lunes, 11 de marzo de 2019

Somos menos productivos (y menos ricos)


Hoy escribo sobre una noticia que no habrán visto en los medios ni comentan los políticos: la productividad española se ha estancado, por primera vez en 20 años, y es un 10,5% menor que en 1995. “¿Y a mí, qué?” Pues nos afecta mucho, porque si no mejora la productividad no crece el pastel de la renta y no mejora nuestro nivel de vida. La prueba, otra noticia reciente: España sigue en el puesto nº 14 en el ranking europeo de renta por habitante, aunque seamos la 5ª mayor economía europea. Tenemos el 92% de la renta europea y el 75% de la alemana, porque  somos menos productivos. La culpa está en que gastamos menos en tecnología, estamos peor formados, nuestro empleo es muy precario, invertimos y exportamos menos, tenemos demasiadas pymes y la organización del trabajo es deficiente y autoritaria. Habría que mejorar todo esto, al margen de la política, para ser más productivos y conseguir vivir mejor. Otro tema que no saldrá en la próxima campaña electoral.


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Todo el mundo sabe que los europeos más ricos son los alemanes. ¿Por qué? Pues porque producen más que los demás. Quédense con este dato: Alemania produce al año por valor de 3,27 billones de euros, casi el triple que España (1,1 billones de PIB), con el doble de habitantes que nosotros. Y Francia produce casi el doble (2,29 billones), con un tercio más de habitantes. ¿Por qué? Pues porque son más productivos, más eficaces trabajando: cada alemán y cada francés produce por valor de más euros que cada español. Y como son más productivos, el pastel de su renta es mayor y tocan más al repartir la riqueza creada. A lo claro: son más ricos.

Veamos las cifras que salieron la semana pasada y de las que nadie habla. La producción media por habitante en Europa (UE-28) fue de 30.000 euros en 2017, homogeneizada la cifra con la inflación de cada país (poder de compra), según Eurostat. Y cada español produjo por valor de 27.600 euros, lo que supone el 92% de la renta media europea (índice 100). Pues bien, según ese ranking, España ocupa el puesto nº 14 en PIB por habitante (PIB dividido entre la población), por detrás de Luxemburgo (75.900 euros, el 253% de la renta media UE), Irlanda (181% media UE), Dinamarca (128%), Holanda (128%), Austria (127%), Alemania (37.100 euros, el 124% de la renta media UE), Suecia (121%), Bélgica (116%), Finlandia (109%), Francia (31.200 euros, el 104%), Malta (el 97% de la renta media UE) e Italia (28.900 euros per cápita, el 96% de la renta media UE). Los últimos de la fila son Bulgaria (14.800 euros por habitante, el 49% de la renta media UE), Croacia (62%), Rumanía (63%), Grecia y Letonia (67%), Hungría (68%) y Polonia (70% de la renta UE).

España es la 5ª potencia económica de Europa (el 5º mayor PIB: 1.166.319 millones de euros en 2017), tras Alemania (3.227.340 millones), Reino Unido (2.337.971 millones), Francia (2.291.705 millones) e Italia (1.724.955), pero a la hora de ver lo que se produce por habitante, es la 14ª economía, y nos ganan en producir mucho más paises pequeños como Irlanda, Dinamarca, Holanda, Austria, Suecia, Bélgica, Finlandia o Malta, que por eso son más ricos que España (producen más por habitante). Y lo peor es que España se ha estancado en este lugar 14º, el mismo que en 2016, según Eurostat. Y que, con la crisis, hemos ido a peor. Veamos. En 1986, cuando España ingresó en la UE, teníamos el 72% de la renta europea (PIB/habitante). Con el fuerte crecimiento de finales del siglo XX y principios del XXI, nos equiparamos con los europeos en 2002 (100% de la renta europea ese año) e incluso mejoramos después, para llegar a un máximo del 103% de su riqueza en 2007. Pero luego sufrimos con más dureza la crisis, perdimos su nivel de renta en 2010 (99% de la media UE) y caímos hasta un mínimo del 90% de su renta en 2015. Y llevamos 2 años (2016 y 2017) en el 92% de la renta europea.

Por esto, porque producimos menos por persona es por lo que somos más pobres que media Europa. Y a nivel mundial, somos el país nº 26 en producción por habitante (en 2017), según el último ranking de The Conference Board, que encabezan Luxemburgo, Singapur, Noruega, Hong Kong, Suiza, Irlanda y Estados Unidos.

¿De qué depende que un país produzca más o menos y sea más o menos rico? Pues, básicamente, de su productividad, un indicador que mide la eficacia con que se utilizan los factores de producción, básicamente el trabajo y el capital (maquinaria, equipos, infraestructuras). Y España tiene un problema “estructural” de baja productividad, que arrastramos desde mucho antes de la crisis. Así, si ponemos el marcador a 100 en 1995, la productividad total de los factores (PTF) había caído a 96,74 en España en el año 2.000, a 92,02 en 2007, a un mínimo de 87,13 en 2014 y a sólo 89,49 en 2017 (como en 2009). Y mientras, la competitividad en Europa ha subido estos años de 100 a 104,5. O sea, que la productividad total de España ha caído un 10,5% entre 1995 y 2017 mientras la de Europa ha mejorado un +4,5%, la de la eurozona un +1,4%, la de Alemania un +8,5% y la de Francia un +2,2%, mientras la de Italia caía un 9,7%, según un interesante estudio de la Fundación BBVA e Ivie, que explica porque somos ahora más pobres que media Europa.

Dentro de la productividad total, un componente básico es la productividad del trabajo, lo que se produce por hora trabajada. Este componente de la productividad ha mejorado en España por algo simple: se produce más con 1 millón menos de españoles trabajando que en 2007 (tras 3,8 millones de despidos, de los que sólo se han recuperado 2,8 millones). Eso permite que la productividad por hora trabajada haya mejorado un +17,5% entre 1995 y 2018, según el estudio de la Fundación BBVA e Ivie. Pero en Europa, la productividad laboral ha mejorado mucho más estos años: un +37,1% en la UE-28 y un 30,7% en la eurozona, con lo que nos hemos vuelto a quedar rezagados (y producimos comparativamente menos que la mayoría de europeos).

El problema más preocupante es que la productividad del trabajo se ha estancado y no creció nada en 2018, por primera vez en 20 años, según el INE. La productividad por puesto de trabajo a tiempo completo creció un 0,3% anual entre 2002 y 2006, luego se disparó entre 2007 y 2013, por los despidos (+2% anual, un +12,4% en 6 años), creció muy poco entre 2014 y 2017 (+entre +0,3 y +01% anual) y no ha crecido nada en 2018 (+0%), año en que incluso ha caído la productividad por hora efectivamente trabajada (-0,25%), según el INE. Y esto es un problema serio, porque significa que la economía española no consigue producir más con los mismos trabajadores. Y sólo crece, aumenta el pastel del PIB, con más gente empleada, empleos que se están creando en los sectores menos productivos, como los servicios, mientras se pierden empleos en la industria (-3.000 en 2018), el sector con más productividad. Concretamente, el nuevo empleo creado en España desde 2014 tiene una productividad un 78% inferior a la media, según un informe de CaixaBank.

¿Por qué España produce menos que Alemania, Francia y 12 paises europeos más, lo que nos hace más pobres? Una parte es por nuestro modelo económico, donde tienen más peso los servicios (turismo, hostelería y comercio) o la construcción y menos la industria (aporta el 16,06% del PIB frente al 25% en Alemania), el sector más productivo y eficiente. Pero esta no es la razón clave, según el estudio de la Fundación BBVA e Ivie. Somos menos productivos (y menos ricos) que la mitad de Europa por tres causas fundamentales: porque invertimos menos en tecnología, porque tenemos una mano de obra peor formada y porque hay menos inversión pública y privada. Veámoslo.

El esfuerzo inversor en tecnología e innovación es clave para producir más con la misma gente, para mejorar la productividad y el nivel de vida, según todos los expertos. Y aquí, España invierte la mitad que Europa (1,2% del PIB se gasta en Ciencia frente al 2,17% en la UE-28) y menos que 20 paises europeos, sobre todo mucho menos que los más productivos y ricos: Suecia (gasta 3,30% del PIB en I+D+i), Finlandia (3,17%), Dinamarca(3,05), Austria(2,9%), Alemania (2,5%), Francia (2,22%) y Reino Unido (1,66%). Y por si fuera poco, las empresas españolas también gastan menos en tecnología e innovación que las europeas y tenemos menos investigadores (2,8% de los españoles activos frente al 3,9% en la UE).

Otro factor clave para explicar nuestra baja productividad es la menor inversión en educación, que sitúa nuestro “stock” de capital humano un 4% por debajo de la eurozona. España ha bajado drásticamente su esfuerzo educativo, pasando de gastar el 4,99% del PIB en 2009 al 4,32% en 2014 y el 4,1% en 2018, según Educación. Un gasto educativo que queda muy por debajo de la media europea (4,7% del PIB en la UE-28), de países punteros como Dinamarca (6,9%), Suecia (6,6%), Finlandia (6,1%) y Francia (5,4%) e incluso de Reino Unido (4,7% del PIB) o Alemania (4,2%). Y no se trata sólo que gastemos menos en educación, sino que hay serios desajustes entre la formación de los jóvenes españoles y lo que demandan las empresas, según refleja el último informe sobre España de la Comisión Europea. Y sólo el 12% de los jóvenes estudian Formación Profesional, frente al 25% en la OCDE y el 50% en Alemania, uno de los paises con más productividad.

Pero además de gastar menos en educación, España tiene un hándicap de partida: tenemos una mano de obra mucho peor formada, menos productiva. Tenemos muchos adultos sin casi formación (el 40,9% no tiene acabada la ESO, frente al 21,8% en la OCDE y el 19,8% en la UE-22) y muchos adultos universitarios (36,4% en España frente a 37,7% en la OCDE y el 34,3% en UE-22) pero muy pocos adultos con formación intermedia (Bachillerato o FP de grado medio), un 22,7% en España, un 43,8% en la OCDE y un 45,9% en Europa (UE-22), según el Panorama de la Educación 2018 de la OCDE. Y por eso, a las empresas les falta personal con formación media y como hay mucho paro, los sustituyen por universitarios, lo que es un despilfarro como país y una enorme frustración para los jóvenes. Y las empresas insisten en que muchos puestos de mediana cualificación no los pueden cubrir.

La tercera causa clave de nuestra menor productividad está en que España invierte menos, sobre todo en capital público, en “stock” de capital por habitante (un 5,2% inferior a la UE, según la Fundación BBVA e Ivie), sobre todo desde 2010, por los recortes en la inversión pública, que supone ahora menos de la mitad del esfuerzo de antes de la crisis, lo que ha frenado muchas infraestructuras necesarias para competir. De hecho, la Comisión Europea acaba de pedir a España, en su informe de febrero de 2019, que invierta en conexiones ferroviarias y portuarias  para el transporte de mercancías y en los corredores atlántico y mediterráneo, para facilitar el acceso a Europa, porque tenemos un hándicap geográfico: nuestros productos están a 2.200 kilómetros de los principales mercados centro-europeos.

Pero además, hay otras causas que nos restan productividad (y riqueza). Una importante es que en España hay demasiadas pymes y pocas grandes empresas: el 99% de las empresas censadas (ver datos enero 2018) tienen menos de 50 trabajadores y sólo hay un 0,15% de empresas grandes (4.487 empresas con más de 250 empleados), frente al 0,5% en Alemania (más de 9.000 grandes empresas), el 0,4% en Reino Unido o el 0,2% en Francia. Y está demostrado que las grandes empresas son más productivas porque son más longevas (sobreviven más años), exportan más (un factor clave: los paises más exportadores son más productivos y más ricos), se financian mejor y son más innovadoras, según se detalla en este estudio de CaixaBank Research sobre la productividad.

Veamos otra causa importante de nuestra menor productividad: la elevada precariedad del empleo en España. Tenemos un 27,43% de asalariados con contratos temporales, según la EPA, el porcentaje más alto de Europa, donde la temporalidad varía entre el 12,9% de los contratos en Alemania, el 15,5% en Italia o el 17,7% en Francia al 14,3% de media en la UE. Y está demostrado que los trabajadores con contrato temporal tienen menos incentivos a esforzarse en el trabajo y las empresas dedican menos recursos a formarles, lo que reduce su eficacia  y la productividad futura del país.

Otra causa clave de la menor productividad, ligada con las empresas, es la organización del trabajo en España: hay poca participación de los trabajadores en la gestión de las empresas, según revela el estudio de CaixaBank Research. Así, los “jefes” en España ejercen más control sobre sus subordinados (un 41% frente al 24% en Alemania), sólo un 26% de las empresas encuestan las opiniones de sus empleados (un 51% en Alemania) y sólo el 17% toman las decisiones “en equipo” (el 35% en Alemania). La gestión del “ordeno y mando”, muy afincada en la mayoría de empresas españolas, no ayuda a mejorar nuestra productividad.

Y todavía hay otros factores que restan eficacia y productividad a España, como la excesiva regulación y burocracia (España está entre los 10 paises europeos con más restricciones al establecimiento de locales comerciales, según la Comisión Europea), la dispersión de normas (17 autonomías), la falta de competencia en muchos sectores (oligopolios), la lentitud de la Justicia, las dificultades de financiación, los elevados costes energéticos, la falta de estabilidad normativa y laboral o el retraso en la digitalización de la economía.

Ya sabemos mejor por qué somos menos productivos y menos ricos. Las empresas, sobre todo las que exportan, han tratado de paliarlo con una receta drástica: despedir gente primero (menos a producir lo mismo aumenta la productividad), entre 2009 y 2013, y pagar peor a los que trabajan (bajando sueldos a los nuevos y congelando los antiguos), lo que les ha permitido seguir compitiendo por el mundo, a costa de una devaluación de los salarios: el coste por hora trabajada en España era de 15,9 euros en 2017, frente a 20,36 euros en Europa (+ 28%), 26,4 euros por hora en Alemania (+66%) o 24,2 euros en Francia (+52 %), según los datos de Eurostat. O sea, ante el hecho de que somos menos productivos, España ha buscado “tirar salarios”, ser “la China de Europa”.

Pero no se puede seguir por este camino, de cargar sobre los trabajadores y sus salarios la responsabilidad de competir y producir más (y ser más ricos). Habría que hacer un gran Pacto nacional por la productividad, con múltiples medidas para mejorarla y acercarla a Europa, como propone la Comisión Europea en su informe 2019: gastar el doble en Ciencia, aumentar el gasto en educación, reformar la enseñanza universitaria y apostar por la FP, mejorar la formación de parados y trabajadores, aumentar las inversiones públicas (sobre todo en infraestructuras de transporte), apostar por la digitalización de la economía, facilitar las fusiones de empresas (para aumentar su tamaño), mejorar la calidad del empleo, volcarse en las exportaciones y la internacionalización de las empresas, reducir burocracia y normativas, agilizar la Justicia, fomentar la competencia en todos los sectores y aumentar la participación de los trabajadores en la gestión de las empresas. Medidas que deberían apoyar todos los partidos políticos, empresas y sindicatos, porque buscan mejorar la productividad y el nivel de vida de los españoles.

Pero me temo que esta cuestión clave no se va a debatir en la campaña electoral ni será una prioridad para el futuro Gobierno. Y seguiremos siendo menos productivos y más pobres que media Europa, como en las últimas tres décadas. Otra importante asignatura pendiente de nuestra democracia. No la olviden.

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