La vida sigue, a pesar del coronavirus, y siguen publicándose las estadísticas económicas. La semana pasada, el INE difundió la subida de salarios a finales de 2019: un +1,8%, la menor subida en el último año, debido al debilitamiento de la economía. Y todo apuntaba a que en 2020 subirían aún menos. Pero ahora, con el coronavirus, la situación cambia drásticamente: bastante será que los salarios no caigan, conseguir que se paguen primero y luego se congelen, hasta que se reconstruyan las empresas y la economía. Pero no se puede utilizar la pandemia para devaluar los salarios, como pasó en la crisis de 2008, porque eso agravaría la recesión. Y hay que reflexionar sobre un hecho: los salarios pierden peso, han crecido menos de la mitad que la economía en 22 de los paises más ricos, incluida España, donde los salarios han perdido peso frente a los beneficios empresariales. Hay que salvar la economía tras el coronavirus y luego “repartir mejor el pastel”. No como en la última crisis.
enrique ortega |
Las subidas de salarios ya se habían moderado antes de llegar el coronavirus. En los convenios firmados este año 2020, entre enero y febrero, las subidas pactadas han sido un +1,97%, inferiores a la subida acordada en todo 2019, que fue del +2,28%, según las estadísticas del Ministerio de Trabajo. Pero estos datos no son representativos de lo que está pasando de verdad con los salarios, porque cada vez se firman menos convenios (3.536 en 2019) y afectan a menos trabajadores (10.001.480 en 2019, un millón menos que en 2018). Y eso porque muchas empresas y trabajadores (hay 16,84 millones de asalariados) no negocian convenios, sobre todo en las pymes, y hay muchos trabajadores “fuera de convenio” (eventuales, por horas, en prácticas…).
Por eso, es más representativa la subida salarial que refleja el INE, en su Encuesta trimestral de coste laboral. La última, publicada el martes pasado, indica que la subida salarial media fue del +1,8% en el cuarto trimestre de 2019, menos que en los trimestres tercero (+1,9%) o segundo (+2,1%) y similar al primero (+1,7%). Eso da una media de 2.075 euros al mes de coste salarial por empleado, más 625,98 euros de cotizaciones por trabajador y 51,74 euros de otras prestaciones. Además, como los asalariados trabajan ahora más horas (29,4 horas semanales efectivas, un 0,3% más), resulta que el coste laboral por hora trabajada, 16,24 euros de media, subió sólo un +1,4% en 2019.
Esta subida salarial media del +1,8% no ha sido homogénea, sino que varía según las ramas de actividad: +0,7% en la industria, +2,3% en la construcción (porque faltan operarios cualificados, lo que ha subido sus sueldos) y +2% en los servicios. Y también según los sectores donde se trabaje: han subido más en la educación y finanzas (+4,8%), agua (+4,2), inmobiliarias (4,1%), administrativos y sanitarios (+3,9%) y menos en el comercio (+1,4%) y la hostelería (+1,8%), según el INE. Y por autonomías, los salarios han subido más en Galicia (+4,4%), Aragón (+4,3), Andalucía (+3,2%), Extremadura,, Navarra y Cataluña (+3%) y menos en Canarias (-1%), Castilla la Mancha y Madrid (+0,8%), Baleares y Murcia (+1,2%), sobre todo por la menor llegada de turistas a algunas zonas.
Un dato importante, que modera las subidas de sueldos, es que los nuevos empleos llegan con sueldos más bajos que los antiguos. Así, un Informe de Adecco e Infoempleo revela que un 56% de las empresas reconocen que pagan menos a los nuevos empleados que a los antiguos que tienen en plantilla: los salarios de los trabajadores con menos de 1 año de antigüedad son, de media, un 23% inferiores a los que llevan más de 10 años en la empresa: 20.086 euros anuales frente a 28.598 euros, para el mismo puesto de trabajo. También varían mucho las subidas según las categorías, con aumentos superiores al 4% en directivos y mandos intermedios. Y en el caso de las grandes empresas del IBEX 35, la diferencia entre los sueldos más altos y el sueldo medio es de 123 veces. Y visto de otro modo: los primeros ejecutivos de estas grandes empresas ganaron 4,4 millones de euros de media frente a un salario medio de sus plantillas de 35.810 euros, según el último estudio de Oxfam Intermón.
El salario medio de los trabajadores españoles apenas aumentó entre 2008 (1940 euros de media mensual) y 2014 (1991 euros), lo que significa que cayó en realidad porque una parte se lo comió la inflación, según los datos del INE. Luego ha ido subiendo poco a poco, año tras año (cayó en 2016) para quedar en 2020 euros en 2017, 2039 en 2018 y 2075 euros de media en 2019, 135 euros mensuales más que en 2018. Es un aumento del +6,9% en once años, que se ha comido con creces la inflación (el IPC ha subido un +16% desde 2008). A lo claro: que hemos perdido un -9% de capacidad adquisitiva, que en realidad ganamos un 9% menos que antes de la crisis, a pesar de estos 6 años de crecimiento y recuperación.
El sacrificio salarial hecho por los trabajadores es evidente y no se compensa todavía con las subidas de sueldos de los últimos años, que han ido en aumento: del +0,50% que subieron de media en 2014 al +1,44% en 2017, el +1,73% en 2018 y el +2,28% de 2019. Con ello, España se sitúa por detrás de las subidas salariales en Europa, que fueron del 2,8% en el cuarto trimestre (aquí el 2,40%), según el dato publicado por Eurostat el miércoles pasado. Y además, los salarios suben menos en España que en Alemania (+2,7%), Suecia (+2,8%), Portugal (+4,4%) o Reino Unido (+2,8%), aunque más que en Italia (+1,3%) o Francia (+1,4%). Pero contando las horas trabajadas, el salario por hora en España (21,5 euros por hora) es el más bajo de los grandes paises europeos: 26,9 euros/hora en la UE-27, 43,5 euros en Dinamarca, 36,7 euros en Suecia, 35,9 euros en Francia, 34,6 euros en Alemania, 33,6 euros en Finlandia, 32,1 euros en Irlanda y 28,2 euros en Italia, según Eurostat. Y además, la “brecha salarial”, la diferencia entre el coste laboral por hora de Alemania y España ha aumentado con la crisis: si en 2008 ganábamos el 69,5% que ellos, ahora ganamos el 62,13%.
Cara a los sueldos de este año 2020, la previsión era que subieran poco, dado que la actividad iba a crecer menos este año (el 1,6% frente al 2% que creció el PIB en 2019). La previsión del Gobierno era que los sueldos subieran un 2,2% en 2020 (frente a un 2,1% en todo 2019), pero la media de los expertos ya rebajaba la subida al +1,7% y Funcas incluso al +1,1%, a la vista de la desaceleración de la economía. Pero con el coronavirus, todas estas previsiones son ahora “papel mojado”. De momento, no se negociarán apenas convenios y bastante será conseguir que las empresas paguen los sueldos este mes y los siguientes (para eso van a tener ayudas y créditos con aval público). Pero me temo que muchas empresas hablarán de su pésima situación económica para defender una bajada de salarios para evitar más despidos. Plantearán otra “devaluación salarial” como la aplicada en 2008-2014, gracias a la reforma laboral de Rajoy.
El Gobierno y los sindicatos deben impedir que se retrase el pago de sueldos y una bajada generalizada de salarios, porque agravaría la recesión y dificultaría la reconstrucción de la economía y el país, al hundir aún más el consumo (que aporta el 60% del crecimiento del PIB). Una postura realista sería congelar los salarios actuales hasta que la situación mejore y, sólo en casos excepcionales, aceptar cobrar una parte del salario (temporalmente y recuperándolo después) para asegurar el empleo. Y en las empresas que han aumentado sus ventas con el coronavirus (supermercados, comercio electrónico, transportes y algunas tiendas), los empresarios deberían compensar con aumentos extras de sueldos, como ya han hecho Mercadona o Amazon.
La clave de esta pandemia del coronavirus es salir de ella vivos y con empleo. Y si hay que hacer sacrificios, los hagamos todos, las empresas en sus beneficios y los trabajadores en sus salarios, congelándolos temporalmente, porque si caen profundizarían la recesión. Va a ser más necesario un Pacto social entre patronales y sindicatos, con acuerdos globales pero dejando una enorme flexibilidad empresa a empresa, para que pagar los salarios no sea un motivo de cierre. Para eso debe estar, entre otros destinos, la financiación con avales públicos del Paquete de medidas extraordinarias aprobado por el Gobierno.
Todos tenemos que evitar que se repita la injusticia de la pasada crisis, donde los salarios han sido los grandes paganos del ajuste. Algo que se remonta incluso a las décadas anteriores, a finales del siglo XX y todo el siglo XXI, según ha demostrado el economista Thomas Piketty en su libro “El capital del siglo XXI”: los rendimientos de capital llevan décadas creciendo más que el PIB y más que el factor trabajo. Esa es la causa del aumento de la desigualdad en el mundo. Y lo confirma un estudio publicado en febrero por la prestigiosa consultora McKinsey: en lo que va de siglo, los salarios han crecido menos de la mitad que la economía en 22 de los paises más ricos del mundo, entre ellos España. Entre 2000 y 2018, el salario medio de estos paises desarrollados creció a un ritmo anual de sólo el +0,7% frente a un alza del PIB global del 1,6%. En dos paises (Grecia y Portugal), los sueldos llegaron a caer (un -0,2% en ambos casos) y en España aumentaron sólo un 0,2%, según el estudio de McKinsey.
En resumen, que mientras la economía crecía, los salarios aumentaban menos y perdían peso, se llevaban un trozo menor del “pastel” de la economía, en favor de los beneficios de empresas e inversores. Es lo que indican las cifras anuales del PIB en España, según la Contabilidad Nacional del INE: los salarios suponían un 49,04 % del PIB en 2008 (544.126 millones de euros) y en 2019 supusieron el 45,83% del pastel (570.538 millones, 26.412 más que en 2008, pero el PIB creció más). Y en contrapartida, el excedente bruto de explotación (beneficios empresariales y otras rentas) subió ligeramente, del 43,05% en 2008 (477.690 millones) al 43,86% en 2019 (546.066 millones, 68.376 más de beneficios). Y también subía el resto del PIB, que son impuestos y otros ingresos.
Este fenómeno, que los salarios “pierdan peso” en la economía ha sucedido en toda Europa, donde el peso de los salarios es menor que hace una década: ha caído del 56,9% sobre el PIB en 2009 (sin contar impuestos, solo salarios y beneficios empresariales) al 56,2% en 2018, según los datos publicados en febrero por la Comisión Europea. Y ahí vemos que España es el 7º país donde los salarios han perdido más peso en la economía (-4,2%) entre 2009 y 2018, sólo por detrás de Irlanda (-19,2%: una devaluación salarial que junto a las rebajas fiscales a las multinacionales explica “el milagro celta”), Croacia (-10,8%), Chipre (-6%), Portugal (-5,5%), Malta (-5,3%) y Grecia (-4,5%). Como se ve, los paises del sur y sus trabajadores son los mayores paganos salariales de esta crisis. Y enfrente, los salarios no perdieron peso en Alemania y apenas en Suecia y Austria (-0,1%), Francia (-0,2%) o Italia (-0,8%). Dos maneras muy diferentes de repartir la crisis entre los europeos.
Ahora, cuando nos viene encima otra recesión por el coronavirus, en España y en Europa, hay que intentar desde el principio que esta historia no se repita, que los sacrificios se repartan y que la reconstrucción no cargue (otra vez) sobre el sueldo de los trabajadores. Ahora hay que salvar vidas, empresas y empleos, pero mañana, cuando empecemos a doblegar al virus, hay que alcanzar un gran Pacto social, unos nuevos Pactos de la Moncloa, el acuerdo que cambió España hace más de 40 años (en octubre de 1977). Y será fundamental no sólo recomponer empresas y empleos sino mantener los salarios en lo posible, no volver a devaluarlos mientras se recuperan los beneficios empresariales, como ha pasado en la última crisis de 2008. Porque unos salarios “decentes” son "la gasolina" de la reconstrucción, que se puede iniciar cuando España vuelva a la normalidad. Hay que mirar hacia adelante, salir de este agujero del coronavirus, pero “aprendiendo del pasado”, con solidaridad y repartiendo los costes y el futuro crecimiento. Entre todos y con justicia.
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