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lunes, 18 de abril de 2022

Kit digital: ayudas para pymes y autónomos

Hoy 18 de abril se entrega a una pyme el primer kit digital, una ayuda de hasta 12.000 euros para que se digitalice, con una web, venta por internet, tratamiento de datos o ciberseguridad, por ejemplo. Es un dinero de los Fondos europeos, para ayudar a más de 1 millón de pymes y autónomos a digitalizarse, implantando herramientas de Internet que las hagan más competitivas, dado su retraso respecto al resto de Europa. Los interesados contarán con intermediarios digitales, que les ayudarán a saber lo que necesitan contratar y pedir las ayudas, más de 3.000 millones de euros hasta 2024. Además de este kit digital, el Plan de recuperación incluye otras ayudas públicas para educación y formación digital, donde España está muy retrasada en Europa. Y en paralelo, hace falta que las empresas inviertan más en digitalizar sus negocios, porque con la pandemia invierten menos. La digitalización es, con el Cambio Climático, uno de los grandes retos de este siglo. Tenemos que aprobarlo.

Enrique Ortega

Una de las varias “asignaturas pendientes” que tiene España es la digitalización: aprovechar mejor las herramientas de Internet (web, comercio electrónico, tratamiento de datos, gestión de proveedores y clientes, ciberseguridad…) para modernizar la economía y ser un país más competitivo. Ahora, todavía somos “poco digitales”, aunque hemos avanzado en los últimos años y con la pandemia. Así, España ocupa el 9º puesto en el ranking digital de la UE-27, por detrás de Dinamarca (1º), Finlandia (2º), Suecia (3º), Holanda, Irlanda, Malta, Estonia y Luxemburgo (8º), pero por delante de Alemania (11º), Francia (15º) o Italia (20º), según el Informe DESI 2021, que publica anualmente la Comisión Europea.

Este Informe DESI mide cuatro indicadores para valorar la digitalización de los paises: formación y capital humano (España baja al puesto 12º, porque la mayoría de españoles tienen una baja formación digital), conectividad (España está en el puesto 3º, gracias a su amplia red de fibra óptica, más extensa que las de Francia, Alemania, Italia y Reino Unido juntas), servicios públicos digitales (España ocupa el puesto 7º, por su extensa administración electrónica) y la integración de la tecnología digital (donde España baja al puesto 16º, por el retraso en la utilización empresarial de las herramientas de Internet). Este es el punto negro” de la digitalización española y sobre todo por las pymes: el 62% de las pymes españolas tienen un nivel básico de “intensidad digital” (frente al 60% de media en la UE, el 88% de Dinamarca o Finlandia y el 76% de Holanda) y el 24% de las pymes españoles venden por Internet (frente al 17% de media en la UE, el 38% en Dinamarca o el 18% en Alemania), pero ese comercio online sólo supone el 10% de todas sus ventas (frente al 12% en la UE-28 y el 15% en Bélgica).

El retraso de España, sobre todo de las pymes, es mayor en la utilización de herramientas de Internet más sofisticadas, que están marcando el futuro y aumentan la productividad, según DESI 2021: gestión online de datos y macro datos (lo hacen el 9% de las pymes españolas frente al 14% de las europeas), uso de la inteligencia artificial (22% pymes españolas frente al 25% de las pymes UE, utilización de “la nube” (22% pymes españolas y 26% en la UE), aunque no hay retraso en la facturación electrónica (33% pymes en España frente al 32% en la UE-27) y en la utilización de las redes sociales (29% de las pymes españolas y 23% de las pymes europeas).

En general, como se ve, las empresas europeas tienen todavía mucho que avanzar en la digitalización de sus negocios, sobre todo las pymes, más retrasadas. El problema de España es que las pymes tienen aquí más peso que en el resto de Europa. De hecho, el 99,83% de todas las empresas españolas (2.928.706 empresas registradas el 1 de enero 2022) son pymes (0 a 250 trabajadores) y sólo hay un 0,17% de empresas grandes (4.977 empresas de más de 250 trabajadores), la cuarta parte que en Alemania. El problema adicional es que tenemos muchas empresas sin asalariados (autónomos: 1.616.095) y micropymes (de 1 a 9 trabajadores: 1.126.523 empresas), con lo que el 55,18% de las empresas españolas tienen menos de 10 trabajadores y en consecuencia, están menos digitalizadas. En conjunto, la media de todas las empresas españolas tienen 4,4 empleados, frente a 5,9 empleados en la UE-27, 9,4 en Reino Unido y 11,8 empleados por empresa en Alemania.

Este menor tamaño de las empresas en España que en Europa dificulta la digitalización de los negocios, ya que en todos los sectores avanzan más en la utilización de Internet las grandes empresas que las pequeñas y medianas. Así, sólo el 35% de las pymes con menos de 50 trabajadores se han digitalizado frente al 68% de grandes empresas (+250 trabajadores), según el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI). Y los últimos datos del INE revelan lo mucho que queda por hacer para digitalizar las empresas españolas, sobre todo las microempresas (1-10 trabajadores) y pequeñas (11 a 50): el 78,3% tienen web (pero sólo el 28% de las microempresas y el 76% de las pequeñas), el 26,86% venden por Internet (9,55% de las micropymes y 25,16% de las pequeñas), sólo el 16,39% tienen especialistas TIC (el 1,51% de las microempresas y el 11,14% de las pequeñas), el 32,41% utilizan “la nube” (el 8,5% de las microempresas y el 28,7% de las pequeñas), el 11,5% usan el “big data” (3% de las micropymes y 9,4% de las pequeñas), el 27,7% utilizan “el Internet de las cosas” (8,3% las micropymes y 25,8% las pequeñas) y el 8,32% de las empresas españolas utilizan la inteligencia artificial (3,12% de las microempresas y 6,7% de las pequeñas).

Así que si queremos digitalizar la economía y las empresas, hay que centrarse en ayudar a las pymes, más retrasadas y con menos medios y formación. En España, pero también en la mayoría de Europa. Por eso, el Plan de recuperación europeo (Next Generation UE), aprobado en el verano de 2020, se planteó como uno de sus cuatro grandes objetivos la digitalización de la economía, a la que destina el 20% de los Fondos (750.000 millones de euros, entre subvenciones y créditos). Y España, al presentar en 2021 su Plan de Recuperación, decidió destinar el 28,2% de los Fondos UE a la digitalización: 19.600 millones entre 2021 y 2024. Y una cuarta parte son ayudas a la digitalización de las pymes (4.900 millones).

El principal programa de ayuda es el kit digital a las pymes y autónomos, una ayuda de 3.067 millones de euros hasta 2024, en forma de bono (a fondo perdido), entre 2.000 y 12.000 euros según el tamaño, para que más de 1 millón de pymes y autónomos (entre 1,2 y 1,35 millones de beneficiarios) contraten herramientas de Internet, a elegir: página web, tienda online, factura electrónica, soluciones en redes sociales, ciberseguridad, análisis de datos, herramientas de gestión de clientes y proveedores (programas CRM), servicios de oficina virtual, software de facturación y contabilidad, servicios “en la nube” …

Esta experiencia de promover un kit digital para pymes y autónomos ha funcionado muy bien, entre 2016 y 2019, en Bélgica, Dinamarca, Alemania, Italia, Eslovenia o Suecia. Ahora lo promueve aquí el Ministerio de Economía y Transformación Digital, que lo presentó en noviembre de 2021, con la idea de reducir burocracia (se ha agilizado el proceso, suprimiendo hasta 36 documentos para solicitarlo) y contar con la ayudas de 60 oficinas públicas de Red.es (habrá hasta 150 en toda España a finales de 2022) y, sobre todo, de la figura del “voluntario digital”: personas o empresas que ofrecen servicios de apoyo, para gestionar el kit digital y luego ponerlo en marcha. Desde principios de enero, se han adherido al programa 7.100 agentes digitalizadores, que ofrecen gratis su asesoramiento a pymes y autónomos, a la vez que ofrecen implantar los servicios digitales subvencionados.

El sistema elegido para implantar el kit digital (sencillo y con “voluntarios digitales”) parece que funciona, a la vista de los datos: el 15 de marzo se abrió el plazo de solicitudes de la ayuda y en un mes se registraron 113.000 pymes y autónomos y se han formalizado 45.000 solicitudes. Y este lunes 18 de abril, se entrega el primer cheque con la primera ayuda a una pyme, al que seguirán más de un millón hasta 2024. Ahora está abierta solo la primera de las convocatorias de ayuda, dirigida a las pymes de 10 a 49 trabajadores, que pueden recibir una ayuda hasta de 12.000 euros. Se ha querido empezar por las pymes más grandes, para “rodar” el sistema. En junio se abrirá la segunda fase de ayudas, dirigida a pymes y autónomos de 3 a 9 empleados: aquí, la ayuda tiene un tope de 6.000 euros. Y en septiembre se abre la 3ª fase, dirigida a pymes y autónomos de 0 a 2 empleados: su tope de ayuda para contratar un kit digital son 2.000 euros.

El primer paso que han de hacer las pymes y autónomos interesados en aprovechar estas ayudas europeas para digitalizarse es entrar en la web de Acelera Pyme o de las empresas que son voluntarios tecnológicos y que se anuncian en Internet (basta poner “kit digital”). Ahí les piden primero que se hagan un auto diagnóstico digital, para conocer su situación y sus necesidades. Y a partir de ahí, los asesores voluntarios o las oficinas locales de Acelera Pyme entrarán en contacto con la pyme o autónomo y le asesorarán sobre las herramientas de Internet que pueden serles más útiles, según su tamaño y el tope de ayuda posible. Y después, les guían para solicitar la ayuda y, si quieren, les implantan las herramientas elegidas.

La clave, insiste la Administración y los expertos, es que pymes y autónomos elijan bien las herramientas que más les van a ayudar a “dar el salto digital”. Y a partir de ahí, cuando vean los resultados (en ahorro de costes y aumento de la eficiencia y las ventas), ya estarán en disposición de “avanzar solos”, de ir mejorando su digitalización. Se trata de un “Plan de choque” para las pymes y autónomos de menos de 50 trabajadores (hay 2.898.712 negocios, el 98,97% de las empresas españolas).

El resto de empresas medianas (25.017) y grandes (4.977) tendrán que hacer también un esfuerzo importante de digitalización, para no perder “el tren europeo”. Y eso va a exigir perfilar otro tipo de ayudas (fiscales, de cotizaciones, laborales) para facilitar su inversión. Máxime cuando la pandemia ha provocado una caída en el gasto TIC (tecnología de la información y de la comunicación) de las empresas, pasando de 4.000 millones en 2020 a 3.409 millones en 2021, el nivel de gasto de 2017, según un informe de UGT, que teme que el retraso en la recuperación (por el conflicto de Ucrania y la alta inflación) retraiga aún más las inversiones de las empresas en tecnología y digitalización. Sobre todo de las grandes y medianas, que es donde más ha caído en los últimos años.

En paralelo al necesario “salto digital” de pymes y autónomos (con el kit digital) y del resto de medianas y grandes empresas, es muy importante avanzar en la formación digital de los españoles y de los trabajadores en las empresas. El Informe DESI 2021 de la Comisión Europea ya revela un retraso en la formación digital de los españoles frente a los ciudadanos del centro y norte de Europa. Y eso exige introducir la formación digital en la enseñanza y sobre todo en la Universidad, donde el nivel digital es bajo entre los licenciados. Y todavía hay pocos especialistas TIC, con lo que las empresas grandes y medianas que quieren contratar personal especializado para digitalizarse dicen que no lo encuentran: España tiene un déficit de 100.000 especialistas TIC, según Digital.ES. Pero además, las empresas españolas deben destinar más recursos a la formación digital de todos sus empleados, promoviendo Planes masivos de formación y reciclaje en las empresas.

El mundo, la economía y los negocios son cada día más digitales y quedarse atrás en la utilización de las herramientas de Internet equivale a perder oportunidades y empleos, a competir en inferioridad de condiciones. Los Fondos europeos nos ayudan a dar el salto y para eso hace falta que el kit digital se divulgue y funcione. Reenvíe este blog a sus amigos y conocidos que tienen una pyme o un pequeño negocio: hay dinero y un mecanismo para ayudarles a mejorar digitalmente. Y el resto, exijamos formación en las empresas, para no ser “analfabetos digitales”. Y a nuestros hijos y nietos, estudien lo que estudien, debemos insistirles que la digitalización es tan básica como el inglés. Entre todos, tenemos que aprobar esta asignatura pendiente, reducir la brecha con Europa. Nos jugamos el futuro.

jueves, 26 de noviembre de 2020

El Black Friday dispara las ventas online


Llevan días bombardeándonos con ofertas para que compremos en este Black Friday de la pandemia, el más generalizado desde que en 2012 copiamos esta fiesta del consumo USA. Va a ser un test del “miedo” de los españoles a gastar, porque muchos están en paro o ERTE y otros temen que la recesión se alargue. Pero empresas y plataformas se han volcado en la campaña, intentando que adelantemos las compras de Navidad. Y se preparan para mover 100 millones de pedidos, mientras el pequeño comercio pierde ventas y Amazon monopoliza el 15% de todas las compras online. Con la pandemia, España ha disparado el comercio electrónico y son ya 22 millones los españoles que compran online, un porcentaje inferior a Europa. Eso sí, sólo el 6,5% de las empresas españolas venden por Internet, lo que exige un esfuerzo para digitalizar la economía, sobre todo las pymes. El objetivo del Plan España Digital 2025 (con fondos europeos) es que lo hagan el 25%. Toca reconvertirse.

El comercio electrónico ya había dado un gran salto en España antes de la pandemia. De hecho, en 2019, las ventas online facturaron en España 48.826 millones de euros, el triple que cinco años antes (15.891 millones en 2014), según la estadística oficial de la Comisión de la Competencia (CNMC). Y en estos años, el aumento de las ventas por Internet rondó el +25% anual. En 2020, el último dato oficial es del primer trimestre, con lo que no incluye los efectos de la pandemia y el confinamiento: el comercio electrónico facturó 12.243 millones de enero a marzo 2020, un 11,6% más que en el primer trimestre de 2019. Pero después, con el cierre de comercios y posterior limitación de horarios, todo apunta a que las ventas online se dispararon, al menos hasta la desescalada de junio, hasta un +20%. Y ahora parecen haberse estabilizado al alza, a la espera del Black Friday y la Navidad.

El último dato oficial, publicado por Estadística (INE) en noviembre, confirma este tirón del comercio electrónico en 2020: un 62,6% de los españoles (de 16 a 74 años) han comprado por Internet en el último año, según la encuesta telefónica hecha a 25.837 hogares entre el 2 de marzo y el 15 de septiembre. Son 22 millones de españoles que han comprado online,  1,6 millones más que un año antes y el doble de los que compraban por Internet en 2014  (27,5% de españoles). La encuesta revela que los que más compran online son los jóvenes de más edad (el 73,2% de los que tienen 25 a 34 años y el 69,2% de los que tienen entre 35 y 44 años), seguidos de los más jóvenes (61,8% entre 16 y 44 años), bajando entre los mayores (el 37.2% entre 55 y 64 años y el 20,5% de 65 a 74 años). Lo que ha cambiado con la pandemia es el gasto: en 2019, la mayoría se gastaba en viajes y espectáculos y ahora, en ropa y calzado (39,6%), ordenadores, móviles y tablets (24,.2%), artículos deportivos (22%) y productos para el hogar (4,5%), según el INE.

A pesar de este gran salto en el comercio electrónico, España todavía está retrasada respecto a las compras por Internet en la mayoría de Europa: en 2019, ocupábamos el puesto 11º por la cola en la Unión Europea (sólo por delante de Italia, Grecia, Portugal, Chipre y 6 paises del Este), con un 58% de compradores por Internet frente al 63% de media en la UE-28 y muy alejados de los paises punteros en comercio electrónico (87% de consumidores compran online en Reino Unido, 84% en Dinamarca, 82% en Suecia, 81% en Holanda, 79% en Alemania, 73% en Finlandia o 70% en Francia), según Eurostat. Eso sí, en compras totales por Internet, España es el 4º mercado europeo (48.826 millones facturados en 2019), sólo por detrás de Reino Unido, Alemania y Francia.

Ahora, empresas y plataformas se han volcado en el Black Friday para consolidar el empuje de ventas por Internet desatado por la pandemia. El objetivo es conseguir unas ventas sin precedentes, aprovechando las restricciones a la movilidad y al aforo en los comercios. Y tratando de que los consumidores anticipen estos días las compras de Navidad y Reyes. Para conseguirlo, han anticipado el Black Friday a la semana pasada y en muchas plataformas seguirán las ofertas otra semana más, extendiendo las ventas a productos que estaban al margen del Black Friday (como juguetes o préstamos bancarios). Y con un gasto disparado en publicidad online y en los medios tradicionales.

Las grandes plataformas  de venta online y los operadores logísticos  se han preparado para una “avalancha de ventas, con un 30% más de empleados (1,1 millones) y un 22% más de superficie de almacenamiento (16 millones de m2): esperan entregar 100 millones de pedidos hasta fin de año, 50 millones en torno al Black Friday (y 10 millones sólo el próximo lunes 30 de noviembre, el “pico” de entregas). Pero algunos expertos no están tan seguros de que se disparen las ventas en este Black Friday de la pandemia, porque hay mucha gente afectada por la recesión (800.000 más en paro y 680.000 en ERTEs) y el resto tiene incertidumbre sobre el futuro, con lo que pueden restringir sus compras. De hecho, las familias ahorran más que nunca (el 21% de la renta en el 2º trimestre, el triple que en 2019), porque ahora no viajan y gastan menos fuera de casa.

Por todo ello, este Black Friday y la campaña de Navidad van a ser un test sobre “el miedo de los españoles” ante el futuro: si les pesa más la incertidumbre sobre el final de la pandemia y la recuperación o el bombardeo de mensajes para que compren a golpe de click. De hecho, algunos expertos ya han denunciado que las plataformas utilizan “maniobras” para fomentar compras online compulsivas: ofertas de tiempo limitado, contadores con los productos que quedan disponibles (manipulados en muchos casos), información sobre los que ya han comprado o descuentos falsos (suben precios antes para luego bajarlos), sin olvidar gastos ocultos que aparecen al confirmar la compra.

El auge de las ventas online tiene un efecto positivo para los consumidores: la mayor competencia, que se traducen en muchos casos en precios a la baja, como señala el Banco de España, quien añade que eso no perjudica a las empresas porque aunque les bajen los márgenes, también les bajan los costes al vender online, con lo que mantienen beneficios o incluso los suben. Pero eso sucede con las grandes empresas, no tanto con las pymes, que en muchos casos no acceden a las ventas online y sufren su competencia. De hecho, sólo el 6,5% de las empresas españolas pueden vender por Internet, según un estudio de Bee Digital a partir de una muestra en más de 1 millón de comercios. Y sólo el 40% del pequeño comercio se suma al Black Friday (la mayoría, con descuentos en las tiendas físicas), según la Confederación Española del Comercio (CEC).

La realidad es que las ventas online son un negocio de unas pocas grandes empresas y plataformas de Internet, donde destaca a mucha distancia Amazon: en 2019 facturó en España por 7.567 millones de euros (con 152 millones de entregas), el 15% de todas las ventas online y más que sus 10 siguientes competidores junto, según el ranking TOP 300 de E-Show Magazine. Le sigue muy de lejos la plataforma china AliExpress, que factura  1.320 millones (y entrega 42 millones de pedidos anuales). Y por detrás están El Corte Inglés (1.320 millones facturados online), Carrefour (813 millones), Ikea (734), Media Mark (615), Joom (452), Día (415), PC Componente (404) y e-Bay (399 millones). Un inciso sobre Amazon: sus ventas en España las factura a través de filiales en Luxemburgo y paraísos fiscales, con lo que en 2019 sólo pagó a Hacienda 3,53 millones de impuestos.

Otro punto negro de las ventas online es la utilización que hacen las grandes plataformas de los datos de sus clientes, de nuestros datos, sin olvidar los riesgos de seguridad que tenemos (robo de datos y tarjetas). Las autoridades europeas y la Agencia de Protección de Datos están muy preocupadas por la utilización de la información sobre nuestras compras y la posible reventa de nuestras pautas de consumo. Y no hay que olvidar la desprotección en muchos casos de los consumidores, en cuanto a sobreprecios, devoluciones, retrasos, etc.

Pero quizás, el mayor problema de fondo del comercio electrónico es que fomenta una economía low cost, donde todo vale con tal de ofrecer el precio más bajo. Y eso pasa no sólo por rebajar la calidad y el servicio sino también por promover un mercado laboral precario en las empresas que ofrecen los productos low cost, con un exceso de contratos temporales (o falsos autónomos) y bajísimos salarios. Es algo en lo que no solemos pensar como consumidores: para conseguir esa camiseta o ese juguete electrónico “tirado de precio” estamos fomentando que una empresa “subcontrate y mal pague” a sus trabajadores. Y que muchas pequeñas empresas (un comercio o una librería) cierren.

A pesar de todas estas “pegas”, el comercio electrónico ha venido para quedarse y crecer, revolucionando la economía en este siglo. Así que habrá que adaptarse, sobre todo las pymes, que ahora apenas cuentan. Porque los consumidores estamos preparados para las compras online (32,8 millones de españoles, el 93,2% de la población, han usado Internet en los últimos 3 meses, según el INE), pero no la mayoría de nuestras empresas: sólo un 20,6% de empresas españolas venden por Internet, según un estudio de UGT, lo que nos sitúa en el puesto 11 de los 28 paises UE. Y menos aún las pequeñas empresas (98% del total): sólo venden online el 5,81% de las microempresas (menos 10 trabajadores) y el 18,17% de las pequeñas (10-50 empleados), frente al 28,86% de las medianas (50-250 empleados) y el 41,68% de las grandes empresas que sí venden por Internet.

Este problema, el bajo nivel digital de España y sus empresas es advertido por la Comisión Europea año tras año. En su último informe, España 2020”, publicado en febrero, las autoridades comunitarias alertaban otra vez sobre “la escasa utilización de las nuevas tecnologías que hacen las pymes españolas”, la falta generalizada de capacidades digitales de los españoles y la escasez de especialistas TIC (señalando que son sólo el 2,9% de los ocupados. Y pedían al Gobierno español más recursos y más formación en digitalización, mientras prometían movilizar más de 20.000 millones de euros en los próximos años para que Europa “plante cara” a EEUU y China en la inexorable revolución digital.

La pandemia ha acelerado el reto de la digitalización y el Consejo Europeo aprobó el 21 de julio un Plan de Recuperación (“Next Generation EU”) para invertir 750.000 millones de euros en modernizar las economías europeas, destinando un tercio de estos recursos (subvenciones y créditos) a la digitalización de las economías comunitarias. En esta línea, el Gobierno español aprobó el 23 de julio el Plan “España Digital 2025, que tiene dos grandes objetivos para fomentar el comercio electrónico. Uno, que en 2025 toda la población española tenga una cobertura aceptable de Internet (100 Mbps), permitiendo un acceso digno a la Red en la España vaciada (hoy, 13 millones de españoles no disponen de un acceso de calidad, según el informe “Las sombras de Internet en España”). Y el segundo, que un 25% del negocio de las pymes sea a través del comercio electrónico.

Para avanzar en este Plan “España Digital 2025” se cuenta con una parte importante de los Fondos europeos aprobados en julio, de los que 140.000 vendrán a España en los próximos 5 años. El Gobierno aprobó en octubre un Plan de Recuperación que va a destinar un tercio del total  (140.000 millones en los próximos 5 años),  a la digitalización de la economía, en especial de las pymes. En los tres primeros años (2021-2023), el objetivo es invertir 70.000 millones, 50.000 privados y 20.000 públicos (15.000 de los 72.000 millones de las subvenciones esperadas de Fondos europeos).  Y otros 70.000 millones entre 2024 y 2025. Todo para que tengamos una economía más digitalizada, con un mayor peso de Internet en los procesos productivos y en las ventas de las empresas.

Tenemos una gran revolución por delante para que la tienda de barrio o la librería de la esquina vendan una parte importante de su facturación por Internet. La pandemia, con el confinamiento y las limitaciones a la movilidad, ha forzado a muchas pymes a ponerse las pilas, pero queda una gran tarea por hacer, para formar plantillas, reconfigurar procesos y adaptarse a las nuevas tecnologías. Y también los consumidores tenemos que adaptarnos a un mundo cada día más digitalizado. Pero no hay otro camino. Eso sí, Internet no debería servirnos para comprar por comprar, para disparar el consumismo, porque eso agrava el cambio climático y la precariedad laboral. Hay que comprar con cabeza, lo que nos haga falta, para no acabar con unos recursos naturales limitados. Con o sin Black Friday.