jueves, 14 de marzo de 2024

La Inteligencia Artificial destruye y crea empleo

Este miércoles 13, el Parlamento europeo aprobó la 1ª Ley en el mundo sobre la Inteligencia Artificial (IA), que entrará en vigor en mayo y hasta 2026. Mientras, sigue la fiebre inversora por la IA y las grandes empresas empiezan a utilizarla, por temor a quedarse fuera de la mayor revolución tecnológica desde la electricidad. Y se perfila el gran temor ante la IA, la pérdida de empleos: un 40% del empleo mundial (1.360 millones) se verá afectado, según el FMI. En España, un estudio revela que perderemos 400.000 empleos netos los próximos 10 años: en realidad se perderán 2 millones, pero también se crearán 1,6 millones. Un problema muy serio, que afectará más a mayores y personas con formación, y que exige prepararse desde ya, aprobado ayudas a los que pierdan el trabajo y formando al resto para adaptarse a esta revolución tecnológica. España tiene “ la ventaja” de la escasa adopción de la IA (54,5% empresas no la utilizan), pero su uso crecerá exponencialmente. Urge prepararse.


La Inteligencia Artificial (IA) avanza imparable en todo el mundo, recibiendo millonarias inversiones para nuevos desarrollos y empresas (más de 50.000 millones de dólares en 2023) y con un uso cada vez más extendido entre las empresas (más de la mitad de las grandes empresas del mundo la están utilizando en 2024), por el temor a quedarse fuera y para aprovechar una tecnología que puede aumentar su productividad. Y con este avance, aumentan también los dos miedos que genera la Inteligencia Artificial (IA): que avance sin control y que suponga la destrucción de millones de empleos.

La Inteligencia Artificial (IA) busca que una máquina o una red de máquinas sean capaces de aprender y desarrollar tareas humanas, desde escribir o traducir a diagnosticar enfermedades, conducir un coche, investigar o invertir. Las primeras computadoras se crearon en EE. UU. en los años 40 y ya en 1950 se creó el primer experimento de Inteligencia Artificial, el proyecto Theseus: un ratón a control remoto capaz de encontrar la salida de un laberinto. En los años 90 aparecieron programas para juegos contra humanos y ya en 2012, el desarrollo AlexNet reconocía imágenes y objetos. En 2020 se avanza en el reconocimiento del comportamiento humano y el 1 de diciembre de 2022 aparece ChatGPT, un sistema de chat basado en modelos de lenguaje por IA que permite elaborar informes, traducción, artículos, fotos y vídeos, gracias al reconocimiento de voz e imágenes. Y actualmente, Google, X y otras grandes tecnológicas compiten cada día con nuevos desarrollos.

 Los expertos creen que, antes o después, se conseguirá que las máquinas (los ordenadores, solos o con robots) realicen (con menos coste y aceptable calidad) una gran parte de las tareas humanas, que exista “una Inteligencia Artificial a nivel humano”: un 50% de los científicos encuestados creen que esto sucederá antes de 2061 y el 90% están seguros que será “antes de 100 años”,  aunque muchos creen que se logrará “un gran avance” ya para 2050. Todo apunta a que la Inteligencia Artificial (IA) será la mayor innovación en la historia de la humanidad desde la electricidad (finales siglo XIX), permitiendo grandes avances en la Ciencia, sobre todo en energía, medicina, movilidad y sustitución de trabajos rutinarios y desagradables. Pero tiene dos graves incertidumbres: su efecto negativo sobre el empleo y el temor a un descontrol, que permita manipulaciones y controles de la sociedad.

El temor más inmediato es que la Inteligencia Artificial (IA) nos deje sin trabajo, sustituyendo a los humanos en muchos empleos, sobre todo los trabajos más cualificados y los más rutinarios, especialmente empleos administrativos, profesionales y técnicos, matemáticos, asesores financieros, periodistas, abogados, traductores y gestores. Todos estos empleos cualificados corren más riesgo con la IA que los empleos de baja cualificación, porque suelen tener salarios altos y la inversión para sustituirlos por IA compensa más que en empleos de baja cualificación (salvo los más rutinarios). A cambio, la IA también creará nuevos empleos, especialmente los ligados a la programación de las máquinas (“ingenieros de peticiones") y al tratamiento de datos.

Un reciente informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), de enero de 2024, cuantifica por primera vez los riesgos de la IA para el empleo: afectará al 40% del empleo mundial, a 1.360 millones de trabajadores, cuyo trabajo cambiará drásticamente o desaparecerá. Pero el efecto será diferente según los paises: en los paises desarrollados, el 60% de los trabajadores estarán expuestos a la IA, afectando al 40% en los paises emergentes y al 26% de trabajadores en los paises atrasados. También dependerá mucho de la cualificación:  los trabajadores más afectados por la IA serán los que tienen alta cualificación, junto a los mayores y parte de las mujeres. Otro informe anterior, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señalaba que las profesiones más afectadas por la IA serán los empleados administrativos (82% expuestos), las profesiones intermedias (27%), las  intelectuales y científicas (26%), los servicios directos a particulares, comerciantes y vendedores  (22%) y los directores y gerentes (14% afectados).

El informe del FMI señala que la IA tiene “un lado oscuro, que supondrá la pérdida y reconversión de millones de empleos y agravará la desigualdad laboral y salarial dentro de los paises y también entre sectores y paises. Pero también la IA tiene “un lado muy positivo”: es una revolución tecnológica que aumentará la productividad de las empresas y el crecimiento del mundo, creando además nuevos empleos. Se trata, pues, de una gran oportunidad, como la que abrieron antes otras revoluciones tecnológicas, y el reto es aprovechar sus ventajas y reducir sus inconvenientes, que serán más visibles a corto plazo. De hecho, el FMI advierte que la IA puede agravar las tensiones sociales (como hizo la 1ª Revolución Industrial, en el siglo XIX) y ampliar la brecha de desigualdad entre paises desarrollados y paises pobres.

De momento, aunque la aplicación de la IA está empezando, ya han surgido los primeros despidos. Así, un 25% de las grandes empresas anticipan una reducción del 5% de su plantilla o más en 2024 por la IA, según una Encuesta realizada por la consultora PwC a 4.702 consejeros delegados de 105 paises y presentada en enero en el Foro de Davos. Y, en paralelo, otro 39% de grandes empresas encuestadas van a aumentar su empleo este año un 5% o más por la IA . Los sectores que van a recortar un 5% o más por la IA son los medios de comunicación y entretenimiento (lo harán el 32% de las empresas), bancos, mercados y aseguradoras (el 28%), el transporte y la logística (el 25%), las telecos y empresas de servicios (25% harán recortes). A cambio, el 60% de los directivos multinacionales consultados esperan que la IA les mejore sus productos y servicios, aumentando su productividad y permitiendo nuevas contrataciones a medio plazo.

En España, un reciente informe de Randstad (26 de febrero) se atreve a hacer un balance del coste laboral de la IA en los próximos 10 años (2023-2033): se perderán 2 millones de empleos (casi el 10%) y se crearán 1,61 millones de empleos nuevos, con un saldo neto de -390.000 empleos perdidos.  Profundizando más, el informe de Randstad refleja que el 9,8% de los empleos actuales (2 millones) corren el riesgo de ser automatizados, mientras otro 15,9% de empleos (3,25 millones) se mantendrán (aumentando su productividad,) y la mayoría (el 74,3% restante, 15,19 millones de empleos) no tendrán cambios significativos por la aplicación de la Inteligencia Artificial (IA).

El informe concreta los sectores que se verán más afectados negativamente por la IA: el comercio (perderá 158.415 empleos netos), las actividades administrativas (-147.915 empleos netos), hostelería (-112.770) y transporte y almacenamiento (-47.490), teniendo un menor impacto negativo la agricultura, ganadería y pesca, industria y construcción.  Y los sectores más beneficiados por la IA en España, que ganarán empleo neto, serán la programación y consultoría (+76.364 empleos netos), actividades científicas y técnicas (+48.816 empleos netos),  telecomunicaciones (+8.995 empleos), medios y publicaciones (+3.576) . Mientras, la IA aumentará la productividad del 15,9% de empleos, sobre todo en programación y consultoría (mejorará el rendimiento del 40% de los empleos), los seguros (37% empleos) y finanzas (36%), medios y publicaciones (33%), actividades científicas y técnicas (27%) y telecos (subirá productividad 25% empleos).

El problema del trabajo en el futuro es que la IA va muy rápido y los trabajadores tienen menos tiempo para adaptarse que en las revoluciones tecnológicas anteriores, según otro estudio de la consultora Oliver Wyman. Lo que parece claro, añaden, es que en las próximas décadas, la Inteligencia Artificial (IA) “cambiará el papel de los trabajadores”: serán “un complemento” de los ordenadores y robots en la gestión de equipos, transmisión de mensajes y gestión de las emociones, desempeñando un papel más “humano y asistencial”. Parece claro que las máquinas necesitarán al hombre para ser “inteligentes” y que el trabajador seguirá siendo clave en las empresas, pero en muchos casos su papel cambiará radicalmente y en otros serán suplantados por la Inteligencia Artificial.

Esta nueva tecnología, la IA, ya está revolucionando la gestión de los recursos humanos hoy: el 40% de los responsables de recursos humanos, los que seleccionan y contratan personal, ya conocen y utilizan la IA para el cribado de currículos y la búsqueda de candidatos, según publica el Observatorio de RRHH de Randstad, que refleja que una de las primeras aplicaciones de la IA está siendo identificar el talento y las competencias a la hora de ampliar y definir las plantillas del futuro .¡Qué miedo! 

Parece claro que, a pesar de sus indudables ventajas, la IA va a traer una oleada de despidos en el mundo y en España. Los sindicatos ya lo están asumiendo, en la negociación del último ERE de Telefónica, por ejemplo. Saben que las nuevas tecnologías, acabarán con los trabajadores menos formados y más mayores, cuyo puesto cambiará drásticamente o desaparecerá. Y sólo queda una salida: ayudar a los que se van, con un desempleo que se alargue hasta la jubilación (incluyendo la ampliación del ingreso mínimo vital, como “una red de seguridad” frente a los despidos tecnológicos).  Sólo en otros casos, en algunos puestos y con trabajadores más jóvenes, hay otra salida: el reciclaje y la formación, algo por lo que deben apostar empresas y Gobiernos, según recomienda el estudio del FMI. 

El temor al despido por la IA va paralelo a su implantación, todavía lenta: sólo el 8% de las compañías mundiales utilizan la IA de forma proactiva en el día a día, según un informe de la consultora KPMG. Pero ojo: un 55% de los directivos de las grandes empresas mundiales consideran que la implantación de la IA será crucial para alcanzar sus objetivos en los próximos 3 años. En definitiva, que el proceso de implantación de la IA va a toda velocidad, en paralelo a las múltiples inversiones para poner en marcha nuevas versiones más accesibles y eficaces. Por eso, la IA va a crecer de forma imparable y afectará cada año más al empleo.

En España, tenemos “la ventaja” de que todavía son pocas las empresas que han implantado la IA en su día a día, aunque un 45,5% ya lo utilizan para tareas complementarias, como el análisis de datos, la automatización de procesos productivos o la optimización de tareas administrativas, según el estudio de Randstad. Pero también en España, la IA está “pisando el acelerador” y su uso se ha multiplicado por 5,7 en el 4º trimestre de 2023. Y hasta Microsoft acaba de anunciar que invertirá 1.950 millones de euros en España hasta 2025 para potenciar la Inteligencia Artificial.

El otro temor sobre la IA, su regulación para evitar que crezca de forma descontrolada, sigue ahí. De hecho, en marzo de 2023, más de 1.300 expertos y personajes públicos firmaron esta carta abierta para ralentizar (durante 6 meses) el desarrollo y aplicación de la IA, buscando “controlar los profundos riesgos para la sociedad y la humanidad”. Pero no ha habido ningún parón, sino una aceleración de inversiones y proyectos. Eso sí, a principios de noviembre de 2023, un total de 28 paises (entre ellos EE. UU., China, Europa, Japón, Corea y Brasil) firmaron en Oxford la Declaración de Bletchley para trabajar juntos en que la IA se atenga a “unos mínimos de regulación”. Pero la realidad es que EE. UU. y China mantienen una guerra tecnológica por la IA, sin transparencia ni controles.

Mientras, Europa, que está muy retrasada en cuanto a desarrollos e implantación de la IA, se ha convertido en el continente líder en la regulación, aprobando este miércoles 13 de marzo, en el Parlamento Europeo, la 1ª ley que regula la IA en el mundo, que entrará en vigor en 2026. El Reglamento de la IA, aprobado por los líderes europeos el 8 de diciembre, pretendegarantizar que los sistemas de IA utilizados en la UE sean seguros, transparentes, trazables, no discriminatorios y respetuosos con el medio ambiente”. Y, sobre todo, asegurar que los sistemas sean supervisados por personas, no por máquinas. Ahora se creará una Oficina Europea de IA para vigilar los distintos riesgos en la aplicación de la IA y la aplicación de la Ley (que no resuelve varios problemas claves) será progresiva, hasta mediados de 2026.

En paralelo, la Comisión Europea quiere que la UE recupere el terreno perdido en la IA frente a EE. UU. Y China, pensando en aprobar (después de las elecciones europeas de junio) un nuevo Plan económico (como el de Recuperación tras la pandemia) para relanzar las inversiones europeas en tecnología, digitalización e Inteligencia Artificial (IA). Entre tanto, en España, que creó en 2022 la 1ª Agencia Nacional de IA (en A Coruña), el Gobierno apuesta por promover la IA dentro del Plan de Recuperación (Componente 16), con una inversión pública de 560 millones de euros que busca movilizar otros 1.500 millones de inversión privada. El Plan pretende atraer inversiones internacionales (como la de Microsoft) y que tiren de la IA las grandes empresas españolas, para llegar luego a las pymes. Un reto, la IA, que debería ayudar a España a mejorar su productividad, inferior a la de la mayoría de Europa.

En resumen, que la Inteligencia Artificial (IA) crece de forma imparable y ya sabemos que, además de mejorar la productividad de empresas y paises, va a provocar la pérdida de millones de empleos, 2 millones de ellos en España. No podemos perder este tren, como perdimos el de las anteriores revoluciones tecnológicas. Pero hemos de prepararnos para ayudar a los que caigan y a salvar a los que puedan reciclarse. No dejar a nadie atrás.

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