A finales de 2021, España tenía ya más trabajadores afiliados a la Seguridad Social que antes de la pandemia. Hay un dato sorprendente: tres cuartas partes de los nuevos afiliados son mayores de 55 años, cuyo empleo ha aumentado en sanidad, educación, cuidados, limpieza, comercio y hostelería. Pero a la vez, los mayores de 50 años han sido los más activos en buscar trabajo durante la pandemia y son los únicos donde ha crecido el paro, que baja en el resto de edades: hay 1.300.000 mayores sin empleo, casi el 42% del total de parados, la mitad sin trabajo desde hace más de un año. Y sin perspectivas de encontrarlo, porque el 83% de las empresas no contratan a mayores. Así que sólo les queda esperar en el paro a jubilarse, con recortes si se jubilan antes de tiempo. Ahora que crece el empleo, haría falta un Plan de choque para fomentar la formación y contratación de los mayores de 50 años. Una generación relegada.
Enrique Ortega |
El año 2021 se despidió con más afiliados a la Seguridad Social que antes de la pandemia: 19.842.427 afiliados medios en diciembre, más que en febrero de 2020 (19.479.814 afiliados) y que a finales de 2019 (19.429.494 en diciembre), según los datos oficiales. Lo sorprendente es que la gran mayoría de los nuevos afiliados durante la pandemia fueron mayores de 55 años: los afiliados de esta edad aumentaron en +348.858 personas (entre diciembre de 2019 y noviembre de 2021, el último dato por edades), tres cuartas partes de todos los nuevos afiliados durante la pandemia (+465.182 entre diciembre 2019 y noviembre 2021).Entre 16 y 30 años, los afiliados crecieron sólo en 40.023 personas y entre 45 y 54 años aumentaron en 291.747 afiliados, pero bajaron -215.476 afiliados entre 30 y 44 años, los verdaderos “paganos” de la pandemia en cuanto a pérdida de empleos.
¿Cómo es que creció más la afiliación, el empleo, entre los mayores de 55 años? No hay una explicación oficial, pero podría deberse a que han aumentado las contrataciones de mayores en algunos empleos públicos, como la sanidad, la educación y los cuidados, además de la recuperación de la ocupación en el comercio y la hostelería. Y también que pueden haberse “regularizado” contratos de mayores en la limpieza y las empleadas del hogar (mujeres). Otra explicación puede estar en que han aumentado mucho los autónomos mayores de 55 años, que ya vienen creciendo más que los más jóvenes desde 2008. El hecho cierto es que hay 3 de cada 4 nuevos afiliados son mayores de 55 años.
Los datos de la EPA, la Encuesta del INE que refleja quien trabaja, confirman también estos datos de la SS. La última EPA publicada, del tercer trimestre de 2021, ya indicaba lo mismo: el empleo en España había recuperado con creces las cifras de antes de la pandemia: había 20.031.000 personas trabajando (189.000 más que los afiliados en diciembre, porque incluye a los que trabajan en la economía sumergida, sin estar dados de alta en la SS), frente a 19.966.900 empleados a finales de 2019. Y al dar los datos por edades, se vuelve a confirmar el mismo hecho que con la afiliación: donde más ha crecido el empleo durante la pandemia ha sido entre los mayores de 55 años. Concretamente, había 272.800 mayores más trabajando (septiembre 2021 sobre diciembre 2019), cuando el empleo total sólo mejoró en +64.100 personas. Y eso fue porque bajó el empleo entre los 25 y los 44 años (-437.700), “los “paganos” de la pandemia, y sólo creció entre 16 y 24 años (+104.500) y entre los 45 y los 54 años (+124.100), pero menos que entre los más mayores. Y otro dato: el empleo creció más entre los hombres mayores (+148.700) que entre las mujeres (+124.100).
Junto a esta buena noticia para los más mayores (se han llevado la mayoría del empleo recuperado durante la pandemia), hay otro dato muy malo: son los únicos que han visto aumentar su desempleo con la pandemia. Para el conjunto de trabajadores, el paro registrado (personas apuntadas al desempleo) era menor a finales de 2021 que en diciembre de 2019: 3.105.905 parados ahora frente a 3.163.605 hace dos años (-57.700 parados). Y el paro bajó en todas las franjas de edad entre 16 y 49 años (más entre 25 y 39 años) pero subió entre los mayores de 50 años: +64.438 parados que antes de la pandemia (la mayoría, +48.811 parados entre los mayores de 59 años), según los últimos datos de Trabajo. Y con ello, casi la mitad de todos los parados (el 41,83%) son mayores de 50 años, un porcentaje mayor que antes de la pandemia (eran el 39,03% del paro total en 2019).
Así que el paro no ha mejorado sino que ha empeorado entre los mayores. Y eso ha pasado no sólo en esta crisis por la pandemia sino también en la anterior crisis financiera de 2008. Y por ello, la tasa de paro de los mayores de 55 años se ha más que duplicado y el número de parados mayores se ha cuadruplicado: ha pasado del 5,82% de paro en 2007 (143.700 parados) al 13,91% en septiembre de 2021 (629.700 parados mayores de 55 años), según la EPA. En paralelo, la tasa de paro global, que era más alta que entre los mayores en 2007 (8,57% de paro) no ha llegado a duplicarse y se asemeja ahora a la de los mayores (14,57%). Y el paro total ha crecido mucho menos (de 1.942,000 a 3.146.700 parados).
Otro problema de los mayores es que están más tiempo en paro que los más jóvenes. Así, en el conjunto de España, algo menos de la mitad de los parados (el 47,95%) llevan más de 1 año sin trabajar, son parados “de larga duración”. Pero entre los parados mayores de 55 años (629.700 en septiembre, según la EPA), dos tercios (el 67,3%) son parados que llevan más de un año sin trabajar (423.800). Y una cuarta parte de ellos, 102.200 mayores de 55 años, llevan en el paro más de 4 años, según un estudio de Asempleo. Son “irrecuperables”.
¿Cómo se explica que el empleo haya crecido más entre los mayores y sin embargo haya más parados? La razón es que durante la pandemia han aumentado los mayores “activos”, que trabajan o buscan trabajo: más mayores de 50 años que se han lanzado a buscar trabajo para ayudar a sus familias, con menos ingresos y empleo. Los datos son concluyentes: entre diciembre de 2019 y septiembre de 2021, hubo 288.900 españoles “activos” más, que se habían lanzado a buscar trabajo en plena pandemia. Y ese dato se debe a que hubo 392.000 activos más entre los mayores de 55 años (206.300 mujeres y 185.700 hombres), mientras bajaban los activos entre 25 y 44 años (-402.100) y subían algo entre 16 y 24 años (+165.900) y de 45 a 54 años (+133.200), según la EPA del tercer trimestre de 2021.
Así que ya vemos lo que ha pasado: más mayores buscando empleo, más empleo pero insuficiente para cubrir las demandas y por ello más mayores en paro. En líneas generales, los mayores españoles están peor, laboralmente hablando, que los mayores europeos. Empiezan bien, porque su tasa de actividad (62,5% de 55 a 64 años trabaja o busca trabajo) es similar a la europea (63% en la UE, aunque sube al 74% en Alemania). Pero luego empeoran, porque sólo trabajan el 55,5% de los mayores (55 a 64 años) frente al 60,2% en la UE-27 y el 71,5% en Alemania. Y empeoran aún más con las cifras de paro: la tasa de paro de los mayores (de 55 a 74 años) en España (12,1%) casi triplica la europea (4,8% de los mayores en paro) y cuadruplica la de Alemania (2,9%), según Eurostat.
El problema de fondo de los mayores de 55 años (y el de los mayores de 50 años) es que están relegados en el mercado laboral, lo que los expertos llaman “edadismo”: discriminación por edad a la hora de contratar. Lo sabemos todos, pero lo confirmaba una Encuesta de la Fundación Adecco de 2019, antes de la pandemia: el 83% de los responsables de Recursos Humanos de las empresas admitían que “no habían contratado a nadie con más de 55 años en el último año”. Y el 75% de estos responsables laborales lo justificaban en que los conocimientos de estos mayores “estarían obsoletos”.
Así que a los mayores de 50 años sin trabajo sólo les quedan dos caminos: quedarse en el paro o jubilarse si tienen 63 años y han cotizado lo suficiente. Respecto al paro, ahora lo tienen algo mejor, porque desde marzo de 2019, el Gobierno cambió la normativa de Rajoy y permite a los mayores cobrar un subsidio hasta la jubilación desde los 52 años (antes tenían que esperar a los 55). Pero aún así, tienen que cumplir algunos requisitos, como haber cotizado al desempleo al menos 6 años, que sus ingresos no superen el 75% del salario mínimo (723 euros mensuales) y estar oficialmente inscritos en el desempleo. Y con ello, la Seguridad Social cotiza por él hasta la jubilación (el 125% del mínimo, antes de 2019 cotizaban sólo por el 100%). Y el mayor cobra un desempleo, que ahora son 463 euros al mes, hasta que cumpla los años y requisitos para jubilarse.
La otra opción del mayor de 50 años que ve imposible encontrar trabajo es jubilarse. Pero tendrá que esperar al menos hasta los 63 años, siempre que haya cotizado al menos un mínimo de 37 años y 6 meses (exigencia para 2022), que esté dado de alta en la SS y que haya cotizado un mínimo de 2 años en los últimos 15 años. Además, se le recorta un porcentaje de pensión según lo que anticipe la jubilación y lo que haya cotizado. Hasta ahora, esos coeficientes reductores para los que hayan cotizado menos de 38 años y 6 meses iban del 3,26 al 21 % por trimestre anticipado (máximo) y del 2,81% al 13% (mínimo). Ahora, con la reforma de las pensiones que entró en vigor el 1 de enero de 2022, se penaliza más la jubilación anticipada (ver cuadro según lo cotizado y la anticipación).
Así que ahora, el mayor de 50 años sin trabajo y sin perspectiva tiene aún más difícil jubilarse antes, mientras el paro que recibe (si lo consigue) le mantiene en la pobreza. Un panorama muy negro para buena parte de la generación nacida entre 1955 y 1970. Y más cuando no se piensa en ellos para los nuevos empleos, como reconocen las empresas. Habría que mejorar su actual situación y ya se ha lanzado una propuesta, de dos Fundaciones: aprobar una Ley de Igualdad Generacional, similar a la Ley para la Igualdad de Género aprobada en 2007, que prohibiera la discriminación por edad (tanto en la contratación como en el sueldo y despido). Y además, plantean modificar algunas disposiciones vigentes del Estatuto de los Trabajadores, que discriminan a los mayores (no pueden acceder al contrato de aprendizaje, lo que dificulta su reciclaje, y se permite a las empresas extinguir sus contratos con el pretexto de “cumplir medidas de mejora del empleo de la empresa”.
Cambiar la normativa y aprobar una Ley contra la discriminación de los mayores puede estar bien, pero su mejoría (como la de las mujeres) no depende sólo de normas sino de que las empresas y la sociedad asimilen que los mayores son unos trabajadores imprescindibles, que aportan experiencia y eficacia a las empresas y la economía. Y eso pasa por un cambio de mentalidad y medidas concretas que apoyen su contratación y conservación en las plantillas. Dado que tenemos 1.299.390 parados mayores de 50 años y que un tercio llevan más de 1 año sin trabajar, urge poner en marcha un Plan de choque por el empleo de los mayores, con incentivos a su contratación (cotizaciones e impuestos) y proyectos de formación y reciclaje profesional que impliquen a las empresas y autonomías.
La recuperación de la economía y los proyectos financiados con Fondos europeos deberían dar prioridad a integrar a los mayores de 50 años en todos los proyectos, no dejarlos atrás como hasta ahora. Contratar a mayores no “tapona” el empleo de los jóvenes, porque hay tareas para todos y la productividad de las empresas mejoraría potenciando la colaboración de trabajadores jóvenes y mayores. Es una asignatura pendiente para el Gobierno, sindicatos y patronal. No podemos relegar a los trabajadores mayores, la generación que impulsó el crecimiento económico de la democracia. Apóyenlos.
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