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jueves, 3 de agosto de 2017

Verano 2017: congestión y precios disparados


La mayoría de españoles empezamos esta semana las vacaciones de verano y nos encontraremos un país “tomado” por los turistas extranjeros (30 millones entre julio y septiembre) y españoles, que van a moverse más que nunca. Con tanto turista, los precios se van a disparar, desde hoteles y restaurantes a apartamentos, supermercados y coches de alquiler: subirán un 10% sobre el verano pasado, tras haber subido otro 10,5% los dos últimos años. Lo peor es que habrá zonas, en las islas y la costa mediterránea, “congestionadas”, según reconoce la patronal turística, preocupada porque hay ciudades (Mallorca, Barcelona) donde los vecinos están “hartos del turismo”: achacan esta “turismofobia al “boom” de apartamentos que se alquilan por Internet, sin control. En cualquier caso, España estará “a tope” este verano y el sector cree que es hora de “cambiar el modelo turístico”, de apostar más por la calidad que por la cantidad. Urge repensar el turismo español a 20 años vista, renovando y ampliando la oferta. No matemos “la gallina de los huevos de oro”.



                                                                                           enrique ortega

La mayoría de España está de vacaciones, pero no todos pueden cogerse unos días y escaparse de su rutina diaria: el 39,5% de españoles no se puede ir de vacaciones ni una semana al año, según la última Encuesta de Condiciones de Vida 2016 (INE). La mayoría de esos 4 de cada 10 españoles que no toman vacaciones son jóvenes (44,2% menores de 29 años no cogen ni una semana de vacaciones) y mayores de 65 años (43,2% no viajan), sobre todo los que tienen poca formación (más del 52% de los que sólo tienen la ESO o menos), los que están parados (68,6% no cogen vacaciones), las madres solas con niños (56% no tienen vacaciones) y la mayoría (del 54 al 75%) de los que ganan menos de 11.634 euros al año, según los datos que aporta el INE. Otra estadística, el Barómetro del CIS de junio, nos revela que sólo el 41% de españoles van a hacer un viaje turístico y del resto, la mayoría irá a visitar a un familiar (26,1%) o amigos (18,3%), marchará a una segunda residencia (14%) o se quedará en casa (20,7%), mientras el 15,9% no tiene vacaciones.

La España que si se va de vacaciones, ese 60,5% que dice el INE, se va a encontrar este verano más gente que nunca, entre extranjeros y españoles. La previsión es que este verano se superen los 30 millones de turistas extranjeros entre julio y septiembre, frente a los 27,6 que llegaron el verano de 2016 (que ya fue récord). Y eso porque en la primera mitad del año han seguido subiendo los turistas extranjeros, empujados por el temor a destinos como Turquía, Egipto o Túnez (que han perdido un 22% más de turistas europeos este año) y por los atentados en Europa (Reino Unido, Francia o Bélgica), que han aumentado el turismo urbano a España, según los datos de la patronal turística Exceltur. Y se espera este verano una recuperación en España del turismo ruso, nórdico y asiático, mientras se mantiene el turismo británico, a pesar del Brexit. Eso sí, la libra ha caído un 15% desde junio de 2016, lo que encarece España a los británicos, aunque se espera que lo compensen viniendo menos días y gastando menos. Otro dato que no ayuda es el euro, que ha subido un 12% frente al dólar desde enero (ahora supera los 1,18 dólares), lo que hace que España sea un 12% más cara para los no europeos.

En cualquier caso, todo apunta a que será un verano superrécord para el turismo extranjero, sobre todo europeo, en las islas (Baleares y Canarias) y en la costa mediterránea, tanto levantina como andaluza. Y junto a estos 30 millones de extranjeros, se esperan otros tantos o más turistas españoles, que quieren olvidarse de la crisis y viajar este verano más que nunca, tras una Semana Santa, mayo y junio que han sido récord de viajes y pernoctaciones en hoteles, apartamentos y casas rurales. La previsión de la patronal Exceltur es que los españoles viajen sobre todo a Baleares, la costa Mediterránea (de Gerona a Cádiz) y al norte de España, que este verano estará más lleno que nunca. Y los que esperan más ingresos son las empresas de alquiler de coches, las de ocio (parques de atracciones) y los apartamentos y casas rurales.

Con tanto turista, extranjero y español, las empresas del sector han aprovechado para subir los precios: los precios de los hoteles han subido un 25,5% en el primer semestre de 2017, según el IPC (INE).  Y se espera un aumento de las tarifas hoteleras del 10% sobre las del verano pasado, según un estudio de Deloitte. Una subida que se sumará al 10,5% que ya subieron los precios hoteleros en los dos últimos años (2015 y 2016), con lo que hay hoteles que ya tienen un precio superior al que tenían antes de la crisis. Pero no sólo suben los hoteles: han subido los vuelos (un 9,5% en el primer semestre, según el IPC, más por la fuerte demanda que por el petróleo) y los paquetes que ofrecen las agencias de viajes, así como las tarifas de los apartamentos (940 euros diarios en Ibiza en agosto), casas rurales y campings.  Y subirán este verano los precios de bares y restaurantes, así como el alquiler de coches (sobre todo en las islas) y las entradas de parques y lugares de ocio. Y también subirán los precios de la comida y los supermercados, aprovechando la mayor demanda y porque la sequía sube los precios de frutas, verduras y carnes. Eso sí, costará sólo unos céntimos más que el verano pasado echar carburante al coche.

Con estas nuevas subidas, lo que se espera es que extranjeros y españoles reduzcan los días de vacaciones, para no gastar mucho más. De hecho, la estancia media lleva bajando tres años ( 6,9 días) y el gasto medio de los extranjeros, aunque se ha recuperado en 2017 (702 euros de media hasta abril frente a 700 euros en todo 2016), está todavía muy por debajo del de 2011 (813 euros de gasto medio por turista), según los datos de Exceltur, que recuerdan que la mayor parte del gasto que hacen los extranjeros en España (77.000 millones de euros en 2016) se queda fuera, porque se lo llevan los tour operadores y las líneas aéreas. Y que el gasto de los turistas en España ha caído, año tras año, desde 2011. Eso se debe a que cada vez viene un turismo más low cost, en viajes baratos y a apartamentos, que gasta menos.

En definitiva, que nos espera un verano con España a tope y todo más caro. Pero lo peor es que en algunas zonas de España habrá congestión” turística, el término que ha empleado la  patronal turística, Exceltur. Serán sobre todo las islas baleares (Mallorca e Ibiza) y algunas zonas de la costa de Cataluña (más Barcelona capital), Comunidad valenciana y Andalucía. La patronal está preocupada por las crecientes protestas de vecinos en algunas zonas (Palma, Barcelona y Madrid) contra la invasión de turistas, lo que se ha dado en llamar la turismofobia. Algo que se podría agravar este mes de agosto, cuando se colapsen carreteras o paseos marítimos y se compliquen las noches, mientras aparecen problemas de agua (sequía histórica) e infraestructuras, sobre todo en las islas Baleares.

La patronal turística achaca este “colapso” turístico de algunas zonas al crecimiento desordenado de la oferta, por haberse disparado el alquiler particular de apartamentos, a través de plataformas de Internet (como Airbnb o Booking.com). De hecho, señalan que los apartamentos sin regular han superado ya en plazas (casi 3 millones) a los hoteles e instalaciones turísticas reguladas (2,5 millones). Y sólo en 22 ciudades hay 362.493 apartamentos privados que se alquilan a turistas frente a 330.258 plazas de hoteles, hostales y camas reguladas. El sector hotelero se queja de que los apartamentos privados son una competencia desleal, sin control y que evaden 800 millones a Hacienda. Y piden un mayor control, tanto de las autonomías como de Hacienda (pago impuestos) e Interior (control clientes), ya prometido.

A raíz del superrécord turístico y la esperada “congestión” de este verano, la patronal turística Exceltur cree que ha llegado el momento de “repensar el futuro del turismo en España a medio y largo plazo”. Un tema urgente es frenar la oferta turística, que no puede ser infinita, si no queremos que el turismo estalle y “muera de éxito” (se habla de 80-82 millones de turistas este año, frente a los 75,6 ya récord de 2016). De hecho, el Ayuntamiento de Palma ya ha aprobado en julio una moratoria (apoyada por los hoteleros) para suspender durante un año la concesión de nuevas licencias turísticas en el caso antiguo y zonas aledañas, medida  que ya tomó en enero el Ayuntamiento de Barcelona. Pero haría falta una planificación en toda España, con la colaboración de Ayuntamientos, hoteleros y asociaciones de vecinos.

Además, el sector turístico español tiene que reordenar su oferta, para conseguir atraer turistas fuera de la temporada del verano (la mitad vienen entre junio y septiembre) y fuera de las zonas habituales de sol y playa (el 90% de los turistas vienen a sólo 6 autonomías: Cataluña, Baleares, Canarias, Andalucía, Comunidad Valenciana y Madrid). Eso obliga a ampliar la oferta turística, buscando un turismo alternativo (de negocios, cultural, sanitario, deportivo o gastronómico) y gastar más recursos en promover el turismo fuera de Europa (sólo el 11% de los turistas que vienen no son europeos), los que más gastan.

En paralelo, el sector turístico tiene que invertir en su reconversión, en un Plan Renove que modernice los hoteles e instalaciones más antiguas, ofrezca nuevos servicios y se lance a fondo en digitalizar su oferta, para vender más directamente por Internet y menos a través de los tour operadores alemanes o británicos, que fuerzan condiciones y precios y se quedan con la mayoría de las ganancias. Además, el sector turístico tiene otras dos asignaturas pendientes: mejorar la calidad de los servicios (más formación al personal) y aumentar el empleo, con menos precariedad y mejor pagado: con un año récord, el sector turístico sólo ha creado 95.807 empleos el último año (junio 2016-junio 2017), el  90% temporales y la mitad a tiempo parcial (muchos por horas o días). Y la hostelería sigue siendo el trabajo peor pagado: un empleado de hostelería le cuesta a la empresa 1.464 euros (464 son cotizaciones), 1.000 euros menos que el coste laboral medio en España (2.481 euros en 2017), según el INE.

Y además, el Gobierno debe gastar más en promover el turismo y ayudar a las empresas a reconvertirse, con incentivos fiscales y créditos blandos, así como con un mayor gasto en infraestructuras y servicios (desde más medios en aeropuertos, control de fronteras o comisarias (colapsadas) a depuradoras de agua y mejores accesos). Y sobre todo, garantizar una mayor coordinación entre autonomías, para que cada una no vaya a su aire con el turismo.

Hay que aprovechar el superrécord turístico de este verano para parar y repensar el futuro, para dejar de hacer triunfalismo con los millones de turistas y sentar las bases de una industria sostenible, que crezca de forma ordenada y con futuro. No hay que dormirse en los récords. Urge aprovechar los mayores ingresos de estos años no para invertir más y asegurar el futuro de la primera industria española. Ojo a morir de éxito, a que la burbuja del turismo “estalle” y se colapse. No matemos “la gallina de los huevos de oro”.

lunes, 23 de enero de 2017

Ojo a la "burbuja" del turismo


Este domingo se ha clausurado FITUR y el sector estaba eufórico por el récord de turistas: 75,3 millones en 2016. Un dato conocido porque el nuevo ministro de Turismo se saltó las normas y anticipó dos semanas una estadística que el INE dará oficialmente el 31 de enero. Lo que no dice el Gobierno, y sí el sector turístico, es que 11 de los 22 millones de turistas que España ha ganado desde el año 2010 son “prestados” de Turquía, Egipto y Túnez, por el terrorismo. Y que los turistas gastan cada año menos en España desde 2011. El ministro dice que el turismo “no ha tocado techo”, pero las empresas reconocen que la situación es “excepcional” y piden aprovecharla para reconvertir el sector. Y preocupa que los récords hayan alimentado una “burbuja turística” que puede estallar: se han casi duplicado los apartamentos turísticos y la compraventa de hoteles. Si los turistas vuelven al Mediterráneo, tendríamos un exceso de oferta. Hay que repensar el turismo a 20 años vista.
 
enrique ortega

Si alguien entra en la web del INE (Estadística) y pincha en “Calendario”, comprobará que está previsto publicar el próximo 31 de enero las estadísticas oficiales de turismo de 2016 (Frontur). Pero el nuevo ministro de Turismo, Álvaro Nadal, no ha podido esperar: sabía que iba a haber un récord histórico de turistas y quería “apuntárselo” para FITUR (18-22 enero). Así que, “saltándose a la torera” al INE (algo nunca visto hasta ahora), convocó el pasado 12 de enero una rueda de prensa para anticipar los datos: 75,3 millones de turistas llegaron a España en 2016 (7 millones más que en 2015) y se gastaron 77.000 millones de euros. Ello confirma a España como la tercera potencia turística del mundo, tanto en turistas (por detrás de Francia y EEUU) como en ingresos por turistas (tras EEUU y China).

Ciertamente, el turismo ha vuelto a ser el motor de la economía en 2016, como pasa desde 2010: el sector creció un 4,9% (PIB turístico), por encima del conjunto de la economía (el PIB creció un 3,3%), según la patronal turística Exceltur. La locomotora de ese crecimiento ha sido el turismo extranjero, que creció un 10% (los empresarios estiman 75.411.000 turistas en 2016), la mayor afluencia en los últimos 15 años. Pero sin embargo, la otra mitad del negocio turístico, los viajes de los españoles, no fue tan bien: las pernoctaciones crecieron un 4,6%, menos que en 2015 (+6%), debido a la subida de precios (los hoteles subieron un 4,5% y en algunos ligares hasta un 14%) y a que la demanda de los tour operadores extranjeros limitó mucho las plazas hoteleras disponibles para españoles (overbooking).

Pero el impresionante récord de turistas extranjeros salvó el año y las cuentas del sector, aumentando sus beneficios, sobre todo a los hoteles de la costa y las islas Baleares y Canarias, pero también a  los hoteles de Barcelona y Madrid, la España verde (Galicia, Cantabria y Asturias), Aragón, Extremadura y algunas ciudades de Castilla y León (por el buen tiempo), destacando también el alza del turismo de negocio, de los españoles (+14,6%) pero más de empresas y `profesionales extranjeros (+21%).

¿Por qué España ha conseguido superar el techo de los 75 millones de turistas extranjeros? Para la patronal turística Exceltur, el principal factor es la crisis turística en otros paises del Mediterráneo, por la inseguridad y el terrorismo, sobre todo en Turquía, Egipto y Túnez. Estiman que si España ha ganado 22,5 millones de turistas desde 2010 (de 52,93 a 75,41 millones), la mitad (un 49%) vienen “desviados” de estos paises, buscando un destino más seguro. Son 11 millones de turistas “prestados”. Incluso esto podría  pasar en Europa: en 2016, España ha captado 6 de cada 10 nuevos turistas llegados al continente y en esta ganancia podrían haber pesado también los atentados sufridos en Francia, Bélgica y Alemania.

La patronal turística Exceltur reconoce que en 2016 ha habido un marco internacional “excepcionalmente propicio” para la llegada de turistas: petróleo barato (vuelos y viajes más baratos), bajos tipos de interés (préstamos para viajar más baratos y menos endeudamiento) y un euro en mínimos frente al dólar (viajar a España es más barato), mientras no se ha notado apenas el Brexit de junio porque agencias y británicos compraron antes sus vacaciones. Eso sí, los empresarios turísticos están preocupados porque los turistas extranjeros siguen gastando menos en España. La patronal Exceltur recuerda que lo importante no es el gasto turístico total, que ha sido récord (los 77.000 millones de que habla el Gobierno), sino la parte de ese gasto que se queda en España, descontando el precio de los viajes y lo que cobran los tour operadores extranjeros. Con ello, el dato de ingresos por turismo en España (el que utiliza también el Banco de España) baja a 54.355 millones de euros en 2016. Eso supone un gasto medio de 721 euros por turista, un 3% menos que en 2015.Un gasto que lleva 5 años cayendo, desde 2011 (792 euros) y 15 años si descontamos la inflación.

Los turistas extranjeros gastan menos cada año en España porque reducen su estancia (ahora la media son 7,9 días) pero sobre todo porque apuestan por un turismo “low cost”. La mayoría (72%) viaja por su cuenta, sin paquete turístico, en vuelos low cost,  y un número creciente viajan  en coche o se alojan en casa de amigos y familiares o en apartamentos no regulados, gastando menos. Y los turistas que más nos visitan (británicos, franceses y alemanes) son los que gastan menos, mientras que los que gastan más (norteamericanos, nórdicos o chinos) vienen menos. Estamos a tope de turistas extranjeros que gastan poco.

Otro punto negro del turismo es el empleo. A pesar del récord, en 2016 se crearon sólo 80.688 empleos, según Exceltur, 1 de cada 6 nuevos empleos. Son 2.575.938 personas trabajando en el turismo (13,9% de los ocupados), pero el empleo sólo ha crecido en 455.535 personas desde 2010, un 21,5%, la mitad de lo que han aumentado los turistas en estos seis años (22,5 millones, un 42,5%). Se crea poco empleo pero además es un empleo precario y muy mal pagado. El 97% de los nuevos empleos turísticos son temporales, según los sindicatos, y la mitad a tiempo parcial, aunque en muchos casos los contratos por horas encubren trabajos a jornada completa donde no se pagan las horas extras. Y crece de forma imparable el empleo “externalizado” (ya supera el 30%), trabajadores a los que se obliga a darse de alta como autónomos para seguir trabajando. Es el caso de las camareras de pisos, “las kellys”, a las que paga 2 euros por habitación. Y además, la hostelería resulta ser el sector peor pagado, según los datos del INE: el coste medio de un empleo era de 1.574,65 euros brutos al mes en 2016, frente a 2.444 euros de media, 2.504 euros en la construcción o 4.538 euros en la banca. Y si descontamos cotizaciones y costes no salariales, el sueldo neto en hostelería se queda en 980 euros al mes de media (muchos cobran menos).

Cara a 2017, el ministro Nadal lo tiene claro: “El turismo no ha tocado techo”. Pero el sector no es tan triunfalista: “2016 ha sido un año insólito, excepcional y difícilmente repetible”, ha dicho José Luis Zoreda, vicepresidente de Exceltur. Creen que el turismo volverá a ser este año el motor de la economía española, pero que crecerá menos: un 3,2% (frente al 2,3% el PIB global). Prevén que el turismo de los españoles crecerá menos (por la subida del petróleo y de la inflación) y también el turismo extranjero, porque piensan que este año se notará el Brexit (el presidente de Meliá reconoce que ya se ha "ralentizado" el turismo británico, tras haber caído la libra un 18% desde el verano pasado) y el efecto negativo de la subida del petróleo y de los tipos de interés, más la incertidumbre política en EEUU y en Europa. Y el Mediterráneo perderá ya menos turistas. Aun así, creen que mejorarán los resultados de las empresas y un 67% dicen que crearán empleo este año.

Con todo, los empresarios coinciden en que hay que aprovechar el momento para perfilar el modelo turístico del futuro. Es cierto que España es una gran potencia turística, que encabeza el ranking mundial de competitividad turística elaborado por el Foro Económico Mundial, gracias a nuestras infraestructuras, nuestro clima, nuestra cultura, nuestra seguridad y la profesionalidad de nuestras empresas turísticas. Pero también lo es que el turismo español tiene “debilidades”, puntos negros que pueden hacernos vulnerables si cambia la coyuntura. Básicamente, el bajo gasto de los turistas, la precariedad del empleo (que deteriora la calidad del turismo), la excesiva concentración de la demanda (89% de los turistas son europeos que vienen sólo en verano) y la enorme concentración de la oferta (sol y playa), más un retraso en la digitalización y modernización de la gestión del sector.

Otro problema del turismo: su concentración. Es la primera industria del país (aporta el 11,2% de la riqueza), pero sólo para una parte de España, la que vive del turismo. Vienen 75,4 millones de turistas, sí, pero el 90,7% llegan sólo a 6 autonomías: Cataluña (23,8% del total), Baleares (18%), Canarias (16,8%), Andalucía (14,2%), Comunidad Valenciana (10,5%) y Madrid (7,4%). Y si nos fijamos a dónde va el gasto de los turistas extranjeros, el 92,7% de todo el gasto se queda en esas 6 autonomías y las 11 autonomías restantes sólo reciben un 7,3% de todos los ingresos turísticos. Estos datos revelan la necesidad de cambiar el modelo de “turismo de sol y playa” por un turismo “más global”, como el de Francia, Italia o EEUU, donde se intente atraer al turismo también con la cultura y el arte, los negocios, la gastronomía, el deporte y hasta la sanidad.

Hay otro problema que preocupa en los dos últimos años: que los récords de turismo estén creando una “burbuja turística”, que podría estallar en unos años si la “normalidad” vuelve al Mediterráneo. Basten dos indicadores. Uno, el “boom” de los apartamentos turísticos no regulados, la enorme oferta de pisos en alquiler a través de plataformas online: en 2014 había 1 millón de plazas y en 2016 había ya 1,76 millones, la mitad de todas las plazas turísticas reguladas (hoteles, apartamentos, campings y casas rurales).El otro, que en 2015 y 2016 se han batido todos los récords de compraventas de hoteles (2.614 y 2.184 millones, según la consultora Irea), la mitad de inversores extranjeros que ven un gran negocio comprar hoteles en España, a un precio desorbitado, en ciudades  (Edificio España y Hotel Villamagna en Madrid, Silkel Diagonal y Torre Agbar en Barcelona) y en la costa. Al final, al calor de un turismo extra circunstancial, se puede estar creando un exceso de oferta, una “burbuja” que nos estalle cuando el sector se normalice. Ojo, ya lo hemos vivido antes con el ladrillo.

El turismo nos ha ayudado a salir de la crisis y somos una potencia turística. Pero hay que repensar el modelo y definir una estrategia a 20 años vista, al margen de los récords. Las empresas turísticas lo tienen claro: piden“ reconvertir” el sector, ajustando y renovando la oferta turística, sobre todo en zonas de costa y destinos “maduros”. Las empresas tienen que renovar sus infraestructuras, sus ofertas, ganar tamaño (fusiones) y ser más internacionales, digitalizando y modernizando su gestión. Y hay que poner orden en la oferta por Internet, en los apartamentos sin control y que no pagan impuestos, una “competencia desleal” que fomenta el turismo “low cost” y la “burbuja  turística”. Los empresarios piden también que Estado y autonomías se coordinen mejor y gasten más en turismo, tras los recortes, sobre todo en infraestructuras, en conexión de transportes (aeropuertos, trenes y ciudades) y en promoción exterior, porque España tiene que captar nuevos turistas fuera de Europa.

Un elemento que podría ayudar es generalizar el impuesto turístico, que hoy cobran Cataluña y Baleares, aunque lo estudian también la Comunidad Valenciana y Sevilla. Cobrar 1 euro por turista al día no gusta al Gobierno ni al sector pero no disuade a nadie de viajar y permitiría unos ingresos clave para compensar los efectos negativos del turismo en ciudades y pueblos (consumo de agua, servicios e infraestructuras puestas al límite) y para financiar parte de la reconversión y la promoción que necesita el turismo a medio plazo. Aprovechar los récords para asentar los cimientos de un sector estratégico para España, alimentar mejor la vaca que todo el mundo ordeña.

En resumen, que debemos alegrarnos de ser una potencia mundial en algo, el turismo, pero la euforia no debería impedirnos ver también los “puntos negros” (bajo gasto, poco empleo precario y mal pagado, excesiva concentración y riesgo de “burbuja” en la oferta).Y deberíamos aprovechar los años de “vacas gordas” para repensar el negocio, para asegurar su futuro modernizando y diversificando la oferta, invirtiendo en su renovación. Hay que definir y construir ahora el modelo de turismo que queremos para dentro de 20 años. Un turismo basado en la calidad y no la cantidad”, como defiende el propio sector (Exceltur).  No podemos dormirnos en los récords.

jueves, 8 de septiembre de 2016

Economía colaborativa: las otras empresas


Mientras las empresas y el empleo van al ralentí, por el impasse político, ahí sigue la economía colaborativa, las “otras empresas” que nacen al amparo de Internet y de jóvenes que exploran nuevos negocios, desde alquilar casa a compartir coche, aparcamiento, comida o energía. Una nueva economía que, como Uber, Airbnb o BlaBlaCar, mueve ya millones de dólares y provoca airadas protestas de taxistas, hoteleros o empresas de autobuses, que los acusan de competencia desleal. En España, cada autonomía los regula a su aire, mientras la Comisión de la Competencia sale en su ayuda, con recursos ante los Tribunales. Y la Comisión Europea aprobó en junio unas directrices donde las apoya a fondo y pide a los paises que no las prohíban. Con todo, sólo un 5% de consumidores las usan, aunque seguirán creciendo, amparadas en sus bajos precios. Pero también esconden economía sumergida y subempleo, lo que obliga a regularlas. Y por mucho que crezcan, no sustituirán a la economía tradicional, sobre todo en empleo.
 
enrique ortega

Internet y la larga crisis económica son los padres de la llamada “economía colaborativa”: iniciativas de jóvenes emprendedores que han lanzado nuevas plataformas (empresas) para poner en contacto directo a los que ofrecen y buscan un producto o un servicio. El objetivo es que millones de personas ofrezcan lo que tienen o les sobra a millones de consumidores que lo necesiten, sin tener que montar una empresa, sino a través de una plataforma creada por un  tercero que cobra una comisión por la intermediación a través de Internet. La “economía colaborativa” nació en Estados Unidos, en 2008, en la ciudad de San Francisco, a través de 2 iniciativas que hoy son ya millonarias: Uber, una plataforma para compartir el coche en la ciudad que ya utilizan 40 millones de usuarios en 400 ciudades de 64 paises, y Airbnb, otra plataforma para compartir y alquiler apartamento que ofrece ya más de 2 millones de alojamientos en 34.000 localidades de 191 paises. Y detrás de ellas han ido más de 7.500 plataformas de Internet donde se ofrece de todo en todo el mundo.

La economía colaborativa movió ya 28.000 millones de dólares en 2015, según estimaciones de la Comisión Europea. Y los expertos de la consultora Price Waterhouse Coopers estiman que seguirá con su avance imparable y llegará a facturar hasta 335.000 millones de dólares en 2025. Actualmente, en sólo siete años, Uber está valorada en 50.000 millones de dólares, por encima de Twitter o Linkedin (y que Repsol), y Airbnb otros 25.500 millones. De momento, el 62% de la economía colaborativa en el mundo se centra en el transporte (compartir coches en ciudades y viajes), donde destacan Uber (USA), Didi Kuaidi (China), BlaBlaCar (Francia) y Lyft (USA). Otro 18% en el turismo (alojamientos), con Airbnb (USA), junto a HomeAway, Niumba y Windu. Un 6% en las finanzas (transferencias y créditos entre particulares), con Lending Club (USA), Jimubox (China), Crodcube y Dwolla. Y un  5% en servicios, 4% en productos y el restante 4% en otras ofertas, desde Parclick, ParkWihz o Coparto (aparcamientos) a Wallapop o Perby (ropa y cosas de casa) a EatWith o Social Eaters (comida) y SolarCity o SomEnergia (electricidad), según un reciente estudio de la Comisión de la Competencia (CNMC). Pero cada día aparecen nuevas propuestas, desde plataformas para compartir plazas de garaje, oficina, comida, energía o el cuidado de perros a vender ropa o solucionar problemas y enseñar ciudades. Todo lo que la gente pueda necesitar y alguien pueda ofrecer.

La mayoría de las plataformas de economía colaborativa nacen y crecen en Estados Unidos y bastante menos en Europa, salvo Gran Bretaña, que reúne un 10% de la oferta mundial, tanto como Alemania, Francia o España juntas. En nuestro país no hay un listado de “empresas colaborativas”, pero se estima que rondan ya las 500 plataformas, aunque sólo las 30 más importantes están agrupadas en la asociación Sharing España. Y por encima de todas destacan tres plataformas: Uber (compartir coches ciudades), Airbnb (apartamentos y casas de alquiler) y BlaBlaCar (compartir coche en viajes). Tres empresas que han provocado una gran polémica y la dura oposición de tres sectores económicos que los acusan de competencia desleal y los han llevado a los tribunales: los taxistas, los hoteleros y las empresas de autobuses. Uber, con problemas en media Europa, tuvo que cerrar en España en diciembre de 2014 y ha abierto de nuevo en marzo de 2016, bajo la fórmula Uber X, que se basa en licencias VTR, como otra plataforma muy polémica de alquiler de vehículos, Cabify. BlaBlaCar está pendiente de un recurso presentado por la patronal de autobuses y Airbnb es objeto de los ataques de la patronal turística Exceltur, que se queja de que ofrecen ya en España 1,1 millones de casas y apartamentos sin regular, sin control y sin pagar impuestos en muchos casos.

La realidad es que la economía colaborativa no está regulada, ni en Europa ni en España, donde cada autonomía va a su aire a la hora de establecer normas y controles. De hecho, la Comisión nacional de la Competencia (CNMC), un organismo dependiente del Ministerio de Economía, se ha erigido en “defensora” de la economía colaborativa, presentando recursos e impugnaciones contra algunas normas autonómicas y municipales. De momento, en junio pasado, el Tribunal de Justicia de Madrid ha fallado contra la Comunidad de Madrid, anulando un decreto de 2014 donde prohibía que las viviendas de uso turístico pudieran alquilarse por menos de 5 días. La CNMC también ha impugnado las ordenanzas de los Ayuntamientos de Córdoba y Málaga que restringían el alquiler de coches sin conductor. E incluso, la CNMC ha impugnado en enero un Reglamento aprobado en diciembre pasado por el Ministerio de Fomento (en funciones) que restringía las plataformas de alquiler de vehículos con conductor. Y está pendiente de que la Generalitat de Cataluña publique un decreto restrictivo sobre alquileres turísticos para impugnarlo. La CNMC ha elaborado incluso una serie de recomendaciones en defensa de la economía colaborativa, planteando al Gobierno que no se le planteen restricciones porque “beneficia a la competencia y a los usuarios”.

Pero el mayor apoyo a la polémica economía colaborativa se lo acaba de dar Bruselas: la Comisión Europea aprobó el pasado 2 de junio una serie de recomendaciones en las que pide a los Gobiernos de los 28 que “dejen de restringir la economía colaborativa”, porque no es ninguna amenaza para las empresas y ofrece un gran potencial de crecimiento y de empleo. Los dirigentes europeos, preocupados por el paro y el estancamiento de la economía, destacan que la economía colaborativa aporta 3.500 millones de euros de ingresos a la economía europea y por eso la van a apoyar, aunque señalan que debe pagar impuestos y cumplir con las exigencias laborales. Se trata de unas directrices no vinculantes para los paises, pero la Comisión advierte que “examinará las actuaciones de los Gobiernos” y que “cualquier restricción injustificada a la economía colaborativa será denunciada ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea”. Uber, Airbnb, BlaBlaCar y otras han saltado de alegría…

La economía colaborativa tiene el apoyo de Bruselas y de la CNMC en España, pero todavía se usa poco en Europa. El 52% de los europeos han oído hablar de ella, pero sólo el 17% lo han usado al menos una vez, según un Eurobarómetro de junio pasado. Y sólo el 5% de los consumidores europeos utiliza estas plataformas colaborativas de forma habitual, algo en lo que coincide también el último estudio del Observatorio español de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información (ONTSI): un 5% de españoles usa estas plataformas de forma esporádica y sólo un 3% las usa a diario. La mayoría (56%) por su precio, para reducir gastos, una cuarta parte (26,6%) por comodidad y otros tantos para probar algo nuevo. Eso sí, un 80% de los que usan esas plataformas están bastante satisfechos, según un estudio de la OCU, que pide una regulación europea para garantizar la seguridad de los consumidores.

No es sólo que pocos usuarios utilicen aún la economía colaborativa. La mayor crítica que puede hacerse es que todavía, la mayoría de las propuestas están poco maduras y son empresarialmente muy débiles. De hecho, parece que sólo cinco plataformas de las que operan en España son rentables, ganan dinero: Uber (coches), Rentalia y Airbnb (alquileres), BlaBlaCar (compartir viajes) y Traity (reputación online). Con todo, muchos críticos de estas plataformas denuncian que en bastantes casos enmascaran proyectos de economía sumergida: iniciativas que no se dan de alta, que no pagan impuestos ni cotizaciones, que no hacen contratos legales y malpagan a sus empleados, con mucha explotación laboral. Y además, la mayoría son proyectos que crean poco empleo: Uber, por ejemplo, valorada en 50.000 millones de dólares, sólo tiene 6.000 empleados en todo el mundo.

En cualquier caso, todo indica que la economía colaborativa va a seguir creciendo imparable, empujada por tres factores: el enorme desarrollo de Internet, el auge de los móviles y el aumento de la economía “low cost” (bajo coste), con una gran parte de la población inmersa en la inestabilidad y los bajos salarios, que busca consumir y tener servicios al menor precio posible, al margen de la calidad. Y mientras la industria y los sectores tradicionales estén en retroceso, con un elevado nivel de paro en Europa y en España, seguirá habiendo jóvenes y emprendedores que busquen una salida profesional en la economía colaborativa, con miles de iniciativas de las que la mayoría no cuajen pero otras sí.

Eso sí, no parece que a medio plazo la economía colaborativa acabe con la economía tradicional, con las empresas de siempre, que también buscarán negocios nuevos. Todo indica que será una economía “complementaria”, que cubra los huecos y “nichos de mercado” que no ofrece la economía tradicional. Y puede ser una salida laboral para alguna gente, pero no parece que sea suficiente y económicamente atractiva, en la mayoría de casos. Eso sí, siempre habrá intermediarios "poco  colaborativos” que se harán también con el grueso de estos nuevos negocios. Si  los usamos, seamos precavidos y miremos bien lo que contratamos y “compartimos”. Porque ya lo decían nuestros abuelos: “nadie da duros a cuatro pesetas”.