Quedan diez días para las elecciones autonómicas y nadie habla de un problema grave que arrastramos desde hace décadas: las tremendas desigualdades entre regiones, que configuran 2 Españas, o mejor 3 Españas: la rica (País Vasco, Navarra, Madrid, Cataluña, Baleares, Asturias, la Rioja y Aragón), la pobre (Extremadura, Murcia, Canarias, Castilla la Mancha, Andalucía, la Comunidad Valencia y Ceuta) y la intermedia (Galicia, Castilla y León, Cantabria y Melilla). Y lo más preocupante es que son las mismas regiones que en el año 2000 y casi idénticas a las de 1977, con más desigualdad incluso ahora que antes de la crisis. Y al ritmo actual, se tardarán 80 años en reducir a la mitad la brecha de riqueza entre regiones. Urge aprovechar estas elecciones para empezar a corregir las históricas desigualdades entre regiones, con empleo, formación, medidas fiscales, inversiones públicas, reindustrialización, tecnología, infraestructuras y una financiación más justa y equitativa. No puede haber 3 clases de españoles, según donde vivan. Es otra de las grandes asignaturas pendientes de nuestra democracia. Piense en ello al votar el 28-M.
enrique ortega |
La región española que más produce es Cataluña (231.277 millones de euros en 2018, un 19,1%
del PIB español) y la que menos La Rioja
(8.391 millones, el 0,7% del PIB), junto a Ceuta
(1.700 millones) y Melilla
(1.564 millones), que aportan el 0,1% del PIB. Pero hay que tener en cuenta la población y lo importante es lo que se produce por habitante (PIB/habitante): quien más produce por persona es más rico. Y en España, la región
más eficiente, la que más produce por habitante es Madrid (34.916 euros en 2018,
un 135,1% de la media española) y la que menos Extremadura (18.134 euros por
habitante en 2018, un 70,3% de la media española: 25.854 euros/habitante), según los datos recién publicados por el INE. Y por eso, Madrid y Extremadura son la región más rica y más pobre de España.
Las 7 regiones más
productivas en 2018 (y por tanto, las más ricas), que superaron la
producción media española (25.854 euros PIB/por
habitante) fueron Madrid (34.916
euros, un 135,1% de la media), País Vasco (34.079 euros, el 131,8% de
la media), Navarra (31.809 euros, el
123%), Cataluña (30.769 euros, el
119%), Aragón (28.640 euros, el
110,8%), La Rioja (26.833 euros, el
103,8%) y Baleares (26.764 euros, el
103,5% de la media española), según la Contabilidad regional publicada por el INE a finales de abril. Lo llamativo es que estas 7 regiones más ricas son las mismas
que antes de la crisis, que en 2007 y en 2000, según las series del INE,
aunque el País Vasco ha subido del 4º al 2º lugar.
En el otro extremo, tenemos las 7 regiones menos productivas y por tanto las más pobres, que
están por debajo del PIB/por habitante medio español (esos 25.854 euros en
2018): Extremadura (18.134 euros, un 70,3% de la media española), Melilla (18.482 euros, el 71,5%), Andalucía (19.132 euros, el 74%), Ceuta (20.032 euros, el 77,5%), Castilla la Mancha (20.645 euros, el
79,9%), Canarias (21.031 euros, el
81,3%) y Murcia (21.134 euros, el
81,7% del PIB por habitante medio español), según la Contabilidad regional del INE. Y la mayoría son las mismas regiones que
eran pobres antes de la crisis, en 2007 y 2000, aunque han salido de este grupo de
menos productivas y más pobres Galicia y
Asturias (pobres en el año 2000), incorporándose Canarias, Ceuta y Melilla (intermedias en el 2000).
Y queda la 3ª España, la intermedia, que produce menos que la media pero algo más que
esas 7 regiones pobres. En 2018 formaban este grupo la Comunidad Valenciana (22.659 euros de PIB/habitante, el 87,6% de la media española), Asturias (23.087 euros, el 89,3%), Galicia (23.294 euros, el 90,1%), Cantabria (23.817 euros, el 92,1%) y Castilla y León (24.397 euros, el 94,4%
de la media española), según la Contabilidad Regional del INE. Un grupo muy similar a la España
intermedia de antes de la crisis, aunque en el año 2.000 estaban Canarias, Ceuta y Melilla, que han caído al pelotón de la España más pobre,
mientras han mejorado Galicia y Asturias,
que antes de la crisis eran pobres y ahora “intermedias”.
En este siglo, los grupos de regiones pobres, ricas e intermedias apenas han variado,
aunque hay regiones que han ganado peso (aportan
más a la producción total del país) y otras
lo han perdido, según los datos del INE. Hay 8 regiones
que han mejorado su posición económica,
que han mejorado su porcentaje sobre el PIB español:
Galicia (+12,5%: de producir el
77,6% del PIB en 2000 al 90,1% en 2018), País
Vasco (+9,2%), Extremadura
(+6,6%), Aragón (+6%), Asturias
(+5,3%), Castilla y León (+3,7%), Castilla la Mancha (+1,8%) y Madrid (+1,2%:
de producir el 133,9% del PIB español al 135,1% en 2018). Y otras 11 regiones empeoran su posición, aportan hoy menos al crecimiento español que en 2000: Baleares (-22,2%: producían el 125,7%
de la media y han bajado al 103,5%), Melilla
(-17,2%), Canarias (-16,4%), Ceuta
(-12,6%), La Rioja ( -8%), Comunidad Valenciana (-7,7%), Navarra (-4,3%),
Cataluña (-2,6%: producía el 121,6% del PIB/habitante español en 2000 y ahora
producen el 119%), Murcia (-1,9%), Cantabria (-1,3%) y Andalucía (-0,2%).
Un dato importante es que la brecha entre las regiones más productivas (más ricas) y las menos eficientes (más pobres) se mantiene, a pesar de que llevamos ya 5 años largos de recuperación
económica. Así, si en el año 2000, Madrid producía más del doble que
Extremadura por habitante (21.333
euros frente a 10.145, 2,10 veces más), en 2008 produjo 1,93 veces más (32.155 euros frente a 16.653), en 2013 (el peor año
de la crisis), la brecha subió a 1,97
veces (30.188 euros frente a 15.280) y en 2018, a pesar de la recuperación sólo bajo a 1,92 veces (34.916 euros frente a 18.174 euros). La brecha se mantiene.
Y, lo más llamativo: esta
brecha entre regiones más o menos productivas se arrastra desde hace siglo y medio, según el libro “La desigualdad regional en España 1860-2015”, escrito por tres catedráticos universitarios
(Díez-Minguela, Martínez-Galarraga y Tirado). La desigualdad regional aumentó entre 1860 y 1910, se redujo después entre 1910 y 1950,
volvió a bajar entre 1960 y 1985 y lleva
aumentado desde 1986, a raíz de la entrada de España en Europa, debido a
que una economía más abierta ha agravado las diferencias regionales, al
competir mejor unas autonomías que otras en estos 33 años siendo europeos. Y lo peor: al ritmo actual, se tardarán 80 años para reducir a la mitad la actual diferencia de riqueza entre las regiones españolas, según un documentado informe realizado por Fedea.
¿A qué se debe que unas regiones hayan ido mejor que otras? Básicamente, a
su estructura productiva y la mayor o menor creación de empleo, al peso de la
industria (más resistente a la crisis), al mayor o menor peso
del turismo y la
construcción (ayudan en la recuperación, pero caen más en la crisis), al
peso de las exportaciones, al aumento o caída de la
población (las regiones que más han crecido, como Madrid o País Vasco, han
ganado población, española e inmigrante),
al nivel educativo, a la tecnología, a la inversión pública y empresarial y, en los dos últimos
años, a las pensiones: hay provincias muy envejecidas (norte y centro), donde las
pensiones ha supuesto una inyección de ingresos que mejora el consumo y el
crecimiento, como ha pasado en Asturias,
Castilla y León, Galicia, País Vasco, Aragón Cantabria, la Rioja y
Extremadura (autonomías con más de un 20% de población que supera los 65 años),
frente a Murcia, Canarias o Baleares
(15,3% de mayores), que no han tenido
esta ayuda.
Un caso especial es Madrid,
la región española más productiva,
entre 2000 y 2018, y la que más creció en 2018 (+3,7% frente al 2,6% toda
España), mientras se espera que este año
2019 supere a Cataluña (en 2018, el PIB madrileño fue 230.018 millones frente
a 231.277 millones de Cataluña). El PP atribuye “el milagro de Madrid” a que gobiernan esta comunidad desde 1995,
pero la causa es otra: “el factor capitalidad”. Ser capital de un país aporta un crecimiento “extra”, porque las
instituciones públicas y la capitalidad atraen empresas, inversiones y talento.
Es lo que ha pasado en toda Europa, donde las regiones de la capital son
las más ricas en 25 de los 28 paises de la UE (todas las capitales, salvo
Dublín, Lisboa y Zagreb). Y han ganado peso más
que Madrid: una media del 3,5% en la UE-28 frente al 1,3% de Madrid, según
Eurostat. Y en paises muy centralizados, el factor capital ha ayudado aún
más: París ha crecido su enorme peso
en el PIB francés (30,8%) un 2,5% más que el resto de Francia y Londres (23,4% del PIB británico) un 3%
más, mientras Madrid (un 19% del PIB español) aumentaba su peso el 1,3% entre 2000 y 2018.
Hasta aquí, el análisis de la riqueza creada por cada región (PIB por habitante) y las grandes diferencias entre las 3 Españas. Pero,
al final, hay contrapesos,
factores que juegan para que los españoles de las distintas autonomías tengan más o menos renta: las transferencias
públicas (pensiones, desempleo, dependencia), las subvenciones y prestaciones
sociales, las inversiones públicas, los
impuestos y deducciones fiscales, que acaban determinando lo que cada español
recibe finalmente, la renta por
habitante. Esto es lo que determina el mapa de la riqueza o pobreza final.
Y aquí se repite, con pocos cambios, el mapa de las 3 Españas, según los
últimos datos publicados por el INE (de 2017).
Hay una España rica, con
una renta
por persona que supera los 12.000 euros anuales en 8 autonomías: País
Vasco (14.397 euros), Navarra (13.583), Madrid
(13.099), Cataluña (12.712), Baleares (12.665), Asturias
(12.244), La Rioja (12.131) y Aragón (12.110 euros). En total, ahí
viven 20.806.290 españoles, el 44,5% de la población total. Curiosamente,
estas 8 autonomías son las mismas
que tenían más renta en el año 2.000
y en 2014, tras lo peor de la crisis. Pero lo más llamativo es que son casi las mismas autonomías que eran las más ricas en 1977, al
inicio de la democracia, aunque entonces cambiaba el orden: Baleares, Madrid,
Cataluña, La Rioja, País Vasco y Navarra, según puede comprobarse en las estadísticas históricas 1850-2000 que recopiló en su día el Banco de Bilbao (una joya). A comienzos de siglo se incorporó al grupo Aragón y en 2008, tras la Ley del
Cupo (2002), el País Vasco y Navarra encabezan el grupo de las más ricas.
La España pobre
son 6 autonomías más Ceuta, que tienen
una renta por habitante inferior a los
10.000 euros, según las últimas estadísticas del INE (referidas a 2017): Extremadura (8.250 euros), Murcia
(8.702), Canarias (8.863), Castilla la Mancha (9.045), Andalucía (9.116), Ceuta (9.676) y la Comunidad
Valenciana (9.801 euros). En total, ahí viven 20.144.190 españoles, el 43,1% de la población. Son las
mismas autonomías pobres que en el año 2000, 2008 y 2014, salvo Galicia, que ha salido
de este grupo y la Comunidad Valenciana, que no estaba al inicio del siglo y ha
entrado entre las pobres. Pero, otra vez, lo preocupante es que estas autonomías pobres son casi las mismas
que en 1977, al inicio de la democracia: entonces eran las más pobres
Extremadura, Andalucía, Castilla la Mancha, Murcia, Galicia y Canarias, por
este orden, según las series históricas del BB.
En medio quedan las 3
autonomías y Melilla que conforman “la España intermedia”, que rondan la
renta media española (11.074 euros
en 2016), según los últimos datos del INE: Cantabria (11.293
euros), Castilla y León (11.239), Galicia (10.753 euros) y Melilla (10.161 euros). En conjunto,
5.772.500 habitantes, el 12,4% de la población
española. Un grupo intermedio que ha cambiado algo más en los últimos 40 años,
ya que antes incluía a Galicia, Asturias y Aragón, que han mejorado su estatus,
y a la Comunidad Valenciana, que lo ha empeorado y pasa al grupo de las
“pobres”.
Y lo peor no es sólo que siga habiendo 3 Españas, sino que han aumentado las diferencias de renta.
Si en 1977, un balear tenía 1,81 veces la renta de un extremeño,
mejoró algo en el año 2000, cuando un aragonés ingresaba 1,53 veces lo que un andaluz, pero ha empeorado después: si un
vasco tenía una renta en 2008 que era 1,65 veces la de un extremeño, en 2017 es ya 1,74
veces mayor que antes de la crisis. Se agrava la desigualdad.
Un fracaso de España y los distintos gobiernos democráticos. Y
más cuando, tras 33 años en Europa, 6 regiones españolas siguen todavía con una renta por debajo del 75% de la renta
media europea: Extremadura (63% renta media UE-28), Melilla (67%), Andalucía
(68%), Castilla la Mancha (72), Ceuta (73%) y Canarias (75%), según los últimos datos de Eurostat (para 2016). Y sólo 4 regiones españolas superan la renta media europea: Madrid (125%
de la renta media UE-28), País Vasco (121%), Navarra (114%) y Cataluña (110%).
¿Qué se puede hacer?
Lo primero, abrir el debate sobre la
desigualdad interregional, sobre estas graves
diferencias entre españoles según
donde vivan, no sólo en renta, paro, sueldos sino en servicios públicos,
desde sanidad a educación, dependencia o ayudas a la pobreza, la familia o la
vivienda. No podemos dejar que la extrema derecha encabece este debate sobre la España de las autonomías. Denunciar las desigualdades no
es poner en cuestión el modelo autonómico sino afrontar una grave situación,
reforzada por cientos de datos. Y una
desigualdad que se puede mejorar, en unas décadas, si se toman medidas.
La primera y fundamental es reforzar el papel reequilibrador del Estado, a través de múltiples instrumentos que deben
ir a corregir las desigualdades entre regiones: políticas económicas, Planes de
empleo, inversiones públicas, planes de reindustrialización, infraestructuras,
ayudas públicas e impuestos. Porque los Gobiernos gastan mucho dinero en
inversiones y ayudas públicas, pero gastan mal, no ayudan a reducir las
desigualdades, según le acaba de decir a España un informe de la OCDE. Es clave reformar la política fiscal y que los
impuestos ayuden al reequilibrio territorial.
Otro objetivo clave del Gobierno central debería ser asegurar la homogeneidad de los servicios públicos,
porque no es de recibo que la atención sanitaria, la educación, la dependencia,
las ayudas al desempleo o a la pobreza sean distintas según donde uno viva, porque hay autonomías que gastan
más y otras menos, además de gestionar mejor o peor. Así, por ejemplo, si
uno enferma, no es lo mismo hacerlo en el País Vasco (cuya sanidad
recibe 90 puntos sobre 114 de la Fundación en Defensa de la Sanidad Pública), Navarra (90 puntos) o Aragón
(82 puntos) que en Canarias (49 puntos), Comunidad Valenciana (59), Cataluña o
Andalucía (59 puntos). Y lo mismo si uno es un anciano dependiente, parado o pobre. Urge garantizar unos servicios
mínimos iguales y crear un Fondo de compensación para mejorar el Estado
del Bienestar en las autonomías pobres.
Otra medida urgente es reformar el sistema de financiación autonómica, que se debería haber modificado en 2014. Hay que reequilibrar
ingresos y aportaciones, para que no haya autonomías ganadoras
(País Vasco, Navarra, Cantabria, la Rioja, Extremadura, Castilla y León,
Galicia, Aragón, Asturias y Canarias) y perdedoras (Comunidad Valenciana,
Murcia, Andalucía, Cataluña, Baleares y Castilla la Mancha). Y reforzar el Fondo de Compensación interterritorial,
dando más peso a criterios como paro, renta, envejecimiento y dispersión de la
población. Y además, hay que asegurar más recursos públicos a las autonomías,
porque tienen muchas competencias y les
faltan ingresos. Y hay que hacerlo a costa de reducir la parte del Estado,
ya que es un país muy descentralizado: si hoy gasta el 50% de los ingresos
totales (y el 35% las autonomías y 15% los Ayuntamientos), habría que pasar a un reparto 40/40/20
al menos. Esa debería ser la base fiscal
del Estado federal que se defiende.
Estas elecciones
autonómicas deberían ser una oportunidad para afrontar el grave problema de las 3 Españas,
que arrastramos desde hace siglo y medio. Una desigualdad regional que no sólo es injusta para media
España sino que torpedea la recuperación del conjunto del país, como advirtió en febrero la Comisión Europea, al no potenciar el crecimiento de la España
más atrasada. Urge plantear el problema, sin demagogia ni partidismo, y
promover un gran Pacto autonómico para conseguir una España más
vertebrada. Es una de las asignaturas pendientes de nuestra democracia. Piense en ello al votar el
28-M.
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