España volvió a crecer en 2023 más que la mayoría de Europa: el PIB aumentó un +2,5%, cinco veces el aumento de la UE-27 y la zona euro (+0,5%), por encima de Francia (+0,9%), Italia (+0,7%) y sobre todo de Alemania (cayó un -0,3%), incluso de Reino Unido (+0,1%). Con ello, España se consolida como la 4ª mayor economía de la UE, con una producción (PIB) de 1.462.070 millones de euros en 2023, sólo por detrás de Alemania (4.121.160 millones), Francia (2.639.092 millones e Italia (1.946.079 millones). Y si tomamos toda Europa, seríamos la 5ª mayor economía europea, porque Reino Unido es la 2ª (2.953.557 millones de PIB). A España le siguen, de lejos, Paises Bajos (1.032.841 millones), Polonia (654.594 millones), Bélgica (554.044 millones) e Irlanda (506.582 millones).
lunes, 4 de marzo de 2024
España: menos productivos, menos ricos
España creció más que la mayoría de Europa en 2023. Pero
ojo, la OCDE acaba de alertarnos de un dato preocupante: la renta per cápita
de las familias españolas es menor ahora que en 2007. ¿Cómo es posible?
Porque hemos tenido que repartir el crecimiento entre más gente (+3,8
millones) y porque la inflación se ha comido el aumento. Pero hay una
causa de fondo: España produce menos por habitante (y por
trabajador) que otros 16 paises europeos, la mayoría más pequeños. Somos
menos productivos, por 2 motivos: aquí trabaja menos gente y trabaja
peor, con menos eficiencia, por culpa de la peor formación, menor
tecnología, innovación y digitalización, menos inversión, pequeño tamaño
empresas, escaso peso de la industria y la exportación, deficiente gestión
empresarial y organización del trabajo, más una falta de financiación y un
exceso de burocracia. En marzo, el Gobierno creará el Consejo Nacional de
Productividad, para intentar ser más productivos y conseguir así vivir
mejor. Una asignatura pendiente desde hace décadas (o
siglos). Enrique Ortega
España volvió a crecer en 2023 más que la mayoría de Europa: el PIB aumentó un +2,5%, cinco veces el aumento de la UE-27 y la zona euro (+0,5%), por encima de Francia (+0,9%), Italia (+0,7%) y sobre todo de Alemania (cayó un -0,3%), incluso de Reino Unido (+0,1%). Con ello, España se consolida como la 4ª mayor economía de la UE, con una producción (PIB) de 1.462.070 millones de euros en 2023, sólo por detrás de Alemania (4.121.160 millones), Francia (2.639.092 millones e Italia (1.946.079 millones). Y si tomamos toda Europa, seríamos la 5ª mayor economía europea, porque Reino Unido es la 2ª (2.953.557 millones de PIB). A España le siguen, de lejos, Paises Bajos (1.032.841 millones), Polonia (654.594 millones), Bélgica (554.044 millones) e Irlanda (506.582 millones).
Pero este dato del PIB total es engañoso,
porque unos paises tienen más población que otros. Por eso, lo relevante es lo que
produce cada país por habitante, el verdadero indicador de la renta
y la riqueza de cada país. Y aquí, la situación cambia drásticamente: España
produjo 30.253 euros por habitante en 2023, un 83% de la media UE-27
(36.419 euros), un 62% que Alemania (48.853 euros per cápita), un
78% que Francia (38.770 euros) y un 91% que Italia (33.075
euros). Pero producimos casi la mitad que Paises Bajos (57.980 euros por
habitante) y menos de la mitad que Dinamarca (63.162 euros), Irlanda
(97.474 euros) y Luxemburgo (117.468 euros), los 3 paises más
productivos de Europa.
Este dato tampoco es el real, porque hay que tener en
cuenta la inflación de cada país, para medir el PIB per cápita según
el poder de compra. Eurostat no ha publicado el dato de 2023, pero en
2022 España ocupó el lugar 17º en el ranking de producción por
habitante, descontando la inflación: produjimos el 86% de la
media europea (UE-27), algo más que en 2021 y 2020 (83%), pero peor que
antes de la pandemia (91%
en 2019) y que en 2017 (93%). Cuando España ingresó en la CEE, en
1986, teníamos un PIB por habitante que era el 76% de la media
europea y en el año 2000 rozamos la media (98%), para superarla
por primera vez en 2002 (101%), alcanzando nuestro máximo en
2006 (105% del PIB por habitante europeo) y manteniéndonos por encima
en 2007 (104%), 2008 (102%) y 2009 (101%). Con la crisis
financiera y de deuda, nos dimos un batacazo en 2010 (el PIB por
habitante bajó al 96% de la UE-28), para seguir cayendo después, hasta
un mínimo en 2020 y 2021 (83%), por la pandemia, que apenas se recuperó en
2022 (86%: la
“brecha” con Europa de 1990).
Esto significa que España, aunque sea la 4ª mayor
economía de la UE, está
por detrás de 16 paises europeos en producción por habitante
y renta. En 2022, había 11 paises UE que producían más por habitante que
la media UE-27 (índice 100) y por eso son los más ricos, según
Eurostat: Luxemburgo (256% del PIB por habitante europeo, porque
tiene un alto PIB y poquísima población censada), Irlanda (235%, porque
tiene radicadas muchas multinacionales que facturan allí y producen en otros
paises), Dinamarca (produce un 136% del PIB medio UE), Países Bajos
(130%), Austria (124%), Bélgica (120%), Suecia (119%), Alemania
(117%), Finlandia (110%), Malta (104%) y Francia (100% PIB
por habitante UE).
Luego hay un 2º grupo de paises comunitarios
que están por debajo de la media de productividad de la UE-27 y cuya
renta es inferior a la de los paises más ricos, liderados en el puesto 12º por
Italia (97% del PIB medio UE, que perdió en 2014) y con España en
el puesto 17º (86%
del PIB por habitante UE en 2022),
tras ser “adelantada” en los últimos años por 5 paises pequeños: Malta
(nos superó en 2014 y tiene el 102% del PIB por habitante de la UE-27), República
Checa (nos adelantó en 2019 y ahora tiene el 90% del PIB por habitante
europeo), Chipre (94%), Eslovenia (90%) y Lituania (89%), tres
paises que adelantaron a España en 2020. Y tenemos cerca a Estonia
(85%), que superó a España en 2021, quedando más lejos Portugal y Polonia
(79% del PIB por habitante UE). En 2023, según
los datos del FMI, España habría ganado dos puestos, hasta el puesto 15º
del ranking UE-27, adelantando a Lituania y República Checa (dudoso), pero
colocándose en el puesto 21º en el ranking mundial de los paises más
productivos (y más ricos).
El problema de la
menor productividad de España viene de lejos y explica que,
aunque crezcamos más, los españoles no lo noten apenas, porque este
mayor crecimiento se reparte entre más población y la mayor parte se lo come la
inflación. Es lo
que revela un reciente estudio de la OCDE: la renta real de los hogares
españoles era a finales de 2023 inferior (-2,4%) a la renta que tenían
en 2007, antes de la crisis financiera. El PIB ha crecido en 386.531
millones de euros en estos 16 años (+35,93%), pero ha crecido mucho la
población española (hay 3.808.250 habitantes más para repartir) y los precios
han subido un +39,7% (comiéndose el crecimiento del PIB). Eso explica que la
renta real (descontando la inflación) de los españoles haya caído desde
2007 mientras subió un +22% en los 34 paises que integran la OCDE.
Junto a España (-2,4%), también cae la renta real en Grecia
(-20,9%) e Italia (-6,8%), 3 de los 4 paises que sufrieron los ajustes
tras 2010 (pero en Portugal sube un +10,5%). Los paises
que han ganado más renta per cápita desde 2007 son Polonia
(+65,9%), Hungría (+50,7%), Estados Unidos (+26%), Eslovenia (+23,7%),
Dinamarca (+23,2%) y República Checa (+22,3%), junto a Paises Bajos, Finlandia
y Alemania (+13%).
Es tremendo: la renta real de los españoles es hoy algo
más baja que en 2007. Un dato, como el PIB por habitante frente al resto de
Europa (puesto 17º), que refleja que España crece, pero con poco potencial, con
poca productividad. ¿Qué pasa? Básicamente hay
2 causas de fondo que explican que seamos menos productivos y por
ello tengamos menos renta que dos tercios de los europeos: en España trabaja
menos gente y trabajan peor, con menos eficacia y productividad.
Veámoslo.
Primero, trabaja menos gente: hay menos personas en edad
de trabajar que están ocupadas y creando riqueza (PIB). La tasa de
empleo en España (porcentaje de personas de 15 a 64 años ocupadas) era del 65,7%
(tercer trimestre 2023), frente al 70,4% en la UE-27, el 77,3% en
Alemania, el 74,3% en Francia o el 66,1% en Italia (y el 81,5% en la
República Checa o 78,6% en Lituania, por ejemplo), según
Eurostat. Este bajo nivel de empleo tiene mucho que ver con nuestro modelo
de crecimiento, basado en los servicios y el turismo, en empresas más pequeñas,
con poca tecnología y exportación, que crean menos valor añadido y menos
empleo. Ojo: si España tuviera la tasa de empleo de la UE-27, tendríamos
2,2 millones de personas más trabajando (y aumentando nuestro PIB
por habitante y nuestra renta). Y si tuviéramos la de Alemania, en España trabajarían
casi 4 millones más.
Segundo, los que trabajan lo hacen “peor”, son menos
eficientes. Un dato lo resume bien: en la eurozona, cada hora
trabajada aporta 61 dólares al PIB, frente a 53 dólares en España
(-13,11%), según
la OCDE. Y esa menor productividad en España acumula una caída del -7,3%
del año 2.000 al 2022, mientras en Estados Unidos creció un +15,5%, en Alemania
un +11,8% y en Francia un +0,8%, bajando también en Italia (-5,1%), según
un reciente estudio de la Fundación BBVA e Ivie. Esta pérdida de
productividad en las últimas dos décadas no se debe a la productividad
del trabajo (PIB dividido por horas trabajadas), que ha crecido una media
anual del +0,7% (menos que el +1,1% en la UE), sino a la caída de la
productividad del capital (valor añadido generado por el capital
disponible), que ha bajado un -1,2% anual. Y eso, por el exceso de
inversión inmobiliaria, que ha supuesto un lastre para la productividad del
capital en España, por el exceso de activos inmobiliarios poco productivos
acumulados por las empresas. Y también por la
baja inversión de las empresas españolas en “activos intangibles”,
claves para aumentar la productividad: I+D+i, software y bases de datos,
diseño, imagen de marca, formación y organización y gestión.
Es un mito decir que la caída histórica de la productividad en
España se debe al gran peso de los servicios, el comercio y el turismo.
En realidad, la caída afecta a casi toda la economía: cayó un -19%
frente a Europa (entre 1995 y 2019) en todos los sectores, un -20% en la
industria y un -26% en las actividades profesionales y servicios. Y sólo
mejoró la productividad en el campo (+14%), según
este estudio de Fedea. Y hay una gran desigualdad en la productividad
por regiones: superan la media española (índice 100) el País Vasco
(122,4), Madrid (119,5), Navarra (113,4), Cataluña (105,1), la Rioja y Baleares
(100,9), las autonomías más ricas, y muy por debajo Extremadura (82,2), Murcia
(83,5), Canarias (87,7), Andalucía (87,8) y Castilla la Mancha (89,1), según
este otro estudio de Fedea.
¿Por
qué España tiene menos productividad? La causa que siempre se argumenta
es nuestro
modelo productivo, el elevado peso en la economía de los servicios
(turismo, hostelería y comercio), actividades intensivas en mano de obra y con
baja productividad, y el menor peso de la industria. Pero si España
tuviera la misma estructura productiva del resto de Europa, seguiríamos
teniendo un -10% de productividad, según
la Fundación BBVA e Ivie, que señala otro factor que suele esgrimirse,
con razón: el
menor tamaño de nuestras empresas (exceso de pymes), lo que les
dificulta financiarse, invertir e innovar. De hecho, el 80% de las empresas
españolas tienen menos de 3 trabajadores y sólo hay 5.273 empresas (el
0,18%) con más de 250 trabajadores. Pero resulta que cuando se comparan las
empresas españolas con las alemanas, francesas o italianas, todas producen
entre un 10 y un 20% menos, independientemente de su tamaño.
Por eso, estos expertos argumentan otras causas con
más peso. La primera y fundamental, la
menor formación de los trabajadores españoles y sus jefes. Por un lado,
el 48% de la población activa española carece de título universitario o FP y
tienen un gran peso los trabajos que exigen poca cualificación. Hay pocos
trabajadores con formación tecnológica y capacidades digitales y las empresas
españolas, con salarios más bajos, atraen menos “conocimiento”. En paralelo, muchas
empresas adolecen de capacidades gerenciales y hay empresarios
que gestionan sin la suficiente formación y sin capacidad de organizar equipos,
apoyados muchos en el “ordeno y mando” y sin capacidad de innovación
organizativa y gerencial.
La 2ª causa, igual de importante, es la
falta de tecnología e innovación en las empresas. En España,
el gasto en I+D+i se redujo en 2022 al 1,44% del PIB, frente al 2,24%
de media en la UE-27. Y esta baja inversión en tecnología es aún menor en
las empresas (0,7% del PIB, la mitad que las empresas europeas). Eso
conlleva fabricar productos poco complejos, de bajo valor añadido y con un
empleo poco estable. Y, además, las empresas invierten
poco en digitalización, big data, e-commerce, teletrabajo, redes sociales e
inteligencia artificial. Y también en tecnologías de la información y la
comunicación (TIC), además de inversiones en bienes no tangibles (software,
bases de datos, marca, diseño…).
Un tercer factor que juega contra la productividad es
la
caída de la inversión en España,
pública y sobre todo privada, desde 2008. Otras causas de la baja
productividad se atribuyen a factores
institucionales: demasiada economía sumergida (¿20%?), excesiva
dependencia de las empresas del crédito bancario (más que en el resto de
Europa ), mucha burocracia (sólo
en 2022, el Estado y las autonomías aprobaron 11.000
nuevas normas), barreras de entrada sectoriales y territoriales que reducen
la competencia, dispersión normativa en 17 autonomías y dificultades
regulatorias y fiscales para que las pymes superen los 50 trabajadores.
Al final, la
reflexión es que el crecimiento de España se ha basado en el
esfuerzo, en el trabajo (se hacen más horas que en otros paises) y el
capital tangible (maquinaria, naves e infraestructuras) más que en el
progreso tecnológico, la innovación y la inversión en intangibles (desde la
imagen de marca al big data). Urge
avanzar por un triple camino: mejorar la productividad del
trabajo (empleados mejor formados), mejorar la productividad del capital
(invirtiendo en tecnología que permita producir más) y mejorar la
organización y gestión de las empresas, para ser más productivos con el
trabajo y el capital disponibles. Tareas que exigen
cambios de fondo en la enseñanza (de la escuela a la
Universidad), en el reto tecnológico y digital, la comercialización
y exportación, la organización del trabajo y las políticas
públicas, que deben promover la productividad.
Para avanzar en estos retos, el
Gobierno anuncia que en marzo creará el Consejo Nacional de
Productividad, un organismo que recomendó Bruselas en 2016 y que tienen
todos los paises europeos, salvo España, Italia y Estonia. El objetivo será “conseguir
empresas más grandes, más productivas y competitivas”. Podría ser un instrumento clave para reorientar la
economía y dirigir los 83.000 millones de créditos pedidos por España como adenda
al Plan de Recuperación, apoyados por la
futura empresa pública de Transformación Tecnológica (SETT), donde
se agruparán las participaciones públicas en empresas tecnológicas. Todo hará
falta para conseguir que, en las próximas 2 décadas, España sea más
productiva, con más empresas competitivas. Nos jugamos mejorar el nivel de
vida y acercarnos a la Europa rica. Es nuestra gran asignatura pendiente.
España volvió a crecer en 2023 más que la mayoría de Europa: el PIB aumentó un +2,5%, cinco veces el aumento de la UE-27 y la zona euro (+0,5%), por encima de Francia (+0,9%), Italia (+0,7%) y sobre todo de Alemania (cayó un -0,3%), incluso de Reino Unido (+0,1%). Con ello, España se consolida como la 4ª mayor economía de la UE, con una producción (PIB) de 1.462.070 millones de euros en 2023, sólo por detrás de Alemania (4.121.160 millones), Francia (2.639.092 millones e Italia (1.946.079 millones). Y si tomamos toda Europa, seríamos la 5ª mayor economía europea, porque Reino Unido es la 2ª (2.953.557 millones de PIB). A España le siguen, de lejos, Paises Bajos (1.032.841 millones), Polonia (654.594 millones), Bélgica (554.044 millones) e Irlanda (506.582 millones).
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