lunes, 4 de marzo de 2024

España: menos productivos, menos ricos

España creció más que la mayoría de Europa en 2023. Pero ojo, la OCDE acaba de alertarnos de un dato preocupante: la renta per cápita de las familias españolas es menor ahora que en 2007. ¿Cómo es posible? Porque hemos tenido que repartir el crecimiento entre más gente (+3,8 millones) y porque la inflación se ha comido el aumento. Pero hay una causa de fondo: España produce menos por habitante (y por trabajador) que otros 16 paises europeos, la mayoría más pequeños. Somos menos productivos, por 2 motivos: aquí trabaja menos gente y trabaja peor, con menos eficiencia, por culpa de la peor formación, menor tecnología, innovación y digitalización, menos inversión, pequeño tamaño empresas, escaso peso de la industria y la exportación, deficiente gestión empresarial y organización del trabajo, más una falta de financiación y un exceso de burocracia. En marzo, el Gobierno creará el Consejo Nacional de Productividad, para intentar ser más productivos y conseguir así vivir mejor. Una asignatura pendiente desde hace décadas (o siglos). 

                    Enrique Ortega 

España volvió a crecer en 2023 más que la mayoría de Europa: el PIB aumentó un +2,5%, cinco veces el aumento de la UE-27 y la zona euro (+0,5%), por encima de Francia (+0,9%), Italia (+0,7%) y sobre todo de Alemania (cayó un -0,3%), incluso de Reino Unido (+0,1%). Con ello, España se consolida como la 4ª mayor economía de la UE, con una producción (PIB) de 1.462.070 millones de euros en 2023, sólo por detrás de Alemania (4.121.160 millones), Francia (2.639.092 millones e Italia (1.946.079 millones). Y si tomamos toda Europa, seríamos la 5ª mayor economía europea, porque Reino Unido es la 2ª (2.953.557 millones de PIB). A España le siguen, de lejos, Paises Bajos (1.032.841 millones), Polonia (654.594 millones), Bélgica (554.044 millones) e Irlanda (506.582 millones).

Pero este dato del PIB total es engañoso, porque unos paises tienen más población que otros. Por eso, lo relevante es lo que produce cada país por habitante, el verdadero indicador de la renta y la riqueza de cada país. Y aquí, la situación cambia drásticamente: España produjo 30.253 euros por habitante en 2023, un 83% de la media UE-27 (36.419 euros), un 62% que Alemania (48.853 euros per cápita), un 78% que Francia (38.770 euros) y un 91% que Italia (33.075 euros). Pero producimos casi la mitad que Paises Bajos (57.980 euros por habitante) y menos de la mitad que Dinamarca (63.162 euros), Irlanda (97.474 euros) y Luxemburgo (117.468 euros), los 3 paises más productivos de Europa.

Este dato tampoco es el real, porque hay que tener en cuenta la inflación de cada país, para medir el PIB per cápita según el poder de compra. Eurostat no ha publicado el dato de 2023, pero en 2022 España ocupó el lugar 17º en el ranking de producción por habitante, descontando la inflación: produjimos el 86% de la media europea (UE-27), algo más que en 2021 y 2020 (83%), pero peor que antes de la pandemia (91% en 2019) y que en 2017 (93%). Cuando España ingresó en la CEE, en 1986, teníamos un PIB por habitante que era el 76% de la media europea y en el año 2000 rozamos la media (98%), para superarla por primera vez en 2002 (101%), alcanzando nuestro máximo en 2006 (105% del PIB por habitante europeo) y manteniéndonos por encima en 2007 (104%), 2008 (102%) y 2009 (101%). Con la crisis financiera y de deuda, nos dimos un batacazo en 2010 (el PIB por habitante bajó al 96% de la UE-28), para seguir cayendo después, hasta un mínimo en 2020 y 2021 (83%), por la pandemia, que apenas se recuperó en 2022 (86%: la “brecha” con Europa de 1990).

Esto significa que España, aunque sea la 4ª mayor economía de la UE, está por detrás de 16 paises europeos en producción por habitante y renta. En 2022, había 11 paises UE que producían más por habitante que la media UE-27 (índice 100) y por eso son los más ricos, según Eurostat: Luxemburgo (256% del PIB por habitante europeo, porque tiene un alto PIB y poquísima población censada), Irlanda (235%, porque tiene radicadas muchas multinacionales que facturan allí y producen en otros paises), Dinamarca (produce un 136% del PIB medio UE), Países Bajos (130%), Austria (124%), Bélgica (120%), Suecia (119%), Alemania (117%), Finlandia (110%), Malta (104%) y Francia (100% PIB por habitante UE).

Luego hay un 2º grupo de paises comunitarios que están por debajo de la media de productividad de la UE-27 y cuya renta es inferior a la de los paises más ricos, liderados en el puesto 12º por Italia (97% del PIB medio UE, que perdió en 2014) y con España en el puesto 17º (86% del PIB por habitante UE en 2022), tras ser “adelantada” en los últimos años por 5 paises pequeños: Malta (nos superó en 2014 y tiene el 102% del PIB por habitante de la UE-27), República Checa (nos adelantó en 2019 y ahora tiene el 90% del PIB por habitante europeo), Chipre (94%), Eslovenia (90%) y Lituania (89%), tres paises que adelantaron a España en 2020. Y tenemos cerca a Estonia (85%), que superó a España en 2021, quedando más lejos Portugal y Polonia (79% del PIB por habitante UE). En 2023, según los datos del FMI, España habría ganado dos puestos, hasta el puesto 15º del ranking UE-27, adelantando a Lituania y República Checa (dudoso), pero colocándose en el puesto 21º en el ranking mundial de los paises más productivos (y más ricos).

El problema de la menor productividad de España viene de lejos y explica que, aunque crezcamos más, los españoles no lo noten apenas, porque este mayor crecimiento se reparte entre más población y la mayor parte se lo come la inflación. Es lo que revela un reciente estudio de la OCDE: la renta real de los hogares españoles era a finales de 2023 inferior (-2,4%) a la renta que tenían en 2007, antes de la crisis financiera. El PIB ha crecido en 386.531 millones de euros en estos 16 años (+35,93%), pero ha crecido mucho la población española (hay 3.808.250 habitantes más para repartir) y los precios han subido un +39,7% (comiéndose el crecimiento del PIB). Eso explica que la renta real (descontando la inflación) de los españoles haya caído desde 2007 mientras subió un +22% en los 34 paises que integran la OCDE. Junto a España (-2,4%), también cae la renta real en Grecia (-20,9%) e Italia (-6,8%), 3 de los 4 paises que sufrieron los ajustes tras 2010 (pero en Portugal sube un +10,5%). Los paises que han ganado más renta per cápita desde 2007 son Polonia (+65,9%), Hungría (+50,7%), Estados Unidos (+26%), Eslovenia (+23,7%), Dinamarca (+23,2%) y República Checa (+22,3%), junto a Paises Bajos, Finlandia y Alemania (+13%).

Es tremendo: la renta real de los españoles es hoy algo más baja que en 2007. Un dato, como el PIB por habitante frente al resto de Europa (puesto 17º), que refleja que España crece, pero con poco potencial, con poca productividad. ¿Qué pasa? Básicamente hay 2 causas de fondo que explican que seamos menos productivos y por ello tengamos menos renta que dos tercios de los europeos: en España trabaja menos gente y trabajan peor, con menos eficacia y productividad. Veámoslo.

Primero, trabaja menos gente: hay menos personas en edad de trabajar que están ocupadas y creando riqueza (PIB). La tasa de empleo en España (porcentaje de personas de 15 a 64 años ocupadas) era del 65,7% (tercer trimestre 2023), frente al 70,4% en la UE-27, el 77,3% en Alemania, el 74,3% en Francia o el 66,1% en Italia (y el 81,5% en la República Checa o 78,6% en Lituania, por ejemplo), según Eurostat. Este bajo nivel de empleo tiene mucho que ver con nuestro modelo de crecimiento, basado en los servicios y el turismo, en empresas más pequeñas, con poca tecnología y exportación, que crean menos valor añadido y menos empleo. Ojo: si España tuviera la tasa de empleo de la UE-27, tendríamos 2,2 millones de personas más trabajando (y aumentando nuestro PIB por habitante y nuestra renta). Y si tuviéramos la de Alemania, en España trabajarían casi 4 millones más.

Segundo, los que trabajan lo hacen “peor”, son menos eficientes. Un dato lo resume bien: en la eurozona, cada hora trabajada aporta 61 dólares al PIB, frente a 53 dólares en España (-13,11%), según la OCDE. Y esa menor productividad en España acumula una caída del -7,3% del año 2.000 al 2022, mientras en Estados Unidos creció un +15,5%, en Alemania un +11,8% y en Francia un +0,8%, bajando también en Italia (-5,1%), según un reciente estudio de la Fundación BBVA e Ivie. Esta pérdida de productividad en las últimas dos décadas no se debe a la productividad del trabajo (PIB dividido por horas trabajadas), que ha crecido una media anual del +0,7% (menos que el +1,1% en la UE), sino a la caída de la productividad del capital (valor añadido generado por el capital disponible), que ha bajado un -1,2% anual. Y eso, por el exceso de inversión inmobiliaria, que ha supuesto un lastre para la productividad del capital en España, por el exceso de activos inmobiliarios poco productivos acumulados por las empresas. Y también por la baja inversión de las empresas españolas en “activos intangibles”, claves para aumentar la productividad: I+D+i, software y bases de datos, diseño, imagen de marca, formación y organización y gestión.

Es un mito decir que la caída histórica de la productividad en España se debe al gran peso de los servicios, el comercio y el turismo. En realidad, la caída afecta a casi toda la economía: cayó un -19% frente a Europa (entre 1995 y 2019) en todos los sectores, un -20% en la industria y un -26% en las actividades profesionales y servicios. Y sólo mejoró la productividad en el campo (+14%), según este estudio de Fedea. Y hay una gran desigualdad en la productividad por regiones: superan la media española (índice 100) el País Vasco (122,4), Madrid (119,5), Navarra (113,4), Cataluña (105,1), la Rioja y Baleares (100,9), las autonomías más ricas, y muy por debajo Extremadura (82,2), Murcia (83,5), Canarias (87,7), Andalucía (87,8) y Castilla la Mancha (89,1), según este otro estudio de Fedea.

¿Por qué España tiene menos productividad? La causa que siempre se argumenta es nuestro modelo productivo, el elevado peso en la economía de los servicios (turismo, hostelería y comercio), actividades intensivas en mano de obra y con baja productividad, y el menor peso de la industria. Pero si España tuviera la misma estructura productiva del resto de Europa, seguiríamos teniendo un -10% de productividad, según la Fundación BBVA e Ivie, que señala otro factor que suele esgrimirse, con razón: el menor tamaño de nuestras empresas (exceso de pymes), lo que les dificulta financiarse, invertir e innovar. De hecho, el 80% de las empresas españolas tienen menos de 3 trabajadores y sólo hay 5.273 empresas (el 0,18%) con más de 250 trabajadores. Pero resulta que cuando se comparan las empresas españolas con las alemanas, francesas o italianas, todas producen entre un 10 y un 20% menos, independientemente de su tamaño.

Por eso, estos expertos argumentan otras causas con más peso. La primera y fundamental, la menor formación de los trabajadores españoles y sus jefes. Por un lado, el 48% de la población activa española carece de título universitario o FP y tienen un gran peso los trabajos que exigen poca cualificación. Hay pocos trabajadores con formación tecnológica y capacidades digitales y las empresas españolas, con salarios más bajos, atraen menos “conocimiento”. En paralelo, muchas empresas adolecen de capacidades gerenciales y hay empresarios que gestionan sin la suficiente formación y sin capacidad de organizar equipos, apoyados muchos en el “ordeno y mando” y sin capacidad de innovación organizativa y gerencial.

La 2ª causa, igual de importante, es la falta de tecnología e innovación en las empresas. En España, el gasto en I+D+i se redujo en 2022 al 1,44% del PIB, frente al 2,24% de media en la UE-27. Y esta baja inversión en tecnología es aún menor en las empresas (0,7% del PIB, la mitad que las empresas europeas). Eso conlleva fabricar productos poco complejos, de bajo valor añadido y con un empleo poco estable. Y, además, las empresas invierten poco en digitalización, big data, e-commerce, teletrabajo, redes sociales e inteligencia artificial. Y también en tecnologías de la información y la comunicación (TIC), además de inversiones en bienes no tangibles (software, bases de datos, marca, diseño…).

Un tercer factor que juega contra la productividad es la caída de la inversión en España, pública y sobre todo privada, desde 2008. Otras causas de la baja productividad se atribuyen a factores institucionales: demasiada economía sumergida (¿20%?), excesiva dependencia de las empresas del crédito bancario (más que en el resto de Europa ), mucha  burocracia (sólo en 2022, el Estado y las autonomías aprobaron 11.000 nuevas normas), barreras de entrada sectoriales y territoriales que reducen la competencia, dispersión normativa en 17 autonomías y dificultades regulatorias y fiscales para que las pymes superen los 50 trabajadores.

Al final, la reflexión es que el crecimiento de España se ha basado en el esfuerzo, en el trabajo (se hacen más horas que en otros paises) y el capital tangible (maquinaria, naves e infraestructuras) más que en el progreso tecnológico, la innovación y la inversión en intangibles (desde la imagen de marca al big data). Urge avanzar por un triple camino: mejorar la productividad del trabajo (empleados mejor formados), mejorar la productividad del capital (invirtiendo en tecnología que permita producir más) y mejorar la organización y gestión de las empresas, para ser más productivos con el trabajo y el capital disponibles. Tareas que exigen cambios de fondo en la enseñanza (de la escuela a la Universidad), en el reto tecnológico y digital, la comercialización y exportación, la organización del trabajo y las políticas públicas, que deben promover la productividad.

Para avanzar en estos retos, el Gobierno anuncia que en marzo creará el Consejo Nacional de Productividad, un organismo que recomendó Bruselas en 2016 y que tienen todos los paises europeos, salvo España, Italia y Estonia. El objetivo será “conseguir empresas más grandes, más productivas y competitivas”. Podría ser un instrumento clave para reorientar la economía y dirigir los 83.000 millones de créditos pedidos por España como adenda al Plan de Recuperación, apoyados por la futura empresa pública de Transformación Tecnológica (SETT), donde se agruparán las participaciones públicas en empresas tecnológicas. Todo hará falta para conseguir que, en las próximas 2 décadas, España sea más productiva, con más empresas competitivas. Nos jugamos mejorar el nivel de vida y acercarnos a la Europa rica. Es nuestra gran asignatura pendiente.

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