“Hay que conseguir que el crecimiento beneficie a todos. Hemos dejado a muchos fuera”. No lo ha dicho un economista de izquierdas ni alguien del PSOE o de Podemos. Lo ha dicho en Madrid el secretario general de la OCDE, que integra a los 36 paises más industrializados del mundo. Su último informe sobre España reitera que crecemos pero “con mucha pobreza y desigualdad”, como ya dijo la Comisión Europea en marzo. Y revela que España gasta poco y mal en políticas sociales, porque los impuestos y transferencias ayudan más a los que más tienen, con lo que nuestra política social es la 4ª peor de Europa, tras Grecia, Italia y Portugal. Lo dijo también la Comisión Europea, en su informe de primavera: las políticas sociales reducen menos la pobreza y la desigualdad en España que en Europa. Pero ni Gobierno ni oposición se dan por enterados: están a “otras cosas”. Y por eso, la mayoría de españoles no notan la recuperación. Y crecen los populismos y extremismos o la abstención.
La economía española sigue creciendo, pero menos (2,6% este año frente a 3,1% en 2017) y aún crecerá menos en 2019 (2,2%), según el último informe sobre España 2018 de la OCDE, presentado el 22 de noviembre. Pero su mayor preocupación no es que España crezca más sino “conseguir que el crecimiento beneficie a todos”, algo que no ha pasado con la recuperación iniciada en 2014. “Hemos dejado a muchos fuera”, reconoció en Madrid el secretario general de la OCDE, la organización que integra a los 36 paises del mundo más industrializados (salvo China). Por eso, el informe señala que el gran reto de España es “conseguir que los retos de la recuperación económica se compartan de forma más generalizada y que nadie quede excluido”. Para ello, proponen “mejorar el bienestar y reducir las desigualdades sociales y regionales” en España. Lo mismo dijo en marzo la Comisión Europea, en su informe sobre España 2018: el crecimiento no ha reducido la pobreza y la desigualdad, que son de las más altas de Europa, y hacen falta políticas sociales eficaces para que la recuperación económica llegue a todos.
En su Informe económico 2018 sobre España, la OCDE dedica muchas páginas a hablar de dos
problemas sobre los que casi nadie habla: la
pobreza y la desigualdad, porque considera que pueden “perjudicar el
crecimiento, la productividad y las oportunidades de inversión”. Empezando por la pobreza, la OCDE destaca que “no ha
dejado de crecer en España”, donde un
26,6% de la población (12.236.000 españoles) son “oficialmente pobres,
según la estadística europea AROPE: o ingresan menos del 60% de la media (familias con 2 hijos
que ingresan menos de 17.896 euros al año o solteros con menos de 8.522 euros)
o tienen poco empleo o privaciones materiales severas. Y la OCDE destaca la pobreza infantil en España, señalando que “se ha disparado durante la
crisis”: afecta al 22% de los niños
de menos de 18 años, casi el doble que en la OCDE (13% niños son pobres),
siendo España el tercer país con más niños pobres, tras Israel y Turquía (25%).Y
además, destaca el informe, 8 de cada 10 niños españoles en edad escolar sufren
“carencias materiales”, sobre todo en vivienda y educación, básicamente por el
paro o la precariedad laboral de sus padres.
En marzo, el informe de la Comisión Europea sobre España ya alertaba de la pobreza y destacaba que se cebaba en los niños (el 28,8% de los menores de 16 años son “pobres”), los parados (el 59,1% son pobres), las madres solas con niños
(47,9% están en riesgo de pobreza), los inmigrantes (40,8% de los que vienen de
Europa son pobres y el 58,7% entre los que vienen de otros paises), jóvenes
(34,8% entre 16 y 29 años) y mujeres (27,1% de tasa de pobreza frente al 26%
los hombres). Y también revelaba que muchos
trabajadores españoles son “pobres”: un 14,8% de los trabajadores son pobres, frente al 8% en la OCDE, lo que sitúa a España como el país con más trabajadores
pobres de la zona euro y el 7º de la OCDE (tras China, India, Costa Rica,
Turquía, Brasil y México).
La OCDE destaca que el otro gran problema de España es la desigualdad, mayor que la media de los 36 paises OCDE: la desigualdad
de ingresos en España (0,34 en el índice de Gini) nos coloca en el puesto 9º del ranking de desigualdad OCDE (índice
0,31), sólo con menos desigualdad que México, Chile, Turquía, EEUU, Israel, Reino
Unido, Nueva Zelanda y Letonia. Y eso es consecuencia de que los ricos son
ahora más ricos y los pobres más pobres, por el triple efecto del paro, el
subempleo y los bajos salarios. El dato que aporta la OCDE es muy explícito: el 20% de españoles más ricos gana
6,6 veces más que el 20% más pobre, cuando en la OCDE esa desproporción
es de 5 veces. Y además, ha empeorado con la crisis, porque la desproporción en
España era de 5,6 veces en 2008.Y el 10%
de los hogares acomodados posee ya la mitad de la riqueza total de España, mientras
que sólo un 20% de esa riqueza está en manos del 60% más pobre, según el informe de la OCDE.
Para la OCDE, lo preocupante no es solo que se hayan
agravado las diferencias de ingresos sino que la desigualdad se ha instalado en España en múltiples ámbitos: hay desigualdad por edades (los jóvenes tienen menos trabajo y más paro que los
adultos), por sexos (la mujer
trabaja y cobra menos), por nivel de
formación (las personas sólo con la ESO tienen un 15% menos de
posibilidades de encontrar trabajo, una brecha superior a la que existe en dos
tercios de paises OCDE) y por regiones
(el paro en Andalucía es el 22,85% y en Baleares el 7,16%), con un gran
desequilibrio de rentas entre autonomías (la riqueza por habitante en
Extremadura es de 18.283 euros, la mitad de la renta de Madrid, que fue de
36.276 euros por habitante en 2017, según el INE). Y todo
ello, sin olvidar la desigualdad de España con Europa: tenemos el 92%
de la renta media europea (26.700 euros/habitante) y ocupamos el
lugar 14º en el ranking de riqueza europeo, según Eurostat (2017), a
pesar de ser la cuarta mayor economía y
la tercera mayor de la zona euro.
Lo peor ya no es sólo que la pobreza y la desigualdad hayan
crecido en España a pesar de la recuperación. Lo más preocupante es que
España lo ha hecho mal al tratar de
corregirlo con los impuestos y transferencias, con la política social, según destaca el informe de la OCDE. Por un lado, revela que el gasto social en España es bajo respecto a la OCDE, salvo en
pensiones (porque somos el 2º país más envejecido del mundo) y desempleo
(porque somos líderes en paro, tras Grecia). De hecho, el gasto en protección
social en España supuso el 16,8% del PIB en 2016, unos 25.700 millones de euros menos de gasto social que la media europea (19,1%
del PIB en gasto social), según Eurostat. España gasta menos cada año en la vejez (9,2% del PIB frente a
10,2%), enfermedad e invalidez (2,4% del PIB frente al 2,7% la UE-28) y familia
(0,7% del PIB frente al 1,7% en la UE-28), gastando sólo más en desempleo (1,8%
del PIB frente al 1,3%), porque tenemos más del doble de parados.
Pero lo más llamativo del informe OCDE es que revela que España gasta mal lo poco que gasta en políticas
sociales. Por un lado, las transferencias en efectivo que
hace el Estado benefician más a las familias con más ingresos, con lo que agravan y no corrigen la desigualdad: el
20% más pobre de españoles reciben el 55% del pago medio por transferencias (en
la OCDE reciben el 119%) y el 20% de españoles más ricos reciben el 160% de la
media (el 95% en la OCDE). Eso supone que España es el cuarto país de la OCDE que
corrige peor las desigualdades, tras Grecia, Italia y Portugal, cuyas
políticas sociales son también “regresivas”, ayudan más a los que más tienen.
La clave de que esto pase son los impuestos, que están mal
orientados en España y no ayudan a corregir las desigualdades, según
detalla el informe de la OCDE. Sobre todo en el IVA, las exenciones y tipos reducidos restan ingresos pero no
ayudas a los más pobres sino a las clases más acomodadas y a sectores que no lo
necesitan (como el turismo, que se beneficia del 10% de IVA). También hay
deducciones y exenciones en el IRPF
que ayudan más a los que más tienen (Planes de pensiones, ahorro…). Y por
supuesto, lo poco que pagan las grandes empresas en Sociedades. La OCDE alerta
también de las rebajas en el impuesto de Sucesiones (herencias) hechas por varias
autonomías, que dicen “benefician a los más acomodados”. Y en general, señalan
que los impuestos están orientados en España a las rentas del trabajo (aportan
el 83% de los ingresos”) lo que agrava la desigualdad y “penaliza el
crecimiento y el empleo”, según la OCDE.
Esta crítica de la OCDE a la política social en España se suma a la que hizo la Comisión
Europea en marzo, en su informe sobre España 2018, donde señalaba que “la capacidad redistributiva de los impuestos y las prestaciones sociales
es baja en comparación con otros paises europeos”. Y daba este dato: las políticas sociales en España sólo
reducen las desigualdades un 34,5%, mientras en Europa las reducen un 40% de
media. Y señalaba varias causas, además de unos impuestos poco progresivos:
baja cobertura del desempleo y por poco tiempo (el 45% de los parados EPA no cobra ningún subsidio), pocas ayudas familiares y unas ayudas públicas a los más pobres (rentas mínimas) que llegan a poca
gente (314.562 beneficiarios) y
que pagan poco (434 euros de media, con
grandes diferencias entre los 300 euros mensuales de Murcia o los 385 euros de
la Comunidad Valenciana y los 672 euros que paga el País vasco o los 600 euros
de Navarra). Y la Comisión llamaba la atención sobre el bajo
gasto público español en prestaciones familiares (el 1,3% del PIB frente al
2,4% en la UE-28), que explica en gran medida el aumento de la pobreza infantil.
Con este panorama de mucha desigualdad y pobreza y bajas
ayudas sociales poco eficaces, no es extraño que la mayoría de los españoles (el
70%, según el Informe FOESSA 2017) digan que “no notan la recuperación”. Y que un
93,2% de españoles consideren la actual situación económica como muy mala (15,2%), mala (33,9%) o regular (44.1%), según el Barómetro del CIS, aunque
llevemos 5 años creciendo más que los grandes paises de Europa. El problema es,
como reiteran la OCDE y la Comisión Europea, que este crecimiento no es “inclusivo”.
A lo claro: que beneficia a algunos pero no a la mayoría. Y eso perjudica a la recuperación, como advierte ahora la OCDE y antes la ministra de Economía, Nadia Calviño, quien cree que la pobreza y la
desigualdad son uno de los tres grandes desequilibrios económicos de España,
junto al paro y la deuda, porque tener a
tantos españoles malviviendo (12,2
millones) reduce el consumo y frena el
crecimiento y el empleo, rebaja la
recaudación fiscal y deteriora las cotizaciones y el déficit de las pensiones.
Así que crecer de
forma desigual no es sólo injusto
socialmente sino que pone en peligro la recuperación económica, además de fomentar el desinterés
por la política y engrosar los populismos y radicalismos. Por ello, la OCDE propone a España “un crecimiento más inclusivo” , utilizando para ello
diversas palancas. La primera, la
política de empleo, fomentando (con una reducción de cotizaciones) la
contratación estable de los trabajadores con salarios más bajos, jóvenes,
mujeres y parados de larga duración, favoreciendo los trasvases de personas entre las regiones con más paro y menos. La
segunda, la política
educativa, para reducir el abandono escolar (18,3%) y los repetidores
(tenemos la segunda mayor tasa de la OCDE), mejorando la formación de jóvenes y
adultos. La tercera, la política de apoyo a la familia, con más ayudas a las familias con hijos y a las
guarderías- La cuarta, una política de vivienda que facilite el alquiler, una losa para las familias: se
llevan el 40% de los ingresos del 38,4% de familias más pobres en España y del
36% en Europa. Y la quinta y clave, otra
política fiscal y social, que consigan recaudar más (España ingresa 81.456 millones menos cada año que la media
europea) y gastar mejor, haciendo
pagar más impuestos a los que más tienen y concentrando las ayudas sociales
en las rentas más bajas.
Este reciente informe
de la OCDE sobre España está ahí,
como el informe de la Comisión Europea de marzo. Pero el
Gobierno y los políticos no los hacen ningún caso: están a lo suyo, a sus peleas diarias y a preparar las próximas elecciones. Y mientras, el crecimiento se debilita y se
reparte de manera muy desigual, año tras año. Y, como dijo el secretario general de la OCDE, muchos
“se quedan fuera” de la
recuperación. Y no sólo es socialmente injusto, sino que pone en peligro la
recuperación y el empleo, además de fomentar el desencanto político y los populismos extremos. A ver cuántos informes más
necesitamos (y cuantos "avisos" como el de las elecciones en Andalucía) para tomar medidas y crecer de forma más sana y justa.
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