8-M: récord de mujeres trabajando
Mañana se celebra el 8-M y
hablarán de la discriminación que las mujeres sufren todo el
año. Hay avances: un récord histórico de mujeres trabajando (9,92
millones) y la brecha salarial con los hombres baja al -18,6%,
la menor en 15 años. Pero sigue la discriminación: menos
mujeres activas, menos trabajando (-1,4 millones que hombres), con peores
contratos, puestos y sueldos (-4.341 euros de media), más paro, menos desempleo
(cobran -16,28%), pensiones más bajas (-45% de jubilación) y sufren más la
falta de ayudas a la Dependencia. La principal causa de su discriminación es que
las mujeres cargan con “los cuidados” (hijos y dependientes), descuidando
su profesión. Por eso, necesitamos enseñanza gratuita de 0 a 3 años y reforzar
la Dependencia, para liberarlas. También aplicar Planes de igualdad en
las empresas (2 de cada 3 no tienen). Y que los hombres ayuden en casa.
Urge un Pacto nacional por la igualdad, desde la escuela al trabajo y
los hogares, para mejorar la difícil situación de media España. Enrique Ortega
Lo primero que choca es que la población
femenina ha aumentado más que la masculina en España, según el Censo del INE, tanto
en los últimos 5 años (+973.195 mujeres frente a +790.763
hombres, entre el 1 de enero de 2019 y el 1 de enero de 2024) como en los
últimos 16 años (+1.797.909 mujeres frente a +1.216.062 hombres entre 2008 y 2024). Pero
ojo, al mirar la cifra de habitantes con más detalle, se ve que la cifra de
mujeres nacidas en España ha bajado (-16.610 mujeres entre 2008 y 2024,
frente a +44.287 hombres) y que si hay más mujeres censadas en España hoy es porque
han venido muchas mujeres nacidas en el extranjero (hay +1.724.519 que en
2008, según el INE),
sobre todo latinoamericanas, marroquíes y rumanas. Así resulta que, de las 24.875.363
mujeres censadas el 1 de enero en España, 4.528.894 nacieron en el extranjero
(el 18,2%).
A partir de aquí, de las mujeres
que viven en España, analicemos su situación. La primera
discriminación es que hay muchas más mujeres inactivas, que no buscan
trabajo y se quedan en casa. De los 40.818.900 españoles en edad de
trabajar (más de 16 años), a finales de 2023 (EPA), 20.996.800 son
mujeres y 19.822.100 hombres. Pero casi la mitad de esas mujeres
potencialmente activas decidieron quedarse en casa (9.543.400 mujeres “inactivas”,
el 45,5%), frente a menos hombres (7.198.100 “inactivos”, el 36,3%). Y cuando
se busca la causa, el 20% de mujeres inactivas lo justifica en que atienden
a menores y dependientes (de 25 a 49 años suben al 29,4%), frente al 4,9%
de hombres que lo aducen. En otros casos, las mujeres no buscan trabajo porque
tienen menos formación, piensan que no lo encontrarán o porque han decidido “dedicarse
a su hogar”.
Lo positivo es que ,en los
últimos años, muchas mujeres se han lanzado al mercado laboral,
para aportar ingresos al hogar (muchas de ellas, inmigrantes). Y así las
mujeres activas, que trabajan o buscan empleo, aumentaron en +609.300
entre 2019 y 2023, mientras los hombres activos sólo crecieron
en +309.400. Las que más se han lanzado a buscar trabajo son las mujeres
mayores de 45 años, sobre todo entre 55 y 64 años (casi +500.000 activas),
que buscan trabajo como cuidadoras o empleadas de hogar y en el comercio, la
hostelería y la limpieza. Pero, aunque hay más mujeres en edad de trabajar, sólo
hay 11.453.400 mujeres activas (trabajan o buscan trabajo) frente a
12.624.100 hombres, según
la EPA.
La segunda gran discriminación
es que estas mujeres activas encuentran menos empleo que los hombres. Los
datos educativos revelan que las mujeres acaban más formadas que los hombres,
pero encuentran más dificultades para acceder al primer empleo:
hay menos chicas que chicos trabajando entre los 16 y los 24 años. Un factor
importante es que los roles de género llevan a que las niñas y
adolescentes opten más por estudios y carreras de humanidades frente a las de
ciencias, que son “más de chicos”. Un
estudio reciente revela que la segregación se da tanto en
FP (sólo un 7% de chicas se gradúan en titulaciones técnicas frente al 52%
de chicos) como en la Universidad (sólo hay un 14% de mujeres en Informática,
un 27% en carreras técnicas y un 37% en matemáticas y estadísticas), lo que reduce
su empleabilidad. Además, también cuenta la discriminación en las
pruebas de selección, en las prácticas y becas y en “la cultura” de muchas
empresas, que en igualdad de condiciones “prefieren contratar a un
hombre que a una mujer”.
Al final, el resultado es
que hay 1,4 millones de mujeres menos trabajando que hombres (aunque
insisto, son más en edad de trabajar). A finales de 2023, había en
España 21.246.900 personas ocupadas, 11.323.500 hombres (el 53,9%) y 9.923.400 mujeres. Un
dato que refleja la discriminación laboral de la mujer, aunque también llama a
la esperanza, porque las mujeres han conseguido una mayor parte de los
nuevos empleos creados en España en 2023 (+437.200 de
los 783.000 creados) y entre 2019 y 2023
(+765.100 empleos, un 63,3% de los 1.208.500 creados en total). Con
ello, el empleo femenino bate un récord histórico en España: nunca ha habido
tantas mujeres trabajando (9.923.400 en diciembre de 2023) y son
1,2 millones más del anterior récord de empleo femenino (8.714.900 mujeres
ocupadas en septiembre de 2008). Mientras, los hombres, aunque les ganan en
empleos (11.323.500), todavía trabajan menos que en septiembre de 2007
(récord empleo masculino: 12.175.900). En 2024 se espera que
trabajen en España más de 10 millones de mujeres, superando un listón
impensable, aunque seguirá la discriminación mientras trabajen más hombres.
La tercera gran discriminación
es que las mujeres tienen peores contratos, puestos de trabajo y categorías
que los hombres. La reforma laboral (que entró
en vigor el 31 de marzo de 2022) ha beneficiado a todos los
trabajadores, reduciendo los contratos temporales y la precariedad, pero
más a los hombres que a las mujeres, según los datos de la EPA.
Así, el porcentaje de asalariados
con contrato temporal ha bajado entre los hombres del 24,93% en 2019 al 14,2%
a finales de 2023 (-10,73%) y del 27,37% al 18,9% entre las mujeres
(-8,47%). Eso se debe, sobre todo, a que la mayor tasa de temporalidad se da
en el sector público, donde hay más porcentaje de mujeres, sobre todo en
sanidad y educación.
Con todo, el dato clave
para explicar gran parte de la discriminación laboral de la mujer es que siguen
aumentando los
contratos a tiempo parcial (por horas o días): se hicieron +87.600
nuevos en 2023, +75.400 de ellos a mujeres. Eso refleja lo que pasa: las
mujeres encuentran más trabajo que antes, pero la mayoría es a tiempo parcial.
De hecho, de las 2.869.300 personas ocupadas a tiempo parcial, el 74% son
mujeres (2.121.000). Y ojo, no es porque lo quieran así: la mitad de
ellas dicen que es porque no encontraron un trabajo a jornada completa y de la
otra mitad, solo un 10% eligió esa jornada, el 40% restante lo hace para
cuidar a hijos y mayores dependientes.
Además de tener peores contratos,
las mujeres se concentran en sectores con trabajos peor pagados y en
categorías laborales más bajas, al margen de su formación. Unos ejemplos del INE:
encargados (7,6% de los hombres y 4,7% de las mujeres), mandos intermedios
(7,8% frente a 6,7%), directores de pequeña empresa o sucursal (8,3% frente a
4,9%). Además, el
INE indica que sólo había un 34,8% de mujeres en cargos directivos
(directoras o gerentes) de empresas en 2023. Y en los Consejos de
Administración de las empresas
del IBEX sólo hay un 37,3% de mujeres consejeras, un 20% en cargos
ejecutivos, un 26% en la alta dirección y sólo un 11,8 % son presidentas.
Todas estas discriminaciones
laborales, en los contratos, puestos de trabajo y categorías, se traducen en
una 4ª discriminación, la más visible: las mujeres ganan menos
que los hombres. Hay dos maneras de medir esta “brecha salarial”, las dos
con datos del INE: una, el sueldo
principal que refleja la EPA (último dato 2002) y la otra, la Encuesta de Estructura
Salarial (último dato 2021). Según la primera estadística, el sueldo
medio de los hombres fue de 27.642 euros brutos en 2022 y el de las mujeres 23.301
euros, 4.341 euros menos. Es una “brecha salarial” (lo que debería subir el
sueldo de la mujer para equipararse) del -18,63%, alta, pero la menor
en los últimos 15 años en España, según
CCOO, que recuerda que ha bajado del -31,4% máximo en 2014 al -22,6% en 2019
y al -20,9% en 2021. Si nos atenemos a la estadística de salarios, en
2021, el salario medio bruto de los hombres era de 28.388 euros frente a 23.175
euros las mujeres, 5.213 euros menos,
una “brecha” del -22,5% según CCOO (no el 18,4% que dice el INE),
porque es el porcentaje que tendría que subir el sueldo de la mujer para
equipararse al hombre. Y esa brecha, medida con esta otra estadística, también ha
mejorado y es la menor desde 2008 (-28%).
¿Por qué ganan menos las
mujeres? Un
informe de CCOO responde que el 70% de esta discriminación
salarial se debe a que tienen un exceso de contratos a tiempo
parcial (el 74% del total), contratos por horas o días en los que ganan
menos de la mitad de lo que ganarían con un contrato a jornada completa
(11.650 euros frente a 28.185, según
el INE). Según el sindicato, si las mujeres tuvieran el mismo porcentaje
que los hombres de trabajo a jornada completa, la brecha salarial
bajaría del -18,6 al -5,7%, a menos de la tercera parte.
Y
otro factor que, según
CCOO, pesa muy negativamente es que las mujeres cobran muchos menos
complementos que los hombres y eso aumenta la brecha salarial final,
que no es tan grande en el salario base. Así, las mujeres no suelen cobrar
complementos como los que se abonan por esfuerzo físico, penosidad, nocturnidad
o disponibilidad horarias, que suelen estar “masculinizados”. También cobran
menos complemento por antigüedad, dado que la maternidad acorta sus
carreras profesionales. Y en paralelo, como tienen menos puestos directivos,
cobran también menos pluses y bonus discrecionales ligados a tareas
directivas.
Hay otro factor más que
explica los menores salarios de las mujeres: los sectores en los que
trabajan mayoritariamente, que tienen sueldos más bajos. Así, el 42% de
las
mujeres asalariadas se concentran en 7 sectores que pagan un
salario por debajo de la media (2.128 euros mensuales en 2022, según la EPA): empleo
doméstico (cobran 981 euros brutos de media), hostelería (1.390
euros), agricultura, ganadería y pesca (1.477), actividades administrativas
y auxiliares (1.567), actividades artísticas y recreativas (1.598),
otros servicios, entre ellos los cuidados (1.599 euros) y comercio
(1.771 euros).
Y llegamos a la 5ª gran
discriminación: hay más mujeres que hombres en paro, debido a que
aumentan las que buscan trabajo y la mayoría de empleos se los llevan los
hombres. A finales de 2023, en España había 2.830.600 parados (EPA), de los que 1.530.000 eran mujeres
(13,3% de tasa de paro) y 1.300.600 eran hombres (10,30% de tasa de paro
sobre activos). Y se ha reducido menos el paro entre las mujeres que entre
los hombres, tanto
en 2023 (-93.000 frente a -100.400) como respecto a 2019,
antes de la pandemia (-128.800 frente a -205.500 que redujeron el paro los
hombres). La mayor parte del paro femenino se concentra en mujeres que
trabajaban en la hostelería (144.600), el comercio (116.000),
sanidad y servicios sociales (66.200), administrativas y servicios auxiliares
(61.600), la educación (52.800) y la Administración Pública (-51.400), aunque
la mayoría son paradas que perdieron su empleo hace más de 1 año
(620.500).
Y estas mujeres paradas sufren
la 6ª gran discriminación: el seguro de desempleo les cubre menos
(porque muchas, por los cuidados, han interrumpido su cotización o no han
cotizado) y les paga un subsidio menor. En 2023, había 983.997 mujeres
beneficiarias del desempleo (sólo 408.000 con prestación contributiva, según
lo cotizado y 574.729 con prestación asistencial), frente a 790.537
beneficiarios hombres (391.823 con prestación contributiva y 398.874
asistencial), según
el SEPE. Pero como hay más mujeres paradas que hombres, la tasa de
cobertura de las mujeres (el porcentaje que reciben alguna ayuda)
fue del 63,3% de media frente al 75,7% los hombres. Y además de
estar menos cubiertas, cobraron menos de subsidio contributivo (el asistencial
son 480 euros mensuales, iguales para todos):
888 euros de media mensual las mujeres frente a 1.032.6 los hombres. Otra
“brecha”, en el cobro del desempleo, del -16,28% (-20,29%
para paradas de 50 años a 60 años y -23,20% para paradas mayores de 60
años), según
los datos del SEPE.
Como las mujeres trabajan menos,
ganan menos e interrumpen sus carreras de cotización o cotizan menos años (por
los cuidados), también tienen pensiones más bajas que los hombres, la
7ª mayor discriminación de la mujer: la pensión media de las mujeres, el
1 de febrero de 2024, era de 1.020,93 euros, frente a 1.506,02 los
hombres, según
la SS, una “brecha” en todas las pensiones del -47,51%. Y
en el caso de las pensiones de jubilación (que cobran 2.639.170 mujeres,
frente a 3.811.619 hombres), la diferencia es también enorme: 1.132,89 euros
de jubilación cobran de media las mujeres frente a 1.647,8 euros los
hombres, otra “brecha” del -45,45%. La mayor brecha, fruto de las brechas
de una vida…
Y queda otra discriminación más,
la 8ª: la discriminación en la Dependencia, debido a que las mujeres
viven más que los hombres (85,8
años de media frente a 80,3) y por tanto tienen más riesgo de necesitar
ayuda y ser dependientes al final de su vida. De hecho, casi 2 de cada 3
dependientes con más de 80 años son mujeres (el 63,11%). Y por eso sufren
más los problemas de retrasos en las ayudas (hay
158.198 dependientes reconocidos “en lista de espera” para recibir las
ayudas, lo que provoca que 70 dependientes mayores mueran cada día sin
recibirlas, 44 de ellos mujeres) y de falta de medios y
atención, desde la ayuda a domicilio a la teleasistencia y la falta de
residencias.
Por si fueran pocas estas discriminaciones
laborales, las mujeres sufren también otra discriminación en su propia casa,
porque cargan con la mayor parte de las tareas del hogar y de los cuidados de hijos
y padres, complicando más su vida laboral. De hecho, el 45,86% de
las mujeres cargan con la mayor parte de las tareas del hogar, algo que sólo
hacen el 14,92% de los hombres. Y otro 34,96% de mujeres realizan una
parte importante, aunque compartida. Eso supone que el 80,82% de las mujeres
cargan con las principales tareas del hogar, frente al 48,61% de los hombres. Y un 51,37%
de los hombres (casi 10 millones) confiesan
que hacen poco o nada, según
la última Encuesta del INE (2021). Un 40,2% de las mujeres se ocupan
mayoritariamente del cuidado de los niños, frente al 4,8% de los
hombres. Y un 48,3% se encargan mayoritariamente del cuidado de los
mayores, frente al 20,5% de los hombres.
En resumen, que aunque su ocupación mejora y baja la brecha salarial con los hombres, la situación de las mujeres
en 2024 sigue siendo muy preocupante. Para CCOO,
el problema de fondo es que hemos relegado a la mujer a los
cuidados (de niños y padres o familiares dependientes) y con eso la
hemos condenado a interrumpir su carrera laboral y tener más problemas para
optar a mejores puestos, fomentando el trabajo a tiempo parcial y los bajos
salarios. Se ha avanzado con la reforma laboral y las subidas del salario
mínimo (que favorecen más a las mujeres), pero las desigualdades
siguen ahí, de fondo, porque las mujeres siguen “atadas” a los
cuidados. Por eso, muchos expertos apuestan por tomar 2 medidas
claves para “liberarlas en parte”: aprobar la gratuidad de la enseñanza de 0
a 3 años (pendiente Presupuestos 2024) y mejorar la atención a la Dependencia,
para que haya más ayudas y recursos, más atención pública a los dependientes en
el hogar, en centros de día y en residencias.
En paralelo, los sindicatos se
quejan de que las empresas, sobre todo las pymes, no se han tomado en
serio los decretos que obligan a llevar un registro de salarios (obligatorio)
y a aprobar Planes de igualdad, que son obligatorios en las empresas de
más de 50 trabajadores desde el 8 de marzo de 2022. Han pasado 2 años y CCOO
estima que no
existen estos Planes en el 66% de las empresas. Y tampoco el
sector público, desde los Ayuntamientos a las autonomías, Ministerios y
empresas públicas, está dado ejemplo. Y falta una política de racionalización
de horarios, desde las empresas a los restaurantes, locales de ocio y
TV, que permita a las mujeres conciliar su trabajo con su familia. Y queda la gran
asignatura pendiente, el reparto de tareas en el hogar, donde los hombres tienen
que hacer mucho más (no sólo “ayudar”…) Y también los chicos adolescentes.
Al final, cada año pasa lo
mismo con el 8-M: se habla mucho de la discriminación
de la mujer, pero se avanza poco, poniendo parches a un problema muy
complejo, como pasa también con la Crisis Climática. Y a este paso, la
igualdad de la mujer tardará 135 años, según
el Foro de Davos. Urge pactar acuerdos legislativos, económicos, laborales,
educativos, sociales y familiares, para afrontar uno de los grandes retos
de este siglo, al margen de las ideologías: lograr la igualdad para
media España. Ganaríamos todos.
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