Ahora que parece que cada país y cada continente se cierran
sobre sí mismos, es el momento de coordinar esfuerzos, de aunar
fuerzas y reforzar las instituciones internacionales, para reducir el
hambre, la pobreza y la desigualdad entre paises. Hasta ahora habíamos reducido
la brecha entre ricos y pobres, pero ahora hay más desigualdad global.
Hay que atajarla entre todos.
jueves, 25 de abril de 2024
Crece la "brecha" entre paises ricos y pobres
La gente no quiere leer sobre la pobreza (“no
vende”). Por eso, los medios han escondido esta reciente noticia: la
“brecha” entre los paises ricos y pobres se ha agrandado entre 2020 y 2024,
por primera vez en este siglo, según el Banco Mundial, por la pandemia,
la inflación, los conflictos y la subida de tipos. En paralelo, el Banco
Mundial lanza otra alerta: será “poco probable” cumplir
con el objetivo de acabar con la pobreza para 2030: los 700 millones
de pobres actuales sólo bajaran a 600 millones. Pero creen que todavía se
puede “cambiar el rumbo” y reducir la pobreza de los 75 paises más
afectados (la mitad en África y el resto en Asia y América). Por un lado, estos
paises tienen que reformar drásticamente sus economías, como hicieron
China, India o Corea (antes pobres). Pero es clave la ayuda del resto,
con inversiones y préstamos, ayudándoles a reestructurar su deuda y a afrontar
el cambio climático. No miremos para otro lado.
La cuarta parte de la humanidad (1.900 millones de
personas) vive en 75 paises pobres, cuya situación económica y
financiera es tan precaria que son los únicos paises del mundo que reciben
subvenciones y préstamos a bajo interés del Banco Mundial (BM). Son los
llamados “paises AFI” (porque reciben esa ayuda financiera de la Asociación Financiera
Internacional (BM). Más de la mitad de estos 75 paises AFI, los más
pobres, se encuentran en el África subsahariana (39 paises),
otros 14 paises se encuentra en Asia oriental (principalmente pequeños
estados insulares, otros 8 son paises de América Latina y el Caribe
(Nicaragua, Honduras, Haití, Guyana y varios estados insulares) y el resto son
pequeños paises de Asia central y meridional y de Oriente Medio (ver listado).
Los datos
que aporta este Informe son muy preocupantes. Uno de cada tres paises
AFI (o sea, 25 paises) es más pobre hoy que en 2019, antes de la
COVID. La tasa de pobreza extrema es más de 8 veces superior a la media del
resto del mundo: 1 de cada 4 personas de los paises AFI (475 millones de
habitantes) sobreviven con menos de 2,15 dólares al día (2 euros). Y en
31 paises AFI, los ingresos per cápita son menores a 1.315 dólares anuales
(3,60 dólares diarios, 3,38 euros al día). Además, el 92% de las
personas que padecen hambre o malnutrición viven en esos paises. Y la
mitad de estos paises pobres se encuentran en situación de sobreendeudamiento o en
grave riesgo de padecerlo, un pesado lastre para su futuro.
Este débil crecimiento y los problemas económicos y
geopolíticos de los últimos años han acrecentado
las debilidades que estos paises pobres ya tenían antes , lastrando
su desarrollo económico, social y político. Además, estos países son los que
más han sufrido (y sufrirán) las consecuencias negativas del cambio
climático: en la última década, los daños por fenómenos climáticos en
infraestructuras y cosechas se han duplicado. Y tampoco les ayuda el aumento
de la violencia y los conflictos, en sus paises o en la región: 33 de
los 75 paises AFI son Estados afectados por conflictos bélicos, políticos o
sociales. Por todo ello, el Banco
Mundial titula
su informe como “La Gran Regresión” y teme que los años 20 de
este siglo sean “una década perdida para el desarrollo”.
El problema además es que estos paises pobres se han
estancado unos años en que lo han hecho también todas las economías
: el crecimiento de la economía mundial bajó del 6,2% en 2021 al 3% en
2022, el 2,6% en 2023 y un 2,3% esperado para 2024, lo que supone el menor
crecimiento de la economía mundial en las últimas 3 décadas, según
el informe de enero del Banco Mundial . Eso provoca que los paises ricos
y en desarrollo tengan menos potencial para ayudar a los paises pobres, por
varias vías, entre ellas las inversiones y préstamos, que se han
frenado. Y con la crisis, todos han reducido su ayuda al desarrollo y los
proyectos de cooperación, lo que dificulta la lucha contra el hambre.
Analicemos más en detalle la deuda y el hambre en los paises pobres.
La abultada deuda externa es uno de los problemas
estructurales de los paises pobres, que se agrava con la subida de tipos y con
la reducción de inversiones y préstamos de los paises ricos. De hecho, la
deuda de los 75 paises más pobres ha crecido en los últimos años,
mientras la reducían las economías avanzadas, que se han ”desendeudado”. Así, el
país más endeudado del mundo es Sudán, con una deuda que supone el
280% de su PIB, muy por delante de la de Japón (254%), Italia (159%), Grecia
(158%), EE. UU. (123%), Maldivas (121%), Cabo Verde (112%), Francia (111%), Barbados (107%),
Bélgica (105%), Reino Unido (104%) o España (106%), según el Banco Mundial. Y
después les siguen en el ranking de más endeudados República Dominicana
(98,7%), Egipto (96,4%), Bolivia (86,7%), El Salvador
(84,4%), Gabón (73% PIB) y Angola (70,3%).
El otro problema estructural es el hambre, una
epidemia en los 75 paises AIF, que apenas se ha reducido en los últimos años,
por la menor renta per cápita. En todo el mundo hay 700 millones de personas
en situación de pobreza extrema, viviendo con menos de 2,15 dólares al día
(2 euros), según el último
dato del Banco Mundial. El 60% de estas personas en pobreza extrema
(pasando hambre) están en África subsahariana y más de la mitad son niños.
Lo que ha pasado es que, entre 2020 y 2023 se han frenado los avances en la
lucha contra la pobreza extrema y el hambre, por primera vez en décadas, y hay
122 millones de hambrientos más que en 2019. El Banco
Mundial lanzó en octubre otra alerta: es “poco
probable” que en 2030 se cumpla el Objetivo de Desarrollo y se suprima
el hambre en el mundo. Habrá
600 millones en pobreza extrema en 2030.
A pesar de este negro panorama, el informe del Banco
Mundial dice textualmente que “todavía se puede cambiar el rumbo”.
Por dos vías. Una, con cambios drásticos en los paises pobres,
que tienen un gran potencial: mucha población joven, numerosos
recursos naturales y minería y un tremendo potencial energético (energía solar,
eólica e hidráulica). Eso sí, necesitan mejorar la educación, la sanidad y las
infraestructuras para aprovechar este potencial. Pero pueden hacerlo. Y el
Banco Mundial pone el ejemplo de China, India y Corea, tres
paises que en su día fueron pobres y ahora son economías fuertes. Pero para
conseguirlo, necesitan una reforma a fondo de su política fiscal y
monetaria, aprovechar las oportunidades comerciales, luchar contra la
corrupción y mejorar sus estructuras políticas y sociales. Pero para todo
ello, hay que avanzar en otra vía, la ayuda de los paises
desarrollados.
Los paises ricos y en desarrollo necesitan
comprometerse con los países pobres con inversiones, préstamos y asesoramiento.
En los últimos años, tras la pandemia, la mayoría de los paises ricos y en
desarrollo se han replegado del Tercer Mundo, recortando
inversiones, préstamos y compras. A principios de abril, el
subsecretario del Tesoro USA expresó su preocupación porque los acreedores
privados y públicos se hayan alejado de los paises AIF (pobres), advirtiendo
a China y a otros acreedores emergentes que “no pueden reducir sus
préstamos a paises pobres justo cuando el FMI, el BM y otros bancos
multilaterales están inyectando más fondos”. Es hora de renegociar la
deuda (tipos y plazos), prestar más y destinar más inversiones a
proyectos en paises pobres. Y sobre todo, ayudarles a invertir en energías
limpias porque ellos solos no pueden hacerlo: crear
ese Fondo de 100.000 millones de dólares del que se habla en cada Cumbre
del clima.
“El mundo no puede permitirse dar la espalda a los
paises AIF”, dijo
la semana pasada en Washington el economista jefe y vicepresidente del
Banco Mundial, Indermit Gill. Y no sólo por humanidad y por justicia,
también por “egoísmo económico”: “La historia deja claro que cerrar las
brechas de renta y desarrollo entre las naciones más pobres y las más ricas
beneficia a todas las economías”, señala
el Banco Mundial. Porque si estos 75 paises más pobres mejoran y se
reduce la brecha con los ricos, todos saldremos ganando en
crecimiento, comercio, inversiones, empleo, con menos guerras, tensiones y
conflictos.
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