Cumbre del Clima: "Emergencia", no "Cambio Climático"
Hoy 10 de noviembre se inicia en Brasil otra Cumbre
del Clima (la COP 30), con pocas esperanzas de que los 197 paises
tomen medidas eficaces contra el Cambio Climático, que es ya una “emergencia”
climática. El pesimismo deriva de que Trump sacó a EEUU
del Acuerdo de París, China, India y paises en desarrollo apenas
recortarán emisiones (siguen consumiendo carbón, petróleo y gas) y Europa suaviza
sus ambiciones climáticas, por el auge del negacionismo climático y el
“pragmatismo”, forzados por la
derecha y extrema derecha europeas (el PP español ha sido el único partido popular europeo, junto al polaco, que ha votado en contra (junto a la ultraderecha europea) del recorte al 90% aprobado por la Comisión. Mientras, las emisiones siguen aumentando y provocan “emergencias”
como los incendios y olas de calor del verano o la DANA
de Valencia. Por eso, el gobierno Sánchez propone un Pacto de Estado para
acordar medidas y frenar los daños climáticos (20.000 muertos directos en 5 años). Pacto rechazado por el PP y
sus autonomías antes de conocerlo. Algo grave, porque afrontar la
emergencia climática no es una cuestión de ideología, sino de pura
supervivencia.
Guterres (ONU): "El mundo se dirige a la ruina si no se actúa. Es un fracaso moral y una negligencia mortal"
Esta Cumbre del Clima de Belém
(10 al 21 de noviembre) es la número 30 de las Cumbres mundiales celebradas
desde la primera Cumbre de la
ONU sobre el Medio Humano de 1972. Y coincide con el 10ª aniversario de la
Cumbre de París (1975), donde casi 200 paises acordaron
reducir las emisiones mundiales de CO2 para evitar que la temperatura de la
Tierra subiera más de 2 grados a finales de siglo (y mejor evitar que
suba más de 1,5 grados). Hoy, todo indica que los paises no han hecho
sus deberes y que “el Cambio Climático va a más”, según señaló Antonio
Guterres, secretario general de la ONU en la apertura de esta COP 30.
Los últimos datos aportados
por la OMM (ONU) son estremecedores: las emisiones de CO2 (el gas
responsable del 66% del recalentamiento de la Tierra) han vuelto a aumentar
en 2024 y su nivel de concentración en la atmósfera es ya de 423 partes
por millón (ppm), frente a 284,7 en 1850, 385 en 1990 y 377,1 en 2009, el
nivel más elevado de C02 en 800.000 años, según los científicos. Y
también estamos en niveles récord de metano (1.942 ppm),
responsable del 16% del calentamiento global) y de óxido nitroso (338
ppm de NO2), culpable de otro 6% del calentamiento global.
La consecuencia
inmediata es el aumento de la temperatura de la atmósfera, que ya
superó en 2024 los +1,55 grados sobre la temperatura de los niveles preindustriales
(1850-1900). Y a este ritmo, ese aumento será habitual en la próxima década de
los años 30 y la Tierra sufriría un aumento de la temperatura de
2,3 a 2,5 grados para el año 2100, según la
ONU, lo que sería una catástrofe para el clima y la vida
en el Planeta. De hecho, el calentamiento actual ya ha provocado una “emergencia climática”,
en palabras de la ONU, emergencia que provoca “fenómenos climatológicos
extremos” que puede ver cualquiera: olas de calor, sequías,
incendios virulentos (este verano en España), lluvias e inundaciones
(DANA de Valencia), huracanes y tifones más frecuentes y virulentos… Y
una pérdida de los glaciares que ha provocado una subida
del nivel del mar (entre 20 y 23 centímetros desde 1980), que podría
superar los 30 cm a finales de siglo), poniendo en riesgo muchas zonas del
Planeta. Y todo ello provoca además una pérdida de especies y biodiversidad,
migraciones climáticas y unas pérdidas humanas (546.000 muertes
anuales entre 2012 y 2021, según el 9º
Informe Lancet Countdown) y económicas
(inconmensurables).
A pesar de este negro panorama que demuestran
los científicos y la ONU, los paises siguen sin afrontar de verdad la “emergencia
climática”. Algo especialmente grave porque el 76% de las emisiones
globales que están destrozando el clima y el Planeta son
culpa del hombre, de sus actividades (energía y transporte,
industria, agricultura, ganadería, vivienda y residuos). El secretario
general de la ONU ha
sido claro en la Cumbre de Brasil: “demasiados líderes mundiales
están cautivos de los combustibles fósiles” (petróleo, carbón y gas).
Los datos de la ONU lo corroboran: los
Gobiernos gastaron 956.000 millones de dólares en
ayudas públicas (subvenciones, minoración de impuestos, inversiones) a
los combustibles fósiles sólo en 2023, tras la crisis energética por la
invasión de Ucrania. Sólo España gastó 6.810 millones en subvenciones y
ayudas(al gasóleo, la gasolina y la luz…). Y 17 de los 20 paises más
destacados planean aumentar la producción de al menos 1 combustible
fósil (algunos gas, otros carbón y otros petróleo) para 2030, según
un estudio reciente.
Pero además, las petroleras y multinacionales energéticas
llevan todos estos años invirtiendo
en combustibles fósiles (que matan), lo que les ha permitido multiplicar
sus beneficios a costa del clima: un
reciente estudio demuestra que las grandes petroleras (Shell, BP, Exxon
Mobil y Chevron) han “pausado, retrasado o retirado” en 2025
sus compromisos climáticos anteriores. Y que las 100
principales empresas productoras de petróleo y gas tienen estrategias de
producción que las llevarán a superar las cuotas de producción asignadas para
poder reducir el calentamiento global en 1,5 grados máximo para 2100. En
paralelo, la banca mundial, que presume cada vez más de “verde”, aumentó
un 29% sus préstamos a las empresas de combustibles fósiles en 2024 (hasta
611.000 millones de dólares), superando en un 15% a los préstamos que conceden
al sector verde mundial.
A lo claro: los paises, las empresas
energéticas y la banca echan ayudas y dinero al fuego de la emergencia
climática. Y miran para otro lado cuando la ONU y sus organismos
técnicos les piden tomar medidas y recortar emisiones, como se comprometieron
hace 10 años en la Cumbre de París. La actitud de los paises,
poco conocida, es escandalosa: tenían que haber entregado a la
ONU sus Planes de recortes de emisiones para 2035 en febrero de 2025,
según lo acordado en París. Pues bien, sólo
10 paises cumplieron, con lo que la ONU les amplió el plazo hasta el 30
de septiembre, coincidiendo con una Cumbre paralela a la Cumbre anual de la
ONU en Nueva York. Y resulta que para ese 2º plazo, sólo
64 paises de los 197 firmantes del Acuerdo de París presentaron su Planes,
incumpliendo EEUU (Trump sacó al país del Acuerdo en enero), China
(anunció su intención por videoconferencia) e incluso la Unión Europea
(aprobó su Plan el 4 de noviembre)…
Pero lo peor no es que la mayoría de paises hayan retrasado
sus Planes de recorte de emisiones para 2035, sino que los paises que lo han
presentado (antes y estos días) proponen unos recortes de CO2 ridículos,
un 11% de media, según
los expertos de la ONU. Y el recorte debería ser mucho mayor: habría que
reducir las emisiones un 35% para 2035 (sobre las de 1990) para no
superar los 2 grados a finales de siglo. Y eso ya sería mucho y con efectos
peligrosos para el clima, por lo que defienden un recorte de las emisiones
del -55% hasta 2035 para garantizar que la temperatura no sube más del 1,5%
en que ya estamos (2023,2024 y 2025 han sido los
años más calientes de la historia).
En definitiva, que vísperas de esta Cumbre del Clima de
Brasil, la mayoría de los paises “no habían hecho sus deberes” y
los que prometen recortes, sólo proponen reducir sus emisiones la quinta
parte de lo que hace falta. Ese desinterés ante la emergencia climática
se ha visualizado en las importantes ausencias a esta Cumbre
de Brasil, a la que no
asisten los líderes de 4 de los 5 países que más contaminan: China (29,2%
de las emisiones mundiales de CO2), Estados Unidos (11,1% emisiones), India
(8,2% ) y Rusia (4,8%. Sí asisten los líderes de la UE (el 4º mayor
emisor de CO2 del mundo, con un 5,95% del total), con la presidenta Von der
Leyen, Macron, Metz y Sánchez (más el británico Stamer), pero con una política
medioambiental más “suavizada” por la presión de la derecha y la
extrema derecha.
China es clave para los recortes de emisiones, que han
prometido menores y dilatados en el tiempo (a
partir de 2035 y 2040, para no truncar su crecimiento actual, basado todavía
en el carbón, el petróleo y el gas, aunque son líderes mundiales en energías
renovables. Lo mismo pasa con la India, Brasil y otros paises en desarrollo,
que además piden ayudas de los paises ricos (que llevamos medio siglo
contaminando al máximo) para reconvertir energéticamente sus economías (falta
por aportar al Fondo de 100.000 millones de dólares previsto). Rusia aumentara sus emisiones para 2035, por su apuesta por el gas. Y Estados
Unidos, el otro país clave, se ha lanzado con Trump a la producción
y consumo de petróleo y gas (“perfora,
niño, perfora”, es su lema), apostando incluso de nuevo por el carbón, lo
que aumentará sus emisiones, no las reducirá.
Y la Unión Europea, que era (y todavía es) el
paladín de la lucha contra el Cambio Climático ha
frenado sus impulsos reformadores, forzada por las posiciones “negacionistas”
de una buena parte de la derecha (PPE) y de la extrema derecha, que ataca en
todos los paises (y en España, en las autonomías) el Pacto
Verde Europeo. Eso ha llevado al Consejo y a la Comisión Europea a
retrasar su ley del Clima y los nuevos Planes de recortes de emisiones
(el NDC), que no
aprobaron hasta el martes pasado, tras una reunión maratoniana (1 día y
toda la noche siguiente) de los ministros de Medio Ambiente. Al final, han
acordado un recorte de emisiones del 90% para 2040 (sobre las de 1999).
Pero este objetivo tiene “truco”: Francia, Alemania y los
paises del Este han
forzado una cláusula para que un 5% de ese recorte se pueda “comprar”
en el mercado internacional (hay una “Bolsa” de derechos de emisiones de
CO2) con dinero de los Fondos europeos y otro 5% con dinero de los
propios paises que lo necesiten para cumplir…A lo claro: pagar a otro país que emite de menos por lo que un país emite de más. Y además, reconocen el papel en la
transición energética de los combustibles de bajas emisiones en el transporte y
retrasan un año las exigencias de emisiones que se piden al transporte por
carretera y a los edificios.
Europa está ahora dividida
en la lucha contra la emergencia climática, con paises que
quieren ir más despacio, argumentando que las políticas
climáticas “no pueden poner en peligro la industria y la competitividad
europea” (los
más duros, Hungría, Polonia y República Checa, apoyados ahora por Suecia,
Francia, Alemania e Italia) y otros paises que defienden que “no hay futuro
para Europa si no se descarboniza la economía” y que puede ser “una oportunidad”
para crear nuevas industrias y empleos (grupo
encabezado por España y en el que están otros 13 paises más, entre
ellos Portugal, Finlandia, Paises Bajos, Austria e Irlanda. Y esta división
interna (y dentro de cada país, por el auge del “negacionismo”
y la extrema derecha) es más preocupante porque Europa es uno de los continentes más vulnerables
ante la emergencia climática, especialmente los paises del sur, como se
ha visto estos años en Grecia, Italia, Francia, Portugal y España.
Precisamente, la DANA de Valencia y los incendios de
este verano hicieron que al comienzo de este curso político, el
1 de septiembre, el presidente Sánchez propusiera a las fuerzas políticas y
sociales, administraciones, científicos, entidades y ciudadanos, un Pacto de
Estado frente a la Emergencia Climática, similar al que se consiguió con
las pensiones (Pacto de Toledo) y contra la violencia de género.
Al día siguiente, el
Consejo de Ministros aprobó 10 medidas que proponen incorporar
a ese Pacto de Estado, entre ellas crear una Agencia de Protección Civil y
Emergencias, una Red Nacional de Refugios Climáticos en ciudades y
pueblos (para afrontar las olas de calor), reforestación y mejor gestión
forestal, nuevos Planes Hidrológicos, una reordenación del territorio
y las infraestructuras para hacer frente a inundaciones y sequías, más
ayudas al medio rural (el mejor aliado en las políticas medioambientales),
la creación de 2 Fondos públicos (uno para responder a fenómenos
extremos y otro para prevenirlos a nivel local y autonómico), dotar de más
medios a los bomberos y servicios de emergencias (creando un nuevo Cuerpo
técnico), formación en emergencias en centros educativos y Universidades
y la exigencia a Europa de que sea más ambiciosa en los objetivos
medioambientales y su financiación.
Parecen medidas “razonables” a la vista de los fenómenos
climáticos extremos que hemos sufrido, que se esperan sean cada vez
más frecuentes y graves. Pero el
PP dijo que no lo apoyaría el 31 de agosto,
incluso antes de conocer la propuesta: Feijoo se negó a apoyar este Pacto
de Estado, reiterando que el Gobierno Sánchez ha sido incapaz de gestionar los
incendios de este verano (sic) y que “se pone de perfil ante cualquier desgracia”
(sic). Así que aunque Sánchez y el Ministerio de Transición Ecológica ya han
celebrado Jornadas públicas (con expertos y ciudadanos (la
primera en Ponferrada en octubre) para explicar el Pacto, no han asistido ni
alcaldes ni políticos del PP (ni por supuesto de Vox).
Así que los ciudadanos de a pie, que sufrimos las
olas de calor (3.644 muertes entre junio y agosto) las sequías (y las enormes
pérdidas para el campo, junto a subidas extras de los alimentos), las
inundaciones y la contaminación (que causa en España 10.000 muertes al año, según Sanidad)
y las pérdidas económicas por el clima y sus destrozos (12.200 millones de
pérdidas solo este verano, el país líder por pérdidas climáticas en Europa, según
un estudio de la Universidad de Mannheim) asistimos impotentes a una
Cumbre del Clima donde los paises que más contaminan no se comprometen apenas
a recortar emisiones y permiten que las empresas energéticas (y los bancos)
ganan millones a costa del clima, del Planeta y de nuestras pérdidas y muertes
(20.000 directas en España los últimos 5 años, según
dijo Sánchez en Brasil). Y en España, cuando el Gobierno propone un
Pacto de Estado para afrontar un problema que ha destrozado medio país
(incendios y DANAs), el PP rechaza hablar y Vox niega el cambio
climático (¿qué puede pasarle a las políticas climáticas si un día Gobiernan juntos?).
De hecho, el PP español ha sido el único partido popular europeo (junto al PP de Polonia) que votó este lunes 10 de noviembre junto a la ultraderecha europea (en una Comisión del Europarlamento) en contra del recorte de emisiones del 90% propuesto por la Comisión (y que salió adelante en la Comisión del Parlamento Europeo por 55 frente a 32 votos).
Es hora de que los ciudadanos salgan a las calles y
presionen a sus Gobiernos en todo el mundo para que se den cuenta de que
estamos ante una “emergencia climática”, de la que nos han venido
advirtiendo los científicos y que ahora sufrimos todos. “El
mundo se dirige a la ruina si no se actúa. Es un fracaso moral y una
negligencia mortal”, acaba
de decir el secretario general de la ONU en la Cumbre de Brasil. Pero predica
en el desierto. El problema para el mundo es que se acaba el tiempo para actuar.
Ojo: la lucha contra la emergencia climática no es una cuestión
política, sino de pura supervivencia.
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