Enrique Ortega |
La recesión en España por la pandemia (-10,8% de caída del PIB en 2020), fue la mayor entre todos los paises occidentales porque el parón de la actividad para hacer frente al COVID 19 afectó especialmente al turismo, que tiene mucho más peso en nuestra economía (aportaba el 12,3% del PIB y el 13,7% del empleo total) y ha sido el sector más castigado por la pandemia. El balance turístico de 2020 fue demoledor: se perdieron 64,74 millones de turistas extranjeros (sólo llegaron 18.957.856 de los 83.701.011 turistas llegados en 2019, el 7º año consecutivo de récord de turistas) y casi un 80% de los ingresos turísticos (19,7 millones de gasto del turismo extranjero frente a 92,33 millones en 2019). Una debacle que puso en riesgo la supervivencia de miles de empresas y afectó a 841.436 empleos, que en su mayoría se salvaron tras aparcarlos en ERTEs.
En 2021 se esperaba una recuperación del turismo, nacional y extranjero, especialmente a partir del levantamiento del estado de alarma el 9 de mayo. Y de hecho, el verano fue muy bien, con un récord del turismo nacional y una fuerte recuperación del turismo europeo, salvo el británico (afectado por sus restricciones). Pero a finales de noviembre surgió la nueva variante ómicron, disparando la 6ª ola de contagios en España y un negro panorama en toda Europa, particularmente en Reino Unido, Francia y Alemania, nuestros principales visitantes. Y eso ha “pinchado” las previsiones iniciales, que en FITUR 2021 apostaban por cerrar 2021 en 45 millones de turistas (ministra Reyes Maroto). A falta de conocer los datos de diciembre, la previsión oficial es cerrar 2021 con unos 30 millones de turistas extranjeros (31 millones estima la patronal Exceltur), bastantes más que en 2020 (casi 19 millones) pero todavía casi un tercio menos que antes de las pandemia (83,7 millones). Y un gasto turístico que rondará los 34.000 millones de euros, poco más de un tercio del gasto de los extranjeros en 2019.
El aspecto más positivo de 2021 ha sido que se recuperó el turismo nacional, antes de la 6ª ola de la pandemia: de julio a octubre, las pernoctaciones de los españoles en hoteles fueron, mes a mes, superiores a las de 2019, antes de la pandemia. Y en cuanto al turismo extranjero, hasta noviembre aumentó (sobre 2020) la entrada de turistas alemanes (+107,5%), franceses (+42%) y británicos (+27,6%), lo que indica que tienen ganas de volver a visitarnos. La industria turística ha notado esta incipiente recuperación en 2021, con una facturación de 88.546 millones de euros (que recupera 36.000 millones respecto a 2020, aunque todavía está un 40% por debajo de la de 2019). Los que se han recuperado más en 2021 han sido los hoteles ligados al turismo nacional (en Asturias, Galicia y Andalucía), las compañías de alquiler de coches y las cadenas con más presencia internacional, mientras tardan más en recuperarse los hoteles urbanos, las compañías aéreas y las agencias de viajes.
Para 2022, todas las previsiones apuntan a una mayor recuperación del turismo, aunque todo depende de una variable imprevisible: la pandemia, el temor a nuevas variantes que puedan desatar futuras restricciones a la movilidad y los viajes. Si no hay “sustos”, la previsión del Gobierno es recuperar este año la mayoría de los turistas europeos de antes de la pandemia (70,9 millones en 2019) y dos tercios de los turistas del resto del mundo (12,8 millones), lo que daría unos 79 millones de turistas extranjeros en 2022 (el 94% de los que llegaron en 2019). Parece un objetivo demasiado ambicioso, difícil de alcanzar, mientras Funcas estima que podrían venir unos 75 millones de turistas (recuperar el 90% de los que llegaron en 2019) y la patronal turística Exceltur apuesta por recuperar un 87,5% de su negocio en 2022, lo que se traduciría en 73 millones de turistas. Y todos creen que habrá que esperar a 2023 para recuperar el turismo de antes de la pandemia.
La previsión del sector turístico es que 2022 irá de menos a más: el primer trimestre será flojo, por las secuelas de la 6ª ola, y que los viajes y el turismo de españoles y extranjeros se despertará en Semana Santa (10-17 abril) y mejorará aún más en verano, para consolidarse en la última parte del año (con permiso del COVID 19…). Y esperan que juegue a favor las ansias de viajar y el ahorro disponible y no gastado, así como la esperada recuperación económica y del empleo en toda Europa. Y algo muy importante: la seguridad sanitaria que ofrece España al turista extranjero, dado nuestro alto nivel de vacunación (80,5% de la población) frente a la de otros paises competidores, como Turquía (61,53% vacunados), Italia (74,3%), Grecia (66,61%) o Túnez (51,07% de vacunados), según la OMS, aunque nos superan Portugal (82,72% vacunados) y Malta (82,44%).
Una posible desventaja para España podría ser la fuerte subida de los precios turísticos en 2021, donde la mayoría de las empresas han aprovechado para resarcirse de la crisis subiendo tarifas y precios. Un dato llamativo: los precios de los hoteles han tenido una subida anual del +31,9% en 2021, según el IPC de diciembre, cinco veces más que la subida media de la inflación (+6,5%). Y también han subido los paquetes turísticos, bares y restaurantes, los apartamentos turísticos, el alquiler de coches, las tarifas aéreas y el ocio. Y en paralelo, puede haberse deteriorado la calidad del servicio, porque muchas empresas han reducido personal o contratan menos del que necesitan, por miedo a nuevas olas de contagios.
La recuperación del turismo, la primera industria española, es clave para que España se recupere con más fuerza en 2022. De hecho, casi la mitad de todo el crecimiento esperado este año debe venir del turismo: del 5,5% que crezcamos, 2,4% lo tiene que aportar el sector turístico, según la última estimación de CaixaBank. Así que nos jugamos mucho con el despegue del turismo, que va a depender en buena medida de la pandemia pero también de que funcionen otras medidas de apoyo, a corto y medio plazo.
A corto plazo, el sector turístico pide la prórroga de los ERTEs, al menos hasta el verano (los actuales terminan en marzo de 2022). A finales de 2021 había 56.729 trabajadores turísticos en ERTE (más de la mitad del total, 102.548 empleados en ERTE en todos los sectores), en todas las actividades del sector, en especial en las agencias de viajes (11.358 trabajadores todavía en ERTE), transporte aéreo y actividades de ocio, las más afectadas por la pandemia. Y también va a ser clave cómo se aplica la reforma laboral en el sector, ya que para el verano tienen que reconvertir sus contratos temporales y promover los fijos discontinuos.
Otra petición urgente del sector turístico son nuevas ayudas directas a las pymes turísticas en la primera mitad de 2022, para preservar su subsistencia financiera, a la vez que piden completar el pago de las ayudas aprobadas en 2021 y que no han llegado aún en muchas autonomías. Y en paralelo, priorizar los esquemas de rescate pendientes de la SEPI y COFIDES a las empresas turísticas, además de la refinanciación y el alargamiento de los créditos ICO al sector concedidos durante la pandemia. Son distintas formulas para “dar oxígeno” financiero para que la gran mayoría de las 153.000 empresas del sector turístico sobrevivan (y con ellas, 2,3 millones de empleos).
Además, 2022 va a ser el año en que los Fondos Europeos lleguen también al turismo. El Plan de recuperación de España, aprobado por Bruselas, incluye un Programa (el 8º con más inversiones) para “la modernización y competitividad del sector turístico”, con objeto de aprovechar la pandemia para poner en marcha inversiones y medidas que apuntalen su futuro. En conjunto, el Plan contempla 3.400 millones de inversiones europeas para el turismo español y actuar en tres frentes: la transformación digital de los destinos y empresas turísticas, la puesta en marcha de planes específicos de futuro en zonas muy dependientes del turismo (como Baleares o Canarias) y una mejora de la competitividad centrada en el desarrollo del producto turístico “Spain”. Se trata de modernizar y apuntalar el futuro del turismo, con inversiones que crearán 100.000 empleos adicionales. Y además, el turismo se beneficiará de otras inversiones del Plan de recuperación (en formación, infraestructuras, digitalización y economía verde), con un impacto estimado de otros 44.000 millones en tres años.
El pasado 21 de diciembre se aprobó el primer paquete de proyectos turísticos que van a recibir estos Fondos Europeos, acordados entre el Gobierno y las autonomías por unanimidad. Son 169 Planes de sostenibilidad turística (de los 506 presentados), 153 que serán gestionados por Ayuntamientos y los otros 16 por las autonomías, que recibirán los primeros 615 millones de Fondos europeos. A pesar del acuerdo político sobre estos primeros Planes, la patronal turística Exceltur los ha criticado, porque estima que “se ha repartido en exceso el dinero”, con bajos importes (600.000 euros de media en 637 municipios) apostando por muchos proyectos en municipios de la España interior que tienen poco peso para el turismo: el 53% de los Fondos van a zonas de interior con un 12% del turismo total y sólo el 28% al Mediterráneo e islas, que suponen el 60% de la oferta turística). Claro que son sólo los primeros proyectos y quedan 2.785 millones por gastar hasta 2026.
La divergencia de la patronal turística es de fondo: habría que concentrar las ayudas europeas en los destinos turísticos más importantes y “no repartirlas tanto” entre toda España, porque se debilita su efecto. Por eso, Exceltur lleva un año defendiendo que España apruebe un PERTE para el sector turístico (un Plan estratégico como el que se ha aprobado para el automóvil), destinando 15.000 millones de inversiones públicas (españolas y europeas) en tres años, que movilizarían otros 30.000 millones privados. Y concentrar este dinero en la reconversión de 15 destinos turísticos claves, que suponen el 40 % de la oferta turística española pero el 70,5% del PIB turístico y el 62% del empleo: Costa del Sol, Costa Brava, Costa Dorada, este de Mallorca, Ibiza, Gran Canaria y sur de Tenerife. Defienden concentrar más ayudas en reconvertir el turismo de sol y playa, en gran parte obsoleto.
El debate es importante y quizás lo correcto sería una opción intermedia: concentrar más las ayudas en estos destinos (sabiendo que tienen graves problemas de saturación y sostenibilidad ambiental) pero apostando también por una diversificación en favor de un turismo interior diferente. Es un dilema importante y los Fondos europeos son limitados, así que debe elegirse bien su destino. Pero además, el turismo tiene otros retos importantes, como reducir el exceso actual de concentración, en el verano (35% del turismo total), en el turismo europeo (85% de los visitantes) y en los destinos (90% turistas van a 6 autonomías: Cataluña, Canarias, Baleares, Andalucía, Comunidad Valenciana y Madrid, que se benefician ellas solas del 93% del gasto turístico). Y depender menos de los tour operadores extranjeros, que controlan viajes e ingresos, lo que pasa por digitalizar más la oferta. Y como telón de fondo, cuidar más a “la gallina de los huevos de oro”: en 2022, el presupuesto para promoción turística de Turespaña serán 90 millones (menos del gasto turístico en 1 día…).
Hasta aquí la situación y perspectivas de un turismo español que tiene que “salvarnos” en 2022. Y de paso, habría que aprovechar las inversiones y la reconversión del sector para modernizarlo a fondo y que base su futuro no en conseguir más millones de turistas cada año sino en atraer un turismo menos masivo y de más calidad, que no destroce nuestras costas y sea más sostenible. En paralelo, deberíamos aprovechar los Fondos europeos para modernizar el resto de la economía, para desarrollar industrias y sectores competitivos, que vayan ganando peso, competitividad y empleo. Para que en una o dos décadas, España no dependa tanto del turismo, que nos hace muy vulnerables como se ha visto con la pandemia. Un país con más empresas competitivas e innovadoras y menos bares y hoteles. que aspire a más que ser "la California de Europa". Algo que nadie se atreve a proponer, pero que nos ayudaría a crecer más y mejor.
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