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jueves, 12 de noviembre de 2020

Banca: pérdidas, despidos y más comisiones


Los Gobiernos europeos, el BCE y el Banco de España están preocupados porque la pandemia provoque una nueva crisis bancaria, como en 2012. Los bancos españoles han vuelto a pérdidas este año, tras multiplicar sus saneamientos, y buscan sobrevivir con más cierres de oficinas (4.000), más despidos (15.000) y subiendo las comisiones a los clientes. Pero se teme lo que les pase en 2021, cuando acaben las moratorias concedidas en créditos e hipotecas y las empresas tengan que empezar a devolver los créditos ICO. El BCE ha alertado que podría haber 1,4 billones de “créditos dudosos” en la eurozona y propone crear “un banco malo para evitar otra crisis bancaria, mientras el Banco de España abre la puerta a “quitas” (perdón) de deudas. Pero además, la banca tiene 2 problemas de fondo que no son la pandemia: tipos de interés negativos (hasta 2031) y una dura competencia de los gigantes tecnológicos. Tienen que reconvertirse a fondo, con transparencia. Pero no a costa de despidos y comisiones.

La anterior crisis económica, la de 2008, fue “una escabechina” para la banca española: decenas de Cajas y varios bancos desaparecieron, con compras y fusiones, y de las 62 entidades que había en 2008 (42 Cajas y 20 bancos) hemos pasado a 10 entidades hoy (ver listado cambios entidades), tras la fusión CaixaBank-Bankia. La banca tardó en hacer saneamientos, intentando mantener los beneficios (18.888 millones en 2008, que bajaron a 8.275 en 2011), pero en 2012 tuvieron que declarar pérdidas (-2.825 millones) y pedir un rescate a Europa: 65.725 millones de euros para sanear 15 entidades, un dinero público que será difícil de recuperar. Con menos entidades y estas ayudas, más la recuperación económica, los bancos volvieron a tener beneficios en 2013 (7.267 millones) y los aumentaron hasta 2017 (12.044 millones), estancándose en 2018 (10.989 millones) y 2019 (11.904 millones), por el poco negocio y los bajos tipos de interés.

Ahora, al estallar otra crisis con la pandemia, los bancos españoles han aprendido la lección de 2012 y se han lanzado a sanear sus cuentas lo más posible, destinando 26.518 millones (lo ganado en 2018 y 2019) a provisiones y saneamientos en el primer semestre de 2020 (17.000 más que en 2019), según las cuentas de la AEB. Y con ello, los bancos que operan en España volvieron a tener pérdidas en la primera mitad de 2020: -11.531 millones, lo ganado en todo 2019. 

En el caso de los 6 grandes bancos (Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia, Sabadell y Bankinter) han publicado ya sus datos de los primeros 9 meses de 2020 (enero a septiembre) y confirman esa línea: han destinado 19.400 millones a saneamientos (+70% sobre 2019), con lo que afloran unas pérdidas conjuntas de -7.734 millones hasta septiembre, por primera vez desde 2012. Eso sí, las pérdidas se concentran en Santander (-9.048 millones) y BBVA (-15 millones), como resultado de una menor valoración de sus filiales en Reino Unido, EEUU y Polonia , ya que los demás grandes bancos siguen dando beneficios, aunque menos que en 2019: 726 millones CaixaBank (-42,6%), 180 millones Bankia (-68,8%), 203 millones Sabadell (-74,1%) y 220 millones Bankinter (-50,5%).

Los grandes bancos han vuelto a tener pérdidas por la pandemia en 2020, pero ha sido por el desplome de la economía en el primer semestre, ya que en el tercer trimestre (con la recuperación de la desescalada), volvieron a tener beneficios: +3.561 millones, que no compensaron los -11.295 millones perdidos en la primera mitad de 2020. Ahora, con la caída de actividad esperada en el 4º trimestre, por los rebrotes de la 2ª ola, se espera que la gran banca vuelva a tener pérdidas y cierren 2020 perdiendo unos -8.500 millones de euros.

Los bancos españoles han intentado fortalecer sus balances, con más provisiones y saneamientos, para afrontar que familias y empresas dejen de pagarles sus créditos. Y para cuadrar sus cuentas, a la vista de que les caen los ingresos (por la recesión tienen menos negocio y los tipos están muy bajos), han utilizado dos vías de ajuste, que llevan explorando desde la crisis anterior: recortar costes vía cierre de oficinas y despidos y aumentar ingresos vía aumento de comisiones a clientes.

Los grandes bancos tienen Planes para cerrar 4.000 oficinas más en 2021 y reducir sus plantillas en otros 15.000 empleados, la mayoría en CaixaBank-Bankia (la fusión reducirá unos 7.500 empleos), en Santander España (-3.000 empleados), en Sabadell (-2.000) y en Liberbank-Unicaja (si sale adelante esta 2ª fusión, se perderían 1.500 empleos más). Con ello, la banca española habrá cerrado en 12 años (2008-2020) un 50% de sus oficinas (pasarán de 46.065 a 24.004) y habrá despedido al 37% de sus empleados (-103.050), que llegarán a ser 120.000 empleos menos en 2021 (un 43% de los 276.497 que había en 2008). 

La justificación para estos despidos, en plena pandemia, es que el margen de la banca no para de caer (por la bajada del negocio y los tipos) y tienen que ajustar costes para sobrevivir. Y además, argumentan, España es el 2º país de Europa con más oficinas bancarias, con menos habitantes por oficina (1.995), tras Francia (1.850), muy por encima de la media de Europa (3.145 habitantes por oficina). Eso sí, no dicen que hay muchas zonas rurales sin oficina, lo que causa un serio problema a la España vaciada.

La otra vía que utiliza la banca para ajustar sus cuentas es subirnos las comisiones bancarias, que este año 2020, en plena pandemia, les reportan ya un 31% de sus ingresos totales, frente al 30% que aportaban en 2019. Y hay bancos que se han volcado especialmente en subir el peso de las comisiones para afrontar la crisis, como Bankia (les reportan el 36,74% de los ingresos), Santander España (33,78%) y Sabadell (32,32%), siendo menor su peso en  el BBVA (30,78% de los ingresos totales), CaixaBank (30,43%) y Bankinter (27,62%). En conjunto, los 6 grandes nos han sacado de comisiones 15.417 millones en 2020 (enero-septiembre), un 9,16% menos, a pesar de que la economía ha caído más. Y hay tres bancos que incluso han ingresado más por comisiones en plena pandemia: Bankia (+10,50%), Bankinter (+3,52%) y CaixaBank (+0,1%).

En  los últimos meses, hay 3 grandes bancos que han puesto en marcha Planes para aumentar sus ingresos por comisiones: Santander, CaixaBank y BBVA. En todos los casos, la estrategia es doble: por un lado, elevar los requisitos de vinculación a los clientes (nómina, recibos, tarjetas o más contratación de productos o depósitos) para no cobrarles comisiones y subir lo que cobran al resto en comisiones por mantenimiento de cuenta, sacar dinero en las oficinas, transferencias, tarjetas o mantenimiento de valores. Se trata de cobrar más a todos por los servicios bancarios y en especial a los que usan poco el banco. Incluso ING, "el banco sin comisiones", va a cobrar 10 euros al mes por la Cuenta Naranja a los clientes sin nómina y con más de 30.000 euros

Los bancos tratan de ingresar más con comisiones y recortar costes (con cierre de oficinas y despidos) para paliar sus menores ingresos y las exigencias de más saneamientos, ante el esperado aumento de la morosidad. Pero no quieren utilizar para ajustar sus cuentas parte de sus beneficios, no repartiendo dividendos (un porcentaje de sus beneficios de 2019) a sus accionistas. Al final, ha tenido que ser el BCE el que prohíba a los bancos repartir dividendos, para que tengan ese “colchón” ante esta crisis. Primero recomendó en marzo no repartirlos este año y en julio extendió la prohibición hasta el 1 de enero de 2021. Pero los bancos europeos, y sobre todo los españoles, ya han dicho que van a repartir ese dividendo en 2021, lo que supondrá destinar una parte importante de sus beneficios 2019 (un 14% el Sabadell, un 26% el Santander, un 25% CaixaBank, un 48% Bankinter, un 49% BBVA y un 66% Bankia) a sus accionistas y no a reforzar sus balances, despedir menos empleados o no subirnos tanto las comisiones a los clientes.

Cara al futuro, los bancos españoles dicen que ahora están mejor preparados y son más solventes que en la crisis de 2008-2012. Y es verdad. Pero los expertos temen que lo peor para la banca está por venir, porque en 2021 puede estallar la morosidad, dispararse los créditos impagados. De momento, los grandes bancos españoles tienen una baja tasa de morosidad (% de créditos impagados o de dudoso cobro), inferior incluso a la de 2019: 2,51% Bankinter, 3,15% Santander, 3,5% CaixaBank o 4,9% Bankia. Pero los expertos creen que eso se debe a las ayudas públicas a familias y empresas, junto a las moratorias aprobadas para retrasar el pago de hipotecas y créditos. Y piensan que esta baja morosidad es un espejismo, que puede estallar en 2021 por dos vías. Una, cuando acaben las moratorias aprobadas por el Gobierno y los bancos para pagar créditos (6 meses) o hipotecas (1 año) a los más afectados por la pandemia. De hecho, en el tercer trimestre ya han expirado algunas de estas moratorias y una minoría no ha podido pagar 2.400 millones (el 2,4% de los aplazamientos). La otra vía llegará en primavera de 2021, cuando las empresas tengan que empezar a pagar a los bancos los créditos ICO, concedidos con un año de carencia (un año de “tregua”, para empezar a devolverlos después en 5 años).

Así que lo que hoy no parece un problema, que familias y empresas no paguen sus créditos e hipotecas, puede estallar con virulencia en abril y mayo de 2021, poniendo en un serio peligro a la banca. Un problema que es europeo: la Autoridad Bancaria Europea (EBA) ya ha alertado que “en un escenario severo pero posible  de la pandemia, los bancos de la zona euro podrían acumular créditos dudosos por valor de 1,4 billones de euros”, un nivel de morosidad muy superior al alcanzado en la crisis financiera de 2008-2010. Y esta preocupante situación afectaría más a los bancos españoles, por dos razones: porque la recesión por la pandemia es más grave en España y porque los bancos españoles están a la cola de rentabilidad en Europa (-9,2% en el primer semestre frente al +0,01% de media los bancos de la zona euro).

Algunos directivos del BCE ya han propuesto que Europa cree un banco malo, para meter en él los créditos dudosos de los bancos europeos y quitarles así ese lastre, con lo que podrían estar más saneados y dedicarse a financiar la recuperación. El problema vendrá de Alemania, Holanda y los paises ricos del norte, que no querrán cargar con el coste de este banco malo, sobre todo si la mayoría de los créditos malos vienen de los paises del sur. Pero si no se hace, podríamos tener un problema con la banca, en España, Italia, Portugal o Grecia, como en 2010-2012. Y habría que volver a otro “rescate bancario”. La perspectiva es tan preocupante que incluso el Banco de España propuso en el Congreso, en octubre, un tema tabú para la banca: estudiar “quitas” (perdonar) de parte de las deudas de empresas viables que en primavera no puedan empezar a devolver los créditos ICO. Antes, para evitarlo, el Banco de España ha propuesto ampliar el año del periodo de carencia de estos créditos.

Como se ve, la banca no tiene tan claro el futuro como dice. Además, cuando salgamos de esta pandemia y de su recesión (con suerte, en 2023), la banca española seguirá teniendo 2 problemas estructurales, que amenazan sus cuentas y su futuro. El primero, los bajos tipos de interés, que reducen sus márgenes y su beneficio. De momento, el Euribor (tipo al que se prestan los bancos entre sí) lleva en negativo casi 5 años (desde febrero de 2016) y se espera que los tipos sigan en negativo hasta 2031, según ha vaticinado recientemente el consejero delegado de CaixaBank-Bankia, Gonzalo Cortázar. Y eso obliga a los bancos a cobrar tipos mínimos a familias y empresas, que además se endeudan poco tras la mala experiencia de la anterior crisis. Y el segundo problema de fondo es la creciente competencia, de los gigantes de Internet, las telecos y los nuevos bancos online (N26, uno de los últimos, ha conseguido 500.000 clientes). Nuevos competidores que tienen además una gran ventaja sobre la banca tradicional: su buena imagen.

Porque el tercer problema de fondo de la banca es su mala reputación: la banca se ha ganado la mala reputación que tiene. No podemos echarle la culpa a nadie, no ha venido una norma y nos ha puesto mala reputación, sino que el sector se lo ha ganado”, reconocía a finales de 2019 Gonzalo Cortázar, nombrado ahora consejero-delegado de la nueva CaixaBankia, el primer banco español y el 10º de la zona euro. Una reputación que no mejora con cierre de sucursales, nuevos despidos y más comisiones a los clientes, que cada año multiplican las  demandas en los Tribunales y las reclamaciones (14.621 presentadas en 2019 ante el Banco de España), siendo casi la cuarta parte (22%) desoídas por las entidades.

Vienen meses duros para la economía y para la banca, que tendrá que reforzar sus balances y ajustar sus cuentas, pero sin agravar las cifras de paro y cargar excesivas comisiones sobre sus clientes, familias y empresas. Y tendrán que replantearse de una vez su negocio, reconvertirse, para poder competir con otras compañías que aspiran a mover nuestro dinero y financiarnos. Necesitamos una banca más saneada (que reinvierta sus beneficios, no aumente sus dividendos),  a la que no tengamos que volver a rescatar. Y una banca no más grande (fusiones) sino más transparente, más eficiente y más justa. Amén.

jueves, 28 de noviembre de 2019

Cae el crédito a empresas y familias


Otro indicador del “enfriamiento” de la economía: hay menos demanda de crédito. Las peticiones de crédito de empresas y familias han caído en el tercer trimestre, algo que no pasaba en España desde 2013. La razón es doble. Primero, los bancos redujeron los préstamos personales, porque estaban “peligrosamente disparados” (según el Banco de España), y las hipotecas, porque ahora tienen más costes. Pero después, a partir del verano, son las familias y las empresas las que se retraen a pedir créditos, porque no ven claro el futuro. Endeudarse menos es bueno, pero el riesgo es que con ello caiga el consumo y, sobre todo, la inversión empresarial, clave para el empleo. Y también, que si tienen menos negocio, lo sufran los bancos y algunos entren en crisis. De momento, reaccionan a la caída del crédito con más despidos y cierre de sucursales. Y nos cobrarán más comisiones desde enero. Así que la caída del crédito es otro nubarrón más en el horizonte de la recuperación.


enrique ortega

España es un país “adicto al crédito”, uno de los paises más endeudados del mundo: estamos en el puesto 15º en el ranking mundial de deuda pública y privada, según McKinsey Global. Y este endeudamiento es hoy mayor que antes de la crisis, aunque su peso en la economía se ha reducido algo: en 2008, la deuda total de España era de 2.612.158 millones de euros (el 235% del PIB) y en 2018 ha sido de 2.763.647 millones (el 228% del PIB). El gran cambio en la última década ha sido que el Estado ha triplicado su deuda (de 440.620 millones adeudados en 2008 pasó a 1.173.107 millones en 2018) mientras reducían su endeudamiento las empresas (un -29,77%: de 1.261.000 millones que debían en 2008 a los 885.531 millones en 2018) y las familias españolas (un -22,57%: de 910.158 millones adeudados en 2008 a 705.009 en 2018).


En definitiva, que las empresas y familias españolas han aprovechado la última década para dedicar beneficios e ingresos a devolver deuda y no pedir mucha más, mientras el sector público (Estado, autonomías y Ayuntamientos) se endeudaban para financiar sus déficits, provocados por la crisis (menos ingresos y más gastos). Este desendeudamientode empresas y familias es bueno, porque les quita una losa de pagos y les permite invertir más y consumir más, dos motores claves del crecimiento y del empleo. Pero en la segunda mitad de 2018 y en 2019, las empresas y familias volvieron a endeudarse, olvidando los “malos tiempos” y  aumentando su saldo de crédito. Sin embargo, a partir de este verano, “no lo han visto claro” (temor a otra crisis) y se han retraído de pedir nuevos créditos: las empresas desde abril y las familias desde junio.


El resultado es que la demanda de crédito ha caído durante el tercer trimestre de 2019, según el Banco de España, algo que no pasaba desde 2013 (en lo peor de la crisis). La demanda total de crédito, estancada desde mayo, cayó un -0,4% en septiembre, cuando crecía el 5,5% un año antes. Y cae mucho más la demanda de crédito de las empresas, un -1,1% en septiembre frente al 3,5% que crecía su endeudamiento un año antes. Las familias siguen endeudándose, pero el crédito que piden para el consumo creció sólo un 5% en septiembre (frente al 19,3% que creció un año antes) y las nuevas hipotecas sólo crecían un 0,2% en septiembre (frente al 12,5% que crecían un año antes). En definitiva, que el crédito, que parecía recuperarse, se ha vuelto a aletargar. 


¿Qué está pasando? La caída del crédito desde el verano es fruto de dos causas. La primera, una mayor “prevención” de la banca a prestar a las familias, empujada por el Banco de España (que les alertó del “excesivo” aumento de los créditos personales, que aumentaron un 17% en 2018), el aumento de la morosidad (un aumento del 25% en los clientes que no pagan) y, sobre todo, los cambios legales en las hipotecas, que ahora son “menos rentables” para la banca. El 16 de junio de 2019 entró en vigor la nueva Ley Hipotecaria, que obliga a las entidades a unos criterios más estrictos en la concesión de hipotecas y a asumir gastos e impuestos que antes pagaban los clientes. Además, en septiembre, el Tribunal Supremo dictaminó que los bancos no podrán ejecutar una hipoteca hasta que el cliente cumpla un año de impagos. Factores todos que han frenado las hipotecas.


Además, hay otra causa que explica la caída del crédito: los temores a “otra crisis” han hecho que las familias se piensen mucho más el pedir un crédito, tanto para consumo como para comprar una vivienda, cuyas ventas también se han “enfriado” (de enero a agosto se han vendido 8.000 viviendas menos que el año pasado, un 2,2% de caída, algo que no sucedía desde 2014). Y las empresas, preocupadas por la caída del consumo y de las exportaciones en el tercer trimestre, también se han retraído a la hora de pedir préstamos para ampliar su actividad.


El resultado es que ha caído el crédito en los últimos meses. Las empresas, que acabaron 2018 con 885.778 millones de deuda, la aumentaron hasta los 897.584 millones en abril, pero luego se han “desendeudado” y debían 894.427 millones en septiembre de 2019, según el Banco de España. Y eso que las empresas están en mucha mejor situación para endeudarse que antes, porque sus beneficios han aumentado un +13,7% desde 2008 (509.687 millones en 2018). Eso supone que ahora sólo destinan un tercio de sus beneficios a pagar la deuda, cuando en 2008 les comía el 72% de sus ganancias, según un estudio de la Fundación BBVA e Ivie. Pero, a pesar de eso, han frenado su endeudamiento y, con ello, sus proyectos de inversión, lo que es preocupante para el crecimiento y el empleo.


En cuanto a las familias, han frenado sobre todo la petición de créditos personales: sólo han pedido 26.236 millones entre enero y septiembre, un 3,6% más que el año pasado, cuando en todo 2018 estos créditos aumentaron un 17%, según el Banco de España. El crédito con tarjetas crece un 5% en los 9 primeros meses y donde más se nota el parón es en las hipotecas: se han concedido 31.250 millones entre enero y septiembre de 2019, sólo un 1,8% más que el año pasado, cuando en todo 2018 el dinero prestado con hipotecas creció seis veces más, el 10,8%, según los datos del Banco de España.


Al final, este “enfriamiento” del crédito tiene una parte positiva (menos “agobio de pagos” por intereses para familias y empresas) pero tiene otra parte muy negativa: si las familias no se endeudan, muchas consumen menos y compran menos viviendas, lo que retrae el crecimiento (y el empleo). Y si las empresas no se endeudan, les será más difícil invertir en maquinaria, tecnología y mano de obra, lo que reduce su productividad y frena el crecimiento y el empleo. Además, esa menor demanda de crédito de las que pueden pedirlo se suma a las muchas empresas que tienen problemas para financiarse, con lo que tampoco invierten. De hecho, el 20% de las microempresas (1-9 trabajadores) españolas (hay 1.143.000 microempresas, que aportan el 20% de todos los empleos) no tienen acceso al crédito y otro 51% tienen problemas para conseguirlo, según un estudio del BBVA e Ivie


Pero hay otra consecuencia más del frenazo del crédito: el daño a la banca, cuyo negocio es prestar. Además, si tienen exceso de liquidez (porque les piden menos crédito), el BCE ahora les penaliza, porque les cobra por los depósitos que tienen en el Banco Central Europeo (un 0,5%). Y además, como los tipos están bajos, les han bajado los márgenes. El resultado es que los 6 grandes bancos españoles (Santander, Caixabank, BBVA, Bankia, Sabadell y Bankinter) han tenido una bajada de sus beneficios: 7.536 millones en el primer semestre de 2019, un 11,19% menos que en la primera mitad de 2018. Y de seguir el crédito débil y si volvemos a entrar en crisis, alguno podría volver a tener problemas (y el rescate lo pagaríamos todos). Pero no hay que llegar a tanto. La situación actual ya nos afecta, por tres vías que buscan los bancos para ajustar sus cuentas: despidos, cierre de oficinas y más comisiones


Ante los tipos bajos y el debilitamiento del crédito, los grandes bancos ya han anunciado más cierre de oficinas y más despidos (que ellos disfrazan como “jubilaciones anticipadas). Ya entre 2007 y 2017, la banca española cerró un tercio de sus oficinas (el 38%) y redujo casi un tercio su plantilla (un 31%). Y sigue por ese camino.  En el primer semestre de 2019, la gran banca cerró 426 oficinas y redujo su plantille en 2044 personas. Y en 2020, Sabadell prevé cerrar 200 oficinas más, BBVA otras 195 y Santander completar el cierre de las 1.200 previstas, lo que se unirá  a un recorte de plantilla de 6.200 personas más. Y la tercera medida será aumentarnos las comisiones, que ya les aporten una cuarta parte de los ingresos totales. De momento, Santander, BBVA y Sabadell ya han anunciado a sus clientes que les subirán las comisiones en enero, sobre todo a los clientes menos "vinculados".


Ahora, los expertos creen que el crédito volverá a caer en el cuarto trimestre de 2019, porque sigue la incertidumbre económica internacional y no se despeja la incertidumbre política en España, lo que disuade a empresas y familias a endeudarse. Es posible que se recupere algo el crédito a las familias, porque los bancos “necesitan con urgencia prestar”. Por eso, están metidos en una cierta “guerra de créditos”, sobre todo para vender hipotecas, aprovechando la subida de los alquileres  (cuanto más altos, más compensa comprar casa) y los bajos tipos de interés (el Euribor lleva meses en negativo y ha caído del -0,116% en enero al -0,304% en octubre). Además, los bancos “ganan mucho” con las hipotecas, porque los tipos que cobran son de los más altos de Europa (el 2,04% TAE en septiembre, frente al 1,78% en la zona euro, según el Banco de España) y porque la hipoteca les permite “tener un cliente cautivo 25 años”, que le reporta otros ingresos vía nómina, domiciliación de recibos, tarjetas, seguros y cobro de múltiples comisiones. Eso sí, cada vez más, la banca “elige” a quien concede las hipotecas, personas con trabajo estable y sueldos “decentes”. 


En los créditos al consumo (compra coche, muebles, vacaciones...), los bancos van a ser más cautelosos (son créditos más “peligrosos”, con más morosidad), aunque también los necesitan para mantener su negocio, sobre todo porque son muy rentables: los bancos españoles cobran por ellos un 8,04% TAE (recordemos que el precio oficial del dinero es el 0%), bastante más que el 5% que cobran los bancos de la zona euro, según el Banco de España. Y sobre todo, les interesa el negocio de las tarjetas, donde cobran un 19,67% TAE por el dinero disponible (tarjeta revolving), frente al 16,61% en la zona euro.


Lo que no parece posible es que los bancos apuesten por prestar a las empresas, algo de lo que salieron muy “escaldados” con la crisis. En unos casos, las empresas grandes, no acuden a financiarse a los bancos y lo hacen “en los mercados”, emitiendo bonos y deuda que ahora pueden colocar barata. Y en el caso de las pymes y microempresas, se junta el que ellas no se atreven a endeudarse con que tienen muy difícil conseguir un crédito. El resultado es que no invierten: el 75% de las empresas que necesitarían invertir tienen problemas para financiarse, según el estudio de la Fundación BBVA e Ivie. Y si las empresas no invierten, no se renuevan ni crean empleo. Y con ello, España sigue a la cola de la competitividad  en Europa, tenemos el doble de paro y menos renta.


Al final, el enfriamiento del crédito es otro indicador clave de que la economía se debilita, aunque siga creciendo. Es una locura endeudarse como lo hicieron empresas y familias en los años de “vacas gordas”. Pero no endeudarse, sobre todo las empresas, ahora que tienen cuantiosos beneficios y deberían modernizarse para afrontar una competitividad global, es un suicidio a medio plazo. Habría que “desatascar” los mecanismos del crédito, para que las pymes lo consigan y también las familias que lo necesiten. Es una tarea del BCE, del Banco de España y del próximo Gobierno. Que el exceso de liquidez y los tipos bajos ayuden a invertir y crear empleo, no a esterilizarse en depósitos y en la Bolsa. Que fluya el crédito.

lunes, 20 de noviembre de 2017

Banca: más beneficios por comisiones y despidos


Los cinco grandes bancos españoles ganaron hasta septiembre 11.400 millones de euros, más que en todo el año 2016. Y eso ha sido gracias a que nos han cobrado un 11% más en comisiones, sobre todo de tarjetas, cajeros, cuentas, fondos y Bolsa. Y también porque han abierto la mano en créditos al consumo, cobrando tipos más altos que en Europa, aunque sólo nos pagan el 0,1% por los depósitos (donde tenemos 775.000 millones de euros). Además, les ha ayudado a ganar más el seguir cerrando oficinas y despidiendo empleados, 81.500 ya desde 2008. Ahora, la banca ya ha anunciado nuevos despidos (1.585 el Santander, tras absorber el Popular) y seguirá subiendo las comisiones, mientras espera que 2018 sea un año de grandes beneficios, porque subirán los tipos de interés (BCE). Es bueno que la banca sanee sus cuentas, pero, tras las cuantiosas ayudas públicas recibidas, debería cambiar: ser más transparente, más ética y más eficiente, no “brearnos” a comisiones. Necesitamos otra banca.


enrique ortega

La banca sí ha salido de la crisis, mientras el 70% de los españoles afirman que todavía no notan la recuperación. Los cinco grandes bancos (Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia y Sabadell) han conseguido, de enero a septiembre de 2017, unos beneficios netos de 11.400 millones de eurosun 24,3% más que en los nueve primeros meses del año pasado y más beneficios que en todo 2016 (8.755 millones), año que les cayeron los beneficios  (-22,3%) por las pérdidas del Banco Popular. Casi la mitad de estos beneficios de 2017 los tiene el Santander (5.077 millones), seguido de BBVA (3.449 millones), CaixaBank (1.488), Bankia (739) y Sabadell (654 millones). Con todo, el beneficio de los cinco grandes bancos españoles aún no ha recuperado el nivel de antes de la crisis (15.093 millones enero-septiembre 2008).

Tomando a toda la banca española, los últimos datos de la patronal AEB son del primer semestre de 2017: ganaron 6.964 millones de euros, un 18,6% más que en el primer semestre del año pasado y casi tanto como lo ganado en todo 2016 (7.987 millones).  Eso sí, todavía están lejos de recuperar los beneficios de antes de la crisis, los 9.712 millones ganados en el primer semestre de 2008.

Los beneficios de la banca mejoran sensiblemente este año por varias razones. La principal, porque siguen aumentando los ingresos por comisiones que cobran a los clientes. Los cinco grandes bancos han ingresado por comisiones 15.716 millones en los nueve primeros meses de 2017, un 11% más que en 2016, destacando el tirón de las comisiones en Santander (8.648 millones, +14,6%), BBVA (3.705 millones, +4,2%), CaixaBank (1.867 millones, +20,8%), Sabadell (904 millones, +5,1%) y Bankia (636 millones, +4,1%). Para toda la banca española, tenemos los datos del primer semestre: 7.265 millones ingresados por comisiones, un 8,77% más, casi tanto como antes de la crisis.

La banca española ha conseguido en 2017 aumentar sus ingresos por comisiones en casi todo, desde lo que cobran por transferencias, descubiertos o mantenimiento de cuenta a las comisiones por venta de seguros, fondos y Planes de pensiones, sin olvidar el fuerte aumento en las comisiones por operar en Bolsa. Y sobre todo, han aumentado mucho los ingresos por sacar dinero en los cajeros y por la operativa de las tarjetas de crédito, sin olvidar las comisiones que cobran en los créditos personales e hipotecas.

Muchos bancos han aumentado la comisión que cobran por tener una cuenta corriente, sobre todo a los clientes “no vinculados”, los que no tienen la nómina domiciliada ni contratan otros servicios (el Santander, por ejemplo, con la Cuenta 1,2,3). E incluso varios cobran por algunas operaciones hechas en las oficinas, en un intento de que vayan menos los clientes y usen los canales “online”. También han subido las comisiones por descubierto, que son dos: una fija (entre 30 y 45 euros) y otra variable, sobre el importe del descubierto, que ronda el 4,5% (con un mínimo de 15 a 20 euros). Y suben las comisiones por hacer transferencias, que pueden ser gratis (banca online) hasta un 0,35% de lo transferido (con mínimos de 3 a 8 euros por operación). A partir del 21 de noviembre, las transferencias serán instantáneas (10 segundos), al entrar en vigor el nuevo sistema europeo de transferencias, pero no gratuitas (el cargo, 3 euros o más por transferencia, dependerá de cada banco y cliente).

Este año 2017, una gran fuente de comisiones son las operaciones en los cajeros (455.000 operaciones en el primer semestre, un 1,5% menos que el año pasado), tras la aprobación de las nuevas tarifas en enero de 2016.Los grandes bancos cobran entre 1,80 (BBVA) y 2 euros (CaixaBank) a los clientes de otras entidades que usan sus cajeros, mientras Bankia y las cajas de la red Euro 6.000 cobran entre 0,65 y 1,80 euros por operación de clientes de terceras entidades. Ahora, tras la reciente fusión de 4B, Servired y Euro 6000, operativa a partir de enero, podrían incluso endurecerse los cobros, al gestionar una única sociedad (un monopolio de hecho) los 50.193 cajeros existentes.

Pero la gran fuente de comisiones son las tarjetas de crédito, que han batido en 2017 todos los récords: 77,25 millones de tarjetas en junio (50,85 de crédito y 26,40 de débito). Y con las tarjetas, la banca ingresa por todos los lados: desde que las coloca al cliente (comisión anual de 35 a 45 euros al año) hasta lo que cobra a la tienda por el TPV y las compras (el 0,3% por operación en las tarjetas de crédito y un 0,2% en las de débito, más de 3 millones de operaciones al año) más los ingresos por descubierto, cuando nos pasamos en el límite de compras. Y luego están las compras que se hacen a crédito, con las tarjetas revolving: se paga cada mes una cantidad fija, que es como un crédito por el que se pagan intereses (rozan el 20% anual). Este uso de las tarjetas para comprar a crédito se ha disparado y supuso un gasto de 12.765 millones al mes en septiembre, según el Banco de España (frente a 10.432 millones en septiembre de 2016), por el los bancos cobraron jugosos intereses.

También ayuda a engordar las comisiones que la banca haya empezado a dar más créditos a las familias (no a las empresas). Por un lado,  los bancos llevan dos años y medio concediendo más créditos al consumo, para comprar coche, pagar estudios o irse de vacaciones, con importes bajos y plazos cortos. Este año, de enero a septiembre, la banca española concedió 21.056 millones en crédito al consumo, un 15,6% más que el año pasado y el doble que en todo 2012. Unos créditos donde la banca cobra de media el 8,83%, bastante más que los bancos de la zona euro (6,20%), según datos del BCE. Y donde además carga comisiones y a veces exige contratar un seguro (más comisiones). Por otro lado, la banca está concediendo más hipotecas (26.500 al mes, el doble que hace cuatro años), en las que cobra un interés similar al de la banca europea (2,21% frente a 2,20%), mientras intenta que los clientes contraten a tipos fijos (ya lo tienen el 40% de las hipotecas), que les dejan más rentabilidad. Y además, también por las hipotecas cobran comisiones: de estudio, de apertura (hasta 2.000 euros), de cancelación parcial o total (0,25 al 0,50%)…

Y todo este dinero que presta la banca, en crédito al consumo o hipotecas, es dinero que no le ha costado nada: los tipos de interés oficiales del dinero están en el 0% y el dinero que les dejan los clientes en depósitos (775.000 millones de euros) sólo les cuesta el 0,1 % de media, según datos del BCE. En los depósitos a un año, por ejemplo, la banca española paga el 0,09% a sus clientes, muy por debajo de la media que paga la banca europea (0,37%). Y en las cuentas a la vista, pagan el 0,04% (el 0,05% en la zona euro).

En resumen, la banca española consigue aumentar sus beneficios (un +24,3% los cinco grandes) gracias a que ingresan más por comisiones y a que prestan más dinero que no les cuesta. Además, en 2017 siguen haciendo caja con la venta de viviendas con las que se habían quedado a la fuerza (de promotores y clientes morosos): en los primeros 9 meses ya se han desprendido de 52.000 millones en activos inmobiliarios, 30.000 el Santander, del Popular), frente a 22.000 millones ingresados en 2016. Y se espera que sigan vendiendo inmuebles en 2018, con el objetivo de que el ladrillo deje de ser un lastre para la banca en 2019. Y otra vía de mejorar beneficios ha sido recortar costes, cerrando oficinas y despidiendo empleados. Entre 2008 y 2016, la banca española ha cerrado 16.000 oficinas (1 de cada 3) y ha recortado 81.575 empleos (3 de cada 10), según el Banco de España. Y el ajuste no ha terminado: Santander ha anunciado 1.585 despidos más (por la absorción del Popular), Bankia otros 1.300 (por la fusión con BMN) y Evo Banco otros 270, mientras los expertos creen que la banca recortará otro 30% sus plantillas en los próximos 10 años.

Bueno, ya sabemos por qué la banca española recupera sus beneficios de siempre. Ahora se espera que los beneficios se disparen en 2018 y 2019, porque la mayoría del ajuste está hecho (ya no tienen que dedicar tanto dinero a saneamientos y provisiones), porque “harán la digestión” de las fusiones (más negocio y menos costes) y, sobre todo, porque subirán los tipos de interés en Europa (BCE), la clave del negocio bancario: poder cobrar más por el dinero. Eso sí, el crédito no despega y llevamos ya casi 9 años de caída del crédito "vivo" (el crédito nuevo que se concede es menor que el que se devuelve o amortiza): un recorte del crédito a empresas y familias del 33% (-611.000 millones) desde 2008, según el Banco de España. Y todavía habrá que esperar a que crezca, porque falta que se recupere el crédito a las empresas, porque la banca tiene miedo de prestar y porque hay pocas empresas solventes que se lancen a endeudarse para invertir más.

Por ello, los bancos van a seguir centrando su negocio en los préstamos personales y en conceder algunas hipotecas más (solo a clientes con trabajos fijos y sueldos decentes), pero sobre todo en cobrar más comisiones a la mayoría de los clientes, la principal fuente de sus beneficios. “En la próxima década, el cobro de los servicios prestados será la norma”, advirtió  el año pasado la patronal bancaria AEB, mientras la mayoría de entidades, ante la apatía del crédito,  busca más ingresos en el negocio no específicamente bancario, como  los seguros, los fondos de inversión, la operativa de Bolsa y sobre todo, las tarjetas de crédito, vía comisiones crecientes. Y en la operativa diaria, buscan cargar más comisiones a los clientes no vinculados (sin nómina, tarjetas, créditos o productos), los que no aportan negocio.

Es la estrategia de la banca española, mientras se enfrenta a dos problemas de fondo: recuperar su mala imagen entre los clientes (se presentan más de 1.000 demandas diarias contra la banca en los Juzgados, sólo por hipotecas) y afrontar la digitalización, un reto en el que afrontan la creciente competencia de los grandes de Internet (Google, Apple, Facebook, Amazon), que cada vez ofrecen más medios de pago y servicios financieros. Para afrontarlos, necesitan crear una nueva banca, más dinámica, más ágil, más transparente y, sobre todo, más cercana al cliente, que no les perdona que les hayan engañado (venta de acciones preferentes, cláusulas suelo) y que les quieran cobrar por todo, sobre todo después de haber sido rescatados con dinero público que mayoritariamente no se podrá recuperar (41.150 millones). España necesita una banca rentable para financiar la recuperación, pero no a costa de “brear” al cliente con comisiones y tipos más altos que en Europa. Necesitamos una banca más eficiente, justa,  transparente y más comprometida con la recuperación y el empleo. Urge tener una banca “nueva”.