Faltan viviendas: apenas se construye
Los alquileres siguen subiendo mes a mes (+6,7%
hasta abril) y son un 70% más caros que hace una década, comiéndose
el 40% del sueldo de los inquilinos. Y la compra de un piso se ha
encarecido otro +7% anual, con los tipos de interés por las nubes. El problema
de la vivienda se agrava, mientras la Ley de Vivienda cumple un
año y resulta no sólo inútil sino contraproducente: muchos
propietarios afrontan los topes al alquiler desviando sus casas a alquileres turísticos
y de temporada o vendiéndolas. En consecuencia, cada vez hay menos oferta,
lo que encarece el alquiler. Y se construyen sólo 100.000 casas nuevas,
la 8ª parte que en 2016. El problema de fondo es que faltan viviendas,
para alquilar y comprar, unas 150.000 al año. Y eso dispara los
precios. Por eso urge un Pacto entre administraciones,
promotores y bancos para movilizar suelo y dinero y construir
más viviendas. Y en paralelo, incentivar a los propietarios
(no asustarlos) para que alquilen con seguridad. Enrique Ortega
El problema de la vivienda en España se
agrava mes a mes. Los alquileres llevan ya 10 años consecutivos subiendo
y en 2024 se han encarecido otro +6,7% entre enero y abril, según
los datos del portal Idealista, que refleja un precio del alquiler que alcanza
otro récord histórico: 13 euros por metro cuadrado,
lo que supone un alquiler medio de 1.170 euros mensuales para un piso de 90 m2.
Pero hay 7 grandes ciudades (donde viven 7,3 millones de españoles, la
sexta parte de la población) donde el alquiler medio es más caro:
Barcelona (21,1 euros/m2), Madrid (19,2 euros), San Sebastián
(17,2), Palma (15,8), Málaga (14,2), Bilbao y Valencia
(13,9 euros/m2). Y con estas subidas, los alquileres se han encarecido ya un +76,2%
en los últimos 10 años (desde 2014), el triple que la inflación general
(+22,8%) y casi cuatro veces lo que han subido los salarios (+20,66%). Por eso,
ahora, un inquilino debe destinar un tercio de sus ingresos mensuales (el
33% de media en España, pero el 44% en Barcelona y el 37% en Madrid) a
pagar su alquiler (si lo encuentra). Un agobio.
Pero no sólo suben los alquileres. También comprar
un piso es más caro cada mes, porque suben los precios de las
viviendas en venta y el coste de las hipotecas: los pisos subieron un +4,7%
en 2023, la mayor subida en 6 años, tras haberse encarecido un +44,5% en
los últimos 10 años (más del doble que la inflación y los salarios). Y en
2024, el precio medio de la vivienda usada (la que más se vende) es de 2.079
euros por metro cuadrado (187.000 euros por una casa de 90 m2), lo que supone
una subida del +7% en el último año, según
Idealista, aunque el precio se dispara mucho más en las grandes ciudades:
desde 4.355 euros/m2 en Madrid (392.000 euros por 90 m2) a 4.317
euros/m2 en Barcelona, 2.759 euros/m2 en Málaga, 2.400 euros/m2
en Valencia, 2.247 euros/m2 en Las Palmas y el despropósito de
5.465 euros/m2 en San Sebastián. Unos precios imposibles para la mayoría:
suponen tener ahorrado un 30% del valor y pagar una hipoteca mínima de 650
euros mensuales.
¿Qué está pasando, porqué se disparan los alquileres y el
precio de los pisos? La respuesta corta es porque no hay viviendas
para alquilar y comprar, porque hay mucha demanda, sobre todo de
alquiler: 27
inquilinos se interesan por cada piso que se alquila en 2024 (en 2023
eran 17 por alquiler). Y en el caso de las ventas, la demanda para comprar
sigue fuerte, a pesar de los altos tipos de interés, porque muchos
compradores son inversores o ahorradores que las compran para
especular (6
de cada 10 viviendas se compran al contado, sin hipoteca), en
muchos casos extranjeros que buscan casa en España (el
15% de las compras totales). Y frente a esta creciente demanda de
alquileres y pisos para comprar, sigue cayendo la oferta, tanto de
alquileres como de pisos en venta.
Veamos qué sucede con la oferta de alquileres. Los
expertos alertan que la oferta de pisos en alquiler se ha retraído en los tres
últimos años, debido primero a los topes impuestos a la revisión de
alquileres (2%
desde marzo de 2020 a diciembre de 2023 y el 3% para 2024) para
combatir la inflación y ayudar a los inquilinos más vulnerables. Eso provocó
que muchos propietarios se pensaran alquilar y muchos forzaron subidas bajo
cuerda o alquileres irregulares. Luego vino la
Ley de Vivienda, aprobada por el Gobierno Sánchez en febrero de 2022
y que entró en vigor hace casi un año, el 26 de mayo de 2023. El primer
efecto de esta Ley, que pretendía mejorar los alquileres, ha sido
el contrario: ha
retraído a muchos propietarios a alquilar, porque fija unos topes al
alquiler en las zonas tensionadas, por presión de Sumar y Podemos. Este “populismo
intervencionista” ha frenado drásticamente la oferta de pisos en alquiler,
porque la Ley congela los alquileres actuales en las zonas
tensionadas (lo tienen que solicitar las autonomías y por ahora sólo lo ha
hecho Cataluña) y fija un tope a los alquileres futuros, según un precio
máximo fijado para esas zonas tensionadas.
Esta nueva Ley de vivienda ha agravado el problema del
alquiler en España, ya que redujo la oferta de alquileres un 30%,
sólo entre mayo y octubre de 2023 (ahora será más), según
la Federación de Asociaciones Inmobiliarias. Según una encuesta hecha a 637
agencias inmobiliarias, el 45,59% de los propietarios han aprovechado
para subir los nuevos alquileres (para cubrirse de las bajas revalorizaciones e
impagos) y han endurecido los requisitos que exigen a sus potenciales
inquilinos (obligándoles además a “casting muy severos para “filtrarles por ingresos,
empleo y contrato, edad, nacionalidad o color de piel y tipo de familia). Otro 15,44%
de propietarios responden que se han pasado al alquiler
de temporada (ya supone el 11% de todos los alquileres), un 6,2%
se han pasado al alquiler
turístico (hay 340.000 viviendas turísticas (entre un 10 y un 20% de
los alquileres totales, según zonas) y otro 13,07% de propietarios han
decidido vender el piso que hasta ahora alquilaban.
En consecuencia, hay muchas menos viviendas que se
alquilan. Y en paralelo, se construyen cada año menos viviendas
nuevas, lo que aumenta el déficit de viviendas para alquilar o comprar,
disparando los precios. Así, en
2023, los visados de obra nueva fueron 107.934, un
-0,91% menos que en 2022 (108.923 visados de obra nueva), una cifra similar a
las viviendas iniciadas en 2019 (106.266) y que queda muy lejos de las
viviendas nuevas que se iniciaban en España en los años del boom inmobiliario (865.561
viviendas iniciadas en 2006, ocho veces más que ahora) e incluso después (264.795
en 2008). Los visados
de vivienda libre fueron 98.040 en 2023 y apenas se hizo vivienda
protegida (VPO),
sólo 11.982 en 2023 (frente a las 90.531 VPO iniciadas en 2008), según los
datos oficiales. Y choca que se hayan hecho 3.491 VPO en Cataluña, 1.906 en
Andalucía (3 VPO en Málaga…), 1.854 en Madrid, 1.784 en País Vasco, 511 en la
Comunidad Valenciana o cero VPO en Canarias…
En resumen, no sólo se alquilan menos viviendas sino
que además se construyen pocas viviendas nuevas, por falta de suelo y financiación
y porque a los promotores no les compensa hacer viviendas libres ni protegidas
(ni a las autonomías y Ayuntamientos promoverlas) , por sus bajos precios
(módulos). El resultado es que tenemos
un enorme déficit de viviendas disponibles y esa es la razón básica
de los altos precios de alquileres y viviendas. En España, cada año se crean
275.000 hogares y llegan además unos 60.000 inmigrantes, lo que supone una
demanda de 335.000 viviendas (alquiler o propiedad), según el Banco de
España. Y frente a esta demanda, se construyen menos de 100.000 nuevas
viviendas al año y caen los pisos destinados al alquiler, con lo que
tenemos un déficit de 600.000 viviendas, sólo entre 2012 y 2025, según
el Banco de España.
Otros
cálculos estiman que España necesita 1.500.000 nuevas viviendas en 10
años (150.000 al año), de ellas 1.300.000 para alquilar. Este es el gran
objetivo que tenemos pendiente, no poner topes artificiales a los
alquileres (que retraen más la oferta). Para ello hay que resolver los 4
problemas que tiene hoy la construcción, según
el Consejo de Arquitectos: la falta de suelo (y sus elevados precios),
la falta de financiación (los
bancos se han retirado de financiar a los promotores, tras la
burbuja inmobiliaria y más tras las fusiones), el alto precio del
dinero (los tipos más altos desde 2008) y la enorme burocracia y complicaciones
jurídicas que rodean a los planes urbanísticos. Los promotores-constructores hacen hincapié en los dos que más les
preocupan: la falta de suelo disponible para construir y lo complicado que
resulta conseguir una licencia de obra (hasta 18 meses). Y añaden dos más:
aumento de los costes de construcción y falta de mano de obra formada.
Así que la clave del problema de la vivienda está en aumentar
la oferta, construyendo más viviendas y facilitando que los propietarios
las alquilen, lo que exigiría ponérselo fácil, no imponerles topes
que les disuaden a alquilar. Una vía, seguida por el gobierno vasco (Programa
Bizigune), es impulsar la creación de agencias públicas autonómicas que
les gestionen y aseguren el cobro del alquiler. Otra, incentivar
los alquileres asequibles con deducciones fiscales a los propietarios que
los hagan. Y fomentar la salida al mercado de los 4 millones de
viviendas vacías, aunque eso requiere ayudas para rehabilitar muchas de
ellas, que no están para alquilar. Pero ojo: este enorme parque de viviendas vacías
no es la panacea para resolver el problema del alquiler, porque sólo
400.000 (1 de cada 10) están en
ciudades con más de 250.000 habitantes, donde se concentran los
problemas.
La otra vía, construir más viviendas es clave,
conseguir iniciar al menos 150.000 viviendas al año (50.000 más que
ahora). Para conseguirlo, es urgente lograr un Acuerdo entre administraciones,
promotores/constructores y bancos (privados y el ICO), para conseguir
sacar al mercado todo el suelo posible y financiar promociones de nuevas
viviendas, la mayoría para alquileres a precio tasado. Ese era el objetivo de
la reunión
que mantuvo el presidente Sánchez, el pasado 11 de abril, con los
promotores y patronales inmobiliarias, sindicatos y bancos, aunque no se
concretaron objetivos y faltaban autonomías y ayuntamientos (cuya colaboración
es básica, aunque difícil dada la actual crispación política).
En paralelo, el Gobierno ha tomado algunas medidas
normativas para ayudar a relanzar la construcción de viviendas. Por un
lado, ha aprobado (26 de marzo 2024) y enviado al Congreso una reforma
parcial de la Ley del Suelo, para dar más seguridad jurídica a los
Planes urbanísticos de los Ayuntamientos, para que se puedan poner en marcha
cuando tengan deficiencias subsanables (y no se paralicen, como ahora, en los Tribunales),
además de facilitar que los municipios realicen un registro de solares vacíos
donde obliguen a los propietarios a edificar. En paralelo, ha
aprobado una Orden para facilitar a autonomías y Ayuntamientos la
concesión de “licencias
rápidas”.
Y además de facilitar la construcción de nuevas viviendas,
el Gobierno promueve ampliar la oferta de vivienda por otras dos vías.
Una, con el Plan para construir viviendas públicas con dinero de los Fondos
europeos (1.000 millones): se iban a construir 20.000 viviendas, pero ya se
han firmado
convenios con las autonomías para construir 25.000 VPO, para alquileres
asequibles. La otra, movilizar las 50.000 viviendas que tiene la SAREB,
el “banco malo” público que se creó con los pisos y suelo acumulados tras la
crisis bancaria. La
SAREB ha ofrecido 21.000 de estas viviendas para que
las compren las autonomías, pero ha sido un fiasco: sólo
habían comprado 350 viviendas a finales de 2023. También la SAREB ha
ofrecido 4.770 suelos a Ayuntamientos en condiciones ventajosas. Y hay otras
14.000 viviendas de la SAREB habitadas cuya situación se está tratando de
regularizar, mientras la SAREB ofrece el suelo para otras 15.000 viviendas a
construir con promoción público-privada.
Además, el Gobierno
ha creado un Grupo de Trabajo para aprobar una futura regulación
de los pisos turísticos, para facilitar su regulación y control a
autonomías y Ayuntamientos. Y lo mismo para
los alquileres de temporada, una vía de escape para alquilar sin control
que se debe regular. Pero la clave sigue siendo “atraer” a los
propietarios para que alquilen (en lugar de asustarlos con los topes al
alquiler) y conseguir que entre la promoción pública, la SAREB y
la promoción privada, se construyan más viviendas en España. Que
aumente más la oferta, de alquileres y pisos en venta, lo que acabará
haciendo bajar alquileres y precios. No hay otro camino, por mucho que los controles
de precios (“populismo” contraproducente) suenen bien a algunos. El
problema
de la vivienda sí tiene enmienda: construir más.
No. No estoy en absoluto de acuerdo. Llevo desde el año 2004 en plataformas por la vivienda digna. Primero en V de Vivienda y después colaborando con Stop Deshaucios y desde hace 6 años en el sindicato de inquilinos. De hecho en todas estas asociaciones y en otras como sindicatos alternativos, asociaciones medioambientales, vecinales o culturales se están elevando protestas ante gobiernos locales y regionales ante estos planes urbanísticos que no quieren suplir la falta de vivienda, o hacer que los precios bajen porque haya más oferta. Lo que quieren es seguir chupando de las espaldas de las clases trabajadoras con un derecho básico, esto es, con una necesidad fundamental.
ResponderEliminarNo se puede construir más. Hay multitud de municipios totalmente sobrepasados en disponiblidad de suelo. No lo tienen, ¿dónde quiere usted que se construya? ¿sobre el aire? Que se desprotegan zonas naturales, fundamentales en dotar de bienestar a los habitantes de las zonas urbanas. Por no hablar de la falta lacerante de servicios empezando por el más básico, el agua y su tratamiento. O de, la nulísma planificación urbana y de movilidad, qué es otro tema pero que imposibilita en el medio plazo que una entidad local apruebe un proyecto urbanístico porque no va a poder responder a las demandas en estos temas que se generan. Y si se aprueban se harán sin satisfacer estos requisitos y por oscuros tejemanejes ¿corrupción?.
Entre el año 97 y 2007 se construyeron 500.000 viviendas por año en este país, una de cada dos viviendas construidas en la UE de los 15 era en España. No faltan viviendas. Sobran caraduras.
Jamás, ni siquiera en tiempos de los planes del desarrollismo en los 60 la construcción de viviendas ha servido para bajar los precios y hacerla más accesible, por tres motivos: 1. porque al ser vivienda nueva se le suponen unas calidades que hace que esas viviendas salgan a unos niveles de mercado que no satisfacen la demanda más común. 2. porque siguen una lógica especulativa para que permita financiar la siguiente promoción. 3. porque tienden a ir alejándose cada vez más de los centros urbanos y de los centros productivos por lo que su impacto en la oferta queda muy mediatizada al entorno inmediato de su construcción.
Lo que hay que hacer es intervenir el mercado. Fijar precios y condiciones para todos los participantes del mercado inmobiliario. Prohibir los pisos turísticos. Garantizar los alquileres, tanto en el sentido de las calidades y servicios recibidos por inquilinos, como por los arrendadores. Reestructurar todos los bienes inmuebles en posesión de los bancos que se han lucrado este cuarto de siglo de manera salvaje, injusta y hasta delictiva. Que el banco malo los absorba y los pueda poner a precios razonables, que destensionen las zonas y que impidan que los promotores o poseedores particulares, quieran como dice un compañero "pagar con la renta del piso alquilado la letra mensual de la hipoteca del chalet. Con la letra de la venta de esta promoción, el suelo y la construcción de la siguiente".