subidas de sueldos se desinflaron. En los convenios colectivos firmados en enero y febrero de 2020, las subidas pactadas fueron del +1,97%, inferiores a la subida acordada en todo 2019, que fue del 2,28%, según las estadísticas de Trabajo. Pero es más representativa la subida salarial global, que refleja el INE en su Encuesta trimestral de coste laboral. Y la del 4º trimestre de 2019, reflejaba una subida salarial media anual del +1,8%, inferior a la de los trimestres tercero (+1,9%) y segundo (+2,1%) y similar al primero (+1,7%). Esta menor subida salarial, antes de la pandemia, reflejaba un cierto debilitamiento de la economía a finales de 2019, que ahora se ha convertido en la mayor recesión sufrida en España desde el final de la Guerra Civil.

Esta tremenda recesión ya se refleja en los salarios de los primeros meses de 2020. Por un lado, apenas se han firmado convenios por el confinamiento: entre enero y mayo se firmaron 107 nuevos convenios, que afectaban a 63.529 trabajadores, la tercera parte de los convenios firmados en los cinco primeros meses de 2019 (314 convenios para 395.475 trabajadores). Y la subida media pactada estos meses, para estos trabajadores y los que ya habían firmado un convenio plurianual antes (en total, 6.531.600 trabajadores)  ha sido del +1,96%, inferior a la subida de 2019 (+2,27%). En este año, las mayores subidas se han dado en Administración Pública, Defensa y SS (+2,83%), actividades artísticas (+2,74%), información (+2,37%), actividades administrativas (+2,36%), educación (+2,30%), actividades profesionales (+2,29%), construcción (+2,21%) y hostelería (2,20%). Y suben menos este año los convenios de sanidad (+0,95%), agricultura (+1,68%), comunicaciones (+1,68%) y finanzas (+1,73%), según los datos de Trabajo. Por autonomías,  donde más suben los convenios es en Baleares (+2,93%), Madrid (+2,21%), Asturias (+2,16%), Castilla la Mancha y Canarias (+2,06%), subiendo menos en la Rioja (1,52%), Murcia (1,54%) y País Vasco (1,68%).

Pero la mayoría de los trabajadores no han firmado un convenio este año (6,5 millones frente a 16,5 millones de asalariados), bien porque se han retrasado su negociación (en 2019 hubo 10,13 millones de trabajadores con convenio) o bien porque cada vez hay más trabajadores  “fuera de convenio” (temporales, por obra, a tiempo parcial…). Por eso, el mejor indicador es la Encuesta trimestral de coste salarial del INE. Y la última publicada, del primer trimestre de 2020, revela un estancamiento de los salarios entre enero y marzo, antes del grueso de la pandemia: subieron un +0,7% anual, frente al +1,8% de subida anual en el 4º trimestre de 2019 y la menor subida desde el 2º trimestre de 2018. Esto se debe a que entraron en funcionamiento, a partir del 14 de marzo, los primeros ERTEs, que rebajan los salarios (un 70% los primeros 6 meses y un 50% después), que paga la SS y no las empresas (que se ahorran también cotizaciones).

Con ello, el coste salarial total (salario base, complementos y pago horas extras) pasó de 2.039 euros en diciembre de 2019 a 1.889 euros en marzo de 2020, 150 euros menos al mes, por los primeros efectos de los ERTEs. Y si tomamos sólo el coste salarial ordinario (sin complementos ni horas), ha subido sólo 26 euros mensuales (de 1.668 en diciembre a 1.694 en marzo). Es el primer efecto salarial de la pandemia, que se verá mejor cuando el INE publique los datos salariales del 2º trimestre. Ahora, los datos de marzo de 2020 revelan un menor aumento salarial en la industria (+0,5% en el último año, con 1.935 euros de coste salarial total) y algo más en la construcción (+0,7%, con 1.641 euros) y los servicios (+0,9%, 1.842 euros de coste salarial total), destacando mayores salarios que la media (1.889 euros de coste salarial total) en Madrid (2.342), País Vasco (2.262), Navarra (2.072), Cataluña (2.010) y Asturias (1.950 euros), muy alejados de Extremadura (1.554 euros, un tercio menos que en Madrid), Canarias (1.628) y Murcia (1.687 euros).

En definitiva, que el primer efecto del coronavirus han sido sueldos más bajos en el primer trimestre, que serán aún más bajos en el 2º trimestre, al generalizarse los ERTEs (recuerden que los sueldos que se cobran son el 70% de la base reguladora). Y eso después de subidas más bajas ya a finales de 2019 y de años de devaluación salarial por la crisis de 2008, que no han sido compensados por la recuperación. El sacrificio salarial hecho por los trabajadores es muy evidente, con subidas salariales del +0,50% en 2014 al +1,44% en 2017. Y aunque subieron más en 2018 (+1,73%) y 2019 (+2,28%), el coste salarial ordinario (sin complementos ni horas) de finales de 2019 era de 1.668 euros, sólo 40 euros más al mes que a finales de 2014, según el INE,  a pesar de estos años de recuperación. Una subida ridícula en 5 años (+2,4%), que se ha comido la inflación (+4,8%).

Este es el salario medio, porque si tenemos en cuenta las horas trabajadas, el coste salarial por hora efectiva ha subido 1,33 euros, de 18,60 euros a finales de 2008 a 19,93 euros en marzo de 2020 (+7,15% en 5 años largos), según los datos del INE. Y con ello, el salario por hora en España se aleja del salario en Europa: era de 21,8 euros por hora a finales de 2019, frente a 27,7 euros de media en la UE-27, 31,4 euros en la zona euro, 28,5 euros en Reino Unido, 28,8 euros en Italia, 35,6 euros en Alemania, 36,6 euros en Francia o 44,7 euros en Dinamarca, según Eurostat. Y lo peor es que esta diferencia salarial con la mayoría de Europa ha aumentado, a pesar de la recuperación: si el 2008 ganábamos por hora trabajada el 69,5% que Alemania, a finales de 2019 ganamos el 61,3% que ellos.

Y además, otro grave problema es que la precariedad laboral y el elevado desempleo han provocado que los nuevos empleos se contratan con sueldos mucho más bajos que los antiguos. Así, un Informe de Adecco e Infoempleo revela que un 56% de las empresas reconocen que pagan menos a los nuevos empleados que a los antiguos. Los salarios de los trabajadores con menos de 1 año de antigüedad son, de media, un 23% inferiores a los que llevan más de 10 años en la empresa: 20.086 euros anuales frente a 28.598 euros, para el mismo puesto de trabajo. También varían mucho según categorías, con aumentos superiores al 4% en directivos y mandos intermedios. Y en las empresas del IBEX, la diferencia entre los sueldos más altos y el sueldo medio es de 123 veces.

Al margen de las enormes diferencias salariales, el hecho cierto es que han aumentado en la última década los salarios bajos. De hecho, el 75% de los trabajadores con menos de 34 años son mileuristas, ganan menos de 1.047 euros brutos al mes, según el INE. Y también son mileuristas el 30% de las mujeres (frente al 11,5% de los hombres). Los trabajadores peor pagados son los que tienen contrato temporal (ganan un 30% menos: 18.056 euros frente a 25.775 euros los fijos) y a tiempo parcial (ganan de media un 40% menos: 11.171 euros frente a 28.070 de media los trabajadores a tiempo completo). Y España es el tercer país de Europa con más porcentaje de “trabajadores pobres”, tras Grecia y Rumanía, según la OIT: el 13% (casi 2,5 millones de trabajadores) ganan menos de 8.400 euros anuales, menos del 60% de la media de ingresos de los españoles.

Con todo este “panorama previo” tan preocupante, la pandemia va a empeorar los salarios de los españoles, porque muchas empresas van a argumentar ahora su “penosa situación” para no subir salarios este año y el próximo sino bajarlos. Ya ha dado la alerta el líder de CCOO, Unai Sordo: “hay un alto riesgo de devaluación salarial en la segunda mitad del año. Los empresarios tienen todas las herramientas a su alcance para bajar los salarios con motivo o sin motivo. Y eso hay que frenarlo porque es lo peor que le puede pasar a la economía española para su recuperación”. Por eso, el dirigente sindical exigía al Gobierno eliminar los aspectos más lesivos de la reforma laboral de Rajoy, que permite a las empresas descolgarse de los convenios que les obligan a aplicar determinadas subidas salariales, la prevalencia del convenio de empresa y, sobre todo,  la posibilidad de “bajar sueldos por la modificación sustancial de las condiciones laborales”.

El temor sindical a una devaluación salarial no es infundado, como demostró la intervención del presidente de la patronal CEOE , Antonio Garamendi, en la Comisión de Reconstrucción del Congreso, el 12 de junio, reclamando “más facilidad para hacer ajustes salariales”: pidió más flexibilidad para aplicar descuelgues de los convenios colectivos que obligan a determinadas subidas salariales, aumentar la movilidad funcional y geográfica de los trabajadores y poder incrementar la distribución irregular de jornada. A lo claro: las empresas piden más facilidades para no subir sueldos, aumentar y modificar la jornada y cambiar el tipo de trabajo o el destino de sus trabajadores por la recesión.

Por si no quedara claro, una reciente Encuesta realizada por la consultora JPMG, ha revelado que casi el 60% de las empresas consultadas bajarán o congelarán el sueldo de consejeros, directivos y empleados en la segunda mitad de 2020, mientras que sólo el 4% de las empresas aseguran que van a subir los sueldos en lo que queda de año. La mayoría de los encuestados (34%) prevén además que reducirán la retribución variable a los que tienen “bonus”, otro 23% retrasará o modificará su pago y sólo el 24% lo mantendrán.

Hay además otra alerta sindical, esta vez de UGT, que teme que algunos empresarios aprovechen la aprobación del ingreso mínimo vital (IMV) para “devaluar más los salarios”, contratando a trabajadores que tengan derecho al mínimo vital y que les salgan ahora “más baratos”, ya que pueden pagarlos menos ante la seguridad de que la Seguridad Social les va a complementar el resto hasta el mínimo vital que les corresponde. Por eso, los sindicatos están muy vigilantes ante elReglamento que ha de desarrollar la normativa del ingreso mínimo vital (IMV), para evitar el posible fraude de algunos empresarios.

Con todo, sindicatos y patronal deberán negociar estos meses los convenios pendientes para 2020 (que ya van a la baja) y, sobre todo, a partir de septiembre, las subidas salariales para 2021 y años siguientes, dado que se termina el Acuerdo de Negociación Colectiva (ANC) firmado el 5 de julio de 2018 por tres años entre CEOE, CEPYME, UGT y CCOO. Un Acuerdo que ha encauzado las subidas salariales pactadas en 2018, 2019 y 2020: un +2% de aumento anual más otro +1% ligado a las mejoras de productividad. Y además, un pacto para subir el salario mínimo interprofesional (SMI) a 14.000 euros (1.000 al mes) en 2020, acuerdo que no se ha conseguido entre las fuerzas sociales (mientras el Gobierno lo subió en febrero a 950 euros) y que corre peligro de cumplirse ahora con la recesión.

La negociación salarial es uno de los temas a negociar en el pacto social que recientemente han firmado sindicatos y patronal con el Gobierno Sánchez. En el texto no hay ninguna referencia a los salarios, pero está claro que para sindicatos y patronal es un tema básico, máxime si quieren renovar su Acuerdo de negociación colectiva (ANC). Y ambas partes tendrán que ser flexibles pero cortar el camino a las empresas que quieran aprovechar la recesión para aumentar la precariedad laboral y devaluar los salarios. Por una razón muy clara: si se bajan los salarios de forma generalizada, se pondrá en peligro la recuperación. Porque para que repunte el consumo y la actividad, los trabajadores y sus familias tienen que poder gastar y eso es incompatible con bajas generalizadas de salarios. Eso sí, podría contemplarse la congelación de sueldos en las empresas con problemas, dado que la inflación nos va a ayudar: los precios caerán entre -0,1 y -0,2% este año, según el Banco de España, lo que permitiría no perder poder adquisitivo si se congelan salarios. Pero si se quiere reanimar la economía, las empresas que puedan deben subir salarios.

Estamos en una pandemia y en una recesión profunda, donde la prioridad debe ser "salir vivos y con trabajo". Pero si es posible, también deberíamos aspirar a no salir con sueldos peores, dado que ya eran bajos y muy desiguales antes. El objetivo debería ser “repartir los sacrificios” y que no pasara como con la crisis anterior: que las empresas recuperaron con creces sus beneficios de 2008 (+68.376 millones de beneficios en 2019, un +14,3%) pero los trabajadores ganan (coste salarial total)  8 euros menos que en 2008. Además, lo que ha pasado con la crisis de 2018 es que los trabajadores han perdido parte del pastel de la renta (del 49,04% del PIB al 45,83%), mientras lo ganaban las empresas. Ahora, habría que “salir juntos del agujero”, pero de forma solidaria, no perdiendo los de siempre. Amén.

lunes, 9 de julio de 2018

Pacto salarial: hay que ir más lejos


El pasado jueves, patronal y sindicatos firmaron un acuerdo salarial a 3 años, con una subida del 2 al 3% y un compromiso para que los salarios mínimos lleguen a 1.000 euros en 2020. Es un avance, pero insuficiente: la subida, mayor que los últimos años, se la come la inflación (2,3% en junio). Y todavía no se resarce a los trabajadores del recorte salarial y la pérdida de poder adquisitivo desde 2008: -10,8%. Pero, sobre todo, el acuerdo debería ir más allá y avanzar en algo más importante que los salarios: conseguir un empleo decente, reducir los contratos temporales y a tiempo parcial sin justificación, las claves de unos salarios “de pobres”, un 32% más bajos que en Europa. Y patronal y sindicatos deberían negociar mejoras no salariales, ahora que los beneficios empresariales llevan 5 años subiendo: más formación, cotizaciones a la SS más altas, ayudas a la conciliación familiar, organización interna y contratos estables. Así tendríamos empresas más justas y más competitivas.

enrique ortega

La economía lleva ya 5 años creciendo, pero los salarios de los españoles no se recuperan. Hasta el 31 de mayo, la subida pactada en los convenios firmados (2.385, que incluyen 5,7 millones de trabajadores, sólo un tercio de todos los asalariados) es del 1,59%, similar a la subida de convenio de todo 2017 (+1,45%), aunque mayor a la de años anteriores (del 0,53% en 2013 al 0,99% en 2016). Pero estos datos no son representativos de lo que están subiendo de verdad los salarios porque muchos trabajadores aún no han firmado la subida de 2018 y otros no tienen convenio (muchas pymes y microempresas) y muchos trabajadores (temporales, por horas, eventuales (están “fuera de convenio”.

Por eso, es más representativa la subida salarial que refleja el INE, en su Encuesta trimestral de coste laboral, para los 16 millones de asalariados. El último dato es que los salarios crecieron un +0,8% en el primer trimestre 2018 (el IPC subió un 2%), tras subir un 0,7% en 2017 y bajado un -0,8% en 2016. Y la última estadística, del 28 de junio, es peor: los salarios cayeron un -1,4% entre 2008 y 2016, según el índice de precios del trabajo (IPT), tras subir en 2009 (+1,5%), 2010 (+0,5%), 2014 (+0,8%) y 2015 (+0,7%) y bajar en 2011 (-1,5%), 2012(-1,6%), 2013 (-0,3%) y 2016 (-1,3%). Por autonomías, la caída de salarios fue peor en Madrid (-4%), Asturias y Aragón (-3,8%) y Murcia (-3,7%), mientras sólo crecían los sueldos estos años en el País Vasco (+4,1%), Galicia (+1,2%), Baleares (+1,1%) y Navarra (+0,4%). Si tenemos en cuenta la subida de precios en estos ocho años (+9,4%), el resultado es que los salarios españoles perdieron un 10,8% de poder adquisitivo entre 2008 y 2016.

De hecho, la OCDE acaba de alertar  la semana pasada que, a pesar de la recuperación, España es uno de los 3 únicos países de los 35 de la organización donde cayeron los salarios reales (descontando la inflación) entre 2007 y 2017: un -0,45%, sólo por detrás de Italia (-1,1%) y Australia (-0,6%), mientras crecían una media del +0,6% en toda la OCDE, un 0,5% en Alemania y casi un 1% en Francia. La OCDE lo atribuye al elevado paro en España, la débil productividad y el elevado "subempleo" (empleados que trabajan a tiempo parcial de manera obligada), el 10,5% de los asalariados en España, el subempleo más elevado de Occidente tras Italia (13% asalariados).  

Con esta caída de sueldos en la última década, España se ha alejado aún más de los sueldos europeos. En salario hora, el dato mejor para comparar entre países, los trabajadores españoles cobraban 15,9 euros/hora en 2017, frente a 20,3 euros/hora los trabajadores de la UE-28 y los 23,60 euros/hora que cobran en los países euro, según los últimos datos de Eurostat. Con ello, España es el país nº 16 con los salarios más bajos de Europa, sólo más altos que en Chipre, Grecia, Portugal, Malta y 11 países del Este. Y nuestros sueldos (15,9 euros/hora) quedan muy lejos de los países europeos con los que competimos: 26,4 euros/hora en Alemania (+39,8%), 24,2 euros/hora en Francia (+34,3%), 21,3 euros/hora en Reino Unido (+25,3%) y los 20,4 euros/hora en Italia. Y lo peor es que esta brecha salarial con Europa se ha agravado con la crisis: si en 2008 era del -14,3% con la UE-28, en 2017 era ya del -21,66%. Y del -32,6% con los países euro, según los datos de Eurostat.

Estos bajos salarios en España han provocado además un fenómeno nuevo: la aparición de trabajadores pobres, que se pueda tener un trabajo y “ser pobre”. De hecho, hay más de 2,36 millones de trabajadores (2.368.830 asalariados), el 14,8% del total, que son pobres, porque ganan menos del 60% de la media del país. Con ello, España es el séptimo país del mundo en porcentaje de trabajadores pobres y el primero en Europa, según la OCDE, cuya tasa media (35 países) de trabajadores pobres (8,2%) casi duplicamos.

Pero quizás, el dato más llamativo y preocupante es que los salarios han perdido peso en la economía, en el “reparto del pastel” de la riqueza (PIB). Así, si en 1978, los salarios se llevaban el 52,2% de la riqueza (el máximo histórico) y en 2008, al inicio de la crisis, todavía recibían la mitad del pastel (50,1% del PIB), luego han perdido peso año tras año, con la rebaja de salarios y el elevado paro, hasta cerrar 2017 recogiendo sólo el 47,3% de la riqueza del país. Y en paralelo, los beneficios empresariales han pasado de llevarse el 41,7% del pastel en 2008 al 42,45% en 2017, según la Contabilidad Nacional del INE. El resto, hasta el 100% del PIB se lo llevan los impuestos, el 10,3% de la renta en 2017.

Dicho a lo claro: la crisis ha servido para que los trabajadores españoles pierdan un trozo del pastel de la riqueza (PIB) en beneficio de las empresas. Hay otro dato muy explícito: los beneficios empresariales aumentaron en +98.680 millones de euros entre 2008 y 2017 (82.811 millones se han quedado en las empresas y 15.663 millones han ido a sus accionistas, en forma de dividendos) mientras los salarios totales han caído -10.214 millones desde 2008, según la Contabilidad Nacional (INE), a pesar de la recuperación. Y otro dato llamativo: las empresas españolas consiguieron en 2017 un beneficio empresarial bruto del 42,8% de su producción, frente al 40% de beneficio de las empresas europeas, el 41,2% de las alemanas y el 31,8% de las francesas, según Eurostat. O sea, ganan más que las europeas.

En este contexto, se entiende que los sindicatos lleven meses protestando por las mínimas subidas de salarios de estos años y hayan amenazado con movilizaciones para recuperar lo perdido. Al final, consiguieron firmar con la patronal, el jueves 6 de julio, un pacto salarial por 3 años, que contempla una subida anual del 2% más un 1% más si hay mejoras de productividad. Y lo más importante: la patronal se compromete con los sindicatos a recomendar a las empresas que suban los salarios mínimos en los convenios, para que en 2020 estén en los 14.000 euros anuales, 1.000 euros mensuales en 14 pagas. Un acuerdo que, si se cumple (es una “recomendación”) va más allá del acuerdo firmado en diciembre de 2017 por el Gobierno Rajoy, sindicatos y patronal para subir el salario mínimo (SMI) de 707 euros a 850 euros en 2020.

Este pacto salarial es un importante avance, porque asegura una cierta paz laboral a 3 años y mejora las subidas de sueldos en convenio de los últimos años (del +0,5 en 2013 al 0,09 en 2015 y el 1,49% en 2017), aunque no concreta el sistema de revisión salarial, que puede ser motivo de conflictos, máxime cuando la inflación anual está en el 2,3% en junio y puede subir más con el petróleo y el alza de tipos en 2019. Pero el mayor avance está en la recomendación de subir a 1.000 euros el salario mínimo., una medida que va a beneficiar a 2,2 millones de trabajadores que cobran menos, además de a muchos trabajadores a tiempo parcial, que también verán mejorado su salario. Los más beneficiados serán los asalariados que menos cobran hoy: los de la enseñanza privada no concertada  (les subirá el sueldo un 55% para 2020) y concertada (+13,9%), los de productos cocinados para venta a domicilio (+47,5%), el personal que atiende a discapacitados (+38,2 subirá su sueldo) y a dependientes (+12%), personal de peluquería y gimnasios (+31,2%), trabajadores de ocio y animación socio-cultural (+29,6%) y de la industria audiovisual (+32,1%).

Si se cumple esta parte del pacto salarial, tendremos salarios mínimos más decentes en 2020. Hay dos pegas. Una, que muchas pequeñas empresas y microempresas no tienen convenio ni sindicatos y será difícil que sus trabajadores consigan este salario mínimo (sí el SMI acordado en diciembre, que es obligatorio). Y la otra, que el nuevo salario mínimo queda aún muy lejos del que se paga hoy en la mayoría de Europa: hay 7 países con el SMI más alto que España (859 euros en 12 pagas este año): Luxemburgo (1.999 euros), Irlanda (1.619), Holanda (1.578), Bélgica (1.563), Alemania (1.498), Francia (1.498) y Reino Unido (1.401 euros), según Eurostat. Italia, Dinamarca, Austria, Finlandia, Suecia y Chipre no tienen salario mínimo y en los países del Este oscila entre 503 euros (Polonia) y 261 euros (Bulgaria).

El pacto salarial entre la patronal CEOE y CEPYME y los sindicatos UGT y CCOO incluye también otros acuerdos no salariales. Unos sobre temas laborales, como la intención de reformar con el Gobierno las subcontratas, para evitar tanta precariedad, o la intención de reducir la jornada temporalmente antes que pensar en nuevos despidos (no se habla del exceso de horas extras, la mitad sin pagarlas, que habría que recortar). Y otro sobre la intención conjunta de mejorar la formación de los trabajadores, reformando el sistema actual (el Gobierno Rajoy hizo una reforma que dejó fuera a sindicatos y patronal) y reasignando automáticamente a otro ejercicio el dinero remanente (ahora no se gastaba). También se plantea un apartado sobre la igualdad laboral y salarial de hombres y mujeres, donde plantean la necesidad de equiparar los permisos de paternidad y maternidad y la reducción de jornada o el estudio del sistema de pluses y complementos salariales, pero sin compromisos concretos sobre informar en las empresas de la brecha salarial de género. Otro apartado del acuerdo hace referencia al relevo generacional, al rejuvenecimiento de plantillas, pero también sin acordar medidas concretas. Y hay dos puntos más incluidos por presión de la patronal: el estudio del absentismo laboral (habrá un informe en 6 meses) y la lucha contra la economía sumergida (se habla de un Plan para reducir la “competencia desleal”).

Todo esto está muy bien, pero sindicatos y patronal tienen que seguir avanzando en estos temas, sabiendo que la mayoría exigen Leyes y normas que han de pactar con el nuevo Gobierno y que son difíciles de aprobar en esta Legislatura, con un Parlamento tan dividido. Pero su obligación es hacer propuestas, porque son cuestiones clave para consolidar la recuperación. En especial, la lucha contra la precariedad, la temporalidad y el trabajo esclavo, que son un cáncer para las empresas y su productividad. Urge un Pacto por el empleo decente y bien pagado, tras esta década de sacrificios de los trabajadores españoles.

Otra cuestión clave son las cotizaciones sociales: sindicatos, patronal y Gobierno deberían pactar una subida escalonada, porque en España son más bajas que en Europa. En 2017, las cuotas a la SS que pagaban empresarios y trabajadores suponían el 12,2% del PIB en España, por debajo del 13,3% de media en la UE-28 y el 13,2% en Italia, el 16,7% del PIB que pagan en Alemania y el 18,8% en Francia, según Eurostat. Eso significa que hay un margen para cotizar como los europeos e ingresar 12.500 millones más por cotizaciones. Y a corto plazo, si se obliga a cotizar por todo el sueldo (quitando el tope actual a los 3,4 millones de trabajadores que ganan más de  45.000 euros anuales), la Seguridad Social ingresaría 4.500 millones más al año. Serían dos medidas claves para asegurar las pensiones a medio plazo.

Hay otra serie de temas claves que no tienen que ver con salarios, cotizaciones o contratos, en los que deberían volcarse patronal y sindicatos, con el apoyo de los políticos. Uno de ellos es la formación de los trabajadores y de los parados, muy deficiente hoy: un 41,7% de los españoles adultos (25-64 años) tienen un nivel educativo bajo (sólo con la ESO acabada o ni siquiera), frente al 20,3% en Europa o el 22,4% en la OCDE, el peor dato de toda Europa salvo Portugal (53,1% poco formados), muy lejos del 13,1% de poco formados de Alemania, el 20,2% de Irlanda, el 21,9% de Francia, el 35,7% de Reino Unido o el 39,9% de Italia, según los últimos datos de la OCDE (“Panorama de la educación 2017”). En el medio, tenemos menos adultos con formación media: el 22,5% de españoles tienen Bachillerato o FP, frente al 46,4% de media en Europa y el 44,2% en la OCDE. Y eso sí, por arriba, tenemos más universitarios que la mayoría: un 35,7% de los adultos en España, frente al 33,4% en Europa y el 36,7% en la OCDE, el 28,3% en Alemania o el 34,6% en Francia.

Otro tema clave es mejorar el clima laboral y la organización de las empresas, porque el estilo del “ordeno y mando” y “exijo a golpe de despido” no son los mejores caminos para mejorarla productividad en una empresa, que exige participación y colaboración. Y además, las empresas deberían apostar por la innovación, la tecnología y la digitalización, implicando en ello a sus trabajadores. Y forzar con ellos al Gobierno en el recorte de otros costes empresariales, para que haya más recursos para el empleo, la formación y los salarios: recorte de los costes energéticos (las empresas españolas pagan la luz un 20% más cada que las europeas, según Eurostat), de los costes financieros y logísticos.

El pacto salarial recién firmado es un buen principio, pero empresas y sindicatos deberían ir más allá, apoyados y acuciados por el Gobierno y los políticos. Deberían conseguir un empleo más estable y menos precario, mejorar las condiciones laborales y el clima de trabajo, cotizar más y de forma más justa para salvar las pensiones, apostar por la formación y la innovación y tratando de recortar los costes no laborales y los dividendos desorbitados, para dejar más margen a la inversión, el crecimiento y el empleo. Demostrar que se puede competir y tener beneficios razonables con salarios y empleos decentes, con trabajadores más formados y más implicados en las empresas. No es mucho pedir, aunque ahora parezca imposible.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Es hora de subir los salarios


Sindicatos y patronal tienen que llegar a un acuerdo en diciembre sobre las subidas salariales para 2015 y 2016. Ha llegado la hora de subir los salarios, tras cinco años de bajadas. Primero, porque las empresas llevan dos años teniendo beneficios. Segundo, porque si no mejoran los ingresos de las familias, no se reanimará el consumo y España crecerá poco (+0,5% ahora) y no creará empleo suficiente para 5,4 millones de parados. Y también por pura justicia: durante la crisis han subido los sueldos de los directivos y el número de millonarios, mientras casi la mitad de los trabajadores son mileuristas. Hay que subir el salario mínimo (de 645 euros, la mitad del alemán, a 800) y acabar con las horas extras gratis, un fraude que roba empleo. Y en las empresas con beneficios, subidas salariales razonables. Con mejores sueldos, se trabajará mejor, habrá más consumo y más empleo. No podemos ser la China de Europa.
 
enrique ortega

La devaluación de los salarios empezó en 2010, se aceleró en 2012 con la reforma laboral y ha continuado más suavemente en 2014, con una rebaja media del 15% en esta crisis: una caída del 4,19% entre 2010 y 2011, según el estudio EADA-ICSA, y un 10% más de caída entre 2012 y 2013, por la reforma laboral, según la Fundación Sagardoy y Adecco. Incluso la bajada podría ser mayor, según el Banco de España, porque con la crisis se han perdido más los puestos de trabajo con peores salarios y ahora son los salarios más altos (que han bajado menos) los que más cuentan en las estadísticas. Además, los trabajadores no sólo han perdido ingresos por la bajada de salarios sino también porque dejaron de cobrar incentivos y horas extras, que ahora se hacen muchas veces gratis, sobre todo en los contratos precarios. Así, las horas extras gratis han pasado de 2,7 millones a la semana (2009) a 3,38 millones (2013), según el INE. Si no se hicieran, las empresas podrían emplear a 150.000 trabajadores más.

Con esta rebaja, España es el segundo país occidental que más ha bajado los salarios con la crisis, según la OCDE: una media del 1,8% anual entre 2009 y 2013, sólo superada por Grecia (-5% anual) y equiparada a la rebaja de Eslovenia o Irlanda, mientras los 24 países de la OCDE subían sus salarios un 0,2% y la zona euro -0,1%. Y en cuanto a los costes laborales, en España cayeron un -2,1% anual entre 2007 y 2013, frente al -0,2% en la OCDE y la subida en Alemania (+0,8% anual) o Francia (+0,5% anual).

Y no es sólo que hayan caído los sueldos, sino que la rebaja ha sido desigual durante la crisis: han caído un -20% a los españoles con contratos temporales (un tercio de los trabajadores) y un -5% a los que tienen contrato fijo, según la Comisión Europea. Además, les han bajado más a las mujeres que a los hombres: si en 2008 ganaban un 21,9% menos, en 2013 ganaban ya un 24% menos. Y han crecido las diferencias salariales por el sector donde se trabaja (en las eléctricas ganan 3,7 veces lo que en el sector servicios), el puesto (un directivo gana 4,14 veces más que un trabajador no cualificado), la edad (los menores de 30 años ganan un 44% menos que los que tienen entre 35 y 50 años, la nacionalidad (los inmigrantes no europeos ganan un tercio menos que los españoles) y la región donde trabajen (en Jaén, el salario medio, 11.779 euros, es menos de la mitad que en Madrid, con 24.571 euros), según los datos (2012) de la última encuesta de salarios del INE.

Quizás lo más llamativo es que se han disparado los trabajadores pobres: un 13,4% del total, 2.271.130 trabajadores son pobres, porque ganan menos del 60% del sueldo medio de los españoles (menos de 17.040 euros brutos al año una familia con dos hijos). Y hay otro dato preocupante: el salario más frecuente entre los españoles (2012) era de 15.500 euros brutos al año (según el INE), el mismo que en 2008 (supone, con la inflación acumulada, que ganan un 9,1% menos). Son 1.107 euros brutos al mes (en 14 pagas), que descontando retenciones y Seguridad Social, se queda en un sueldo neto por debajo de los 1.000 euros. Luego España se ha convertido en un país de mileuristas y minieuristas (la mitad de ellos ganan entre 400 y 800 euros netos al mes). Una realidad que se traduce en las declaraciones de Hacienda: en la de 2013, el 34% de los trabajadores declaró ganar el salario mínimo o menos (son 5,7 millones de personas), según la Agencia Tributaria. Y casi la mitad  (un 46,3% de declarantes, 7.733.681 trabajadores) confesó a Hacienda ganar menos de 1.000 euros netos al mes.

Los datos son apabullantes y reflejan un país con los sueldos por los suelos. En el caso de los trabajadores, no de los directivos de las grandes empresas: su retribución media fue de 789.721 euros en 2013, con una subida del 3,5% (+7,6% en 2012), según un documentado informe de CCOO. Y en 10 de estas empresas del IBEX, el salario medio de los directivos superó el millón de euros, llegando a 3.222.174 euros los directivos del Banco Santander (90 veces el de uno de sus empleados medios). En el caso de los consejeros ejecutivos de las empresas del IBEX (los que suelen pedir “moderación salarial”), la remuneración media subió un 6% en 2013 y ascendió a 2.530.802 euros. En paralelo, los inversores han ganado este año en Bolsa un 10% mientras se han duplicado los dividendos percibidos. Y para completar el panorama, los millonarios españoles han aumentado un 24% en 2014 y son ya 161.400.

Sacrificios salariales para unos pero no para otros, lo que ha agravado la desigualdad : España es el  país desarrollado donde más ha crecido la desigualdad entre 2006 y 2010, por la caída de los salarios y el paro, según un reciente informe de la OIT Y mientras, las empresas “han dejado atrás la crisis”, según el Banco de España: los beneficios empresariales aumentaron un 62,4% entre enero y septiembre 2014, según la Central de Balances, tras crecer un 2,3% en 2013. Y los beneficios de las empresas del IBEX crecían hasta septiembre un 11% (+16% sin bancos), tras subir un 57% en 2013 (sin Bankia).

Ante este panorama, urge subir de nuevo los salarios, no sólo por pura justicia (los trabajadores han sufrido lo peor de la crisis), sino por razones económicas: hay que crecer más (por encima del 2%), para crear más empleo, y eso sólo se conseguirá aumentando el consumo, para que las empresas vendan e inviertan más. Y para eso, las familias tienen que tener mejores sueldos, que ahora las empresas pueden pagar  porque tienen beneficios, están menos endeudadas y tienen menos costes (financieros, energéticos e impuestos). Es lo que defiende incluso el Banco de España, la OCDE y la OIT, aunque el FMI sigue pidiendo moderación salarial, igual que la Comisión Europea: ahora quiere que la rebaja de salarios llegue a los trabajadores fijos, según su informe de noviembre. Y el Gobierno también defiende moderar los salarios, que ha congelado (por 5º año) a los funcionarios para 2015.

Este mes de diciembre, sindicatos y patronal tienen que renovar un pacto salarial para 2015 y 2016, que sustituya al firmado en 2012: acordó moderación salarial para 2012 (+0,5% de subida), 2013 y 2014 (+0,6%), subidas que muchas empresas no han hecho porque la reforma laboral (febrero 2012) les permitía bajar salarios y recortar horas e incentivos. Ahora, la patronal CEOE no quiere subidas mayores del 0,6% para 2015, mientras UGT y CCOO piden subidas mayores en las empresas con beneficios, negociadas empresa a empresa.

La batalla está ahí y siguen siendo muchos los que defienden continuar con salarios bajos, aunque eso agrave el estancamiento de la economía. Hay que subir los salarios para crecer más y crear empleo. Y eso pasa por actuar en varios frentes. El primero, subir el salario mínimo, congelado por Rajoy en 645 euros al mes (14 pagas), la mitad del salario mínimo de Alemania o Francia (1.445 euros en 12 pagas). Una opción es cumplir el compromiso adquirido por España con el Consejo de Europa: que el SMI sea el 60% del salario europeo, lo que supondría subirlo a 800 euros. Además, la subida salarial en empresas con beneficios debería rondar el 2%, con mejoras adicionales para los contratos más precarios. Y urge iniciar una campaña de vigilancia de la inspección de Trabajo para acabar con las horas extras gratis que encubren jornadas más largas sin pagar, a costa de no crearse más empleo.

Subir los salarios, a cambio de mejorar la productividad en las empresas, es perfectamente posible y más ahora en que han vuelto los beneficios. Y no las impediría competir, porque España tiene los costes laborales más bajos de Europa: se pagan 20,90 euros por hora trabajada (2013), un 12% menos que la media europea (23,70 euros) y bastante menos que en Francia (35€ hora), Alemania (31€), Italia (28€) o Reino Unido (21,1€). No podemos seguir con una economía que sólo puede competir tirando precios: hay que competir en producto y en calidad. No podemos sobrevivir a costa de ser la China de Europa. Nos hunde el consumo, el crecimiento y el empleo. Y la motivación de los trabajadores. Además de ser muy injusto.