Mañana 22 de mayo, los sindicatos
han convocado movilizaciones
para exigir mejoras salariales, tras
subir los sueldos un 0,5% en 2017 y perder el -6,30% de poder adquisitivo desde 2008. La economía lleva 4 años
largos creciendo y las empresas ganan ya 100.000 millones más que antes de la crisis, pero los salarios han perdido 10.000 millones. Y ahora, la patronal
ofrece subidas del 1,2 al 2%, mientras los sindicatos piden el 3,1%. Es hora de subir más los salarios, tras
seis años de sacrificios, no sólo por justicia sino porque ayudaría a la
economía y al empleo: las familias podrían consumir más y aumentaría el
crecimiento, ahora que lo pueden frenar el petróleo y la subida de tipos. Y
además, mejoraría la recaudación fiscal y las cotizaciones, ayudando a pagar
las pensiones. Y no perjudicaría a la competitividad de España, porque tenemos salarios un 32% menores que la
Europa del euro. Hay que competir con productos, tecnología y calidad, no siendo la China de Europa.
Hasta finales de abril, los convenios firmados en las empresas han acordado subidas salariales del 1,56%, según los datos del Ministerio de Empleo, en línea con la subida de convenios de 2017 (+1,47%). Pero estos datos no son representativos de lo que están subiendo de verdad los salarios, porque cada vez se firman menos convenios (221 estos 4 primeros meses y 1.703 en todo 2017) y afectan a menos trabajadores (408.381 este año y 3.850.000 trabajadores en 2017, frente a 16 millones de asalariados que hay en España). Y es que la mayoría de empresas, sobre todo pequeñas y medianas, no negocian convenios y hay muchos trabajadores (temporales, por horas, eventuales, becarios, en prácticas...) que están “fuera de convenio”.
enrique ortega |
Hasta finales de abril, los convenios firmados en las empresas han acordado subidas salariales del 1,56%, según los datos del Ministerio de Empleo, en línea con la subida de convenios de 2017 (+1,47%). Pero estos datos no son representativos de lo que están subiendo de verdad los salarios, porque cada vez se firman menos convenios (221 estos 4 primeros meses y 1.703 en todo 2017) y afectan a menos trabajadores (408.381 este año y 3.850.000 trabajadores en 2017, frente a 16 millones de asalariados que hay en España). Y es que la mayoría de empresas, sobre todo pequeñas y medianas, no negocian convenios y hay muchos trabajadores (temporales, por horas, eventuales, becarios, en prácticas...) que están “fuera de convenio”.
Por eso es más representativa la subida salarial que refleja el INE (Estadística) en su Encuesta trimestral de coste laboral. Y los datos son preocupantes: en 2017, con la economía
creciendo fuerte (+3,1%), los salarios
subieron sólo un 0,5%, la cuarta parte que la inflación media (2%), con lo
que perdieron poder adquisitivo (-1,5%). Y en
2016, los costes salariales bajaron incluso el -0,8%, según el INE. Con
ello, el coste salarial ordinario
(sin cotizaciones ni horas y atrasos) en España fue de 1.641,91 euros en 2017, sólo 64,26 euros más alto que en 2008
(1.577,65 euros), según el INE. Eso significa que contratar ahora a un trabajador ha subido un 4,1% en 10 años (0,41% al
año). Pero como en esos años ha subido más la inflación, los salarios de los españoles han
perdido un 6,30% de poder adquisitivo desde 2008.
Este es el coste de los salarios
medios (1.641,91 euros brutos al mes, unos 1.345 euros netos).Pero hay
grandes diferencias según tipo de contrato,
antigüedad, edad y sexo (las mujeres ganan un 22,86% menos), así como por
sectores: los trabajadores de los servicios
(donde trabajan tres de cada cuatro españoles) ganan un 17% menos (1.593 euros) que los de la industria (1.919
euros), según el INE.
Y así, el salario medio (bruto) en la hostelería es de 990 euros al mes, en el
comercio de 1.425 euros, en la construcción de 1.688 euros, en la industria de
1.919 euros, en la Administración pública de 2019 euros, en las finanzas de
3.068 euros y en la energía de 3.541 euros. Y también hay muchas diferencias regionales: en Extremadura (1.348 euros) y Canarias (1.383
euros), los trabajadores ganan un 30% menos que en el País Vasco (1.915 euros)
y Madrid (1.909 euros).
Con estos sueldos, España
se aleja aún más de los sueldos europeos. En salario hora, la medida
que se utiliza para comparar entre países, los trabajadores españoles cobraban 15,9 euros/hora en 2017, frente a 20,3 euros/hora los trabajadores de la UE-28 y a los 23,60
euros/hora que cobran los trabajadores de los países euro, según datos recientes de Eurostat. Con ello, España es el país nº 16 con los salarios
más bajos de Europa, tras Chipre, Grecia, Portugal, Malta y 11 países del Este.
Y nuestros sueldos (15,9 euros/hora)
quedan
muy lejos de los países con los que competimos: 26,4 euros por hora
Alemania (+39,8% más que España), 24,2 euros/hora Francia (+34,3%), 21,3
euros/hora Reino Unido (+25,3%) y los 20,4 euros por hora de Italia (+22%). Y
lo peor es que la brecha salarial, la
diferencia de sueldos con Europa se ha agravado durante la crisis: si en
2008 era del -14,3% con la UE-28, en 2017 es del 21,66%. Y la diferencia
salarial con los países del euro ha pasado del -23.1% en 2008 al 32,6% en 2017,
según los datos de Eurostat.
¿Por qué no suben más
los salarios? Hay varias razones que lo explican. La principal, el elevado paro: con 3.796.100 parados estimados (EPA 2018), 1 de cada 6 españoles sin trabajo, las empresas tienen mucha mano de
obra donde escoger pagando poco. Y como los contratos son muy precarios (el 95% temporales y por horas), pues
también están mal pagados. Sobre todo los jóvenes y las mujeres, que tienen los
peores sueldos. Además, la mayoría del empleo se crea en los servicios (el 60% de todo el empleo creado en 2017), donde ya trabajan el 75% de los asalariados y que
es el sector peor pagado. Y tampoco ayudan los nuevos empleos low cost, ligados a
nuevos negocios y plataformas tecnológicas (Amazon, Deliveroo, Globo, Uber…),
que están tirando los sueldos a la baja por su gran poder de contratación. Y
por supuesto, han sido claves para tirar a la baja de los salarios dos factores
más: la reforma laboral aprobada por el Gobierno Rajoy
en 2012 (que daba más poder a los empresarios para fijar sueldos) y el menor poder de los sindicatos, unido a un menor peso laboral de las grandes
empresas y un enorme peso de las pymes (99%), con poco “poder de negociación” de los
trabajadores.
Ahora, en 2018, los salarios siguen sin recuperarse,
aunque la economía siga creciendo. De hecho, la Comisión Europea prevé que los costes laborales en España crezcan el 1,1% este
año, el 2º país con menos subida de
sueldos de Europa tras Grecia (+0,8%), muy por detrás de la subida de
sueldos prevista para la UE-28 (+2,8%),
la zona euro (+2,4%) y los países con los que competimos: Alemania (+3,1%),
Francia (+2,3%), Italia (+2,1%) e Italia (+2,9%). Eso supondría que los trabajadores españoles volverían a perder
poder adquisitivo este año, dado que se espera una inflación media del 1,4 al 1,6%.
Por eso, los
sindicatos han dicho ¡basta¡ y se van a movilizar para defender una subida de salarios del 3,1% para 2018 (1,6% para compensar la
inflación y 1,5% para compensar la pérdida de poder adquisitivo de 2017). Enfrente,
la patronal CEOE se enroca en una subida del
1,2 al 2%, en línea con lo que están subiendo los pocos convenios firmados
este año (+1,56%, sólo para 408.381 trabajadores). Y aceptarían añadir otro 1% más ligado a mejoras en la
productividad, aunque se niegan a firmar clausulas de revisión ligadas a la subida del IPC, como piden los sindicatos (que
no se fían de los precios y menos con el petróleo subiendo). Todo apunta a que otro año más no
habrá acuerdo y que las grandes empresas y los sectores que van mejor
subirán los sueldos en torno al 1,6% y el resto de pymes mucho menos, con lo
que la subida anual rondará el 1%,
perdiéndose otra vez poder adquisitivo.
Los salarios deberían subir más, en torno al 3% este año. Primero, por pura justicia. Porque
la economía española ha entrado en su 5º
año de crecimiento, produce ya más que en 2008 y sin embargo, el reparto del pastel del crecimiento beneficia
a las empresas y no a sus trabajadores. Así, los beneficios empresariales aumentaron en 98.680 millones de euros entre 2008 y 2017 (+82.811 millones se
han quedado en las empresas y +15.663 millones han ido a sus accionistas, en
forma de dividendos) y los salarios totales
son hoy 10.214 millones de euros menos que en 2008. Con ello, las empresas
han mejorado su trozo del pastel de la renta con la crisis: si en 2008 se
llevaban el 41,7%, en 2017 se llevan el
42,5%. Y los trabajadores se llevan menos de la riqueza generada en España: si en 2008 se llevaban el
50,1%, en 2017 han bajado al 47,3%,
según el INE (el resto, hasta el 100% de la renta, se lo llevan los impuestos,
el 10,3% en 2017).
A lo claro, esto
significa que la crisis ha servido para
que las empresas ganen más que antes y los trabajadores menos. Y con ello,
España es el país nº 12 en Europa con un menor peso de los salarios en la riqueza,
según Eurostat: un 47,6% en 2016, muy por detrás de Dinamarca (52,3% de la
riqueza se la llevan los salarios), Francia (52%), Alemania (50,8%), Bélgica
(49,9%), Reino Unido (49,4%), Eslovenia y Estonia (49,3%), Luxemburgo (49,1%),
Finlandia y Holanda (48,4%) y Austria (48,1%).
Pero no sólo es injusto que los salarios no se recuperen y
los beneficios empresariales sí. Es que además, con la crisis ha aumentado la desigualdad entre los
salarios de los altos directivos y los trabajadores normales: los
ejecutivos de las empresas del IBEX ganaron 98 veces lo que sus trabajadores en 2017 (36 veces en 2008), según un detallado estudio de El País. Una media de 5,03 millones al año, sin contar lo
guardado para sus pensiones millonarias futuras. Y hay empresas con salarios de
altos directivos escandalosos, como Inditex (ganan 445 veces lo que sus
empleados), Acciona (356 veces), Abertis (278), Indra (211) y Santander (171
veces).
Por si esto no fuera escandaloso e injusto, veamos otro
dato: crecen los trabajadores pobres, los españoles que tienen un trabajo pero
aún así son pobres porque su salario es paupérrimo. España es el país europeo con más trabajadores pobres: el 14,8% de los hogares (2,75 millones de
familias) tienen alguno de sus miembros bajo el umbral de la pobreza, ganando
menos del 50% de los ingresos medios del país, según la OCDE, frente a una media del 8% en Occidente, el 5,9% de hogares con
trabajadores pobres en Reino Unido, el 7,1% en Francia o el 3,7% en Alemania, por
delante incluso de Grecia (13,1% de trabajadores pobres), Italia (12,2%),
Portugal (9%) y todos los países del Este.
Pero los salarios no sólo deberían subir más por justicia sino también porque sería bueno para la economía y los españoles. Y para las empresas. Porque unos trabajadores mejor pagados son trabajadores
más motivados, que trabajan mejor. Y los salarios más altos atraen el
talento y la creatividad, mejorando la innovación y la productividad de las empresas.
Pero además, subir más los salarios mejoraría
el consumo y las ventas de las empresas, en definitiva, sus beneficios y su
posibilidad de invertir y expandirse. Y en la medida que crezca el consumo, la economía española podría crecer más y crear más empleo, sobre todo en
un momento de incertidumbre exterior, por la subida del petróleo (se acerca a
los 80 dólares barril, lo que restará 0,7% de aumento al PIB) y la esperada
subida de tipos.
Pero además, subir más los salarios permitiría al Estado recaudar más, lo que hace mucha falta para gastar más en empleo, pensiones,
educación, sanidad, Dependencia, ayudas sociales, tecnología, infraestructuras y
tantas cosas que nos hacen falta. Y ayudaría a tapar el “agujero” de las pensiones (-17.500 millones este año), porque
salarios más altos son más cotizaciones
para la Seguridad Social. Y permitiría a los jóvenes independizarse, formar
una familia y tener hijos, que
bastante falta hacen a un país envejecido que pierde población.
El riesgo, señalan algunos, es que subir más los sueldos dificulte a España competir fuera y exportar. Pero
recordemos que hay margen, porque
los sueldos españoles son un 32% más bajos que los de la Europa del euro, según Eurostat. Y aún así, España ocupa el
puesto 34º del mundo en competitividad y somos el 15º país menos competitivo de Europa, por detrás de Suiza
(1º), Holanda (4º1), Suecia (7º), Reino Unido (8º), Finlandia (10ª), Noruega
(11º), Dinamarca (12º), Austria (18º), Luxemburgo (19º), Bélgica (20º), Francia
(22º), Irlanda (24º), Islandia (28º) y República Checa (31º), según el Foro Económico Mundial (2018).
Y es que para ser
competitivos no sólo hay que mirar los salarios, sino otros costes y factores.
Como los costes de la energía, más
altos en España (la luz para la industria es un 21,7% más cara en España que en
la UE-28, según datos de Industria), y los costes
financieros, también más altos para las empresas españolas. Y a la hora de competir, juegan en nuestra contra el menor tamaño de nuestras empresas (más pymes),
la menor industria y el mayor peso de los servicios, la menor innovación y
tecnología, la peor formación de los adultos, el coste extra de estar en un extremo de Europa, los mayores desequilibrios
regionales y el menor peso de la exportación. Factores todos ellos que lastran
más la competitividad que unos sueldos que están a la cola de Europa.
Es hora de que suban más los salarios. Lo dicen muchos expertos y lo pidió en noviembre de 2017 la Comisión Europea, como requisito para “apuntalar
la recuperación incompleta de la zona euro”, que por cierto sólo ha
crecido un 0,4% este primer trimestre de 2018 (frente al 0,7% los tres
trimestres anteriores), según Eurostat. España también ha enfriado algo su crecimiento este 2018 (un 2,9% anual frente al 3,1%
de 2017). Haría falta acordar tres
medidas. Una, pactar subidas
salariales del 3% para los próximos dos años. Dos, subir el salario mínimo más de lo previsto, hasta los 1.000 euros
en 2020 (en Alemania y Francia está ya hoy en 1.480 euros). Y tres, aprobar un Plan urgente contra la precariedad laboral, reduciendo los contratos
temporales y por horas, que están detrás de muchos sueldos miserables. Y sobre
todo, cambiar la mentalidad de las empresas,
para que concilien sueldos decentes con beneficios
decentes. No vale malpagar a los
trabajadores como el camino elegido para
conseguir beneficios desmesurados y sueldos escandalosos a los directivos. Urge conseguir un crecimiento más justo.
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