Recorte de jornada: horarios y productividad
El lunes 29 de julio, Gobierno, sindicatos y patronal intentarán
alcanzar un acuerdo (difícil) para recortar la jornada laboral legal,
de 40 horas a 37,5 en 2025. La patronal está en contra porque
quieren fijar el horario en los convenios (no por Ley), porque aumenta
sus costes (se mantienen los sueldos) y reduce la productividad.
Pero el Gobierno está dispuesto a aprobar esta rebaja sin la patronal,
mientras los sindicatos amenazan con movilizaciones en septiembre. En
realidad, muchos trabajan menos de 37,5 horas (la media son 36,4
horas), pero otros trabajan más (39,4 horas en hostelería
y 39,1 en comercio) o no tienen convenio, trabajando todos más
horas que en Europa. El debate no es que reducir jornada empeorará la
productividad, más baja en España, porque depende más de nuestro modelo
económico (más servicios y menos industria y tecnología), del exceso
de pymes, de la baja inversión y formación y de la mala
organización de las empresas. Por “calentar la silla” más horas no
somos más productivos. Enrique Ortega
La jornada laboral máxima legal no se
revisa en España desde hace más de 40 años. El Estatuto de los
Trabajadores fijó la jornada máxima en 42 horas semanales (43 para
la jornada partida) en el Estatuto de los Trabajadores de marzo de 1980
(Gobierno UCD). En julio de 1983, el Real Decreto 2001/1983, del
Gobierno de Felipe González, fijaba la
jornada laboral máxima en 40 horas, una norma que rige hoy. En
estos 41 años, la economía y las relaciones laborales han tenido cambios drásticos,
con un progresivo recorte de la jornada real de trabajo. Y por
ello, el Gobierno Sánchez se ha fijado como objetivo recortar
la jornada laboral legal, de las 40 horas actuales a 38,5 horas en
2024 y 37,5 horas en 2025.
La jornada laboral se ha reducido en todo el mundo y en
España en las últimas décadas, con la ayuda de la tecnología y la
digitalización. La media de horas de trabajo en los convenios
(hasta junio 2024) era de 38,2
horas semanales. Una jornada que varía mucho por sectores, según
los datos de Trabajo: los mayores horarios se dan en la hostelería
(39,4 horas), el empleo doméstico (39,3), el comercio (39,1) y el
campo (39 horas), estando también por encima de la media las inmobiliarias
(38,8 horas), actividades administrativas (38,), actividades científicas y técnicas
(38,5), industrias extractivas, manufactureras y transporte (38,4 horas
semanales). Y los sectores donde se trabaja menos horas son educación
(32,6), Administración pública y finanzas (37,1 horas), agua (37,4) y energía
(37,9), sanidad (37,9), construcción y actividades artísticas (38 euros de
media).
Por
autonomías, también hay grandes diferencias en la jornada laboral, según el
peso de cada sector económico. Las jornadas más largas se dan en Canarias
(39,3 horas semanales), Murcia (39,1), Andalucía y Comunidad
Valenciana (38,9), Castilla la Mancha y Galicia (38,8 horas). Y los
horarios laborales más cortos están en País Vasco (37,1 horas), Navarra y
Cataluña (37,4 horas). Por provincias, donde se hacen las jornadas más largas
es en Almería (39,57 horas), Tenerife y las Palmas (39,2) Orense
(39,2) y Málaga (39,17 horas semanales). Y donde trabajan menos horas es
en Vizcaya (36,93 horas), Guipúzcoa (37,18), Navarra (37,43), Álava (37,56) y
Madrid (38,22). En general, se trabaja menos horas donde hay más
industria y menos servicios, en zonas con más nivel de vida y
en empresas con menos precariedad y más presencia
sindical.
Esta es la jornada pactada en convenio, pero en
realidad los españoles trabajan menos horas, porque hay muchos (un
tercio) que trabajan a tiempo parcial y otros que no cumplen la jornada
pactada, por bajas o problemas varios. La jornada efectiva media en
España fue de 36,4 horas semanales en 2023 (para trabajadores entre
20 y 64 años), según
Eurostat, ligeramente por encima de la jornada media efectiva en la
UE-27, que fue de 36,1 horas semanales. Los paises más ricos
del norte de Europa (y donde pesa más el trabajo a tiempo parcial) trabajan
menos horas que en España: Paises Bajos (32,2 horas semanales), Austria
(33,6), Alemania (34), Finlandia (34,8), Bélgica (34,9), Irlanda (35,5), Suecia
(35,7) y Francia (36 horas semanales efectivas). Y los paises del Sur y
Este, más pobres, tienen horarios laborales más largos:
Grecia (39,8), Rumanía (39,5), Polonia (39,3), Bulgaria (39), Portugal (37,7) e
Italia (36,1 horas semanales).
En España, no sólo trabajamos más horas
que en la Europa más rica sino que tenemos
unos “horarios laborales de locos”: las estadísticas revelan que empezamos
a trabajar más tarde que en la mayoría de paises europeos (a las 8 de
la mañana sólo inician su jornada el 18,5% de los trabajadores frente al más
del 20% en muchos paises, comenzando la mayoría a partir de las 9 de la mañana)
y, tras 2 horas para comer (y más), acabamos de trabajar más tarde (muchos después de las 6 de la
tarde, cuando apenas se trabaja en el resto de Europa), según
Eurostat. Y con ello, la mayoría de trabajadores tiene problemas para
conciliar la vida laboral y familiar, además de aumentar las bajas por múltiples
motivos y el absentismo.
Respecto a los horarios laborales, en España hay
una cierta costumbre de “calentar
la silla”, de vincular horarios largos con “cumplir en el
trabajo”. Y aunque ha aumentado el teletrabajo y las jornadas presenciales de
cuatro días, todavía son mayoría los empresarios que prefieren tener a sus
trabajadores en la empresa que fuera, que valoran los largos horarios de
trabajo. Sin embargo, la mayoría de trabajadores están a favor del
recorte de jornada, según
la última Encuesta de 40dB para El País: 2 de cada 3 españoles apoyan la
reducción de jornada a 37,5 horas, sobre todo los más jóvenes, aunque la
mayoría dan más importancia a subir los salarios y mejorar los trabajos que a
reducir la jornada laboral.
El Gobierno propone reducir la jornada laboral
porque cree que no afectará a la productividad de las empresas y ayudará a mejorar la vida de los trabajadores, a los que se mantendrá el sueldo aunque trabajen menos horas, porque se espera que el cambio
redunde en una mayor eficacia laboral (“hacer lo mismo o más en menos tiempo”).
Y defienden recortar la jornada por Ley porque hay muchos
trabajadores sin convenio, que no tienen regulada su jornada y depende del
empresario. En 2023 había 3.512 convenios vigentes en España, que afectaban
a 10,9 millones de trabajadores: quedaban fuera más de 7 millones de asalariados (hay 18 millones). Y
10 millones de ocupados (hay 21,24 millones).
Por eso, el Gobierno reitera que la rebaja del horario favorecerá a 12 millones de trabajadores en España, que ahora trabajan más de
las 37,5 horas que plantean para 2025. La mayoría son trabajadores sin convenio
o sin un horario pactado, empleados en pequeñas empresas o eventuales. Los
sindicatos añaden que el recorte legal del horario beneficiará más a
los hombres que a las mujeres, a los trabajadores del campo, la
construcción y algunas industrias, sobre todo en La Rioja y Castilla la Mancha.
Y quieren que la rebaja se apruebe cuanto antes, sin retrasos ni
flexibilización de plazos, porque se desaprovecharía el año 2024 y no
tendríamos la jornada de 37,5 horas hasta 2026. Por eso, amenazan con que si no
hay acuerdo ahora, convocarán
movilizaciones en septiembre.
La patronal CEOE cree que “no es el momento de
recortar la jornada” (nunca lo es…) y que debe dejarse la fijación de
los horarios de trabajo a
los convenios colectivos, porque “las empresas que pueden rebajar
jornada ya lo están haciendo”, como demuestran los datos: en 2003 se
trabajaba 1.752 horas al año en España, bajando a 1.692 en 2013 y a 1.632
horas anuales en 2023. Y añaden que el 44% de los convenios tienen ya
una jornada de 38,5 horas o menos. Así que proponen no tocar la Ley y
que cada empresa recorte horarios con sus trabajadores. El problema,
señalan los sindicatos, son los millones de trabajadores que no tienen
capacidad de negociar. Y aquí pasa como con las medidas para conseguir la
igualdad de género: o se imponen por Ley o no se logran.
La patronal se queja además de que la rebaja de
horarios manteniendo sueldos les
aumenta los costes un 6% y perjudica su competitividad. De hecho, el
presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, ha echado en cara al Gobierno y a
los sindicatos que el recorte de jornada por Ley supone “un regalo de 12 días más de vacaciones pagadas
a los trabajadores”. El
líder de UGT le ha respondido que “mayor es el regalo que
les hacen los trabajadores a las empresas” con las horas extras hechas y no
pagadas: son casi la mitad de todas las horas extras, “un regalo” de
2.300 millones anuales a las empresas.
De hecho, la patronal ha querido aprovechar la
negociación sobre el recorte de horarios para aumentar
el tope de horas extras que se pueden hacer, ahora establecido en
80 horas al año (que en muchas empresas no se cumple). Pero el Gobierno (y los
sindicatos) se han negado a abrir esta “espita”, con más horas extras, porque
ya son excesivas. En el 4º trimestre de 2023 se hicieron 6,3 millones de horas extras
a la semana, el 39% de ellas “gratis” (sin pagarlas). Una forma con la
que muchas empresas evitan aumentar plantillas (y crear más empleo), con la
connivencia de los trabajadores que hacen estas horas para completar unos
salarios bajos (y en ocasiones sin cobrar, para mantener el empleo). Si no
se hicieran estas horas, se podrían contratar a 166.000 trabajadores más.
Junto a la rebaja de la jornada, el Gobierno Sánchez quiere aprobar
también un control más eficaz de la jornada laboral, porque el
actual es deficiente. En marzo de 2019, el Gobierno aprobó un Real
Decreto para que las empresas realizaran un control de horarios de sus
trabajadores. Pasados 5 años, Trabajo ha comprobado que hay muchas
empresas que no lo aplican y otras muchas cometen fraude en sus
controles, lo que ha provocado 4.804 expedientes y multas por 7,3 millones.
Ahora, se quiere aprobar un control digital de la jornada, accesible
a la inspección de trabajo y a los sindicatos, para que sea efectivo.
En la reunión del lunes 29 de julio, el acuerdo
dependerá de la postura de la patronal, que está en contra del recorte de
horario, aunque podría
aceptarlo si se flexibiliza en el tiempo, si las 38,5 horas iniciales
se pueden cumplir “a lo largo de 2025”, un retraso que no aceptan los
sindicatos. Si no hay acuerdo, el Gobierno podría aplicar la reforma
unilateralmente o sólo con el apoyo de UGT y CCOO, como pasó con las
subidas del salario mínimo. Pero luego tiene que aprobar el recorte horario
en el Parlamento y no lo tiene fácil, por posibles problemas con Junts
(y quizás PNV) o con Podemos, según haga la reforma finalmente.
Mientras se ultima la negociación de la jornada, la patronal
y algunos expertos reiteran que recortar la jornada empeorará
aún más la productividad en España, más baja que en la mayoría de
Europa. Los datos son concluyentes: la productividad por empleado
en España es inferior a la media europea (96 frente a 100 en las UE-27 y 123 en
Alemania) y un 19,3% inferior a la productividad media en la zona euro, según
el último informe de BBVA Research. Y esta “brecha” de productividad con
Europa es mayor hoy que en las dos últimas décadas, aunque mejoró en 2022 y
2023. Por eso, la patronal reitera que si se trabajan menos horas, la
productividad caerá más y seremos menos competitivos.
La realidad es que si España tiene menos
productividad que la mayoría de Europa no es porque trabajemos pocas horas
(trabajamos más que los paises más productivos), sino por otras razones (ver
Blog). La primera y fundamental, porque tenemos un modelo económico
donde las actividades menos productivas (hostelería, comercio,
transporte o construcción) tienen más peso que en otros paises europeos,
donde pesan más la industria, la tecnología y la información (TIC), sectores con
más productividad. Pero aunque tuviéramos la misma estructura económica
que la UE-27, España tendría un 10% menos de productividad, según
este estudio de la Fundación BBVA e Ivie, que señala otros factores.
Un factor clave es el menor
tamaño de las empresas españolas (tenemos un exceso de pymes), lo que
les dificulta financiarse, invertir, innovar y ser más productivas. Otra causa importante
es la
menor formación de los trabajadores españoles: el 48% de los adultos
carecen de título universitario o FP y tienen un gran peso los trabajos que
exigen poca cualificación (sector servicios), que son los menos productivos. La
tercera causa clave es la falta
de tecnología e innovación en las empresas (el gasto en I+D+i es el
1,44% del PIB frente al 2,2% de media en la UE.27), con lo que fabricamos productos
menos complejos y de menor valor añadido. Un cuarto factor que explica nuestra
menor productividad es la
baja inversión en España (pública y privada) desde 2008. También
tenemos demasiada “economía sumergida” y pesan negativamente la enorme dependencia
de las empresas del crédito bancario (más que en el resto de Europa), la excesiva
burocracia del Estado y las autonomías, las barreras a la competencia y las dificultades regulatorias y fiscales a las pymes.
Y hay otro factor del que apenas se habla (nunca la
patronal) y que explica mucho nuestra baja productividad: la deficiente
organización de nuestras empresas, donde no se valora suficiente el
trabajo en equipo, la captación y promoción del talento o la gestión por
objetivos, mientras se mantienen los viejos principios del “ordeno y
mando”. El propio Banco
de España ha destacado la baja formación de muchos gestores
empresariales, mientras un estudio de la consultora Gallup relaciona la
capacidad de gestión con la motivación de los trabajadores. El dato
es llamativo: España es el tercer país UE con menos trabajadores “comprometidos
con su trabajo”, sólo un 9%, frente al 13% en Europa y el 33% en EEUU y Asia.
Con el 91% de trabajadores “desmotivados”, resulta difícil mejorar la
productividad…
En resumen, que para ser un país más productivo y rico,
la solución no es estar más horas en el trabajo sino ser
más eficaces en las empresas, desde la organización del trabajo y
la motivación de los empleados a invertir más en formación, tecnología,
innovación y digitalización, para producir con más valor por empleado.
Así que no hagan demagogia con que el recorte de horarios reducirá la productividad.
La empeora no tomar medidas para hacer las empresas más
competitivas y sólo pensar en ganar dinero a corto plazo, compitiendo con empleos
precarios y salarios bajos, como la China de Europa. Así no.
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