lunes, 10 de noviembre de 2025

Cumbre del Clima: "Emergencia", no "Cambio Climático"

Hoy 10 de noviembre se inicia en Brasil otra Cumbre del Clima (la COP 30), con pocas esperanzas de que los 197 paises tomen medidas eficaces contra el Cambio Climático, que es ya una “emergencia” climática. El pesimismo deriva de que Trump sacó a EEUU del Acuerdo de París, China, India y paises en desarrollo apenas recortarán emisiones (siguen consumiendo carbón, petróleo y gas) y Europa suaviza sus ambiciones climáticas, por el auge del negacionismo climático y el “pragmatismo”, forzados por la derecha y extrema derecha europeas (el PP español ha sido el único partido popular europeo, junto al polaco,  que ha votado en contra (junto a la ultraderecha europea) del recorte al 90% aprobado por la Comisión. Mientras, las emisiones siguen aumentando y provocan “emergencias” como los incendiosolas de calor del verano o la DANA de Valencia. Por eso, el gobierno Sánchez propone un Pacto de Estado para acordar medidas y frenar los daños climáticos (20.000 muertos directos en 5 años). Pacto rechazado por el PP y sus autonomías antes de conocerlo. Algo grave, porque afrontar la emergencia climática no es una cuestión de ideología, sino de pura supervivencia.

Guterres (ONU): "El mundo se dirige a la ruina si no se actúa. Es un fracaso moral y una negligencia mortal"

Esta Cumbre del Clima de Belém (10 al 21 de noviembre) es la número 30 de las Cumbres mundiales celebradas desde la primera Cumbre de la ONU sobre el Medio Humano de 1972. Y  coincide con el 10ª aniversario de la Cumbre de París (1975), donde casi 200 paises acordaron reducir las emisiones mundiales de CO2 para evitar que la temperatura de la Tierra subiera más de 2 grados a finales de siglo (y mejor evitar que suba más de 1,5 grados). Hoy, todo indica que los paises no han hecho sus deberes y que “el Cambio Climático va a más”, según señaló Antonio Guterres, secretario general de la ONU en la apertura de esta COP 30. Los últimos datos aportados por la OMM (ONU) son estremecedores: las emisiones de CO2 (el gas responsable del 66% del recalentamiento de la Tierra) han vuelto a aumentar en 2024 y su nivel de concentración en la atmósfera es ya de 423 partes por millón (ppm), frente a 284,7 en 1850, 385 en 1990 y 377,1 en 2009, el nivel más elevado de C02 en 800.000 años, según los científicos. Y también estamos en niveles récord de metano (1.942 ppm), responsable del 16% del calentamiento global) y de óxido nitroso (338 ppm de NO2), culpable de otro 6% del calentamiento global.

La consecuencia inmediata es el aumento de la temperatura de la atmósfera, que ya superó en 2024 los +1,55 grados sobre la temperatura de los niveles preindustriales (1850-1900). Y a este ritmo, ese aumento será habitual en la próxima década de los años 30 y la Tierra sufriría un aumento de la temperatura de 2,3 a 2,5 grados para el año 2100, según la ONU, lo que sería una catástrofe para el clima y la vida en el Planeta. De hecho, el calentamiento actual ya ha provocado una “emergencia climática”, en palabras de la ONU, emergencia que provoca “fenómenos climatológicos extremos” que puede ver cualquiera: olas de calor, sequías, incendios virulentos (este verano en España), lluvias e inundaciones (DANA de Valencia), huracanes y tifones más frecuentes y virulentos… Y una pérdida de los glaciares que ha provocado una subida del nivel del mar (entre 20 y 23 centímetros desde 1980), que podría superar los 30 cm a finales de siglo), poniendo en riesgo muchas zonas del Planeta. Y todo ello provoca además una pérdida de especies y biodiversidad, migraciones climáticas y unas pérdidas humanas (546.000 muertes anuales entre 2012 y 2021, según el 9º Informe Lancet Countdown)  y económicas (inconmensurables).

A pesar de este negro panorama que demuestran los científicos y la ONU, los paises siguen sin afrontar de verdad la “emergencia climática. Algo especialmente grave porque el 76% de las emisiones globales que están destrozando el clima y el Planeta son culpa del hombre, de sus actividades (energía y transporte, industria, agricultura, ganadería, vivienda y residuos). El secretario general de la ONU ha sido claro en la Cumbre de Brasil: “demasiados líderes mundiales están cautivos de los combustibles fósiles” (petróleo, carbón y gas). Los datos de la ONU lo corroboran: los Gobiernos gastaron 956.000 millones de dólares en ayudas públicas (subvenciones, minoración de impuestos, inversiones) a los combustibles fósiles sólo en 2023, tras la crisis energética por la invasión de Ucrania. Sólo España gastó 6.810 millones en subvenciones y ayudas(al gasóleo, la gasolina y la luz…). Y 17 de los 20 paises más destacados planean aumentar la producción de al menos 1 combustible fósil (algunos gas, otros carbón y otros petróleo) para 2030, según un estudio reciente.

Pero además, las petroleras y multinacionales energéticas  llevan todos estos años invirtiendo en combustibles fósiles (que matan), lo que les ha permitido multiplicar sus beneficios a costa del clima: un reciente estudio demuestra que las grandes petroleras (Shell, BP, Exxon Mobil y Chevron) han “pausado, retrasado o retiradoen 2025 sus compromisos climáticos anteriores. Y que las 100 principales empresas productoras de petróleo y gas tienen estrategias de producción que las llevarán a superar las cuotas de producción asignadas para poder reducir el calentamiento global en 1,5 grados máximo para 2100. En paralelo, la banca mundial, que presume cada vez más de “verde”, aumentó un 29% sus préstamos a las empresas de combustibles fósiles en 2024 (hasta 611.000 millones de dólares), superando en un 15% a los préstamos que conceden al sector verde mundial.

A lo claro: los paises, las empresas energéticas y la banca echan ayudas y dinero al fuego de la emergencia climática. Y miran para otro lado cuando la ONU y sus organismos técnicos les piden tomar medidas y recortar emisiones, como se comprometieron hace 10 años en la Cumbre de París. La actitud de los paises, poco conocida, es escandalosa: tenían que haber entregado a la ONU sus Planes de recortes de emisiones para 2035 en febrero de 2025, según lo acordado en París. Pues bien, sólo 10 paises cumplieron, con lo que la ONU les amplió el plazo hasta el 30 de septiembre, coincidiendo con una Cumbre paralela a la Cumbre anual de la ONU en Nueva York. Y resulta que para ese 2º plazo, sólo 64 paises de los 197 firmantes del Acuerdo de París presentaron su Planes, incumpliendo EEUU (Trump sacó al país del Acuerdo en enero), China (anunció su intención por videoconferencia) e incluso la Unión Europea (aprobó su Plan el 4 de noviembre)…

Pero lo peor no es que la mayoría de paises hayan retrasado sus Planes de recorte de emisiones para 2035, sino que los paises que lo han presentado (antes y estos días) proponen unos recortes de CO2 ridículos, un 11% de media, según los expertos de la ONU. Y el recorte debería ser mucho mayor: habría que reducir las emisiones un 35% para 2035 (sobre las de 1990) para no superar los 2 grados a finales de siglo. Y eso ya sería mucho y con efectos peligrosos para el clima, por lo que defienden un recorte de las emisiones del -55% hasta 2035 para garantizar que la temperatura no sube más del 1,5% en que ya estamos (2023,2024 y 2025 han sido los años más calientes de la historia).

En definitiva, que vísperas de esta Cumbre del Clima de Brasil, la mayoría de los paises “no habían hecho sus deberes y los que prometen recortes, sólo proponen reducir sus emisiones la quinta parte de lo que hace falta. Ese desinterés ante la emergencia climática se ha visualizado en las importantes ausencias a esta Cumbre de Brasil, a la que no asisten los líderes de 4 de los 5 países que más contaminan: China (29,2% de las emisiones mundiales de CO2), Estados Unidos (11,1% emisiones), India (8,2% ) y Rusia (4,8%. Sí asisten los líderes de la UE (el 4º mayor emisor de CO2 del mundo, con un 5,95% del total), con la presidenta Von der Leyen, Macron, Metz y Sánchez (más el británico Stamer), pero con una política medioambiental más “suavizada por la presión de la derecha y la extrema derecha.

China es clave para los recortes de emisiones, que han prometido menores y dilatados en el tiempo (a partir de 2035 y 2040, para no truncar su crecimiento actual, basado todavía en el carbón, el petróleo y el gas, aunque son líderes mundiales en energías renovables. Lo mismo pasa con la India, Brasil y otros paises en desarrollo, que además piden ayudas de los paises ricos (que llevamos medio siglo contaminando al máximo) para reconvertir energéticamente sus economías (falta por aportar al Fondo de 100.000 millones de dólares previsto). Rusia aumentara sus emisiones para 2035, por su apuesta por el gas. Y Estados Unidos, el otro país clave, se ha lanzado con Trump a la producción y consumo de petróleo y gas (“perfora, niño, perfora”, es su lema), apostando incluso de nuevo por el carbón, lo que aumentará sus emisiones, no las reducirá.

Y la Unión Europea, que era (y todavía es) el paladín de la lucha contra el Cambio Climático ha frenado sus impulsos reformadores, forzada por las posiciones “negacionistas” de una buena parte de la derecha (PPE) y de la extrema derecha, que ataca en todos los paises (y en España, en las autonomías) el Pacto Verde Europeo. Eso ha llevado al Consejo y a la Comisión Europea a retrasar su ley del Clima y los nuevos Planes de recortes de emisiones (el NDC), que no aprobaron hasta el martes pasado, tras una reunión maratoniana (1 día y toda la noche siguiente) de los ministros de Medio Ambiente. Al final, han acordado un recorte de emisiones del 90% para 2040 (sobre las de 1999). Pero este objetivo tiene “truco”: Francia, Alemania y los paises del Este han forzado una cláusula para que un 5% de ese recorte se pueda “comprar” en el mercado internacional (hay una “Bolsa” de derechos de emisiones de CO2) con dinero de los Fondos europeos y otro 5% con dinero de los propios paises que lo necesiten para cumplir…A lo claro: pagar a otro país que emite de menos por lo que un país emite de más. Y además, reconocen el papel en la transición energética de los combustibles de bajas emisiones en el transporte y retrasan un año las exigencias de emisiones que se piden al transporte por carretera y a los edificios.

Europa está ahora dividida en la lucha contra la emergencia climática, con paises que quieren ir más despacio, argumentando que las políticas climáticas “no pueden poner en peligro la industria y la competitividad europea” (los más duros, Hungría, Polonia y República Checa, apoyados ahora por Suecia, Francia, Alemania e Italia) y otros paises que defienden que “no hay futuro para Europa si no se descarboniza la economía” y que puede ser “una oportunidad” para crear nuevas industrias y empleos (grupo encabezado por España y en el que están otros 13 paises más, entre ellos Portugal, Finlandia, Paises Bajos, Austria e Irlanda. Y esta división interna (y dentro de cada país, por el auge del “negacionismo” y la extrema derecha) es más preocupante porque Europa es uno de los continentes más vulnerables ante la emergencia climática, especialmente los paises del sur, como se ha visto estos años en Grecia, Italia, Francia, Portugal y España.

Precisamente, la DANA de Valencia y los incendios de este verano hicieron que al comienzo de este curso político, el 1 de septiembre, el presidente Sánchez propusiera a las fuerzas políticas y sociales, administraciones, científicos, entidades y ciudadanos, un Pacto de Estado frente a la Emergencia Climática, similar al que se consiguió con las pensiones (Pacto de Toledo) y contra la violencia de género. Al día siguiente, el Consejo de Ministros aprobó 10 medidas que proponen incorporar a ese Pacto de Estado, entre ellas crear una Agencia de Protección Civil y Emergencias, una Red Nacional de Refugios Climáticos en ciudades y pueblos (para afrontar las olas de calor), reforestación y mejor gestión forestal, nuevos Planes Hidrológicos, una reordenación del territorio y las infraestructuras para hacer frente a inundaciones y sequías, más ayudas al medio rural (el mejor aliado en las políticas medioambientales), la creación de 2 Fondos públicos (uno para responder a fenómenos extremos y otro para prevenirlos a nivel local y autonómico), dotar de más medios a los bomberos y servicios de emergencias (creando un nuevo Cuerpo técnico), formación en emergencias en centros educativos y Universidades y la exigencia a Europa de que sea más ambiciosa en los objetivos medioambientales y su financiación.

Parecen medidas “razonables” a la vista de los fenómenos climáticos extremos que hemos sufrido, que se esperan sean cada vez más frecuentes y graves. Pero el PP dijo que no lo apoyaría el 31 de agosto, incluso antes de conocer la propuesta: Feijoo se negó a apoyar este Pacto de Estado, reiterando que el Gobierno Sánchez ha sido incapaz de gestionar los incendios de este verano (sic) y que “se pone de perfil ante cualquier desgracia” (sic). Así que aunque Sánchez y el Ministerio de Transición Ecológica ya han celebrado Jornadas públicas (con expertos y ciudadanos (la primera en Ponferrada en octubre)  para explicar el Pacto, no han asistido ni alcaldes ni políticos del PP (ni por supuesto de Vox).

Así que los ciudadanos de a pie, que sufrimos las olas de calor (3.644 muertes entre junio y agosto) las sequías (y las enormes pérdidas para el campo, junto a subidas extras de los alimentos), las inundaciones y la contaminación (que causa en España 10.000 muertes al año, según Sanidad) y las pérdidas económicas por el clima y sus destrozos (12.200 millones de pérdidas solo este verano, el país líder por pérdidas climáticas en Europa, según un estudio de la Universidad de Mannheim) asistimos impotentes a una Cumbre del Clima donde los paises que más contaminan no se comprometen apenas a recortar emisiones y permiten que las empresas energéticas (y los bancos) ganan millones a costa del clima, del Planeta y de nuestras pérdidas y muertes (20.000 directas en España los últimos 5 años, según dijo Sánchez en Brasil). Y en España, cuando el Gobierno propone un Pacto de Estado para afrontar un problema que ha destrozado medio país (incendios y DANAs), el PP rechaza hablar y Vox niega el cambio climático (¿qué puede pasarle a las políticas climáticas si un día Gobiernan juntos?).

De hecho, el PP español ha sido el único partido popular europeo (junto al PP de Polonia) que votó este lunes 10 de noviembre junto a la ultraderecha europea (en una Comisión del Europarlamento) en contra del recorte de emisiones del 90% propuesto por la Comisión (y que salió adelante en la Comisión del Parlamento Europeo por 55 frente a 32 votos). 

Es hora de que los ciudadanos salgan a las calles y presionen a sus Gobiernos en todo el mundo para que se den cuenta de que estamos ante una “emergencia climática”, de la que nos han venido advirtiendo los científicos y que ahora sufrimos todos. “El mundo se dirige a la ruina si no se actúa. Es un fracaso moral y una negligencia mortal”, acaba de decir el secretario general de la ONU en la Cumbre de Brasil. Pero predica en el desierto. El problema para el mundo es que se acaba el tiempo para actuar. Ojo: la lucha contra la emergencia climática no es una cuestión política, sino de pura supervivencia.  

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