Esta semana se celebra en Madrid la Feria del turismo, FITUR 2019, y el sector celebra lo que parecía imposible: que 2018 fue otro año récord de turistas, el 6º consecutivo, con 82,6 millones de visitantes extranjeros, 732.000 más que en 2017, a pesar de la caída de turistas británicos, alemanes y nórdicos. Pero el turismo, nuestra primera industria, ha tocado techo y creció sólo el 0,9% en 2018, el menor aumento desde 2009. Lo más positivo: los turistas se han gastado más, casi 90.000 millones de euros, aunque vienen menos días. Eso se debe a que llegan más turistas de fuera de Europa (América y Asia), que gastan más. Pero sigue creando poco empleo, muy precario y mal pagado. Y hay 11 autonomías que apenas se benefician. Ahora, el Gobierno Sánchez propone al sector acordar un Plan estratégico para redefinir el turismo hasta 2030, que debe afrontar la elevada estacionalidad, la excesiva dependencia de los turistas europeos y la necesidad de reconvertir el sector, para modernizar y digitalizar la oferta. Hay que cuidar la gallina de los huevos de oro.
enrique ortega |
En 2018, algunos creían que el número de turistas iba a caer o estancarse, pero ha vuelto a subir, aunque sólo un 0,9%, hasta cerrar el año con 82,6 millones de turistas extranjeros, 732.000 más que el récord de 2017 (81.868.522 turistas), según ha anticipado la ministra Reyes Maroto, aunque el dato oficial del INE no se conocerá hasta el 1 de febrero. Con esta subida, España consigue otro record histórico de turistas, el 6º récord consecutivo desde el de 2013 (60.675.008 turistas, la mejor cifra desde los 58,66 millones de 2007) y se asienta como el 2º país del mundo que recibe más turistas, detrás de Francia.
En 2018, el turismo creció mucho menos que en 2017 (+0,9% frente a +8,7%, el menor aumento desde 2009), porque muchos turistas "fugados" a España en años anteriores han vuelto al Mediterráneo oriental (al menos 12,5 millones volvieron a Turquía, Egipto o Túnez en 2018, según Exceltur) y porque España se ha visto afectada por el bajo crecimiento de algunos paises europeos que nos inundan de turistas (sobre todo Gran Bretaña y Alemania), además de perjudicarnos la subida de precios (hoteles y viajes) y una cierta saturación turística en las zonas de sol y playa tradicionales, como Baleares y Levante. Tampoco ha ayudado la situación política en Cataluña (primer destino turístico en España), la volatilidad del petróleo y el euro y el excepcional buen clima que ha tenido la Europa del norte.
Al final, los datos
oficiales de turistas hasta noviembre, publicados por el INE, reflejaban un
cierto “enfriamiento del turismo” (78,4 millones de enero a noviembre de 2018, un
0,7% más), con algunos cambios
importantes: han bajado los turistas
británicos (17,64 millones de visitantes a España, un 2% menos) y alemanes (10,88 millones, un 4,7%
menos), así como los turistas nórdicos
(5,40 millones, un 0,5% menos), irlandeses
(1,95 millones, un 0,4% menos) y suizos
(1,78 millones, un 8,9% menos). En cambio, han subido los turistas franceses (10,78
millones, +0,7%), italianos (4,08 millones, +3%), holandeses (3,69 millones, +3,5%), norteamericanos (2,78 millones,
+10,9%), portugueses (2,2 millones,
+5,8%), rusos (1,16 millones, +5,8%)
y del resto de Europa (5,63
millones, +6,6%).
Casi uno de cada cuatro turistas vinieron a Cataluña (recibió en 2018 el 23,14% del total de visitantes a
España, con una caída del -0,8%),
donde más viajan franceses y turistas de fuera de Europa, según el INE.
Le sigue Baleares (recibió el 17,4% de todos los turistas llegados
hasta noviembre, sobre todo alemanes y británicos, con una caída del -0,1%), Canarias (15,93% del turismo, con una fuerte caída del -3,6%, sobre todo de británicos y alemanes), Andalucía (recibió el 14,2% de todos los turistas, con un
aumento del +1,2%, sobre todo británicos y alemanes), la Comunidad Valenciana (11,19%
de los turistas, sobre todo británicos y franceses, con un aumento del 3%) y Madrid (recibió el 8,4% de todos los turistas, sobre todo americanos y del resto
del mundo no europeos, con el mayor aumento,+6% de visitantes). Las otras 11 autonomías sólo recibieron
7,5 millones de turistas, el 9,8% del total.
Ocho de cada diez
turistas llegan a España por avión (el
81,5% hasta noviembre), el medio de transporte que más crece (+0,8%) y un
15,65% llegan por carretera (crecieron un 0,3%), mientras bajan (-10,5%) los
pocos turistas que llegan por tren (el 1,05%) y se estancan los que llegan por
mar (el 1,86%). La mayoría de los turistas se alojan en hoteles (63,88%) y en apartamentos de alquiler (11,83%) y
otros alojamientos (5,04%), mientras casi la quinta parte (19,23%) se aloja en
viviendas propias de veraneo o casas de amigos.
La gran mayoría de turistas vienen a España
por ocio y descanso (87,4%
visitantes en 2018, hasta noviembre), pero cada año aumenta más el turismo de negocios: atrajo a
4.711.326 turistas hasta noviembre, un 6%
del total, con el mayor aumento (+7,6%). España es ya el 2º destino del mundo en turismo de negocios, el llamado turismo MICE (reuniones, incentivos, convenciones y
exposiciones), sólo por detrás de EEUU y por delante de Alemania y Francia. Un
turismo muy interesante, porque llega durante todo el año y gasta el doble que
el turista normal. Otro turismo que crece (+10%) es el turismo sanitario: atrajo a 140.000 extranjeros en 2018, que vinieron a operarse de estética, cadera,
al dentista o para reproducción asistida, siendo España el 6º destino europeo
del turismo sanitario y el 8º del mundo.
Dos tercios de los turistas que visitan España se quedan menos de una semana, o bien
2-3 noches (el 17,3%) o entre 4 y 7 noches (el 47%), mientras han bajado los
que se quedan más de una semana, o bien 8-15 noches (el 23,9%) o más de 15 días
(sólo el 6,5%). Y la gran mayoría vienen
por su cuenta, sin contratar un
paquete turístico (el 70,28%), llegando el resto (29,72%) a través de
paquetes contratados, que están creciendo más.
Si el nuevo récord de
turistas en 2018 es importante, lo es más el récord de lo que han gastado, según el anticipo hecho por la ministra Reyes Maroto: 89.678
millones de gasto turístico en 2018, un 3,1% más que en 2017 (86.823
millones). Eso nos convierte en el 2º
país con más ingresos por turismo, tras EEUU (unos 200.000 millones).
Este dato del gasto turístico récord es clave, porque
indica que España está captando más turismo de calidad y menos turismo
europeo “low cost”, que ha vuelto a Turquía, Grecia, Túnez o Egipto, paises más
baratos que España. Y además, ingresamos más aunque vengan menos turistas y se quedan menos días: la estancia media
era en noviembre de 6,9 días, frente a 9 días en diciembre de 2017. La razón es
que los turistas que vienen, aunque estén menos días, se gastan más:
el gasto total por turista fue de 1.082 euros hasta noviembre 2018 (+2,2%) y el
gasto medio diario subió a 147 euros por
turista (un 6,4% más que en 2017). Y
el gasto total por turista, en el verano
de 2018 (773 euros por visitante),
fue el mayor de la última década (gastaban 768 de media en el verano de 2011, según Exceltur).
Este mayor gasto se debe al cambio en el perfil de los turistas que nos visitan.
Hay menos turistas de los que gastan menos, británicos (133 euros diarios),
alemanes (128 euros/día) y nórdicos (149 euros diarios) y más turistas de los
paises que más gastan, de América, Asia y
resto del mundo (206 euros de gasto diario). Y crecen los turistas que
vienen a hoteles, que gastan más (209 euros de gasto diario), los que vienen con
paquete turístico (172 euros de gasto) y el turismo de negocios (195 euros de
gasto diario y con una estancia que ha aumentado un 26,2%, hasta 5,5 días de
media). Eso sí, este mayor ingreso
turístico se reparte de una forma muy desigual: las 11
autonomías con poco turismo se llevan sólo el 7% del pastel (5.933
millones de euros) y en las 6 autonomías
restantes, las que se llevan el grueso del dinero de los turistas, ganan peso en 2018 Cataluña (se lleva
el 23% del pastel turístico, un 0,9% más que en 2017) y Baleares ( se lleva el 17,3% de los ingresos totales, +0,5% sobre
2017) y lo pierde Canarias (18,3% de los ingresos, un 1% menos del
pastel que en 2017), estabilizándose la parte de Andalucía ( se lleva el 14,3%
de todos los ingresos turísticos), Madrid (10,1%) y la Comunidad Valenciana
(10%).
Para 2019, las
previsiones turísticas apuntan a un menor crecimiento del turismo mundial, por
la desaceleración económica en EEUU, Europa y China, y una posible bajada del turismo en España, que va a sufrir los efectos
del bajo crecimiento europeo y sobre todo del Brexit (máxime si hay un Brexit duro y sin acuerdo), porque un 22% de todos los turistas que vienen son británicos. Tres factores
claves serán la situación política en el Mediterráneo, la evolución del petróleo
(los precios están muy volátiles y si el barril sube más de los 70 dólares de
media, aumentarían los precios de viajes y paquetes turísticos) y la cotización del euro: en 2018, el dólar se ha revalorizado un 8% frente al euro, lo que ha supuesto que venir a España desde fuera de
Europa haya sido un 8% más barato. Si el dólar baja, como quiere Trump,
y se revaloriza el euro, España será más cara para los turistas no europeos. Y
también serán decisiva la evolución política en Cataluña (capta el 23,14% de todos los turistas) y en España y
Europa, al ser 2019 un año electoral. Con todo, la previsión es que las regiones más turísticas (Cataluña,
Baleares, Canarias y la Comunidad Valenciana vuelvan a crecer en 2019 menos
que la media de España (2,2%), como ya
pasó en 2018, según Funcas.
A pesar de que el
turismo crece menos, no puede hablarse de crisis en un sector clave para España, porque aporta un 11,5 % de la riqueza (PIB) y mantiene 1 de cada
7 empleos (2.656.064 empleos en junio 2018). Pero sí ha llegado el momento de replantearse su futuro, no seguir con
la estrategia
de crecer por crecer (el Gobierno Rajoy y la Organización Mundial
del Turismo vaticinaron llegar a los 100
millones de turistas…), sino plantearse un crecimiento turístico sostenible (es un gran emisor de CO2 y
contribuye mucho al Cambio Climático) y compatible
con la vida cotidiana de los españoles: las protestas contra el exceso de
turistas, la “turismofobia”,
creciente en Baleares, Barcelona, San Sebastián y Madrid, no van contra los
turistas sino contra su crecimiento descontrolado, que afecta negativamente a los que viven
en las 15 ciudades que concentran el 40% de los turistas.
Cara al futuro del turismo, España cuenta con fortalezas, que se
reflejan en un dato incontestable: somos
el destino turístico más competitivo del mundo, según el ranking bianual del World Economic Forum, que nos colocaba en primer lugar en 2017
(y en 2015), con 5,4 puntos sobre 7, por delante de Francia, Alemania y Japón
(5,3 puntos), Reino Unido (5,2 puntos) y EEUU (5,1 puntos), por nuestras infraestructuras,
seguridad, sanidad, clima y patrimonio cultural, aunque no somos la
oferta más barata. Y por eso, la inversión extranjera está desembarcando en
España desde hace años, comprando hoteles, en la costa y más
recientemente en las ciudades, para captar el turismo de alto nivel y de
negocios: en 2018 se invirtieron en hoteles 4.807 millones, un 35% más que en 2017, siendo el segmento inmobiliario que atrae más inversión, por delante de oficinas
y centros comerciales.
Pero junto a estas indudables fortalezas, el turismo español
sufre varias debilidades. La primera
y quizás más importante, que el control
de los turistas que llegan a España está
en manos extranjeras, de “tour operadores” europeos
(británicos y alemanes), que imponen precios y condiciones y tienen poder para desviar millones de turistas
de un país a otro. Haría falta promover un gran “tour operador español”,
como se intentó sin éxito en el pasado, y entre tanto, invertir muchos recursos
y medios para crear una gran plataforma digital de captación de turistas extranjeros,
dado que Internet es la clave.
Otra debilidad del sector turístico es el empleo y la calidad de la atención al turista. Al calor del
“boom turístico”, el empleo creció sin control y formación y ahora, cuando hay
que asentar los cimientos del futuro, nos encontramos con un empleo escaso,
muy precario y mal pagado, factores que no ayudan a la calidad. El turismo ha batido récords año tras año,
pero el empleo no crece mucho: en el último año, de los 526.900 nuevos empleos creados en España (septiembre
2017-septiembre 2018), según la EPA, sólo 86.300 fueron
creados en la hostelería, alojamientos y agencias de viajes. Y casi todos
fueron empleos temporales (un 35% de todos los empleos turísticos son temporales) y
muchos a tiempo parcial (casi la
mitad, el 45%, son por menos de una semana, según los sindicatos). Y en
consecuencia, son empleos mal pagados:
el coste salarial en hostelería es el más bajo de toda la economía, 1.206 euros
brutos de media frente a 1.842 euros todos los asalariados, según el INE. Y
mientras los sueldos crecieron un 1,2% de media en 2018, en hostelería bajaron el 10%.
Con estas condiciones
laborales, no puede pedirse a los trabajadores turísticos ni
calidad ni productividad. Y menos si muchas empresas recortan en formación para
aumentar beneficios. Otras, no gastan lo necesario en reconvertir instalaciones y modernizar su oferta de servicios, sobre todo los
hoteles de costa que se han llenado gracias al “sol y playa”. También invierten poco en promoción y en la revolución digital que exige el sector, para remodelar
su oferta y captar clientes por todo el mundo. Y además, es clave huir de la concentración del negocio en verano y diversificar la oferta al turismo de negocios, cultural,
deportivo, sanitario o gastronómico, atrayendo clientes todo el año.
Otra debilidad del turismo español es su excesiva concentración, no sólo en
tres o cuatro meses del año sino en la
oferta turística, en el origen y destino de los turistas. En 2018, un 86,24% de los turistas vienen de
Europa (casi como en 2017, que eran el 87%) y sólo el 13,76% procedían de América,
Asia (llegaron 514.777 turistas chinos en 2017, el 0,62% del total) y el resto del mundo, visitantes
que gastan más pero que crecen lentamente. Y en paralelo, el 90,20% de todos los turistas llegados en 2018 fueron a las 6 autonomías turísticas
(Cataluña, Baleares, Canarias, Andalucía, Comunidad Valenciana y Madrid), como
en 2017 (recibieron el 90,78%). Y son esas mismas 6 regiones las que se llevan el 93% del pastel turístico, dejando a las
11 restantes sólo el 7% de los ingresos.
Hay que reequilibrar
el turismo, con más turistas no europeos y más visitantes a las 11
autonomías menos turísticas, consiguiendo más turismo fuera de temporada y que
no sólo venga a los destinos de costa, muy saturados. Y eso exige una reconversión del sector, con
nuevas inversiones en reconvertir y modernizar hoteles e instalaciones, además
de renovar la oferta y digitalizar al máximo los negocios y la captación del
turismo, con más gasto en promoción exterior. Una reconversión que exige muchos recursos privados, más
inversión y financiación a los empresarios privados, y un apoyo público, con ayudas fiscales, financiación y promoción, para
ayudar a la primera industria española a consolidarse. Y eso no se hace con los
335 millones de euros destinados en los Presupuestos
2019 a la promoción del turismo, una
“miseria" como los 336 millones del Presupuesto 2018.
El Gobierno Sánchez
ha propuesto al sector turístico elaborar con ellos y las autonomías un Plan estratégico del turismo sostenible para 2030. Es una excelente alternativa, pero falta llenarla de
contenido, de medidas y recursos, y que
no se trunque con las elecciones. Cualquier gobierno, del signo que sea, debería
apostar por el turismo y ayudar al
sector a “crecer con cimientos”,
no a batir récords sin saber dónde vamos.
Hay que hacer un Pacto por el turismo sostenible a 10 o 20 años vista. Y cuidar
“la gallina de los huevos de oro”.
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